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E L H U M O R Y E L B I E N E S TA R E N

L A S I N T E RV E N C I O N E S C L Í N I C A S
Waleed A. Salameh y William F. Fry, Jr. (Eds.)

E L H U M O R Y E L B I E N E S TA R E N
L A S I N T E RV E N C I O N E S C L Í N I C A S

Prólogo de Carlos Alemany

Desclée De Brouwer
Título de la edición original:
Humor and Wellness in Clinical Intervention.
© 2001, Praeger Publishers, Westport, USA.

Traducción: Eduardo Jáuregui Narváez

Queda prohibida, salvo excepción prevista en la ley, cualquier forma de reproducción, distribu-
ción, comunicación pública y transformación de esta obra sin contar con la autorización de los
titulares de propiedad intelectual. La infracción de los derechos mencionados puede ser consti-
tutiva de delito contra la propiedad intelectual (arts. 270 y sgts. del Código Penal). El Centro
Español de Derechos Reprográficos (www.cedro.org) vela por el respeto de los citados derechos.

© EDITORIAL DESCLÉE DE BROUWER, S.A., 2004


Henao, 6 - 48009 BILBAO

www.edesclee.com
info@edesclee.com

Diseño de colección: Luis Alonso

Impreso en España - Printed in Spain


ISBN: 84-330-1908-2
Depósito Legal: BI-2525/04
Impresión: RGM, S.A. - Bilbao
Dedico este volumen a mi familia tanto de sangre como de corazón,
y a todos los seres sensibles cuyas sonrisas compasivas han llevado
la esperanza y la luz del sol a los corazones de los demás. Este volu-
men también está dedicado a mi hija Maya, princesa de la risa, cuya
presencia chispeante ha reinventado el mundo una vez más.
Waleed A. Salameh

Dedico este volumen a todos aquellos que reconocen y entienden el


significado y los valores positivos del humor y la risa en nuestras
vidas. También dedico este volumen a todos aquellos que están tra-
bajando para reconocer y entender este significado y estos valores.
William F. Fry, Jr.
Índice

Prólogo..................................................................................................................... 11
Carlos Alemany

Prefacio .................................................................................................................... 15
William F. Fry, Jr.

Introducción ........................................................................................................... 19
Waleed A. Salameh

1. El uso del humor en la Psicoterapia ........................................................... 25


Harvey Mindess

2. El humor en el tratamiento de los enfermos mentales .......................... 41


Karyn Buxman

3. Un sistema de auto-mejoramiento en competencias emocionales


para el crecimiento personal y su más fácil absorción mediante
el humor ............................................................................................................ 63
Waleed A. Salameh

4. La importancia del humor en la Psicoterapia con niños y


adolescentes ..................................................................................................... 127
William Bernet

5. El humor en la orientación profesional ..................................................... 151


Ofra Nevo

6. La comedia, la tragedia y la empatía .......................................................... 181


Sue Chance

MAIOR 9
El humor y el bienestar en las intervenciones clínicas

7. El humor y el proceso de recuperación en 12 pasos ............................... 195


Stephanie Brown

8. El humor del superviviente: el papel del humor al enfrentarse las


personas con los desastres ............................................................................ 219
Sandra E. Ritz

9. El humor, la biología y la Psicoterapia ...................................................... 269


William F. Fry, Jr.

10. “Qué gracioso... ¡no pareces un supervisor!”: el uso del humor en


la supervisión psicoterapéutica ................................................................... 287
Edward Dunkelblau, Barrett McRay y Mat McFadden

Apéndice: Veinte años en el país del humor: una odisea clínica .............. 305
Waleed A. Salameh

Bibliografía ............................................................................................................. 325

Sobre los editores y colaboradores ................................................................... 353

10 MAIOR
Prólogo
Carlos Alemany

En la primavera del 2002 y en esta misma colección y editorial publicamos


un libro en colaboración titulado El Valor terapéutico del humor (Ángel Rz.
Idígoras, ed. ). Con este libro queríamos que fuera como un abrir boca a publi-
caciones sobre el humor como dimensión existencial de la persona humana y
al mismo tiempo acotar su observación actual desde las Ciencias Humanas. El
último capítulo lo dedicábamos a dar cuenta de lo que se había investigado en
humor, psicología y psicoterapia y estaba orientado tanto a los profesionales de
estas ciencias como al mundo académico de habla española. Entre otras cosas
recogíamos ahí cuestionarios para medir el sentido del humor y presentábamos
un listado de tesis doctorales que han tratado específicamente estos temas, así
como otras investigaciones que nos parecían de utilidad para darlas a conocer
al público de habla hispana.
El libro ha tenido muy buena acogida, y ya está en su segunda edición. Entre
las diversas presentaciones que tuvimos de él destaca la jornada que tuvo lugar
en el Colegio Oficial de Psicólogos de Madrid, donde cerca de 80 profesionales
reflexionamos juntos sobre el tema, pidiéndose al terminar que otras jornadas
siguieran a ésta, pues el interés que había despertado, merecía la pena.
Por su parte la Fundación General, de la Universidad de Alcalá de Henares
convocó en Febrero de 2004 las Primeras Jornadas Interuniversitarias de Inves-
tigadores de Humor en España. El sentido del humor, el humor verbal, el
humor como terapia, la investigación documental, el humor gráfico, los talleres
de actividades humorísticas en la escuela, el trabajo y la vida social se analiza-
ron en comisiones y se elaboraron propuestas concretas de actuación.
En esta reunión, celebrada en la bucólica ciudad de Sigüenza, se pudo ela-
borar un documento sobre la función del humor en la sociedad y al mismo
tiempo compartir los esfuerzos de cada uno por fundamentar científicamente y
dar credibilidad académica a este importante constructo. El habilitar pronto un

MAIOR 11
El humor y el bienestar en las intervenciones clínicas

portal en la red puede ser una medida importante para acceder a los fondos de
documentación, recibir intercambios, hacer propuestas de investigación etc.
Todo ello evidencia que el tema está absolutamente vivo y está pidiendo ser
tocado con el rigor que se merece.
Volviendo al libro al que nos referíamos al principio de este prólogo, en él
hicimos una revisión de los trabajos científicos, prestando especial atención a la
contribución de W. Salameh y W. Fry. A ellos les debemos en gran parte el rigor
y el esfuerzo de las publicaciones de estos años y de que hayan sido los anima-
dores de los Congresos Internacionales que se han celebrado recientemente
sobre el tema.
Al comienzo de este nuevo libro aquí presentado señalan los autores el avan-
ce impresionante que se ha realizado desde 1993, fecha en que publicaron su ya
famoso Advances in Humor and Psychotherapy. Los autores han visto cómo el
humor se ha extendido desde su base original de aplicación en la psicoterapia
a una gama muy amplia de aplicaciones en múltiples campos: en la medicina y
en la salud física, en la sociología, la lingüística, la educación, la antropología,
la comunicación social o en avances tan concretos como el tratamiento de los
enfermos terminales. En definitiva, como bien se señala aquí de nuevo, el
humor que antes inspiraba temor y recelo tanto en ambientes sociales como
científicos, ahora resulta ser un hijo pródigo con éxito o el alumno brillante que
todos –mundo de los negocios inclusive– quieren adoptar.
Como prolongación de la misma línea de los trabajos anteriores se inscribe
el libro que ahora tenemos el gusto de prologar y de publicar en nuestra colec-
ción Serendipity. Representa una excelente recopilación de temas de actualidad
hecha bajo la óptica del título que ellos le han puesto: El humor y el bienestar en
las intervenciones clínicas.
Los autores buscan en primer lugar, como afirman en su prefacio, el papel
eficaz y beneficioso que el humor debería desempeñar en las intervenciones clí-
nicas tal como es visto por un número creciente de personas. Y al mismo tiem-
po entendiendo la diversidad de la psicoterapia dentro de su desarrollo evolu-
tivo como un proceso de adaptación continua y buscando el extender la rele-
vancia psicoterapéutica a un campo más amplio como puede ser el de la “psi-
coterapia de la comunidad”.
Pero si algo pretende la psicoterapia es un cambio a mejor y un cambio que
logre una estabilidad disfrutando una nueva calidad de vida e instalando en la
persona una recuperada sensación de lo que es el bienestar dentro de la vida
humana. Que el humor tiene mucho que decir en ello, queda muy claro a lo
largo de la lectura de los diversos capítulos.

12 MAIOR
Prólogo

En efecto el estudioso encontrará una interesante diversidad de temas,


desde la empatía o una nueva revisión del humor con niños y adolescentes
hasta el desafío del humor en su uso en los desastres en el proceso de super-
visión terapéutica. La diversidad de temas sugiere diversidad de aplicaciones
y ayuda a comprender el amplio panorama en el que se está trabajando actual-
mente.
De la misma manera que el humor, el bienestar también ha obtenido un
mayor interés científico recientemente en concreto por su capacidad de conec-
tar diversos campos de investigación y por el trabajo que significa conseguir
una comprensión más completa de los elementos que contribuyen a la salud de
la persona.
“Quisiera proponer –dice acertadamente Fry en su prefacio-
que los conceptos del bienestar y del humor compartan una relación orgánica, dado que
ambos pertenecen al mismo movimiento psicológico hacia un equilibrio constructivo
y en evolución. Ambos nos ayudan a estar organizados,
pero no demasiado organizados satisfechos pero no demasiado satisfechos, interesados pero no
demasiado interesados, alertas pero no demasiado alertas, amorosos pero no obsesionados.
...El humor fomenta el bienestar y el bienestar a su vez fomenta el humor”.

No queremos terminar sin poner de relieve la magnífica traducción que ha


hecho Eduardo Jáuregui. Sólo un buen especialista de la materia como es él, y
por otra parte con un dominio completo de ambas lenguas, le ha permitido
matizar, ponderar y hacer fluir un texto que con tantos términos manejados
por ambos diccionarios de humor, el inglés y el español ponen la cosa bastan-
te difícil a la hora de dar con la comprensión exacta. El traductor ha sabido dar
con el término preciso, con el juego de palabras adecuado o con el poder de
sugerencia pertinente para aquello que los autores querían expresar en una
lengua humorística y culturalmente distinta de la nuestra. Las notas del tra-
ductor indican el enorme trabajo llevado a cabo en busca de la mejor precisión
posible.
En los apéndices finales queremos destacar la nueva bibliografía sobre
Humor, Psicología y Psicoterapia, actualizada hasta el 2004, un instrumento de
trabajo que encontrarán muy útil los estudiosos del tema.
También se incluye una interesante entrevista con el Dr. Salameh en la que
muestra el importante trabajo realizado hasta el presente, donde ha sabido
mezclar adecuadamente el rigor con la divulgación.
Ojalá podamos contribuir con este nuevo libro a que el tema del humor vaya
ocupando el lugar académico y profesional que le corresponde en las Ciencias

MAIOR 13
El humor y el bienestar en las intervenciones clínicas

Humanas de habla española. Un libro que está dirigido tanto a los profesiona-
les de la salud y psicoterapeutas como a todas aquellas personas que trabajan
en ámbitos diversos relacionados todos ellos con el bienestar humano.
Dr. Carlos Alemany
Universidad Pontificia Comillas.Madrid.

14 MAIOR
Prefacio
William F. Fry, Jr.

Las contribuciones a este volumen provienen de fuentes muy dispares.


Nuestra intención al reunir estas contribuciones es ofrecer al lector una amplia
muestra de la variedad de experiencias y puntos de vista de los profesionales
de distintas disciplinas. Nuestro objetivo en el proceso de selección ha sido el
eclecticismo. Sin embargo, a pesar de la diversidad de los artículos, dos temas
principales unifican estos capítulos.
El tema más evidente es el que nos instó a reunir este volumen en primer
lugar: creemos que el humor tiene un papel eficaz y beneficioso que desempe-
ñar en las intervenciones clínicas. Creemos que el empleo sensato del humor en
la psicoterapia presta un buen servicio a esta disciplina. También creemos que
los psicoterapeutas y otros profesionales de la salud y de las relaciones huma-
nas pueden mejorar el valor profesional que ofrecen a sus clientes al considerar
el humor como un complemento deseable de su trabajo, extendiendo y ense-
ñando el conocimiento que poseen sobre su valor. Compartimos esta combina-
ción de ideas con un número creciente de personas. El interés en utilizar el
humor en ambientes clínicos ha crecido de forma continua, tanto en términos
de la amplitud de su relevancia como en la conciencia de las responsabilidades
que su uso implica.
El humor no siempre ha recibido la atención favorable que atrae actualmen-
te. La mayoría de nosotros sabe que diversos profesionales destacados han
hablado y escrito negativamente sobre el uso de cualquier tipo de humor en los
procesos de terapia. Mientras escribo este prefacio, un investigador altamente
cualificado y ampliamente respetado ha advertido que el humor tiene un lado
oscuro que puede contaminar cualquier actividad que afecte –como si ésta
fuera una característica exclusiva del humor. Se preguntaba si el humor pudie-
ra ser una droga que mantiene a los seres humanos adictos, permitiendo que el
humor sea útil en algunas situaciones y pernicioso en otras.

MAIOR 15
El humor y el bienestar en las intervenciones clínicas

Evidentemente, su lógica no puede discutirse. Pero, como he apuntado, sus


preocupaciones pueden aplicarse a cualquier elemento del comportamiento
humano. Incluso el amor de una madre puede ser excesivo en algunas cir-
cunstancias, y la religiosidad puede contaminarse con el pecado del escrúpu-
lo obsesivo.
No hay duda de que el humor puede ser contraproducente en ciertas cir-
cunstancias. Aquí radica nuestra motivación de reunir en este libro las expe-
riencias y testimonios de destacados profesionales clínicos que han descubier-
to los beneficios del humor y las han comprobado en su experiencia clínica.
La recopilación de sus descubrimientos en este volumen es una especie de
tutelaje, que da la oportunidad tanto al maestro como al estudiante de enseñar
y aprender. Como suele decirse, la mejor manera de aprender algo es ense-
ñándolo.
Después de esta enseñanza, el terapeuta puede indicar con mayor seguridad
la diferencia esencial entre las situaciones en las que el humor puede ser benefi-
cioso o dañino. La responsabilidad de distinguir entre estos dos casos es muy
grande. Los recelos sobre el empleo del humor en la terapia están justificados si la
persona que lo aplica no es consciente de ciertos aspectos muy reales del humor.
El humor no es una trivialidad efímera, una nube de risas que luego se disuelve
sin más. Puede ser beneficiosa y útil, pero su poder no debe subestimarse. Todos
debemos entender lo que estamos haciendo cuando empleamos el humor.
El humor puede ser eficaz y beneficioso, pero puede ser dañino de manera
palpable y a veces inolvidable. Creemos que vale la pena aprender los elemen-
tos que marcan la diferencia. El uso apropiado del humor requiere un equilibrio
psicológico junto con la concentración y el conocimiento. Esta combinación crea
una cierta estabilidad, con la estructura entera basada firmemente en la creen-
cia que el humor puede ayudar y ser útil. Esta idea es uno de los temas unifica-
dores del libro.
El segundo tema que quiero resaltar se refiere a la naturaleza de la psicote-
rapia. La psicoterapia puede reconocerse a lo largo de los siglos de la historia
humana, aunque ha sido conocida por un gran número de otros nombres y bajo
una gama de formas bastante amplia. La Biblia contiene numerosos episodios
de individuos o grupos de personas que dan consuelo psicológico a otros indi-
viduos o grupos. Incluso la psicoterapia pediátrica aparece descrita en la histo-
ria del pequeño Moisés descubierto en el río y consolado por la hija del Faraón
y su séquito. Las sagas y tragedias griegas clásicas ofrecen diversos ejemplos de
varios tipos de psicoterapia en aquella etapa temprana de la historia humana.
Las historias de Cristo y otros mesías como el Buda y Mahoma son esencial-

16 MAIOR
Prefacio

mente historias de psicoterapia –de consolar y educar a toda la humanidad.


Siempre ha existido, a lo largo del drama humano.
Durante la preparación de este volumen, hemos reflexionado sobre la natu-
raleza real de la psicoterapia, y hemos dedicado una atención especial a su
diversidad. Durante las eras recientes y modernas, la palabra psicoterapia ha
adquirido un uso popular que no refleja su alcance total. Casi todos saben, si
piensan en ello, que la psicoterapia no se limita en realidad a una relación de
cuidado y atención entre dos individuos. La mayoría de las personas pueden
rápidamente pensar en otros modelos de psicoterapia bien probados por el
tiempo y con una aceptación relativamente amplia. Terapia de grupo, terapia
de teatro, terapia de juego, terapia recreativa, terapia ocupacional, terapia artís-
tica y terapia de la música son algunos ejemplos de la auténtica diversidad de
la psicoterapia.
De cuando en cuando se oye algún trompeteo sobre la necesidad de estable-
cer y mantener una “auténtica” definición de la psicoterapia. El impulso que
motiva esa música no es frívolo ni gratuito. La psicoterapia es un asunto de alta
responsabilidad, que maneja aspectos extremadamente sensibles de la vida
humana. La necesidad de extremar las precauciones proviene en primer lugar
de este factor, aparte de otros que puedan ser relevantes. Los niveles apropia-
dos de precaución deben acompañarse con escepticismo según la psicoterapia
se va definiendo a lo largo del desarrollo evolutivo de las ciencias de la salud.
Creemos que es fundamental entender la diversidad de la psicoterapia dentro
de su desarrollo evolutivo como un proceso de adaptación continua.
Por consiguiente, hemos decidido utilizar una definición muy amplia de la
categoría del comportamiento conocida como la psicoterapia, de acuerdo con el
intento de realizar una modesta contribución a extender la percepción de lo que
significa la psicoterapia. Según el lector progresa de un capítulo a otro, recono-
cerá algunas áreas específicas de extensión. Los lectores podrán entonces hacer-
se una idea de cómo cada capítulo, siguiendo su propia línea, amplía la defini-
ción de la psicoterapia.
Un ejemplo específico de la extensión de la relevancia psicoterapéutica a un
campo más amplio es la “psicoterapia de la comunidad”. Podría argumentarse
que la palabra “comunidad” tiene diversos significados, algunos más limita-
dos, otros más amplios. La terapia de grupo podría sugerirse como ejemplo de
una interacción “comunitaria”. Sin embargo, en este caso nos referimos a una
definición más amplia, en la que la comunidad consiste de poblaciones, mez-
cladas aleatoriamente, que conviven en la misma localidad y bajo las mismas
leyes, ya sean humanas o de la naturaleza.

MAIOR 17
El humor y el bienestar en las intervenciones clínicas

Admitimos que esta definición de la psicoterapia, que incluye un subtipo


conocido como la “psicoterapia de la comunidad”, podría considerarse nove-
dosa. Sin embargo, la psicoterapia también se practica al nivel de la comunidad.
Existen formas tradicionales de psicoterapia comunitaria que pueden obser-
varse en festivales y carnavales, ceremonias y celebraciones. Algunas son
espontáneas e intermitentes, mientras que otras siguen tradiciones sagradas. Al
otro lado del espectro se encuentran aquellas actividades terapéuticas que son
la respuesta inmediata a tragedias o catástrofes sin precedentes. En algunos de
los capítulos de este libro pueden reconocerse ejemplos de terapia de la comu-
nidad. Y podemos asegurarle que no se trata de una casualidad.
Esperamos que este volumen servirá para añadir al conocimiento y la expe-
riencia del lector. Esperamos también extender el reconocimiento y la acepta-
ción de la importancia del humor dentro de la vida humana, de acuerdo con la
importancia otorgada a este fenómeno por la evolución humana.
En conclusión, Waleed y yo queremos agradecer a un grupo de personas cuya
ayuda y apoyo han sido fundamentales para completar este volumen. Los doc-
tores Michael Titze, Wael Salameh, Imad Groayeb, Joseph Dunn y Don Nilsen
han contribuido sugerencias y comentarios valiosos. Nos gustaría agradecer a
todos los autores de los capítulos por sus esfuerzos, que han dado tan buenos fru-
tos, por su cooperación y por su muy amable colaboración. Dr. Salameh quiere
reconocer en especial el apoyo continuo ofrecido por su padre, Anthony Salameh,
y su madre, Esperance Salameh. Quiere también reconocer los esfuerzos y la
dedicación de su “hechicera del procesador de textos”, Ms. Barbara Laundrie. Su
mente despierta ha revivido el arte de la conversación inteligente, y siempre
pudimos contar con ella y con su paciencia para ayudar con los distintos borra-
dores y revisiones que precedieron a la versión final del libro. Ms. Casandra
Collins, especialista de Apoyo al Usuario con los Servicios de PsycINFO del
American Psychological Association, fue más allá de su deber en su ayuda con
las investigaciones bibliográficas. El Dr. Fry quiere expresar su gratitud personal
a su mujer, Elizabeth S. Fry, por su estimulante entusiasmo y sus sugerencias cre-
ativas. Ambos queremos agradecer a Ms. Leanne Small, nuestra editora de
Praeger Publishers, por su paciencia, amabilidad y cooperación.

18 MAIOR
Introducción
Waleed A. Salameh

Han transcurrido casi ocho años desde la publicación en 1993 de Advances in


Humor and Psychotherapy. Este libro de 1993 fue el segundo en una serie sobre el
papel del humor en las intervenciones clínicas que se inauguró con la publica-
ción en 1987 del Handbook of Humor and Psychotherapy, de la misma editorial. La
publicación de cada una de estas entregas representa un hito en el trayecto emo-
cional y cognitivo de este proyecto que me permite detenerme y reflexionar
sobre las novedades y sucesos que han tenido lugar en el campo del humor y la
terapia. He sido testimonio de cambios realmente impresionantes desde 1993.
He visto como el humor se ha extendido desde su base original de aplicación en
la psicoterapia a una gama muy amplia de aplicaciones en múltiples campos. Se
han dado amplios y valientes avances en las aplicaciones del humor en la medi-
cina y la salud física. Se han conseguido también avances importantes en el aná-
lisis de las contribuciones del humor a la sociología, la lingüística, la antropolo-
gía y la mejora cualitativa de las intervenciones con enfermos terminales.
Se ha aplicado el humor con éxito para facilitar los planes de estudio en la
educación, y se ha convertido en un elemento importante del proceso de apren-
dizaje en diversos programas de formación profesional. Dentro de los campos
de la comunicación y las relaciones humanas, se ha integrado el humor en la
formación, en la comunicación y en las relaciones humanas.
Los mundos de los negocios y de las corporaciones han comenzado a acer-
carse al humor y cada vez con mayor frecuencia piden formación en las com-
petencias del humor como parte de un esfuerzo general de facilitar y mejorar la
productividad del personal, garantizar una mejor comunicación emocional en
ambientes de trabajo y desarrollar relaciones relajadas pero eficaces con clien-
tes y aliados del negocio.
En definitiva, el humor se ha convertido en un hijo pródigo con éxito: antes ins-
piraba temor y recelo tanto en ambientes sociales como científicos, mientras que

MAIOR 19
El humor y el bienestar en las intervenciones clínicas

ahora es el alumno brillante que todos quieren adoptar. Los medios de comuni-
cación han tomado nota, publicando numerosos artículos en revistas y periódicos
sobre el humor y sus poderes curativos. Aunque algunos artículos puedan ser ine-
xactos, incompletos o demasiado optimistas sobre los efectos del humor, reflejan
un interés cultural genuino sobre un fenómeno cuyo momento ha llegado.
Me causa una gran satisfacción observar el resurgimiento del humor como
una fuerza tectónica. Al haber dedicado una parte considerable de mi carrera
profesional al estudio y la investigación clínica de este fenómeno fascinante,
sabía desde hacía tiempo que el humor era una Caja de Pandora, y su potencial
me mantenía en un estado de sobrecogimiento perpetuo. Ahora me da una gran
satisfacción descubrir que la buena semilla del humor ha crecido para conver-
tirse en numerosas nuevas oportunidades para explorar los beneficios de esta
experiencia humana única. Una observación validada repetidamente a lo largo
del tiempo es que el humor complementa perfectamente a otros objetivos clíni-
cos constructivos. Dado su amplio campo de aplicabilidad y la facilidad de
combinarlo con otros elementos, el humor puede mezclarse con otras interven-
ciones para mejorar el estado de ánimo y cambiar las vidas. Es convergente con
diversas medidas clínicas o métodos científicos que comparten el objetivo de
mejorar la condición humana. El humor puede bailar con cualquier pareja si es
cortés y respetuoso y puede seguir el ritmo. Ahora quisiera tratar dos perspec-
tivas aliadas de la salud que pueden fusionarse con la perspectiva del humor
en una combinación poderosa y elegante.
El humor, al florecer y producir una variedad tan impresionante de aplica-
ciones en los campos de la salud, de las relaciones humanas y de los servicios,
estaba predestinado por su naturaleza a unirse con otra perspectiva de la salud
que en los últimos tiempos ha cobrado una relevancia especial: el concepto del
bienestar. Como el humor, el bienestar ha obtenido un mayor interés científico
recientemente, en concreto por su capacidad de conectar distintos campos de
investigación y trabajo para conseguir una comprensión más completa de los
elementos que contribuyen a la salud de la persona. En vez de entender la con-
dición del individuo en base a términos opuestos como enfermedad o salud, el
concepto del bienestar se refiere a un proceso osmótico y dinámico que puede
integrar ajustes distintos en cada momento. El significado de que una persona
“esté bien” puede cambiar drásticamente entre una fase cronológica y otra, y
esta manera de entender las cosas cuestiona la rigidez que ha caracterizado los
conceptos tradicionales de la salud. Además, el significado que tiene “estar
sano” para una persona puede ser distinto de lo que significa para otra. Estos
conceptos pueden traducirse fácilmente y con toda naturalidad al ámbito del

20 MAIOR
Introducción

humor. Sabemos que todo el mundo tiene el potencial para desarrollar su sen-
tido del humor, pero que lo que es gracioso para una persona puede no serlo
para otra. Segundo, lo que se considera humorístico puede cambiar radical-
mente a lo largo de distintos períodos vitales o existenciales a lo largo de la vida
del individuo. El bienestar entra en todas nuestra actitudes, diálogos interiores
y comportamientos, al igual que el humor. Por estas razones se está volviendo
cada vez más evidente que el bienestar y el humor están relacionados entre sí y
se refuerzan mutuamente en sus impulsos por estimular el desarrollo del indi-
viduo hacia el vigor, la integración y la síntesis.
Quisiera proponer que los conceptos del bienestar y el humor comparten
una relación orgánica, dado que ambos pertenecen al mismo movimiento psi-
cofisiológico hacia un equilibrio constructivo y en evolución. Ambos nos ayu-
dan a estar organizados, pero no demasiado organizados, satisfechos pero no
demasiado satisfechos, interesados pero no demasiado interesados, alertas pero
no demasiado alertas, amorosos pero no obsesionados. Existen elementos tanto
en el bienestar como en el humor que invitan a la moderación y la madurez
emocional mientras que atenúan el pensamiento obsesivo, el comportamiento
rígido y las respuestas extremas. El humor fomenta el bienestar, y el bienestar
a su vez fomenta el humor. Las posibilidades de esta alianza sólo están comen-
zando a desarrollarse. Por ejemplo, ¿cuales serían los beneficios de añadir ele-
mentos de humor a los programas de perdida de peso u otros programas de
bienestar relacionados con la mejora de la salud física? Por otro lado, ¿cuales
serían las ventajas de incluir los conceptos de una vida sana dentro de una for-
mación en competencias del humor? Tales vínculos no pueden sino inspirarnos
teniendo en cuenta su valor potencial en la aplicación general del humor al esti-
lo de vida y su integración más apropiada dentro de nuestra sociedad posmo-
derna. En la era digital de Internet, la World Wide Web y el genoma humano,
ya no nos sirven las nociones tradicionales o predefinidas de la adaptación. Por
el contrario, los individuos parecen dispuestos a hacer que sus vidas laborales
y personales sean menos limitadas, más plenas y desde luego con un mayor
espacio para el juego. Existe un sentido ubicuo de la imaginación inquieta que
está fomentando de manera activa el desarrollo de nuevas visiones personales,
sociales y técnicas. Ya no basta con ganarse la vida; la gente quiere disfrutar la
vida. Esta nueva inquietud concuerda bastante bien con los impulsos construc-
tivos del humor y del bienestar. Quizás pronto podremos comenzar a fomentar
el humor por el bien del bienestar, y el bienestar por el bien del humor.
El tercer componente cardinal de la trilogía curativa que estoy desarrollando
en esta introducción es el concepto del caos. Cuando se concibió en sus inicios, la

MAIOR 21
El humor y el bienestar en las intervenciones clínicas

teoría del caos no guardaba relación con las disciplinas de la salud. Sin embargo,
actualmente está haciendo contribuciones importantes tanto en el campo del bie-
nestar como del humor. Con su acento sobre la causalidad no linear, su sensibili-
dad a las pequeñas modulaciones en los estados emocionales y biológicos, su
aceptación de la complejidad en las configuraciones estructurales y sus intentos
de buscarle un sentido a los aspectos caóticos e impredecibles de nuestro mundo
psicológico y físico, la teoría del caos complementa a la perfección el humor y el
bienestar. Al combinar los conceptos del bienestar, el humor y el caos, obtenemos
un modelo productivo y flexible dentro del cual pueden comprenderse, anali-
zarse y modificarse en su totalidad y cuando proceda la mayoría de los estados
emocionales y psicológicos y sus comportamientos asociados. La mezcla ade-
cuada del humor con las teorías del bienestar y el caos ofrece una importante
oportunidad para ir más allá de la redundancia, el arcaicismo y la reiteración en
el campo de la psicoterapia y acercarse a un nuevo paradigma para entender y
cambiar nuestras vidas. Según vamos adoptando este nuevo paradigma, conse-
guimos una comprensión más profunda de la conectividad que teje nuestras
vidas con aquellas de los demás dentro de un mundo más sano y más interde-
pendiente. La combinación dinámica de las teorías del humor, el bienestar y el
caos puede quizás contribuir a transportar la teoría psicológica más allá de su
meseta teorética actual hacia modelos innovadores de la motivación y el com-
portamiento humano. La tierra de la psicología está fértil y a la espera de para-
digmas teóricos originales de nuevos investigadores en las ciencias de la salud y
la comunicación humana. ¡Que prosperen mil flores!
En la edición de este libro, nos hemos esforzado por incluir más contribucio-
nes de mujeres. Los capítulos excelentes de Stephanie Brown, Karyn Buxman,
Sue Chance, Ofra Nevo y Sandy Ritz son contribuciones muy bienvenidas al
mundo del humor clínico. Y los colaboradores masculinos también realizaron
un buen trabajo, por cierto. Además, para mantener una cierta coherencia,
hemos mantenido la misma estructura de seis secciones que empleamos en
nuestros dos últimos libros sobre el humor y la psicoterapia.
Este libro no sólo está dirigido a los profesionales de la salud y los psicote-
rapeutas. Esperamos que sea de interés para muchas personas que trabajan en
ámbitos diversos relacionados con el bienestar. Su aplicación más directa se
encuentra en los campos de la psicología clínica, la psiquiatría, la enfermería, la
formación, la orientación y los campos vocacionales. Sin embargo, puede tam-
bién utilizarse en los campos de las relaciones humanas y de la comunicación.
Para aquellos que trabajan en la aplicación de las técnicas de cambio humano a
los procesos de crecimiento personal, espero que este libro les ofrezca nueva

22 MAIOR
Introducción

información útil para facilitar intervenciones eficaces con individuos y grupos


en procesos de cambio personal y grupal. Para los lectores que se dedican a la
investigación, espero que este libro les brinde puntos de partida claros para
investigaciones teóricas y prácticas de las múltiples aplicaciones del humor a
nuevos ámbitos de la salud y el bienestar. Para los demás lectores que conside-
ran el humor y el bienestar temas dignos de su tiempo y atención, les quisiera
expresar mi reconocimiento por su interés y sus esfuerzos. Según entramos en
el tercer milenio, espero que este libro contribuya a un espíritu positivo global
que cambie de forma constructiva las maneras en las que vivimos, sentimos y
actuamos en la emocionante nueva era de la humanidad. Espero que todos
ustedes también puedan sentir el perfume de las rosas.

MAIOR 23
El uso del humor
en la psicoterapia
Harvey Mindess

1
Harvey Mindess una vez realizó la curiosa declaración que “si la inspiración me atiza,
¡pienso contraatacar!”. En este capítulo contraataca con auténtico brío. Basándose en su tra-
bajo extenso y pionero sobre la relevancia clínica del humor, el Dr. Mindess hace observacio-
nes muy perspicaces y sorprendentes que iluminan la manera en que el humor puede cambiar
positivamente las vidas tanto de terapeutas como de los individuos con los que trabajan.

En este capítulo, me gustaría describir mi experiencia de emplear el humor


como agente terapéutico, comparar diversas maneras de estimular la risa en
beneficio del cliente y reflexionar sobre la importancia que tiene que los tera-
peutas cultiven un sentido del humor sobre sí mismos.
Anticipo que algunos lectores tendrán sus dudas sobre la idea misma de uti-
lizar el humor en la terapia, y por esta razón quiero confesar que yo mismo soy
escéptico al respecto. Pero por otro lado, también es cierto que tengo mis dudas
sobre todos los métodos terapéuticos que he encontrado a lo largo de mi vida.
Tras cuarenta y cinco años en esta disciplina, aun no me he topado con un sis-
tema –Freudiano, Jungiano, conductual, existencialista, de sistemas de familia,
o lo que sea– que cumpla ni la mitad de las promesas que proclaman sus fieles.
La psicoterapia en el siglo veinte ha resultado tener tanto de arte como de cien-
cia, y por ello no veo por que habría que desechar métodos innovadores si hay
razones para creer que pudieran tener beneficios.
Mi interés en las posibilidades terapéuticas del humor se despertó hace
unos treinta años. Como casi todas las personas que conocía, a menudo había
bromeado con mis amigos y consideraba esta práctica no sólo estimulante sino
además iluminadora. Diríamos algo en broma que daría en la diana de lo que
estábamos sintiendo o soltaríamos comentarios irónicos que nos dejaban a
todos al desnudo. Por lo tanto, cuando me sentía relajado con mis clientes,
comencé a bromear con ellos también. Sabía que era una práctica cuestionable,
ya que ninguno de mis profesores me lo había recomendado, ni tampoco lo

MAIOR 25
El humor y el bienestar en las intervenciones clínicas

habían practicado conmigo mis propios analistas, pero de alguna manera creí
que podría ayudar. También me pareció algo extraño que en todas las clases de
psicología que había tomado, jamás se habían tratado los temas de la risa y el
humor –¡como si no fueran aspectos importantes de la experiencia humana! La
omisión me intrigaba, como también lo hacía la posibilidad de que el humor
resultara tan útil como los sueños o las memorias tempranas o los patrones de
interacción familiares o la formación de hábitos o cualquiera de las otras cla-
ves que los terapeutas utilizaban en aquellos días al tratar de ayudar a sus
clientes.
Entonces aconteció un suceso casual pero muy oportuno. Llevaba un tiem-
po trabajando en mi consulta con una mujer atractiva e inteligente pero que
desafortunadamente era obesa. Había probado varios métodos de perder peso
en vano. Un fin de semana, sin embargo, y sin intervención alguna por mi
parte, escribió las siguientes líneas:

Acabo de tener una inspiración bellísima sobre cómo resolver un problema social
muy frustrante de una manera absolutamente original. Sencillamente consiste en
ilegalizar la obesidad. Lo que me ha llevado a esta idea es lo siguiente. Hay muchas
tentaciones en este mundo, pero la sociedad ha conseguido limitarlas mediante la
ley. Las esposas ajenas, la propiedad, y otras cosas así de golosas, han tentado a la
gente malintencionada a lo largo de los siglos. ¿Cómo prevenirlo? Se ha probado
de todo, desde el ostracismo social hasta la pena capital, más o menos inútilmen-
te. Desde este punto de vista, está claro que para mí y para otras personas de mi
volumen, hace falta poner en práctica alguna motivación más allá de la auto-repul-
sión. Tomemos el ejemplo de la rolliza mujer media que ha pillado a un buen mari-
do y aguanta la vida bastante bien. A menudo come para canalizar sus impulsos
de una manera menos peligrosa que si se dedicara a ligar con el hombre del gas o a
esnifar pegamento con los chavales que hacen pellas al otro lado de la calle. Pero
ahora esto puede cambiar. Si se le amenaza con la idea de acabar delante de los tri-
bunales por un delito flagrante de obesidad y tener que pagar una multa o que ingre-
sar en prisión, creo que nos acercaríamos bastante a una solución permanente.
Por si el lector se lo estuviera oliendo, sí, se trata de un problema personal. Lo
reconozco, estoy desesperada. Lo he intentado ya todo, y ahora estoy chillando soco-
rro. El gobierno se ha metido ya en todo lo demás... ¿por qué no en esto? ¡Por favor,
que alguien me ayude! Paradme antes de que vuelva a comer. ¿Donde está ese impa-
rable brazo de la ley? ¿Donde están las medidas para el control de la voluminosidad?
Todos los parlamentarios interesados, que se pongan en contacto conmigo. Me
encontrarán al fondo de la Delicatessen de Cantor. Que busquen a una señora regor-
deta con expresión culpable comiendo un Bocadillo Especial Eddie Cantor (pavo,
jamón, hígado troceado y rosbif sobre pan de centeno).

26 MAIOR
El uso del humor en la psicoterapia

Aunque el hecho de observar su problema desde una perspectiva humorís-


tica no permitió a esta señora perder peso inmediatamente, sí le proporcionó
una nueva manera de ver su desgracia. Algo que había visto hasta ahora como
una vergüenza y una tragedia ahora comenzó a cobrar una dimensión cómica.
El hecho es que al cabo de algunos meses (motivada o no por este cambio), sí
consiguió perder muchos kilos y, lo que quizás sea igual de importante, dejó de
hundirse en los profundos episodios de desesperación que antes había conoci-
do tan bien.
Interpreté su texto como una maniobra tanto defensiva como de adaptación:
defensiva en el sentido de que mientras riera podía seguir atiborrándose de comi-
da con menos sentido de culpabilidad, pero también de adaptación en el sentido
de que el sobrepeso no es el fin del mundo y no hay razón objetiva para que una
persona gorda tenga que ser miserable mientras trata de corregir su problema.
Este punto de vista fue desarrollándose paulatinamente hasta convertirse en
una posición teórica. Comencé a creer que la risa y el ingenio pueden utilizar-
se para evitar la realidad, negar sentimientos o dominar a los demás, pero tam-
bién pueden emplearse para sacar a la luz verdades escondidas, crear un vincu-
lo con el propio potencial lúdico, y abrirse a la complejidad de la vida. En resu-
men, la risa puede ser liberadora. Puede liberarnos, al menos durante algunos
momentos, de las inhibiciones y las restricciones, las preocupaciones y las ten-
siones, la estrechez mental y la arrogancia que limitan nuestras vidas.
En este capítulo, voy a centrarme en la habilidad del humor de fomentar la
perspicacia y las maneras en las que esta habilidad puede aprovecharse en la
psicoterapia.

ÉXITOS Y FRACASOS EN LA INTERVENCIÓN

Una madre joven viene a mi consulta porque ha tenido pensamientos obsesi-


vos sobre la idea de asesinar a su bebé. Piensa en ahogarle en su baño o en asfi-
xiarle con una almohada. Estas fantasías la acosan hasta que rompe a llorar. No
puede pararlas, dice, aunque quería tener el niño y lo quiere con amor verdade-
ro. Después de algunas sesiones, entiendo claramente que esta mujer se tiraría
del Puente de Brooklyn antes que hacer daño a su bebé. Decido, por lo tanto, pro-
bar con una intervención humorística. La próxima vez que llega a su cita, irrum-
po en la sala de espera y digo, “Bueno, ¿qué? ¿has matado ya al pequeñín?”.
Otra mujer ha venido a la consulta durante muchos meses por sus problemas
maritales. Un día llega enfurecida. Grita “¿Sabes lo que acabo de descubrir?
¡Rosa [su mejor amiga] se ha estado tirando a mi marido! ¿Puedes mejorarlo?

MAIOR 27
El humor y el bienestar en las intervenciones clínicas

¡Puta! Se hace la amiguita y se gana mi confianza. ¡Maldita su alma! ¡La odio!”.


La letanía de insultos y recriminaciones continua durante la hora entera, y mi
cliente saca a relucir todos los trapos sucios de la podrida Rosa, describiendo a
todo lujo de detalle lo engañosa que ha resultado su amiga. Mientras que escu-
cho sus gritos y su desprecio, llego a la conclusión de que tiene buenas razones
para estar furiosa, y por lo tanto al principio le doy la razón. Según continua la
sesión, no obstante, trato de conseguir que observe la situación de forma más
objetiva. Le recuerdo, como me había dicho en el pasado, que ella también había
engañado a su marido numerosas veces y que ella y Rosa a menudo disfrutaban
enormemente contándose sus líos extramaritales, y sugiero que en el mundo en
que vivimos estas cosas suceden demasiado a menudo. Pero sin éxito alguno. Su
enojo sigue hinchándose más y más, alimentándose de su propia fuerza.
Al acercarse el final de la sesión, me vuelvo impaciente. Basta ya, pienso.
¿Cuanto tiempo puedes seguir furiosa con tu mejor amiga, teniendo en cuenta
que ninguna de las dos sois tan inocentes? Me da la impresión que mi cliente
está recreándose en su enojo. Además, me imagino que volverá a recuperar su
amistad con Rosa en un futuro no muy distante, ya que han pasado por mo-
mentos difíciles en el pasado y siempre vuelven a juntarse. Cuando la acompa-
ño a la puerta, por lo tanto, le digo, “Bueno, espero que pronto te sientas mejor.
Mientras tanto, dale un abrazo a Rosa de mi parte”.
¿Bien hecho? ¿Mal hecho? Deje que le cuente lo que sucedió. En el caso de la
madre obsesionada con agredir a su bebé, ésta pareció no entender lo que yo le
había dicho. Se quedó atónita durante un momento, y luego rompió en una enor-
me carcajada. En el segundo caso, la cliente se ofendió terriblemente y canceló su
curso de terapia.
Lo que yo había intentado era ayudar a cada una de ellas darse cuenta de
que su estado emocional era exagerado y hasta cierto punto absurdo. La mujer
obsesionada con matar a su hijo, de hecho, era una madre demasiado entrega-
da. Cuando la sorprendí diciendo “¿has matado ya al pequeñin?” se dio cuen-
ta lo ridícula que era su preocupación, y esto nos abrió las puertas a la explora-
ción de las dinámicas que estaban generando sus pensamientos compulsivos.
La mujer traicionada por su amiga, por el contrario, aun no estaba remotamen-
te cerca de poder pasar de su furia incendiaria. Mi intento humorístico de suge-
rir que podía intentar hacer las paces con su amiga, por lo tanto, fue una mete-
dura de pata terapéutica.
Ambas intervenciones son ejemplos de lo que llamo tomar el pelo al cliente.
Eran comentarios provocadores que trataban de estimular un grado de perspi-
cacia que parecía faltar en el punto de vista consciente de cada cliente. El hecho

28 MAIOR
El uso del humor en la psicoterapia

de que uno tuviera éxito mientras que el otro fracasara me enseñó que debía ser
mucho más cuidadoso a la hora de probar intervenciones de este tipo, e inten-
tarlas sólo cuando estoy seguro de que se recibirán en el mismo espíritu en que
se formularon.
Recientemente tuve la oportunidad de hacer algo parecido con una cliente
que había visto durante varios años. Ella misma era psicóloga, y por lo tanto
había progresado mucho y le iba muy bien en todos los aspectos de su vida.
Ahora me venía a ver sólo muy de vez en cuando. En este caso le trajo a la con-
sulta una situación que había sucedido unos días antes.
Ella y su marido habían hecho de anfitriones para una amiga de su herma-
na que estaba pasando el fin de semana en su ciudad. La habían invitado a
quedarse en la habitación de los huéspedes, aunque no era muy amiga de ellos
y tenía la reputación de flirtear mucho. La noche en cuestión, todos habían bebi-
do algo de vino con la cena y mi cliente anunció que se retiraba a dormir. El
marido, que a menudo se relajaba en su Jacuzzi antes de ir a la cama, dijo que
a lo mejor hacía eso, y su huésped dijo que ella se quedaría un rato charlando
con él antes de ir a la cama.
A las 2 de la madrugada, mi cliente se despertó y descubrió que estaba sola
en la cama. Sorprendida y preocupada, bajó al Jacuzzi y encontró ahí a su mari-
do y a su huésped dentro del agua juntos, conversando y bebiendo más vino,
su marido desnudo –según su práctica habitual– y la mujer sin sujetador. Su
marido, me dijo, la saludo alegremente con un gesto de la mano, invitándola a
unirse a ellos, pero a ella le dio un ataque de rabia. Enfurecida hacia los dos,
gritó, blasfemó y ordenó a la mujer que se fuera inmediatamente. Aunque ellos
protestaron que no estaban realizando ningún tipo de comportamiento sexual
y el marido se excusó repetidas veces, no había manera de calmarla. Cuando su
huésped había hecho las maletas y se había marchado, aun manteniendo su
inocencia, su marido siguió pidiendo perdones y se condenó a dormir en el
sofá. Al día siguiente, sin embargo, ella contó el episodio entero a su hijo e hija
–ambos mayores y ya casados y con hijos propios. Ellos, a continuación, proce-
dieron a amonestar a su padre también.
Tras repasar toda esta historia, mi cliente me preguntó directamente, “¿Qué
crees que debería hacer?”. Dado que no sólo había trabajado con ella a lo largo de
varios años sino que también habían pasado por mi consulta su marido y su hija
por temas de familia, sentí que tenía una buena comprensión de las dinámicas de
esta familia. Tenía claro que su matrimonio era sólido y mutuamente satisfacto-
rio, que mi cliente no tenía problemas para expresar sus sentimientos, y que su
marido era una pareja tan fiel y entregado como podría encontrarse. Mientras
que ambos son individuos de una fuerte moralidad, no son adultos de escasa

MAIOR 29
El humor y el bienestar en las intervenciones clínicas

sofisticación. Pensando en todo esto y con lo que esperaba fuera una sonrisa
maléfica, respondí “Creo que deberías ponerte de rodillas y pedirle perdón”.
“¡Eres terrible!” exclamó mi cliente, riendo. “¡Lo sabía! ¡Tenía que haberme qui-
tado el camisón y haber saltado en ese Jacuzzi con ellos!”. Según fuimos discu-
tiendo el asunto en más detalle, me alegró ver que a pesar de su conmoción y enojo
cuando se encontró con la escena comprometida, ahora podía empezar a verla
como una farsa cómica en vez de una traición o una amenaza a su seguridad.
Otras maneras de utilizar el humor en la psicoterapia incluyen: contar chis-
tes que puedan ayudar al cliente a entender sus dilemas; reforzar los intentos
espontáneos del cliente de utilizar el humor como una herramienta para enfren-
tarse a la situación; y mostrar una actitud humorística hacia uno mismo y hacia
la práctica de la psicoterapia. Esta última, que recomiendo, permite al terapeu-
ta ser un modelo de modestia, espíritu ligero y conciencia de que incluso las
relaciones y empresas que acometemos seriamente son, a la larga, sólo partes
de la comedia humana.
Cada estrategia tiene su valor y sus límites. Voy a intentar clarificarlas.
1. Para empezar con la menos eficaz, contar chistes a los clientes para explicar
algo parece un tanto didáctico y artificial. Los chistes son historietas enlatadas que
raramente reflejan los matices de la situación concreta del individuo. Aunque
algunos terapeutas de fama mundial (Ej. Freud, Jung y Adler) supuestamente
emplearon esta técnica de cuando en cuando, en mi opinión los chistes –y en espe-
cial los más conocidos– no suelen producir momentos de intuición terapéutica.
2. El tipo de broma espontánea mencionada anteriormente tiene más posi-
bilidades de resultar eficaz, ya que surge de una manera natural a partir de la
situación actual del cliente y se refiere a lo que él o ella esta experimentando en
ese momento. Esta estrategia, sin embargo, también tiene sus desventajas. La
broma puede resultar pesada o caer en mal momento, o puede degenerar en la
práctica de intercambiar frases jocosas para aparentar ingenio en vez de per-
manecer centrados en la razón que trajo al cliente a la consulta: para ofrecer
terapia en relación a los problemas a los que se enfrenta.
3. Reforzar los intentos del cliente para utilizar el humor como una herra-
mienta para enfrentarse a sus problemas es probablemente el método más
seguro. En este caso permitimos que sea el cliente quien toma la iniciativa, pero
debemos diferenciar los intentos de emplear el humor como escudo defensivo
de aquellos que sirven para adaptarse a la situación.
¿Cómo puede detectarse la diferencia?
Un hombre con el que tuve algunas sesiones poco productivas empleo la
maniobra anterior. A menudo hablaba de sí mismo en tercera persona, utilizan-

30 MAIOR
El uso del humor en la psicoterapia

do una voz infantil y diciendo cosas como “Bueno, vamos a ver, ¿en qué líos se
ha metido el pequeño Herbie [un nombre ficticio, claro] esta semana?”. Si yo le
interrumpía para pedirle que me hablara en su voz adulta, normalmente me res-
pondía con alguna broma de listillo: “¿Voz adulta? Ah sí, voz adulta. (Cambiando
a un tono de voz mucho más grave) Bueno, ¿en que líos se ha metido Herbert esta
semana?”.
Desafortunadamente, excepto en casos tan evidentes, puede ser difícil deter-
minar si las bromas del cliente ayudan a adaptarse o son meramente defensi-
vas. Otra persona que tuve el privilegio de tratar, sin embargo, me dio un ejem-
plo claro del uso del humor para la adaptación. Comenzó con una llamada tele-
fónica de una mujer desesperada que me informaba que su matrimonio se esta-
ba derrumbando. Me dijo que estaba muy alterada y necesitaba verme inme-
diatamente.
Le di una cita para la mañana siguiente. Esa noche, sin embargo, recibí otra
llamada, en este caso de su marido. En un estado de pánico, me informó que su
mujer acababa de intentar el suicidio. Se había comido toda una botella de pas-
tillas y no sabía qué hacer. Le dije que creía que debería provocar el vómito,
pero como no soy un doctor médico, le sugerí que llamara a urgencias y que
siguiera sus consejos. Quedamos en esto, y en que si todo salía bien, nuestra cita
con su mujer seguiría en pie la mañana siguiente.
Y efectivamente, apareció ella a su hora, con un aspecto un poco pálido pero
más o menos en su sano juicio. Entonces, comenzando con un torrente de lágri-
mas y progresando poco a poco hacia una combinación de consternación y risas,
me contó lo que había sucedido en los últimos dos días. Durante quince años,
había creído a pie juntillas que tenía un matrimonio muy feliz, un matrimonio
perfecto, una unión de almas, aunque por sus inhibiciones ella y su marido no
habían disfrutado de una relación sexual satisfactoria. Y ahora su marido le con-
fesó haber sido infiel repetidas veces. De hecho, él había tenido relaciones con
otras mujeres a lo largo de los quince años. Dijo que él insistía que la quería tanto
como siempre, pero la revelación de sus relaciones adúlteras era demasiado que
aguantar. Afligida, se había tomado las píldoras en un intento desesperado para
forzarle a probar su amor, poniendo su vida en juego.
Él respondió como ella esperaba, primero llamándome a mí y luego, como yo
sugerí, al hospital. Le aconsejaron que le hiciera beber la clara de varios huevos
con mucha sal, y él corrió a la cocina a preparar esta mezcla emética. Ella enton-
ces se echó en la cama y esperó. Y esperó. Y esperó. Finalmente, sintiéndose más
débil y mareada con cada momento, se arrastró a la cocina para descubrir que “el
muy idiota no sabía separar las claras de las yemas”. No hace falta decir que ella
tuvo que enseñarle cómo realizar esta sencilla operación para salvar su vida.

MAIOR 31
El humor y el bienestar en las intervenciones clínicas

Mientras me iba contando todo esto, lo que quedaba era una dolorosa, con-
fusa y sin embargo hilarante conciencia de la tragicomedia que había sido no
sólo la noche pasada sino los quince años de matrimonio que hasta entonces
había idealizado. Riendo para superar sus lágrimas, esta excepcional mujer me
enseño, de la manera más gráfica posible, cómo el sentido del humor de una
persona puede convertirse en la virtud que la salva.

Figura 1.1
Psicoterapeutas y psicoterapia

Soy un psicoterapeuta. No obstante, como aún tengo ciertos problemillas,


acudo a otro terapeuta para que me ayude.

No me siento mal por ello, ya que mi terapeuta también va a ver a otro


terapeuta.

Y su terapeuta va a un terapeuta.

Y el terapeuta de su terapeuta viene a mí.

4. Aunque esperar a que nuestros clientes inicien sus propias observaciones


humorísticas sea a menudo la estrategia más segura, lo que prefiero hacer en
otras ocasiones es mostrar una actitud humorística sobre mí mismo, así crean-
do un ambiente propicio para que mis clientes puedan hacer lo mismo. No lo
hago, sin embargo, de un modo planificado o sistemático. Sencillamente hablo
como lo haría con un amigo, y como reírme de mí mismo, de los otros y de la
vida en general es mi tendencia natural, este elemento suele colarse también en
mis sesiones de terapia.
5. Como mis clientes me conocen principalmente como psicólogo y acuden
a mí en base a este rol, también suelo reírme de la psicología. Mi objetivo no es
descalificar una ciencia que ellos esperan les sirva para superar sus problemas,
sino más bien mostrarlo como creo que es: una empresa absolutamente huma-
na, tan sujeta a las imperfecciones de la naturaleza humana como cualquier
otra profesión.

32 MAIOR
El uso del humor en la psicoterapia

Han aparecido muchas viñetas satíricas sobre los psicoterapeutas en revistas


y en prensa (Ver las figuras 1.1 y 1.2). La tira cómica Dr. Katz se publica en
varios periódicos americanos, y una serie de dibujos animados con el persona-
je del Dr. Katz se emite en un canal de cable. Los chistes sobre los psicólogos y
psiquiatras nunca han faltado. Deberíamos tomarlos en serio, si esto no es una
contradicción, porque sus observaciones a menudo son muy agudas.

Un hombre va al psicólogo y dice:


–Doctor, estoy pasando por una fase en la que quiero suicidarme. ¿Qué tengo que
hacer?”.
El psicólogo responde:
–Pague por adelantado.

Figura 1.2
Significados del cambio terapéutico

“Bueno, ¡parece que ya estás curado!”

MAIOR 33
El humor y el bienestar en las intervenciones clínicas

Un psicólogo es alguien que te dice lo que ya sabes en palabras que no puedes entender.
–Doctor, creo que soy un caniche.
–Entiendo... ¿desde hace cuanto tiempo que tiene esta creencia?
–Desde que era un cachorro.

Aunque parezcan tonterías, estos chistes cotidianos se basan en verdades


–ya que los terapeutas pueden ser mercenarios, los psicólogos pueden ser peda-
gógicos y los pacientes pueden ser imposibles. Las bromas que se ríen de la psi-
coterapia nos invitan a reconocer nuestras imperfecciones humanas. No somos
ni santos ni sabios, sino hombres y mujeres que hacemos nuestro trabajo, ni
mejor ni peor que los especialistas de otros campos. El humor auto-irónico
comunica que nada de lo que hacemos o lo que representamos debe tomarse
demasiado en serio. Ninguna profesión está exenta de su lado absurdo y nin-
guna persona se libra de la estupidez. El humor que deberíamos fomentar debe
reconocer estos hechos y no evitar su lado ridículo.
No todos los miembros de nuestra disciplina están de acuerdo. Hace veinte
años tuve la oportunidad de dar una charla sobre este tema al personal psiquiá-
trico de un hospital conocido. Cuando mencioné la idea de animar a los pacien-
tes a reírse de sí mismos, el público parecía estar de acuerdo. Cuando hablé de
la importancia de aprender a reírnos de nosotros mismos, algunos de ellos
comenzaron a ponerse nerviosos. Cuando empecé a recalcar el tema, volviendo
una y otra vez a él con múltiples ejemplos de cómo los terapeutas pueden ser
ineptos y declarando que la disciplina de la psicoterapia contenía elementos
ridículos en sus propios cimientos, el jefe de esta congregación se puso en pie de
un salto y gritó, “¡Mindess! Puede que el tipo de terapia que usted practica sea
ridícula, pero el tipo de terapia que practicamos aquí no es ridícula!”.
No hace falta decir que fue un momento conmovedor que ha permanecido
muy vivo en mi memoria. Se le sumo, un año o dos después, otro suceso rela-
tivo a un poema que había escrito en el que me divertía a costa de los grandes
nombres de la psicología. El poema se llamaba “Ave Maestros” y apareció en la
revista American Psychologist. Recibí cientos de cartas de psicólogos de todo el
país pidiendo copias y diciendo que ya era hora que nos riéramos un poco de
nosotros mismos. Sin embargo, también recibí una llamada telefónica del pre-
sidente del American Psychological Association. Me informó que se había regis-
trado una queja formal con la Junta Directiva y que estaban considerando una
moción de censura por las “acusaciones” que yo había realizado en este poema.
Cuando intenté corregirle, diciendo que un poema no era un documento legal
y que lo que yo creía que contenía mi poema eran “bromas”, no tuvo ningún
efecto sobre él y dejó claro que mi “actitud general” era muy cuestionable. Me

34 MAIOR
El uso del humor en la psicoterapia

dijo, sin embargo, que tenía el derecho de escribir una carta para defender mi
punto de vista. Así lo hice, y debo confesar que fue una carta en la que no faltó
algo de sarcasmo. Al final, no se aprobó ninguna moción de censura, y ni
siquiera volví a saber nada del asunto, pero me pareció muy revelador que un
simple intento de humor pudiera causar una indignación oficial de tal calibre.
Si quiere saber lo que hace falta para recibir una llamada del presidente de
la American Psychological, he aquí el texto de mi “Ave Maestros”2:
Vengan y escuchen, colegas del gremio,
La historia de nuestros grandes genios:
Sigmund Freud la comenzó,
Un hombre que encolerizó
A los médicos de su generación
Al decirles que en su opinión
Todos sus pacientes ansiosos
Sufrían de polvos desastrosos.
En vez de perseguir a bellas damas
Los hombres soñaban con sus mamás
Y las mujeres, siguiendo su propio mito
Flirteaban con su querido papaíto.
Freud dijo, “¡Edipo es el problema!”.
Aunque nos suene un poco a griego.
“Yo les curaré”, prometió, “y para redondear el tema
Me inventaré toda una jerga para alimentar mi ‘ego’”.
Represión, regresión,
Racionalización
Proyección, compensación
Subconsciente, sublimación:
¿Si no fuera por Freud, dónde estaríamos?
¿Con qué palabras nos conoceríamos?
Al poco tiempo llegó Carl Jung
Cuya sensibilidad se irritong
Por los problemas que las personas tenían
–Causadas, decía, por duendes maléficos
Y otras criaturas cuyos gritos se oían
En mundos oníricos muy terroríficos,
Llenos de antiguos dioses y demonios luchando
Hasta que los soñadores se despertaban aullando.

2. NT: Evidentemente, se ha perdido parte del ingenio y unos cuantos juegos de palabras al traducir
esta poesía satírica. He tratado de mantener el espíritu del original preservando las bromas cuando el len-
guaje lo permitía y añadiendo rimas y elementos de humor equivalentes.

MAIOR 35
El humor y el bienestar en las intervenciones clínicas

“Para explicarlo” dijo Jung en voz grave,


“El inconsciente colectivo será la clave.
Sé que mi mamá se va a emocionar
Si al mismo Freud puedo superar”.
Dicho y hecho por supuesto,
Y luego añadió el resto
De ideas que nos convencerían durante un rato
Que el tipo era profundo, o al menos opaco.

Anima, animus, Yo y mi sombra,


Un mundo encantado del brujas y escobas,
Introvertidos y extrovertidos:
Y otros palabros muy divertidos.
Mientras tanto Carl Rogers, un americano
Diseñó un sistemita para los ancianos
Y también jovenzuelos que les permitía
Librarse de males sin tanta fantasía
Ni tanto arquetipo.
En otras palabras –Sin ese Edipo,
Y menos misterios profundos y rollos,
Acabaríamos más felices que unos pollos.
Carl creó un método no directivo
Pero dirigió a cada alumno a ser reflexivo
“No hablo de pensar” escucharon perplejos
“Más bien reflejad como meros espejos”.
Repetir, repetir lo que dicen los clientes,
Así es, según Rogers, como se arreglan las mentes.
Luego Garrett descubrió, después de todo
Que Rogers no era más que un simpático loro.
No obstante, a su favor hay que comentar
Que sus palabras eran sencillas de usar:
Confianza, autenticidad y centrarse en el cliente,
Es todo lo que debemos tener presente
para obtener (y no es difícil) la estima
De un hombre cuyo nombre con nada rima.
Luego Frederick Perls, que era un poco marrano
Ya que a las chicas solía meter mano,
Convirtió la lascivia en una terapia aparte
Y animó a los psicólogos más listos
A convertirlo en un auténtico arte,
Un arte que el mundo nunca había visto
Porque ¿quién se hubiera creído que un médico
Pudiera cobrar por meter el pajarico?

36 MAIOR
El uso del humor en la psicoterapia

“¡Yo lo hago a mi manera y vosotros a la vuestra!”.


Se mofaba Perls, hablando con los tipos aburridos
Que le escuchaban alucinados y aturdidos.
“¡Libera tu mente y vuelve al sentido común!”.
Todos asentían con la cabeza, le seguían el tun-tun.
“¡Toda acción es natural, incluida la sodomía!”.
Se alzaron todos en unísono, coreando “¡Autonomía!”.

A pesar de los rumores, Fritz no estaba tan ido


Como para llenar sus libros de palabreo aburrido.
Llamó a su estilo Gestalt
Y gano el premio más alto
Por ser el más auténtico embaucador
En el aquí y el ahora –todo un honor.

B.F. Skinner es el último de la lista.


No hay duda que era un tipo listo.
Sus métodos para cambiar el comportamiento
Le han convertido en un auténtico portento.
Mientras que explica los secretos de la motivación
Tan bien como una paloma puede explicar La Creación
Ha ganado el respaldo oficial de la C*I*E*N*C*I*A
Para que el condicionamiento se convierta

En la clave y la solución de todo lo que te echen–


Lo que Kant hubiera llamado Das Cachipirultzchen–
Aparte de esto, escribió Walden Dos,
Lo cual le pone por encima de mí y de vos
Y por lo tanto recibe nuestro voto,
Aunque no pueda ver a un paciente ni en foto,
Para Jefe de la Modificación de la Conducta (“The Boss”)
Una terapia que está muy cercana a Dios.

Desensibilización y condicionamiento
Operante y clásica –Ahora está pidiendo
Que le canonicen y le hagan santo
Pero no tengáis miedo: no hay causa para el espanto.
Cuando a Skinner le coronen Rey de los Sueños (o REMs)
A todos nos regalarán unos M&Ms.

También hay otros, por supuesto, pero estos son nuestros mitos.
Y mientras que algunos dicen que son unos cabezas de chorlito
Yo declaro que sus terapias y discursos
No merecen ni censura ni insultos.
El Hombre (y La Mujer), quizás, no hayan ganado nada con todo ello

MAIOR 37
El humor y el bienestar en las intervenciones clínicas

Pero lo más magnífico que nos han legado, lo más bello,


Es que trabajaron duramente y sin pausa
Para que usted y yo ganemos nuestro sueldo –¡una buena causa!

Evidentemente no me bastó con los líos que me acarreó este poema, ya que
he seguido satirizando la psicoterapia a lo largo de los años. Basándome en sólo
dos pruebas empíricas, sin embargo, he comenzado a creer que las cosas están
empezando a mejorar.
Hace nueve años, me invitaron a hablar en una sociedad psicoanalítica local
sobre el uso que hizo Freud de los chistes en el psicoanálisis, y hace tres años
me pidieron que diera una charla a los miembros del Instituto C.G. Jung sobre
Jung y el humor. En cada caso, aproveché la ocasión para divertirme un poco
con la figura venerada en cada asociación, y en ambos casos la reacción del
público fue de risas y aplausos generosos.
Con los Freudianos, les informé del hecho poco conocido de que a Freud le
encantaba contar chistes a sus pacientes. Con una cara muy seria, les dije:

“¿Chistes?”. Se preguntarán ustedes incrédulos. “¿Nos está tomando el pelo este


hombre?”. No, les aseguro, hablo muy en serio. En cuanto un paciente se tumbaba
en el sofá de Freud, comenzaba siempre con las palabras “Zuerst wurde ich ihre
Probleme wissen mussen (Antes de que me cuente sus problemas), lassen Sie mir
Ihnen diese Geschichte sagen (deje que le cuente la historia de...)”. Y normalmente
contaba chistes sobre personajes típicos de la cultura judía de la Europa del éste.
Tras relatar varios de estos chistes, cada uno más ridículo que el anterior, llegué al
momento culminante de mi farsa al hablar de una variante del género más habitual
empleado por Freud, que en este caso no estaba relacionado con los temas judíos.
Lo conocemos gracias al conde polaco3 Osiatinski, que recuerda que la prime-
ra vez que se presentó en la consulta de Freud, el fundador del psicoanálisis le
dijo, “Bitte sagen Sie mir –Por favor, dígame una cosa... ¿Ha oído usted el chiste
del médico polaco que se hizo famoso al realizar el primer transplante de her-
nia?”. Cuando el conde se negó a reírse, el gran hombre siguió, “¿Y el del Papa
polaco que hizo un milagro? Hizo que un sordo se volviera ciego”. Viendo que el
conde se estaba ofendiendo, Freud prosiguió en un tono cada vez más ansioso,
“Bueno, ejem, ¿quién gano el concurso de belleza polaco? Nadie. Y ¿cuantos pola-
cos hacen falta para enroscar una bombilla?”. Llegados a este punto, recordaba el
conde, comenzó a creer que el buen doctor había perdido su propia bombilla, y
decidió emprender la retirada. Freud le persiguió, gritando “¿Sabe lo que es eso?
¡Resistencia al psicoanálisis!”.

3. NT: En la cultura norteamericana, los chistes sobre polacos son equivalentes a los chistes españoles
sobre los residentes del pueblo de Lepe (polaco = lepero = tonto).

38 MAIOR
El uso del humor en la psicoterapia

Lo que sucedió al concluir esta bufonada fue un fuerte aplauso por parte de
los psicoanalistas más jóvenes, y algunas expresiones de desaprobación por
parte de los practicantes mayores y más ortodoxos, pero ningún insulto o acu-
sación de ser un idiota o de haberme reído de su ídolo.
Dirigiéndome a los Jungianos hace tres años, la reacción fue incluso más
calurosa. Les conté que las relaciones profesionales entre Freud y Jung habían
sido más cercanas de lo que hasta ahora se había creído. Las pruebas recientes
provienen del diario de C.G. Jung, quien transcribió una conversación que
mantuvo con Freud cuando organizaron la primera Conferencia Internacional
sobre el Psicoanálisis. Además de Sandor Ferenczi, Ernest Jones, y otros miem-
bros de su círculo más estrecho de colaboradores, Freud había invitado a dos
importantes figuras extranjeras. Uno era un analista Chino llamado Chiang
Qien, y el otro un médico del Cairo, el Doctor Mohammed Kheh. Cuando Jung
estaba preparando el programa de los conferenciantes, Freud le empezó a dar
las instrucciones sobre el orden en que deberían hablar4.

–Qien geht zuerst... Qien va primero –afirmó– und Kheh va segundo.


Jung respondió:
–¿Qué quién va primero? Kheh va primero.
–¡Nein!– exclamó Freud. –¡Qien, Qien, Qien!
–Pero ¿qué te pasa? –replicó Jungo. –Simplemente dime lo que quieres claramente.
–Te lo estoy diciendo, ¡Qien va primero!
–¿Me lo estas diciendo, o me lo estás preguntando?
–¡¡¡Diciendo!!!– gritó Freud. –¡Qien es más imporante para la Causa!
–¿Como quieres que sepa yo quien es más importante?– murmuró Jung –eso tú lo
tendrás que decidir. Und bueno, en cualquier caso, ¿que hacemos con Kheh?

Esta vez todo el público, tanto jóvenes como mayores, estaban desternillán-
dose de la risa. No sólo no se habían molestado por la broma que les había gas-
tado, sino que evidentemente les había parecido graciosísima la farsa.
En la discusión que siguió a cada una de estas presentaciones, me alegré al
comprobar que la mayoría de los analistas –tanto Freudianos como Jungianos–
parecían abiertos a la idea de que reírnos a gusto de nosotros mismos, de nues-
tros maestros y de los esfuerzos terapéuticos que normalmente nos tomamos
tan en serio puede ser una experiencia liberadora.

4. NT: El texto que sigue se refiere a un diálogo clásico de los cómicos Abbott y Costello, “Who’s on
First” que los lectores y públicos anglosajones inmediatamente reconocerían. Se pierde en esta traducción
no sólo el paralelismo cómico entre Freud/Jung y Abbott/Costello sino también una serie de germanismos
del texto original que resultan imposibles de reflejar en el castellano (siendo un idioma más lejano del ale-
mán).

MAIOR 39
El humor y el bienestar en las intervenciones clínicas

Aunque que a otros profesionales les pueda incomodar la idea, el hecho sen-
cillo pero fundamental que quiero resaltar es que no hace falta ni endiosarse ni
adorar a los ídolos para ser un psicoterapeuta de éxito.

BIBLIOGRAFÍA

Klein, Allen. Y tú de qué te ries. Barcelona: Grupo Zeta, 1992.


Kuhlman, T.L. (1984). Humor and Psychotherapy. Homewood, IL: Dow-Jones Irvin.
Mindess, H. (1971). Laughter and Liberation. Los Angeles, CA: Nash.
Mindess, H. (1998). Makers of Psychology. Nueva York: Human Sciences Press.
Robinson, V.M. (1977). Humor and the Health Professions. Thorofare, NJ: Charles B. Slack.

40 MAIOR
El humor en el tratamiento
de los enfermos mentales
Karyn Buxman

2
En este lúcido capítulo, Karyn Buxman examina las aportaciones cruciales que el humor
puede realizar en el campo de la enfermería. A partir de un análisis coherente de los benefi-
cios terapéuticos del humor, procede a dar una serie de ejemplos e ilustraciones clínicas de
cómo el humor puede ayudar a los profesionales de la enfermería y de la salud en un trabajo
que exige tanto esfuerzo y sensibilidad. Enumera en su capítulo aplicaciones terapéuticas
importantes para emplear el humor en entornos hospitalarios, en particular con pacientes que
se consideran “crónicos” o “inalcanzables”.

PERSPECTIVA TEÓRICA

El humor es un tipo de comunicación que cuenta con una alta estima en


nuestra sociedad. Hay pocas personas, si es que hay alguna, que negarían su
valor. Sin embargo, a pesar de este reconocimiento, el valor del humor como
método de intervención terapéutica no comparte el mismo estatus. En vez de
aplicar el humor como una herramienta, hemos dejado que su uso sea el fruto
del azar. Robinson (1977) sostiene que en general los profesionales de la salud
no se esfuerzan en planificar el humor. Afortunadamente, en la última década,
el uso intencionado del humor como intervención terapéutica por parte de los
profesionales de la salud ha crecido notablemente (Aust, 1995; Boettcher, 1995;
Buxman, 1990, 1991a, 1991b, 1995; Campinha-Bacote, 1997; Darby, 1996; Gaberson
y Parfitt, 1995; Gibson, 1995; Gullickson, 1995; Pasquali, 1995; Robinson, 1991,
1995; Rosenberg, 1995; Strickland, 1995).
Si se repasa la literatura relevante, se encontrarán numerosos artículos sobre
el humor y la salud mental. Estos artículos comprenden perspectivas psicológi-
cas, sociológicas, antropológicas y del desarrollo (Robinson, 1983). También se han
investigado los efectos fisiológicos del humor y sus beneficios para la salud físi-
ca (Berk, 1996; Berk, Tan, Fry, Napier, Lee, Hubbard, Lewis y Eby, 1989; Bittman,
1997; Dunn, 1996; Fry, 1977, 1979, 1986, 1993; Fry y Savin, 1982; Haig, 1988;

MAIOR 41
El humor y el bienestar en las intervenciones clínicas

Labott y Martin, 1987; Martin y Bobbin, 1988; Wooten, 1997). Fry (1979) cree que
el humor y la risa fomentan la buena salud física, en concreto por su efecto posi-
tivo sobre las condiciones asociadas al estrés. Sin embargo, la literatura no
incluye muchas investigaciones que analicen el uso del humor en ambientes de
asistencia sanitaria.
De los estudios sobre el humor en la enfermería, tres de ellos son investiga-
ciones sociológicas en las que el humor y la salud se relacionan únicamente de
forma casual (Coser, 1959; Emerson, 1963; Fox, 1959). Robinson (1970, 1978) fue
la primera en estudiar las aplicaciones directas del humor en la enfermería.
Identificó las funciones del humor en el ámbito de la salud, reunió observacio-
nes de campo y puso en práctica el humor en el trabajo y la formación de la
enfermería. Robinsón realizó investigaciones posteriores (1977) que establecie-
ron unas pautas iniciales para cultivar el uso del humor en la asistencia sanita-
ria y en la formación profesional de los estudiantes de enfermería.
En la profesión de la enfermería, existe una tendencia siempre mayor hacia
el enfoque holístico. Orem (1985) mantenía que los aspectos físicos, psicológi-
cos, interpersonales y sociales de la salud no pueden separarse en el individuo
(pag.174). Robinson (1977) afirmaba que reconocemos a cada persona como un
ser psicosocial con su propias percepciones, motivaciones y comportamientos
(pag. xiv). Añadió que hemos analizado muchos de los compartimientos del ser
humano, incluidos la ansiedad, la frustración, el conflicto y la agresión, exclu-
yendo el humor: Hemos reconocido la necesidad que tiene el hombre de llorar
y hemos investigado este proceso a fondo. Pero no hemos prestado la misma
atención al complemento del llanto: ¡la necesidad de reír! (pag. xiv).
Levine (1980) observó que el reciente crecimiento en el interés que suscita el
humor no ha tenido mucho impacto en sus aplicaciones clínicas, quizás porque
la mayoría de la investigación y la teoría se ha orientado hacia la esencia del
humor en vez de sus usos prácticos (pag. 255). Robinson (1983) comentó sobre
la escasez de investigaciones científicas en la aplicación clínica del humor.

Las investigaciones sobre la aplicación clínica del humor para la prevención de las
enfermedades y para fomentar la salud, sobre la cultivación de un sentido del humor
y sobre el uso del humor del individuo como herramienta para reducir el estrés y en
sus prácticas diarias de salud son prácticamente inexistentes (pag. 123).

Existen pocos estudios sobre el humor clínico en cualquiera de las profesio-


nes de la salud, aunque, como observó el Dr. William Fry en la 10ª Conferencia
de la Sociedad Internacional de los Estudios del Humor en Paris, Francia, en
1991, la profesión de la enfermería se está adelantando a las demás. Robinson
(1983) concordaba con este parecer en el pasaje siguiente:

42 MAIOR
El humor en el tratamiento de los enfermos mentales

Hace falta mucha más investigación y estudio sobre las aplicaciones del humor a la
salud, no sólo en cuanto a las intervenciones en la salud mental, sino en el proceso
de curación de las enfermedades, en la prevención de la enfermedad y en el fomen-
to de la salud. Las posibilidades son abrumadoras pero muy emocionantes.

El uso del humor como intervención terapéutica se ha estudiado en diversos


sectores de la población, como los niños, los estudiantes, los adultos mayores y
los pacientes de oncología. Otro grupo que se ha estudiado recientemente es el
de los pacientes mentales.

DEFINICIÓN DEL HUMOR

La definición del humor ha sido un tema interesante en diversos campos de


investigación. Freud (1905/1981) concebía el humor como un mecanismo para
afrontar la vida que permite a las personas reducir tensión y ansiedad al expre-
sar impulsos obscenos u hostiles de una manera socialmente aceptable.
McGhee (1979) definió el humor como la experiencia mental de descubrir y
apreciar ideas, eventos o situaciones tan incongruentes que resultan absurdas o
ridículas –o sea, aquellos elementos de una situación que nos hacen reír o que
nos llevan a percibir el evento como ridículo o humorístico. Grotjahn (1957), un
psicoanalista, definió el humor como “comunicación con el subconsciente para
obtener la fuerza que nos permita afrontar la realidad en la que vivimos” (pag.
262). Groucho Marx dijo en una ocasión que “El humor es la razón que se ha
vuelto loca” (Peter y Dana, 1982).
Algunos investigadores de la enfermería han formulado ideas sobre el
humor adicionales. Simon (1988) definió el humor como “una estrategia para
afrontar las situaciones basada en la evaluación cognitiva de un estímulo que
realiza un individuo que tiene como resultado comportamientos como la son-
risa, la risa o sensaciones subjetivas de diversión que reducen el malestar emo-
cional” (pag. 9). Otra enfermera y estudiosa, Pasquali (1990) propuso que el
humor puede definirse de una manera más práctica como “cualquier cosa que
la gente vea como graciosa” (pag. 31). En sus estudios del humor, Robinson
(1978) definió el humor como “cualquier comunicación que cualquiera de los
participantes en una interacción perciben como humorística y que causan la
risa, la sonrisa, o una sensación subjetiva de diversión” (pag. 193). Aunque
todas estas definiciones son distintas, la mayoría asocian el humor con senti-
mientos positivos de risa y diversión. El humor como un mecanismo para
afrontar las situaciones es también un tema recurrente. En este capítulo, se uti-
lizará la siguiente definición operativa del humor:

MAIOR 43
El humor y el bienestar en las intervenciones clínicas

El humor es aquello que tiende a provocar la risa, la sonrisa o la sensación subjetiva


de diversión. Se considera que el humor es una emoción positiva y puede utilizarse
como sinónimo de una sensación de alegría. Tiene características que la convierten
en un mecanismo eficaz para afrontar las situaciones. Aquello que estimula el senti-
do del humor de una persona puede ofender a otras. El sentido del humor de cada
persona es único. (Buxman, 1990, pags. 7-8)

TÉCNICA

Robinsón (1977) identificó cuatro funciones principales del humor en el


ámbito de la asistencia sanitaria: la función comunicativa, la social, la psicoló-
gica y la fisiológica. Más adelante redujo las funciones a tres –la comunicativa,
la psicológica y la social– y reclasificó la función fisiológica como un efecto
(Robinson, 1991).
Si se emplea de manera constructiva, el humor puede facilitar la comunica-
ción derribando barreras, haciendo que la gente se sienta bien y acercando a las
personas. Según Ruxton (1988), el humor puede ayudar a establecer buenas
relaciones y a neutralizar situaciones interpersonales de alta carga emocional.
Mediante el humor, los pacientes pueden llegar a expresar sus sentimientos de
miedo o vergüenza “en broma”. Mediante el uso de un tono jocoso, un pacien-
te puede “probar el agua” sacando un tema que en secreto considera serio para
ver cómo responde el profesional de la salud (Buxman, 1991b; Gullickson, 1995;
Ruxton, 1988). Por ejemplo, un hombre que se iba a someter a una orquiectomía
decía en broma a su enfermera que la operación le iba a transformar de un gallo
a una gallina. La enfermera escuchó más allá de la risa y entendió que algunos
pacientes usan el humor para camuflar sus miedos, y por lo tanto pudo orien-
tar su terapia hacia las preocupaciones sobre la sexualidad que este paciente
escondía (Buxman, 1991b; Gullickson, 1995).

Función Social

Coser (1959) estudió la estructura social de una sala hospitalaria y sus resul-
tados, aun siendo anecdóticos, también son valiosos. Descubrió que el humor
tranquilizaba, transmitía información, liberaba tensiones y reducía la distancia
entre las personas. Ruxton (1988) declaró que al compartir una simple histo-
rieta divertida, el profesional de la asistencia sanitaria puede mostrar sus pro-
pias vulnerabilidades y quizás fortalecer la relación con el paciente. Esto a su
vez ayuda a disminuir las distancias en la jerarquía paciente-personal. En resu-

44 MAIOR
El humor en el tratamiento de los enfermos mentales

men, el humor establece una mejor relación entre dos o más personas y acorta
la distancia social (McGhee 1979; Moody, 1996).
La siguiente anécdota personal es un ejemplo de cómo el humor puede usar-
se para mejorar relaciones y reducir la distancia social. Un día que el nivel de
ansiedad de mis estudiantes de enfermería parecía especialmente alto, compartí
con ellos una de mis experiencias como estudiante de enfermería. La escuela pro-
fesional que yo atendí tenía una regla muy estricta que prohibía vestir el unifor-
me hasta llegar al colegio; los uniformes había que llevarlos al colegio y luego
ponérselos allí. Llegó un día en el que iba a seguir a mi paciente a lo largo de una
larga cirugía ortopédica. Al ponerme el uniforme, descubrí que me había traído
dos zapatos izquierdos: uno con tacón, y el otro de un estilo rústico con una suela
delantera alta. Mi instructor no mostró la más mínima empatía y no me permitió
cambiar de zapatos. Entonces realicé ante mis estudiantes una demostración de
como tuve que caminar durante todo el día. Esto les permitió ver el lado vulne-
rable y humano de su instructora y redujo la distancia social entre nosotros.

Función Psicológica

Robinson (1983, 1991) cree que la ansiedad es una de las fuentes de malestar
que más frecuentemente estimula el recurso al humor. Cuando las personas se
vuelven ansiosas, su visión se vuelve más estrecha, su creatividad se reduce y
se irritan más fácilmente. Se cree que el uso psicoterapéutico del humor puede
reducir el estrés, la tensión y la ansiedad (Freud, 1905; Robinson, 1978). La
ansiedad la puede provocar una perdida de control asociada con cambios fisio-
lógicos y emocionales (Coser, 1959; Ruxton, 1988). El uso del humor permite al
paciente redefinir una situación a nivel cognitivo y examinar el problema desde
otra perspectiva (Ritz, 1995; Ruxton, 1988; Wooten, 1996).
La investigadora de la enfermería Sandra Ritz inventó la frase “humor del
superviviente” para describir un tipo de respuesta humorística aun más espe-
cífica (Ritz, 1995; Wooten, 1995a). El humor del superviviente es un mecanismo
de defensa activo que ayuda a la persona a enfrentarse a las amenazas y mie-
dos en vez de hundirse ante ellas. Pone de relieve el elemento absurdo que nos
hace reír para no llorar. Es un intento de sacarnos del horror y la ansiedad con
algo chocante. La risa y a veces incluso los comentarios obscenos cubren la
necesidad del superviviente para disimular su vergüenza y su humillación,
aunque las personas externas puedan no ver ninguna gracia en la situación.
Ofrece una sensación de dominación sobre algo que esta fuera del control de la
persona (Ritz, 1995, pag. 200).

MAIOR 45
El humor y el bienestar en las intervenciones clínicas

Efectos fisiológicos

Según Fry (1986), la fisiología del humor se refiere a los cambios que tienen
lugar en el cuerpo humano y que están asociados con las experiencias humo-
rísticas. Cuando los individuos entran en contacto con un estímulo que consi-
deran gracioso, la emoción que subyace a la risa se despierta. Esta emoción
puede traducirse en comportamientos como sonreír, risitas y carcajadas. Fry
sostiene que los estudios de laboratorio han demostrado que la risa y sus com-
portamientos visibles tienen un efecto sobre la mayoría de los sistemas fisioló-
gicos importantes. Existen pruebas de que la risa verdadera afecta el sistema
esquelético, el sistema respiratorio, el sistema nervioso, el sistema cardiovas-
cular, el sistema inmunológico y el sistema endocrino. Los datos aun no están
claros en relación al sistema gastrointestinal, el sistema urinario, el sistema
genital y el sistema metabólico (Fry, 1993).
Fry (1977, 1979) estudió los efectos fisiológicos de la risa tanto en los siste-
mas cardiovascular como el respiratorio. Descubrió un aumento del ritmo car-
díaco y de la presión arterial durante la risa, seguida por un breve período en
el que el ritmo cardíaco y la presión arterial caían por debajo del nivel pre-risa,
sugiriendo un modelo de estimulación-relajación (Fry y Savin, 1982). La respi-
ración del humor (risitas, carcajadas, risotadas, etc.) altera la respiración cíclica,
aumenta la ventilación y acelera el intercambio del aire residual. El resultado es
una mejorada oxigenación (Fry, 1986).
Fry (1986) cree que existen pruebas que confirman que el humor, la risa y la
emoción que las subyace afectan al sistema nervioso mediante un aumento
de la producción de catecolaminas correlacionado con el grado de risa. El sis-
tema nervioso simpático experimenta una mayor producción de catecolaminas,
aumentando el nivel de alerta y memoria, estimulando el aprendizaje y la cre-
atividad. También puede medirse una caída en el nivel de hormonas del estrés
como el cortisol y las catecolaminas (Berk et al., 1989; Wooten, 1994ª).
En el sistema inmunitario existe un aumento de la inmoglobulina A, que
combate las infecciones de las vías respiratorias superiores. También aumenta
la blastogénesis espontánea de linfocitos, con el resultado de un mayor núme-
ro y una mayor actividad de los linfocitos citotóxicos naturales (NK, natural cell
killers). Esta células atacan las células virales y algunos tipos de células cance-
rosas y de tumores. Pueden observarse aumentos en las células T activadas
(linfocitos), además de aumentos en interferones gamma, inmunoglobulina G
y complemento C (Fry, 1993; Wooten, 1997).
La risa parece ser beneficiosa para las personas que sufren de tensión mus-
cular (Fry, 1986, 1993). Cuando alguien ríe, los músculos del esqueleto al inicio

46 MAIOR
El humor en el tratamiento de los enfermos mentales

se contraen durante el período de respuesta anticipada. Cuando tiene lugar el


momento culminante y la risa se dispara, los músculos del cuerpo tienden a
relajarse. En concreto, se puede detectar una notable reducción de la actividad
músculo-esquelética, relajándose los músculos intercostales, abdominales, del
diafragma y de los músculos del cuello y los hombros (Fry, 1977, 1979).
Fry (1996, 1993) compara los efectos combinados cardiovasculares, respira-
torios y músculo-esqueléticos del humor y la risa al ejercicio físico. Reconoce
que si nos limitamos a los episodios concretos, el ejercicio del humor no se
puede comparar con correr un maratón o la natación competitiva en cuanto a
la cantidad e intensidad del ejercicio. Sin embargo, hace notar que estos ejerci-
cios en general se concentran en bloques de tiempo limitados y en días especí-
ficos, mientras que el ejercicio del humor puede darse de forma intermitente a
lo largo de todo un día, y día tras día.
Este punto de vista tiene unas consecuencias interesantes para los profesio-
nales de la asistencia sanitaria, en particular cuando los recipientes de la asis-
tencia son pacientes de edad avanzada, con limitaciones físicas o con enferme-
dades mentales. Normalmente, los pacientes que más beneficios podrían extra-
er del ejercicio físico son aquellos que menos pueden realizarlo, como los
pacientes confinados a una cama, a una silla de ruedas, o a un espacio limitado
como la sala de un hospital, y aquellos que no pueden acceder o permitirse
equipos deportivos adicionales. Todos estos grupos de pacientes podrían bene-
ficiarse de terapias del humor iniciadas por el profesional de la salud. Aquellos
que no se sienten motivados para hacer ejercicio porque “requiere demasiado
trabajo” quizás puedan dejarse tentar por la “risoterapia” (Buxman, 1991b,
pag.16)
Algunos casos individuales sugieren que el humor puede tener un efecto
positivo sobre las enfermedades. Norman Cousins (2000) declaró que el uso del
humor le ayudó a superar una poco común enfermedad degenerativa, espon-
dolitis anquilosante. Repitió su propio experimento personal de emplear el
humor y las emociones positivas para combatir la enfermedad varios años des-
pués cuando sufrió un ataque al corazón (1983). En ambos casos, Cousins sos-
tenía que las emociones positivas, y en particular el humor, le ayudaron a supe-
rar estas patologías graves.
Existen numerosos auto-informes en la literatura popular que atribuyen
beneficios al humor y la risa. Un ejemplo es el de la viuda de ochenta años de
edad que explica “Me olvido de mi misma cuando puedo reír con alguien o de
alguien. Un buen chiste me ayuda a sentirme mejor. Puedo olvidar que sólo
vivo con las pastillas” (Esper, 1989).

MAIOR 47
El humor y el bienestar en las intervenciones clínicas

Las pruebas empíricas están comenzando a demostrar que el humor efecti-


vamente puede ser beneficioso para la salud personal. ¿Como pueden usar esta
información los profesionales de la asistencia sanitaria en beneficio de sus
pacientes?

USOS ADECUADOS

Según Robinson (1970), el humor sirve una multitud de objetivos en las


situaciones de enfermería que pueden aplicarse a todos los profesionales de la
asistencia sanitaria:
1. Establecer relaciones interpersonales cálidas.
2. Aliviar la ansiedad, el estrés y la tensión.
3. Liberar enojo, hostilidad y agresión de un modo socialmente aceptable.
4. Evitar o negar sentimientos demasiado dolorosos o demasiado difíci-
les de soportar en el momento.
5. Facilitar el proceso de aprendizaje (pags. 1065-1066).
Pueden encontrarse en la literatura diversos ejemplos anecdóticos de cómo
los enfermeros y enfermeras emplean el ingenio y el humor (Hardesty, 1996;
Londres, 1995). Sin embargo, las descripciones del humor como intervenciones
planificadas son muy escasas (Leigh, 1981; Robinson, 1977), y las intervenciones
con los pacientes de enfermedades mentales son aun más difíciles de encontrar.
Lentamente, los profesionales de la asistencia sanitaria están comenzando a
reconocer la importancia de incluir el humor en la asistencia a sus pacientes. “El
humor es una de las necesidades básicas humanas que los enfermeros y enfer-
meras deben considerar cuando evalúan, planifican e implementan la asisten-
cia” (Ferguson y Campinha-Bacote, 1989).
Existen algunos auto-informes de profesionales que emplean el humor al
cuidar de sus pacientes. Un ejemplo es el de una enfermera que utilizaba el
humor en la asistencia con un paciente que sufría una otitis grave. Consideraba
que el estado emocional del paciente era importante para su recuperación. Para
reducir el estrés y los nervios que ella creía podían interferir con la eficacia de
la medicación, le leyó cuentos de Woody Allen. Su regocijo al oír los cuentos
redujo los nervios del paciente, aunque no pudieron verificarse los beneficios
fisiológicos (Cousins, 1990).
Otro ejemplo es el de la enfermera que cuidaba de una paciente en estado
grave que se encontraba aislada en una habitación propia. Esta última se había
sometido a operaciones quirúrgicas importantes para extirpar varios tumores
cancerígenos de su útero, vagina e intestino. Sufría diversas complicaciones, se

48 MAIOR
El humor en el tratamiento de los enfermos mentales

encontraba deprimida y rechazaba cualquier tratamiento. Cuando la enferme-


ra se disponía a entrar en la habitación de la paciente, tuvo una idea. Se pinto
unas uñas rojas en los guantes, una gran sonrisa en la mascarilla y rizos de pelo
en el gorro. Al verla entrar de esta manera, la paciente soltó una gran serie de
carcajadas. Preguntó a su enfermera, “¿Cómo sabías que tenía tantas ganas
de reír?”. Para esta paciente, el momento de la risa fue un momento decisivo de
cambio constructivo (Knight, 1990).

El uso de la terapia del humor con pacientes de enfermedades mentales

Según Warner (1984), los beneficios de la terapia del humor en un entorno


terapéutico incluyen una mayor congruencia, conciencia, catarsis, placer y
autoestima. Permite tratar temas estresantes de un modo seguro y socialmente
aceptable, sin miedo a las críticas. El humor permite disfrutar del yo y de los
otros, y nos ayuda a superar y a obtener una sensación de control sobre los pro-
blemas mediante la risa.
La creación y el disfrute del humor puede sufrir alteraciones en pacientes
que padecen trastornos afectivos. Nussbaum y Michaux (1963) han estudiado
la capacidad de dieciocho pacientes con depresiones neuróticas y psicóticas
para apreciar el humor, y encontraron que existía una relación positiva entre la
apreciación del humor y las observaciones clínicas de mejora en la depresión.
En los trastornos depresivos graves, existe una profunda sensación de tris-
teza, alteraciones en el sueño y la dieta, pérdida de concentración, un reducido
interés en las actividades diarias, pensamientos suicidas, lentitud psicomotora
y delusiones depresivas. En estos pacientes la creación, apreciación y disfrute
del humor prácticamente cesan (Haig, 1988).
Según Haig (1988), algunos de los aspectos típicos de los episodios depresi-
vos se invierten durante los episodios maníacos o hipomaníacos. En este último
grupo de pacientes, el estado de ánimo se alza y da lugar a aires de grandeza y
seguridad en uno mismo acompañados por un torrente de ideas, palabras y acti-
vidad. Los pacientes maníacos a veces muestran un exceso patológico de humor,
bromas y risa que indica una degradación de los sistemas normales de control
del pensamiento, del habla y del comportamiento social. Darby (1991) describió
su encuentro con un paciente bipolar durante una fase maníaca. Mientras que
Darby hablaba con un compañero en el pasillo, el paciente se acercó a Darby,
repitiendo su nombre una y otra vez: Mark, Mark, Mark, Mark, Mark. Entonces
se echó a reír, explicándole que parecía “un perro con un defecto del habla”1.

1. NT: En inglés, la trascripción del sonido que hacen los perros al ladrar se escribe “bark”.

MAIOR 49
El humor y el bienestar en las intervenciones clínicas

En un primer momento, los individuos hipomaníacos pueden parecer diver-


tidos, llenos de ingenio, ideas y chistes, y realizando payasadas sin darse cuen-
ta, en apariencia, de su comportamiento social poco adecuado. Algunos cómicos
y payasos de gran éxito tienen rasgos de personalidad hipomaníacos o incluso
un trastorno crónico hipomaniaco de baja intensidad, y emplean sus ideas, pala-
bras y comportamientos desinhibidos para entretener a los demás en el plano
profesional. En otros momentos, sin embargo, estos cómicos pueden tener que
retirarse del escenario cuando sufren un episodio depresivo (Haig, 1988).
Los pacientes con esquizofrenia crónica pueden exhibir un sentido del
humor reducido. Algunos pueden encontrarse en un estado de depresión cró-
nica, aunque otros mantienen un ingenio psicótico afilado. Existen diversas
manifestaciones del humor en las esquizofrenias. Haig opina que durante un
episodio esquizofrénico agudo, no suele observarse una apreciación del humor
normal. Aunque un observador puede ver las asociaciones incongruentes del
esquizofrénico como una especie de humor peculiar, es difícil que el paciente
pueda valorar sus propios procesos mentales y descubrir el humor que en ellos
pudiera encontrarse (Haig, 1988).
Cuando deciden utilizar el humor como intervención, los profesionales de la
salud deberían recordar que el objetivo del humor es la terapia. El uso del humor
nunca debería surgir de la agresividad, la hostilidad o la frustración hacia el
cliente (McNary, 1979). Ritz y Goldkuhle (1995) van más lejos al sostener que
los enfermeros deben poner en primer lugar las necesidades del paciente o
cliente al tomar la decisión de emplear el humor y al escoger el tipo de humor
más apropiado. Los profesionales deben determinar si el humor que deciden
emplear será beneficioso para el paciente o para sus propias necesidades psico-
lógicas (pag.134).
Hageseth (1992) identificó cuatro elementos necesarios para usar el humor
con éxito: tipo de relación, estado de la relación, entorno y momento.
Personalmente suelo reducir estos elementos a tres: relación, entorno y momen-
to (Buxman, 1998). Es preciso conocer a la persona con la que queremos aplicar
una intervención humorística. Debe existir un cierto grado de armonía psicoló-
gica. Cualquiera que observe el humor pertenece al entorno, aunque no perte-
nezca al público objetivo. Es importante no introducir el humor en medio de una
tarea que requiere una concentración plena. En plena crisis, el humor puede
verse como una distracción, más que como algo que reduzca las tensiones.
Un ejemplo es el caso que me contó un supervisor de enfermería de un gran
hospital. Durante sus rondas nocturnas, se dio cuenta que algunos de sus com-
pañeros disimulaban risitas al verla. Nadie quería explicar la razón de las risas,

50 MAIOR
El humor en el tratamiento de los enfermos mentales

dejándola perpleja. Al final de su turno, cuando colgó su bata en un perchero


en su oficina, la descubrió.

