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Material elaborado por el Abog. Roberto Rodrigo Rodríguez.

HISTORIA DE LA DIPLOMACIA
LECCIÓN 1
DIPLOMACIA
CONCEPTO
La diplomacia es un instrumento esencial para la cooperación internacional entre Estados y la
solución, por medios pacíficos, de divergencias entre ellos.
Podemos definir a la diplomacia como "aquella actividad ejecutora de la política exterior de un sujeto
de derecho internacional ,llevada a cabo por órganos y personas debidamente representativos del mismo,
ante otro u otros sujetos de derecho internacional para, por medio de la negociación, alcanzar, mantener o
fortalecer transaccionalmente la paz; ha de tener como finalidad última hacer posible, con tales medios, la
construcción o existencia de una comunidad internacional justa que, a través de la cooperación, permita el
pleno desarrollo de los pueblos.".

FUNCIÓN DE LAS RELACIONES INTERNACIONALES


Una vez hemos determinado el significado y alcance del concepto de diplomacia, debemos referirnos
a las principales funciones que cumple en el marco general de las relaciones internacionales. De acuerdo con
lo establecido por el art. 3 del Convenio de Viena sobre relaciones diplomáticas, de 1961, y con la mayoría de
la doctrina, se pueden destacar las siguientes: representación; comunicación e información; negociación;
protección y asesoramiento.
a) FUNCIÓN DE REPRESENTACIÓN. En la evolución histórica, la representación política constituyó, junto con
la función comunicativa, la base de la diplomacia. El diplomático tenía como principal actividad,
representar a su monarca ante otros soberanos. Esta representación, originariamente política, se ha
convertido también en una representación administrativa. Con frecuencia, se asocia la labor de los
diplomáticos con su participación en las ceremonias y actividades protocolarias a las que deben asistir en
nombre del sujeto internacional al que representa. Sin embargo, esta imagen no se corresponde más que
de un modo muy inexacto con la realidad. La verdadera importancia del agente diplomático radica en la
representación política que desempeña. Gracias a ella, el Estado acreditante goza de la capacidad de
mantener y participar en una variada y decisiva gama de relaciones con el Estado receptor. En efecto,
precisamente porque los gobiernos de ambos países admiten políticamente que sus respectivas misiones
diplomáticas representan a los propios Estados, sus agentes pueden actuar comprometiendo con sus
decisiones y actividades la voluntad y responsabilidad estatal. Esta función de representación política
constituye, por tanto, el sustrato último sobre el que descansa el ejercicio de todas las demás funciones
que se desempeñan por los agentes diplomáticos.
b) LA FUNCIÓN DE COMUNICACIÓN E INFORMACIÓN. Aunque los autores suelen concederle poca atención,
constituye una de las funciones primordiales que justifican la necesidad de la diplomacia permanente. El
desarrollo de las nuevas formas de diplomacia directa y al más alto nivel (Jefes de Estado o de Gobierno y
Ministros de Asuntos Exteriores) exige para su eficacia la disponibilidad de canales oficiales de
comunicación y gestión que sólo pueden garantizarse con la presencia de misiones permanentes. Las
funciones de comunicación que realizan las misiones y agentes diplomáticos, operan en ambos sentidos,
de las autoridades del Estado acreditante a las del Estado receptor y viceversa. A diferencia de las
informaciones realizadas por los medios de comunicación social, la comunicación diplomática posee la
característica de la oficialidad, es decir garantiza que la información comunicada se corresponde con la
posición gubernamental. La función comunicativa resulta decisiva para el desarrollo de los procesos
negociadores y la notificación de las instrucciones que deberán seguir los representantes diplomáticos en
el desempeño de su actividad. Pero también sirve para facilitar cuantas informaciones son solicitadas por
el gobierno acreditante sobre las condiciones políticas, económicas, sociales, etc. del país receptor. Dichas
informaciones se incorporarán al proceso decisional de la política exterior que realizarán el gobierno y
otros órganos estatales. Esta tarea de obtención de información ha sido la que ha asociado la diplomacia,
no siempre de forma correcta, con oscuras funciones de espionaje (militar, político o industrial) ejercidas al
amparo de la cobertura política y jurídica que ofrecen las misiones diplomáticas y que, en todo caso, violan

