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I.- Introducción.

El descubrimiento de América impactó profundamente a la sociedad


peninsular del Siglo XVI, generando un profundo debate y reflexión sobre
la amplitud del mundo conocido y la condición jurídica y política de sus
moradores.

El interés por la cuestión indiana pasó a ocupar un lugar de


privilegio en la intelectualidad española y específicamente en la reflexión
teórica de los iusnaturalistas clásicos españoles, que propició una actitud
metódica orientada al ejercicio de la racionalidad práctica.

En este contexto, las “Relecciones” de Fray Francisco de Vittoria,


dadas sus profundas implicaciones culturales, políticas y jurídicas, se
alzan como el factor desencadenante del debate jurídico-doctrinal que
encuentra en la Junta de Valladolid de 1550 su primera expresión pública
y en las “Leyes de Burgos”, “Leyes Nuevas” y especialmente en la “Las
Ordenanzas Generales sobre las Indias” su definitivo efecto práctico,
normas que, al decir de Hoffner, constituyeron para el indígena medidas
de protección que no llegaron a implantarse en occidente hasta el Siglo
XIX y que supusieron, y cito textualmente, “una verdadera carta de
derechos de los indios”. 1

La incierta eficacia real de esta legislación, desvirtuada tantas veces


por la lejanía física y moral de la península y los intereses económicos y
políticos de conquistadores y colonizadores, no opaca la prístina belleza
doctrinal y normativa de este esfuerzo por ofrecer una solución a la
problemática de la conquista, lo que nos permite coincidir con la
afirmación de L. Hanke quien sostiene que el principal legado histórico de
España fue la lucha por la justicia en la conquista de América 2.

II.- Vittoria y el problema del justo título.

A modo de introducción histórica a la exposición de la “Carta


Mensaje” y su “Instrucción complementaria” de Su Majestad Carlos V que
presentaremos más adelante, expondremos someramente los cuatro
planteamientos que existen sobre la cuestión fundamental del justo título
para la conquista del nuevo mundo.

a) El primitivo o Pontifical: que encuentra su sustento jurídico en la


idea acogida por jurisconsultos y teólogos, desde Ostiense, que el
Papa era el Señor del mundo infiel, con poder suficiente para
conceder jurisdicciones a los príncipes cristianos sobre esas tierras,
1
Hoffner, “La ética colonial española del Siglo de Oro”. Editorial Cultura Hispánica, Madrid, 1955.
2
L. Hanke, “La lucha por la justicia en la conquista de América”, Editorial Sudamericana, Buenos Aires,
1949.
que se manifiesta claramente en el requerimiento de Palacios Rubios
y otros documentos similares.
b) El pensamiento proteccionista-revisionista: de Fray Francisco de
Vittoria, que niega este derecho pontifical de hacer tales donaciones,
considerando que no es Señor temporal del mundo.
c) La posición ecléctica de Gregorio López, que dan origen a las
“Ordenanzas de población” de 1573.
d) La actitud oficial y definitiva, expuesta por Solórzano y que se vierte
en la “Recopilación de Indias” de 1680.

El “Requerimiento”impone al indio la obligación de reconocer la


autoridad de la Iglesia y del Sumo Pontífice y aceptar, sin posibilidad
alguna de contradicción, la soberanía de los Reyes de España,
documento que refuerza el carácter religioso, pero esencialmente
político, de la empresa de conquista, las que aparecen como una suerte
de cruzada que busca extender el poder temporal de la Iglesia y
patrimonial de los Reyes españoles.

Contra los excesos ocasionados por la incorrecta aplicación del


“Requerimiento” y la crueldad de trato por parte de los Españoles para
con los naturales de las indias, se alzaron las voces y argumentos de
los frailes dominicos españoles. Así, contra Palacios Rubios y su
escuela surgen Montesinos y Córdoba en la Española y en la Junta de
Valladolid de 1513; García Loayssa, Las Casas y las lecciones
salamantinas de Vittoria.