Alguien había pegado una pegatina en la parte de atrás de mi bata al principio de mi


turno. Decía “No tengo casa. Ofrezco trabajo a cambio de alimentos”. Normalmente
me habría parecido muy divertido, pero esa noche había trabajado con un paciente
y su familia que realmente no tenían casa donde cobijarse al dejar el hospital. Sé que
habrían visto la pegatina cuando dejé la habitación. Aun me se me revuelven las
tripas cada vez que me acuerdo. (comunicación personal)

Aunque habían establecido una cierta relación de cercanía en sus papeles de


enfermera y paciente, el paciente y su familia desde luego no eran el público al
que iba dirigida esta broma. Sin embargo, al ver la nota se convirtieron en parte
del público. La tensión del paciente era alta porque se le iba a dar de baja sin
tener a donde ir, y por este motivo el momento en que se le presentó esta broma
fue pésimo. El resultado: tanto la enfermera como el paciente se sintieron fatal.
Cuando se descuida cualquiera de los elementos que contribuyen al éxito del
humor, las posibilidades de que el humor resulte terapéutico se reducen; y
cuanto más se descuiden, menos terapéutico resultará.
Aunque actualmente es muy escaso el uso del humor como método de inter-
vención en la mayoría de las áreas de la asistencia sanitaria, existen maneras de
multiplicar las oportunidades para producir el humor. Dado que continuamen-
te interrogo a los profesionales de la salud sobre su uso del humor terapéutico,
a menudo escucho que faltan tiempo, recursos y una sensación de seguridad
para iniciar el humor. Si se emplea un poco de creatividad, se recuerdan los ele-
mentos del humor eficaz y se practica para obtener los resultados deseados,
mejoran enormemente las posibilidades de producir humor terapéutico. A con-
tinuación ofrezco una lista de técnicas humorísticas que pueden emplearse con
pacientes con problemas de salud mental:

1. El profesional de la asistencia sanitaria y los pacientes pueden contarse


episodios de su vida en los que hicieron el ridículo. Este método es muy útil
como ejercicio para “romper el hielo” en grupos (Buxman, 1991b; Paquali,
1995). Por ejemplo, yo cuento la historia anterior sobre los dos zapatos izquier-
dos. Otra persona entonces recuerda la escena en la que volvió de los servicios
con la cremallera abierta. Una tercera cuenta que una vez en la cola del super-
mercado se le cayeron las bragas hasta el suelo. El resultado típico es la risa
espontánea hacia algo que anteriormente causó vergüenza. Keller (1984) opina
que este ejercicio vale la pena incluso si no proporciona más que un alivio cómi-
co, ya que el alivio es una respuesta beneficiosa cuando la persona se siente

MAIOR 51
El humor y el bienestar en las intervenciones clínicas

abrumada. Este tipo de experiencias permiten a la gente bajar las defensas por
un momento y reconocer que somos todos humanos.
2. Los profesionales de la enfermería pueden ayudar a los pacientes a recor-
dar momentos de la infancia divertidos (Buxman, 1991b; Keller, 1984; Pasquali,
1995). Algunos pacientes recuerdan los eventos agradables de su infancia con
facilidad. Otros necesitan más ayuda para recuperar memorias olvidadas.
Pueden realizarse diversos ejercicios para revivir estas bellas experiencias. Un
ejemplo es una visualización guiada en la que los pacientes cierran los ojos, rea-
lizan algunos minutos de relajación muscular progresiva y luego se visualizan
como niños. Frases como “Imagínate como un niño...vuelve ahora a tus más
tempranas memorias de la infancia... estas sonriendo... ¿por qué sonríes?” pue-
den facilitar la visualización de experiencias felices de la primera infancia. Se
puede animar a los pacientes a que traten de recordar las situaciones con el
máximo de detalle sensorial. Keller (1984) ha comprobado que este ejercicio es
más que una experiencia agradable. Puede conseguir la relajación necesaria
para la auto-aceptación. Una advertencia: Los ejercicios de visualización no
deberían emplearse con individuos que experimentan episodios de psicosis. Es
importante mantener a estos pacientes concentrados en el presente y en con-
tacto con la realidad (Buxman, 1991b).
3. Otro ejercicio que encuentro útil para recuperar memorias agradables de
la infancia y provocar la risa es la terapia de memoria dirigida a los juegos y
juguetes de la infancia. En un entorno de cuidados intensivos, durante una
sesión de terapia con un grupo mixto que incluía a varios pacientes con esqui-
zofrenia crónica, tuve la oportunidad de observar los beneficios terapéuticos de
humor que producía este ejercicio. Mientras que los otros miembros del grupo
estaban recordando sus juegos y experiencias favoritas de la infancia, George,
un esquizofrénico de cuarenta y seis años, de repente se puso a hablar. George
era un hombre gigantesco que medía casi dos metros y cuyo gran abdomen col-
gaba por encima de sus vaqueros. Normalmente solía quedarse al margen de
toda discusión, con la boca entreabierta, su pelo desordenado y una barba poco
arreglada, mostrando una emotividad muy plana. Sus comentarios, poco fre-
cuentes, normalmente resultaban tan fuera de contexto que nadie conseguía
entender qué es lo que quería decir. De repente, con una poderosa voz grave,
comenzó a recitar el guión de un viejo programa de radio:

–Eh, Paco, ¿no tienes un chalé?


–Que va, Francis, qué voy a tener yo un chalé. ¿Tienes tú un chalé o qué?
–Si, tío, me he comprado un chalé que no veas. Un chaleco”.2

2. NT: El original en inglés es un juego de palabras parecido entre “lion” y “dandylion”.

52 MAIOR
El humor en el tratamiento de los enfermos mentales

Al terminar este chiste, George dejó caer su cabeza hacia atrás, sonrió de
oreja a oreja y comenzó a reír desde las profundidades de su descomunal barri-
ga. Los demás del grupo se desternillaron de risa. La intervención de George
fue tan inesperada, tan poco probable y tan divertida que los miembros del
grupo literalmente acabaron cayéndose de las sillas con las convulsiones de la
risa. Desde algún lugar profundo, una agradable memoria infantil se había
desatascado y a partir de ese momento George siguió interactuando con los
otros miembros del grupo a lo largo de la sesión.
4. Contar chistes es una habilidad que tanto los profesionales de la salud
como los pacientes pueden desarrollar (Buxman, 1991b; Pasquali, 1995). Según
McNary (1979), contar chistes “puede ser tan revelador como cualquier otro
género comunicativo –la mirada, el silencio, el tacto o la verbalización”
(pag.228). Para poder contar bien un chiste, hay que practicarlo al menos siete
veces. La enfermedad puede limitar la habilidad de algunos individuos para
entender el aspecto abstracto de ciertos chistes. Sin embargo, a pesar de sus
limitaciones, pueden aun disfrutar con la oportunidad de reír y de sentirse
aceptados socialmente (Buxman, 1991b). A un joven en un ala de cuidados
intensivos le gustaba intercambiar insultos jocosos. Durante un desayuno, un
grupo de su mesa se había preparado una serie de chistes del género “tu
mamá...”, y el resultado fue el siguiente diálogo:
–Tu mamá es tan gorda que cada vez que se da una vuelta ya es su cumpleaños.
–Tu mamá es tan fea que tienen que atarle unas chuletas al cuello para que el perro
juegue con ella.
–Tu abuela es tan vieja que cuando le dijeron que se comportara acorde con su edad
–¡se murio!”.

5. La poesía es otro medio para introducir humor en un grupo (Buxman,


1991b). Keller (1984) sugirió tres tipos de poesía especialmente adecuados a los
entornos terapéuticos: el verso libre, los limerick (poesía humorística de cinco ver-
sos) y los haiku (poesía minimalista japonesa). De estos tres, los limerick son los
que mayor efecto humorístico provocan gracias al absurdo. Es posible que el
grupo componga un limerick de forma colectiva. Primero el profesional de la
salud pide el nombre de una persona y dos palabras que rimen con él (por ejem-
plo, Andrés, Francés, Inglés) y las escribe en una pizarra o en un papel. Entonces
pide otras dos palabras que rimen (ej: día, fría). Los miembros del grupo hacen el
resto. Por ejemplo:

Un joven llamado Andrés


Decía que era Francés.
Hasta que un buen día

MAIOR 53
El humor y el bienestar en las intervenciones clínicas

Tras una ducha fría


Decidió “Oh my God, Soy Inglés”.3

Keller (1984) sugiere que el ritmo de los limerick puede ayudar a estructurar a
los pacientes psicóticos, aunque el objetivo principal es divertirse y al mismo tiem-
po reducir el trauma de la hospitalización. Sea cual sea la forma, la poesía puede
ser un vehículo para la comunicación. Permite a los pacientes airear y expresar
sentimientos que de otra manera pueden permanecer atrapados en el interior.
6. Las viñetas cómicas puede emplearse como una herramienta para utili-
zar el humor con pacientes mentales crónicos (Buxman, 1991b; Pasquali, 1995).
El profesional de la salud puede pedir a los pacientes que recorten y traigan una
tira cómica que les haya gustado a la sesión de grupo. En el caso de pacientes
con funciones más reducidas, el/la profesional puede ayudarles a seleccionar y
recortar la tira cómica. Estas tiras pueden ser la base de una discusión sobre por
qué a cada uno le gusta su tira, cómo se relaciona con ella y hasta que punto
puede aplicarse a su propia situación.
7. Keller (1984) ha utilizado un método bastante original de terapia del
humor: la galleta de la fortuna4. En una sesión con un grupo de pacientes muy
reprimidos, Kelly comenzó repartiendo unas galletas de la fortuna. Cada miem-
bro del grupo leyó su fortuna en voz alta. El resultado fue un gran concierto de
carcajadas y una discusión animada. El factor clave en este rompehielos no fue
el hecho de leer estas predicciones sino lo anormal del método del terapeuta,
su disponibilidad para jugar y su simpatía.
8. El uso de discos, cintas audio y videocasetes cómicos es otro método que
pueden usar los profesionales de la salud para aplicar la terapia del humor
(Buxman, 1991a; 1991b; Darby, 1997; Pasquali, 1995). Keller (1984) utilizó estos
materiales para facilitar una reacción espontánea y luego pidió a los miembros
del grupo que reflexionaran sobre los sentimientos que experimentaron en el
momento culminante de su risa. Preguntas como “¿Qué sensaciones te provo-
ca la risa?” o “¿Es la risa algo agradable? ¿En qué sentido?” pueden servir para
descubrir el impacto subjetivo del humor en el paciente.
9. Los juegos no competitivos, como aquellos que presentan Weinstein y
Goodman en su libro Playfair (1980) pueden ser útiles en la terapia del humor
(Buxman, 1991b; Pasquali, 1995). Estos juegos ayudan a romper el hielo y
aumentar la comunicación entre los pacientes de una manera divertida.

3. NT: El original es otro limerick totalmente distinto.


4. NT: En los restaurantes Chinos de EE.UU., al final de la comida se reparten unas “galletas de la for-
tuna”. Cada galleta contiene en su interior un papelito que predice el futuro del comensal.

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El humor en el tratamiento de los enfermos mentales

Dado que los juegos no son competitivos y todos acaban ganando, fomentan
también la auto-estima.

PRESENTACIONES CLÍNICAS

1. Mientras que trabajaba como enfermera clínica en un programa de volun-


tariado para pacientes mentales crónicos conocí a Jill, una mujer de treinta años
diagnosticada como esquizofrénica crónica que siempre estaba buscando ser el
centro de atención de los enfermeros y de sus compañeros. Cuando dos o más
del personal sanitario iniciaban una conversación, era típico que Jill interrum-
piera diciendo, “¿Sabes qué? ¿Sabes qué? ¿Sabes qué?”5. La respuesta habitual
de los enfermeros era responder firmemente “Jill, nos estás interrumpiendo.
Vuelve a tu sitio”. Un día estaba hablando con una enfermera, Jill apareció en
seguida con su frase de siempre, “¿Sabes qué? ¿Sabes qué? ¿Sabes qué?”.
Sonriendo, le dije “No, pero conozco a su hermano, Quien”6. Jill me miró con
una cara de desconcierto. “¿De qué hablas?”. Mi colega sonrió y le dijo, “Jill, se
trata de una broma” e intentó explicarle el chiste lo mejor que pudo. Jill sonrió
en respuesta y dijo “¿Sabes qué? ¿Sabes qué? ¿Sabes qué?”. Mi colega respon-
dió “No, pero conozco a su hermano, Quien”. Jill sonrió y preguntó, “¿De quien
hablas?”. Una vez más intentamos explicar la broma en términos sencillos y
concretos. Jill lo intentó una vez más. “¿Sabes qué?”. Y yo respondí “No, pero
conozco a su hermano, Quien”. Jill sonrió, me apunto con el dedo a la cara y me
dijo “¡Maldita seas!”. Con estas palabras, las tres rompimos a reír a carcajadas.
Aunque Jill no llego a entender el lado abstracto de este chiste, estaba muy con-
tenta de verse incluida en un intercambio socialmente aceptable.
2. Durante una sesión de terapia de grupo en una unidad de cuidados
intensivos, uno de los pacientes, Joe, quiso compartir un par de sus chistes favo-
ritos conmigo mientras que varios otros pacientes escuchaban:

Tengo un amigo que tiene un problema con la bebida, ¿sabes? Y cuando le vi un día
tenía las dos orejas “fritas”. Le pregunté a mi amigo:
–Ken, ¿que diablos te ha pasado en las orejas? ¿Estás bien?
Me dijo que había bebido demasiado hacía algunas noches y sonó el teléfono. Por
equivocación cogió la plancha de su mujer en vez del teléfono.
–Eso explica una oreja– le dije –pero ¿qué pasó con la otra?
–Es que volvieron a llamar– respondió.

5. NT: En inglés: “You know what? You know what? You know what?”
6. NT: “No, but I know his brother, Who”. El chiste funciona en inglés porque el verbo “know” (cono-
cer) tiene dos sentidos: saber algo y conocer a alguien.

MAIOR 55
El humor y el bienestar en las intervenciones clínicas

Es interesante fijarse en la reacción que provocó este chiste en otra paciente.


Estaba muy preocupada por el amigo y le preguntó si estaba bien. Joe puso cara
de perplejo y dijo “Era un chiste, ¿no lo ves?”. Por la expresión confusa de ella,
estaba claro que no lo había entendido. Entonces se puso a contar otro chiste.

Un hombre entra en un bar con una oca bajo el brazo y dice al camarero:
–Dame una bebida.
El camarero se da la vuelta y dice:
–Vaya cerdo ¿no?
–No es un cerdo, es una oca– dice el hombre.
–Estaba hablando con la oca– responde el camarero.

Después del segundo chiste, el grupo entero rompió a reír. Creo que sólo
algunos pocos lo entendieron, pero querían sentirse parte de la interacción
social. Joe me confesó que tenía “un millón” de chistes y que el humor era muy
importante para él, ya que le ayudaba a superar los momentos difíciles.
Entonces empezó a contarme sus problemas con el alcohol. Me pareció intere-
sante que el alcohol era un tema recurrente en ambos chistes. Parecía su mane-
ra de introducir un tema muy sensible o tabú.
3. Warner (1984) sugiere dar a los pacientes tareas humorísticas para las
sesiones de terapia, como escoger un chiste que les gusta o les disgusta, un chis-
te que les parece ofensivo, un chiste que les parece gracioso, etc. Al compartir
estos “deberes” en las sesiones de terapia, a menudo resultan iluminadores y
pueden también provocar comportamientos espontáneos.

Una tarde, mientras que trabajaba en el programa de voluntarios que men-


cioné anteriormente, pregunté a un grupo de pacientes mentales crónicos que
compartieran con nosotros sus chistes favoritos. Kim declaró que no conocía
ningún chiste. Las enfermeras a menudo trabajan para ayudar a reforzar las
aptitudes sociales de los clientes con problemas, de manera que parezcan más
aceptables socialmente cuando vuelvan a su comunidad. Dado que considero
el arte de contar chistes como una aptitud social básica, intenté enseñárselo a
Kim. Comencé con un chiste que me pareció muy sencillo:

–Toc Toc
–¿Quién es?
–Café.
–¿Café quién?
–Toc Toc
–¿Quién es?
–Café.

56 MAIOR
El humor en el tratamiento de los enfermos mentales

–¿Café quién?
–Toc Toc
–¿Quién es?
–Té.
–¿Té quién?
–Te creías que iba decir café, ¿no es así? 7

En seguida me di cuenta que este chiste era demasiado complejo para Kim,
ya que era capaz de deformarlo de mil maneras impensables. Sin rendirme ante
este obstáculo, lo intenté con otro chiste de Toc-Toc que me pareció más senci-
llo. Desafortunadamente, el chiste se basaba en los “yodel”, un estilo de canto
tirolés que Kim desconocía, y por lo tanto no le gustó. Finalmente probé con
un tercer chiste de este estilo que a Kim le encantó. Con un poco de ayuda
y de práctica, al final pudo contar bien el chiste a otro miembro del personal.
Pensando en ello, creo que Kim se benefició más de la interacción positiva, de
la risa y de la reducción en la distancia social (entre el cliente y el miembro del
personal) que del mismo aprendizaje de la aptitud de contar un chiste.

RESUMEN

En mi opinión, el empleo del humor como intervención planificada con


pacientes que sufren enfermedades mentales ofrece numerosos beneficios tera-
péuticos. En este capítulo se han discutido beneficios fisiológicos, psicológicos,
sociales y comunicativos. Tampoco se deben menospreciar los beneficios del
humor para las enfermeras u otros profesionales de la salud (Buxman, 1991a,
1991b; Darby, 1996; Keller, 1984; Pasquali, 1995). El humor como fuente de rege-
neración del terapeuta es una función legítima de esta terapia. Trabajar con un
grupo de clientes cuyo progreso es a menudo difícil de valorar puede resultar
agotador y llevar al profesional a sufrir burnout si no se regenera periódicamen-
te. Creo que el humor puede aportar la energía necesaria tanto al paciente como
al profesional de la salud, y puede ayudar a este último a mantener su equilibrio.
Sullivan y Deane (1988) mencionan cinco áreas potenciales que requieren
mayor estudio con relación al humor orientado a la tercera edad. Creo que
todas ellas pueden aplicarse también al humor que se emplea con pacientes
que sufren enfermedades mentales:

7. NT: El juego de palabras original en inglés es distinto (Banana/Orange you glad I didn’t say bana-
na?). Este chiste pertenece a un género muy conocido de adivinanzas infantiles en el contexto anglosajón,
las “adivinanzas Toc-Toc” (Knock-Knock jokes).

MAIOR 57
El humor y el bienestar en las intervenciones clínicas

1. Identificación de cualquier cambio a nivel funcional o de flexibilidad cognitiva que


puede observarse a partir de una mayor exposición al humor.
2. Desarrollo de herramientas para valorar el humor.
3. Identificación de variables y obstáculos del entorno que afectan la generación espon-
tánea del humor, especialmente en ambientes institucionales.
4. Exploración de las diferencias entre los efectos del humor de grupo y de pareja sobre
la salud mental.
5. Exploración de los contextos y particularidades del entorno que resultan favorables
y desfavorables para el uso terapéutico del humor. (pag.22)

Se están dando pasos importantes en el ámbito del empleo del humor como
intervención terapéutica. Aun hay mucho por hacer, sin embargo, especialmen-
te en cuanto a las maneras de emplear el humor como intervención terapéutica
con los enfermos mentales. Aunque resulta un desafío de enormes proporciones,
nunca ha habido en mi opinión un momento más emocionante para trabajar en
el ámbito de la asistencia sanitaria. Las contribuciones que los profesionales de
la enfermería pueden hacer en este campo son realmente impresionantes.

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MAIOR 61
Un sistema de auto-mejoramiento
en competencias emocionales para
el crecimiento personal y su más
fácil absorción mediante el humor
Waleed A. Salameh

3
Yendo más allá de lo ya conocido en la teoría psicológica y directamente al núcleo de lo que cons-
tituye el funcionamiento humano más sano, Waleed A. Salameh realiza una original contribu-
ción en el campo de la terapia con un artículo que examina la adquisición de competencias como
un aspecto importante del trabajo terapéutico y del desarrollo personal, especialmente cuando la
adquisición de competencias emocionales sanas se ve facilitada por el humor. En este capítulo, el
Dr. Salameh presenta su nuevo modelo, el Sistema de Auto-Mejoramiento en Competencias
Emocionales (Emotional Skills Self-Improvement System o ESSIS), que puede emplearse para
ayudar a las personas a obtener una motivación constructiva y competencias vitales que les lle-
ven al éxito. Para fomentar la adquisición de competencias, ESSIS emplea como su recurso prin-
cipal los cuentos y parábolas humorísticas de distintas culturas. Estos cuentos de sabiduría risue-
ña forman un cordón umbilical humorístico que unifica a la humanidad a través del tiempo.

Lo que dejamos atrás y lo que tenemos por delante son algo insignificante en comparación con
lo que se encuentra dentro de nosotros.
Oliver Wendell Holmes

Muchos profesionales de la salud mental estarán de acuerdo con la idea de


que las intervenciones eficaces en la psicología y las relaciones humanas tratan
de producir cambios positivos en la comunicación intrapersonal e interpersonal.
La cuestión central, entonces, es la siguiente: ¿Cuales son los elementos formati-
vos que moldean estos cambios constructivos y cómo pueden implementarse?
El objetivo de este capítulo es presentar el Sistema de Auto-Mejoramiento en
Competencias Emocionales (ESSIS) desarrollado por el autor, dado que iden-
tifica un núcleo de competencias emocionales consideradas esenciales para el
éxito personal y emocional. En segundo lugar, el capítulo presentará una serie
de métodos metafóricos y humorísticos que pueden fomentar la adquisición de
estas competencias.

MAIOR 63
El humor y el bienestar en las intervenciones clínicas

La vida no siempre nos trata bien. Más allá de las guerras que inundan el
escenario externo de la historia humana, otras guerras cruciales se libran en el
escenario interno de nuestro teatro psicológico. Se nos presentan por doquier
desilusiones, pérdidas, muertes, errores y una infinidad de otras tragedias per-
sonales. Nadie es inmune a las afiladas espadas de Damocles que la vida cuel-
ga sobre nosotros. Cuando abrimos nuestros ojos y vemos el mundo por pri-
mera vez, la mayoría de nosotros contamos con un reducido equipaje emocio-
nal que nos pueda preparar para las batallas internas en las que sin duda debe-
remos luchar. Con el sentido del humor como nuestro más fiel aliado y refugio
perpetuo, nos aventuramos por las junglas amazónicas de la vida en busca de
la aceptación, el amor, el sentido personal y el contacto interpersonal. Siguiendo
el anhelo de crecer en el auto-entendimiento y en la comunicación con los
demás, partimos en una odisea psicológica para la que no existen mapas.
Mi propia búsqueda de un mapa fue evolucionando mientras comenzaba a
trabajar en varios entornos clínicos y hospitalarios y continuó cuando inicié una
práctica privada clínica y de consultoría. Al adentrarme en ambientes de for-
mación empresarial y coaching ejecutivo, tuve la ocasión de conocer a indivi-
duos que trabajaban en los entornos humanos más dispares. Paulatinamente
entendí que las necesidades humanas trascienden las categorías. Aprendí que,
sea como llamemos a las personas con las que trabajamos, los individuos pare-
cen buscar competencias emocionales esenciales y generales para afrontar
situaciones llenas de matices personales pero que en definitiva son parecidas.
La canción de la existencia humana resuena en todas las personas, aunque su
melodía la puedan cantar muchas voces distintas en contextos diversos. Todos
aspiramos al bienestar e huimos del malestar en sus distintas encarnaciones.
Todos anhelamos ser menos conflictivos, sentirnos más amados y apoyados y
tener éxito. Cuando nos volvemos más conscientes de nuestras opciones, nor-
malmente escogemos el auto-desarrollo. El Sistema de Auto-Mejoramiento en
Competencias Emocionales (Salameh, 1995a, 1997, 1998) ofrece una estructura
para facilitar la navegación por los mares emocionales de la vida. ESSIS puede
aplicarse en cualquier entorno, sea personal, clínico u organizacional, en el que
los individuos aspiren a obtener niveles más altos de eficacia emocional intra-
personal e interpersonal. Puede emplearse en la psicoterapia individual, de
grupo y de familia, en cursos de formación dirigidos hacia el bienestar y el cre-
cimiento personal, y también en el coaching de competencias emocionales en
entornos empresariales y organizacionales. En este sentido, el sistema de for-
mación en competencias emocionales descrito en este capítulo permite un
ámbito de aplicación múltiple.

64 MAIOR
Un sistema de auto-mejoramiento

Dado que el concepto del humor proviene de la raíz latina humere o hume-
dad, ofrece la tierra fértil y húmeda que nutre las semillas del cambio cons-
tructivo. El modelo ESSIS por lo tanto emplea el humor para facilitar la absor-
ción de las competencias emocionales del sistema por parte de los participan-
tes. Las herramientas humorísticas utilizadas en este capítulo son parábolas
Zen y Sufi, cuentos populares, proverbios y aforismos. Tanto la tradición Zen
como la Sufí emplean el humor como un vehículo directo para provocar el cam-
bio humano. Los maestros Zen y Sufi a menudo cuentan parábolas cómicas
para sorprender a sus estudiantes, contrarrestar la obsesión de los discípulos
con la racionalidad y mostrar el camino hacia la iluminación. En el sufismo, al
querido Mulla Nasruddin (que también puede llamarse Hodja, Joha o Bohlul,
según el contexto histórico o la cultura en la que se cuenta el cuento) se le iden-
tifica como el símbolo del cambio. Existen cientos de historias sobre las refres-
cantes y divertidas opiniones y las actitudes de Joha hacia una infinita variedad
de temas. Se le presenta como un loco sabio, el payaso de la verdad, un mala-
barista de las realidades, quizás no muy distante de la figura del terapeuta
humorístico.
Las otras fuentes de sabiduría cómica que he explorado son los valiosos
cuentos, aforismos y proverbios populares que existen en todas las culturas.
Todas las sociedades conocidas por la humanidad poseen un tesoro de conoci-
miento tradicional. Este conocimiento, de libre uso y disfrute, consiste de cuen-
tos, aforismos, dichos y proverbios humorísticos que la cultura considera medi-
cina emocional orgánica para sanar y suavizar los problemas que sus miembros
se van encontrando. Estas fuentes de conocimiento son regalos de valor incal-
culable que nos han legado nuestros antepasados comunes. Sus beneficios rege-
nerativos son equivalentes a un gesto compasivo intergeneracional, un guiño
de complicidad y aprobación que nuestros mayores nos hacen a través del tiem-
po y del espacio. Como las plantas sanadoras del bosque tropical, estos cuentos
y aforismos son parte del equipo de supervivencia de la humanidad, un com-
ponente precioso e irremplazable de nuestra herencia humana. Son símbolos
del anhelo humano de la armonía y de la sanación de los males. Representan
esquemas emocionales sanos que apelan a la búsqueda humana de los para-
digmas de la seguridad, la síntesis, la resolución y la catarsis. Facilitan las tran-
siciones que al principio resultan inaceptables y anuncian las nuevas estaciones
y momentos de cambio decisivo. Son ladrillos con los que podemos construir
un santuario para la auto-curación y la empatía. Por lo tanto, se utilizarán estas
fuentes de sabiduría humorística para facilitar e ilustrar cada una de las com-
petencias que componen el sistema ESSIS. En este sentido, el modelo ESSIS es

MAIOR 65
El humor y el bienestar en las intervenciones clínicas

un híbrido. El sistema transciende fronteras y orientaciones psicoterapéuticas,


va más allá de las clasificaciones particulares del estudiante y pone en funcio-
namiento recursos tomados de múltiples culturas y tradiciones.
La siguiente lista es un catálogo de las veintitrés competencias emocionales
de auto-mejoramiento que componen el modelo de formación ESSIS:

1. Afrontar el enfado
2. Entender y expresar sentimientos personales
3. Entender los sentimientos de los demás con empatía
4. Actuar para cambiar la propia vida
5. Deshacerse de la mente quejumbrosa
6. Jugar con los límites
7. Aceptar la estupidez y el caos
8. Aprender a autoanalizarse
9. Enlazar distintos eventos emocionales mediante los enlaces causales
10. Reconocer que nadie tiene el monopolio de la verdad
11. Respetar las fronteras en las relaciones
12. Construir soluciones prácticas
13. Ver las cosas desde la perspectiva más amplia
14. Desprenderse de la vergüenza
15. Llegar a un entendimiento con la familia
16. ¡Divertirse!
17. Resolver el trauma
18. Desarrollar el auto-cuidado emocional
19. Concentrarse en los problemas, no en la venganza
20. Superar el fracaso
21. Aprender a ser paciente
22. Recuperar la esencia
23. Gestionar los finales de manera productiva

En los apartados que siguen voy a describir cada una de estas habilidades
emocionales e ilustrar cómo su aprendizaje puede mejorarse empleando recur-
sos humorísticos concretos que pueden aplicarse en cada caso.

AFRONTAR EL ENFADO

La ira es un tema antiguo en la historia de la humanidad. Algunos la sienten


más que otros, pero muchos individuos a menudo experimentan algún tipo de
enfado o enojo en distintos grados. Sin duda existen suficientes razones para
estar enfadado, sin ir más lejos haber perdido el paraíso, recibir padres que no
elegimos, ser engañado por distintas personas en varios momentos y finalmen-

66 MAIOR
Un sistema de auto-mejoramiento

te tener que morir. Otras razones para enfadarse incluyen: los atascos, la devas-
tación que crean las adicciones a las drogas, el mundo injusto en el que vivimos,
el genocidio en Rwanda, la degradación del medio ambiente, o incluso ¡las lla-
madas a un Dios que no responde a sus llamadas! Razones psicodinámicas para
enojarse incluyen el enfado que provoca la autoridad, el enfado no resuelto por
la muerte de un ser querido, el enfado que provocan figuras paternas u otras
con las que aun tenemos asuntos por resolver, el enfado de que nos dejen y el
enfado que nos provoca todo el amor que anhelábamos y no recibimos. Siempre
que sea posible, debemos afrontar nuestro enojo reprimido expresándolo den-
tro del contexto específico al que pertenece sin caer en las trampas de la vio-
lencia, la mala educación o el sarcasmo. Cuando se procesa de la manera ade-
cuada, la ira es tan válida como cualquier otra de nuestras emociones para reve-
lar nuestra identidad emocional y lo que valoramos o no valoramos. Estas son
algunas ideas que nos pueden ayudar a entender y procesar el enfado:

1. “Tu lengua es tu caballo. Si lo cuidas, te cuidará. Si lo traicionas, te traicio-


nará” (Un proverbio para aquellos que les cuesta controlar sus arrebatos verbales).
2. “Los perros ladran pero la caravana continua” (Este proverbio se refiere
a la necesidad de escoger nuestras batallas. Al evitar involucrarnos en una
lucha con los perros pequeños que nos ladran por el camino, ahorramos ener-
gías para los contrincantes más importantes que nos esperan al llegar a nuestro
destino).
3. “En cuanto les digas que eres el pistolero más rápido del Oeste, lo pri-
mero que van a querer hacer es abatirte a tiros”. (Este dicho nos advierte con-
tra la arrogancia porque es la cerilla que enciende las llamas de la ira ajena).
4. A Joha le invitaron a la corte una mañana y pensó que debía llevarle un
regalo al rey. Recogió los mejores higos de su huerto, los dispuso en una ban-
deja de cobre y se los presentó al rey con una sonrisa. El rey se enojó con el rega-
lo pobre de Joha y ordenó a los guardas que arrojaran los higos sobre su cabe-
za. Cuando los higos cayeron como la lluvia sobre la cabeza de Joha, se echó a
reír como un loco. Al rey le intrigó esta reacción inesperada. Dijo a los guardas
que se detuvieran y preguntó a Joha por qué reía. Joha respondió: “Río por mi
suerte”. El rey preguntó “¿Cómo es que te sientes afortunado cuando te están
lanzando higos?”. Joha respondió, “¡Estoy dando gracias a Dios mil veces! ¡Verá,
mi primera idea fue de traerle granadas!” (Este cuento sirve para aquellos que
no pueden soltar su enfado porque llevan sus rencillas siempre encima a donde
quiera que van. El segundo mensaje del cuento es que debemos recontextuali-
zar nuestro enfado sobre una situación desafortunada y mirarla desde una
perspectiva más amplia).

MAIOR 67
El humor y el bienestar en las intervenciones clínicas

5. Un día el rey leyó a Joha algunos poemas que había escrito. Le preguntó
a Joha su opinión sobre los poemas. Joha dijo: “No me gustan”. El rey se sintió
ofendido y ordenó que se le metiera a Joha en la cárcel. Tres meses más tarde,
le soltaron a Joha de la cárcel y se le invitó a la corte para pasar la tarde. El rey
sacó algunos de sus nuevos poemas y comenzó a leérselos a Joha. Joha inme-
diatamente se levantó y se preparó para irse. El rey le preguntó a Joha a dónde
iba y Joha respondió inmediatamente: “¡A la cárcel!” (Esta historieta puede uti-
lizarse provechosamente con personas que se obstinan en negar su enfado,
incluso cuando está plenamente justificado).
6. “No puedes sanar la tierra árida bañándola en el fuego” o “No saltes de la
sartén al fuego”. (En muchos casos, la ira debe gestionarse en pequeñas dosis).

ENTENDER Y EXPRESAR SENTIMIENTOS PERSONALES

No puede progresarse en la psicoterapia o en la vida si las personas no son


capaces de entender, procesar y verbalizar sus propios sentimientos. A los estu-
diantes del ESSIS se les anima en primer lugar a tomar conciencia de lo que
sienten y en segundo lugar a describir sus sentimientos de una manera no dañi-
na y emocionalmente honesta.

1. Joha se fue a cazar y consiguió matar a un par de faisanes. Los desplumó,


los rellenó de arroz y nueces y los dispuso en una cacerola para cocinarlos sobre
un fuego lento mientras se fue a comprar el postre. Durante su ausencia, un
vecino se coló en su casa, robó los faisanes rellenos y los cambió por faisanes
vivos. Cuando Joha volvió, abrió la cacerola para ver como estaba su guiso y al
hacerlo los faisanes vivos de repente salieron volando por la ventana. Joha se
quedó atónito. Se arrodilló al suelo, alzó las manos hacia el cielo y exclamó:
“¡Dios mío, eres realmente capaz de grandes milagros! Se sabe que puedes
devolver la vida a los muertos. Lo único que me gustaría saber es esto: ¿Qué
demonios ha pasado con el relleno de arroz y nueces?”. (Vale la pena expresar
lo que sentimos, incluso cuando no recibimos respuesta. Decir lo que sentimos
reduce el estrés y permite que los demás sepan nuestro estado emocional).
2. “Si quieres tener un elefante, necesitarás cambiar el tamaño de la puerta
de tu casa”. (Este proverbio se utilizó una vez con un estudiante que había cam-
biado de un trabajo de oficina a uno de ventas. En su trabajo de oficina no tenía
que comunicarse mucho con los demás, y por lo tanto hacía su trabajo aislado
en su mesa, sin apenas relacionarse con otras personas. Sin embargo, al empe-
zar con el trabajo de ventas, la comunicación con los demás adquirió una

68 MAIOR
Un sistema de auto-mejoramiento

importancia vital. Por lo tanto necesitaba aumentar el volumen de su expresión


emocional. Había cambiado de trabajo sin cambiar el estilo ermitaño de traba-
jo al que se había habituado).
3. “No conozco todos mis significados y no me da miedo contradecirme”
(Esta cita de Walt Whitman puede utilizarse para enfatizar que no hace falta dar
razones para nuestros sentimientos. Toda persona tiene derecho a sentirse
como se siente y a momentos de confusión emocional intermitente, mientras
que esto no llegue a dañar o a abusar de los demás).
4. Un seguidor del Zen demasiado impaciente una vez preguntó a su maes-
tro Zen qué podía hacer para ser como el maestro y obtener la iluminación. El
maestro replicó: “Soy exactamente como tú. La única diferencia entre nosotros
es que cuando duermo, sólo duermo; cuando cómo, solo cómo; cuando río, sólo
río; y cuando voy al WC, ¡Solo voy al WC! (Esta parábola se utilizó con un ayu-
dante que mezclaba sus sentimientos, pasando de un sentimiento a otro muy
rápidamente. No podía mantener un sentimiento el suficiente tiempo como
para escucharse a sí mismo. El cuento le invitaba a reducir la velocidad y a con-
centrarse en un sentimiento a la vez para así poder sintonizarse con los mensa-
jes que le enviaba cada sentimiento).

ENTENDER LOS SENTIMIENTOS DE LOS DEMÁS CON EMPATÍA

Uno de los resultados que se espera conseguir con una intervención de cre-
cimiento personal es que los clientes aprendan el valor de experimentar y
comunicar la empatía hacia los demás. Entender y reflexionar sobre los senti-
mientos ajenos es un ingrediente crucial de cualquier interacción humana efi-
caz, ya que esta actitud acerca a las personas a pesar de sus distintos puntos de
vista. La empatía puede aprenderse de tres maneras. En primer lugar, puede
comunicarse mediante la propia empatía del guía hacia el cliente, de tal mane-
ra que este último experimente un proceso emocional correctivo a lo largo de la
intervención. En segundo lugar, una persona puede aprender la empatía pro-
gresivamente a lo largo de la vida cotidiana practicando las lecciones y las
intuiciones obtenidas en su trabajo de crecimiento personal. El tercer proceso
que permite a un cliente asimilar la empatía es lo que llamo “El método de Ed”.
El ex-alcalde de Nueva York Ed Koch se hizo famoso con su costumbre de
pasearse con los neoyorquinos por la calle y asaltarles con su célebre pregunta:
“¿Qué tal lo estoy haciendo?”. Si preguntamos a los demás “¿Qué tal lo estoy
haciendo contigo?” mejoramos el potencial de empatía mientras que nos vol-
vemos vulnerables y abiertos emocionalmente a las reacciones del otro. El inter-

MAIOR 69
El humor y el bienestar en las intervenciones clínicas

cambio que sigue, si ambos participantes se comportan con amabilidad, permi-


te aumentar considerablemente la comprensión y la empatía de todas las per-
sonas presentes.
Pueden emplearse proverbios e historias humorísticas en cada uno de estos
tres casos, según el objetivo e intención del terapeuta.

1. “Las rosas siempre desprenden parte de su perfume sobre las manos que
las regalan”. (Este memorable proverbio describe de manera elocuente el hecho
de que la empatía permite disfrutar de su perfume tanto al que la ofrece como
al que la recibe).
2. “Una palabra atenta puede distraer al burro del comer su paja”. (Este pro-
verbio se utilizó con un cliente egocéntrico al que resultaba difícil entender las
perspectivas ajenas. Temía que si sentía empatía con otra persona, esto signifi-
caría que estaba completamente de acuerdo con ella. Expliqué que la empatía
es un gesto de atención amable hacia otra persona, pero no significa que nece-
sariamente se esté de acuerdo con ella. Traté entonces de perforar su barrera
auto-protectiva con este divertido proverbio, y ella río de buena manera al
oírlo. Con el tiempo, aprendió progresivamente a relajar el puño cerrado que
asemejaba su actitud emocional.
3. Un vecino se acercó a la casa de Joha un día para quejarse sobre su mujer.
Al oír la queja, Joha dijo “Sin duda tiene razón, ¡estoy de acuerdo!”. Un poco
más tarde, la mujer del vecino pasó por ahí y se desahogó con Joha sobre su
marido. Joha escuchó atentamente, y luego dijo: “Señora, tiene razón, ¡estoy
completamente de acuerdo con usted!”. La mujer de Joha, que había observado
todo el episodio, se acercó y le preguntó: “¿Cómo pueden tener la razón los
dos? ¡No puedes estar de acuerdo con los dos!”. Joha respondío: “Bueno, que-
rida mía, ¡creo que tú también tienes razón!” (Este cuento ilustra que el corazón
de la empatía es lo suficientemente grande como para escuchar voces distintas
y aparentemente contradictorias).

ACTUAR PARA CAMBIAR LA PROPIA VIDA

Todas las palabras del mundo no pueden igualarse al poder de una acción
elocuente. El proceso de cambio avanza sólo cuando los individuos comienzan
a seguir sus intuiciones para cambiar sus vidas. Todos recibimos el mismo día
cada mañana. ¿Qué harás tú con tu día de hoy?

1. Trabajaba con un cliente que tenía un gran talento para teorizar sobre lo
que debería hacer para mejorar, pero nunca seguía ninguna de sus propias reco-

70 MAIOR
Un sistema de auto-mejoramiento

mendaciones. Compartí con él el comentario que un célebre maestro Zen hizo


una vez sobre las teorías: “¡Una tarta dibujada sobre un papel nunca puede qui-
tarte el hambre!”.
2. El rey, queriendo poner a prueba el conocimiento de Joha, le preguntó:
“¿Donde está el centro de la tierra?”. “Precisamente aquí, donde pisan mis
pies”, respondió Joha. “¿Cómo lo sabes?”, preguntó el rey. “Su majestad”, dijo
Joha, “si no me cree, empiece a medir”. (Este cuento se empleó con un pacien-
te que tenía miedo de lo que los demás dirían si actuaba de una u otra manera.
El cuento ilustraba que aquellos que ponen trabas a las acciones ajenas son inca-
paces ellos mismos de actuar cuando es preciso).
3. “¡Quítate del medio de tu propio camino!” (Esta prescripción Zen sirvió
para sorprender a una cliente que se quedaba atrapada en el vaivén de sus pro-
pios pensamientos. Desperdiciaba todas sus energías obsesionándose en vez de
actuando. Quería animarla a saltar al ruedo en vez de preocuparse tanto).
4. “Deja de ver a las personas como obstáculos”. (Este comentario se le hizo
a un cliente que se quejaba de diversos líos que había tenido con otras personas
que le “impedían” progresar. Decía que se quedaba parado porque los demás
no cooperaban con él. Le animé a dejar de ver a los demás como obstáculos e
imaginarles como puentes abiertos. Dejamos de trabajar juntos poco tiempo
después. Al cabo de unos meses, la misma persona me llamó. Me gritó: “Te
llamo desde mi móvil. ¡Sólo quería decirte que ya lo pillé, lo que decías de ver
a los demás como obstáculos!”).
5. “¡Solo tu propio dedo puede sacar la espina de tu mano!” (Nadie puede
hacer por nosotros lo que debemos hacer nosotros mismos. La acción requiere
una presencia tanto física como mental hacia la tarea).
6. El Presidente Truman una vez formuló la siguiente descripción de su
cargo: “Lo que he aprendido de la presidencia es que ser presidente es como
montar un tigre. Tienes que seguir sobre el tigre o el tigre te come”. (Si no actua-
mos ahora, los otros o las circunstancias actuarán por nosotros y acabaremos
viviendo con las repercusiones de las acciones de los demás).

DESHACERSE DE LA MENTE QUEJUMBROSA

Hay personas que parecen tener una piedra en el zapato que no consiguen
quitarse nunca. Siempre tienen un montón de razones para quejarse sobre ellos
mismos, sobre los demás o sobre este mundo inacabado en el que vivimos. Las
acciones de estigmatizar, condenar, vilipendiar, calumniar y difamar son enfer-
medades que bloquean nuestro crecimiento personal. Por lo tanto, es funda-

MAIOR 71
El humor y el bienestar en las intervenciones clínicas

mental deshacernos de nuestras mentes “quejicas”, aprender a detener el flujo


de lamentos improductivos y concentrarse en cambiar nuestras vidas.

1. El socio de negocios de John, Frank, era un quejica de altura. Frank se


quejaba constantemente sobre todo y todos, hasta tal punto que deprimía a
ambos socios. John le pidió a Frank que llegaran a un compromiso, y decidie-
ron que Frank podría quejarse sólo un día a la semana, los Miércoles. A partir
de entonces Frank empezó a repetirle a John todos los días y a todas horas:
“¡Me voy a quejar el Miércoles! ¡Me voy a quejar el Miércoles!” (Esta historia es
una metáfora muy apropiada para entender la naturaleza adictiva y destructi-
va de las quejas).
2. En un programa de televisión, un cura mencionó que había compilado
una lista de cuatrocientos pecados. Recibió millones de cartas pidiendo su lista,
¡casi todas de gente que querían saber lo que se estaban perdiendo! (La lista de
quejas es infinita).
3. La suegra de Joha se ahogó al cruzar un río. La gente del pueblo salieron
río abajo para buscar el cuerpo. Cuando le preguntaron por qué buscaba el
cuerpo de su suegro en el sentido contracorriente, Joha respondió “Era tan con-
traria la mujer en su vida, que creo que también lo será en la muerte” (Cuando
las quejas y la costumbre de oponerse a todo en la vida se instauran, pueden
seguirnos hasta la muerte).
4. “Nuestros codos están tan cerca, pero no podemos morderlos”. (Este pro-
verbio es para aquellos que se quejan sin parar de las situaciones en las que casi
consiguieron algo o en las que las cosas casi les salieron como querían. En vez
de quedarnos paralizados por los reproches que nos provoca la imposibilidad
de mordernos los codos, tenemos que aceptarlo y seguir a otra cosa).

JUGAR CON LOS LÍMITES

Los límites componen un ámbito importante de conflicto psicológico en las


vidas de la gente. A ciertas personas les encanta superar y reventar sus límites,
mientras que otras son demasiado comedidas como para desafiar sus límites y
explorar nuevos territorios. ¿Cual es la actitud apropiada hacia los límites? No
existe una estrategia que pueda aplicarse de manera uniforme, dado que cada
situación es distinta. Negociar los límites a menudo requiere una mente abier-
ta y una flexibilidad constante. Aunque puede resultar sano mantener ciertos
límites (por ejemplo, no insistir en el intento de convertirse en un cantante
cuando la voz se niega a cooperar), puede ser pernicioso mantener otros (como

72 MAIOR
Un sistema de auto-mejoramiento

seguir en un puesto de trabajo una vez que el potencial excede los parámetros
del puesto). También es útil tener en cuenta los límites intelectuales o emocio-
nales de los demás, y hasta qué punto son capaces de absorber, dar o participar.
1. El rey, que no estaba muy contento con el espíritu demasiado libre de
Joha, dijo un día: “Si puedes probar que no soy más poderoso que los otros
mortales, incluido tú mismo, te daré cien monedas de oro. Si fracasas, te colo-
caré sobre un asno, mirando hacia atrás, con la barba afeitada y haré que se te
pasee por toda la ciudad como a un idiota”. Joha respondió, “Lo intentaré, lo
intentaré, pero antes me gustaría que ordenara a estas moscas que no me moles-
ten”. El rey dijo, “Pero las moscas no seguirán mis órdenes”. Entonces reflexio-
nó un poco sobre el tema y decidió dejarlo. (Este cuento puede emplearse con
aquellos que se niegan a reconocer los límites ajenos).
2. Un amigo pidió a Joha que le diera algo de dinero y una fecha fija en la
que se lo repagaría. Joha respondió: “No tengo ningún dinero que darte, pero
puedo darte la fecha”. (Este cuento puede aplicarse en situaciones donde algu-
na persona no entiende los límites financieros de cada uno).
3. Un vecino se acercó a Joha un día para pedirle prestado su burro. Joha
respondió que el animal no estaba. En ese momento, el burro rebuznó sonora-
mente en el establo de Joha. El vecino dijo enfadado: “¡Tu propio burro te dela-
ta!”. Joha respondió tranquilamente: “No puedo discutir con una persona que
da más valor al rebuzno de un burro que a las palabras de su vecino”. (Cuando
los individuos no quieren aceptar un cierto límite, se vuelven ciegos hacia las
interacciones interpersonales).

ACEPTAR LA ESTUPIDEZ Y EL CAOS

Podemos sentirnos mucho mejor con nuestras vidas cuando aceptamos la


estupidez que periódicamente asalta a la humanidad. Con el tiempo, acabamos
dándonos cuenta que la estupidez es democrática. Nos ataca a todos sin impor-
tarle la edad, el sexo, la educación, la inteligencia o el nivel socioeconómico.
El comportamiento estúpido es parte del ser humano. Incluso las canciones
populares nos recuerdan que tarde o temprano ¡todos pueden hacer el idiota!
Todos tenemos el derecho a una cuota anual de comportamiento estúpido o
caótico, el derecho a ser el tonto del pueblo de cuando en cuando. Nuestro equi-
pamiento humano es muy limitado y nos enfrentamos en nuestros entornos
objetivos y subjetivos a muchos fenómenos que al inicio pueden parecer incom-
prensibles o incluso monstruosos. Por lo tanto, es inevitable que de vez en
cuando nos comportemos de una manera absurda, sea cual sea nuestro grado

MAIOR 73
El humor y el bienestar en las intervenciones clínicas

de elegancia o inteligencia. Nuestro comportamiento estúpido está protegido


por la constitución y es sencillamente una parte innegable de nuestra naturale-
za humana. Un aspecto que me sorprende al trabajar con distintas personas es
su insidiosa expectativa de querer ser perfectas. Las expectativas perfeccionis-
tas son una fuente importante de comportamiento disfuncional, porque “lo
mejor” es el enemigo de “lo bueno”. Además, estas expectativas se oponen a la
observación evidente de que vivimos en un mundo incompleto. Cuando inten-
tamos entender el mundo en el que vivimos, inevitablemente nos viene una
sensación como la que provoca un aula que el profesor ha abandonado a media
clase. El cuadro nunca puede ser completo porque parece como si el pintor
hubiera decidido dejar algunas partes del lienzo en blanco. Por supuesto que
demasiada idiotez lleva a una intoxicación con la estupidez, lo cual no es una
manera muy recomendable de comportarse. Por lo tanto yo suelo recomendar
la práctica de la estupidez en dosis pequeñas y digeribles, dejando el suficien-
te tiempo entre cada episodio de tontería para que los demás puedan recupe-
rarse de nuestras muestras de estupidez, y en los tiempos intermedios reco-
miendo comportarse de manera inteligente y sensata para poder llevar vidas
más o menos productivas.
He observado que los individuos que dicen ser perfectos suelen reprimir su
comportamiento estúpido, pero que suelen tener un lado opuesto y escondido
que es extremadamente imperfecto y absurdo. Pueden intentar disimular este
otro lado ante el mundo exterior, pero tarde o temprano acabará saliendo en su
comportamiento. Los escándalos frecuentes en los que se ven involucrados los
telepredicadores y los políticos y empresarios son buenos ejemplos de ello.
Tales individuos tienen necesidades financieras, presiones sociales o una obse-
sión personal que les empujan a presentarse como perfectos. Sin embargo, su
naturaleza humana se rebela y acaban haciendo el ridículo a lo grande. Cuando
se niegan a mostrar su estupidez en público acaba saliendo, multiplicado por
diez, en sus vidas privadas. Otra observación que puede hacerse sobre los per-
feccionistas es que a menudo tienen amigos estúpidos. Ésta es su manera de
reconocer su lado idiota, inconscientemente o indirectamente, al pasarlo por
otro canal. El viejo esquema cómico del tipo serio junto a un compañero tonto
o patoso se basa en esta polaridad de perfección-imperfección.
Los maestros Zen y Sufi están siempre intentando alejar a sus estudiantes de
la idea que debes de ser perfecto para llegar a la iluminación. Por ejemplo, el
estudiante Zen puede preguntar al maestro donde encontrar a Buda. La res-
puesta aliviadora a esta pregunta de un maestro Zen fue: “¡El buda está en el
retrete!”. Otro estudiante preguntó a un maestro Zen cómo obtener la ilumina-
ción, y el maestro zen respondió: “Hay mucha nieve que quitar con la pala a las

74 MAIOR
Un sistema de auto-mejoramiento

puertas del monasterio”. Estas respuestas simbólicas pretenden comunicar a


los estudiantes Zen que están demasiado obsesionados con la perfección y el
razonamiento linear para obtener la iluminación duradera.
Una vez que los individuos pueden aceptar la estupidez y otras manifesta-
ciones cercanas al caos, pueden empezar a afrontar estas situaciones con curio-
sidad y reconciliación humorística, en vez de con negación e incredulidad. Si
nos mantenemos dentro de los parámetros de nuestra cuota anual de estupidez
y caos, es sorprendente el gran nivel de salud y bienestar que podemos obtener,
libres de los desajustes con los que tenemos que luchar cuando nos obcecamos
en ignorar la estupidez y el caos.

1. “Cuando el hombre sabio apunta a la luna, el idiota mira a su dedo”.


(Este proverbio nos recuerda que la miopía intelectual es el compañero de la
estupidez).
2. Cuenta una historia que dos moscas iban caminando por el lujoso y
barroco techo del palacio de un hombre adinerado. Una de ellas de pronto se
giró hacia la otra y dijo: “¿Sabes una cosa? Los seres humanos son estúpidos”.
La otra mosca preguntó: “¿Por qué lo dices?”. Su amiga respondió: “Porque
hacen unos techos tan elegantes y luego caminan sobre el suelo”. (La idiotez
puede compararse a una pérdida de perspectiva pasajera).
3. Joha quería aprender a tocar la pandereta. Le preguntó al maestro de pan-
dereta cuánto le costaría aprender a tocar este instrumento. El maestro le dijo:
“Te costará una moneda de oro el primer mes y una moneda de plata cada mes
sucesivo”. Joha respondió: “De acuerdo. ¡Empezaré el segundo mes!” (¡Hay
veces en que la imbecilidad puede ser útil!)
4. Joha fue a ver a un hombre rico en su ciudad y le pidió un préstamo. El
hombre preguntó: “¿Para qué necesitas el préstamo?”. Joha dijo: “Tengo la
intención de comprar un elefante blanco”. El hombre insistió: “Pero ¿con qué
dinero vas a mantener al elefante?”. Joha respondió: “Vine a por un préstamo,
¡no a por consejos!” (Hay veces en que las personas necesitan pasar por fases
pasajeras de caos, sin que se les moleste con preguntas y razones).
5. Joha y su hijo fueron un día a cenar a casa de un familiar que les había invi-
tado. Cuando se sentaron en la mesa, el hijo de Joha se puso a beber agua mien-
tras comía. Cuando Joha se dio cuenta, le pinchó bajo la mesa y le regañó:
“Deberías dejar de beber agua y llenar tu tripa con comida”. El hijo respondió:
“Pero papá, cuando bebo agua puedo comer más”. Entonces Joha le pinchó aun
más fuerte. El hijo protestó: “¡Ay! ¿Por qué vuelves a pincharme?”. Joha respon-
dió: “¿Por qué no me contaste este truco cuando comenzamos a comer?”. (Nunca
es demasiado tarde para aprender de nuestro comportamiento estúpido).

MAIOR 75
El humor y el bienestar en las intervenciones clínicas

APRENDER A AUTOANALIZARSE

El autoanálisis es un principio básico de la madurez, porque nuestra capaci-


dad para autoanalizarnos puede ser un termómetro de nuestro nivel de creci-
miento personal. Los individuos con poca capacidad de autoanálisis pueden
acabar viviendo con rincones oscuros de su psicología que llevan consigo a dis-
tintas situaciones. A menudo se niegan a examinar partes de su propio ser cuyo
reconocimiento podía ser demasiado amenazante, sensible o sencillamente
doloroso. El guía que puede ayudar a sus clientes a mejorar su capacidad para
autoanalizarse de manera sana les ofrece un método poderoso para entenderse
mejor que mantendrá su relevancia a lo largo de la trayectoria vital del indivi-
duo. Para ser eficaz, el autoanálisis debe practicarse dentro de un esquema
constructivo, sin negativismo ni sarcasmo hacia el valor incuestionable del pro-
pio individuo como ser humano. He desarrollado una costumbre durante la
psicoterapía y la formación que consiste en detener inmediatamente a los indi-
viduos que se autoanalizan de una manera destructiva. Cuando un cliente con-
fesó durante una sesión de psicoterapia, “¡Soy un gilipollas!”, le respondí: “Por
favor no se llame gilipollas. Puede que su comportamiento sea gilipollesco,
pero usted no es un gilipollas. No permitiré que destruya su autoestima en mi
presencia”. Mi comentario se oponía a una larga historia de abuso emocional
que el padre de este individuo y otras figuras autoritarias habían aplicado sobre
él. Parecía verbalizar hacia sí mismo la severa identificación autoritaria que
había sufrido a lo largo del tiempo con diversos representantes de autoridad. Si
yo hubiera ignorado esta auto-mutilación psicológica en mi oficina, el cliente
podría haber interpretado mi silencio como un gesto de aprobación hacia sus
tendencias auto-destructivas. Era crucial que se volviera consciente de la dife-
rencia clara que yo le marqué entre su ser (digno de respeto sea lo que sea) y su
comportamiento (que puede ser problemático). Mi respuesta le dejó atónito y
me contó que nunca nadie le había detenido en otras ocasiones en las que se
había insultado. Al fin y al cabo, sólo hablaba consigo mismo. Le expliqué que,
en primer lugar, su auto-diálogo era injustamente crítico y que, en segundo
lugar, le mantenía anclado en un punto fijo de negatividad muy severa que
había tenido que aguantar la mayoría de su vida.
El autoanálisis no se trata de auto-culparse, auto-juzgarse, absolutizar o
auto-castigarse. Sencillamente es la habilidad de realizar una valoración hones-
ta pero no condenatoria de la propia vida y las propias decisiones, acciones y
relaciones, y obtener un empuje importante para el desarrollo personal futuro
y direcciones beneficiosas de acción basadas en esta valoración. El sentido del
humor tiene una importancia especial en el autoanálisis sano porque permite

76 MAIOR
Un sistema de auto-mejoramiento

amortiguar la posibilidad de tomar una actitud injusta o demasiado condena-


toria hacia uno mismo. Además, el humor a veces suaviza el dolor de recono-
cer que no somos tan maravillosos como nos gustaría.

1. “Lo peor del autoanálisis es la contratransferencia”. (Hice este comenta-


rio durante un curso de formación a un participante que había adoptado una
actitud muy rígida de no cuestionar sus propias experiencias de vida. Tenía
mucho miedo de abrir lo que él describía como un “bote de gusanos” porque
quizás no le gustaría lo que podía descubrir. A lo largo del curso, se empezó a
dar cuenta de que aunque podía disgustarle parte del material que saldría a la
luz mediante el autoanálisis, las recompensas asociadas con el proceso sin duda
valían la pena).
2. Una mañana, el rey vio su rostro envejecido en el espejo de un barbero y
al verlo comenzó a llorar. Toda la corte lloró con él por protocolo, incluido Joha.
Cuando el rey había recobrado la compostura, Joha siguió llorando desconso-
ladamente. Cuando el rey le preguntó por qué seguía así, Joha se quejó: “Su
majestad llora al verse sólo una vez, ¡pero yo debo verle todo el santo día!”
(Este cuento es una buena introducción al autoanálisis. Nos recuerda que tarde
o temprano todos debemos mirarnos en el espejo).
3. Tomás fue a visitar a su amigo policía Arturo en la comisaría y de pronto
se fijó que su vecino de al lado, José, estaba sentado en la sección de altas con
las muñecas esposadas. A Tomás le entró la curiosidad y preguntó: “Eh, José,
¿por qué llevas puestas esas esposas?”. José respondió alegremente: “Tomás, no
te lo vas a creer, pero ¡estoy intentando dejar de fumar!” (Cuando tomamos una
actitud de negación hacia el autoanálisis, nuestra negación puede volverse muy
creativa).
4. Durante una sesión de psicoterapia, un cliente estaba describiendo su
largo viaje para librarse de la adicción a las drogas. Declaró: “Sabes, aunque
tomaba drogas, nunca tuve problemas conduciendo, nunca me paró la policía,
nunca me pusieron una multa y nunca mezclé el alcohol con las drogas”.
Comenté: “O sea que podemos decir que eras un adicto elegante, un adicto per-
fecto, ¡prácticamente un adicto modelo!”. La risa compartida que surgió a con-
tinuación suavizó la transición del cliente hacia una autoanálisis más honesto
sobre los costes de sus comportamientos adictivos hacia sí mismo y hacia los
demás, que parecía negar con su primera frase. Como suele suceder, el humor
despejó el camino para iniciar un autoanálisis eficaz y sin trabas.
5. “No le pidas peras al olmo”. (Este proverbio deja claro que, cuando nos
negamos a confrontarnos con nosotros mismos, al final la vida misma lo hará
por nosotros de alguna manera).

MAIOR 77
El humor y el bienestar en las intervenciones clínicas

ENLAZAR DISTINTOS EVENTOS EMOCIONALES MEDIANTE LOS


ENLACES CAUSALES

El método psicodinámico desarrollado en la Psicología Integradora de


Corto Plazo (Integrative Short Term Psychotherapy; Salameh, 1986a, 1987,
1989b, 1993, 1995a) y en la formación de competencias emocionales (Salameh,
1995b, 1997, 2000) mantiene que ciertos eventos decisivos de contenido emo-
cional variable suceden durante los años formativos del individuo y dejan una
marca decisiva en su mundo psicológico. Algunos ejemplos de tales eventos
cruciales incluyen ser un hijo único o la única hija en una familia con seis hijos,
el incesto, mudanzas frecuentes entre un lugar y otro, tener contacto con un
profesor o modelo excepcional, tener un talento brillante en algún ámbito,
sufrir abuso emocional o físico de las manos de alguna persona importante del
entorno, crecer con un padre o madre que sufre una enfermedad mental o una
adicción o toda una suerte de fortunas o desgracias que pueden darse en una
vida humana.
Aunque el peso emocional asociado con cada uno de estos eventos decisi-
vos puede ser beneficioso, pernicioso, indefinido o fuera de lo común, según
las experiencias y circunstancias concretas del individuo, suelen dejar su dise-
ño particular sobre el lienzo psicológico de la persona. Esencialmente, estas
huellas suelen coagularse hasta formar lo que podrían llamarse temas prima-
rios que caracterizan y afectan tanto la manera en la que el individuo entien-
de la vida como el estilo con el que se relaciona con los demás. Una exposición
emocional beneficiosa ejerce una influencia positiva sobre la vida de la perso-
na que más adelante puede aprovecharse y fortalecerse para provocar el cam-
bio constructivo. Por el contrario, una exposición emocional negativa ejerce
una influencia disfuncional que deberá erradicarse para que la persona pueda
avanzar emocionalmente. Sin embargo, las preferencias del individuo y sus
interpretaciones de la realidad pueden verse afectadas por estas huellas coa-
guladas. A lo largo de la vida, los individuos a menudo se encuentran atraídos
hacia los mismos entornos emocionales que han conocido en el pasado. En su
busca inconsciente de un final a estas situaciones, vuelven a visitar los mismos
lugares psicológicos. Vuelven a actuar en la película de siempre pero con acto-
res distintos, esperando que el final sea mejor “esta vez”. En el caso de una
huella emocional negativa, la insistencia inconsciente de la persona en emple-
ar las mismas herramientas disfuncionales asociadas desde su origen a una
experiencia emocional adversa para afrontar nuevos desafíos de la vida no
hace sino enredar a la persona aun más en la tela de araña, permitiendo que el

78 MAIOR
Un sistema de auto-mejoramiento

patrón disfuncional mantenga su influencia destructiva. Si empleamos una


analogía del campo de la toxicomanía, los drogodependientes pueden tratar
de curar los efectos secundarios fisiológicos y psicológicos de su adicción
tomando aun más droga, pero este comportamiento sólo fortalece la influen-
cia de la droga sobre sus vidas. Tales intentos repetidos de resolver dilemas
personales con herramientas emocionales erróneas siempre fracasan porque
no contienen la información nueva que la persona necesita para escapar del
ciclo disfuncional.
Una mujer cuyo padre abandonó a la familia cuando era una niña y que
había sufrido abusos físicos y emocionales por parte de su hermano mayor
acabo desarrollando un estilo de personalidad explosivo y emocionalmente
abusivo. Al final se casó con un hombre al que maltrataba a nivel físico y
emocional. Cuando su marido dejó este matrimonio abusivo, ella le acusó de
ser igual que su padre y su hermano. Pero ella siguió actuando de manera
acosadora hacia los hombres en las relaciones que siguieron el final de su
matrimonio. Dado que su ira y el deseo de venganza por sus experiencias
infantiles de abuso eran más fuertes que su amor, los hombres siempre la
veían como alguien que no se abría emocionalmente, rígida y castigadora. A
pesar de sus mejores intenciones de tener una relación buena y llena de amor,
le traicionaba siempre el ciclo repetitivo que había desarrollado a partir de su
huella de abuso.
Para esta persona y tantas otras, la cuestión es ¿cómo salimos de ahí?
¿Cómo evitamos que estos ciclos concéntricos sigan girando una y otra vez en
nuestras vidas? Según la metodología elaborada por este autor, el ciclo dis-
funcional puede romperse creando lazos triangulares entre las huellas de tem-
prana infancia (o Arqueológicas) y sus reflejos correspondientes en los estilos
de comportamiento actuales (o Contemporáneos), y las manifestaciones direc-
tas de tales estilos en las interacciones cara-a-cara (o Inmediatas) entre la guía
y el cliente. Una vez creados estos enlaces entre elementos Arqueológicos,
Contemporáneos e Inmediatos (“enlaces ACI”) a todo detalle, y si la carga
emocional correspondiente se suelta plena y limpiamente, entonces las huellas
coaguladas se disuelven, se vuelven líquidas y pierden su poderosa influencia.
El resultado en términos de apertura emocional y de libertad de movimiento
permite al individuo aprender un nuevo y eficaz repertorio de comporta-
mientos para relacionarse con uno mismo y con los demás. La figura 3.1
(Salameh, 1987) presenta el modelo de proceso empleado en la Psicoterapia
Integradora de Corto Plazo (ISTP, en inglés). La tabla 3.1 define cada una de
las seis etapas que forman el modelo ISTP.

MAIOR 79
El humor y el bienestar en las intervenciones clínicas

Figura 3.1
Modelo de Proceso de la Psicoterapia Integradora de Corto Plazo

ARQUEOLÓGICO CONTEMPORÁNEO

HUMOR
HUMOR

INTEGRACCIÓN1

INMEDIATEZ SUBJETIVIZACIÓN

Tabla 3.1
Definición de las seis etapas en el modelo ISTP

Etapa ISTP Definición


Etapa Arqueológica La identificación de influencias y lecciones pasadas en la vida
de una persona, incluidas la constelación de los progenitores,
otras personas importantes, el entorno familiar, la infancia y la
adolescencia, episodios tempranos traumáticos o beneficiosos,
experiencias educativas o militares en su caso y otras influen-
cias formativas del desarrollo primario.
Etapa Contemporánea El problema o los problemas actuales, la situación actual de la
persona y aquello que ha estimulado al individuo a buscar
ayuda en un momento concreto.
Etapa Inmediata La exploración de la relación en el “aquí y ahora” entre el guía
y el cliente, incluidos los sentimientos del cliente hacia el guía
y también los del guía hacia el cliente. Puede darse por senta-
do que los mismos patrones principales aprendidos por el
individuo en la etapa Arqueológica y mantenidas hasta la
etapa Contemporánea se reproducirán en la etapa Inmediata

1. Se trata de una palabra inventada por el autor combinando los conceptos “integración” y “acción”.

80 MAIOR
Un sistema de auto-mejoramiento

con el guía –en otras palabras, la interacción del cliente con el


guía será una especie de microcosmos de sus interacciones con
los demás. La relación cliente-guía se convierte entonces en un
laboratorio en el que el cliente puede arriesgar la apertura
interpersonal, probar nuevas maneras de interactuar y experi-
mentar un proceso emocional correctivo.
Etapa de la Subjetivización Esta etapa refleja un momento decisivo en cualquier interven-
ción de crecimiento personal y consta de dos fases: (1) El clien-
te, al haber entendido objetivamente o cognitivamente las cone-
xiones ACI, da el paso de actuar sobre las implicaciones emo-
cionales de esta nueva conciencia. Una parte fundamental del
proceso de re-educación en esta etapa es reconocer que los sen-
timientos que uno tiene no desaparecen simplemente porque la
persona así lo desea. Por lo tanto, el cliente puede aceptar sus
sentimientos, incluso de buena gana, en vez de luchar contra
ellos o tratarlos como explosivos; si alguien asocia peligro a los
sentimientos, se niega su derecho a sentir. La subjetivización de
las experiencias y conocimientos personales permite a los indi-
viduos saldar diversas cuentas emocionales, llorar si es preciso,
gestionar sus sentimientos hacia los padres, aceptar la validez
de sus emociones, desprenderse de dudas, tomar responsabili-
dad sobre sus necesidades y completar las tareas sin terminar;
(2) El segundo elemento fundamental en el trabajo de subjetivi-
zación es la unificación y armonía paulatina entre los aspectos
cognitivos e inconscientes del propio ser. Cuando los clientes
comienzan a explorar su mundo subjetivo, pueden desarrollar
una apreciación de recursos y conocimientos inconscientes, per-
mitiendo que estos recursos sirvan para conseguir cambios pro-
ductivos. Si las distintas partes del yo se comparan a las voces
de un coro, entonces reconocer las distintas voces de la subjeti-
vidad puede permitir a cada voz tomar su lugar apropiado y
ofrecer su contribución particular. En este sentido, dar una voz
adecuada a las distintas partes del ser permite al individuo ofre-
cer un concierto mucho más completo de su persona. En un
coro cada voz es importante, pero todas las voces cooperan para
crear un sonido armónico que expresa la identidad particular
del coro. Por ejemplo, la voz del inconsciente puede contribuir
materiales importantes en un estado primario y crudo, apren-
dizajes históricos y recursos constructivos de la infancia. La voz
de la cognición puede contribuir maquinaria analítica, estructu-
ra y dirección. De esta manera, el cliente puede llegar a com-
prender que las voces cognitivas e inconscientes pueden dejar
de oponerse y trabajar en sinergia, junto con las otras voces de
la subjetividad dentro del coro de la personalidad.

MAIOR 81
El humor y el bienestar en las intervenciones clínicas

Etapa de la Integracción La palabra “integracción”, creada por este autor, se refiere a


una combinación armoniosa de integración y acción en la que
los clientes pueden integrar sus aprendizajes para obtener nue-
vas configuraciones personales que incluyen comportamientos
constructivos hacia sí mismos y hacia los demás. Un cambio en
el concepto del yo normalmente incluye un cambio en las per-
cepciones de la realidad y las acciones correspondientes que se
derivarían de forma natural de un tal cambio perceptivo y
emocional. En esta etapa, los individuos típicamente prueban
nuevos comportamientos, toman riesgos sanos, inician una
relación más madura con el guía basada en unas percepciones
realistas y una apreciación mutua, buscan corroboración más
que validación para sus acciones y comienzan a desarrollar
soluciones personales para sus temas pendientes.
Etapa del Humor Esta etapa incluye el uso continuo del humor a lo largo de la
intervención para lubricar la maquinaria y dar vida al proceso
–aquello que resulta soso para el subconsciente no se procesa,
mientras que los estilos de comunicación más sabrosos y con-
centrados suelen asimilarse más fácilmente. El guía que
emplea el humor y fomenta una perspectiva sana y humorís-
tica en el cliente indirectamente genera un mecanismo para
mejorar la salud de las actitudes. Este sistema de reserva de
actitudes y respuestas debería activarse en momentos de difi-
cultad para ofrecer una perspectiva más amplia, auto-cariño y
capacidad de recuperación.

Empleando las cuatro T’s de Tenacidad, Ternura, Tolerancia y Tiempo


(Salameh, 1987, 1995a, 1995b, 1997, 2000), el guía ayuda al cliente a realizar enla-
ces ACI mediante los enlaces causales. El punto de partida para los enlaces
puede ser cualquiera de las aperturas que ofrece el comportamiento del cliente
y que puede ilustrar el ciclo disfuncional. En el caso de la mujer abusiva men-
cionada anteriormente, el enlace inicial se realizó cuando exhibió un comporta-
miento abusivo hacia el terapeuta. Habló en un tono condescendiente, exigió
que una cita se realizara a una hora en concreta sin considerar la agenda del
propio terapeuta e impuso ciertas “reglas” sobre cómo la terapia debía conti-
nuar. Durante una de sus primeras sesiones, reaccionó con ira hacia una inter-
pretación, gritando “¡Esto no lo necesito! ¡Ya estoy harta!” y salió de la oficina
con un portazo. Según fuimos identificando estos patrones Inmediatos en la
terapia y los enlazamos con antecedentes parecidos Arqueológicos y
Contemporáneos en el sucesivo y tenaz análisis de su historia personal, comen-
zó a entender de qué manera la huella original se había desarrollado en reac-

82 MAIOR
Un sistema de auto-mejoramiento

ción al abandono de su padre y los abusos de su hermano. Progresivamente fue


descubriendo cómo su propio comportamiento acosador era tanto una expre-
sión de su deseo no resuelto de venganza como una manera de escudarse con-
tra abusos que temía que los hombres que se encontraba pudieran cometer.
Mediante una expresión completa y libre de su dolor, tristeza e ira contra su
hermano y su padre, y su conciencia progresiva de los enlaces ACI relaciona-
dos con tales sentimientos, sus patrones de abuso fueron perdiendo su razón de
ser psicodinámica y finalmente se fueron descomponiendo, permitiéndola
comenzar una nueva vida.
Por lo tanto, dentro del esquema de los enlaces causales propuesto en el
método de este autor, los individuos aprenden a crear enlaces primarios entre
su historia pasada y su comportamiento actual. Según las personas van revi-
sando el curso imparable de sus vidas, su habilidad para realizar enlaces les
ayuda a entender los patrones de comportamiento repetitivos en los que han
caído a lo largo del tiempo. Examinando hábitos y patrones a través de la ópti-
ca de los enlaces causales, descubrimos que el comportamiento humano se
vuelve transparente, incluso a veces predecible. Lo que antes no parecía guar-
dar relación ahora resulta estar claramente relacionado. Eventos que antes pare-
cían aleatorios o desenlazados ahora pueden verse con la óptica de la conexión
evidente. Aunque las relaciones entre causa y efecto pueden ser no lineares y
proporcionales, aun pueden tener un sentido dentro del esquema general de la
complejidad humana. Según se va cristalizando este proceso, nos volvemos
expertos en la práctica de dar sentido al comportamiento propio y ajeno. Esta
estructura funciona porque el esquema de los enlaces causales es igual si se lo
aplica una persona a sí misma o a otro individuo. Si enlazamos las experiencias
de la infancia y de otros momentos de la historia personal con los comporta-
mientos actuales y resolvemos los bloqueos emocionales asociados, podemos
conseguir avances importantes y duraderos hacia el bienestar psicológico.
El proceso de crear enlaces causales tiene tres niveles. En primer lugar, inclu-
ye la habilidad de identificar al menos algunos de nuestros comportamientos y
hábitos actuales como una versión amplificada de comportamientos infantiles
que se han solidificado hasta volverse lo que psicodinámicamente se llama un
patrón. El segundo aspecto de la creación de enlaces causales es la capacidad
de situar las manifestaciones actuales del patrón en nuestro comportamiento
dentro del contexto más amplio de la evolución cronológica de nuestro paisaje
emocional. El proceso de crear enlaces se mueve entre la infancia y el pasado
reciente, y subconscientemente se acerca hasta el comportamiento inmediato
con el guía dentro de la relación de consulta. Todo aquello que se aprendió en

MAIOR 83
El humor y el bienestar en las intervenciones clínicas

la infancia se repite de una manera más sofisticada en la vida de la persona,


manifestándose luego en presencia del psicoterapeuta o formador que se vuel-
ve catalizador ejemplar del proceso. En su interacción con el cliente, el guía es
cómo un embudo a través del cual el cliente una vez más demuestra tanto sus
patrones eficaces como aquellos contraproducentes. Los patrones pueden com-
pararse al pulso biológico. El pulso puede tomarse en la arteria carótida, en la
muñeca, en el tobillo y en muchos otros lugares, pero es siempre el mismo
pulso. En otras palabras, el patrón (el pulso) siempre puede detectarse, aunque
los lugares y los momentos en los que se manifiesta puedan cambiar. En tercer
lugar, la creación de enlaces causales incluye la capacidad de emplear el proce-
so de enlazar para entender y mejorar nuestras relaciones con los demás.
Normalmente, con algo de esfuerzo y concentración, podemos aprender a iden-
tificar enlaces entre los personajes que han poblado nuestras vidas. Las carac-
terísticas físicas de estos personajes pueden ser más o menos parecidas, pero
sus características psicológicas a menudo pueden exhibir unos parecidos muy
llamativos. Al ir alineando los personajes con los hechos que van sucediendo
dentro del proceso de enlaces causales descrito anteriormente, los elementos
del puzzle psicológico del propio individuo empiezan a casar unos con otros.
Al reconocer los parecidos tanto de personajes como de patrones, y al crear
enlaces adecuados y perceptivos entre tales elementos, las personas pueden
comenzar a reconocer que no están obligadas a seguir bailando al mismo son
disfuncional una y otra vez. El psicoterapeuta o formador hábil puede romper
estos patrones disfuncionales ofreciendo una experiencia emocional correctora
en la que el cliente ve al guía como una figura de autoridad amable, no explo-
tadora y llena de empatía, distinta de las figuras de autoridad que en el pasado
no habían dado el apoyo necesario al cliente. Entre el cliente que realiza sus
propios enlaces y el guía que da el ejemplo de la elegancia y la comodidad de
un enlace nuevo a una figura de autoridad no destructiva, surge una transfor-
mación decisiva en el ámbito interpersonal. El cliente aprende que ya es hora
de detener esta situación sin sentido: No hace falta seguir entrando en relacio-
nes o comportamientos que no funcionan. Aunque el núcleo de la identidad de
la persona no tiene por qué cambiar, los hábitos y patrones poco eficaces de
pensamiento, emociones y comportamiento sin duda pueden transformar y
reorganizarse de manera fructífera. Este aprendizaje beneficioso entonces
puede aprovecharse para crear relaciones personales y de trabajo positivas, y
una relación más cómoda con el propio ser. El humor puede ayudar enorme-
mente a facilitar el proceso de generar enlaces y al mismo tiempo a moderar sus
efectos emocionales menos agradables.

84 MAIOR
Un sistema de auto-mejoramiento

1. Tengo un regalo especial para aquellos clientes que parecen incapaces de


iniciar el proceso de enlazar el comportamiento pasado con el presente, o que
no parecen dispuestos a hacerlo. Les enseño una viñeta que recorté de la revis-
ta New Yorker. La viñeta muestra una mujer que presenta a Drácula, con su capa
negra y sus colmillos afilados, a sus padres como su nuevo novio. Al ver la cara
de preocupación de sus padres, la mujer explica: “Lo sé, lo sé, pero creo que
puedo cambiarle”. (Los patrones de comportamiento muy asentados son difíci-
les de cambiar hasta que los reconocemos).
2. Me inventé otro cuento sobre Drácula que a veces comparto con mis
clientes. En un tono muy serio, cuento que el Conde Drácula me ha venido a
ver porque ha cogido la hepatitis. Cuando le pregunté al Conde Drácula cómo
contrajo esta enfermedad, con lágrimas en los ojos me confesó que en el pasa-
do podía confiar en que sus víctimas le proporcionarían sangre limpia. Pero
hoy en día todo ha cambiado. Ahí estaba, creyendo inocentemente que la san-
gre de su última víctima estaba limpia. Cuando luego se enteró de que tenía
hepatitis, se quedó machacado. Descubrió de la manera más dura que ya no
puedes fiarte de la gente. (Este cuento describe con humor las exageradas pre-
tensiones de superioridad moral que podemos tener bajo el embrujo de nues-
tros patrones disfuncionales –los patrones son impenetrables hasta que aplica-
mos nuestro proceso de generar enlaces causales para deshacerlos).
3. Woody Allen dijo en una ocasión: “Claro que hay vida después de la
muerte. La cuestión es ¿queda muy lejos del centro y hasta qué hora está abier-
ta?”. (Esta cita es una metáfora sobre la apertura que tenemos hacia el auto-
análisis y la distancia emocional que debemos recorrer para conseguir que los
elementos que queremos enlazar se encuentren).
4. Un escorpión necesitaba cruzar un río pero no sabía nadar. Se acercó a
una tortuga y le pidió que le dejara cruzar el río sobre su caparazón para llegar
al otro lado. La tortuga respondió que le gustaría ayudar al escorpión a cruzar
el río pero que tenía miedo de que la picara durante el viaje. El escorpión pro-
metió que no picaría a la tortuga porque le estaba ayudando a cruzar el río. Así
fue que la tortuga le dejo montarse sobre su caparazón. Cuando llegaron al cen-
tro del río, el escorpión se dio la vuelta y picó a la tortuga. Mientras se ahoga-
ban juntos, la tortuga preguntó al escorpión: “¿Por qué me picaste?”. El escor-
pión respondió con su último aliento: “Porque es lo que sé hacer. Es mi cos-
tumbre picar”. (Este cuento puede emplearse para ilustrar el poder oscuro que
mantienen sobre nosotros los patrones disfuncionales y las costumbres inefica-
ces. Mientras no nos enfrentemos con estos patrones, seguiremos “picando”
tanto a nosotros mismos como a los demás).

MAIOR 85
El humor y el bienestar en las intervenciones clínicas

5. “¿Por qué se quito la vida el tacaño? Porque encontró un féretro con una
oferta imbatible”. (Los patrones son difíciles de erradicar).
6. Hace mucho tiempo vivía un rey que reinaba sobre sus tierras con un
puño de hierro. Sin embargo, el rey tenía un primer ministro iluminado que le
convenció para que relajara un poco su actitud dictatorial y permitiera celebrar
unas elecciones para formar un parlamento de representantes elegidos por el
pueblo. Según se fue avecinando la fecha de las elecciones, el rey se fue ponien-
do cada vez más nervioso. Ordenó a su jefe de policía que pusiera en marcha
las artimañas necesarias para que las elecciones salieran en beneficio del rey. El
primer ministro supo del complot y preguntó al jefe de policía sobre el asunto,
y éste contestó: “Su majestad me ha asegurado que no quiere amañar la vota-
ción. Sólo quiere saber los resultados con antelación”. (Los hábitos y patrones
establecidos permiten a menudo predecir correctamente el comportamiento
actual de una persona).
7. Al trabajar con el tema de los enlaces, a veces comento a los clientes:
“Sabes, no sé si llegaremos a cazar a nuestros patrones, pero tarde o temprano
nuestros patrones nos cazarán a nosotros”. (Este comentario sigue la línea de
fomentar un intento decisivo de extirpar los patrones disfuncionales, en el
mismo espíritu de un comentario como “La vida es corta, no te cortes”).

RECONOCER QUE NADIE TIENE EL MONOPOLIO DE LA VERDAD

No existe una McVerdad. La verdad no es una franquicia que puede ven-


derse a distintos empresarios en distintas zonas geográficas y que a partir de
entonces serán propietarios de ella. Más bien podría decirse que la verdad está
siempre moviéndose y que nadie puede ser dueño de ella. La verdad es como
un pájaro que se posa en distintos árboles de un momento a otro, pero que en
definitiva sigue su vuelo. Y sabemos que los pájaros no se quedan en un mismo
árbol mucho tiempo. Por lo tanto, el hecho de que el ave de la verdad se pose
en nuestro árbol durante un rato no significa que nos pertenece, que sea el
único ave de este tipo en el mundo o que se quedará en nuestro árbol siempre.
La realidad de nuestro mundo es que existen tantas verdades como existen
individuos, y que en cualquier caso existen más verdades de las que podemos
observar o imaginar en un momento concreto. Algunas personas pueden tener
más verdad que otras, pero cada uno de nosotros tiene una parte de la verdad,
por pequeña que sea. Algunos individuos tienen una disfunción que proviene
de su búsqueda de una verdad absoluta o final que no existe. Cuando relajamos
nuestras percepciones sobre lo que la verdad significa, conseguimos experi-

86 MAIOR
Un sistema de auto-mejoramiento

mentar un sentimiento general de facilidad y comodidad interpersonal, ade-


más de un entendimiento mayor sobre los puntos de vista y las vidas de los que
nos rodean. Otra actitud hacia la verdad es verla como una gran torta con peda-
zos más o menos grandes que pertenecen a las distintas personas según su nivel
de conciencia en cada momento. Cuando nos comunicamos de manera abierta
en un diálogo equilibrado, podemos juntar los pedazos de la tarta y ver una
parte mayor de la torta completa.

1. Un niño pequeño compró una barra de pan en la panadería y la llevó a


casa para comer. Cuando empezó a cortar el pan, descubrió en él la cola de un
ratón. El niño llevó la barra de vuelta al panadero, quejándose de la cola de
ratón que había en él. El panadero explicó al niño: “Verás, estamos organizan-
do un premio. ¡Quien consiga juntar todas las partes del ratón gana el premio!”
(Este cuento es una metáfora sobre los distintos pedazos de la verdad que trae
el pan de cada día).
2. Joha invitó a un grupo de amigos una noche para una reunión. En un
momento de la noche, dijo a su mujer: “Mi cariño, por favor tráenos un poco de
queso para comer, porque el queso abre el apetito y hace que los ojos brillen”.
Su mujer dijo: “No nos queda queso”. Sin dudarlo, Joha siguió: “Eso está bien,
mi amorcito, porque el queso daña los dientes y las encías”. Su mujer le pre-
guntó: “Vamos a ver, ¿cual de las dos cosas que has dicho es cierta?”. Joha res-
pondió: “Pues cariño, si hay queso en la casa, la primera. Si no, la segunda”.
(Según las motivaciones, puede haber distintas versiones de la verdad).
3. Existe un cuento sobre siete hombres ciegos que se encontraron con un
elefante e intentaron describirlo. El primer ciego tocó los colmillos del elefante
con sus manos y concluyó: “Un elefante es un animal con dos colmillos largos”.
El segundo ciego estaba cerca de la parte posterior del elefante. Acarició su cola
y dijo: “Un elefante es un animal con una cola larga”. El tercer ciego tocó las
orejas largas del elefante y exclamó: “¡Un elefante es un animal con dos orejas
enormes!”. El cuarto hombre sintió la piel del elefante y opinó: “Un elefante es
un animal con una piel gruesa y peluda”. El quinto ciego se encontró con las
patas del elefante. Describió el animal como una bestia de cuatro enormes patas
tan grandes y redondas como las columnas de un templo. El sexto hombre era
el más alto de los ciegos. Elevó sus manos todo lo alto que pudo y aun conse-
guía tocar la forma del elefante, y concluyó por lo tanto que el elefante era un
animal gigantesco. Las manos del séptimo hombre por casualidad cayeron
sobre la trompa y gritó en seguida: “¡Un elefante es un animal con la nariz más
grande de la tierra!” (Cada uno de los ciegos describía una parte de la verdad
del elefante).

MAIOR 87
El humor y el bienestar en las intervenciones clínicas

4. Existe un cuento de los indios americanos sobre un hombre que camina-


ba por la ribera de un río y vio unas ciruelas muy apetecibles en el agua. Se
arrodilló junto al río y alargó el brazo para coger las ciruelas. Pero las ciruelas
desaparecían cada vez que intentaba cogerlas, y acababa sólo bañándose las
manos. El hombre contó a su mujer lo que le había sucedido. Le pidió que vinie-
ra con él para ayudarle a sacar las ciruelas del agua. Cuando su mujer llegó a la
ribera, echó un vistazo alrededor, se puso a reír a carcajadas y con cariño res-
pondió: “Mi querido, las ciruelas no están en el agua sino en el árbol que hay
por encima del agua. Estabas tratando de agarrar su reflejo. La verdad estaba
ahí, colgando sobre tu cabeza, y ni siquiera la viste!” (Dado que la verdad es un
blanco en perpetuo movimiento, puede ser difícil de atrapar. A veces está muy
lejos de donde estamos, y otras veces puede estar justo por encima de nuestras
cabezas y aun así seguir eludiéndonos).
5. En una ocasión, Joha tomo prestada una sartén de cocina de su vecino.
Algunos días más tarde, Joha devolvió la sartén junto con una sartén más
pequeña. El vecino le preguntó por qué Joha estaba devolviendo dos sartenes
en vez de una. Joha respondió: “Verá, vecino, tengo que darle la feliz noticia
que su sartén ha tenido un hijo”. El vecino se quedó bien satisfecho con esta
explicación y aceptó la sartén adicional con mucho gusto. Una semana más
tarde, Joha volvió a ver su vecino y le preguntó si le podía prestar una sartén
más grande y más cara. El vecino en seguida se la prestó, pensando en la recien-
te experiencia que había tenido con Joha. Pasaron dos semanas, y Joha no había
devuelto la sartén a su vecino. Éste decidió finalmente ir a casa de Joha para
pedir su sartén. Joha miró con tristeza a su vecino y dijo: “Por favor acepte mi
más sincero pésame, vecino. Tengo que darle la trágica noticia que su sartén ha
muerto”. Cuando su vecino se quejó airadamente de la respuesta de Joha, éste
último respondió tranquilamente: “Hace tres semanas le pareció razonable que
las sartenes pudieran tener hijos. ¿Por qué ahora no puede aceptar que mue-
ran?”. (Cuando alguien se compromete con una versión particular de la verdad,
las limitaciones de esta versión pueden volverse en contra de él o de ella).

RESPETAR LAS FRONTERAS EN LAS RELACIONES

Nos metemos en líos interpersonales cuando no respetamos las fronteras


entre nosotros y los demás. De hecho el respeto mismo es una frontera que nos
ayuda a no tratar a los demás como si estuvieran a nuestro servicio y al mismo
tiempo apreciar el sentido y las particularidades de sus mundos. Cuando desa-
parece el respeto en cualquier relación, el resultado es un hara-kiri relacional. La

88 MAIOR
Un sistema de auto-mejoramiento

psicoterapia también nos enseña el respeto de las fronteras, en temas como la


frontera de ser puntual, de completar el curso de tratamiento terapéutico y de
mostrar respeto mutuo entre guía y cliente. Muchos problemas interpersonales
se derivan o de ignorar las fronteras ajenas o de permitir que los demás inva-
dan nuestros territorios y no respeten las nuestras. Este tema puede observarse
claramente en el caso de individuos pasivos que se rinden indiscriminadamen-
te a los demás y así dan el mensaje de que sus fronteras pueden traspasarse sin
respeto. Por el lado contrario, las personas agresivas se toman libertades con las
fronteras de los demás y las echan abajo cuando les apetece, dando el mensaje
que son los dueños del planeta y que los demás son inquilinos. Aunque la inti-
midad relacional pueda permitir la relajación de ciertas fronteras entre dos indi-
viduos, los miembros de la pareja aun deben mantener la frontera de respeto
mutuo y establecer fronteras adecuadas entre ellos y los demás. En casos como
este, los amigos y la familia progresivamente aprenden a respetar el espacio
íntimo establecido entre las dos personas.
Puede resultar beneficioso para las personas valorar el estado de sus fronte-
ras con los demás porque el modo en que gestionamos las fronteras puede faci-
litar o destrozar nuestras relaciones.

1. Un pato entró en un bar y pidió al camarero que le diera algo de comida


para patos. El camarero respondió: “Lo siento, no tenemos nada de comida para
patos aquí”. El día siguiente, el pato volvió al bar y preguntó al camarero: “Un
poco de comida para patos, jefe”. El camarero respondió: “Ya le dije ayer que no
servimos comida para patos aquí”. El tercer día, el pato volvió y pidió comida
para patos una vez más. El camarero se hartó y gritó al pato: “Le he dicho que no
tenemos comida para patos. Si vuelve aquí otra vez, voy a sacar un cuchillo de
cocina y le voy a cortar el cuello”. El pato se marchó del bar. Volvió a los dos días
y preguntó al camarero: “¿Tiene algún cuchillo de cocina por aquí?”. El camare-
ro respondió: “No, no los tenemos”. Entonces el pato dijo “Entonces deme algo
de comida para patos, jefe”. (Cuando las fronteras no se imponen desde el primer
momento, es inevitable que se violarán una y otra vez más adelante).
2. Un hombre vino a ver a Joha para pedir una cuerda. Joha le respondió:
“Lo siento, pero mi mujer la ha rebozado con harina”. El hombre preguntó, des-
concertado: “¿A quién se le ocurre rebozar una cuerda con harina?”. Joha res-
pondió: “Pues verás, cuando no quieres prestar tu cuerda, la puedes rebozar
con harina”. (¿Qué hace falta hacer para que alguien se dé cuenta de que está
traspasando la línea roja de otra persona?).
3. Joha estaba montado tranquilamente sobre su burro cuando el burro vio
una serpiente en el camino y se puso a correr a toda prisa. A Joha le cogió des-

MAIOR 89
El humor y el bienestar en las intervenciones clínicas

prevenido y perdió control del burro. Cuando la gente del pueblo, sorprendida,
le pregunto a Joha a donde iba con tanta prisa, él grito: “No me lo preguntéis a
mí, ¡preguntádselo a mi burro!” (Cuando se violan las fronteras, los resultados
pueden ser totalmente impredecibles).

CONSTRUIR SOLUCIONES PRÁCTICAS

Cuando la gente quiere solucionar sus problemas, normalmente creen que


las soluciones deben de ser muy complicadas. Por lo tanto, dejan las cosas como
están porque creen que las alternativas están fuera de su alcance. Las solucio-
nes eficaces deben de ser progresivas, prácticas y muy sencillas. Aunque una
solución puede requerir un cierto tiempo para llevarla a cabo, debe comenzar
con un primer paso y ser accesible en cuanto al esfuerzo de comportamiento
necesario para implementarlo, que deberá ser razonable.

1. Un día Joha perdió la llave de su casa por la noche y salió a buscarla. Le


encontraron buscando la llave por la calle. Un vecino le preguntó por qué esta-
ba buscando la llave en la calle y no cerca de su propia casa. Joha respondió:
“Porque hay más luz bajo esta farola que en mi casa”. (Para solucionar un pro-
blema, primero hay que buscar el lugar más accesible para comenzar).
2. Joha estaba preparándose para salir de excursión. Un amigo vino y le dio
un talismán grabado con una inscripción antigua. Le advirtió a Joha: “Cuando
te ataque un perro, recita esta inscripción mágica y el animal no podrá hacerte
daño”. Cuando salió por la puerta, Joha tomó un palo para caminar y dijo:
“¡Mejor será que lleve este palo conmigo por si acaso el perro no cree en la
magia!” (En el caso de que la primera solución no funcione, prepara una estra-
tegia secundaria).
3. “No puedes salvar a tu amigo de una mosca clavándole un hacha en la
frente”. (Cualquier solución que desarrollemos debe de ser adecuada a la situa-
ción actual).

