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HERIDAS OCULARES

LESIONES PENETRANTES DEL GLOBO OCULAR

Las lesiones penetrantes del globo ocular son aquellas originadas por un traumatismo
ocular producido con un objeto filoso que ocasiona una laceración de espesor total en la
pared ocular y donde se observa la evidencia de un orificio de entrada. El examen físico
debe ser realizado por un oftalmólogo, con anestesia general y en el salón de operaciones.
El uso de anestesias retrobulbares o perioculares provoca un aumento de la presión orbitaria
y la posible salida de contenido intraocular a través de la rotura ocular. En caso necesario se
puede realizar el ultrasonido ocular.

El tratamiento implica:

Profilaxis antibiótica de la endoftalmitis (intravítrea y sistémica). Se recomienda el uso de


vancomicina, ceftazidima, gentamicina, clindamicina o ciprofloxacino.

Las pequeñas laceraciones corneales con cámara anterior formada pueden no requerir
sutura. Es recomendable el uso de una lente terapéutica.

Las lesiones corneales mayores requieren reparación, especialmente si existe hipotalamia o


atalamia. Se utiliza sutura de nylon 10.0, enterrando los nudos en el estroma corneal. En
caso de afectación del iris, según la magnitud del daño se puede reparar o extirparlo. Si
existe lesión del cristalino es necesario extirparlo, lo cual se acompaña generalmente de
vitrectomía.

Las heridas esclerales son igualmente suturadas con material no absorbible. En caso de
prolapso de tejido intraocular, es de vital importancia su recolocación, así como cortar el
vítreo prolapsado en la herida.

Cuando exista una laceración mixta (corneoescleral) se comienza a suturar a nivel del
limbo esclerocorneal.

El cierre quirúrgico de la penetración ocular deberá restaurar la anatomía y la arquitectura


funcional, para evitar complicaciones posibles y preparar el globo ocular para futuras
intervenciones.
LESIONES PERFORANTES DEL GLOBO OCULAR

Son heridas con puerta de entrada y de salida, también llamadas de doble penetración del
globo ocular, en las que generalmente un cuerpo extraño ha atravesado la cavidad ocular.

Después de una perforación del globo ocular, se produce una contracción extensa del vítreo
en el trayecto que ha seguido el cuerpo extraño. Esta contracción se continúa con
crecimiento fibroblástico y proliferación a lo largo del trayecto vítreo. Tales alteraciones
pueden desembocar en un desprendimiento de retina traccional o en una combinación de
desprendimiento retiniano traccional y regmatógeno.

El cuadro clínico está dado por:

• Dolor.

• Visión borrosa.

• Evidencia del sitio de la ruptura.

• Disminución de la agudeza visual.

• Hipotonía ocular.

• Cámara anterior estrecha o muy profunda en perforaciones posteriores.

• Prolapso del contenido ocular: cristalino, iris, cuerpo ciliar, vítreo.

• Alteraciones pupilares.

Se debe indicado un examen oftalmológico (agudeza visual, biomicroscopia,


oftalmoscopia directa e indirecta), así como estudios por imágenes radiográficas en vistas
anteroposterior y lateral y tomografía axial computarizada.

Tratamiento. Comprende la profilaxis antibiótica de la endoftalmitis El abordaje inicial en


el tratamiento de la herida perforante debe dirigirse a cerrar la puerta de entrada

ESTALLIDO DEL GLOBO OCULAR

Se produce como consecuencia del aumento de la presión intraocular de manera súbita, que
provoca que el globo ocular “se rompa” por las zonas de menor resistencia como lo es el
limbo esclerocorneal, alrededor del nervio óptico, a nivel de la inserción de los músculos
extraoculares en la esclera o la córnea en caso de existir antecedentes de cirugías o úlceras.

Sus manifestaciones clínicas son:

 Dolor intenso y pérdida de la agudeza visual.


 Inyección cilioconjuntival.

 Salida del contenido intraocular.

El diagnóstico se realiza a partir de:

 Anamnesis: antecedentes de traumatismo ocular por objeto contuso.

 Agudeza visual: nula.

 Examen oftalmológico: pérdida de la profundidad de la cámara anterior, hifema,


alteraciones pupilares, hipotonía ocular, pérdida de sustancia o herniación del
contenido ocular (iris, cuerpo ciliar, cristalino, vítreo), desestructuración del globo
ocular.

Su tratamiento consiste en:

 Analgesia parenteral.

 Debe realizarse oclusión no compresiva del ojo afectado.

 Antibióticos parenterales

 Suspender la vía oral, antieméticos y laxantes para disminuir las consecuencias de la


maniobra de Valsalva.

 Remitir rápidamente al especialista en posición semisentada.

TRAUMA OCULAR CONTUSO

El trauma ocular contuso es la agresión al globo ocular proveniente de una fuerza externa
que no rompe la integridad de sus paredes o membranas, pero que afecta la función visual
de forma temporal o permanente.

Sus manifestaciones clínicas son:

 Dolor y disminución de la agudeza visual.

 Edema y equimosis palpebral.

 Hemorragias subconjuntivales.

 Hifema (sangre en la cámara anterior).


 Iridodiálisis o ruptura de la raíz del iris.

 Midriasis media por parálisis traumática de la pupila.

 Opacidad del cristalino (catarata traumática).

 Hemorragia vítrea.

 Desprendimiento de retina.

 Ruptura coroidea.

 Lesión isquémica por conmoción del nervio óptico.

 Avulsión del nervio óptico. Se pueden producir diversos grados de tracción del
nervio óptico sobre el anillo escleral posterior.

Algunas de estas lesiones pueden manifestarse días después del trauma, como es el caso de
la catarata, el desprendimiento de retina y la atrofia del nervio óptico.

El diagnóstico son importantes estos aspectos:

 Anamnesis: evaluando los antecedentes del trauma y el tiempo transcurrido.

 Inspección de la región periocular y de los anexos oculares.

 Toma de la agudeza visual.

 Biomicroscopia del segmento anterior.

 Tonometría ocular, digital o instrumental.

 Fondo de ojo dilatado.

 Ultrasonografía convencional (ecografía).

 Radiografía simple de órbita anteroposterior y lateral.

 Tomografía axial computarizada.

Tratamiento. La primera pauta del tratamiento debe ser aliviar el dolor con analgésicos
orales o parenterales y anestésico tópico.

Se puede indicar alguna de estas variantes:

o Dipirona (300 mg): 2 tabletas cada 6 h, vía oral.


o Paracetamol (500 mg): 1 tableta cada 6-8 h, vía oral.

o Dipirona (600 mg): 2 ámpollas cada 6 h, vía intramuscular.

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