Éste último sostiene que el justo título de la Corona para conquistar


las indias no debe buscarse en la donación papal a los reyes españoles,
toda vez que los indios son verdaderos dueños, pública y privadamente,
de sus tierras, sino más bien en la Partida II, Título Primero, Ley II y la
Bula “Inefabilis” de 1497. En ellas se sostiene que el título no es otro
que la voluntad del indio de aceptar libremente la dominación hispána,
la “libre elección”, la “avenencia de todos los del reyno”, como sostiene
el Rey Sabio.

Surge, sin embargo, la pregunta de cual fue la posición de la corona


frente a estas posturas doctrinarias. Algunos sostienen que fue de
oposición o simple lejanía, que los indios y su problemática permanecen
ajenas al pensamiento Real, sin embargo creemos que la respuesta es
distinta como se desprende de los documentos con que lo
sustentaremos, relacionándolo con la evolución del pensamiento
político del Emperador Carlos V.
III.- La influencia de Vittoria en el pensamiento político de Carlos
V sobre las indias.

La evolución de la “idea de imperio” de Carlos V, a pesar de estar


referida esencialmente a Europa, no se aleja de la realidad de las
Indias. Por el contrario, de los documentos que más adelante
expondremos, se desprende que esa idea se manifiesta claramente en
ellos y nos muestran aspectos interesantes del pensamiento político del
Emperador.

Como se ha sostenido, en el pensamiento político de Carlos V se


distinguen tres etapas 3:

a) Un Imperio universal sobre todas las naciones.


b) Idea germánico-romana de reunificación y pacificación de Alemania.
c) Nueva imagen del Imperio, cuyo poder se basa en la hegemonía
política, más que religiosa.

El primero de los textos que presentamos, el “Requerimiento de 1533”,


se ubica históricamente en la primera etapa del pensamiento político del
Emperador y, como tal, expresa su idea de imperio y Emperador: el poder
que ejerce emana de la Roma Cristiana. La universalización y
romanización del Imperio no lo adscribe a ningún país en particular, sino
que se encuentra por sobre todos, como señala el Obispo Ruiz de Mota
Carlos V es más Rey porque sólo él en la tierra es rey de Reyes.

Ésta idea, más bien medieval del Imperio, fundada en viejas teorías
como la “traslationi imperium”, nos permiten comprender mejor el
lenguaje y la doctrina expuesta en dicho documento.

Sin embargo, en Carlos V también encontramos signos de la


modernidad renacentista que avanza en Europa. Y como pensador político
que es, él no se encuentra ajeno a la discusión que se origina en lo
doctrinal y religioso en relación a la problemática del trato dado a los
indios. Vuelta su mirada hacia Alemania y habiendo comprendido que su
idea de dar efectividad al Imperio desde España ha fracasado
(esencialmente por el acrecentamiento del problema político religioso de la
reforma luterana), su idea imperial cambia y comprende que es necesario
salir de la península para alcanzar la unidad desde otras tierras, pero con
medios españoles, volviendo a la tradición germánico-romana de Imperio,
fortalecida con la coronación pontificia, para lograr la unidad y reforma de
los abusos de la Iglesia, desarraigando la herejía luterana.

3
Maravall, José Antonio. “Las etapas del pensamiento político de Carlos V”, ….
Durante este período el principal fin de Carlos V es lograr el
restablecimiento de la armonía de las creencias, refundiendo la perfecta
unidad del credo y la disciplina católicas en Alemania, de forma de evitar
que la disidencia religiosa derive en política.

Sobre este punto, el Cardenal García de Loayssa propone al


Emperador ladoctrina del “mínimo religioso”, donde le insta, por carta de
1530, a alejarse de la fantasía de convertir almas a Dios, de manera que,
si los herejes no pueden quedar convertidos en cristianos, queden por lo
menos vasallos y servidores del Emperador, pues éste no tiene la fuerza
para el castigo ni manera alguna de sanarlos.

Por aquel entonces, en Indias, se denuncia por los dominicos los


estragos de la conquista derivados, en parte, del Requerimiento y su
ideología fundante y, a poco andar, Vitoria formulará su crítica a los
títulos por los cuales España pretende el dominio de América.

De regreso de su ausencia de España, y en medio de la irresolución y


confusión en que se encuentra sumido en cuanto a su idea imperial y los
medios para materializarla, Carlos V adopta soluciones diversas para
problemas también diversos. Alejándose de la postura de García Loayssa,
asume una solución militar para el problema alemán y una pacífica para el
americano, en lo que creemos se manifiesta su clara comprensión del
fenómeno de la guerra justa vitoriana: contra el hereje la guerra, contra el
pagano la atracción, la conversión.