VER LAS COSAS DESDE LA PERSPECTIVA MÁS AMPLIA

Cuando nos quedamos mirando las migas, no podemos ver el pan. Las dis-
tracciones de la vida a menudo nos pueden distraer de la atracción principal.
Cuando trabajamos con distintas personas, es interesante observar cómo los
individuos pueden distraerse y perder de vista sus intereses principales al per-

90 MAIOR
Un sistema de auto-mejoramiento

seguir preocupaciones que en definitiva son inútiles pero que les restan tiempo
y energías. Si el formador descubre un descarrilamiento de los objetivos unido
a un mal uso de energías, puede entonces ayudar a su cliente a identificar
donde están las recompensas más importantes para él o ella y volver a dirigir
las energías desde lo trivial a lo esencial.

1. Una mujer llevó a su querido hijo Juanito al lago para nadar. Juanito nado
demasiado lejos, se cansó y se empezó a ahogar. La madre vio que el niño se
estaba ahogando y comenzó a gritar socorro y auxilio para que alguien salvara
a su hijo. Un hombre valiente que pasaba por ahí se lanzó directamente al agua,
nadó hasta Juanito y lo trajo sano y salvo a la playa. La mujer, al ver a Juanito,
se volvió al rescatador y le reprochó severamente: “Juanito llevaba una gorra.
¿Dónde está su gorra?”. (Este cuento puede emplearse para ilustrar lo absurdo
que resulta encallarse en los detalles insignificantes y olvidarse del objetivo
principal).
2. Un ratón estaba cruzando los raíles del tren para volver a casa. Mientras
que los cruzaba, pasó el tren y le cortó la cola. Cuando llegó a casa, se dio
cuenta que había perdido la cola en los raíles del tren. Decidió volver a por
ella. Cuando el ratón estaba buscando la cola en los raíles, pasó el tren una vez
más y le cortó la cabeza. ¿Cuál es la moraleja de la historia? Un ratón nunca
debería perder la cabeza por un pedazo de cola. (Este cuento es perfecto para
despertar a los clientes que invierten sus energías en actividades poco pro-
ductivas, inútiles o especialmente destructivas, dejando de lado su vocación
principal).
3. “No puedes dejar que los pequeños tributarios te distraigan de la bús-
queda del río”. (En definitiva: ¿Donde está el oro en esas montañas?)

DESPRENDERSE DE LA VERGÜENZA

El tema de la vergüenza es extremadamente relevante a los campos de la psi-


coterapia, el crecimiento personal y la formación en temas de comunicación.
Contiene una importancia teórica con relación a entender el origen de las dis-
funciones psicológicas y comunicativas y también una importancia práctica en
cuanto a la posibilidad de ayudar a las personas a desprenderse de su ver-
güenza excesiva. Aunque ya se ha realizado un estudio de la estructura de la
vergüenza en otras publicaciones (ver Kühn, Raub y Titze, 1997; Salameh,
1989b, 1995b, 1995c, 1998, 2000; Salameh y Titze, en vías de publicación; Titze,
1987, 1995), debe aclararse que la vergüenza tiene un efecto muy amplio sobre

MAIOR 91
El humor y el bienestar en las intervenciones clínicas

nuestras actitudes, sentimientos y comportamientos. Un resultado muy desea-


ble de las intervenciones psicoterapéuticas o de crecimiento personal es extir-
par la vergüenza de nuestras vidas para poder dejar de avergonzarnos y culpar
a nosotros y a los demás. La vergüenza, la culpa y las actitudes críticas son tres
primos hermanos de la psicopatología. En primer lugar, muchos sucesos trau-
máticos se caracterizan por un aura de vergüenza que empeora la gravedad de
la experiencia traumática para el individuo que sufre el trauma. En segundo
lugar, el sentimiento de la vergüenza parece desempeñar un papel considerable
en el origen de las enfermedades psicológicas. Los sentimientos de vergüenza
provocan una autoestima baja que causa depresión junto con sentimientos de
inseguridad e incertidumbre. Esta ecuación emocional a su vez provoca la
ansiedad. En tercer lugar, la vergüenza provoca grietas de identidad (Salameh,
1998). La teoría de las grietas de identidad define este concepto como agujeros
en la formación de la identidad que se dan cuando el desarrollo de la identidad
sano se congela alrededor de cuestiones vergonzosas por reacción a alguna
experiencia concreta. La figura 3.2 describe la incidencia de las grietas de iden-
tidad a lo largo del proceso de desarrollo.
Tres procesos disfuncionales parecen estar relacionados con la calcificación
psicológica de la vergüenza: la apropiación de la vergüenza, la referencia exter-
na y el confundir la culpa con la responsabilidad.
La apropiación de la vergüenza sucede cuando el individuo convierte un
suceso impersonal e incondicional en un suceso personal y condicional.
Durante una infancia en la que sufría de una minusvalía parcial, una mujer vol-
vió personal y condicional la indiferencia benigna que los otros miembros de la
familia mostraron hacia una habilidad acrobática que ella había practicado y
que les demostró una noche después de la cena. Se sintió avergonzada y recha-
zada porque “mi truco era tan estúpido”. En realidad, los miembros de su fami-
lia no sabían nada sobre la acrobacia y no conocían el tiempo, el esfuerzo y la
destreza necesaria para realizar este movimiento acrobático. Su ignorancia se
convirtió en un rechazo vergonzoso y creó una grieta de identidad duradera
asociada con los temas de rechazo.
En el caso de la referencia externa, puede desarrollarse una grieta de identi-
dad relacionada con las comparaciones que causan vergüenza: ser “menos que”
los demás (menos atractivo, más bajo, con una menor educación), no tener las
señales externas de éxito que tienen los demás (un coche lujoso o un Rolex), o
no superar el listón de las expectativas ajenas (no es lo suficientemente listo
para ser un médico...un millonario...etc, no es tan bueno como para jugar al fút-
bol profesional).

92 MAIOR
Figura 3.2
Grietas de identidad provocadas por la vergüenza
Negación Fracaso Sobrecompensación Disimulo
Formación de la identidad Grieta de Grieta de Grieta de Grieta de

Un sistema de auto-mejoramiento
Trauma y depresión

a lo largo del tiempo vergüenza vergüenza vergüenza vergüenza

Ansiedad
cronológico

Experiencia subjetiva Pensamientos y/o Comportamiento Fantasías relacionadas Ritos de limpieza


acciones suicidas impulsivo de llamar con la vergüenza obsesivo-compulsivos
la atención
MAIOR
93
El humor y el bienestar en las intervenciones clínicas

Para trabajar con la apropiación de la vergüenza, el guía puede utilizar el


concepto de la descontextualización, llevando el suceso que originó la ver-
güenza fuera del ámbito personal y condicional –“No tiene nada que ver conti-
go el hecho que alguien sea ignorante o que tú tengas una herencia genética
concreta como las migrañas o el ser bajo de estatura”. En relación a los temas
de referencia externa, el guía puede ayudar al cliente a cambiar su punto de
referencia externo por uno interno, comparándose con sus propios hitos y no
con aquellos que realizan los demás –“La felicidad es un trabajo que comienza
dentro de nosotros y luego se expande hacia el mundo externo. Cuando nos
comparamos con los demás, sólo vemos la punta del iceberg que nos falta. No
vemos sus problemas, que es la parte del iceberg escondida bajo el océano. Tu
valor no tiene nada que ver con lo que tienes, sino con quién eres”.
Otro concepto importante para ayudar a las personas a desprenderse de
su vergüenza excesiva es diferenciar entre la vergüenza y las culpas por un lado
y el tomar responsabilidad de un suceso o comportamiento por otro lado. No
podemos llevar a cabo nuestras vidas con éxito sin asumir responsabilidad y
propiedad de nuestros errores y comportamientos improductivos, pero esto no
significa que merezcamos la culpa, el ridículo, la humillación o la descalifica-
ción cada vez que metemos la pata o nos equivocamos. Por lo tanto, las perso-
nas pueden aprender a tomar responsabilidad por sus errores, fracasos y com-
portamientos disfuncionales –sin cargar la vergüenza sobre la responsabilidad.
El motivo es que añadir la vergüenza a la responsabilidad obstaculiza las accio-
nes para cambiar. Una persona que siente vergüenza puede tener problemas
para iniciar el movimiento hacia el cambio porque la energía que debe dedicar
a la acción se ve engullida por la espiral de vergüenza y culpabilidad “por lo
que hice”. Después de un “baño de vergüenza” a menudo queda poca energía
para hacer nada con el problema que nos hace sentirnos avergonzados. La ver-
güenza y las culpas son como sanguijuelas psicológicas que nos chupan toda la
sangre de la energía constructiva que tenemos. Estas emociones sólo hacen que
nos sintamos inútiles, gastados, incapaces de actuar. Cuando el centro de aten-
ción de un problema se mueve desde la vergüenza a la responsabilidad, se libe-
ran nuestras energías personales y podemos utilizarlas para implementar pro-
yectos de resolución constructivos.
Los sentimientos de vergüenza del cliente deben explorarse, procesarse
emocionalmente y deshincharse progresivamente para que él o ella pueda acce-
der a una libertad emocional de acción y a una actitud desenfadada hacia el
mundo. Dicho de la manera más sencilla, la vergüenza nos limita. El humor
desempeña un papel crucial en el proceso de quitarle las garras a la vergüenza
mediante un escape emocional seguido por una explosión y catarsis final.

94 MAIOR
Un sistema de auto-mejoramiento

1. Un grupo de mujeres se estaban lavando en una casa de baños cuando


de pronto el edificio se vio envuelto en las llamas de un fuego que se propa-
gaba rápidamente. Como su ropa ya era pasto de las llamas, la mayoría de las
mujeres tenían demasiada vergüenza como para salir de la casa de baños des-
nudas. Sólo una mujer salió corriendo inmediatamente para salvar su vida.
Todas las demás perdieron la vida en el incendio. La gente del pueblo prime-
ro hablaron mal de la mujer por salir de la casa de baños desnuda. Sin embar-
go, pronto apreciaron la intensidad de su fuerza y decisión. Entonces comen-
zaron a elogiar su coraje, sabiduría e inteligencia. (Esta historia muestra que
simbólicamente la vergüenza equivale a la muerte emocional y a veces física.
Cuando una persona consigue reunir el valor necesario para escapar de la ver-
güenza, la recompensa puede ser enorme. Para trabajar en tareas de destruc-
ción de la vergüenza, una táctica es animar a las personas a contar historias
vergonzosas o embarazosas y quizás imitar o exagerar sus reacciones de ver-
güenza con el propósito de salir de sus bloqueos de vergüenza mediante la
detonación humorística).
2. Una vez invitaron a Joha a una fiesta, a la que asistió vestido con su ropa
de todos los días. Pero en seguida se fijó que los otros invitados, que estaban
todos vestidos de punta en blanco, estaban mirándole mal por su humilde
atuendo. La insolencia de los camareros resultó tan evidente como la curiosidad
desdeñosa de los invitados. Entonces Joha se levantó, se fue a casa, se puso un
lujoso abrigo de piel y volvió a la cena. Le recibieron con grandes reverencias y
le llevaron a uno de los mejores puestos en la mesa. En cuanto se sentó, Joha
tomó una cucharada de sopa y la fue dejando caer gota a gota sobre su abrigo
de piel mientras que gritaba a toda voz: “Come, mi querido abrigo, come, por-
que era a tí y no a mí a quién habían invitado aquí”. (Las acciones humorísticas
valientes deshinchan la vergüenza. Durante el curso de la psicoterapia o la for-
mación, puede animarse a ciertas personas a llevar a cabo acciones un poco
embarazosas en público para vacunarse contra la vergüenza).
3. Una noche que estaba sólo, entraron en la casa de Joha unos ladrones.
Joha se escondió en un armario, pero los ladrones fueron muy exhaustivos en
su búsqueda por toda la casa para encontrar los objetos valiosos, y finalmente
le encontraron. Exclamaron: “¿Por qué se esconde? No íbamos a hacerle daño a
un hombre mayor como usted”. Joha respondió, “Lo sé, lo sé. Es que mi casa
contiene tan poco que valga la pena robar que me daba vergüenza encontrar-
me con ustedes”. (Este cuento puede ser una metáfora apropiada para descon-
textualizar las experiencias de la vergüenza. A quién pertenece la vergüenza: ¿a
Joha o a los ladrones?)

MAIOR 95
El humor y el bienestar en las intervenciones clínicas

LLEGAR A UN ENTENDIMIENTO CON LA FAMILIA

Todos venimos de algún sitio. Una de las certezas de la vida es que cada uno
de nosotros ha tenido una infancia, padres o figuras paternas y una tierra for-
mativa que podemos llamar la familia que ha moldeado en parte nuestra ma-
nera de percibir la realidad. Tarde o temprano, debemos enfrentarnos con la
herencia emocional que nuestra familia nos ha legado.
Si tenemos que identificar aquellos individuos con los que tenemos relacio-
nes llenas de ambivalencia, muchos de nosotros pensaríamos en primer lugar
en la familia. Los miembros de nuestra familia han sido a menudo los que se
han comportado con más amor hacia nosotros y también los que se han com-
portado con menos amor. Una de las tendencias interesantes que he notado a lo
largo del tiempo es que tendemos a categorizar a nuestros padres y a otros
miembros de la familia en roles muy extremos de un lado o del otro: Algunos
colocan a sus padres en un altar sagrado, viéndoles como perfectos e infalibles.
Por el contrario, otros tienden a demonizarles y describirles como malvados o
inútiles. Sin embargo, la verdad puede encontrarse en algún lugar entre estos
dos extremos. Excepto en casos en los que la madre o el padre era un psicópata
criminal o una persona que sufría de disfunciones extremas, la mayoría de los
padres exhiben porcentajes variables de comportamientos tanto constructivos
como destructivos hacia sus hijos a lo largo del tiempo. Ser padre es un trabajo
en el que uno puede equivocarse. Desde luego que los padres se pueden com-
portar de forma estúpida y caótica como los demás seres humanos, pero tam-
bién son capaces de acciones nobles y positivas. Quizás nuestras desilusiones
recurrentes con nuestros padres provienen del hecho que, en los ojos de un
niño, los padres comienzan siendo Superman o la Mujer Biónica. La actitud ini-
cial del niño o niña hacia sus padres es de adoración, amor y cariño incuestio-
nable. Representan los héroes imbatibles y ubicuos de su mundo. Por supues-
to, según vamos creciendo la pintura de las estatuas sagradas se va resquebra-
jando y cayendo trocito a trocito. Nuestros padres comienzan a adquirir dimen-
siones más realistas como seres humanos que habitan un cuerpo humano y que
pueden poseer cualquier debilidad humana. Dado que ninguno de nuestros
padres recibió un diploma de la Universidad Parental antes de procrearnos, y
comenzó sin ninguna competencia en materia de ser padre o madre excepto sus
experiencias infantiles con sus propios padres, nos convertimos desafortuna-
damente en los conejillos de indias de sus experimentos paternos. ¿Cómo
podemos ajustarnos a este sistema existencial tan absurdo? Muy a menudo con
sentido del humor y respuestas compasivas.

96 MAIOR
Un sistema de auto-mejoramiento

Tres conceptos técnicos parecen relevantes al trabajar con los asuntos que
quedan por resolver con nuestras figuras paternas y maternas y con nuestros
hermanos y hermanas: los conceptos de diferenciación, calibración y distensión.
El concepto de diferenciación nos ayuda a separar el trigo de la paja. Mediante
la diferenciación, el individuo aprende a distinguir el comportamiento disfun-
cional del padre o madre de su comportamiento positivo y constructivo. En vez
de polarizar la figura como toda buena o toda mala, el individuo comienza a
entender que puede haber exhibido ambos aspectos en distintos momentos. De
esta manera, puede identificar, elogiar y absorber psicológicamente los aspectos
positivos del padre/madre con una identificación constructiva mientras que
renuncia y se distancia del comportamiento disfuncional. Dicho de manera sen-
cilla, mantenemos los valores y comportamientos redentores del padre/madre y
evitamos los patrones y comportamientos inadecuados sin condenar ni deificar
excesivamente la persona. La diferenciación nos permite discriminar de manera
justa entre los aspectos del repertorio psicológico que son poco sanos para noso-
tros y aquellos con los que nos sentimos cómodos.
El segundo concepto que puede emplearse para ajustarse a la herencia (o
locura) de los padres es la calibración. La calibración se refiere a la moderación
y reorientación de las respuestas, tanto subjetivas como interpersonales, de tal
manera que la persona pueda obtener un sentido de la proporción al dirigirse a
las figuras paterna y materna. El trabajo de calibración puede tener lugar tanto
si los padres del cliente están vivos como si no, dado que el trabajo emocional
con otro individuo no termina con su muerte física. En vez de reanimar senti-
mientos de rechazo, enfado y retraimiento al entrar en presencia real o simbóli-
ca con un padre/madre, se puede ser más equilibrada al enfrentarse a las figu-
ras de los padres: poniendo límites, discriminando entre las partes de la interac-
ción con los padres que funcionaban y las que no, y expresando las preferencias
sobre comportamientos deseados que ayudarían a fomentar el desarrollo perso-
nal. Si el padre/madre ya no vive, entonces el proceso de calibración puede lle-
varse a cabo mediante un juego de rol. La calibración es un proceso abierto y
continuo. Es necesario tanto para ajustarse en cada momento al miembro de la
familia y para obtener una terminación emocional de las situaciones familiares.
El tercer concepto que puede facilitar las interacciones con nuestros padres es
la distensión. Distensión significa que vamos distendiendo la relación con nues-
tros padres para que sea menos estresante y más amigable. Nos entrenamos para
estar en su presencia sin dejar que las experiencias pasadas afecten negativa-
mente las interacciones en el presente. Nos acercamos a ellos con compasión y
consideración, desarrollando un agarradero emocional nuevo y sano en la inte-

MAIOR 97
El humor y el bienestar en las intervenciones clínicas

racción. Dado que este método requiere que el padre, madre u otro miembro de
la familia se esfuerce más en la relación, puede que al inicio se encuentre algo de
resistencia. Sin embargo, su tono respetuoso puede finalmente tentar a la perso-
na a entrar en una relación equilibrada y amigable.
Si tejemos la diferenciación, la calibración y la distensión en el tejido de
nuestras relaciones con los padres y/o la familia, podemos permitir que las par-
tes sanas de nuestra familia entren en nuestras vidas. Por otro lado, podemos
también estructurar nuestras relaciones de familia de tal manera que los aspec-
tos disfuncionales de los padres no invadan nuestra existencia, creando fronte-
ras adecuadas que limiten las entradas y salidas de la familia en nuestras vidas.
Un ejemplo que me viene a la mente es el de una cliente con la que trabajé en
psicoterapia que apreciaba el afecto de su madre hacia sus hijos pero a quien no
le gustaban las repetidas intrusiones en su vida para “visitar a los nietos”. La
madre de esta mujer sabía que los niños daban lecciones de natación e inició la
costumbre de aparecer en la piscina cada vez que sus nietos tenían lecciones.
Sin embargo, la hija había organizado su tiempo de tal manera que pudiera dis-
frutar de sus dos hijos a solas durante las lecciones de natación. Esta situación
era sintomática de la ceguera de la madre hacia las fronteras de la hija y sus
intrusiones en la vida de ella que siempre habían sido la norma. Empleando la
trilogía conceptual de diferenciación, calibración y distensión, la hija pudo
decir a su madre que las lecciones de natación eran un tiempo que había reser-
vado para disfrutar con sus hijos sin otras personas. Si la abuela quería ver a los
niños, debía dejar de aparecer sin avisar y hacer una cita en otros momentos
disponibles. Ella apreciaba el afecto de la abuela hacia sus nietos, pero no a
costa de sus momentos de mayor intimidad con su propia madre. Recibía con
gusto el amor, pero no la intrusión. A través de este incidente, la madre comen-
zó a darse cuenta que su hija tenía una identidad claramente distinta de la suya,
y que necesitaba respetar esta identidad aun manteniendo su afecto e inva-
diendo menos los espacios. El resultado final fue una situación en la que todos
ganaron: la abuela, la cliente y los nietos.
Cuando se ponen en funcionamiento estos conceptos y técnicas, pueden
ayudar a desarrollar una relación constructiva con nuestros padres o hermanos,
a no ser que los padres padezcan alguna enfermedad mental severa y crónica.
E incluso en estos casos, todos los seres humanos pueden aprender en el plano
emocional. Además, adoptar este método relacional nos ofrece la posibilidad de
convertirse en un modelo positivo para los propios hijos cuando los hubiera,
contribuyendo a la mejora de las relaciones familiares futuras en la sociedad
más amplia. En algunos casos en los que la ira u otros sentimientos hacia un

98 MAIOR
Un sistema de auto-mejoramiento

miembro de la familia son intensos, si la persona es altamente disfuncional o si


el cliente está desequilibrado emocionalmente, una “padrectomía” puede ser
necesaria hasta que la situación se calma y los asuntos que afectan a ambos
miembros de la familia pueden reconciliarse de una manera adecuada. Los
siguientes materiales humorísticos son ejemplos que se emplearon con distin-
tos individuos para facilitar la resolución de asuntos familiares.

1. “La familia es una cita a ciegas genética”. (Utilicé esta cita de Erma
Bombeck con un cliente que creía que había tenido muy mala suerte con los
padres que le habían tocado. En un primer momento respondió con la risa, a la
que siguió una reflexión más seria sobre la irónica verdad que no podemos ele-
gir nuestros padres y que a menudo nos pueden desagradar las características
tanto físicas como emocionales de esta cita a ciegas genética. Para fomentar la
aceptación de esta ironía inevitable, seguimos discutiendo el hecho de que las
citas a ciegas son aleatorias. Unas veces tienes más suerte que otras, pero el
objetivo es tomárselo con un cierto sentido del humor, mantener la mente y el
corazón abiertos y divertirse.
2. “Tu familia no es más que un grupo de gente con los que te toca viajar
en ascensor”. (Utilicé esta cita de Jodie Foster con una cliente que sentía un gran
peso de obligación hacia otros miembros de la familia por el hecho de estar rela-
cionada con ellos. Consiguió deshacerse de su sentido innecesario de obliga-
ción cuando se dio cuenta de lo absurdo de sus creencias –no nos acercamos
demasiado con las personas que nos tocan al lado en el ascensor, ¡sólo quere-
mos salir del ascensor!).
3. “Cuando vuelves a visitar a tus padres, te alegras de verles la primera
semana que les ves, y luego empiezas a acordarte de por qué te fuiste”. (Utilicé
este comentario con un cliente que se lamentaba por sus “vacaciones echadas a
perder” con sus padres. Cuando fue a visitarles, descubrió algunos patrones de
comportamiento disfuncionales en los que nunca se había fijado, con la lupa de
sus aprendizajes terapéuticos. Este descubrimiento le hizo sentirse deprimido y
desilusionado al volver de sus vacaciones. Con la ayuda de esta idea cómica,
obtuvo algo de perspectiva sobre el hecho de que al fin y al cabo, había dejado
su casa con un buen motivo).
4. David tenía un padre católico y una madre judía. Ambos querían que
aprendiera los caminos de su fe particular. Cuando llegó el momento de la pri-
mera comunión de David, su padre preparó la ceremonia en la parroquia cató-
lica del barrio. Pero su madre también quería que tuviera un Bar Mitzvah y
notificó al rabino sobre la ceremonia. El día de la primera comunión de David,
cuando el cura le estaba dando el cáliz, el rabino agarró al cura del hombro y

MAIOR 99
El humor y el bienestar en las intervenciones clínicas

preguntó: “Perdone, ¿me permite?”2. (Este chiste puede emplearse con las per-
sonas que deben resolver problemas relacionados con padres de distintas cul-
turas o matrimonios mixtos. El mensaje del chiste es que los híbridos funcionan.
Los híbridos en la naturaleza y en la vida humana a menudo están más prepa-
rados para enfrentarse a los cambios futuros que los seres de los que descien-
den. Los hijos pueden aprender a estar orgullosos de su “cóctel familiar” por-
que los beneficios y aprendizajes que obtienen de él son mucho más preciosos
que sus desventajas).

DIVERTIRSE

Las intervenciones de crecimiento personal pueden animar a las personas a


disfrutar de la vida. Más allá de nuestros problemas y sufrimientos, la risa exis-
te como existe también una vida que merece saborearse. Sea cual sea el nivel de
riqueza, educación, estatus social o cualquier otro aspecto, una vida sin chispa
resultará terriblemente pesada. Siempre habrá más trabajo que hacer, más pre-
siones y preocupaciones, más fechas tope y más errores. A pesar de todo, aun
queda suficiente sal en la sopa. Una buena intervención ayuda a fomentar una
actitud festiva y alegre hacia la vida, disfrutando lo que ya tenemos en vez
de sentirnos desilusionados por lo que queda fuera de nuestro alcance. En el
humor, el mensaje es el medio. El uso del humor sano por parte del guía o del
cliente es una decisión de escoger la diversión y el goce (ver Chapman y Foot,
1977; Fry y Salameh, 1987, 1993; Salameh, 1983, 1986a, 1986b, 1987, 1993; y Titze,
Eschenröder y Salameh, 1994 para encontrar técnicas y recomendaciones clí-
nicas sobre el uso del humor y la diversión en el trabajo de la psicoterapia).
Un psicoterapeuta serio no puede hacer terapia “seria” porque es incapaz de
disfrutar del proceso. Divertirse significa que podemos encontrar espacio para
la risa y la diversión en cualquier cosa que hagamos.
Cuando me preguntó un agente de facturación de unas líneas aéreas si
alguien me había ayudado a hacer mis maletas antes de un vuelo, le respondí:
“Sí, ¡Mary Poppins!”3. Ambos nos reímos de esta interacción, y nos ayudo a ali-
gerar la pesadez de las formalidades de los viajes aéreos. Cuando una mujer

2. NT: La frase original en inglés, “May I cut in please?”, es una referencia a una petición de cambio de
pareja en los bailes de salón.
3. En el original es “Casper, the friendly ghost”, o Casper el fantasma simpático. Dado que este perso-
naje apenas se conoce en España, decidí sustituirlo.

100 MAIOR
Un sistema de auto-mejoramiento

reprimida emocionalmente insistió en negar los efectos emocionales de los


abusos que sufrió en la infancia sobre su vida actual diciendo “Sobreviviré”,
respondí “Segúro que Gloria Gaynor también”, refiriéndome a la famosa can-
tante de música disco y su canción “I Will Survive”. El intercambio humorísti-
co que siguió a esta broma nos permitió entrar en una interacción psicotera-
péutica productiva sobre su necesidad de ser fuerte y cómo esta necesidad
esconde su vulnerabilidad y su sensibilidad hacia los demás. En un tercer caso,
un hombre muy serio me habló con preocupación sobre el hecho de que suda-
ba por las noches. Me dijo: “Estuve sudando ayer noche y yo no soy así, no soy
una persona que suda”. Esta última frase en inglés (“I’m not a sweater”) tiene
un posible doble sentido, ya que “sweater” significa persona que suda pero
también el “sweater/suéter” que venden en las tiendas de moda, el jersey.
Entonces yo respondí: “No eres un suéter, eres una rebeca”. Por primera vez en
los dos meses que le había visto, el hombre rió de buena gana, me miró con
incredulidad y dijo, “Gracias por eso. ¡Me hacía falta esa risa!”. Según fue rela-
jándose, nuestro diálogo se fue transformando sin esfuerzo hacia una discusión
más abierta sobre cómo su ansiedad se somatizaba a través del sudor y otros
síntomas físicos.
Para crear la diversión en nuestras vidas, primero es preciso aprender a dife-
renciar entre la seriedad y la solemnidad –podemos ser serios sin ser solemnes.
En segundo lugar, podemos hacer un esfuerzo consciente para aumentar la
dosis de regocijo y satisfacción en nuestras vidas. En tercer lugar, podemos
reconocer que el humor y la actitud lúdica son formas más elevadas de serie-
dad, reconociendo nuestras inquietudes trascendentales sobre la ansiedad, la
sexualidad, la depresión y la muerte y al mismo tiempo jugando con ellas (ver
Nevo, Aharonson y Klingman, 1998; y Salameh 1989a, 1995c, para encontrar
sugerencias sobre cómo desarrollar técnicas del humor e integrar una perspec-
tiva cómica en la vida cotidiana).
En algunas ocasiones he empleado las siguientes metáforas para animar a
distintos individuos a adoptar una actitud más festiva:

1. “El hombre no vive sólo de la proteína”. (Uso esta cita de Milton Erickson
con las personas que se toman la vida demasiado en serio para su propio bien).
2. “Cuando tengo que elegir entre dos males, siempre escojo el que aun no he
probado”. (Esta cita de Mae West puede emplearse para fomentar la apertura
hacia la experimentación en la vida y alejarse de la melancolía y las precauciones
excesivas. Esta cita tiene un efecto similar a la anécdota del hombre que rezaba
“Oh Señor, por favor líbrame de las tentaciones, pero aun no”).

MAIOR 101
El humor y el bienestar en las intervenciones clínicas

3. “Sólo me gustan dos tipos de hombres, extranjeros y del país”. (Esta


segunda cita de Mae West la suelo utilizar con personas que dicen no tener ten-
dencias hedonistas o humorísticas pero que luego actúan de maneras que dela-
tan su capacidad de disfrute. Estos individuos pueden sólo necesitar el permi-
so del guía para tomar posesión de sus anhelos no reconocidos de diversión y
juego para desencadenar sus identidades lúdicas).
4. Un clérigo protestante llegó a casa bastante tarde una noche y su mujer le
preguntó por qué había llegado a esa hora. El clérigo le respondió “Tenía que
realizar la extrema unción a uno de los fieles. Lo ves, querida, ¡la gente se muere
por verme!” (Esta anécdota muestra el aspecto lúdico del humor que puede
añadir tanta sal y pimienta a nuestras vidas).
5. Duke Ellington declaró que una melodía no significa nada si no tiene
“swing”, si no es “marchosa” (“It don’t mean a thing, if it ain’t got that swing”).
Esta sentencia puede ser relevante para las personas que necesitan entrar en el
“swing” de la vida. (Si algo no es divertido y es sólo pesado, ¿para qué lo haces?)

RESOLVER EL TRAUMA

Ninguno de nosotros ha evitado la experiencia del trauma. Puede decirse


con bastante seguridad que todos los seres humanos se encuentran con alguna
experiencia traumática a lo largo de sus vidas. Cómo discutimos anteriormen-
te, algunos traumas tienen un origen psicológico histórico, dado que pueden
relacionarse con sucesos de la infancia o experiencias de vergüenza. Sin embar-
go, otros traumas se crean al suceder eventos negativos totalmente inesperados
que parecen poner nuestro mundo cotidiano patas arriba. Aunque estos suce-
sos sean breves en cuanto a su duración cronológica, sus efectos psicológicos
pueden ser absolutamente desastrosos y muy duraderos. ¿Cómo se siente una
persona al descubrir que tiene cáncer, que tiene esclerosis en placas, que su
marido, mujer o hijo ha muerto en un accidente aéreo? ¿Cómo se siente una
persona que vive en medio de la guerra o participa en ella, cuya casa la derri-
ba un terremoto, cuya espalda queda lesionada de forma irreparable en un acci-
dente de automóvil, que se electrocuta y queda paralizada durante una tarea
del trabajo? ¿Qué se siente cuando un crack financiero de grandes proporciones
destruye tus sueños? Todos estos sucesos suelen dejar su marca en el libro de
nuestras vidas, y sus consecuencias emocionales requieren trabajo de limpieza.
Un ejercicio que he encontrado muy útil a la hora de realizar formación de
grupo sobre este tema concreto es hacer que cada uno de los miembros del
grupo de formación escriba una pequeña nota anónima y privada sobre una

102 MAIOR
Un sistema de auto-mejoramiento

experiencia emocional traumática secreta que ha afectado su vida. Cuando los


participantes han terminado escribiendo sus notas, les pido que las doblen y me
las pasen sin identificarse por nombre ni de ninguna otra manera. Entonces leo
en voz alta todas las notas que he recogido. Como puede imaginarse, este ejer-
cicio puede desencadenar emociones muy fuertes entre los participantes,
incluidas descargas catárticas, solidaridad con los demás, conciencia de los
asuntos emocionales pendientes por resolver y una mayor empatía hacia los
traumas de los demás seres humanos.
Una reacción habitual al trauma es lo que he denominado el “congelarse”
(Salameh, 1995b). Lo que sucede al congelarse es que la maquinaria de la vida
emocional deja de funcionar después de un trauma concreto. La persona deja
de evolucionar como ser humano y comienza a perder la perspectiva general
porque las secuelas del trauma han crecido hasta ocupar todo el espacio y la
energía psicológica disponible. Por supuesto, el individuo normalmente se
beneficiaría de un apoyo compasivo y una orientación para salir de esta situa-
ción y liberar la energía psicológica atrapada dentro para poder dedicarla a acti-
vidades más constructivas.
Un observador veterano del comportamiento humano se percatará de que
cada trauma tiene su propio código emocional. El idioma aparentemente indes-
cifrable de las tribus urbanas que escriben pintadas y grafitis en los muros de
la ciudad no tiene sentido alguno para aquellos que no conocen el código de
estos grupos callejeros. Cuando el código secreto se ha descifrado, el idioma
puede entenderse fácilmente. De la misma manera, lo importante al trabajar
con los traumas es descifrar el código emocional particular asociado con cada
trauma para poder entenderlo. En este sentido, las cuestiones más importantes
tienen que ver con el modo en el que el individuo ha codificado el trauma en
su propio lenguaje emocional. Cuando se llega a entender este alfabeto secreto,
el código puede descifrarse, el trauma puede entenderse y el plexo de energía
ligado al trauma podrá en consecuencia liberarse. Incluso cuando se trate del
mismo individuo, cada trauma tiene su propio código emocional que debe des-
cifrarse independientemente de otros traumas personales. Como en el caso de
cualquier suceso psicológico importante, la combinación secreta necesaria para
deshacer el bloqueo emocional se esconde en los detalles concretos relaciona-
dos con el fenómeno que se estudia. El código puede descifrarse animando al
cliente a describir su trauma en todo detalle: la hora y el lugar en el que tuvo
lugar, los individuos que participaron en la escena, cómo iba vestido el cliente,
quién más estaba presente aparte del protagonista principal y qué es lo que
dijeron e hicieron, los sentimientos exactos que surgieron y otros detalles. Estos

MAIOR 103
El humor y el bienestar en las intervenciones clínicas

pequeños detalles dan vida a los sentimientos asociados con el evento traumá-
tico y permiten al individuo revivirlo de un modo catártico con la ayuda del
guía, y a lo largo de este proceso el código secreto del trauma aparecerá.
Mi teoría es que la resolución del trauma es una variable fundamental para
obtener el bienestar emocional. Aunque no existen reglas fijas sobre el número
o la frecuencia de los eventos traumáticos en la vida del individuo, puede darse
por sentado que cada individuo ha experimentado uno o más traumas duran-
te algunos períodos de su vida. Es preciso dedicar esfuerzos y concentración
serios a la tarea de descifrar el código y resolver estos traumas.

1. “No hables de cuerda en la casa del ahorcado”. (Esta cita de Cervantes


puede emplearse cuando se detecta un trauma en la pantalla emocional de
alguien y no quieren verlo).
2. “Aun quedan tantos peces buenos en el mar como siempre han habido”.
(Este proverbio puede ser útil para fomentar una nueva perspectiva en alguien
que siente que ya no quedan esperanzas después de que “algo terrible” ha suce-
dido).
3. “No es la única piedra en la playa”. (Este proverbio nos recuerda que hay
vida más allá del trauma).
4. “No ha acabado hasta que acaba”. (Esta cita del jugador de béisbol Yogi
Berra nos ayuda a lo largo de la difícil y tediosa tarea de procesar un trauma).
5. Dos amigos nadaban de un lado del río al otro lado. Cuando llegaron a la
mitad, se empezaron a sentir cansados. Uno de los nadadores tenía miedo de
que no tendría suficiente energía para completar el trayecto y decidió volver al
punto de partida. El otro nadador calculó que ya había cruzado la mitad del río,
siguió adelante tenazmente sin mirar atrás y llegó al otro lado. (Al trabajar con
un trauma y sentirnos cansados, debemos emplear las energías restantes para
limpiar lo que queda de trauma y no quedarnos donde estamos. Detenerse sig-
nifica estancarse).

DESARROLLAR EL AUTO-CUIDADO EMOCIONAL

En esta etapa de nuestra evolución cultural, muchos individuos parecen sen-


tirse algo incómodos si se quedan solos. Por ejemplo, parecemos adictos a la
televisión, viendo este aparato en vez de mirar dentro de nosotros o mirarnos
los unos a los otros. Nuestro tiempo está lleno de llamadas de móviles, MTV,
televisión de cable, email y otros rellenos y estímulos que nos comen cualquier
tiempo potencial para la auto-compañía. Estamos adictos a las actividades y a

104 MAIOR
Un sistema de auto-mejoramiento

las cosas que hacemos y poseemos, convirtiéndonos en personas que hacen en


vez de personas que son. La llegada de los ordenadores en cada casa u oficina
y el tiempo cada vez mayor que pasamos con estas máquinas seductoras redu-
ce aun más el tiempo de calidad que pasamos con nosotros mismos. La pre-
sencia de los ordenadores ha significado una invasión importante de lo que
antes se consideraba la privacidad personal.
Si tenemos en cuenta que, según una estadística de 1996 el americano medio
emplea 8.4 horas diarias viendo la televisión, y si añadimos a esta situación la
invasión del ordenador personal en nuestras vidas, podemos entonces enten-
der algunos de los sentimientos de ausencia de sentido y alienación personal
que parecen asolar nuestra cultura.
Vivimos en la época de las tres ‘I’es: Información, Indiferencia e Inquisición.
La indiferencia se palpa en las relaciones superficiales entre los individuos y la
falta de atención a los asuntos ecológicos e interpersonales que pueden conseguir
el cambio a nivel social y global. La Inquisición se manifiesta en la curiosidad
insaciable por saber más sobre “los ricos y los famosos”. La trágica vida y muer-
te de la Princesa Diana es un buen ejemplo de los costes que puede tener el exce-
sivo acoso inquisitorio hacia quienes lo sufren. Un segundo aspecto de la inqui-
sición son los estereotipos indiscriminados que crean los medios de comunica-
ción hacia distintos grupos (generación X, yuppies, mayores, hombres, mujeres).
Estos estereotipos encarcelan a los individuos en distintas categorías (“Sí, sí, es
uno de ellos”), fomenta el uso de una referencia externa que genera vergüenza y
finalmente nubla y descarrila nuestro sentido de ser persona. La información
desde luego esta disponible en cantidades vertiginosas, hasta tal punto que
podría decirse que todos sufrimos el síndrome de la sobrecarga informativa. La
era de la tecnocultura nos permite obtener información sobre todo y sobre todos,
pero ¿a donde debemos ir para obtener información sobre nosotros mismos?
No dedicar tiempo a nosotros mismos refleja una falta de auto-respeto.
Quizás, de alguna manera, no nos valoramos lo suficiente como para pasar
tiempo con nosotros mismos. Quizás sintamos que no nos merecemos el rega-
lo de dedicar parte de nuestro tiempo para el auto-descubrimiento. Sin embar-
go, tarde o temprano, nos damos cuenta que la tecnología no puede codificar la
subjetividad. Descubrimos nuestra subjetividad nosotros mismos, en nuestro
propio tiempo y espacio. Cuando intentamos estar solos, descubrimos al prin-
cipio que nos cuesta bastante estar a solas con nosotros mismos, que no nos
podemos tranquilizar lo suficiente como para poder disfrutar de nuestra pro-
pia presencia. Un cliente que llamaré José una vez describió este miedo de la
auto-compañía durante un taller de grupo diciendo: “He descubierto que me
cuesta pasar el rato con José”. Del mismo modo que debemos dedicar tiempo a

MAIOR 105
El humor y el bienestar en las intervenciones clínicas

estar con nuestros amigos y familia, necesitamos dedicar tiempo a estar con
nosotros mismos, sin estar involucrados en ninguna otra tarea aparte de rela-
jarnos y auto-explorarnos. Tomarse el tiempo para considerar nuestros propios
sentimientos sobre distintos temas y encontrar una resolución adecuada dentro
de nosotros sin duda tiene un valor positivo. Cuando nos tomamos un descan-
so de la lucha competitiva por el pan de cada día, de la sobrecarga de informa-
ción y del mantra podrido de la vana acumulación materialista, podemos crear
una oportunidad verdadera para sanarnos desde dentro y comprender el sen-
tido de nuestras vidas. Al atravesar este proceso pueden surgir muchos senti-
mientos. Nos puede apetecer llorar o reír. Podemos sentirnos ansiosos o depri-
midos. Podemos experimentar un período de preocupación que necesita atra-
vesar la pantalla de nuestro horizonte emocional. Si dejamos que todas estas
reacciones emocionales sigan su curso, nos quedaremos con lo único que
queda: una calma total, sencilla y apacible. Es por ello que el auto-cuidado es
un sanador y un amigo. Nos rescata cada vez que lo necesitamos.
Si dedicamos tiempo a estar con nosotros mismos sin teléfonos u otras inte-
rrupciones, podemos comenzar a sacar algo de tiempo de la vorágine para sanar-
nos. Cuando nos sentimos dañados, traumatizados o afligidos por alguna situa-
ción, debemos dedicar algo de tiempo para el auto-cuidado. Antes de iniciar un
ataque, una retaliación o cualquier otro acto impulsivo, quizás podamos mirar
hacia adentro para entender y arreglar aquellas partes de nosotros que se han
roto. Las buenas noticias son que nunca es demasiado tarde. Cualquier momen-
to es bueno para la reflexión interna sobre quién somos y a dónde vamos. Las
siguientes preguntas pueden dar un impulso al proceso de auto-cuidado: ¿Puedo
salir fuera del círculo de mis propias preocupaciones? ¿Estoy en paz conmigo
mismo? ¿Me gusto? ¿Cuando fue la última vez en la que cuando algo salió mal
miré dentro de mí mismo en vez de culpar a otra persona? ¿Soy alguien que ele-
giría yo mismo como amigo? Solamente el lector centrado y auto-reflexivo puede
responder a estas preguntas íntimas. Cuando obtenemos la paz interna, la paz
externa sin duda la seguirá: El auto-cuidado tiene su recompensa.

1. Como ejercicio para descubrir el poder del auto-cuidado, cierra los ojos
e imagina que dentro de ti miras a una gran pantalla en blanco. Proyecta el
número veinticuatro en esta pantalla y luego di veinticuatro o en voz alta o
mentalmente. Inicia una cuenta atrás desde veinticuatro a cero, asegurándote
que proyectas cada número en la pantalla y lo dices en voz alta o mentalmen-
te antes de seguir al siguiente número. Ahora toma conciencia de cómo te sien-
tes. Si has llevado a cabo el ejercicio como lo he descrito, habrás notado una
inmediata sensación de relajamiento que te invade y te ayuda a tranquilizarte.

106 MAIOR
Un sistema de auto-mejoramiento

Éste es un ejemplo adecuado de cómo el auto-cuidado mediante la relajación


puede cambiar tu paisaje interno.
2. El Buda dijo: “Somos lo que pensamos. Todo lo que somos surge de nues-
tros pensamientos. Con nuestros pensamientos creamos el mundo”. (Los pensa-
mientos son armas que pueden emplearse a nuestro favor o en contra nuestra).
3. Tres poemas haiku de la tradición Zen:
Sentado en silencio
Sin hacer nada
La primavera viene
Y la hierba crece sola.

Esta noche no tengo niño alguno


Sobre mis rodillas
Puedo ver
La luna llena que brilla.

Viejo estanque,
La rana salta–
Plop.

(Meditar sobre nuestra existencia es como dejar que un barco flote libre
sobre un lago tranquilo en una noche perfecta de verano, sin nadie a la vista,
completamente solos con la noche).

4. Un cómico con el que trabajé me contó sobre una vez en la que le contra-
taron para realizar un espectáculo en un club de la comedia. Al acabar la noche
se sintió muy satisfecho con su propia actuación. Sin embargo, esa noche en
concreto tuvo mala suerte con un público compuesto de personas malhumora-
das y difíciles de satisfacer. Primero se metieron con él sin razón alguna.
Después de un rato, algunos de ellos se marcharon en mitad del espectáculo. Su
primera reacción al fracaso fue culparse a sí mismo, decirse que “había hecho
algo mal”. Sin embargo, se permitió entrar en un estado de auto-cuidado emo-
cional y reflexión sobre lo sucedido. Los pensamientos negativos atravesaron
su horizonte emocional y se fueron disipando. Persistió con el auto-cuidado.
Finalmente, oyó una voz que surgía desde dentro y se imaginó diciendo a su
público malhumorado: “¿Sabéis qué? ¡Os habéis perdido un espectáculo
genial!” (Existe un poder sanador dentro de nosotros que podemos potenciar si
dedicamos tiempo a la práctica del auto-cuidado emocional).
5. “Si la iluminación no está donde estás tú, ¿donde vas a mirar?”. (Este
dicho Zen nos invita a considerar la idea de que lo que creímos perdido estaba
siempre con nosotros).

MAIOR 107
El humor y el bienestar en las intervenciones clínicas

CONCENTRARSE EN LOS PROBLEMAS, NO EN LA VENGANZA

Como mencioné en la sección sobre la vergüenza, las patologías a menudo


surgen de una personalización errónea de cuestiones que desatan la vergüenza y
la disfunción mientras que paralizan nuestra capacidad de tomar acciones
correctivas. El modo en que gestionamos un problema a menudo puede crear
más problemas sin resolver el problema inicial. Cuando los individuos que
sufren dolor emocional buscan respuestas a las cuestiones emocionales urgentes,
sus respuestas indiscriminadas pueden ser auto-derogatorias e innecesariamen-
te auto-punitivas. Cuando un adulto disfuncional ridiculiza a un niño, el niño
suele interpretar los actos mal aconsejados del adulto como una prueba de su
valor negativo (o sea, del niño). Tales disfunciones suelen provenir de una pre-
disposición aprendida pero errónea a personalizar y volver condicionales los
sucesos impersonales y no condicionales. Cuando buscamos soluciones a estas
disfunciones, debemos bajarnos del carro de la personalización. Debemos dejar
de culparnos y dejar de buscar la retribución acusando a los demás de las injus-
ticias que percibimos. Según nos vamos dando cuenta de que no podemos con-
trolar a los demás, comenzamos a entender nuestro propio papel en la co-crea-
ción de nuestros propios problemas. Este proceso a menudo implica un desman-
telamiento del castillo de la negatividad en el que hemos estado atrapados, cen-
trándonos en los problemas y las cuestiones que deben resolverse en vez de librar
una guerra vengativa contra los individuos que pueden haber participado en
ellos. El odio y la venganza no son valores familiares constructivos. Si nos con-
centramos en las cuestiones que requieren resolución y no en los “objetivos de
venganza” individuales, nos encontraremos mucho más vecinos al éxito.
Desde el punto de vista de buscar soluciones, la persona asociada con un
problema concreto es sólo “la cara” del problema. Él o ella es cómo el presen-
tador de televisión que anuncia un producto, pero que no es el fabricante del
producto. Sólo porque un problema tiene una cara que puede identificarse no
significa que podamos resolverlo eliminando la cara. Una lección importante en
la vida psicológica es que a veces las caras de los problemas cambian pero los
problemas permanecen. Luchar con la cara del problema puede eliminar el
mensajero pero no destruye el problema. Es por esto que la venganza es una
pérdida de tiempo. La responsabilidad del cambio permanece con el protago-
nista –el cliente. Cuando eliminamos nuestra parte del problema, entonces es
fácil resolver las partes que pertenecen a los demás si descubrimos que estos no
son tan importantes. En muchos casos los demás tienen poder sobre nosotros
sólo porque se lo proporcionamos. El filósofo francés Jean-Paul Sartre dijo una
vez que “La libertad es lo que haces con lo que te han hecho”.

108 MAIOR
Un sistema de auto-mejoramiento

1. Durante una sesión de psicoterapia, un hombre obsesivo que se había


divorciado recientemente se lanzó a criticar a su ex-mujer largo y tendido por
ser tan “apestosa”. Le comenté: “¿Sabes una cosa? Mi objetivo principal es tra-
bajar con estas restricciones tan apestosas que impones a tu propia vida”.
Respondió con grandes risotadas al oír que empleaba su palabra “apestosa”
para describir sus restricciones en vez de su mujer, pero el sencillo giro que di
a este vocablo ayudó a ampliar la lente de su conciencia. Se volvió más cons-
ciente de las “restricciones apestosas” que debía gestionar en vez de las perso-
nas que podían criticarse.
2. “La vida es ciega. Por eso tenemos que mantener los ojos abiertos”. O “La
vida es amarga. Por eso tenemos que esforzarnos un poco más para hacer que
sea dulce”. (Estas frases pueden utilizarse con aquellos que culpan a las “cir-
cunstancias de la vida” por sus problemas emocionales o por las actitudes
negativas a las que se aferran).
3. Durante mis sesiones con un cliente, tuve la ocasión una vez de compar-
tir una anécdota con él que era apropiada a su constelación particular de inte-
reses. A este hombre le costaba reconocer su contribución a un problema con-
creto porque había identificado a otra persona asociada con él como “la causa
de todos mis males”. No podía avanzar hacia una resolución porque “era culpa
del otro”. Le llamaba al otro hombre su “enemigo personal”. Le conté que una
vez había visto al telepredicador protestante Oral Roberts hablar sobre el cán-
cer. Durante este sermón Oral Roberts declaró que “El cáncer es mi enemigo
personal”. Pronuncié esta frase tratando de imitar el acento sureño de Roberts,
poniendo énfasis en el modo de hablar particular de Roberts. Mi énfasis cómi-
co sobre el uso de la frase “enemigo personal” para describir el cáncer concor-
daba con la descripción del cliente de otro individuo como su enemigo perso-
nal. La asociación interpretativa llamaba la atención sobre el hecho de que el
enemigo no era la otra persona sino “el cancer”, el problema concreto que debía
resolverse. Entonces seguí: “Bueno pues, como Oral Roberts, ¿cómo pretendes
recopilar fondos y recursos para luchar contra este cáncer?”. Este hombre al ini-
cio se quedó totalmente desconcertado por mi comentario. Esta desorientación
inicial, típica en las intervenciones humorísticas, sirvió para desestabilizar la
estructura disfuncional en la que se encontraba atrapado. Entonces llegó al
punto de “¡Ajá!”, se rió, movió la cabeza hacia ambos lados y respondió imi-
tando al personaje con un acento sureño divertidísimo: “Si no recopilo sufi-
cientes donativos para luchar contra este cáncer, ¡no hay duda que vendrá el
demonio para llevarse mi alma!”. Este episodio compartido de bromas desen-
fadadas sobre Oral Roberts por lo tanto despejó el camino para el cambio en las

MAIOR 109
El humor y el bienestar en las intervenciones clínicas

actitudes del cliente. Una vez que había redirigido sus energías hacia un cami-
no menos vengativo hacia su “enemigo”, fue muy fácil para él resolver su pro-
blema.
He encontrado que este tipo de bloqueo psicológico es bastante común en
muchos de los individuos con los que trabajo. Sus obsesiones con encontrar un
culpable de sus problemas les devora todas las energías disponibles para el
cambio. Siguiendo el principio de la magnetización de la energía propuesta por
este autor (Salameh, 1995b), la energía psicodinámica del individuo puede
verse monopolizada por un imán disfuncional que tiende a tomarse la mayor
parte de las energías disponibles de una persona. El humor puede emplearse
para descentrar y fragmentar el imán improductivo, liberando las energías
emocionales y la inercia dinámica hacia el bienestar, fomentando una redistri-
bución adecuada de la energía para comportamientos más constructivos. La
figura 3.3 aclara la relación entre los imanes y el papel que desempeña el humor
en la redistribución de la energía.

Figura 3.3
El principio de la magnetización de la energía y el papel del humor
en la redistribución de la energía

Imán disfuncional energía psicológica humor imán sano

Obsesividad Relajamiento de las tensiones

Narcisismo Compasión por los demás

Perfeccionismo Madurez emocional

Esquemas cognitivos Funcionamiento productivo


negativos

Falta de confianza Espíritu lúdico

110 MAIOR
Un sistema de auto-mejoramiento

SUPERAR EL FRACASO

En una época, el jugador de béisbol Babe Ruth tenía el mayor número de


home runs en la historia de este deporte, pero también el mayor número de stri-
keouts 4. No podemos conseguir ningún nivel de éxito en nuestras vidas sin un
cierto porcentaje de fracasos. Para conseguir algo, necesitamos acumular expe-
riencia. Pero para obtener experiencia, debemos fracasar alguna vez.
Paradójicamente, sólo podemos superar la derrota cuando la aceptamos e
incluso la abrazamos como una parte necesaria de nuestra experiencia vital. Por
otro lado, existe en nuestra sociedad una idolatría del éxito muy excesiva que
convierte la derrota en un tabú. En Estados Unidos es muy conocido el dicho
“El éxito no lo es todo. Es lo único”. Se supone que debemos triunfar en la vida.
No se permiten turbulencias que agiten el vuelo perfecto de nuestra existencia
diaria. Es por eso que nos sentimos tan trastornados cuando el fracaso final-
mente nos llega. Descubrimos que no somos capaces de comprender un fenó-
meno que aun no ha encontrado su lugar entre los otros ritos de nuestra mito-
logía social. Durante una sesión de psicoterapia, un cliente me contó como,
siendo el hijo único de un empresario de mucho éxito, su padre esperaba de él
que tuviera éxito en todo momento, sin excepciones. Esta actitud consiguió
todo lo contrario: que el cliente se convirtiera en un individuo fracasado gracias
a las expectativas demasiado altas que su padre cargaba sobre sus espaldas.
Gritaba con una desesperación genuina: “¡Quiero tener derecho al fracaso!”.
Según fue entendiendo y aceptando el papel de compensación que tenía el fra-
caso en su vida, su manera de actuar fue mejorando hasta que finalmente obtu-
vo un puesto de ejecutivo en la corporación de su padre. Estos son algunos de
los cuentos y proverbios que he utilizado con clientes para fomentar el apren-
dizaje de los fracasos:

1. “La tierra es más dura después de la lluvia”. (El fracaso aumenta la capa-
cidad de respuesta).
2. “Puedes sentir desilusión si fracasas, pero estas perdido si no lo intentas”.
(Esta cita de la soprano Beverly Sills se refiere a la necesidad de seguir adelan-
te y aceptar la posibilidad del fracaso).

4. NT: El home run (conseguir golpear la pelota de tal manera que salga fuera de los límites del campo)
permite conseguir tantos puntos para el equipo como jugadores haya sobre las cuatro bases del campo. Se
trata de la jugada más importante y deseada del béisbol. El strikeout (no golpear la pelota durante tres
intentos consecutivos) es el mayor fracaso.

MAIOR 111
El humor y el bienestar en las intervenciones clínicas

3. “La única diferencia entre el sabio y el necio es que el sabio ha aprendido


de sus errores”. (El sabio y el necio comenzaron iguales. El necio permaneció
necio porque repitió sus errores en vez de aprender de ellos. El sabio se hizo
sabio porque hizo caso a las lecciones de sus derrotas).
4. “¿Donde esta la carne?”. (Esta frase se hizo famosa en un anuncio de una
cadena de hamburgueserías de Estados Unidos que se reía de la diminuta can-
tidad de carne –lo esencial de una hamburguesa– que sus competidores poní-
an en sus bocadillos. La empleo con mis clientes para explorar los mensajes
centrales que sus derrotas particulares transmiten).
5. “Los errores son los vehículos del descubrimiento”. (Me inventé este afo-
rismo basado en la observación de que muchos descubrimientos en la ciencia y
en otros campos comienzan como errores caóticos o interesantes que luego for-
man los ladrillos para construir grandes éxitos).
6. “Un mar tranquilo no forja a un marinero”. (Las tormentas de mar o de
otros tipos son escuelas simbólicas con puertas abiertas que pueden educarnos
sobre cómo convertirnos en marineros experimentados).

APRENDER A SER PACIENTE

¿Cual es la diferencia entre una vida plena y una caótica? A menudo es un


poco de paciencia. Al final de cualquier día, un poco de paciencia da muchos
frutos. En un mundo acelerado en el que todo se cuenta por nanosegundos, la
paciencia a veces resulta ser un valor sorprendente. La competición de todos
contra todos a menudo nos impide concentrarnos sobre un tema concreto lo
suficiente para poder llevarlo a cabo antes de estar ya pensando en lo siguien-
te –contamos los minutos en vez de vivirlos. No se sabe cómo, pero no conse-
guimos encontrar el tiempo para respirar profundamente, aunque constante-
mente nos recordemos que debemos tranquilizarnos. La paciencia es una invi-
tación para que vivamos el tiempo en vez de dejar que la vida se nos escape
minuto a minuto. Nos mantiene anclados en el momento: ¿Cuando fue la últi-
ma vez que dedicaste tiempo a tratar de entender realmente lo que alguien dijo
o a escuchar una pieza musical con plena concentración? Casi todos se quejan
habitualmente de que “¡nadie escucha!”. La paciencia nos permite seguir pre-
sentes hasta que las cosas empiezan a cobrar sentido. Nos permite mantener la
calma, permanecer abiertos a nuevos aprendizajes y dar a los demás el benefi-
cio de la duda. Las personas impacientes son inquietas, se enfadan con dema-
siada facilidad, producen muchas palabras y acciones inútiles y les cuesta

112 MAIOR
Un sistema de auto-mejoramiento

mucho pararse lo suficiente como para apreciar el perfume de las rosas. La


paciencia nos ayuda a sintonizarnos con las voces subjetivas de los demás, sus
preocupaciones y sus sentimientos. Por el otro lado, la impaciencia fomenta el
mal genio, los malentendidos y la mala comunicación. Tiende a hacer que la
persona se sienta forzada, humillada y no respetada. Por supuesto, la paciencia
no debe equipararse con el aletargamiento. Hay momentos en los que una per-
sona debe desafiar la autocomplacencia y cambiar su mundo con brío y arran-
que. Una mezcla de motivación y energía interna alta junto con una receptivi-
dad y flexibilidad externa constituye una buena combinación para afrontar los
desafíos de la vida. A veces me gusta escuchar un canal de radio de música jazz
y soul que se llama “La tormenta silenciosa”. Esta frase me parece una descrip-
ción válida de la actitud a la que me refiero aquí. Según vamos observando la
paciencia y aprendiendo a aplicarla en nuestras vidas cotidianas, un senti-
miento general de quietud se va infiltrando en nuestras acciones y puntos de
vista. El uso del humor desde luego puede aumentar nuestro nivel de pacien-
cia porque tanto el humor como la paciencia nos ayudan a reducir el catastro-
fismo innecesario que a veces acompaña los pequeños desastres de la vida.

1. “Los niños y las niñas impacientes se pierden el postre”. (Este dicho del
sur de los Estados Unidos se empleó con un hombre que corría a toda veloci-
dad sin dirección. Sin razón aparente, parecía impaciente con todos, incluido sí
mismo. Aun teniendo mucho hambre para comerse el “postre”, no habría reco-
nocido el “postre” aunque hubiera caído en su plato. Por causa de su impa-
ciencia interpersonal, se perdía muchos mensajes positivos de los demás y
malinterpretaba mensajes neutrales como si fueran negativos. Como resultado,
algunas personas a las que podía haber caído bien si hubiera sido un poco más
relajado acababan rechazándole. El dicho le hizo sonreír, aunque también le
hizo darse cuenta que se estaba perdiendo muchas cosas buenas por su estilo
impaciente).
2. “La paciencia es una planta amarga, pero su fruta es dulce”. (Este dicho
se empleó con una persona que decía que “no tenía tiempo” para la paciencia.
Tenía un “estilo de vida activo” y funcionaba las veinticuatro horas del día y los
siete días de la semana. ¡Quería comenzar su propia fábrica de producción del
tiempo! Yo simpatizaba con su sentimiento de que la paciencia era a veces una
píldora amarga, pero le invitaba a examinar de qué manera sus frutos dulces
podían beneficiarle).
3. “No importa lo larga que sea la procesión. Llegarás a entrar en la iglesia”.
(Este proverbio lo compartí con una mujer que siempre quería ser la “primera”

MAIOR 113
El humor y el bienestar en las intervenciones clínicas

en todas las colas. Le animé a reconocer que existían suficientes cosas buenas
en este mundo para todos, aunque no estuviera siempre en el primer puesto de
la fila. Aunque la procesión fuera larga, siempre quedarían muchas recompen-
sas cuando ella llegara al destino. Otro dicho con un significado parecido es que
Dios da a cada pájaro su propia semilla).

RECUPERAR LA ESENCIA

La ciudad de Nueva York recientemente llevó a cabo un proyecto de renova-


ción multimillonario para renovar la Grand Central Station. Uno de los descu-
brimientos más emocionantes que se produjeron durante el proceso de renova-
ción fue el de unas arañas de luces que mandaron a Utah para limpiar. Cuando
los técnicos se pusieron a limpiarlas, descubrieron bajo la capa de polvo negro
que se había acumulado sobre el metal que las arañas estaban fabricadas de oro
macizo y plata de ley. Evidentemente, fue un bello regalo que coronó los esfuer-
zos que todos habían hecho para renovar la estación. Ésta es una imagen ade-
cuada para describir lo que sucede al final de un proceso productivo de creci-
miento personal: Se quita la capa negra exterior y la esencia preciosa del interior
vuelve a brillar. Llamo a esta realización la recuperación de la esencia. El creci-
miento personal es un proceso que combina el destapar, el recuperarse y el des-
cubrir. Destapamos nuestro núcleo esencial, quién somos realmente, qué prefe-
rencias, tendencias y elecciones son realmente nuestras. Nos recuperamos de
nuestros viejos patrones disfuncionales, nuestros comportamientos destructivos
y nuestros intentos fracasados de obtener la unicidad. Descubrimos nuevos
comportamientos y puntos de vista que nos ayudan a afrontar la vida de una
manera distinta, emocionante y productiva. Vamos saltando entre estos tres pro-
cesos, eventualmente encontrando nuestro camino hacia el bienestar, la salud y
la satisfacción. Recuperar la esencia es la suma de estos procesos combinados.
Consiste en manifestar una nueva dirección en el pensamiento y el sentimiento,
además de nuevos comportamientos que fluyen de los procesos de destapar,
recuperarse y descubrir. Podemos sentir la diferencia cuando estos cambios
anhelados desde hace mucho tiempo comienzan a transformar nuestras vidas.
Sabemos que estamos cambiando y los demás también lo notan. Nos comporta-
mos de manera genuina, auténtica, honesta, espontánea y abierta. No esconde-
mos nuestra manera de sentir. No nos aferramos a memorias arcaicas, compor-
tamientos desgastados y maneras de vivir polvorientas. Nos volvemos menos
serviles y más transparentes. Somos más honestos con nosotros mismos y con el
mundo. Nos acercamos lo más posible a expresar nuestras necesidades aun sien-

114 MAIOR
Un sistema de auto-mejoramiento

do respetuosos con las de los demás. Nos encontramos vivos, rebosantes de


energía, en contacto con las cosas importantes. Podemos reírnos sin pudor.
Hemos recuperado lo primario y esencial de nuestro propio ser y al mismo tiem-
po reconocemos el objetivo central de nuestra vida. Es en ese momento que
podemos decir que hemos recuperado nuestra esencia.

1. “En medio del invierno, finalmente aprendí que existía en mi interior un


verano invencible”. (Esta cita de Albert Camus se refiere a la recuperación de la
esencia, a mirar más allá del duro invierno y ver el alivio del verano).
2. A veces bromeo con mis clientes sobre el hecho de que las grandes figu-
ras religiosas nunca tuvieron miedo de exhibir su esencia. Por ejemplo, les
recuerdo que Salomón tuvo setecientas mujeres y trescientos puerco espines.
La mujer de Lot era una columna de sal de día y una bola de fuego de noche.
Por otro lado Martín Lutero dijo en una ocasión: “Si no hay risa en el cielo, ¡no
quiero ir allí!” (Utilizar anécdotas y cuentos que muestran a figuras históricas
o religiosas que expresan su esencia libremente puede animar a aquellos a
quienes les cuesta ser espontáneos o transparentes. Mediante parábolas como
estas, las personas reciben el mensaje de que es posible expresar la esencia sin
perder el estatus).
3. “Sólo los necios y los muertos nunca cambian de opinión”. (Recuperar la
esencia a menudo requiere que cambiemos nuestras opiniones. Esta cita de
James Russell Lowell nos anima a cambiar nuestras opiniones para llegar a una
identidad equilibrada y renovada).
4. Joha estaba pescando en la orilla de un lago cuando pasó por allí un hom-
bre adinerado y le miró despectivamente a Joha. Le regaño con estas palabras:
“¿Por qué pierdes todo el día pescando aquí cuando podías hacer cosas mucho
más productivas con tu vida?”. Joha le preguntó: “¿Qué cosas podía estar
haciendo?”. El hombre dijo: “Podías abrir un negocio, poner una gran tienda,
obtener grandes beneficios”. Joha dijo: “¿Y luego qué?”. El hombre dijo: “Con
tus beneficios, podías abrir otras diez tiendas y ganar aun mucho más”. Joha
siguió: “¿Y luego qué?”. El hombre dijo: “Entonces tendrías un negocio de éxito
y podrías irte de vacaciones y disfrutar de tu vida”. Joha insistió: “¿Y entonces
qué?”. El hombre dijo: “Pues entonces podrías dedicar algo de tiempo de tus
vacaciones para sentarte junto a la orilla del río y pescar” Entonces Joha res-
pondió: “¡No ves que ya estoy aquí!” (Este cuento refleja el tema de la felicidad
libre de cargas. En algún momento tenemos que examinar donde estamos y qué
hemos conseguido y dejar de acumular pesos y trampas. Aligerar la carga y
quedarnos con lo que realmente necesitamos para obtener nuestro objetivo son
parte del mensaje de recuperar la esencia).

MAIOR 115
El humor y el bienestar en las intervenciones clínicas

GESTIONAR LOS FINALES DE MANERA PRODUCTIVA

Los finales constituyen un evento psicológico ligado de manera muy íntima


con la vida. Suceden continuamente, nos guste o no, tanto en nuestras vidas
como en las de los demás. Existen finales biológicos, como el final de la muer-
te. Primero mueren nuestros abuelos, luego nuestros padres y luego desafortu-
nadamente nos toca a nosotros. Hay finales en el trabajo y en la carrera, en los
que finalizamos una etapa profesional y pasamos a la siguiente. Podemos expe-
rimentar finales de relaciones cuando termina un matrimonio o una relación
importante y sufrimos por su significado o falta de él. Podemos vivir finales del
proceso de desarrollo, cuando llegamos a la conclusión de un hito en el desa-
rrollo y entramos en el siguiente: Llega el final de la infancia y el inicio de la
adolescencia, seguido por el final de la adolescencia y el inicio de la vida adul-
ta y profesional. Cada uno de estos finales conlleva su propio bagaje emocional,
lo reconozcamos o no. Existen numerosos tipos de finales que pueden afectar-
nos a lo largo de nuestras vidas, algunos de ellos dejando huellas emocionales
profundas en la arena de nuestro ser. Sin embargo, una cosa es segura: Los fina-
les deben gestionarse de manera adecuada para evitar que el bagaje emocional
de una plataforma psicológica traspase a la siguiente. Si un final no se procesa
emocionalmente, se vuelve una gran piedra metafórica que llevamos con noso-
tros en nuestra mochila psicológica. Cuando se acumulan varios finales no
resueltos en nuestras vidas, se vuelven piedras muy pesadas que pueden ago-
tarnos o incluso ahogarnos. El resultado final es que la carga emocional se vuel-
ve excesiva y no podemos seguir adelante. Otra imagen para ilustrar este blo-
queo es que no podemos encontrar un plato para nuestra comida emocional
nueva porque no hemos fregado los platos sucios. Una manera de entender la
depresión es examinarla como una reacción de tristeza no resuelta durante
mucho tiempo, el resultado de una acumulación de finales no resueltos de suce-
sos emocionalmente traumáticos (ver Salameh, 1989b).
Por lo tanto, un objetivo principal de cualquier intervención de ayuda es
identificar y limpiar los finales no resueltos que las personas pueden haber
arrastrado a lo largo del camino de sus vidas. Sin duda, puede producirse algu-
na resistencia al intento de trabajar con asuntos de finales no resueltos. A veces
los clientes se aferran a las memorias y a los fantasmas emocionales como a
camisetas viejas en sus armarios. Pueden sentir que el formador o terapeuta les
está quitando sus canciones de cuna disfuncionales más queridas. El trabajo
con los finales puede requerir un proceso de ir desenganchando a la persona de
los restos emocionales que quedan de los finales mal gestionados. El guía tra-

116 MAIOR
Un sistema de auto-mejoramiento

baja con el material asociado a los finales con mucha cautela y respeto, asegu-
rándose que se tratan de manera terapéutica los contornos de este material. El
humor puede fomentar las terminaciones sanas en relación a materiales emo-
cionales estancados y al mismo tiempo proporcionar esperanzas para ir pro-
gresando hacia nuevos horizontes emocionales.

1. Los monjes zen Tanzan y Ekido estaban viajando por un cruce de carre-
teras cuando se encontraron a una bella mujer vestida con un kimono de seda.
La mujer dijo que estaba parada porque no podía cruzar al otro lado de la
carretera. Entonces Tanzan le levanto en sus brazos y la llevó al otro lado por
encima del barro. Los dos monjes entonces siguieron su camino. Ekido no dijo
ni una palabra a su compañero hasta llegada la noche cuando llegaron a un
templo de refugio. Entonces no podía aguantarlo más. Dijo a Tanzan: “Los
monjes no debemos acercarnos a las mujeres, especialmente aquellas más jóve-
nes y bellas. Es peligroso. ¿Por qué te acercaste a esa mujer?”. Tanzán le repli-
có tranquilamente: “Yo dejé a esa mujer en el cruce. ¿Acaso tú la sigues lle-
vando encima?”. (El Monje Ekido seguía arrastrando un final no resuelto por-
que no podía dejar a la mujer en el cruce. Su amigo Tanzan sencillamente había
terminado con ella en ese momento y lugar. Este cuento ilustra perfectamente
cómo distintas personas pueden reaccionar al mismo final de manera distinta.
Un suceso puede terminar a nivel emocional y físico para una persona pero no
para la otra).
2. A veces cuento a mis clientes la historia de una mujer rica que creía tan
firmemente en la reencarnación ¡que se legó su propia fortuna a sí misma!
(Negar un final que llega no puede ayudarnos a resolverlo).
3. Un viejo proverbio oriental dice: “Un féretro no tiene bolsillos”. (Aceptar
el final último de la muerte nos ayuda a entender que el amor es lo único que
puedes llevar contigo).
4. Joha murió y su familia organizó un funeral para él. Cuando pusieron a
Joha en el féretro, algunos de sus familiares comenzaron a discutir sobre las
reglas de la ceremonia y sobre cual lado de la familia debería sentarse en cada
lado del féretro. Este conflicto degeneró hasta tal punto que los familiares
comenzaron a gritarse y a pegarse. En ese momento, Joha se levantó y gritó:
“¡Basta ya! En vez de pelearos sobre qué lado del féretro os toca, ¡deberíais estar
contentos que ninguno de vosotros estáis sentados donde estoy yo!” (Este cuen-
to sirve como metáfora de la paz que llega cuando dejamos que algo termine.
Los finales no siempre tienen por qué ser tristes. En muchos casos pueden pro-
porcionar alivio. A veces, la terminación equivale a una mayor libertad).

MAIOR 117
El humor y el bienestar en las intervenciones clínicas

CONSIDERACIONES TÉCNICAS SOBRE EL USO TERAPÉUTICO DE LOS


CUENTOS HUMORÍSTICOS

Los siguientes apuntes técnicos pueden ayudar a maximizar el beneficio de


los cuentos y las parábolas humorísticas empleadas en la implementación del
ESSIS.

1. Aprende el ritmo adecuado de tus cuentos para que la frase final llegue
en el mejor momento. El tono de voz, los gestos, el lenguaje corporal y otros
efectos especiales pueden contribuir a que el cuento o la parábola sea mucho
más interesante para el cliente (Ver Salameh, 1986b, para encontrar sugerencias
adicionales sobre las ventajas de utilizar efectos especiales en el trabajo clínico).
Sé generoso con el empleo de estos recursos.
2. Antes de interpretar un cuento con alguien, pide a la persona o personas
con quienes trabajas que te digan qué significado dan al cuento. Las interpreta-
ciones de los cuentos que realizan los clientes tienen mucha importancia por-
que iluminan sus propios temores, anhelos y preocupaciones. Cuando las per-
sonas con las que trabajas han realizado sus propias interpretaciones, entonces
puedes proporcionar materiales interpretativos adicionales según las dinámi-
cas y necesidades de cada persona.
3. Pide ejemplos concretos de la vida y experiencias de la persona para ayu-
dar a ilustrar los significados que contiene el cuento. Esto ayudará a comunicar
la competencia emocional asociada con el cuento para que los clientes puedan
asimilarla en sus propios mundos y experiencias.
4. Siempre que sea posible, haz que las personas practiquen la habilidad a
la que hace referencia el cuento en la propia intervención de formación o tera-
pia, para que puedan ir integrándola dentro de su repertorio emocional. Esto
puede hacerse con deberes para realizar en casa, ejercicios prácticos, juegos de
rol, cuentos del propio cliente, escritura o el uso de un diario. Métodos de des-
carga emocional como estos facilitan la integración de una competencia emo-
cional concreta y ayudan a fomentar el beneficio curativo original al que trata-
ba de aludir el cuento.
5. Recuerda que los cuentos presentados en este capítulo son metáforas o
barcos que llevan a los individuos de una orilla del río a la otra. El Buda dijo en
una ocasión que él sólo era un barco cuyo propósito era llevar a las personas de
una orilla del río a la otra. Dijo que la tragedia de su vida es que algunos indi-
viduos creían equivocadamente que el barco (el Buda) era la otra orilla del río.
En otras palabras, si traducimos la metáfora del Buda al lenguaje de este capí-

118 MAIOR
Un sistema de auto-mejoramiento

tulo, los cuentos presentados aquí no son la otra orilla del río. Son un medio, no
un fin. El objetivo final es que el individuo aprenda las competencias emocio-
nales que constituyen el ESSIS. Los cuentos son sólo vehículos de aprendizaje
que pueden transportarnos hacia la integración psicológica y emocional. Se han
diseñado para despertar el interés, la curiosidad, el asombro, el auto-análisis y en
el mejor de los casos, la transformación. Sin embargo, no son el único objetivo
de la intervención que integra su uso.

ESSIS Y LA TEORÍA DEL CAOS

La teoría y las técnicas presentadas en este capítulo son consonantes con el


esquema teórico de la teoría del caos y sus aplicaciones recientes a las discipli-
nas de la psicología y la psicoterapia. Durante los últimos años, se ha creado un
movimiento interesante que pretende extender la aplicabilidad de la teoría del
caos expuesta por Gleick (1988) y otros al campo psicológico (ver Butz, 1997;
Butz, Chamberlain y McCown, 1996; Haynes, 1995; Horgan, 1995; Master-pas-
qua y Perna, 1997). Butz y sus colaboradores proponen la siguiente definición
elegante de la teoría del caos:

La teoría del caos, en un sentido amplio, describe un proceso holístico de transfor-


mación adaptiva en la que, a lo largo del tiempo, pequeñas inestabilidades pueden
tener como resultado comportamientos complejos que pueden parecer aleatorios y
caóticos desde la perspectiva de la ciencia linear. (Butz, Chamberlain y McCown,
1996, pag.24)

La ciencia del caos puede emplearse para entender cómo, con el paso del
tiempo, pequeñas variaciones pueden generar caos (o inestabilidad) que suce-
sivamente puede tener como resultado mayores niveles de complejidad. La teo-
ría del caos parece muy adecuada para entender el mundo no linear de la psi-
cología humana. El paradigma ESSIS contiene numerosos puntos de conexión
con la teoría del caos.
1. El modelo ESSIS mantiene que los seres humanos son productos incom-
pletos que viven en un mundo incompleto. Este punto de vista sobre la flexibi-
lidad y la evolución de la naturaleza humana se corresponde con la teoría del
caos en su énfasis común sobre el efecto de pequeñas variaciones sobre el ajus-
te general del sistema a su entorno.
2. Tanto el ESSIS como la teoría del caos nos invitan a aceptar la compleji-
dad y un nivel moderado de estupidez y caos como fases precursoras de orga-
nizaciones más complejas hacia el bienestar, la síntesis y la armonía.

MAIOR 119
El humor y el bienestar en las intervenciones clínicas

3. La causalidad no linear de la teoría del caos concuerda con el concepto


del enlace causal del ESSIS, dado que ambos reconocen que nuestras reaccio-
nes a los sucesos de la vida no siguen una línea recta. Este reconocimiento de
la causalidad compleja parece coincidir más con el análisis de los fenómenos
de la psicología humana que con la causalidad mecánica de la ciencia linear.
4. La teoría del caos y el ESSIS están de acuerdo en describir el caos o el
desorden aparente como una fase inicial de la reorganización. Aspectos del
ESSIS como la superación del fracaso, la aceptación de la estupidez y otros
aspectos descritos en este capítulo coinciden con la teoría del caos al ver el fra-
caso y la disfunción como una oportunidad para la reorganización creativa, en
vez de una ocasión para la culpa y la desilusión.
5. Tanto el ESSIS como la teoría del caos nos invitan a evitar el perfeccionis-
mo, dado que éste implica una reacción petrificadora que impide conseguir la
adaptación adecuada. Como punto final, la perfección es igual a la muerte.
Desde el punto de vista de la realidad biológica y psicológica, reaccionamos
mucho mejor cuando nos vemos como seres en una etapa incompleta que como
seres terminados y perfectos.
6. ESSIS y la teoría del caos perciben la verdad como un fenómeno de múl-
tiples aspectos y niveles. Ambos reconocen que la verdad tiene distintas ramas,
y que es una diana en continuo movimiento, un proceso evolutivo que raras
veces se detiene.
7. Tanto ESSIS como la teoría del caos están de acuerdo con la tesis de que
el absurdo tiene sentido. En otras palabras, lo que llamamos absurdo no es más
que una fase en el proceso de desarrollo. Butz (1997) y otros han sugerido que
si toleramos el caos, eventualmente llegará una fase más estable. Por lo tanto,
la falta de estructura puede concebirse como un tipo inicial de estructura.
8. ESSIS y la teoría del caos reconocen que nos comportamos de manera
caótica porque somos, literalmente, caóticos. Nuestro comportamiento caótico
demuestra que nuestras estructuras biológicas y psicológicas están ordenadas,
al menos en parte, de forma caótica. Si partimos de esta idea, no es difícil enten-
der las diversas expresiones del caos que se pueden observar en la vida coti-
diana. Tales manifestaciones simplemente reflejan nuestra organización interna
caótica en su movimiento hacia la claridad y la estructura.
9. La teoría del caos y ESSIS por igual reconocen la importancia fundamen-
tal del humor, tanto para aceptar el caos como para poder procesarlo. El humor
se combina bien con el caos porque el humor celebra el caos mientras que pro-
porciona una estructura lúdica para su expresión y resolución. El humor tam-
bién fomenta la generación de un entorno creativo en el cual puede interpre-

120 MAIOR
Un sistema de auto-mejoramiento

tarse el caos de manera productiva. Pablo Picasso dijo en una ocasión: “Si tus
rodillas se doblasen en el sentido contrario, ¿qué aspecto tendría una silla?”.
Nos guste o no, la chaladura es una parte integral del caos.
10. ESSIS y la teoría del caos concuerdan en proponer que los pequeños
cambios son importantes porque acaban detonando transformaciones en el sis-
tema entero. Por ejemplo, pequeñas transformaciones en las actitudes o com-
portamientos humanos, aun las más minúsculas o inicialmente imperceptibles,
pueden crecer de forma gradual hasta convertirse en cambios de comporta-
miento trascendentales. Cuando un individuo comienza a hacer ejercicio cinco
minutos al día, realiza alguna acción generosa una vez al mes, o sonríe, algo
sucede que puede transformar su mundo paso a paso. Cuando alguien consi-
gue dominar alguna de las competencias ESSIS, incluso una de ellas, ya ha
mejorado la calidad de su vida.
11. Tanto ESSIS como la teoría del caos nos enseñan sobre la interdepen-
dencia de todos los sistemas. Cortar demasiados árboles o quemar un bosque
tropical tiene efectos ecológicos comprobables sobre el entorno global del pla-
neta porque la contaminación o el efecto invernadero no conocen las fronteras.
La configuración fractal de las células cerebrales permite a cada célula interac-
tuar de manera flexible e interdependiente con los otros sistemas fractales que
llevan nutrición, hormonas y oxígeno al cerebro. De modo parecido, las distin-
tas competencias emocionales descritas por ESSIS están todas interrelacionadas
de diversas maneras. Cualquier suceso del microcosmos tiene efectos claros
sobre el macrocosmos. Todo está relacionado con todo.
12. Partiendo de estos conceptos, el significado de los dichos, parábolas y
cuentos divertidos expuestos en este capítulo se vuelve mucho más claro. Estos
cuentos son sencillamente matrices simbólicas que representan los intentos de
la humanidad de procesar el caos con éxito. Con su organización verbal y cog-
nitiva, estos cuentos imitan y se comunican con la estructura interna caótica que
es ya parte de nuestro funcionamiento psicológico y neurológico. En segundo
lugar, al crear fluctuaciones inicialmente minúsculas en el pensamiento y el
comportamiento que luego provocan transformaciones trascendentales, estos
cuentos también imitan los procesos de conversión típicas del caos que han
postulado los teóricos del caos. En general, el tejido de los cuentos es idéntico
al tejido de la causalidad compleja del caos y que refleja a su vez el tejido huma-
no. Los cuentos reconocen que, de tantas maneras, el caos es inseparable de la
vida. Se complementan con nuestros intentos continuos de dar sentido al caos
aun aceptándolo.

MAIOR 121
El humor y el bienestar en las intervenciones clínicas

Tabla 3.2
Conceptos clave en ESSIS y la teoría del caos

ESSIS TEORÍA DEL CAOS

1. Aceptación de la estupidez, 1. Reconocimiento del caos


la imperfección y el absurdo
2. Enlaces causales 2. Causalidad no linear
3. Principio de la yuxtaposición de imanes 3. Teoría de los atractores
4. Afirmación del humor como expresión 4. El humor como reflejo del caos
simbólica del caos
5. La verdad como un fenómeno relativo, 5. Tolerancia de la complejidad
ramificado y diverso
6. Conceptos de diferenciación, calibración 6. Caos que se va estructurando
y distensión

Juntos, el ESSIS y la teoría del caos fomentan un concepto del comporta-


miento humano complejo, variado y en continuo desarrollo. Proponen que,
aunque en un primer momento no tenga forma, nuestro comportamiento en
última instancia tiene sentido en su intencionalidad teleológica hacia la iner-
cia, la forma y el significado. Nuestros sistemas de medición y de interpreta-
ción se adecuan a la realidad con su inexactitud, que deja abierta la posibili-
dad de realizar cambios a lo largo del proceso. La tabla 3.2 es una lista de
algunos de los conceptos clave de ESSIS y sus conceptos equivalentes en la
teoría del caos.

SÍNTESIS

El muro de Berlín ha caído. Nuevos desafíos nos esperan más allá de los
dulces sueños de los ordenadores obedientes, las vacaciones exóticas y las
garantías de los productos. Los peores y más agobiantes muros que quedan
por destruir permanecen dentro de nosotros mismos. Los procesos de creci-
miento humanos están diseñados para ayudarnos a derribar nuestros muros
de Berlín internos, para aprender nuevas estrategias que nos permitan afron-
tar los desafíos de la vida, para aumentar nuestro sentimiento de bienestar,
aceptar el caos y la complejidad y mejorar la calidad de nuestras vidas. Como

122 MAIOR
Un sistema de auto-mejoramiento

ya he dicho anteriormente, la felicidad es un trabajo que debe realizarse desde


dentro. Comienza dentro de nosotros y poco a poco se expande hacia el
mundo que nos rodea y los individuos que interactúan con nosotros. La psi-
coterapia y otros procesos de crecimiento personal nos ayudan a descubrir
quiénes somos y finalmente a descubrir a los demás mediante la luz que nues-
tro propio auto-conocimiento nos proporciona. El humor acelera este movi-
miento hacia la auto-transformación positiva al reducir los aspectos más peli-
grosos y la fuerza de los patrones destructivos que podemos expresar hacia
nosotros mismos o hacia el mundo. Si se combina de forma adecuada con el
sistema de aprendizaje de competencias emocionales descrito en este capítu-
lo, el humor se convierte en un método poderoso de liberarnos del cetro de la
disfunción y el dolor.
En este capítulo he detallado los componentes principales del ESSIS, un
nuevo sistema para promover el cambio emocional constructivo (Salameh,
2000). Las competencias emocionales específicas del modelo ESSIS ofrecen al
guía una estructura coherente para dirigir y potenciar el trabajo de creci-
miento personal y el coaching. Además, el modelo establece objetivos ade-
cuados y un plan de trabajo específico para un programa guiado de cambio
personal basado en la adquisición de competencias. La tabla 3.3 muestra una
matriz de las competencias emocionales que componen el ESSIS. La matriz
puede ayudar al psicoterapeuta o formador a seguir el progreso de su clien-
te para cada una de las competencias ESSIS a lo largo de una intervención
concreta.
Sea cual sea la orientación teorética del guía, creo que conseguir un buen
nivel de competencia en las habilidades emocionales identificadas anterior-
mente significaría un éxito notable para el cliente al finalizar la intervención de
crecimiento personal. Como podía imaginarse, terminaré el capítulo con otro
cuento.
Cuentan los indios americanos que un joven guerrero quería sustituir al
viejo y sabio jefe de su tribu. El guerrero quería demostrar que el viejo jefe
no tenía tanta sabiduría. Cazó un pájaro vivo y lo escondió entre sus dos
manos. Su idea era interrogar al jefe sobre si el pájaro estaba vivo o muerto.
Si el jefe respondía que el pájaro estaba muerto, lo dejaría vivir. Si el jefe res-
pondía que el pájaro estaba vivo, lo asfixiaría entre sus manos y así en cual-
quier caso conseguiría que el jefe se equivocara. El guerrero se acercó al jefe
y le preguntó: “Viejo, ¿está este pájaro vivo o muerto?”. El viejo jefe miró al
joven guerrero, sonrío compasivamente y respondió: “El pájaro, hijo mío, está
en tus manos”.

MAIOR 123
124

Tabla 3.3

El humor y el bienestar en las intervenciones clínicas


Matriz ESSIS de seguimiento de las competencias emocionales
MAIOR

Auto-valoración en competencias
5 = Muy bueno, 4 = Bueno, 3 = Satisfactorio, 2 = Hace falta mejorar, 1= Insatisfactorio
Fecha inicial_____ 4 meses más tarde 8 meses más tarde 16 meses más tarde Hace falta Hace falta
Fecha _____ Fecha _____ Fecha _____ aumentar reducir
Competencia emocional ESSIS
1. Afrontar el enfado
2. Entender y expresar sentimientos personales
3. Entender los sentimientos de los demás con empatía
4. Actuar para cambiar la propia vida
5. Deshacerse de la mente quejumbrosa
6. Jugar con los límites
7. Aceptar la estupidez y el caos
8. Aprender a autoanalizarse
9. Enlazar distintos eventos emocionales mediante los
enlaces causales
10. Reconocer que nadie tiene el monopolio de la verdad
11. Respetar las fronteras en las relaciones
12. Construir soluciones prácticas
13. Ver las cosas desde la perspectiva más amplia
14. Desprenderse de la vergüenza
15. Llegar a un entendimiento con la familia
16. ¡Divertirse!
17. Resolver el trauma
18. Desarrollar el auto-cuidado emocional
19. Concentrarse en los problemas, no en la venganza
20. Superar el fracaso
21. Aprender a ser paciente
22. Recuperar la esencia
23. Gestionar los finales de manera productiva
Un sistema de auto-mejoramiento

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126 MAIOR
La importancia del humor
en la psicoterapia con niños
y adolescentes
William Bernet1

4
William Bernet disfruta trabajando con niños y adolescentes. Un aspecto distintivo de su ori-
ginal enfoque clínico es su respeto inequívoco hacia la identidad naciente de sus jóvenes
pacientes. Emplea el humor con tacto y compasión como una herramienta de escultura fina
para ayudar a los jóvenes a ir formando una identidad que puedan considerar propia.
Para el psiquiatra infantil, el humor es una herramienta indispensable para el diagnóstico y
la terapia. Algunos lo empleamos a menudo, mientras que otros apenas lo hacen; algunos lo
usan de forma intencionada y con mucho cuidado y conciencia sobre sus significados, mien-
tras que otros lo hacen con mayor espontaneidad e intuición. Tiene una función importante
tanto en la oficina de consulta como en el centro hospitalario.

Este párrafo se publicó hace casi cincuenta años. Su autor, Charles R. Shaw
(1961, pag. 370), describió varias maneras en las que empleaba el humor al tra-
bajar con niños y adolescentes. Este capítulo parte de las observaciones de
Shaw y agrega materiales acumulados desde entonces tanto en la experiencia
clínica como en el campo de los estudios sobre el humor.

PERSPECTIVA TEÓRICA

El humor es importante para los niños y los adolescentes por muchas razones.
El humor es un elemento de la relación de confianza entre los niños pequeños y
sus cuidadores. Cuando los niños mayores van creando relaciones entre ellos, el
humor es un aspecto importante de lo que los niños hacen y dicen los unos a los

1. Algunos de los materiales de este capítulo se publicaron en el artículo “Humor in evaluating and tre-
ating children and adolescents” en el Journal of Psychotherapy Practice and Research, 2 (1993), 307-317.
Utilizado con permiso del American Psychiatric Press, Inc.

MAIOR 127
El humor y el bienestar en las intervenciones clínicas

otros. Entre los adolescentes, el humor continua siendo un aspecto importante de


sus relaciones. El humor es uno de los recursos que emplean los adolescentes
para afrontar las ansiedades sexuales y otros temas asociados con el desarrollo.
Es una manera de declarar su independencia y su rebelión hacia el mundo adul-
to. Disfrutar de un chiste es algo que los niños y los adolescentes necesitan para
sentirse competentes. A lo largo de la niñez y de la adolescencia, el humor puede
emplearse para reforzar la autoestima, crear un sentimiento de identidad y supe-
rar los momentos difíciles.
Según los niños van creciendo a nivel cognitivo y social, van adquiriendo una
conciencia del humor que evoluciona a través de diversas etapas. Esta idea con-
cuerda con el trabajo de Anna Freud (1965), que describió la maduración de los
niños a lo largo de diversas líneas de desarrollo. McGhee (1979, 1989) ha descri-
to el desarrollo de la comprensión del humor incongruente a lo largo de estas eta-
pas: el uso de un objeto en una acción incongruente (una niña que juega a cepi-
llarse el pelo con un lápiz); el uso de etiquetas incongruentes para los objetos y
los sucesos (un niño que llama a otro niño “niña” en broma); las incongruencias
conceptuales (reírse de un gato que dice “muuu”); y la conciencia de significados
múltiples (el uso de juegos de palabras en las adivinanzas).
McGhee (1979) pensó que la comprensión de las adivinanzas requiere un
estilo de pensamiento operativo concreto. Un nivel más alto de humor, la com-
prensión de la ironía, no tiene lugar hasta la temprana adolescencia y el inicio
del pensamiento operativo formal. McGhee explicó la diferencia entre la incon-
gruidad de un juego de palabras (pensamiento operativo concreto) y la incon-
gruidad de la ironía (pensamiento operativo formal). En un juego de palabras,
la incongruidad se resuelve mediante la fantasía. La incongruidad de la ironía
es más realista, en el sentido de que algo ha sucedido que es inesperado pero
no completamente imposible.
El humor es importante en los intercambios que los adultos tienen con los
niños y los adolescentes –como padres, educadores o incluso médicos. Dado
que el humor es importante en varios sentidos para las personas jóvenes, es
natural que sea relevante en la psicoterapia con niños y adolescentes.
Diversos autores han tratado el tema del empleo del humor en el tratamien-
to de los clientes adultos: Bader (1993), Buckman (1994), Coleman (1962, 1968,
1971), Farrely y Brandsma (1974), Farrelly y Lynch (1987), Fry y Salameh (1987,
1993), Haig (1986), Kuhlman (1984), Reynes y Allen (1987), Richman (1996),
Rosenheim y Golan (1986), Saper (1988) y Strean (1994). Han proporcionado
muchos ejemplos clínicos y normalmente consideran tanto las ventajas como
los riesgos del empleo del humor con clientes psiquiátricos. Poland (1990) ha

128 MAIOR
La importancia del humor en la psicoterapia

tratado los aspectos tanto teóricos como clínicos del humor en el psicoanálisis.
Escribe: “Facilitar el desarrollo de la capacidad del paciente para el humor
maduro es uno de los efectos más felices y orgullosos del análisis clínico”.
Rutherford (1994) ha descrito el valor terapéutico del humor desde un punto de
vista Adleriano. Gelkopf y Kreitler (1996) han desarrollado un modelo cognitivo
para explicar los distintos efectos curativos del humor. Shaughnessy y
Wadsworth (1992) han resumido la investigación sobre el uso del humor en la
psicoterapia desde 1970 a 1990.
Gardner (1971), Levine (1980), Orfanidis (1972), Shaw (1961), Ventis y Ventis
(1989), Yorukoglu (1974, 1993) y Zall (1994) han descrito el empleo del humor
en el tratamiento de los niños. Bernet (1982, 1993), Brooks (1994), Prerost (1984),
Saper (1990) y Schimel (1989, 1992, 1993) han hablado sobre el empleo del
humor en el tratamiento de los adolescentes. Estos autores han proporcionado
algunas técnicas para el uso del humor para evaluar y tratar a niños y adoles-
centes. El objetivo de este capítulo es repasar y organizar este material ya publi-
cado y describir varias nuevas ideas sobre cómo el humor puede emplearse con
estos clientes.

