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2
Comisión y Subcomisiones para la Celebración del
Bicentenario de la Visita del Libertador
a las Tierras Monaguenses
COMISIÓN CENTRAL
Licda.
Licda.Yelitze
Yelitzede
deJesús Santaella
Jesús Santaella
PRESIDENTA
Gobernadora del Estado Monagas
Gobernadora del Estado Monagas
Prof. Vicente
Prof. Vicente Carvajal
Carvajal
Presidente de la Comisión
COORDINADOR
Presidente EJECUTIVO
de la Comisión Central
Presidente del Consejo Legislativo Socialista del Estado Monagas
G/D.G/D.
Ovidio
G/D. Delgado
Ovidio
OvidioDelgado
Delgado
CarlosZODI
Comandante Flores
MOnagas
Comandante ZODI Monagas
COORDINADOR
DELuna
Ernesto LOGÍSTICA
Coordinador Político
Ernesto Luna
Secretario de Gobierno del Estado Monagas
Carlos FloresYamilePolítico
Profa.
Coordinador Muisati
SECRETARIA
Coordinador General de Logística
Gobernación del Estado Monagas
Coordinadora
Carlos Flores
Sociedad Bolivariana de Venezuela, Capitulo Estado Monagas
Coordinador General de Logística
Profa. Yamile Muisati
Gobernación
Secretaria de del Estado Monagas
la Comisión
Sociedad Bolivariana - Monagas
Profa.
Profa. Yamile
Yamile Muisate
Muisati
Secretaria de la Comisión
Sociedad Bolivariana Monagas
3
SUBCOMISIÓN DE HISTORIA
Dr. Luis Peñalver Bermúdez Centro Nacional de Estudios His-
tóricos
Premio Nacional de Historia
4
Prof. Eluid Larez Representante de la
Comisión Permanente
CLSEM Cultura y Deporte
5
SUBCOMISIÓN DE EDUCACIÓN
Profa. Yessenia Lara Directora de la Zona
Educativa
del Estado Monagas
Licda. María
Prof. JoséEugenia Cabello.
Maicavares Director
DirectoraInstituto Nacional
de Corpoturismo
del Deporte - Monagas
MAESTROS DE CEREMONIA
José Luis Maestre Maestro de Ceremonia de la
Gobernación
6
SUBCOMISIÓN MINCOMUNAS
Licda. Eduvelis Tovar Secretaria MinComunas
Prof. Robert Álvarez Director MINCOMUNA
Gobernación de Monagas
Monagas
Prof. Robert Álvarez Director MinComunas - Monagas
Prof. Manuel Espinoza Coordinador del Sistema de
Fomentación
7
8
Luis R. Peñalver Bermúdez
El
El Departamento
Departamento de de
Maturín en las
Maturín en las
Escrituras de
Escrituras
Simón deld
Bolívar
Libertador
(1818 - 2018)
9
La edición del presente libro ha sido posible gracias al financiamiento
autorizado por la Licenciada Yelitze Santaella, Gobernadora del Estado
Monagas
Imagen de portada:
Pintura de Simón Bolívar, realizada en París por Arturo Michelena,
actualmente disponible en el Palacio de Gobierno del Estado Carabobo,
Venezuela
Depósito Legal:
M02017000013
Impresión:
Ediciones de la Gobernación del Estado Monagas
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El Departamento
de Maturín en los
Escritos
del Libertador
En Homenaje al Bicentenario de la
Visita de Simón Bolívar a las Tierras
Monaguenses
1818 – 2018
Maturín, 2018
13
Índice
Advertencias 15
Presentación 17
Documentos de 1813 27
Documentos de 1814 47
Documentos de 1815 71
Documentos de 1816 79
Documentos de 1817 97
14
Advertencias
Nota
1.- El Catálogo Digital del Archivo del Libertador Simón Bolívar, está
disponible en:
http://www.archivodellibertador.gob.ve/
15
16
Presentación 1
17
vicción de construir un ideal de la heroicidad y, quizás, alcanzar la gloria.
Así, se ha venido armando, rearmando y afianzando, buena parte de cierta
conciencia histórica nacional, regional y local. Por ello, todos los esfuerzos
que sean necesarios para la ubicación, selección, tratamiento y disponibili-
dad de fuentes de investigación, de todo tipo y características, serán siem-
pre bienvenidos. Estamos en deuda con cronistas y profesionales de la
historia y las ciencias sociales, y quienes han tenido interés en el tema, por
la labor de archivística, mantenida por el afecto desmedido a las crónicas y
a la historia. Un archivo digital integral, de la memoria monaguense, sería
un logro excepcional para el presente y para el futuro de nuestro pueblo.
18
Otro ambicioso proyecto de libertad fue el que mantuvo Francisco de
Miranda con sus invasiones a las costas venezolanas. En marzo de 1806, la
primera expedición de Miranda arriba a los puertos de Ocumare y Cata.
Un día después de la invasión, luego de un combate con bergantines espa-
ñoles, tienen que retirarse las naves expedicionarias. En el mes de agosto,
reponiéndose de la derrota, Miranda se presenta en las costas de Coro,
pero la excitación independentista no había surtido los efectos esperados
y él, su proclama, su plan de gobierno, y su bandera, tuvieron que seguir
esperando nuevos y más promisorios tiempos de libertades, de autonomía.
Cuatro años después de las invasiones de Francisco de Miranda, héroe
de la Revolución Francesa, las invasiones de las tropas francesas a la
España imperial, desatan el desarrollo de una acción política donde está
en efervescencia el germen político identificado con las más amplias y
comprometedoras aspiraciones republicanas.
En medio de temores e indecisiones, los protorrepublicanos de las
provincias venezolanas precipitan la formación, emulada, de la Junta Con-
servadora de los Derechos de Fernando VII que, el 19 de abril de 1810,
se convierte en la Junta Suprema de Caracas. La oligarquía inicia ahora un
camino de muchos años para zafarse del yugo colonial. La toma, control y
usufructo del poder político—social, es la nueva preocupación.
En pleno desarrollo de confusiones, marchas y contramarchas, indefi-
niciones que pugnan entre la república y la monarquía6.
El proceso político iniciado en 1810, junto a los debates permanentes
de los diputados en el Congreso, llevan —necesariamente— a la decla-
ración definitiva de independencia el 5 de julio de 1811. Estaba hecho:
la quiebra del orden colonial se perfilaba como una realidad que ahora
tocaría defender.
El frágil equilibrio republicano no logra marchar hacia procesos más
fuertes de consolidación; los enfrentamientos y sucesos militares abrieron
otra fase en el tiempo histórico republicano en formación7.
Republicanos y monárquicos pugnan por el poder; los primeros
para conquistarlo, los segundos para retenerlo aprovechando el control
que mantenían sobre las provincias realistas de Coro, Guayana y Maracai-
bo. De aquí en adelante, dos sistemas, dos concepciones, se enfrentarían
bélicamente.
La dimensión que adquirió la Guerra Nacional de Independencia se
identificó con una doble lucha: social y étnica. Brito Figueroa, agudo en
análisis de historia colonial y republicana, señala que el enfrentamiento
bélico por la autonomía, fue una “lucha social de amos contra esclavos,
19
terratenientes contra población rural enfeudada, y de lucha étnica definida
por las pugnas igualmente violentas de negros, mulatos y zambos contra
blancos”8
20
“No extraño tanto que Vms. me soliciten la rendición, cuando que
mereciendo tantos favores de mí, se determinen a invadirme. Yo, toda mi
tropa y oficiales han jurado esta noche morir primero que sucumbir: tengo
balas, pólvora, brazos y voluntad, y en Cumanacoa, quinientos hombres
que siguen la retaguardia sin contar de Barcelona dos divisiones”10
Para 1814, el dispositivo militar realista “estuvo comprendido básica-
mente por tres zonas: Yánez, en San Fernando de Apure,…; Boves con
sus jinetes llaneros apostados en la rica región del Guárico,…; y Cajigal
junto con Cevallos en Coro… Con estas fuerzas dispersas y prácticamente
sin europeos con los que poder contar, la campaña del año 1814 no se
avizoró nada prometedora para las banderas del Rey”11
“En el lado republicano todo indicaba que Bolívar había consolidado
su autoridad desde Caracas y que sus fuerzas habían sido distribuidas entre
el general Rafael Urdaneta, atendiendo el occidente del país, y el general
Santiago Mariño, controlando la importante oriental”12
El 15 de junio, en la batalla de La Puerta, Boves derrotó a las fuerzas
de Bolívar y Mariño, para terminar ocupando Valencia y Caracas, en los
primeros días de julio.
Se consolida la Independencia
Para los inicios del 1818, año en que se realiza la visita de Bolívar a las
tierras monaguenses (Departamento de Maturín), la consolidación de la
Independencia de Venezuela, va tomando otras características: un amplio
territorio bajo las armas republicanas, la derrota consecutiva de los ejér-
citos realistas de Boves y Morillo, y la fortaleza del ejército patriota. En la
Proclama del Libertador a los Habitantes de los Llanos13, fechada en El
Sombrero, el 17 de febrero de 1818, expresa Bolívar:
“¡Habitantes de los Llanos! Todo vuestro territorio está libre de ti-
ranos. Desde el centro de la Nueva Granada hasta Maturín y Bocas del
Orinoco, las armas republicanas han triunfado gloriosamente de los espa-
ñoles. Los ejércitos de Boves y Morillo, que eran valientes y numerosos,
han quedado tendidos en los campos que hemos consagrado a la libertad.
Las ciudades de Calabozo y San Fernando han entrado bajo la protección
de la República, y los restos del ejército de Morillo, batido en los días 12 y
16, fugitivos, escapan a refugiarse en los muros de Puerto Cabello pero en
vano, porque de allí serán arrojados a los mares. Un ejército de hombres
libres, valerosos y vencedores, no puede encontrar resistencia: la victoria
marcha delante de vosotros, y Venezuela verá rendirse o perecer a sus
crueles conquistadores”
21
Sin embargo, en la plaza de Cumaná siguen fraguándose los factores
para los combates que vendrán. Los temas álgidos que rondan el pensa-
miento de Bolívar, son los movimientos del ejército realista, el equipa-
miento del ejército y la organización y la disciplina, tema este último que
ha tenido que ha tenido ocupado a Bolívar, con particular fuerza en el año
1817, a propósito de la causa de Manuel Piar y de los llamados de recti-
ficación de conducta, en particular a Santiago Mariño, quien, para estos
momentos, había retomado la senda de las órdenes de Bolívar. El llamado
para activar la recluta, es muestra de las acciones pendientes en la provin-
cia, en atención a las batallas que se avecinan. Justamente, en oficio que
envía Bolívar a Mariño14, el 27 de agosto de 1818, le indica:
“Tengo el honor de acusar a V.E. el recibo de sus oficios de 11 y 13
del presente fechados en Maturín que me participa la arribada a la plaza
de Cumaná de once buques españoles que V.E. calcula emprenderán ope-
raciones por esa Provincia contra esta plaza. Para estas horas debe V.E.
haber recibido ya las armas y municiones y demás elementos de guerra
destinados al equipamiento de ese Ejército, y de consiguiente debe estar ya
bajo un pie respetable por su número, organización y disciplina. Además
esta noticia debe haber excitado a V.E. a tomar las medidas más eficaces
y activas para reclutar cuantos hombres haya capaces de tomar las armas
en esa Provincia”.
Acudiendo a las acciones de espionaje y al cruce de información que
provenía de fuentes de primera mano, posteriormente Bolívar confirma
que no es cierto el arribo de buques españoles a la Provincia de Cumana.
Pero las tareas sobre operaciones militares, el apertrechamiento de mate-
rial de guerra y la organización del ejército patriota, continúan su curso.
Ya teniendo en agenda la marcha hacia la Provincia de Cumaná, varios
factores han jugado en contra:
“El despacho del bergantín de guerra Apure, la marcha de mi Guardia
de Honor al cuartel del General Páez, la organización de las tropas que
deben obrar contra Cumaná, han retardado mi marcha más de lo que yo
pensé; pero hoy sale el bergantín a incorporarse con la escuadra de V.E. y
pasado mañana da la vela para el Bajo Apure la escuadrilla que conduce mi
Guardia de Honor compuesta de mil hombres mandados por el General
Anzoátegui, perfectamente armados y equipados”15
Tres notas destacan en este oficio de Bolívar a Brión: la orden de
salida del bergantín Apure para reforzar la fuerza militar en el oriente; la
disposición para que su Guardia de Honor, bajo el mando de Anzoátegui,
apoye a Páez en Apure; y “la organización de las tropas que deben obrar
22
contra Cumaná”. Esta última idea confirma el imperativo de liberar la
Provincia de Cumaná del ejército realista y afianzar, aun más, la libertad
republicana.
Para el 21 de octubre, en oficio a Brión, ya Bolívar notifica su viaje a
Maturín, prevista para el día siguiente, y proseguir su viaje a Cumaná:
“Mañana marcho yo de aquí con dirección a Maturín, y de allí a la
costa de Cumaná, conforme he dicho a V.E. en mi anterior. En la costa es-
pero encontrar a V.E. para que convengamos en las operaciones ulteriores.
Interésese V.E. y esfuércese cuanto sea posible por estar en disposición de
tratar conmigo inmediatamente que yo llegue, para no demorar la ejecu-
ción del plan que me he propuesto, y en que tiene una gran parte nuestra
escuadra”16.
Sobre este acontecimiento, Felipe Larrazal17 expone lo siguiente:
“Logró por fin Bolívar desprenderse de Angostura y marchar para
Maturín: allí estaba el 2 de Noviembre, y escribía á White: ‘sigo esta tarde
para el cuartel general de Mariño que debe estar en Cariaco ó sobre Cuma-
ná, pues desde el 24 marchó de San Francisco. . . . Muy pronto me incor-
poraré yo, y estrecharémos el sitio de la plaza.’ Esto no pudo ser así como
lo pensaba el Libertador, porque en Guanaguana recibió la triste nueva de
la derrota completa de Marino, quien, habiendo obrado contra las instruc-
ciones que tenía, no pudo resistir las fuerzas del teniente coronel español
D. Agustín Nogueras, y huyó á Santa María. El Libertador, entonces lleno
de pesar, se volvió á Angostura: ‘¡quién no pierde la esperanza y hasta el
juicio, exclamaba, al considerar tantos errores y desaciertos! Sobre todos
los males que nos combaten, tenemos la impericia, el atropellamiento, la
presunción Todos quieren mandar á la fortuna. ¡Extravagancia!”
Frustrada la marcha sobre Cumana, Bolívar vuelve a Maturín. El plan
seguido desde la salida de Angostura, la ruta atravesando ríos, las noches
entre lluvias y estadías hogareñas, la entrada triunfante en Maturín, la per-
nocta en Chaguaramal, la marcha hasta Guayuta, han quedado registrados
para la historia en las Memorias del General O’Leary18
Soledad, La Fundación, Cucasana, Morichal de Yabo, Morichal Largo,
Soledad Vieja, rio Tigre, casa de Arévalo, La Corona, rio Guanipa, Ma-
turín, Chaguaramal, Cariaco, Guiria, Isla de Margarita, La Leona, junto a
otros espacios y lugares del oriente, pudieran dar origen a una geohistoria
de la Guerra de Indepencia.
El día 13 de noviembre, dos días después de su arriba a Angostura,
Bolívar recibe la buena nueva: el general Cedeño ha derrotado al jefe rea-
lista Torrealba y tomado sus fortificaciones. Asi prosegurirán las batallas y
23
consolidarán la libertad.
Conclusiones
La historia regional, local y microhistoria, con sus avances teóricos,
metodológicos y procedimentales, constituyen posibilidades de primera,
que en manos de estudiantes, cronistas, cultores, historiadores, docentes
y demás interesados, podrán convertirse en cauces para construir, recons-
truir y analizar el devenir de los pueblos venezolanos, particularmente
orientales y monaguenses.
Los estudios históricos de vocación regional, local o microhistórica,
se desarrollan en medio de una dialéctica nacional, continental y mundial.
Venezuela, desde cualquiera tentación histórica-espacial, es el escenario
donde se fraguan las historias.
Hay en el oriente toda una historia por investigar y escribir. Desde los
primeros momentos donde es posible el uso de fuentes arqueológicas y
antropológicas, hasta las historias recientes, “hay mucho que contar”. Esa
historia espera por cultores y culturas con sentido crítico, serio y respon-
sable en la construcción del discurso, alejado de afirmaciones y opiniones
sin fundamento alguno.
Los personajes de la historia monaguense, nuestro pueblo, de ayer,
de antes de ayer y hoy, aun esperan porque se construya sus historias. La
búsqueda de fuentes (escritas, orales, fotográficas, objetales, etc), es parte
de ese trabajo pendiente que corresponde a quienes nos ha tocado vivir
en el siglo XXI.
Cada espacio de nuestra tierra está esperando por construir y recons-
truir la historia que corresponde. Esa será, señoras y señores, nuestra si-
guiente tarea.
Notas
1.- Parte de los textos incluídos en esta Presentación, han sido publicados
con anterioridad.
2.- Entre las obras generales, tenemos: Historia de la tierra de Monagas, de
J. A. de Armas Chitty, publicada en 1956 por el Ejecutivo del Estado Monagas;
Historia socio-económica del Estado Monagas, de Moisés Morón, Rolando Girón
y Luis Peñalver Bermúdez; publicada en 1983 por la Biblioteca de Temas y Auto-
res Monaguenses; Historia del Estado Monagas, de Hermann González Oropeza,
publicada en 1985 por la Biblioteca de Temas y Autores Monaguenses. También
hay una cantidad apreciable de textos más específicos, de alto valor historiográfi-
co: Maturín hasta 1883, de José María Núñez, publicado en 1956 por Ediciones
Cultura del Estado Monagas, con motivo del Primer Centenario de la Provincia de
Maturín; Fundación de la ciudad de Maturín y su defensa en la Guerra de Indepen-
24
dencia, obra compilada de J. M. Guevara Carrera, Eduardo Blanco y Pedro Elías
Marcano, publicada en 1941 por el Ejecutivo del Gobierno del Estado Monagas;
Datos relacionados con la fundación de esta Ciudad, del Glorioso y Heróico Es-
tado Monagas, de Daniel Chacín Sánchez. Todos estos textos pueden consultarse
en la obra: Maturín: su fundación y otras notas, compilación de Aracelis Sánchez,
publicada en 1983 por la Biblioteca de Temas y Autores Monaguenses.
3.- La condena fue: “a muerte de horca que se ejecutará en la plaza principal
de esta capital a donde será arrastrado desde la Cárcel Real y verificada su muerte,
se le cortará la cabeza y las manos y se pondrá aquella en una jaula de fierro sobre
un palo de veinte pies de largo en el camino que sale de esta misma ciudad para
Coro y para los valles de Aragua, y las manos serán remitidas a esa misma ciudad
de Coro para que una de ellas se clave en un palo de la propia altura, y se fije en la
inmediación de la Aduana llamada Caujarao, y la otra con los propios términos en
la altura de la sierra donde fue muerto don José Tellería”. (Magallanes, M.V. His-
toria política de Venezuela. Caracas: Ediciones de la UCV., 1990, p. 13)
4.- González Guinán, señala que Manuel Gual y José María España, escapa-
ron de la persecución dirigiéndose a la isla de Curazao, “pero algunos otros com-
prometidos en el plan revolucionario fueron capturados, como lo fue también más
tarde España, y juzgado 90 de ellos, fueron sentenciados en los meses de mayo y
junio de 1799, unos a la muerte en la horca; otros, a presidio con cadena o grillete,
y otros, a deportación”. (González Guinán, 1954, p. 12)
5.- El brigadier Manuel Guevara y Vasconcelos echaba la culpa de este movi-
miento a los agentes británicos, especialmente al coronel Thomas Picton, gober-
nador de la cercana isla de Trinidad. En plan de estar alerta, llega a señalar: “No
creo que tengan los ingleses partido alguno de consideración en Tierra Firme, ni
los adquirirán aunque desembarquen los un mil negros en cualquiera punto de
nuestra costa, como pueden hacerlo con la mayor facilidad, porque tienen sobra-
das fuerzas de mar y a nosotros nos faltan todas”. (en E. Troconis. Documentos
para el estudio de los esclavos negros en Venezuela. Caracas: Academia Nacional
de la Historia, 1969, p. 330).
6.- “la Junta Suprema convoca a elecciones de los representantes de las pro-
vincias con fecha 11 de junio de 1810, con el fin de unificar el gobierno, que en
la práctica conservaban las provincias con entera libertad. De la decisión electoral
surgieron los siguientes representantes: 24 de Caracas, 9 de Barinas, 4 de Cumaná,
3 de Barcelona, 2 de Mérida, 1 de Trujillo y 1 de Margarita. Estas provincias vota-
rán por la independencia; mientras que Maracaibo, Coro y Guayana, se mantienen
fieles a la Regencia. El grupo de diputados es heterogéneo ideológicamente, hay
partidarios de la Independencia y de la Monarquía”. (Bernal, Josefina. Indepen-
dencia. En: Enciclopedia Temática de Venezuela. Tomo III. Caracas: Grupo
Editorial Venelibros, 1993, p. 18).
7.- Refiriendo los primigenios momentos del proyecto de país, Josefina Bernal
señala acertadamente, que: “Es efímera la euforia del triunfo de la independencia.
La represalia de quienes han conservado varios siglos de dominación no se hace
esperar. A escasos meses de aprobar la Constitución (21 de diciembre de 1811), se
25
produce la reacción realista. Se pierde la Primera República. Se ponen en evidencia
los conflictos de la sociedad venezolana. (Ibid, p. 25)
8.- Brito Figueroa, Federico. Historia económica y social de Venezuela.
Tomo I. Caracas: Universidad Central de Venezuela, 1993, Tomo I, pp. 269-270)
9.- Ver: Arturo Hellmund Tello. Cumbres de gloria, volumen II, Caracas,
1957, p. 281.
10.- Ver: Yanes, Francisco Javier y Gómez, José Mercedes. Historia de la
Provincia de Cumaná. Cumaná: Biblioteca de Autores y Temas Sucrenses, 1983,
p. 240.
11.- Lombardi Boscán, Angel. Banderas del Rey. Maracaibo: Universidad del
Zulia. Lombardi Boscán, 2006, p. 168.
12.- Ídem.
13.- Ver Documento Nº 13, en el presente texto.
14.- Ver Documento Nº 69, en el presente texto.
15.- Ver Documento Nº 75, en el presente texto.
16.- Ver Documento Nº 78, en el presente texto.
17.- Felipe Larrazabal. Correspondencia general del libertador Simón Bolí-
var: enriquecida con la inserción de los manifiestos, mensages, exposiciones, pro-
clamas, &. &., publicados por el heroe colombiano desde 1810 hasta 1830. Precede
á esta colección interesante la vida de Bolívar, Volumen 1. New York: Imprenta de
Eduardo O. Jenkins, 1866.
18.- Simón O’Leary. Memorias del general O’Leary. Tomo XVI, documentos.
Caracas: Imprenta de la Gaceta Oficial, 1881, pp. 176-177, 180.
26
Documentos de 1813
27
28
Nº 1
Contestación de Bolívar al Gobernador de Curazao, J.
Hodgson*
Cuartel General de Valencia, 2 de octubre de 1813; 3° y 1°
29
las rápidas vicisitudes de la Europa? ¿No hacía un mal a los españoles de la
Península, quedando expuesta a los trastornos que debía introducir la falta
del gobierno reconocido, y no deberían agradecer nuestros sacrificios para
proporcionarles un asilo imperturbable-’ ¿Hubiera esperado nadie que un
bloqueo riguroso y hostilidades crueles debían ser la correspondencia a
tanta generosidad?
Persuadida Venezuela de que la España había sido completamente
subyugada, como se creyó en las demás partes de la América, dio aquel
paso, que mucho antes pudo igualmente haber dado, autorizada con el
ejemplo de las provincias de España, a quienes estaba declarada igual en
derechos y representación politica. Resultó luego la Regencia, que tumul-
tuariamente se estableció en Cádiz, único punto donde no penetraron las
águilas francesas; y desde allí fulminó sus decretos destructores contra
unos pueblos libres, que sin obligación habían mantenido relaciones e in-
tegridad nacional con un pueblo de que naturalmente eran independientes.
