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RETÓRICA Y MÚSICA
Las relaciones entre retórica y música han sido a menudo muy estrechas,
especialmente durante el periodo Barroco. La influencia de los principios de la retórica
afectó profundamente a los elementos básicos de la música. Dividamos este tema en varios
apartados 1.
1. Introducción
2. Conceptos retórico-musicales
3. Figuras musicales
4. Los afectos
5. Conclusión
1. INTRODUCCIÓN.
Las interrelaciones entre la música y las artes habladas – artes dicendi (gramática,
retórica, dialéctica) – son al mismo tiempo obvias y confusas. Hasta relativamente tarde en
la historia de la civilización occidental, la música fue principalmente vocal y ligada a las
palabras. Los compositores han sido pues generalmente influidos en variada medida por las
doctrinas retóricas que gobernaban la adecuación de los textos a la música, y también
después del crecimiento de la música instrumental independiente, los principios retóricos
continuaron a ser utilizados por algún tiempo no sólo en la música vocal sino también en la
música instrumental. Lo que no queda todavía del todo explicado es de qué forma estas
interrelaciones críticas controlaban tan a menudo el arte de la composición, por lo menos
hasta bien entrado el siglo XVIII. El motivo principal es que los músicos y estudiosos
modernos no están entrenados en las disciplinas retóricas, que ya en los principios del siglo
XIX han prácticamente desaparecido de la mayoría de los sistemas filosóficos y educativos.
Todos los conceptos musicales relacionados con la retórica proceden de la extensa
literatura sobre oratoria y retórica de los antiguos escritores griegos y romanos,
especialmente Aristóteles, Cicerón y Quintiliano. El redescubrimiento en 1416 de la
Institutio oratoria de este último proporcionó una de las fuentes primarias sobre la cual se
basó la naciente unión entre retórica y música en el siglo XVI. Quintiliano, como
anteriormente Aristóteles, había destacado las similitudes entre la música y la oratoria. El
propósito de su obra y de todos los otros estudios de oratoria desde la antigüedad había
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Gran parte de este texto es una traducción de: “Rhetoric and music”; The New Grove
Dictionary of Music and Musicians.; Macmillan; London; Vol. 15; pp. 793-803. En internet se puede
encontrar una traducción de parte del mismo debida a Agostino Cirillo, alojada en una página del
Conservatorio Superior de Música de Murcia.
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Apuntes sobre retórica
sido el mismo: instruir al orador sobre los medios para controlar y dirigir las respuestas
emocionales de su audiencia, o, en el lenguaje de la retórica clásica y también de los
tratados musicales posteriores, capacitar al orador (es decir, al compositor o al intérprete)
para mover los “afectos” (las emociones) de sus oyentes.
Mientras que para la primitiva música sagrada del Cristianismo no hay estudios que
analicen la influencia potencial de los conceptos retóricos, parece cierto que el propio canto
gregoriano muestra frecuentes y variados reflejos de la expresión retórica. Está
ampliamente probado que un influjo similar se extendió a la primera polifonía. Pero el
impacto directo del pensamiento de la retórica clásica se hace por primera vez
inequívocamente patente con la llegada del Humanismo renacentista a finales del siglo XVI,
cuando los libros sobre retóricas, clásicos y contemporáneos, se convierten en la base de
una parte importante del currículo educativo europeo, tanto en los países católicos como
en los que se convertirían en protestantes después de la Reforma. Tanto las escuelas
elementales de latín como las universidades pusieron el mismo énfasis en los estudios de
oratoria y de retórica, y cada hombre cultivado era también un experto retórico. Este
desarrollo universal tuvo un impacto profundo sobre las actitudes de los compositores
hacia la música relacionada con un texto, sacra o secular, y llevó hacia nuevos estilos y
nuevas formas, de las cuales el madrigal y la ópera son sólo los productos más evidentes.
