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Fijismo frente a evolución

Hace 2500 años un joven llamado Sakyamuni, que luego llegó a ser Buddha, afirmó
la impermanencia del universo y la inexistencia de un principio creador como una de las
bases fundamentales de su teoría espiritual. Aunque algunos pensadores occidentales
como Heráclito (s. VI a.n.e) adoptaron esa idea del cambio constante, la civilización
occidental se ha dunfamentado en el fijismo, es decir la inmatibilidad del universo desde
su creación. El fijismo no es más que la consecuencia de la adhesión a las antiguas ideas
judeocristianas, según las cuales el universo actual es básicamente como fue creado, es
decir no ha evolucionado. Una de las conquistas más valiosas de la ciencia ha sido
fundamentar la teoría de que el universo evoluciona y con él los seres vivos.

La evolución biológica es una teoría basada en multitud de observaciones y


experiencias que explica el estado actual de la naturaleza viva como el resultado de
procesos materiales. Cuando abordamos el estudio de la evolución debemos contestar
las dos preguntas siguientes: ¿Ha ocurrido la evolución? ¿Cómo ha ocurrido la
evolución? (…). El hecho de la evolución no es motivo de controversia en el mundo
científico actual. Sólo en ciertos círculos religiosos fundamentalistas se niega la
evolución interpretando mal las evidencias científicas. La investigación evolutiva se
centra actualmente en el estudio de los procesos evolutivos. Algunos de ellos, como la
selección natural, están bien fundamentados, pero su importancia y generalidad son
motivo de continuo debate. Otros, por el contrario, están siendo descubiertos
continuamente. Precisamente, la controversia que esto genera, común y saludable en
toda actividad científica, es utilizada por los fundamentalistas como argumento falaz
para negar el hecho de la evolución. Es evidente que el debate científico en evolución
no cuestiona la realidad del fenómeno evolutivo, sino que, como ya hemos dicho, se
ocupa de descubrir los procesos que lo generan.

El concepto de evolución no es algo innato en el hombre. Lo demuestra el que


muchas civilizaciones se hayan basado en conceptos fijistas para explicar el universo.
Aunque algunas doctrinas intuitivas han desarrollado la idea evolutiva con sorprendente
profundidad, como en el caso del budismo, la evolución como teoría científica ha tenido
que ser descubierta. La civilización judeocristiana, heredera en buena medida de
muchas ideas aristotélico-platónicas, adoptó el fijismo como base conceptual durante
más de dieciocho siglos. En el siglo XVI el conocimiento de la naturaleza no era de
primera mano y estaba basado todavía en las narraciones bíblicas o en los tratados
bastante especulativos de los filósofos clásicos (especialmente Aristóteles). Esta falta de
observación directa de los seres vivos generaba imágenes quiméricas de animales
producto de la imaginación y carentes de toda base científica. Junto a esta ausencia
detallada de conocimientos naturalistas, las preguntas sobre las causas finales
constituían el principal interés de los estudiosos y llevaron a la idea de que los objetos
naturales estaban diseñados según el propósito de su creador. Esta preocupación
aristotélica resultaba perjudicial para la ciencia pues ésta sólo puede esclarecer las
causas inmediatas de los fenómenos naturales. En el siglo XVII, Francis Bacon y más
tarde otros pensadores como Descartes, rechazaron el estudio de las causas finales en la
Física, arguyendo que este enfoque impedía la ejecución de experimentos útiles para
entender las causas próximas. Esto supuso un gran avance científico, pero a la vez una
gran preocupación para los naturalistas de la época, como John Ray, los cuales
utilizaban las complejas adaptaciones de los seres vivos como prueba de la existencia de
un diseñador-creador. Este argumento, conocido popularmente como “el diseño del
relojero”, persiste hasta nuestros días y es utilizado continuamente por los
fundamentalistas a los efectos de demostrar que la creación independiente de las
especies. En La sabiduría de Dios manifestada en la obra de la creación, una obra muy
famosa de finales del siglo XVII, Ray utiliza el ejemplo más popular de la supuesta
perfección adaptativa de nuestro ojo como prueba de la existencia de un diseñador
perfecto. La biología evolutiva moderna ha demostrado con creces que el ojo de los
vertebrados dista mucho de parecerse a una máquina perfecta y que un diseñador
eficiente lo hubiera construido de un modo mejor, Dicho en palabras de Richard
Dawkins, en el caso discutible de la existencia de un relojero de la maquinaria del reloj
cósmico, éste debía de estar ciego.

( Fontdevilla A., Moya A. 2008. EVOLUCIÓN; Origen, adaptación y divergencia de las


especies - Capítulo 1: El descubrimiento y el concepto de la Evolución. Editorial
Síntesis S.A. España.)

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