Tal fue el generoso espíritu que animó la primera revolución de
América, revolución sin sangre, sin odio, ni venganza. ¿No pudieron en
Venezuela, en Buenos Aires, en la Nueva Granada, desplegar los justos
resentimientos a tanto agravio y violencias, y destruir aquellos virreyes,
gobernadores y regentes; todos aquellos mandatarios, verdugos de su pro-
pia especie, que complacidos con la destrucción de los americanos, hacían
perecer en horribles mazmorras a los más ilustres y virtuosos; despojaban
al hombre de probidad del fruto de sus sudores; y en general perseguían
la industria, las artes bienhechoras y cuanto podía aliviar los horrores de
nuestra esclavitud?
Tres siglos gimió la América bajo esta tiranía, la más dura que ha
afligido a la especie humana; tres siglos lloró las funestas riquezas, que
tantos atractivos tenían para sus opresores; y cuando la Providencia justa
le prestó la ocasión inopinada de romper las cadenas, lejos de pensar en
la venganza de estos ultrajes, convida a sus propios enemigos, ofreciendo
partir con ellos sus dones y su asilo.
Al ver ahora casi todas las regiones del Nuevo Mundo, empeñadas en
una guerra cruel y ruinosa; al ver la discordia agitar con sus furores aun
al habitante de las cabañas; la sedición encender el fuego devorador de
la guerra, hasta en las apartadas y solitarias aldeas; y los campos america-
nos teñidos de la sangre humana, se buscará la causa de un trastorno tan
asombroso en este continente pacífico, cuyos hijos dóciles y benévolos
habían sido siempre un ejemplo raro de dulzura y sumisión, que no ofrece
la historia de ningún otro pueblo del mundo.
30
El español feroz, vomitado sobre las costas de Colombia, para con-
vertir la porción más bella de la naturaleza en un vasto y odioso imperio de
crueldad y rapiña; vea ahí V. E. el autor protervo de estas escenas trágicas
que lamentamos. Señaló su entrada en el Nuevo Mundo con la muerte y
desolación; hizo desaparecer de la tierra su casta primitiva; y cuando su
saña rabiosa no halló más seres que destruir, la volvió contra los propios
hijos que tenía en el suelo que había usurpado.
Véale V. E. incitado de su sed de sangre, despreciar lo más santo,
y hollar sacrílegamente aquellos pactos que el mundo venera, y que han
recibido un sello inviolable de la práctica de todas las edades y de todos
los pueblos. Una capitulación entregó en el año pasado a los españoles
todo el territorio independiente de Venezuela; una sumisión absoluta y
tranquila por parte de los habitantes les convenció de la pacificación de los
pueblos, y de la renuncia total que habían hecho a las pasadas pretensiones
políticas. Mas al mismo tiempo que Monteverde juraba a los venezolanos
el cumplimiento religioso de las promesas ofrecidas, se vio con escándalo
y espanto la infracción más bárbara e impía: los pueblos saqueados; los
edificios incendiados; el bello sexo atropellado; las ciudades más grandes
encerradas en masa, por decirlo así, en horribles cavernas, viendo realiza-
do lo que hasta entonces parecía imposible, la encarcelación de un pueblo
entero. En efecto, sólo aquellos seres tan oscuros que lograron sustraerse
a la vista del tirano, consiguieron una libertad miserable, reduciéndose en
chozas aisladas, a vivir entre las selvas y las bestias feroces.
¡Cuántos ancianos respetables, cuántos sacerdotes venerables, se vie-
ron uncidos a cepos y otras infames prisiones, confundidos con hombres
groseros y criminales, y expuestos al escarnio de la soldadesca brutal y de
los hombres más viles de todas clases! ¡Cuántos expiraron agobiados bajo
el peso de cadenas insoportables, privados de la respiración o extenuados
de la hambre y las miserias! Al tiempo que se publicaba la constitución
española, como el escudo de la libertad civil, se arrastraban centenares
de víctimas cargadas de grillos y de ligaduras crueles a subterráneos in-
mundos y mortíferos, sin establecer las causas de aquel procedimiento, sin
saber aun el origen y opiniones políticas del desgraciado.
Vea ahí V. E. el cuadro no exagerado, pero inaudito de la tiranía espa-
ñola en la América; cuadro que excita a un tiempo la indignación contra
los verdugos y la más justa y viva sensibilidad para las víctimas. Sin embar-
go, no se vio entonces a las almas sensibles interceder por la humanidad
atormentada, ni reclamar el cumplimiento de un pacto que interesaba al
universo.
31
V.E. interpone ahora su respetable mediación por los monstruos fero-
ces, autores de tantas maldades. V.E. debe creerme; cuando las tropas de la
Nueva Granada salieron a mis órdenes a vengar la naturaleza y la sociedad
altamente ofendidas, ni las instrucciones de aquel benéfico gobierno, ni
mis designios eran ejercer el derecho de represalias sobre los españoles,
que bajo el título de insurgentes llevaban a todos los americanos dignos
de este nombre, a suplicios infames, o a torturas mucho más infames y
crueles aún. Mas viendo a estos tigres burlar nuestra noble clemencia, y
asegurados de la impunidad, continuar aun vencidos la misma sanguinaria
fiereza; entonces, por llenar la santa misión confiada a mi responsabilidad,
por salvar la vida amenazada de mis compatriotas, hice esfuerzos sobre
mi natural sensibilidad, para inmolar los sentimientos de una perniciosa
clemencia a la salud de la patria.
Permítame V.E. recomendarle la lectura de la carta del feroz Zerveriz,
ídolo de los españoles en Venezuela, al general Monteverde, en la Gaceta
de Caracas, número 3; y descubrirá en ella V.E. los planes sanguinarios,
cuya consumación combinaban los perversos. Instruido anticipadamente
de su sacrílego intento, que una cruel experiencia confirmó luego al punto,
resolví llevar a efecto la guerra a muerte, para quitar a los tiranos la ventaja
incomparable que les prestaba su sistema destructor.
En efecto, al abrir la campaña el ejército libertador en la provincia de
Barinas, fue desgraciadamente aprehendido el coronel Antonio Nicolás
Briceño y otros oficiales de honor, que el bárbaro y cobarde Tízcar hizo
pasar por las armas, hasta el número de dieciséis. Iguales espectáculos se
repetían al mismo tiempo en Calabozo, Espino, Cumaná y otras provin-
cias, acompañados de tales circunstancias de inhumanidad en su ejecución,
que creo indigno de V. E. y de este papel, hacer la representación de esce-
nas tan abominables.
Puede V.E. ver un débil bosquejo de los actos feroces en que más se
regalaba la crueldad española, en la Gaceta número 4. El degüello general
ejecutado rigorosamente en la pacífica villa de Aragua por el más brutal de
los mortales, el detestable Zuazola es uno de aquellos delirios o frenesíes
sanguinarios, que sólo una o dos veces han degradado a la humanidad.
Hombres y mujeres, ancianos y niños: desorejados, desollados vivos,
y luego arrojados a lagos venenosos, o asesinados por medios dolorosos y
lentos. La naturaleza atacada en su inocente origen, y el feto aún no naci-
do, destruido en el vientre de las madres a bayonetazos o golpes.
En San Juan de los Morros, pueblo sencillo y agricultor, habían ofre-
cido espectáculos igualmente agradables a los españoles el bárbaro Anto-
32
ñanzas y el sanguinario Boves. Aún se ven en aquellos campos infelices los
cadáveres suspensos en los árboles. El genio del crimen parece tener allí
su imperio de muerte, y nadie puede acercarse a él, sin sentir los furores de
una implacable venganza.
No ha sido Venezuela sola el teatro funesto de estas carnicerías horro-
rosas. La opulenta Méjico, Buenos Aires, el Perú y la desventurada Quito,
casi son comparables a unos vastos cementerios, donde el gobierno espa-
ñol amontona, los huesos que ha dividido su hacha homicida.
Puede V. E. hallar la basa en que hace consistir un español el honor de
su nación, en la Gaceta número 2. La carta de Fr. Vicente Marquetich afir-
ma que la espada de Regules, en el campo y en los suplicios, ha inmolado
doce mil americanos en un solo año; y pone la gloria del marino Rosendo
Porlier, en su sistema universal de no dar cuartel ni a los santos, si se le
presentan en traje de insurgentes.
Omito martirizar la sensibilidad de V. E. con prolongar la pintura de
las agonías dolorosas que la barbarie española ha hecho sufrir a la huma-
nidad por establecer un dominio injusto y vilipendioso sobre los dulces
americanos. ¡Ojalá un velo impenetrable ocultara para siempre a la noticia
de los hombres, los excesos de sus semejantes! ¡Ojalá una cruel necesidad
no nos hiciera un deber inviolable el exterminar a tan alevosos asesinos!
Sírvase V. E. suponerse un momento colocado en nuestra situación,
y pronunciar sobre la conducta que debe usarse con nuestros opresores.
Decida V. E. si es siquiera posible afianzar la libertad de la América, mien-
tras respiren tan pertinaces enemigos. Desengaños funestos instan cada
día por ejecutar generalmente las más duras medidas; y puedo decir a V.
E. que la humanidad misma las dicta con su dulce imperio. Puesto por
mis más fuertes sentimientos en la necesidad de ser clemente con muchos
españoles, después de haberlos generosamente dejado entre nosotros en
plena libertad, aún sin sacar todavía la cabeza bajo del cuchillo vengador,
han conmovido los pueblos infelices, y quizás las atrocidades ejecutadas
nuevamente por ellos igualan a las más espantosas de todas. En los valles
del Tuy y Tácata, y en los pueblos del Occidente, donde no parecía que la
guerra civil llevara sus estragos desoladores, han elevado ya los malvados
monumentos lamentables de su rabiosa crueldad. Las delicadas mujeres,
los niños tiernos, los trémulos ancianos se han encontrado desollados,
sacados los ojos, arrancadas las entrañas; y llegaríamos a pensar que los
tiranos de la América no son de la especie de los hombres.
En vano se imploraría en favor de los que existen detenidos en las
prisiones un pasaporte para esa colonia, u otro punto igualmente fuera de
33
Venezuela. Con harto perjuicio de la paz pública hemos probado las fa-
tales consecuencias de esta medida; pues puede asegurarse que casi todos
los que le han obtenido, sin respeto a los juramentos con que se habían
ligado, han vuelto a desembarcar en los puntos enemigos, para alistarse en
las partidas de asesinos que molestan las poblaciones indefensas. Desde
las mismas prisiones traman proyectos subversivos, más funestos sin duda
para ellos que para el gobierno, obligado a emplear sus esfuerzos, más en
reprimir la furia de los celosos patriotas contra los sediciosos que amena-
zan su vida, que en desconcertar las negras maquinaciones de aquéllos.
V. E. pronunciará, pues: o los americanos deben dejarse exterminar
pacientemente, o deben destruir una raza inicua, que mientras respira, tra-
baja sin cesar por nuestro aniquilamiento.
V. E. no se ha engañado en suponerme sentimientos compasivos; los
mismos caracterizan a todos mis compatriotas. Podríamos ser indulgentes
con los cafres del África; pero los tiranos españoles, contra los más po-
derosos sentimientos del corazón, nos fuerzan a las represalias. La justicia
americana sabrá siempre, sin embargo, distinguir al inocente del culpable;
y V. E. puede contar que éstos serán tratados con la humanidad que es
debida, aun a la nación española.
Tengo el honor de ser de V. E. con la más alta consideración y respeto,
atento y adicto servidor,
SIMÓN BOLÍVAR.
34
Nº 2
Proclama de Bolívar
a los soldados patriotas *
Valencia, 9 de octubre 1813
Proclama del General del Ejército de Occidente ciudadano Simón
S
Bolívar
oldados:
El ejército español que concibió el extravagante proyecto de subyu-
gar nuevamente la República de Venezuela, no existe ya; destruido
en las dos gloriosas acciones de Bárbula y las Trincheras, donde vuestro
valor deshizo sin el menor esfuerzo esas bandas de mercenarios que los
tiranos de la España enviaron a inmolar al filo de vuestra espada, pensan-
do, sin duda, que vosotros erais los mismos esclavos que en otros tiempos
ellos degradaban a la esfera de los brutos. Pero su exterminio ha sido el
resultado de tan audaces delirios. El ejército de Monteverde con su indig-
no caudillo, ha desaparecido; y sus miserables reliquias sólo han podido
salvarse por el camino del deshonor, huyendo como liebres, y sepultándo-
se en sus antiguas guaridas.
Solos quinientos hombres, sin oficiales ni jefes, se han acogido al cas-
tillo de Puerto Cabello a morir de hambre, peste y temor; así se ha des-
vanecido la única y última esperanza de nuestros cobardes enemigos, que
habían colocado toda su confianza en sus jactanciosos compatriotas los
soldados españoles.
El cielo, que protege siempre la buena causa, y abandona a su rigor
a los tiranos de la humanidad, ha señalado su justicia haciendo perecer al
azote de Venezuela, el abominable Monteverde, y a sus cómplices. Su ma-
yor número ha quedado en el campo, y el menor anda errante por los bos-
ques, buscando un asilo digno de su ferocidad en las cavernas de las fieras.
Soldados, nuestras armas libertadoras han vengado a Venezuela, in-
molando a los tiranos que tan pérfidamente la engañaron para sacrificarla
a sus miras de ambición y avaricia. La sangre de estos monstruos apacigua
el clamor de los manes de nuestras víctimas; ya ellas están satisfechas, y el
honor nacional vindicado. Mas nuevas glorias os esperan a los campos de
Coro, Maracaibo y Gua-yana; partid, pues, a libertar a vuestros hermanos
que gimen bajo el yugo español. El impertérrito Brigadier Rafael Urda-
neta, vuestro Mayor General, os conducirá a la victoria en los campos
35
de Coro, para donde marcháis; en tanto que los vencedores de Maturín
unidos a los valientes caraqueños de la División del invicto Comandante
Elias, castigan a Boves, expulsan a Yáñez de San Fernando, y marchan
contra Guayana. El resto de los vencedores de Monteverde estrechan a
Puerto Cabello, hasta que perezca o se rinda, bajo las órdenes del bizarro
comandante D’Elhuyar.
Yo no me aparto de vosotros, amados compañeros míos, sino para ir
a conducir en triunfo a Caracas el gran corazón del inmortal Girardot; y a
recibir con los honores debidos a los libertadores de Cumaná y Barcelona,
que ansiosos de adquirir nuevos trofeos vienen a participar de nuestros
peligros, y de nuestras glorias, guiados por el joven héroe general Santiago
Marino, salvador de su patria. No me aparto, no, de vosotros, soldados
granadinos y venezolanos, pues mi espíritu, mis sentimientos, y mi amor
os quedan. Yo os ofrezco volver más pronto que la luz a dividir con vo-
sotros los trabajos marciales que hacéis por la salud de la patria, que ya os
titula con el sublime renombre de Libertadores de Venezuela.
Cuartel General de Valencia, 9 de octubre de 1813, 3° y 1°.
SIMÓN BOLÍVAR.
36
Nº 3
Parte de la Campaña, fechado en el Cuartel General de
Caracas*
Caracas, 16 de octubre de 1813
37
dispersos, que se reunieron el 13 en la Cumbre de Canoabo; hizo muchos
prisioneros, y se ha recogido la mayor parte del armamento; las reliquias
de estos miserables vagan por los bosques, huyendo de la persecución y
la muerte.
Cuartel General de Caracas, octubre 16 de 1813, tercero y primero.
38
Nº 4
Boletín del Ejército Libertador,
No 20*
Caracas, 21 de octubre de 1813
39
disolución, la muerte y el pillaje.
Nuestra pérdida es de muy poca consideración y sólo la hace sensible
la muerte de los esforzados oficiales ciudadanos José Francisco Gil, Ze-
nón Cayro, N. Luque, Liberato Briceño, Juan Conde, y el abanderado Ma-
nuel Méndez, que expiró con el pabellón en la mano, y catorce soldados
también muertos, con diez heridos.
El Comandante en Jefe del ejército llama la atención del Gobierno
sobre la distinguida conducta que han observado los militares siguientes.
De la División de Maturín, el Comandante José María Maya, los Ca-
pitanes José María Hermoso, Manuel Cedeño, Luis López, los Tenientes
Juan Camacho, Manuel Olmos, Juan Jaramillo, Subteniente José Marín,
Manuel Masa, los Sargentos Gabriel Hernández, Juan Pablo Urbaís, Ven-
tura González, Joseph Regio Vistón, Juan Barrete y los aventureros Joseph
Guzmán, y Nicolás Lovera
En el Batallón de Barlovento, el Sargento Mayor Miguel Ustáriz, Te-
niente Ramón Hernández, Subtenientes José María Palacios, Joseph María
Sojo, José Austria, y Ayudante Andrés Linares, y agregados Ayudante Ma-
yor de Campo, Zarasqueta, y Teniente Pedro López.
En la División del Llano el Comandante José Manuel Torres, Capi-
tanes de caballería Ruperto Delgado, Juan Celis, Pedro Naranjo, Eugenio
Celis, Subteniente Manuel Muguerza, soldado Antonio Ramos, y de infan-
tería el Teniente Andrés Ruiz.
Queda, pues, destruido el cuerpo principal de los bandidos, con cuyo
apoyo han desolado los revoltosos los pueblos más retirados y pacíficos.
Los dispersos de la acción del 3 en Las Trincheras y los amotinados
de Aroa confiados del estado indefenso en que se hallaba San Felipe, inva-
dieron esta ciudad, y cuando iban a entregarse a los excesos de la depreda-
ción, fueron atacados por la Compañía de Cazadores del Batallón Vetera-
no de Valencia, bajo las órdenes del Teniente Coronel Antonio Castillo, y
derrotados hasta hacerles muchos prisioneros y coger algún armamento.
Las tropas victoriosas siguen a Coro, y el Jefe que las comanda en esta
expedición libertará por primera vez aquella ciudad, quitará para siempre
este asilo a los malvados, y nuestras fronteras no serán ya el teatro de las
escenas horrorosas que los Jefes españoles han presentado en varias épo-
cas para asombro de los pueblos civilizados.
Cuartel General de Caracas, 21 de octubre de 1813, tercero y primero.
40
ANTONIO RAFAEL MENDIRI.
41
Nº 5
Comunicación de Bolívar al Gobernador de Margarita,
relativa a diversos asuntos del Estado*
T
Al Gobernador de Margarita.
engo el honor de contestar los despachos de VS. de 6, 7, 23 y 24 de
Setiembre último, que recibí ayer en este Cuartel general.
La última tiranía destruida en esa isla por los magnánimos
esfuerzos de todos sus habitantes; los generosos y oportunos auxilios que
ellos prestaron a los intrépidos guerreros de Maturín, para dar el golpe
mortal a los monstruos que en las provincias de Cumaná y Barcelona de-
vastaban las más bellas provincias, porciones de nuestro territorio; y en
fin, la decidida adhesión de Margarita a sostener la libertad e independen-
cia que tan heroicamente ha sabido recuperar; tales son los incontestables
derechos que ha adquirido a la universal gratitud de Venezuela y tales los
hechos gloriosos que consagrarán para siempre su nombre en nuestra his-
toria. Yo me congratulo cordialmente al ver que VS. ha dirigido en todas
ocasiones el entusiasmo de patriotas, y que por su influjo y cooperación
hubiese hecho desaparecer en un movimiento de ese suelo el despotismo
que lo agobiaba; pero aún más me complazco en saber que la confianza
del pueblo margariteño se ha depositado en VS. y que en justo recono-
cimiento y premio de sus tareas patrióticas le ha encargado por su voto
unánime el Gobierno de esa isla.
Sin embargo de que ya se le han dirigido a VS. los papeles publicados
desde mi entrada en Caracas, no quiero omitir esta ocasión de incluir una
colección completa de todos. Por ellos se instruirá a VS. de los progresos
de nuestras armas, de todas las operaciones de la campaña, y sobre todo,
de las dos gloriosas victorias que hemos obtenido contra las tropas espa-
ñolas que arribaron a Puerto Cabello. Supongo a VS. también enterado de
la forma de administración pública que he adoptado para dar mayor vigor
y energía a las operaciones del Gobierno, que en el día deben dirigirse
rápidamente al objeto único de lanzar de nuestros Estados los tiranos y
consolidar nuestra libertad. Tan necesario es penetrarse de estos principios
42
y ponerlos en ejecución, como que nuestra dicha y seguridad depende
de la más estrecha unión de todas las provincias de Venezuela y de su
pronta y activa cooperación a cuantas medidas se tomen para salvar
la República. Una contestación oficial del ciudadano Francisco Javier
Ustáriz, que ya se ha remitido a VS. y que ahora también le acompaño,
lo impondrá de un proyecto de gobierno provisorio. En él verá VS. la
parte que a cada provincia corresponde en el arreglo de sus intereses y
que al fin la voluntad del pueblo, manifestada de la manera convenien-
te, establecerá la forma de gobierno que ha de regir nuestros Estados.
El pabellón que la victoria ha enarbolado en todos los pueblos de
Venezuela y que debe adoptar toda la nación, es el mismo que se usaba
en la primera época de la República, esto es, de los tres colores azul,
amarillo y encarnado.
Penetrado de la necesidad que tiene VS. de un letrado que le auxilie
en el despacho de los negocios, he resuelto se expida orden al Gober-
nador político del Estado de Caracas, para que elija y destine a esa isla
un sujeto de conocimientos, aptitud, probidad y demás circunstancias
necesarias para el importante empleo de Asesor, según VS. lo solicita.
Por lo que respecta al ciudadano Francisco Sola, debo insinuar a VS.
que no siéndome útil para nada en esta provincia, puede VS. omitir el
enviarlo a La Guaira o Caracas, y si llega a presentarse en esa isla, como
VS. cree, no deberá admitirlo, sin que antes se cerciore VS. si él ha sido
siempre fiel a la justa causa de Venezuela, o si es capaz de perturbar de
algún modo el sosiego y tranquilidad que se ha logrado establecer en
esa isla después de la expulsión de los tiranos.
Reservo contestar a la consulta que VS. se sirve hacerme sobre
la distribución de las presas hechas por los corsarios de esa isla y de
Cartagena y Cumaná, luego que haya meditado más descansadamente
esta materia, a que por ahora no me permiten dedicarme las diversas
ocupaciones que me rodean.
Dios, etc.
SIMÓN BOLÍVAR.
43
Nº 6
Parte de la Campaña, fechado en el Cuartel General de
Valencia*
E
Boletín del Ejército Libertador. N° 28.
l mismo día ocho en que ocupó el Coronel Villapol a Barquisime-
to, entró el General de Occidente en la ciudad de Guanare con la
División del Coronel Palacios, sin haber podido alcanzar al Co-
mandante español Ceballos que huía por aquella parte, dejando en nuestro
poder gran cantidad de fusiles, veinte y cuatro mil cartuchos, quinientas
piedras de chispa, un cañón con sus municiones, dos cajones de lanzas,
muchos prisioneros, etc.
Entre otros efectos, hemos tomado a los enemigos en Guanare dos
cajones de esposas, dos de grillos nuevos, y varios hierros amoldados para
marcar con una F de tres pulgadas los rostros de los americanos. Este
descubrimiento ha sido oficialmente comunicado por el General de Oc-
cidente y Gobernador de Barinas, y todos cuantos presenciaron el acto, le
han transmitido en cartas que respiran la indignación que les causó.
Ceballos, errante, eligió para su retirada la montaña del Biscucuy, y los
miserables restos de Yáñez se embarcaron en los Morrones, abandonando
toda la Provincia de Barinas, y huyendo a San Fernando de Apure.
Por la correspondencia del Coronel Villapol se ha sabido que el se-
gundo Jefe del ejército español, don Miguel Correa, murió en la acción del
cinco, igualmente que don Isidoro Quintero, Secretario de la expedición, y
otros muchos españoles y canarios de los más notables de ellos.
El General en Jefe, en vista de que la seducción y el miedo habían
hecho seguir a muchos americanos las banderas del Rey, ha indultado a
todos los habitantes de Venezuela que se presenten en las poblaciones a
que pertenezcan dentro de un mes.
La escuadrilla de Cumaná, después de haber limpiado las cosías de
Barlovento de dos corsarios españoles que las infestaban, ha seguido al
bloqueo de Puerto Cabello; el día quince se han presentado delante de
aquella plaza nueve buques colombianos, y el segundo Jefe del Ejército de
Oriente, que se halla restablecido de la herida que recibió en el combate
entre Puerto Francés y Chuspa, está embarcado en ella. Las goletas de gue-
44
rra del Estado Atrevida y Juana salieron el 13 del corriente de La Guaira a
reunirse a la escuadrilla. El sitio de Puerto Cabello se ha estrechado.