Estos importantes cambios relacionados con las influencias humanísticas
enfrentaron a los teóricos musicales con problemas extraños a toda la teoría musical
tradicional. La música, que, desde la antigüedad había pertenecido, junto con aritmética,
geometría y astronomía, al Quadrivium – las disciplinas matemáticas – de las Siete Artes
Liberales, se vio forzada a adoptar nuevos valores teoréticos, al tener que incluir estos
nuevos estilos orientados hacia la retórica. A pesar de que la música seguiría manteniendo
su estrecha alianza con las matemáticas hasta el siglo XVIII, los teóricos alemanes hicieron
que la composición musical se viera también como la ciencia de la relación de las palabras
con la música. Ya en 1537 Listenius, dentro de la antigua división entre musica theoretica y
musica practica de Boecio, introdujo una nueva gran parcela de la teoría musical, que llamó
musica poetica. Otro alemán, Joachim Burmeister, fue el primero en proponer una sistemática
retórico-musical para esa musica poetica en su Hypomnematum musicae (1599) y sus versiones
posteriores, Musica autoschediastiké (1601) y Musica poetica (1606). Su teoría incluía la nueva
significativa idea de las figuras musicales, que eran análogas a las figuras retóricas que se
encontraban en los tratados desde la antigüedad. Johannes Lippius sugirió en su Synopsis
musices (1612) que la doctrina retórica era no sólo la base para la efectiva adecuación de la
música al texto, sino también la base de la forma o estructura de una composición. Es
particularmente revelador cómo muchos teóricos alemanes de este periodo ponían de
relieve que la expresión retórica ya se encontraba en la música de muchos compositores del
Renacimiento. Johannes Nucius, en su Musices practicae (1613), por ejemplo, manifiesta que
Dunstable es el primero de los compositores pertenecientes a la nueva tradición de la
música expresiva retórica, una tradición en la cual incluye a Binchois, Busnois, Clemens
non Papa, Crecquillon, Isaac, Josquin, Ockegem y Verdelot. Sin embargo era Orlando di
Lasso el más citado por los teórico como el maestro de la retórica musical.
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2. CONCEPTOS RETÓRICO-MUSICALES.
Ya en 1563, en un manuscrito intitulado Praecepta musicae peticae, Gallus Dressler se
refería a una organización formal de la música que adoptaría las divisiones de un discurso
en exordium (introducción, obertura), medium y finis. Un plan similar aparece en el tratado de
Burmeister de 1606. En ambos escritos la terminología retórica es llevada al punto de
definir la estructura de una composición, un enfoque que permanecería válido hasta bien
entrado el siglo XVIII. En 1739, en su Vollkommene Capellmeister, Mattheson expuso un
esquema de composición musical completamente organizado y racional, modelado sobre
las partes de la teoría retórica concernidas con encontrar y presentar argumentos para un
discurso:
− inventio (invención de la o las ideas, correspondiente al acto de crear y recopilar
motivos, ideas musicales, etc.),
− dispositio (colocación efectiva de las ideas en las seis partes del discurso,
correspondiente al propio proceso compositivo de la forma),
− decoratio (elaboración u ornamentación de cada idea, correspondiente al desarrollo
de cada tema y a su ornamentación), también llamada elaboratio o elocutio por otros
autores, y
− pronuntatio (la actuación o presentación del discurso, correspondiente a la
interpretación delante del público).
La estructura de Dressler (exordium, medium y finis) era sólo una versión simplificada
de la más usual división en seis partes de la dispositio, que en los tratados retóricos clásicos,
así como en Mattheson, consistía en:
− exordium (inicio del discurso)
− narratio (exposición de los hechos o datos),
− divisio o propositio (explicación y defensa del punto de vista del orador),
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3. FIGURAS MUSICALES.
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musicae
J. G. Walther Praecepta der musicalischen Composition Manuscrito, 1708
J. G. Walther Musicalisches Lexicon Leipzig, 1732
M. J. Vogt Conclave thesauri magnae artis musicae Praga, 1719
J. A. Scheibe Der critische Musikus Leipzig, 2/1745
M. Spiess Tractatus musicus compositorio-practicus Augsburg, 1745
J. N. Forkel Allgemeine Geschischte der Musik Leipzig, 1788-1801
Los trabajos realizados por escritores como Brandes, Unger y Schmiutz con el fin
de organizar la gran multitud de figuras musicales en unas pocas categorías no ha obtenido
un gran reconocimiento. La lista que ofrecemos a continuación pretende sólo mostrar las
figuras musicales más frecuentes en las citas, en una organización arbitraria pero, de alguna
manera, agrupadas en siete categorías:
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3. Auxesis. Ver nº 4.
4. Climax (Nucius) = Auxesis (Burmeister). La repetición de una melodía en la misma
voz una segunda más aguda (ver ej. 2) [También: Primera Sinfonía de Beethoven,
primer movimiento, primer tema en el Allegro con brio], lo cual es un caso especial de
Synonymia (n° 17). Igual que la Gradatio (nº 9) (Burmeister), un continuo Climax en
secuencias (ver ej. 3)
Ejemplo 3: Johann Sebastian Bach; “Wir eilem mit schachen doch emsingen Schritten”,
Cantata 78 Jesu meine Seele (Buelow 1980: 795)
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8. Epistrophe. Ver n° 10
9. Gradatio. Ver nº 4 [También: Beethoven, el pasaje citado en el ejemplo 4 y Haendel:
el conocido pasaje del Aleluya del Mesías en el que las sopranos ascienden y con ellas
todo el coro: King of Kings and Lord of Lords].