TÉCNICA

Los terapeutas que trabajan con personas jóvenes ya conocen bien algunos de
los materiales y técnicas incluidas en este capítulo, como por ejemplo los siguien-
tes temas: emplear el humor para establecer una buena relación; emplear el
humor durante el proceso diagnóstico para evaluar el desarrollo social y algunos
aspectos del funcionamiento psicológico; emplear el humor para explorar senti-
mientos; emplear el humor para gestionar una actitud de resistencia. Otros con-
ceptos presentados en este capítulo pueden resultar relativamente inusuales
dado que apenas se han descrito o nunca han aparecido en la literatura. Las téc-
nicas innovadoras presentadas aquí incluyen: emplear el humor para interrum-
pir las expectativas que los clientes adolescentes traen a la consulta; incluir el
humor en el inventario de las emociones; dar a los clientes deberes humorísticos;
y utilizar el humor en la terapia de grupo, especialmente el sarcasmo para enfren-
tarse a adolescentes que se resisten fuertemente al tratamiento.
El humor psicoterapéutico puede contemplarse desde tres puntos de vista.
En primer lugar, el humor puede emplearse de varias maneras para influir en
la relación terapéutica y darle forma. Por ejemplo, puede utilizarse para fomen-
tar una relación positiva entre el terapeuta y el cliente. Puede comunicar un
sentido de mutualidad –o sea, que el terapeuta y el cliente tienen algo en

MAIOR 129
El humor y el bienestar en las intervenciones clínicas

común. Puede desafiar e interrumpir las expectativas que los clientes adoles-
centes traen a la relación terapéutica, con el objetivo de mejorar la alianza entre
cliente y médico.
En segundo lugar, el humor es una herramienta que puede emplearse
durante el proceso diagnóstico de varias maneras. Junto con otros datos, el
humor puede dar indicios sobre el nivel de desarrollo cognitivo y social del
niño o adolescente. El uso constructivo del humor que muestra el niño puede
ser una indicación de salud mental. Por otro lado, una actitud carente de humor
puede ser indicativo de enfermedad mental.
El tercer punto de vista del humor clínico es su relevancia como técnica tera-
péutica, incluido su uso para explorar sentimientos, gestionar la resistencia y
fomentar el cambio. Al considerar el humor como un agente de cambio, no
quiero decir que el terapeuta emplee el humor sencillamente para ser gracioso
y de esta manera mejorar el ánimo de los pacientes. Tampoco me refiero a la
idea de que la risa frecuente y explosiva conlleva un mecanismo fisiológico que
contrarresta el cáncer y otras enfermedades mortales (Cousins, 2000). En ciertas
ocasiones, el humor puede verse como un catalizador que facilita el proceso
terapéutico. Por ejemplo, el uso sensato del humor puede reducir la actitud
defensiva del cliente para poder avanzar hacia la terapia en sí. En otros momen-
tos, el humor puede ser no sólo un catalizador sino que se acerca más a ser el
tratamiento mismo. Por ejemplo, el uso del humor para tratar la agresión, las
fobias y los problemas de comportamiento.
Cuando un cliente cuenta chistes durante la terapia de manera espontánea,
el chiste se convierte en un material muy interesante para analizar. El conteni-
do, la intención y el efecto asociado del chiste puede estudiarse de la misma
manera que cualquier otro comentario, fantasía o sueño. Este hecho se conoce
bien en relación al trabajo con adultos. Por ejemplo, un cliente puede expre-
sar sentimientos agresivos o que resultarían inaceptables en otros contextos
mediante un chiste.
Cuando un cliente niño o adolescente cuenta un chiste durante la terapia,
normalmente es una buena idea sonreír o responder de alguna manera. Si el
terapeuta se salta este paso e inmediatamente comienza a analizar el chiste, se
distanciará de su cliente y este último probablemente no volverá a contar más
chistes. Por supuesto, la decisión de analizar y cuestionar el humor del cliente
o sencillamente disfrutarlo es una decisión clínica.
Hay veces en las que un chiste es sólo un chiste. Freud (1905/1981) teorizó
que algunos chistes sencillamente tratan de ser graciosos y no tienen ningún
objetivo concreto. Freud consideró que otros chistes eran “tendenciosos” en el

130 MAIOR
La importancia del humor en la psicoterapia

sentido de que tenían algún objetivo adicional al del mero divertimiento. Freud
(pag. 95) creía que los chistes tendenciosos podían ser hostiles (“destinados a la
agresión, la sátira o la defensa”), obscenos (“destinados a mostrarnos una des-
nudez”) o cínicos (atacando a “instituciones, personas representativas de las
mismas, preceptos morales o religiosos e ideas”). Freud creía que los chistes
permitían la expresión indirecta de sentimientos reprimidos de agresión, sexua-
lidad o crítica.
Las ideas de Freud sobre el humor se han mantenido bastante sólidas a lo
largo del último siglo. Aun parece que algunos tipos de humor se expresan por
pura diversión, mientras que otros tipos sirven un objetivo subyacente. Pero
como nos encontramos sobre los hombros de Freud, podemos ver más lejos que
él y entender que el humor puede servir objetivos que van más allá de la expre-
sión de los sentimientos socialmente inaceptables. Por ejemplo, el humor puede
crear lazos que unen a los componentes de un grupo (por ejemplo los chicos de
un instituto escolar) porque todos entienden el significado de un chiste com-
partido. En segundo lugar, el humor puede estudiarse desde enfoques nuevos
(por ejemplo, desde el punto de vista del desarrollo o de la fisiología) que Freud
no investigó.
En este capítulo describiré también las posibles desventajas y complicacio-
nes de introducir el humor en la psicoterapia. Aunque el humor se empleó con
éxito en los ejemplos clínicos de este capítulo, existía el riesgo potencial en algu-
nos casos de que el cliente pudiera malinterpretar lo que se dijo. El terapeuta
debe permanecer siempre sensible hacia el significado que sus palabras puedan
tener. El humor puede ser una herramienta poderosa en la psicoterapia, pero
puede también ser peligrosa si se emplea de manera errónea.

USOS PERTINENTES

Crear una mejor relación

Los médicos no psiquiátricos suelen usar el humor más a menudo que los
profesionales de la salud mental con el objetivo de establecer una buena rela-
ción. Un cirujano ortopédico bromeaba con los niños que se habían roto un brazo
diciendo: “Bueno, te has roto el húmero. Pero no hace mucha gracia, ¿verdad?”.
(En inglés, la palabra para significar húmero, “humerus”, suena igual que
“humorous”, gracioso o divertido). Un gastroenterólogo (Scarpa, comunicación
personal, 1983) contaba a sus pacientes jóvenes un chiste divertido sobre los cal-
zones sucios. Contó el siguiente cuento con un acento alemán:

MAIOR 131
El humor y el bienestar en las intervenciones clínicas

El coronel llegó y se dirigió a sus soldados. Dijo, “Caballeros, tengo noticias buenas
y malas. Las buenas noticias es que hoy toca el cambio de calzoncillos. Las malas
noticias son –Hans, tú cambias con Kurt; Heinrich, tú cambias con Fritz”.

Shaw (1961, pag. 373) describió cómo empleaba el humor para iniciar sus
entrevistas con los niños. Por ejemplo, a veces extendía al joven un saludo ridí-
culo, como “Buenos días doctor, ¿quería usted consultar conmigo sobre algún
paciente?”. Shaw creía que el humor tranquilizaba al niño y enviaba el mensa-
je de que el entrevistador disfrutaba genuinamente de su compañía. Observaba
detalladamente la respuesta del niño a este experimento inicial, ya que ésta le
proporcionaba información diagnóstica además de pistas sobre cómo proceder
con la entrevista. Algunos psicoterapeutas pueden sentirse incómodos con la
idea de hacerse los graciosos al inicio de una evaluación psiquiátrica. Sin
embargo, puede tener sentido incluir algún chiste más adelante en el proceso
de evaluación.

Interrumpir las expectativas

Esta manera de emplear el humor puede parecer graciosa, pero su intención


es muy seria. Revisando la literatura, no he encontrado una descripción ante-
rior de esta técnica, que pretende desafiar y modificar ciertas creencias que el
adolescente trae consigo a la consulta.
Algunos adolescentes ejercen un control sobre los adultos creando conflictos
de poder. Estos jóvenes provocan discusiones dramáticas con sus padres. Si
traen un adolescente de este tipo al terapeuta, él o ella esperará encontrarse con
la misma situación: se comportará de alguna manera equivocada; el terapeuta
valorará negativamente y regañará al cliente; y luego discutirán sobre el com-
portamiento. La táctica habitual del terapeuta es interpretar la transferencia –o
sea, hacer ver al cliente que está dando por sentado que el terapeuta actuará
como sus padres. En una situación de este tipo, el adolescente reaccionará
echándose hacia atrás y controlando el curso de la entrevista.
Una estrategia terapéutica innovadora es emplear el humor de manera agre-
siva. En otras palabras, el terapeuta bromea con el cliente sobre su comporta-
miento, se ríe de él y lo imita hasta dejarlo en ridículo. Cuando esto funciona,
tanto el terapeuta como el cliente acaban riéndose juntos. Incluso más impor-
tante es el hecho de que el cliente pierde su equilibrio al descubrir que la tera-
pia no es tan predecible como creía. El resultado más importante es que el tera-
peuta dirige la entrevista, y no el cliente. El terapeuta consigue deshinchar el

132 MAIOR
La importancia del humor en la psicoterapia

conflicto de poder que el adolescente normalmente creaba como primera barre-


ra de defensa para protegerse de tener que aceptar alguna responsabilidad.
Finalmente, el uso activo que hace el terapeuta del humor crea una situación
inesperada que genera nuevos sentimientos y nuevas estrategias de defensa.
Un riesgo asociado con este método humorístico es que tanto el cliente como
sus padres pueden sentirse ofendidos. El cliente puede pensar que el terapeuta
es un médico algo extraño por tomarle el pelo. Cuando se enteran de la entre-
vista, los padres pueden malinterpretar la intención y pensar que el terapeuta
no se está tomando el caso en serio.

Evaluar el desarrollo social

El humor es importante para la formación progresiva de la sociabilidad del


niño o niña. Cuando aprende que la incongruidad puede ser divertida además
de confusa, está basando sus respuestas en parte sobre las reacciones ajenas que
ha observado. La mayor parte del humor contiene un aspecto interpersonal
considerable –un chiste es más gracioso si se comparte con los demás. Un psi-
coterapeuta que realiza una evaluación puede emplear esta información para
evaluar el desarrollo cognitivo y social de un niño. El chiste favorito de una per-
sona a los nueve años sería adecuado si fuera una adivinanza basada en un
juego de palabras (¿Quién es el bombero de Disneylandia? Micky Mau). A los
trece años, el chiste favorito de alguien normalmente se basa en la ironía (¿Por
qué cruzó el dinosaurio la carretera? Porque las gallinas aun no habían evolu-
cionado). Puede ser útil para un terapeuta que evalúa a un niño o niña saber su
nivel de desarrollo en cuanto a la comprensión del humor.

Evaluar la madurez emocional

La respuesta del joven cliente al humor del terapeuta se ha empleado a veces


para detectar enfermedades mentales (Shaw, 1961). Los niños deprimidos o
psicóticos no suelen reaccionar ante el humor, pero su falta de reacción puede
variar mucho. La respuesta de un niño esquizofrénico suele ser la confusión o
la falta de comprensión. Un niño deprimido puede reconocer el humor e inten-
tar sonreír con pocas ganas, pero luego volver en seguida a su expresión som-
bría. St. James y Tager-Flusberg (1994) realizaron un estudio sistemático del
humor producido por niños autistas en un ambiente naturalístico. Encontraron
que los niños autistas no pueden crear y apreciar el humor más allá de un cier-

MAIOR 133
El humor y el bienestar en las intervenciones clínicas

to límite y que lo hacen mucho menos que otros niños de su edad. Masten
(1986) encontró una relación positiva entre la creación y la apreciación del
humor y la competencia académica y social de los niños. Cuando se usa de
manera adecuada, el humor puede ser una herramienta de afrontamiento
importante. La posibilidad de ver el lado divertido de la adversidad puede ayu-
dar a un niño o niña a superar los momentos difíciles.

Inventario emocional

Otra manera en la que el terapeuta puede emplear el humor para evaluar a


un joven cliente es incluirlo en el “inventario emocional”. En otras palabras,
parte de la entrevista diagnóstica del nuevo cliente se estructura sobre la base de
una lista de distintos sentimientos y pidiendo al cliente que cuente una historia
sobre cada uno describiendo un momento en el que se sintió de esa manera. Por
ejemplo “Cuéntame sobre alguna vez que te sentiste muy triste” y “Cuéntame
sobre alguna vez que te sentiste desanimado”. El terapeuta también puede reali-
zar un inventario de los sentimientos humorísticos preguntando sobre algún
momento en el que algo divertido sucedió, o cuando el niño hizo algo estúpido
o se sintió ridículo. Durante este inventario emocional, es bueno preguntar, de
paso, si el cliente tiene algún chiste favorito. En este momento resulta relevante
al desarrollo de la entrevista, mientras que en otro momento preguntar sobre un
chiste favorito puede parecer fuera de lugar. Interesarse por el sentido del humor
del niño o niña comunica el mensaje de que el terapeuta se interesa por los aspec-
tos positivos de la joven persona, y no solamente los problemas que tiene.

Gestionar la resistencia

Aunque los clientes digan que quieren cambiar, existe una parte de cada
cliente que quiere permanecer exactamente como está. Los clientes pueden
exhibir resistencia de diversas maneras. Lo más normal es que los clientes evi-
ten hablar de temas difíciles y sensibles para no arriesgar cambios en su equili-
brio emocional. La resistencia se emplea a veces también para evitar escuchar y
entender realmente lo que el terapeuta está intentando comunicar. En algunas
circunstancias, el humor puede emplearse para ayudar al terapeuta a enfren-
tarse con la resistencia del cliente que está interfiriendo con el progreso del tra-
tamiento. Por ejemplo, el humor puede emplearse para ayudar a los jóvenes
adolescentes a hablar sobre los temas sexuales. Algunos ejemplos de este méto-
do aparecen más adelante.

134 MAIOR
La importancia del humor en la psicoterapia

Una manera de emplear el humor para gestionar la resistencia es el banter


therapy, la “terapia del bromeo” descrito por Jules Coleman (1962, 1968, 1971).
Coleman, un profesor de psiquiatría de Yale, fue probablemente la primera
persona en describir el uso sistemático del humor como un componente
importante de la psicoterapia. Como su nombre indica, el terapeuta creaba un
diálogo con el cliente que tenía un tono algo bromista e irreverente. La inten-
ción de Coleman era “tomar el pelo” al cliente pero de manera amigable, para
conseguir un efecto tranquilizador sobre el cliente, y que el cliente se sintiera
aceptado, cuidado y querido. Creía que bromear era especialmente adecuado
en casos en los que se empleaba una estrategia terapéutica específica de corto
alcance en la que el cliente no estaba orientado hacia la auto-comprensión en
el sentido psicoanalítico. Coleman (1968) dio el ejemplo de una broma que
empleo para responder a un paciente paranoico que quería saber si los apun-
tes de la terapia se mantendrían confidenciales. Creía que la falta de confianza
paranoica no reaccionaría ante una simple respuesta tranquilizadora, y que
una respuesta en broma sería más útil: “El paciente dice ‘¿Los apuntes son con-
fidenciales?’ y el terapeuta responde, ‘Claro que no, siempre mandamos copia
a los periódicos’” (pag. 3).
El bromeo terapéutico, sin duda, puede emplearse mal y fue objeto de críti-
cas por parte de algunos de los colegas de Coleman, en particular Kubie (1971).
Aunque parece que Coleman encontró una manera de bromear con sus pacien-
tes de un modo constructivo y terapéutico, algunos terapeutas que trataron de
imitar su método pueden haber sido menos sensibles.
Como Coleman, la mayoría de los autores que han recomendado el uso del
humor sarcástico en la psicoterapia se referían a un tipo de humor bastante
moderado. Por ejemplo, Ruvelson (1968) descubrió que “un comentario sarcás-
tico aplicado con prudencia y que llega en el momento preciso dentro de un
ambiente terapéutico amigable y de confianza, si no estaba motivado por mi
propia contratransferencia patológica, ayudaba a estos pacientes a establecer y
mantener una relación duradera conmigo” (pag. 297).
Frank Farrelly (Farrelly y Brandsma, 1974; Farrelly y Lynch, 1987) también
describió un tipo de psicoterapia con un estilo bromista y jocoso. Farrelly pro-
movía un método llamado “terapia provocadora”. Basaba su trabajo en una
serie de supuestos teóricos como por ejemplo “Las personas crecen y cambian
al encontrarse con un desafío” y “Los clientes pueden cambiar si deciden
hacerlo”. Criticaba a los terapeutas que ponen énfasis en las debilidades y la
fragilidad de sus clientes, opinando que estos terapeutas sin quererlo refuer-
zan los sentimientos de ineptitud de sus clientes. Farrelly creía que el humor,

MAIOR 135
El humor y el bienestar en las intervenciones clínicas

al parecer el uso incesante e intenso del humor, era un ingrediente esencial de


la terapia provocadora.

El humor para tratar la agresión

Redl y Wineman (1952) trabajaban con adolescentes explosivos y agresivos en


un programa llamado Pioneer House. Desarrollaron diversas técnicas para faci-
litar tanto la expresión de la ira como el control del enfado excesivo. En algunas
situaciones el personal del centro descubrió que resultaba terapéutico apagar las
llamas de una situación de ira explosiva y progresiva empleando el humor. Redl
llamó a esta técnica “decontaminación humorística”. Creía que la intervención
humorística funcionaba gracias a una combinación de factores: demostrando la
invulnerabilidad del adulto; comunicando al niño que no había sucedido nada
dañino o destructivo; ayudando al niño a desprenderse del ataque de ira sin per-
der el honor; y creando una distracción de la causa inicial del enfado.
Fritz Redl (1952) dio varios ejemplos de la descontaminación humorística.
Por ejemplo, un chico llamado Danny estaba blasfemando y jurando incesante-
mente durante la cena. Finalmente Danny golpeó la mesa y dijo, “Cagüendios,
Fritz, pásame la puta mantequilla”. Redl le paso la mantequilla y de pronto
imitó a Danny golpeando la mesa y diciendo, “Y ahora, cagüendios, pásame a
mí la puta sal”. Redl contó que el grupo de chicos y personal se quedaron ató-
nitos durante un momento y luego rompieron a reír a gritos, diciendo, “Fritz,
por un momento nos habías engañado. Creímos que realmente te habías enfa-
dado, ja, ja” (pag. 174). La cena a partir de entonces procedió con mucha más
calma. Redl y Wineman subrayaron que el personal de Pioneer House pensó
detenidamente sobre los tiempos y la selección de técnicas humorísticas.

El humor para tratar las fobias

Larry Ventis y Deborah Ventis (1989) describieron el empleo del humor para
tratar a un niño de ocho años y su hermana de doce que tenían sendas fobias a
los perros. Los Ventis emplearon una terapia cognitiva-conductual, incluyendo
técnicas de relajación, imitación y participación guiada. Un aspecto del trata-
miento consistía en dar a los niños un libro de chistes sobre perros y un tebeo
sobre perros y pedirles que seleccionaran sus favoritos. “La intención era for-
mar y fomentar un punto de vista hacia los perros distinto del miedo, facilitar
la formación de una relación agradable y cómoda hacia ellos y establecer que el
proceso de superar los miedos podía ser agradable” (pag.187).

136 MAIOR
La importancia del humor en la psicoterapia

Deberes del humor

Algunos terapeutas han encontrado que resulta útil dar al niño deprimido
una tarea para llevarse a casa: aprende un chiste y tráelo a la siguiente cita de
terapia. El objetivo de esta técnica no es solo animar al paciente. Lo que el tera-
peuta pretende es comunicar al niño que él o ella es capaz de sentirse bien y
contenta. La tarea le anima a verse como una persona potencialmente feliz, en
vez de como un niño o niña destinada a la tristeza.
Otro motivo para pedir a un cliente joven que se aprenda un chiste como
parte de sus deberes se basa en la importancia del humor en las relaciones entre
coetáneos en la infancia y primera adolescencia. Los niños emplean las adivi-
nanzas para competir en ingenio con sus compañeros. Cuentan chistes para
presumir de sus habilidades, de una manera sana y adecuada a su edad. Entre
los adolescentes, los chistes pueden emplearse para definir quiénes forman
parte de un grupo concreto, dado que hace falta compartir actitudes y conoci-
mientos comunes para entender algunos chistes. Un niño que no ha formado
relaciones satisfactorias con otros de su edad por causa de la timidez o por cual-
quier otra causa puede necesitar mucho apoyo y seguimiento por parte de
ambos padres y el terapeuta. En primer lugar, el terapeuta puede enseñarle que
contar chistes es algo que a muchos niños les gusta hacer juntos. El terapeuta
entonces puede animar al niño contando un par de chistes sencillos e ilustrati-
vos. Los deberes pueden ser que el niño se aprenda algunos chistes nuevos que
otros niños le cuenten en el colegio o en su barrio.

Chistes en la terapia de grupo

Los niños y los adolescentes a veces cuentan chistes en la psicoterapia de


grupo. Cuando sucede de manera espontánea, el terapeuta debe decidir si el
chiste está protegiendo al grupo de tener que tratar algún tema importante o si
los chistes pueden emplearse para facilitar el trabajo de grupo.
“Chistes y adivinanzas” puede ser un tema útil para la terapia de grupo con
niños y adolescentes jóvenes (Bernet, 1982). Una vez que el grupo se ha puesto
de acuerdo que los chistes serán el tema para la sesión, el terapeuta debería
establecer unas normas básicas. Por ejemplo, todos en el grupo deberían tener
la oportunidad de contar un chiste antes de que alguien tenga una segunda
oportunidad. Cada cliente debería recibir algún comentario sobre la opinión del
grupo sobre su chiste y la manera de contarlo. El terapeuta puede explicar que
los clientes pueden contar cualquier tipo de chiste que quieran durante la

MAIOR 137
El humor y el bienestar en las intervenciones clínicas

sesión, pero que esto no significa que puedan contar el mismo chiste en la uni-
dad de pacientes, en la escuela o incluso en casa. El motivo de esta advertencia
es que algunos de los chistes que se cuentan durante la terapia pueden resultar
provocadores u ofensivos para otras personas. El terapeuta no quiere dar el
mensaje de que la tolerancia de un chiste en este grupo significa que un profe-
sor permitirá el mismo chiste en la clase.
Contar chistes en la terapia de grupo con niños tiene relevancia para varios
objetivos terapéuticos. Casi cualquier niño está dispuesto a participar en una
reunión de grupo contando un chiste o un cuento divertido. En segundo lugar,
la reunión se estructura de tal manera que cada niño recibirá algún comentario
positivo después de su presentación. En tercer lugar, los niños son más espon-
táneos con este formato, porque no se dan cuenta que sus chistes pueden reve-
lar información sobre sí mismos. Finalmente, este proceso ayuda al niño a
entender que existe una diferencia entre lo que resulta aceptable en la terapia y
lo que puede decirse en otros momentos y ambientes.

Sarcasmo en la terapia de grupo

Algunos terapeutas de grupo opinan que el humor sarcástico es una herra-


mienta eficaz para enfrentarse con adolescentes que se resisten al tratamiento.
Se trata de un tipo innovador y poco usual de terapia de grupo diseñado para
jóvenes muy defensivos que exhiben trastornos de conducta o de personali-
dad. Esta técnica consiste en iniciar al nuevo miembro del grupo tomándole el
pelo, ridiculizándole o riéndose de él de alguna manera. Por ejemplo, un caso
de robo de automóvil puede describirse como el trabajo sofisticado de un
grupo experto de ladrones de coches, incluido el taller de desguace y la trama
para blanquear el dinero. Que los terapeutas y el grupo no se tomen al joven
en serio se trata, por supuesto, del rechazo máximo. El objetivo de esta técni-
ca humorística es recontextualizar el aspecto transgresivo del comportamien-
to del joven que anteriormente le había hecho sentirse poderoso, aceptado y
mayor. Las bromas del grupo hacen que el cliente se sienta débil, rechazado e
inmaduro. Los terapeutas no dedican toda la sesión a ridiculizar a los miem-
bros del grupo, pero crean otras oportunidades para compartir emociones
fuertes.
Este tipo de tratamiento parece eficaz por varios motivos. Primero, compar-
tir la risa y otros sentimientos intensos crea lazos fuertes entre los líderes y los
miembros del grupo. Estos lazos emocionales fuertes hacen que las confronta-
ciones terapéuticas sean aun más poderosas. Este empleo del humor en el

138 MAIOR
La importancia del humor en la psicoterapia

grupo parece eficaz porque el cliente se deshincha y descubre que es difícil


defender y excusar su anterior comportamiento erróneo. Finalmente, los clien-
tes que sufren esta dolorosa iniciación o novatada terapéutica luego crean lazos
fuertes con los valores terapéuticos del grupo.

Contraindicaciones y complicaciones

Kubie (1971) y Haig (1986) han descrito los problemas potenciales que pue-
den surgir al emplear el humor en la psicoterapia. En vez de crear una relación
buena, el humor puede alejar al cliente. En vez de ayudar a un niño a aprender
competencias sociales, puede desilusionar al cliente descubrir hasta qué punto
se encuentra lejos de los otros niños. En vez de reducir la resistencia del clien-
te, un uso inadecuado del humor puede fortalecer la resistencia, la negación y
la represión. Tanto el cliente como el terapeuta pueden emplear el humor como
un método para congraciarse con el otro, manteniendo la distancia entre ambos
actores y los temas dolorosos de la terapia. Un cliente que no se quiere tomar
en serio puede emplear el humor de manera defensiva.
El humor funciona mejor cuando tanto el cliente como el terapeuta entien-
den los temas que trata el chiste. Por ejemplo, un terapeuta blanco debería tener
cuidado si quiere bromear con un adolescente afroamericano. Un terapeuta
judío puede inventarse una manera estupenda para contextualizar un tema clí-
nico de manera humorística, pero el humor puede confundir u ofender a su
cliente baptista. Dado que todos tenemos zonas sensible que pueden no ser evi-
dentes a los demás, cualquier terapeuta que piensa emplear el humor debe pro-
ceder con cautela y consideración.
Aunque pueden darse situaciones en las que los profesionales empleen el
humor de una manera impulsiva pero eficaz a nivel terapéutico, en la mayoría
de los casos el terapeuta debería contemplar el uso estratégico del humor de una
manera consciente y considerada. Debería también tener en cuenta los temas de
contratransferencia y otros factores interpersonales que pueden influir sobre su
uso del humor con un cliente concreto en un momento concreto.
A algunos terapeutas y formadores les resulta natural emplear los métodos
humorísticos, pero otros pueden encontrarse incómodos con ellos. Esta genera-
lización probablemente sea cierta de otras modalidades de tratamiento, como
la hipnosis o el psicoanálisis. En cualquier caso, existe la posibilidad de que
algunos terapeutas prueben a usar el humor y descubran que sencillamente no
funciona para ellos.

MAIOR 139
El humor y el bienestar en las intervenciones clínicas

El terapeuta que siempre trata de ser divertido se está aprovechando de sus


clientes constantemente y está abusando del humor seriamente. El terapeuta
sádico puede emplear sin darse cuenta a sus clientes como víctimas de su hos-
tilidad. El terapeuta narcisista puede manipular a los clientes para que se con-
viertan en el público cautivo de su humor mal orientado.

PRESENTACIONES CLÍNICAS

Crear una buena relación

En la siguiente anécdota, el paciente contó un chiste de manera espontánea


durante la entrevista inicial y el terapeuta respondió con su propio chiste.

Charlie, un niño de nueve años que acababa de entrar en programa de terapia por
su piromanía recurrente, contó un chiste por su propia iniciativa. Preguntó al tera-
peuta si había oído hablar sobre un hombre a quien dispararon en la guerra.
“¿Sabes donde le dispararon? Le pegaron un tiro en la Cam-polla”. El terapeuta
quería responder a la broma del paciente y trató de seguirla. Preguntó a Charlie si
había oído hablar sobre otro soldado que recibió un disparo en la guerra: “¿Sabes
donde le dispararon? Le pegaron un tiro en las Fili-piernas”. Al inventarse su pro-
pio chiste, el terapeuta conseguía varios objetivos simultáneamente: construir una
mejor relación siguiendo el chiste del paciente, comunicando que el terapeuta res-
petaba el sentido del humor de Charlie, y presentando una especie de prueba, para
ver si el paciente estaba dispuesto a trasladar su temor a herirse desde la zona geni-
tal a otra zona del cuerpo.

Aunque el terapeuta de Charlie consideró que era el momento y el lugar


adecuado para contar esta pequeña broma, otro profesional quizás habría pre-
ferido emplear otra estrategia. El terapeuta podía haber preguntado a Charlie
dónde había aprendido el chiste sobre el hombre a quien dispararon en la gue-
rra, o si conocía otros chistes. Podía haber sencillamente archivado el material
para disponer de él en el futuro.
A veces resulta útil fomentar un sentimiento de mutualidad en la terapia, la
sensación de que el cliente y el terapeuta tienen algo en común. El terapeuta
puede querer comunicar que el cliente y el terapeuta están en la misma situa-
ción, que ambos deben enfrentarse a situaciones y fuerzas que pueden ser ame-
nazantes y poderosas. En el siguiente ejemplo, el terapeuta empleó el humor
para expresar un sentimiento de mutualidad (Katz, comunicación personal,
1971).

140 MAIOR
La importancia del humor en la psicoterapia

Durante el momento culminante de la Guerra Fría existían temores de que un con-


flicto nuclear pudiera estallar. Un médico residente estaba en la consulta con un ado-
lescente mayor. Sabía que los dos estaban ansiosos sobre la tensión internacional. Al
final de la hora dijo, “Nos veremos la semana que viene, si es que sobrevivimos hasta
la semana que viene”. Este comentario transmitió el mensaje de que el paciente y el
terapeuta estaban compartiendo la misma experiencia humana. Además de comuni-
car mutualidad, el comentario humorístico del residente sobre la próxima cita pare-
cía reducir la ansiedad que ambos estaban experimentando.

Este ejemplo ilustra la delgada línea que separa el humor beneficioso del
dañino, una línea que el terapeuta debe identificar. En vez de reducir la tensión
que existía, el mismo comentario podría haber aumentado la ansiedad de otro
paciente.

Interrumpir las expectativas

En un artículo elocuente, John Schimel (1992) describió el uso suave del


humor para interrumpir las expectativas que sus clientes traían a la terapia.
Schimel explicó que había introducido “un toque lúdico y humorístico” a la
sesión de terapia inicial de un adolescente tardío. Una discusión entre el joven
cliente y su padre que había durado meses estaba tomando vida propia. El
paciente había conseguido reclutar a su anterior terapeuta como aliado y ahora
estaba tratando de hacer lo mismo con Schimel. Para evitar este proceso,
Schimel respondió a las peticiones del paciente con humor:
Por ejemplo: Paciente: “¿Qué opinión tiene del amor incondicional?”. Schimel: “Parece
una idea bonita”. Paciente: “Pero, ¿cree que existe?”. Schimel: “Recuerdo que Erich
Fromm hablaba del tema”. Paciente: “¿No tiene una posición al respecto?”. Schimel:
“Bueno, ya soy algo mayor”. Y más adelante: “No me lo creo. Parece que usted tiene
ideas distintas de las de mi psiquiatra anterior. Yo creí que serían todos iguales”.
Schimel: “¿O sea, homogeneizados?”. (pag. 123)

Este diálogo tuvo el resultado de que el joven iracundo se sintiera divertido


y desconcertado. Al final, el cliente pudo desarrollar una alianza sana con
Schimel que no era sencillamente una repetición de sus relaciones con su padre
o su anterior terapeuta.
Brooks (1994) contó un ejemplo dramático del uso del humor al comienzo de
su primera reunión con un catorceañero conflictivo:
Me trajeron al joven Jim por sus pobres resultados académicos, sus pequeños hurtos
en las tiendas y su hostilidad hacia su familia. Al entrar en la oficina del terapeuta la
primera vez, Jim dijo, “Eres el psicólogo más feo que he visto en mi vida”. Brooks

MAIOR 141
El humor y el bienestar en las intervenciones clínicas

rápidamente consideró sus opciones y escogió una que era tanto humorística como
desconcertante para su nuevo paciente. ¡Brooks propuso realizar la entrevista desde
el armario para que Jim no tuviera que mirarle! La segunda sesión procedió de la
misma manera –a Jim le siguió pareciendo que el terapeuta era feo y Jim le pidió que
volviera al armario. Al inicio de la tercera sesión, Jim dijo, “No eres tan feo como creí
al inicio. Hoy no hace falta que te metas en el armario”. (pags. 53-55)

El inusual método humorístico de Brooks interrumpió las expectativas de


Jim sobre la psicoterapia y al parecer formó la base de una alianza terapéutica
sólida. Podría decirse que la fealdad, como la belleza, depende del color del
cristal con que se mira.

Evaluar la madurez emocional

Una técnica que permite al terapeuta evaluar la madurez emocional de un


joven cliente mediante el humor es pedirle que cuente su chiste favorito. El tera-
peuta de esta forma descubre si el niño tiene la competencia social suficiente
como para recordar un chiste y también si está dispuesto a compartir una
pequeña parte de su mundo personal con el evaluador.
Muchos terapeutas han descubierto independientemente el valor de pre-
guntar sobre el chiste favorito del cliente. Reynes y Allen (1987) describieron
su utilización de esta técnica con los adultos. Yorukoglu (1974, 1993) contó y
explicó los chistes favoritos de sus pacientes infantiles y juveniles en Turquía.
Por casualidad, dos de los pacientes de Yorukoglu tenían el mismo chiste
favorito.

Había un padre que prohibió a todos que hablaran en la mesa. Un día uno de sus
hijos quería decir algo. En cuanto abrió la boca el padre le paró, diciendo: “Sea lo que
sea que quieres decir, dilo cuando haya terminado la cena”. Cuando habían termi-
nado de comer, el padre preguntó al hijo que es lo que quería decir. El hijo respon-
dió: “Solo quería decir que había un bicho en tu plato”. (pag. 685)

De los dos pacientes que contaron el mismo chiste, uno vivía en la casa de
un abuelo dogmático y tiránico y el otro tenía un padre muy severo.
Yorukoglu fue aun más lejos con el método del chiste favorito del niño y
lo empleó en la terapia familiar. Con el permiso del hijo, el terapeuta conta-
ría el chiste y explicaría su significado a los padres. Este método resultó muy
eficaz en algunas ocasiones, porque los padres se dieron cuenta que el humor
surgía de ciertos sentimientos que el niño no había podido expresar clara-
mente.

142 MAIOR
La importancia del humor en la psicoterapia

Explorar los sentimientos

Orfanidis (1972) describió detalladamente el humor espontáneo que surgió


durante el tratamiento de diez niños. Propuso que “el humor es un modo de
compartir sentimientos de temor y agresión, de derribar las barreras sociales y
de superar las ansiedades” (pag. 154). Kenny, uno de los clientes de su estudio,
contó el siguiente chiste.

Había un niño pequeño que tenía una rana llamada Babá que murió un día mientras
que el niño estaba en el colegio. Cuando su madre se lo dijo, el niño no reaccionó,
pero en mitad de la noche, comenzó a gritar, “¡Babá ha muerto! ¡Babá ha muerto!”.
Cuando su madre corrió a su habitación, le explicó que no había reaccionado antes
porque pensó que ella había dicho “Papá ha muerto”. (pag. 152)

Orfanidis comentó que el chiste expresa la hostilidad de Kenny hacia su


padre y que también tenía que ver con un malentendido, algo que había suce-
dido en la familia de Kenny.

Gestionar la resistencia

En sus escritos y conferencias, John Schimel a menudo reivindicaba el valor


del humor en la psicoterapia y el psicoanálisis tanto de niños como de adoles-
centes. En general, Schimel (1989) creía que el humor puede emplearse de
manera constructiva: “(1) Puede emplearse para conseguir la franqueza –decir
las cosas claramente; (2) de tal manera que la ansiedad pueda reducirse en vez
de aumentarse; (3) por lo tanto facilitando la reflexión y la introspección; y (4)
la continuación de un diálogo verdadero entre el paciente y el terapeuta” (pag.
368). Los ejemplos que proporcionó de su trabajo clínico contenían siempre un
humor suave y cariñoso. Por ejemplo, Schimel (1989, pag. 368), reprodujo el
siguiente diálogo.

Un paciente comenzó la sesión iracundo: “El mundo entero es un asco. ¿Y tú qué


haces? Te quedas ahí sentado. Yo paso de esto. Nunca quise venir aquí. Uf, esta ha
sido la mayor pérdida de tiempo y dinero que he visto en toda mi vida. ¡Basta! Esta
es mi última cita. Ni siquiera me caes bien. Estoy aquí hecho un lío y no dices nada.
¿Qué demonios hago aquí? ¡Di algo!”. Schimel se rió y dijo, “Hoy estás de mal
humor”.

Gardner (1971) citó ejemplos del uso del humor con la técnica de contarse
cuentos. Reconocía que muchos aspectos de la terapia son desagradables para
los niños, como por ejemplo hablar de miedos o traumas y aceptar las propias

MAIOR 143
El humor y el bienestar en las intervenciones clínicas

debilidades. Gardner descubrió que el humor ayuda a afrontar estos aspectos


al mantener al niño interesado en el proceso terapéutico mientras que intensifi-
ca el impacto de los mensajes del terapeuta.
En un caso, Gardner estaba trabajando con un niño pasivo llamado Joey que
tenía una autoestima muy baja. El niño se había inventado un cuento sobre un
cubo de la basura que había sufrido muchas humillaciones, pero que simple-
mente se alejaba cuando alguien le hacía daño. Gardner creía que el niño nece-
sitaba aprender a defenderse, y respondió con una historia muy divertida sobre
cómo el cubo descubrió un modo de tirar basura en la cara de su torturador
(págs. 288-290).
Algunos clientes jóvenes, en particular los primeros adolescentes, suelen
sentirse avergonzados o insultados si se les pregunta directamente sobre la
sexualidad. El humor puede emplearse como un camino menos directo para
llegar a tratar el asunto. Un joven debe conocer ciertos detalles sexuales para
entender muchos de los chistes que circulan entre los chicos de la adolescen-
cia temprana. Por ejemplo, imaginemos que el cliente me contara el siguiente
chiste:

Un chico estaba en una farmacia y, por algún motivo, estaba totalmente desnudo. De
repente entraron dos señoras ancianas en la tienda. Ambas eran muy miopes. Para
esconderse, el niño saltó sobre un mostrador y se hizo la estatua. La primera mujer
le tocó al niño y exclamó: “¡Oh! He accionado el grifo de la limonada”. La segunda
mujer tocó al niño y dijo: “Eso no es para la limonada. Es para la crema de manos”.

El terapeuta podía reaccionar haciéndose el tonto, hasta cierto punto, y


pidiendo al cliente que explicara el sentido del chiste. A partir de esta explica-
ción se podía iniciar una discusión sobre el conocimiento y actitudes del joven
sobre la sexualidad.
Aparte de los chistes, existen otras maneras en las que el humor puede ser-
vir de puente hacia el tema de la sexualidad. Un ejemplo es el de la película Big
(1990), una parábola sobre la pubertad. En este film, Tom Hanks sale a cenar
con una mujer muy atractiva. Ella se invita al apartamento de Hanks y este dice
que puede quedarse a dormir sólo si él puede ponerse encima, queriendo decir
en la litera de arriba. Esta condición consigue hacer reír a todo el cine. Si se
habla de Big en una sesión de terapia con un joven adolescente, el terapeuta
puede preguntar a su cliente si recuerda esa escena. Entonces puede ver si el
cliente es capaz de explicar la broma. El humor puede, por lo tanto, emplearse
de una manera no amenazadora para discutir diversos temas que de lo contra-
rio podrían provocar una reacción defensiva.

144 MAIOR
La importancia del humor en la psicoterapia

Bromear

Algunos terapeutas que trabajan con adolescentes han notado que a veces
pueden comunicar un mensaje a un cliente con un comentario jocoso que les
toma un poco el pelo. Por ejemplo, empleé la siguiente táctica trabajando con
un cliente joven.

Stan era un chico de dieciseis años que acababa de recibir su carné de conducir y
ya había tenido dos accidentes con el coche familiar. Era un joven irresponsable y
rebelde que se vestía con un atuendo alternativo y la cabeza rapada excepto la
parte central, en el que quedaba una especie de “cepillo”. Stan estaba explicando
su plan para convencer a sus padres que le dejaran conducir otra vez. Preguntó si
el terapeuta creía que le deberían dejar conducir. El terapeuta declaró que no debe-
rían dejarle conducir porque Stan no se viste ni se comporta como un “pijo”. Stan
parecía entender que el terapeuta le estaba tomando el pelo sobre su manera de
vestir, pero que el terapeuta también estaba preocupado por su manera irrespon-
sable de conducir.

Al trabajar con los adolescentes, el terapeuta puede emplear un estilo bro-


mista y provocador con los padres además de con el paciente mismo. Un psi-
cólogo estaba dirigiendo una sesión de terapia de familia con una chica adoles-
cente, que estaba internada en una unidad psiquiátrica, y con sus padres. Los
padres se habían vuelto excesivamente protectivos y se entrometían demasiado
en los asuntos de su hija. A veces proyectaban sus propias preocupaciones
sobre ella y comenzaban a preocuparse que su hija estaba también preocupada.
Al final de la reunión de familia, la madre y la hija se abrazaron durante mucho
tiempo y con mucha pasión. El terapeuta interrumpió el abrazo diciendo a toda
voz: “¡Todos atrás, ya estoy aquí con la palanca!” (Parrish, comunicación per-
sonal, 1992).
Después de haber dado de baja a esta paciente, seguía progresando en su
proceso de relajar la relación demasiado estrecha con su madre y de exhibir una
autonomía adecuada a su edad. En vez de congratularla como cabía esperarse,
el terapeuta provocador se refirió al tema de su mejoría como si quisiera “dece-
lerar” el proceso: “Maryanne, no te has pasado por el hospital en cuatro meses.
Las enfermeras han preguntado por ti. Dicen que deberías pasarte y visitarnos
durante algunos días” (Parrish, comunicación personal, 1992).
Como regla general, un terapeuta no debería emplear un método provoca-
dor y bromista con adolescentes que tienen un sentido frágil de la confianza
en las otras personas o que aun no han creado una alianza con el terapeuta.
El bromeo puede ser más apropiado con los jóvenes que han desarrollado una

MAIOR 145
El humor y el bienestar en las intervenciones clínicas

alianza con el terapeuta, pero que no están progresando con el tratamiento


por causa de rasgos de personalidad narcisistas o pasivo-agresivos.

Sarcasmo en la terapia de grupo

El humor sarcástico puede emplearse en un grupo de terapia para llamar la


atención sobre el narcisismo de un joven e irlo desgastando. Los adolescentes
que se comportan de manera peligrosa y auto-destructiva suelen exigir mucha
atención. Suelen querer salirse siempre con la suya y creen que tienen el dere-
cho de molestar y hacer daño a los demás.
Por ejemplo, considere la situación hipotética de un cliente que es un joven
diabético. A menudo ha gestionado mal su diabetes, necesitando ser hospitali-
zado de emergencia cuando su nivel de azúcar en la sangre se había descon-
trolado. El terapeuta podría decir: “Desde luego, que genial como te escapaste
de ese examen de inglés –¡entrando en coma y haciendo que el director llama-
ra a una ambulancia! Y la última vez que estuviste en el hospital conseguiste
que tus padres cancelaran su viaje a Francia, ¡sólo porque creían que te querías
suicidar! ¡Que ingenio! Te deberían dar algún tipo de premio, quizás el “diabé-
tico del año”. Pediremos al grupo que te nominen para salir en el póster”. El
objetivo de esta exageración, cuya intención es ofrecer una crítica constructiva,
es contextualizar la sensación que tiene el paciente de que se merece toda la
atención, de tal manera que resulte inaceptable.
Cuando funciona, este tipo de humor es dramático. Es un poco como la ciru-
gía sobre el cerebro, sin embargo, en el sentido de que un error puede ser
bastante dañino. Algunos profesionales consiguen emplear hábilmente este
tipo de terapia de alta intensidad emocional cuando los jóvenes confían que al
terapeuta le interesa realmente su bienestar. Otros profesionales emplean las
mismas palabras y el mismo sarcasmo, pero no comunican el respeto funda-
mental que requieren los miembros del grupo, consiguiendo que los clientes
crean que los terapeutas son malvados.
Los terapeutas de grupo no deberían emplear este tipo de humor sencilla-
mente para humillar o poner en ridículo los clientes difíciles. No funcionará si
la intención del terapeuta es ganar la competición de insultos. Este uso sarcás-
tico del humor deben emplearlo los terapeutas que se toman su trabajo en serio
y que valoran las relaciones establecidas con sus clientes difíciles. En cualquier
caso, esta manera poderosa de emplear el humor sólo debería considerarse en
casos de jóvenes rebeldes que se resisten a métodos más ortodoxos.

146 MAIOR
La importancia del humor en la psicoterapia

RESUMEN

El humor es una herramienta con múltiples dimensiones y usos. Puede


emplearse para afectar la relación entre cliente y terapeuta, como por ejem-
plo para mejorar la relación o el sentido de la mutualidad entre los dos.
Durante la evaluación diagnóstica, el modo en que el cliente utiliza el humor
ofrece información sobre su desarrollo cognitivo, sus habilidades sociales, su
estilo de afrontamiento y su auto-valoración en competencias. Con los clien-
tes que se resisten o adoptan una actitud defensiva, el humor puede conse-
guir que el proceso terapéutico resulte más aceptable. Sin ser conscientes de
lo que están diciendo, los clientes jóvenes pueden revelar información impor-
tante sobre ellos mismos en los chistes que cuentan de manera espontánea o
a petición del terapeuta. Finalmente, se ha empleado el humor para tratar la
depresión, la agresividad, los miedos, la ineptitud social y los trastornos de
conducta.
Dados los beneficios y riesgos potenciales asociados con el uso del humor en
la psicoterapia, propongo las siguientes recomendaciones.
Los terapeutas deberían ser conscientes de los sentimientos humorísticos
que experimentan con los clientes del mismo modo que deberían ser conscien-
tes de otros sentimientos. Si el terapeuta decide emplear el humor en la terapia,
debería hacerlo de manera intencional y con un objetivo preciso. Debería
fomentarse entre los profesionales de la salud mental una conciencia del
humor, porque nos ayuda a mantener una cierta distancia de nuestro trabajo y
probablemente reduzca las posibilidades de “quemarse”.
Los terapeutas deberían mantener la mente abierta hacia las intervenciones
que puedan parecer extrañas o poco intuitivas. Por ejemplo, un método que
desde un punto de vista puede asemejarse a poner al cliente en ridículo puede
verse desde otro punto de vista como una ayuda y un apoyo. El humor puede
facilitar la percepción en los clientes de que no necesitan verse como víctimas
con una minusvalía, sino que poseen la fuerza para tomar el control de sus pro-
pias vidas.
Será útil estudiar el efecto del humor en los entornos clínicos de manera sis-
temática. De los ejemplos presentados en este capítulo, puede tener una impor-
tancia especial investigar la efectividad del método de aplicar el sarcasmo en la
terapia de grupo con adolescentes delincuentes, auto-destructivos y rebeldes. A
veces resulta imposible tratar o incluso comunicarse con esta población de
pacientes. La importancia de poder llegar a estos jóvenes antisociales es alta, y
debemos buscar nuevas maneras de aproximarnos a ellos.

MAIOR 147
El humor y el bienestar en las intervenciones clínicas

Los psicoterapeutas en fase de prácticas deberían aprender las ventajas y las


desventajas de emplear el humor en la terapia. Aunque pueden querer emple-
ar el humor con cuidado en situaciones apropiadas, se les debe advertir sobre
el peligro de sencillamente copiar el humor de los terapeutas con mayor expe-
riencia. Dado que cada persona es distinta, no todos los terapeutas se sentirán
cómodos empleando las técnicas humorísticas.
Un último beneficio asociado con el sentido del humor en la psicoterapia es
que los profesionales de la salud mental probablemente se tomarán un poco
menos en serio. ¿Conoce la historia de la niña y el psiquiatra?

Una niña iba a ver a su psiquiatra cada semana, pero lo odiaba. Para tratar de esta-
blecer una buena relación, el psiquiatra contó algunos chistes. La niña se quejó, “¡No
te aguanto ni a tí ni a tu estúpida terapia!”. El psiquiatra pensó que se encontraban
en un punto muerto, y dijo que quizás hablaría con un colega para que le diera una
segunda opinión sobre el tratamiento adecuado para esta niña. La niña respondió,
“Ya te daré yo una segunda opinión. En primer lugar, tu terapia es estúpida. Y en
segundo, ¡tus chistes son una mierda!”.
C’est la vie.

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150 MAIOR
El humor en la
orientación profesional
Ofra Nevo

5
Escoger una vocación es una tarea plagada de tantas presiones provenientes de distintas fuentes
que la ansiedad a veces puede llegar a bloquear todo el proceso. Ofra Nevo llega al rescate con
el humor. En su capítulo indagador e informativo, enseña cómo el humor puede emplearse
fácilmente para ayudar a los estudiantes a tomar decisiones razonables y provechosas.

Llevo veinticinco años estudiando el humor, y al mismo tiempo he trabaja-


do como orientadora psicológica centrada en el campo de la trayectoria profe-
sional. Solamente en los diez últimos años he comenzado a conectar mis dos
campos de interés. En mi primer artículo que trataba el humor en la orienta-
ción profesional (Nevo, 1987) noté que parece existir un parecido entre el
humor y el clima: Todos hablan de él, pero nadie hace nada para cambiarlo.
Aunque ha existido un acuerdo en la literatura psicológica en cuanto a los efec-
tos beneficiosos del humor (por ejemplo, Allport, 1966; Dixon, 1980; Lefcourt
y Martin, 1986; Maslow, 1975; Mindess, 1976), y mientras que el humor se ha
citado como un rasgo deseable en las profesiones de ayuda y apoyo hacia los
demás (Shertzer y Stone, 1972), existe una gran escasez de estudios prácticos
que den a los profesionales clínicos sugerencias directas o herramientas para
emplear el humor.
Desde 1986, se han editado numerosas publicaciones sobre los usos y los
abusos del humor en la psicoterapia (por ejemplo, Fry y Salameh, 1987, 1993).
Sin embargo, al realizar una búsqueda bibliográfica encontré solamente una
publicación adicional sobre el tema del humor en la orientación profesional
desde 1986. Este hecho podría interpretarse de tres maneras:

1. No existe el humor en la orientación profesional


2. Existe el humor pero no se considera un tema lo suficientemente digno como
para escribir seriamente sobre él.
3. Mi búsqueda bibliográfica no fue lo bastante exhaustiva.

MAIOR 151
El humor y el bienestar en las intervenciones clínicas

Los sistemas electrónicos disponibles hoy en día permiten a los investiga-


dores realizar búsquedas bibliográficas muy eficientes, y mi CD-ROM encontró
solamente una nueva publicación desde mi artículo de 1986. Esto elimina la ter-
cera hipótesis. Como demostraré más adelante, existe mucho humor en la
orientación profesional, eliminando la primera hipótesis. Por lo tanto debemos
creer que mis compañeros de la orientación profesional no tienen una opinión
muy alta de las publicaciones sobre el humor. Es probable que la reputación frí-
vola del humor obstaculice su aceptación como un tema serio de investigación
científica (Fry y Salameh, 1987, pag. 316).
¿Qué lugar ocupa la orientación profesional en un libro sobre el humor y la
psicoterapia? Este capítulo comenzará con una descripción del concepto y el
proceso de la orientación profesional, a la que seguirá una revisión de distintos
enfoques sobre el uso del humor en la orientación y la psicoterapia y sus impli-
caciones para la orientación profesional. Finalmente, presentaré mi propio
enfoque sobre el uso del humor en la orientación profesional.

PERSPECTIVAS TEÓRICAS

Orientación profesional: Significado del concepto

La orientación profesional (antes llamada orientación vocacional) es un con-


cepto tanto viejo como nuevo (Herr y Cramer, 1992). Es viejo en el sentido de
que tuvo su origen al inicio del siglo veinte. Sin embargo es nuevo porque a lo
largo de los años su significado y su nombre han cambiado. Es nuevo porque
sus puntos centrales, sus modelos conceptuales y sus poblaciones de consumi-
dores suelen ir más allá de aquellos normalmente asociados con los modelos
antiguos de la orientación vocacional. Se refieren a asuntos como los papeles en
el trabajo y la familia, el trabajo y el ocio y el trabajo y la salud mental. Estos
temas y los puntos de transición vitales asociados a ellos constituyen la orien-
tación profesional o de carrera (Herr y Cramer, 1992).
Frank Parsons, considerado el fundador de la orientación vocacional, dijo
que la orientación vocacional consistía de tres pasos: primero, una comprensión
clara de ti mismo, de tus talentos, habilidades, intereses, recursos, límites y
otras cualidades. Segundo, un conocimiento de los requisitos y condiciones del
éxito, ventajas y desventajas, compensación y oportunidades en distintos cam-
pos del trabajo. Tercero, un análisis verdadero de las relaciones entre ambos
grupos de datos (Parsons, 1909/1989, pag. 50).

152 MAIOR
El humor en la orientación profesional

Esta estructura de la orientación vocacional permaneció como la base de


diversos enfoques, modelos y prácticas desarrolladas en las siguientes ocho
décadas que siguieron a la definición de Parsons. Los desarrollos sucesivos de
este campo pueden verse en realidad como modificaciones y extensiones de
estos elementos básicos.
En el método antiguo y tradicional de la orientación vocacional, el psicólo-
go entrevistaba al cliente, le daba una serie de cuestionarios, realizaba una diag-
nosis y proponía al cliente el plan de carrera más adecuado. Este modelo, mejor
conocido como el “modelo de rasgo y factor”, o “mídeles y diles” como se le
llegó a llamar informalmente (en inglés “test them and tell them”), existe aun
hoy en diversas organizaciones. Parecía que el orientador era quien poseía el
criterio, y debía aconsejar y persuadir al cliente. El orientador debía razonar con
el cliente (Crites, 1981).
Durante las ocho décadas que siguieron a los pasos pioneros de Parsons, el
campo de la orientación vocacional ha cambiado y se ha desarrollado. Esto se
refleja en el cambio del nombre de orientación vocacional a orientación profesio-
nal o de carrera1. Pero no es sólo el nombre que ha cambiado. El campo entero se
ha alejado de la orientación vocacional, que se centraba en ayudar a los individuos
a tomar decisiones en puntos de transición concretos de sus vidas, desde la infan-
cia a la edad de la jubilación. La orientación profesional es más cercano al mode-
lo clínico y a los aspectos psicológicos y emocionales y no se limita sólo a explicar
o enseñar. La orientación profesional se centra en las decisiones que deben tomar-
se en cuanto a la importancia relativa de los distintos papeles que desempeñamos
en la vida (entre la familia y la carrera profesional, el ocio y el trabajo).
Una manera de definir la orientación profesional sería: orientación sobre los
problemas personales asociados con la carrera profesional. Estos pueden incluir
la elección de una carrera, la búsqueda de un trabajo, la asertividad en el tra-
bajo y la resolución de conflictos que surgen al combinar los distintos roles de
la vida. Para que las personas tomen decisiones profesionales eficaces, deben
poder comportarse de manera racional y encontrarse relativamente libres de las
reacciones defensivas y las motivaciones inconscientes que podrían deformar
sus criterios de selección.
Corbishley y Yost (1989) aciertan en decir que casi todos los tipos de orien-
tación profesional, exceptuando a los más simples, requieren un enfoque psi-
cológico, porque las decisiones relativas a la carrera profesional afectan casi
todas las dimensiones restantes de la vida de la persona. Las características psi-

1. NT: En inglés cambió de “vocational guidance” a “career counseling”.

MAIOR 153
El humor y el bienestar en las intervenciones clínicas

cológicas de los clientes determinan en buena medida si tendrán expectativas


razonables sobre la orientación profesional. Además, el tipo de intervención
empleada por el orientador puede depender del modo en que el cliente se
enfrenta al mundo a nivel psicológico.
Cuando enseño sobre la historia de la orientación profesional, y cómo ha
cambiado desde la orientación vocacional, a menudo cuento el siguiente chiste
que se basa en los cambios de nombre.

Dos personas se encuentran en la calle. Una dice a la otra:


–Eh, Moishe, ¿qué te ha pasado? Pareces distinto. Te has cambiado el pelo, has per-
dido peso, casi no te reconozco.
–Pero yo no me llamo Moishe.
–Ah, ¡con que te has cambiado el nombre también!

A lo largo de los años, las innovaciones importantes en la orientación y la


psicoterapia se han ido asimilando a los métodos de la orientación profesional.
Puede identificarse la influencia clara de los modelos psicodinámicos, de desa-
rrollo, conductistas, centrados en el cliente y cognitivos en la práctica y la inves-
tigación de la orientación profesional (Crites, 1981; Herr y Cramer, 1992).
Teóricamente, el humor puede aplicarse a la orientación profesional del mismo
modo que se aplica en la psicoterapia, según la escuela teórica del orientador.

1. Valor diagnóstico del humor. Los orientadores profesionales con un enfoque


psicodinámico, y también aquellos que usan el modelo “rasgo y factor”, podrí-
an centrarse en el valor diagnóstico del humor del cliente (Freud, 1906/1981).
Por otro lado, en estas escuelas normalmente no se recomienda el uso activo del
humor (Kubie, 1970; Poland, 1990). Albert Ellis expresó esta opinión claramen-
te diciendo que cuando practicaba el psicoanálisis, no utilizaba humor en sus
intervenciones, ¡que diría Freud! (Ellis, 1987). Emplear el humor no concuerda
con el papel pasivo de los terapeutas de la línea psicoanalítica, cuyo objetivo es
facilitar las reacciones de transferencia del paciente. Sin embargo, estos tera-
peutas son conscientes del hecho que el humor puede contribuir a una diagno-
sis; el humor puede ser una ventana hacia las motivaciones inconscientes o un
rasgo importante en sí.
En la orientación profesional, el humor puede facilitar la diagnosis de tres
maneras. Una es el modo tradicional en que el orientador deduce los rasgos de
personalidad o conflictos principales del cliente a partir de su forma de usar el
humor durante la interacción con él o ella. Este método concuerda con la idea tra-
dicional de “Cuéntame tu chiste preferido y te contaré quién eres o qué es lo que
quieres decir realmente” (Redlich et al., 1951; Yorokoglu, 1993; Zweling, 1995).

154 MAIOR
El humor en la orientación profesional

Otra manera de emplear el potencial diagnóstico del humor es mediante


cuestionarios con preguntas que miden el sentido del humor. Estos cuestiona-
rios piden a los clientes que evalúen el nivel de risa subjetiva que les provoca
un chiste o una viñeta y los relacionan con interpretaciones de la personalidad
según las categorías de humor preferidas por el cliente (Mindess, 1985).
Un orientador podría también emplear cuestionarios de apreciación del
humor psicométricos más sofisticados. Tales cuestionarios pueden proporcio-
nar información importante sobre el perfil psicológico (Cattell y Toffelson, 1966;
Craik, lampert y Nelson, 1993; Ruch, 1992).
El tercer método para emplear el humor como herramienta diagnóstica es
mediante el uso de medidas específicas que evalúen el sentido del humor como
rasgo necesario en ciertas profesiones. En concreto, recuerdo que se me pidió
buscar esta cualidad para seleccionar a guías turísticos. Sin embargo, creo que
el humor es una cualidad clave en otros campos como las ventas, la enseñanza
o la orientación. Los orientadores que buscan este rasgo pueden emplear dis-
tintas herramientas de medición: cuestionarios de auto-evaluación (Lefcourt y
Martin, 1986; Ruch, 1992, 1996; Thorson y Powell, 1993; Ziv, 1989), evaluaciones
mutuas en situaciones naturales o de laboratorio (Nevo et al., 1998) o evalua-
ciones de un observador externo del comportamiento en entornos naturales o
simulaciones. Aunque los orientadores profesionales comparten una pasión
por la medición con otros investigadores psicológicos, deberían tener en cuen-
ta que ninguna de las medidas del sentido del humor que existen actualmente
está aun bien validada (ver Ruch, 1996).
2. La contribución del humor para reforzar la relación con el orientador. Algunos
psicólogos de la línea psicodinámica han recomendado el uso del humor en la
terapia (por ejemplo, Mindess, 1976; Rosenheim, 1974). Estos se han centrado
en el lado social y afectivo de la comunicación humorística. El humor es una
experiencia interpersonal que puede emplearse para ampliar la auto-conciencia
del paciente mejorando su habilidad para verse a sí mismo y a los demás con
una mayor objetividad y preparándose para un comportamiento afectivo más
libre y pleno (Rosenheim, 1974, pags. 584-585). Este punto de vista concuerda
bien con la orientación profesional, ya que ésta destaca la importancia de las
relaciones y el auto-conocimiento dentro de un esquema humanístico. Usar el
humor no agresivo puede comunicar al cliente que está interactuando con una
persona compasiva y auténtica, fomentando la honestidad y la exploración.
3. La contribución del humor para cambiar el punto de vista, descubrir la verdad y
obtener la comprensión. La contribución que el humor puede realizar para cambiar
un punto de vista y descubrir una verdad escondida resulta evidente en casos en

MAIOR 155
El humor y el bienestar en las intervenciones clínicas

los que un cuento o comentario humorístico permite entender una realidad que
hasta entonces no se había visto. Esta manera de usar el humor puede ayudar a
los clientes a obtener un momento de comprensión interior. El humor es también
una herramienta adecuada para conseguir que una idea resulte más aceptable
para el cliente (Bloch, 1987; Greenwald, 1987; Killinger, 1987; Kuhlman, 1984;
Mindess, 1976; Mosak y Maniacci, 1993; Salameh, 1987, 1993).
Heinamen (1969) ilustró de manera preciosa esta función del humor con el
siguiente cuento sobre el Maggid, un famoso orador judío del pueblo de
Dubno, Polonia, que a menudo empleaba las parábolas en sus sermones:
Una vez los miembros de la comunidad se acercaron al Maggid y le dijeron:...Sus
parábolas...son excelentes, pero diganos, ¿son necesarias?... ¿Por qué esconder la ver-
dad en parábolas que...tantas veces sirven sólo para esconder los hechos tales como
son?
El Maggid de Dubno sonrió: Si hablamos de parábolas, haría bien en responder-
les con otra parábola...
La Verdad Desnuda solía caminar sin ropa ni adornos. Cuando la gente la vio
caminar así por la ciudad, se daban la vuelta asqueados... Ahí donde iba, la rechaza-
ban, o en el mejor de los casos la ignoraban. Un día, cuando iba caminando por una
pequeña callejuela, se encontró con una amiga que se había puesto un bellísimo ves-
tido. Era nada más y nada menos que La Parábola. Entonces la Verdad confesó sus
penas a la Parábola: ¿Por qué a ti te hacen tanto caso, mientras que a mí, la auténti-
ca Verdad, nadie me presta la más mínima atención?
Respondió la Parábola: El problema, amiga mía, es que caminas por todos los
lados sin vestido ni adorno. A nadie le gusta encontrarse cara a cara con la verdad
desnuda. Déjame que te ayude... La Parábola le vistió con algunas de sus ropas, y
efectivamente, La Verdad ahora parecía muy elegante y atractiva. A partir de enton-
ces, cuando La Verdad aparecía con su nueva y preciosa vestimenta, se le daba la más
cálida bienvenida...
El Maggid concluyó: Esto es lo que trato de hacer con la verdad mediante mis
parábolas... la mayoría de las personas no pueden aguantar un encuentro cara a
cara con la Verdad desnuda. Por lo tanto, la verdad puede encontrar el camino
hasta el corazón de la gente sólo cuando se viste de Parábola. (Heinamen, 1969,
pags. 249-250)

Aunque la parábola no hace nada para cambiar la verdad, consigue que sea
bella y atractiva a aquellos que de no ser así la ignorarían. De la misma mane-
ra, el humor adorna ciertas verdades y así permite quienes las escuchan acer-
carse a la verdad sin temores.
4. El humor que reduce la ansiedad. La escuela cognitivo-conductual recomen-
daría el uso del humor como respuesta y como estímulo. El humor se percibe
como una respuesta que compite e interfiere con la ansiedad. Puede emplearse

156 MAIOR
El humor en la orientación profesional

con la desensibilización sistemática para tratar la ansiedad o en el proceso de las


prácticas de conducta en los cursos de reafirmación personal (Ventis, 1987). Una
manera de reducir la ansiedad que producen los problemas de carrera es que el
orientador realice presentaciones animadas de sucesos e imágenes cómicas.
5. Emplear el humor para fomentar las soluciones creativas. El objetivo de la
orientación puede describirse como mejorar la habilidad de una persona para
encontrar soluciones nuevas para problemas viejos. Normalmente los clientes
llegan a la orientación cuando se encuentran atrapados y sus viejas y habitua-
les respuestas no ayudan. El humor puede ayudarles a encontrar soluciones
creativas porque tiene el efecto de aumentar y liberar el pensamiento creativo
(Ziv, 1983).
6. Reestructurar las creencias erróneas y las expectativas irracionales. El primer
componente del método cognitivo a la orientación y la terapia es la reestructu-
ración de las creencias disfuncionales, o como se llaman en la Terapia Racional
Emotiva, las creencias irracionales. Ellis (1987) concibe la psicoterapia como un
modo de ayudar a las personas a combatir su seriedad excesiva y su manera
absolutista de pensar. Esto puede conseguirse exagerando las expectativas
sobre diversas situaciones hasta llevarlas al ridículo, para que los clientes pue-
dan gestionar sus propias creencias disfuncionales y excesivas. En ciertos casos,
llamar la atención sobre las expectativas irracionales que alimentan los proble-
mas de los clientes tiene un efecto humorístico similar al que se consigue con-
tando un cuento o una parábola cómica. Este método es perfectamente compa-
tible con las líneas cognitivas actuales de la orientación profesional (Krumboltz,
1988; Nevo, 1987).
Sólo he encontrado tres artículos en la literatura de la orientación profesio-
nal que tratan el tema del humor (Donald y Carlisle, 1983; Kramer, 1986; Nevo,
1987). Kramer (1986) consideró el valor diagnóstico del humor que usan los
clientes. Examinó el humor que empleaban un grupo de chicas adolescentes de
mucho talento en un seminario de exploración de las opciones profesionales.
Encontró que el humor de las adolescentes permitía entender fácilmente las
preocupaciones y problemáticas de los miembros del grupo. En este caso con-
creto, la utilización del humor reflejaba los conflictos que experimentaban
estas chicas al ser inteligentes y valorar sus carreras, por el temor de perder su
atractivo para los chicos. Estas chicas inteligentes a menudo bromeaban sobre
el hecho de que se les consideraba demasiado serias y poco interesantes.
Habían oído que los chicos podían temerles. En inglés se dice que “Boys never
make passes at girls with glasses” (los chicos nunca ligan con las chicas que lle-
van gafas).

MAIOR 157
El humor y el bienestar en las intervenciones clínicas

Las otras dos publicaciones sobre el humor en la orientación profesional


(Donald y Carlisle, 1983; Nevo, 1987) tratan sobre el humor que emplean los
orientadores para facilitar la comprensión, reforzar la reestructuración cogniti-
va o facilitar el conocimiento interior. El tipo de humor que pretende aclarar las
ideas también puede encontrarse en los libros sobre la elección de la carrera
(como Katz, 1959, 1993; Nevo et al., 1988)
Por ejemplo, Donald y Carlisle (1983) publicaron un artículo titulado “Los
distintos tipo de persona ante una decisión: Ayudar a los estudiantes a decidir-
se sobre sus carreras”. No se hacía mención del humor en el título, pero propo-
nían una manera estupenda de emplear el humor en el proceso de la orienta-
ción profesional. Presentaron una lista de dieciocho tipos de personas según su
actitud ante una decisión, con un nombre divertido que describía a cada tipo.
Algunos de los personajes eran:

1. Veloci-Dani: Toma una decisión inmediatamente sea lo que sea, para poder eli-
minar en seguida el malestar que le provoca la ambigüedad.
2. Eulalia Último-Minuto: Siempre espera hasta el último segundo posible antes de
decidirse.
3. Begoña Piñón Fijo: Toma una decisión firme y se niega a considerar ninguna
otra alternativa.
4. Mia Dica: Retrasa cualquier decisión por miedo a equivocarse o parecer ridícula.
5. Cornelio el Cobarde: Evita decidir porque no tiene seguridad en su propia habi-
lidad de vivir con las consecuencias de su decisión.
6. Rebeca la Rebelde: Siempre hace lo contrario de todos los demás.
7. Pascual Apaciguador: Siempre está mediando, haciendo compromisos, apaci-
guando y tratando de quedar bien con todos.
8. San Pedro Perfectus: Pasa demasiado tiempo investigando todos los aspectos de
un tema antes de tomar la decisión “perfecta”.
9. Ima Impulsiva: Siempre toma decisiones impulsivas y emocionales sin pensar
mucho en las consecuencias.
10. Sr. N. Tuición: Sigue sus intuiciones y confía en su sentido interior de lo que le
parece que tiene que hacer.
11. Sara Sistemática: Elige sólo después de considerar cuidadosamente todas las
ventajas y desventajas de cada alternativa.
12. José Nosé: Evita decidirse por falta de información.
13. Sra. N. Decisa: No sabe qué decidir y va cambiando de una opinión a otra.
14. Yolanda Uyqueno: Toma su decisión y enseguida cree que se ha equivocado, y
se lamenta de no haber escogido otra alternativa.
15. Rudi Ruleta: Siempre deja que decida la suerte o el destino.
16. Norberto Nopintoná: Siempre deja que las otras personas (coetáneos, padres,
otras figuras de autoridad) decidan por él.
17. Sor Presa Divina: Deja que el Buen Señor decida.

158 MAIOR
El humor en la orientación profesional

18. Tomás Todosyninguno: No tiene ningún método claro de tomar sus decisiones,
pero exhibe algunas características de todos los personajes anteriores (Donald y
Carlisle, 1983, pag. 271).
Los autores cuentan que han empleado esta lista para animar discusiones de
grupo sobre las decisiones que deben tomarse para planear la carrera profesio-
nal, y que los estudiantes se divierten con el punto de vista cómico hacia sus
propios comportamientos de toma de decisiones, identificándose con alguno
de los miembros de la lista de personajes. Cuando se van calmando las risas ini-
ciales, los estudiantes y los orientadores pueden comenzar a discutir los rasgos
psicológicos que se corresponden a cada tipo. En otras palabras, la lista de per-
sonajes sirve de trampolín para discutir los obstáculos que impiden tomar deci-
siones de la manera más adecuada.
Nevo et al. (1988) emplearon una versión israelí de esta lista. Dado que el
humor en la lista estaba basado en juegos de palabras y rimas en inglés, las tra-
ducciones mantuvieron el sentido pero tuvieron que modificarse con nuestro
propio lenguaje y creatividad2. Descubrimos que al vivir en un país pequeño
como Israel y hablar un idioma que nadie habla se nos afiló mucho el sentido
creativo. Además de provocar una reacción de risa sana, esta lista luego sirve
de idioma privado, como una serie de asas (Mosak y Maniacci, 1993) que puede
compartir un grupo en la orientación de grupo o por la pareja orientador-clien-
te en la orientación individual.

La bisociación y el humor en la orientación profesional

La mayoría de los ejemplos humorísticos que se citan en los libros de auto-


ayuda y cursos de orientación profesional pueden interpretarse según el con-
cepto de Koestler de la bisociación, que define como “percibir una situación o
idea (L), en dos marcos de referencia coherentes pero habitualmente incompa-
tibles entre sí (M1, M2)” (Koestler, 1966, pag. 35). Según Koestler, el proceso cre-
ativo exhibe la misma estructura lógica (el descubrimiento de parecidos ocul-
tos) en el humor, la ciencia y el arte. Una bisociación, el mecanismo subyacente
del humor, es la unión de dos contextos o códigos asociativos (M1, M2) en un
mismo objeto o idea (L). Este proceso lleva al sujeto a percibir que dos cosas dis-
tintas son parecidas. Tomaré dos ejemplos de la obra de Martin Katz (1959,
1993) para ilustrar el concepto de la bisociación.
Katz (1993) creó el Sistema de Información y Orientación Interactiva (cono-
cido como SIGI en el mundo anglosajón), un sistema informático completo de

2. NT: Evidentemente, también se han modificado en la traducción al castellano.

MAIOR 159
El humor y el bienestar en las intervenciones clínicas

orientación profesional. Su último libro se llama Tomar decisiones con la ayuda del
ordenador: El orientador en la máquina. El concepto del “orientador en la máqui-
na” combina dos asociaciones: M1 –Dios en la máquina, “Deus ex machina”; y
M2 –la orientación que ofrece la máquina, o sea, el ordenador. Katz emplea
diversas bisociaciones humorísticas en sus textos para ayudar al lector a com-
prender las decisiones profesionales (Katz, 1959). Por ejemplo, Katz dibujó una
viñeta (1959) en la que bisociaba elementos comunes en los deportes y la orien-
tación profesional. La viñeta muestra a una persona con una habilidad escolás-
tica general muy alta como un atleta que resulta competente en cualquier tipo
de deporte que prueba, mientras que otra persona con un talento excepcional
aparece como un deportista que destaca en sólo un deporte.
Otra bisociación empleada por Katz es la combinación de los coches y las
carreras profesionales. Describe a los estudiantes que poseen talento pero que
reciben malas notas de la siguiente manera:

Imagínate un automóvil con un motor muy potente pero con una transmisión que
no funciona. No hay manera de sacarlo de punto muerto y meterle una marcha. El
motor tiene muchos caballos, pero los caballos no están atados al carro. La habilidad
escolástica es como un motor, es la fuente de tu poder y velocidad en el colegio. Te
dice a qué velocidad y hasta donde puedes ir, pero ¿estás sacando de ella todo el kilo-
metraje que podrías? (Katz, 1959, pag. 30)

En mi trabajo como orientadora profesional, encuentro que las bisociaciones


con los coches son muy útiles. A menudo me parece que mi trabajo principal es
el de ayudar a los clientes a que salgan de su punto muerto y metan la prime-
ra marcha. A veces busco con a los clientes el tipo de combustible que puede
moverles (gustos, intereses, motivaciones). Juntos, buscamos mapas y caminos
alternativos para ayudarles a alcanzar sus metas. Recientemente he notado un
aumento en las bisociaciones basadas en la terminología informática, que resul-
tan más compatibles con los últimos avances.

TÉCNICA

Expectativas disfuncionales en la orientación profesional y la técnica de


contraponerlas a las bisociaciones humorísticas

Mi contribución principal a los métodos de la orientación profesional se cen-


tra en la reestructuración cognitiva de las expectativas disfuncionales de la
orientación profesional (Nevo, 1987, 1989). Me ha influido inmensamente el tra-

160 MAIOR
El humor en la orientación profesional

bajo de Albert Ellis y su idea de que las expectativas irracionales a menudo se


encuentran al fondo de los problemas emocionales. Si transformamos estas
expectativas, podemos resolver eficazmente los problemas que provocan. Para
dirigir la atención de los clientes hacia sus expectativas erróneas, suelo contar-
les cuentos como el siguiente.

Una mujer profesional ansiosa se estaba preparando para hacer un pastel. Tenía prisa
y esperaba unos invitados. De pronto se horrorizó al comprobar que se le había aca-
bado el azúcar. ¿Qué podía hacer? No tenía tiempo para ir al supermercado. Lo único
que podía hacer era pedirle una taza de azúcar a su vecina. Dudo un momento,
diciéndose que la vecina probablemente no se la daría, porque es ese tipo de gentu-
za. Y si dice que sí, probablemente se reiría de su falta de preparación y cotillearía
con sus amigas sobre el tema. Seguía pensando en todo esto hasta llegar a la puerta
de su vecina, enfadándose más y más. Se enfadó tanto que cuando finalmente llego
a la puerta de la vecina y ésta la abrió, le dijo: “¿Quién necesita tu azúcar? ¡Te lo pue-
des meter por donde te quepa!”.

Este cuento tiene muchas versiones, todas ellas centradas en alguien cuyas
expectativas disfuncionales le impiden llegar a sus metas. He descubierto que
este formato de cuento puede emplearse para crear cuentos específicos hechos a
medida para un cliente concreto (ver, por ejemplo, Greenwald, 1987, pag. 47-48).
La suposición en la que se basa el trabajo terapéutico de la Terapia Racional
Emotiva es que la ansiedad y las emociones erróneas que experimentan las per-
sonas a menudo provienen de sus expectativas, creencias, reacciones y actitu-
des hacia los eventos externos. He desarrollado un método sistemático que ana-
liza ocho expectativas irracionales/disfuncionales básicas que suelen hallarse
detrás de la falta de satisfacción profesional. El humor ha resultado muy eficaz
para aclarar, confirmar o contrastar las expectativas irracionales de los clientes
a la hora de realizar decisiones asociadas a la carrera. Una bisociación entre el
amor y la carrera fue un ingrediente importante. Otras bisociaciones basadas en
la agricultura, el deporte y la construcción también fueron útiles. Cuando se
emplean estas bisociaciones durante la orientación con adultos, a menudo pro-
vocan sonrisas o carcajadas, sirviendo de catalizador para una discusión seria
y una mejor comprensión del tema.

1. Sólo existe una carrera en el mundo que se ajusta a mí. Una única y exclu-
siva Srta. Vocación Perfecta. Muchas personas llegan a la orientación profesional
para que se les diga que existe una carrera que se les ajusta a la perfección
(Thompson, 1976). Creen que existe alguna ocupación ideal para ellos, y que
cuando consigan entrar en ella se sentirán completamente satisfechos. Creen que

MAIOR 161
El humor y el bienestar en las intervenciones clínicas

su problema es descubrir esta vocación “única y exclusiva”. Esta expectativa se


encuentra profundamente enraizada en los mitos infantiles, los cuentos de hadas
y los cuentos equivalentes que aparecen en los medios de comunicación. Estos
mitos contienen el mensaje del destino predeterminado que tiene cada persona.
El sentido original de la palabra “vocación” era “una llamada para servir a Dios”.
Por lo tanto, cada uno debe buscar su verdadera vocación.

¿Por qué es disfuncional esta expectativa?

Es disfuncional sencillamente porque no guarda relación con el mundo real


de las personas, las vocaciones y las carreras. Una gran variedad de personas
de éxito pueden encontrarse en el mismo ámbito profesional, mientras que una
persona puede tener talento para seguir distintas carreras. Además, existen
importantes parecidos entre distintas vocaciones. Y lo más importante de todo,
las personas y las vocaciones no son estáticas; ambas cambian a lo largo de la
vida. Lo que puede adecuarse a una persona en la actualidad puede resultar
incompatible más adelante. Una vocación que es de una manera hoy puede
convertirse en algo distinto, y la persona inevitablemente experimentará un
proceso de desarrollo y cambio. Se conoce al antiguo filósofo griego Eráclito por
su famoso lema “Panta Re” –todo fluye. No es posible poner pie en el mismo
río dos veces. Dado que tanto una persona como una vocación están siempre
cambiando, la idea de una vocación para cada persona es irracional.
Una manera de afrontar esta expectativa es compararla al anhelo romántico
de buscar la “media naranja” perfecta. Surgen muchas frustraciones en el amor
y el trabajo a partir de esta expectativa irracional. ¿Puede ser que exista sólo una
vocación para cada persona? ¿Sólo un posible amor?

2. Hasta que encuentro la solución perfecta para mi carrera, no estaré satis-


fecho. Existe un parecido entre esta expectativa y la anterior, pero ésta parte de
un anhelo de perfección mientras que la primera parte del deseo de encontrar la
vocación ideal, la combinación más adecuada con una pareja. El anhelo de una
solución perfecta es un problema conocido entre los psicoterapeutas y los orien-
tadores. Como mantiene Ellis (1980), la búsqueda de soluciones perfectas es una
expectativa irracional, en sus palabras: “Millones de hombres y mujeres de hoy
día consideran que deben tener soluciones perfectas y seguras a los problemas
que les acosan, y que si tienen que vivir en un mundo de imperfecciones e inse-
guridades, de seguro que no podrán sobrevivir felizmente” (Ellis, 1980: pág. 81).
A algunas personas les cuesta tomar decisiones sobre sus carreras porque quie-

162 MAIOR
El humor en la orientación profesional

ren tomar una decisión perfecta. Parecen considerar cada aspecto de las distin-
tas alternativas y a menudo rechazan cualquier opción porque no colma todas
sus necesidades y requisitos, como el personaje de San Pedro Perfectus citado
anteriormente.

¿Por qué es disfuncional esta creencia?

Muchos filósofos han advertido sobre la falta de cualquier verdad absoluta


o perfecta en el mundo. Vivimos en un mundo de probabilidades y podemos
estar seguros de muy pocas cosas. En un mundo como éste, el deseo de obtener
verdades y seguridades absolutas produce expectativas exageradas que no
pueden satisfacerse y en consecuencia provoca indecisión y ansiedad. El anhe-
lo de la perfección reduce la habilidad de la persona para encontrar soluciones
y puede tener el resultado contrario. Por ejemplo, si alguien sigue rellenando
solicitudes para realizar estudios de psicología durante varios años sin éxito, y
su meta es ayudar a las personas a nivel psicológico, esta persona podría encon-
trar maneras alternativas de alcanzar la misma meta. Es irracional decidir que
“si no puedo estudiar psicología, no estudiaré nada”. La persona racional
encuentra el máximo número de alternativas y escoge la solución más práctica
y factible, en vez de la que parece perfecta teóricamente.
Una manera de enfrentarse con este obstáculo del desarrollo profesional es
empleando la bisociación de la “soltera quisquillosa” y el “soltero empederni-
do” que siempre rechazan cualquier pareja posible por no dar la talla. Esta biso-
ciación centra la atención de los clientes adultos sobre el lado exagerado de su
perfeccionismo. Es un enfoque que puede provocar una discusión fructífera.
¿Existen las parejas perfectas? ¿Es práctico retrasar cualquier decisión hasta que
llegue la opción ideal? ¿Y cual es el precio que deberá pagarse por el retraso?
¿Existen las decisiones perfectas?
Al realizar la bisociación entre la búsqueda de una pareja y la elección de
una carrera, es importante ver también sus diferencias. Está claro que en el caso
de escoger una carrera puede darse más énfasis al análisis racional, mientras
que en el caso de escoger una pareja no se espera tanta racionalidad. En el caso
de escoger una carrera, hace falta dejar ciertas alternativas para escoger otras.
En la vida real hay que llegar a ciertos compromisos. Uno de los puntos básicos
de la orientación profesional es aceptar las limitaciones o la realidad. En rela-
ción al compromiso, a veces cito a mi padre que fue mi modelo para los com-
promisos. Me dijo una vez: “Voy cediendo y cediendo hasta que consigo lo que
quiero”. Recuerdo uno de sus ejemplos sobre el compromiso:

MAIOR 163
El humor y el bienestar en las intervenciones clínicas

Si quieres construir una casa con diez pisos y las autoridades sólo te dejan construir
cuatro, hay dos posibilidades: o luchas por el permiso para conseguir diez pisos y
esperas hasta conseguirlo o llegas a un compromiso y construyes lo que puedes
–cuatro pisos ahora, y luego añades tres y otros tres. Al final llegarás a diez pisos.
(Nevo, 1989, pag.127)

Una vez conté este cuento a una cliente que se encontraba parada en el desa-
rrollo de su carrera. Al oír el cuento, mi cliente sonrió y pudo ponerse a buscar
rutas alternativas conmigo para llegar a sus metas.
3. El orientador descubrirá y me dirá objetivamente cuál es la opción
correcta para mí. Algunos de los que llegan al Centro de Orientación de la
Universidad de Haifa para que se les oriente sobre su trayectoria profesional
cuentan que han visitado grafólogos, astrólogos o quirománticos. Otros clientes
se preguntan si no valdría la pena hacerlo. Aquellos que acuden a la orientación
están buscando alguien que les ayude a acabar con su incertidumbre. Cuando
se encuentran con problemas, buscan una figura de autoridad que les guíe o
incluso tome las decisiones por ellos.

¿Por qué es disfuncional esta expectativa?

Dado que no existe ninguna vocación única que se adapte al individuo (ver
primera expectativa), los orientadores serían incapaces de fotografiar una tal
vocación aunque usaran rayos-X. Creo que la lección de cómo tomar una deci-
sión profesional es el objetivo más importante de la orientación profesional. Los
clientes necesitan ayuda para tomar sus propias decisiones. Mediante la orien-
tación, las personas pueden aclarar sus propias ideas y sentimientos, obtener
información y tener en cuenta los factores más importantes para tomar una
decisión. Sin embargo, nadie puede decidir por ellos.
A veces introduzco una pizca de humor preguntando a los clientes si les gus-
taría volver a la época en la que los padres organizaban los matrimonios de sus
hijos. Algunos clientes responden a esta bisociación con una sonrisa y el reco-
nocimiento de que, aunque les gustaría tener una solución mágica a sus pro-
blemas, tampoco quieren renunciar a su derecho de escoger. Algunos clientes
incluso suspiran y reconocen que preferirían que sus padres decidieran por
ellos. En estos casos descubrimos la inmadurez del cliente, dado que la bisocia-
ción en vez de producir una respuesta de humor ha revelado una verdad fun-
damental que afectará la trayectoria de la orientación.
Otro aspecto de esta expectativa se puede observar durante la primera sesión
de orientación al responder el cliente a las preguntas del orientador. Algunos

164 MAIOR
El humor en la orientación profesional

clientes dicen: “No quiero hablar sobre mí mismo; quiero realizar pruebas obje-
tivas para que se haga una idea objetiva de mí y no forme prejuicios sobre mí
basados en lo que yo diga”. Una vez le dije a un estudiante de las ciencias socia-
les durante una sesión de orientación que se estaba inspirando en el modelo de
la psicología experimental, diseñando un experimento n = 1 en el que él mismo
sería un “grupo de control” para sí mismo: No quería afectar mis ideas hablan-
do y revelando información sobre sí mismo para luego poder comparar mis
ideas con las suyas. La comparación le hizo romper a carcajadas y pudimos esta-
blecer una relación de orientación cooperativa. Existe otra bisociación relaciona-
da con el mundo de la pareja que podría emplearse en esta situación. Es el deseo
de que el otro miembro de la pareja sepa, sin necesidad de decírselo, qué es
bueno para la persona, qué es lo que la persona realmente quiere. Esto es irra-
cional porque cada individuo tiene la mayor experiencia consigo misma y cono-
ce mejor que nadie sus propias preferencias. Por lo tanto es mejor para la rela-
ción si la persona comunica a su pareja lo que quiere. Normalmente digo, “Tú
has pasado más horas contigo que ninguna otra persona. Llevas más kilometra-
je contigo mismo, y por lo tanto ¿quién puede saberlo mejor que tú?”.

4. ¿Existe un “amor a primera vista” en las vocaciones? Algunos clientes no


están satisfechos en parte porque esperan sentir una atracción o emoción fuer-
te hacia su elección vocacional. Esperan sentir un “sentimiento verdadero” que
guiará su decisión. Les gustaría reconocer su elección de manera intuitiva, a
partir de un impulso interior. En realidad están buscando un “amor vocacional
a primera vista”. Los clientes pueden decir: “Si no siento una atracción fuerte
hacia la vocación, ¿cómo puedo estar seguro?”.

¿Por qué es disfuncional esta expectativa?

Algunos clientes se sienten fuertemente atraídos por una vocación concreta.


Algunos pueden descubrir este interés durante la orientación. Si una persona
posee una atracción de este tipo, mucho mejor. Sin embargo, aunque el cliente
posea esta atracción, aun deberá examinar mediante la orientación si esta elec-
ción es racional y realista. Pero muchas personas no se sienten atraídas por nin-
guna vocación concreta, sienten temor por ello y esto resulta ser un obstáculo
en el proceso de toma de decisiones.
Los estudios empíricos demuestran que los clientes que buscan la orientación
profesional se caracterizan por una mayor tendencia obsesiva-compulsiva que
la población de no clientes o de clientes de la psicoterapia. Esto significa que uno

MAIOR 165
El humor y el bienestar en las intervenciones clínicas

de los temas fundamentales de la orientación profesional es el problema de


cómo tomar las decisiones. A menudo los clientes perfeccionistas, llenos de
dudas y preocupaciones, buscarán algún tipo de magia que les saque de su esta-
do de indecisión. En este caso buscarán el sentimiento adecuado, pero los senti-
mientos por sí solos pueden no ser el mejor criterio para tomar decisiones sabias.
Esta expectativa puede contrastarse con una bisociación sobre el “amor a pri-
mera vista”. ¿Existe siempre un amor a primera vista? ¿Se trata de una buena
manera de elegir la pareja? Quizás en una carrera “el amor viene después del
matrimonio”. Solamente después de elegir una vocación y entrar en ella se desa-
rrollan sentimientos hacia la vocación. ¿Cuales son las diferencias entre la elec-
ción de una pareja y la elección de una vocación? ¿No es aconsejable que la per-
sona sea práctica y racional en la elección de una carrera?

5. Los resultados de las pruebas psicométricas (de inteligencia, habilidad


o competencia) indicarán cuánto valgo. En algunos países, las pruebas psi-
cométricas tienen una gran importancia a la hora de solicitar el puesto en
escuelas, universidades y luego al competir por buenos trabajos. En Israel, la
educación secundaria es muy competitiva y tenemos pruebas psicométricas
similares al SAT norteamericano. En los Estados Unidos la importancia de las
pruebas de habilidad se ha reducido últimamente mediante procesos sociales
y legales (Cascio, 1991). Aun así, los clientes en Israel y en otros lugares dan
mucha importancia a los resultados de estas pruebas, más allá de su significa-
do real. Consideran los resultados como si fueran una medida real de sus habi-
lidades y sus cerebros. Continuamente tratan de medir su valor según los
resultados de estas pruebas. Esta práctica genera muchas oportunidades para
la desilusión. La auto-evaluación mediante los resultados de las pruebas psi-
cométricas puede a veces provocar la depresión.

¿Por qué es disfuncional esta expectativa?

Los estudios han demostrado que las pruebas de habilidad pueden predecir
quién tiene más posibilidades de tener éxito en la educación secundaria y uni-
versitaria, y los resultados de estas pruebas pueden predecir el éxito en diver-
sos campos. Aunque las pruebas de habilidad pueden indicar la posición rela-
tiva de una persona en relación a un grupo, no pueden decir nada sobre el valor
de la persona. Las pruebas, como las personas, no son perfectas y tienen ciertas
limitaciones en cuanto a su fiabilidad y validez. Otros elementos como la moti-
vación, los métodos de estudio y la personalidad tienen también sus méritos.

166 MAIOR
El humor en la orientación profesional

Como dijo un orientador a un estudiante que había obtenido buenos resultados


en las pruebas psicométricas pero sacaba malas notas por su falta de motiva-
ción, “No hay nada que puedes hacer con tus pruebas de inteligencia más que
colgarlas en la pared, no te van a ayudar”.
Esta expectativa crea enormes problemas para mis estudiantes de la orienta-
ción; les preocupa la imperfección de las pruebas psicométricas. Durante la for-
mación de otros orientadores, a menudo empleo una analogía entre un astrólo-
go y un orientador profesional y les pregunto cuál es la diferencia. Es cierto que
nuestros clientes esperan recibir respuestas precisas y predicciones perfectas. Sin
embargo, decidieron consultarnos a nosotros y nuestra formación es científica.
Por lo tanto debemos admitir el hecho de que estas pruebas en realidad no son
perfectas. En los casos en los que el cliente realiza una equivalencia entre su pro-
pio valor y los resultados de las pruebas, es fundamental rebatir esta ecuación.
Además de emplear las técnicas habituales para contrastar las generalizaciones,
hemos empleado una viñeta (Nevo et al., 1988) que muestra a dos médicos que
hurgan dentro del cerebro “con la cremallera abierta”. El texto de la viñeta dice:
“No hay ningún modo de medir directamente tu cerebro y tu habilidad. Sólo
puede deducirse a partir de tu comportamiento”. Viñetas como ésta pueden
emplearse a veces para estimular un diálogo fructífero de orientación sobre las
distintas maneras en las que las personas pueden exhibir sus habilidades.

6. Con un marido/mujer o un trabajo todo se resolverá. Sólo los seres


humanos poseen la habilidad del auto-engaño y la capacidad de reemplazar la
realidad con la fantasía. En vez de enfrentarse directamente con sus problemas,
algunos clientes emplean una estrategia que llamaré “Si sucede”. “Si me acep-
tan en el curso X, entonces se resolverá mi problema Y”. La gente sueña con la
idea de que si encuentran la vocación o el trabajo adecuado, esto resolverá
todos sus problemas. A veces, las personas en busca de una carrera están tra-
tando de resolver otros problemas personales. Por ejemplo, un cliente tímido e
introvertido dijo: “Me gustaría entrar en una profesión en la que tengo que inte-
ractuar con la gente para aprender a superar mi timidez y falta de seguridad y
tener más contacto con los demás”.

¿Por qué es disfuncional esta expectativa?

Encontrar una vocación adecuada puede ayudar a ciertas personas, pero no


debe esperarse que la vocación completamente transforme la personalidad.
Puede esperarse que los rasgos centrales de la personalidad se expresarán tam-

MAIOR 167
El humor y el bienestar en las intervenciones clínicas

bién en la nueva vocación. No pueden resolverse todos los problemas iniciando


una nueva profesión. A veces comenzar una profesión crea nuevos problemas.
Una situación comparable sucede en el mundo del amor cuando las perso-
nas se engañan diciéndose “Si me caso con la persona adecuada, se acabarán
todos mis problemas” o “La pareja ideal curará mi falta de confianza y mi
depresión, y dará sentido y dirección a mi vida”. Discutir esta bisociación per-
mite evocar las ilusiones primarias sobre el amor y el trabajo. La tendencia de
trasladar responsabilidades a otra persona o a otra vocación se contrasta con la
alternativa de afrontar los problemas directamente.
A veces los clientes esperan cambiarse a través de su vocación. Consciente o
inconscientemente, emplean la orientación profesional y las aspiraciones profe-
sionales como un modo de expresar otros problemas acuciantes. Pedir ayuda en
la orientación profesional es más fácil que acudir a la psicoterapia. Solicitar ayuda
con la carrera puede ser a veces un grito de socorro. Al supervisar a mis estu-
diantes empleo un metáfora bíblica: La orientación profesional es la “puerta del
Señor por la que entrarán los justos” (del Libro de Salmos). Un aspecto impor-
tante del trabajo del orientador profesional es identificar y comunicar los proble-
mas no relacionados con la carrera, y dirigir al cliente hacia tratamientos adecua-
dos o a la “puerta adecuada”. Si el orientador tiene las competencias adecuadas,
puede redefinir el contrato de la orientación y centrarse en otros problemas.

7. Puedo hacer cualquier cosa si pongo suficiente empeño en ello. Lewis y


Gilhausen (1981) llamaron a esta expectativa “Cualquiera puede ser presiden-
te”. Muchos clientes en la orientación expresan estas expectativas: “Espero que
la orientación me ayude a buscar un campo en el que pueda destacar”; “Quiero
descubrir un campo en el que no seré mediocre y podré llegar a ser el mejor”;
“No quiero empezar nada a menos que sepa que tengo una oportunidad de
destacar en ella”. Estas frases son buenas muestras del contexto cultural occi-
dental en el que se educaron los clientes. Expresan las presiones y las normas
sociales típicas de una cultura competitiva. No hay nada malo con el deseo de
tener éxito. ¿Donde estaríamos sin él? Sin embargo, las expectativas de desta-
car pueden ser perniciosas.

¿Por qué es disfuncional esta expectativa?

Es preferible que los clientes busquen vocaciones en los que demuestran un


buen nivel de talento, y no aquellas en las que sus habilidades son escasas en
comparación con ellos mismos, y no en comparación con los demás. Deberían
elegir su vocación según su propio potencial. El aspecto disfuncional de esta

168 MAIOR
El humor en la orientación profesional

expectativa competitiva es la comparación continua con los demás. Debería


tenerse en cuenta que la mayoría de las personas no pueden destacar en relación
a los demás, Por definición, hay sólo una persona que llega al primer puesto.
A nivel personal, debo reconocer que darme cuenta de la irracionalidad de
esta expectativa fue bastante difícil para mí. Al leer los argumentos de Albert
Ellis aprendí algo importante sobre mí misma. Como muchos otros estudiantes
de postgrado, yo había sido una de las mejores alumnas en mis estudios ante-
riores. En mis cursos de postgrado todos los estudiantes eran “los mejores” y
me sobrevino un enorme miedo al fracaso. Tardé un tiempo en darme cuenta
que puedo disfrutar de mis estudios y mi trabajo “aunque no sea el Presidente”.
Continuamente conozco a clientes que fueron los mejores estudiantes de sus
institutos de educación secundaria y que luego se dieron cuenta que es muy difí-
cil mantenerse en la cima. Es muy difícil desprenderse de la creencia que sólo
serás feliz si te mantienes en el primer puesto. La bisociación que me ayuda a con-
trastar esta expectativa proviene de los deportes. ¿Puede tu vida ser una carrera
continua? ¿Puedes ganar siempre? ¿Depende sólo de ti? ¿Por qué no ver tu vida
como un ejercicio de footing, en el que te centras en tu propia habilidad y placer?