Las Provincias de Oriente auxilian con numerosas fuerzas las de Occi-
dente. Un poderoso ejército al mando del General en Jefe ciudadano San-
tiago Marino, se ha puesto en movimiento por el interior hacia los Llanos;
mientras se dirigen a Caracas algunos Batallones de Barcelona y Maturín, y
uno de ellos se encontraba ya el doce del corriente en los Valles de Capaya
marchando a la capital al mando del Coronel Arrioja.
Cuartel General de Valencia, 16 de diciembre de 1813, 3° y 1°.
45
46
Documentos de 1814
47
Nº 7
Carta del Libertador, en la que expone la situación
política de Venezuela*
S eñor:
Siempre he conservado en mi memoria el encargo con que Vd. me
honró al separarme de esa gran capital, manifestándome un vivo
interés por saber los acontecimientos de esta parte del mundo, que empe-
zaba a agitar una revolución filantrópica. Ningún acontecimiento extraor-
dinario pudo decidirme a escribir a Vd.
La subyugación de Venezuela por sus antiguos tiranos era un suceso
lamentable, que la vergüenza me prohibía trasmitir a Vd. y que el amor de
Vd. a nuestra independencia hubiera recibido con amargura.
Huí de un país que volvía a poseer la tiranía; acababa de ser testigo
de las perfidias del gobierno español, que después de haber firmado una
capitulación en San Mateo, que aseguraba la inmunidad de las personas, no
obstante sus hechos y opiniones políticas, la infringió escandalosamente;
y Vd. puede considerar, aun bajo la vista misma de las Cortes y Regencia,
detenidos en plazas de presidios, y reducidos a la última miseria, a los que
esencialmente protege el tratado.
Cuando empezaba a ejecutarse el plan de una destrucción general,
la fortuna me ofreció un pasaporte del tirano, con el cual me salvé de la
borrasca. Pasé a Curazao, y de allí volé a Cartagena, cuyo pueblo generoso
hacía esfuerzos por la independencia y por repeler las agresiones de los
españoles. Era el momento crítico de aquella ciudad; pues las banderas
enemigas, después de haber paseado toda la provincia, se hallaban inme-
diatas a ella. Milité bajo los estandartes republicanos, que la victoria siguió
constantemente, y dirigí como jefe algunas de las últimas expediciones, lo
que produjo que el gobierno de la Nueva Granada me diese cuatrocientos
soldados, y un permiso para libertar a Venezuela.
Ya habían pasado diez meses de su subyugación. El sistema opresor
48
del gobierno español, la índole cruel de los individuos de esta nación, la
venganza que animaba a todos, y los resentimientos particulares, son con-
sideraciones que harán imaginar a Vd. el espantoso cuadro, que ofrecía en
estos deplorables días mi patria desdichada. En efecto, ya se hallaba en la
agonía mortal.
Las mazmorras encerraban, por decirlo así, pueblos enteros. Allí,
amontonados unos sobre otros, los venezolanos eran cargados de cade-
nas, estaban reducidos a un nocivo y escaso alimento, y perecían en aque-
llos sepulcros, donde un arte perverso no permitía la entrada al aire ni a la
luz. Las ciudades estaban desiertas; no se veía más que a los soldados del
bárbaro, insultando las lágrimas de la esposa y de la madre; pues el resto de
los hombres vivía en las selvas más retiradas, donde huían de los satélites
de la opresión.
Represéntese ahora Vd. que el despotismo atacó todos los estados de
la sociedad. Los prófugos o los encadenados eran los agricultores, eran los
comerciantes, los artesanos.
No había rentas; y el pillaje suplía a su falta. Desaparecieron los la-
bradores, y se incendiaron sus chozas. Aldeas grandes y pequeñas fueron
reducidas a cenizas. Añada Vd. que las propiedades que no podían ser
saqueadas, fueron embargadas, y los fraudes de los depositarios, el aban-
dono en que estuvieron, consumaron la ruina general.
Estos fueron los primeros pasos hacia atentados más horrorosos. No
se habían visto otras escenas sangrientas, que las de San Juan de los Mo-
rros, donde los vecinos pacíficos fueron casi todos inmolados en las calles,
en sus casas, y en los montes, adonde se acogieron; crueldades que eje-
cutaban por sus propias manos los más notables jefes españoles. Pero en
aquellos días que yo me acercaba a Venezuela, empezó a correr la sangre
sobre los cadalsos, y la hoz de los asesinos mutilaba las víctimas en el seno
mismo del reposo doméstico.
La villa de Aragua en Barcelona, la capital de Barinas, las ciudades de
Calabozo y Espino, vieron sucederse días funestos de carnicerías huma-
nas; al tiempo que las tropas que yo mandaba, tan fieras como las águilas
y aun más veloces en sus marchas, penetraban por todas partes y salvaban
las víctimas. En poco más de un mes. Venezuela que ofrecía antes un as-
pecto desolado, se ve de nuevo cubierta de sus hijos libres; se ve resucitar
la naturaleza y los hombres en los campos cultivados y en las ciudades
habitadas. Las cadenas que arrastraban los americanos, doman entonces
el furor de los tigres opresores. El general Mariño, que en el oriente de
Venezuela con cuarenta hombres había emprendido el más audaz proyec-
49
to, logró en el famoso campo de Maturín derrotar en una gran batalla a
Monteverde. La isla de Margarita desarmada y teniendo en prisiones a los
principales habitantes, tiene el arrojo de arrostrar al tirano y sus tropas;
y auxilia después a los vencedores de Maturín que acabaron entonces de
libertar las provincias orientales.
Mis primeros pasos no fueron tan felices. Había marchado a la cabeza
de cuatrocientos soldados y entré en Venezuela con menos de trescientos.
Sin embargo, este puñado pudo en cinco batallas campales destruir un
ejército de diez mil hombres y libertar las provincias de Mérida, Trujillo,
Barinas y Caracas. Arranqué entonces al orgullo español actos humillantes
que aún no había ejecutado. No sólo propuso el gobierno de Caracas una
vergonzosa capitulación, mas en un decreto que publicó el 3 de agosto del
año pasado, nos reconoció como un gobierno legítimo.
En medio de estos sucesos carecía de grandes ejércitos; muchos es-
pañoles habían huido con el fruto de los pillajes, que ellos llamaban rentas
públicas; no había marina, y la España hacía esfuerzos por sostener su
tiránica dominación.
Los más extraordinarios efectos de esta inicua tenacidad, se dejaron
ver a pocos días, cuando arribó de Cádiz la expedición más grande que
hayan destinado contra Venezuela. La debilidad o más bien la nulidad de
nuestra situación me obligaba al mismo tiempo a estar en el campo de ba-
talla y a la cabeza del gobierno. Los recursos tenía que crearlos; y también
que dirigirlos; y véame Vd. constituido por la necesidad en Jefe Supremo
del Estado y General del Ejército.
Nuestras tropas se distinguían cada día con brillantes victorias. La
expedición española se redujo a unos restos miserables, que no subsistirán
mucho tiempo en el inexpugnable Puerto Cabello, no pudiendo resistir la
estrechez de un sitio riguroso por las tropas de tierra y un bloqueo por la
escuadrilla de Cumaná y La Guaira.
Peor suerte han tenido los ejércitos de Yáñez y Ceballos, los más
numerosos que han invadido a Venezuela. En la jornada memorable de
Araure quedaron completamente destruidos. Se habían formado en Coro,
en el Occidente de Caracas y San Fernando de Apure con los auxilios de
armas que recibieron; con los que les enviaron de Guayana, y con el fer-
mento de sedición que levantaron en aquellos pueblos los españoles que
generosamente había dejado en libertad. Algunas pérdidas que al principio
experimentamos, debilitándonos, aumentaron su ejército, que ya no existe.
Sucedió en Venezuela lo que yo siempre anuncié, que si la Inglaterra no se
declaraba por nuestra causa, la guerra civil debía encenderse entre noso-
50
tros y sólo la pública declaración de la Gran Bretaña conseguiría apagarla.
Yo ejerzo aún el poder supremo. Yo protesto sin embargo a Vd. que
no son mis miras de elevarme sobre mis conciudadanos. Ansio por el
momento de convocar una representación del pueblo, para transmitirla mi
autoridad. El tres de este mes en una asamblea popular que invité espon-
táneamente, justifiqué mis operaciones, presentando los informes de los
tres secretarios de Estado. En un discurso que dirigí a la asamblea, terminé
renunciando la autoridad. Los oradores y el pueblo se elevaron contra esta
resolución, y consentí continuar de Jefe Supremo hasta el momento que,
destruidos los enemigos, pudiera volver a la vida privada, protestando al
mismo tiempo no recibir autoridad ninguna, aunque el mismo pueblo me
la confiara.
He referido muy ligeramente a Vd. un acontecimiento sin duda ex-
traordinario; pero como los principales sucesos se han detallado en nues-
tros papeles, yo me tomo la libertad de remitir a Vd. a ellos para que los
considere en toda su extensión.
Permítame Vd. entre tanto suplicarle recomiende mi afecto al Lord
su padre, el Marqués de Wellesley, cuya bondad se sirvió distinguirme en
el tiempo que residí en esa capital. Sufra Vd. que mi débil voz eleve hasta
él y hasta Vd. mi sincero júbilo por los triunfos inmortales del gran Lord
Wellington. Su gloria no es más sensible a Vd. y a su ilustre padre que a mí,
interesado tanto en los sucesos de Inglaterra, como unido por el más vivo
afecto a la excelsa familia de Vd. Tanto más celebro estas victorias, cuya
memoria durará junto con el mundo, cuanto que las creo favorables a la
independencia de la América. Aunque ellas aseguran también la de la Es-
paña, el gabinete de San Jaime, decidido siempre por la emancipación de
la América, la escudará con su protección, y sobre todo el Lord Marqués
Wellesley, un tan gran resorte para el gobierno de la nación, la hará inclinar
en favor de la más justa de las causas.
Fueron desde el principio mis primeras disposiciones enviar agentes
extraordinarios cerca de S. M. B.; pero he querido más bien aguardar el
momento en que he juzgado asegurada nuestra suerte, para pedir la amis-
tad y auxilios de la nación poderosa de que es Vd. un principal ornamento.
Soy con la mayor consideración de Vd. atento servidor Q. B. S. M.
SIMÓN BOLÍVAR.
* De fotografía del original, conservado en el Public Record Office, Londres
(F. O. 72/169), escrito de letra de Jacinto Martel. La firma y rúbrica son autógrafas
de Bolívar.
51
Nº 8
Parte de la Campaña*
52
La actividad, el valor y conocimientos que el Teniente Coronel
D’Elhuyar, Comandante General de la línea, ha desplegado en el sitio, son
dignos de elogio; y S.E. ha sido satisfecho de todas sus operaciones, igual-
mente que de los oficiales y tropas granadinas y venezolanas que están a
sus órdenes. Por la última correspondencia recibida de la Nueva Granada
sabemos que el español Lizón que había ocupado a Cúcuta con tropas
de Maracaibo, fue desalojado, batido, y completamente derrotado, por el
Brigadier Sir Gregor Mac Gregor
Una División de Boves ha sido destruida por otra de nuestro ejército
en el Llano al mando del valeroso Capitán maturinés Cedeño, al paso que
la del Coronel Palacios ha puesto en vergonzosa fuga los partidarios del
español Puig que intentaron ocupar a Nutrias Monteverde, la Plana Ma-
yor y los oficiales de marina se han fugado, y han llegado a Curazao llenos
de pavor, quedando en la anarquía más espantosa esta plaza.
Cuartel General de Puerto Cabello, 23 de enero de 1814. 4° y 2°.
53
Nº 9
Manifiesto a las Naciones del Mundo
sobre la Guerra a Muerte*
54
de la suerte de los tiranos, que de asegurar por una energía propia de las
circunstancias, la naciente libertad. Indiferentes sobre las tramas de los
conspiradores, se contentan con dar a algunos un pasaporte, comprando
sus propiedades a los que les servían de embarazo para ir a otras regiones
a disfrutar de la impunidad. Aunque ligados con los más solemnes jura-
mentos, para no volver contra nosotros sus armas, despreciando tanto la
Religión, como la humanidad y el derecho de las gentes, son esos mismos
que tomados en la actual guerra han sido castigados por la espada de las le-
yes que los condenan; y han expiado sus perjuicios, traiciones y asesinatos.
Innumerables que fueron elevados a las primeras magistraturas; mu-
chos que fueron los más distinguidos jefes de la República: Llamozas, Pas-
cual Martínez, Martí, Groira, Budia, Isidoro Quintero, han sido nuestros
perseguidores más encarnizados. Quintero que no había recibido más que
honores del pueblo y del gobierno; que obtuvo enviar al país enemigo
de Coro cantidades en metálico para sus parientes, no siendo quizás más
que un pretexto para auxiliar a aquel gobierno en la irrupción que luego
subyugó a Venezuela.
En efecto, espantados nuestros soldados con los fenómenos de la na-
turaleza en el memorable terremoto de 26 de marzo de 1812; enajenados
por la superstición, por la predicación de algunos artificiosos fanáticos,
dejaron penetrar en el Occidente la expedición mandada por Montever-
de. Envueltos por todas partes en ruinas, veíamos al mismo tiempo, el
inhumano sacrificio de nuestros más inocentes hermanos. Antoñanzas y
Boves entrando a Calabozo y en San Juan de los Morros, asesinan por
sus propias manos, casi sin excepción, a los habitantes del primero, apa-
centadores de ganados; y a los del segundo, cultivadores de la tierra; al
anciano que agobiado de años y de males, ignora en su lecho de muerte
las revoluciones de los gobiernos; al labrador que no habiendo tomado
nunca las armas, no conoce otra autoridad que la del cura a quien venera.
Sus troncos divididos de las cabezas, verterán una sangre inmortal para
nuestra posteridad. Esta sabrá que el sanguinario Boves y Antoñanzas
hacían morder a algunos las bocas de los fusiles para dispararlos en sus
gargantas; que otros aún vivos servían para blanco de las punterías, para
ensayar sus soldados en tirar lanzazos y sablazos. Dos años han pasado,
y se ven aún en las empalizadas de San Juan de los Morros suspensos los
esqueletos humanos.
Un jefe incauto cree, rindiéndose, aplacar la saña de los invasores;
por una capitulación se lisonjea asegurar la vida, el reposo, las propiedades
de los venezolanos. Apenas a su sombra el tirano logra avasallar unos
55
pueblos donde no recibe sino testimonio de docilidad, cuando despedaza
el inviolable y santo contrato que se había elevado entre él y nosotros
como una barrera insuperable a su furor; contrato que ha encadenado el
ímpetu de los más bárbaros pueblos, sometiendo la ambición, la codicia y
la venganza a promesas recíprocas y solemnes. Para no dejar dudas sobre
el crimen, para darle, por decir así, más brillo, confirma sus ofertas por sus
proclamas, que más pronto son violadas que publicadas.
Súbitamente se muda Venezuela. Los edificios que resistieron a las
convulsiones del terremoto, apenas bastan en Caracas y en otras ciudades
para recibir las personas que de todas partes se traen aprisionadas. Las
casas se transforman en cárceles; los hombres en presos. El corto número
que hay de canarios y españoles; los soldados del déspota, las mujeres y los
recién nacidos, son los únicos que se eximen. Los demás o se esconden
en las más impenetrables selvas, o los sepultan en pestilentes mazmorras,
donde un arte criminal no permite entrada ni a la luz, ni al aire; o los
amontonan en aquellas mismas habitaciones, en que antes llenaban los
deberes de la vida social, encontraban la alegría bajo los auspicios de la
inocencia, y gozaban las comodidades adquiridas por sus sudores. Ahora
afligidos con grillos, despojados de sus propiedades, acaban por la indi-
gencia, la peste, la sufocación, el sacerdote y el soldado, el ciudadano y el
rústico, el rico y el miserable, el septuagenario y el infante aún no llegado
a la edad de la razón. Los que habían estado investidos por el pueblo de la
majestad soberana, fueron uncidos a cepos en el más público de todos los
lugares; los más respetables personajes, atados de pies y manos, puestos
sobre bestias de albarda, que despedazaron a algunos contra los riscos, pe-
regrinaban en este estado de unas a otras prisiones. Ancianos y moribun-
dos amarrados duramente, apareados con veinte o treinta, pasaban un día
entero sin comida, bebida, ni descanso en trepar por inaccesibles sendas.
La agricultura, la industria, y el movimiento del comercio no se per-
cibían más, en un país muerto bajo la esclavitud. Las máquinas eran in-
utilizadas, los almacenes pillados; quedaban sólo vestigios de la antigua
grandeza. En las ciudades casi desiertas, no se veían más que algunos bru-
tos pastando; no se oía sino el llanto de las esposas, los insultos brutales
del soldado, los lamentos desmayados de la mujer, del niño, del anciano,
que expiran de la hambre.C- [24] La virtud, los talentos, la población, las
riquezas, el mismo bello sexo, es condenado o padece. Los delitos, la dela-
ción, los asesinatos, la brutal venganza y la miseria se aumentan. El mismo
jefe que premia a un embustero delator, desprecia o castiga al hombre
firme, que se atreve a sostener el lenguaje de la verdad. Los que acaloran
56
sus pasiones, los que adulan su vanidad, los que quieren bañarse en la
sangre inocente, forman su consejo y son sus oráculos. Así el sistema de
la ferocidad crece gradualmente; de las perfidias, del robo y la violencia, se
pasa a mayores excesos. Viendo que para su crueldad los hombres mueren
lentamente en las prisiones, los llevan ya sobre los suplicios; y aun éstos
exigiendo demasiado aparato, y no haciendo correr tanta sangre como de-
sean, se destruyen los pueblos enteros; se inventan torturas; se prolongan
los últimos dolorosos instantes de los sacrificados, por medios desconoci-
dos hasta ahora de los genios más implacables.
Aragua en el Oriente es el nuevo teatro de las atrocidades; Zuazola es
el jefe de los verdugos; hombre detestable, si la especie de sus iniquidades
puede hacerle contar entre nuestros semejantes. Todo cae bajo sus golpes
y no han vuelto a encontrarse los que habitaban a Aragua. Jamás se ejecutó
carnicería más espantosa. Los niños perecieron sobre el seno de las ma-
dres; un mismo puñal dividía sus cuellos. El feto en el vientre irritaba aun
a los frenéticos; le destrozaban con más impaciencia que el tigre devora su
presa. No sólo acometían a los vivientes; se podía decir que conspiraban
a que no naciesen más a ocupar el mundo. El feto encerrado en el seno
maternal era tan delincuente al juicio del español Zuazola. y sus compañe-
ros, como las mujeres, los ancianos y los demás habitantes de Aragua. La
localidad de este pueblo en lo interior de los Llanos, muy distante de las
capitales, no le hizo tomar parte alguna activa en las innovaciones políticas.
Sin embargo, su población fue aniquilada horriblemente; se recreaban los
españoles en considerar los tormentos; los variaban; pero en todo dilata-
ban por el arte más perverso los sufrimientos de la naturaleza. Desollaron
a algunos arrojándolos luego a lagos venenosos o infectos; despalmaban
las plantas de otros; y en este estado les forzaban a correr sobre un suelo
pedregoso; a otros sacaban íntegras con el cutis las patillas de la barba; a
todos, antes o después de muertos, cortaban las orejas. Algunos catalanes
de Cumaná las compraban a precio de dinero para adorno de sus casas;
regalarse en su vista; acostumbrar sus esposas e hijos a la rabia de sus
sentimientos.
La historia nos había hablado de las proscripciones que la ambición
de los tiranos, el temor o el odio habían dictado; el vil regocijo de otros,
contemplando multitud de cadáveres de los que habían hecho morir sus
órdenes; pero eran sus enemigos; creían éstos los medios seguros de afir-
mar sus usurpaciones. Romper el vientre que lleva el germen de un nuevo
ser; dar martirios inauditos a infantes, a vírgenes, estaba sólo reservado
a nuestros tiranos. La España únicamente ha desplegado este resorte, y
57
nosotros los funestos ejemplos, que le han hecho conocer.
Las victorias de los héroes de Maturín hacen transportar el sitio de
la escena a Espino, Calabozo y Barinas. Cada día eran conducidos a los
cadalsos nuestros compatriotas más ilustres. Estos espectáculos nos hu-
bieran presentado todos los días, si las huestes granadinas, vencedoras ya
en los campos de Cúcuta y Carache, no hubieran volado a libertarnos.
Ni la constante superioridad de las armas libertadoras, ni el orgullo que
inspira la victoria, ni el recuerdo reciente de tantos ultrajes alteran en los
jefes vencedores la generosidad de principios, que tanto nos separa de
nuestros enemigos. La clemencia del conquistador accede a la capitula-
ción propuesta por el Gobernador Fierro, cuando era un delito solici-
tarla; y si antes nos asombraron las crueldades que cometieron contra
el pueblo venezolano, ahora no se concebirá, cómo las volvieron contra
la clase más comprometida de ellos mismos, abandonándola a nuestros
resentimientos, y haciendo nula la capitulación que la protegía. Todos los
prisioneros españoles quedaron a discreción. Monteverde por sí mismo no
dudó expresarlo. Rehusó sancionar las capitulaciones concedidas a Budía y
Mármol; y declaró a la faz del mundo, que no tuvieron autoridad para ha-
cerlas. Debían pagar con sus cabezas, la magnanimidad los salvó. Aún más
extremados nosotros en la generosidad que ellos en la traición, se propuso
al jefe de Puerto Cabello hacerla extensiva a aquella plaza, intimándole en
caso de no ceder a la razón y a la necesidad, que serían exterminados todos
los individuos pertenecientes a la nación española.
Su denegación no fue bastante a hacernos cumplir las amenazas, y
muchos de los que gozaban una plena libertad, correspondieron con pasar
a los valles del Tuy. y Tacata, al bajo Llano, y al Occidente, donde encen-
dieron esas insurrecciones las más llenas de crímenes, cuyos tristes resul-
tados se harán sentir por muchos años, ascendiendo a más de diez mil el
número de los que han privado de la existencia desde el mes de setiembre
de 1813, en que arribó a nuestras costas la expedición de España.
¡Qué horrorosa devastación, qué carnicería universal, cuyas señales
sangrientas no lavarán los siglos! La execración que seguirá a Yáñez y Bo-
ves será eterna como los males que han causado. Partidas de bandidos
salen a ejecutar la ruina. El hierro mata a los que respiran; el fuego devora
los edificios y lo que resiste al hierro. En los caminos se ven tendidos
juntos los de ambos sexos; las ciudades exhalan la corrupción de los inse-
pultos. Se observa en todos el progreso del dolor en sus ojos arrancados,
en sus cuerpos lanceados, en los que han sido arrastrados a la cola de los
caballos. Ningún auxilio de religión les han proporcionado aquellos, que
58
convierten en ceniza los templos del Altísimo y los simulacros sagrados.
En Mérida, en Barinas y Caracas apenas hay una ciudad o pueblo que no
haya experimentado la desolación. Pero la capital de Barinas, Guanare,
Bobare, Barquisimeto, Cojedes, Tinaquillo, Nirgua, Guayos, San Joaquín,
Villa de Cura, valles de Barlovento, pueblos más desgraciados; algunos
han sido consumidos por las llamas, otros no tienen ya habitantes. Barinas,
donde Puy pasa a cuchillo quinientas personas, y hubieran sido setenta y
cuatro más, si la pronta entrada de nuestras armas en aquella ciudad, no
hubiera quitado el tiempo necesario a los verdugos para llenar su ministe-
rio infernal; Guanare y Araure donde Liendo y Salas, bienhechores de los
españoles, son los más maltratados al recibir sus golpes asesinos; Bobare
donde trozaron las piernas y los brazos de los prisioneros hechos allí mis-
mo y en Yaritagua y Barquisimeto.
A tantos motivos de indignación se añadió el descubrimiento de una
conspiración de los prisioneros de La Guaira, después de nuestra derrota
del 10 de noviembre de 1813 en Barquisimeto, conspiración justificada
plenamente, aun con pruebas reales halladas en las armas que nos ocul-
taban, en las Ilmaduras de los cerrojos de las prisiones, y de los grillos
de los que los tenían. Un perdón concedido prescindiendo de la vindicta
pública, se empleó como el noble medio de disuadirlos para siempre de
sus intentos, confundida su delirante audacia, con la severidad descargada
sobre diez de los principales corifeos.