Ejemplo 5: Ludovico Viadana; “Exaudi me”, Cento concerti ecclesiati (1602) (Buelow 1980:
796)
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Ejemplo 6: Heinrich Schütz; “Num komm, der Heiden Heiland”, Kleine geistliche Concerte
(1636) (1980: 796)Buelow
13. Palillogia (Burmeister). La repetición de una idea melódica en las mismas notas y en
la misma voz (ver ej. 6)
14. Poliptoton (Vogt). La repetición de una idea melódica en un registro diferente o en
una voz diferente (ver ej. 6 y 7).
15. Repetitio. Ver nº 2
16. Symploce. Ver n° 5
17. Synonymia (Walter). La repetición de una idea melódica en notas distintas pero en la
misma voz (ver ej. 8).
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Ejemplo 8: Heinrich Schütz: “Ich liege und schlafe”, Kleine geistliche Concerte, I (1630)
18. Anaphora. Una forma de fuga en la que un sujeto se repite en algunas pero no en
todas las voces. Ver también nº 2.
19. Apocope. Imitación fugada en la que la repetición del sujeto es incompleta en una
voz [Beethoven, inicio del segundo movimiento de la Primera Sinfonía, tercera
entrada: contrabajos y fagotes, compás 11 con anacrusa].
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24. Cadencia duriusculae (Bernhard). Inusual disonancia que aparece antes de las notas
finales de una cadencia (ver ej. 9, 10 y 11) [De nuevo en Beethoven y en general en
todos los conciertos clásicos, el típico pasaje que de forma muy llamativa conduce a
la cadencia del solista que suele desarrollarse sobre un gran acorde de sexta y cuarta
cadencial; por seguir con los ejemplos de las sinfonías, el último movimiento de la
Primera Sinfonía, presenta un pasaje similar en los compases 228 a 239, en los que se
suceden acordes que conducen a una semicadencia una especie de cadencia solística
escrita para la orquesta. La introducción del cuarteto n.º 19 en do mayor, K. 465,
“La disonancia”, de Mozart, es también un conocido ejemplo, siendo todo él, al
completo, una inmensa cadencia duriusculae].
Ejemplo 9: Heinrich Schütz; “Saul, was verfolgst du mich?”, Symphoniarum sacrarum 3ª pars
(Buelow 1980: 797)
Ejemplo 10: Henry Purcell; “Yet O Lord most Mighty”, In de midst of life we are in death
Funerales de la Reina Mary.
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Ejemplo 11: Johann Sebastian Bach, Preludio nº 2, Primer Volumen del Clave bien temperado
25. Ellipsis (Bernhard). La omisión de una consonancia esencial con lo que se altera la
formación normal de un retardo o una nota de paso (ver ej. 12). Generalmente
(Scheibe), esta figura supone tomar una nueva e inesperada dirección en un pasaje
para el que se preveía un final conclusivo.
Ejemplo 13: M. A. Charpentier; Dialogue entre Madeleine et Jésus (Buelow 1980: 797)
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Ejemplo 15: Christoph Bernhard; Tractatus compositionis augmentatus (Buelow 1980: 797)
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Ejemplo 16: Christoph Bernhard; Tractatus compositionis augmentatus (Buelow 1980: 797)
D. FIGURAS INTERVÁLICAS
31. Exclamatio (Walter). Un salto melódico ascendente de una 6ª menor [por ejemplo el
inicio del preludio de la ópera Tristán e Isolda, de R. Wagner (ej. 17)]. En la práctica
general, cualquier salto ascendente o descendente más amplio que una 3ª y
cualquier salto consonante o disonante, dependiendo del carácter de la
exclamación. Los saltos disonantes reciben en ocasiones el nombre de Saltus
duríusculus (ver ej. 18 y 19).
Ejemplo 17: Richard Wagner, Preludio Tristán e Isolda (reducción orquestal para piano)
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Ejemplo 18: Johann Sebastian Bach; Cantata 155 Mein Gott, wie lang, ach lange (Buelow
1980: 798)
Ejemplo 19: Johann Sebastian Bach; Cantata 1 Wie schön leuctet der Morgenstern (Buelow
1980: 798)
Ejemplo 20: Johann Sebastian Bach; Cantata 38, Aus tiefer Not schrei ich zu dir (De mi profunda
angustia te llamo)
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33. Interragatio (Scheibe). Una pregunta musical, un final melódico o un pasaje armónico
completo que termine una 2ª o cualquier otro intervalo por encima de la nota o
notas anteriores (ver ej. 21); también la cadencia Frigia.