8. Y vivieron felices y comieron perdices. Algunas personas creen que si


escogen la vocación adecuada de la manera adecuada se aseguran un camino
recto en el que no tendrán que tomar más decisiones sobre sus carreras. En
otras palabras, si se introducen en la vocación adecuada, no tendrán que preo-
cuparse más. Thompson se refirió a esta expectativa como “el error de la sin-
gularidad y la finalidad” (Thompson, 1976, pag. 31). Esta creencia puede ser la
raíz de la ansiedad que provoca la elección de una carrera, porque algunas per-
sonas suelen creer que la elección de una vocación es irreversible.

¿Por qué es disfuncional esta expectativa?

Las profesiones, como las personas, experimentan muchos cambios y muta-


ciones. En cada vocación una persona se encuentra con diversas oportunidades
y debe continuamente tomar nuevas decisiones sobre los roles y las posiciones.
Además, las necesidades y los valores pueden cambiar a lo largo de la vida. Las
cosas que parecían importantes cuando la persona tenía veinte años pueden
parecer menos trascendentales cuando esta persona llega a los cuarenta.
La bisociación relativa al matrimonio y las relaciones de pareja duraderas
puede poner en evidencia la absurdidad e imposibilidad de esta expectativa.
Sólo en los cuentos de hadas se casan el príncipe y la princesa y luego viven feli-
ces para siempre. Tanto en la carrera como en el amor, casarse o escoger una

MAIOR 169
El humor y el bienestar en las intervenciones clínicas

carrera no garantiza que la persona evitará los problemas o conflictos, o la nece-


sidad de enfrentarse con nuevas preguntas y decisiones. Ciertos rasgos de la
pareja que parecían importantes pueden parecerlo menos con el pasar de los
años. La compatibilidad de ambas personas se pone a prueba continuamente.
Lo mismo sucede en una profesión.
¿Puedes divorciarte de una profesión? ¿Es posible tener “amantes vocacio-
nales” fuera de tu profesión? ¿Cuales son las diferencias entre estas dos deci-
siones? Si nos damos cuenta que la elección de una vocación no tiene por qué
ser tan permanente como el compromiso de casarse, algunas personas pueden
experimentar una reducción en la presión que sienten a la hora de tomar deci-
siones de carrera importantes.

USOS PERTINENTES

He presentado una serie de ideas específicas sobre la creación de bisociacio-


nes humorísticas en la orientación profesional. Me he centrado en las interven-
ciones que pretenden reestructurar las ideas cognitivas disfuncionales. Soy
consciente que algunas de las bisociaciones empleadas pueden no parecer gra-
ciosas al lector. ¿Cómo sabemos que ciertas bisociaciones son graciosas?
¿Existen métodos infalibles para producir el humor? El problema de asegurar
una respuesta humorística es inherente al campo de los estudios del humor.
Según McGhee (1979), no existen condiciones suficientes para el humor. Pueden
sugerirse una serie de estímulos potenciales del humor, pero no siempre pro-
vocarán una reacción humorística. Los modelos cognitivos del humor propo-
nen que la producción de las incongruencias, acompañadas por señales que
suprimen la seriedad, son la base de la producción y apreciación del humor
(McGhee, 1979). Esto significa que las incongruencias, o las bisociaciones que
son un subgrupo de las incongruencias, pueden provocar reacciones distintas a
las sonrisas o la risa. Koestler (1966) mantiene que existe una relación de conti-
nuidad entre las bisociaciones científicas, artísticas y humorísticas. Las bisocia-
ciones entre el amor, los coches, los deportes y las carreras profesionales pueden
producir sonrisas y risas, obras de arte o descubrimientos científicos.
Cuando presento estas bisociaciones, la respuesta obtenida puede ser de
comprensión, curiosidad, confusión, resistencia o vergüenza. Todas estas res-
puestas pueden emplearse de manera coherente en el proceso de orientación si
el orientador está dispuesto a escuchar y ser flexible en sus reacciones. Nuestro
papel no es hacer reír a los clientes, sino ayudarles a entender algo. Si les pode-
mos ayudar con la producción del humor, tanto mejor. El humor tiene muchos

170 MAIOR
El humor en la orientación profesional

beneficios, pero si no consigue provocar los resultados deseados, existen otros


caminos para ayudar al cliente a comprender las cosas. Nunca podemos estar
seguros de conseguir una reacción humorística porque el humor depende de
diversas variables de la situación. Si el cliente está deprimido o agitado después
de una crisis reciente, entonces el humor no es un método apropiado.
¿Cómo debería el orientador emplear el humor? ¿Debería utilizar señales no
verbales? Si se indica que la bisociación es graciosa con una mirada o una sonri-
sa cálida, hay más posibilidades de que el cliente captará el humor. Otra cuestión
es si cualquier sugerencia o consejo pueda ayudar a los orientadores a introducir
el humor en su práctica. ¿Puede enseñarse el humor? ¿Si los orientadores estu-
dian las sugerencias para incorporar el humor en su trabajo y terapia, les permi-
tiría esto tener éxito en su objetivos? En otras palabras ¿puede mejorarse el senti-
do del humor? El sentido del humor, según mi definición (Nevo et al., 1988), con-
siste de varios componentes: cognitivo, social y conductual. El hecho de leer
sobre los usos del humor puede tener algún efecto sobre el componente cogniti-
vo del sentido del humor de la persona. Pueden cambiar el repertorio, las técni-
cas y las actitudes de la persona. Sin embargo, esto no garantiza que utilice el
humor más a menudo en su trabajo. Para esto deberían activarse los otros com-
ponentes del sentido del humor. Algunos programas han tratado de conseguir
esto (por ejemplo, Salameh, 1987; Nevo et al., 1998) y existen pruebas empíricas
de que estos programas funcionan al menos en parte (Nevo et al., 1998).
Es muy importante la cuestión del momento en el que se emplea el humor,
como en el caso de ofrecer interpretaciones o de realizar cualquier otra inter-
vención. Es fundamental presentar la bisociación humorística de una manera
que no resultará amenazante para los clientes, y que no les hará sentirse estú-
pidos o inferiores. Debería establecerse una relación sólida de confianza para
evitar que el humor pueda percibirse como agresivo. El humor jamás debería
reemplazar la escucha al cliente. Debería utilizarse como un complemento de
las necesidades del cliente, y no para defender las ansiedades del propio
orientador (Kubie, 1970).
El orientador también debería asegurarse que los clientes realmente tienen
creencias disfuncionales sobre sus carreras y que pueden entender las bisocia-
ciones. Los clientes jóvenes pueden no ver los aspectos irracionales de sus
expectativas en el campo del amor. El uso de bisociaciones humorísticas en su
caso es como contar chistes a niños que aun no poseen las capacidades cogniti-
vas para entender su significado. Los investigadores en el campo de la aprecia-
ción del humor han identificado la relación entre la madurez cognitiva y la
comprensión y apreciación del humor (por ejemplo, McGhee, 1979). Por lo

MAIOR 171
El humor y el bienestar en las intervenciones clínicas

tanto, las bisociaciones entre el amor y la carrera probablemente sólo sean ade-
cuadas con adultos que tienen la experiencia cognitiva necesaria para captar el
humor de la situación. Las bisociaciones entre los deportes, los coches o la agri-
cultura pueden ser más apropiados para aquellos que son incapaces de enten-
der las bisociaciones con el amor. El orientador debe buscar bisociaciones ade-
cuadas al cliente, como en el siguiente ejemplo.
Un joven de dieciocho años, proveniente de un ambiente rural, estaba muy
impaciente por tomar una decisión sobre su carrera. Después de tres reuniones,
estaba claro que no era lo suficientemente maduro como para tomar una deci-
sión. Le faltaba experiencia en cualquier campo excepto la agricultura, pero
estaba muy decidido a escoger su campo de estudios en seguida. Tanto yo
como supervisora como el orientador que trabajaba con este cliente opinába-
mos que éste no era el momento para tomar una decisión. Buscamos una buena
asociación para dejar claro nuestro mensaje. Finalmente decidimos decirle lo
siguiente: “Deberás esperar, probar distintas opciones, conseguir algo de expe-
riencia con algunas de las posibilidades. Tomar una decisión ahora es como
meter un aguacate en el horno y esperar que madure. Un aguacate necesita
tiempo para madurar y ningún horno puede reemplazar este tiempo de madu-
ración natural. Eres como este aguacate y necesitas más tiempo”.

CASOS CLÍNICOS

Caso 1

Uri tenía veintisiete años, el hijo mayor de una familia de clase media. Vivía en
una ciudad grande y ambos padres eran profesores de enseñanza media. Uri era
un estudiante brillante en su instituto, tanto en las humanidades como en las cien-
cias. Participaba en la asociación de teatro y en los deportes. Tenía éxito en todo lo
que hacía. Sin embargo, le costaba mucho decidir sobre su futuro. Diagnosticamos
su problema principal como la indecisión por su talento multipolar y sus intere-
ses diversos (Crites, 1981). Tenía muchos talentos y podía tener éxito en muchos
campos, pero no era capaz de decidirse sobre lo que más le interesaba.
Según fue progresando el proceso de orientación, iba quedando cada vez
más claro que el problema principal era la dificultad que tenía Uri para renun-
ciar a algunos de sus sueños. Quería ser todas las cosas que le hubiera gustado
ser (actor, abogado, médico y analista de sistemas). Estaba bloqueado y no
podía decidirse porque quería que su carrera colmase todas sus habilidades,
intereses y valores. En nuestra tercera reunión, le pregunté cómo había decidi-

172 MAIOR
El humor en la orientación profesional

do escoger a su novia y si había tenido un problema similar en su vida senti-


mental. Se rió y reconoció que también le había costado cuando tuvo que deci-
dirse sobre las chicas. Resultó que también había tenido problemas para com-
prometerse con una novia. Había tenido varias relaciones poco serias hasta
comprometerse en una relación más duradera. Añadió: “No estoy seguro al
cien por cien, pero mi relación es bastante buena”.

Orientadora: Veo que también te costó mucho comprometerte en el campo del amor.
¿Qué crees que es lo que te ayudó en ese campo?
Uri: No fue fácil, pero el hecho de que salí con distintas chicas me ayudó bastante.
Me quedé con mi novia porque descubrí que era la mejor con la que podía estar. No
es perfecta y no estoy seguro si será mi última elección. Me gustaría probar distintas
vocaciones antes de elegir sólo una.
Orientadora: ¿Crees que puedes salir con una vocación para probar hasta que deci-
des comprometerte?
Uri: Que gran idea. (Sonríe) Me gustaría poder hacerlo, pero no creo que esto sea
posible.
Orientadora: ¿Existe alguna manera distinta de probar una vocación?
Uri: La verdad es que no lo sé.
Orientadora: La manera alternativa a la experiencia directa puede ser preguntar a
otras personas, o leer información sobre distintas carreras, utilizando tu imagina-
ción.
Uri: Supongo que debería probar esto.
Entonces discutimos distintas posibilidades prácticas para obtener información,
incluidas algunas citas con varios profesionales.
Orientadora: Otra cosa que noté en la descripción de tu novia es la búsqueda de la
perfección. Me da la impresión que estás buscando una mujer perfecta y una carre-
ra perfecta.
Uri: (se ríe) Sí, soy un perfeccionista.
Orientadora: Si estás siempre buscando la opción perfecta, vas a tener problemas.
(Lo dije con una expresión medio seria, medio sonriente). El gran psicólogo, William
James, una vez dibujó la siguiente fórmula:

Logros
Satisfacción =
Expectativas
Esto significa, incluso con mis conocimientos limitados de matemática, que tus
expectativas perfeccionistas siempre menospreciarán cualquier logro que obtengas.

MAIOR 173
El humor y el bienestar en las intervenciones clínicas

Discutimos ejemplos de su pasado y descubrimos hasta qué punto era cier-


ta esta fórmula para él. Finalmente le confronté con lo que a mí me parecía la
idea disfuncional que más obstaculizaba su toma de decisiones:

Orientadora: Creo que no existe una solución perfecta a tu elección de carrera, y que
probablemente no puedes obtener todo lo que quieres y deberás renunciar a algunas
de tus preferencias. No encontrarás una carrera que colmará todos tus intereses. Eso
quiere decir que nuestra meta es encontrar una opción que no será perfecta pero con
la que te podrás sentir satisfecho.

A partir de entonces empezamos a elaborar una lista de sus metas principales


en el ámbito profesional. Las ordenó en orden de prioridad. Comenzó entonces
a recopilar información sobre todas sus alternativas de carrera y compararlas
según sus propias preferencias. Empleó nuestro sistema informático, habló con
personas que trabajaban en las distintas profesiones y finalmente pudo tomar
una decisión. En un cuestionario que rellenó al finalizar el proceso de orienta-
ción, comentó que nuestra discusión sobre su perfeccionismo y sus problemas
en decidirse por una novia había sido su reunión más provechosa.

Caso 2

Naomi era una estudiante de veintitrés años que llegó a la orientación


muy ansiosa y ligeramente deprimida. Tenía una puntuación baja en los exá-
menes nacionales de SAT, junto con unas ambiciones profesionales que difí-
cilmente iba a poder satisfacer. Siempre había querido ser médico. Su madre
era un médico de familia y su padre tenía un cargo público. Nunca fue una
buena estudiante en la escuela secundaria y le interesaba más la vida social.
Más adelante trató de entrar en los estudios de medicina, pero sus notas y
sus resultados en las pruebas psicométricas no daban la talla. Cuando
comencé a trabajar con ella, había fracasado en tres intentos de solicitud a
una facultad de medicina, pero no quería considerar ninguna otra alternati-
va. Después de oír su historia y entender sus frustraciones, traté de encon-
trar una bisociación adecuada que le permitiera ver sus limitaciones actuales
y que al mismo tiempo le diera ánimos para buscar alternativas. Lo intenté
de la siguiente manera.

Orientadora: Imagina que vas a comprar un piso nuevo. Te encontrarás con un agen-
te inmobiliario. Probablemente te pregunte cuáles son tus expectativas: ¿Cuántas
habitaciones quieres? ¿Qué tipo de suelo preferirías? ¿Qué zona te gustaría? ¿Qué
valor das a las vistas, el aire y el sol, el ruido? ¿Cuánto dinero puedes gastarte?

174 MAIOR
El humor en la orientación profesional

Después de concretar tus preferencias, dice que tiene el apartamento perfecto para ti
pero que cuesta mucho más de lo que puedes gastarte. ¿Qué harías?
Naomi: Trataría de conseguir más dinero.
Orientadora: ¿Y si lo intentas durante un buen tiempo y aun no consigues lo sufi-
ciente?
Naomi: Entonces, si realmente tengo que mudarme, me quedaría con un piso más
pequeño (sintiéndose algo insultada). Ya sé lo que quiere hacer. Está comparando la
compra de un piso con el intento de ingresar en los estudios de medicina.
Orientadora: Sí, me pillaste (Ambos sonreímos. Ella sonríe porque me ha pillado, y
yo lo reconozco con mi sonrisa).
Naomi: Escuche, no pueden compararse las dos cosas. No me importan los pisos
tanto cómo me importa ser médico.
Orientadora: Sí, claro, lo entiendo. Es muy importante para ti estudiar medicina.
Pero por favor, sigamos con este ejemplo. (No me doy por vencida tan fácilmente).
Si realmente te hubieran importado mucho los pisos, ¿qué harías?
Naomi: Trataría de buscar más dinero.
Orientadora: Si, ¿durante cuanto tiempo? Mientras tanto, tendrás que vivir en la calle.
Naomi: Vale, buscaría un piso más pequeño que pudiera pagar, y trataría de mudar-
me a un piso mayor en el futuro.
Orientadora: Así, de momento, no estarías en la calle. ¿Puedes comparar esto a tu
situación actual?
Naomi: Usted cree que no tengo la habilidad suficiente para realizar los estudios de
medicina.
Orientadora: No, yo no he dicho eso. (Ella sin duda sentía que mi bisociación la esta-
ba amenazando. No veía ningún humor en la comparación). Dije que para ingresar
en una facultad de medicina necesitarás obtener notas más altas. Has intentado con-
seguir notas mejores, pero no bastan. Quizás podrías aceptar por ahora la idea de
quedarte en un piso más pequeño que satisfaga algunas de tus preferencias, y ver lo
que puedes hacer en el futuro para mudarte a un piso más grande. Mientras tanto,
no te quedarás en la calle.

Naomi sonrió al escuchar mi expresión “quedarse en la calle”. Simbolizaba


los problemas que tenía para seguir con su vida por no querer abandonar su
sueño de la infancia. Sentí que habíamos encontrado un camino para hablar de
soluciones alternativas a su problema. En las siguientes reuniones, Naomi acep-
tó buscar “pisos más pequeños”. Había leído sobre una escuela de enfermería
y preguntó sobre una posible carrera como dietista.

MAIOR 175
El humor y el bienestar en las intervenciones clínicas

Escogí este caso para ilustrar cómo puede no producirse una respuesta
humorística al inicio cuando el orientador trata de emplear una bisociación.
Quizás me equivoqué al emplear una bisociación que al principio no gustó a
Naomi y podía parecer arrogante. Sin embargo, lo importante era ofrecer un
diagnóstico productivo con tacto y honestidad, realizar la bisociación y ayudar
a liberar la habilidad de Naomi para tomar decisiones realistas. Durante el resto
de la intervención de orientación profesional, ambos empleamos el concepto de
“buscar pisos más pequeños para no quedarnos en la calle” como asa de refe-
rencia (Mosak y Maniacci, 1993).

RESUMEN

En este capítulo, he propuesto que la orientación profesional trata los pro-


blemas personales que las personas encuentran en sus trayectorias profesiona-
les a lo largo de sus vidas. Creo que la orientación profesional puede y debe
beneficiarse de distintas aplicaciones del humor. He descrito varias maneras en
las que el humor puede implementarse en la orientación profesional: el humor
como herramienta diagnóstica, el humor que enriquece la relación entre cliente
y orientador, el humor como estímulo y respuesta que reduce la ansiedad y el
humor que facilita el cambio de perspectiva o la aceptación de interpretaciones
basadas en la realidad. El humor es a la vez un proceso creativo y un proceso
que fomenta la creatividad, y esta característica del humor es importante para
encontrar soluciones nuevas para problemas viejos.
He presentado mi propia teoría de creencias irracionales-disfuncionales que
son la raíz de los problemas profesionales de los clientes. Con el tiempo, he
comprobado que el uso intencionado de las bisociaciones entre ideas del
mundo profesional e ideas similares en campos como el amor, los coches, los
deportes, los edificios y la agricultura pueden producir sonrisas y carcajadas.
Incluso cuando no es así, estas bisociaciones pueden al menos conseguir una
comprensión mayor de las cuestiones centrales que surgen durante la orienta-
ción profesional.
Creo que muchos orientadores profesionales emplean el humor en su traba-
jo, más de lo que están dispuestos a reconocer. Mi trabajo se ha enriquecido
leyendo sobre las bisociaciones, cuentos y chistes que han utilizado otros orien-
tadores y terapeutas, y espero que otras personas también compartirán su
repertorio cómico para que todos lo intentemos y nos atrevamos más.

176 MAIOR
El humor en la orientación profesional

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MAIOR 179
La comedia, la tragedia y
la empatía
Sue Chance

6
A Sue Chance le interesa el meollo más central de la terapia. Partiendo de un punto de vista
teórico inspirado por la auto-psicología de Kohut, aunque modificado por su propia perspec-
tiva humanista y humorística, nos ofrece una comprensión profunda sobre cómo el humor
puede ser beneficioso para el proyecto de la psicoterapia en general y para el paciente en par-
ticular. Sus perspicaces observaciones nos informan sobre cómo el humor puede ayudar en el
trabajo del terapeuta dentro de cualquiera de los modelos psicoterapéuticos disponibles en la
actualidad.

PERSPECTIVA TEÓRICA

Nadie que practique la terapia durante un tiempo puede evitar darse cuen-
ta de que la vida está llena de yuxtaposiciones tragicómicas. Incluso fuera del
contexto terapéutico, toda persona tiene algunos encuentros de primera mano
con estas situaciones: escuchar risas irrefrenables cuando los amigos y la fami-
lia recuerdan a los difuntos recientes, sentir una mezcla de sonrisas y lágrimas
al terminar un cuento maravilloso o ver a un hijo escapar ileso de un accidente
y responder con una explosión de ira y alivio. Desde la época de la antigua
Grecia, hemos sido conscientes de que la tragedia y la comedia son los elemen-
tos emparejados del drama. Y existen pocas empresas en la vida contemporá-
nea tan dramáticas como la terapia, en las que revivimos el pasado para com-
prender el presente y mejorar el futuro.

Kohut y el coraje

Muchos terapeutas sentirían rubor si les llamaran heróicos por hacer psico-
terapia, y muchos pacientes tampoco se considerarían heróicos. Sin embargo,
me viene a la mente el ensayo de Kohut (1985) sobre el coraje, en el que identi-
fica tres rasgos principales de los individuos heróicos:

MAIOR 181
El humor y el bienestar en las intervenciones clínicas

1. La presencia de un sentido del humor fuerte.


2. La habilidad de mantener la empatía con los demás.
3. Un profundo sentido de paz y serenidad internas, “un estado mental cercano a la
sabiduría”, en el momento en el que debe tomar la decisión heróica final y afron-
tar las terribles consecuencias.

Dado que la terapia más eficaz es también la más dura, desenterrando la tra-
gedia de sus escondites oscuros, escoger esta vía a menudo requiere coraje y
sabiduría por parte de ambos participantes en el duo terapéutico. El proceso
requiere además el sentido del humor fuerte del que hablaba Kohut.
¿Como conseguimos el equilibrio adecuado al mezclar la tragedia y la come-
dia dentro del contexto terapéutico? Es evidente que en primer lugar debemos
aceptar que esta pluralidad es relevante y deseable para el trabajo terapéutico.
De hecho, reconoceríamos que la definición de Kohut es correcta y representa
un ideal profesional al que podemos aspirar. Desde luego, y en cualquier caso,
representa mi propio ideal o prejuicio personal.
Soy consciente que a muchos de mis colegas profesionales les cuesta aceptar
el sentido del humor como parte de su perfil profesional. Una vez discutí sobre
el humor con mi mentor, Karl Menninger. Hizo una observación que a mi me
pareció sorprendente –dijo que nunca creyó tener un buen sentido del humor.
Me impresionó mucho, porque a menudo había visto su sentido del humor en
acción. Una vez, durante una reunión con unos pacientes de avanzada edad,
solicitó comentarios sobre un poema algo tétrico sobre una madre y su hijo que
se morían de hambre. Mi respuesta, probablemente basada en mis años de
experiencia como asistente social, era que me parecía que existían otras alter-
nativas. Con una mirada traviesa, respondió, “Ah, Doctora Chance, intuyo que
usted vota al partido republicano”1.
En otra ocasión, dijo que yo había traído a su oficina un grupo de estudian-
tes de medicina “hace dos semanas”. Le corregí diciendo, “No doctor. En reali-
dad fue hace cuatro semanas”.
Sonrió y respondió, “No seas tan malo con este viejo, ¿vale?”. (Karl Menninger
tenía ochenta y nueve años en ese momento)

Rigidez y pensamiento estereotípico

Muchos terepeutas, y quizás especialmente los psiquiatras, confunden la


ligereza con la frivolidad. Creen que deben ser siempre serios para que se les
tome en serio. En los nueve años como columnista para el Psychiatric Times, un

1. NT: El partido conservador norteamericano.

182 MAIOR
La comedia, la tragedia y la empatía

periódico que se manda a todos los psiquiatras de los Estados Unidos, he des-
mentido esta idea repetidas veces. Escribí con candor y con humor sobre diver-
sos temas serios, y luego recibí comentarios de colegas que me dijeron que lo
que dije y la manera de decirlo les ayudó especialmente, tanto en sus vidas per-
sonales como en la práctica clínica. No puedo pensar en nadie que haya expre-
sado el aspecto útil de mi estilo mejor que Roy Menninger. En una crítica de mi
segundo libro, A Voice of My Own (“Una voz propia”, 1993), una colección de
mis columnas, escribió, “Su manera de pensar, decididamente no linear e
imprevisible, es fresca, sorprendente y provocadora –y a menudo desconcer-
tante para los pensadores aristotélicos, de líneas rectas, que emplean el hemis-
ferio izquierdo, como yo”.
“Útilmente desconcertante” es un ejemplo maravillosos no sólo del auto-
conocimiento del Dr. Menninger y de su integridad intelectual pero además del
tipo de reconocimiento elegante que otorgan los terapeutas con experiencia al
efecto saludable de sentirse desorientado de vez en cuando.
Y ¿hay algo que pueda desorientar más que el humor? El humor no puede
coexistir con la rigidez –son dos polos opuestos. Tampoco puede coexistir la
empatía con la rigidez. Partiendo de estos dos hechos, en seguida queda claro
que cuanto más rígido el terapeuta, menos valiente será la terapia. El pensa-
miento estereotípico no sólo evita la comedia, evita también la tragedia, princi-
palmente porque exige que excluyamos la irracionalidad que hace que los seres
humanos se encuentren tan malditos y tan benditos. El estereotipo pone a todos
al mismo nivel, y de esta manera no admite las imperfecciones y los talentos
que componen la individualidad única de cada persona en sus sufrimientos y
sus triunfos, heroísmos y derrotas. Es por ello que los terapeutas competentes
a veces tratan las diagnosis de las pruebas psicométricas como verdades cientí-
ficas. Aunque una etiqueta codificada consigue la apariencia de la realidad o la
verdad, la única cosa real o verdadera que se obtiene en la experiencia de una
terapia siempre enraizada en el momento presente es el paciente individual que
se trata de entender y ayudar.

La postura del engaño elocuente

Antes de que alguien pueda declararse totalmente a favor del uso del humor
en la psicoterapia, sin embargo, es preciso que hable sobre algunas de sus des-
ventajas. Me gustan las analogías, y en mi libro A Voice of My Own (1993), com-
paré el humor a emplear “nitroglicerina –resulta muy eficaz cuando se usa bien,
pero no es algo con lo que los neófitos deberían jugar”.

MAIOR 183
El humor y el bienestar en las intervenciones clínicas

Se han escrito pocos artículos o capítulos que no hagan referencia al artícu-


lo de Lawrence Kubie (1971) “El potencial destructivo del humor en la psicote-
rapia”. Y con razón. Creo que es el artículo definitivo sobre el tema, quizás el
único ejemplo que se me ocurre en el que el autor hubiera tenido justificación
para concluir así: “No hará falta seguir investigando este tema. He dicho todo
lo que merece la pena decir”. Revela mucho sobre la personalidad admirable
del Dr. Kubie que consiguió resistir aquella tentación. Estemos de acuerdo o no
con sus conclusiones, están expuestas de manera clara y breve.
Su postura se basa principalmente en los principios de la psicoterapia, y las
razones son las mismas que suelen emplearse en contra de las auto-revelacio-
nes del terapeuta. Esto es, creía que el humor puede interrumpir el flujo de las
asociaciones libres del paciente y reducir la amplitud de sus respuestas, o que
puede revelar demasiado sobre el terapeuta y por lo tanto interferir con el desa-
rrollo de la transferencia.
En relación al terapeuta, Kubie sostiene que el uso del humor puede con-
vertirse en una táctica defensiva contra las ansiedades propias o del paciente, y
que puede ser la manifestación del deseo del terapeuta de parecer un tipo sim-
pático. El precio de tales maniobras es que los pacientes deben suprimir cual-
quier resentimiento o ira que surge durante la psicoterapia. Estamos, en efecto,
exigiendo su lealtad a una imagen positiva de nosotros mismos, en vez de per-
mitir que resuelvan sus ambivalencias hacia las figuras de autoridad. Kubie
sostiene que los terapeutas que emplean el humor de esta manera son negli-
gentes. Evitar los aspectos desagradables de la transferencia garantiza que los
pacientes seguirán luchando con estos problemas fuera de la hora de la terapia
y con terapeutas futuros.
Se ha dicho a veces que lo más difícil que puede enseñarse a un estudiante
de psiquiatría se resume en el principio “No hagas algo, ¡quédate ahí parado!”.
Es muy difícil quedarse sentado, estar con el paciente en la inmediatez del
momento, sin tratar de decir algo que resulte tranquilizador o profundo. Para
aquellos con una actitud profundamente humorística, es igualmente difícil rea-
lizar la función de la presencia empática sin aliviar la tensión con el humor. Sin
embargo, caer en esto último es fracasar en el intento de la empatía, que depen-
de completamente de seguir sintonizado en el estado afectivo o existencial del
paciente, estar con él o con ella en el momento presente. Como indica Kohut, la
medida perfecta de coraje se deriva de una combinación de humor, empatía y
un profundo sentido de paz o serenidad interior, que juntas nos llevan a tomar
las decisiones heroicas pero dolorosas asociadas con la terapia.

184 MAIOR
La comedia, la tragedia y la empatía

Mira mamá... ¡Sin manos!

Emplear el humor de manera equivocada puede ser una especie de exhibi-


cionismo o un modo de cortejar el cliente. Como declara Kubie (1971), “El
humor es quizás el tipo más seductivo del cortejo de transferencia”. Puede
dañar el anonimato necesario del terapeuta. Nuestro sentido del humor no
puede sino revelar muchas cosas sobre nosotros, incluidos aspectos que sería
mejor no compartir y otros que sería mejor compartir en un momento posterior
de la relación.
Por ejemplo, una vez leí un artículo sobre los tipos de viñetas gráficas que
gustan a las personas con distintos tipos de personalidad. El que más me hizo
gracia fue una viñeta de la familia Addams que mostraba a un grupo de perso-
nas cantando villancicos delante de la casa Addams mientras que toda la fami-
lia se encontraba en el tejado, empujando una gran olla para verter sus conte-
nidos sobre los cantantes. Me quedé algo consternado al leer que alguien que
encontraba esta viñeta especialmente divertida tenía tendencias “hostiles”.
Desde mi perspectiva, el atractivo y el valor de la familia Addams era el modo
en que rompía los estereotipos, especialmente el de la familia americana per-
fecta que aparecía tanto en las telecomedias como en la retórica de los políticos.
Nunca se me olvida, en cualquier caso, que en general se percibe a los ico-
noclastas como personas hostiles, y que mi decisión de compartir este cuen-
to/chiste con un paciente tiene las mismas posibilidades de salir bien o mal.
Si lo cuento demasiado pronto o en una encrucijada terapéutica inadecuada,
puede asustar o volver en contra mía un cliente que aun no está listo para des-
prenderse de una imagen idealizada de la familia. Por otro lado, para la per-
sona que esté lista para derribar la fachada falsa que las familias abusivas típi-
camente requieren, este cuento puede ofrecer una manera de identificarse
conmigo mientras que consigue aliviarle de la ansiedad asociada con un paso
tan audaz.
Uno de los peligros más sutiles de emplear el diálogo humorístico en las
fases iniciales de la terapia es la posible ilusión de que el terapeuta y el pacien-
te mantienen una relación exclusivamente social. Como sabemos, no es éste el
caso. La terapia es una relación altamente especializada, y las dos personas
poseen un nivel de conocimiento desigual en cuanto a los problemas emocio-
nales. La terapia puede tener un componente social, y es posible convertirse en
una especie de “amigo” con los pacientes. Sin embargo, las reglas son irrevoca-
blemente distintas, y engañarse con cualquier otra idea es pernicioso tanto para
el terapeuta como para el paciente.

MAIOR 185
El humor y el bienestar en las intervenciones clínicas

En cuanto a las situaciones exclusivamente sociales, Kubie consideraba que el


humor sirve la función de lubricante social, facilitando la conversación y la comu-
nicación, quizás incluso un verdadero afecto y calor humano. Sin embargo, inclu-
so en estos casos, puede emplearse para esconder la hostilidad y los desacuerdos
rotundos. Dudo que exista alguna persona que no ha observado alguna pareja
“bromear” el uno con la otra de tal manera que delata una lucha subyacente.

TÉCNICA

Primero, no hagas daño

Volviendo a mi analogía con la nitroglicerina, un peligro serio asociado con


el humor inadecuado o que aparece en el momento equivocado es que el tera-
peuta pueda entrar en una situación en la que el paciente ridiculiza sus propios
síntomas para evitar la ayuda. Si no identificamos este hecho, estaríamos refor-
zando sus defensas neuróticas. A lo largo de mi carrera, he tenido momentos en
los que descubro que estoy sonriendo o riendo con simpatía, y luego me he
dado cuenta que con mi risa he permitido que el paciente infravalore sus mejo-
res características y capacidades, despreciándolas con un humor ácido.
Entonces he tenido que reunir el suficiente aplomo como para interrumpir el
proceso, diciendo, “Espera un momento. Eso no tiene gracia”. Si no lo hiciera,
caería precisamente en la misma trampa que Kubie estaba identificando, con-
cretamente la que diseña la propia neurosis del paciente, empeorando su depre-
sión y agitando la hostilidad reprimida.
¿Por qué la hostilidad? Porque los pacientes saben, de alguna manera, que
un aspecto de mi trabajo es enseñarles a ser más amables consigo mismos, desa-
rrollar su propio sentido profundo de paz y serenidad profundas. Por este moti-
vo, además de la actitud de confrontación que ya he mencionado, suelo pedir
perdón a los pacientes por haber fracasado momentáneamente en mi tarea. Es
decir, digo “Lo siento. Me acabo de dar cuenta que estás siendo cruel contigo
mismo y, al seguir tu broma, estoy siendo cruel yo también”. Nunca deja de sor-
prenderles, principalmente porque el estilo del auto-desprecio normalmente se
aprende sobre la rodilla de alguien que está siempre criticando de una manera
despectiva. Cada vez que el terapeuta se comporta de otra manera, el paciente
vive una “experiencia emocional correctiva”.
El lector puede bien preguntarse por qué motivo tiendo hacia estas dos
opciones. ¿Por qué enfrentarme a algunos pacientes y pedir perdón a otros? He
aquí el arte de la psicoterapia, teniendo en cuenta que también depende de la

186 MAIOR
La comedia, la tragedia y la empatía

selección y el momento que escogemos para emplear el humor. ¿Qué necesita


el paciente y hasta qué punto esta listo o lista para ello? ¿Cuál es su relación
conmigo y cual es la mía hacia ella o él? ¿Es éste un momento para la acción
audaz o para la espera pasiva? Por si el lector no lo sabe, estas dos posturas
poseen el mismo valor, y la capacidad de juzgar cual es la postura adecuada es
otro nombre para la empatía.

El peor de los casos, en detalle

Dada su importancia, quisiera tratar en mayor profundidad el humor inade-


cuado. Cuando digo humor inadecuado, me refiero al estilo de humor que
refuerza las defensas que pueden haber sido útiles en algún momento, pero que
ahora mantienen al paciente atrapado en un patrón disfuncional. Si permitimos
que florezca este humor, podemos extender el daño sufrido por el paciente en el
pasado. Kubie (1971) describió de manera llamativa el alcance de los daños que
puede haber sufrido el paciente bajo las risas y bromas hirientes de sus compa-
ñeros de la infancia: “Las personas más destructivas de su pasado pueden haber
sido aquellos que encontraron algo divertido en sus momentos de dolor”.
No sé como se sentirá el lector, pero a mí se me encoge el corazón cuando leo
estas palabras. Muchas personas sufren un acoso psicológico tan sistemático y
destructivo que me quita el aliento cuando lo compruebo. No quiero añadir a
ese proceso de abuso, aun de manera inconsciente, y debo por lo tanto tomar-
me el argumento de Kubie seriamente. Mi propio humor defensivo, que me ha
servido muy bien y personalmente encuentro muy útil, no debe imponerse a los
lazos de empatía. Si el humor es una fuga de los momentos demasiado doloro-
sos de la terapia, es un humor “malo”.
Por otro lado, existe el concepto de mantener un fuerte sentido del humor, un
concepto que creo se deriva de la “mente filosófica” a la que aludía Wordsworth
(1807). Una forma de describir el contraste es recordar la frase de Mark Twain
que “La diferencia entre la palabra adecuada y la palabra casi adecuada es la
diferencia entre la mariposa y el estilo mariposa”2. Contar los chistes obsesiva-
mente para reducir la ansiedad es al sentido del humor lo que la mariposa es al
estilo mariposa. En su artículo de 1928 sobre el humor, Freud declaró de mane-
ra parecida “El humor no se resigna; se rebela. Significa un triunfo no sólo del
ego, sino también del principio del placer, que es tan fuerte que puede impo-
nerse aquí y ahora a pesar de las circunstancias adversas reales”.

2. NT: La frase original de Twain compara “lightning” (el rayo) y el “lightning bug” (un insecto).

MAIOR 187
El humor y el bienestar en las intervenciones clínicas

Siempre he apreciado, por ejemplo, el espectacular brío de la pequeña ora-


ción de Robert Frost: “Perdona, O Señor, las pequeñas bromas que te gasto, y
yo perdonaré tu gran broma sobre mí”. Considero esto un ejemplo brillante de
un sentido del humor sólido y rebelde. Ninguno de nosotros va a salir de aquí
vivos. ¿Por qué, entonces, no reír?

¿Qué es lo que tiene gracia?

Además del gran chiste sobre todos nosotros que acabo de citar, el hecho es
que probablemente no exista ningún ejemplo concreto de humor que tenga gra-
cia universalmente. No hay nada que vaya a tener gracia para todas las perso-
nas en un momento dado. Es importante tener esto en cuenta, especialmente
porque nos da una pista sobre el impacto diferenciado que tiene cualquier chis-
te o frase ingeniosa. Por la razón que sea, siempre he sido muy consciente del
efecto de las diferencias de edad y de sexo. Por ejemplo, me parece muy evi-
dente que un chiste que cuenta una mujer a un hombre no se percibe de la
misma manera cuando una mujer se lo cuenta a otra mujer. De la misma mane-
ra, un chiste de una persona más joven a una mayor puede tener una respues-
ta muy distinta que el mismo chiste contado entre coetáneos.
Cuando intentamos responder a la pregunta “¿Qué es lo que tiene gracia?”,
nos encontramos siempre con el problema que citó Robert Benchley al decir “No
hay límite a los esfuerzos que son capaces de realizar las personas sin sentido del
humor para analizar el humor”. Cuanto más se intenta, menos se divierte uno y
más resulta ridículo. Existen pocas tareas tan sufridas, por ejemplo, que leerse el
libro de Freud Los chistes y su relación con el inconsciente (1905/1981). Como cuan-
do leemos cualquiera de sus obras, podemos quedarnos impresionados con el
edificio que construyó el gran maestro, pero nosotros, mortales comunes, tene-
mos que bregar con mucho esfuerzo para seguirle, poniendo cada ladrillo en el
sitio exacto donde él lo puso. Si dejamos nuestras herramientas durante tan sólo
un momento, nos perdemos por completo. No sorprende que las sucesivas gene-
raciones de psicoterapeutas encuentren tantos asuntos que debatir, sea sobre el
humor que sobre cualquier otro tema, en la tierra fértil de sus textos.
En su libro de 1905, Freud notó el gran parecido que existe entre los chistes
y los sueños. Ambos se caracterizan por la condensación, la transferencia, los
razonamientos erróneos, el absurdo, la representación indirecta, la representa-
ción por el contrario, la alusión y la analogía. E igual que con los sueños, los
chistes pueden evitar el censor personal y permitir la satisfacción de instintos
sexuales u hostiles. En otras palabras, los chistes pueden permitir la expresión

188 MAIOR
La comedia, la tragedia y la empatía

de un “deseo” que de otra manera permanecería inconsciente. Por este motivo,


probablemente tenga sentido la idea de que si un paciente no te puede contar
un sueño, le pidas su chiste favorito.
Dado que la cantidad de energía invertida en el objeto puede liberarse con
la risa, es razonable esperar que a mayor risa, mayor la importancia del asun-
to. Si volvemos a mi ejemplo de la familia Addams, estoy seguro de que el moti-
vo de que encontrara la viñeta tan divertida era porque tenía una relevancia
personal en mi vida. Cuando me encontré con ella, estaba luchando incons-
cientemente con la discrepancia entre lo maligna que era mi familia en realidad
y lo benigna que parecía a los demás. Ésta era una falsedad que yo había con-
tribuido a mantener durante años, y había muchísima energía dedicada a sos-
tener la fachada. Cuando vi a mi propia familia sobre ese tejado, vertiendo la
ira y la indignación de nuestra gran olla sobre las cabezas inocentes de las per-
sonas bienintencionadas, que recibían lo que se merecían por hacer la vista
gorda ante nuestro sufrimiento, no pude evitar explotar a carcajadas.
En otra parte de su libro de 1905, Freud escribió, “el chiste es la más social
de todas las funciones anímicas encaminadas a la consecución del placer”
(pags.160-161) Según él, quien cuenta un chiste codifica el mensaje inconscien-
te y quién lo escucha lo descodifica –algo que Freud llamaba “juego avanzado”.
Este razonamiento me convence menos, porque la represión era un concepto
que tenía más sentido en el tiempo de Freud que en el nuestro. El reino de la
represión se ha debilitado. Se muestra mucho más hoy en la televisión de lo que
soñó la filosofía de Freud. Por lo tanto, su ingenioso camino a la recompensa me
parece irremediablemente tortuoso, aunque recuerdo momentos en los que he
“entendido” un chiste que el paciente no estaba listo para captar.
Aquí debo reconocer el coraje que hay que tener para contradecir a Freud y
decir que me siento como el personaje de Woody Allen en la película Zelig.
En un estado de delirio, Zelig creía que era un psiquiatra y declaró en una
entrevista, “rompí con Freud sobre el concepto de la envidia de pene y su cre-
encia de que sólo podían tenerlo las mujeres”.
Sin embargo, estoy de acuerdo con la opinión de Freud (1905/1981) de que
“podemos... considerar el humor como la principal de [las] funciones de defen-
sa” y su creencia que el sentido del humor es una característica fundamental de
la persona madura. Freud no desarrolló la conexión entre el humor y la madu-
rez. Sospecho que no lo hizo porque se encontró con lo mismo que me encon-
tré yo: ¿Cómo expresar la conciencia a la vez resignada, rebelde y divertida de
que Dios es una especie de bromista? Como dice Anne Dillard en su libro Holy
the Firm (“Santa la Empresa”, 1977): “Ningún dios tiene el poder de salvar. Sólo

MAIOR 189
El humor y el bienestar en las intervenciones clínicas

existen los días. El único gran dios nos abandonó a los días, al tumulto de oca-
siones que nos brinda el tiempo, nos abandonó a los dioses de los días, cada día
un bruto salvaje de descomunal tamaño e imbecilidad” (pag. 43).
Freud (1905/1981) se merece algunos puntos de más por escribir que “suele
suceder en el chiste que los mejores productos de la elaboración del mismo sean
utilizados para revestir los pensamientos de más valioso contenido” (pag.79).
Esta frase expresa la conexión esencial entre un sentido del humor profundo y la
madurez. Durante una conferencia que pronuncié para un grupo de psiquiatras,
conté una anécdota que me parecía muy graciosa sobre el sentido del humor de
mi madre. Después de hablar con ella sobre mi reciente mudanza, mi madre res-
pondió: “Supongo que mi siguiente mudanza será con los pies por delante”.
Noté la confusión total de una mujer joven cuando conté la historia, y expliqué
“Es un chiste sobre la muerte”. Con un escalofrío, susurró, “Sí, ¡lo sé!”. Aun rien-
do, le pregunté, “¿Puedes pensar en algo más importante sobre lo que podamos
bromear?”. Una psiquiatra de avanzada edad que se sentaba junto a la mujer
rompió entonces a reír de buena gana. Me di cuenta que era necesario compartir
la madurez emocional suficiente para poder captar el chiste. Desarrollar un sen-
tido del humor sólido significa desprenderse de todos los resentimientos, inclui-
do el resentimiento sobre nuestra propia mortalidad e insignificancia. ¡Qué pen-
samiento de mayor sustancia puede haber!

USOS PERTINENTES

El humor y el comportamiento correcto

Desafortunadamente, algunos de mis colegas se aferran a la esperanza vana


de que exista una “manera correcta” de hacer cada cosa y que sencillamente
hace falta encontrarla y nunca salirse de ella para evitar los porrazos de la vida.
En una de las reuniones anuales de la American Psychiatric Association, estaba
enseñando un curso sobre la recuperación después de una pérdida traumática,
y alguien nos preguntó a los presentadores si aquellos que tenían sentimientos
ambivalentes hacia sus seres queridos sufrían más cuando estas personas morí-
an de manera violenta. El otro presentador, el Dr. Ted Rynearson, trató de res-
ponder a la pregunta como un buen científico, comenzando con la frase “los
estudios demuestran que...”. Yo, por el contrario, sonreí y dije, “Muéstrame a
alguien que no tenga sentimientos ambivalentes hacia sus seres queridos y te
mostraré a alguien que no tiene seres queridos”. Hay que reconocer el mérito
de la señora, que sonrió y asintió con la cabeza, una respuesta que claramente

190 MAIOR
La comedia, la tragedia y la empatía

significaba “¡Por supuesto!”. La pregunta provenía de una idea equivocada que


la ambivalencia es “mala” y que por lo tanto debemos deshacernos de ella,
como la contratransferencia o el sencillo hecho de que alguien no te caiga bien.
Siempre he creído que tales locuras comunes de los terapeutas deberían con-
trastarse con el humor, que es menos brusco y más eficaz que el regaño.
En cuanto a las ideas equivocadas sobre el humor mismo, dejaré que otra
persona se encargue de transmitir el mensaje. En una conferencia de psicoterapia
que atendí en Phoenix, preguntaron a un panel distinguido sobre el humor en la
psicoterapia, “¿No habéis tenido experiencias en las que el humor tuvo el resulta-
do contrario al esperado?”. Albert Ellis respondió, “Si, pero también he tenido
experiencias en las que la seriedad tuvo el resultado contrario al esperado”.
Amen. Cualquier acción que tomes de vez en cuando sale al revés. Es ilusorio
creer que siempre estamos en control de nosotros mismos. Escribí una vez en mi
columna, “Haberse desarrollado como psicoterapeuta significa que ayudas a los
demás de manera habitual a pesar de encontrarte en un estado de confusión”.
Esta regla de “¿cómo voy a tropezarme hoy?” puede aplicarse incluso fuera
de la terapia, como por ejemplo al dar una clase. Tengo una reputación, sin duda
inmerecida, de sabiduría. Esto significa que de vez en cuando me preguntan
cosas tremendas. Una parte de mí siempre quiere llevar los dedos de una mano
al centro del pecho y preguntar “¿Acaso parece que deba saberlo?”. Pero otra
parte se siente llamada a responder lo mejor que pueda. Normalmente trato de
hacerlo empleando una línea irónica o humorística. Si me encuentro totalmente
desconcertada, es seguro que saldrá el humor. Recientemente di una charla sobre
retomar el poder personal de uno mismo, y un caballero me preguntó después si
podía decir algo sobre el papel del “mal” en todo esto. Balbuceé durante unos
momentos, y luego dije “Lo siento, pero las palabras como ‘el mal’ me ponen
demasiado ansiosa. Debe saber que soy una fundamentalista en vías de recupe-
ración, y que hay cosas con las que sencillamente no puedo”.

PRESENTACIÓN CLÍNICA: UNA MANERA ESPECIAL DE COMPARTIR

Aunque existen razones de peso para tener cuidado con el humor, un chiste
puede emplearse como “sonda de prueba” con un cierto valor diagnóstico.
Permite al terapeuta valorar la capacidad del paciente para la espontaneidad y
su preparación para el auto-análisis activo. Incluso si las metas que Kohut nos
marcaba son demasiado elevadas para poderse realizar, el humor puede brin-
darnos un momento de placer e identificación compartida entre dos personas
de temperamento muy distinto.

MAIOR 191
El humor y el bienestar en las intervenciones clínicas

Fíjese en el alivio de las tensiones, el efecto catártico y el valor de adaptación


terapéutica del siguiente intercambio. Estaba trabajando con una mujer muy
negativa, una de esas pacientes que hacen que los terapeutas se lleven las
manos a la cabeza cada vez que ven su nombre en la agenda. Como ejemplo de
su negatividad, mientras que todos los habitantes de Waxahachie, Texas, se sen-
tían emocionados con la noticia de un nuevo contrato para construir un super-
conductor de partículas en nuestra comunidad, ella decía disgustada “¡Pues yo
no sé para qué queremos chocar unos átomos con otros!”.
Sin pensarlo, respondí, “Ya te digo. ¿Qué nos han hecho a nosotros?”.
Ella se puso a reír en el mismo momento que yo, y luego dijo, “¿Sabes lo difí-
cil que es venir aquí y mantenerse deprimida?”.
Respondí con una sonrisa maliciosa, “No, pero sé que lo intentarás con todo
tu corazón”, desatando una reacción en cadena de risa sanadora, compartida y
empática.
¿Y por qué no? Ninguna de las dos saldremos de esto vivas.

RESUMEN: SE TRATA DEL CONTEXTO, ¡IMBÉCIL!3

Me gusta el humor. Personalmente me presta el apoyo que necesito y me


eleva en todos los sentidos. Esto no constituye una razón suficientemente
buena para recomendar el humor a los demás, pero afortunadamente, esas
razones sí existen. Siempre me ha gustado la manera en que lo explicó Gilbert
Rose (1969) cuando dijo que “Como la transferencia, o una obra de arte, el
humor puede representar una mentira en su sentido literal, pero transmite una
verdad mayor que sí mismo” (pag. 938). Más adelante matiza que emplear el
humor depende en gran medida del estilo personal, “el tacto, el juicio y la con-
ciencia a la hora de valorar los efectos de hacer un comentario a un paciente
concreto en un momento teniendo en cuenta la contratransferencia”. En otras
palabras, aunque el humor pueda aligerar el momento, no debería tomarse a
la ligera. Como me escribió Rose, “Puedo ver que eres una persona que se
toma el humor en serio”. Otro profesional que sigue la misma línea es Schimel
(1978), quien escribió que emplear el humor en la psicoterapia “presupone
prestar mucha atención al modo de emplear el idioma, anticipar con perspica-
cia su efecto sobre el paciente y realizar un seguimiento constante de su nivel
de ansiedad”.

3. NT: Este título se refiere a la frase de Bill Clinton sobre el aspecto fundamental que ningún presidente
EE.UU. debe olvidarse: It’s the economy, stupid! (Se trata de la economía, ¡imbécil!)

192 MAIOR
La comedia, la tragedia y la empatía

Nuestros pacientes se merecen que caminemos junto a ellos, cultivando nues-


tro valor para ser personas de humor, empatía, paz y serenidad para que puedan
aprender de nuestro ejemplo. Puede que nuestra manera de emplear el humor no
sea siempre suave. A veces puede forzar a los pacientes a enfrentarse con el hecho
de que han escogido su propia miseria y que pueden cambiar si están dispuestos
a tomar otro camino. En la medida en que sea así, el humor puede hacer que los
pacientes se vuelvan más flexibles en su manera de ver las cosas. El humor puede
también fomentar un ambiente que elimina los obstáculos al aprendizaje y la
adaptación. En tercer lugar, el humor puede conseguir que resulte aceptable una
interpretación que de otra manera no podría realizarse, una interpretación que
puede penetrar las barreras defensivas a la velocidad de un rayo.
El humor puede animar a un cliente a ampliar las fronteras de su ego, cre-
ando un entorno amigable. En términos psicoanalíticos, puede conseguir la
mezcla ideal de distancia y cercanía, dado que el humor es suficientemente
parecido y a la vez distinto de la fantasía inconsciente o de la realidad temida
para tener su efecto sin despertar demasiada ansiedad. Además, el humor
puede reducir las restricciones emocionales y permitir al paciente ser más abier-
to a sus sentimientos. Dicho de otra manera, el humor puede suavizar una pos-
tura rígida defensiva y literalmente ayudar al paciente a crecer.

BIBLIOGRAFÍA

Chance, S. A Voice of my Own: A Verbal Box of Chocolates. Cleveland, SC: Bonne Chance Press,
1993.
Dillard, A. Holy the Firm. Nueva York: Harper & Row, 1977.
Freud, Sigmund. El chiste y su relación con lo inconsciente. Madrid: Alianza, 1905/1981.
Freud, S. Humor. International Journal of Psychoanalysis, 9,16, 1928.
Kohut, H. On courage. En A. Strozier (Ed.) Self Psychology and the Humanities, pags. 15-16.
Nueva York: Norton, 1985.
Kubie, L. The destructive potential of humor in psychotherapy. American Journal of
Psychiatry. 127, 861-866, 1971.
Rose, G. King Lear and the use of humor in treatment. Journal of the American Psychoanalytic
Association, 17, 927-940, 1969.
Schimel, J. The function of wit and humor in psychoanalysis. Journal of the American Academy
of Psychoanalysis, 6, 369-379, 1978.
Wordsworth, W. Ode - Intimations of Immortality. En A Choice of Wordsworth’s Verse. Boston,
MA: Faber and Faber, 1807.

MAIOR 193
El humor y el proceso
de recuperación en 12 pasos
Stephanie Brown

7
¿Cómo puede una persona escapar del pantano del alcoholismo? ¿Cuál es el papel del humor
en el tratamiento del alcoholismo y las adicciones en general? En este interesante artículo,
la Dra. Brown propone que el humor puede emplearse para resaltar la naturaleza tragicó-
mica del alcoholismo, y puede hacer de espejo para desviar los venenos de la adicción.
También muestra cómo el humor puede contribuir de manera activa y específica a cada
etapa del proceso de recuperación. Además, la Dra. Brown enseña cómo el humor ayuda a
moldear una nueva realidad más allá de las cadenas de la adicción.

PERSPECTIVA TEÓRICA

A lo largo de los últimos veinte años ha crecido una conciencia sobre la rela-
ción entre el humor y la salud. Norman Cousins (2000) demostró el impacto
sanador potencial del humor en relación con su propia enfermedad física.
Muchos otros también comienzan a reconocer las conexiones poderosas entre el
humor y el bienestar emocional.
Un ámbito muy importante en el que el uso del humor se reconoce pero aun
se entiende poco es el proceso de recuperación del alcoholismo dentro del
esquema de 12 pasos de Alcohólicos Anónimos (A.A., 1955/1976).Un artículo
de portada de la revista Newsweek (Leerhson, 1990) presentaba el desarrollo de
la idea de la recuperación y del movimiento de los 12 pasos como una sátira, a
la vez distanciada y muy cercana a las personas y los eventos descritos. Los lec-
tores se ríen de camino hacia su propia reunión de recuperación. En este senti-
do la idea de la recuperación puede verse como un fenómeno social además de
un asunto de salud.
El artículo de Newsweek iluminaba la compleja relación que existe entre la
naturaleza bien seria e incluso mortífera del alcoholismo y otras adicciones y la
no menos seria, pero a la vez humorística, experiencia del alcoholismo a lo
largo del proceso recuperativo.

MAIOR 195
El humor y el bienestar en las intervenciones clínicas

Superar una adicción es un proceso de desarrollo que requiere cambios radi-


cales a lo largo de sucesivas etapas temporales (Brown, 1985). La recuperación
supone invertir comportamientos, confrontar creencias profundas, y decir la
verdad sobre el pasado y el presente. La recuperación se organiza y se articula
en base a los doce pasos de A.A. (A.A., 1955), que los miembros llaman “el pro-
grama”. Incluye la narrativa reconstruida de la actividad bebedora, llamada “la
historia” o el “borrachálogo” en A.A. En este contexto, los individuos recuer-
dan “cómo era antes”, “qué sucedio” y “cómo es ahora”, creando un contraste
neto entre la bebida y la abstinencia. Irónicamente, los problemas de compor-
tamiento y pensamiento que habían formado el núcleo de la patología de la
adicción activa pueden convertirse en algo enormemente gracioso durante la
recuperación.
Explorar cómo, cuándo y por qué se desarrolla este proceso es el objetivo de
este capítulo. Los cambios radicales que facilitan y ayudan a mantener la absti-
nencia pueden también producir las condiciones necesarias para el humor. Esto
a su vez refuerza la abstinencia, un proceso interactivo que se va creando den-
tro de una perspectiva de progresión continua. En primer lugar, definiré las
etapas y tareas de la recuperación. Luego resumiré las condiciones necesarias
para el humor dentro de este esquema de desarrollo. Entonces examinaré las
teorías principales del humor en relación a esta recuperación en 12 pasos.
Finalmente, exploraré las implicaciones para las parejas y los hijos adultos de
los alcohólicos.

UN MODELO DE DESARROLLO PARA EL ALCOHOLISMO

Los modelos antiguos del alcoholismo se centraban sólo en el bebedor (Bacon,


1973; Jellinke, 1960). No se reconocía la abstinencia excepto como un punto
final, ni tampoco una teoría de la recuperación. Brown (1985) extendió la teoría
de la adicción para incluir la abstinencia, trazando un modelo recuperativo de
desarrollo con etapas claras y tareas para el paciente. Sólo puede entenderse la
naturaleza y el significado del humor en el contexto de esta perspectiva de
largo plazo.
Existen cuatro etapas en el proceso recuperativo de desarrollo: (1) beber; (2)
transición, pasar de la bebida activa a la abstinencia; (3) recuperación tempra-
na; y (4) recuperación en curso. Analicemos las tareas principales de cada etapa
y su relación interactiva con el humor.

196 MAIOR
El humor y el proceso de recuperación en 12 pasos

Beber

El humor ha tenido un papel importante en la creación de los estereotipos de


los alcohólicos durante siglos. Una viñeta reciente del New Yorker (Ziegler, 13
Octubre, 1997, pág. 77) muestra a un hombre sonriente con el maletín en la mano
que realiza una llamada desde el teléfono de un bar. El texto dice: “Hola cariño,
¡estoy en casa!”. Muchos creen que la bebida reduce las inhibiciones, suelta la
lengua y convierte a personas que normalmente son tímidas en cómicos jovia-
les. Otras caracterizaciones muestran al alcohólico como un bufón, el hazmerre-
ír de todos. Desde este punto de vista, no debemos tomar en serio a los alcohó-
licos, aunque tampoco siempre resultan graciosos. Con el tiempo y al empeorar
la seriedad del alcoholismo, lo que al principio parecía divertido y atractivo
puede volverse trágico.
Si nos paramos aquí, centrándonos exclusivamente en el bebedor, nos que-
damos con una perspectiva triste y poco favorecedora. El individuo alcohólico
se convierte en una persona excluida, en un fracaso. También podemos que-
darnos sólo con el comportamiento de beber, un punto de vista limitado. Sin
embargo, si ampliamos la perspectiva, veremos que la patología central del
alcoholismo activo tiene que ver no sólo con la conducta del beber descontro-
lado, sino también con un problema de razonamiento grave. Los alcohólicos
típicamente niegan tener cualquier problema con el alcohol mientras que expli-
can la realidad de su relación con la bebida de una manera que permite mante-
nerla. ¿Cómo funciona esto?
Según va progresando el alcoholismo, el individuo se ve cada vez más
dominado por un proceso defensivo diseñado para preservar dos creencias
centrales: (1) No soy un alcohólico y (2) Puedo controlar cuánto bebo. La nece-
sidad creciente del alcohol y la negación de esta necesidad se convierten en
los principios centrales que articulan la vida del individuo. La conciencia se
va estrechando y la habilidad para recibir y procesar información de manera
realista se va reduciendo. Todas las percepciones y las operaciones cognitivas
asociadas se moldean para apoyar y reafirmar estas dos creencias centrales
(Brown, 1985).
Esta combinación de racionalización y negación requiere gigantescas distor-
siones en los niveles superiores del análisis lógico. A menudo se da una inver-
sión o distorsión de causa y efecto y la construcción de premisas y conclusiones
ilógicas. Para muchas personas, beber se convierte en la solución de algún otro
problema, como el estrés del trabajo o los problemas de pareja. Según la adic-
ción va tomando vida propia, siempre debe haber algún problema importante

MAIOR 197
El humor y el bienestar en las intervenciones clínicas

que la bebida resuelve o ayuda a afrontar. El siguiente ejemplo ilustra esta lógi-
ca distorsionada y la transferencia de la responsabilidad hacia algo externo.

Tu madre no necesitaría beber tanto si vosotros no pelearais tanto, ayudarais más y


sacarais mejores notas. ¡Mira lo que vuestro padre hace por vosotros! ¡Con todo ese
estrés en el trabajo, se merece un cóctel y una casa tranquila cuando vuelve a casa!

El bebedor alcohólico funciona a un nivel de desarrollo primitivo en los


ámbitos de comportamiento, cognitivos y afectivos. El comportamiento y las
emociones se caracterizan a menudo por acciones impulsivas e inadecuadas
–beber de manera descontrolada y experimentar niveles extremos de emociones
como la ira o la tristeza. La lógica preoperacional o concreta operacional domi-
na el pensamiento. Este nivel distorsionado de las funciones puede ser gracioso
o no para las personas que lo observan, según sus manifestaciones. Dado que la
patología cognitiva debe mantenerse para proteger y preservar el comporta-
miento bebedor y la creencia falsa de estar en control, el alcohólico y las perso-
nas más cercanas son incapaces de reconocer las distorsiones como tales.

Transición

Las personas que se encuentran en una fase transitoria hacia la abstinencia


y el comienzo de un proceso de recuperación experimentarán lo que los miem-
bros de A.A. (1955) llaman “caer al fondo”. La tensión entre la realidad del com-
portamiento descontrolado y la negación de esta realidad mediante una distor-
sión cognitiva se vuelve tan intensa que los procesos defensivos comienzan a
derrumbarse. En esta etapa, los individuos pueden tener que enfrentarse con
las consecuencias externas de su alcoholismo, como el arresto policial por beber
bajo la influencia, problemas maritales y de trabajo y sentimientos internos de
desesperación, humillación e impotencia.
Cuando el sistema defensivo comienza a agrietarse, el individuo puede
experimentar un punto crucial decisivo, llamado “rendición” en A.A. (1955).
Básicamente, el alcohólico renuncia a las dos creencias fundamentales erró-
neas “No soy un alcohólico” y “Puedo controlar cuánto bebo” y las reempla-
za por las siguientes ideas: “Soy un alcohólico” y “No puedo controlar cuán-
to bebo”. Estas dos creencias sanas forman los cimientos de un nuevo proce-
so de desarrollo, basado en la abstinencia. La recuperación requiere una
reconstrucción total del yo, incluidos los ámbitos de comportamiento, cogni-
ción y afectos (Brown, 1985).

198 MAIOR
El humor y el proceso de recuperación en 12 pasos

La tarea de la fase de transición es pasar de la bebida activa a la abstinencia


(nivel de comportamiento) y aceptar una identidad esencial como alcohólico
(nivel cognitivo). En el proceso de desarrollo, el individuo se encuentra en un
estado análogo a la infancia. Al haber renunciado a su dependencia de la sus-
tancia, el alcohólico probablemente se sienta extremadamente vulnerable, nece-
sitado, dependiente y abrumado por los impulsos. A.A. funciona como un
“entorno de contención” (Winnicott, 1953) que ofrece una guía concreta de
comportamiento sobre cómo permanecer sobrio, además de un refugio emo-
cional. A.A. además provee relaciones adecuadas mediante reuniones y objetos
que reemplazan al alcohol y que representan la abstinencia, como los libros y
las personas sobrias. Paradójicamente, se le dice al nuevo alcohólico seco que
siga actuando sobre sus impulsos, que son fuertes y a menudo irrefrenables,
pero que sustituya el alcohol con el nuevo comportamiento abstemio. Se les
dice que usen el teléfono, que lean la literatura de A.A. y que participen en
todas las reuniones que puedan. Los nuevos comportamientos tienen un efecto
calmante y pronto consiguen crear el inicio de un sentimiento de control. El
individuo comienza a reconocer que el deseo de alcohol y los impulsos abru-
madores que le empujan a beber pueden gestionarse de manera inmediata y
eficaz mediante un nuevo patrón de conducta.
En poco tiempo, el alcohólico comenzará también un proceso de reconstruc-
ción cognitiva al oír a los otros miembros de A.A. contar sus “historias” y empe-
zar a identificarse con ellos. El proceso de escuchar a los demás hablar sobre
el pasado (en concreto “lo que hice mientras bebía” y lo que significa ser un
alcohólico) contribuye a derribar la negación y la racionalización. Cuando los
individuos van reconociéndose a través de los demás, comienzan a nombrar y
describir en detalle sus propias distorsiones cognitivas y de comportamiento.
La repetición, tanto en iniciar un nuevo comportamiento y en escuchar las his-
torias reconstruidas del pasado, ayuda al alcohólico a distanciarse del compor-
tamiento y del pensamiento descontrolado (Brown, 1985).
Hay veces que comienza a evidenciarse un inicio de la perspectiva humo-
rística. Sin embargo, la experiencia plena de la risa y la capacidad de verse
desde una óptica cómica normalmente no aparecen hasta la fase de recupera-
ción temprana. La etapa de transición está demasiado dominada por los impul-
sos y la acción y el pasado está aun demasiado cerca del presente para que las
semillas humorísticas puedan brotar. La fragilidad del humor en esta fase
puede notarse en la siguiente historia que contó A1, un alcohólico que había
permanecido “seco” durante tres semanas.

MAIOR 199
El humor y el bienestar en las intervenciones clínicas

Decidí ir a la fiesta, pero en vez de quedarme ahí en medio, con la tentación de beber,
me ofrecí como voluntario para coger los abrigos. Lo que no me imaginaba era que
habría cientos de invitados. No podía gestionar todos esos abrigos, los confundía
unos con otros, me equivoqué con las etiquetas, se me caían. Era como en una pelí-
cula de Chaplin.

A1 estaba a punto de llorar mientras que describía su angustia, frustra-


ción y vergüenza creciente al no poder realizar la tarea. Pero al contar la his-
toria, sus compañeros de A.A. comenzaron a reír más y más al imaginarse la
escena. Reconociendo que las risas estaban de su lado, A1 comenzó a reír
también, viendo su experiencia ridícula como algo gracioso en vez de algo
humillante.

Recuperación temprana

La recuperación temprana es una continuación de la fase de transición, en


la que lo importante es el cambio cognitivo y de comportamiento. En esta
etapa, las personas están consolidando los nuevos comportamientos y profun-
dizando en su nueva identidad como alcohólicos, basada en la identificación
con otros y en una reconstrucción de su propio pasado alcohólico. La fase de
recuperación temprana representa un nivel superior en la escala del desarro-
llo. La intensidad de los impulsos es menor y existe una reducida necesidad de
respuestas conductuales de sustitución inmediata. Los alcohólicos en vías de
recuperación saben que la acción es importante, y ahora pueden recordar nue-
vos comportamientos abstemios en cuanto aparece un deseo o impulso de
beber. Los individuos llegan a crear un plan de comportamiento sencillo y con-
creto que pueden seguir para mantener la abstinencia. Como si fueran bebés,
ahora pueden moverse en su entorno para encontrar un refugio temporal
cuando los impulsos de beber se vuelven abrumadores o cuando aparecen
nuevos sentimientos amenazadores. Ahora también poseen un grado inicial de
control mediante el nuevo vocabulario e idioma del programa de doce pasos
(Brown, 1985).
Como en el caso del desarrollo infantil, el idioma ofrece un método de con-
trol cognitivo, creando un puente entre el impulso y la acción (Santostefano,
1980). A los niños les encanta repetir palabras y cantos, un rito que es también
importante en el proceso de los 12 pasos. Como ha apuntado Orfanidis (1972),
las palabras dan a los niños el poder de controlar demonios invisibles y podero-
sos y de disfrutar controlando lo que había parecido terrorífico. En A.A., el voca-

200 MAIOR
El humor y el proceso de recuperación en 12 pasos

bulario y el empleo ritual del idioma comienzan a reemplazar simbólicamente


las experiencias atemorizadoras de la bebida, ofreciendo distancia y control.
Con la seguridad de una nueva repuesta abstemia, los sentimientos pueden
comenzar a aparecer con mayor nitidez en la fase de recuperación temprana.
A menudo aparecen como una fuerza desconocida, terrorífica e incontrolable.
Una parte importante del trabajo en esta etapa requiere ajustarse al estado
crudo y vulnerable de la sobriedad, a menudo dominado por emociones pri-
mitivas.
Los nuevos comportamientos abstemios y el nuevo idioma ofrecen una sen-
sación de seguridad y competencia para reconocer, nombrar y gestionar estos
sentimientos crudos. Es importante notar que la palabra “gestionar” significa
aceptar, tolerar e integrar, y no controlar o dominar. El alcohólico que bebe
lucha por el control aplicando su voluntad, tratando de “dominar” o someter
los comportamientos “descontrolados” mientras que cae en ellos. Por el con-
trario, los alcohólicos abstemios comienzan a sentirse seguros en su habilidad
de mantenerse sobrios si siguen las reglas que prescriben los doce pasos.
Esta competencia, o capacidad de gestión, es paradójica (Bateson, 1971;
Tiebout, 1944, 1946, 1949, 1953). Un elemento central de los programas de recu-
peración de 12 pasos es el concepto de un poder superior (A.A., 1955). Descrita
sencillamente, esta entidad, que define y construye cada individuo, se refiere a
algo mayor que el propio yo. Los alcohólicos que beben y que experimentan un
proceso de rendición llegan a entender “en profundidad” (Tiebout, 1944) que
son “impotentes” ante la bebida. A pesar de todos sus esfuerzos, no pueden
controlar su uso del alcohol. Su única esperanza es reconocer un poder mayor
que el propio yo y “entregar” el poder y el control a esta entidad.
A muchas personas les cuesta aceptar este tipo de terminología, viendo A.A.
como una asociación religiosa, y rechazando la idea de ceder el control. Sin
embargo, el proceso y acto de entrega y el reconocimiento de un poder superior
son absolutamente esenciales a los procesos sanadores de la inversión cogniti-
va y conductual que tienen lugar durante la recuperación y el consiguiente cre-
cimiento psicológico y espiritual (Brown, 1985, 1993).
En la etapa de la recuperación temprana la mayoría de los alcohólicos ya han
adquirido familiaridad con los doce pasos y pueden haber comenzado a “tra-
bajarlos”. “Trabajar el programa” requiere una atención hacia los aspectos cog-
nitivos y conductuales junto con un autoanálisis dinámico (A.A., 1955; Brown,
1985). La recuperación se refuerza aun más con el proceso de reconstruir el
pasado y desarrollar un “borrachálogo” mientras que se lleva a cabo un recuen-
to sincero de las debilidades, recursos y faltas hacia los demás tanto en el pasa-

MAIOR 201
El humor y el bienestar en las intervenciones clínicas

do como en el presente. Este proceso representa un durísimo asalto a las defen-


sas primitivas de negación, racionalización y grandes dosis de auto-engaño que
mantuvieron la patología de la bebida. Estos mecanismos de defensa poco salu-
dables se ven reemplazados por defensas de un nivel superior (Bean, 1975a,
1975b; Vaillant, 1971; Vaillant y Milofsky, 1982), incluyendo el análisis racional,
el altruismo (ayudar a otros alcohólicos) y el humor.

Recuperación en curso

Durante la fase de recuperación en curso, la persona se sigue centrando en las


tareas de cambio conductual, cognitivo y afectivo. La abstinencia ya se encuen-
tra asentada en el comportamiento, y los impulsos peligrosos de beber se van
volviendo cada vez menos frecuentes. Sin embargo, estos impulsos pueden aun
darse en los sueños, o pueden revivirse simbólicamente al aparecer las defensas
de desarrollo o de nivel superior. Los impulsos de beber del alcohólico, que al
inicio se trasferían a otras acciones sustitutivas, ahora pueden canalizarse de
manera adecuada a través de las narraciones dentro del formato A.A., además
del análisis lógico y el uso del humor. Por ejemplo, la experiencia de liberar emo-
ciones sin el alcohol, como la risa espontánea y desinhibida, o incluso descon-
trolada, se convierte en un ejemplo tangible del importante cambio que ha suce-
dido. En esta etapa, los individuos siguen riéndose de sí mismos y de los demás
–sus patochadas de bebedor, incluyendo experiencias tristes y trágicas, y sus
explicaciones absurdas– hasta bien entrados en el proceso recuperativo.
A nivel cognitivo, el individuo ha aceptado su identidad como alcohólico y
también la realidad de su comportamiento de bebedor descontrolado. El len-
guaje y la estructura de A.A. siguen instalando controles cognitivos. La estabi-
lidad de la abstinencia conductual, junto con los procesos de lenguaje y pensa-
miento cada vez más maduros, aumentan la distancia entre el pasado (bebedor)
y el presente (abstemio). Esta estabilidad refuerza la barrera entre las defensas
primitivas y maduras y fortalece la sensación de competencia y control, condi-
ciones necesarias para poder introducir el humor.
A nivel afectivo, el individuo puede experimentar un amplio espectro de sen-
timientos sin seguir sus impulsos destructivos, en particular el de beber, para
calmar las emociones que surgen y que pueden aun parecer incontrolables.
El concepto de un poder superior se vuelve más complejo. Al inicio, se pide
a las personas que se dirijan a un poder superior muy concreto –la confianza
en la regularidad y estabilidad de las reuniones o en el conocimiento y la ex-
periencia de los participantes de A.A. sobrios. Durante la fase de recuperación

202 MAIOR
El humor y el proceso de recuperación en 12 pasos

en curso, la persona individualiza, construye y diseña a su propia medida la


idea de un poder superior. Este proceso de construcción individualizada
requiere un cambio desde una autoridad externa a un “poder” interno benévo-
lo a quién la persona “entrega” la autoridad. A nivel psicológico (Brown, 1985,
1993), este proceso refuerza el desafío permanente al auto-concepto egocéntri-
co y sus rasgos complementarios de grandeza y omnipotencia que son elemen-
tos importantes de las defensas del bebedor. Estas características son a menudo
el objeto del humor en el “borrachálogo”.
La recuperación en curso se caracteriza por un cambio desde las maniobras
de comportamiento y pensamiento de las etapas anteriores de bebedor, transi-
ción y recuperación temprana, hacia habilidades abstractas y simbólicas. Este
crecimiento permite iniciar un proceso de descubrimiento intenso dirigido por
los doce pasos.
En esta etapa, las personas pueden también someterse a métodos más tradi-
cionales de psicoterapia psicodinámica, porque ya están más preparadas para
tolerar las sorpresas de las emociones y los conocimientos internos desconocidos.
Este proceso de descubrimiento saca a la luz las creencias erróneas más pro-
fundas (conocidas como “viejas ideas” en A.A.) y los sentimientos que provo-
caron y mantuvieron la patología del bebedor. Estas “viejas ideas” son también
una de las bases del humor dentro de A.A. El alcoholismo activo es una “pato-
logía del pensamiento” que incluye diversas distorsiones: inversión de causa y
efecto, premisas y conclusiones ilógicas, atribuciones erróneas, negación y
racionalización. Estas distorsiones tarde o temprano se vuelven cómicas. Sin
embargo, el momento y el modo en el que surge el humor depende de diversos
factores.

LAS CONDICIONES NECESARIAS PARA EL HUMOR: TEORÍA

Según Heuscher (1980), para que aparezca el humor, hacen falta tres condi-
ciones interactivas y reforzadoras: la distancia, el desarrollo de defensas de
nivel superior y el autocontrol. La distancia se refiere al paso del tiempo, el
grado de espacio psicológico y físico y el grado de inmediatez. Cuanto mayor
sea la distancia desde el aquí y el ahora, mayor será la oportunidad para que
un sentimiento o una memoria se perciba desde la óptica del humor. La distan-
cia añade el filtro de un observador, facilitando la objetividad y la seguridad.
El desarrollo de las defensas de nivel superior sucede de manera natural
cuando los niños sanos van madurando, junto con las competencias cognitivas
de nivel superior. Diversos investigadores (Loewald, 1975; McGhee, 1972) des-

MAIOR 203
El humor y el bienestar en las intervenciones clínicas

criben el desarrollo de tipos de humor cada vez más maduros al desarrollarse


estas capacidades tempranas de cognición y defensa. Buena parte de la estruc-
tura del humor se basa en los niveles tempranos cognitivos y defensivos: la gra-
cia está en la maniobra primitiva o en un movimiento entre niveles dentro de la
estructura del chiste, creando premisas incongruentes o finales sorprendentes.
Sin el contraste entre los niveles de desarrollo, el humor no podría percibirse.
Los doce pasos de A.A., un programa de auto-exploración y reflexión, buscan
desafiar directamente las defensas y las “viejas ideas”, resaltando la importan-
cia de la “sinceridad rigurosa” (A.A., 1955). Las personas que siguen este pro-
grama desafían la negación, la racionalización, la proyección, el aislamiento y
los aires de grandeza. Al moverse hacia niveles cognitivos superiores, la incon-
gruidad de su lógica y su comportamiento primitivo anterior salta a la vista.
Ahora puede verse el lado cómico.
La capacidad conductual, afectiva y cognitiva de gestión de las tareas es
también muy importante durante el desarrollo a cualquier edad (Erikson,
1970). La capacidad de gestión asegura la posibilidad de afrontar las tareas en
la fase actual y prepara unos cimientos sólidos para que el niño pueda iniciar el
trabajo de la siguiente etapa. La capacidad de gestión es el antídoto de la ansie-
dad, aumentando la autoestima y los sentimientos de seguridad y bienestar.
Heuscher (1980) sugiere que la sensación de competencia permite a los indivi-
duos reírse de sí mismos sin arriesgar una pérdida de estatus, como en el
siguiente ejemplo.

Christy, que estaba de visita desde otra ciudad, contó al grupo de AA que se sentía
“como en casa, aunque no os conozca a todos personalmente...”. Hizo una pausa y
se echó a reir. Haciendo referencia a un pasado de bebida descontrolada y muchas
experiencias sexuales, Christy añadió: “Sabéis, la verdad que es algo sorprendente
que pueda decir que no os conozco a todos personalmente”. El grupo se rió de mane-
ra espontánea.

En la transición y el comienzo de la recuperación temprana, existe poca dis-


tancia temporal desde la bebida activa a las nuevas defensas de nivel superior,
y ninguna sensación de haber desarrollado una capacidad de autogestión esta-
ble y predecible. Lo importante durante la recuperación es el comportamiento,
y los individuos dependen de la acción y el comportamiento rutinario para evi-
tar la bebida. Las ideas pueden ser confusas y nebulosas durante el proceso en
el que las personas se van purgando de los efectos de las sustancias adictivas.
A los nuevos miembros sobrios de A.A. se les aconseja en un principio que no
piensen demasiado, porque sus pensamientos (la negación y la racionalización
en especial) fueron los que les provocaron sus problemas. “Mueve el cuerpo y

204 MAIOR
El humor y el proceso de recuperación en 12 pasos

la mente lo seguirá” es un consejo para los novatos que los miembros de A.A.
consideran muy sabio desde hace tiempo. Los nuevos abstemios al inicio tienen
un sentido muy frágil de control sobre su conducta externa. Según se van esta-
bilizando los comportamientos abstemios, comienzan también a entender el
nuevo vocabulario y el lenguaje de la recuperación. En ese momento, con una
mayor distancia hacia las acciones impulsivas y una separación cada vez mayor
entre el pensamiento y la acción, el humor comienza a aparecer.
Al concretarse las habilidades cognitivas, los individuos comienzan a desa-
rrollar una “historia” o “narración” de su trayectoria bebedora que ahora pone
el énfasis en el comportamiento y en la manera de pensar bebedora y las dis-
torsiones que facilitaron la negación de estas realidades. El contraste entre lo
que realmente sucedió y la imágenes o explicaciones que el bebedor ofrecía a
veces resulta bastante cómico:

Cuando bebía, Katie se veía como una anfitriona estupenda, que organizaba enor-
mes fiestas de las que todos hablaban. Katie siempre creía que las cosas que se decí-
an sobre sus fiestas eran positivas. Tras cinco años de sobriedad, ahora describía sus
habilidades de anfitriona de tal manera que todo el grupo se moría de la risa:
“Recuerdo que una vez bebí con mis invitados durante horas y luego, a la una o dos
de la madrugada, me puse a cantar para ellos. Cogí una escalera y me subí al tejado.
Me creía Ethel Merman, la cantante de la obra musical Gypsy. Ahí estaba yo, aullan-
do a la luna y haciendo un estriptis, como en Gypsy. Parece que debió ser toda una
escenita, y muy divertida de una manera bastante distinta a como yo me la podía
haber imaginado jamás. Hasta que dejé de beber, yo creía que éste fue un momento
estelar”. Aunque Katie contó la escena de una manera que invitaba a sus compañe-
ros en recuperación a reírse, nadie negaba la dolorosa humillación que estaba des-
cribiendo. La historia es divertida porque Katie ya no hace estas cosas.

La base del “borrachálogo” es el cambio en la identidad central. No puede


escribirse la historia auténtica del comportamiento bebedor hasta que el indivi-
duo acepta su identidad como alcohólico o alcohólica. La seguridad que ofrece
la distancia temporal permite realizar una descripción de la realidad cada vez
más detallada a medida que las personas amplían y profundizan la reconstruc-
ción de sus vidas como alcohólicos, mientras que construyen una nueva iden-
tidad sobria en vías de recuperación.
Heuscher (1980) sugiere que un cambio repentino o la ampliación del hori-
zonte de las experiencias de una persona puede destapar datos reprimidos o tabú
que revelan sentimientos, ideas y actitudes que aun no han entrado en su reali-
dad consciente. Esta expansión fomenta la visión de un “diseño del mundo” dis-
tinto. El “borrachálogo” de A.A., el formato de reuniones en el que las personas

MAIOR 205
El humor y el bienestar en las intervenciones clínicas

comparten sus “historias”, y el trabajo más individualizado de los doce pasos,


juntos desafían las creencias, actitudes y defensas que sostuvieron la bebida,
reemplazándolas con una nueva identidad (como alcohólico) y un nuevo “dise-
ño del mundo” (la narración del beber pasado y la recuperación presente).
Según Heuscher, el humor, las payasadas rituales, los juegos de rol y el fol-
klore nos permiten desarrollar una conciencia más crítica hacia nuestra mane-
ra de vivir habitual, contrastándola con otras maneras de vivir. Esta compara-
ción amplía aun más el diseño del mundo de la persona y contribuye a su capa-
cidad de gestionarse, revelando creencias y patrones distorsionados o compro-
misos ocultos que ya no dominan su vida.
Orfanidis (1972) cree que el humor también previene la ansiedad, reforzan-
do y consolidando los nuevos aprendizajes. Sugiere que el humor recrea una
tarea que las personas acaban de aprender a superar proporcionando placer al
repetir el logro. Existe una identificación con la persona de la que nos reímos y
el placer de descubrir que algo que antes había sido peligroso ahora resulta ino-
fensivo.
En A.A. los conceptos y el lenguaje son algo distintos de la conversación ordi-
naria, aunque la repetición de principios básicos y slogans para actuar siguen
fomentando un sentido de competencia y control. En vez de “superar” su
“manera descontrolada de beber”, los individuos en A.A. normalmente “acep-
tan” esta realidad. Consiguen la capacidad de autogestionarse reconociendo
la verdad y cambiando su comportamiento, en vez de obteniendo el control y
siguiendo con el comportamiento. Además, el alcoholismo nunca se ve como
algo inofensivo. Siempre se considera, de manera muy seria, como un asunto de
vida o muerte. En este caso la repetición sirve más para invocar al monstruo y
reafirmar la distancia, la seguridad y la gestión de la sobriedad. El humor en
A.A. permite a los miembros volver en su imaginación a los tiempos de la bebi-
da mientras que al mismo tiempo renuncian a ellos con la risa (Loewald, 1975).
Las descripciones del “borrachálogo” de la lógica ridícula e irracional y las
imágenes correspondientes y absurdas del comportamiento adictivo quitan la
careta de la persona que cuenta sus historias. El público de compañeros alco-
hólicos se identifica, se ríe y comparte el sentido del ridículo, como en el ejem-
plo siguiente.

Un participante de A.A. recordaba cómo su mujer le criticaba y le criticaba sobre el


hecho de que se quedaba en casa todo el fin de semana bebiendo. Finalmente dijo
que ya no podía beber dentro de la casa. Desafiando su autoridad, cada Sábado
ponía todos los muebles del salón en el jardín y se sentaba tranquilamente en el sofá
con una caja de cervezas.

206 MAIOR
El humor y el proceso de recuperación en 12 pasos

Este ejemplo permite observar lo ridículo que resulta el comportamiento del


bebedor y demuestra el cambio de niveles cognitivos (responde a su mujer de
manera literal y concreta) que crea el contraste y la sorpresa cómica.
El aspecto ridículo, junto con la sorpresa, caracteriza el siguiente ejemplo,
tomado de la sección “Noticias Extrañas” del periódico San José Mercury News
(Septiembre, 1997).
...el acusado Jones apareció en el Tribunal Superior con su abogado acusado de pose-
sión de drogas, allanamiento de morada y obstrucción de la justicia. Dado que Jones
aun no había solicitado la fianza, estaba esposado y vestido con el mono naranja tra-
dicional de la cárcel. De pie junto a él, explicando las razones por las que debería sol-
tarse a Jones, estaba su abogado, que también estaba vestido con el mono carcelario
naranja. Recientemente se había sometido a un control de drogas obligatorio, que era
una de las condiciones de su libertad condicional por cargos de posesión de drogas,
y no lo había superado.

El humor puede proceder de la observación de otras personas que parecen


más estúpidas, feas, desafortunadas o débiles que uno mismo. El ridículo, las
burlas y la risa pueden ser fundamentales en la experiencia del humor. Estos
fenómenos se producen a costa de los demás.
Los bebedores alcohólicos pueden convertirse en objetos de este tipo de
humor. Un bebedor aun más empedernido puede ganarles en una competición
o su propio comportamiento puede debilitarles y convertirles en víctimas o
hacerles fracasar. El alcohólico que bebe puede también emplear este tipo de
humor porque la competitividad y la superioridad son coherentes con las
defensas del alcohólico de la omnipotencia y los aires de grandeza. Al sentirse
terriblemente inseguro y débil, el alcohólico desarrolla una actitud de despre-
cio y arrogancia hacia los demás, para poder preservar intacto un sentido pre-
cario y frágil de su propio ser:
“Cuando estaba en el hospital psiquiátrico, tuve que atender las reuniones del AA en
la cafetería. Me senté ahí, viendo la escena con un desprecio total. ¿Cómo había aca-
bado ahí con estos idiotas? Me acuerdo de las mesas de formica, los vasos de plásti-
co, la imagen estéril de una papelera absurda. Y aquí estaban estos alcohólicos, que
venían de la comunidad para contar sus historias. No podía aguantarlo. Un día, lleno
de desdén, me di cuenta que esta gente se iba a casa después de la reunión, y que yo
me quedaba. ¡Habían venido para visitarme a MÍ!”. Todos los presentes se ríen, reco-
nociendo la negación implícita en los sentimientos de superioridad de Mike. Pueden
también sentir empatía con el dolor de la culpabilidad y humillación sentida por
Mike por haber acabado en esta situación.

Durante la recuperación, el humor de la superioridad puede emplearse en


relación al yo. Con una identidad estable como alcohólico y un sentido de

MAIOR 207
El humor y el bienestar en las intervenciones clínicas

encontrarse a una distancia segura y de poder gestionar su adicción, el indivi-


duo refuerza la seguridad del propio yo abstemio en comparación a la inferio-
ridad del viejo yo bebedor.
Durante una reunión de A.A., los alcohólicos en vías de recuperación se jun-
tan para reírse de ellos mismos, reforzando la superioridad de la abstinencia en
contraste con los comportamientos, pensamientos y emociones antiguas. Es sig-
nificativo que el empleo de la superioridad durante la recuperación no hace
referencia a los demás. Más bien, se trata de una señal de progreso que marca
la distancia entre la vieja y la nueva persona.
Las experiencias compartidas son una parte importante de lo que hace que
estas memorias sean tan graciosas. Un paciente puede no sentirse libre y no ver
el humor al hablar sobre el pasado con un terapeuta que no ha compartido la
misma experiencia. De hecho, la falta de una experiencia común puede ser una
fuente de distancia que sólo consiga que el paciente se ponga aun más a la
defensiva. Por ejemplo, el paciente puede proyectar una actitud de superiori-
dad o desdén hacia el terapeuta o detectar correctamente que el terapeuta des-
precia a los alcohólicos. El terapeuta que introduce humor o se ríe con un
paciente, pero que al mismo tiempo no se identifica con la condición humana
relevante arriesga que el paciente le vea como un agresor. El alcohólico puede
al inicio sentir vergüenza al describir las distorsiones ridículas o la falta de con-
trol que puede provocar la risa en una reunión de A.A. Más adelante en el pro-
ceso de sobriedad, la experiencia compartida del humor puede convertirse en
una defensa superable, dado que ya mantiene a una cierta distancia las memo-
rias y emociones que el individuo ahora necesita integrar.
La incongruidad contribuye al humor en el proceso de 12 pasos. Este humor
surge a partir de ideas o situaciones desiguales o mal unidas que son distintas
de las costumbres habituales. Ya en 1777, Priestly (citado en Keith-Spiegel,
1972) sugería que la causa de la risa es la percepción del contraste.
Algunas ideas posteriores añadidas a esta hipótesis inicial aumentan su rele-
vancia a la recuperación. En 1903, Guthrie (Keith-Spiegel, 1972) matizó que una
situación incongruente resultaba graciosa sólo si al mismo tiempo el observa-
dor tiene la certeza de que “todo está bien”. El contexto de la reunión de A.A.,
la realidad de la sobriedad, y las tres condiciones –distancia, defensas de nivel
superior y capacidad de autogestión– recuerdan a los participantes que todo, en
efecto “está bien”.
Delage (Keith-Spiegel, 1972) añadió que las incongruidades sólo resultan
cómicas si mantenemos una actitud distanciada. Esta distancia se consigue y se
mantiene mediante las tres condiciones, aunque los individuos pueden también
mantener un sentido de cercanía respecto a las realidades de la bebida.

208 MAIOR
El humor y el proceso de recuperación en 12 pasos

Demasiada distancia, como un sentido de superioridad permanente, es peligro-


sa. Los individuos pueden disfrutar del contraste entre el pasado y la incon-
gruencia de sus pensamientos de alcohólicos en activo, mientras que se recuer-
dan que sólo están “a una bebida de la borrachera”. La sobriedad no es una con-
dición permanente. Más bien se consigue “un día a la vez”. (A.A., 1955).
En 1966, Koestler (Keith-Spiegel, 1972) describió el patrón que subyace al
humor como la percepción de una situación o evento en dos contextos normal-
mente incompatibles que requiere un cambio abrupto a otra serie de reglas o
lógica. Esta contribución a la teoría del humor recuerda la distorsión que en
A.A. se conoce como “el pensamiento alcohólico”. Los siguientes chistes ilus-
tran el concepto:

Una tarjeta de la compañía Sylvia diseñada por Nicole Hollander muestra a dos
mujeres bien vestidas hablando. Una tiene una bebida en la mano. La otra dice: “mi
peso es siempre perfecto para mi estatura...”. Dentro de la tarjeta está sentada soste-
niendo una bebida y con un plato de galletas a mano. Dice: “...que varía”.

Este chiste incluye una distorsión entre la premisa y la conclusión y además


el factor sorpresa. El segundo ejemplo ilustra un error de pensamiento basado
en la incongruencia y el pensamiento preoperacional.

Gertrudis la Gorda se sentó en la mesa y pidió una tarta de bizcocho entera. “¿La
corto en cuatro o en ocho trozos?” preguntó la camarera. “En cuatro”, respondió
Gertrudis, “Estoy a dieta”.

En este chiste, Gertrudis no respeta la regla de la conservación de las canti-


dades que requieren las operaciones concretas a la edad de siete u ocho años
(McGhee, 1972). Este chiste hace especial gracia a los alcohólicos que pueden
recordar que bebían sólo un cóctel antes de cenar... en un vaso de litro.
Las siguientes bromas ilustran otras distorsiones incongruentes.

Si pudiera beber tanto como tú, ¡bebería todo el tiempo!”.


Todo lo que puedas beber por 10 euros –¡Dame lo que toque por 20 euros!
El hijo de un alcohólico, ya adulto, cuenta a su grupo de terapia por qué nunca buscó
ayuda durante su adolescencia: “En mi familia había dos reglas: la primera era ‘aquí
no hay alcoholismo’ y la segunda era ‘no hables de ello’. (Brown, Beletsis y Cermak,
1989; Jackson et al., 1956)
O’Riley estaba acusado de robo a mano armada. El jurado salió y anunció: “inocen-
te”. “Estupendo”, dijo O’Riley, “¿quiere eso decir que puedo quedarme la pasta?”.
(Goldstein y McGhee, 1972)

MAIOR 209
El humor y el bienestar en las intervenciones clínicas

Gran parte del humor de A.A. se basa en este tipo de incongruidad y sor-
presa, como en el siguiente ejemplo.

Fui al psiquiatra porque estaba deprimido. Le dije al psiquiatra que bebo socialmen-
te, una o dos copas. Asintió y me declaró ‘no alcohólico’. “Estupendo”, me dije,
“¿quiere eso decir que puedo seguir bebiendo todo lo que quiera?”.

Este chiste tiene una relevancia especial para la comunidad de terapeutas


profesionales. A menudo el humor agresivo del alcohólico se dirige hacia los
profesionales de la salud que no cuestionan la lógica distorsionada sino que
más bien colaboran y están de acuerdo con las evidentes distorsiones y racio-
nalizaciones del alcohólico bebedor. Muchos “borrachálogos” incluyen histo-
rias trágicas pero cómicas de comportamiento poco profesional y negación del
terapeuta. Un hombre que llevaba sobrio varios años contó el siguiente cuento:

“Llamé al psiquiatra desesperado. Luego cancelé tres citas seguidas, diciéndole que
estaba demasiado borracho o resacoso para ir. Finalmente, cuando llegué, él no men-
cionó la bebida. En vez de ello, ambos quedamos en que estaba deprimido y comen-
cé a tomar antidepresivos, pastillas para dormir y un estimulante para seguir ade-
lante. El psiquiatra me mantuvo empastillado durante años y yo nunca dejé de
beber”. De momento el público no ríe. El hombre sigue contando su historia “Mi psi-
quiatra luego me llamó, ¡porque estaba deprimido y necesitaba ayuda! Acabó
mudándose a mi casa y entonces bebimos hasta perder la cabeza, a todas horas”.

Esta historia causa en la persona que la escucha un mezcla de sorpresa y


ambivalencia. El giro en el papel del terapeuta es sorprendente y genera una
risa triste. Además, la imagen de esta colusión destructiva es horrorosa.
Otro ejemplo de enfado hacia la comunidad médica es la viñeta que mues-
tra al doctor, sentado delante del paciente, que dice “Tome dos pastillas cada
cuatro horas hasta que se encuentre totalmente adicto a ellas”.
Las incoherencias lógicas dentro de un razonamiento aparentemente sólido
crean incongruidad (McGhee, 1972). Las premisas se presentan cuidadosamen-
te, y luego se termina con una conclusión lógica pero errónea. Por lo tanto, el
núcleo central de la racionalización es parecido al del trastorno de razona-
miento del alcohólico: una explicación lógica pero sin embargo errónea, o
secundaria, de los hechos. Estos son algunos ejemplos.