Desde el primer asedio de Puerto Cabello los españoles exponen ine-
vitablemente a nuestros fuegos a los prisioneros de los pontones, esas
antiguas víctimas del engaño cerca de dos años arrastrando las cadenas
o feneciendo por la falta de alimento o por fatigas penosísimas. Nuestra
venganza es promover un canje a favor de sus prisioneros, proposición
seis o siete veces hecha por nosotros, y otras tantas repulsada, no obs-
tante que las últimas significaban la resolución de terminar la vida de los
prisioneros, si no se aceptaban conforme a los usos de la guerra. Aquella
abominación se repitió en estos días;’ era preciso usar ya de las represalias;
y por haber colocado de igual suerte a los prisioneros españoles, cuatro
de los infelices que oprimían fueron al punto fusilados. Ellos mismos nos
instruyeron de sus nombres, de Pellín, Osario, Pulido, Pointet. Un supli-
cio ha puesto límites a sus largos sufrimientos y sus cenizas descansan ya
de las agonías en que gimieron. Se reiteraron las proposiciones de canje;
fueron igualmente desechadas. Casi todos los parlamentarios, que sobre
la fe ofrecida por ellos mismos fueron los conductores, el venerable Pres-
bítero García de Ortigoza entre ellos, han sido detenidos, violentamente
59
encarcelados, algunos azotados y destinados a los trabajos públicos. ¿Qué
raza de monstruos serán los españoles, cuya sed de sangre no exceptúa a
sus mismos cómplices? No hay especie de atentado, no hay violación, no
hay alevosía que no hayan cometido por todas partes para empeñarnos sin
duda a tomar las represalias sobre sus compatriotas aprisionados. Más ha
podido nuestra paciencia que sus provocaciones, hasta que la seguridad
pública vacilante ha exigido sacrificarlos para afianzarla.
De acuerdo los prisioneros de La Guaira con Boves, Yáñez, y Rosete,
las combinaciones de la sedición habrían preponderado, si la Providencia
no hubiera puesto en nuestras manos la luz que nos ha guiado en las tinie-
blas del crimen. Yáñez por Barinas, Boves por la Villa de Cura, Rosete por
Ocumare nos acometen. El complot de los prisioneros se revela entonces
contra el Gobierno y uniéndose al convencimiento de él, los clamores,
más vehementes que nunca, del pueblo, se dispuso su decapitación. Al
mismo tiempo Rosete, llevando a efecto por su parte la liga celebrada, da
horrible fin a los hijos de Ocumare. Unos son mutilados sin diferencia de
sexo, ni edad: tres en el templo y sobre los altares; trescientos troncos de
nuestros hermanos están esparcidos en las calles y cercanías del peque-
ño pueblo; en las ventanas y en las puertas clavan aquellas partes de sus
cuerpos que el pudor prohibe nombrar. Esta noticia hace volar nuestras
armas en defensa de la humanidad, cuando Rosete distante de Caracas
sólo el tránsito de siete horas, se aproximaba con la confianza de que hu-
bieran verificado su rompimiento los que ya habían sido ejecutados; pero
el infame, huyendo tan cobardemente como era cruel, nos abandona hasta
sus papeles. Vemos ratificada en ellos la conspiración de los prisioneros
españoles. Por sus planes, sorprendiendo las guardias que los vigilaban,
y apoderándose del puerto, debían por allí cooperar a la disolución de
nuestras fuerzas. La suerte del pueblo de Ocumare, iba a ser la de todos
los pueblos de Venezuela. Algunos pocos a quienes hubieran conservado,
quizá para su servicio, debían ser marcados en el rostro con una P para su
perpetua afrenta.
Después que la luz de la verdad nos hizo entrar en el secreto de sus
maquinaciones, abrigarlos por más tiempo en nuestro seno, era abrigar las
víboras, que nos soplaban su aliento emponzoñado; era asociarse a sus
crímenes; era dejar subsistir sus tramas; era aventurar manifiestamente el
destino de la República, cuya pérdida anterior la causó la sublevación de
los prisioneros españoles en el castillo de Puerto Cabello, que dominán-
dole el primero de julio de 1812, hicieron sucumbir en el instante el resto
de Venezuela. La justicia y la humanidad debían triunfar de sus negros
60
proyectos.
Yáñez fue descuartizado en Ospino en el ardor del combate; Boves
fue vencido en La Victoria; las cuadrillas de Rosete disipadas en Ocumare,
y los prisioneros castigados con la última pena. Las fuerzas que se distraían
en la custodia de éstos, han podido con seguridad salir al campo a batir al
enemigo.
Mucho tiempo habló en vano por ellos la generosidad; mucho tiempo
el Gobierno se hizo sordo a las voces del pueblo; se preparaba aún a de-
portarlos para hacerles gozar en otras regiones la libertad. Una serie con-
tinuada de atentados se había disimulado por nuestra parte; proposiciones
de canje se hicieron para salvarlos. Hemos tenido que arrepentimos de
tanta indulgencia; los que nos debían la vida han urdido contra la nuestra.
Nuevos crímenes, nuevas perfidias han producido en los días de la libertad
alrededor y en medio de nosotros, males más grandes que los anteriores.
Los prisioneros españoles han sido pasados por las armas, cuando su
impunidad esforzaba el encono de sus compañeros; cuando sus conspira-
ciones en el centro mismo de los calabozos, apenas desbaratadas, cuando
resucitadas, nos han impuesto la dura medida a que nos había autorizado,
mucho tiempo ha, el derecho de las represalias. Para contener el torrente
de las devastaciones, para estancar esa inundación de sangre humana, de
que la autoridad suprema es responsable ante la divina, ha dado un ejem-
plo que escarmiente a los demás, apoyados hasta ahora en que la benigni-
dad, que había sido el escudo de aquéllos, defendería a ellos mismos.
¿Cuál ha sido el blanco de tantas traiciones, crueldades, conspiracio-
nes, perfidias, transgresiones repetidas de las leyes, de los pactos, del dere-
cho de las naciones, y de esa devastación de Venezuela, que nunca la pluma
podrá describir? No aspiran a establecer un imperio; es su objeto arruinar-
lo todo. La tiranía misma, para que pueda existir, está obligada a conservar.
Las plantaciones, los ganados, las obras del arte, las preciosidades del lujo,
la opulencia de las ciudades son el incentivo de los conquistadores. Los
españoles no son ni estos conquistadores; son las bandas de tártaros que
quieren borrar los rasgos de la civilización, echar por tierra con su hacha
salvaje los monumentos de las artes, sufocar la industria, las mismas ma-
terias de primera necesidad. Su deseo no es más que una perseverancia de
crueldad, un instinto de maleficencia que les hace ejercer su barbaridad
contra sí mismos. ¡Ved pues, venezolanos, las ventajas que os brindan esos
jefes, que veíais aun antes de la revolución como a facinerosos. Vosotros,
incautos, que seguís sus banderas! Reflexionad sobre el premio que vais a
recibir: ser envueltos en un exterminio absoluto. Cuando el germen de las
61
generaciones estuviera anonadado; cuando las ciudades fueran escombros,
estuviera aniquilada la misma naturaleza; entonces dejando a Venezuela
para guarida de los animales, satisfechas las miras de los españoles, irían
a esas otras regiones de la rica América a consumar la destrucción del
Nuevo Mundo. El origen de esta evidente empresa se desenvuelve en Ve-
nezuela, México y Buenos Aires para cubrir al fin los puntos intermedios.
¡Pueblos de la América! leed en los acontecimientos de esta guerra las
intenciones españolas; meditad sobre el destino que se os prepara. Para no
desaparecer, decidid qué partido os queda. ¡Naciones de la tierra! que no
queréis ciertamente que sea extinguida una mitad del mundo; conoced a
nuestros enemigos; vais a inferir la inevitable alternativa de que ellos o no-
sotros han de ser inmolados. Seréis justas; un corto número de advenedi-
zos no debe prevalecer sobre millones y millones de hombres civilizados.
Vosotros aplaudís ya nuestra última indispensable sentencia, y el sufragio
del universo es lo que más la justifica.
62
Nº 10
Proclama de Bolívar a
los venezolanos*
San Mateo, 24 de marzo de 1814
V enezolanos:
Cuatrocientos soldados de la Nueva Granada en menos de dos
meses rompieron las cadenas que el pérfido Monteverde os puso;
y un puñado de venezolanos arrolló en Maturín los batallones españoles
más numerosos. El Ejército Libertador de Venezuela ha destruido las tro-
pas de Salomón en Bárbula, las Trincheras y Vigirima; ha reconquistado
el Occidente de Caracas y sus Provincias con la sola batalla de Araure. En
el Mosquitero se decidió de la suerte de los Llanos. Pero sucesos inespe-
rados y funestos nos han privado de los Llanos y del Occidente, sin que
los enemigos hayan triunfado más que de Aldao y Campo Elías. De resto,
si hemos abandonado territorios, ha sido siempre venciendo, salvando el
honor y las armas de la República. Nada ha tomado el enemigo por la
fuerza. La incomunicación en que han puesto a nuestros ejércitos las par-
tidas de bandidos que cubren las inmensas Provincias que ocupábamos,
han reducido a nuestras tropas a carecer de municiones, de alimentos y
de noticias. Los bandidos han logrado lo que ejércitos disciplinados no
habían obtenido.
Estos infortunios no deben intimidaros, Venezolanos, pues tenéis
soldados impertérritos que saben vencer por la Libertad o morir en el
campo, antes que entregaros al furor de los monstruos que vienen a des-
truiros, porque sois americanos, porque sois libres, porque sois hombres
y no esclavos. Confiad en vuestros defensores y vuestra confianza no será
burlada. Yo os lo protesto por los manes sagrados de Girardot, Rivas Dá-
vila, Villapol y Campo de Elías, vencedores en Bárbula, La Victoria y San
Mateo. Que, ¿podréis olvidar que quedan aún a la República los invenci-
bles de Occidente, los destructores de Boves y los héroes de Oriente, tres
ejércitos capaces, ellos solos, de libertar a la América entera, si la América
entera estuviese sometida al sanguinario imperio español?
¡Venezolanos! No temáis a las bandas de asesinos que infestan vues-
tras comarcas, y son los únicos que atacan vuestra libertad y gloria; pues el
Dios de los ejércitos concede siempre la victoria a los que combaten por la
63
justicia; y jamás protege largo tiempo a los opresores de la humanidad.
Así todos los pueblos del mundo que han lidiado por la libertad han
exterminado al fin a sus tiranos.
Cuartel General Libertador de San Mateo, 24 de marzo de 1814.
4° y 2°.
SIMÓN BOLÍVAR
64
Nº 11
Boletín del Ejército Libertador de Venezuela, N° 46*
San Mateo, 27 de marzo de 1814
D
Boletín del Ejército Libertador de Venezuela. N° 46.
espués de la derrota total que ha sufrido el enemigo en la acción
del 25 en que nuestras tropas le persiguieron hasta sus mismas
posiciones, parecerá extraño que las conserve, en tanto que este
ejército permanece en la inacción; pero la sorpresa del público cesará lue-
go que se expliquen las causas que han impedido desalojarle de las alturas
y destruirle completamente.
El fuego, que rompieron generalmente nuestras líneas a las 8 de la
mañana del 25 con una viveza extraordinaria, se sostuvo con el mismo
ardor hasta las cinco de la tarde, lo que agotó nuestras municiones en
términos que al llegar a las posiciones ordinarias del enemigo, nuestras
tropas, que le perseguían, tuvieron que dejar de hacerlo, por no haber ya
ni un cartucho que quemar. Además la táctica del Libertador ha sido en
nuestra actual situación mantener la línea defensiva, resuelto a no tomar
la actitud ofensiva, mientras que el ejército de Oriente a las órdenes de
su invicto Jefe, General Santiago Mariño no venga sobre la espalda de
Boves, para que rodeado por todas partes no puedan escapar ni los dis-
persos de sus tropas, que vienen siempre a ser los bandidos que asaltan
a las pequeñas poblaciones y a los caminantes; y con tanta más razón,
cuanto que nuestra caballería no puede perseguir la suya con suceso; pues
nuestros caballos, menos frescos que los suyos, no pueden igualarlos en
velocidad. La caballería del Oriente, superior en número y en disciplina,
y con mejores caballos que la española, debe exterminarla absolutamente;
cuya operación será ejecutada dentro de tres o cuatro días, que son los que
bastan al Jefe de Oriente, General Mariño, para ocupar la Villa de Cura y
extender hasta Magdaleno y Güigüe su línea de más de cinco mil hombres,
sin contar con su ala izquierda, que ella sola es el mayor ejército que se ha
visto en Venezuela.
Estas extraordinarias ventajas se deben al plan defensivo de nuestro
ejército, que en cuatro acciones generales y siete escaramuzas que ha teni-
do en la línea de La Victoria y San Mateo, ha logrado, con fuerzas siempre
inferiores, batir las superiores de Boves, que aumentadas después de la de-
rrota de la Puerta hasta más de cuatro mil hombres, apenas alcanzan hoy a
65
mil caballos, cuatrocientos fusileros y otros tantos lanceros.
Anoche ha llegado a este Cuartel General la primera remisión de
municiones y el aviso oficial de la reunión de la ala derecha del ejército,
mandada por el Coronel Bermúdez, a nuestra ala izquierda del Tuy, por
el Coronel Leandro Palacio. La División de este ejército que obraba en el
Tuy, después de haberse unido en Camatagua con el mismo Jefe de Orien-
te, General Mariño, ha seguido siempre en unión de su gran ejército para
la Villa de Cura.
Los vencedores de Güiria y Maturín, libertadores del Oriente, han li-
bertado del mismo modo la más grande parte de nuestros Llanos, vencien-
do a los tiranos de Tucupido, Agua Negra, Corocito, Cabruta, y Lezama.
Los restos de Rosete, huyendo de la persecución de nuestras tropas,
dieron con la División del Coronel Bermúdez, quien los cortó y destrozó
enteramente.
Los cuatro oficiales que tuvieron el honor de ser heridos en la acción
del 20 en Ocumare, y cuyos nombres ofrecimos publicar, lo han sido el
Teniente Francisco Roza, de Cazadores de Caracas, el Subteniente Carre-
ño, Ayudante del Coronel Palacio, el Ayudante José Mota, y el Subteniente
Justo Vera, de Barlovento.
El Mayor General interino Tomás Montilla recomienda el mérito de
los que se han distinguido en la acción del 25, y son todos los individuos
de la artillería, de la infantería, el Teniente Coronel Ramón Ayala y muy
particularmente el Capitán Echabarreneta, de caballería de Maturín, y a
quien destinó a la infantería, y el Subteniente Lovera; y de caballería el Co-
mandante General José Jugo, los de escuadrón Sedeño y Tovar; el Capitán
Luciano González, el Teniente Báez, de Dragones, el Ayudante General
Marcelino Plaza, y el Ayudante Briceño.
Cuartel General Libertador de San Mateo, 27 de marzo de 1814. 4°
y 2°.
66
Nº 12
Proclama del Libertador a los
soldados del Ejército de Oriente*
S
Proclama
oldados del Ejército de Oriente: Vuestro General Mariño que conci-
bió el más sublime proyecto que pueda entrar en el genio de un mor-
tal, animado de los más heroicos sentimientos, honor del corazón
humano, arrostró desde las riberas marítimas de Güiria, con cuarenta ami-
gos, el poder de los tiranos que oprimían las vastas Provincias de Venezue-
la. En Maturín quedaron disipadas por vosotros las bandas mercenarias de
la España; y siguiéndose unas a otras victorias, podíais gozar a la sombra
de la paz, la gloria y la libertad adquiridas. Pero no es el destino de vuestro
invicto General el reposo, sino los trabajos marciales; ni la gloria de haber
libertado al Oriente, sino también al Occidente. No sois tampoco vosotros
esos soldados mercenarios que venden a precio su sangre en el campo de
batalla. Sin sueldos, sin más recompensa que la de romper las cadenas que
agobiaban a vuestros hermanos, habéis llevado vuestras invencibles armas
por todos los Llanos que han sido reconquistados por vuestros triunfos; y
en la jornada inmortal de Bocachico dada en el lugar que tradicionalmente
se conoce como “Bocachica”. ha quedado destruido por vuestra sola pre-
sencia y sin esfuerzo ninguno, el ejército más numeroso, más formidable
que ha amenazado nuestra libertad, y que hasta entonces había protegido
la fortuna. Yo he suplicado, soldados generosos, al General bajo el cual
habéis vencido, os conceda un escudo cuyo mote diga: Libertadores de
Caracas en Bocachico. No sois dignos de otra recompensa, que de la que
pueda colmar los votos de los héroes. Esta es la de hacer más beneficios a
vues¬tros compatriotas. Volad, pues, valerosos, a libertar a Puerto Cabe-
llo, lo que consolidará la República venezolana que os deberá la existencia.
Cuartel General Libertador de La Victoria, abril 6 de 1814. 4° y 2°.
SIMÓN BOLÍVAR
67
Nº 13
Boletín del Ejército Libertador de Venezuela, N° 51*
Cuartel General de Valencia, 18 de mayo de 1814
D
Boletín del Ejército Libertador de Venezuela. N° 51.
espués que nuestro ejército habiendo hecho retirar al de Ceballos
sobre San Carlos, volvió a ocupar su posición en esta ciudad,
no ha habido otro movimiento hasta el 16 de éste, en que se
movieron hacia ella las tropas enemigas, que habían llegado al Tocuyito,
mandadas esta ocasión por Cagigal. En consecuencia, tanto las tropas de
Oriente como de Occidente, dirigidas por SS.EE. los Generales Bolívar y
Mariño, salieron en la tarde del mismo día con el designio de encontrar al
enemigo, y camparon al cuarto de legua de marcha. En la noche por un
soldado del ejército español que pasó a nuestro campo fuimos instruidos
de sus intenciones, que eran las de atacar a esta ciudad. Al amanecer del
día 17 nuestro ejército siguió hacia el Tocuyito, dispuesto en cuatro Divi-
siones. La de vanguardia al mando del Coronel Francisco Bermúdez, la
del centro al del Coronel Manuel Valdés, la de retaguardia al del Coronel
Florencio Palacio, y la de reserva al del Coronel Leandro Palacios. Antes
de haber marchado dos leguas se descubrió al enemigo, y en una extensa
llanura, que sólo tenía a la derecha un bosque, desplegó nuestro ejército
en batalla, formando la vanguardia la ala derecha, a poca distancia del
bosque; y permaneciendo el cuerpo de reserva a cien pasos de nuestra
línea. La del enemigo formó en batalla sobre nuestro costado izquierdo,
amenazando su ala derecha, compuesta toda de caballería, de envolvernos
por la espalda. SS. EE. ordenaron entonces que nuestra línea hiciese frente
a la del enemigo, dando un cuarto de conversión sobre el costado derecho,
apoyada su espalda sobre el bosque. El enemigo que venía a las manos se
intimidó con este movimiento; y sólo atacó nuestra ala derecha, y nuestra
espalda por el bosque con sus cazadores, y empeñó por el frente un fuego
de artillería. Aunque el mayor número de sus cazadores atacó el costa-
do derecho, fueron puestos en precipitada fuga por una sola compañía,
a cuya cabeza estaba el mismo Coronel Bermúdez y cuyo Capitán Abin
se distinguió. Igualmente desaparecieron en dispersión los que intentaron
emboscarse por nuestra espalda; y el fuego de la artillería duró muy corto
tiempo, porque nuestros tiros bien dirigidos desordenaron una parte de
su ala derecha, causándole mucho estrago; lo que los obligó a retirarse;
pero persiguiéndolos con atrevimiento los carabineros y dragones. Nues-
68
tra pérdida fue la de un Sargento muerto y cuatro soldados heridos. El
día 18 aunque algunas partidas nuestras provocaron al enemigo para que
saliese de su línea, se mantuvo constantemente a la defensiva en una po-
sición inexpugnable. En consecuencia SS.EE. volvieron por la tarde a las
de esta ciudad, cuyo movimiento obliga a aquél o a presentarse a combate
en el campo o a retirarse hacia San Carlos, lo que hace igualmente segura
su pérdida.
Esta operación ha sido dictada tanto por libertar a nuestras tropas
de las continuas lluvias que las afligían en el campo de Guataparo, cuanto
por animar al enemigo a que abandone sus posiciones, que le son harto
favorables.
Nuestra caballería ha triunfado de la enemiga, que aunque superior
en número, la nuestra lo es en valor, pericia y audacia militar. Se han dis-
tinguido sobre todo el Comandante General de la caballería José Jugo, el
aventurero Miguel Ezra, el Capitán Ganga, el Teniente Brillet, el Capitán
Joaquín Espinoza; los oficiales de Maturín Teniente [sic] Francisco Car-
bajal, Teniente Coronel Calderón, Capitán Monagas, Teniente Coronel
Cedeño y Teniente Coronel Antonio Arrioja, los Capitanes Fernández y
Vázquez, y el Ayudante mayor de Dragones Fumar.
Por el Mayor General,
ANTONIO MUÑOZ TEBAR
Secretario de guerra.
69
70
Documentos de 1815
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Nº 14
Oficio del Libertador Simón Bolívar dirigido al Secre-
tario de la Guerrra, con nuevos requerimientos para
proveer de armas y municiones al Ejército, en vista de la
situación de Venezuela, después de la muerte de Boves*
P
Ciudadano Secretario de guerra.
or el correo que ha llegado de Cartagena se han recibido algunas
cartas, que refiriéndose al dicho de los emigrados que llegaban de
San Thomas aseguran que en una acción dada el 5 de diciembre
murió Boves, pero que murieron igualmente todos nuestros Jefes, que se
destruyó nuestro ejército enteramente, y que fue arrasado Maturín.
La muerte de Boves es un gran mal para los españoles, porque difícil-
mente se encontrarán reunidas en otro las cualidades de aquel Jefe; pero
mayor es el que nos ha sucedido con la pérdida de los nuestros, y con la
falta del ejército que divertía al enemigo por el Oriente. Libres ya de aquel
cuidado, los enemigos volverán hacia esta parte, y el Reino sufrirá ahora
una guerra de invasión. Es necesario prepararnos a resistirla; es necesario
formar y organizar buenos ejércitos; y por fortuna no carecemos entera-
mente de los medios para ello; ni aun de armas si se repiten estrictamente
las órdenes a Cartagena para que se pongan a mi disposición las existen-
tes allí, y que yo pueda mandar al interior las que me sea posible. Que
se hagan construir infinitas lanzas; que se formen reclutas; que se hagan
elaborar todas las balas y pólvora, y los demás preparativos necesarios;
que nada se omita, señor, por ponernos en estado de defensa; o más bien
para hacernos capaces de invadir, que es la mejor defensa. El Gobierno
sabe el estado a que ha quedado reducida Venezuela; libremos al Reino de
semejantes horrores.
Es necesario aumentar abundantemente nuestro armamento; y para
esto no hay más que mandar buscar a las colonias cuantos fusiles sea po-
sible. Si las rentas del Estado están agotadas, los particulares, las insti-
tuciones, las iglesias tienen alhajas de valor; y debe apreciarse en más la
existencia de los individuos que una pompa inútil. La Nueva Granada será
atacada con veinte mil hombres a lo menos; y sólo una invasión por la
parte de Coro, por otro ejército muy fuerte, podrá disminuir o retardar
72
aquel ataque.
Dios guarde a VS. muchos años.
Cuartel General de Mompox, febrero 17 de 1815.—5°.
SIMÓN BOLÍVAR.
[Nota al margen:] Santa fé, 8 de marzo de 1815. Enterado; y que por
lo mismo se hace cada vez más urgente la toma de Santa Marta, para lo
que no perderá instante, ni se distraerá a otro objeto, para que de este
modo empiece allí la libertad de Venezuela. (Hay tres rúbricas). Rodríguez.
(Rúbrica). Fho. en id.
* Del original. Archivo del Libertador, Vol. 22, folio 71. La firma y rúbrica del
Libertador son autógrafas. El texto del documento está escrito de puño y letra de
José Rafael Revenga. La nota marginal es de letra de amanuense no identificado.
La firma y rúbricas son autógrafas. En el mismo volumen, folios 245 v°-246, está
transcrito el documento en el Libro Copiador, de letra de amanuense.