A este período corresponden los segundos textos que presentamos,


documentos que muestran la riqueza intelectual y doctrinaria de las
escuelas iusnaturalistas españolas y la singular visión política del
Emperador Carlos V.

IV.- Exposición y análisis de algunos textos del Emperador Carlos V.

Presentamos a continuación tres documentos del Emperador Carlos


V. El primero corresponde a una versión del “Requerimiento de 1513”,
dado por Su Majestad a Francisco Pizarro para la pacificación de los indios
del Perú. El segundo y tercero corresponden a la llamada “Carta Mensaje
Real” y la “Instrucción complementaria”, ambas fechadas en 1543 y que se
hallan en la “Colección de Provisiones, Cédulas, Capítulos de Ordenanças”
de 1596.4

4
Provisiones, Cédulas, Capítulos de Ordenanças, Instruciones y Cartas libradas y despachadas en diferentes
tiempos por sus Magestades los señores Reyes Católicos don Fernando y doña Ysabel, y Emperador don
Carlos de gloriosa memoria y doña Iuana su madre y Católico Rey don Felipe, con acuerdo de los señores
Presidentes y de su Consejo Real de las Indias, que en sus tiempos ha auido tocantes al buen gouierno de las
Indias y administración de la justicia en ellas. [Cedulario Indiano de Encinas] Madrid : En la Imprenta Real,
A) Provisión que se manda al marqués don Francisco de Pizarro
para que pueda continuar las conquistas de las provincias del
Perú.

La forma y orden que se ha de tener en el requerimiento que de parte de su


Majestad se ha de hacer a los Indios Caribes, alzados en la provincia del Perú, es
el siguiente:

De parte del Emperador y Rey don Carlos, y doña Juana, su madre, Reyes de
Castilla, de León, de Aragón, de las dos Sicilias, de Jerusalén, de Navarra, de
Granada, de Toledo, de Valencia, de Galicia, de Mallorca, de Sevilla, de Cerdeña,
de Córdoba, de Córcega, de Murcia, de Jaén, de los Algarves, de Algecira, de
Gibraltar, de las islas de Canaria, de las Indias, islas y tierra firme del mar
Océano, Condes de Barcelona, Señores de Vizcaya y de Molina, Duques de Atenas
y Neopatria, Condes de Ruysellón y de Cerdeña, Marqueses de Oristán y de
Gociano, Archiduque de Austria, Duques de Borgoña y de Bravante, Condes de
Flandes y de Tirol, etc. Domadores de gentes bárbaras.

Sus criados os notificamos y hacemos saber, como mejor podemos, que Dios
nuestro Señor, uno y eterno, creó el cielo y la tierra, y un hombre y una mujer, de
quien nos y vosotros y todos los hombres del mundo fueron y son descendientes y
procreados, y todos los que después de nosotros vinieran. Mas por la
muchedumbre de la generación que de estos ha salido desde [hace] cinco mil y
hasta más años que el mundo fue creado, fue necesario que los unos hombres
fuesen por una parte y otros por otra, y se dividiesen por muchos Reinos y
provincias, que en una sola no se podían sostener y conservar.

De todas estas gentes Dios nuestro Señor dio cargo a uno, que fue llamado S.
Pedro, para que de todos los hombres del mundo fuese señor y superior a quien
todos obedeciesen, y fue cabeza de todo el linaje humano, dondequiera que los
hombres viniesen en cualquier ley, secta o creencia; y dióle todo el mundo por su
Reino y jurisdicción (7), y como quiera que él mandó poner su silla en Roma, como
en lugar más aparejado para regir el mundo, y juzgar y gobernar a todas las
gentes, cristianos, moros, judíos, gentiles o de cualquier otra secta o creencia que
fueren. A este llamaron Papa, porque quiere decir, admirable, padre mayor y
gobernador de todos los hombres.

A este San Pedro obedecieron y tomaron por señor, Rey y superior del universo
los que en aquel tiempo vivían, y así mismo han tenido a todos los otros que
después de él fueron elegidos al pontificado, y así se ha continuado hasta ahora, y
continuará hasta que el mundo se acabe.

