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INTRODUCCIÓN
Hoy vamos a tener una clase de ciencia y ética. El nucleo central va a tratar sobre la
neutralidad valorativa de las ciencias. En ese sentido, cabe hacerse tres preguntas.
Juicios de valor, según los empiristas, no podía ser parte de la ciencia, pues la ciencia
es una empresa objetiva e universal. Los juicios de valor por otra parte, son subjetivos.
Bien, nosotros habiamos visto que los empiristas lógicos, y en cierta medida popper los
sigue en estas consideraciones, habían intentado distinguir, mediante el criterio de
confirmación empírica los enunciados que pudieran ser científicos de aquellos de la metafísica.
De esta manera, condenaban a la metafísica a ser un sin sentido. Para los empiristas lógicos,
los únicos enunciados que tienen valor cognoscitivo, es decir, que pueden servir para el
conocimiento son los confirmables empíricamente. De esta manera, ‘el alma es inmortal’ es
cognoscitivamente irrelevante y un sin sentido.
Ahora, si tengo enunciados tipo. Pedro es un mal tipo. ¿Qué valor cognoscitivo tiene ese
enunciado? ¿Hay alguna diferencia entre ese enunciado y el enunciado: este cuervo es negro?
El primero, parece tener que ver con ciertos valores y el segundo ser una mera descripción de
un hecho observable. En este sentido, parte del objetivo del empirismo lógico, era establecer
una diferencia tajante entre los enunciados acerca de hecho y los enunciados acerca de ciertos
valores, sean estéticos, éticos, políticos, etc. La ciencia describe hechos en forma
independiente de los valores que consideremos relevantes. Esto tenía que ver con que los
empiristas consideraban que la ciencia debía ser una empresa objetiva. Los enunciados que
refieren a valores son subjetivos, según los empiristas, pues se relacionan con
Así, el juicio: pepito es malo. Por un lado, es una consideración subjetiva de lo que me
provoca pepito. Pero además puede significar una orden encubierta hacia otras personas
para que no se junten con pepito. Un juicio de esta característica no es verificable o
confirmable empíricamente. Una orden o estado mental no hay forma de confirmar en la
experiencia. En ese sentido, eran condenados como acientíficos por parte de los empiristas
lógicos y Popper. Tenían cierto rol en la vida humana, pero ciertamente no en la ciencia.
Los empiristas lógicos entonces pensaban que, como los enunciados de la ética no son fácticos,
entonces no podían integrarse a la ciencia. La ética no podía ser una ciencia y está tampoco
debería estar presente dentro de los enunciados científicos.
Para los positivistas las proposiciones éticas no eran fácticas, no referían a hechos, y por ello
estaban convencidos de que no podían ser científicos. Pero, señala Putnam: ¿sabían ellos lo
que era un hecho?
En el libro se trabaja sobre la idea de una caída de un lápiz. Los conceptos funcionan como
valores para nosotros y están tan interiorizados que nadie pone en duda su legitimidad.
Ahora bien, cuando los empiristas hablaban de grados de confirmación empírica, cabría
preguntarse, ¿Cuándo una teoría debe considerarse suficientemente confirmada? O también,
desde el punto de vista Popperiano, ¿Cuándo una teoría debe considerarse concluyentemente
refutada? Aceptar una teoría en realidad es una cuestion práctica. La teoría se acepta en
cuanto se le da un uso.
Una teoría no es algo que se elabore simplemente para comprender ciertos fenómenos. Se
elaboran también con vistas a un posible uso futuro. El caso Semmelweis, este no elabora una
teoría solo para saber porque se morían las parturientas. Queria salvarlas. Así que, elabora una
teoría con una futura aplicación práctica en mente. La pregunta es, ¿Cuándo se debe
considerar una teoría como concluyentemente confirmada para proceder a su aplicación? ¿Un
caso, cien casos, mil casos? ¿Cuándo puedo saber si la teoría está suficientemente
confirmada? El grado de confirmación de una teoría, no es algo que los empiristas trabajen.
Pero se podría considerar que este varía según el caso. En áreas sensibles de la salud humana,
confirmar una hipótesis con unos pocos casos de prueba seria cometer una imprudencia. Por
ello, la determinación de la confirmación de la hipótesis, también se encontraría afectada por
ciertos valores, ahora de carácter ético.
Ejemplo de la bomba atómica. Dudaban si hacer la bomba, pues esta podría explotar en la
mano.
C. Valores epistémicos.
Pero, además, los empiristas lógicos habían elaborado ciertos criterios de evaluación de
hipótesis científicas, hipótesis que consideraban neutrales y no valorativas, como consistencia,
simplicidad, etc. Pero, ¿en qué sentido serían no valorativas? ¿Cómo esos criterios, que en el
fondo son normativos, son no valorativos, pero el criterio de aceptación de una teoría por
autoridad sería valorativo? Acá se puede defender la autoridad y la tradición desde Gadamer,
aunque sin nombrarlo.
Los empiristas y Popper quisieron reducir la elección de teorías a una cuestión lógica, a la
aplicación de un determinado algoritmo. Ahora bien, este algoritmo era valorativo y normativo
también, aunque en un sentido epistémico únicamente.
Desde otra perspectiva, Habermas crítica el intento positivista por desligar a la ciencia del
interés. La teoría se supone absolutamente desinteresada. El método científico que proponen
los empiristas y Popper se pretendía objetivo (y por eso, no normativo y desinteresado). Este
intento de separar el interés del conocimiento, está ligado a que los empiristas consideraban
que, siendo la ciencia universal y objetivo, permitir que los intereses, que siempre son
particulares y objetivos, anularía la objetividad de la ciencia. Prohíben entonces la conexión
entre conocimiento e interés.
Ahora bien, según Habermas esto sería un grave error. Porque, como ya señalo Putnam, la
ciencia esta completamente atravesada por juicios de valor. En ese sentido, con su concepción
epistemológica que pretende anular la valoración de la ciencia, formulan una concepción que
es ideológica y funcional al poder. Esto es así, pues, de esta manera, lo que son intereses
particulares (podemos pensar que no estrictamente de aquellos que realizan la investigación
científica, sino de aquellos que la financian), se muestran como si fueran intereses universales
de aportar algo para el conocimiento.
Es necesario disolver esta ilusión, poniendo en primer plano cuales son los distintos intereses
que guían la investigación científica.
De esta manera, es posible pensar a los científicos como totalmente separados de los
potenciales usos que se puedan dar de los desarrollos científicos. La ciencia es neutral respecto
de los usos que se da de ella. En todo caso, es un problema de los políticos.
Se avala así una división entre una historia externa de la ciencia, que se desenvuelve según
ciertos criterios sociológicos y psicológicos y una historia interna de evaluación epistemológica.
Ahora bien, a partir de Kuhn, habíamos visto que, en la adopción de un teoría o paradigma,
operan factores de carácter extra-epistémico que influencian al científico o comunidad
científica. Operan valores extra-epistémicos. Valores de carácter ético-moral-político-religioso-
económicos. Tanto en la aceptación de un paradigma, como en la elaboración del mismo.