73
Nº 15
Acta de reconocimiento del Libertador como Jefe Su-
premo de la Repúbica y de sus ejércitos, en la Asamblea
realizada en la Villa del Norte de la Isla de Margaria*
E
Isla de Margarita, 6 de mayo de 1816
n la Villa del Norte de la isla de Margarita, a seis de mayo de mil
ochocientos diez y seis, reunidos en la Iglesia Parroquial de di-
cha Villa los Excmos. Sres.: Capitán General Simón Bolívar como
Presidente; Generales en Jefe Santiago Mariño y Juan Bautista Arismendi,
el de División Manuel Piar, el de Brigada Gregorio MacGregor, el Inten-
dente General del Ejército Francisco Zea; los Jefes del Estado Mayor del
Ejército de Margarita, Comandante General, Teniente Coronel Francisco
Esteban Gómez; el Mayor General, Teniente Coronel Pablo Ruiz [8], el
Sargento Mayor de Infantería Teniente Coronel José Maneiro [9]; el Co-
mandante General de Caballería, Teniente Coronel José Celedonio Tubo-
res, el Mayor General de la misma Teniente Coronel Francisco Morales,
el Sargento Mayor Policarpo Mata, y el Presidente del Gobierno Político
Provisorio Francisco Sánchez y los Coroneles Expedicionarios Manuel
Valdés, Luis Ducoudray, Pedro María Freytes, Sebastián Boé, Vicente Lan-
daeta, Miguel Martínez y Pedro Ramón Chipia, abrió la sesión el Excmo.
Señor Capitán General exponiendo en un discurso que sin embargo de
que el Excmo. Señor General en Jefe Juan Bautista Arismendi generosa-
mente le había cedido la Presidencia de la Junta, renunciaba si ésta tenía
a bien elegir otro. El General Arismendi votó el primero confirmando la
Presidencia en el Capitán General y el resto de la Junta siguió unánime-
mente su voto.
El Excmo. Señor Presidente manifestó en seguida a la Junta que el ob-
jeto principal para que se había reunido era elegir un jefe único que fuese
reconocido como Supremo de la República y de sus Ejércitos y se nom-
brase un segundo que deba sustituirlo en caso de muerte. En el mismo dis-
curso hizo una ligera relación de los sucesos que lo obligaron a abandonar
por algún tiempo a su país; de la generosa protección con que le acogió
el Presidente de Haití, permitiéndole reuniera en aquella República a los
restos dispersos de Venezuela y Cartagena, para venir a auxiliar a esta Isla,
con una expedición cuyo mando y dirección se la confirió por acuerdo de
74
una Junta celebrada en Los Cayos. Concluyó deponiendo en manos de la
Junta la autoridad que ha ejercido, y pidiendo se le permitiera retirarse de la
sesión para que los miembros de la Junta tuviesen en su ausencia una más
plena libertad. El Excmo. General Juan Bautista Arismendi tomó entonces
la palabra: Demostró que era innecesaria la separación y que todos los
Jefes presentes podían libremente exponer sus opiniones.
La Junta se adhirió toda a este voto y el Excmo. Señor Presidente
permaneció en la Sala. El General Arismendi continuando su discurso
manifestó a la Junta que él había cedido ya el mando al Excmo. Señor Pre-
sidente y ratificaba la cesión recomendándole de nuevo como Jefe Supre-
mo de la República de Venezuela; protestó que en lo sucesivo deberá ser
aquélla una e indivisible, con desconocimiento de la anterior división de
Oriente y Occidente y se desnudó de la autoridad depositando su bastón
en manos del Presidente, quien no lo admitió hasta que los Jefes del Esta-
do Mayor del Ejército de esta Isla y los expedicionarios hubiesen discutido
y acordado quién debía ejercer esta Suprema Magistratura.
Después de haber oído a los primeros y exigida la votación de to-
dos, quedó sancionado unánimemente que la República de Venezuela será
una e indivisible, que al Excmo. Señor Presidente Capitán General Simón
Bolívar se elige y reconoce por Jefe Supremo de ella; y el Excmo. Señor
General en Jefe Santiago Mariño por su segundo. El Presidente aceptó la
elección que hacía en él la Junta para el honroso e importante cargo de
Jefe Supremo. Protestó que la salud de la patria era su único objeto y que
a ella consagraría sus desvelos y fatigas; igual aceptación hizo el segundo.
Resolvió luego la Junta a propuesta del Señor Presidente que habiendo en
el Ejército y en las varias partidas de guerrilla que sostienen la causa de la
libertad en el interior de Venezuela muchos jefes y oficiales de los cuales
algunos no tienen su nombramiento u origen legítimo mientras que otros
están privados por moderación de lo que justamente merecen, S. E. el Jefe
Supremo deberá legitimar a aquéllos y recompensar a éstos según el méri-
to de ambos. Pero muy particularmente resolvió con unanimidad la Junta
que el Excmo. Sr. General Arismendi sea ascendido al carácter de General
en Jefe, los Comandantes Zaraza, Sedeño, Rojas, Monagas, al de Genera-
les de Brigada y los Jefes de Estado Mayor de Margarita al de Coroneles,
quedando el señor Arismendi, encargado de proponer al Jefe Supremo los
demás jefes y oficiales del Ejército de esta Isla para que sean premiados
por éste, conforme a sus méritos.
El Sr. Presidente del Gobierno Provisorio de la Isla presentó a la con-
sideración de la Junta un expediente que leído por mí el Secretario de
75
orden del Sr. Presidente de la Junta, contenía un decreto del Excmo. Señor
General Arismendi estableciendo un Gobierno Político Provisional para
esta Isla compuesto por tres individuos removibles cada tres meses y en-
cargado además de la sub-delegación de las Rentas Nacionales. La Junta
después de oído el contenido del expediente y lo que se expuso en discu-
sión aprobó este establecimiento y lo sancionó en el carácter de provisorio
recomendando al mismo tiempo a S. E. el Jefe Supremo el arreglo de los
Gobiernos Políticos Provisionales que deberán instalarse al paso que se
vayan libertando las provincias.
La Junta terminó la sesión dando las gracias al Gobierno Provisional
de Margarita por su buena administración en el ejercicio de sus funciones
con lo que se concluye ésta que firmaron los Señores Presidente y Vocales
ante mí, el Secretario, que certifico. Simón Bolívar. Santiago Mariño. Juan
Bautista Arismendi. Manuel Piar. Gregorio Mac Gregor. Francisco Zea.
Francisco E. Gómez. Pablo Ruiz. José Maneiro. José Celedonio Tubo-
res. Francisco Morales. Po-licarpo Mata. Juan Francisco Sánchez. Manuel
Valdés. Luis Ducoudray. Pedro Freytes. Sebastián Boé. Vicente Landaeta.
Carlos Soublette. Miguel Martínez. Pedro Chipia. Pedro Briceño Méndez,
Secretario.
Es copia.
Carúpano, junio 9 de 1816.
Briceño Méndez,
Secretario.
*De un impreso moderno. En la oportunidad del Sesquicentenario
de la Batalla de Carabobo, el Ejecutivo del Estado Nueva Esparta publicó
el opúsculo “La huella del Libertador en Margarita”, La Asunción, 1971.
El tercer documento es el texto del Acta que reproducimos. No hay in-
dicación alguna respecto a la fuente utilizada para dicha reproducción. Se
había publicado anteriormente, en 1965, por el Concejo Municipal del
Distrito Gómez del Estado Nueva Esparta, en folleto intitulado “Home-
naje al Libertador y Padre de la Patria Simón Bolívar en el 182 Aniversario
de su Natalicio y con motivo de la Asamblea Nacional Bolivariana que se
celebra en Margarita”. Figura como primer documento de un grupo de
testimonios históricos, sin que se indique la fuente de donde ha sido toma-
do. Fue facilitado un ejemplar a la Comisión Editora por el Profesor Jesús
Manuel Subero. Del examen de ambas transcripciones deduce la Comisión
que es más correcta la del impreso de 1971, a pesar de algunas erratas. Es
la versión que ahora se reproduce.
En cuanto a la fecha de la Asamblea en la Villa del Norte las refe-
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rencias dadas por diversos autores son contradictorias. Francisco Javier
Yanes da la fecha del 4 de mayo en su “Memoria histórico-política sobre
la Isla de Margarita apoyada en documentos autógrafos (1810-1821) (Ms.
conservado en el Archivo Yanes, IV-XIX, f° 51 v°, Academia Nacional de
la Historia, Caracas), y así se reprodujo al ser publicada en el Boletín de la
Academia Nacional de la Historia, N° 86, Caracas, 1939. También da esta
fecha en la Historia de Margarita (Edición del Ministerio de Educación
Nacional, con prólogo de Luis B. Prieto. Caracas, 1948), aunque en el ma-
nuscrito conservado en el Archivo Yanes, está corregido el 4 por un 6 por
mano distinta al del copista del manuscrito. El propio Yanes da la fecha
del día 6 de mayo, en su Relación documentada de los Principales sucesos
ocurridos en Venezuela desde que se declaró Estado Independiente hasta
el Año de 1821 (Edición de Caracas, 1943, I, p. 302). Y en otra obra, la
Historia de la Provincia de Cumaná en la Transformación Política de Ve-
nezuela, desde el día 27 de abril hasta el presente año de 1821, el mismo
Yanes dice que la Asamblea se realizó el día 7 (Cf. Edición Ministerio de
Educación, Caracas, 1949, pp. 177-179, transcripción de Héctor García
Chuecos). Repiten la fecha de 7 de mayo, el historiador José Manuel Res-
trepo en su Historia de la Revolución de la República de Colombia en
la América Meridional (Edición del Ministerio de Educación Na-cional,
Bogotá, 1944, vol. IV, p. 374), Mariano de Briceño, Historia de la Isla de
Margarita (Edición del Ministerio de Educación, Caracas, 1970. p. 194) y
Tomás Cipriano de Mosquera, Memorias sobre la vida del Libertador Si-
món Bolívar (Edición de New York, 1853). Entiende la Comisión Editora
que esta confusión de fechas se aclara si se tiene en cuenta que el día 6 de
mayo como data de la Asamblea, tal como consta en el Acta, viene con-
firmado por el testimonio del General Juan Bautista Arismendi, testigo y
protagonista de la reunión, quien en su Proclama de 26 de mayo de 1816,
a veinte días del acontecimiento, dice: “Ya no hay en Venezuela más que
una familia, una República, un Supremo Jefe. Este fue el voto general de la
Asamblea del 6 de este mes”. No hay duda, pues, que la fecha que consta
en el texto del acta es correcta.
El General Mosquera (ob. cit.) da una referencia distinta de la Asam-
blea y dice que transcribe “las palabras del Libertador”. Por ello, la Comi-
sión decide reproducir también la versión de Mosquera.
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Versión del General Tomás Cipriano de Mosquera
78
Documentos de 1816
79
Nº 16
Carta de Bolívar al General Alejandro Petión, Presiden-
te de Haití, con informes pormenorizados
de la Campaña*
M onsieur le Président:
J’ai l’honneur de vous donner les détails de nos opérations mili-
taires depuis notre départ des Cayes. Nous avons pris plusieurs
petits bátiments espagnols pendant la traversée, et á notre arrivée á la Mar-
guerite, les forces maritimes ennemies, qui bloquaient le Port du Nord, ont
été également prises par nous aprés un combat violent de deux heures, et
dans lequel nous avons perdu quelques braves; le commandant Brion6 a
été blessé dans cette affaire, mais il est entiérement guéri. Les espagnols
ont abandonné leurs positions dans l’intérieur de l’ile, et se sont retranchés
dans les mornes qui bordent la mer, du cote de Pampatar. Nous avons
laissé cette ile animée du plus grand patriotisme, et avec des forces plus
que suffisantes pour écraser les espagnols qui y sont restes. Nous avons
effectué notre débarquement dans cette ville de la Cote Ferme; les espag-
nols qui l’occupaient ont pris la fuite, aprés una faible résistance. Tous les
créols [sic] qui se trouvaient á leur service se sont rangés sous la banniére
nationale; le lendemain de notre arrivée, quelques bátiments chargés de
marchandises euro-péennes, ainsi que de comestibles de toute espéce, sont
restes en notre pouvoir. Nos troupes occupent la ligne jusqu’á Güiria;
nous n’avons qu’á nous louer du caractére national qui anime les habitants.
J’ai envoyé le general Mariño á Güiria et le general Piar a Maturín, pour
chercher des hommes; nous en avons deja reçu quelques détachements,
et j’espere que le reste sera suffisant pour nous rendre maítres, avant peu,
de Cumaná1 et du pays. J’ai fait proclamer la liberté absolue de tous les
esclaves, irrunédiatement aprés notre arrivée. J’ai l’honneur de vous adres-
ser ci joint, les proclamations que j’ai faites, depuis notre séjour, tant á la
Marguerite qu’en cette ville. Veuillez, Monsieur le Président, me permettre
de vous témoigner toute ma reconnaissance pour l’intérét que vous portez
80
á notre pays, ainsi que pour les bienfaits sans nombre dont vous nous
avez comblés, et dont nous n’oublierons jamáis le souvenir. J’ai l’honneur
d’étre avec la plus haute considération, Monsieur le Président, de V.E., le
tres dévoué serviteur.
BOLÍVAR.
Traducción
Ejército de la Unión — Estado Mayor General
Cuartel general de Carúpano, a 10 de junio de 1816.
A S.E. el Señor Presidente de la República de Haití.
Señor Presidente:
Tengo el honor de dar a V.E. los detalles de nuestras operaciones
militares desde que salimos de Los Cayos
Durante la travesía apresamos varias embarcaciones españolas, y a
nuestra llegada a Margarita las fuerzas marítimas enemigas que bloquea-
ban el Puerto del Norte fueron asimismo apresadas por nosotros después
de un violento combate que duró dos horas y en el cual perdimos algunos
valientes; el comandante Brión fue herido en la refriega, pero ya está com-
pletamente restablecido.
Los españoles han abandonado sus posiciones en el interior de la isla
y se han atrincherado en los montes que bordean el mar del lado de Pam-
patar. Hemos dejado a esta isla animada del mayor patriotismo, y defendi-
da por fuerzas más que suficientes para destruir a los españoles que han
quedado allí.
Hemos llevado a cabo nuestro desembarco en esta ciudad de la Costa
Firme; los españoles que la ocupaban se dieron a la fuga después de una
débil resistencia. Todos los criollos que estaban a su servicio se han alis-
tado bajo la bandera nacional; al día siguiente de nuestra llegada, algunos
buques cargados de mercancías europeas y de víveres de toda especie,
cayeron en nuestro poder.
Nuestras tropas ocupan la línea hasta Güiria; no podemos sino felici-
tarnos del carácter nacional que anima a los habitantes.
He enviado al general Mariño a Güiria y al general Piar a Maturín a
levantar fuerzas; ya hemos recibido algunos destacamentos, y espero que
el resto será suficiente para adueñarnos dentro de poco de Cumaná y del
81
país.
He mandado proclamar la libertad absoluta de todos los esclavos in-
mediatamente después de nuestra llegada.
Tengo el honor de enviar a V.E. adjuntas las proclamas que he dado
desde nuestra llegada, tanto en Margarita como en esta ciudad. Permítame,
señor Presidente, que le exprese todo mi reconocimiento por el interés
que manifiesta V.E. hacia nuestro país y por las innumerables bondades
con que nos ha favorecido, y cuyo recuerdo nunca olvidaremos.
Tengo el honor de ser, con la mayor consideración, señor Presidente,
de V.E. muy humilde y muy adicto servidor.
BOLÍVAR.
82
Nº 17
Oficio de Bolívar al General Juan Bautista Arismendi
fechado en Carúpano el 11 de junio de 1816, con infor-
mación sobre la Camapaña e instrucciones para la acción
de Arismendi en la Isla de Margarita*
C
Al General Arismendi.
on fecha tres del corriente tuve la satisfacción de comunicar a V.E.
la ocupación de esta ciudad con todo su distrito y el de Río Cari-
be. Posteriormente han sido evacuados Yaguaraparo y Guarapiche,
que fueron ocupados inmediatamente por nuestras tropas. Güiria ha sido
evacuada también, y la guarnición española que había allí ha pretendido
reunirse en Cariaco con los enemigos, emprendiendo una retirada por
una senda que aunque muy fragosa y difícil los lleva no sin peligro. Yo
he tomado algunas medidas para cortarlos, y espero que lo lograré si no
abandonan el camino y toman el monte. El General Mariño ha marchado
con el General Piar, y algunos oficiales y tropas para Güiria. Su objeto es
acelerar la conclusión de la campaña, y venir volando a reforzarme con
las tropas que encuentre ya organizadas, [y] las que él mismo organice. El
General Piar debe seguir hacia Maturín, donde nos serán muy importantes
sus servicios.
Nada he perdonado por reunir algunos víveres con que auxiliar a V.E.
He destinado comisionados por todas partes en solicitud de ellos; pero el
país está tan solo, y las cosechas tan consumidas que no se encuentra casi
nada, y lo poco que se halla, no hay como traerlo a este Cuartel Gene-
ral. Sin embargo, V.E. debe estar satisfecho de que no se perdonarán los
medios de socorrer ese ejército. Las noticias que me participa V.E. en su
oficio de 2 de corriente, sobre la situación del enemigo en esa Isla, y las
que yo he adquirido aquí, me hacen creer que si a esta fecha no ha sido
evacuado Pampatar, lo será dentro de muy poco. Es necesario que V.E.
no pierda un momento en participarme este suceso inmediatamente que
tenga lugar, para enviar la Escuadra por V.E. y las tropas que no sean ab-
solutamente indispensables allí. V.E. tomará sus medidas en este caso para
que la Escuadra lo halle todo dispuesto a embarcarse, y nuestra reunión
sea cuanto antes.
Dios, &.
[SIMÓN BOLÍVAR]
* Del copiador. Archivo del Libertador, Vol. 23, folio 23 y vuelto.
83
Nº 18
Carta de Bolívar al General Alejandro Petión, Presiden-
te de Haití, anunciándole su llegada a esa isla y hacién-
dole amplio relato de los sucesos en Costa Firme*
A Jacmel, le 4 septembre 1816 a bord du brig l’Indio Libre.
A Son Excellence le Presiden! d’Ha’iti.
Monsieur le Président:
J ’ai l’honneur de vous annoncer mon arrivée ici, aprés avoir fait tout
ce qui était en mon pouvoir pour donner la liberté aux habitants de
la Cote Ferme; mais malheureusement, un enchainement de circons-
tances presque inexplicables m’a réduit á la situation de retourner dans
l’asile des hommes libres, et me placer sous la protection du plus magnani-
me des chefs républicains du Nouveau Monde. C’est comptant sur votre
grand caractére, que je me suis enhardi de me présenter une seconde ibis
á Hai’ti.
Si V.E. était d’un esprit moins sublime, je craindrais d’étre accablé de
reproches, et peut-étre plus encoré: car le monde ne juge des événements
et des hommes que par le résultat; sans rechercher les véritables causes qui
ont produit le bien ou le mal. Je n’abuserai pas de votre indulgence en vous
faisant un long récit; mais je suis obligé d’éclairer V.E. sur quelques traits
de notre expédition, pour effacer les fausses impressions dont on aurait pu
prevenir V.E. sur ma conduite.
Arrivé á la Marguerite, je fis une reconnaissance des postes en-nemis
qui se trouvaient alors, comme ils sont encoré aujourd’hui, presque aussi
bien garnis par le nombre de leurs troupes, que les positions des républi-
cains. II était impossible de chasser les espagnols de l’ile, parce [que] 1
notre forcé étant égale á la leur, ils avaient pour eux des fortifications im-
prenables. En conséquence, nous par-times pour le continent et arrivámes
á Carúpano, avec cent cinquante officiers, l’administration civile, quelques
domestiques, et tres peu de volontaires. Le tout se montant á trois cents
hommes. Carúpano est un village de la province de Cumaná qui aurait pu
me fournir cinq cents hommes; cependant je n’ai pu parvenir á en reunir
deux cents, parce que la tyrannie espagnole a anéanti tout ce qu’il y avait
de patrióte á Venezuela; et n’a laissé l’exis-tence qu’á des étres absolument
égoi’stes, ou fortement prononcés pour la cause du Roí. Notre situation
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á Carúpano fut á la fin critique. Mon corps ne se montait qu’á six cents
hommes y compre-nant un renfort que le general Mariño 2 m’envoya de
Güiria. Nos ennemis avaient rassemblé contre nous toutes leurs forces
de Cumaná; elles étaient beaucoup plus aguerries et leur nombre double
au moins de celles que j’avais. Notre amiral3 était pressé de tout cote par
les corsaires qui voulaient nous laisser sur cette cote (les ennemis avaient
deja une flottille de douze voiles). Je propose á l’amiral d’aller les bsttre
afin d’avoir la mer libre, puisqu’il était dans l’intention de partir. Il me fit
observer, qu’il ne pouvait le faire, n’ayant pas assez de monde á bord de
ses bátiments; ce qui me determina á m’embarquer avec mes soldats, pour
mieux assurer le succés de ce combat naval. A cet effet, je fis embarquer
mes troupes; et de plus les marins recurent á leurs bords cinq cents fem-
mes qui craignaient d’étre égorgées par les royalistes. Cet incident donna
un pretexte á Messieurs les capitaines des corsaires, pour diré qu’il ne pou-
vaient se battre avec des femmes á leurs bords; tandis que c’étaient eux
mémes qui les avaient embarquées. Nous étions sur mer. Les ennemis
avaient pris possession de Carúpano. Nous ne pouvions attaquer Cumaná
avec six cents hommes qui composaient toute ma forcé. II fallait done
prendre un partí. Je proposai á Mr. Brion de nous porter sur la Guayana;
il s’y refusa, alléguant pour raison qu’il n’avait méme pas assez de vivres
pour aller a Güiria. Si nous retournions sur nos pas nous allions perdre
le peu de monde que j’avais, par le manque de vivres et une tres grande
désertion qui s’était introduite parmi mes troupes. Nous avons tiré tout le
partí possible de la cote oriéntale de Cu-maná. En conséquence, je devais
partir, pour aller dans un pays qui nous fut plus favorable, tant par l’esprit
de patriotisme que par les moyens de subsistance. J’ai chosi le village de
la cote d’Ocumare 4 pour le point de mon débarquement. Cet endroit se
trouve entre les places de Puerto Cabello et La Guaira; mais sa possession
me mettait a méme de pouvoir m’introduire dans le coeur de la capitale
de Caraque sic qui est, sans contredit, le pays le plus attaché au systéme
républicain. Nos troupes s’emparérent de ce fameux point militaire, dont
j’avais parlé a V.E. dans les entretiens que j’eus l’honneur d’avoir avec elle.
Le colonel Soublette5, commandant le corps de troupes qui prit posses-
sion de la Cabrera et Maracay, eut ordre de se fortifier et de reunir autant
de monde que possible pour augmenter notre expédition. Par malheur,
une lettre interceptée par le sur-nommé colonel, portait: “que le general
Morales6 venait d’arriver dans les environs de Valence, a la tete de sept
mille hommes”. Le fait est que ce general était arrivé, mais avec cinq cents
hommes seulement, que le colonel Soublette aurait battus facilement. II
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crut cette fausse nouvelle, abandonna les inexpugnables positions qu’il
occupait, et se retira sur Ocumare, oü était mon quartier general. Lorsqu’il
prit la Cabrera, il battit un escadron de hussards de Ferdinand Sept; le dé-
bris de cet escadron se replia sur le corps du general Morales, qui attaqua
le colonel Soublette dans sa retraite; il fut repoussé, et le colonel conti-
nua sa marche jusqu’au sommet de la montagne, oü il prit position afín
de s’assurer les Communications avec moi. Cette retraite est la cause de
nos malheurs; parce qu’elle nous priva d’un pays qui seul aurait pu nous
fournir des hommes pour former une bonne armée. L’amiral Brion man-
quait de vivres pour sa flottille; cette raison, jointe au mécontentement
des matelots qui désiraient aller en course, lui dictait la mesure de me
quitter; néanmoins, je le priai instamment de rester huit jours dans le port,
tant pour la süreté de mes armes et munitions, que pour effectuer notre
retraite en cas de malheurs. Je l’assurai de plus, que s’il attendait, dans huit
jours, je prendrai sic Caraque. II avait de tres bonnes raisons pour partir,
puisqu’il n’avait pas de vivres. Aussi sa flottille mit á la voile, laissant mon
pare sur la cote. Ce dépót était trop précieux pour notre entreprise, pour
que je le laissasse sans una forte garde. Je n’en avais pas. J’en fis une avec
les habitants du pays. Aussitót que j’appris les mouvements retrogrades de
mes troupes, je partís, menant avec moi les recrues que j’avais faites dans
le pays; mais elles n’arrivérent pas assez á temps pour se trouver á l’attaque
que les espagnols nous firent le lendemain de mon arrivée sur le champ de
bataille. Nos positions étaient excellentes, mais 1’ ennemi était plus nom-
breux et plus aguerri que nos troupes, qui savaient á peine manier le fusil;
la victoire resta aux espagnols, qui se conduisirent dans cette affaire avec
la plus grande audace. Nous fumes obligés de replier sur l’Ocumare, nos
pertes nous ayant réduits á trois cents hommes. J’ordonnai de se porter
sur Choroní, un autre poste de la cote, oü nous avions ramassé deux cents
hommes, anciens esclaves que nous venions de rendre á la liberté. J’eus
recours, n’ayant pas de chevaux, pour transponer nos armes et nos muni-
tions, au brig Indio Libre, que nous avions pris á Carú-pano, et deux autres
goelettes marchandes, qui se trouvaient dans le port. Le brig étant armé,
j’ordonnai au major general de marine, ViHeret7, de tout embarquer; mais
il m’observa, qu’il n’avait aucune confiance dans le capitaine 8, parce qu’it
avait eu des démeles tres désagréables avec l’amiral Brion, de qui il était
l’ennemi personnel, et voulait luí enlever le brig; il me proposa de tout
faire mettre sur les bátiments marchands, plutót qu’á bord de l’Indio Libre,
dont le capitaine aurait pu s’emparer de toutes nos armes et munitions. Je
laissai agir Villeret, en qui nous avions toute confiance, et á qui Mr. Brion
86
avait laissé le commandement de la marine pendant son absence. La nuit
du jour de notre défaite arrive, et Villeret s’embarque, ayant mis á abord
des bátiments marchands, la plus grande partíe de nos effets, et laissant á
terre, plutót que de les embarquer á bord du brig, plus de mille fusils et une
partie de notre poudre. Je le fis appeler, il me répond qu’il ne peut venir,
parce qu’on veut le laisser á terre, que d’ailleurs il ne peut nullement se fier
au capitaine; et immédiatement il mit á la voile.