Uno de los Pontífices pasados que en lugar de éste sucedió en aquella dignidad
y silla que he dicho, como señor del mundo hizo donación de estas islas y tierra
firme del mar Océano a los dichos Rey y Reina y sus sucesores en estos Reinos,
con todo lo que en ella hay, según se contiene en ciertas escrituras que sobre ello
pasaron (8), según se ha dicho, que podréis ver si quisieseis. Así que sus

1596. IV,221 – 222 y 228-29.


.
Majestades son Reyes y señores de estas islas y tierra firme por virtud de la dicha
donación; y como a tales Reyes y señores algunas islas más y casi todas a quien
esto ha sido notificado, han recibido a sus Majestades, y los han obedecido y
servido y sirven como súbditos lo deben hacer, y con buena voluntad y sin ninguna
resistencia y luego sin dilación, como fueron informados de los susodichos,
obedecieron y recibieron los varones religiosos que sus Altezas les enviaban para
que les predicasen y enseñasen nuestra Santa Fe y todos ellos de su libre,
agradable voluntad, sin premio ni condición alguna, se tornaron cristianos y lo son,
y sus Majestades los recibieron alegre y benignamente, y así los mandaron tratar
como a los otros súbditos y vasallos; y vosotros sois tenidos y obligados a hacer lo
mismo.

Por ende, como mejor podemos, os rogamos y requerimos que entendáis bien
esto que os hemos dicho, y toméis para entenderlo y deliberar sobre ello el tiempo
que fuere justo, y reconozcáis a la Iglesia por señora y superiora del universo
mundo, y al Sumo Pontífice, llamado Papa, en su nombre, y al Emperador y Reina
doña Juana, nuestros señores, en su lugar, como a superiores y Reyes de esas
islas y tierra firme, por virtud de la dicha donación y consintáis y deis lugar que
estos padres religiosos os declaren y prediquen lo susodicho.

Si así lo hicieseis, haréis bien, y aquello que sois tenidos y obligados, y sus
Altezas y nos en su nombre, os recibiremos con todo amor y caridad, y os
dejaremos vuestras mujeres e hijos y haciendas libres y sin servidumbre, para que
de ellas y de vosotros hagáis libremente lo que quisieseis y por bien tuvieseis, y no
os compelerán a que os tornéis cristianos, salvo si vosotros informados de la
verdad os quisieseis convertir a nuestra santa Fe Católica, como lo han hecho casi
todos los vecinos de las otras islas, y allende de esto sus Majestades os
concederán privilegios y exenciones, y os harán muchas mercedes.

Y si así no lo hicieseis o en ello maliciosamente pusieseis dilación, os certifico


que con la ayuda de Dios, nosotros entraremos poderosamente contra vosotros, y
os haremos guerra por todas las partes y maneras que pudiéramos, y os
sujetaremos al yugo y obediencia de la Iglesia y de sus Majestades, y tomaremos
vuestras personas y de vuestras mujeres e hijos y los haremos esclavos, y como
tales los venderemos y dispondremos de ellos como sus Majestades mandaren, y
os tomaremos vuestros bienes, y os haremos todos los males y daños que
pudiéramos, como a vasallos que no obedecen ni quieren recibir a su señor y le
resisten y contradicen (9); y protestamos que las muertes y daños que de ello se
siguiesen sea a vuestra culpa y no de sus Majestades, ni nuestra, ni de estos
caballeros que con nosotros vienen; y de como lo decimos y requerimos pedimos al
presente escribano que nos lo dé por testimonio signado (10), y a los presente
rogamos que de ello sean testigos.

Señalada del Conde, Doctor Beltrán. Licenciado Carabajal. Licenciado Bernal,


Licenciado Mercado de Peñalosa.

Esta se despachó para el Marqués don Francisco Pizarro en ocho de Marzo, de


mil quinientos y treinta y tres, cuando se le envió provisión para que pudiese
continuar la conquista y población de las provincias del Perú.
B) CARTA QUE SU MAJESTAD ESCRIBIÓ A LOS REYES Y REPÚBLICAS
DEL MEDIODÍA Y DEL PONIENTE PARA DARLES A ENTENDER LA
LEY EVANGÉLICA.