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lo dispuesto por el Convenio de Viena en sus arts. 3.1. d.1 y 412. En cualquier caso, la diplomacia ofrece
unos canales de comunicación e información privilegiados que facilitan las relaciones interestatales,
incluso en las difíciles condiciones que ofrecen los conflictos armados.
c) LA FUNCIÓN NEGOCIADORA. Una de las principales actividades que un diplomático debe realizar, en el
ejercicio de su función de representación y defensa de los intereses del Estado ante otros Estados o en el
marco de las organizaciones internacionales en las que esté acreditado, es la negociación.
Las negociaciones entre estos sujetos del derecho internacional pueden darse en varios ámbitos:

 Negociaciones bilaterales: cuando se desarrollan o llevan a cabo entre dos Estados, por ejemplo, entre
Paraguay y Japón, entre Francia y Alemania, entre Estados Unidos y Brasil.
En este ámbito pueden negociarse declaraciones de carácter político, económico o social;
también tratados internacionales sobre distintas materias, acuerdos interadministrativos, actas, etc.
En este tipo de negociaciones generalmente participan, además de los diplomáticos del
Ministerio de Relaciones Exteriores, funcionarios de otros Ministerios y agencias estatales o aún de otras
ramas del poder público, dependiendo del tema de que se trate, quienes ofrecen el apoyo técnico
requerido.
 Negociaciones multi-estatales: cuando en el proceso intervienen más de dos Estados. En este caso, se
puede negociar el mismo tipo de instrumentos mencionados en el párrafo anterior y los participantes
pueden ser igualmente diplomáticos y otros funcionarios estatales. Un ejemplo es la negociación que dio
origen al MERCOSUR en la cual se pusieron de acuerdo originalmente Argentina, Brasil, Paraguay y
Uruguay.
 Negociaciones multilaterales: cuando se llevan a cabo en el marco de un organismo internacional e
intervienen o pueden intervenir todos los Estados miembros.
Los organismos internacionales pueden ser de carácter universal como las Naciones Unidas, y sus
organizaciones especializadas o relacionados con ella; entre ellas la Organización de las Naciones Unidas
para la Alimentación y la Agricultura (FAO); la Organización de las Naciones Unidas para la Educación la
Ciencia y la Cultura (UNESCO); la Organización Internacional del Trabajo (OIT); la Organización Mundial de
la Salud (OMS); la Corte Penal internacional (CPI); etc.
Como es propio de las negociaciones en las que participan múltiples partes, la negociación
multilateral puede ser de las más difíciles y más lentas. Hay muchos temas sobre los cuales se negocia durante
años. Por ejemplo, las discusiones sobre el establecimiento de una Corte Penal Internacional, duraron casi 50
años, antes de que se adoptara el Estatuto de Roma de la Corte Penal Internacional.
Generalmente, las discusiones empiezan en alguno de los órganos de esas organizaciones o en
comités o grupos de trabajo de dichos órganos y luego se someten a la discusión y aprobación del plenario de
la Asamblea de la Organización, o se informa de los resultados a dicha Asamblea, por ejemplo, el Consejo de
Seguridad, el Consejo Económico y Social de las Naciones Unidas.
d) LA FUNCIÓN DE PROTECCIÓN DE LOS NACIONALES Y LOS INTERESES DEL ESTADO. Junto a las funciones
señaladas, la diplomacia ha venido desempeñando tradicionalmente la tarea de proteger a sus ciudadanos
que se encuentran en el Estado receptor. Esta protección se extiende desde la seguridad física, en los
supuestos de desórdenes políticos o conflictos bélicos, llegando incluso a coordinar operaciones de
evacuación, hasta el asesoramiento jurídico o las gestiones políticas ante las autoridades del país receptor.
Pero la función de protección unida a la de representación, posee otro destacado cometido: facilitar el
ejercicio de derechos o la gestión de actuaciones jurídico-administrativas ante las autoridades del país
acreditante. La misión diplomática, junto con las misiones consulares, se convierten así en órganos de la
Administración estatal establecidas en el extranjero. Ya sea que se trate de las inscripciones registrales
(nacimientos, matrimonios, defunciones); de la participación electoral; de la expedición de visados,

1 “Artículo 3, numeral 1. Las funciones de una misión diplomática consisten principalmente en:… …inc. d. enterarse por todos los medios
lícitos de las condiciones y de la evolución de los acontecimientos en el Estado receptor e informar sobre ello al gobierno del Estado
acreditante”.