Je me trouve dans une situation désespérée, entouré d’ennemis de
tout cote, ne pouvant pas méme conserver le port d’Ocumare, parce qu’il
est sans défense, et que nos forces étaient presque anéan-ties, par des dé-
sertions et les pertes éprouvées dans le combat; d’ailleurs, d’aprés toute
apparence, je serais resté sans armes et sans munitions: conséquemment,
j’aurais été forcé de devenir simple partisant (sic), á la tete du peu de soldats
qui me seraient restes attachés, au milieu de tant d’ennemis. Cette situation
ne me con-venait pas. Voyant que Villeret était résolu á ne point venir, je
m’embarquai moi méme, afin s’il était possible, d’empécher que nos mo-
yens militaires ne nous échapassent. Nous restámes la nuit devant le port.
De bon matin, notre capitaine ordonna aux deux transports de le suivre
vers la cote de Choroní, oü nous devions nous rendre. Les transports
font semblant de nous suivre et pren-nent la route de Bon-Aire. Nous les
chassámes, nous leur tirámes des coups de canon pour les obliger á nous
suivre. Mais en vain, ils étaient determines á s’en aller, et se payer eux
mémes d’une somme que le Gouvernement leur devait, pour des vivres
que nous avions achetés. Comme il leur avait été offert le quart des objets
qu’ils sauveraient, ils vou’aient s’emparer du tout. La nuit s’approchait. Je
jugeais qu’il était prudent de ne pas exaspérer les transports, de crainte que
dans l’obscurité, ils ne nous quittassent tout á fait. Nous arrivámes á Bon-
Aire, oü nous eümes infiniment de peine, méme aprés que Brion fut arrivé
avec son escadrille, á ravoir nos armes et nos munitions. Brion les prit et
les garda á bord de ses bátiments. Moi, je retournai á Choroní, pour me
mettre á la tete de nos troupes. La cote était deja au pouvoir de l’ennemi.
Nos soldats s’étaient introduits dans l’intérieur avec le projet de se reunir
au general Piar9, dans les plaines. Je retournai á Bon-Aire, et m’embarquai
sur le brig, dont le capitaine est le plus brave homme du monde, et qui
certainement mérite plus ma confiance, que ceux qui doutaient de sa fidé-
lité. Je m’embarquai, dis-je, pour aHer á la Marguerite; mais avant appris
que la f ’otte espagnole b’oquait l’üe, nous [nous]10 déterminámes á faire
route pour Güiria, oü commande le general Mariño un petit corps de trois
cents hommes. J’arrive, je suis recu avec t’oie. Le general Mariño m’assure
87
que les trouoes sont disposées á al’er faire la conquéte de la Guavana,
conjointement avec le general Piar. Tout était preparé pour exécuter cette
entreprise. Cependant le general Bermúdez11, mon anden ennemi, intri-
gue avec les habitants de Güiria, pour qu’ils ne quittent pas leur pays. II
leur fait croire que je vais les sacrifier á mon ambition. Malgré tous les
efforts du general Mariño, de ses officiers, et enfin, malgré toutes mes
remontrances, ils se refusent de marcher, donnant pour pretexte qu’ils ne
peuvent abandonner leurs femmes et leurs enfants á la merci de l’ennemi.
Je leve cet obstacle en leur donnant des transports pour leurs femmes et
leurs enfants, mais tout est vain; parce qu’ils ne voulaient pas s’exposer
aux privations et aux dangers. Le general Piar a sous son commandement,
dans les plaines de Maturín, deux ou trois mille nomines qui demandent
des armes et des munitions. Le general Sedeño12, est du cote de la Gua-
yana, manquant des mémes objets. Le general Valdés 13 qui commande
cinq mille hommes de la Nouvelle Grenade, dans la province de Barinas,
demande les mémes secours. Comme je n’avais que tres peu de poudre, et
tres peu de cartouches, j’ai quitté Güiria pour venir auprés de V.E., sollici-
ter de nouveaux bienfaits pour ma patrie. Tous les généraux qui comman-
dent á Venezuela, ont reconnu mon autorité, et m’obéissent aveuglement.
Le general Mariño est le meilleur de mes amis. Le general Arismendi14,
n’a d’autre volonté que la mienne. L’attachement du general Piar pour moi
est sans borne. J’ai toute ma confiance dans le general Mac Gregor 15.
Les chefs qui commandent les guerrillas 16 ont fait une reconnaissance
solennelle de mon autorité supréme. II n’y a que le general Bermúdez,
qui cherchera á semer la discorde parmi nous, mais comme il est l’ennemi
de tous, ils parviendront sans difficulté á le mettre hors d’état de nuire. Je
proteste á V.E., Monsieur le Président, et sur ma parole d’honneur, que j’ai
fait le meilleur usage possible de vos bienfaits en faveur de mes concito-
yens, et surtout en faveur de cette partie malheureuse qui gémissait dans
les fers. La liberté genérale des esclaves fut proclamée sans la moindre
restriction, et partout oú nos armes ont penetré, le joug a été brisé, la na-
ture et 1’humanité ont recouvré leurs droits. Quand notre expédition n’eut
operé que ce grand bienfait, elle mériterait les éloges les plus justes, et les
sacrifices que nous lui avons consacrés ne seraient pas tout á fait perdus.
Nous avons donné un grand exemple á l’Amérique du Sud. Cet exemple
sera suivi de tous les peuples qui combattent pour l’indé-pendance. Haití
ne sera plus isolée parmi ses fréres. On trouvera la libéralité et les princi-
pes d’Hai’ti dans toutes les contrées du Nou-veau Monde. Dans l’état oü
je suis, oserais-je aspirer á votre protection? oui!, Monsieur le Président.
88
J’espére que vous me m’abandonnerez pas au Destín qui m’accable; V.E.
est assez magnanime pour continuer ses munífícences envers ma patrie. Si
elle ne peut plus rien obtenir de vous, j’ose au moíns me flatter que V.E.
m’accordera les moyens qui seront en son pouvoir, afín que je puisse me
transponer aux Etats Unís d’Amérique, ou á Londres, ou au Mexique, ou
á Buenos Aires, pour solliciter une protection quelconque, á l’effet de déli-
vrer Venezuela et la Nouvelle Grenade. Jabuse sans doute des bontés dont
vous avez daigné m’honorer. Mais, si V.E. connaissait ma situadon, elle
ne serait pas étonnée de mon importunité. Elle est forcee par un empire
invincible: celui de la nécessité. J’attends ici la réponse de V.E., comme le
dernier décret de mon existence politique. J’ai l’honneur de prier Mon-
sieur le Président, d’agréer l’assurance des sentiments respectueux avec
lesquels je suis de V.E., le tres humble et obéissant serviteur. Bolívar P.S.
J’ai l’honneur de prevenir Monsieur le Président, que j’ai rendu compte
exact de ma conduite et des succés de notre expédition á S.E. dans toutes
les circonstances; j’ignore si ees lettres sont parvenúes á V.E., puisque je
n’ai rec^i aucune réponse.
Certifié conforme a l’original.
Traducción
A bordo del bergantín “Indio Libre” en Jacmel, a 4 de septiembre de
1816.
A S.E. el Presidente de Haití.
Señor Presidente:
Tengo el honor de anunciar a V. E. mi llegada aquí, después de ha-
ber hecho cuanto dependía de mí para dar la libertad a los habitantes
de la Costa Firme; pero, desgraciadamente, una cadena de circunstancias
casi inexplicables, me ha reducido a la situación de regresar al asilo de los
hombres libres, y colocarme bajo la protección del más magnánimo de
los jefes republicanos del Nuevo Mundo. Confiando en la elevación del
carácter de V.E., me he atrevido a presentarme por segunda vez en Haití.
Si V.E. estuviera dotado de un espíritu menos sublime, yo temería verme
abrumado de reproches, y tal vez más aún: porque el mundo no juzga los
sucesos y los hombres sino por el resultado, sin indagar las verdaderas
causas que han producido el bien o el mal. No abusaré de la indulgencia
de V.E. haciéndole una larga relación; pero me veo obligado a informar
a V.E. acerca de algunos episodios de nuestra expedición, a fin de borrar
89
las falsas impresiones con que se hubiera podido predisponer el ánimo de
V.E. respecto a mi conducta.
A llegar a Margarita, efectué un reconocimiento de las posiciones
enemigas, que se hallaban entonces, como lo están hoy todavía, casi tan
bien guarnecidas, por el número de sus tropas, como las posiciones de los
republicanos. Era imposible echar a los españoles de la isla, porque aun-
que nuestras fuerzas eran iguales a las suyas, ellos tenían a su favor for-
tificaciones inexpugnables. Por consiguiente, partimos para el continente
y llegamos a Carúpano con 150 oficiales, la administración civil, algunos
servidores y muy pocos voluntarios. El total montaba a 300 hombres.
Carúpano es un pueblo de la provincia de Cumaná que hubiera podi-
do suministrarme 500 hombres; sin embargo, no pude llegar a reunir 200
porque la tiranía española ha aniquilado cuanto de patriota había en Ve-
nezuela; y no ha dejado la existencia sino a seres absolutamente egoístas o
partidarios decididos de la causa del rey. Nuestra situación en Carúpano al
fin se hizo crítica. Mi columna alcanzaba sólo a 600 hombres, incluyendo
un refuerzo enviado por el general Mariño desde Güiria; nuestros ene-
migos habían concentrado contra nosotros todas sus fuerzas de Cumaná;
éstas eran mucho más aguerridas, y su número doblaba por lo menos el
de las que yo tenía.
A nuestro almirante lo apuraban constantemente los corsarios, que
querían dejarnos en esta costa; (los enemigos tenían ya una escuadrilla de
doce velas). Le propongo al almirante salir a batirlos para dejar la mar libre,
puesto que él tenía la intención de partir. Me hizo observar que no podía
hacerlo, por no tener gente suficiente a bordo de sus buques, por lo cual
me resolví a embarcarme con mis soldados para asegurar mejor el éxito de
ese combate naval. Al efecto, hice embarcar mis tropas; y además los Ma-
riños recibieron a bordo quinientas mujeres que temían ser degolladas por
los realistas. Este incidente dio un pretexto a los señores capitanes de los
corsarios para decir que no podían batirse con mujeres a bordo; cuando
eran ellos mismos quienes las habían embarcado. Nos hallábamos en alta
mar. Los enemigos habían tomado posesión de Carúpano. No podíamos
atacar a Cumaná con 600 hombres que componían toda mi fuerza. Era,
pues, necesario tomar una decisión. Le propuse al señor Brión que nos lle-
vara a Guayana y rehusó, alegando que ni siquiera tenía suficientes víveres
para llegar a Güiria. Volver sobre nuestros pasos significaba perder la poca
gente que yo tenía, por la falta de víveres y la grandísima deserción que se
había introducido en mis tropas. Hemos sacado todo el partido posible de
la costa oriental de Cumaná. Por consiguiente, yo tenía que partir, para ir
90
a una región que nos fuese más favorable, tanto por el espíritu patriótico
como por los medios de subsistencia. Escogí como punto de desembarco
el pueblo de la costa de Ocumare. Este lugar está situado entre las plazas
de Puerto Cabello y la Guaira; pero su posesión me ponía en condiciones
de introducirme en el corazón de la capital de Caracas, que es sin duda
alguna la región más adicta al sistema republicano. Nuestras tropas se apo-
deraron de esta famosa posición militar, a la cual me referí cuando tuve
el honor de conversar con V.E.; el coronel Soublette, comandante de las
tropas que ocuparon la Cabrera y Maracay, recibió la orden de fortificarse
y de reunir cuantos hombres le fuera posible para aumentar nuestra ex-
pedición. Por desgracia, una carta interceptada por dicho coronel decía:
“que el general Morales acababa de llegar a los alrededores de Valencia a la
cabeza de siete mil hombres”. El hecho es que este general había llegado,
pero sólo con 500 hombres, que el coronel Soublette hubiera batido fácil-
mente. El creyó esta falsa noticia, abandonó las inexpugnables posiciones
que ocupaba, y se retiró hacia Ocumare, donde estaba mi cuartel general.
Al tomar Soublette la Cabrera, había batido un escuadrón de Húsares de
Fernando VII; los restos de este escuadrón, se replegaron hacia el cuerpo
del general Morales, quien atacó al coronel Soublette en su retirada; Mo-
rales fue rechazado, y el coronel continuó su marcha hasta la cumbre de
la montaña, donde tomó posiciones a fin de asegurar sus comunicaciones
conmigo. Esta retirada es la causa de nuestras desgracias; porque nos privó
del único territorio que hubiera podido proporcionarnos hombres para
formar un buen ejército.
Al almirante Brión le faltaban víveres para su escuadrilla; esta causa,
unida al descontento de los Mariños deseosos de salir al corso, le dictaba
la decisión de separarse de mí; sin embargo, le supliqué con insistencia que
permaneciera ocho días en el puerto, tanto para la seguridad de mis armas
y municiones, como para efectuar nuestra retirada en caso de desgracia. Le
aseguré, además, que si él aguardaba, dentro de ocho días yo tomaría [¿to-
maré?] Caracas. El tenía muy buenas razones para irse, puesto que carecía
de víveres. Así, pues, su escuadrilla se dio a la vela, dejándome el parque
en la playa. Este depósito era demasiado valioso para nuestra empresa,
para que lo dejara sin una fuerte custodia. Yo no la tenía. La formé con
los habitantes de la región. En cuanto supe los movimientos retrógrados
de mis tropas, me puse en marcha conduciendo conmigo los reclutas que
había reunido, pero éstos no llegaron a tiempo para encontrarse en el ata-
que que los españoles nos hicieron al día siguiente de mi llegada al campo
de batalla. Nuestras posiciones eran excelentes, pero el enemigo era más
91
numeroso y aguerrido que nuestras tropas, las cuales apenas sabían ma-
nejar el fusil; la victoria se decidió por los españoles, que se condujeron
en esta acción con la mayor audacia. Nos vimos obligados a replegarnos
sobre Ocumare, reducida nuestra columna por las pérdidas a 300 hom-
bres. Ordené marchar hacia Choroní, otro lugar de la costa, en donde
habíamos reunido doscientos hombres, ex-esclavos a los que acabábamos
de dar la libertad. Como no tenía caballos para transportar nuestras armas
y municiones, recurrí al bergantín Indio Libre, que habíamos apresado
en Carúpano, y a otras dos goletas mercantes que se encontraban en el
puerto. Por estar armado el bergantín, ordené al mayor general de marina,
Villeret embarcarlo todo; pero él me hizo observar que no tenía ninguna
confianza en el capitán, porque había tenido altercados muy desagradables
con el almirante Brión, de quien era enemigo personal y quería quitarle el
bergantín; me propuso ponerlo todo en los buques mercantes, más bien
que a bordo del Indio Libre, cuyo capitán hubiera podido apoderarse de
todas nuestras armas y municiones. Dejé hacer a Villeret, en quien tenía-
mos entera confianza, y al cual el señor Brión había dejado el mando de
la marina durante su ausencia. Llega la noche del día de nuestra derrota,
y Villeret se embarca, después de haber puesto a bordo de los buques
mercantes la mayor parte de nuestros efectos, y dejando en tierra, antes
que embarcarlos en el bergantín, más de mil fusiles y una parte de nuestra
pólvora. Yo lo hice llamar: él me contesta que no puede venir, porque
quieren dejarlo en tierra, que además no puede fiarse en nada del capitán;
e inmediatamente se dio a la vela.
Me encuentro en una situación desesperada, rodeado de enemigos
por todas partes, sin poder conservar siquiera el puerto de Ocu-mare, por-
que no tiene defensa, y nuestras fuerzas estaban casi aniquiladas por la
deserción y por las pérdidas sufridas en el combate; además, según las apa-
riencias, me hubiese quedado sin armas ni municiones, y en consecuencia
me habría visto obligado a convertirme en un simple guerrillero, a la cabe-
za de los pocos soldados que me hubieran permanecido fieles, en medio
de tantos enemigos. Esta situación no me convenía. Viendo que Villeret
estaba decididamente resuelto a no venir, me embarqué yo también, con el
objeto de impedir, si fuera posible, que se nos escaparan nuestros recursos
militares. Nos quedamos toda la noche ante el puerto. Muy temprano en
la mañana, nuestro capitán ordenó a los dos transportes que lo siguiesen
hacia la costa de Choroní, a donde debíamos dirigirnos. Los transportes
fingen seguirnos, y toman la ruta de Bonaire. Les dimos caza, les dispara-
mos algunos cañonazos para obligarlos a seguirnos. Fue en vano: estaban
92
decididos a irse, y apagarse ellos mismos una cantidad que el gobierno
les debía, por unos víveres que habíamos comprado. Como se les había
ofrecido la cuarta parte de los objetos que salvasen, querían apoderarse de
todo. La noche se acercaba; juzgué prudente no exasperar a los transportes
por temor de que en la obscuridad nos abandonaran del todo. Llegamos a
Bonaire, donde tuvimos infinitas dificultades, aun después de haber llega-
do Brión con su escuadrilla, para recuperar nuestras armas y municiones.
Brión las tomó y las guardó a bordo de sus buques. Yo regresé a Choroní
para ponerme a la cabeza de nuestras tropas. La costa estaba ya en poder
del enemigo. Nuestros soldados se habían internado en el país, con el
proyecto de reunirse al general Piar en los llanos. Regresé a Bonaire y me
embarqué en el bergantín, cuyo capitán es el hombre más honrado del
mundo y ciertamente merece más mi confianza que quienes dudaban de
su fidelidad. Me embarqué, digo, para ir a Margarita, pero habiendo sabido
que la flota española bloqueaba la isla, determinamos hacer rumbo a Güi-
ria, donde manda el general Mariño un pequeño cuerpo de 300 hombres.
Llego, y soy recibido con alegría. El general Mariño me asegura que
las tropas están dispuestas a marchar a la conquista de Guayana conjunta-
mente con el general Piar. Todo estaba preparado para ejecutar esta em-
presa. Sin embargo, el general Bermúdez, mi antiguo enemigo, intriga con
los habitantes de Güiria, para que no salgan de su región. Les hace creer
que voy a sacrificarlos a mi ambición. A pesar de todos los esfuerzos del
general Mariño, de sus oficiales, y en fin, a pesar de todas mis exhortacio-
nes, rehúsan marchar, dando por pretexto que no pueden abandonar a sus
mujeres e hijos a merced del enemigo. Elimino este obstáculo facilitán-
doles transportes para sus mujeres e hijos, pero todo es inútil, porque no
querían exponerse a las privaciones y a los peligros. El general Piar tiene
bajo su mando en los llanos de Maturín a dos o tres mil hombres, que pi-
den armas y municiones. Al general Sedeño, que está por la parte de Gua-
yana, le faltan esos mismos objetos. El general Valdés, que manda 5.000
hombres de la Nueva Granada en la provincia de Barinas, pide los mismos
recursos. Como yo no tenía sino muy poca pólvora y muy pocos cartu-
chos, he salido de Güiria para venir cerca de V.E. a solicitar nuevos favores
para mi Patria. Todos los generales que tienen mando en Venezuela han
reconocido mi autoridad y me obedecen ciegamente. El general Mariño es
el mejor de mis amigos. El general Arismendi no tiene otra voluntad que
la mía. La adhesión del general Piar hacia mí no tiene límites. Tengo entera
confianza en el general Mac Gregor. Los jefes que mandan las guerrillas
han reconocido solemnemente mi autoridad suprema. No queda sino el
93
general Bermúdez, quien tratará de sembrar la discordia entre nosotros;
pero como es el enemigo de todos, lograrán impedir sin dificultad que
pueda causar daño alguno.
Declaro a V.E., señor Presidente, y bajo mi palabra de honor, que yo
he hecho el mejor uso posible de la ayuda con que me favoreció para mis
conciudadanos, y sobre todo en favor de aquella desgraciada porción que
gemía en las cadenas. La libertad general de los esclavos fue proclamada
sin la menor restricción, y en todas partes donde han penetrado nuestras
armas, el yugo ha sido roto, la naturaleza y la humanidad han recobrado
sus derechos. Aun cuando nuestra expedición no hubiera producido más
que esta obra eminentemente benéfica, merecería los elogios más justos,
y los sacrificios que le hemos consagrado no estarían del todo perdidos.
Hemos dado un grande ejemplo a la América del Sur. Este ejemplo será
seguido por todos los pueblos que combaten por la independencia. Haití
ya no permanecerá aislado entre sus hermanos. Se encontrarán la liberali-
dad y los principios de Haití en todas las regiones del Nuevo Mundo. En
el estado en que me hallo ¿podré aspirar a la protección de V.E.? ¡sí, señor
Presidente! Confío en que V.E. no me abandonará al destino que me abru-
ma. V.E. es suficientemente magnánimo para continuar sus generosidades
hacia mi Patria. Si ella no puede obtener más nada de V.E., al menos me
atrevo a confiar en que V. E. me facilitará los medios que estén a su alcance
para que pueda trasladarme a los Estados Unidos de América, o a Lon-
dres, o a Méjico, o a Buenos Aires, para solicitar alguna protección con el
objeto de libertar a Venezuela1 y a la Nueva Granada. Abuso sin duda de
las bondades con que V.E. se ha dignado honrarme. Pero si V.E. conociese
mi situación, no encontraría extraña mi importunidad. Me fuerza a ella un
imperio invencible: el de la necesidad. Aguardo aquí la respuesta de V.E.
como el postrer decreto de mi existencia política.
Tengo el honor de rogarle, señor Presidente, que acepte los sentimien-
tos respetuosos con que soy de V.E. muy humilde y obediente servidor.
BOLÍVAR.
P.D. Tengo el honor de avisarle, señor Presidente, que he dado a V.E.
exacta cuenta de mi conducta y de los acontecimientos de nuestra expedi-
ción en todas las circunstancias; ignoro si esas cartas han llegado a manos
de V.E. porque no he recibido respuesta alguna.
Certificado conforme al original. El Secretario General, B. In-
ginac” [17]
94
época en la versión francesa de este documento, que fue dada a conocer por el
Dr. Enrique Ortega Ricaurte, entonces director del Archivo, en la Revista Bolívar,
N° III, Bogotá, setiembre de 1951. De la referida copia existe el correspondiente
microfilme en la Fundación John Boulton de Caracas, Archivo Venezolano de la
Gran Colombia (X, XLX, 55-68). La Comisión Editora ha podido examinar dicho
microfilme. Reproducimos, después del texto francés de Bolívar, una traducción
moderna al castellano, valiéndonos para ello de la publicada en el tomo XII de
“Cartas del Libertador” editado por la Fundación John Boulton (Caracas, 1959).
Sobre el destinatario, el Presidente de la República de Haití Alejandro Petión, véase
la nota principal del Doc. N° 1313. El lugar en donde aparece firmado el docu-
mento es Jacmel (o Jacomelo), puerto de la República de Haití situado en la costa
meridional, a unos 40 Kms. en línea recta al sur de Puerto Príncipe.