Año de 1543.

Don Carlos por la gracia del verdadero Dios que crió el Cielo y la Tierra, etc.
A los Reyes, Príncipes y Señores, Repúblicas y Comunidades de todas las
provincias, tierras e islas que están al Mediodía y al Poniente de la Nueva España,
nuevamente en nuestros tiempos descubierta por la bondad de nuestro verdadero
Dios, a nuestro señorío sujeta: Salud y verdadera y perpetua felicidad. Como todos
los hombres sean obligados a amar y servir a Dios verdadero, por los haber criado,
y por los sustentar y conservar cada hora y momento, -a ellos tienen a esto más
especial obligación, que del han recibido mayores y más beneficios por lo cual nos
considerando como Dios Nuestro Señor por su sola misericordia y bondad y sin
algunos merecimientos nuestros, ha querido darnos tan gran parte en el señorío
deste mundo por él criado, que de más de haber sido servido de juntar en nuestra
persona muchos y muy grandes Reinos que nuestros abuelos y progenitores
tuvieron, siendo cada uno de por sí poderoso Rey y Señor con ellos, ha sido servido
que después que comenzamos a reinar se ha dilatado mucho nuestra Real Corona
en grandes provincias y tierras descubiertas y señoreadas hacia la parte del
Mediodía y el Poniente destos nuestros Reinos: Nos tenemos -más obligación que
otro ningún Príncipe del mundo a procurar su servicio y la gloria de su nombre
empleando todas las fuerzas y poder que Él nos ha dado, en trabajar que sea
conocido y adorado en todo el mundo por verdadero Dios, como lo es, y Criador de
todo lo visible e invisible, y deseando esta gloria de nuestro Dios como somos tan
obligados y habiendo gran compasión de los que con tanto daño y peligro suyo no
le conocen, no podemos dejar de dolernos mucho de saber como sabemos que en
muchas partes de la tierra que El ha criado los hombres que El hizo a su imagen y
semejanza, y a quien dotó de tan grandes perfecciones sobre todas las criaturas,
vivan sin tener noticia del y andando rastreando las cosas divinas, con el apetito
natural que deltas tienen, y El les dio las almas, hayan caído en tan gran
ceguedad e ignorancia que muchos tengan por Dios algunas criaturas suyas y las
adoren, ofreciéndoles sacrificios, siendo todas ellas sin comparación de menos
valor que los hombres, y las adoren, y criadas para servicio del hombre y no para
otro fin.

Y porque hemos entendido en otras partes del mundo que carecen deste
conocimiento, en esas vuestras provincias y tierras hasta agora no hay noticia de
nuestro Dios verdadero: o porque El con sus secretos e incomprensibles juicios no
ha querido hasta agora manifestarse en esas partes, o por ventura por la
negligencia y flaqueza de vuestros antecesores, se ha perdido la memoria de la
predicación de su nombre y fe que en ella se hizo en los tiempos pasados,
deseamos cumplir con vosotros y vuestras gentes y pueblos la obligación que en
esto tenemos, porque es tan grande la bondad del verdadero Dios a quien
servimos, que como es padre de todos los hombres, ansí nos manda que a todos
los hombres tratemos como a sus hijos y hermanos nuestros haciéndoles obras de
tales, y encaminándoles en el camino de la verdad, de que estuvieron desviados. Y
acordamos de enviaros al Reverendo in Christo, padre D. Fray Juan de Zumárraga,
Obispo de México del nuestro Consejo, y a los devotos padres Fray Domingo de
Betanzos y Fray Juan de la Magdalena y otros religiosos, que estas nuestras letras
vos mostraren, varones siervos de Dios y que menospreciando las honras y
riquezas deste mundo que con estos cuerpos corruptibles se acaban siempre se
ocupan en merecer para sí y para sus prójimos la vida eterna, que comienza
después de la muerte, la cual a todos los cristianos promete la fe y religión
cristiana que guardemos, para que como sabios y muy informados, en las cosas de
Dios os enseñen, a quien habéis de servir .y honrar por Dios verdadero y a quien
habéis de reconocer por vuestro Criador, y de todo lo que veis y no veis en el
mundo y os den a entender como el Sol y la Luna, y otras criaturas suyas que os
agradan, a quien algunos engañados suelen servir y reverenciar son ministros
suyos, por El criados para ejecutores de su voluntad, para la buena gobernación y
conservación deste mundo: el cual su suma sabiduría hiso de nada y para que
finalmente os comuniquen los grandes secretos que por Dios están revelados a los
que en la religión cristiana le servimos y adoramos: con los cuales después de
oídos y entendidos por vos, tenemos por cierto que mucho holgaréis en vuestros
coraçones, porque las ánimas que gobiernan estos cuerpos siempre andan con
deseo de conocer la verdad, y saber de dónde vinieron y para dónde son criados,
porque bien sienten que pues que nada de lo deste mundo enteramente les
satisface en otra parte está su reposo y contentamiento.