1. Una mujer de treinta y cuatro años, alcohólica en vías de recuperación,


recordó la desesperación que sintió al experimentar cada vez más problemas
concentrándose en su música. En los últimos años fue perdiendo habilidad
al tocar la viola, que antes disfrutaba enormemente. Bebía mucho pero no tenía

210 MAIOR
El humor y el proceso de recuperación en 12 pasos

la menor idea de por qué ya no podía concentrarse o tocar. Resignada, con una
bebida en la mano, se explicó con tristeza que esto es lo que sucede cuando
envejeces.
2. Otra persona exhibe el mismo tipo de distorsión lógica: Durante años
seguí la misma rutina: me levanto, me tomo un vodka con zumo de naranja
helado, seguido por una vomitina, la ducha y el afeitado. Un día de pronto
pensé que la mayoría de las personas no vomitaban cada mañana. ¿Cual será la
causa? Rápidamente decidí que el zumo de naranja helado no iba bien con el
estomago vacío. ¡Desde entonces juré beber el vodka sólo!

En el “borrachólogo” de A.A., los finales sorprendentes a menudo se com-


binan con la incongruidad. Las descripciones del pasado a menudo incluyen
elementos inesperados, repentinos o chocantes. El siguiente ejemplo ilustra la
combinación de sorpresa, incongruidad y autogestión.

3. Mediante la sobriedad, he aprendido que podía convertirme en lo que


siempre temí: ¡un aburrido y un blandengue!
4. En otro ejemplo, Betty se dio cuenta de que había tomado el paso impor-
tante de contar a su anciana tía que era una alcohólica. Tomando su mano, la
Tía Sofía rió suavemente: “¡Qué vas a ser una alcohólica! Nunca pudiste aguan-
tar la bebida”.
A veces el humor satírico de las reuniones de A.A. produce ambivalencia.
Los individuos en vías de recuperación se ríen de comportamientos adictivos
ridículos, mientras que al mismo tiempo se identifican con este comportamien-
to y los dolorosos estados asociados de la mente y las emociones. Las imágenes
que describen los cuentos a menudo terminan con un retrato cómico, una tota-
lidad que junta todas las piezas.

5. Tim cuenta sus grandes esfuerzos para esconder la bebida y seguir


bebiendo en el trabajo: “Conseguía beber durante todo el día, corriendo de
manera caótica entre las reuniones, saliendo precipitadamente al garaje para
coger un papel olvidado en el coche o al baño para aliviarme con demasiada
frecuencia. Entremedias descansaba, haciendo como si trabajara, mientras que
planificaba ansiosamente mi siguiente escapada para echar un trago. Un día
calculé mal y se me agotó la bebida. Poniendo la oficina patas arriba, no encon-
tré nada de reserva. Desesperado, porque aun quedaba medio día que aguan-
tar, me dirigí a la oficina de mi jefe. Ahí me senté durante unos momentos, con
la mirada fijada en su lámpara italiana, que tenía una pantalla bellísima, sóli-
da y esculpida, equilibrada sobre una base de cristal transparente llena de

MAIOR 211
El humor y el bienestar en las intervenciones clínicas

brandy de melocotón. Sin pensármelo dos veces, desenrosqué la bombilla y


luego deshice las dos piezas. Mirando furtivamente de un lado al otro, como si
fuera un ladrón, ¡me bebí la lámpara!”. Según Tim va describiendo la imagen,
el público ríe. Termina la anécdota, diciendo con un humor mordaz que algu-
nas personas son bebedores de bar y otros de casa. Él se convirtió en un “bebe-
dor de lámpara”.

De nuevo el público se ríe de la escena. Pero también se identifican con la


desesperación de necesitar la bebida que subyace toda la historia. Nadie que
tiene la opción de beber o no beber se encontraría en esta posición. Si no fuera
por la distancia y la habilidad de autogestión obtenida por Tim, la desespera-
ción y la tragedia de este personaje bufonesco que ha sido pesaría más que el
humor.
Weiss y Sampson (1986) mencionan el alivio y la sensación liberadora que
llega cuando, después de la incertidumbre, aparece la seguridad. Denominan
esta situación “llorar con un final feliz”. También se da la risa con un final feliz,
cuando el peligro queda atrás y aparece la seguridad. Para los alcohólicos, el
tiempo y el cambio en el proceso de recuperación ofrece el alivio.
Seguir los doces pasos de A.A. ayuda a obtener la distancia y la auto-gestión
que permite a las personas relajar su vigilancia y sentirse seguros. Los miem-
bros de A.A. en vías de recuperación aceptan su falta de control sobre el alco-
hol y piden ayuda, desafiando de esta manera sus defensas de omnipotencia,
grandeza y autosuficiencia. Reconocen las distorsiones en la historia que solían
contar sobre su pasado, que eran necesarias para seguir negando su falta de
control. Mediante una auto-reflexión y una contabilidad continua y honesta,
construyen un sentido del propio ser menos dividido y más sano. Decir la ver-
dad testificando en las reuniones y “pidiendo perdón” a los demás solidifica la
nueva identidad y previene un retorno al viejo modo de pensar y comportarse.
Como en el proceso psicoterapéutico, seguir los pasos desafía las defensas pato-
lógicas y las reemplaza con modos de pensar y comportarse más maduros, de
un nivel superior.

PAREJAS E HIJOS ADULTOS DE LOS ALCOHÓLICOS

En este capítulo hemos explorado la relación entre la recuperación del alco-


holismo (o adicción), el programa de los 12 pasos y el humor. ¿Y qué hay de
aquellas personas que se están recuperando de sus relaciones y experiencias
con los adictos? ¿Qué hay de las parejas de alcohólicos que pertenecen a Al-

212 MAIOR
El humor y el proceso de recuperación en 12 pasos

Anon o aquellos que ahora se identifica como Hijos de Alcohólicos (Children of


Alcoholics o ACOAs en inglés: Black, 1981; Brown, 1988)?
La pareja de la persona alcohólica a menudo se convierte en el blanco del
humor de este último. Llegado a un cierto punto en su recuperación, el alcohó-
lico o alcohólica puede sorprenderse en broma del hecho que su pareja era un/a
quejica pesado/a por no aceptar su adicción a la bebida. Los alcohólicos se ríen
de sí mismos haciéndose los escandalizados por la intolerancia de la otra per-
sona hacia su comportamiento descontrolado. Los alcohólicos pueden también
ridiculizar Al-Anon (1984) por interferir con su consumo del alcohol. A sus
parejas, esto puede hacerles gracia o no. Para muchas personas, reabre dema-
siadas heridas.
En nuestra investigación con las familias alcohólicas en vías de recuperación
(Brown y Lewis, 1995), descubrimos que las parejas en las que ambas personas
consideran que están “en un proceso de recuperación” a menudo empleaban el
humor para ayudarles a procesar el pasado. Si ambos tenían una narración
individual, podían volver la vista atrás y reflexionar sobre lo que hacían juntos
durante el consumo del alcohol. La experiencia de compartir responsabilidades
respecto al pasado, y el hecho de identificarse como agentes activos durante
todo el proceso, fortalece los lazos entre ambas personas y facilita el humor
compartido. En nuestro estudio, a aquellas personas que seguían viéndose
como víctimas del alcoholismo de sus parejas les costaba más encontrar el lado
cómico de su pasado. En algunos casos, los compañeros del alcohólico seguían
guardando resentimientos sobre el pasado y no conseguían recuperarse del
suyo. Básicamente, no conseguían la suficiente distancia, habilidad de auto-
gestión y desarrollo de defensas superiores que son las condiciones esenciales
para el humor.
En los últimos años, el papel del compañero en mantener la adicción y
la relación enferma se ha venido a llamar “codependencia” (Brown, 1988;
Wegsheider, 1981). La codependencia al inicio se refería a un concepto útil que
identificaba la patología en las relaciones. Sin embargo, con el tiempo se con-
virtió en una construcción social más amplia. La gente comenzó a aplicar su
interpretación del papel sumiso y reactivo descrito por la codependencia a
incontables situaciones y relaciones. En cuanto la codependencia se convirtió
en un concepto cultural extendido, surgió una reacción contraria a través del
humor.
Una viñeta muy conocida de Jerry Amerongen sobre este tema mostraba a
dos mujeres mayores y obesas que se contaban sus listas respectivas de rasgos
codependientes, con un cóctel en la mano.

MAIOR 213
El humor y el bienestar en las intervenciones clínicas

Una mujer dice: “Perfeccionista, con tendencias a dudar mi misma”. La otra respon-
de: “Sistema familiar basado en la vergüenza, y tremendamente codependiente”. El
texto debajo de la viñeta dice: “¿Recuerdas aquellos días en que bastaba con conocer
tu signo astrológico?”.

No existe una literatura sobre el humor en relación al grupo, recientemente


identificado, de los ACOAs, y por lo tanto debemos basarnos en la teoría y los
datos clínicos. Estos sugieren (Brown, 1988, 1991, 1992) que existen diferencias
importantes entre los alcohólicos y sus hijos.
Aquello que resulta absolutamente hilarante para un grupo de alcohólicos
en vías de recuperación puede seguir siendo trágico para sus hijos, tanto jóve-
nes como mayores. La misma lógica distorsionada y las defensas primitivas que
ahora resultan cómicas para los alcohólicos en vías de recuperación pueden for-
mar parte del la experiencia del desarrollo “normal” de sus hijos. Los padres
alcohólicos normalmente exhiben percepciones y razonamientos distorsiona-
dos, además de conclusiones ilógicas. Los hijos deben ajustarse a estas mismas
distorsiones y defensas para mantener sus lazos emocionales. Al mismo tiem-
po, deben imitar e identificarse con esta patología activamente para poder
sobrevivir.
Puede que el humor en la recuperación se relacione directamente con la
identificación de los individuos con el papel dominante en la adicción. En otras
palabras, el individuo posee la identificación de ser el alcohólico o toxicómano,
la persona responsable del pensamiento o comportamiento disfuncional. Este
individuo consigue la distancia y la sensación de auto-gestión aceptando su res-
ponsabilidad sobre el comportamiento, incluido el daño que hizo a los demás,
y a partir de ahí cambiando. El compañero o compañera puede a veces también
aceptar la responsabilidad por participar, unirse y colaborar con el alcohólico
para crear y mantener un sistema de pareja alcohólica. Puede también encon-
trar el lado cómico de la situación con distancia y la sensación de auto-gestión,
al separarse de la patología. Pero ver los aspectos graciosos del alcoholismo es
difícil para el compañero o compañera de la persona alcohólica. A menudo
debe pasar mucho tiempo hasta que el compañero o compañera pueda recono-
cer su participación y desprenderse del resentimiento y enfado hacia su pareja
alcohólica. Hasta que esto suceda, el humor puede estar presente, pero quizás
con una nota de sarcasmo y hostilidad.
Los hijos de los alcohólicos normalmente se convierten en aprendices pasi-
vos y víctimas de la patología alcohólica exhibida por uno o ambos progenito-
res, y no pueden sino reaccionar ante ella. Deben unirse a la identificación con

214 MAIOR
El humor y el proceso de recuperación en 12 pasos

la patología y/o defenderse de esta identificación. Es difícil encontrar el humor


en la propia participación reactiva (voluntaria o involuntaria) en la dinámica
familiar del alcoholismo, especialmente en el trastorno mental patológico nece-
sario para mantener los lazos afectivos (Brown, 1988). Al reconocer la realidad,
los ACOAs deben reconocer su impotencia, que suele ser fuente de miedo y
dolor. Sin embargo, con la distancia y un cierto grado de gestión sobre su capa-
cidad de desapegarse de la patología de los demás, los ACOAs pueden ver el
humor en situaciones que antes resultaban amenazantes y finalmente pueden
reírse de sí mismos. Una ACOA contó la siguiente historia en una sesión de
terapia de grupo:

Durante la entrevista, mi futuro jefe me dijo que en esta compañía, si una persona
tenía un problema, todos tenían un problema. Me reí para mis adentros, contenien-
do mis ganas de saltar y decir “¡Perfecto! ¡Soy vuestra chica ideal!”.

Los ACOAs en esta terapia de grupo se rieron de buena gana. Pero las otras
personas que oyeron esta historia no captaron la broma. Sólo vieron en ella la
ética del trabajo en equipo, en vez de la aceptación inadecuada de responsabi-
lidad hacia todos y hacia todo lo que oían los ACOAs.
Aunque los niños pequeños de los alcohólicos a menudo no se ven como
agentes o iniciadores, pueden creer irónicamente que son responsables de toda
la devastación. Para evitar la depresión, suelen desarrollar una creencia defen-
siva en su propio poder y omnipotencia: Ellos causaron todos estos problemas,
y por lo tanto también podrán arreglarlos (Brown, Beletsis y Cermak, 1989). Un
chiste de mucho éxito entre los ACOAs describía perfectamente este sentido
abrumador de responsabilidad hacia los demás: “Cuando un ACOA se está
muriendo, pasa delante de sus ojos toda la vida de otra persona”.
El tratamiento esencial para un ACOA consiste a menudo en desenmarañar
el comportamiento, las creencias y los sentimientos ligados a mantener los lazos
patológicos citados anteriormente. Cuando los ACOAs reconocen la realidad
de la impotencia que experimentaron cuando eran niños, es normal que sientan
una gran pérdida y se depriman en vez de obtener un sentido de mayor gestión
sobre su situación (Brown, 1988, 1992, 1995).
Los participantes en los programas de los 12 pasos y en la psicoterapia pue-
den aumentar su desapego y el desarrollo de defensas superiores que fomen-
tan la distancia. Compartir las experiencias de vivir con padres alcohólicos
puede facilitar la apreciación del humor y permitir la obtención de una fortale-
za mayor a través de ello. Sin embargo, el humor puede también reforzar las
defensas contra la experiencia de dolor aun más profundo.

MAIOR 215
El humor y el bienestar en las intervenciones clínicas

En un grupo de ACOA, los miembros permanecieron en un estado de silencio


horrorizado mientras que Jake recordaba los detalles de su vida familiar durante
las vacaciones de su infancia. Al describir este caos, la pistola que no debía estar
cargada, pero sí lo estaba, y su reconocimiento en la niñez de que las personas de
su vida estaban borrachas y eran peligrosas, Jake se rió. Aunque nadie más se
reía, Jake contaba que estos sucesos eran tan descontrolados y absurdos que tenía
que describirlos de manera cómica para poder obtener algo de distancia.
Los ACOAs también comentan que es más difícil para ellos superar sus sen-
timientos de vergüenza y humillación como niños víctimas –por “lo que se me
hizo”– que lo es para sus padres en vías de recuperación. Los padres pueden
tratar sus sentimientos de vergüenza una y otra vez contando la historia de “lo
que creía y lo que hacía” –como autor en vez de víctima– desde un punto de
vista de distancia y control. Para el ACOA, a menudo es muy difícil distinguir
entre la responsabilidad real y la responsabilidad inadecuada relacionada con
el mantenimiento de los lazos afectivos.
Según aprendemos más sobre los ACOA y el proceso de recuperación de los
12 pasos en las familias, sin duda aprenderemos también más sobre el humor
de los ACOA.

RESUMEN

En este capítulo, hemos explorado la relación entre el humor y el alcoholis-


mo y la participación en A.A., subrayando que las condiciones necesarias del
humor –la distancia, la capacidad de gestionar la adicción, y el desarrollo de
defensas superiores– son fundamentales para el proceso de los 12 pasos. Estas
condiciones se vuelven cada vez más presentes con el paso del tiempo y la esta-
bilización que trae el proceso recuperativo. Sin embargo, es preciso tener
mucho cuidado a la hora de emplear el humor en el entorno clínico, porque la
falta de la experiencia compartida (si el terapeuta no es un alcohólico en vías de
recuperación) puede amenazar e inhibir al paciente.
Finalmente, hemos explorado también el uso del humor al trabajar con los
compañeros e hijos adultos de los alcohólicos. Aunque existe poca o ninguna
investigación sobre este tema, creemos que puede ser más difícil para los ACOAs
apreciar el humor de su situación cuando ésta escapa a su control o responsa-
bilidad. En cualquier caso, los elementos de distancia, gestión de la propia situa-
ción y defensas superiores que el humor requiere son fundamentales y pueden
finalmente facilitar la perspectiva cómica del ACOA en relación a sus experien-
cias con los padres alcohólicos.

216 MAIOR
El humor y el proceso de recuperación en 12 pasos

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El humor y el bienestar en las intervenciones clínicas

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218 MAIOR
El humor del superviviente:
el papel del humor al enfrentarse
las personas con los desastres
Sandra E. Ritz

8
¿Ha pensado alguna vez en reírse durante una catástrofe? Sandra Ritz no sólo ha observa-
do la risa durante las catástrofes, sino que ha animado y asistido a los supervivientes de los
desastres a seguir haciéndolo. En este capítulo, la Dra. Ritz se enfrenta con un tema que
hasta ahora prácticamente no se había estudiado: la relevancia del humor en las intervencio-
nes con supervivientes de las catástrofes que experimentan condiciones muy duras a nivel
psicológico y físico.

PERSPECTIVA TEÓRICA

El fénix, un símbolo del renacimiento espiritual, puede a veces reírse al sur-


gir de las cenizas. Este capítulo examina la risa que surge de los escombros –el
fenómeno del humor del superviviente en las situaciones catastróficas. Los pri-
sioneros de guerra, los rehenes y otros supervivientes de los desastres causados
por la acción humana cuentan que el humor les ayudó a afrontar sus situacio-
nes y les proporcionó esperanza en los momentos de desesperación. Este hecho
inspiró mi exploración del significado del humor entre los supervivientes de las
grandes catástrofes naturales en los Estados Unidos. También me interesaba el
significado del humor para aquellos que trabajan con los supervivientes de los
desastres, para ayudarles a recuperarse del trauma.
A menudo los profesionales de la salud mental de una comunidad afectada
deben prestar sus servicios durante el caos de una gran catástrofe. Los servicios
de salud mental enfocados al desastre deben adaptarse rápidamente a una
población que trata de afrontar la vida en un entorno físico y social desbarata-
do. La mayoría de los supervivientes son personas normales que funcionaban
bien antes del desastre y que son capaces de volver a hacerlo, con algo de asis-
tencia, orientación y apoyo temporal (Weaver, 1995). La mayoría poseen una

MAIOR 219
El humor y el bienestar en las intervenciones clínicas

gama normal de las respuestas emocionales y conductuales que pueden espe-


rarse en un desastre, y que suelen producirse en cuatro fases: (1) heroica; (2)
luna de miel; (3) desilusión; (4) reconstrucción. Los programas de formación
sobre trabajos de apoyo a los damnificados ofrecen una orientación estándar
sobre las cuatro fases, pero apenas o nunca se mencionan las respuestas humo-
rísticas más frecuentes.

Historia de los servicios de salud mental para los desastres en los


Estados Unidos

Los profesionales de la salud que inesperadamente se encontraron en medio


de desastres caóticos proporcionaron las observaciones clínicas que permitie-
ron desarrollar las primeras teorías sobre la salud mental en las catástrofes. El
informe de Lindeman (1944) sobre el fuego de 1943 en la discoteca Coconut
Grove de Boston, en la que perecieron casi 500 personas, fue uno de los prime-
ros estudios de la salud mental en los desastres. Lindeman documentó sínto-
mas y patrones de conducta parecidos entre las víctimas, proporcionando un
cuadro general de las reacciones de dolor emocional agudo en una situación
catastrófica. Los psiquiatras Friedman y Linn (1957) viajaban en el barco de cru-
cero que rescató a los supervivientes del hundimiento en 1956 del Andrea Doria.
Describieron lo que denominaron el “síndrome del desastre”, una combinación
de fases de shock, sugestionabilidad y recuperación.
Cuando la presa de una compañía minera de Buffalo Creek reventó en West
Virginia en 1972, perecieron 125 personas, tuvieron que desalojarse 4000 otras
personas y se estimuló la investigación de la salud mental en situaciones desas-
trosas. Titchener, Kapp y Winget (1976) identificaron tres niveles de reacción en
las víctimas de Buffalo Creek, incluidas una reacción aguda, depresión y senti-
mientos de culpabilidad por haber sobrevivido. Lifton y Olson (1976) identifi-
caron diversos elementos del síndrome del superviviente en Buffalo Creek.
Erikson (1976) describió tanto el trauma individual como el colectivo que se
produjeron juntos y de manera continuada en Buffalo Creek. Esta descripción
llevó a los servicios de salud mental de los desastres a reconocer que ambos
tipos de trauma deben de considerarse a la hora de atender las necesidades de
una comunidad afectada (Myers, 1994).
Con el Disaster Relief Act de 1974 se reconocieron por primera vez las nece-
sidades de la salud mental para las grandes catástrofes en los Estados Unidos.
En 1988 se revisó y se cambió de nombre: el Robert T. Stafford Disaster Relief
and Emergency Assistance Act. Daba un mandato al gobierno federal para ofre-

220 MAIOR
El humor del superviviente

cer asistencia a los gobiernos estatales y locales en sus responsabilidades de ali-


viar el sufrimiento y los daños que pudieran resultar de los desastres. Cuando
el Presidente de los Estados Unidos declara un estado catastrófico, se autoriza
la provisión de formación en salud mental de los desastres a los trabajadores y
servicios de salud mental en la zona afectada para que puedan asistir mejor a
las víctimas y trabajadores.
La Agencia de Servicios de Salud Mental y de Abuso de Sustancias (SAMH-
SA en inglés) es el principal servicio de la Agencia de Salud Pública de los EE.UU.
(USPHS) responsable de ofrecer servicios de salud mental durante una catástro-
fe de gran envergadura (FEMA, 1992). El programa de terapia de crisis para los
supervivientes y trabajadores de un desastre fue desarrollado por la Agencia
Federal para la Gestión de Emergencias (FEMA) y el Centro para los Servicios de
Salud Mental (CMHS, que es una división de SAMHSA) para ofrecer asistencia
rápida y evitar problemas a largo plazo en relación a diversos trastornos emo-
cionales y mentales que una catástrofe puede producir (Myers, 1994). Se diseña-
ron los programas de terapia de crisis en los grandes desastres declarados a nivel
presidencial para complementar los recursos y servicios disponibles en los
gobiernos estatales y locales. Sólo se designan fondos para ellos si los programas
de la agencia ya existentes no pueden cubrir los gastos de estos servicios.
Existen dos agencias principales de apoyo al SAMHSA durante una catástro-
fe, que son la Cruz Roja Americana (ARC), que proporciona orientación de
apoyo y formación de los trabajadores, y los Centros de Control y Prevención de
Enfermedades (CDC), que se ocupan de la información sobre la salud pública, el
seguimiento de la salud y la seguridad y salud de los trabajadores. El ARC ahora
ofrece programas de formación a nivel nacional sobre los Servicios de Salud
Mental en los Desastres a los profesionales de la salud mental cualificados.
En 1996 el Congreso de los Estados Unidos aprobó el Aviation Disaster
Family Assistance Act para cubrir las necesidades específicas de las víctimas de
los siniestros de aviación y sus familias. El Consejo Nacional de la Seguridad en
los Transportes (NTSB) de los Estados Unidos es la agencia coordinadora y el
ARC debe proporcionar la primera respuesta en temas de salud mental en los
siniestros aéreos (NTSB, 1997).
Un tema recurrente en los programas de formación sobre la orientación en
los desastres es que la mayoría de los problemas y de la sintomatología post-
desastre son reacciones “normales” de personas “normales” en situaciones
“anormales”. La formación en salud mental tradicional no se ocupa de muchos
aspectos típicos de las poblaciones afectadas por una catástrofe (FEMA, 1988).
Los profesionales de la salud mental deben adoptar nuevos procedimientos y

MAIOR 221
El humor y el bienestar en las intervenciones clínicas

métodos para proporcionar un servicio altamente especializado durante un


desastre. Es fundamental el acercamiento a la comunidad, y esto puede signifi-
car mezclarse con los supervivientes en los albergues, DACs (centros de asis-
tencia en los desastres), comedores y entre los escombros en los barrios devas-
tados. Myers (1994), un experto de la salud mental en los desastres y uno de los
participantes en el desarrollo del programa federal de orientación en las catás-
trofes, subraya que “la clave del impacto eficaz es la habilidad del trabajador de
salud mental para establecer una relación y proporcionar intervenciones tera-
péuticas en un contexto informal y social en el que no existe un ‘contrato’ psi-
coterapéutico”.

¿Qué es un desastre?

Un desastre de gran envergadura es un suceso que produce daños severos y


a gran escala, de tal magnitud que los recursos disponibles resultan insuficien-
tes y debe recurrirse a una movilización rápida de recursos desde el exterior de
la comunidad afectada. Un desastre natural importante es el resultado de cual-
quier catástrofe natural, como un huracán o terremoto. Otro tipo de desastre es
el tecnológico o causado por la acción humana, como una bomba terrorista, un
choque aéreo o una guerra.
El ajuste psicológico a un desastre es un proceso complejo que se desarrolla
a lo largo del tiempo y que se ve afectado por factores individuales y del entor-
no (Sattler y Freedy, 1995). En contradicción con el mito, no son predominantes
ni el trastorno de estrés post-traumático (PTSD) ni las reacciones patológicas de
dolor emocional (Myers, 1994). En un meta-análisis de los estudios controlados
de desastres, se encontró un aumento del 17 por ciento en la preponderancia de
psicopatologías después de un desastre (Rubonis y Bickman, 1991). Si se vuel-
ven a establecer las condiciones que precedieron al desastre, la mayoría de los
síntomas psicológicos negativos suelen disiparse después de un período que
varía entre los dieciocho y los veinticuatro meses (Cook y Bickman, 1990;
Freedy, Kilpatrick y Resnick, 1993).
La mayoría de los supervivientes de un desastre no acudirán a los servicios
de salud mental tradicionales. Normalmente, lo que quieren es información pre-
cisa y actualizada para ayudarles a acceder a los recursos y a enfrentarse con la
situación catastrófica. El tipo de asistencia en materia de salud mental que tien-
de a ser óptima para esta población es de carácter práctico, emplea métodos no
tradicionales desde un enfoque de acercamiento activo y se ajusta de manera
específica a las necesidades y la cultura de la comunidad afectada (Myers, 1994).

222 MAIOR
El humor del superviviente

Los problemas graves de salud mental que pueden surgir y permanecer des-
pués de un desastre en un pequeño número de supervivientes incluyen la
PTSD, el abuso de las sustancias y la depresión clínica (Freedy el al., 1994;
Green et al., 1990; Rubonis y Bickman, 1991; Sattler y Freedy, 1995). Algunos tra-
bajadores de los desastres opinan que las catástrofes causadas por la acción
humana pueden provocar una agitación psicológica mayor que las catástrofes
naturales. Sin embargo, aun no se ha determinado cuales son los elementos pre-
cisos de los desastres que provocan este aumento de psicopatología (Rubonis y
Bickman, 1991). Las variables de la crisis que afectan al trauma individual,
como la gravedad de la amenaza, el terror o el horror experimentado durante
el impacto del desastre, pueden afectar al ajuste psicológico. La mayoría de los
supervivientes de una catástrofe se enfrentan a una serie de adversidades en el
período posterior al suceso que puede afectar la adaptación psicológica a largo
plazo. Algunos ejemplos de tales adversidades son la falta de provisiones, la
disrupción de las rutinas habituales y otros problemas similares típicos de una
situación catastrófica.
Los factores individuales que suelen asociarse con un riesgo mayor de pro-
blemas de adaptación incluyen: un nivel de ingresos reducido, una edad muy
avanzada, un historial de haber sufrido crímenes violentos, problemas de salud
mental anteriores, emociones iniciales muy intensas en reacción al desastre,
amenazas percibidas de heridas graves o muerte de la propia persona o de la
familia, una mayor incidencia de eventos estresantes posteriores al desastre,
una falta de recursos importantes en el entorno posterior al desastre (por ejem-
plo, estabilidad familiar, empleo, apoyo social) y comportamiento de afronta-
miento negativo (por ejemplo, el abuso del alcohol) (Freedy y Kilpatrick, 1994;
Sattler y Freedy, 1995).
Los estudios actuales sobre la psicología de los desastres se centran princi-
palmente en las respuestas y adaptación patológicas. Se han estudiado poco las
respuestas de adaptación positivas que pueden producirse (Joseph, Williams y
Yule, 1993).
El comportamiento pro-social es predominante después de un desastre
natural y facilita la cohesión social entre los supervivientes (Freedy y Kilpatrick,
1994; Quarentelli, 1982; Warheit, 1988). Quarentelli (1985) apuntó que algunos
“de hecho han defendido las consecuencias positivas de los desastres” y que es
el “segundo desastre” que provoca la escasez o retraso de los esfuerzos de asis-
tencia post-impacto que pueden contribuir de manera significativa a producir
efectos negativos para los supervivientes (pag.196). Quarentelli (1982) sugirió

MAIOR 223
El humor y el bienestar en las intervenciones clínicas

que los supervivientes individuales pueden no sufrir consecuencias negativas


para su salud mental si la respuesta de la comunidad se organiza para cubrir
sus necesidades.
El desastre de la inundación de Buffalo Creek dañó los lazos que unían a los
individuos dentro de la comunidad, provocando una pérdida del sentido
comunitario (Erikson, 1976). El trauma de estas personas empeoró al imple-
mentarse un programa de realojamientos forzosos, que provocó una pérdida
permanente de lazos sociales y relaciones de comunidad. Las intervenciones de
salud mental que ayudan a reestablecer lazos entre los individuos y los grupos,
como el acercamiento, los grupos de apoyo, las organizaciones comunales y la
defensa de las personas, son fundamentales para ayudar a curar un trauma
colectivo como el de la inundación de Buffalo Creek (Myers, 1994).
Las respuestas emocionales observadas en los supervivientes al sufrir el
estrés de una catástrofe surgen de los problemas cotidianos creados por el suce-
so devastador. Por lo tanto, la asistencia en materia de salud mental durante los
desastres debe ser más “práctica” que “psicológica” en su enfoque (Myers,
1994). Para ser eficaz, el personal de la salud mental debe dejar a un lado los
métodos tradicionales y emplear un enfoque de acercamiento activo para asis-
tir a los supervivientes a encontrar información y recursos, resolver problemas,
normalizar sentimientos, tomar decisiones, acceder a los recursos personales y
apoyar los mecanismos de afrontamiento normales.

Las cuatro fases emocionales del desastre

Faberow y Frederick (1978) identificaron cuatro fases emocionales que los


supervivientes experimentan tras una catástrofe. Estas fases incluyen también
respuestas de comportamiento que ahora se integran en las clases de formación
para los desastres que se imparten en Estados Unidos para trabajadores y
supervivientes (American Red Cross, 1995; Myers, 1994). Los trabajadores reci-
ben una formación para reconocer las distintas fases y las distintas respuestas
de cada fase, pero no reciben información específica sobre las respuestas humo-
rísticas. Como ya se ha mencionado anteriormente, las cuatro fases, que en
parte se solapan, son la heroica, la luna de miel, la desilusión y la reconstruc-
ción (ver Tabla 8.1).
La “fase heroica” coincide con el momento del impacto y dura un período
variable que puede llegar a extenderse hasta aproximadamente una semana
después del desastre. Los sentimientos son fuertes y directos, siendo la tensión
y el miedo dominantes durante el período del impacto. El altruismo es pre-

224 MAIOR
El humor del superviviente

ponderante y las personas actúan de manera heroica para ayudar a salvar las
vidas y propiedad propias y ajenas. Las distorsiones en la percepción son habi-
tuales y pueden verse afectadas las capacidades cognitivas.
La “fase de luna de miel” se desarrolla a partir de la primera semana apro-
ximadamente, hasta unos dos o cuatro meses después del suceso. Se trata de un
estado de optimismo sobre la recuperación. Existe un sentimiento fuerte de
haber compartido una experiencia catastrófica y haber sobrevivido. La agita-
ción inicial del rescate ya ha terminado y comienza el período de la “limpieza”.
Los supervivientes conocen los hechos, pero el significado de las pérdidas aun
no se ha hecho sentir. Aparece un espíritu de comunidad robusto, en el que las
personas se esfuerzan por ayudarse los unos a los otros. Existe una apoyo ofi-
cial y un nivel alto de expectativas con relación a los seguros y el gobierno. Los
supervivientes buscan la información activamente, pero aun no quieren hablar
de sus sentimientos.
Según los estudios, la “fase de la desilusión” suele producirse desde los dos
meses hasta el primer o segundo año después del evento. Algunos expertos en
los desastres creen que esta fase puede comenzar mucho antes, a veces tan
pronto como a los cuatro días después del desastre (Myers, 1994). Durante esta
fase, pueden producirse sentimientos como el pesimismo, el enfado, la amar-
gura, el resentimiento y la desilusión. La novedad de la vida en condiciones de
hacinamiento se marchita. La pena se instala en las personas. Los supervivien-
tes deben realizar listas de sus pérdidas para los representantes del gobierno y
de las compañías aseguradoras. Las personas se encuentran con el “segundo
desastre” de la burocracia, los papeleos, las colas y los retrasos. Surgen conflic-
tos sobre el reparto de culpas y recursos. Los supervivientes pueden sentirse
ahora como víctimas. Pueden sufrir cansancio, irritabilidad, temor y ansiedad.
Algunos experimentan sentimientos de vulnerabilidad, incompetencia y com-
plejos de culpabilidad por haber sobrevivido. Los miembros de una familia
pueden sufrir estrés, problemas de salud e insomnio. La euforia de haber sobre-
vivido ha ido desapareciendo y los síntomas del estrés post-traumático pueden
comenzar a notarse. Muchas agencias externas comienzan a abandonar el lugar
en esta fase y algunos grupos de la comunidad pueden debilitarse. Existe un
sentido general de pérdida de comunidad. Los supervivientes se centran en la
reconstrucción de sus propias vidas y en resolver sus propios problemas. Se
encuentran inundados con el papeleo y muchos experimentan una “sobrecarga
de información”. Algunos individuos pueden ahora abrirse más a la comuni-
cación sobre sus sentimientos, si creen que su interlocutor les entenderá y está
dispuesto a escuchar.

MAIOR 225
El humor y el bienestar en las intervenciones clínicas

Tabla 8.1
Humor del superviviente, en los supervivientes y trabajadores
de un desastre, según sus distintas fases

Supervivientes del desastre Trabajadores del desastre


Fase heróica: Fase de alarma:
Emociones fuertes y directas. Humor bravucón, humor negro.
Momentos de humor espontáneo para
reducir la tensión y superar el miedo. Fase de movilización:
Desastre con un impacto lento: momentos Movimiento hacia la acción.
de humor durante la preparación para Humor de camaradería.
reducir la tensión.
Desastre con un impacto repentino: pocas
bromas o ninguna.
Fase de luna de miel: Fase de acción:
Casi todo el humor que aparece en los Nivel alto de actividad y estrés.
medios de comunicación pertenece a Humor negro para afrontar la situación.
esta fase. Humor negativo y cínico.
Humor positivo y optimista.
Minimiza la seriedad del evento.

Fase de desilusión: Fase de acción-recuperación:


Humor de “ellos contra nosotros” Se desarrollan relaciones de bromas
(que ataca a cualquiera que no es mutuas entre los trabajadores.
parte del grupo de los supervivientes). Humor para afrontar el contacto
Humor un tanto amargo. permanente con las historias de pérdidas,
Humor negativo y hostil. dolor e ira de los supervivientes.
Las bromas y las risas de las personas Bromas y risas privadas entre el personal
externas (trabajadores) no se aprecia y que han creado lazos afectivos.
puede malinterpretarse fácilmente.
Fase de reconstrucción: Fase de desilusión:
El humor refleja la vuelta al sentido de la Transición desde la escena del desastre
comunidad a casa.
Reconoce los miedos, las metas, los Las personas que no experimentaron
problemas y los cambios colectivos. el desastre pueden malinterpretar los
chistes “de mal gusto” o cínicos sobre
la experiencia.

La “fase de reconstrucción” se desarrolla lentamente a partir de los seis o


nueve meses hasta varios años después del desastre. Se trata de una fase larga
y difícil. Los supervivientes a menudo comentan que no se imaginaban cuánto

226 MAIOR
El humor del superviviente

tardarían en reconstruir sus vidas. Éste es el período de la reconstrucción y la


recuperación, en la que los supervivientes progresivamente van aceptando su
responsabilidad para resolver sus propios problemas. Los supervivientes se
reconstruyen a nivel físico, financiero, emocional y espiritual. La creación de
nuevos edificios y el desarrollo de nuevos proyectos reafirman la creencia de
los supervivientes en su comunidad. Si se retrasa la reconstrucción, los proble-
mas emocionales pueden ser graves e intensos, porque el tejido de la vida social
de los supervivientes se ha roto en pedazos. Muchos viven en lugares nuevos y
no pueden mantener las viejas relaciones. Los grupos con una inversión a largo
plazo en la comunidad se convierten en elementos clave del proceso de recons-
trucción. Ciertas ocasiones rituales y fiestas se convierten en recuerdos difíciles
de lo que una vez había sido todo aquello. Las celebraciones y los ritos de ani-
versario son importantes para procesar el desastre. El primer aniversario de la
catástrofe a menudo es un hito en la transición entre el sentirse víctima impo-
tente y obtener el estatus de superviviente orgulloso.
Ser consciente de la fase emocional de cada superviviente puede influir en
la intervención y mejorarla, porque es importante respetar los momentos en los
que una persona puede no querer hablar de ciertas cosas. Por ejemplo, duran-
te las fases heroica y de luna de miel, las personas que no perdieron a sus seres
queridos durante la catástrofe pueden sentirse optimistas y normalmente no
quieren hablar de sus sentimientos. Sin embargo, los supervivientes a menudo
necesitan oportunidades para expresar sus sentimientos y frustraciones duran-
te la fase de desilusión, y pueden enojarse si se les pide que piensen en “las
cosas buenas” que han surgido del desastre (Myers, 1994).
Las diferencias en el tipo, el lugar y la población afectada de una catástrofe
pueden influir en las respuestas emocionales asociadas con cada fase del pro-
ceso. Por ejemplo, por el efecto de los temblores secundarios, las primeras dos
fases se repiten y duran más en el caso de los terremotos que en el caso de los
huracanes (Aptekar, 1990). La variabilidad en la extensión de las reivindicacio-
nes y la acción política en cada comunidad puede afectar a las fases tres y cua-
tro.

TÉCNICA

En esta sección se introducen el concepto y los ejemplos del humor del


superviviente. Presentaré los resultados más importantes de mi investigación
del humor entre los supervivientes del Huracán Iniki en la isla hawaiana de
Kauai. Propondré una guía preliminar sobre las respuestas de humor de super-

MAIOR 227
El humor y el bienestar en las intervenciones clínicas

vivencia específicas a cada fase de una catástrofe natural de gran envergadura.


Discutiré las implicaciones para los servicios de salud mental relevantes, y
especialmente en relación a los desastres naturales. Este capítulo concluye con
una discusión de los factores que pueden fomentar el humor del superviviente
en las situaciones catastróficas.

El humor del superviviente

El humor del superviviente es un estilo de humor producido activamente


por los damnificados y los trabajadores de los desastres y que depende del
hecho de “haber estado ahí”. Es un mecanismo de afrontamiento y esperanza
que se ríe con y no de los supervivientes. Esta respuesta de adaptación positi-
va al desastre se ríe de la situación, alivia el estrés, sube los ánimos y sirve de
válvula de escape para descargar agresiones y tensiones. Se trata de un arma
psicológica que sirve para exhibir la autonomía y la fortaleza, mantener la
dignidad y proporcionar un método aceptable de comunicarse y resolver los
conflictos. Aunque el humor del superviviente no cambia los hechos del
desastre, es un mecanismo de supervivencia que ayuda a recontextualizar la
perspectiva del superviviente y a impulsar su adaptación positiva al cambio
forzoso.
El humor generado por los supervivientes de una catástrofe a menudo se
refiere a las circunstancias compartidas de la situación. Los “chistes de desas-
tres”, por el contrario, contienen humor “asqueroso” que ridiculiza a las vícti-
mas de una tragedia y que generan las personas externas al hecho (Dundes,
1987, pág. VIII). Los chistes de desastres se ríen de los supervivientes y funcio-
nan como un medio de catarsis para los temores y ansiedades de las personas
externas no afectadas directamente por la catástrofe. Sólo aquellos con una dis-
tancia física, emocional o temporal que les separa del desastre pueden apreciar
el humor en estos chistes (Sultanoff, 1995). Los supervivientes a menudo con-
sideran los chistes de desastres que se refieren a ellos hostiles, humillantes e
insensibles a su situación. En contraste, el humor del superviviente que el
mismo grupo de damnificados genera se ríe de su situación y sus percepciones
compartidas, eleva los ánimos del grupo y fortalece los lazos sociales.
Cuando el humor del superviviente lo generan activamente los damnifica-
dos de los desastres de gran envergadura, a menudo se centra en los aspectos
absurdos de la adversidad. Puede ayudar a los supervivientes a afrontar las
amenazas y miedos que experimentan en vez de rendirse ante ellos. Bromear a
tiempo permite a los supervivientes neutralizar el horror del trauma e incluso

228 MAIOR
El humor del superviviente

les permite superarlo (Ziv, 1984). La amarga realidad de la devastación no puede


cambiarse. Sin embargo, lo que si puede alterarse es la actitud de la persona
hacia ella. La risa e incluso los comentarios obscenos ocasionales pueden res-
ponder a la necesidad del superviviente de disimular la vergüenza y la humi-
llación, aunque los observadores externos pueden no encontrar que estos com-
portamientos sean graciosos (Obrdlik, 1942; Ziv, 1984).
Un punto de vista cómico puede aliviar la tensión y fomentar la flexibilidad
y la creatividad mientras que la persona aprende a adaptarse a los cambios for-
zosos (Koestler, 1969; Rodning, 1988). El humor que se emplea como mecanis-
mo de afrontamiento puede proporcionar una sensación de control sobre la
muerte, la desesperación o sobre cualquier otro tema que provoca el miedo y se
encuentra fuera del control de la persona (Ziv, 1984). Las prácticas espontáneas
de los supervivientes de los desastres de bromear, decir tonterías, hacer señales
divertidas o incluso comentarios cínicos son un método de afrontar el estrés
abrumador y continuado de la recuperación, y a la vez de ayudar a mantener
vivas las esperanzas en la comunidad afectada.
Compartir juntos la risa es una manera de crear lazos sociales fuertes. El
humor en general contribuye a la cohesión grupal, el ánimo del grupo y la pre-
servación de la estructura social (Coser, 1960; Kane, Suls y Tedeschi, 1977;
Robinson, 1991). En relación a la comunidad, el humor del superviviente puede
ayudar a redirigir la perspectiva para convertir los sufrimientos en motivo de
solidaridad. Del mismo modo que una familia atrapada en una tragedia priva-
da puede necesitar el humor para el cuidado individual, fomentar el humor del
superviviente en un cataclismo natural puede proporcionar un tipo de “alivio
comunitario” (Ritz, 1993, 1996).
El humor del superviviente es un elemento importante de las estrategias
activas de afrontamiento que se emplean para reducir la agitación psicológica
que acompaña a una catástrofe. Puede fomentarse uniéndose a los otros super-
vivientes en las actividades sociales, los juegos, el ocio, las actividades artísticas
y el entretenimiento. Las celebraciones, ritos o actividades relacionadas con el
desastre que se organizan en la comunidad afectada promueven el humor del
superviviente, proporcionan alivio comunitario, aumentan el sentido de comu-
nidad y fomentan el bienestar de la comunidad.

Ejemplos del humor del superviviente

Los supervivientes de los desastres en los Estados Unidos emplean el humor


de maneras innovadoras para mantener la comunicación y los lazos sociales. El

MAIOR 229
El humor y el bienestar en las intervenciones clínicas

humor se alimenta de las incongruencias que provoca el intento de continuar la


vida en medio de un entorno caótico. Existen ejemplos visuales del humor del
superviviente en las señales que los supervivientes colocan en las zonas devas-
tadas. Después del terremoto de 1994 en Northridge, California, alguien colocó
una gran señal, pintada de manera bastante aproximada, que decía:
“Bienvenidos a Los Angeles –Requiere un ensamblaje parcial1” (Sung, 1994). En
el costado de un velero que había aterrizado en una calle durante un huracán
en las Islas Vírgenes, los propietarios habían pintado “Hijos, estamos bien
–mandad dinero– mamá y papá”. Una señal que colgaron de los escombros
chamuscados de una casa después de un enorme fuego en Oakland, California,
decía: “En venta. Oportunidad muy caliente”. Durante las inundaciones del
Centro Oeste de los Estado Unidos en 1993, un superviviente plantó una señal
junto a sus campos inundados que decía: “1 litro de maíz por 1 dólar”. En la
pared de una casa de Florida dañada después del Huracán Andrés en 1992, que
se había quedado sin la mitad del tejado, una señal pintada a mano decía “En
venta – tragaluz incluido”. Después del terremoto de 1989 en Loma Prieta,
California, una gran señal en la valla de un colegio público de Santa Cruz reza-
ba: “Los terremotos son adolescentes que montan una fiesta en el centro de la
tierra y se lo pasan bomba; los temblores secundarios son sus padres cuando les
montan el pollo”.
Surgen temas parecidos en distintos tipos de catástrofe. Por ejemplo, los
supervivientes de huracanes y tornados han colocado señales ante sus casas
destrozadas que proclaman: “Lo que el Viento se Llevó” y “Jornada de Puertas
Abiertas”. Tanto en los desastres naturales como en los provocados por la
acción humana, a menudo se hace referencia al “Hilton” como descripción
incongruente de los rudimentarios albergues o shelters en los que viven las per-
sonas. En una zona de tiendas de campaña creada para los supervivientes del
Huracán Andrés en Homestead, Florida, una pequeña señal en la entrada de la
tienda de una familia rezaba: “Hilton de Homestead”. En la pared de la humil-
de caseta de operaciones del equipo de rescate del desastre de la bomba de
Oklahoma, los miembros del equipo habían escrito su nombre y la palabra
“Hilton”. Algunos prisioneros de la guerra del Vietnam se referían a su prisión
como el “Hilton de Hanoi”.

1. NT: La frase “requiere un ensamblaje parcial” (some assembly required) hace referencia a frases simi-
lares que aparecen en los anuncios, cajas y envoltorios de diversos juguetes, muebles y otros productos de
consumo en Estados Unidos.

230 MAIOR
El humor del superviviente

Los supervivientes fabrican camisetas, pegatinas y chapas que exhiben su par-


ticular perspectiva cómica. Los residentes de Los Angeles, que han experimenta-
do una amplia variedad de cataclismos, se ponen una camiseta que dice: “Las
cuatro estaciones de Los Angeles: Terremoto, Fuego, Inundación y Aludes”.
Los supervivientes de los desastres comparten diversos cuentos y chistes
sobre su situación que más adelante se convierten en parte del folklore de los
desastres. Los supervivientes de Iowa de las inundaciones del Centro Oeste
americano de 1993 bromeaban que el código postal de Des Moines había cam-
biado a “50H20”. Los supervivientes de varias catástrofes en Los Angeles decí-
an en broma que el nuevo código telefónico de la zona debería cambiarse a
“911” –el número de los servicios de emergencia.
Los medios de comunicación locales en una comunidad afectada a veces
contribuyen a circular el humor de los supervivientes. Cuando, durante las
inundaciones del Centro Oeste americano, en las que se interrumpió el sumi-
nistro de agua, un periódico de Iowa, el Des Moines Register, organizó una com-
petición titulada “Estoy Hecho un Charco”. La frase ganadora hacía referencia
a una conocida marca de desodorante americana, llamada “Seguro” (Sure):
“Huelo tan mal que mi desodorante ‘Seguro’ está indeciso”.
Si los artistas gráficos que crean las viñetas en los periódicos se convierten
ellos mismos en supervivientes de una catástrofe, a menudo realizan viñetas que
reflejan el humor del superviviente local. Durante las inundaciones de 1993 del
Centro Oeste, los artistas gráficos locales parodiaron el notorio cuadro gótico de
la típica pareja americana de granjeros mostrando a los granjeros con una más-
cara y tubo de buceo, o flotando a través de su granero. Mientras que luchaba con
la División de Infantería 45 americana durante la Segunda Guerra Mundial, Bill
Mauldin dibujaba viñetas que reflejaban el humor y las virtudes de los soldados
americanos en la guerra, entre ellos una que mostraba a dos oficiales en la cima
de una montaña y un capitán que decía, “¡Que vista más preciosa! ¿Hay una
como ésta para los soldados rasos?” (Mauldin, 1991).
Los cómicos que han sobrevivido a algún desastre son una fuente segura
de buenos chistes de supervivientes. El humorista Argus Hamilton describió
su reacción al terremoto de Northridge de 1994 de la siguiente manera: “Si
notas algún un temblor en California, deberías hacer dos cosas: colocarte deba-
jo del marco de una puerta y asegurarte que el marco se encuentra en
Cleveland” (Farhi, 1994, pag. A-14). El humorista Jay Leno siempre comienza
su programa de televisión, basado en Los Angeles, con un monólogo inicial.
Unos días después del terremoto de Northridge, contó este chiste durante el
monólogo: “No es todo tragedia. Hay que alegrarse cuando ves cómo el terre-

MAIOR 231
El humor y el bienestar en las intervenciones clínicas

moto ha unido esta ciudad. Estaba conduciendo por Sunset Boulevard y me


fijé en un hombre blanco, un hombre negro y un hombre hispánico, todos
saqueando juntos” (Jay Leno, citado en Farhi, pag. A-14).

El humor como estrategia de afrontamiento durante los desastres

El humor es una de varias estrategias internas de afrontamiento que suelen


emplearse durante y después de las catástrofes (Carver et al., 1989; Freedy et al.,
1992, 1994; Hobfoll, 1989). Un estudio psicológico del humor entre los ciudada-
nos de Israel durante la Guerra del Golfo identificó cuatro funciones distintas
de la respuesta humorística de “la risa entre las lágrimas” ante un desastre
(Nevo y Levin, 1994). Aunque el estudio se refería a una situación de guerra,
una catástrofe provocada por la acción humana, estas funciones pueden apli-
carse también al humor observado en los desastres naturales.

Funcion 1: El humor como mecanismo de defensa para gestionar la ansiedad


cuando la situación no puede cambiarse. Ejemplo: Un fuego arrasó todas las
casas en un barrio grande del sur de California. Dos hombres que habían sido
vecinos y amigos durante muchos años se encontraban juntos ante los escom-
bros humeantes de sus casas. Sólo quedaban en pie las chimeneas chamus-
cadas. Uno de los hombres dijo al otro entre risas: “Eh, ¡mi chimenea es más
grande que tu chimenea!”.
Función 2: El humor como vehículo para expresar la agresión. Ejemplo:
Después de un huracán en Hawai, los supervivientes buscaron tiendas de
campaña para crear refugios provisionales junto a sus hogares destruidos. Un
profesional de la salud mental hablaba con un superviviente que estaba enfa-
dado porque no conseguía un refugio adecuado para su familia numerosa. El
psicólogo dijo al superviviente que debería relajarse, porque estaba “demasia-
do tenso”, que en inglés se dice “too tense”. El superviviente respondió que
“Para relajarme, ¡necesito dos tiendas!” (“Two tents”, que se pronuncia igual
que “too tense”).
Función 3: El humor como medio para hacer cumplir ciertas normas de com-
portamiento y a la vez reforzar la cohesión y los ánimos del grupo. Por ejem-
plo: Sucedieron muy pocos incidentes de saqueo en Kauai después del Huracán
Iniki, pero un suceso de este tipo en seguida se convirtió en parte del folklore
cómico del desastre en la isla (Conrow, 1992). A pesar de las protestas de sus
amigos, dos hombres salieron a saquear durante el momento álgido del peli-

232 MAIOR
El humor del superviviente

groso huracán. Emplearon un carrito motorizado para robar la caja fuerte cerra-
da de un supermercado. Intentaron cargar con su gran peso por la calle, pero
los vientos de 200 kilómetros por hora les derribaban continuamente. Al ver
que caían hasta los postes telefónicos y los árboles, los ladrones decidieron
abandonar la caja fuerte en medio de la calle y corrieron a un refugio. Un hom-
bre que contó esta historia a un grupo de supervivientes aprovechó la ambi-
güedad lingüística de la frase “keep safe”, que en inglés puede significar “man-
tenerse a salvo” o también “guardar una caja fuerte”. Dijo: “I guess those stu-
pid guys just didn’t know any other way to keep safe in a storm!” (Supongo
que esos idiotas no sabían otra manera [de mantenerse a salvo] / [de guardar
una caja fuerte] en una tormenta).
Función 4: El humor como una manera de ofrecer explicaciones alternati-
vas del cataclismo que no son ni mejores ni peores que otros intentos inútiles
de explicar esta situación caótica y terrible. Por ejemplo: Cuando las aguas
comenzaron a bajar después de las inundaciones de 1993 en el Centro Oeste
americano, quedaron muchas zonas de cultivo y muchos hogares cubiertos de
barro y todo tipo de objetos. En un barrio había aparecido un váter roto en
medio de un campo de barro. Alguien colocó una señal pintada a mano en el
váter, que decía: “Shit happens” –una frase que significa literalmente que “la
mierda sucede”, y que se utiliza en Estados Unidos para decir que “La vida
es así”.

Se ha estudiado muy poco el empleo del humor entre los supervivientes de


las catástrofes. Cuando he tratado de discutir sobre el tema con mis colegas, he
oído comentarios escépticos que interpretan el humor que emplean los super-
vivientes como “sólo una forma de negación para esconder su angustia”. Sin
embargo, en un estudio de 1992 sobre las estrategias de afrontamiento entre los
supervivientes del desastre que causó el Huracán Iniki en Hawai, las medidas
de tensión psicológica no guardaban una relación significativa con el empleo
del humor (Sattler y Kaiser, 1994). En otras palabras, aquellos supervivientes
del huracán que empleaban el humor como estrategia de afrontamiento no
sufrían una especial tensión psicológica. Los resultados de este estudio, que
se llevó a cabo siete semanas después del desastre, sugerían además que el
empleo del humor era parte de una serie de estrategias de afrontamiento acti-
vas: buscar el apoyo social, afrontamiento y planificación activa, aceptación y
supresión. Los autores del estudio opinaban que estas estrategias trabajaban
junto con el humor para reducir la tensión psicológica (D. Sattler, comunica-
ción personal, 1996).

MAIOR 233
El humor y el bienestar en las intervenciones clínicas

Figura 8.1
“Necesitas relajarte”

Necesitas
relajarte, Para relajarme,
estás ¡necesito dos
demasiado tiendas!
tenso.

El humor se emplea como estrategia de afrontamiento en distintos tipos de


crisis para neutralizar el horror de un trauma, proporcionar distancia y ayudar
a recontextualizar la perspectiva del superviviente (Moran, 1990). Sin embar-
go, la habilidad de identificar las situaciones potencialmente cómicas en un
desastre no es suficiente en sí mismo para reducir el estrés (Martin y Lefcourt,
1983). Más bien, el fenómeno que según estudios de las situaciones de guerra

234 MAIOR
El humor del superviviente

tiene una relación positiva con la actuación de los soldados durante el estrés
del caos bélico es el humor activo –la habilidad de producir humor, no senci-
llamente reaccionar o apreciarlo (Bizi, Keinan y Beit-Hallahmi, 1988).
Rosenberg (1992) también descubrió que la habilidad de los trabajadores de los
servicios de emergencia para producir humor espontáneo y relevante a la
situación es crítico para reducir el estrés.

El uso del humor para la supervivencia

El humor es un mecanismo de supervivencia en numerosas situaciones trau-


máticas. Esta sección trata el tema de cómo el humor ha ayudado a muchas per-
sonas a sobrevivir situaciones horrorosas causadas por la acción humana.
Según Viktor Frankl, un psiquiatra y superviviente de Auschwitz, el humor era
un factor esencial a la hora de pronosticar las posibilidades de supervivencia de
las víctimas del holocausto. Frankl (1979) manifestó que “El humor es otra de
las armas con las que el alma lucha por su supervivencia. Es bien sabido que,
en la existencia humana, el humor puede proporcionar el distanciamiento nece-
sario para sobreponerse a cualquier situación, aunque no sea más que por unos
segundos” (pag. 51).
Frankl observó que la capacidad de reírse de uno mismo y de los propios
problemas permitía a la persona apartarse del horror de los campos de concen-
tración, y al mismo tiempo, paradójicamente, le forzaba a reconocerlo y a man-
tener la motivación. Los prisioneros de guerra americanos se referían a aquellos
que perdían la voluntad de vivir como enfermos que sufrían del “rendiritis” (en
inglés: give-up-itis). Las personas que han sobrevivido condiciones de tortura
manifiestan que mantuvieron la voluntad de vivir no sólo con la esperanza sino
también mediante un compromiso firme con la actitud de “no desistir en el
intento” (Siebert, 1996). El humor es un componente importante de la comuni-
cación que proporciona apoyo social y también los ánimos para persistir y
sobrevivir. Frankl contó que “entrené a un amigo mío que trabajaba a mi lado
en la obra para que desarrollara su sentido del humor. Le sugerí que debíamos
hacernos la solemne promesa de que cada día inventaríamos una historia diver-
tida”(pag. 51).
El aviador naval americano Gerald Coffee fue prisionero de guerra en
Vietnam del Norte durante siete años, encontrándose gran parte de ese tiempo
aislado. En la notoria prisión de Hanoi, donde sufrió terribles torturas, manda-
ban a Coffee a una sucia habitación para lavarse. Deprimido, alzó la mirada
hacia el agua fría que salía del tubo y vio:

MAIOR 235
El humor y el bienestar en las intervenciones clínicas

ahí, delante mía, escritas en la pared por algún otro americano que había estado
antes que yo, las palabras “¡Sonríe, estás en Candid Cámera!” (Una frase que se
usaba en el programa de “cámara escondida” Candid Camera). Bien, pues no pude
evitar sonreír. A pesar de todo lo que había sucedido en la semana anterior, sonreí
ampliamente. Reí a carcajadas, disfrutando no sólo el humor y la incongruidad
pura de la situación sino también apreciando a la bellísima persona que había reu-
nido la suficiente cara para superar su propia depresión y frustración y dolor y cul-
pabilidad para rascar en la pared una frase de apoyo a los que vendrían después
de él. No podía saber cuantos soldados asustados y hundidos pasarían por este
miserable cubículo, verían esta descarada nota que les recordaría que no estaban
solos, y conseguirían tirar adelante y afrontar lo que fuera que la cámara escondi-
da de la vida tenía preparada para ellos. Nunca descubrí cual de mis compañeros
dejó ese absurdo saludo, pero Dios mío, se merecía una medalla por ello. (Coffee,
1990, pags. 131-132).

El humor negro entre las víctimas de los abusos y las torturas es una expre-
sión de la esperanza y del pensamiento optimista que refuerza su ánimo y capa-
cidad de resistencia (Obrdlik, 1942). Las situaciones deshumanizadoras o de
peligro mortal se convierte, gracias al humor irónico, en algo humano, delicio-
so y valioso, de tal manera que “Incluso ante la soga, el prisionero puede
enfrentarse a sus verdugos con gallardía, aplomo, desprecio y coraje. Su pose,
su estilo, su elegancia y su respeto hacia sí mismo trasciende la pérdida de su
propia vida” (Koller, 1988, pag. 10).
Durante los siete años que el periodista Terry Anderson sufrió como rehén,
a veces aislado en un calabozo, otras veces encadenado con otros rehenes,
descubrió que “Es increíble a veces cuanto nos reímos. Las imitaciones de
John, las terrible anécdotas interminables de Brian, los juegos de palabras y
las canciones de borrachera de Tom, las historias de Boston de Frank. Incluso
las cosas estúpidas y frustrantes que hacen los guardas nos desatan la risa
tonta. A menudo tiene un cierto toque amargo. Pero no siempre. También
muchas veces es sencillamente un alivio poder reírse de algo” (Anderson, 1993,
pag. 292).
L. Tenney sobrevivió la marcha de la muerte de Bataan y fue prisionero de
guerra en una cárcel japonesa en las filipinas durante tres años. Organizó
“juegos y bromas” dentro de la prisión, incluidos espectáculos cómicos que los
prisioneros montaban con regularidad porque “sentíamos que no podíamos
seguir mucho más tiempo así... necesitábamos algo para poder pensar en otra
cosa que no fuera nuestras circunstancias miserables” (1995, pag. 149).
Durante sus tres años como trabajadora esclava de los nazis, Gerda
Weissmann Klein escribió y produjo espectáculos de comedia semanales en su

236 MAIOR
El humor del superviviente

campo de concentración. Sus esfuerzos activos para crear la “diversión y el jol-


gorio, un rayo de esperanza” para sus compañeros en la prisión consiguió gene-
rar “sonrisas y risas repentinas para ayudarles a olvidar” su situación horrorosa
(pag. 141). Años más tarde, Klein (1995) consideraba que: “Cuando ahora pien-
so en aquellos años, recordando sus caras felices, recuerdo también que muy
pocos vivieron para gozar de la libertad... Doy gracias a Dios que pude ayudar-
les a olvidar. Incluso ahora, cuando me encuentro con las pocas chicas que sobre-
vivieron y me recuerdan esos shows, me siento humilde y agradecida. Sé que
fue la cosa más grande que he hecho en mi vida” (págs. 141-142).
Las mujeres prisioneras de un campo de concentración japonés en el Sureste
Asiático emplearon sus propias voces como instrumentos musicales para
inventar una “Canción de la Supervivencia” (Colijan, 1995). Sus conciertos de
orquesta vocal fueron eventos felices que les proporcionaron alivio y apoyo
durante el cautiverio (pág. 169). Para hacer más soportable su situación de vida
insostenible, se juntaban para sesiones de té imaginario y se contaban bromas,
recitaban poemas o jugaban a la charada (pág. 101).
El humor es un mecanismo de defensa maduro que nos permite afrontar la
realidad y al mismo tiempo actuar como si fuera un juego (Vaillant, 1993).
Lipman (1991) se refirió al humor que empleaban las víctimas del holocausto
como “el dinero de la esperanza”:

El humor era tanto un arma psicológica como un mecanismo de defensa. Era un


lazo social entre amigos de confianza. Era una diversión, un escudo, un potencia-
dor del ánimo, un ecualizador, una gota de verdad en un mundo basado en las men-
tiras. En definitiva, una redefinición críptica del mundo de las víctimas... El humor,
como la profesión religiosa, era un modo de resistencia espiritual entre los oprimi-
dos... Durante el Holocausto, la religión y el humor sirvieron un objetivo parecido
–aunque no idéntico; el primero orientaba los pensamientos hacia una existencia
mejor en el próximo mundo, y el último hacia la salvación emocional en éste.
Ambos proporcionaron ayuda y un alivio intelectual más allá del entorno físico
inmediato. (pags. 10-12)

El humor, como la esperanza, permite a la persona digerir y aguantar lo que


resulta demasiado terrible para aguantar (Vaillant, 1993). Dougal Robertson,
que sobrevivió el hundimiento de un barco y pasó treinta y siete días a la deri-
va en un bote salvavidas con su familia, luego relató que:

Si puede identificarse un factor civilizado del carácter del náufrago que le ayuda a
sobrevivir, ése es un sentido del ridículo bien desarrollado. Ayuda al náufrago a reír-
se en la cara de las situaciones imposibles y le permite superar el asesinato de todos
los códigos y características civilizadas que hasta entonces habían guiado su vida. El

MAIOR 237
El humor y el bienestar en las intervenciones clínicas

apego arrogante a la precedencia, el empleo de la superioridad física, la imposibili-


dad de abandonar los escrúpulos de mojigato, estas y otras tantas características son
tan mortíferas como la sed y el hambre entre los reducidos confines de un bote sal-
vavidas. Reconocer que esto es así ayuda a los náufragos a ajustarse a la realidad de
su situación. (1973, pág. 209)

Durante la segunda guerra mundial, forzaron a decenas de miles de emi-


grantes japoneses que vivían en Estados Unidos a abandonar sus casas y les
encarcelaron en campos de refugiados, en condiciones de hacinamiento. Su
opresiva existencia como “extranjeros enemigos” en estos inhóspitos y a veces
casi inhabitables lugares resultó más llevadera gracias a la filosofía japonesa de
shikatagania –que significa “no hay nada que hacer” y “las cosas suceden como
suceden, o sea que vive día a día” (Gesensway y Roseman, 1987, pág. 15). A
pesar de las duras condiciones de vida de un campo de refugiados de Poston,
la prisionera Mabel Ota contaba que “No me amargué la existencia. Supongo
que aprendemos a aguantar los palos que nos da la vida”. (Tateishi, 1984, pág.
109). Mine Okubo, una artísta japonés americano encarcelado en el campo de
Topaz en Utah, realizó una serie de dibujos humorísticos de su vida en el
campo y declaró que:

El humor es la única cosa que suaviza un poco la vida y la muestra como el circo
que realmente es. Al perder nuestros hogares y nuestras vidas, todo parecía ridí-
culo, absurdo y estúpido. Ahí estábamos, en un campo a medio hacerse, con la
nieve y el frío. Los refugiados ayudaron a cubrir las paredes con aislante para
aumentar el calor y construyeron la alambrada de alambre espino para encerrarse.
Teníamos que cantar “God Bless America” muchas veces con una bandera.
Rodeados por todos los lados de guardas armados con rifles, no podíamos salir de
ahí alegremente. ¿Qué podíamos hacer? Tantas cosas locas pasaron en ese campo.
Por eso las bromas y el humor que vi ahí no era de un tipo alegre, sino ridículo y
absurdo. Era sobre las personas y las situaciones. El humor era siempre “Es el des-
tino. No puede evitarse. ¿Qué va a pasar ahora?”. Traté de afrontarlo de la mejor
manera, simplemente adaptando y ajustándome a la situación. (Gesenway y Roseman,
1987, pág. 71)

Al Siebert (1996) resumió algunas de las características de la personalidad


del superviviente: capacidad de adaptación rápida, curiosidad, espíritu lúdico
y la habilidad de mantener un sentido del humor fuerte. Estos individuos resul-
taban más inteligentes, más fuertes y más capaces de aguantar incluso en las
condiciones más terribles (Siebert, 1996). Al reflexionar sobre sus siete años de
prisionero de guerra, Coffee escribió que “La risa libera el espíritu para atrave-
sar incluso las circunstancias más trágicas. Nos ayuda a aclarar la cabeza, a vol-

238 MAIOR
El humor del superviviente

ver a poner los pies sobre la tierra y a recuperar nuestro equilibrio y el sentido
de la vida. El humor es esencial para nuestra paz mental y para nuestra habili-
dad de ir más allá de la supervivencia” (pág. 124).

El humor como un comportamiento de comunicación para la supervi-


vencia

Muchas personas que afrontan crisis coinciden en contar que la comunica-


ción, incluso con una única persona, fue un salvavidas (Segal, 1986). Tras más
de cinco años de prisión, casi siempre en un calabozo, el Comandante de la
Marina americana John S. McCain III concluyó que “la cosa más importante
para sobrevivir como prisionero de guerra era la comunicación con alguien,
aunque fuera sólo un saludo o un guiño, un toque en la pared o ver a un tipo
que te hacía una señal de OK. Esto lo cambiaba todo” (Segal, 1986, pág. 14).
Los prisioneros de guerra americanos, que arriesgaban la tortura como cas-
tigo por romper el silencio durante sus estancias en los calabozos de las cárce-
les norvietnamitas, desarrollaron modos ingeniosos para comunicarse. Se
empleaba un conocido ritmo americano como llamada: se tocaba la melodía y
el ritmo de la canción “Shave-and-a-haircut”, y si llegaba el código de respues-
ta “two-bits” (la siguiente frase de la canción), entonces el primero sabría que
podía continuar sin peligro (Stockdale, 1984). Los prisioneros improvisaban
nuevas maneras de enviarse mensajes con diversos toques en las paredes,
barriendo mensajes en código con una escoba y empleando sonidos corporales
como los eructos, las toses o diversas maneras creativas de liberar gases intes-
tinales. Incluso existían toques y sonidos específicos para significar la risa en
respuesta a algún mensaje cifrado transmitido por las paredes (Coffee, 1990).
Incluso los estornudos eran un modo común de comunicación genérica entre
los prisioneros de guerra americanos en Vietnam del Norte:

Casi todos acababan desarrollando su manera particular de estornudar. Un estornudo


normal se convertía en una palabrota como “Bullshit!”, (“¡Mierda de toro!”),
“Horseshit!” (“¡Mierda de caballo!”), “Rat shit!” (“¡Mierda de rata!”) –que era mi favo-
rito–, o “Fucking Ho!” (“Jodido Ho”) refiriéndose, por supuesto, a Ho Chi Minh. Era
posible acumular un estornudo bien sano y prácticamente gritar la propia rabia, des-
precio y frustración contenida. Los guardas nunca parecían entender el auténtico sig-
nificado de esta práctica (de insultar, en definitiva) y nos proporcionaba un pequeño
placer gastarles esta pequeña broma un día sí y el otro también. Era extraño, pero se
volvía muy reconfortante oír estas palabrotas a lo largo del día y de la noche; era una
manera de recordar, de manera humorística, que toda la familia estaba ahí y que las
cosas eran normales; tan terribles como siempre, pero normales (Coffee, 1990, pág. 142).

MAIOR 239
El humor y el bienestar en las intervenciones clínicas

PRESENTACIÓN CLÍNICA

Mi oportunidad de investigación literalmente llegó con el viento del Huracán


Iniki, un huracán de cuarta categoría con vientos constantes de 230 kilómetros
por hora y ráfagas de 280 a 350 kilómetros por hora. Iniki, una palabra
hawaiana que significa “afilado y punzante como los vientos o los dolores del
amor” pasó directamente sobre Kauai el 11 de Septiembre de 1992. Fue la tor-
menta más devastadora jamás vivida en Hawai y en aquel momento fue el
tercer desastre natural más costoso de la historia de los EE.UU. Dediqué un
año a seguir los pasos del huracán en Kauai, trabajando en las actividades de
apoyo y realizando una investigación exploratoria sobre el humor del super-
viviente.
Se conoce Kauai como “La Isla Jardín”. Su clima soleado, kilómetros de playa,
espíritu de aloha (amor, compasión, piedad, amistad, bienvenida) y riqueza
tropical atrae a los turistas, pero sigue siendo principalmente una isla rural que
depende mucho del turismo.
En esta isla de 888,6 kilómetros cuadrados se encontraban 54.200 habitantes
además de 7.000 turistas cuando apareció Iniki. Cuando dejaron de soplar los
últimos vientos del huracán, dejaron detrás de sí un desolador paisaje de des-
trucción y devastación a lo largo y ancho de Kauai. Murieron ocho personas y
resultaron heridas muchas más. Más de 5.000 postes de teléfono y electricidad
fueron derribados, cortando todas las comunicaciones, la electricidad y el agua
de la isla. Casi el 70 por ciento de los 22.000 hogares de Kauai sufrieron daños
(Yukimura, 1992). Más de 7.000 residentes se quedaron sin techo de la noche a
la mañana, y otros 8.000 necesitaban alimentos y agua inmediatamente
(Richardson, 1992).
La mayoría de los complejos turísticos y hoteles resultaron inoperables y
miles de turistas se quedaron sin comida, agua o techo. En la costa sur, gigan-
tescas olas habían penetrado un cuarto de kilómetro tierra adentro, destruyen-
do todo lo que se encontraba a su paso. En un día, el Huracán Iniki produjo
400.000 toneladas de escombros y desechos, equivalentes a cinco años de basu-
ra. La isla entera estaba destrozada. Nadie se podía librar de ello y no había a
donde ir.
Se declaró a Kauai zona catastrófica desde los organismos federales. Las
gigantescas operaciones federales, estatales y privadas de ayuda y recupera-
ción tardaron casi una semana en llegar a la isla y ponerse en marcha.
Progresivamente, fueron llegando miles de tropas militares en aviones. Tar-
daron unos cuatro meses antes de poder reestablecer el agua, la electricidad y

240 MAIOR
El humor del superviviente

los teléfonos en todas las zonas de la isla. Aproximadamente la mitad de las


estructuras de Kauai sufrieron daños graves, y por lo tanto no existían sufi-
cientes refugios para los supervivientes y los trabajadores durante el primer
año de la recuperación.
Las metodologías que empleé en esta investigación se adaptaron al entorno
caótico de una catástrofe y a la naturaleza espontánea del humor. Dado que no
existió el suministro eléctrico durante varios meses, no era posible depender de
cualquier tecnología electrónica. Por causa de las condiciones de vida de haci-
namiento y la necesidad de moverse continuamente en las tareas de apoyo a los
supervivientes, era preciso también llevar un equipo ligero. El sentido práctico,
la flexibilidad y la movilidad son la norma para trabajar con éxito en las tareas
de apoyo a los desastres. Incluso un cuaderno puede resultar una carga excesi-
va cuando cada trabajador debe llevar agua y material de emergencia en todo
momento. Por lo tanto, inicialmente sólo dispuse de un pequeño bloc de notas
y un bolígrafo para registrar los datos.
Encontré límites adicionales a la hora de registrar el fenómeno del humor
del superviviente en una situación como ésta: falta de tiempo, problemas logís-
ticos, barreras del entorno y cuestiones éticas. Los supervivientes de un desas-
tre están siempre muy atareados trabajando en su recuperación. En Hawai,
puede considerarse niele (termino local que significa preguntar en un momen-
to equivocado) intentar entrevistar a alguien cuando están centrados en su tra-
bajo. Siendo una trabajadora de campo de apoyo psicológico a los supervivien-
tes, descubrí que resultaba más eficaz remangarme y ayudar con el trabajo
necesario en vez de interrumpir con preguntas de una manera pesada e imper-
tinente. En cualquier caso, al participar activamente en el trabajo de apoyo,
pude observar frecuentemente las interacciones humorísticas espontáneas
entre los supervivientes. En vez de interrumpir mi trabajo de ayuda, tomaba
apuntes y garabatos veloces durante mis momentos de descanso para anotar el
humor que habían generado los supervivientes. Iba escribiendo en un formato
“rápido y sucio” las interacciones, respuestas, actividades y comportamientos
humorísticos entre los supervivientes de Kauai. Por la noche, bajo la luz de un
farol, dibujaba una viñeta del momento como método original y no molesto de
registrar el humor del superviviente que había observado.
También coleccioné los artefactos, fotografías y producciones mediáticas y
electrónicas sobre el tema que contenían una dimensión humorística. Clasifiqué
los datos del humor coleccionados a lo largo del período de un año de recupe-
ración posterior al huracán según la fase del desastre.

MAIOR 241
El humor y el bienestar en las intervenciones clínicas

USOS ADECUADOS

Al analizar los datos acumulados descubrí que ciertos tipos del humor del
superviviente se correspondían a las cuatro fases emocionales solapadas de un
desastre. Este esquema conceptual de tipos de humor del superviviente especí-
ficos a una fase de las grandes catástrofes naturales contribuye a proporcionar
una descripción más completa de las respuestas emocionales a un desastre. El
tipo de humor que emplean los supervivientes puede ser un indicador más de
la fase emocional concreta que están atravesando, ayudando a los trabajadores
de la salud mental a modificar sus intervenciones en consecuencia. En los
siguientes párrafos describiré algunos de los tipos de humor del superviviente
específicos a una u otra fase de los desastres naturales, con ejemplos tomados
del Huracán Iniki.

Fase heróica

En la “fase heróica”, se observa muy poco humor entre los supervivientes


hasta que se cubren las necesidades básicas de la supervivencia y quedan a salvo
las personas queridas. El humor que sí aparece tiende a ser espontáneo y se ríe
de la situación compartida. Puede emplearse para mostrar coraje, independencia
y dignidad. En un desastre de impacto repentino, como en un tornado, al inicio
no se producen bromas en absoluto, o muy raramente. Son importantes las pala-
bras y los esfuerzos para tranquilizar y apoyar a las otras personas. En un desas-
tre de impacto más lento, como es el caso de una inundación progresiva, pueden
darse momentos de humor para aliviar la tensión anticipada y reforzar los lazos
sociales. El humor del superviviente en esta fase es una estrategia activa que pro-
porciona una distracción, elimina el miedo, permite superar la ansiedad, fomen-
ta la aceptación, alivia la tensión y busca el apoyo social.
Durante las cinco horas del impacto del Huracán Iniki, las emociones prin-
cipales experimentadas fueron una ansiedad intensa y el miedo de perder la
vida. Al abrirse en pedazos las casas por la acción de los fuertes vientos, las
familias corrían para juntarse bajo los colchones dentro de cualquier refugio
aun en pie. La electricidad y las líneas telefónicas se cortaron en toda la isla. El
último hilo de comunicación se cortó cuando las estaciones de radio de Kauai
dejaron de retransmitir durante el momento álgido de la tormenta.
Muchas familias rezaron juntas, algunas personas lloraron y unos cuantos
hicieron alguna pequeña broma para aliviar la tensión. Después de que una
casa se estremeciera con una fuerte y amenazadora ráfaga de viento, el padre

242 MAIOR
El humor del superviviente

de la familia rompió el tenso silencio e hizo a todos reír al coger el auricular del
teléfono y gritar en él: “¡Operadora, eh, operadora! ¡He pagado mis facturas!
¿Cómo es que me han cortado la línea?”.
La Isla Jardín se había transformado en un desolador paisaje de escombros
que parecía un campo de batalla. Al salir de su refugio por primera vez, una
superviviente contó que “reí a través de mis lágrimas” cuando otra compañera
del refugio dijo, “Toto, creo que ya no estamos en Kansas” (Se trata de la céle-
bre frase del Mago de Oz que pronuncia Dorothy al encontrarse por primera vez
en el extraño mundo de Oz).
Durante la primera semana después del desastre “la gente de Kauai trató de
mostrar que el espíritu de aloha, la célebre amabilidad y hospitalidad de los
hawaianos, no se había visto mermada por la llegada de un visitante poco opor-
tuno –El Huracán Iniki” (“Aloha Spirit”, 1992, pag. 1). Atrapados en una isla sin
redes de energía, comunicaciones o transporte, los supervivientes trabajaron
juntos para cubrir sus necesidades más fundamentales. Ayudaron a sus fami-
liares, amigos y vecinos, y también dieron su apoyo a los miles de turistas atra-
pados con ellos. No había agua corriente, y por lo tanto aquellos que tenían hor-
nillos de gas los usaban para hervir el agua y así hacerla potable. Otros diluían
una solución de cloro en el agua recolectada para beber un líquido que se cono-
cía en broma como “el cóctel de cloro”.
Los supervivientes compartían sus experiencias mientras que recogían el
agua y se bañaban en los ríos. Varios rieron cuando un hombre ironizó que los
únicos supervivientes que no perdieron nada en el Huracán fueron las cucara-
chas. Las tiendas, los restaurantes y los hoteles que ya no podían refrigerar los ali-
mentos, para evitar que se echaran a perder pintaron a mano carteles que anun-
ciaban “Comida Gratis” y repartían comida entre los viandantes. Un supervi-
viente contó que:
El humor y la risa eran las mejores medicinas mientras que limpiábamos y tratá-
bamos de rehacer nuestras vidas. Las comidas en grupo se volvieron de suma
importancia. Todo empezó de manera muy inocente, esta dieta nuestra del hura-
cán... algunas de las personas más felices que he visto por aquí son las que lucha-
ban contra el colesterol alto. Iniki les ha proporcionado una interrupción casi bien-
venida de su dieta de pescado al vapor y pollo sin la piel. Se les puede reconocer
por las salchichas de Frankfurt que llevan en una mano y la lata de mortadela en
la otra, con una sonrisa de oreja a oreja. El menú de Iniki ha incluido el solomillo
de buey y la langosta... Vayas a donde vayas, puedes ver la bolsa marrón y blanca
de ese alimento de vicio, M&Ms. La euforia del chocolate y el refresco de lata,
incluso templada, fortalecen a los habitantes de Kauai para enfrentarse a la recu-
peración (Nace, 1992, pág. 63).

MAIOR 243
El humor y el bienestar en las intervenciones clínicas

Figura 8.2
“Antes de nada, ¿podrían ayudar a quitarme esta casa de encima?”

¿Cómo se
siente?

¡Díganos como
fue el huracán!
Estoo... Antes de nada,
¿podrían ayudar a
quitarme esta casa
de encima?

Los pilotos de los helicópteros que sobrevolaron Kauai para valorar los
daños desde el aire leyeron una serie de mensajes escritos en letras enormes a
nivel del suelo. Alguien había trazado en la arena de una playa la palabra
“Hielo”, y también otra persona formó esta misma palabra con escombros en
su jardín, indicando el deseo de obtener un recurso con una alta demanda y una
muy baja oferta. Varias casas escribieron señales a mano que decían “¡Estamos
bien!” y “¡Sobrevivimos Iniki!” y “Gracias al Señor”. Un superviviente erigió un
gran cartel en medio de su jardín, lleno de escombros, que decía: “Kauai: No es
un lugar para los blandengues”.
Los medios de comunicación llegaron en seguida a la isla. Cuando los super-
vivientes de un desastre se enfadan con los equipos de televisión y radio que
parecen tener poca sensibilidad hacia su situación y sólo quieren “cubrir la noti-
cia”, el humor puede ser un modo de liberar los sentimientos hostiles de una
manera menos agresiva. Presencié cómo un superviviente del Huracán Iniki
contaba a sus amigos, entre risas, la historia de un grupo de reporteros niele que
estaban tan ocupados tratando de preguntarle cosas y sacar su foto que no se
dieron cuenta que necesitaba ayuda (ver figura 8.2).

244 MAIOR
El humor del superviviente

El día después del huracán, una cámara de video casera grabó a dos super-
vivientes sonrientes que habían compuesto rápidamente una canción.
Acompañados por un ukelele, cantaron: “Fue un poco traidora: Iniki, Iniki. Nos
ha dejao chafaos, pero gracias a Dios aun estamos aquí” (Small Cat Productions
y Cataluna, 1992).
Los trabajadores del desastre también atraviesan respuestas previsibles en
cada fase del período post-catástrofe, que pueden ser diferentes de las fases que
experimentan los supervivientes (Hartsough y Myers, 1985). En la Tabla 8.1
puede verse una comparación entre las posibles fases del humor de los super-
vivientes y trabajadores de un desastre, según la fase. Mientras que los super-
vivientes están en la fase heroica, los trabajadores pueden estar atravesando la
fase de “alarma” (pre-impacto, impacto y post-impacto inmediato) y de “movi-
lización” (iniciando su actuación). Durante la fase de alarma, los trabajadores
pueden emplear humor bravucón y humor negro como estrategias de afronta-
miento para reducir la ansiedad y la inquietud. Éste es el tipo de humor que
más emplean los miembros de los cuerpos de primera línea, como la policía y
los bomberos, en las situaciones de emergencia. Estas personas deberían tener
cuidado de que sus intentos de reducir su propia ansiedad con el humor no se
malinterprete como falta de sensibilidad hacia los supervivientes. Durante la
fase de movilización, los trabajadores emplean el humor de tipo “camaradería”,
trabajando juntos para desarrollar y coordinar planes de acción. Si trabajan
junto con los supervivientes, el humor de los trabajadores debería incluir a
todas las personas presentes. El humor de los trabajadores debería reflejar la
visión compartida de los trabajadores y los supervivientes y orientarse hacia
sus experiencias comunes.

Fase de luna de miel

En la fase de “luna de miel”, el uso de humor de un superviviente depende


en parte del grado de luto y de la percepción que tenga de sus pérdidas. El
humor durante esta fase tiende a ser positivo, optimista y alegre. Los comenta-
rios del tipo “no hay mal que por bien no venga” que caracterizan esta fase
reflejan un sentido fuerte de comunidad y un optimismo sobre la recuperación.
Prima la gratitud por haber sobrevivido, a menudo desde una perspectiva
espiritual. Los supervivientes se ríen de sus experiencias compartidas como
supervivientes de un desastre. Las bromas entre los supervivientes son muy
frecuentes mientras que trabajan juntos para limpiar y cubrir las necesidades
básicas. Gran parte del humor que se aprecia en los medios de comunicación,

MAIOR 245
El humor y el bienestar en las intervenciones clínicas

como los divertidos carteles pintados a mano, pertenece a o surge de esta


fase. Durante este período, el humor del superviviente a menudo minimiza la
seriedad del evento. Los supervivientes pueden negar la cuantía de sus pérdi-
das. Pueden emplear el humor para evitar la expresión de sentimientos o para
cambiar el tema de una conversación. Los sentimientos reprimidos pueden
expresarse de manera alternativa a través de diversos canales creativos, como
la música, los chistes, el baile y el arte. Durante esta fase, se fomenta el humor
con entretenimientos improvisados y actividades comunales. Es una estrategia
de afrontamiento activo que permite recontextualizar la situación, fomentar la
aceptación, buscar el apoyo social, gestionar el estrés y la ansiedad y reprimir
los sentimientos.
En las primeras semanas después de Iniki, los supervivientes expresaron su
gratitud e hicieron comentarios humorísticos que minimizaban la seriedad de
su situación. Un superviviente dijo: “Estoy sin trabajo, pero doy gracias a Dios
de que estemos vivos –podemos vivir sin electricidad y agua corriente...
Siempre he querido unas vacaciones largas, y ahora ya las tengo” (Reis, 1992,
pág. 55).
Un reportero preguntó a un superviviente delante de su casa cómo podía
seguir sonriendo cuando no le quedaba nada. El superviviente respondió que
estaba contento de que su familia había sobrevivido y que Iniki había resuelto
su “problema con las ratas” (ver la Figura 8.3).
Ten Bruggencate, un periodista, contó que los vecinos se reunían para cenar
juntos durante las primeras semanas después del huracán: “A la hora de la
cena, había fiestas en todas las calles. Fiestas forzosas. Los vecinos se juntaban
alrededor de los hornillos de gas, iluminando sus cocinas improvisadas con
velas y lámparas de gas. Compartían sus historias, se contaban chistes. De algu-
na manera resultaba enormemente agradable oír las amigables charlas que pro-
venían de estas pequeñas reuniones” (1992, pág. 38).
En un barrio, un grupo de familias se reunían cada día para comer juntos
y organizar conciertos de música y una escuela improvisada. Cada noche,
bajo la cubierta de grandes lonas, tocaban música, bailaban hula y contaban
historias cómicas al estilo tradicional hawaiano de cuentacuentos. Los niños
de este vecindario compusieron y cantaron una canción, “Adiós Iniki” con el
siguiente coro:

Bueno, me alegro que aun estemos vivos.


No salimos volando con el Huracán Iniki.
Hemos perdido algunas cosas, pero quedan los amigos.
El espíritu de Aloha sigue estando aquí. (O’Malley y Radke, 1993, pág. 16)

246 MAIOR
El humor del superviviente

Figura 8.3
“Cómo Iniki solucionó mi problema con las ratas”

“No lo entiendo... “Bueno... mi familia está bien.


Usted ha perdido todo lo que ¡Y ha resuelto mi problema
tenía en su casa. ¿Cómo puede con las ratas!”.
seguir sonriendo?”.

Aparecieron en toda la isla más carteles pintados a mano, algunos cómicos


y otros con mensajes espirituales. Junto a una abolladura en el costado de un
camión se había escrito el mensaje: “¡Iniki me dio un beso!”. Se pusieron carte-
les en dos postes telefónicos de los pocos que quedaron en pie a lo largo de la
carretera principal. El primero decía “Mahalo [Gracias] Dios” y el segundo aña-
día “Y gracias a todos”. En la cárcel estatal de mínima seguridad, en la que
tuvieron que alojar a los presos en una cancha de voleibol vallada, un cartel pin-
tado a mano decía: “parking de los presos” (Mossman, 1992, pág. 22).
El ambiente de un desastre tiende a generar muchos rumores, dado que los
canales habituales de comunicación no funcionan y los supervivientes quie-
ren tener siempre la información más fiable y actualizada (Weaver, 1995). Los
rumores se propagaban rápidamente de una persona a otra por toda la isla,
un efecto que a menudo se conoce en Hawai como “radio cocotero”. Un
rumor que se escuchó a través de radio cocotero fue el de un hombre que per-
dió primero su casa y su oficina en el terremoto de 1989 de San Francisco y
luego su segunda casa en el fuego de Oakland Hills en 1991. Decidió comen-

MAIOR 247
El humor y el bienestar en las intervenciones clínicas

zar de nuevas en 1992 y se mudó a Kauai una semana antes del Huracán Iniki.
La tormenta destrozó por completo la nueva casa que acababa de comprar en
Kauai. Al oír esta historia durante una sesión de cuentacuentos, un supervi-
viente comentó: “Espero que no se mude a la Gran Isla –¡el volcán reventaría
a lo bestia!”.
La estación de radio de defensa civil de Kauai volvió a retransmitir a los
pocos días después de Iniki y se convirtió en el principal canal de comunicación
e información. Hacia el final de la segunda semana, una disk jockey local
comenzó a retransmitir una serie de episodios cómicos porque “había que reír-
se de esto o gritarle a alguien” (O’Malley y Radke, 1993, pág. 20). Los supervi-
vientes se reunían alrededor de las radios cada mañana para escuchar y reírse
de las sátiras de esta disk jockey, que giraban en torno a la situación del desas-
tre. Había muchas bromas relativas a la búsqueda continua de hielo. Los super-
vivientes a menudo repetían las parodias de este programa en las sucesivas
sesiones de cuentacuentos, como este anuncio promocional falso: “En el Super-
mercado Rápido de Ichitachi, no hemos subido los precios desde el huracán
–¡siempre fueron así de altos!” (Cataluna, 1992).
Las heridas y cortes en los pies eran muy frecuentes después del huracán,
porque pocos supervivientes tenían zapatos con suelas gruesas y duras para
protegerles de los clavos y los cristales rotos. Las enfermeras de Kauai que tra-
bajaban en una clínica médica local bromeaban que los numerosos supervi-
vientes que cojeaban hasta llegar al centro para tratarse una herida en el pie
“bailaban la Jota del Huracán” o “el Tango del Tétano”.
Hacia la segunda y tercera semana después de Iniki, muchos supervivientes
acudían al médico con enfermedades contagiosas (Ebersole, 1993). Una enfer-
mera-superviviente de los servicios públicos de Kauai, que participaba en el
seguimiento de estas enfermedades, se quejaba de que “Se está cociendo un
brote de pertusis entre nuestra población ‘exenta de la inmunización por razo-
nes religiosas’...3 casos probables y varios bajo observación en este momento...
¡¡Odio la pertusis!!”.
Siguiendo la petición de una escuela de formación profesional de la comu-
nidad, realicé un taller de humor para los profesores, personal y estudiantes
supervivientes. Les asigné una dinámica de grupo en la que varios participan-
tes del taller, incluidas algunas enfermeras, me ayudaron a compilar una lista
satírica de títulos de canciones, que pueden verse en la Tabla 8.2. Esta lista se
copió y circuló por toda la isla. De hecho, a las dos semanas, me la pasó un
superviviente de Kauai como ejemplo del humor sobre el huracán. Esta perso-
na no sabía que la lista salió de mi propio taller.

248 MAIOR
El humor del superviviente

Tabla 8.2
Los Grandes Éxitos del Huracán Iniki 2
Canción Artista
“Me llenas de energía” Los Generadores
“Me Piro en Avión” Steven Spielberg y los Turistas
“Dame Cobijo” Las Cuatro Lonas
“Volando con el Viento” Techo de Chapa (Heavy Metal)
“Te Siento Bajo mi Piel” Los Clavos
“Caí y Ya No Puedo Levantarme” Los Postes Telefónicos
“Tienes un Amigo” Los Vecinos
“Lo Oí en Radio Macuto” Los Rumores
“Muévelo, Nena” Iniki la Friki
“Juntos Otra Vez” Los Familiares
“Piensa Positivo” Los Kauaianos
“Sólo Llamaba Para Decir Que Te Quiero” Las Cabinas Telefónicas
“Silbando al Trabajar” La Guardia Nacional

La mayoría de las tiendas cerraron por daños y falta de electricidad. Las


organizaciones de apoyo distribuyeron los suministros esenciales, transpor-
tándolos por barco o avión desde la isla de Oahu o desde el continente. Los
supervivientes experimentaban frustraciones al no poder obtener para sus
familias lo que oficialmente se consideraban materiales “no esenciales”, pero
algunos consiguieron encontrar maneras creativas de continuar con las cele-
braciones habituales. Los planes y los materiales para organizar la primera
“luau” (fiesta) de cumpleaños para un bebé, un evento importante en la cultu-
ra hawaiana, y los planes de las parejas de contraer matrimonio, volaron por
los aires con el viento del huracán. Sin embargo, los amigos y las familias cola-
boraron para limpiar los locales, inventarse decoraciones a partir de los escom-
bros, unir sus recursos para juntar materiales esenciales para la fiesta, sacar
cualquier instrumento musical rescatado de la catástrofe y celebrar juntos.
Estos eventos proporcionaban una razón legítima para que los supervivientes
dejaran de lado el duro y constante trabajo de la recuperación y les permitía
relajarse durante un breve tiempo.
Hubo una escasez muy marcada de las actividades habituales de entrete-
nimiento nocturno durante los primeros cuatro meses después del desastre.

2. NT: Varias de estas canciones, en su versión original, son títulos de canciones clásicas del pop inglés
y americano –por ejemplo Blowin’ in the Wind de Bob Dylan o I Just Called to Say I Love You de Stevie
Wonder.