2 Artículo 41. 1. Sin perjuicio de sus privilegios e inmunidades, todas las personas que gocen de esos privilegios e inmunidades deberán
respetar las leyes y reglamentos del Estado receptor. También están obligados a no inmiscuirse en los asuntos internos de ese Estado. 2.
Todos los asuntos oficiales de que la misión esté encargada por el Estado acreditante han de ser tratados con el Ministerio de Relaciones
Exteriores del Estado receptor por conducto de él, o con el Ministerio que se haya convenido. 3. Los locales de la misión no deben ser
utilizados de manera incompatible con las funciones de la misión tal como están enunciadas en la presente Convención, en otras normas
del derecho internacional general o en los acuerdos particulares que estén en vigor entre el Estado acreditante y el Estado receptor.

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pasaportes o tarjetas de identidad; de la legalización de documentos; etc. la diplomacia opera como un
decisivo instrumento del Estado para facilitar y garantizar sus relaciones tanto con los nacionales del país
acreditante como con los ciudadanos del país receptor. Estas múltiples actividades de protección,
desempeñadas por la misión diplomática acreditada en un Estado, han adquirido una creciente
importancia ante el auge experimentado por los movimientos migratorios de mano de obra, los
desplazamientos estacionales que provoca el turismo o el endémico problema de las poblaciones
refugiadas a causa de las guerras y las persecuciones por motivos políticos. Todo ello ha provocado que la
mayor parte del personal diplomático esté adscrito a esta función protectora que, naturalmente, se hace
extensiva a los intereses generales del propio Estado y a sus bienes establecidos en el extranjero
(inversiones; empresas).
e) LA FUNCIÓN DE ASESORAMIENTO. Finalmente, las misiones diplomáticas ejercen una función de
asesoramiento ante sus propios gobiernos que resulta, en ocasiones, determinante en la adopción y
ejecución de las distintas opciones de política exterior. Debido al conocimiento de las condiciones políticas,
económicas y sociales que imperan en el país receptor, los informes que periódicamente envían las
misiones a sus respectivos gobiernos pueden ser ocasionalmente completados mediante consultas directas
entre el gobierno y los embajadores, con objeto de que estos aporten sus valoraciones sobre las distintas
alternativas de actuación exterior que contemplan las autoridades de sus países. La función asesora puede
resultar particularmente útil para el desarrollo de las negociaciones que realizan misiones diplomáticas
especiales o los propios Jefes de Estado o de Gobierno. Como se puede apreciar, la diversidad y alcance de
todas estas funciones convierten a la diplomacia permanente, y a los representantes diplomáticos, en un
instrumento imprescindible de las relaciones entre Estados y, en último extremo, de la propia sociedad
internacional. Sin embargo, los cambios experimentados en la vida internacional durante el último siglo
han propiciado el desarrollo de nuevas formas de relación diplomática que resulta oportuno analizar.
MISIÓN DIPLOMÁTICA.
El término misión, designa a cualquier tipo de representación oficial de un Estado fuera de sus
fronteras, sea de carácter permanente o temporal. La expresión Misión Diplomática, se refiere a la
representación permanente de un Estado ante otro Estado o una organización de índole internacional. Hay
que distinguir la misión diplomática de la misión especial, que es enviada por un Estado para negociar con
otro, materias concretas y determinadas, o asistir a un acto solemne como la toma de posesión de un Jefe de
Estado. Se conocen con el nombre de delegaciones y tienen carácter temporal. El término misión
diplomática, se refiere a la representación permanente de un Estado ante otro Estado o una organización de
índole internacional. El término misión diplomática, es el empleado por el Convenio de Viena de 18 de abril de
1961 “sobre relaciones diplomáticas”, para designar las representaciones permanentes del Estado acreditante
ante el Estado receptor.
Una misión diplomática está conformada por un grupo de personas de un Estado presente en otro
Estado, representando al Estado acreditante en el país anfitrión. En la práctica, el término se utiliza
generalmente para denominar la misión permanente, es decir, la oficina de los representantes diplomáticos
de un país en la ciudad capital de otro. Con resguardo en el Derecho Internacional Público, las misiones
diplomáticas gozan de estatus extraterritorial, por ende, aunque pertenecen al territorio de la nación
anfitriona, están desligadas de las leyes locales y, en casi todas las situaciones, son tratadas como parte del
territorio del país al que pertenecen.

