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b) Bellver (citado por Cuba, 2006), define a la función notarial, como: Son
ciertas facultades como la función de instrumentos, constatación,
aconsejamiento y autorización de los mismos; es decir de todosaquellos
que forman la función notarial, en suma, la capacidad en la facción del
instrumento público que las partes solicitan con el fin de plasmar o
materializar el convenio o acuerdo de voluntades. (P.64).
Dentro del Notariado Latino, la función notarial es de orden público, según Cuba,
es la actividad que el notario realiza conforme a las disposiciones de la Ley del
notariado. Posee una naturaleza compleja: es pública, en cuanto proviene de los
poderes del Estado y de la Ley, que obran en reconocimiento público de la actividad
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profesional del notario y de la documentación notarial al servicio de la sociedad. De otra
parte, es autónoma y libre, para el notario que la ejerce actuando con fe pública.
La función notarial es pues, toda aquella vasta actividad que el Estado encarga o
delega realizar a los notarios, quienes en ejercicio del cargo y facultades de que están
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investidos, llevan a la práctica y efectivizan un servicio de carácter eminentemente
social.
La función notarial, como actuación del notario, con una adecuada interpretación
del derecho positivo, siempre estará presta a dar solución a las solicitudes o casos
pertinentes que se le presenten; yendo incluso más allá de lo que literalmente las
normas facultan.
Luego de estudiar la función notarial, este mismo autor expone sus notas
distintivas:
Es la manera de cómo debe actuar el notario. Según Cuba (2006), las formas y
solemnidades de actuación, por lo que resulta conveniente que sea la Ley del Notariado
la que establezca la forma con la que el notario debe ejercer la función. La Ley del
Notariado Peruano precisa que el notario ejerce la función notarial en forma personal,
autónoma, exclusiva e imparcial (P. 76).
Castan (citado por Cuba, 2006), en su obra denominada “En torno a la función
notarial”, considera que los caracteres de la función notarial son: el contenido complejo,
la labor formativa o asesora, la labor formativa o legitimadora y la labor documental o
autenticadora.
En tal sentido, Cuba (2006) señala que se pueden establecer como caracteres de
la función notarial a la redacción de los instrumentos, a los que se les da forma con
sujeción al principio de legalidad y constitucionalidad, revistiendo jurídicamente el
acuerdo de voluntades libremente manifestado, certificando los sucesos fácticos que se
dan en la realidad (los hechos) y dando fe de los actos y contratos que se celebran ante
el notario, otorgando tranquilidad y certeza respecto de ellos, autenticando la reproduc-
ciones, otorgando traslados (testimonios, partes, copias simples y boletas), revistiendo
de seguridad jurídica y disminuyendo los riesgos. Sanahuja y Soler, distingue, además
de la función autenticadora, las siguientes: de legalización, legitimación y de
configuración. (p. 66).
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Menciona que en la doctrina encontramos tres posiciones que tratan de explicar
la función del notario: funcionario, profesional, ecléctica y autonomista.
Las actuaciones fedateantes son todas aquellas en las que el notario interviene
en su calidad de oficial público en ejercicio de la fe y desarrollando su labor formativa y
documental; produce un documento calificado como instrumento público.
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con las formas requeridas por el Derecho. De esta manera como se plasman,
regulan y arreglan las diversas manifestaciones fácticas y jurídicas formales.
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actos administrativos, actos legislativos o actos jurisdiccionales; sin embargo,
se aclara precisándose que esta función administrativa es extrajudicial.
La teoría general, menciona Cuba, precisa que corresponde a los poderes del Estado
contribuir al cumplimiento de las funciones del notario, dictando las medidas que estimen
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necesarias para que las desempeñe cabalmente, específicamente establecidas en la Ley del
Notariado. De esta forma se busca que su ejercicio se realice de la mejor manera; sin embargo, lo
que importa es que dentro de la teoría general, se considera que el notario presta un servicio
público que debe satisfacer las necesidades de interés social, que son la autenticidad, certeza y
seguridad jurídica. Lo anterior lo podemos entender como parte de las funciones del notario,
según indica el maestro (Pérez 2006, P. 69).
Cuba (2006), menciona que, etimológicamente, la palabra “fe”, proviene del latín
“facere”, que significa crédito, confianza, seguridad. Considera que la palabra fe, en su
acepción genérica, es: “La idea de creencia en todas sus modalidades".
Por su parte, Carneiro (1981), señala que la fe pública es suficiente para acre-
ditar por sí misma, la verdad a que se refiere, en tanto que señala como fe pública
notarial, a aquella que el notario declara en ejercicio de su función. Aseveración que
emana del notario a fin de otorgar, garantía de autenticidad y certeza a los hechos,
actos y contratos celebrados en su presencia y con su intervención (P. 85).
Mientras tanto, Hiram (citado por Cuba 2006), señala que es la doctrina uniforme
que se da en un buen número de tratados. Llama fe pública a la calidad de documentos
determinados, suscritos por funcionarios, cuyas aseveraciones, cumplidas determinadas
formalidades, tienen la virtud de garantizar la autenticidad de los hechos narrados y, por
consiguiente, su validez y eficacia jurídica. Este autor considera, que esa definición, se
refiere a la valoración jurídica de una representación ontológica y se aparta del juicio
lógico de la fe como creencia o convicción.