MAIOR 249
El humor y el bienestar en las intervenciones clínicas

No había televisión ni electricidad. Todos los cines habían sufrido daños y


permanecían cerrados. Las salas de fiestas o habitaciones grandes servían de
refugios o de centros de operaciones de los servicios de apoyo. Las salas de
reuniones en los hoteles estaban reservadas para los trabajadores del desastre.
No había teatros, espectáculos, restaurantes, bares o boleras. Algunos grupos
religiosos celebraron misas abiertas o erigieron tiendas que obtuvieron de las
organizaciones de ayuda. Un hotel que servía de hogar para cientos de traba-
jadores del desastre mantuvo a un grupo de músicos y bailarines que entrete-
nían a los trabajadores por las noches a la luz de las lámparas de gas. En algu-
nos barrios, se juntaban pequeños grupos de artistas de la guitarra y del uke-
lele alrededor de las hogueras. Los vecinos reunían sus recursos –generador,
lona, maquinas de vídeo, televisores– y organizaban noches de vídeos cuan-
do alguien encontraba una cinta de vídeo que compartir con el grupo. El vide-
oclub Blockbuster local había sufrido sólo daños menores, pero no pudo abrir
durante tres semanas porque no podía conseguir un generador. El día que
abrió, a las pocas horas se habían alquilado todas y cada una de las cintas dis-
ponibles, y los supervivientes esperaban en largas colas para alquilar cintas
de vídeo en cuanto se devolvían. Me puse en contacto con la oficina de esta
cadena nacional en la isla de Oahu. Tuvieron el amable gesto de enviar miles
de vídeos adicionales, que inmediatamente se agotaron también. Según el
encargado de relaciones públicas, dos meses después de Iniki, la tienda de
Kauai obtuvo los ingresos más altos de todas las 3000 tiendas Blockbuster en
los Estados Unidos.
La fiesta de Halloween llegó seis semanas después de Iniki. Una casa que
había sufrido daños mínimos exhibió sus divertidas decoraciones de Halloween
que sus amigos les habían enviado por correo desde el continente. Muchísimos
supervivientes pasaron por esta casa para ver las decoraciones, comentando que
era maravilloso ver algo con tanto colorido, “normal” y “divertido” en medio de
las ruinas y escombros dominantes del entorno. Una pareja joven montó una fies-
ta de Halloween para sus amigos. Emplearon escombros para hacer lápidas fal-
sas, con epitafios cómicos individuales para cada invitado.
Artistas del mundo del espectáculo de las otras islas de Hawai, incluidos los
cómicos de la zona, donaron su tiempo y sus servicios para entretener a los
supervivientes en los refugios, lugares de suministro de alimentos, parques y
otros centros de asistencia de Kauai. Sin embargo, los repetidos esfuerzos para
obtener el apoyo administrativo para que visitaran Kauai durante los primeros
dos meses después de la catástrofe normalmente fracasaron. Los artistas locales
de Kauai también trataron, con escaso éxito, de organizar eventos de entreteni-

250 MAIOR
El humor del superviviente

miento oficiales para los otros supervivientes. No existían canales formales para
organizar espectáculos con ninguna de las organizaciones de asistencia federa-
les, estatales, regionales o privadas. Se celebraron algunos conciertos públicos en
Kauai en los primeros meses después de Iniki gracias a los esfuerzos intensos de
empresarios con buenos contactos, celebridades, miembros del gobierno de alto
nivel y muchos voluntarios. No fue una falta de interés lo que obstaculizó la
celebración a tiempo de más eventos de arte y entretenimiento en Kauai después
de Iniki. El obstáculo principal fue la falta de contactos.
Algunos artistas consiguieron a veces superar los problemas por su cuenta
y ofrecieron espectáculos improvisados en Kauai. Estos eventos, organizados
rápidamente en algún parque de barrio que servía de lugar de distribución de
alimentos, se anunciaban a través de “radio cocotero”. Los supervivientes que
se enteraban del evento se tomaban un descanso del duro trabajo de limpieza y
disfrutaban de esta oportunidad para relajarse juntos. Las sonrisas y la risa
abundaban siempre entre el público, especialmente cuando algún cómico local
conocido participaba en el espectáculo.
Contacté con una organización estatal de teatro y compilé una lista de artis-
tas, como por ejemplo payasos, actores y cómicos, de todas las islas de Hawai,
que estaban dispuestos a venir a Kauai. Se encontraron algunos grupos de tea-
tro de niños que tenían actores, obras de teatro, atrezzo y vestuarios que el
Departamento de Educación del estado había aprobado anteriormente para los
programas de arte dramático de los colegios. Los canales burocráticos tradicio-
nales a menudo no se mostraron muy receptivos hacia mis intentos de ofrecer
este tipo de alivio social a Kauai. Sin embargo, pude trabajar con miembros del
grupo de teatro local de Kauai y un departamento de arte dramático de una
escuela universitaria local para facilitar el trasporte a Kauai de un grupo de tea-
tro para niños de Oahu. Se organizaron espectáculos en vivo gratuitos para los
niños en lugares accesibles de la isla. Los padres y los niños en seguida se con-
gregaban para ver y reírse de las payasadas de los cómicos profesionales. Se
corrió la voz rápidamente sobre los espectáculos y en las siguientes representa-
ciones los públicos fueron mayores.
Aunque los supervivientes experimentan un estado de ánimo optimista
y positivo durante la fase de luna de miel, los trabajadores del desastre se
encuentran en la “fase de respuesta activa”, trabajando a un nivel de intensi-
dad alto. Viven en condiciones adversas y sufren de agotamiento mientras que
tratan de colaborar con una gran variedad de organizaciones con distintas
prioridades. En contraste con el humor optimista de los supervivientes, los tra-
bajadores pueden emplear humor negro durante este período. Cuando están

MAIOR 251
El humor y el bienestar en las intervenciones clínicas

cansados, pueden expresar humor negativo y cínico que podría distanciarles


de los supervivientes. Los servicios de salud mental para los desastres que
ofrecen orientación para gestionar el estrés y las crisis pueden evitar el burnout
de los trabajadores y diversos usos inadecuados del humor que podrían ofen-
der a los supervivientes. Puede ser útil planificar actividades que proporcio-
nen alivio, incluidos los eventos de entretenimiento, para los trabajadores
durante esta fase.

Fase de Desilusión

En la “fase de desilusión”, el humor que emplean los supervivientes trans-


mite su tristeza, sentido de aislamiento y falta de comunidad. Redirige parte de
la ira, hostilidad, frustración y desilusión que pueden sentir durante esta fase.
El humor puede contener un toque de amargura, y revela una conciencia siem-
pre mayor de sus pérdidas. Funciona como una válvula de escape para liberar-
se de la agresión, aliviar tensiones y gestionar el estrés. Proporciona un canal
alternativo para expresar los sentimientos cuando la expresión directa podría
ser fuente de vergüenza o dolor. Dado que los supervivientes a menudo bro-
mean sobre los temas que les causan ansiedad, su humor es un comportamien-
to comunicativo que puede revelar sus intereses principales. Es un mecanismo
de defensa contra el “segundo desastre” de la respuesta organizacional inade-
cuada y el papeleo burocrático. Las bromas de los supervivientes tienen un
tono de “ellos contra nosotros” que fortalece la “membrana del trauma” y pro-
tege al grupo de supervivientes de las amenazas de aquellos que se ven como
personas externas (Lindy, 1985). Algunos pueden emplear el humor negro con
ironía, sarcasmo y cinismo.
Durante la fase de desilusión, los supervivientes no disfrutan con el humor
externo. Los supervivientes quieren que se les tome en serio. Es fácil que se
malinterprete cualquier sonrisa, carcajada o broma que provenga de personas
consideradas externas al grupo. Pueden reírse los unos con los otros, pero no
pueden tolerar la idea de que alguien se ría de ellos, especialmente si se trata
de alguien externo a su cultura del desastre. Sin embargo, sí se valoran las
acciones por parte de las personas externas como la escucha activa, el interés
sincero y los esfuerzos de promover intervenciones que fomentan un humor
adecuado a la cultura. Las actividades sociales, la recreación y los entreteni-
mientos improvisados proporcionan un descanso a la comunidad y fomentan
el humor, especialmente si los supervivientes participan en la creación y la ges-
tión del diseño de las actividades. El humor del superviviente en esta fase es

252 MAIOR
El humor del superviviente

una estrategia activa de afrontamiento para obtener apoyo social, combatir la


angustia psicológica, superar la ansiedad, recontextualizar la situación, obtener
distancia y fomentar la aceptación y la adaptación al cambio.
Algunos supervivientes del Huracán Iniki mostraron las características de la
fase de desilusión incluso cuatro días después de la catástrofe, solapándose con
los rasgos de la fase de luna de miel. Durante el período de tiempo comprendi-
do entre el tercer y el sexto mes después del desastre, los supervivientes fueron
haciendo cada vez más comentarios humorísticos y bromas cínicas sobre sus
esfuerzos para enfrentarse con la burocracia, las condiciones de vida pobres, las
organizaciones gubernamentales y las compañías de seguros.
Por culpa de la falta de electricidad constante, el incesante y ruidoso ron-
roneo de los generadores se convirtió en una fuente de frustración para
muchos supervivientes. Algunos se quejaban de vecinos que mantenían sus
generadores en marcha hasta bien entrada la noche, impidiendo la concilia-
ción del sueño. Una sátira en la radio parodiaba este problema con un “anun-
cio” de los “generator-terminators” que los vecinos podían alquilar para
amenazar a los molestos dueños de un generador: “¡apáguenlo o acabaré con
él!” (Cataluna, 1992).
Los comentarios humorísticos que contenían algo de hostilidad aumentaron
en este período, y a menudo se acompañaban por frases disculpantes como
“estoy bromeando”. También aumentaron los chistes de contenido sexual u
obsceno. Cuando la mayoría del personal militar dejó Kauai dos meses después
de la catástrofe, los supervivientes les elogiaron, pero lamentaban el hecho de
que se fueran tan pronto. Dos supervivientes emplearon connotaciones sexua-
les al bromear de que “no estaban satisfechas” con lo que describieron como la
“evacuación precoz” de los militares.
Tres meses después de Iniki, cayeron lluvias torrenciales y en toda la isla se
sufrieron inundaciones graves. Una superviviente que había vivido en una
tienda de campaña desde perder su casa durante Iniki finalmente encontró una
casa que la cobijase dos días antes de que comenzaran las lluvias. De pie en su
nuevo salón, inundado con medio metro de agua, dijo a un trabajador de los
servicios de asistencia: “Estoy perfectamente –¡sólo que estoy esperando a que
caiga el meteorito!”.
Las reuniones de barrio se volvieron menos frecuentes durante este perío-
do y se observaron menos risas. Aparecieron muy pocos carteles nuevos. Un
niño llevaba una chapa hecha a mano que decía: “Superviviente de Iniki –¡NO
víctima!”.

MAIOR 253
El humor y el bienestar en las intervenciones clínicas

Una noche, una superviviente de ocho años me observaba mientras que yo


dibujaba viñetas sobre Iniki. Le explique que las viñetas a menudo se ríen de
algo que te preocupa o te provoca ansiedad. Entonces le pregunté si algo le
molestaba del huracán. Me respondió que muchas cosas le molestaban, pero
que sus amigos en el colegio le decían que “no podía quejarse de nada porque
Iniki no había volado su casa”. Hablamos sobre lo que ella pensaba que Iniki
había hecho a ella y a su familia. Nos reímos al decidir juntas que aunque Iniki
no había volado su casa, sí que había “volado su mente” (“blew her mind”
–que en inglés significa que la “hizo alucinar”). Dibujamos una viñeta juntas
para ilustrar esta idea (ver figura 8.4), que ella llevó al colegio para comentar
con su clase.

Figura 8.4
El huracán que voló mi mente

Tú no hables
del huracán... ¡Pero sí voló
¡porque no voló mi mente!
tu casa!

254 MAIOR
El humor del superviviente

En los dos meses y medio que siguieron al desastre, aproximadamente 7000


personas en Kauai recibieron servicios de asistencia psicológica (Chang, 1992).
Los terapeutas que participaron en estas tareas observaron que los cuatro pro-
blemas principales de los supervivientes fueron (1) no poder aceptar sus pérdi-
das; (2) la frustración que les provocaba el tener que esperar para obtener ali-
mentos y servicios; (3) no poder obtener ayuda financiera o una suficiente com-
pensación por sus pérdidas; y (4) ansiedad, ataques de pánico y confusión. Los
supervivientes contaron que trabajar en sus jardines, ir a los partidos de fútbol
de la liga escolar, participar en los deportes y ver actuaciones de entreteni-
miento en vivo fueron algunas de las actividades que les ayudaron a afrontar
los problemas causados por el desastre. Algunos supervivientes explicaron que
estas actividades les permitían olvidar sus problemas durante algún tiempo,
relajarse y reír con sus amigos, y obtener una nueva perspectiva para poder
aceptar sus desventuras más fácilmente.
En el período comprendido entre el cuarto y el noveno mes después de la
catástrofe, los supervivientes se habían cansado de la incomodidad y los pro-
blemas de vivir en un entorno devastado. Se organizaron pocas reuniones
sociales planificadas y los supervivientes pasaron el tiempo solos con sus fami-
lias. Muchos vivían en condiciones de miseria y hacinamiento. Muchos super-
vivientes permanecieron sin trabajo, ya que la tasa de desempleo se había tri-
plicado desde Iniki. Muchas personas vivían en campamentos en la playa. Los
supervivientes se sentían frustrados y enfadados al no poder conseguir apoyo
financiero y un hogar adecuado para ellos y sus familias. Muchos culpaban a
las compañías de seguros y las consideraban la fuente de sus problemas. Un
cartel dibujado a mano en la pared externa de la casa dañada de un supervi-
viente iba acumulando rayas cruzadas bajo las palabras: “Número de días
desde Iniki y aun no ha aparecido el tipo del seguro”.
Un grupo de teatro local canceló su obra porque todo el atrezzo y el vestua-
rio voló con Iniki. Tres meses después del desastre, tuvieron una reunión de
planificación y anunciaron un casting para “canciones cómicas, actuaciones,
sketch y bailes para una visión desenfadada de Iniki, el Cabaret Iniki, un show
grande como toda la isla... que vengan los artistas a compartir su sentido del
humor con la valiente comunidad de Kauai y ayuden a aligerar los espíritus de
todos con recuerdos y risas” (“Casting Call” 1992, pág. 9-A).
Los supervivientes locales se encargaron de toda la producción y acepta-
ron sólo ayuda periférica de las personas externas al planificar y desarrollar
el espectáculo. Los supervivientes querían crear y controlar el evento. Los

MAIOR 255
El humor y el bienestar en las intervenciones clínicas

profesionales de la salud mental ayudaron mucho con un trabajo de apoyo


sutil y poco evidente. Por ejemplo, algunos trabajadores animaron a los
supervivientes a unirse al “Cabaret”, como artista o como espectador. Los
supervivientes valoraron positivamente a los trabajadores que proporciona-
ron ayuda sin dar sugerencias o contenidos. Cinco meses después del hura-
cán, se estrenó el “Cabaret Iniki”. La disk jockey local, que había aliviado
muchas tensiones diariamente con el humor en su programa de radio, fue la
maestra de ceremonias. El público estaba lleno de supervivientes y trabaja-
dores. Un miembro del grupo de teatro compartió conmigo el siguiente
comentario sobre el “Cabaret Iniki”:

Sólo había artistas locales... el teatro estaba lleno. La gente incluso llegaba a colgarse
de las vigas del techo para ver el espectáculo. Era gratis, pero la gente hizo donacio-
nes a la Cruz Roja y al Fondo de Ayuda Iniki. [La maestra de ceremonias] estuvo tan
graciosa –hizo un ballet vestida como un obrero ...[un músico local] hizo los tres cer-
ditos en el dialecto local –sobre Iniki que soplaba hasta tirar abajo la casa– eso fue
para morirse de la risa. Todos rieron y rieron y rieron aun más.

Hacia el sexto mes después de la catástrofe, los chistes y los comentarios


humorísticos a menudo contenían elementos hostiles y agresivos y casi siem-
pre sin ningún tipo de disculpa. Los supervivientes sonreían menos durante
sus interacciones con los trabajadores del desastre. Los nuevos diseños de las
camisetas de los supervivientes que aparecieron durante esta fase frecuente-
mente reflejaban sus preocupaciones en un lenguaje que hacía referencia a la
cultura del desastre. Una camiseta mostraba las letras “P.I.S.S.” (una referen-
cia a “pissed off”, una manera grosera de decir “iracundo”) encima de una
imagen de un hombre desairado que se tiraba de los pelos. Bajo el dibujo, el
acrónimo se explicaba: “Post Iniki Stress Syndrome” (Síndrome de Estrés
Post-Iniki).
El Proyecto Ohana (familia) de Iniki era una red de diversas agencias del
gobierno financiada por FEMA (la Agencia de Gestión de las Emergencias
Federales) y administrado por la división estatal de Hawai de la salud mental
para proporcionar “servicios de salud mental y actividades de cohesión fami-
liar” (“Iniki Ohana”, 1992, pág. 8-A). Los equipos de salud mental trabajaron
con los orientadores de los colegios para ayudar a los niños y a sus familias a
“recuperar un sentido de la normalidad a pesar de los desafíos de la recupe-
ración y la reconstrucción”. Emplearon a trabajadores de campo indígenas
para ayudar a los supervivientes a superar el estrés relacionado con el desas-
tre y para organizar actividades sociales adecuadas a la cultura local. Se ofre-

256 MAIOR
El humor del superviviente

cieron CISD (Critical Incident Stress Debriefings, “Talleres sobre el Estrés en


Eventos Críticos”) para los trabajadores y supervivientes de cada zona.
Participé en talleres CISD como orientadora. Después de algunas de estas
sesiones, moderé un taller corto sobre el uso del humor para gestionar el
estrés. Entre otras actividades, repartí viñetas y objetos divertidos como nari-
ces rojas o gafas de Groucho y compartí anécdotas cómicas.
Seis meses después de Iniki, se organizó un día de picnic y conciertos para
los supervivientes. La isla de O’ahu donó todos los servicios, la comida, los
recursos y el entretenimiento. Algunos profesionales de la salud mental apoya-
ron el proyecto. Un superviviente compartió conmigo lo que para ella significó
esta experiencia:

Eran todos voluntarios... Hizo que la comunidad sintiese que a la gente aun les
importábamos... Todos nos sentíamos aislados... La gente te puede enviar un paque-
te, pero no es tan eficaz como traer sus propios cuerpos y montar una auténtica
fiesta para ti. Nos dio a todos un día libre y una oportunidad para reunirnos. Para
nosotros en Kauai, no había ninguna razón para tomarse un descanso y juntarse si
no había alguna fiesta o algún entretenimiento al que ir. Hubiera sido descortés no ir
y participar en ese día. Mostró que alguien se preocupaba por nosotros. Fue una
oportunidad para ver a muchos amigos y para que la gente se juntara y viera que
todos estaban bien. Nos hizo tomarnos un tiempo libre para descansar. Vino muchí-
sima gente ...corrió la voz. La comida gratis y los cómicos consiguieron que la gente
se tomara un descanso. Fue maravilloso para todos.

Señales tempranas de la fase de reconstrucción

En la “fase de reconstrucción”, el humor refleja una vuelta gradual a un sen-


tido de comunidad entre los supervivientes. La fase de desilusión puede durar
entre uno y dos años después del desastre y se solapa con la fase de recons-
trucción, que puede durar muchos años. Las actividades comunales, como las
celebraciones para reabrir un negocio, apoyan la transición a una fase de
reconstrucción. La fase final de la reconstrucción en Kauai recibe sólo un trata-
miento breve en este capítulo porque el estudio de la autora sólo cubrió el pri-
mer año después del desastre.
El humor del superviviente en la fase de reconstrucción es contextual,
dependiendo del hecho de “haber estado ahí”. Se ríe de las memorias compar-
tidas y de los temores, las metas, los problemas y los cambios colectivos. Los
comentarios humorísticos típicos de esta fase se refieren a un nuevo sentido de
la vida que fortalece la cohesión del grupo y que levanta los ánimos de la comu-

MAIOR 257
El humor y el bienestar en las intervenciones clínicas

nidad. Las actividades sociales basadas en la comunidad y los ritos y celebra-


ciones de aniversario fomentan el humor y la sanación de la comunidad. El
humor del superviviente en esta fase es una estrategia activa de afrontamiento
que busca el apoyo social, combate la angustia psicológica, fomenta la acepta-
ción y facilita la adaptación positiva.
Al inicio, Kauai sufrió problemas económicos graves al paralizarse el turis-
mo después de Iniki. Al reabrirse algunos hoteles, los turistas fueron volviendo
paulatinamente. Se organizó una gran celebración al reabrirse un hotel impor-
tante que era también una de las empresas que más trabajo generaba en la isla.
Los supervivientes en esta fiesta comentaron que estaban contentos que los
turistas estaban volviendo, porque significaba que la economía empezaría a
mejorar. Un grupo de supervivientes se rió cuando un hombre dijo: “Me ale-
graría tener que responder a todas las preguntas de los turistas, ¡incluso las más
estúpidas!”.
La película Parque Jurásico se filmó en Kauai, justo antes del Huracán Iniki.
Se organizó un estreno en Kauai cuando apareció en los cines, nueve meses des-
pués del desastre. Muchos residentes de Kauai habían trabajado como extras en
la película, y comentaron que el bello escenario de Kauai ayudaría a atraer a los
turistas a la isla. Después de ver la película, un superviviente dijo que el dino-
saurio más temible que había visto nunca era el “Inikisaurio”. Otro hombre rió
y respondió, “Sí, y genera mucho papeleo”3.
Un año después de Iniki, una pareja Hawaiana anciana que había vivido
más de un huracán, comentó que “Es importante ver el lado positivo de los
desastres... Desafortunadamente, el viento no tiene respeto...llega y coge lo que
quiere. Pero la próxima vez que viene el huracán, voy a poner un cartel ahí
afuera: ‘Ya hemos dado’” (Ramírez, 1993, pág. B1). En Hawai se trata con
mucho respeto a los kupuna (ancianos del lugar). Los profesionales de la salud
mental que trabajan en situaciones de desastre deberían fomentar, teniendo en
cuenta la cultura local, las respuestas positivas de adaptación y afrontamiento
de estos importantes modelos de la comunidad, incluidas las respuestas humo-
rísticas. Una manera de transmitir el mensaje de los kupunas es incluir perfiles
positivos sobre los kupuna en los periódicos y materiales de información sobre
el proceso de recuperación. Otra idea es recortar y exhibir en los centros públi-
cos los artículos de prensa que reflejan la capacidad de afrontamiento y el
humor, distribuirlos en los colegios y compartirlos con los clientes de la con-
sulta psiquiátrica.

3. NT: En inglés, la palabra “breed” significa “reproducirse” y también “generar”.

258 MAIOR
El humor del superviviente

Se observó mucho humor entre los supervivientes que se preparaban para


las celebraciones y ritos entorno al primer aniversario de la catástrofe. Un canal
de radio patrocinó una “Carrera Loca de Iniki” en la que los participantes tení-
an que superar diversos obstáculos de Iniki y realizar una serie de tareas con
linternas, pilas y otros materiales relacionados con el huracán. El “Entierro de
Iniki”, un servicio funerario para el Huracán Iniki, se celebró en una iglesia
local. Se invitó a los supervivientes a que trajeran pequeños objetos del Huracán
para introducirlos en el féretro “y así dejar atrás Iniki y celebrar la vida”
(“Enterrando a Iniki”, 1993, pág. 6-A) (ver Figura 8.5).
Miles de residentes de Kauai participaron en la celebración del primer ani-
versario llamado “Kauai: Ola Ka Uhane (Kauai: El espíritu sigue vivo)”. Los pro-
fesionales de la salud mental animaron a los supervivientes a que participaran.
El coordinador del evento, que duró un día entero, dijo a un periodista que “La
mayoría de las personas sufren las pérdidas en soledad. Es algo inusual que una
comunidad entera sufra un trauma. Entonces, cuando esto sucede, existe una
oportunidad para recuperarse y unirse todos juntos” (Baptiste, 1993, pág. 5).
Los supervivientes trajeron collares de flores de un metro, sin unir, para
crear un enorme “Collar de Aloha”. Cantantes, bailarines y cómicos actuaron
en un escenario decorado con objetos de arte de Iniki. Había una enorme zona
de comida y varias tiendas que ofrecían todo tipo de actividades. Se invitó al
Capitán Gerald Coffee, un prisionero de guerra de Vietnam que era un modelo
del humor del superviviente, para que hablara en la celebración del “Kauai Ola
Ka Uhane”. Durante la puesta del sol, Coffee se dirigió a las masas de supervi-
vientes de Iniki exactamente un año después de que el huracán trasformara
gravemente su entorno y sus vidas:

Cuando se ponga el sol dentro de unos minutos, atardecerá sobre el primer año de
supervivencia, y ahora llega el momento, con el amanecer de mañana, de ir más allá
de la supervivencia, de superar la adversidad con un nuevo sentido de la vida, con
una nueva visión, con una nueva fe en nuestras habilidades, una nueva fe en noso-
tros mismos, en nuestro propio liderazgo y creatividad, con una renovada confianza
los unos en los otros, en nuestra comunidad, en nuestra ohana [familia]” (Baptiste,
1993, pág. 5).

Para finalizar la celebración del primer aniversario, 500 keiki (niños) de


Kauai hicieron un círculo que rodeó a los miles de participantes. Todos se cogie-
ron de las manos, y los keiki cantaron una canción especial sobre Iniki, y luego
repartieron los cientos de collares de flores empleados antes para el “Collar de
Flores de Aloha” entre el público sonriente.

MAIOR 259
El humor y el bienestar en las intervenciones clínicas

Figura 8.5
“Que Iniki Descanse en Paz”

Ha pasado un año. Sí, a lo mejor


Es bueno que ya ahora podemos
podamos dejar que finalmente descansar
Iniki descanse en paz. NOSOTROS.

RESUMEN

El humor del superviviente pudo observarse a menudo en Kauai durante el


año que siguió al desastre. Los supervivientes generaron este humor activa-
mente, y quizás fuera un comportamiento comunicativo preexistente entre la
población multicultural de Kauai. El “espíritu de Aloha” y los “cuentacuentos”
son características culturales predominantes en todo Hawai que fomentan una
actitud positiva y el uso del humor. El reconocimiento compartido de las pers-
pectivas cómicas en medio del caos fomentó el sentido de comunidad. Los resi-

260 MAIOR
El humor del superviviente

dentes de Kauai activamente se ayudaron los unos a los otros a sobrevivir al


huracán y a sus secuelas antes de que llegara la asistencia externa. Emplearon
estrategias activas de afrontamiento como el humor para ayudarse los unos a
los otros a sobrevivir los rigores del proceso de recuperación de la catástrofe.
Al ayudarse a reír de los aspectos absurdos de sus circunstancias comparti-
das, pero no los unos a costa de los otros, fortalecieron sus lazos sociales y su
sentido de comunidad. Muchos supervivientes demostraron una habilidad
considerable de apreciar las incongruidades a pesar de las condiciones adver-
sas. Esta perspectiva les ayudó a liberar los sentimientos producidos por la
situación, en vez de atacar a ciertos miembros de su propia cultura del desas-
tre. Por ejemplo, la enfermera de salud pública citada anteriormente prefirió no
expresar su hostilidad hacia los padres de Kauai que no habían inmunizado a
sus hijos, sino que decidió enfadarse con la enfermedad (“¡Odio la pertusis!”).
Los profesionales de la salud mental en los desastres pueden ayudar a los
supervivientes a cambiar de perspectiva, afrontar las frustraciones y evitar las
interacciones hostiles sirviendo de modelo del uso del humor terapéutico diri-
gido hacia las situaciones compartidas.
Se organizaron actividades que fomentaron el humor del superviviente y
proporcionaron alivio a la comunidad, como el “Cabaret Iniki”. La comunidad
de los supervivientes se hundió, pero no su espíritu. Al estimular siempre el
“espíritu Aloha”, los supervivientes de Kauai se animaron mutuamente y
siguieron trabajando juntos para arreglar su comunidad.
El humor es un comportamiento comunicativo. La personas a menudo bro-
mean sobre los temas que les preocupan. Identificar los temas importantes pre-
sentes en el humor puede desvelar las necesidades que los supervivientes perci-
ben. El humor puede ser el medio empleado para transmitir el mensaje, pero el
contenido del mensaje no tiene por qué perderse con la tensión liberada a través
de la risa. Por ejemplo, había muchos chistes sobre el hielo, que todos los super-
vivientes deseaban pero no podían obtener porque las organizaciones de asis-
tencia no lo trataban como un recurso “esencial”. En la primera semana después
del desastre, esta comunidad rural e independiente tenía una gran cantidad de
comida disponible, pero no tenía manera de preservar los alimentos frescos y
evitar que se estropeasen. Aquellos profesionales de la salud mental que escu-
charon los mensajes que se encontraban en el humor de los supervivientes esta-
ban más preparados para responder a las necesidades de la comunidad.
Los requisitos básicos de la supervivencia se cubren rápidamente en la
mayoría de las catástrofes naturales que suceden en los Estados Unidos. Sin
embargo, durante las primeras etapas de la fase de luna de miel, los supervi-

MAIOR 261
El humor y el bienestar en las intervenciones clínicas

vientes buscaban un nivel más elevado de recursos para conseguir un sentido


de normalidad para sus familias. Por ejemplo, los esfuerzos de los supervi-
vientes para continuar con las actividades habituales resultaban inútiles porque
no podían obtener materiales de papelería como bolígrafos, papel, tarjetas de
agradecimiento, sobres y materiales de fiestas. Los profesionales de la salud
mental que participan en la administración de la respuesta a los desastres pue-
den apoyar las peticiones de materiales que fomentan la producción del humor
comunitario.
La falta de entretenimiento nocturno y de actividades de esparcimiento era
una queja muy común. Algunas familias reunieron recursos y crearon entrete-
nimientos improvisados en sus barrios. Algunos supervivientes no tenían cono-
cimiento de estas funciones de entretenimiento comunitario o no tenían acceso
a ellas. Los programas activos de salud mental en situaciones de desastre pue-
den incluir una coordinación general de tales iniciativas, planificando la distri-
bución de información, proporcionando servicios de transporte y asegurando
un acceso continuado a estas actividades comunitarias de alivio.
Cuando las necesidades de supervivencia básicas en una situación catastrófi-
ca se han cubierto, quienes tomen las decisiones sobre la distribución de recursos
deberían considerar las necesidades de entretenimiento y esparcimiento de la
comunidad afectada. Un video-club local había sufrido daños mínimos y podía
haber abierto mucho antes si hubiera tenido acceso a un generador. Los servicios
de salud mental en un desastre pueden plantearse la idea de trabajar con empre-
sarios locales para proporcionar un acceso más sencillo a los materiales y activi-
dades de ocio de la comunidad. Un segundo nivel de servicios esenciales –basa-
do en las necesidades percibidas por la comunidad y que incluyen sus requisitos
básicos culturales de entretenimiento, recreación y ocio– pueden tenerse en cuen-
ta en las respuestas a los desastres y la planificación de la recuperación.
La presencia o ausencia del humor del superviviente en una situación catas-
trófica puede proporcionar pistas sobre el estado de salud mental y social pre-
existente en la comunidad afectada. Muchos trabajadores de los servicios de
asistencia que llegaron de catástrofes en Florida, California, Louisiana y Guam
hablaron del talante positivo, el humor y la actitud proactiva de los supervi-
vientes de Kauai en contraste con otros lugares impactados. Estos trabajadores
externos a menudo comentaron que el humor frecuente de los supervivientes
de Kauai tuvo un impacto positivo sobre sus propias actitudes, facilitó una
comunicación más eficaz con los supervivientes a pesar de las diferencias cul-
turales y fomentó un proceso de recuperación rápido y eficaz. Hace falta más
investigación para determinar si la presencia o falta de humor del supervivien-

262 MAIOR
El humor del superviviente

te en una situación de desastre afecta el tipo y cantidad de servicios de salud


mental que serán necesarios en una comunidad afectada. Quizás una valora-
ción rápida del tipo, número y contenido de los carteles escritos a mano en los
lugares de una catástrofe pueda ser uno de los indicadores de las actitudes más
extendidas en una comunidad afectada.
Las actividades comunitarias, el entretenimiento, el esparcimiento y las artes
sirvieron de estímulos del humor de los supervivientes en Kauai. Puede que el
humor y la expresión artística no “curen” el dolor de una pérdida, pero pueden
ayudar a eliminar parte del sufrimiento y facilitar la adaptación. El uso del
humor y del arte en Kauai proporcionaron canales seguros para expresar y vali-
dar los sentimientos, reconocer las percepciones compartidas, educar a través
del entretenimiento. El empleo del humor, el arte y el entretenimiento improvi-
sado por parte de la comunidad de Kauai ofrece un modelo de actividades de
alivio para la comunidad que una sociedad sana genera para ayudarse a sí
misma a afrontar el estrés de una situación catastrófica.
El humor, el entretenimiento, el ocio y las artes no se consideran servicios
esenciales en los planes de respuesta a un desastre, sean públicos o privados, o
en los manuales de operaciones de recuperación. Ni siquiera se consideran ser-
vicios “no esenciales”. Sencillamente no se habla de ellos. Todas las ramas del
ejército de los EE.UU. tienen departamentos de Moral, Bienestar y Recreación (en
inglés, MWR), que se ocupan de los asuntos de calidad de vida del personal mili-
tar y de sus familias en relación a los despliegues transoceánicos. Estos departa-
mentos organizan una gran variedad de actividades, como son los grandes even-
tos de entretenimiento, teatro, servicios de cuidado de los niños, arte y deportes.
Quizás el mismo esfuerzo de mandar a cómicos y otros artistas en momentos de
guerra para entretener a los soldados y marineros americanos podría aplicarse en
nuestro propio territorio. Los servicios de salud mental en los desastres podrían
ayudar a proveer entretenimientos a las comunidades afectadas por el desastre
en los Estados Unidos para ofrecer alivio y humor a la comunidad.
Los recursos disponibles a menudo se encuentran desbordados durante una
gran catástrofe. La devastación es tan completa que se requiere ayuda tempo-
ral de los recursos externos a la zona afectada por el desastre. Cuando las nece-
sidades básicas ya se han cubierto, las organizaciones de asistencia al desastre
podrían encargarse de cubrir las necesidades de ocio y moral de la comunidad
afectada, para apoyar la salud mental de los supervivientes y ayudar a curar el
trauma colectivo. El personal local debería participar directamente en planifi-
car las actividades de entretenimiento adecuadas para la comunidad, ya que
serían fundamentales a la hora de identificar los entretenimientos apropiados

MAIOR 263
El humor y el bienestar en las intervenciones clínicas

para el momento y el entorno cultural específico. Podrían emplearse artistas y


celebridades locales para ofrecer un descanso a la comunidad y unos servicios
de salud mental innovadores. Podría hacerse un esfuerzo para apoyar espectá-
culos y eventos improvisados capaces de fomentar un sentido de unidad en la
comunidad rota. La intención sería potenciar la cultura, el humor, el entrete-
nimiento y las artes como respuestas positivas de adaptación al desastre.
Además, la autorización oficial podría facilitar el acceso y la coordinación, y
apoyar el éxito en la implementación de actividades que dieran un respiro a la
comunidad. Los servicios de la salud mental en los desastres podrían ampliar-
se para ayudar de manera creativa a una comunidad no sólo a sobrevivir, sino
a prosperar.

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MAIOR 267
El humor, la biología
y la psicoterapia 1

William F. Fry, Jr.

9
El Doctor Fry defiende la aceptación de un sentido más amplio de la palabra psicoterapia.
Una extensión de la definición que recientemente ha estimulado su interés se refiere al reco-
nocimiento de un tipo de psicoterapia “comunitaria”, en la que eventos culturales como los
festivales, los carnavales, las fiestas y las celebraciones –en las que el humor desempeña un
papel fundamental– según él proporcionan psicoterapia de grupo para las personas de la
comunidad festiva. En este capítulo, el Dr. Fry dirige su mirada al papel complementario y
potencial del humor en el tratamiento individual y comunitario de las llamadas enferme-
dades “geográficas” (aquellos trastornos que se experimentan por los efectos negativos de
factores del entorno natural). El paradigma que emplea en este capítulo es el S.A.D., la con-
dición de depresión psicológica causada por la deficiencia anual de la exposición solar. La
deficiencia de luz solar es más común entre aquellas poblaciones humanas que viven más
cercanas a los polos de la tierra, y por lo tanto afecta a grandes grupos o comunidades. El
Dr. Fry teoriza que, mediante los efectos estimulantes de la risa alegre, el humor puede
emplearse para conseguir funciones profilácticas o complementarias a la psicoterapia para
las poblaciones amenazadas.

No debería ser algo totalmente inesperado que los usos más activos y gene-
rosos del humor en las formas innovadoras de psicoterapia puedan tener a
veces beneficios más allá de aquellos que se reciben directamente en los entor-
nos clínicos convencionales. Durante los últimos veinticinco años, mientras que
la aceptación del humor como un complemento terapéutico ha ido creciendo,
se ha estimulado a los terapeutas y a los teóricos, en parte por un nuevo espíri-
tu de innovación, a replantearse el concepto de la psicoterapia (Buxman, 1995).
Las definiciones y las designaciones han cruzado barreras y se han extendido
hasta penetrar territorios sin explorar, quedando libre del encorsetamiento
del modelo clásico de la psicoterapia: la terapia en la consulta individual

1. Este capítulo está dedicado a la memoria de la Doctora Marie C. Doyle, educadora, profesora, psicó-
loga, sanadora, guía, administradora, innovadora y revolucionaria. Sus contribuciones y sugerencias para
este capítulo fueron cruciales, y siempre sabias.

MAIOR 269
El humor y el bienestar en las intervenciones clínicas

(Shaughnessy, 1984). Tipos de psicoterapia antes consideradas “valientes” o


incluso “marginales” han llegado a considerarse más aceptables, menos teme-
rarias. Siguiendo la tendencia de este espíritu de mayor libertad y eclecticismo,
algunas zonas de asistencia, ayuda y tratamiento que antes no se hubieran con-
siderado verdaderas formas de psicoterapia han comenzado a reconocerse
como tales. De esta manera, la definición de la psicoterapia se ha alterado y
extendido de manera positiva.
Además, es gratificante observar que una nueva ciencia del humor en la
terapia se esta extendiendo, y que el humor se está clasificando y estructuran-
do de manera adecuada tanto por los teóricos como por los practicantes (Fry y
Salameh, 1987, 1993; Kuhlman, 1984). Es emocionante ver cómo se están dise-
ñando nuevos papeles para el humor en la psicoterapia, y que nuevos progra-
mas para aplicar el humor se están desarrollando a partir de estos descubri-
mientos.
Existen numerosas áreas de innovación en la psicoterapia, y más en concre-
to del humor en la psicoterapia, que podrían ser objeto de análisis. Haig (1988)
ha informado sobre el tratamiento en una unidad de pacientes con trastornos
agudos en Sydney, Australia. A pesar de la presencia de pacientes con psicopa-
tologías graves –anteriormente considerados inmunes a los intentos de acerca-
miento– en estos entornos, la psicoterapia de grupo se ha convertido casi en el
mínimo que se espera que los pacientes deben recibir. En el caso del artículo de
Haig, las observaciones generales de los beneficios del humor en la terapia se
veían enriquecidas por observaciones específicas sobre el hecho de que los
papeles profesionales de los terapeutas mejoraban cuando los pacientes les
consideraban más cercanos y humanos, mediante el humor. Otra autora, Vera
Robinson (1991), corrobora las observaciones de Haig, al documentar la efica-
cia del humor en las psicoterapias extendidas, con el objetivo de desarrollar la
autoestima y el valor de la persona en la interacción con el paciente dentro de
una unidad hospitalaria de internado. Encontró que el humor ayuda a los
pacientes a asumir responsabilidades sobre su propio comportamiento, sobre el
bienestar de los demás y sobre la vida en grupo.
Las psicoterapias de estos tipos, en estos entornos, antes considerados poco
convencionales, arriesgados o incluso peligrosos, ahora empiezan a volverse
habituales, hasta tal punto que se va volviendo cada vez más difícil para el eva-
luador contemporáneo describirlas como innovadoras. Sin embargo, a pesar de
esta progresión continua de la definición de la psicoterapia, aun existen otros
tipos de psicoterapia que pueden verse como más evidentemente revoluciona-
rios. Esta impresión puede confirmarse porque su identificación con la terapia

270 MAIOR
E l h u m o r, l a b i o l o g í a y l a p s i c o t e r a p i a

aun no ha tenido lugar. Se trata de las formas de psicoterapia que pueden


encontrarse en el comportamiento ritual y festivo. Este comportamiento nor-
malmente tiene orígenes históricos y culturales, a menudo de una naturaleza
increíblemente antigua y de raíces muy profundas. Algunos pueden considerar
que llamar a los rituales terapia es excesivamente innovador; el lector puede
bien terminar este capítulo sin llegar a convencerse. Pero ese es el riesgo que se
toma al lanzar ideas nuevas.

PERSPECTIVA TEÓRICA

La revolución asociada al humor en la psicoterapia ha tenido lugar gracias a


una serie de experiencias que han llevado a algunos terapeutas a replantearse
sus métodos en muchas escuelas de psicoterapia. A menudo, se trataba de exa-
minar las relaciones entre la naturaleza del humor y los objetivos de las formas
innovadoras de terapia. Los objetivos más fundamentales de todo tipo de psi-
coterapia son reducir el dolor psicológico y curar o prevenir las causas del
sufrimiento actual además de lo que pueda requerir un tratamiento futuro. En
contraste con las ideas del pasado, hoy en día se reconoce que estos objetivos
pueden alcanzarse mediante diversas técnicas de humor complementario en
sus formas terapéuticas. Además, muchas extensiones de los métodos terapéu-
ticos hacia campos previamente inexplorados ahora pueden alcanzar estos
objetivos.
Otro capítulo de este libro (ver Ritz, capítulo 8) proporciona un ejemplo
concreto de esta combinación de humor complementario con una terapia
poco convencional. Ese capítulo se ocupa del sector terapéutico que se cono-
ce como la “terapia del desastre”. Se ha descubierto que el humor es un vehí-
culo universal de comunicación en todas las culturas del mundo, en los
momentos en los que las catástrofes naturales y artificiales han arrasado a las
comunidades humanas, causando muerte, caos y destrucción. La terapia del
desastre (o de crisis) ha extendido el ámbito de su aplicación y de su valor
durante las décadas desde la Segunda Guerra Mundial. Actualmente, en la
mayoría de los países desarrollados, la orientación psicológica en materias de
violación, abuso y maltrato son respuestas de la comunidad casi automáticas
en este tipo de desastres. La evolución de este comportamiento ha avanzado
hasta tal punto que los terremotos, maremotos, fuegos, inundaciones, guerras
y otros agravios –sean o no frutos de la acción humana– contra la Naturaleza
se están reconociendo como momentos en los que se requiere la terapia del

MAIOR 271
El humor y el bienestar en las intervenciones clínicas

desastre. El humor se considera un complemento muy importante en los pro-


cesos recuperativos de la terapia de crisis.
El tema de este capítulo es el papel complementario que desempeña el
humor en un tipo de terapia que se estableció como tal hace muchos siglos. En
este caso, el aspecto innovador de la terapia no depende del hecho de su exis-
tencia sino del hecho de que su verdadera naturaleza terapéutica no se haya
reconocido anteriormente. Este anonimato ha existido hasta los tiempos recien-
tes, a pesar de que millones de seres humanos en todo el mundo han participa-
do y participan continuamente en este fenómeno.
Es impresionante que tantas personas hayan experimentado durante gene-
raciones los beneficios terapéuticos del fenómeno al que me refiero –sin una
conciencia explícita de las verdades terapéuticas relevantes. El hecho de que
este fenómeno terapéutico funcione a gran escala –a veces en una comunidad,
a veces a nivel nacional o incluso en toda una cultura– no explica el hecho de
que su aspecto terapéutico permanezca anónimo. Los intentos de analizar las
causas de esta ceguera en general han fracasado. Las razones de la falta de reco-
nocimiento de su valor terapéutico en los asuntos humanos permanecen incier-
tas. La situación recuerda la paradoja que genera la falta de conciencia casi uni-
versal entre los seres humanos de actividades tan vitales o familiares como la
respiración, el latido del corazón o la risa.
El fenómeno que será el objeto de estudio en este capítulo será el comporta-
miento ritual y festivo que es parte de la vida en cualquier cultura o sociedad
humana. No es que el comportamiento festivo se ignore en todas sus modali-
dades por sus participantes o por todos los otros observadores. Al contrario, los
historiadores y los antropólogos han dedicado al comportamiento festivo
mucho interés durante varios siglos. Los estudios y los escritos de Sir James
Frazer (1911/1993) son sólo un ejemplo de la investigación sobre el tema. Sin
embargo, se ha dedicado poco espacio, en los estudios y la literatura anterior,
al análisis de los posibles aspectos psicoterapéuticos de los rituales y los festi-
vales. Casi todas las menciones de los beneficios de estos comportamientos se
han limitado a los campos de la superstición, la religión, la posesión demonía-
ca, el cuidado del ganado y la agricultura.
La naturaleza de estos eventos, profundamente enraizados en la vida huma-
na, puede observarse en la permanencia y extensión de su presencia en sus tie-
rras nativas. También se ha demostrado que muchos de los festivales y rituales
contemporáneos se derivan de celebraciones similares que existían en tiempos
más antiguos y remotos. Los ejemplos bien conocidos de la Saturnalia Romana
y la Navidad Cristiana ilustran este punto. Sara Sklaroff (1996) escribió sobre
esta relación:

272 MAIOR
E l h u m o r, l a b i o l o g í a y l a p s i c o t e r a p i a

La Saturnalia (17-23 de Diciembre) y las Calendas de Enero (el primer día del año,
extendiéndose hasta los días sucesivos) había sido el festival principal (en la Roma
Pre-Cristiana) durante siglos. El 25 de Diciembre –el solsticio de invierno del calen-
dario Juliano– los seguidores del culto celebraban la regeneración del sol. Al elegir el
25 de Diciembre como el día para celebrar el nacimiento de Cristo, la Iglesia trans-
formó la energía de los festivales paganos y la adoración del sol en una celebración
del Hijo de Dios.

Los eventos rituales en las culturas humanas tienen diversos componentes y


apariencias. Los factores que son comunes en la mayoría de ellos son: el tener
una importancia seria para los individuos de la cultura, los comportamientos
sofisticados y tradicionales de los participantes, los factores simbólicos o meta-
fóricos que se refieren a los temas de la celebración y los describen de manera
críptica, y las oportunidades y ocasiones para el humor. Estos sucesos tienen
muchos nombres: festival, fiesta, festividad, festejo, gala, baile, jubileo, jolgorio,
bacanal, celebración y carnaval son las denominaciones genéricas más comu-
nes. Varía el número de personas que contribuyen activamente a estos eventos
como participantes, público, administradores o seguidores. Normalmente for-
man parte de este tipo de festividades una proporción sustancial de la pobla-
ción local, de una manera o de otra.
Estos festivales se podrían denominar naturales en cuanto a su origen y
periodicidad. No fueron los líderes, las autoridades o los árbitros quienes impu-
sieron las celebraciones festivas para el “beneficio” general de la población. Son
naturales porque surgieron de manera espontánea y se desarrollaron y evolu-
cionaron y se mantuvieron durante siglos sencillamente gracias a lo que po-
dríamos llamar la voluntad del pueblo. Estos eventos se encuentran a lo largo
y ancho del mundo humano, con muchos niveles de sofisticación y arte, incor-
porando distintos tipos de creatividad y actuación, acompañados por diversas
manifestaciones de tono y creencia, exhibiendo numerosos temas y modalida-
des distintas. Podría decirse que solamente el alcance de la imaginación huma-
na limita la variedad del comportamiento festivo.
Con una tal variedad y versatilidad, podría alguien preguntarse como es
posible abogar por un papel especial de los festivales, y en concreto los festiva-
les humorísticos, que lo convierte en un instrumento terapéutico. Podría decir-
se con justificación que la estimulación general, el disfrute, el placer, los senti-
mientos positivos y la alegría acompañan las celebraciones y los festivales de
manera natural. ¿No significa entonces, dada la ubicuidad y variedad del com-
portamiento celebratorio, que se trata de una panacea de uso masivo? ¿De
dónde proviene el carácter terapéutico específico? Y en concreto, ¿de dónde

MAIOR 273
El humor y el bienestar en las intervenciones clínicas

proviene el valor añadido de esos papeles complementarios rituales que


desempeña el humor en los festivales?
Estas son preguntas legítimas que deben considerarse individualmente, caso
por caso. Es mi propósito en este capítulo investigar uno de estos casos indivi-
duales de psicoterapia con humor empleado en papeles complementarios
importantes, con el objetivo de demostrar cómo una cierta categoría de com-
portamientos rituales/festivos puede considerarse específicamente terapéuti-
co. Y propongo describir el valor concreto que contribuye el humor que es un
elemento integral de las experiencias festivas.

IMPLICACIONES CLÍNICAS

Diversos estudios realizados durante los primeros años 80 describían un sín-


drome depresivo que no se había reconocido anteriormente (Hellekson et al.,
1986; James et al., 1985; Rosenthal et al., 1984; Rosenthal y Wehr, 1987; Wehr y
Rosenthal, 1989). La existencia de este síndrome fue confirmada repetidamente
durante los años sucesivos, hasta tal punto que fue apropiada su designación
médica como entidad diagnóstica concreta y se hizo imperativo un examen más
extenso de su proceso causal. La teoría desarrollada a partir de estos estudios
identificó la causa de este tipo de depresión como la falta de luz solar natural.
Se ha determinado que la falta de luz solar experimentada por las personas
durante la mitad invernal del año contribuye a provocar la “depresión estacio-
nal clínica” en las poblaciones afectadas. El reconocimiento de esta compleja
enfermedad tuvo lugar al incluirse en el Manual Diagnóstico y Estadístico de los
Trastornos Mentales (1994, pag. 196-197) del American Psychiatric Association
entre las subcategorías de Depresión. Esta cita pide que al identificar la condi-
ción debería añadirse la frase “Tipo Específico de Patrón Estacional”. Los crite-
rios para la diagnosis se describen en los siguientes términos:

Una relación temporal regular entre el inicio (de la depresión) y un momento concre-
to del año... la salida de la depresión... sucede en un momento característico del año
(...la primavera)... en los (pasados) dos años, dos (depresiones) han tenido lugar que
demuestran la relación estacional temporal... y ninguna (depresión) no estacional ha
tenido lugar durante este mismo período... las (depresiones) estacionales han tenido
lugar durante el mismo período... las (depresiones) estacionales se han dado con
mucha más frecuencia en la vida del individuo que las (depresiones) no estacionales.

Esta depresión se conoce comúnmente como SAD (Seasonal Affective Disorder


-“Trastorno Afectivo Estacional”).

274 MAIOR
E l h u m o r, l a b i o l o g í a y l a p s i c o t e r a p i a

Aunque anteriormente parecía bastante misterioso, ahora se reconoce el sín-


drome SAD como un ejemplo más de la relación entre los seres humanos y el
entorno natural, parecido a la conexión entre la malaria y las zonas pantanosas
en las que proliferan los mosquitos. La reducida cantidad de luz solar en los
inviernos de las latitudes más distantes del ecuador tiene como resultado una
condición de deficiencia manifestada por síntomas típicos de la depresión. Los
estudios demográficos han demostrado que el índice del SAD abarca un sector
sorprendentemente amplio de la sociedad. En los Estados Unidos, se registró un
índice del 1.4 por ciento en Florida, en contraste con un índice del 10 por ciento
tanto en Alaska como en Maine. Esta condición se ha observado en Canada
(Lam et al., 1989), Gran Bretaña (Thompson y Isaacs, 1988), Suiza (Wirz-Justice
et al., 1986), Japón (Sakamoto et al., 1993; Ozaki et al., 1995), Noruega (Haggag
et al., 1990), e Islandia (Magnusson y Stefansson, 1993). Desde Australia, Boyce
y Parher (1988) informaron que “nuestro estudio sugiere que el trastorno afecti-
vo estacional asociado con el otoño y el invierno existe en el hemisferio sur y
tiene un patrón sintomático parecido al que se encuentra en el hemisferio norte”.
El psiquiatra Norman Rosenthal, identificado estrechamente con el descubri-
miento de SAD (Rosenthal et al., 1984; Rosenthal y Wehr, 1987) en un principio
se dio cuenta del síndrome durante su aprendizaje profesional en Sudáfrica. En
Alaska, la condición se ha reconocido oficialmente como un problema de salud
pública serio (Booker y Helleckson, 1992).
Como resultado de la intensa atención científica que ha recibido esta enfer-
medad, se ha desarrollado un régimen de tratamiento clínico para ella. Este
régimen se ha aplicado ampliamente y con éxito en muchas regiones en las que
existe esta condición. El tratamiento mínimo para esta condición depresiva con-
siste de unas sesiones programadas de exposición a la luz artificial. Se han
explorado modificaciones de este tratamiento sencillo que consisten en variar
la naturaleza de la fuente lumínica o los colores de la luz o variar los tiempos
de exposición y los períodos entre las exposiciones.
Existen dudas sobre si es suficiente simplemente exponer al paciente a la
fuente de luz para que tenga éxito la cura. Las dudas surgen del argumento que
tales simplificaciones terapéuticas nunca bastan en casos de condiciones psico-
lógicas. Se ha razonado contundentemente que la eficacia de cualquier proce-
dimiento psicoterapéutico (incluso el de tomar fármacos psicoactivos) depende
en un grado significativo del contexto del tratamiento, incluida las habilidades
terapéuticas del médico, tanto aquellas presentadas formalmente como otras
menos estructuradas en la relación compartida por el terapeuta y el paciente.

MAIOR 275
El humor y el bienestar en las intervenciones clínicas

Algunos pueden opinar que esta idea extiende la definición de la psicotera-


pia más allá de su umbral de tolerancia. Sin embargo, ¿quién puede negar que
la forma de tratar a los pacientes, tan citada en la literatura médica, puede iden-
tificarse como psicoterapia efectuada con mayor o menor conciencia y habili-
dad por el practicante? Un buen trato con el paciente es buena psicoterapia; un
mal trato es mala psicoterapia. Por supuesto que la psicoterapia profesional
como modalidad científica va más allá de la sencilla relación positiva, pero no
puede conseguir la mayor eficacia hasta que la relación positiva se haya esta-
blecido entre el médico y el paciente.
El tema del tratamiento del SAD nos hace fijarnos en la cuestión de qué tipo
de enfermedad es en realidad. ¿Se trata de una enfermedad puramente orgáni-
ca, derivada directamente de un factor físico –la deficiencia anual de la luz solar
durante períodos largos? Esta simplificación debe descartarse, dado que el SAD
puede identificarse con más precisión como una condición psicofisiológica. Si
clasificamos el SAD como una condición psicofisiológica, reconocemos la natu-
raleza física de su causa (la falta de luz solar), la naturaleza física de la esencia
del tratamiento que consigue un éxito comprobado, y los circadianos mecanis-
mos fisiológicos de la red subyacente de susceptibilidades y elaboraciones. Y
sin embargo muy pocas personas con tales deficiencias de empatía e imagina-
ción dejan de percibir los factores emotivos que desempeñan un papel en su
condición deprimida. El aspecto psicológico de la “psicofisiología” no pierde
importancia en presencia del aspecto físico.
Dicho esto, y teniendo en cuenta la creencia que el contexto y los aspectos
complementarios de la terapia no pueden olvidarse en cualquier tratamiento de
las enfermedades con aspectos psicológicos, no es descabellado argumentar
que el tratamiento del SAD debe consistir de algo más que de una serie de
potentes luces, aunque estas luces sean el elemento indispensable de un pro-
grama de tratamiento de éxito. La extensión de la importancia de esta conside-
ración se vuelve más evidente si reconocemos la gran amplitud de la suscepti-
bilidad y preponderancia del SAD.

EXTENSIÓN DE LOS TRATAMIENTOS DISPONIBLES PARA SAD

Poco tiempo después de la identificación de SAD en los años 80, comencé a


especular sobre las implicaciones de esta enfermedad, en relación al papel bene-
ficioso que el humor y la risa alegre podría tener en su tratamiento. SAD refleja
una condición de deficiencia –una falta de luz solar. Se ha demostrado científi-
camente que el humor y la risa alegre tiene efectos estimulantes sobre la mayo-

276 MAIOR
E l h u m o r, l a b i o l o g í a y l a p s i c o t e r a p i a

ría de los sistemas fisiológicos del ser humano. ¿Podría tener un beneficio tera-
péutico esta estimulación orgánica en el tratamiento del SAD? Probablemente
no se trataría de un tratamiento central significativo. Se ha demostrado riguro-
samente que el tratamiento definitivo de SAD requiere la exposición a la luz arti-
ficial. La fisiología exacta de este beneficio no se ha investigado a fondo, pero
tiene que ver con el efecto físico de la luz –como mínimo. El humor y la risa no
generan la luz física.
Sin embargo, deben examinarse los beneficios complementarios. Un aspecto
de la historia cultural me ofreció un punto de partida. Mientras que llevaba a
cabo una investigación del humor en España, comencé a notar la preponderan-
cia de un cierto tipo de festival en épocas del año que coinciden con los perío-
dos de deficiencia de luz solar. Por supuesto, en seguida pensamos en las cele-
braciones de Navidad, la Januká judía, el Año Nuevo, el Ramadán y el
Carnaval (o Mardi Gras). Pero existen muchos otros que tienen lugar durante
los meses de poca luz solar, en todas las partes del mundo, cuando una u otra
parte del mundo están orientadas lejos del sol. Estas celebraciones no se limi-
tan a España. La heliocentricidad de los festivales es un fenómeno común.
Puede esbozarse un esquema para la especulación sobre este tema de la
siguiente manera.
1. En un ensayo que trata las consecuencias negativas de las ventajas evolu-
tivas, el biólogo y educador Paul Shepard (1996) escribió: “La consecuencia
radical de esta (defensa contemporánea de la fauna salvaje) es que nosotros,
como otras formas salvajes, quizás suframos de una salud peor en los paisajes
domésticos que en aquellos con los que está sintonizado nuestro DNA”. Este
punto de vista sugiere que la disparidad ecológica entre los requisitos genéticos
de los seres humanos, que se desarrollaron a lo largo de millones de años, y las
circunstancias de nuestro medio ambiente actual puede reconocerse como la
fuente de diversos trastornos funcionales que sufren los seres humanos con-
temporáneos. En otras palabras, los seres humanos se formaron por un proce-
so evolutivo hasta obtener ciertos rasgos que, en las circunstancias del entorno
anterior, resultaban ventajosas para la supervivencia de la especie. Sin embar-
go, los cambios en las circunstancias del entorno, a veces asociados con la
migración humana, a veces causados por los grandes cambios en el clima, se
están distanciando de las cualidades biológicas que se desarrollaron en contex-
tos anteriores del entorno. Esta distancia puede tener consecuencias desfavora-
bles para los individuos humanos y quizás para la especie entera.
Podemos citar como ejemplo el concepto de los orígenes africanos de la cria-
tura humana primitiva, y reconocer la fuerte exposición solar que existía en esta
supuesta cuna. El desarrollo evolutivo del animal que se volvió humano debió

MAIOR 277
El humor y el bienestar en las intervenciones clínicas

incluir un ajuste al desafío que suponía esta abundancia de luz solar. Y al pro-
ducirse este ajuste, estas criaturas debieron desarrollar una dependencia a un
nivel estable y relativamente elevado de exposición solar, de la misma manera
que muchas criaturas han desarrollado una dependencia de la estabilidad de la
cantidad disponible de oxígeno o agua. Se dan muchos días de nubes, y a veces
de niebla, incluso en el ecuador. Sin embargo, incluso con esta mayor amplitud
de tolerancia, debían existir umbrales máximos y mínimos que no podían exce-
derse impunemente. Cuando las variaciones de la luz solar exceden estos lími-
tes, se produce la disfunción. De hecho, los índices de SAD son más altos cuan-
to más se alejan los humanos del ecuador.

2. Las modificaciones geográficas se producen continuamente, incluidos el


movimiento de los continentes, los cambios topográficos, las formaciones de
cadenas volcánicas y las alteraciones en las estructuras de agua. Con el paso del
tiempo, las criaturas prehumanas, al igual que los humanos primitivos, emigra-
ron. La migración humana continua incluso en el presente. Por lo tanto, las per-
sonas experimentarán niveles de exposición solar que traspasan los umbrales con
los que ha crecido la especie. En aquellos casos en los que escasea la luz solar, la
disfunción aparece y los síntomas del SAD se manifiestan. Por supuesto, hasta
hace muy poco la conciencia humana y el entendimiento científico no habían
reconocido las relaciones de causa y efecto que se estaban produciendo. Las per-
sonas sencillamente no se sentían bien. Se examinaron muchas explicaciones y
métodos de tratamiento; algunas se mantuvieron mientras que otras se descarta-
ron. Es interesante, y a veces horroroso, examinar las terapias del pasado, inclu-
so aquellas empleadas hace unas décadas y en lugares no muy distantes.

3. Las personas no se sentían bien y no sabían por qué. Normalmente no


había mucho que podían hacer que les hiciera sentirse mucho mejor o que hicie-
ra desaparecer el “maleficio”. Pero había algunas cosas que les hacían sentirse
algo mejor durante al menos un tiempo. A lo largo de incontables siglos, el alco-
hol ha sido uno de estos elementos que mejoraban la vida humana, reduciendo
los síntomas durante un tiempo. Sin embargo, cuando lo analizamos más dete-
nidamente, está claro que las cosas pueden volverse mucho peores cuando el
efecto del alcohol se desvanece. La anestesia temporal ayuda durante un tiem-
po. El abuso de los estupefacientes ayuda durante un tiempo. Afortunadamente,
algunas experiencias humanas pueden producir efectos beneficiosos sin tener
un coste posterior de desventajas y sufrimiento. La risa es una de ellas, junto con
otros factores complementarios como el afecto, la empatía, el masaje, ciertas
lociones y bálsamos, los ejercicios en el agua y los baños.

278 MAIOR
E l h u m o r, l a b i o l o g í a y l a p s i c o t e r a p i a

El conocimiento de lo que ayuda y lo que no, y de lo que ayuda pero con un


coste demasiado alto: este conocimiento crece lentamente, de manera empírica,
con la experiencia, mediante el boca a boca, por osmosis, por un proceso de
prueba y error. El ecologista Chet Bowers (1998) hizo el siguiente comentario
sobre el proceso mediante el cual las terapias transmitidas en una cultura pue-
den crecer y difundirse entre una población:
La expresión creativa/estética se emplea como un tipo de comunicación intergene-
racional sobre un mundo simbólico expandido, y como un tipo de participación en
este mundo. Por lo tanto, se convierte en una especie de almacén cultural, combi-
nando el entendimiento con la experiencia corporal de la ceremonia que emplea el
baile, la narración y el canto como un modo de transformar y revisar la experiencia
de las relaciones sociales... los tipos anteriores de inteligencia cultural se están repro-
duciendo mediante unas capas de pensamiento metafórico que demasiado a menu-
do permanecen ocultas tras la idea equivocada de que el pensamiento es objetivo,
racional y por lo tanto bajo el control del individuo. (pág. 4)

4. Entre estas costumbres tradicionales, en origen bastante primitivas y en


general metafóricas, destacan los festivales, las celebraciones y los carnavales.
Estas ocasiones festivas surgen en diversos momentos y con duraciones distin-
tas. Sin excepciones apoyan muchas metáforas. Ofrecen una oportunidad para
la alegría y el disfrute. Uno de los tipos de goce que facilitan es la estimulación
general física, mental y psicológica que acompaña la risa alegre. Uno de los ele-
mentos principales del disfrute que proporciona la participación en un festival
es la recarga energética que producen el humor y la risa alegre.

5. En resumen, la criatura humana evoluciona para ajustarse a un cierto


nivel de exposición solar. Las circunstancias llevan a algunos seres humanos a
vivir en lugares donde los niveles de luz solar superan los umbrales adecuados
en cualquier dirección –demasiada o insuficiente. Aparecen los síndromes de la
disfunción. Uno de ellos es la condición que ahora se conoce como SAD, una
reacción asociada con la deficiencia de la exposición solar. Los remedios case-
ros se van desarrollando de manera empírica para reducir sus efectos, sin con-
seguir una cura definitiva. Pero estas medidas producen un cierto alivio.
Algunas de estas medidas se basan en la experiencia de ciertos tipos de com-
portamientos. Estos comportamientos pueden incluir oportunidades para
experimentar los efectos estimulantes del humor. Éste, sin duda, es el caso de
los carnavales y las fiestas.

6. Aunque aceptemos que los festivales ofrecen inyecciones intermitentes de


estimulación humorística, y estemos de acuerdo que cuando esto constituye

MAIOR 279
El humor y el bienestar en las intervenciones clínicas

una experiencia placentera los seres humanos tratarán de perpetuar aquellas


instituciones que proporcionan este beneficio, aun debemos entender cómo es
que una tal estimulación se relacione con el síndrome de SAD. La clave de este
rompecabezas se encuentra en la depresión que es la esencia clínica del SAD.
La depresión es la característica más evidente de SAD, y es la fuente principal
del sufrimiento que provoca. SAD es una enfermedad de deficiencia (deficien-
cia solar) además de una enfermedad depresiva.
Sabemos que los efectos del humor y de la risa alegre no son tan poderosos
o persistentes como para conseguir una cura definitiva de la depresión. Pero
sabemos también que los efectos del humor y de la risa alegre pueden plantar
cara al desafío de aliviar el sufrimiento de la depresión durante un rato, en un
grado tal que las personas busquen y creen intuitivamente el bálsamo de estos
fenómenos en los momentos de tristeza natural. Por ejemplo, el humor en los
velatorios y en los funerales es muy frecuente en muchas partes del mundo.
La depresión es una condición que reduce la vitalidad. El cansancio fácil, el
letargo, la debilidad, la reducción en el libido, la apatía y el sopor están pre-
sentes con una intensidad miserable. Son evidentes la torpeza mental y la falta
de concentración y atención. La estimulación proporciona un alivio temporal
de la miseria de la depresión oponiéndose a estos pesados síntomas. La esti-
mulación humorística no es la cura, pero es valiosa como un complemento tera-
péutico natural y una gran ayuda para mejorar la calidad de vida.
Debe añadirse que probablemente existan mecanismos bioquímicos/fisioló-
gicos aun desconocidos que operan en esta relación antagónica entre el humor
y la depresión. Se sabe que tanto la depresión como la risa afectan el sistema
inmunológico humano –la depresión reduce la inmunidad vital, la risa la
potencia. No hay duda que existen enzimas y hormonas aun por identificar que
añadirán al conocimiento que actualmente recibimos de la sabiduría popular y
de la acumulación cultural.

7. Lo que sí puede decirse aquí y ahora es que existe una justificación sufi-
ciente para intuir que ciertos festivales concretos han surgido y evolucionado
como experiencias apoyadas por la cultura en ciertos momentos del año solar,
en parte porque han proporcionado un alivio temporal, mediante el mecanis-
mo de la estimulación del humor y la risa, de la depresión que provoca el prin-
cipal sufrimiento en la condición psicofisiológica conocida como SAD. Es
importante subrayar, llegados a este punto, que como tantos otros aspectos del
comportamiento humano, los festivales tienen múltiples causas. Estos ritos de
celebración pueden tener muchos valores aparte de la estimulación humorísti-
ca que proporcionan.

280 MAIOR
E l h u m o r, l a b i o l o g í a y l a p s i c o t e r a p i a

RESUMEN

El desafío de componer este capítulo ha sido doble. He querido demostrar


que las actividades rituales “naturales” pueden desempeñar funciones que tie-
nen beneficios terapéuticos para grandes poblaciones de participantes. Creer
que los festivales son sólo frivolidades superficiales y superfluas, y que su valor
se limita exclusivamente al entretenimiento, ignora la evidencia contraria que
supone su persistencia continuada, sus múltiples formas y copias, el entusias-
mo de sus participantes y su extensión universal. Estas características indican
la existencia de un valor más profundo. Debemos aceptar que estas institucio-
nes proporcionan unos beneficios personales tales que justifican la continuidad
de la tradición a pesar de los costes en cuanto a energía, tiempo y recursos. Su
popularidad continua sin necesidad de una autoridad que los imponga.
He llegado a la conclusión que estos hechos indican la probabilidad de que
una mayoría cuantitativa de la psicoterapia real que se lleva a cabo en todo el
mundo, año tras año, pertenece a este tipo, en el que grupos enormes de ciu-
dadanos interactúan en los ritos específicos de cada celebración. En otras pala-
bras, propongo que una gran parte de las personas que reciben psicoterapia en
todo el mundo no la identifican como tal. La observación de que no emplean la
palabra “psicoterapia” para referirse a estas experiencias beneficiosas no redu-
ce el beneficio terapéutico que reciben al participar.
Esta extensión de la definición no reduce en modo alguno la importancia y la
dignidad de la psicoterapia formal y clínica que practican los profesionales, for-
mándose para ello con mucho esfuerzo y dedicando su carrera a esta disciplina.
Se añade una maravillosa continuidad al reconocer una honrosa parentela entre
nuestras prácticas contemporáneas profesionales y las antiquísimas tradiciones
festivas de celebración. Con este reconocimiento, podemos entender que la “psi-
coterapia” se refiere a una fuerza humana fundamental con efectos beneficiosos
más allá de los del alivio clínico de la angustia y el sufrimiento.
Esta expansión conceptual también incorpora una profilaxis. Proporciona la
apreciación de la psicoterapia como una práctica que ayuda a sus participantes
a mantener un estilo de vida funcional, productivo y creativo y al mismo tiem-
po a preservar las redes amplias de relaciones interpersonales en un estado
básicamente amigable, para poder enfrentarse mejor a las enfermedades y para
afrontar de manera constructiva las necesidades y problemas continuos de una
vida humana normal. En vez de funcionar sólo como una respuesta especiali-
zada a los problemas internos ya identificados, los festivales son el suministro
periódico de un bálsamo purificador en un contexto cultural.

MAIOR 281
El humor y el bienestar en las intervenciones clínicas

El segundo desafío de este capítulo ha sido transmitir la suficiente plausibi-


lidad como para convencer al lector que los elementos de humor pueden con-
tribuir de manera eficaz como complementos en la prevención y/o la mejora de
una patología clínica concreta. En el caso concreto que nos ocupa aquí –el de
SAD y los festivales– hemos considerado tanto la prevención como la mejora.
Para establecer esta plausibilidad, debe demostrarse que existe una posibili-
dad. Si no existe ninguna posibilidad, entonces no se justifica la investigación
sucesiva. Si existe una tal posibilidad, el juego puede continuar. Vale la pena
subrayar aquí que no existe ninguna prueba validada de manera experimental
que apoye la conclusión científica que el humor desempeña una papel directo
y definitivo en la prevención o la cura de una enfermedad o en mantener el bie-
nestar. Sin embargo, como ya se ha mencionado anteriormente, existen datos de
experimentos de laboratorio científicos que demuestran el impacto de la alegría
en los sistemas fisiológicos principales del cuerpo humano, a través de res-
puestas alegres de comportamiento como la risa. Es posible que estos efectos
puedan ser canales que provocan efectos positivos que contribuyen a la pre-
vención o la mejora de las enfermedades, o que ayuden a mantener el bienes-
tar. En otra palabras, existe la posibilidad, aunque las pruebas definitivas aun
no se han obtenido para transformar la “posibilidad” en “probabilidad”, y aun
menos en “certeza”.
Es necesario demostrar que existe la posibilidad –y esto lo hemos hecho–
pero esta demostración puede no ser suficiente para establecer la plausibilidad.
¿Qué es lo que haría falta? No me siento cómodo con la opinión de que la tera-
pia del humor pueda aprobar un examen de “suficiencia” en este momento
milenario. Creo que la suficiencia requiere una demostración científicamente
validada de una relación sine qua non entre la presencia preponderante del
humor y estadísticas en grandes poblaciones que demuestran un mayor bie-
nestar y supervivencia. Este tipo de demostración aun no existe en los estudios
del humor. Si llega a desarrollarse en el futuro, habrá sido posible sólo median-
te un proceso de colección de datos a lo largo de un período suficientemente
largo para poder observar que la supervivencia realmente se extiende en pre-
sencia del humor. El bienestar conseguido gracias al humor deberá observarse
durante un tiempo lo suficientemente largo para poder diferenciar el efecto del
balance general de bienestar/enfermedad en una población escogida.
Desafortunadamente, esta meta parece cada vez más lejana, ahora que nues-
tras expectativas de vida se extienden cada vez más en el contexto cotidiano sin
necesidad de la intervención del humor. De algún modo, parece como si nues-
tra meta estadística se fuera escapando cada vez más lejos con cada generación.

282 MAIOR
E l h u m o r, l a b i o l o g í a y l a p s i c o t e r a p i a

¿Puede establecerse una prueba válida en un sistema tan resbaladizo como


éste? Es un poco como la experiencia de Alicia al otro lado del espejo, tratando
de seguir a la Reina Roja que tenía que correr cada vez más rápido para man-
tenerse en el mismo lugar.
Y luego está la otra cara de la moneda. No importa lo convincente que sean
las estadísticas: siempre existe un porcentaje de la población de un tamaño des-
concertante que no creerá en ellas. Darwin y Wallace propusieron sus teorías de
la evolución a mediados del siglo diecinueve. A finales del siglo veinte, menos
del 50% de la población estadounidense creía en la validez de una teoría de la
evolución científica que se había reforzado durante más de un siglo con datos
de numerosas fuentes válidas y científicas. Otro ejemplo: Durante el siglo vein-
te, personas en todo el mundo comenzaron a “ver” y creer en los “platillos
volantes” que provenían del espacio exterior. A pesar de la total ausencia de
pruebas científicamente válidas de su existencia, casi un 50% de la población
estadounidense siguió creyendo en ellas al final del siglo.
¿Debemos llevarnos las manos a la cabeza en desesperación porque las
“pruebas” sólo sirven para reforzar creencias que viven en las mentes de aque-
llos que ya creen o para reforzar el escepticismo en las mentes de aquellos que
las rechazan y ridiculizan? ¿Y qué puede decirse del avance del conocimiento
en un mundo como éste? El conocimiento se acumula, ¿pero existe realmente
algo que pueda llamarse progreso?
Desde luego, los datos que provienen de otros sectores bastante fundamen-
tales del comportamiento humano dejan claro que el “progreso” debe conside-
rarse relativo y limitado en cuanto a la amplitud de su significado. A pesar de
lo que los maltusianos podrían denominar matanzas de adaptación en las siem-
pre más sangrientas guerras de los siglos diecinueve y veinte, la población
humana en estos siglos ha aumentado hasta llegar a un total de seis mil millo-
nes de individuos, una cifra desastrosa a nivel ecológico. Apenas hace falta
indicar que el problema combina dos ejemplos importantes de irracionalidad:
el caos creciente de la guerra, el genocidio y la “limpieza” (sea cual sea el retor-
cido y absurdo significado de esta palabra) unido a la irracionalidad del otro
lado de la ecuación: la casi abrumadora explosión de la población. Esta explo-
sión de la población continua, con agencias internacionales poderosas que obs-
taculizan todos los intentos científicamente justificados de orquestar los facto-
res causales.
Un comentario recurrente sobre la ciencia es que en realidad es un culto o
una religión. Los procedimientos y métodos científicos se consideran ritos de
adoración; los principios científicos son los dogmas. El famoso “rigor científi-

MAIOR 283
El humor y el bienestar en las intervenciones clínicas

co” se describe como un mecanismo de hegemonía jerárquica. Se le concede a


la disciplina entera no más validez que a cualquier otra confesión, y a la vez se
hace notar que exhibe un aura de santidad que no concuerda con el célebre
espíritu de la ciencia.
Sin duda la ciencia puede emanar una arrogancia indecorosa. Hay tanto que
los seres humanos no conocemos. Es arrogante creer que si medimos las dimen-
siones del huerto casero obtendremos la medida última del Universo de
Universos. El excesivo orgullo que presuponen las creencias de este tipo nos
impide ver el valor real de las actividades de medición –unos valores que están
presentes en el aprendizaje y la práctica del procedimiento.
Por lo tanto, observamos la presencia de la “posibilidad” y la esperanza
declarada de que el futuro ofrecerá estadísticas que la confirmen. Sin embargo,
también hemos notado la ausencia de las certezas y la presencia de un cierto
escepticismo sobre el potencial del método científico para llegar a la “verdad
absoluta”. Con esta mezcla de elementos, parecería una tarea vana tratar de
convencer a los lectores que el humor pueda ser un complemento significativo
en el campo de la salud.
Pero aun queda un factor por examinar. Este factor es muy convincente, pero
es tan general que puede parecer vago y ambiguo. Es un factor que sin duda
existe, pero es posible crear dudas sobre su significado.
Este factor es la preponderancia de los festivales y su papel en la historia, o
por lo menos en la historia conocida. Los festivales tienen un gran atractivo,
aparecen en muchas culturas, celebran muchos eventos u ocasiones distintas,
contienen numerosos temas o modalidades y se celebran en muchos momentos
del año. La enorme variedad de los festivales nos hace preguntarnos si real-
mente podemos analizar sus significados. Lo que sí puede decirse es que su
ubicuidad y persistencia indican que, sean cuales sean sus significados, son de
una gran importancia para los seres humanos. A pesar de la aparente ambi-
güedad de los papeles que desempeñan en la vida humana, debe reconocerse
su gran valor.
En cualquier debate sobre el tema, la importancia y el valor evidente de los
festivales añaden al peso que puede ponerse en la balanza a favor del papel
complementario que puede desempeñar el humor en la terapia. El hecho de que
el humor sea uno de los elementos principales de los festivales proporciona al
peso de la historia de los festivales un poder añadido. Estas actividades, a menu-
do extravagantes, extrañas, inusuales, pasionales pero también ubicuas y per-
sistentes proporcionan con regularidad el disfrute del humor a sus participan-
tes, y ello sugiere una relación fuerte y profunda entre el humor y el festival.

284 MAIOR
E l h u m o r, l a b i o l o g í a y l a p s i c o t e r a p i a

Las investigaciones conclusivas que proporcionen una demostración esta-


dística del valor del humor en el tratamiento de las enfermedades clínicas aun
no se han completado. Sin embargo, las posibles vías de acción sí se han demos-
trado; la importancia de mantener una mente abierta en relación a la seguridad
absoluta de los números se ha observado. Además, los arcaicos festivales de
todo el mundo se han identificado como vehículos para transmitir el humor.
Me remito entonces a estas pruebas, y espero futuros descubrimientos y datos
que los desafíos presentados en este capítulo puedan estimular.

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El humor y el bienestar en las intervenciones clínicas

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286 MAIOR
“Qué gracioso... ¡no pareces un
supervisor!”: el uso del humor en
la supervisión psicoterapéutica
Edward Dunkelblau, Barrett McRay y Mat McFadden

10
Muchos de nosotros aun nos acordamos de la ansiedad, la emoción, y en muchos casos, la
excelente orientación recibida en el contexto de nuestras experiencias de supervisión. La
compasión, honestidad y sentido del humor de un supervisor pueden ser una contribución
inolvidable y muy apreciada tanto para la vida personal como la profesional de cada apren-
diz. Este capítulo nos alerta al hecho de que existe un amplio espacio para el humor en la
supervisión, para ayudar a los supervisores a evitar la temible dolencia de la solemnidad, y
para informar a las generaciones venideras de aprendices y estudiantes que las profesiones
psicoterapéuticas pueden fomentar y aceptar el uso activo del humor en las intervenciones
clínicas.

El aprendiz de psicólogo estaba impaciente y emocionado de ponerse a trabajar, por-


que hoy observaría la sesión de terapia matrimonial de su apreciado supervisor.
Finalmente podría ver al experto en acción. La pareja entra en la consulta y el tera-
peuta y su estudiante se sientan delante de ellos.
–¡Mi marido es imposible! –comienza la mujer– Es desordenado, vago y descon-
siderado. ¡No se responsabiliza de las cosas y no conoce sus propios sentimientos!.
–Sé que es verdad. Tiene razón –responde el terapeuta.
–Y ella es una quejica, está deprimida y es imposible satisfacer todos sus capri-
chos –responde entonces el marido– Siempre se queja y nunca me escucha.
–Estoy seguro que es así. Tiene razón –dice el terapeuta.
Y así sucesivamente.
Inmediatamente después de la sesión de terapia, el estudiante y el supervisor
salen de la consulta. El aprendiz, visiblemente alterado, dice:
–¿A eso lo llamas terapia? ¡Pero no has hecho más que darles la razón a los dos!
–Sí, es verdad –responde el supervisor– Tienes toda la razón.

MAIOR 287
El humor y el bienestar en las intervenciones clínicas

PERSPECTIVA TEÓRICA

Esta historia se centra en uno de los supuestos principales de la supervisión


–que existe una relación paralela entre el proceso de la psicoterapia y el proce-
so relacionado de la supervisión psicoterapéutica. Los métodos y las interac-
ciones que afectan las habilidades de nuestros clientes para cambiar, aprender
y crecer también pueden aplicarse con nuestros aprendices. Si entendemos lo
que funciona en la terapia, podemos trasladar y aplicar estos descubrimientos
en la supervisión. Si empleamos intervenciones similares o paralelas, podemos
ayudar a nuestros aprendices a desarrollarse de la misma manera que anima-
mos a nuestros clientes a cambiar. Una técnica muy eficaz que facilita tanto el
cambio del cliente como el aprendizaje del estudiante es el uso adecuado y
específico del humor y la risa durante la supervisión.

El humor en la psicoterapia

Se ha demostrado que el humor es una técnica poderosa para apoyar y faci-


litar el proceso de la psicoterapia. Se han descrito ampliamente los usos del
humor en la psicoterapia (Fry y Salameh, 1987, 1993; Mosak, 1987; Strean, 1994).
Los efectos de las intervenciones humorísticas en la psicoterapia incluyen
conseguir y mantener la atención del cliente, aumentar la motivación, propor-
cionar una experiencia agradable y educativa y generar una interpretación más
creativa o expansiva de los sucesos, con la oportunidad de obtener nuevos
aprendizajes (Killinger, 1987). Según Salameh (1987), el humor puede facilitar
la terapia mejorando el compromiso, suavizando la rigidez, conectando las
experiencias pasadas con las situaciones presentes, clarificando las situaciones
complejas, dirigiendo la atención a los eventos en el aquí y el ahora, y dando
una voz a los pensamientos o sentimientos callados o escondidos.
El humor también puede dar una perspectiva nueva a las experiencias dolo-
rosas que traen al paciente a la psicoterapia. Puede conectar las experiencias
poderosas con las placenteras en una conjunción casi pavloviana de risa y
dolor. Las intervenciones terapéuticas humorísticas pueden ayudar a facilitar el
proceso de cambio mediante estos efectos. De tal manera, los clientes pueden
entender, clarificar y adaptarse mejor a sus experiencias vitales.
Las experiencias del cliente son parecidas a las de los aprendices. Estos últi-
mos también tratan de clarificar, entender, crecer y aprender en sus entornos de
formación. Sus desafíos, metas y momentos de resistencia se parecen mucho a
las experiencias de los clientes.

288 MAIOR
“Qué gracioso... ¡no pareces un supervisor!”

Los supervisores se encuentran en una posición ideal para incorporar el


humor y la risa en la sesión de supervisión. Para que los supervisores puedan
emplear el humor en la formación de la manera más eficaz, deben entender sus
usos adecuados, reconocer abiertamente que el humor y la risa son comple-
mentos aceptables en la relación de supervisión y estar dispuestos a tomar una
actitud desenfadada dentro de la seriedad de la estructura de la supervisión.

La supervisión y la psicoterapia

La supervisión y la psicoterapia comparten una serie de parecidos en cuan-


to a la estructura y el proceso (Liddle y Saba, 1983; Sotrm y Heath, 1985).
Ambos se refieren al desarrollo personal. En ambos casos, se trata de un profe-
sional que ayuda a un cliente mediante la enseñanza, la orientación o la facili-
tación. Tanto la supervisión como la psicoterapia comparten las metas de
potenciar la capacidad de resolver problemas, descubrir maneras alternativas
de responder a las circunstancias desagradables y mejorar la calidad de la expe-
riencia humana. En ambos casos, el orientador debe mantener un respeto y un
aprecio por los valores y las habilidades del cliente o aprendiz.
En la supervisión, como en toda terapia, las intervenciones supuestamente
se dirigen siempre a la meta de ayudar al aprendiz o cliente. Según la etapa con-
creta de la terapia o supervisión, serán adecuadas distintas intervenciones.
Como ya se ha mencionado anteriormente, el humor puede ser una interven-
ción eficaz tanto en la terapia como en la supervisión, especialmente cuando se
emplea para facilitar intervenciones adecuadas a la etapa relevante. En el resto
de este capítulo, describiremos un estilo de supervisión basado en un modelo
tradicional de aprendizaje. Las metas y tareas del modelo cambian según se van
desarrollando las interacciones y la relación de ayuda a lo largo del período de
formación. Dividimos el proceso de supervisión en cuatro etapas denominadas
etapa inicial, etapa media temprana, etapa media tardía y etapa final.
Presentaremos estas etapas en detalle y nos centraremos en las maneras en las
que el humor puede emplearse para facilitar el crecimiento dentro de estas eta-
pas mediante el uso de anécdotas.
Estas viñetas se han tomado directamente de las experiencias de formación
de los dos coautores Barrett McRay y Mathew McFadden, que fueron ambos
aprendices del Doctor Edward Dunkelblau al escribir este capítulo. Durante
nuestro año de prácticas, cada uno de nosotros mantuvo un registro de momen-
tos humorísticos relativos a la intervención directa de un supervisor clínico en
la supervisión individual y de grupo. Estos registros contenían una descripción

MAIOR 289
El humor y el bienestar en las intervenciones clínicas

detallada del contexto de la supervisión, la naturaleza de la intervención y su


impacto sobre nosotros y sobre el proceso de formación. Además, algunas anéc-
dotas se tomaron de las experiencias de supervisión de prácticas. Para cada
intervención humorística, consideraremos su clasificación humorística, su valor
terapéutico y su utilidad para el desarrollo de la identidad profesional.

TÉCNICA: EL PAPEL DEL HUMOR EN LA SUPERVISIÓN

Friedman y Kaslow (1986) propusieron que el desarrollo de una identidad


profesional como psicoterapeuta progresa a lo largo de etapas de la supervi-
sión, comenzando con experiencias de ansiedad y dependencia. Un objetivo
importante de la supervisión es reducir esta ansiedad para permitir un cambio
desde esta dependencia hacia la confianza y la competencia. Según Schwartz
(1988), los aprendices pueden preocuparse por el “aspecto evaluativo” del pro-
ceso de supervisión y quedarse paralizados por la ansiedad que genera. Sin
embargo, para que tenga lugar el aprendizaje eficaz, debe reducirse la ansiedad
para que no interfiera con la adquisición de la información. El supervisor debe
disponer de una variedad de intervenciones y herramientas que ayuden a faci-
litar el aprendizaje del estudiante. Un método que a menudo no se considera en
la formación de los aprendices y la reducción de su ansiedad es la aplicación
eficaz del humor y la risa en el proceso de enseñanza y supervisión.
Como ya hemos mencionado anteriormente, se ha demostrado que la risa
y el humor son útiles tanto en los entornos médicos como los de la salud men-
tal. La relevancia del humor en la psicología ha comenzado a generar cada
vez más interés (APA Monitor, 1997). Diversos estudios han documentado la
eficacia del humor en la terapia como herramienta eficaz para la enseñanza,
el tratamiento, la intervención médica y la reducción del estrés (Berk y Tan,
1989). Dentro del contexto de la supervisión, las intervenciones humorísticas
pueden emplearse para potenciar la relación de supervisión, facilitar la adqui-
sición de competencias clínicas y fomentar el desarrollo de la identidad como
terapeuta profesional.
Barbara Killinger (1987) desarrolló un sistema de clasificación para las inter-
venciones humorísticas en la terapia que incluía siete categorías de comporta-
miento:

1. Exageración o simplificación. Una exageración o minimización de los hechos, pen-


samientos, sentimientos, sensaciones, etc, a menudo empleado para dar énfasis
(por ejemplo, dramatización, imitación, falsa seriedad, absurdo, bufonadas).

290 MAIOR
“Qué gracioso... ¡no pareces un supervisor!”

2. Incongruencia. Cuando dos marcos contextuales se asocian o enganchan para con-


seguir un efecto cómico, normalmente con la inyección de un impulso, aunque
sea muy sutil, de agresión o aprensión (por ejemplo, forma/contenido, sentido
metafórico/sentido literal; lo explícito/lo implícito; lógica profesional/sentido
común; lo trivial/lo sagrado; códigos incompatibles de comportamiento o de
norma –como los juegos de palabras o ideas, la ironía, la sátira, la paradoja, la
falsa seriedad).
3. Lo inesperado o la sorpresa. Algún hecho, idea, pensamiento o sentimiento sor-
prendente que difiere o es contrario a lo que el público esperaba oír (por ejemplo,
un juego de palabras o de ideas, la incredulidad, la analogía, la metáfora, la dra-
matización, la paradoja).
4. La revelación de la verdad. Alguien se proyecta en la situación relevante y expone
pensamientos, sentimientos o ideas hasta ahora escondidas (por ejemplo, metá-
fora, analogía, alusión, dramatización).
5. Superioridad o ridículo. La persona se siente superior y por lo tanto ridiculiza a los
demás riéndose de su apariencia o comportamiento. Los sentimientos de supe-
rioridad surgen al ver la incapacidad de los demás de gestionar de manera eficaz
situaciones que parecen sencillas para el observador; o de percibir a los demás
como deformados, forasteros o distintos, y por lo tanto transgresores de las nor-
mas sociales. Una mezcla de agresión y aprensión puede volverse malicia, des-
precio, la crueldad disimulada del paternalismo o la falta de simpatía con la víc-
tima; o puede sublimarse y volverse inconsciente o invisible como en el humor
muy sofisticado y civilizado (por ejemplo, bromear, tomarse el pelo, imitar, con-
tar chistes, reírse de uno mismo, dramatización, sátira, ironía, chistes regionales
o étnicos).
6. Represión o descarga. La persona puede descargar tensiones que generan los pen-
samientos y sentimientos que provocan temas como el miedo o el sexo, o puede
descargar sentimientos como el placer y la felicidad que experimenta por su
situación (por ejemplo, reírse de uno mismo, bromas agresivas, chistes “sucios”
o sexuales, obscenidades).
7. Juegos de palabras. La persona emplea una lógica absurda, ripios cómicos o juegos
de palabras, como la aliteración o la rima (por ejemplo, el ingenio, el absurdo, la
tontería, la falsa seriedad, las payasadas, el tomárselo todo a broma, las bufona-
das, los dobles sentidos, la farsa, los accidentes o las meteduras de pata) (pags.
24-25).

Ahora esbozaremos un modelo de etapas del desarrollo de la supervisión


como trasfondo de una discusión sobre el empleo del humor en la supervisión.
En este modelo nos centramos en el humor con el uso de ilustraciones anecdó-
ticas y describimos el impacto de cada anécdota en la relación supervisora.
Identificaremos el tipo de cada intervención con referencia al sistema de clasi-
ficación de Killinger.

MAIOR 291
El humor y el bienestar en las intervenciones clínicas

USOS ADECUADOS Y EPISODIOS CLÍNICOS

Etapas de desarrollo del aprendiz

1. Etapa inicial. En la etapa inicial, los aprendices a menudo están muy ilu-
sionados por comenzar. Sienten impaciencia por llegar a sus primeros casos
terapéuticos. Les motivan las lecturas sobre la terapia por su alto nivel de inte-
rés y para reducir sus crecientes nervios. Cuando empiezan a enfrentarse a sus
casos, su emoción a menudo se convierte en temor, falta de orientación y ansie-
dad. Se sienten mal preparados para gestionar los problemas que se les presen-
tan y tienen miedo que serán incapaces de actuar como terapeutas.
Anécdota 1: “La primera sesión”. Después de mi primera sesión de terapia
con mi primer cliente en mi primera práctica, me senté en la oficina de mi
supervisor, preparándome para reproducir la cinta audio de la sesión. Estaba
paralizado por la ansiedad, algo normal en esta etapa de mi formación y ex-
periencia. Cuando nos sentamos y escuchamos los primeros momentos de la
sesión, la voz de la joven mujer en la cinta iba describiendo sus preocupaciones.
Según yo iba preguntando sobre la vida de esta universitaria, ella fue contando
la historia de su reciente terminación de una relación de cinco años que había
sido todo para ella. Al llegar al momento en la historia en la que su novio le dijo
que se marchaba, su voz se le entrecortó. Después de una pausa, dijo: “Me
entraron ganas de vomitar”.
Durante unos breves momentos de silencio, mi supervisor y yo esperamos
mi intervención. Mi voz rompió el silencio con estas palabras: “Vamos a ver, ¿a
qué escuela fuiste?”.
Lentamente, deliberadamente, sin hablar, sin mirarme, mi supervisor se
acercó y pulsó el botón de “pausa” en mi grabadora. Con una expresión confu-
sa en el rostro, siguió mirando a la grabadora. Yo empecé a reír y luego él
comenzó a reír. Con la risa en su voz y una sonrisa en la cara, levantó los ojos,
me miró y dijo: “¿De qué iba eso?”.
Los dos rompimos a carcajadas. Después comenzamos una discusión hones-
ta y muy útil sobre la ansiedad que había bloqueado mi habilidad de responder
a esta cliente con empatía y una actitud terapéutica.
El impacto de la intervención. La manera humorística con la que mi supervisor
reaccionó a esta metedura de pata terapéutica nos ayudó a superar la incomo-
didad del momento evaluativo y a discutir la naturaleza más profunda de mi
contratransferencia hacia esta cliente. La risa me ayudó a reconocer el proble-
ma sin sentirme humillado, defensivo o angustiado. Me animó a aceptar el

292 MAIOR
“Qué gracioso... ¡no pareces un supervisor!”

hecho de que era un terapeuta novato en prácticas y que los errores eran de
esperar –era precisamente por eso que él estaba ahí. (CATEGORÍA: Descarga y
revelación de la verdad)
Durante esta etapa inicial de la supervisión, el supervisor desempeña los
papeles de maestro, estudioso y “fuente de la sabiduría”. El supervisor puede
apoyar a su aprendiz proporcionándole un entorno que le permita tranquili-
zarse y centrarse en la tarea actual. Si el aprendiz está demasiado tenso o tensa,
no podrá aprender o actuar de manera competente durante la sesión de psico-
terapia. El supervisor orienta a su estudiante en las tareas de la terapia inicial y
le anima a arriesgarse y equivocarse. El supervisor puede emplear las inter-
venciones humorísticas (como las anécdotas o la exageración) para normalizar
la experiencia del aprendiz y ayudar a reducir el alto nivel de estrés que los
miedos y las expectativas del estudiante generan.
Anécdota 2: “Ajustar las expectativas”. Durante una reunión didáctica del
grupo de supervisión, y mientras que hablaba sobre la orientación teórica prin-
cipal del lugar de las prácticas, nuestro supervisor comenzó con un tono en un
principio serio: “Si os quedáis con sólo una idea al terminar este año...” (aquí
hizo una pausa y sus labios formaron una sonrisa antes de continuar) “proba-
blemente habréis perdido mucho tiempo”.
Antes de que pudiera seguir su discurso, explotamos todos en un concierto
de risas. A continuación mantuvimos una discusión muy útil sobre los temas
importantes teóricos, pero el tono fue muy distinto de lo que hubiera sido sin
este momento divertido. Estimulados por el momento de humor, salimos de
nuestra postura estudiosa anterior y nos lanzamos a la discusión con brío.
Impacto de la intervención: Esta broma compacta nos cogió desprevenidos. El
resultado fue una discusión teórica mucho más animada y divertida de lo que
hubiera sido posible sin ella. El comentario desenfadado pinchó el globo inicial de
nuestras expectativas ansiosas. (CATEGORÍA: Sorpresa; Revelación de la verdad)
Anécdota 3: “Somos comunicadores profesionales”. Durante una supervi-
sión de grupo, los dos supervisores estaban manteniendo una discusión con
otro estudiante. Yo había formado una opinión sobre lo que se estaba diciendo,
pero no me pareció apropiado en ese momento compartirla. Parece ser que
había comenzado a inclinarme hacia adelante y que empecé a aclarar mi gar-
ganta. En ese momento, uno de los supervisores me miró y dijo “¿Estoy oyen-
do gruñidos pre-verbales?”. Nos echamos todos a reír. Este comentario se repi-
tió varias veces en las sesiones siguientes cuando parecía que alguien tenía algo
que decir que no estaban compartiendo con el grupo.