CLASES DE REPRESENTACIÓN INTERNACIONAL


Existen cuatro tipos fundamentales de misiones diplomáticas, la Embajada (máxima categoría de la
misión diplomática, cuyo jefe es un embajador), la legación (de jerarquía inferior a la Embajada, cuyo jefe de
misión es un ministro residente), La Nunciatura (misión diplomática de la misma categoría que la Embajada,
cuyo jefe se denomina Nuncio y es la representación de la Santa Sede ante los Estados con los que tiene
relaciones diplomáticas) y la Internunciatura (misión diplomática de la Santa Sede de menor categoría que la
Nunciatura, pues se puede equiparar a la Legación. El jefe de la misión se denomina internuncio).
Son también misiones diplomáticas en sentido amplio, las delegaciones permanentes de un Estado
ante una organización internacional al frente de las cuales está un embajador, representante o delegado
permanente y las misiones que los organismos internacionales pueden establecer ante los Estados que

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forman parte de las mismas. A una misión diplomática permanente se le suele llamar embajada, y a quien
encabeza la misión se le conoce como embajador. Las misiones en las Naciones Unidas son conocidas
sencillamente como misiones permanentes y el director de éstas es tanto representante permanente como
embajador. Algunos países dan nombres más distintivos a sus misiones y al personal de éstas: una misión de
la Santa Sede es encabezada por el nuncio apostólico (o nuncio papal) y se le llama, consecuentemente,
nunciatura apostólica; en cambio, las misiones libias son llamadas agencias populares y los jefes de misión,
secretarios. En el pasado, una misión diplomática encabezada por un funcionario de rango secundario (Ej. un
enviado o ministro residente) era conocida como legación. Hasta principios del siglo XX, lo usual era que los
países considerados como potencias fueran los únicos que se enviaban entre sí embajadores, mientras que a
los demás países enviaban tres tipos de jefes de misión: a) enviados extraordinarios y ministros
plenipotenciarios, b) ministros residentes y c) encargados de negocios con cartas de gabinete. Los países que
no eran considerados como potencias, tampoco nombraban un embajador, sino que entre sí o en una
potencia, los jefes de misión que acreditaban tenían también el rango de enviado extraordinario y ministro
plenipotenciario, de ministro residente o de encargado de negocios. La representación diplomática entre
potencias tenía por consiguiente el rango de embajada, mientras que entre los demás países, o entre una
potencia y un país que no lo era, tenían la categoría de legación. A lo largo de la primera mitad del siglo XX,
esa distinción fue desapareciendo, y muchos países que tradicionalmente no habían sido considerados como
potencia, empezaron a nombrar embajadores y a dar a sus legaciones el rango de embajadas. Sin embargo,
esa vieja distinción se conserva en el texto de la Convención de Viena sobre relaciones diplomáticas suscrita
en 1961, que establece en su artículo 14: "1. Los jefes de misión se dividen en tres clases: a. embajadores o
nuncios acreditados ante los Jefes de Estado, y otros jefes de misión de rango equivalente; b. enviados,
ministros o internuncios acreditados ante los Jefes de Estado; c. encargados de negocios acreditados ante
los Ministros de Relaciones Exteriores. 2. Salvo por lo que respecta a la precedencia y a la etiqueta, no se
hará ninguna distinción entre los jefes de misión por razón de su clase." Como las categorías de ministros
plenipotenciarios y ministros residentes ya no se usan, también el nombre de legación es obsoleto y ya no se
emplea para referirse a las actuales representaciones diplomáticas más que de modo figurado. La figura de los
encargados de negocios con cartas de gabinete como jefes de misión sí sobrevive, pero su oficina recibe el
nombre habitual de embajada y no de legación. En casos de disputa, es común que un país retire al jefe de
misión como muestra de descontento. Esto es menos drástico que cortar por completo las relaciones
diplomáticas, y la misión puede seguir operando de manera más o menos regular, aunque ahora esté
encabezada por un chargé d'affaires (Encargado de Negocios), el cual tiene poder limitado. Se hace notar que,
durante el periodo de sucesión entre dos jefes de misión, un chargé d'affaires A.I. (Ad Interim) puede ser
nombrado temporalmente como cuidador; esto no implica ninguna hostilidad hacia el país anfitrión.
El consulado es también una oficina diplomática, pero su ámbito de acción es diferente, pues se ocupa
de proteger a los nacionales de su país, hacer poderes, documentación al día y otros asuntos de interés de los
nacionales de su país como lo define la Convención de Viena sobre las relaciones consulares de 1963.
Técnicamente, el término "embajada" se refiere al personal que trabaja en la misión, mientras que la oficina
se conoce como "cancillería", aunque tal distinción rara vez se usa públicamente para evitar confusiones. Al
frente de la Misión Diplomática está el Jefe de Misión, definido por el Convenio de Viena (artículo 19) como la
persona encargada por el Estado acreditante de actuar con el carácter de tal).