Ejemplo 16: Heinrich Schütz; La Pasión según San Mateo (Buelow 1980: 799)
34. Parrhesía (Kircher). Una falsa relación, una disonancia fuerte, especialmente un
tritono entre las partes (ver ej. 19). Más específicamente, de acuerdo con
Burmeister, existe un caso similar al Maius symblema, una disonancia en la segunda
mitad de un compás...
35. Pasus duríusculus (Bemhard). Ocurre cuando una parte asciende o desciende
mediante una 2ª menor, y más generalmente, cuando una parte se mueve mediante
un intervalo demasiado largo o demasiado corto para la escala (ver ej. 22).
Ejemplo 22: Johann Sebastian Bach; Cantata 23 Du wahrer Gott und Davids Sohn (Buelow
1980: 798)
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E. FIGURAS DE HYPOTIPOSIS
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Ejemplo 24: Johann Sebastian Bach; Cantata 31 Der Himmel lacht, die Erde jubilieret (Buelow
1980: 799)
Ejemplo 24. Johann Sebastian Bach, Fuga nº 1, BWV 846, del Primer Volumen del Clave
bien temperado
40. Catabasis (Kircher). Lo contrario de la Anabasis (ver ej. 26 y ej. 27, éste último como
resumen de los dos)
Ejemplo 26: Giacomo Carissimi; “Miserunt ergo sortem”, Jonas (Buelow 1980: 799)
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41. Circulatio (Kírcher). La descripción musical de un movimiento circular (ver ej. 28)
[También encontramos un bello ejemplo en la Quinta Sinfonía de Beethoven, en el
primer movimiento, compases 83 a 93].
Ejemplo 28: Johann Sebastian Bach; Cantata 131 Aus der Tiefe rufe ich, Herr, zu dir (Buelow
1980: 799)
42. Fuga (Kírcher). En el sentido de “vuelo”, no el de una fuga imitativa, una figura
melódica que ilustra el vuelo, escape, etc. (ver ej. 29) [En general, obras como Pedro
y el lobo de S. Prokofiev abundan inmensamente en este tipo de gestos retóricos. La
descripción musical del pájaro se ajusta perfectamente a esta idea. Igualmente
ocurre con las descripciones del viento, véase en este sentido el madrigal de
Monteverdi Zefiro Torna (ej. 30) [También es muy evidente la representación
pictórica del viento en poemas sinfónicos como Mar en calma y viaje feliz, op. 27 de
Félix Mendelssohn, o incluso en el preludio para piano Voiles de C. Debussy].
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43. Hipérbole, Hypobole (Burmeister). Un pasaje melódico que excede el ámbito normal
de una melodía ya sea por arriba o por abajo [Toda la primera sección del Impromptu
nº 2, D 899, de F. Schubert es un claro ejemplo de cómo una melodía relativamente
relajada asciende hasta límites inesperados, compases 66 a 71].
44. Metabasis (Spiess) = Transgressus (Bernhard). El cruce entre dos partes [El concierto
para violín y orquesta de Mendelssohn presenta un pasaje muy significativo en el
primer movimiento, compás 131, cuando el violín solista se convierte en el bajo de
toda la orquesta, en este momento, muy reducida, sólo el solista y un reducido
grupo de viento madera].
45. Passagio. Ver nº 47.
46. Transgressus. Ver nº 44.
47. Variatio (Bernhard) = Passagio (Walter). Un pasaje de embellecimiento vocal que
enfatiza el texto, puede incluir formas melódicas de ornamentación como acento,
cercar la nota, tremolo, trillo, bombo, groppo, circolo mezzo, tiratta meza. Walter (Praecepta)
se refiere con ello a la amplificación musical de un texto [quizás la famosa aria Casta
diva de la ópera Norma, de Bellini, sea un muy buen ejemplo].
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F. FIGURAS DE SONIDO
Ejemplo 31: Henry Purcell, “Man that is born of a woman”, Funerales de la Reina Mary
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Ejemplo 32: Heinrich Schütz; “Saul, was verfolgst du mich?” Symphoniarum sacrarum 3ª pars
(Buelow 1980: 799)
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Ejemplo 33: Alonso Xuárez, Ite et vos [texto: Ite et vos in vineam meam et quod iustum fuerit
dabo vobis. Multi enim sunt vocati, pauci vero electi. Traducción: Id también vosotros a mi viña y lo
que sea justo os lo daré. Muchos, en efecto, son los llamados, pocos empero los escogidos.]