MAIOR 293
El humor y el bienestar en las intervenciones clínicas

Impacto de la intervención. El supervisor permanecía atento a mi comunica-


ción no verbal. Escogió una frase descriptiva y cómica para reconocer que tenía
algo que decir. Esto me ayudó a entender que el supervisor animaba y proba-
blemente valoraría mi opinión. La intervención redujo mi ansiedad sobre la
expresión de mis opiniones. También proporcionó al grupo un código desenfa-
dado que luego se empleó para identificar cuando alguien tenía una opinión
pero le costaba compartirla (CATEGORÍA: Ridículo; revelación de la verdad)
En la etapa inicial de la supervisión se introducen diversos conceptos rela-
cionados con la naturaleza de la terapia. El supervisor evalúa la extensión del
conocimiento del aprendiz al inicio de la supervisión, y esto le ayuda a deter-
minar qué es lo que hace falta enseñar.
Anécdota 4: “El secreto de la psicoterapia”. Durante la supervisión de
grupo, nuestro supervisor estaba enseñando conceptos sistémicos. Un compa-
ñero nuestro estaba ausente y había pedido que se grabara la reunión. Durante
la reunión, la grabadora se paró cuando un lado de la cinta llegó a su fin.
Nuestro supervisor dio vuelta a la cinta. Cuando pulsó el botón de “grabar”,
dijo al grupo: “...y ese es el secreto de la psicoterapia...¿hay alguna pregunta?”.
El grupo reventó a reír descontroladamente. El comentario, por supuesto, esta-
ba dirigido al estudiante ausente que escucharía la cinta sólo más adelante.
Impacto de la intervención. Esta intervención humorística ayudó a relajar al
grupo. Resaltó el hecho de que el estudiante ausente estaba en realidad presen-
te a través de la grabadora –una ilustración de la teoría sistémica. Este comen-
tario además hacía referencia a las expectativas poco realistas que los aprendi-
ces traen al programa formativo. Todos teníamos un deseo secreto de aprender
la magia que nos llevaría a ser grandes terapeutas. (CATEGORÍA: Juego de
palabras y sorpresa)
Los problemas y las dificultades son inevitables durante las sesiones de tra-
tamiento con los clientes. En este momento los problemas no se atribuyen a los
defectos innatos sino a la falta de conocimiento o experiencia del estudiante,
aunque a veces pueda sentirse incapaz. Las tareas del supervisor en esta etapa
incluyen: (1) “enganchar” al estudiante (conectar con el estudiante para que se
sienta entendido, aceptado y tranquilizado –ver Tomm y Wright, 1979); (2)
“conectar” con el estudiante sobre el año de formación para que se forme expec-
tativas razonables sobre el proceso de aprendizaje y la experiencia de supervi-
sión; y (3) “estructurar” las primeras sesiones de terapia y de supervisión para
limitar la ansiedad de los estudiantes y proporcionarles la seguridad de que no
se les dejará solos en medio de un mar de clientes trastornados. Las interven-
ciones humorísticas pueden ser bastante eficaces en estas tareas de estructurar,
conectar y enganchar.

294 MAIOR
“Qué gracioso... ¡no pareces un supervisor!”

Anécdota 5: “Contratransferencia”. Durante mi segunda práctica, mi pri-


mer cliente era una mujer muy atractiva físicamente, de carácter histriónico.
Además, era mi primera experiencia con la supervisión en vivo. Por lo tanto, mi
supervisor y un compañero observaban desde detrás de un espejo unidireccio-
nal mientras que yo intentaba conducir una sesión de terapia.
Abrumado y bombardeado por mis propias emociones, me esforcé por
sobrevivir una sesión de cincuenta minutos que pareció durar tres horas. En
gran parte inconsciente de lo que había estado sufriendo durante la sesión
(ansiedad sobre la evaluación de mi supervisor, sentimientos abrumadores de
incapacidad como terapeuta y negación de mi propia atracción sexual hacia
esta cliente), esperé con aprensión la entrada del supervisor después de que la
cliente había salido de la consulta.
Entró en la habitación con una sonrisa inquietante. Antes incluso de sentar-
se, soltó el siguiente comentario “Te tenía paralizadito ¿eh?”. Al decir esto, él y
mi compañero se pusieron a reír y yo finalmente me uní a las risas.
Impacto de la intervención: ¡Vaya descarga de tensiones! Esta intervención nor-
malizó mi experiencia, aniquiló cualquier intento de negar la tensión sexual
evidente en la sesión, y sirvió para iniciar un diálogo en el que tuve que expo-
nerme hasta límites dolorosos, pero que al mismo tiempo resultó reconfortan-
te. El comentario también comenzó a formar mi conciencia sobre un tema cru-
cial en el tratamiento y en la formación de los terapeutas. La naturaleza clara
pero desenfadada de la observación de mi supervisor me permitió superar mi
propia ansiedad y aceptar la realidad de lo que había experimentado. (CATE-
GORÍA: Descarga; Sorpresa)
Los objetivos de la etapa inicial de reducir la ansiedad, apoyar, orientar y
aumentar la conciencia de las expectativas y las normas sociales fijan la direc-
ción del resto de la experiencia de la supervisión. Dado que el modelo de super-
visión presentado en este capítulo es progresivo y cumulativo, el hecho de sal-
tarse o no completar una etapa tiene consecuencias. El desarrollo del aprendiz
a lo largo del proceso de supervisión puede volverse más lento o interrumpir-
se hasta que los objetivos de la etapa inicial se consiguen.

2. Etapa Media Temprana. Una vez que ya se han alcanzado las metas de la
etapa inicial, el proceso entra en la etapa media temprana de la supervisión. En
esta fase la desorientación inicial del aprendiz ha dado paso a la confusión que
generan todos los datos que trata de emplear en la sesión. Los aprendices pue-
den sentirse abrumados, pueden comenzar a dudar de sus capacidades tera-
péuticas o pueden percibirse como incompetentes. En esta encrucijada, el
supervisor desempeña el papel del “maestro terapeuta”. Su meta se vuelve

MAIOR 295
El humor y el bienestar en las intervenciones clínicas

“construir la competencia del aprendiz” ayudando a él o a ella a desarrollar sus


habilidades clínicas y aclarar su autoimagen y sus expectativas. El supervisor
emplea la didáctica y enseña con su ejemplo.
Anécdota 6: “Terapia provocadora”. Durante una de nuestras sesiones de
supervisión de grupo, nuestros supervisores nos dejaron solos durante quince
minutos con la tarea de generar una definición de la psicoterapia. Cuando los
supervisores volvieron, uno de nosotros debía presentar la definición que habí-
amos acordado. Nuestro grupo preparó lo que podría llamarse una definición
estereotípica, incluyendo elementos tales como construir una relación, empatía,
crear un entorno seguro en el que los clientes puedan sentirse libres para discu-
tir sentimientos y pensamientos y fomentar el cambio constructivo del cliente.
Los supervisores escucharon nuestra definición con paciencia. Cuando ter-
minamos, uno de los supervisores nos puso una cinta audio de una sesión de
terapia. El terapeuta en la cinta trabajaba con un estilo que como mínimo podía
llamarse “provocador” y quizás incluso “maleducado” o “desagradable”
(Farrelly y Lynch, 1987). Después de algunos minutos, el supervisor paró la
cinta y nos preguntó, “¿Es esto psicoterapia?”.
Aunque no llegué a reír en voz alta, me chocó la ironía de esta situación,
dado que algunos de los comentarios que había hecho el terapeuta en la cinta
eran muy graciosos. Todo el grupo nos quedamos bloqueados. Esta sesión cla-
ramente resultaba incompatible con nuestra definición de la psicoterapia, y
nuestros supervisores no iban a salvarnos de esta situación incómoda. Mientras
que seguíamos ahí, sentados en silencio, me di cuenta de que yo no estaba com-
pletamente de acuerdo con esta definición de la psicoterapia. Sin embargo,
había seguido la “línea oficial” del grupo.
Impacto de la intervención. Esta intervención desafió nuestros prejuicios cómo-
dos sobre las normas del proceso terapéutico. Entonces se nos pidió que exami-
náramos nuestros diversos puntos de vista. El resultado fue una discusión teóri-
ca muy útil y en la que cada uno de nosotros tuvo que salir un poco de nuestras
zonas mentales “cómodas” y seguras. Las intervenciones cómicas desafiaron
nuestro concepto “gris y serio” de la terapia. (CATEGORÍA: Sorpresa)
Puede ser tranquilizador e instructivo que el supervisor cuente algo sobre
sus propias experiencias de formación. Si el supervisor comparte con sus apren-
dices momentos en los que se sintió avergonzado o incompetente durante sus
prácticas, puede ser una manera útil de conectar con ellos y de facilitar su cre-
cimiento más allá de la parálisis de las dudas sobre la propia competencia. El
supervisor puede entonces identificar las capacidades de los estudiantes,
encontrando los puntos fuertes de su práctica y enmarcando los problemas en

296 MAIOR
“Qué gracioso... ¡no pareces un supervisor!”

un contexto positivo. El supervisor puede también tratar de normalizar las


reacciones de duda de los estudiantes describiendo la naturaleza progresiva del
año de formación y tranquilizándoles con la idea de que sus reacciones siguen
el calendario habitual. Si el supervisor resiste la tentación de ser demasiado crí-
tico en este período, conseguirá facilitar el progreso de los estudiantes a lo largo
de esta fase hacia la etapa media tardía. Durante esta etapa, el humor puede
suavizar las críticas y superar las resistencias normales que los estudiantes opo-
nen al aprendizaje.
Anécdota 7: “El Maestro Terapeuta”. Durante un debate de grupo, pregunta-
mos a nuestro supervisor cómo gestiona las fases de transición en la psicoterapia.
Un estudiante, refiriéndose al movimiento desde una fase psicoeducativa de la
terapia a otra, preguntó: “¿Qué es lo que hace después de la fase educativa?”. El
supervisor pauso durante un momento. Esperamos impacientes su enseñanza
profunda. El supervisor respondió: “Yo suelo mandarles a otro médico”.
Impacto de la intervención: Este momento relajó la situación y nos comunicó que
nos estábamos poniendo demasiado serios en esta discusión. El supervisor
entonces nos dijo que estábamos buscando una “manera correcta” de hacer tera-
pia y que probablemente existían numerosas alternativas beneficiosas. El humor
permitió seguir la discusión sin crear un clima negativo. La discusión sacó a la luz
un deseo secreto que muchos estudiantes tienen –deshacerse de un cliente difícil
o “problemático”. También humanizó al supervisor y atrajo nuestro interés hacia
el proceso de aprendizaje. (CATEGORÍA: Simplificación y sorpresa)

3. Etapa media tardía. Durante la etapa media tardía, el aprendiz experimen-


ta una sensación creciente de competencia. Esta sensación se ve acompañada a
menudo por una de dos reacciones: O mostrará un gran interés por aprender
más sobre la terapia o empezará a sobreestimar su habilidad y a exhibir dema-
siada seguridad en sí mismo/a. Cuando los estudiantes aun no han atravesado
adecuadamente la etapa media temprana, exhibirán un comportamiento que
llamamos “pseudocompetencia”. Este comportamiento está diseñado para con-
vencer al supervisor que el aprendiz está aprendiendo las tareas adecuada-
mente. Representa un intento de limitar la propia ansiedad del estudiante
mientras que esconde su sentido de vulnerabilidad e incompetencia. Los super-
visores a menudo se sentirán ignorados o evitados cuando esto suceda. La
etapa media de la supervisión, como el juego medio en el ajedrez, es el más
variable, sutil y difícil. Aunque es difícil de describir, constituye el corazón del
juego. Es en esta etapa cuando se expresa de la forma más dramática el arte de
la supervisión. Pueden ser muy delicados y eficaces los usos del humor duran-
te este período.

MAIOR 297
El humor y el bienestar en las intervenciones clínicas

Anécdota 8: “Tortura del estudiante”. Durante una sesión de supervisión


individual, mi supervisor me cuestionó sobre los límites de la confidencialidad
que había establecido con un cliente adolescente. Dado que no estaba del todo
seguro hasta dónde podía llegar al hablar de los temas de tratamiento indivi-
dual con los padres del adolescente, el supervisor comenzó a cuestionar cada
una de mis declaraciones y forzándome a llevarlas a sus conclusiones lógicas y
a menudo absurdas (riendo del hecho que me estaba haciendo “sufrir”).
Realizó los comentarios de una manera suave y acompañados por un tono joco-
so que dejaba claro que quería compartir la broma.
Impacto de la intervención: Esta “tortura ad absurdum” me hizo reconocer que
no había pensado bien en los temas complejos de confidencialidad con los
clientes adolescentes. El humor nos permitió enfrentarnos a mi falta de prepa-
ración para gestionar este tema ético tan crítico. Pude pensar en voz alta, con-
siderar las consecuencias éticas de cada una de mis respuestas y finalmente sen-
tirme seguro sobre cómo gestionar el tema de la mejor manera.
El beneficio de esta intervención fue que nos permitió tratar todos estos
temas sin permitir que mi ansiedad dominara la situación. Aunque era cons-
ciente de mi propia falta de experiencia con este tema concreto, el humor me
hizo sentirme lo suficientemente libre como para discutir sobre él de una mane-
ra racional con mi supervisor y acumular una mayor confianza. El uso del
humor del supervisor demostró que no estaba enfadado conmigo por estar ner-
vioso o no conocer todas las respuestas. La exagerada respuesta humorística me
ayudo a ver los miedos irracionales y catastrofistas que estaban inhibiendo mi
habilidad para analizar claramente estos temas de confidencialidad. (CATE-
GORÍA: Exageración)
El papel del supervisor en la etapa media tardía es de controlador, evaluador
y maestro artesano. Al evaluar con precisión las habilidades del aprendiz, el
supervisor puede entonces identificar los aspectos que requieren más crecimien-
to y aprendizaje. En ese momento, el supervisor puede también individualizar el
plan de supervisión para cada estudiante basándose en una consideración cui-
dadosa de las necesidades concretas de cada uno. Durante esta etapa, el supervi-
sor puede ayudar al estudiante a aumentar la conciencia de sus reacciones inter-
nas durante las sesiones de terapia mientras que anima al estudiante a gestionar-
se a sí mismo. Las tareas de supervisión se centran en la crítica de la actuación del
estudiante. Continúan las instrucciones y los apóyos didácticos, prestando aten-
ción a las propias reacciones del estudiante y cómo éstas obstaculizan la terapia
y la evaluación adecuada. Este período de la etapa media tardía a menudo es la
más conflictiva y difícil para ambos roles en la interacción supervisora por la ten-

298 MAIOR
“Qué gracioso... ¡no pareces un supervisor!”

sión que crea el deseo creciente del aprendiz de ser competente (a veces expresa-
da como la ya citada “pseudocompetencia”) y el papel vital del supervisor como
controlador y evaluador. El resultado es que el supervisor debe trabajar el doble
para mantener el interés del estudiante en el proceso.
Anécdota 9: “La importancia de un nombre”. Durante una sesión de super-
visión individual, conté a mi supervisor que una de mis clientes (la madre de
un chico de quince años que también recibía terapia por problemas de com-
portamiento) me saludaba diciendo “Qué pasa guapo” o “Ciao cariño”. Le dije
que me sentía incómodo con su saludo y discutimos algunas razones que ex-
plicaban el sentimiento. Me preocupaba que, si le pedía que me llamara por
mi nombre, la confrontación podría interferir con la buena relación que había
desarrollado hasta ese momento. Tras haber considerado las razones, interpre-
tamos, mediante un juego de rol varias maneras en las que la situación podía
gestionarse en la siguiente visita del cliente.
Después de estas prácticas, el supervisor me contó una historia personal que
ilustraba una situación similar. Me contó que tuvo que clarificar las fronteras
profesionales con una paciente adolescente internada en una unidad psiquiá-
trica. Cuando se preparaba para dirigir una sesión de grupo para adolescentes
que esta paciente atendería, llego ella y soltó la palabra “gilipollas” a un volu-
men suficiente como para que tanto mi supervisor como todo el grupo pudie-
ran oírlo. Mi supervisor respondió diciendo, “He ido a la universidad durante
muchos años, he trabajado mucho y ahora me merezco tu respeto. A partir de
ahora me llamarás ‘Doctor gilipollas’”. Al oír esto todo el grupo rompió a reír.
La paciente adolescente que había dirigido el comentario al supervisor también
se rió y dejó de causar problemas.
Impacto de la intervención. Esta historia relajó parte de la tensión que sentía
por la situación a la que me enfrentaba. Al compartir el supervisor una anéc-
dota de su propia experiencia, acortó la distancia profesional entre los dos.
Redujo la ansiedad que yo sentía sobre la evaluación que él podía realizar sobre
mi actuación y me enseñó con su ejemplo cómo el humor puede emplearse para
aligerar un momento terapéutico tenso y desactivar una situación potencial-
mente volátil. La actitud auto-irónica del terapeuta/supervisor fue un ejemplo
de cómo los terapeutas no tienen por qué responder de una manera típica y
mecánica a los contenidos que proporcionan los clientes. A veces podemos res-
ponder de una manera original, impredecible o desenfadada que puede ser
más eficaz que la respuesta “seria”. (CATEGORÍA: Descarga; sorpresa)
La relación que se ha creado hasta este momento se convierte ahora en unos
cimientos sólidos que facilitan el aprendizaje del estudiante. A estas alturas,

MAIOR 299
El humor y el bienestar en las intervenciones clínicas

tanto el aprendiz como el supervisor conocen bien el estilo y sentido del humor
de cada uno y las “reglas del juego” que se han establecido para la supervisión.
En esta etapa, el humor puede ayudar a ambas personas a gestionar situaciones
difíciles, ver con una cierta distancia los juegos de poder y mantener un nivel
positivo de energía. Para que la etapa media tardía sea lo más eficaz posible, es
preciso mantener un respeto hacia el estudiante. Una discusión continuada
sobre el proceso de supervisión puede facilitar aun más un entorno de trabajo
positivo. Esta etapa es también la más larga en el proceso –¡y a veces puede real-
mente parecer la más larga!

4. Etapa final. En la etapa final de la supervisión, el aprendiz siente ya un cier-


to alivio al dejar atrás la mayor parte de la experiencia de formación. Esta etapa
se caracteriza también por una experiencia de conflicto interno del aprendiz
entre un deseo de más y de menos supervisión. Vuelve un cierto sentido de
duda sobre la propia capacidad como terapeuta. El estudiante se pregunta si ya
está listo para desprenderse de la “red de seguridad”, tan estresante como tran-
quilizadora, de la supervisión. También aparece una cierta tristeza por tener
que dejar una relación intensa de tutoría con un maestro-supervisor. En esta
fase, el supervisor toma el papel de consultor y colega.
Anécdota 10: “Sólo el fax”. Mientras que preparaba un resumen para una
presentación conjunta con mi supervisor, me esforzaba hasta altas horas de la
noche con un fax/modem que no quería cooperar. Finalmente logré conquistar
a este enemigo, y me preparé para enviar por fax el resumen a mi supervisor
para que me lo pudiera devolver con sus comentarios al día siguiente. Al darme
cuenta de la hora que era y sin estar seguro de si su fax le molestaría al ser tan
tarde, creí que sería más prudente programar el ordenador para enviar el fax a
la mañana siguiente. Sentía la urgencia de la conferencia inminente, y por lo
tanto decidí programar la transmisión para una hora de la mañana en la que
estaba seguro de que le llegaría antes de salir de casa. Sin embargo, no tuve en
cuenta que su idea de lo que significaba una hora “temprana” podía diferir bas-
tante de la idea que yo me había hecho de una hora “temprana” al tener que
cuidar de mi hijo de dos años. Me fui a la cama seguro de mi mismo, tras haber
escrito una buena propuesta, conquistado un ordenador con trastornos de com-
portamiento y demostrado prudencia en la cuestión de comunicarme con mi
supervisor.
Al día siguiente, me sorprendió la llegada de una oportunidad improvisada
para una reunión de supervisión. Cuando mi supervisor entró en la sala, su
expresión perpleja anunciaba alguna historia que contar. Esperé con anticipa-

300 MAIOR
“Qué gracioso... ¡no pareces un supervisor!”

ción lo que imaginaba sería alguna de sus habituales anécdotas divertidas.


Entonces describió un sonido estridente que le sobresaltó esta mañana cuando
dormía en su cama, y la larga lista de palabrotas que había soltado al pregun-
tarse quién podía haber sido el responsable de esta broma de mal gusto o de
este intento tan impaciente de mandarle un fax a una hora tan intempestiva.
Yo me empecé a poner pálido, él empezó a sonreír, y finalmente los dos nos
reímos a la vez. Así comenzó una deliciosa discusión sobre nuestro trabajo con-
junto.
Impacto de la intervención. Esta intervención nos permitió iniciar una conver-
sación muy agradable y al mismo tiempo transmitió el mensaje que no volvie-
ra a mandar un fax a esa hora. También fue el primer hito en el transcurso de
nuestra relación hacia la paridad como colegas. (CATEGORÍA: Descarga; reve-
lación de la verdad)
Al progresar la relación de supervisión hacia la paridad, comienza a prepa-
rarse la conclusión del proceso. Al hablar de los casos, los problemas se examinan
buscando paralelos entre la supervisión y la terapia (Liddle, 1988), examinando
los temas de terminación a ambos niveles. Es importante en esta fase asegurarse
que el uso del humor no sirva para esconder o defenderse de otros sentimientos.
Este puede ser un momento emotivo para todos. Al llegar a este momento, los
supervisores eficaces evitan la tentación de “bromear” y así escudarse o evitar
centrarse de manera adecuada en los temas de separación y terminación.
El supervisor reconoce y apoya los comportamientos competentes de terapia
del estudiante y le ayuda a centrarse en ir tomando una dirección positiva para
su carrera. Finalmente, mediante una discusión adecuada sobre los temas de
terminación, la competencia y la perdida, el supervisor puede concluir la expe-
riencia de supervisión, idealmente con la promesa de una relación que conti-
nuará basada en el estatus compartido como colegas profesionales.
A lo largo de la etapa final, las interacciones del supervisor son genuinas y
están orientadas hacia objetivos concretos. Las intervenciones están diseñadas
para aumentar el conocimiento y las habilidades terapéuticas del aprendiz. El
supervisor emplea las auto-revelaciones, el humor y la metáfora para conseguir
los objetivos de cada etapa de formación (o “de desarrollo”). Los supervisores
pueden emplear su estilo particular de interacción para transmitir sus ideas a
los estudiantes. De la misma manera, los aprendices deberían encontrar su esti-
lo particular de intervención de acuerdo con su propia personalidad. De esta
manera, los aprendices pueden completar su formación no como clones de sus
supervisores sino como profesionales que han aprendido el oficio de sus super-
visores pero añadiendo sus propias firmas artísticas al trabajo.

MAIOR 301
El humor y el bienestar en las intervenciones clínicas

Anécdota 11: “Si no saben aguantar un chiste”. Al final de nuestro año de


formación, durante una de nuestras últimas sesiones de supervisión, una de las
aprendices estaba tratando de responder a una pregunta de nuestro supervisor.
En un momento de incertidumbre y ligera vergüenza, dijo: “Pues no lo sé... tú
eres el profesional”. El supervisor respondió tranquilamente: “Sí, pero en unos
pocos días, tú serás la profesional”.
Este suceso desencadenó una discusión bastante animada sobre los temores
y ansiedades relativos a nuestra competencia profesional. Tras escuchar pacien-
temente todos nuestros miedos, el supervisor nos dirigió unas palabras muy
reconfortantes de ánimo y afirmación. Permanecimos mudos mientras que
habló de los conocimientos y las habilidades que habíamos adquirido y elogió
nuestro carácter como individuos. “Y en cualquier caso, si alguien se preocupa
por vuestra competencia, o la cuestiona, ¡si no saben aguantar un chiste, que se
vayan a la ———!”.
Impacto de la intervención. Nosotros, por supuesto, nos echamos a reír como
locos. Además de cogernos totalmente por sorpresa, nuestro supervisor nos
lanzó el reto de pensar sobre nosotros mismos con confianza, de ir más allá del
estatus de aprendices buscando afirmación, y de buscar con entusiasmo los
desafíos futuros. Nos animó a seguir aprendiendo y creciendo, pero también a
confiar en nuestras habilidades como profesionales. Este momento especial
colmó los ideales de un modelo de desarrollo de la supervisión, porque nos
catapultó de ser aprendices a colegas (CATEGORÍA: Sorpresa; juego de pala-
bras)

SÍNTESIS

Como hemos visto, el humor es una herramienta eficaz a la hora de ayudar


a los supervisores y a sus aprendices a alcanzar las metas del proceso de super-
visión. Sin embargo, como cualquier otra intervención eficaz, su uso implica
ciertas reglas y riesgos. El humor no debe emplearse para evitar la discusión de
temas serios, ni debería ser un vehículo indirecto para negar los sentimientos
de enojo. Por su naturaleza sensible y potencialmente dañina, el humor sexista,
racista y denigrante debería evitarse a toda costa. Salameh (1983) proporciona
una discusión útil y profunda de los efectos perniciosos del humor en la tera-
pia que nos parece directamente relevante al uso del humor en la supervisión.
Las intervenciones humorísticas en la supervisión deben realizarse en un con-
texto lúdico y de respeto hacia todas las personas presentes. De esta manera es
como más se aprecian sus aspectos gratificantes y educativos.

302 MAIOR
“Qué gracioso... ¡no pareces un supervisor!”

Es el objetivo de los supervisores educar, animar y potenciar a aquellos que


les sigan, para mejorar la profesión. Con esta finalidad, los supervisores se
esfuerzan por facilitar en sus aprendices el desarrollo de la identidad profesio-
nal y por dar finalmente la bienvenida al aprendiz como colega en vez de como
estudiante. Este proceso supone animar a los aprendices a confiar en sus pro-
pios conocimientos y habilidades y darse cuenta del valor de su propia contri-
bución original. También implica ayudarles a mantener unas expectativas rea-
listas, desprenderse de sus deseos de ser salvadores o héroes y ¡abandonar la
fantasía de tener que ser el siguiente Sigmund Freud!

Un hombre hablaba con su amigo sobre su experiencia en la consulta psiquiátrica. Su amigo


le pregunta:
–¿Te ayudó la terapia a sentirte mejor?
–¡Qué va! –responde el hombre– Me siento fatal.
–¿Por qué? –pregunta el amigo
–Bueno, –dice él– fui a la consulta creyendo que era Napoleón,... y descubrí que
no era nadie.

Puede parecer al lector que todo lo que hemos hecho en este capítulo es tra-
zar el paralelismo que existe entre la psicoterapia y la supervisión, describir de
qué manera la supervisión facilita el desarrollo y dar ejemplos de cómo el
humor puede emplearse en este proceso. En respuesta a esta observación, sólo
podemos decir una cosa “Es verdad. ¡Tiene toda la razón!”.

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El humor y el bienestar en las intervenciones clínicas

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304 MAIOR
Apéndice
Veinte años en el país del humor:
una odisea clínica 1

Waleed A. Salameh

En este artículo autobiográfico, el Director del Humor and Health Institute


cuenta sus experiencias y proyectos a lo largo de una carrera dedicada al estu-
dio del humor junto con el Doctor William Fry y otros colaboradores. Al final
se incluye una entrevista realizada por el Dr. Joseph Dunn, fundador del Humor
and Health Institute.

EL PUNTO DE PARTIDA

¡Todo comenzó con la risa! En 1978 me quedé fascinado con los humoristas
de los clubes de la comedia: sus gestos, su habilidad para estimular la risa y las
emociones positivas en los demás, y sus malabarismos verbales. Más adelante
decidí que el tema de mi tesis doctoral sería el proceso creativo, las característi-
cas de la personalidad y las experiencias de la infancia de estos y estas artistas
de la comedia, con la ayuda de una beca de la Sociedad de Investigación
Científica Sigma Xi. Diseñé la investigación como una comparación entre un
grupo de humoristas que actuaban en clubes de comedia y un grupo de control
de artistas creativos que no se dedicaban a la comedia. Durante esta investiga-
ción, viajé a Nueva York, San Francisco y Los Ángeles para realizar extensas
entrevistas clínicas y pruebas psicológicas con los cómicos. Las medidas eran
pruebas objetivas como las Escalas de Depresión y Fuerza del Ego del Inventario
de Personalidad Multifásica de Minnesota, el Inventario Psicológico de
California, y un cuestionario que puntuarían evaluadores independientes. Se
realizó también una prueba que yo desarrollé en la que los grupos experimental

1. Este apéndice es una novedad de la edición en castellano de Humor and Wellness in Clinical
Intervention.

MAIOR 305
El humor y el bienestar en las intervenciones clínicas

y de control debían contar cuentos basados en una serie de imágenes presenta-


das. Esta “Prueba de Reconciliación Tragi-cómica” se validó y se puntuó con dos
paneles distintos de evaluadores clínicos. Los resultados empíricos mostraron
diferencias notables y significativas entre los y las humoristas y el grupo de con-
trol de artistas creativos. También se descubrió que los artistas cómicos tienen
una habilidad especial para transformar los materiales trágicos que se les pre-
senta en materiales cómicos mediante una síntesis tragi-cómica que se percibe
como humorística.
Después de completar mi tesis, me encontré en California trabajando como
psicólogo clínico en un hospital psiquiátrico. Me interesó la idea de aplicar el
poder terapéutico del humor al entorno clínico, y tratar de descubrir de qué
manera podía emplearse el humor con las personas con las que trabajaba en el
hospital o en mi práctica privada que habían olvidado cómo reír o incluso temí-
an la risa. Le propuse al Dr. William Fry, a quien había consultado durante la
preparación de mi investigación doctoral, co-editar un libro reuniendo los pun-
tos de vista actuales sobre los usos productivos del humor en la psicoterapia. Él
aceptó mi propuesta, y se inició así una colaboración científica que ha durado
veinte años, y que ha tenido como resultado la publicación de una serie de tres
libros profesionales: The Handbook of Humor and Psychotherapy (1987), Advances
in Humor and Psychotherapy (1993) y Humor and Wellness in Clinical Intervention
(2001)2. Estos libros ya se han convertido en clásicos del campo de la psicotera-
pia, proporcionando inspiración clínica y estímulos para la investigación a
estudiantes, terapeutas en prácticas, profesionales de la comunicación y tam-
bién muchos psicoterapeutas que tratan de ampliar su caja de herramientas
terapéutica, crecer en su práctica y ayudar a los demás a crecer como personas
mediante el humor terapéutico. Los notables progresos en el campo del humor
terapéutico, y el importante auge del interés en los fenómenos relacionados con
el humor en los últimos veinte años son una indicación clara de la relevancia y
la aplicabilidad de estos paradigmas terapéuticos relativamente nuevos.
Durante el período entre 1980 y 1987, cuando se publicó por primera vez el
Handbook of Humor and Psychotherapy, nos enfrentamos William Fry y yo con
una considerable resistencia a las posibilidades que ofrecía el humor terapéuti-
co. En esa época era difícil encontrar psicoterapeutas pioneros que pudieran
contribuir perspectivas innovadoras para incluir en el libro. Además, el clima
profesional de la terapia era tal que el humor se consideraba destructivo.
Inspirados por el artículo de Kubie de 1971 en el American Journal of Psychiatry

2. De estos tres libros, sólo el último, el que el lector sostiene en sus manos, se ha publicado en cas-
tellano.

306 MAIOR
Apéndice

que describía el potencial destructivo de lo que esencialmente era el humor


malsano que puede surgir en la psicoterapia, numerosos psicoterapeutas influ-
yentes se convencieron que la terapia y el humor eran conceptos opuestos. Se
centraban en los posibles peligros del humor, o en cómo podía abusarse de él,
en vez de ver cómo podía llegar a ser educativo, sanador y un estímulo para la
liberación emocional. Nuestros editores consideraban que se estaban arries-
gando al publicar un libro profesional sobre el humor en la psicoterapia.
Evidentemente, ahora la situación se ha invertido por completo. El humor
actualmente se valora no sólo en la psicoterapia sino en la educación, en la for-
mación de managers, en el liderazgo, en los programas de comunicación y den-
tro del campo del coaching ejecutivo. Nuestro trabajo ha contribuido quizás a
provocar una avalancha de interés en el humor que se ha multiplicado de
manera exponencial desde el fin de los años ochenta hasta el presente. Existen
ahora numerosos profesionales serios, en diversos campos profesionales y aca-
démicos que comparten no sólo un interés común sino una auténtica pasión por
el humor terapéutico y sus múltiples aplicaciones constructivas. El lector inte-
resado en la historia y las posibilidades del humor en la psicoterapia puede
referirse al excelente y muy completo artículo sobre el tema “Humor in
Therapy: The Case for Training Therapists in its Uses and Risks” por Louis
Franzini (2001), publicado por el Journal of General Psychology 3.

EL VIAJE

En 1983, los Doctores Jeffrey Goldstein y Paul McGhee me pidieron que escri-
biera un capítulo en el segundo volumen de su libro Handbook of Humor Research,
dedicado a la investigación aplicada. El capítulo se tituló “El Humor en la
Psicoterapia: Perspectivas Pasadas, Situación Presente y Fronteras Futuras”.
Como indica el título, el capítulo contenía un repaso histórico de tres tendencias
separables en la investigación del humor e identificaba cuestiones por resolver
en las investigaciones futuras sobre el humor en la psicoterapia. Algunos de los
conceptos importantes que introduce el capítulo son la distinción entre el
humor terapéutico y dañino, la introducción de una Escala de Evaluación del
Humor del Terapeuta que distingue entre cinco niveles de humor producidos
por el terapeuta desde el humor destructivo a una respuesta humorística extra-
ordinariamente beneficiosa, y un catálogo de doce técnicas humorísticas que
pueden emplearse en la terapia con ejemplos clínicos que ilustran cada técnica.

3. Ver Apéndice B: Bibliografía.

MAIOR 307
El humor y el bienestar en las intervenciones clínicas

Además, el capítulo esboza algunas de las cuestiones más importantes por


investigar en el futuro clasificadas según diez variables de investigación: facto-
res del terapeuta, factores del paciente, factores de conjunto, factores de técnica,
factores diagnósticos y de evaluación, factores de definición del problema, fac-
tores del entorno, factores de creatividad y consideraciones éticas. Algunos de
estos temas de investigación propuestos en el capítulo han sido el objeto del
estudio de los pioneros de la investigación en el campo del humor terapéutico y
pueden haber facilitado el cambio de paradigma actual en este campo, mientras
que otros aun esperan que alguna mente valiente y curiosa se dedique a ellos.
En 1989 terminé y publiqué un manual de formación, el Humor Immersion
Training (HIT) Manual, para responder a las necesidades de formación de un
creciente número de personas que demandaban que el programa de desarrollo
en competencias humorísticas que había empleado en talleres de formación se
formalizara en un formato impreso (ver tabla 1). Desde su publicación en 1989,
este manual ha sido un punto de referencia en los programas de desarrollo de
competencias humorísticas para terapeutas y para un siempre mayor número
de personas interesadas en aprovecharse de los beneficios del humor en sus
vidas. Más adelante describiré las diez facetas del programa registrado de
Humor Immersion Training (HIT).
También se ha traducido parte de este programa al alemán y se ha publica-
do en el libro del Dr. Michael Titze El Poder Sanador de la Risa (Kosel-Verlag,
1995). Desde su publicación y traducción a distintos idiomas, numerosos for-
madores del humor han empleado el programa HIT, en algunos casos sin refe-
rencias o permiso para emplear los materiales registrados.
A principios de 2000, asumí el puesto de editor y la responsabilidad de
publicar el Humor and Health Journal (Revista de Humor y Salud) y el puesto de
director del Humor and Health Institute (Instituto de Humor y Salud) en San
Diego, California. El Doctor Joseph Dunn, un psicólogo clínico, fundó la revis-
ta en 1990. El objetivo declarado de la revista es el estudio del humor terapéu-
tico y la risa y la investigación de su relación con la salud holística en relación
al bienestar físico, psicológico y espiritual. Los tres objetivos principales de la
revista son: (1) informar a los miembros sobre investigación clínica, novedades
del programa y descubrimientos, noticias e información sobre el humor y la
salud; (2) fomentar, estimular y recordar el valor y la importancia de mantener
una perspectiva humorística hacia la vida; (3) apoyar y fomentar la formación
técnica en las competencias del humor y el desarrollo de la risa. El contenido se
compone de un equilibrio entre materiales de entretenimiento (críticas de libros
humorísticos, citas y anécdotas) y de información (investigación científica, artí-
culos clínicos y profesionales o entrevistas sobre el humor y la salud).

308 MAIOR
Apéndice

El Humor and Health Institute, además de publicar la revista Humor and


Health, patrocina conferencias sobre la formación en humor terapéutico y ofre-
ce un programa de formación y certificación individual en el sistema Humor
Immersion Training. El programa de certificación se compone de tres módulos de
formación: principiante, intermedio y avanzado. Los formadores que han com-
pletado los tres módulos pueden obtener entonces una certificación del
Instituto. El Instituto también publica el Humor Immersion Training Manual y
otras publicaciones como cintas audio, programas en CD y libros4.

EL PRESENTE

Actualmente, mis intereses profesionales se centran en los siguientes pro-


yectos:
1. Acabo de finalizar un nuevo libro titulado Shall We Laugh? (“¿Nos Pone-
mos a Reír?”). Este libro de autoayuda presenta un programa de autoformación
de diez pasos, muy práctico y dinámico, que pretende guiar al lector a lo largo
de una trayectoria de desarrollo de competencias del humor y de la risa en un
formato ameno y divertido. El libro contiene numerosas técnicas nuevas del sis-
tema Humor Immersion, “risojercicios de auto-formación”, historias divertidas y
oportunidades para mejorar la capacidad de reír.
También se centra en reforzar la motivación positiva mediante una “actitud
de un millón de dólares” (ver tabla 1). Está previsto que se publique el libro en
el 2004.

2. En 2002, el American Institute of Psychology and Health (www.psycholog-


yandhealth.org) publicó un nuevo programa audio de cuatro CDs basado en el
sistema ESSIS (Sistema de Auto-Mejoramiento en Competencias Emocionales).
Este programa consiste de una animada entrevista de cuatro horas con el
Doctor Joseph Dunn, describiendo de manera intensiva pero también con sen-
tido del humor las 23 competencias emocionales propuestas en el sistema ESSIS
y cómo pueden aplicarse de la manera más beneficiosa en un contexto de for-
mación o de terapia.

4. Para información sobre la revista o sobre las publicaciones del Instituto, por favor diríjase al Instituto
(591 Camino de la Reina, Suite 409, San Diego, California 92108, EEUU; tel. 619-260-1014; fax 619-460-4470)
o envíe un correo electrónico a la coordinadora de formación y suscripciones, Anna Collins (humorand-
health@earthlink.net).
He trasladado los datos de contacto a una nota a pie de página, ya que no me parecía relevante al
tema del artículo.

MAIOR 309
El humor y el bienestar en las intervenciones clínicas

3. Actualmente estoy trabajando en un libro que condensará la grabación


audio de un curso de Humor Immersion Training realizada con un estudiante del
HIT en el Humor and Health Institute en San Diego. Espero que este libro consi-
ga transmitir lo que sucede en la experiencia y práctica de un curso de Humor
Immersion Training. El libro cubrirá los distintos aspectos de la formación HIT
en un proceso de trabajo con la misma persona durante un período de forma-
ción de tres semanas a finales de 2002. Se ilustrarán abundantemente muchos
de los conceptos y técnicas empleadas en el HIT en este libro con ejemplos
espontáneos de técnicas HIT de creación humorística empleadas a lo largo del
curso de formación.

4. Estoy escribiendo un nuevo libro sobre la terapia del humor con un colabo-
rador y colega con el que he compartido gran parte de estas vivencias en el
mundo del humor y la psicoterapia, el Doctor Michael Titze, que fue uno de los
contribuidores originales del libro de 1987 Handbook of Humor and Psychotherapy.
Este libro sintetizará nuestros conocimientos conjuntos a lo largo de los últimos
quince años sobre el tema de la integración del humor terapéutico con la psicote-
rapia de corto plazo en el contexto teórico de la psicología de profundidad. El
libro propondrá un sistema específico que los psicoterapeutas pueden emplear
para aplicar la terapia del humor con pacientes y/o estudiantes. Los temas de los
capítulos en este volumen incluirán: la primera entrevista, la nueva diagno-
sis clínica de gelotofobia y cómo trabajar con distintos tipos de gelotofobia, herra-
mientas clínicas concretas y técnicas humorísticas para fomentar un autoanálisis
y cambio profundo del cliente, formación eficaz en competencias emocionales,
cómo ser amigable con el humor, consideraciones sobre algunos individuos espe-
ciales y cuestiones de terminación terapéutica.
Aun me fascina el humor terapéutico. Veo el humor terapéutico como un
espacio para jugar con las posibilidades, un lugar fantasmagórico de encuentro
entre la cognición y la emoción en el que puede producirse la sanación tanto
psicológica como interpersonal.

UNA NUEVA PROPUESTA TEÓRICA: LAS SIETE SEÑALES DEL HUMOR


TERAPÉUTICO

Si observamos con detenimiento la experiencia del humor terapéutico,


podemos descubrir que lo identifican siete señales psicológicas. Estas señales
podrían llamarse los siete pilares del humor terapéutico:

310 MAIOR
Apéndice

1. La señal regenerativa:
El humor terapéutico facilita la recuperación de energía psicológica cuando
ésta se ha gastado. En cualquier momento que la persona esté baja de energías,
el humor terapéutico llega al rescate para recargar el sistema motivacional y
neuromotor, al menos durante un breve tiempo y quizás de manera más dura-
dera según la intensidad de la experiencia y el tipo de mensaje que expresa.
2. La señal de mediación:
El humor terapéutico constituye una bisagra emocional-cognitiva, un cami-
no crítico entre la emoción y la cognición. Explica nuestras tendencias emocio-
nales hacia la mente y, al contrario, las tendencias de la mente hacia nuestras
emociones. Cuando el filósofo Blaise Pascal declaro que “el corazón tiene razo-
nes que la razón ignora”, él estaba ignorando la función mediadora del humor,
que establece puentes constructivos entre “el corazón” y “la razón”.
3. La señal redentora:
El humor terapéutico es una experiencia socialmente redentora que puede
corregir sentimientos negativos entre las personas e iniciar una relación social
más amistosa que mejora la interacción precedente.
4. La señal nostálgica:
A nivel existencial, la experiencia terapéutica del humor es como una vuelta a
esa fase de nuestra infancia caracterizada por la satisfacción, la seguridad, el juego
y la plenitud. Nos proporciona una nostalgia cognitiva-emocional, una recreación
de “aquellos tiempos” en los que no había amenazas, en las que el mundo parecía
un lugar seguro y en los que la alegría parecía posible de manera habitual.
5. La señal ecológica:
Mediante la experiencia del humor terapéutico, podemos reciclar las expe-
riencias negativas de la vida y reconciliarlas con nuestra realidad actual de tal
manera que mejoren nuestro entorno psicológico interno. El humor terapéutico
es un depredador de los sentimientos y los pensamientos desagradables, repro-
cesándolos mediante una reconciliación tragi-cómica que proporciona alivio y
crea un espacio amigable para que surjan nuevas ideas y sentimientos sanadores.
La señal ecológica puede sentirse inmediatamente, y sus beneficios a largo plazo
son probables.
6. La señal del sobresalto:
El humor terapéutico se caracteriza por una inmediatez e intensidad muy
viva, un efecto de sacudida que consigue romper con todo lo sucedido ante-
riormente y con todo lo que esté por venir. Esta señal contribuye a lo que podría
llamarse “el sobresalto sanador” del humor terapéutico.

MAIOR 311
El humor y el bienestar en las intervenciones clínicas

7. La señal del placer:


Este indicador se refiere al aspecto placentero del humor terapéutico: ¿De
qué otra manera pueden obtenerse, con una inversión tan pequeña de tiempo
y energías, unos beneficios tan enormes de diversión, salud y ventajas biopsi-
cológicas y sociales?

Basándome en estas siete señales tan distintivas, me gustaría proponer la


siguiente definición del humor terapéutico:

El humor terapéutico es una experiencia personal activadora que comienza con


una confusión placentera acompañada por una mezcla borrosa de significados,
seguida por una reconstrucción clarificadora que culmina en una recarga cons-
tructiva cognitivo-emocional. Esta recarga normalmente se acompaña de señales
fisiológicas fácilmente identificables como la sonrisa o la risa, y tiene efectos
sociales y de interacción beneficiosos.

Tabla 1. Los Pasos de Programa “Humor Immersion”

Paso Descripción
Paso 1 Divertirse y Beneficiarse con el Humor: ¡Por qué una risa al día es al menos tan
buena como comerse un helado!
Responde a la pregunta “¿por qué el humor y la risa?” revisando los beneficios
emocionales, fisiológicos, anti-estrés y otros de el humor y la risa. Ejercicios
“generación de la risa”.

Paso 2 Derribar el Gran Muro de Berlín: Actitudes que obstaculizan el humor y la risa
Considera once actitudes que pueden impedir la risa o nuestro uso del humor, y
posibles alternativas para superarlas. Ofrece actitudes positivas que pueden faci-
litar una perspectiva humorística sana. Identifica los “Once Mandamientos Anti-
Humor”.
Paso 3 Vamos al País del Humor: ¡Técnicas para la creación del humor y de la risa que
puedes hacer ahora mismo!
Introduce el concepto de la trinidad sagrada de la creación del humor, la im-
portancia de estructurar el material en el tiempo y la anatomía de los chistes.
Ofrece más de 200 técnicas sencillas de autoaprendizaje para crear el humor,
con ejemplos de cada técnica y ejercicios de práctica (llamados ¡Risajercicios
de Autoaprendizaje!).

312 MAIOR
Apéndice

Paso 4 Echar a Volar: Cómo aumentar tu risómetro con los tests de la risa
Presenta una serie de nuevos “tests de la risa” como el de Frases Humorísticas con
Espacios en Blanco, el Cuestionario de Actitudes Humorísticas, el Test MAD y
otras herramientas de la diversión y de la risa que los participantes pueden tomar.
Paso 5 Reír con los Maestros: Cómo convertirse en un maestro cuentacuentos
Enseña a los participantes quince técnicas para convertirse en un maestro del
contar cuentos humorísticos. Introduce las parábolas humorísticas de las tradi-
ciones sufí y zen, y también cuentos divertidos de la tradición oral de distintas
culturas y subculturas.
Paso 6 Descubrir los Diamantes en tu Propio Jardín: Cómo disfrutar de tu tesoro humo-
rístico personal
Emplea la herramienta de la visualización guiada, con escenarios verbales con-
cretos, para revivir las experiencias personales humorísticas de la tesorería del
humor y la diversión del pasado del individuo.
Paso 7 “¿Podemos Hacerlo de Otra Manera?”: La conexión entre el humor y la creatividad
Analiza la conexión entre el humor y la creatividad y cómo el humor puede ayu-
darnos a superar el aburrimiento, aumentar la creatividad personal y ayudar a
generar ideas nuevas. Ofrece técnicas de autoaprendizaje y ejercicios para des-
pertar la creatividad humorística.
Paso 8 Conseguir una Actitud de un Millón de Dólares: Las características especiales de
la gente feliz
Describe las características psicológicas de las personas felices y la función del
humor y de la risa a la hora de conseguir el bienestar y la felicidad. Este paso
también ofrece sugerencias de autoaprendizaje para aumentar la motivación
positiva y acercarse a una actitud de un millón de dólares.
Paso 9 ¡Esto Me Está Causando una Úlcera! Deformaciones tóxicas del humor y de la
risa que pueden no ser tan sanas
Analiza varios mitos y realidades sobre el humor y la risa. Distingue entre el
humor sano y el humor malsano y cómo reírse menos de los demás y reírse más
con los demás. Presenta tablas, listas y ejercicios para distinguir la diferencia
entre el humor sano y el humor malsano.
Paso 10 Sigue Recogiendo Manzanas del Gran Manzano: Recursos de humor y de la risa
para ayudarte a seguir en el país de la risa
Explica cómo permanecer en el país del humor y de la risa. Incluye una lista com-
pleta de organizaciones, libros, CDs, DVDs, películas y sitios web. Proporciona
información sobre la organización Laughters Anonymous (“Reidores Anónimos”)

MAIOR 313
El humor y el bienestar en las intervenciones clínicas

ENSEÑAR Y APRENDER EL HUMOR: UNA ENTREVISTA CON EL


DR. WALEED SALAMEH 5

Dr. Salameh, ¿cómo se interesó por el estudio del humor?

Al inició mi interés no era técnico. Durante mis estudios universitarios me


intrigaban aquellas personas con sentido del humor. Me di cuenta que la mayo-
ría de estas personas tenían perspectivas más sanas y un nivel general de ajuste
emocional más alto que las personas que no tenían sentido del humor. A partir
de este interés comencé a preguntarme una serie de preguntas sobre los ele-
mentos que componen el sentido del humor. Para mi tesis doctoral, realicé un
estudio de humoristas de los clubes de la comedia. Investigué las característi-
cas de la personalidad, la infancia y el proceso creativo de estos cómicos y las
comparé con las de otros artistas.
Al iniciar mi práctica psicológica clínica, al inicio en un entorno hospitalario
y más adelante en una práctica privada, me fui interesando cada vez más en las
aplicaciones y la relevancia clínica del humor. Esto me llevó a desarrollar una
serie de técnicas para aplicar el humor al entorno clínico.
Mi trabajo actual tiene dos vertientes. Existen dos aspectos de la aplicación
del humor en la terapia. Un aspecto se refiere al desarrollo del sentido del
humor del paciente. Otro aspecto se refiere al desarrollo del sentido del humor
del propio terapeuta. Al progresar con mi trabajo, me di cuenta que el humor
no puede tratarse como una técnica aislada, sino que debe formar parte de la
actitud general del terapeuta. La introducción del humor por parte del tera-
peuta implica un redireccionamiento y un cambio en la imagen del terapeuta.
Afecta la manera en la que el terapeuta proyecta su imagen al paciente. Analicé
el impacto del humor sobre la imagen del terapeuta en la introducción de mi
libro Advances in Humor and Psychotherapy, que coedité con mi colega psiquiatra
y colaborador el Doctor William Fry. Cuando se introduce el humor en la psi-
coterapia, no sólo tiene un impacto sobre el paciente sino que cambia la imagen
tradicional e “ideal” que hemos aprendido.
La imagen tradicional de los psicoterapeutas se caracteriza por la reserva, la
distancia y la neutralidad, y también por un análisis muy detallado y descon-
fiado de todo lo que sucede. Cuando hablo con mis colegas y trabajo con mis

5. Esta sección sintetiza dos entrevistas realizadas por el Dr. Joseph Dunn, fundador del Humor
and Health Institute y publicadas en el Humor and Health Journal (“Teaching Clinical Humor” Humor
and Health, 1993, vol 2, no. 2, págs 1-4; “Humor Immersion Training” Humor and Health, 1994, vol 3, no.
1, págs 1-5)

314 MAIOR
Apéndice

pacientes, cada vez me siento menos cómodo con la imagen tradicional. Es una
actitud que no invita al paciente a crecer. Los terapeutas humanistas han cues-
tionado esta imagen. Sin embargo, su solución les lleva al otro extremo de
adoptar una interacción excesivamente abierta y desestructurada en la que el
terapeuta puede revelar demasiado sobre si mismo.
No creo que la auto-revelación extrema sea apropiada, porque quita sentido
a la relación terapéutica y reduce la profesionalidad. La imagen terapéutica que
me gustaría fomentar es una imagen a medio camino entre estos dos extremos.
Creo que necesitamos emplear el humor como un mecanismo que nos guíe
para desarrollar una nueva imagen que incluya el humor junto con otros varia-
bles relacionados con la vivacidad y la presencia emocional plena.

¿Qué implican estas recomendaciones para la educación y formación de


los psicoterapeutas y otros profesionales?

Muchos de nosotros hemos escogido el camino de la conformidad por causa


del miedo, quedando amordazada nuestra creatividad. El motivo de esto es el
temor que tenían nuestros supervisores y formadores sobre todo lo que podía
salir mal. El humor trata de las posibilidades de todo lo que puede salir bien. El
primer paso es distanciarse de la actitud de tener miedo a que las cosas salgan
mal. Esto probablemente puede aplicarse no sólo a los psicoterapeutas sino
también a otros profesionales.
Otro asunto es que nos han enseñado a proyectar una imagen solemne y
sombría hacia nuestros pacientes porque si no, podrían malinterpretar lo que
hacemos. Esto tiene como resultado que no liberamos suficientemente nuestro
espíritu lúdico y no dejamos que surja nuestra creatividad. Queda sumergida
la parte de nosotros que es creativa y original. Sentimos que debemos actuar de
una cierta manera y proyectar una imagen ideal para que la terapia pueda pro-
ceder de manera fructífera. El humor deshincha o derriba ese ideal. El humor
dice que podemos ser humanos y mostrar nuestras emociones –incluida la risa–
de tal manera que como terapeutas no tenemos por qué quedarnos rígidos y
perder nuestra motivación para hacer un trabajo que requiere la creatividad.
Cuando realizo cursos de formación con terapeutas, me dirijo al problema de
las barreras de actitud. ¿Qué imagen queremos proyectar verdaderamente como
terapeutas? Mi experiencia sugiere que la mayoría de los terapeutas no quieren
proyectar la imagen que les han enseñado a proyectar. Es un tanto injusto repri-
mir la fuente interna del humor y la creatividad y aceptar y proyectar una ima-
gen para la que no existe mucha prueba científica de que sea valiosa.

MAIOR 315
El humor y el bienestar en las intervenciones clínicas

Una vez que los terapeutas han cuestionado su propia actitud, entonces
están listos para explorar técnicas específicas para introducir el humor en la psi-
coterapia. He desarrollado un sistema llamado Humor Immersion Training (HIT).
Mi colega, el Dr. Michael Titze, y yo hemos traducido también mi manual de
Humor Immersion Training al alemán. Este manual contiene una serie de técnicas
para fomentar y crear el humor. Al hablar de fomentar y crear humor, no dis-
tingo entre terapeutas y otros individuos que puedan querer desarrollar su sen-
tido del humor para ser más productivos en el trabajo, disfrutar más de la vida
o por razones de salud. Mi enfoque en el humor es democrático. El humor está
abierto a cualquier persona que le interese el tema, sin miramientos de profe-
sión, proveniencia o nivel de educación. Es un regalo gratuito que todos pose-
emos. Cualquier persona que quiera potenciar su sentido del humor está más
que bienvenida.

¿Qué técnicas emplea en la formación del humor y en la terapia?

El humor puede comunicarse mediante los chistes. Sin embargo, los chistes
no son siempre la mejor manera de expresarlo. Los chistes pueden emplearse
para romper el hielo, pero no son siempre espontáneos.
Otra manera de comunicar el humor es contando cuentos. Existen diversas
tradiciones culturales de cuentos que son muy humorísticas. En la tradición zen
existe el koan. Los koans son cuentos que normalmente cuenta un maestro zen
que son absurdos y muy divertidos, pero que tienen además un significado filo-
sófico más profundo. La tradición sufí, que es una orden religiosa islámica
parecida en ciertos aspectos al budismo zen, también tiene cuentos cómicos.
Muchos de estos cuentos son apropiados para la terapia ya que fomentan una
perspectiva sobre la vida parecida a la de encontrarse sobre una montaña,
desde el punto de vista de lo que es realmente importante y no de lo que super-
ficialmente creamos importante.
Le cuento una historia de la tradición sufí. En la tradición sufí hay un per-
sonaje llamado Joha (o Mulla Nasruddin) que se parece un poco al Schlemiel de
la tradición judía –aparentemente tonto pero en realidad bastante sabio. Le
conté a un paciente que estaba obsesionado con sus preocupaciones excesivas
un cuento sobre Joha.
El príncipe de la ciudad de Joha tenía un burro al que quería mucho. El prín-
cipe tenía tanto afecto por este burro que quería enseñarle a leer y a escribir.
Entonces anunció que si alguien conseguía enseñar a su burro a leer y escribir
le daría una recompensa de 500 monedas de oro. Sin embargo, si el profesor fra-

316 MAIOR
Apéndice

casaba, se le cortaría la cabeza. Joha se presentó en la corte del príncipe como el


profesor que estaban buscando. Dijo al príncipe, “Creo que puedo enseñar a su
burro a leer y a escribir, pero tardaré diez años en completar esta ardua tarea”.
El príncipe respondió, “Muy bien, aquí están las 500 monedas de oro. Tiene 10
años para enseñar a mi burro a leer y a escribir. Pero sin no completa su tarea
con éxito después de 10 años, se le cortará la cabeza. Ahora vuelva a casa y
venga a la corte mañana por la mañana para comenzar las clases”.
Joha fue a su casa y contó a su mujer lo que había sucedido con el príncipe.
Ella comenzó a llorar, a gritar y a arrancarse el pelo de su cabeza. Dijo,
“¡Imbécil! Sabes perfectamente que un burro no puede aprender a leer y a escri-
bir. En 10 años te cortarán la cabeza. ¿Cómo puedes ser tan imbécil?”. Joha res-
pondió, “Tranquila. En 10 años puede suceder una de tres cosas: el príncipe
puede morir, o yo puedo morir, o sin duda el burro morirá”.
Cuando conté este cuento de Joha a mi paciente, éste explotó a reír de buena
gana, y captó el mensaje. Se dio cuenta que tenía que mirar su vida desde la
cima de la montaña, que no tenía que preocuparse de las cosas pequeñas del
mismo modo que Joha no debía preocuparse de lo que podía suceder en 10
años.
Ahora examinemos el impacto del cuento de Joha en el entorno terapéutico.
El paciente disfrutó con el cuento. Era una cuento sobre otra persona, y por lo
tanto no le amenazaba. El paciente no necesitaba activar sus mecanismos de
defensa y decir “No, no soy así”. Le estaba contando un cuento que tiene al
menos mil años. Esto le da una sensación de distancia que le permite autoana-
lizarse sin que yo le proponga directamente que lo haga.
Como psicoterapeuta, disfruté compartir el cuento. Es una historia que
resuena en mí de manera positiva; me encanta contarla. Comunica a mi pacien-
te que trato con él de tú a tú, que aprecio el humor, que no quiero intimidarle,
y que juntos podemos experimentar la libertad emocional que proporciona este
humor. A lo largo de la sesión, el paciente me contó que había cosas sobre las
cuales se había preocupado durante más de 10 años. Siguió explorando el tema
de sus preocupaciones y se dio cuenta que quizás debía tomarse sus preocupa-
ciones más a la ligera. Se daba cuenta que su vida podía terminar, mientras que
sus preocupaciones podían seguir de manera indefinida. Las preocupaciones
podían continuar incluso después de su muerte, o sea que ¿para qué seguir pre-
ocupándose?
Este cuento liberó tanto al paciente como al terapeuta. Ambos nos volvimos
más creativos y comenzamos a ver las cosas de manera simbólica. Llegamos a
disfrutar una calidad de relación que es poco común en la terapia. A pesar de

MAIOR 317
El humor y el bienestar en las intervenciones clínicas

todas las expresiones de aprecio, los pacientes tienen miedo del plutonio emo-
cional que la terapia desentierra. Perciben correctamente que la terapia es un
trabajo duro. Llegan a la consulta porque sienten dolor y necesitan ayuda. El
humor ayuda a que el viaje de la terapia resulte una experiencia más tolerable
y agradable.

¿Cuáles son algunas de las técnicas que enseña en los cursos de Humor
Immersion Training?

En el Humor Immersion Training exploramos distintas maneras de crear el


humor. Nos preguntamos, “¿Cómo se crea el humor?”. Le explicaré cinco téc-
nicas para crear el humor. Una es la exageración, en la que tomamos una hor-
miga para convertirla en un elefante. Un ejemplo de exageración es decir que
un atasco duró dos siglos o decir a unos padres muy rígidos que el nivel de dis-
ciplina en la familia recuerda el cambio de la guardia en el Palacio de
Buckingham.
Otra técnica es la minimización, que es el contrario de la exageración. En
este caso tomamos un evento muy importante y lo llevamos a un nivel insigni-
ficante. Por ejemplo, “La muerte es la manera que tiene la naturaleza de decir-
te que no corras tanto” o “El divorcio puede estropearte todo el día”. Ésta es
otra manera de provocar la risa y comunicar un mensaje.
La tercera técnica es la incongruidad, que implica una síntesis de dos ele-
mentos que parecen no tener relación entre sí, pero entre los cuales se logra
crear una conexión subyacente. Por ejemplo, digamos que un abogado trabaja
con un cliente que se enfrenta a la pena capital en la India. Ante el juez indio, el
abogado dice, “Señor Juez, creo que mi cliente se merece una segunda oportu-
nidad. Pido que su sentencia se reduzca de la muerte sin reencarnación a la
muerte con reencarnación”. Los dos elementos que parecen no tener ninguna
relación (la pena capital y la India) se unen mediante la idea de la reencarna-
ción.
Otra técnica humorística es la inversión. Con la inversión, se toma un ele-
mento que se mueve en una dirección y se le da la vuelta para que siga en
otra dirección que le da un nuevo significado. La imagen que yo utilizo es la
de ir en contra del tráfico en una calle de sentido único. Por ejemplo, Woody
Allen dijo “No es que tenga miedo a la muerte, sencillamente no quiero estar
ahí cuando suceda”. También dijo, “Claro que hay vida después de la muer-
te. La cuestión es ¿a qué distancia queda del centro y hasta qué hora está
abierta?”.

318 MAIOR
Apéndice

Una quinta técnica que enseño en Humor Immersion Training es el juego de


palabras, que consiste en jugar con los distintos niveles de significado (fonético
y real) de una palabra. Imaginemos, por ejemplo, que usted se apellida “Perez”.
¿Se siente Pérez-oso en este momento? ¡Cuidado no se resbale, a ver si va a
Pérez-er! ¡Su coche de último modelo es realmente im-Pérez-ionante! Como
puede ver, las posibilidades que ofrecen los juegos de palabras sólo quedan
limitadas por nuestra imaginación.
En otro ejemplo, estaba trabajando con una pareja casada que habían
venido a unas sesiones de terapia marital, y la mujer mencionó que su mari-
do fue a su quiropráctico a que le “partiera” el cuello. Yo le dije: “Bueno, me
alegro que el quiropráctico vaya por ahí partiendo y repartiendo su terapia. No
creo que Jerry (nombre ficticio) sea un gran partido ¡pero si que me hace par-
tirme de risa!”.
Mi comentario llegaba en el contexto de un marido, un clérigo protestante
muy rígido, que empleaba la solemnidad y la distancia para evitar la interac-
ción emocional con la mujer, el problema que les hizo acudir a la terapia.
Después de mi intervención, Jerry sonrió por primera vez en la terapia y dijo,
“Vale doctor, me parece un buen punto de partida. A partir de aquí, ¡creo que
podremos convertir este matrimonio en un partido amistoso!”. A partir de ese
momento, la terapia siguió bien porque esta intervención humorística me ofre-
ció una puerta de entrada al mundo del paciente.

¿Qué otros procedimientos emplea para ayudar a las personas a acceder


a su sentido del humor?

Otra técnica es emplear nuestra geografía personal. Esto consiste en repasar


nuestras propias vidas e identificar las situaciones o elementos cómicos. Hay
dos subcategorías en la geografía personal: 1) nuestra historial personal; y 2)
nuestras características físicas.
La mayoría de las personas, si no todas, han experimentado momentos
cómicos. Por ejemplo, ¿puede recordar alguna situación en la que hizo el ridí-
culo? Si recuerda sus experiencias personales de la infancia –situaciones de
familia o cosas que sucedieron durante la adolescencia– podrá inspirarse para
hacer reír. Algunos ejemplos son imitar a personas en su familia que hablan de
una manera graciosa o que hacen cosas graciosas que permanecieron en su
memoria desde la infancia, o recordar experiencias con sus coetáneos adoles-
centes. Cuando tengo un paciente que es un estudiante y que se siente ansioso
por un examen, le digo a él o a ella que cuando yo tenía exámenes me sentía

MAIOR 319
El humor y el bienestar en las intervenciones clínicas

como si tuviera que enfrentarme al Tribunal Supremo. Empleo en este caso una
técnica de exageración sobre mi geografía personal para dar a la persona una
respuesta cómica a sus propias experiencias.
En segundo lugar, todos tenemos alguna característica física graciosa. No me
refiero a deformaciones, sino a características físicas que tienen un aspecto
cómico. Para algunos es la nariz; para otros, son las orejas o las manos. Nuestra
apariencia básicamente refleja el florecer de la diversidad genética. Nuestro ser
biológico es el resultado de una cita a ciegas genética derivada de nuestros
padres. Algunas personas interpretan las diferencias físicas de manera negati-
va. Ciertos individuos tienen problemas en aceptar rasgos como cejas gruesas,
orejas alargadas o una nariz grande. Sin embargo, estos regalos biológicos pue-
den abrir las puertas al humor. En mis cursos de Humor Immersion Training,
trato de redirigir las percepciones negativas para que los asistentes puedan
emplear sus características físicas particulares para crear humor.
A menudo, esto no es fácil, porque la persona ha aprendido a percibir el rasgo
físico de manera negativa. Sin embargo, puede emplearse este rasgo para imitar
a personas famosas que tienen el mismo aspecto. Por ejemplo, muchas personas
tienen narices grandes. Seguro que ha visto la nariz y las gafas de plástico de
Groucho Marx. Una nariz grande puede ser graciosa, y sin embargo algunas
personas se avergüenzan de su gran nariz. Algunas personas se sienten más
cómodas que otras en emplear sus rasgos físicos con un fin cómico y eso está
bien. La idea es ofrecer distintas opciones, un gran buffet de técnicas humorísti-
cas que da a cada uno la oportunidad de escoger las técnicas con las que se sien-
te más cómodo o las que por orientación natural les resultan más fáciles.
Otro procedimiento es rodearse de un entorno humorístico. Por ejemplo,
puede transformar el entorno de su oficina para provocar reacciones humorísti-
cas. Coloque carteles, citas y viñetas divertidas en la consulta. Un paciente me dio
recientemente un chiste gráfico que colgué de mi pizarra en el recibidor. Muestra
una oficina con dos puertas. Una puerta tiene un cartel que dice, “Terapia indivi-
dual, éntre por favor”. El otro tiene un cartel que dice “Terapia de familia, sién-
tense y a callar”. El paciente que me dio esta viñeta estaba sufriendo conflictos en
su familia y era difícil conseguir que unos escucharan a los otros. El chiste refle-
jaba el clima emocional en su familia, pero otros pacientes que lo vieron en la
pizarra añadieron comentarios divertidos relacionados con sus propias psicodi-
námicas. La viñeta resultó un ejercicio terapéutico para todos.
Tengo una pizarra en mi recibidor. Cuando los pacientes leen citas diverti-
das en la pizarra, de manera espontánea piensan en otras ideas graciosas y las
escriben. Les invito a que escriban lo que quieran en la pizarra. A veces escri-

320 MAIOR
Apéndice

ben pensamientos inspiradores y otras veces ideas cómicas. Es como una técni-
ca proyectiva libre. Hay miles de posters divertidos que pueden colgarse en las
paredes. También hay otros objetos como el Buda feliz con su gran barriga y sus
manos alzadas. Cuando la gente se fija en elementos cómicos de un entorno,
puede provocarles una respuesta humorística.
Otra sugerencia es que las personas hagan el esfuerzo de colocarse en entor-
nos humorísticos. Esto incluye: ver películas cómicas en el cine o en vídeo, ir a
clubes de la comedia, leer libros y materiales divertidos y suscribirse a revistas
de humor gráfico. El humor crece de manera natural en distintos tipos de tie-
rra. Todo lo que necesitamos es plantar las semillas en nuestras propias vidas.

Estoy descubriendo que la mayoría de las personas tienen un sentido


del humor, aunque puede no ser evidente en muchas situaciones. ¿Qué
observaciones ha realizado sobre el descubrimiento del sentido del
humor en otras personas?

Estoy totalmente de acuerdo que la mayoría de las personas tienen un buen


sentido del humor, al menos potencial. Sin embargo, la experiencia del humor
de muchas personas está deformada. Durante la infancia pueden haber sufrido
el sarcasmo o el ridículo de los demás. Los niños pueden ser muy crueles los
unos con los otros. Pueden decir cosas que hacen daño y que se recuerdan
durante mucho tiempo. La gente a menudo tiene experiencias que les confun-
den sobre el humor y sus deformaciones –el sarcasmo, las bromas crueles, el
racismo, el sexismo y los chistes étnicos. Todos estos ejemplos son deformacio-
nes o abusos del humor. Algunos individuos pueden llegar a identificar estas
deformaciones con el humor. Sin embargo, el humor sano no consiste en que
una persona se ría a costa de las lágrimas de otra.
Cuando hablo del humor, no estoy hablando de las deformaciones del
humor. El humor no es un vehículo productivo para expresar la rabia y la ira.
Si alguien está enfadado o enfadada, debería mostrar su enfado directamente.
Cada vez que un individuo se enfada y utiliza el humor, las consecuencias son
negativas para todos los presentes.
El sentido del humor real de la persona puede encontrarse enterrado bajo
todos estos malentendidos. A veces es necesario corregir los errores sobre el
humor antes de poder enseñar las técnicas de su creación. Cuando una persona
puede diferenciar entre el humor y sus deformaciones, esto resucita y extrae de
los escombros su sentido del humor, permitiendo que la persona se sienta más
libre para expresarse de manera humorística. En esta etapa puede ser productivo

MAIOR 321
El humor y el bienestar en las intervenciones clínicas

explorar su geografía personal, por ejemplo identificar aquellas situaciones que


le sucedieron que fueron vergonzosas pero también graciosas. Si trabajo en un
entorno de seminario, desde aquí pasamos a contar nuestros chistes favoritos
–todo el mundo tiene un chiste favorito. Cuando todos empiezan a participar,
esto crea un buen ambiente que invita a compartir más situaciones humorísticas.

¿Cómo estructura su seminario?

Normalmente se trata de una jornada, a veces dos. Lo que hacemos es prac-


ticar ciertas técnicas de creación humorística que he desarrollado. La participa-
ción es obligatoria, nadie puede quedarse al margen y simplemente observar. Si
a alguien no le gusta una técnica concreta, puede participar en otro ejercicio.
Pero todos deben estar involucrados en el programa. Comenzamos con ejerci-
cios para romper el hielo. Después repasamos juntos las técnicas para crear el
humor. Uso ejemplos del propio público. Al final del día, los participantes relle-
nan una evaluación del seminario. Un comentario muy interesante que se repi-
te a menudo es “No creí que pudiera ser tan gracioso”.
La mayoría de nosotros sentimos que tenemos que permanecer siempre
serios. Esto no es algo que se limita a los psicoterapeutas. Se les enseña a los
médicos que sean solemnes y ecuánimes. Lo mismo sucede con las enfermeras
y la mayoría de las personas en el mundo de los negocios. El humor no suele
considerarse una característica útil en los negocios. Sin embargo, puede ser
muy beneficioso. El humor ayuda a reducir el estrés y ayuda a las personas a
negociar de una manera fructífera.
Los terapeutas solemos ser algo insulares, creyendo que nuestras preocupa-
ciones y problemas afectan sólo a nuestra profesión. Sin embargo, esto no es
cierto. Muchas otras profesiones experimentan situaciones parecidas.

¿Tiene alguna observación que hacer sobre las diferencias personales y las
preferencias del humor?

Uno de los temas más característicos del humor es que nunca puede prede-
cirse lo que hará reír a alguien. Algo que a mí puede parecerme muy gracioso
a ti puede parecerte normal. Y a la inversa, lo que tú consideras divertido a mi
puede dejarme frío. Lo que la gente ve como gracioso es impredecible. La con-
clusión práctica es que debemos aplicar el humor de maneras distintas para
mejorar las posibilidades de que la otra persona perciba lo que se dice o hace
de manera humorística.

322 MAIOR
Apéndice

Necesitamos exponer a una persona a diversos elementos humorísticos para


descubrir los que causan la respuesta mayor. Esto es cierto tratemos con pacien-
tes, ejecutivos o cualquier persona. Algunas personas pueden extrañarse de que
ciertas cosas puedan parecerme graciosas que ellos ven de manera seria. Sin
embargo, esto no debería impedir que yo explore otras avenidas humorísticas. La
mayoría de las personas sólo prueban un tipo de humor con los demás. Si éste no
funciona, tiran la toalla, creyendo que los demás les están juzgando o criticando.
Cuando alguien no responde, sencillamente debemos probar otra técnica.
En segundo lugar, solamente por que usted no se ría no significa que yo no
sea gracioso. Puede significar que no aprecia mi estilo de humor. Otra persona
puede ver la misma cosa y reírse hasta que le salten las lágrimas. Es importan-
te contemplar la perspectiva general. Por supuesto, si me encuentro con 10 per-
sonas y les cuento lo mismo y nadie se ríe, esto me dice algo –que necesito cam-
biar mi estilo. Sin embargo, si sólo una persona de cada tres no responde a mi
humor, esto no debería impedir mis intentos de hacer reír. Por lo tanto, pro-
pongo que es importante que las personas cubran toda la gama de los estilos
humorísticos, y no se desanimen por las respuestas frías, especialmente cuan-
do están comenzando.
En tercer lugar, hay que tener en cuenta que la mayoría de las personas han
aprendido a no apreciar el humor porque se ve como algo frívolo e inmaduro.
Esto lo hemos heredado de la era victoriana. En aquellos tiempos, el humor se
consideraba un comportamiento de mala educación. Se veía como una señal de
inmadurez. Por ejemplo, se decía a los profesores que no debían reír. Se les
decía que sólo sonrieran y sólo una vez al año durante las Navidades.
Una vez que hemos reprimido lo más creativo que tenemos, algo con el
potencial para convertirnos en seres humanos vivos y alegres, nos convertimos
en seres limitados. Sabemos que el hombre no vive sólo de la proteína.
Podemos comer buena proteína toda la vida pero ser infelices. En otras pala-
bras, el análisis intelectual carente de sentimiento no basta ni resulta duradero.
Todos hemos asistido a lecciones en las que el profesor decía cosas interesantes
a nivel intelectual pero resultaba plano a nivel emocional. La mayoría de las
personas se duermen en estas circunstancias. De hecho, ésta puede ser una de
las razones por las que muchos evitan la psicoterapia. Imagine por un momen-
to que se rumoreara que los psicoterapeutas eran gente divertidísima, llenos de
vitalidad, y que fomentaban en sus pacientes la creatividad y establecían en la
consulta un ambiente rebosante de alegría. ¿Qué tipo de reacción cabría espe-
rar? Esto transformaría considerablemente la percepción del paciente de la psi-
coterapia. Quizás los pacientes nos empezarían a ver como aliados y no como

MAIOR 323
El humor y el bienestar en las intervenciones clínicas

serios y críticos. La mayoría de las personas ya se sienten juzgadas y rechaza-


das. Sea esta percepción atinada o no, la mayoría vienen a la terapia con una
visión negativa de sus vidas.
Una y otra vez, la investigación y la práctica clínica nos dice que el secreto
más profundo de muchas personas es que creen que los demás no les aprecian.
Cuando conocen a un terapeuta que es serio o solemne, esta percepción se
refuerza, incluso cuando el terapeuta en realidad no les esté juzgando.

324 MAIOR
Bibliografía

BIBLIOGRAFÍA EXHAUSTIVA DE LAS PUBLICACIONES DEL DR. WALEED


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330 MAIOR
Bibliografía

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Por Waleed Salameh, Carlos Alemany y Eduardo Jáuregui


La edición original de este libro contenía una bibliografía sobre “humor y psicotera-
pia” que cubría el período 1991-1998. Para esta edición en castellano Eduardo Jáuregui
y Carlos Alemany han ampliado la bibliografía para obtener una más actualizada,
más retrospectiva y más amplia en su enfoque, incluyendo también las aportaciones de
investigadores españoles como Begoña Carbelo o los contribuidores al libro El Valor
Terapéutico del Humor (Desclée De Brouwer, 2002). Además de las propias referencias
de Humor and Wellness in Clinical Intervention, se han empleado para su elaboración
las bibliografías del humor de Don Nilsen de la Universidad de Arizona y las investi-
gaciones bibliográficas propias de Eduardo Jáuregui y Carlos Alemany.

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352 MAIOR
Sobre los editores y colaboradores

WALEED A. SALAMEH, Ph.D., M.S., es un psicólogo clínico con una consulta pri-
vada en San Diego, California. Además de su trabajo clínico, el Dr. Salameh rea-
liza numerosos cursos de formación y coaching ejecutivo con organizaciones y
empresas que desean potenciar sus recursos humanos y su productividad
mediante el desarrollo terapéutico del humor y el entrenamiento en aptitudes
emocionales. Es el director del Humor and Health Institute y el editor del Humor
and Health Journal. Sus publicaciones incluyen más de 180 artículos, conferencias,
manuales clínicos y capítulos de libros en los ámbitos del humor terapéutico, la
comunicación estratégica y el entrenamiento en aptitudes emocionales. Sus libros
publicados incluyen el Handbook of Humor and Psychotherapy (1987), Advances in
Humor and Psychotherapy (1993), ambos coeditados con William F. Fry, Jr., M.D.,
The Humor Immersion Training Manual (1989), Developing Your Emotional
Intelligence (1995), y Bedtime Stories for Children Over 21 (2000). Ha recibido el pre-
mio Scholarly Author Award del Instituto Milton H. Erickson de San Diego en reco-
nocimiento por sus contribuciones al campo de las intervenciones estratégicas.

WILLIAM F. FRY, Jr., M.D., es psiquiatra y científico del comportamiento. Nació y


creció en Cincinnati, Ohio, y se educó en Bowdoin College, Grinnell College, la
Universidad de Oregón, la Universidad del Sur de California y la Universidad
de Cincinnati, donde recibió su titulación de doctor médico en 1949. Es Profesor
Clínico Emérito en la Escuela de Medicina de la Universidad de Stanford y un
miembro numerario de la American Psychiatric Association. Es miembro fundador
del International Society for Humor Studies, y recibió de esta organización en 1998
el galardón del Lifetime Achievement Award. Es el autor de más de 150 artículos,
capítulos, prólogos y comentarios sobre el tema del humor y también otros
temas. Es el autor, coautor o coeditor de cinco libros publicados: Sweet Madness:
A Study of Humor (1963), The Seasons: Selected Poems (1999), Make ‘Em Laugh (1978,
con la Dra. Melanie Allen), ahora republicado como Creating Humor: Life Studies

MAIOR 353
El humor y el bienestar en las intervenciones clínicas

of Comdey Writers (1998), Handbook of Humor and Psychotherapy (1987) y Advances


in Humor and Psychotherapy (ambos coeditados con el Dr. Waleed A. Salameh).
Ha sido humorista gráfico del San Francisco Press Club.

HARVEY MINDESS, Ph.D., es Profesor Emérito de Antioch University en Los


Angeles. Sus libros publicados incluyen Laughter and Liberation (1971), The
Chosen People (1972), The Antioch Humor Test (coautor) (1985), Not Just a Matter of
Degree (1996), y Makers of Psychology (1998). También ha escrito “Ave Maestros”
(Hail to the Chiefs), un poema satírico publicado en American Psychologist (Mayo
1975) que tuvo como consecuencia una llamada telefónica del presidente del
American Psychological Association para regañarle por su falta de respeto.

KARYN BUXMAN, R.N., M.S., ha llevado su carrera de enfermera a diversos sectores


del campo, incluidos los cuidados intensivos y de emergencia, la cirugía, la psi-
quiatría, la obstetricia y la salud en el hogar. También ha integrado la enseñanza y
la consultoría en su trabajo profesional, y actualmente trabaja a tiempo completo
como conferenciante, escritora y consultora en el campo del humor terapéutico.
Ha sido columnista y colaboradora del Journal of Nursing Jocularity (“Revista del
Ingenio en la Enfermería”). Es miembro del consejo del American Association of
Therapeutic Humor, y miembro del International Society for Humor Studies.

WILLIAM BERNET, M.D., es Profesor en el Departamento de Psiquiatría de la


Escuela de Medicina de Vanderbilt University y Director de Psiquiatría
Forénsica Vanderbilt en Nashville, Tennessee. Está titulado en Psiquiatría y
Psiquiatría Infantil por la American Board of Psychiatry and Neurology y por la
American Board of Forensic Psychiatry. Su sentido del humor y su interés por sus
aplicaciones prácticas son evidentes en sus artículos publicados sobre el humor
y la psicoterapia y en sus libros The Fragile Alliance (5ª edición, 2001, coautor con
John Meeks, M.D.) y Children of Divorce (1995).

OFRA NEVO, Ph.D., es Profesora de Psicología de la Orientación en el


Departamento de Psicología de la Universidad de Haifa, Israel. Es Directora del
Centro Berman de Orientación Psicológica y Profesional en la Universidad de
Haifa. Sus áreas de especialización incluyen el humor étnico, el humor Judío, la
medición del humor y el humor en la orientación. Tiene interés en ayudar a
desarrollar una apreciación mayor del valor del humor en todo el mundo.

SUE CHANCE, M.D., es psiquiatra, autora y editora. Después de titularse en la for-


mación del Menninger Clinic, ha dedicado una parte importante de su vida adul-
ta como profesional de la salud mental. Lo que ha aprendido sobre los asuntos de

354 MAIOR
Sobre los editores y colaboradores

la mente y del corazón lo ha entregado a sus producciones creativas, incluyendo


el libro Stronger than Death (1992) y las columnas mensuales publicadas en The
Psychiatric Times . Con su propia editorial, Bonne Chance Press, la Dra. Chance ha
conseguido aumentar su capacidad de comunicación y ha publicado varios de
sus propios libros, incluidos A Voice of My Own (1994) y Stoneflowers (1995).

STEPHANIE BROWN, Ph.D. es una psiquiatra clínica, autora, investigadora y con-


sultora en el campo de las adicciones. Es directora del Addictions Institute en
Menlo Park, California, e investigadora asociada del Mental Research Institute
(MRI) de Palo Alto, California, donde codirige el Family Recovery Research Project.
Es autora, coautora o editora de cinco libros, Treating the Alcoholic (1985), Treating
Adult Children of Alcoholics (1988), Safe Passage: Recovery for Adult Children of
Alcoholic Parents (1992), Treating Alcoholism (Editor) (1995) y The Alcoholic Family
in Recovery (coautora) (1999).

SANDRA E. RITZ, Ph.D., R.N., M.S.N., ha servido como enfermera en numerosas


instituciones de asistencia sanitaria, como profesora y facilitadora de talleres en
materia de enfermería y salud pública, y como consultora de salud en clínicas y
hospitales en California, Hawai y la Polinesia Francesa. Ha editado una revista
de asistencia sanitaria, ha publicado regularmente su humor gráfico y ha escri-
to numorosos artículos en revistas académicas y profesionales, además de diver-
sos capítulos de libros. Es miembro del American Association of Therapeutic Humor
y del American Public Health Association.

EDWARD DUNKELBLAU, Ph.D., es un psicólogo que ha trabajado a lo largo de su


carrera profesional como terapeuta, profesor, administrador y consultor. Su más
reciente metamorfosis ha sido en la capacidad de Director de Formación en el
Departamento de Salud y Servicios Humanos del Village of Hoffman Estates, cerca
de Chicago, Illinois.

Los otros dos autores, BARRET MCRAY, PSY.D., Y MAT MCFADDEN, M.A., eran estu-
diantes durante la escritura del capítulo. Ambos ahora están bien establecidos en
sus carreras profesionales, sin duda gracias en parte a sus estimulantes expe-
riencias de supervisión.

MAIOR 355
DIRECTOR: CARLOS ALEMANY
1. Relatos para el crecimiento personal. CARLOS ALEMANY (ED.). (6ª ed.)
2. La asertividad: expresión de una sana autoestima. OLGA CASTANYER. (22ª ed.)
3. Comprendiendo cómo somos. Dimensiones de la personalidad.
ANA GIMENO-BAYÓN. (5ª ed.)
4. Aprendiendo a vivir. Manual contra el aburrimiento y la prisa. ESPERANZA BORÚS. (5ª ed.)
5. ¿Qué es el narcisismo? JOSÉ LUIS TRECHERA. (2ª ed.)
6. Manual práctico de P.N.L. Programación neurolingüística. RAMIRO J. ÁLVAREZ. (5ª ed.)
7. El cuerpo vivenciado y analizado. CARLOS ALEMANY Y VÍCTOR GARCÍA (EDS.)
8. Manual de Terapia Infantil Gestáltica. LORETTA ZAIRA CORNEJO. (5ª ed.)
9. Viajes hacia uno mismo. FERNANDO JIMÉNEZ HERNÁNDEZ-PINZÓN. (2ª ed.)
10. Cuerpo y Psicoanálisis. Por un psicoanálisis más activo. JEAN SARKISSOFF. (2ª ed.)
11. Dinámica de grupos. Cincuenta años después. LUIS LÓPEZ-YARTO. (6ª ed.)
12. El eneagrama de nuestras relaciones. MARIA-ANNE GALLEN - HANS NEIDHARDT. (5ª ed.)
13. ¿Por qué me culpabilizo tanto? LUIS ZABALEGUI. (3ª ed.)
14. La relación de ayuda: De Rogers a Carkhuff. BRUNO GIORDANI. (2ª ed.)
15. La fantasía como terapia de la personalidad. FERNANDO JIMÉNEZ HERNÁNDEZ-PINZÓN. (2ª ed.)
16. La homosexualidad: un debate abierto. JAVIER GAFO (ED.). (3ª ed.)
17. Diario de un asombro. ANTONIO GARCÍA RUBIO. (3ª ed.)
18. Descubre tu perfil de personalidad en el eneagrama. DON RICHARD RISO. (6ª ed.)
19. El manantial escondido. La dimensión espiritual de la terapia. THOMAS HART.
20. Treinta palabras para la madurez. JOSÉ ANTONIO GARCÍA-MONGE. (8ª ed.)
21. Terapia Zen. DAVID BRAZIER. (2ª ed.)
22. Sencillamente cuerdo. La espiritualidad de la salud mental. GERALD MAY.
23. Aprender de Oriente: Lo cotidiano, lo lento y lo callado. JUAN MASIÁ.
24. Pensamientos del caminante. M. SCOTT PECK.
25. Cuando el problema es la solución. RAMIRO J. ÁLVAREZ. (2ª ed.)
26. Cómo llegar a ser un adulto. DAVID RICHO. (2ª ed.)
27. El acompañante desconocido. JOHN A. SANFORD.
28. Vivir la propia muerte. STANLEY KELEMAN.
29. El ciclo de la vida: Una visión sistémica de la familia. A. BELART - M. FERRER. (2ª ed.)
30. Yo, limitado. Pistas para descubrir y comprender nuestras minusvalías.
MIGUEL ÁNGEL CONESA.
31. Lograr buenas notas con apenas ansiedad. KEVIN FLANAGAN.
32. Alí Babá y los cuarenta ladrones. Cómo volverse verdaderamente rico. VERENA KAST.
33. Cuando el amor se encuentra con el miedo. DAVID RICHO. (3ª ed.)
34. Anhelos del corazón. Integración psicológica y espiritualidad. WILKIE AU - NOREEN CANNON.
35. Vivir y morir conscientemente. IOSU CABODEVILLA. (4ª ed.)
36. Para comprender la adicción al juego. MARÍA PRIETO URSÚA.
37. Psicoterapia psicodramática individual. TEODORO HERRANZ.
38. El comer emocional. EDWARD ABRAMSON.
39. Crecer en intimidad. Guía para mejorar las relaciones interpersonales.
JOHN AMODEO - KRIS WENTWORTH.
40. Diario de una maestra y de sus cuarenta alumnos. ISABEL AGÜERA.
41. Valórate por la felicidad que alcances. XAVIER MORENO.
42. Pensándolo bien... Guía práctica para asomarse a la realidad. RAMIRO J. ÁLVAREZ.
43. Límites, fronteras y relaciones. Cómo conocerse, protegerse y disfrutar de uno mismo. CHARLES L.
WHITFIELD.
44. Humanizar el encuentro con el sufrimiento. JOSÉ CARLOS BERMEJO.
45. Para que la vida te sorprenda. MATILDE DE TORRES. (2ª ed.)
46. El Buda que siente y padece. Psicología budista sobre el carácter, la adversidad y la pasión. DAVID
BRAZIER.
47. Hijos que no se van. La dificultad de abandonar el hogar. JORGE BARRACA.
48. Palabras para una vida con sentido. Mª. ÁNGELES NOBLEJAS.
49. Cómo llevarnos bien con nuestros deseos. PHILIP SHELDRAKE.
50. Cómo no hacer el tonto por la vida. LUIS CENCILLO. (2ª ed.)
51. Emociones: Una guía interna. Cuáles sigo y cuáles no. LESLIE S. GREENBERG. (2ª ed.)
52. Éxito y fracaso. Cómo vivirlos con acierto. AMADO RAMÍREZ.
53. Desarrollo de la armonía interior. JUAN ANTONIO BERNAD.
54. Introducción al Role-Playing pedagógico. PABLO POBLACIÓN y ELISA LÓPEZ.
55. Cartas a Pedro. Guía para un psicoterapeuta que empieza. LORETTA CORNEJO.
56. El guión de vida. JOSÉ LUIS MARTORELL.
57. Somos lo mejor que tenemos. ISABEL AGÜERA.
58. El niño que seguía la barca. Intervenciones sistémicas sobre los juegos familiares. GIULIANA PRATA,
MARIA VIGNATO y SUSANA BULLRICH.
59. Amor y traición. JOHN AMODEO.
60. El amor. Una visión somática. STANLEY KELEMAN.
61. A la búsqueda de nuestro genio interior: KEVIN FLANAGAN.
62. A corazón abierto.Confesiones de un psicoterapeuta. F. JIMÉNEZ HERNÁNDEZ-PINZÓN.
63. En vísperas de morir. Psicología, espiritualidad y crecimiento personal.
IOSU CABODEVILLA.
64. ¿Por qué no logro ser asertivo? OLGA CASTANYER Y ESTELA ORTEGA. (3ª ed.)
65. El diario íntimo: buceando hacia el yo profundo. JOSÉ-VICENTE BONET, S.J. (2ª ed.)
66. Caminos sapienciales de Oriente. JUAN MASIÁ.
67. Superar la ansiedad y el miedo. Un programa paso a paso. PEDRO MORENO. (4ª ed.)
68. El matrimonio como desafío. KATHLEEN R. FISCHER y THOMAS N. HART.
69. La posada de los peregrinos. Una aproximación al Arte de Vivir. ESPERANZA BORÚS.
70. Realizarse mediante la magia de las coincidencias. Práctica de la sincronicidad mediante los cuentos.
JEAN-PASCAL DEBAILLEUL y CATHERINE FOURGEAU.
71. Psicoanálisis para educar mejor. FERNANDO JIMÉNEZ HERNÁNDEZ-PINZÓN.
72. Desde mi ventana. Pensamientos de autoliberación. PEDRO MIGUEL LAMET.
73. En busca de la sonrisa perdida. JEAN SARKISSOFF.
74. La pareja y la comunicación. PATRICE CUDICIO y CATHERINE CUDICIO.
75. Ante la enfermedad de Alzheimer. Pistas para cuidadores y familiares. MARGA NIETO.
76. Me comunico... Luego existo. JESÚS DE LA GÁNDARA.
77. La nueva sofrología. Guía práctica para todos. CLAUDE IMBERT.
78. Cuando el silencio habla. MATILDE DE TORRES.
79. Atajos de sabiduría. CARLOS DÍAZ.
80. ¿Qué nos humaniza? ¿Qué nos deshumaniza? RAMÓN ROSAL.
81. Más allá del individualismo. RAFAEL REDONDO.
82. La terapia centrada en la persona hoy. DAVE MEARNS y BRIAN THORNE.
83. La técnica de los movimientos oculares. FRED FRIEDBERG.
84. No seas tu peor enemigo... ¡...Cuando puedes ser tu mejor amigo! A.-M. MCMAHON.
85. La memoria corporal. Bases teóricas de la diafreoterapia. LUZ CASASNOVAS.
86. Atrapando la felicidad con redes pequeñas. IGNACIO BERCIANO. CON LA COLABORACIÓN DE ITZIAR
BARRENENGOA (2ª ed.)
87. C.G. Jung. Vida, obra y psicoterapia. M. PILAR QUIROGA.
88. Crecer en grupo. Una aproximación desde el enfoque centrado en la persona. BARTOMEU BARCELÓ.
89. Automanejo emocional. Pautas para la intervención cognitiva con grupos. ALEJANDRO BELLO, ANTONIO CREGO.
90. La magia de la metáfora. 77 relatos breves para educadores, formadores y pensadores. NICK OWEN.
91. Cómo volverse enfermo mental. JOSÉ LUÍS PIO ABREU.
92. Psicoterapia y espiritualidad. La integración de la dimensión espiritual en la práctica terapéutica. AGNETA SCHREURS.
93. Fluir en la adversidad. AMADO RAMÍREZ VILLAFÁÑEZ.
94. La psicología del soltero: Entre el mito y la realidad. JUAN ANTONIO BERNAD.
95. Un corazón auténtico. Un camino de ocho tramos hacia un amor en la madurez. JOHN AMODEO.
96. Luz, más luz. Lecciones de filosofía vital de un psiquiatra. BENITO PERAL.
97. Tratado de la insoportabilidad, la envidia y otras “virtudes” humanas. LUIS RAIMUNDO GUERRA.
98. Crecimiento personal: Aportaciones de Oriente y Occidente. MÓNICA RODRÍGUEZ-ZAFRA (ED.).
99. El futuro se decide antes de nacer. La terapia de la vida intrauterina. CLAUDE IMBERT.
100. Cuando lo perfecto no es suficiente. Estrategias para hacer frente al perfeccionismo. MARTIN M. ANTONY - RICHARD
P. SWINSON.
101. Los personajes en tu interior. Amigándote con tus emociones más profundas. JOY CLOUG.
102. La conquista del propio respeto. Manual de responsabilidad personal. THOM RUTLEDGE.
103. El pico del Quetzal. El arte de conversar. MARGARET J. WHEATLEY.
Serie MAIOR
1. Anatomía Emocional. STANLEY KELEMAN. (4ª ed.)
2. La experiencia somática. STANLEY KELEMAN. (2ª ed.)
3. Psicoanálisis y Análisis Corporal de la Relación. ANDRÉ LAPIERRE.
4. Psicodrama. Teoría y práctica. JOSÉ AGUSTÍN RAMÍREZ. (2ª ed.)
5. 14 Aprendizajes vitales. CARLOS ALEMANY (ED.). (8ª ed.)
6. Psique y Soma. Terapia bioenergética. JOSÉ AGUSTÍN RAMÍREZ.
7. Crecer bebiendo del propio pozo. CARLOS R. CABARRÚS, S.J. (6ª ed.)
8. Las voces del cuerpo. CAROLYN J. BRADDOCK.
9. Para ser uno mismo. De la opacidad a la transparencia. JUAN MASIÁ CLAVEL
10. Vivencias desde el Enneagrama. MAITE MELENDO. (3ª ed.)
11. Codependencia. La dependencia controladora. La depencencia sumisa. DOROTHY MAY.
12. Cuaderno de Bitácora, para acompañar caminantes. CARLOS R. CABARRÚS. (3ª ed.)
13. Del ¡viva los novios! al ¡ya no te aguanto! EUSEBIO LÓPEZ.
14. La vida maestra. El cotidiano como proceso de realización personal. JOSÉ MARÍA TORO.
15. Los registros del deseo. Del afecto, el amor y otras pasiones. CARLOS DOMÍNGUEZ.
16. Psicoterapia integradora humanista. ANA GIMENO-BAYÓN Y RAMÓN ROSAL.
17. Deja que tu cuerpo interprete tus sueños. EUGENE T. GENDLIN.
18. Cómo afrontar los desafíos de la vida. CHRIS L. KLEINKE.
19. El valor terapéutico del humor. ÁNGEL RZ. IDÍGORAS (ED.). (2ª ed.)
20. Aumenta tu creatividad mental en ocho días. RON DALRYMPLE.
21. El hombre, la razón y el instinto. JOSÉ Mª PORTA.
22. Guía práctica del trastorno obsesivo compulsivo (TOC). Pistas para su liberación. BRUCE M. HYMAN Y
CHERRY PEDRICK
23. La comunidad terapéutica y las adicciones. GEORGE DE LEON
24. El humor y el bienestar en las intervenciones clínicas. WALEED A. SALAMEH Y WILLIAM F. FRY
Este libro se terminó
de imprimir
en los talleres de
RGM, S.A., en Bilbao,
el 28 de octubre de 2004.

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