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Para resaltar la importancia de un instrumento público, Bibiloni (citado por Cuba,
2006), menciona que el documento privado judicialmente reconocido, tiene recién el
valor de un instrumento público, de ello comenta que:
“El instrumento privado reconocido judicialmente por la parte a quién se opone, o
declarado debidamente reconocido, tiene el mismo valor que el instrumento público entre
los que lo han suscrito y sus sucesores" (P. 86).
“La fe pública no puede ser explicada como un mero ingrediente de las pruebas,
pues ha quedado arrinconado para siempre el viejo punto de vista que ligaba ex-
clusivamente el instrumento público notarial a la teoría de la prueba”.
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a) Fe legítima.- Según Cuba (2006), es la que emana de autoridad o persona
revestida de autoridad legítima. Se dice que esta es lo autoridad competente,
debidamente establecida en el cargo o función. Como se tiene dicho, la fe
legítima es la confianza y certidumbre de verdad respecto de los actos, hechos y
contratos realizados en presencia de un funcionario público autorizado y por su
sola intervención rogada (P. 88).
b) Plena fe.- Es la que causa convencimiento pleno en las personas. Para Carnelutti,
es el crédito que se da a una cosa por autoridad del que la dice. Por ejemplo, el
abrogado Código de Procedimientos Civiles de 1912, reconocía plena fe a los
instrumentos públicos, al darles el nivel de medios de prueba relevantes.
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Pero esa segregación que importó desasir a la función notarial de la
dependencia judicial, no constituyó una simple bifurcación sino que, por sus esencias,
su plenitud jurídica y la enjundia de su contenido, adquirió pronto el carácter axiológico
que se le reconoce (P. 89).
Según Gonzales (2012), para la doctrina más autorizada, "dar fe” significa
"afirmar, con obligación de todos de creer en tal afirmación, que se ha celebrado un
contrato o se ha realizado un hecho, en los términos que se narran” (P. 1187).
El art. 2 de la Ley del Notariado refiere que el notario, por la propia naturaleza de
su función, es un típico dador de fe "de los actos y contratos que ante él se celebran".
La fe pública implica que la narración del notario sobre un hecho se impone como
verdad, se le tiene por cierta. Por tal motivo, la única manera de dar fe respecto de un
hecho es cuando se le ha observado y presenciado. Por ello, la fe pública presupone
que el notario ha percibido en forma sensorial los hechos y dichos de las partes, sobre
todo por actos de vista y oído (Gattari, citado por Cuba, 2006).
Una vez percibido el hecho o acto (actum), éste se documenta con presunción
de verdad (dictum). Como dice Vallet de Goytisolo, citado por Cuba:
“Ante el hecho, el notario tiene como misión la autenticación, es decir, la de dar fe
de lo que ve, oye o percibe con sus sentidos (P. 121).
Gonzales (2012), dice que la misma ley agrega que la función notarial se ejerce
en forma exclusiva (Art. 3); sin embargo, esta última característica debe ser debidamente
matizada a fin de evitar interpretaciones equívocas, pues el notario actúa principalmente
en el ámbito del derecho privado, específicamente en la contratación. Así lo reconoce el
propio artículo 2o de la Ley del Notariado, ya citado, así como la propia doctrina
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notarialista (doctrina notarial, lo que se desprende del Derecho Notarial): "La actuación
del notario se extiende a todos los contratos y demás actos extrajudiciales, regla de la
que solamente serían excepcionales las que legalmente se establezcan”. En
consecuencia, el notario carece de fe pública fuera del ámbito privado, salvo específicas
excepciones legales.
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erróneo argumento de que "el fedatario solo tiene competencia dentro de su pro-
pia entidad". Este argumento solo es cierto cuando se trata de documentos
externos que van a la entidad pública; pero no cuando son los propios
documentos internos de la institución, que obviamente no se requieren para un
procedimiento en ella misma, sino para trámites externos a la entidad. Así lo
indica claramente el art 55°-3 de la Ley 27444, y ha sido ratificado por una
resolución de la Sala Transitoria del Tribunal Registral N° 785-2009-SUNARP-
TR-L de 10 de junio de 2009.
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ejemplo, de la Resolución Ministerial No2234-2003-IN-0301 (Reglamento interno
para la autenticación o certificación de documentos, del Ministerio del Interior),
por la cual se precisó que el fedatario tiene la atribución de comprobar y
autenticar las copias, así como las firmas (Art. 6). Esta función de "autenticación”
se encuentra amparada en el artículo 127 de la Ley 27444 que establece el
régimen legal de los fedatarios institucionales de la administración pública.
Asimismo, el citado reglamento define la función de "certificación” (Art. 20) como
aquella consistente en dar fe de la autenticidad de los documentos que los
propios funcionarios emitan, o de expedir copias de los expedientes. Esta
potestad tiene cobertura legal en los artículos 55-3 y 128 de la Ley 27444.