Mucho os rogamos cuan afectuosamente podemos que pues nuestro fin en


enviaros a vos es principalmente por vuestro bien, como esperamos lo conoceréis
presto y ellos por sólo vuestro provecho sin otra interesse alguno se disponen a
sufrir los grandes peligros y trabajos que habrán pasado, cuando ante vosotros
llegaren los recibáis y tratéis benignamente, y los oigáis y deis entero crédito a lo
que de nuestra parte os dijeren, porque todo será en gran bien y provecho vuestro,
y para mejor gobierno de vuestros subditos, y para mucha prosperidad de vuestras
tierras, como por la experiencia veréis si con paciencia oís sus palabras, y con
atención recibís sus consejos, y con diligencia los ponéis en ejecución.

Y porque nos deseamos tener con vosotros toda amistad y buena


confederación, para que habiendo conformidad todos sirvamos a Dios como
debemos, les hemos dado todo nuestro poder cumplido, para que puedan con vos
hacer cualesquier concordias y asientos, para que haya entre nos y vosotros
verdadera amistad y mucha benevolencia, y entre nuestros subditos y los vuestros
toda hermandad y compañía, y vuestras tierras gocen de lo que en estos nuestros
Reinos Dios ha criado, que allá no tengáis y lo que los ingenios y la industria de
nuestros subditos en todos los siglos pasados ha hallado e inventado: de lo cual
creemos que cuando tengáis entera noticia teméis mucho contentamiento: y
también esperamos que Como la Suma Sabiduría de Dios en todas las partes del
mundo cría cosas de mucho provecho para los hombres, y en cada provincia da a
los naturales della ingenios e industria bastante: habrá algunas cosas en esa
vuestra tierra que de nuestros Reinos sean aprovechado y reciban beneficio: por lo
cual huelgan de vos ir a ver: y llevar las cosas con que sientan que tenéis más
contentamiento. Dada en la ciudad de Barcelona, a primero día del mes de mayo,
de tnil y quinientos y cuarenta y tres años. Yo el Rey. Yo Juan de Samano,
secretario de sus Cesáreas y Católicas Majestades la hice escribir por su
mandado. El Obispo de Cuenca. El Doctor Bernal. El Licenciado Gregorio López. El
Licenciado Salmerón. Registrada, Ochoa de Luyando. Chanciller.
C) INSTRUCCIÓN QUE DA SU MAJESTAD PARA NUEVOS
DESCUBRIMIENTOS, CERCA DE LO QUE ES SU VOLUNTAD SE HAGA
EN ELLOS.

BARCELONA, 1 DE MAYO DE 1543.

El Rey. Lo que vos el Reverendo en Christo padre don fray Juan de Zumárraga,
Obispo de México, del nuestro Consejo, y vos fray Domingo de Betanços y fray
Joan de la Madalena y los otros religiosos que lleváredes, o qualquiera de vos o
dellos, habéis de hazer en el descubrimiento e pacificación de las tierras e islas a
donde vosotros por servir a nuestro Señor y a Nos os ofreceis a ir, es lo siguiente:

Primeramente, porque entre Nos y el Serenísimo Rey de Portugal nuestro muy


caro y muy amado hermano, ay ciertos asientos y capitulaciones cerca de la
demarcación y repartimiento de las Indias, y también sobre las islas de los
Malucos y Especería, guardarlas heis como en ellos se contiene, y no toqueis ni
entreis en cosa que perteneciere al serenísimo Rey.

