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LA
.~
MUSICA ARGENTINA
POR
GASTON o. T ALAMON
CONSIDERACIONES GENERALES
LA CANCION DE CAMARA
cobio, Angel Pastore, José Siciliani, Rosa Bertrés 'de Alvarez y M. Gon-
zález de Carol,_ a los que podríamos agregar los folkloristas que elevan
con sabrosas armonizaciones de motivos del pueblo: Manuel Gómez Carillo
(Pobre mi negra y Manchai Púito); Isabel Aretz-Thiele, Sylvia Eisenstein•,
Guillermo Robe~ts y otros. ' ·
Vario's compositores han escrito canciones para voz y conjunto de
cámara y orquesta, con marcada tendencia a evocar las ~rquestas tí-
picas indígenas o criollas, con lo. cual acentúan el carácter indoamericano
y construyen un arte nuevo.
El iniciador del género fué Juan Bautista Massa, con Tres Can-
ciones indígenas ("Canción típica", "La Cosecha de la Algarroba" y
"Coplas indígenas"), para voz, flauta, corno inglés, violo'ncelo, arpa y
caja. El ejemplo es seguido por: Montsen;at Campmany en Cuatro Can-
tos de Cuyo, pentáfonos, para voz, arpa y flauta;· Alberto E. Ginastera
con Cantos de Tucumán ("Yo nací en el Valle", "Solita su Alma",
"Vida, vidita, vidala" y "Algarrobo, algarrobal"), para voz, violín, flauta,
arpa y cajas, excepto "vida, ·vidita, vidala" cuyo acompañamiento esta
confiado a dos cajas mdígenas; Angel E. Lasala, en Canciones norteñas
("Cuando salí de mi Pago'', "Colla, cóllita" y "Navidad norteña"),
para voz, flauta, viola, violoncelo y arpa; Ana Serrano Redonnet, .que
conoce a fondo el folklore, en Coplas Gayas, para voz y cuarteto de
arcos; Indianas, para voz, flauta y cajas, y Qv..ebrade·ñas, para voz,
flauta, oboe, clarinete y fagot. María Teresa Maggi es autora de Te arre- '
pentirás, Todos me piden carifío y No soy dueño de tus ojos, vi dalas
para canto y gran orquesta, que a su hondo e intenso sabor norteño
suman un gran sentido dramático de los efectos orquestales.
LA CANCION EscoLAR
. LA SONATA
. '
EL CUARTETO 1001
EL CUARTETO
EL POEMA SINFONICO
El poema sinfónico, forma libre dentro de las leyes eternas del equi-
librio, la armonía y la lógica musicales, es género al que se consagran
muchos compositores argentinos, sin caer por suerte en el viejo error de
la música imitativa o el teatro orquestal sin escena, peligros ambos que
lo- acechan.
La mayoría de los poemas sinfónicos se inspiran en la América pre-
colombina, en leyendas indígenas y evocaciones de las viejas civilizacio-
nes autóctonas. En las zonas más cosmopolitas de la Argentina la música 1
india es la que más impresiona y más entusiasma. Los niños . de las
escuelas deliran con esas genuinas voces de la tierra, y ~n los conciertos
acontece lo propio.
Las razones de esas preferencias, cada vez más acentuadas, hay que
buscarlas en la influencia telúrica de América, que conquista a sus mo-
radores de origen foráneo, y en las exigencias espirituales de la nueva
raza, ansiosa de vibrar en comunidad con la tierra.
EL POEMA SINFONICO 1003
LA SINFONIA
EL ORATORIO
LA Mus1cA SACRA
del mismo autor, Los Estudiantes de Bolonia (1897), dos actos, también
de argumento, idioma y tendencia puramente italianas.