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Muchas de las figuras musicales, especialmente las que vienen de las fuentes más
antiguas como Burmeister y Bernhard, se crearon para intentar explicar o justificar
irregularidades, o bien incorrecciones, de la escritura contrapuntística. Otras proceden por
el contrario de las reglas del contrapunto, de pasajes donde se busca la posibilidad de
dramatizar de forma más efectiva la expresión del texto. Otro gran grupo de figuras, la
clase denominada Hypotiposis, encierran lo que a menudo denominamos “madrigalismos”
(ver n° 38 y siguientes) porque se dan de manera muy frecuente en los madrigales italianos
del S. XVI y posteriores; la “pintura musical” aparece en la música ya en el canto medieval
y continua presente hasta hoy. Finalmente, podría parecer extraño que los teóricos
alemanes sean los únicos que se han preocupado por crear una terminología para las figuras
musicales, esto no quiere decir que estas directrices no fuesen seguidas en otros países en
los siglos XVII y XVIII (ver, por ejemplo, los detalles de los análisis de Massenkeil, 1952,
sobre las figuras musicales en los oratorios de Carissimi). Los teóricos alemanes
racionalizaron los elementos naturales y comunes en la destreza de todos los compositores.
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4. LOS AFECTOS.
Como resultado de esta intrincada interrelación con las doctrinas retóricas, la
música Barroca asumió como elemento estético principal el objetivo de lograr un estilo
unitario basado en abstracciones emocionales llamadas Afectos. Un Afecto ("Affekt" en
Alemán, del griego "pathos" y del latín "Affectus") consiste en la racionalización de un
estado emocional o de una pasión. Desde la antigüedad el objetivo de la retórica y
consecuentemente, por ello, de toda la inspiración retórica musical, fue imitar las pasiones
humanas. El nivel al que los compositorés del Renacimiento se veían influidos por los
principios de retórica relacionados con los Afectos no está muy claro, pero teóricos como
Cochlaeus (1511) y otros del siglo XV (ver Ruhnke) han conectado la retórica con la
expresión musical. Zarlino (Le istitutioni harmoniche, 1558) propone a los compositores
"muover l'animo & dísporlo a varij affetti". Después de 1600, sin embargo, la
representación de los Afectos se convierte en una necesidad estética para la mayoría de los
compositores, de cualquier nacionalidad, y es además la base de numerosos tratados.
Durante el periodo Barroco los compositores estaban obligados, como los oradores, a
despertar en los oyentes los estados de ánimo idealizados – tristeza, odio, amor, alegría,
duda y demás – y todos los aspectos de la música muestran este objetivo afectivo. Es fácil
apreciarlo en la música asociada a un texto, pretendiéndose lo mismo para la música
instrumental. Se necesita un esfuerzo, sin embargo, para componer música con una unidad
estilística y expresiva basada en afectos que eran racionales, conceptos objetivos, no una
práctica compositiva similar a la del siglo XIX, en la que una creación emotiva y espontánea
era presentada a un público que reaccionaba de manera similar, con una respuesta emotiva
y espontánea. El compositor barroco planifica el contenido afectivo de cada composición,
o trabajo o movimiento de su trabajo, con todos los medios de su destreza particular y
busca una respuesta en su audiencia basada en unos elementos racionales que introducidos
en su partitura dan una explicación a la misma. Todas las posibilidades musicales: escalas,
ritmos, estructuras armónicas, tonalidades, tipos melódicos, formas, color instrumental,
ete., tienen su interpretación afectiva. El estilo, forma y técnica compositiva de la música
barroca es por ello siempre el resultado de estos conceptos, de los Afectos.
Desde el siglo XIX, los escritores sobre música Barroca se han referido a menudo a
algo llamado DOCTRINA DE LOS AFECTOS (o "Affektenlehre" en el equivalente
común alemán), algo no muy comprendido del todo, una doctrina organizada de cómo los
Afectos lograban en música todo aquello establecido en la teoría Barroca. Fue asumido de
forma incorrecta, especialmente por escritores como Pirro y Schweitzer y los compositores
influidos trabajaron con unas figuras de retórica musical estereotipadas – análogas al
leitmotif wagneriano – en orden a crear una forma determinada de pintura tonal. Otros
escritores, incluido Bukofcer, continuaron creyendo que cada uno de los grupos
estereotipados de figuras musicales eran un aspecto esencial de la Affektenlehre barroca.
