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Conoce las claves de una poderosa herramienta de persuasión del lenguaje corporal
El rapport puede definirse como la sintonía psicológica registrada entre dos personas al comunicarse,
una conexión que tiene inmediato reflejo en el lenguaje corporal. Se aprecia fácilmente en
la comunicación no verbal de una pareja de enamorados –parecen dos tortolitos, suele decirse-, pero
se produce de igual forma entre personas sin ningún vínculo afectivo previo. Normalmente, el rapport
se genera de forma inconsciente y espontánea, pero también puede crearse intencionadamente
para facilitar la comunicación y reconducir la falta de sintonía.
Lo primero que debemos hacer para gestionar con eficacia el rapport es comprender que “conectar”
no significa necesariamente “estar de acuerdo” con el contenido de la información compartida.
Conectar es abrir los canales de la comunicación, poner en común el
alcance cognitivo y emocional del mensaje. Es decir, comprender lo que la otra persona nos transmite
y hacérselo saber con nuestra conducta.
El rapport tiene su base científica en el poder de la imitación. La mayor parte de nuestras habilidades
expresivas las adquirimos desde niños imitando a los demás, modelando lo que hacen otros,
porque es más fácil hacer lo que vemos que hacer lo que nos dicen que hagamos. Las neuronas
espejo de nuestro cerebro nos permiten copiar las conductas ajenas, imaginarlas en nuestra mente
y sentirlas como propias.
La activación involuntaria de estas redes neuronales provoca, por ejemplo, que bostecemos cuando
otra persona bosteza; de la misma forma que un bebé llora cuando escucha a otro llorar. Se trata
del contagio emocional, imprescindible para el desarrollo de la empatía que nos convierte en seres
sociales.
Mientras las neurociencias indagan en el origen de este proceso, algunos expertos en el estudio de
del comportamiento han encontrado la forma de sacarle provecho a la imitación, mediante el
desarrollo de las técnicas de rapport. Su utilidad terapéutica en algunos ámbitos de la psicología y la
psiquiatría es indiscutible, y su eficacia en la comunicación resulta asombrosa; sobre todo, en
la escucha activa.
“Cuando dos personas empiezan a hablar, inician una especie de danza rítmica sutil que les lleva
a sincronizarde inmediato sus movimientos, sus posturas, su tono de voz, el tiempo que hablan y
hasta la longitud de las pausas existentes entre el mensaje de uno y la respuesta del otro”,
describe Daniel Goleman en su libro “La práctica de la inteligencia emocional” (1999, Kairós).
Según explica Goleman, cuando esta sincronización se pierde nos sentimos incómodos;
experimentamos esa extraña sensación que nos invade cuando somos conscientes de que “no
conectamos” con la otra persona.
La buena noticia es que el proceso de rapport se puede generar de forma intencionada, produciendo
los mismos efectos balsámicos sobre la comunicación. Para hacerlo, debemos entender el rapport
como una especie de grado superior del feedback (la retroalimentación), y un peldaño más en la
escalera de la escucha activa.
Como ocurre cuando intentamos bailar en pareja, hay tres ingredientes imprescindibles para que el
rapport funcione: Atención mutua, Positividad,
Coordinación
El rapport se da por naturaleza de forma espontánea con las personas afines. El reto es ponerlo en
práctica conscientemente con quienes te causan alguna emoción negativa, o con aquellas personas
que tienen dificultad para abrirse.
En estos casos, el objetivo es liderar el rapport.
http://www.analisisnoverbal.com/rapport-y-comunicacion-no-verbal/