Con Arturo Berutti, se inicia la ópera con argumento iridoameri-
cano: Pampa ( 1897), tres actos, basada en el drama gauchesco "Juan
Moreira", que causó risueño efecto con sus ga,uchos encarnados por ita-
lianos; Y upanki ( 1899), tres actos de ambiente incaico,; H arrida N ax
(1908), un acto, episodio del tiempo de Rosas, y Los Héroes (1919),
cuatro actos, evocación del paso de los Andes por el general José de
San Martín. ,Estas obras; por su estética, su molde y su contenido mu-
sical, son italianas, por más que el autor trató de inculcarles, carácter
argentino, con una que otra canción o danza popular, nota pintoresca
ajena al estilo del conjunto; nada diremos, pues no se estrenó, de Co-
chabamba, de Pablo M. Berutti, y en cuarito a Atahualpa (1900), del
italiano Ferrucio Catelani, radicado en la Argentina, no se aparta de
las características arriba señaladas.
Héctor Panizza, eminente director, en Aurora ( 1908), cuatro actos,
si no logra colorido local, expresa un sentimiento argentino, cual lo prue-"
ba el "Canto a la Bandera", de esa ópera, de una emoción muy nuestra.
Sus demás obras líricas: El Novio del Mar (1897), un acto; Edad Me-
dia Latina (1901), tres act9s, y Bizancio (1940), tres actos, escritas en
el extranjero, nada tienen de americano, pero la última, por la nobleza
de la inspiración, la maestría con que está instrumentada, es una obra
de grandes valores.
La primera ópera en la cual argumento y música conservan perfecta
unidad de estilo y de expresión es Huemac (1916), un acto, inspirado
en una leyenda indígena mexicana. La partitura de Pascual de Rogatis
es sinfónica y de marcado sabor indoamericano; las "Danzas orgiásti-
cas" figuran constantemente en nuestro repertorio sinfónico y esa no es
la única nota interesante de esa bella obra. La Novia del Hereje (1935),
cuatro actos de ambiente limeño, menos sinfónica y más lírica, presenta
sendos ambientes y estados de alma: criollo colonial, pasional, incaico,
de notable carácter éste, y dramático, en una síntesis lograda con fle-
xibilidad.
Constantino Gaito, después de Shafras (1907), un acto; Petronio
(1919), tres actos; Flor de Nieve (1922), de tendencia esencialmente,
italiana, se inició en el indoamericanismo con Ollantay ( 1926), tragedia
incaica en cuatro actos. En la música alterna lo pentatónico con lo
lejanamente puccianiano, pero hay en la nota indígena momentos de
1008 LA MUSICA ARGENTINA
pero los , episodios indígenas, de .los que extrajo, el autor una colorida
serie sinfónica, evidencian cuánt~ siente el compositor la música pen-
tatónica; Las Hijas del Sol, tres actos también de carácter incaico, es
totalmente pentatónica, salvándose en ella la monotonía de. obras· de
otros compositores; La Tapera (1934), tres actos de , ambiente nor-
oéstico criollo, contiene más de un acierto; El Embrujo de la Copla,
también inédita, significa una evolución, que se amplía eri el tríptico:
Chasca ( 1939), El Maleficio de la Lurta y El Pais del Ensueño, que
por su concepción va hacia tina forma nueva autóctona. El ideal de
Alfredo L. Schiuma es 'el drama sinfónico wagneriano con· carácter indo-
·americano, al que se encamina con Tabaré (1925),' rtres actos, cuyo
segundo tiene gran intensidad pasional; Las Hijas del ,Sol (1939), tres
actos, que memoran los esplendores del imperio del Tahuantinsuyo,
con no escaso sabor indígena, y La Pampa, un acto' lleno de colorido
,.pampeano, más sinfónico que vocal. Raúl H. Espoile, c 0 n La Ciudad
roja ( 1936), tres actos que se desarrollan durante la tiranía rosista,
halla momentos bien logrados en el segundo acto, con sus· danzas po-
pulares y el desfile de una procesión de negros,. con su charanga al
frente, y en el emotivo final; Arnaldo D'Espósito es el único com-
positor joven que escribió una Ópera, Linea Lel (1940), dos cuadros
que revelan condiciones ponderables para el teatro; los momentos co-
rales están sentidos con emoción y logrados con saber, y su carácter
indígena, a veces pentató~ico, penetrar¡. en el fondo de la partitura.
