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-José le dice:
-Pero como haremos eso si no tenemos plata para comprarla
Pero José no estaba pensando en lo que hacía y no le importaba nada y seguía haciendo
daño a un pobre e inofensivo árbol.
Ya cuando quedaba poco para que el árbol caiga a los brazos de la muerte comenzaron a
murmurar entre ellos.
-Juan: Fue duro bajarlo a este árbol pero llegamos a la meta
-José: Si, llegamos a derrumbarlo y ahora tenemos que cortarlo en pedazos para vender
como leña, hay que comenzar por las panaderías son las que más los necesitan.
-Juan: Así vamos reuniendo para comprar la droga
Una vez terminada la venta contaron todo el dinero que juntaron del pobre e inofensivo
árbol, llegaron a juntar veinte soles.
Y con esa plata sucia y llena de maldad llegaron a comprar cinco semillas de marihuana la
cual sembraron en una maceta negra con diseños diabólicos, la maceta representaba la
maldad y el rencor la cual eligieron los dos para poder sembrar lo maligno y lo perverso.
-Juan: Ya esta sembrado quedo perfecto, ahora nos queda regarla todos los días
-Juan: Si , lo tenemos que regar todos los días a las seis de la mañana, así quedara mejor
para poder consumirla.
Al día siguiente José se levantó muy temprano, quería ser el primero en comenzar a regar,
cogió su balde de agua pura y cristalina para regar lo perverso y maligno, no se daba
cuenta de lo que hacía, no media sus consecuencias, y solo imitaba los que los demás
hacían.
Al transcurrir de la semana la planta de marihuana se había acabado y no quedaba nada
para consumir, solo quedaba la tierra seca, muerta, sin ningún rasgo de vida y comenzaron
los gritos entre ellos porque pensaban que uno de ellos había consumido más que el otro.
-José: Juan ya se acabó y ahora que hacemos, no queda nada más que la tierra fertilizada
-José le responde furioso: ¡Que tu estás loco¡ cómo vamos hacer lo mismo con un pobre e
inofensivo árbol , que culpa tiene el de nuestras adicciones.
- Juan: Jajajajajajaja me das risa, así e hubieras respuesto la primera vez que te lo propuse
-José: Te dije que si porque no sabía lo que hacía, porque no media mis actos, ni mis
consecuencias y solo imitaba los que los demás hacian