Más recientemente las indagaciones han mostrado claramente que nunca existió en el
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Barroco una relación única entre una figura retórica musical y un concepto determinado en
la mente de los compositores o en las explicaciones teóricas. Las figuras retóricas musicales
eran sólo elementos decorativos y de elaboración superpuestos a una representación
afectiva básica que añadían expresión dramática a palabras y conceptos poéticos.
Funcionaban en la música sólo como las figuras del habla en la oratoria - como parte de la
decoración.
El concepto de los Afectos comenzó a tener forma a partir de los escritos
fundamentales de los filósofos del siglo XVII de cada nacionalidad como ocurre con
Descartes, Francis Bacon y Leibniz. En el siempre creciente río de los estudios sobre la
filosofía naturalista del siglo XVII, Descartes en su Les passions de l’ame (1649) se convierte
quizás en la influencia más decisiva en el arte musical. Este resultado surge de la creencia de
haber descubierto una explicación racional y científica para la filosofía naturalista de las
pasiones y la naturaleza objetiva de la emoción. No únicamente en la música, pues un
concepto similar de los Afectos dominaba todas las artes del S. XVII. El intento de
entender las pasiones permaneció largo tiempo enterrado en la historia del arte occidental
despues de Descartes, como siempre. La conexión con el antiguo concepto de los cuatro
temperamentos o los humores no había sido pasado por alto, los antiguos griegos
escribieron mucho sobre el control de las emociones humanas. Ellos creían que la música
poseía una fuerza ética, o ethos, que iba íntimamente relacionada con los modos. El
Renacimiento fue testigo de la convergencia entre la antigua teoría del Ethos, la teoría de
los temperamentos y el desarrollo de la teoría de los Afectos, por ejemplo en las numerosas
definiciones de los modos de acuerdo con sus características naturales. En los tratados más
tardíos estas últimas ideas se convierten en doctrinas de los afectos asociadas con
tonalidades, el más conocido de todos ellos es el de Mattheson: Neu-eroffnete Orchestre (1713).
La asociación entre retórica y el concepto de los Afectos puede ser encontrada de
manera continuada en la historia de la música al menos desde finales de] el siglo XV. Se
explica en la mayoría de los tratados de música del Barroco (ver Buelow, 1973-4, para una
bibliografía selecta). Ya en el siglo XVII, por ejemplo en el prefacio de Le nuove musiche
(1601/2) de Caccini, el objetivo del cantante es mover los afectos del alma (“di muovere
l'affetto dell'animo”). El teórico alemán Michael Praetorius, en su Síntagma musícum,iii
(1618), propone que un cantante no debe simplemente cantar sino que debe profundizar en
el artificio y la gracia para mover al corazón del oyente y mover los afectos. Un teórico
italiano Cesare Crivelani, en su Díscorsi musícali (1624), dedica un capítulo a explicar “Come
con la musica si possa movere diversi afétti” (capítulo 11), y el escritor inglés Charles
Butler, en su The Princeps of Musik (1636), define el objetivo de la música como “el arte de
modular las notas en la voz o el instrumento. De manera que, teniendo un gran poder
sobre los afectos en la mente, mediante sus diferentes Modos produce en los oyentes
diferentes efectos”. Entre los muchos tratados que profundizaron en la definición de los
afectos en el siglo XVII, es el de Kircher, titulado Musurgia universalis, un extraordinario
trabajo, lleno de valoraciones e informaciones, donde la teoría de los intervalos relacionada
con los afectos fue expuesta por primera vez (ver Scharlau). De igual valor son los
diferentes tratados de Werckmeister, quien intentó combinar la racionalidad de las
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5. CONCLUSIÓN.