Tupá, un acto de Augusto Maurage, belga de nacimiento; Gualicho
( 1942 ), de Alfredo Pinto, italiano que siente. con sinceridad l~ indo-
americano, cual lo acredita esta obra en un acto, completan la no-
menclatura de óperas indoamericanas. Otros autores escribieron obras
ajenas al Continente, mereciendo citar~e, en~re ellos, a Athos Palma,
con Nazdah (1924), un acto de ambiente hindú, de comunicativa dra-
- maticidad; Floro M. Ugarte, con Saika ( 1920), un acto de brujerías,
y Juan Bautista Massa con La }}fagdalena ( 1929), tres actos, de un
. vigoroso sentimiento.
Más de sesenta. óperas estrenaron hasta hoy. los compositores
argentinos, pero ·muchas esperan turno, y varios compositores, desco-
razonados por el desdén del Teatro Colón para con ellos, abandonaron
el arte lírico para consagrarse a los demás géneros musicales,· que ofre-
cen mayores probabilidades de tener contacto con el público.
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EL TEATRO CoREOGRAFico
María Ruanova
en el ballet "Chasca Ñahui"
María Ruanova
en "Suite de Danzas", de Tchaikovsky
.Los hermanos Avalas
en un "gato'', danza pampeana
¡_
EL TEATRO COREOGRAFICO 1011
ciclos en la Argentina, que siguen las huellas ·de sus colegas europeos
o estadóunidenses.
En efecto: ellos se inspiran en Wagner o Debussy, Ravel o Stra-
vinsky, Franck o Malipiero, Schoenberg o Copland, Ealla o Halffter,
Mosolov o Honegger, Verdi o Puccini, en un amplio panorama inter-
nacional, de estéticas trasnochadas o de última moda, huérfanas de la·
base étnica que se mantiene, a pesar de influéncias foráneas, en las
obras de escuelas evolucionadas como la de Alemania, Francia o Italia.
El artista necesita pasa porte, afirma Stravinsky, y los imitadores crio-
llos no lo tienen.
Injusto sería negar, sin embargo, que en las filas extran1enzantes
de la Argentina militan compositores de talento, cuyas obras no care-
cen de belleza y de valores musicales, no obstante la ausencia en ellas
de lo único trascendente en la labor humana, la originalidad.
Juan José Castro, eximio director de orquesta, es un sólido y culto
compositor, cuya personalidad no se define con firmeza. Sus primeras
obras para orquestá: En el Jardín de los Muertos y A una Madre, ven
pesar sobre ellas el sombrío franckismo habitual a muchos discípulos
de Vicente d'lndy, del cual se libertó al tomar contacto con "La Con-
sagración de la· Primavera" de Stravinsky. Así surgieron: Cinco piezas
para orquesta, que recuerdan demasiado el modelo; la Sinfonía Bíblica,
obra que impone respeto por la armonía y la solidez de su construc-
ción y la seguridad con que están tratados coro y orquesta. De poseer
la originalidad de "Sinfonía de los salmos" de Stravinsky o el contenido
étnico de "Salmos húngaros" de Kodály, la obra del compositor ar-
gentino tendría igual significado; el baile JI,/ ekhano, es una proeza ·or-
questal, que algo debe a Stravinsky, Honegger o Mosolov, pero en el
que el autor da vida mecánica de singular pujanza, a: los elementos
de una fábrica de artículos de acero, que bailan en una atmósfera de
metal; con Sinfonía de los Campos, Castro da un paso atrás; su campo,
con meridiano europeo, es sentido con anacrónico romanticismo.
Ricardo Rodríguez, discípulp de d'lndy, es un compositor de ta-
lento, que también se evadió del rigorismo de l.a Schola Cantorum y
escucha con simpatía la sirena impresionista. Su Sonata cíclica para
piano deriva de Franck, pero su graciosa Sonatina, para el mismo ins-
trumento, se acerca a Ra:vel. En cuanto a fas canciones de cámara,
con poesía francesa o española, son páginas de elegante inspiración y
sabrosas armonías.
LA 'MUSICA. A LA MANERA DE •• ' 1013
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