El artículo 14 del indicado Convenio divide a los jefes de misión en tres clases:

a) embajadores o nuncios acreditados ante los Jefes de Estado;


b) enviados, ministros o internuncios acreditados antes los Jefes de Estado;
c) encargados de negocios acreditados ante los ministros de Relaciones Exteriores.

Son miembros del personal de la misión diplomática los agentes diplomáticos (acreditados con este
carácter y que gozan de estatuto diplomático, como los agregados o consejeros), los miembros del personal
administrativo y técnico (que aun no siendo acreditados como personal diplomático gozan de ciertas
inmunidades y privilegios) y los miembros del personal de servicio de la misión.

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El artículo 3 del Convenio de Viena destaca las principales funciones de la misión diplomática:
a) representar al Estado acreditante ante el Estado receptor;
b) proteger los intereses del Estado acreditante y sus nacionales;
c) negociar con el Gobierno del Estado receptor;
d) enterarse e informar sobre la evolución de los acontecimientos en el Estado receptor;
e) fomentar las relaciones amistosas, económicas, culturales y científicas entre el Estado acreditante y el
receptor.

Todo Estado reconocido internacionalmente tiene capacidad para enviar o acreditar ante otro Estado
misiones diplomáticas o recibirlas, pero el establecimiento de relaciones diplomáticas entre Estados y el envío
de misiones diplomáticas permanentes sólo se efectúa por consentimiento mutuo (art. 2 del Convenio de
Viena). Está prevista también la ruptura de relaciones diplomáticas entre dos Estados o el término de una
misión diplomática de modo definitivo o temporal, encargando la protección de sus intereses y de sus
nacionales a un tercer Estado aceptable para el Estado receptor. Supuestos menos graves son la convocatoria
de un Jefe de Misión por el Ministro de Relaciones Exteriores del Estado receptor para entregarle una nota de
protesta, la declaración de persona «non grata» de un miembro de la misión o la llamada a consulta de un
jefe de misión por su propio Ministerio de Relaciones Exteriores. Los locales de la misión diplomática, su
mobiliario, archivos y documentos son inviolables, los agentes del Estado receptor no podrán penetrar en
ellos sin consentimiento del Jefe de la Misión y ésta está exenta de todo impuesto y gravamen relacionado
con sus locales.
El papel de una misión diplomática es el de:
 proteger los intereses del Estado acreditante en el país receptor dentro de los límites establecidos
por el derecho internacional;
 negociar con el gobierno del Estado anfitrión lo que el emisor demanda o espera;
 enterarse, por vía legal, de las condiciones y desarrollos del Estado receptor y reportarlos al gobierno
del Estado acreditante;
 promover las relaciones amistosas entre ambos países, fomentar su crecimiento económico, cultural
y científico y ofrecer ayuda y cobertura a los ciudadanos del país acreditante que residan en el país
receptor.

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