Los conceptos de la retórica musical continuaron teniendo un papel fundamental
en la teoría y la terminología musical después de 1730-40, cuando el estilo Barroco estaba
decayendo. Pero la vitalidad de las doctrinas retóricas continuó influyendo en la estética
musical de la época galante y en el temprano, y también en el avanzado, estilo del
Clasicismo. En 1770 J. F. Daube, un teórico alemán que vivía en Viena, continuaba a urgir
a los compositores “a considerar cuidadosamente las reglas de la oratoria” (Der musikalísche
Dilettant). Para muchos escritores sobre música, entre ellos C. P. E. Bach, Quantz y
Leopold Mozart lo más importante de aquella parte de la teoría de la retórica era lo
concernieme a la ejecución o interpretación – la pronunciación – que recibía un nuevo
énfasis. Los intérpretes aprendían que la música era una oración en sonido y que el cantante
o instrumentista debía, como el orador, emplear las técnicas de la buena declamación:
distinción, variada y placentera utilización de los tonos, contraste entre los énfasis y una
comprensión y expresión de los afectos dentro de un estilo apropiado (ver, por ejemplo, en
Quantz Versuch einer Anweisung die Flote traversiere zu spielen, 1752, capítulo 11). Forkel, como
siempre, en su Allgemeine Geschíchte der Musik (1788 - 1801), piensa que muchos de los
conocimientos formales más importantes asociados a la retórica musical han sido
claramente olvidados. Para reestablecerlos publica unos “cuadernos” de retórica musical en
los que vuelve a exponer los detalles de algunos de los conceptos que se han olvidado de
las enseñanzas de Mattheson, Scheibe y los demás autores barrocos.
Los escritores de finales del XVIII reafirman constantemente la validez de los
Afectos como la fuerza estética primordial que gobierna la estética y la expresión musical,
sus definiciones en ocasiones presentan sutiles cambios (ver Dammann. capítulo 6). Los
Afectos van poco a poco perdiendo sus cualidades objetivas de estados emotivos
racionales, para mostrar su fuerza particular en cada obra. Después de 1750 van cambiando
su identidad específica por elementos subjetivos, emociones personales originadas en cada
compositor. Existen teóricos conservadores que proponen un estilo basado en los Afectos
para cada obra o parte (movimiento) de una obra, pero hay también otros autores que
abogan por el contraste dentro de un mismo movimiento, siendo claro que poco a poco la
antigua unidad de la teoría va perdiendo su importancia hacia finales del siglo XVIII.
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Sin embargo, algunos de los términos al igual que las ideas básicas de la retórica
quedan en parte de la técnica compositiva hasta bien entrado el siglo XIX, el entendimiento
de las expresiones retóricas no fue por completo olvidado. Solamente al principio del siglo
XX los historiadores de la música, empezando por Kretzschmar, Goldschmidt y Schering,
redescubrieron la importancia de la retórica y las bases de la estética y de los conceptos
teóricos en la música antigua, una disciplina completa que fue común en la educación de
los hombres es redescubierta y reconstruida durante varias décadas, y sólo ahora se está
comenzando a entender como la mayoría de las Artes Occidentales dependían de los
conceptos retóricos hasta al menos el principio del siglo XIX.
2
Todo este capítulo es un resumen del aparecido con el mismo nombre en el libro de los autores: Claude
Abromont y Eugène de Montalembert titulado Teoría de la música. Una guía, publicado en México, en
2005, por la editorial: Fondo de cultura económica. ISBN 968-16-7363-8.
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Israel Sánchez López
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LOS BATIMIENTOS
Si recordamos que una nota es una compleja entidad constituida por relaciones de
frecuencias, comprenderemos que la superposición de dos sonidos musicales provocará un
gran número de coincidencias entre los armónicos de cada sonido.
De tal manera, la relación de 2 por 1 genera el intervalo de octava. Si la afinación es
perfectamente justa, tendremos que un armónico dividido entre dos corresponde a dos
notas iguales; con una relación de 3 por 2 que genera la quinta, un armónico dividido entre
tres corresponde a tres notas iguales, etcétera.
Cuando la correspondencia de los armónicos no es perfecta aparece el fenómeno
de los batimientos, que el oído percibe como una especie de "flotación" del sonido. En los
diferentes temperamentos, los batimientos indican la presencia de intervalos "falsos", pero
igualmente necesarios en su realización, mientras que la ausencia de batimientos indica un
intervalo puro.
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Observación: el sistema pitagórico muestra de manera muy clara los caprichos del
temperamento. Se trata de la división de la octava en doce semitonos siguiendo una
sucesión de quintas y conservando la condición justa de la octava. Si se toma la quinta
como resultado de la división de un monocordo en 3 y la octava de su división en 2, buscar
un valor ideal para el semitono equivale a buscar un intervalo que sea a la vez el producto
de una división par e impar, lo cual no existe. Las dos posibles soluciones son ya sea falsear
todas o parte de las quintas del círculo o bien considerar la coma únicamente sobre una de
las quintas, lo que la hará inutilizable musicalmente. A esta quinta se le llama "quinta del
lobo". En tal caso puede colocarse la coma en diferentes lugares dentro del círculo de
quintas. A mediados del siglo XV, Arnault de Zwolle la coloca sobre la falsa quinta si-sol
bemol. Esta era la solución más satisfactoria musicalmente puesto que en esa época el modo
de si no existía y no se utilizaba dicha quinta.