Item, vosotros llevais poder nuestro para poder ir por nuestros embajadores a
las tierras e islas de que vosotros teneis noticia, que son al Mediodía y al Poniente,
y parecer ante qualesquier reyes, príncipes, señores y republicas y comunidades
que en ellas oviere, a los quales escrivimos lo que vereis por nuestra carta.
Llegados que con la bendición de Dios seais a las tierras e islas donde vais,
mostrareis a los dichos reyes, príncipes e repúblicas y comunidades que en ellas
oviere la carta que les escrivimos, y darles heis a entender lo que en ella se
contiene, y la causa que os embiamos a ellos por nuestros embaxadores.

Y entendido que ellos ayan lo susodicho, predicarles heis nuestra santa ley
Evangélica, y procurareis todo lo que sea posible atraerlos en conocimiento de
nuestra santa Fe Católica.

Otrosí, procurareis de confederarlos en perpetua amistad con Nos y con todos


nuestros Súbditos y naturales, y assentareis con ellos paces perpetuas, y darles
heis seguridad en nuestro nombre, y firmarla heis si fuere menester con juramento,
de que en ningún tiempo recibirán mal ni daño por nuestro mandado, ni por otra
persona alguna de nuestros súbditos y naturales; y que si algún daño o escándalo
hiziere algún español o súbdito nuestro sin licencia ni voluntad nuestra les
causare, que mandaremos poner gran diligencia para lo prender, y los embiaremos
a las tierras donde el dicho daño o escandalo hiziere, para que ellos le den el
castigo que mereciere.

Iten, aveis de assentar y tratar con los dichos reyes, príncipes y repúblicas y
comunidades, que entre ellos y Nos y nuestros súbditos pueda haber comercio y
contratación de una parte a otra, y sobre ello podais poner las condiciones,
limitaciones y cláusulas que os pareciere y viéredes que conviene.

Otrosí, aveis de trabajar con las dichas gentes por las mejores vías y maneras
licitas y convenientes que pudiéredes de traerlos a ellos y a sus pueblos a nuestra
amistad y obediencia, dándoles a entender nuestro principal fin, que es traerlos al
conocimiento de un verdadero Dios e introduzillos en la universal Iglesia, fuera de
la qual no puede nadie salvarse, ni ser verdaderamente felice y bienaventurado en
la otra vida, que se terná y quánto bien avrán temporal y espiritualmente, siendo
regidos y governados por nuestra suave y christiana y perfecta manera de
governar, como christianos que somos. Y después de persuadidos y reduzidos a
nuestra amistad y obediencia, trateis con ellos en nuestro nombre, ofreciéndoles y
declarándoles, prometiéndoles y jurándoles, el bueno y suave tratamiento que les
entendemos hazer, guardándoles todos sus privilegios, preeminencias, señoríos,
libertades, leyes y costumbres, con todas las otras condiciones y calidades que
ellos devida y razonablemente os pidieren; y sobre todo lo susodicho hareis entre
Nos y ellos todos y qualesquier contratos, instrumentos, escrituras, assientos y
capitulaciones que necessarias fueren y viéredes que conviene, firmándolas y
jurándolas vos por nuestra parte, y los reyes y señores y principales entre ellos por
la suya, como cosa que ha de ser guardada inviolable.

Y assentadas paces con las dichas gentes, haréis todo lo que viéredes que
conviene conforme a lo susodicho, y en las tierras e islas que ansi descubriéredes
pondreis cruzes en ensalçamiento de nuestra santa Fe Católica, y de nuestra
Corona real, y poblareis los pueblos de christianos españoles que os pareciere, y
los monasterios que viéredes que conviene, y escrivireis siempre lo que se ofreciere.

Y si llegados vosotros y los religiosos que lleváredes a las dichas tierras e islas,
viéredes que es necessario mudar alguna cosa desta instrucción, o añadir o limitar,
según la diversidad de las tierras y gentes dellas y calidad de los negocios y
ocurrencia dellos, lo podáis hazer; que a vosotros, como a personas de tanta
autoridad y de quien tanto crédito tenemos que haran lo que al servicio de Dios
nuestro Señor y nuestro convenga, lo remitimos todo.