95
96
Documentos de 1817
97
Nº 19
Comunicación de Bolívar al General Santiago Mariño,
en respuessta a la disposición tomada por el Libertador
argumentándole la necesidad de defender la plaza de
Barcelona por lo que ordena se traslade a cooperar en la
defensa de Barcelona*
E
Excmo. señor.
sta mañana a las ocho ha llegado a este Cuartel General el señor
General Soublette con el oficio de V.E. de 27 del presente, y con-
sideradas detenidamente las reflexiones que V.E. me hace y las
de la nota oficial que V.E. se sirvió comunicar a mi comisionado general
Soublette en contestación a las observaciones que éste le hizo a conse-
cuencia la resolución de V.E. de mover todas nuestras fuerzas y reunirlas
en Maturín; sólo me quedan que añadir las siguientes:
La retirada a Maturín que V.E. propone, sin embargo de lo justo de
sus observaciones, no evita los perjuicios que pueden sufrir los habitantes
de esa Provincia, y arruina enteramente la de Barcelona. El ejército del
mando de V.E. experimentará necesariamente grandes deserciones: el de
esta plaza las experimentará también, y ambos se desorganizarán en una
marcha tan dilatada, a cuyo término estoy seguro de que sólo llegaremos
con la mitad de nuestras fuerzas respectivas. Perdemos, como el General
Soublette expuso a V.E., los grandes recursos de mantenimiento que brin-
da esta Provincia, y los que aún pueden sacarse de ésa; perdemos nuestro
parque que es un obstáculo invencible, pues que con 300 bestias aun no
puedo transportarlo todo, no quedándonos ni el recurso de hacerlo por
partes porque el enemigo no nos da tiempo para esta operación, ni el de
remitirlo a Bordones porque V.E. tampoco tiene con que trasladarnos de
allí a Maturín; perdemos toda numerosa artillería, y lo que es más perde-
mos nuestra escuadrilla y los inmensos elementos de guerra que nos trae;
porque como la experiencia nos lo ha hecho ver, su defección es infalible
a consecuencia de la pérdida de las plazas marítimas.
En Maturín no hay caballos, y estoy convencido de que ni un solo
soldado de caballería de los que obran en esta parte nos sigue hasta allí, a
98
donde aun en el caso de que nos siguiesen, sus caballos llegarían inútiles y
no podríamos reponerlos, pues cuantos han venido de aquella ciudad me
aseguran contestes que nada hay, que todo el país está desierto; mientras
que moviéndose V.E. sobre esta plaza bastan tres jornadas para reunimos
y encontrar aquí cuanto es necesario en municiones de boca y guerra, y ba-
tido el enemigo volver rápidamente sobre Cumaná con todas las fuerzas;
pero si por el contrario yo lo hago sobre Maturín pierdo los pertrechos,
no encuentro víveres, la tropa se deserta en tan largo tránsito y quedamos
sin esta División. La de V.E. experimenta igual deserción e iguales faltas,
los puertos que se extienden lo largo de la costa desde la Esmeralda hasta
Güiria quedan ocupados por los enemigos, y lo que eran dos ejércitos
quedará reducido a uno. Debilitados necesariamente por esta operación.
¿Qué difícil no es obrar sobre Cumaná o Barcelona? ¡cuántos recursos no
habrán sacado los enemigos de la ocupación de esta ciudad y su Provin-
cia, la más rica en víveres y provisiones para alimentar y equipar nuestros
ejércitos! ¿qué medidas de defensas tomarán en ella? ¿y qué devastado y
destruido encontraremos el país si logramos desalojarlos? El abandono
de lo ocupado es desventajoso. Debemos conservar lo que poseemos, sin
desmoralizar nuestras tropas con una retirada, y el modo de conseguirlo es
el de que V.E. mueva su ejército sobre esta ciudad, bloqueando a Cumaná.
Esta operación puede ejecutarse sin que los enemigos de Cumaná la
perciban y sin que ese ejército experimente una gran deserción, si V.E. en
el momento traslada su campo a Bordones, organiza allí un campo volante
de las tropas de más confianza con la fuerza que considere indispensable;
lo pone a las órdenes del bravo General Bermúdez [7] para que con mo-
vimientos continuos y arrojados aflija la plaza y conserve expeditas las
comunicaciones de la Costa y del interior, y V.E. con el resto del ejército
se une a mí; destruimos al enemigo que nos invade y salvamos la Patria.
Intimamente persuadido de la exactitud de estas verdades estoy re-
suelto a permanecer en esta plaza y a aventurarlo todo encerrándome en
ella, o dando una acción campal aun cuando sea temeraria. Por consecuen-
cia ordeno a V.E. que cesen todas las consideraciones, y vuele V.E. sobre
esta plaza, pues estoy imposibilitado de tomar ningún partido.
Dios guarde [a] V.E. muchos años.
Cuartel General de Barcelona, enero 28 de 1817. 7°.
Excmo. señor
SIMÓN BOLÍVAR.
* Del original. Archivo del Libertador, vol. 23, folios 104-106. Escrito de letra
no identificada. En el mismo vol. 23, fols. 84 v° 86 del Archivo del Libertador,
99
existe este documento escrito de letra de José Gabriel Pérez en las hojas del copia-
dor que está identificado en la nota principal del doc. n° 1740. Aunque es evidente
que se trata de la transcripción del mismo oficio, como presenta algunas variantes
de forma respecto al original, lo publicamos como anexo al documento con las
notas habituales de enmiendas, tachaduras, interlineados, etc. El destinatario era el
General Santiago Mariño.
ANEXO
Barcelona, enero 28 de 1817. 7°.
Al General Mariño.
Esta mañana a las ocho ha llegado a este Cuartel General el señor
General Soublette con el oficio de V.E. de 27 del presente, y consideradas
detenidamente las reflexiones que V.E. me hace, y la nota oficial que V.E.
se sirvió comunicar al General Soublette en contestación a las observa-
ciones que éste le hizo a consecuencia de la resolución de V.E. de mover
todas nuestras fuerzas y reunirías en Maturín; sólo me quedan que añadir
las siguientes.
La retirada a Maturín que V.E. propone, sin embargo de lo justo de sus
observaciones, no evita los perjuicios que pueden sufrir los habitantes de
la Provincia de Cumaná y arruina enteramente la de Barcelona. El ejército
del mando de V.E. experimentará necesariamente grandes deserciones y
el de esta plaza las experimentará casi también y ambos se desorganizarán
totalmente en una marcha tan dilatada, a cuyo término estoy seguro de que
sólo llegaremos con la mitad de nuestras fuerzas respectivas. Perdemos,
como el General Soublette expuso a V.E., todos los grandes recursos de
mantenimientos que brinda esta Provincia, y los que aún pueden sacarse
de ésa; perdemos nuestro parque que es un obstáculo invencible, pues que
con 300 bestias aun no puedo transportarlo todo; y no nos queda ni el re-
curso de trasladarlo por partes, porque el enemigo no nos da tiempo para
operación tan dilatada, ni de remitirlo a Bordones porque V.E. tampoco
tiene con que trasladarlo de allí a Maturín; perdemos toda nuestra artillería
y lo que es más perdemos nuestra escuadra y los inmensos elementos de
guerra que nos trae; porque como la experiencia nos lo ha hecho ver , su
defección es infalible a consecuencia de la pérdida de las plazas marítimas.
En Maturín no hay caballos, y estoy convencido de que ni un solo
soldado de caballería de los que obran en esta parte nos sigue hasta allí,
adonde aun en el caso de que nos siguiesen, sus caballos, llegarían inútiles,
y no podríamos reponerlos, pues cuantos han venido de aquella ciudad me
aseguran contestes que nada hay, que todo el país está desierto mientras
que moviéndose V.E. sobre esta plaza bastan tres jornadas para reunimos
100
y encontrar aquí cuanto es necesario, municiones de boca y guerra, y ba-
tido el enemigo volver sobre Cumaná con todas las fuerzas; pero si por el
contrario yo lo hago sobre Maturín pierdo los pertrechos, no encuentro
víveres, la tropa se deserta en tan largo tránsito y quedamos sin esta Di-
visión; la de V.E. experimenta igual deserción e iguales faltas: los puertos
desde la Esmeralda hasta Güiria quedan ocupados por los enemigos , y lo
que eran dos ejércitos quedará reducido a uno debilitados necesariamen-
te por esta operación. ¿Qué difícil es obrar sobre Cumaná o Barcelona?
¿Cuántos recursos no habrán sacado los enemigos de la ocupación de ésta
y su Provincia, la más rica de víveres y recursos para alimentar nuestros
ejércitos? ¿Qué medidas de defensa tomarán en ellas? Y qué devastado y
destruido encontraremos el país si logramos desalojarlos. El abandono
de lo ocupado es desventajoso. Debemos conservar lo que poseemos, sin
desmoralizar nuestras tropas con una retirada, y el modo de conseguirlo es
el de que V.E. mueva su ejército sobre esta ciudad bloqueando a Cumaná.
Esta operación puede ejecutarse sin que los enemigos de Cumaná la
perciban y sin que ese ejército experimente una gran deserción, si V.E. en
el momento traslada su campo a Bordones; organiza allí un campo volante
de las tropas de más confianza con la fuerza que considere indispensable;
lo pone a las órdenes del bravo General Bermúdez, para que con mo-
vimientos continuos y arrojados aflija la plaza y conserve expeditas las
comunicaciones de la costa y del interior, y V.E. con el resto del ejército
se une a mí; destruimos al enemigo que nos invade y salvamos la Patria.
Intimamente persuadido de la exactitud de estas verdades estoy re-
suelto a permanecer en esta plaza y a aventurarlo todo encerrándome en
ella, o dando una acción campal aun cuando sea temeraria. Por consecuen-
cia ordeno a V.E. que cesen todas las consideraciones, y vuele V.E. sobre
esta plaza, pues estoy imposibilitado de tomar ningún partido.
Dios, etc.
[BOLÍVAR.]
101
Nº 20
Comunicación de Bolívar al Almirante Luis Brión,
fechada en la Mesa de Angostura el 16 de mayo de 1817,
relativa a la provisión de municiones,
ganado y caballería*
Angostura 16 de mayo de 1817
Excmo. señor Almirante de la República.
D
Excmo. señor:
adas las órdenes para que se pasasen del otro lado mil mulas
para remitirlas a V.E. a Maturín, me ha hecho presente el señor
general Sedeño y otros varios individuos de inteligencia, que ya
es imposible pasar mulas al otro lado, porque el río de Orinoco está dema-
siado abundante y de mil apenas se salvarán trescientas, siendo casi cierto
que todas las demás se ahoguen. Con este motivo he ordenado al señor
general Zaraza remita a Maturín a la disposición de V.E. dos mil reses, y
al señor general Monagas otras dos mil, todas a la disposición de V.E. En
consecuencia V.E. debe conferir su poder a una persona que reciba este
ganado en Maturín.
Por San Miguel enviaré a V.E. doscientas mulas enjalmadas para tras-
ladar a este lado las armas y municiones que V.E. haya conducido al Gua-
rapiche
Repito a V.E. que ocupado el rio por nuestra marina es infalible la ren-
dición de Angostura, y entonces sin rodeos podemos hacer el lucrativo y
rico comercio que presenta esta Provincia y poner a la disposición de V.E.
cuanto es necesario para cubrir sus créditos, lo que se efectuará luego que
V.E. entre en el Orinoco, mientras tanto escriba V.E. a todos sus amigos
de los países extranjeros, para que nos traigan armas y municiones ya sea a
Maturín, o a esta Provincia, por los canales más fáciles y seguros; en la in-
teligencia de que serán satisfechos en dinero o frutos del país con la mayor
ventaja, pues estamos en circunstancias de pagar estos objetos preciosos
aunque sea por las nubes.
Si por San Miguel no pudieren pasar las 200 mulas enjalmadas que
pienso enviar, haga V.E. que vengan sin pérdida de tiempo las municiones
y armas que V.E. haya conducido al Guarapiche; tomando cuantas provi-
dencias sean necesarias y ofreciendo reemplazar las mulas y caballos que
se empleen para conducirlas, dos por una en esta Provincia.
102
Dios guarde a V.E. muchos años.
Cuartel General de la Mesa, frente a Angostura, mayo 16 de 1817. 7°.
Excmo. Señor.
BOLÍVAR.
* Del original. Archivo del Libertador, vol. 99, fol. 43-44. La firma y rúbrica
del Libertador son autógrafas, el cuerpo del documento está escrito de puño y
letra de José Gabriel Pérez. En el sobrecartado, escrito de la misma letra, consta:
“Del Jefe Supremo. Excmo. Señor Almirante de la República, Luis Brión. Donde
se halle”.
103
Nº 21
Comunicación de Bolívar dirigida al General Andrés Ro-
jas, por la cual le participa haber resuelto que el Depar-
tamento de Maturín fuese gobernado independientemen-
te del de Cumaná *
SIMÓN BOLÍVAR
Jefe Supremo de la República, Capitán General de los
Ejércitos [sic] y de la Nueva Granada, etc., etc., etc.
Al Benemérito Señor General de Brigada, Andrés Rojas.
104
De un impreso moderno. Blanco-Azpurúa en “Documentos para la
historia de la vida pública del Libertador”, Tomo V, Caracas, 1876, págs.
661, da el texto de esta comunicación; también se publica en “Memo-
rias de O’Leary”, vol. XV pág. 259, con la indicación de haberlo tomado
del “Archivo”. Ofrece algunas diferencias, que pueden rectificarse como
erratas en la impresión de Blanco-Azpurúa. Sobre el destinatario, General
Andrés Rojas, véase la nota 27 del doc. n° 1472. El sitio de El Juncal en
que aparece firmado este documento se halla en las inmediaciones de An-
gostura (hoy Ciudad Bolívar) y no debe ser confundido con El Juncal de
la región de Barcelona.
105
Nº 22
Carta de Bolívar a un comerciante de la isla Trinidad,
con informes sobre la Campaña*
106
Prensa Europea sobre la guerra de la Independencia. Una carta inédita de
Simón Bolívar” (“El Nacional”, Caracas, 6 de junio de 1963) y en su libro
“La Independencia de Venezuela y los Periódicos de París” (Caracas, 1964,
frente a la pág. 181). En los citados periódicos el documento llevaba el
título siguiente: “Lettre du General Bolívar a un marchand de la Trinité”,
es decir, “Carta del General Bolívar a un comerciante de la (isla) Trinidad”.
Al reproducir este documento en la Revista de la Sociedad Bolivariana de
Venezuela,n° 76, Caracas, 28 de octubre de 1963, pág. 617, se insinuó en
forma hipotética que dicho comerciante tal vez fuese el subdito británico
Guillermo White, establecido entonces en aquella isla, quien sostuvo por
esos años una nutrida correspondencia con el Libertador. Sin embargo,
parece que debe descartarse tal posibilidad, ya que el 22 de noviembre
de 1817 el Libertador dirigió a White una carta, del texto de la cual se
desprende claramente que era la primera que le escribía. Queda, pues, sin
identificar por el momento el destinatario de esta carta de 19 de mayo. La
versión francesa reza así: “Mesa, devant Angostura, 19 maiLes Espagnols
auront sans doute publié la prise de Barcelonne; ils auront donné a cet évé-
nement une importance extraordinaire. Il en aurait eu beaucoup assuré-
ment, si je n’avais pas fait transporter dans la plaine le pare d’artillerie que
j’y avais, et surtout si la victoire que j’ai remportée, le 11 avril, á Saint-Félix,
n’avait pas pleinement compensé cette perte. Je vous envoie le bulletin des
opérations de cette journée. Le commandant espagnol La Torre a échappé
avec quinze ou vingt hommes seulement. Ce succés nous a rendus maitres
de toute la province de Guayaría, et a réduit l’ennemi aux deux villes oü il
est resserré et réduit á la plus grande détresse. Nous le bloquons dans ees
deux places avec des forces supérieures, de sorte qu’il faut, qu’il les evacué,
ou qu’elles soient prises d’assaut. Nous possédons tout ce qui existe dans
cette riche province dont les villes, les troupeaux et l’agriculture n’ont que
trés-peu souffert, et nous avons les moyens de lever une armée respecta-
ble, puisque nous avons tout ce qui est nécessaire pour l’équiper. Notre
es-cadre sera bientót sur la riviére; alors nous aurons des Communications
plus directes avec votre ile. En méme temps, Maturín peut nous servir de
port, quoique nous ayons mis des garnisons sur les deux bords de la rivié-
re. Si quelques vaisseaux venaient avec des munitions et des habillemens
pour nos troupes, ils se vendraient avantageusement. Signé Bolívar”.
107
Nº 23
Comunicación de Bolívar, dirigida al General Carlos
Soublette, con instrucciones para la Campaña e informes
sobre sus proyectos*
Cuartel General de San Miguel, 25 de mayo de 1817
Señor Subjefe de Estado Mayor General,
N
Señor General:
uestras flecheras al mando del señor Coronel Armario han sor-
prendido en la madrugada de ayer, el apostadero de la Isla de
Fajardo, apoderándose de cuanto existía en él, cuya descripción
contiene la nota que incluyo.
Quizás resolveré que toda la infantería que se halla en el Juncal se tras-
lade a estos pueblos para tripular nuestra marina con los que entienden de
mar, pues la operación la más importante, por ahora, es apoderarnos del
río y entonces la posesión de ambas Guayanas es infalible. En consecuen-
cia, ordeno a V.S. que todo esté prevenido para en el caso de que disponga
dicha traslación se ejecute en el acto y sin ningún retardo.
Apruebo el bando publicado por V.S. sobre hurtos, ventas de aguar-
dientes y demás para evitar desórdenes en el ejército y ordeno a V.S. su
exacto cumplimiento.
Con respecto a la propuesta que V.S. me hace del Sargento Mayor
Conde para desempeñar la mayoría del batallón de Barlovento resolveré
después. Dígame V.S. si ya están listas las 200 mulas que mandé al señor
general Sedeño recogiese del otro lado del Caroní, y si no lo están recuerde
V.S. a dicho señor general para que a la mayor brevedad las recoja y tenga
prontas para el acto en que se necesiten.
Mañana paso a la línea de la vieja Guayana para examinar cuidadosa-
mente los Castillos y ver las operaciones que puedan emprenderse; y aun
no he resuelto si después marcharé rápidamente a Upata o a ese Cuartel
General para conducir yo mismo el ejército aquí; de todas maneras V.S.
deberá tenerlo prevenido como si en el acto fuese a marchar.
He recibido también el estado de fuerza que V.S. envió y oficio del
Coronel Montilla.
Dios, &.
108
Cuartel General de San Miguel, mayo 25 de 1817. 7°.
BOLÍVAR.
Anexo
Nota de las embarcaciones apresadas por nuestras piraguas en la
madrugada del 24 de mayo y efectos de guerra que se encontraron a
su bordo.
Una cañonera con un cañón de 8 en colisa.
Dos flecheras con sus pedreros.
Una balandra del comercio.
Una lancha idm.
Un bongo idm.
Tres curiaras.
Una piragua.
42 tiros de pedrero.
27 idm. de cañón de a 8.
38 fusiles.
500 cartuchos de fusil.
36 balas de a 8 y una palanqueta.
16 lanzas.
10.000 piedras de chispa.
1 cañón de a tres.
2 grandes cadenas de fondear buques mayores.
Cuartel General de San Miguel, mayo 25 de 1817.
J. G. PÉREZ,
Edecán Secretario de la Guerra.
109
nel Armario, y parafrasea uno de sus párrafos. Por otra parte, cita un fragmento de
otro, con la indicación de pertenecer a una carta dirigida al General Soublette el 25
de mayo de 1817. Señalamos en nota las dos referencias en la obra de Larrazábal.
Acerca del destinatario de esta comunicación, General Carlos Soublette, véase la
nota 1 del doc. n° 1449. El lugar donde está fechado el documento era probable-
mente el pueblo de misión de ese nombre, a orillas del Orinoco, aguas arriba de
los castillos de Guayana; pero existía otro pueblo de misión, llamado también San
Miguel, en las cercanías de Upata.
110
Nº 24
Carta de Bolívar al General Manuel Piar, fechada en
San Félix el 14 de junio de 1817, con amplia informa-
ción sobre la situación de la campaña. Como anexo a
la carta auténtica se reproduce el texto de la misma
adulterado por José Domingo Díaz*
San Félix, junio 14 de 1817
Al señor General Manuel Piar.
A
Querido General:
yer he recibido un correo de Maturín que me ha traído el acta de
Cariaco dirigida por Bezares que hace de secretario.
El canónigo me ha escrito una larga carta; y, entre otras co-
sas, me dice que se volvía a Jamaica, para de allí escribir a Inglaterra a favor
de nuestra independencia. Rojas me escribe instándome para que le mande
caballos y dándome noticias de Europa. Portugal y España van a declarar
la guerra, según las apariencias; pero los portugueses se han apoderado de
Buenos Aires y de Montevideo Los americano no han terminado aún el
tratado con España sobre la Florida.
Una grande expedición, que venía para América, se ha detenido por
los disturbios de Portugal y España.
El general Urdaneta me escribe de Cumanacoa: que ni él, ni Sucre ni
las tropas de su mando, han querido jurar al gobierno ilegítimo que, con
el parque, marchaba para Maturín a la cabeza de quinientos fusileros para
reunirse a Rojas y ponerse a mis órdenes; que Sucre había ido a Cariaco a
obligar a Mariño a reconocer mi autoridad y que, si lo hacía así, se vendría
también a Maturín con su batallón. Urdaneta asegura que a Mariño no le
quedará más que su Guardia y se irá con ella a Güiria. Brión me participa
la pronta arribada de Mac-Gregor, con siete buques mayores cargados de
armas y municiones, procedentes de Baltimore, que viene a incorporarse
con Brión y con nosotros. Una embarcación danesa ha venido a tratar con
Brión sobre relaciones amicales y de gobierno.
La expedición española consta de tres regimientos, que tienen cuatro
mil y pico de hombres, un escuadrón de húsares y cien artilleros escogi-
dos de todo el ejército español. Traen mil quintales de pólvora, artillería
volante y muchos víveres, como para seis meses, según la declaración del
prisionero tomado por Urdaneta que especifica todo con mucha puntuali-
111
dad. Dice que se dirige a Margarita
Montilla escribe que iban a venir inmediatamente municiones para
acá, y que todavía no habían llegado ni una res ni una bestia. Monagas par-
ticipa que no es Morillo el que está en el Chaparro sino Aldama, sin añadir
nada más. Esto es, por ahora, lo que sabemos de nuevo, lo más que supiere
se lo escribiré a Vd., para que le sirva de gobierno en acelerar o retardar la
leva de tropas que de todos modos deben estar siempre organizadas para
el día que sean necesarias.
Por aquí no hay novedad, y esperamos con impaciencia el resultado
del crucero de nuestras curiaras, que quién sabe si nos traen alguna presa,
como es de desear.
De oficio he escrito al padre Blanco antes que marchase Vd. de Caro-
ní para que se entienda con Vd. sobre Las Misiones. Anzoátegui me dijo
que Vd. había convenido en entenderse con el padre Blanco, y yo, en esta
virtud, le escribí para que lo hiciese con Vd. Si esto no es así, avísemelo
Vd. para yo tomar la providencia que me parezca conveniente. A mí me
han asegurado que Vd. se ha quejado de esta providencia, lo que he extra-
ñado infinito, pues sólo la he dado por complacer a Vd. Espero que Vd.
me responda a esto con franqueza, para yo saber lo cierto y tomar mis
medidas en consecuencia.
Adiós, querido general, mande Vd. a su afectísimo amigo.
BOLÍVAR.
* En el Archivo del Libertador, vol. 45, fol 68-70, existe una copia de este do-
cumento, de letra de Juan Bautista Pérez y Soto, cuyo texto se ha cotejado para la
presente edición; es el mismo, seguramente, de que se valió el Dr. Vicente Lecuna
en “Simón Bolívar, Obras Completas”, (La Habana, 1947), Tomo I, pp. 236-237.
Pero en la segunda edición de “Cartas del Libertador” publicadas por el Banco de
Venezuela y la Fundación Vicente Lecuna (Caracas, 1964), Tomo I, pp. 372-376, se
reproduce una nota puesta por el Dr. Lecuna en el ejemplar de su uso personal de
la primera edición, que dice: “Corregida por la original, perteneciente a Eduardo
Lemaitre, de Cartagena”. Nos atenemos a esta redacción, que presenta levísimas
diferencias con la mencionada copia de Pérez y Soto.