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conocido al menos desde el siglo XVI pero poco utilizado en la época, tal vez por su falta
de color y de justeza (excepto la octava, ningún intervalo es justo). El uso moderno del
temperamento igual no es anterior al año 1850. Los métodos de Pleyel o de Dussek
proponen afinaciones "bien temperadas" pero desiguales, y la música de Mozart (1756-
1791), Beethoven (1770-1827), Schubert (1797-1828), Chopin (1810-1849) o Schumann
(1810-1856) seguramente fue compuesta para temperamentos diferentes del temperamento
igual.
Tonalidad Temperamento
Numerosas obras musicales compuestas hacia finales del siglo XVI y comienzos del
siglo XVII sólo utilizan un número limitado de armonías, casi siempre las mismas. La
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José Francisco ORTEGA: J. J. Fux. Gradus ad parnassum. Universidad de Granada, 2010
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Joseph. ¿Qué veo? Es evidente que la forma en que conciertan los instrumentos,
sobre todo en los casos donde hay disonancias, se aparta del todo de las reglas del
contrapunto.
Aloys. Respondo que, por la naturaleza del recitativo, habrá que tolerar esta
desviación. En él, el método no puede desarrollarse del modo habitual, puesto que el bajo
no se mueve del modo al que estamos acostumbrados para resolver las disonancias. Por
otra parte, en este estilo no se presta tanta atención a la relación ordinaria de concordancia
como a la expresión del sentido, que es la razón por la que ha sido introducido. Por tanto,
cuando, dirigiéndonos a Dios, expongamos nuestros sentimientos con una oración
suplicante, el recitativo podrá elaborarse más o menos de este modo o poco diferente, en
función de la variedad del texto. En lo que atañe a la música profana, esto es, de cámara y
teatral, puesto que su fin es diverso, la razón hace ver que se actuará también de forma
diferente, pues la música profana se ha creado para entretener el espíritu de los oyentes y
distraerlos con diversos afectos.
En cuanto a los afectos que ha de expresar el recitativo son aproximadamente los
siguientes: ira, piedad, miedo, fortaleza, inquietud, deseo y amor.
La ira se expresa con un tipo de voz excitada, con tendencia hacia el agudo; y si ha
de ser más vehemente, con algún grito exteriorizado con voz arrebatada, cosa que se
consigue con notas de valor bastante breve, que ascienden casi siempre hacia el agudo, y
con frecuentes cambios en el bajo. En este asunto, interesa mucho prestar atención a la
condición de la persona airada. Pues, si es un rey, en modo alguno acabará en griterío de
mujer, sino que, conservada la dignidad de su realeza, manifestará su indignación con regia
gravedad: principio que también ha de tenerse en cuenta en todos los demás afectos.
La piedad exige una voz lacrimosa, alguna vez entrecortada, la cual parece que es
posible imitar con figuras de valor más largo y con frecuentes disonancias, en tanto que el
bajo se mantiene en un mismo lugar por espacio más largo de tiempo.
El miedo reclama una voz débil y vacilante.
La fortaleza se manifiesta con una voz vehemente e intensa, apoyada en cierta
gravedad.
El deseo se sirve de un tipo de voz amplia y, pese a todo, dulce e indolente.
El afecto del amor se expresa con una voz cariñosa, tierna y afable. Pero, puesto
que también los otros afectos acompañan muchas veces al amor, habrá que tenerlos así
mismo muy en cuenta.
Por otra parte, debemos respetar con exactitud los siguientes signos de puntuación:
coma, colon [dos puntos], semicolon [punto y coma], punto, signo de interrogación, de
admiración y paréntesis. Por lo general, hay que resaltar cada uno de ellos con una inflexión
o forma de acabar especial.
Si la coma pide dicha inflexión, se hará del siguiente modo:
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Pero si hubiera que ponerle fin, deberá formarse del modo siguiente:
El signo de interrogación, de acuerdo con los distintos sentidos que pueda tener la
oración, también se expresará de forma distinta:
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Un período separado por un paréntesis, con el que se finge muchas veces que la
alocución se dirige tan sólo al auditorio, de forma que no la escuchen los restantes actores,
debería expresarse con voz bastante débil.
No obstante, todo esto se aprende más con la reflexión, la práctica y teniendo a la
vista las obras de probados autores, que con reglas.
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