Y terneis siempre cargo de nos avisar por vuestras cartas y relaciones de todo el
sucesso de vuestro viage y santo camino, y de todas las cosas que cerca desta
empressa os ocurrieren, muy particularmente, porque siempre avremos plazer de
saber la prosperidad que nuestro Señor os diere en el acrecentamiento de su honor
y culto divino y conversión de aquellas gentes. Fecha en Barcelona, a primero de
Mayo de 1543 años. Yo EL REY. Por mandado de su Magestad, Juan de Samano.
Señalada de los del Consejo Real de las Indias.

D) Análisis comparativo de los textos del “Requerimiento” y la “Carta


mensaje Real”.

Ambos textos comienzan con un saludo que individualiza al autor del


documento, más las semejanzas allí se agotan. En el “Requerimiento” el
Emperador se presenta en toda su gloria temporal, haciendo gala de los títulos
que le convierten en terrenal Rey de Reyes, con un título anexo que impacta por
el concepto de hombre que en él se manifiesta: es el domador de las gentes
bárbaras. Por su parte, en la “Carta Mensaje”, se presenta sin hacer referencia
alguna a dichos títulos, realzando el carácter igualitario que da a los receptores
de la misiva.
Omite también la “Carta Mensaje” la agotadora relación histórico-teológica
en que funda la autoridad que pretende ejercer sobre los indios americanos, la
que carece de sentido en ésta pues el fundamento doctrinal en que se apoya ha
mudado en la mente del Emperador. La doctrina teológico-jurídica de la donación
papal basada en la primacía del Pontífice sobre el mundo ha sido abandonada
para regresar a la idea del acatamiento voluntario de las Partidas. De lo expuesto
más adelante por el propio Emperador, la tarea de explicar esta historia se deja a
sus enviados. Basta aquí con un sonoro “etcétera” y una somera relación de cómo
en él se han unido por gracia de Dios y herencia el señorío sobre muchos reinos.

Destaca también a quien dirige ambos documentos. El “Requerimiento” va


dirigido a un receptor indeterminado, a quien no se le reconoce organización
política alguna, aún cuando de las relaciones de los propios conquistadores es
sabido por la Corona que las tales existen. Sólo que por ser paganos, dicha
autoridad no puede provenir del único y verdadero Dios. Por su parte, la “Carta
Mensaje” va dirigida a las distintas autoridades políticas de las Indias y sus
comunidades y repúblicas. El indio americano ya no es un “otro” extraño, ajeno,
peligroso, es un igual, a quien se debe respeto por su igual dignidad de hijo de
Dios.

Más que tratar de someter a la obediencia de la Iglesia a las gentes de


América (“domar a los bárbaros”), hay en la “Carta Mensaje” una propuesta de
servicio espiritual de la Corona hacia los pueblos indios. Se revierte la obligación
de aceptar sin más las verdades de la fe a la necesidad imperiosa de quien la
posee de entregarla para beneficio de quien la recibe.

En este mismo sentido los enviados del Emperador revisten más bien el
carácter de “embajadores” que de conquistadores. El “Requerimiento” no necesita
de la acogida favorable de quien lo expone, mientras que la “Carta Mensaje” pide
afablemente que estos enviados sean recibidos y tratados benignamente. Los
primeros van a hacer explícitamente la guerra, los últimos van a enseñar, a
instruir.

Queda en segundo término la finalidad eminentemente política de la


conquista, derivando a una más bien evangelizadora y misional. Ya no hay
amenazas coactivas para el caso de no acatamiento de la soberanía de un poder
extranjero ni de una religión desconocida, más bien la invitación a generar
vínculos de amistad y común provecho de las riquezas de ambos pueblos.

Asimismo, el carácter eminentemente jurídico del “Requerimiento” ha sido


abandonado. El nuevo texto …

El hecho que para la fecha del texto de la “Carta Mensaje” pocos pueblos en
la América queden sin haber pasado por los horrores de la conquista nos habla
más de un cambio en la mentalidad del gobernante que de un cambio en la
mentalidad de sus gobernados (españoles). La tardanza en adoptar esta nueva
visión del hombre americano

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