Como se verá más adelante, la escritura pública no es, históricamente, sino una
emanación del instrumento público y más específicamente de la sentencia judicial. La fe
pública de la escritura pública no es pues, aparentemente, una fe distinta en su esencia
de la fe pública del instrumento público. Dentro de los textos legales el instrumento
público es un género y la escritura pública es una especie dentro del género de los
instrumentos públicos. Nos hallamos, entonces, frente al hecho de que la idea originaria
relativa al escribano, en su condición de funcionario de fe pública, no tiene el sentido de
un monopolio. Existen otras personas que, sin título de escribano, se encuentran
legalmente en condiciones de dar fe o de expedir instrumentos a los que la ley coloca, en
cuanto a fe se refiere, en el mismo rango que la escritura pública.
Sobre el particular, Gonzales (2012), menciona que hay que tener mucho cuidado
en la terminología y en los conceptos, pues en esta materia fácilmente se puede llegar a
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equívocos. Así, pues, la fe pública (notarial, judicial o administrativa) se circunscribe a la
creencia oficial que se impone respecto del relato o narración que realiza un funcionario,
es decir, se considera que el "dictum" representa exactamente lo acontecido durante el
"actum". Sólo en tal caso, cabe hablar de fe pública o de instrumento público. Por
ejemplo, el secretario de juzgado narra lo acontecido en la audiencia judicial, y lo que
aparece en el acta queda revestido de fe pública, por lo que se trata de un instrumento
público. Por otro lado, cuando el Juez expide una resolución judicial, la fe pública no
abarca el contenido de la resolución, ya que ésta podrá ser legal o ilegal, de acuerdo
con la normativa jurídica, sin que pueda aplicársele las categorías propias de la fe
pública (falso o verdadero); no obstante ello, la autenticidad de la resolución y la fecha
de expedición sí son cuestiones sobre las que juega la fe pública, pues se trata de datos
que pueden constatarse en forma inmediata o directa, por lo que en ese exclusivo ámbito
el secretario de juzgado actuará en virtud de su capacidad fedante.
Siendo así, no todo documento que pasa por las manos de un funcionario público
se convierte en instrumento público, pues ello solamente ocurre cuando en el documento
existe una atestación de fe pública, esto es, una imposición oficial de verdad. Por ende,
no es correcto sostener que "todo el expediente judicial o administrativo es un
instrumento público. Con toda razón se ha dicho lo siguiente: "¿Así que un escrito
presentado por la parte, al contacto físico con el resto de las fojas se convierte en
instrumento público? Y cuando lo desgloso, ¿qué pasa? Por último, ¿para qué le hace
falta al juez una fe como la notarial? Para nada; en efecto, típico es del juez, que dis-
cierne el derecho del entuerto, aquella potestad del juicio, esto es, del iudicium.
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documentador con respecto al documento mismo. En virtud de ello, distingue entre el
documento público genérico y el documento público en sentido estricto, pues solo este
último ha sido conformado por persona que ejerce una actividad pública, especialmente
dirigida a la documentación; es decir, por persona a quien se le ha atribuido la fe pública
en determinado ámbito de actuación. Por el contrario, la intervención de un funcionario
público sólo da lugar a la formación de documento público entendido en sentido genérico
(emitido en virtud a las potestades públicas de la Administración, y de allí su nombre),
pero en el que no existe dación de fe.
Según el I.I.J. (s.f.), al tratar de la fe pública notarial expresa que esta fe tiene
valor de verdad oficial y es oponible a todos sin excepción, "erga omnes", con la única
condición de que sea dicho en el ejercicio de sus funciones. Sin embargo esta
presunción de verdad que acompaña a la fe pública notarial, no es absoluta, es
solamente presunción "juris tantum", es decir, que puede demostrarse que la realidad es
distinta, ya sea por falsedad o por simulación; por falsedad cuando no corresponde a
hechos reales o hechos que han ocurrido, sino a hechos imaginarios; y por simulación
cuando se refiere a hechos que no son sinceros. En la simulación, la fe pública notarial
es correcta y formal, pero el contenido no corresponde al acto, es diferente (P. 28-29).
Se puede afirmar con exactitud que mientras las relaciones de derecho privado
reposan en el imperio y el respeto a la autonomía de la voluntad, la función notarial
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resulte insustituible como medio de expresión de las declaraciones y como garantía de la
libertad del consentimiento.
El notario según las conclusiones que vamos sacando, debe afirmar y certificar la
validez jurídica de los hechos que constan en las minutas que eleva a escritura pública.
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La ley española, mexicana y cubana consideran la fe de conocimiento cuando
declaran en su lado que los notarios darán fe de los instrumentos públicos en que
intervienen, de que conocen a las partes o de haberse asegurado de su conocimiento
por el dicho de los testigos.
La Ley Notarial Peruana en su art. 54° y siguiente pertinente, declara que antes
de extender escritura examinará el notario la capacidad de los otorgantes, la libertad con
que proceden y el conocimiento con que se obligan.
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