El texto de la carta del Libertador para el General Piar fechada en San
Félix a 14 de junio de 1817 fue publicado con mutilaciones y alteraciones
intencionales por el Dr. José Domingo Díaz en la “Gaceta de Caracas”, n°
184, del 22 de abril de 1818. Dicha publicación de la Gaceta es, por consi-
guiente, apócrifa. La Comisión Editora ha estimado conveniente insertar
el texto adulterado a continuación del texto auténtico, a fin de permitir
el cotejo por parte de los estudiosos que deseen apreciar las diferencias
112
entre el documento verdadero y el falso. Guía también a la Comisión el
propósito de dejar bien sentada la condición de apócrifo del texto de la
Gaceta, a fin de evitar confusiones al respecto. Sobre las cartas adulteradas
por José Domingo Díaz, véase, de un modo general, lo expuesto en la
nota principal del doc. n° 1878, así como el estudio del Dr. Vicente Lecuna
reproducido en dicha nota.
San Félix, junio 14 de 1817.
Carta apócrifa
Querido general:
Ayer he recibido un correo de Maturín que me ha traído el acta de
Cariaco dirigida por Bezares, que hace de secretario. El canónigo Cortés
me ha escrito una larga carta, y entre otras cosas me dice que se volvía a
Jamaica para restaurar su salud arruinada en estos climas. Rojas me escribe
instándome porque le mande caballos y dándome noticias de Europa...
El general Urdaneta me escribe de Cumanacoa, que ni él ni Sucre han
querido jurar el nuevo gobierno ilegítimo; que con el parque marchaba
para Maturín a la cabeza de 200 fusileros para reunirse a Rojas y ponerse a
mis órdenes, como al centro de la suprema autoridad; que Sucre había ido
a Cariaco a obligar a Mariño a reconocer esta autoridad en mí; y que si no
lo hacía, se vendría también a Maturín con su cuerpo. Urdaneta asegura
que a Mariño no le quedará más que su guardia, y se irá con ella a Güiria.
Montilla escribe que iban a venir inmediatamente municiones para
acá; pero que todavía no había llegado ni una res, ni una mula, con cuyo
valor debían pagarse.
De oficio he escrito al P. Blanco antes que marchase Vd. de Caroní
para que se entienda con Vd. sobre las Misiones. Anzoátegui me dijo que
Vd. había convenido en entenderse con el P. Blanco, y yo en esta virtud le
insté porque lo hiciese con Vd. Si esto no es así, avísemelo Vd. para tomar
la providencia que sea del agrado de Vd., único objeto que deseo llenar
en este asunto, como en todos los que toquen a Vd. Me han asegurado
que Vd. se ha quejado de esta providencia, lo que he extrañado y sentido
infinito, pues sólo la he dado pensando complacer a Vd. Espero con impa-
ciencia que Vd. me responda a esto con franqueza para yo saber lo cierto,
y obrar según su voluntad.
Adiós, querido general, mande Vd. a su afectísimo amigo.
BOLÍVAR
113
Nº 25
Proclama del Libertador
Simón Bolíva, dirigida a los pueblos del Occidente de
Caracas*
Cuartel General de Guayana, 1º de julio de 1817.
SIMÓN BOLÍVAR
Jefe Supremo de la República de Venezuela, Capitán General de los
Ejércitos de Venezuela y la Nueva Granada, &., &., &.
P
A los Pueblos del Occidente de Caracas. Caraqueños:
or fin ha llegado el momento de destruir para siempre el Gobierno
Español en Venezuela.
Cuantos hijos de la Patria antes devoraban su seno, el Dios
de los ejércitos ha querido que se conviertan en fieles defensores de la
adorada madre. Tan sólo los crueles españoles son en el día enemigos de
la América: los americanos todos han reconocido su deber, su interés y
su gloria, y han cambiado sus puñales parricidas por armas libertadoras.
Los españoles están solos en la lucha: bien pronto desaparecerán del cam-
po de batalla, que han mantenido a costa de vuestra sangre, de vuestros
bienes y de vuestro honor. Ya es, pues, la América libre; a la vez que los
americanos quieren serlo.
Caraqueños: Las armas de la República han triunfado por todas par-
tes. Desde las dilatadas llanuras de Casanare, hasta las bocas del inmen-
so Orinoco, nuestros pasos han sido conducidos por la victoria. Veinte
acciones gloriosas han asegurado la suerte de Venezuela. Cuantos jefes
famosos tenía la España, otros tantos han sido batidos, a excepción de
Morillo que huye de los combates como nosotros los buscamos.
Cinco mil hombres son dueños de esta rica Provincia. El General
Mariño a la cabeza de dos mil soldados defiende la libertad de Cumaná.
Mil bravos maturinenses a las órdenes del general Rojas esperan a los
tiranos en Maturín. El intrépido general Monagas con su brigada hostiliza
por todas partes a los enemigos de Barcelona La valerosa brigada de su
digno general Zaraza compuesta de cerca de dos mil hombres, recorre los
Llanos de Caracas, y liberta los pueblos que la fuerza tenía subyugados.
El ejército del general Páez que se ha cubierto de gloria contra Calzada
La Torre, López, Gorrín Ramos, Bayer Góngora y otros muchos jefes
114
españoles, es fuerte de cuatro mil hombres, y ha puesto en insurrección
una gran parte de la Nueva Granada.
Caraqueños: libre de las atenciones de Guayana, vuelvo a pasar el
Orinoco, y pronto me tendréis en el seno de vuestra capital, con el más
grande ejército que se ha visto en Venezuela. El de Morillo es un perfecto
esqueleto. El refuerzo de mil hombres que ha traído Coupigni de la afligi-
da España, no es suficiente para tomar el solo puerto de Pampatar, de la
inexpugnable Margarita. No temáis, Caraqueños, el poder de los tiranos;
pues que estamos unidos, ellos serán vencidos.
BOLIVAR.
115
Nº 26
Comunicación de Bolívar al General
Carlos Soublette, con diversas disposiciones*
Casacoima, 24 de julio de 1817
116
Nº 27
Comunicación de Bolívar al Almirante Luis Brion, con
informes sobre personas que se han pasado
al campo patriota*
D
Incluyo a V.E. los pliegos que deben seguir para Maturin.
esde anoche que se pasaron seis hombres entre los cuales hay
un sujeto muy decente, no ha vuelto a pasarse nadie a la línea.
En San Miguel se ha presentado hoy una flechera tripulada con
10 hombres armada con 9 fusiles y un pedrero. Ya tiene orden de bajar a
incorporarse con nuestra flotilla en Puga.
Si V.E. quiere tomar algunos informes más del ciudadano Quiroga,
que es la persona de quien he hablado, se lo dirigiré a bordo mañana.
Dios guarde a V.E. muchos años.
Cuartel General de Casacoima, julio 30 de 1817. 7°.
Excmo. señor.
Bolívar.
* Del original. Archivo del Libertador, vol. 99, fol. 67-68. La firma y rúbrica de Bolívar
son autógrafas, el resto del documento es de letra de Pedro Briceño Méndez. En el sobre-
cartado consta: “Del Jefe Supremo. Excmo. Señor General en Jefe Juan Bautista Arismendi.
Luis Brión”. Es difícil de explicar esta tramitación. Tal vez sea simplemente un error; tal vez
el oficio era dirigido al Almirante Brión por la mano o a través de la persona del General
Arismendi. En todo caso, del contexto se deduce inequívocamente que el destinatario era
Brión. En nota a lápiz el Dr. Lecuna hace constar que este documento perteneció al “Archivo
de Yanes”.
117
Nº 28
Manifiesto de Bolívar a los pueblos de Venezuela, relati-
vo a la conducta del General Manuel Piar*
Guayana, 5 de agosto de 1817
Manifiesto del Jefe Supremo a los pueblos de Venezuela.
L
Ciudadanos:
a más grande aflicción que puede sobrevenir al ánimo de un ma-
gistrado, es aquella que lo obliga a emplear la espada de la justicia
contra un ciudadano que fue benemérito de la Patria.
Yo denuncio a la faz de la nación el crimen más atroz que ha podido
cometer un hombre contra la Sociedad, el Gobierno y la Patria. El Gene-
ral Piar es el autor execrable de este fatal delito. Colmado de los honores
supremos de la milicia, de la consideración pública y de la confianza del
Gobierno, nada quedaba a este ciudadano a que aspirar sino a la gloria de
titularse bienhechor de la República. ¡Con qué horror, pues, no oiréis que
este hombre tan favorecido de la fortuna haya pretendido sumergiros en
el piélago espantoso de la anarquía! Sí, venezolanos, el General Piar ha
formado una conjuración destructora del sistema de igualdad, libertad, e
independencia. Pero no os admiréis de esta monstruosidad de parte de un
hombre cuya vida ha sido un tejido de conspiraciones, crímenes y violen-
cias. Nacido en un país extraño, de una madre que tampoco es venezolana,
y de un padre canario, ningún sentimiento de amor ha podido recibir al
nacer, menos aún en el curso de su educación.
Erguido el General Piar de pertenecer a una familia noble de Tene-
rife, negaba desde sus primeros años ¡¡¡qué horrible escándalo!!!, negaba
conocer el infeliz seno que había llevado este aborto en sus entrañas. Tan
nefando en su desnaturalizada ingratitud, ultrajaba a la misma madre de
quien había recibido la vida por sólo el motivo de no ser aquella respetable
mujer, del color claro que él había heredado de su padre. Quien no supo
amar, respetar, y servir a los autores de sus días, no podía someterse al
deber de ciudadano y menos aún al más riguroso de todos: al militar.
Llevado por el General Mariño a la costa de Güiria en los años pa-
sados, fue destinado a Maturín bajo las órdenes del Comandante Bernar-
do Bermúdez, que fue víctima de sus primeros ensayos de conspiración.
Apenas había llegado a Maturín cuando sublevándose contra su inmediato
Jefe, lo prendió e indefenso lo arrojó hacia la parte que ocupaba el ene-
118
migo para que fuese indignamente sacrificado por los crueles españoles.
El desdichado Bermúdez marcó con su muerte el primer fratricidio del
ambicioso Piar.
La inmortal ciudad de Maturín, que parecía destinada por la Provi-
dencia para ser la cuna del heroísmo venezolano, tuvo la gloria de vencer
por tres veces, en otras tantas batallas, las bandas españolas de La Hoz y
Monteverde. Los valerosos maturinenses, conducidos por su indomable
espíritu y por un sentimiento irresistible de un patriotismo divino, eleva-
ron su nombre al más alto grado de esplendor, dejando al de su intruso
Jefe en el seno de la obscuridad. La fama no fue injusta, pues supo dis-
tinguir el mérito de los soldados y la ingratitud del caudillo. Ni los rayos
de la fortuna consiguieron ilustrar su espíritu en la carrera de la victoria.
Maturín sepultó en sus llanuras tres ejércitos españoles, y Maturín quedó
siempre expuesta a los mismos peligros que la amenazaban antes de sus
triunfos. Tan estúpido era el Jefe que la dirigía en sus operaciones militares.
El General Mariño, reconocido por Jefe de la expedición de Oriente,
fue a Maturín a inspeccionar aquellas valientes tropas. El General Piar,
entonces ausente, había tramado antes de separarse un motín contra su
Jefe, que se habría logrado sin duda si el virtuoso General Rojas no hu-
biese cumplido con su deber en favor de la justicia y de b subordinación
militar. La insurrección de Piar no tuvo efecto por la bella conducta del
General Rojas.
En medio de las calamidades de la guerra el italiano Bianchi se suble-
va contra las autoridades constituidas, y se roba las últimas reliquias de la
República. Logramos conducir a la Isla de Margarita a este infame pirata
para hacernos justicia y aprovechar los únicos restos de nuestra expirante
existencia. La fatalidad, entonces anexa a Venezuela, quiso que se hallase el
General Piar en Margarita, donde no tenía mando y a donde había ido por
salvar el fruto de sus depredaciones en Barcelona, y más aún por escapar
de los peligros de la guerra que él hace sólo por enriquecerse a costa de la
sangre de los infelices venezolanos. Una vez que ha hecho su botín, el va-
lor le falta y la constancia le abandona. Díganlo los campos de Angostura
y San Félix, donde su presencia fue tan nula como la del último tambor.
El General Mariño y yo, Jefes de la República, no pudimos desembarcar
en Margarita porque el faccioso Piar se había apoderado de la fuerza y nos
obligó a ponernos a la merced de un pirata más generoso y más sumiso
que él, aunque iguales en la rapacidad. Por entonces la Patria sufrió todos
los reveses que son notorios por la exclusiva traidora conducta de Piar.
De acuerdo con el General Ribas pensó en defender a Cumaná y aun-
119
que aquel General debía mandar por ser de mayor graduación sólo logró
dividir la autoridad con Piar. Esta igualdad no convenía aún a las miras am-
biciosas de Piar, y desde luego conspiró contra su Jefe y colega Ribas. Este,
por evitar la guerra civil y quizás su propio exterminio, marchó a Maturín,
y Cumaná fue la víctima de las pasiones de Piar. Su desdichada población
pereció, como la emigración de Caracas y Barcelona, por obedecer a Piar
que las forzó a encerrarse en aquella indefensa ciudad. ¡¡Víctimas desdi-
chadas allí sepultadas!!, decid ¿quién os puso bajo la cuchilla de Boves?.
Perdido el territorio que inútilmente Piar había pensado defender, se
refugió en Güiria donde mandaba el Coronel Videau quien tenía la auto-
ridad suprema de aquel país por delegación del General Mariño. Aún no
había pisado aquella ciudad cuando ya Piar intentaba destituir al Jefe que
la mandaba. Sus defensores, de acuerdo con Videau, se vieron obligados a
expulsar a Piar para no ser envueltos en disensiones domésticas, a tiempo
que el enemigo la estrechaba por todas partes. El objeto de Piar en aquel
momento no era tanto defender a Güiria cuanto extraer los tesoros que
había arrancado al General Ribas y habían sido hasta entonces religiosa-
mente respetados, como vasos sagrados que pertenecían a las iglesias de
Caracas. Mas Piar, tan avaro como sacrílego, intentaba convertir en su
propio uso objetos consagrados a la Divinidad.
En la tercera época de la República el General Piar, a quien yo había
perdonado todos sus atentados, viene conmigo a Carúpano. Allí a la faz de
todos los extranjeros y nacionales dio el más escandaloso ejemplo de su
venalidad. El descaro en robar los intereses de aquella ciudad ha sido tan
público que nada se debe añadir para que sea manifiesto.
La División del General Gregor después de haber libertado a Bar-
celona se somete a sus órdenes porque así lo exigía el orden de la milicia
y porque él se jactaba de ser el primer apoyo del Gobierno. La batalla
del Juncal, casi perdida por este General, fue un terrible desengaño por
aquellos alucinados soldados que creían tener en él un gran Capitán; pero
su impericia y su cobardía se manifestaron allí de un modo incontestable.
Ganada por el General Gregor y los otros subalternos que obraron arbi-
trariamente hallándose abandonados de su Jefe y sin esperanzas de salvar-
se, ni aun siquiera se puso a la cabeza del ejército para perseguir los restos
fugitivos, y el fruto de aquella victoria fue ninguno, como todas las que la
fortuna le ha proporcionado.
La conducta del General Piar en esta Provincia ha correspondido al
curso de su vida: el más feroz despotismo ha sido su divisa. Mandar pasar
por las armas a los Jefes y oficiales más estimables; ponerlos en el afrento-
120
so tormento de la soga; destituirlos sin autoridad y sin juicio. En fin, todos
los actos del poder absoluto de un tirano.
Ninguna orden del Gobierno ejecutaba jamás: todas las miraba con la
más ultrajante desprecio. El se había abrogado las facultades de la autori-
dad suprema, y no se había proclamado por soberano de la República por-
que las fuerzas de su mando eran todavía demasiado débiles y la fortuna
no le había sometido las ciudades de Guayana y Angostura.
En circunstancias tan urgentes yo vine al ejército para poner un térmi-
no a su desenfrenado despotismo. El benemérito General Monagas, el Co-
ronel Parejo, el Teniente Coronel Matos, el Teniente Coronel Infante, Sub-
teniente Santarita, el cirujano Cervellón y el Secretario Melián, sin contar
muchos otros que fueron ignominiosamente infamados, pueden deponer
si el régimen del General Piar no es el de un Sátrapa de Persia. ¡¡Cuántos
horrores no hizo sufrir el General Piar a estos ilustres defensores de la
República!! A mi presencia ha osado clavar un par de grillos, y sin un juicio
formal ha condenado a servir de soldado raso al Subteniente Arias. Espan-
tado de tan atroz procedimiento, quise salvar la inocencia, las leyes, y los
derechos del ciudadano. Además, hice entender al General Piar que debía
someterse a la autoridad del Gobierno y no obrar arbitrariamente como
lo había hecho siempre. Este General, furioso como un frenético medita
entonces la subversión del Estado y la destrucción de sus hermanos. Para
realizar tan negro designio pretexta enfermedad, pide encarecidamente un
retiro temporal y toma un pasaporte para las colonias.
Calumniar al Gobierno de pretender cambiar la forma republicana
en la tiránica; proclamar los principios odiosos de guerra de colores para
destruir así la igualdad que desde el día glorioso de nuestra insurrección
hasta este momento ha sido nuestra base fundamental; instigar a la guerra
civil; convidar a la anarquía; aconsejar el asesinato, el robo y el desorden, es
en substancia lo que ha hecho Piar desde que obtuvo la licencia de retirarse
del ejército que con tantas instancias había solicitado porque los medios
estuvieran a su alcance.
Pruebas constantes e irrefragables de esta conjuración son las depo-
siciones unánimes de Generales, Comandantes, soldados y paisanos resi-
dentes en Angostura.
¿Qué pretende el General Piar en favor de los hombres de color? ¿la
igualdad? No: ellos la tienen y la disfrutan en la más grande latitud que
pueden desear. El General Piar mismo es una prueba irrevocable de esta
igualdad. Su mérito es bien inferior a la[s] recompensas que ha obtenido.
Los más de los oficiales de Venezuela han combatido por la República más
121
que Piar, y sin embargo ellos son subalternos, mientras que él está decora-
do del último grado de la milicia. Podríamos citar otros muchos Generales,
Coroneles, Comandantes y Jefes de todas clases: pero no es justo mezclar
los nombres de tan beneméritos ciudadanos con el de este monstruo.
El General Piar no desea la preponderancia de un color que él abo-
rrece y que siempre ha despreciado como es constante por su conducta y
documentos. El General Piar ha tenido como un timbre la genealogía de
su padre, y ha llegado su impudencia hasta el punto de pretender no sólo
ser noble sino aun descendiente de un Príncipe de Portugal (entre sus
papeles existe este documento).
La imparcialidad del Gobierno de Venezuela ha sido siempre tal,
desde que se estableció la República, que ningún ciudadano ha llegado a
quejarse por injusticia hecha a él por el accidente de su cutis. Por el con-
trario ¿cuáles han sido los principios del Congreso? ¿cuáles las leyes que
ha publicado? ¿cuál la conducta de todos los Magistrados de Venezuela?
Antes de la revolución los blancos tenían opción a todos los destinos de la
Monarquía, lograban la eminente dignidad de Ministros del Rey, y aun de
Grandes de España. Por el talento, los méritos o la fortuna lo alcanzaban
todo. Los pardos, degradados hasta la condición más humillante, estaban
privados de todo. El estado santo del Sacerdocio les era prohibido: se
podría decir que los españoles les habían cerrado hasta las puertas del cie-
lo. La revolución les ha concedido todos los privilegios, todos los fueros,
todas las ventajas.
¿Quiénes son los autores de esta revolución? ¿No son los blancos,
los ricos, los títulos de Castilla y aun los jefes militares al servicio del Rey?
¿Qué principio han proclamado estos caudillos de la Revolución? las actas
del Gobierno de la República son monumentos eternos de justicia y libera-
lidad. ¿Qué ha reservado para sí la nobleza, el clero, la milicia? ¡Nada, nada,
nada! Todo lo han renunciado en favor de la humanidad, de la naturaleza
y de la justicia, que clamaban por la restauración de los sagrados derechos
del hombre. Todo lo inicuo, todo lo bárbaro, todo lo odioso se ha abolido,
y en su lugar tenemos la igualdad absoluta hasta en las costumbres domés-
ticas. La libertad hasta de los esclavos, que antes formaban una propiedad
de los mismos ciudadanos. La independencia en el más lato sentido de esta
palabra substituida a cuantas dependencias antes nos encadenaban.
El General Piar con su insensata y abominable conspiración, sólo ha
pretendido una guerra de hermanos en que crueles asesinos degollasen al
inocente niño, a la débil mujer, al trémulo anciano, por la inevitable causa
de haber nacido de un color más o menos claro.
122
Venezolanos: ¿no os horrorizáis del cuadro sanguinario que os ofre-
ce el nefando proyecto de Piar? Calificar de un delito el accidente casual
que no se puede borrar ni evitar. El rostro, según Piar, es un delito y lleva
consigo el decreto de vida o de muerte. Así ninguno sería inocente, pues
que todos tienen un color que no se puede arrancar para substraerse de la
mutua persecución.
Si jamás la guerra fratricida como lo desea Piar llegase a tener lugar en
Venezuela, esta infeliz región no sería más que un vasto sepulcro donde
irían a enterrarse en todas partes, la virtud, la inocencia y el valor. El mun-
do horrorizado cargaría de execraciones a esta sanguinaria nación donde
el furor sacrificaba a su saña todo lo que es sagrado aun para los mismos
salvajes, la humildad y la naturaleza.
Pero no, venezolanos, vosotros no sufriréis que las últimas gotas de
sangre que ha respetado el puñal de los asesinos de España, sean derra-
madas por vuestras propias manos. Vosotros sois incapaces de servir de
instrumento a los furores de Piar. Vosotros lo conocéis, no ignoráis sus
execrables designios, y vosotros pues, lo perseguiréis, no sólo como un
enemigo público, sino como un verdugo de su especie, sediento de su
propia sangre.
El General Piar ha infringido las leyes, ha conspirado contra el siste-
ma, ha desobedecido al Gobierno, ha resistido la fuerza, ha desertado del
ejército, y ha huido como un cobarde; así pues, él se ha puesto fuera de la
ley: su destrucción es un deber y su destructor un bienhechor.
Cuartel General de Guayana, agosto 5 de 1817. 7°.
[Bolívar.]
* De una copia de la época. En el Archivo del Libertador, vol. 174,
fol. 3-9, se conserva una copia cuya fecha no puede precisarse, pero desde
luego es más o menos coetánea a la data del documento, escrita de letra
no identificada.
123
Nº 29
Comunicación de Bolívar, dirigida al General Manuel
Sedeño, confiándole la importante comisión de someter a
los facciosos*
[BOLÍVAR]
* Del copiador. Archivo del Libertador, vol. 24, fol. 114. Escrito de letra
de Jacinto Martel. Para las características del cuaderno copiador, véase la nota
principal del doc. N° 1971. El destinatario, General Manuel Sedeño, era entonces
Gobernador de la Provincia de Guayana.
124
Nº 30
Comunicación de Bolívar, dirigida al General Andrés
Rojas, por la que le participa la ida del General Manuel
Sedeño con instrucciones para reducir a los facciosos*
Angostura, 17 de septiembre de 1817. 7°.
E
Al General Rojas.
l señor Gobernador de esta Provincia, General Manuel Sedeño,
va en auxilio de ese Departamento con fuerzas suficientes para
hacerlo respetar, y aun someter a los enemigos del Gobierno, si
continúan siéndolo.
Las instrucciones que he dado al señor General Sedeño, que deberá
mostrar a VS., le impondrán de la conducta que deben observar ambos.
Están bien detalladas y abrazan todos los casos que pueden presentarse.
V.S. y el señor General Sedeño ahogarán para siempre la facción que ame-
naza la tranquilidad de la República; VS. debe prestarle cuantos auxilios
necesite de pólvora, plomo, tropas y de cuanto esté en poder de VS. y haya
de menester el señor General Sedeño para desempeñar su importantísima
empresa. De la pericia y sagacidad de Jefes tan experimentados, del valor
de las tropas, y sobre todo, de la armonía y acuerdo que debe reinar entre
VS. y el General Sedeño para todas las operaciones que deban emprender-
se, depende enteramente el éxito feliz de esta expedición.
Ya había ordenado que una Brigada de Infantería pasase con la ca-
ballería, y estaba para embarcarse, cuando supe la ocupación de Güiria
por los godos. Este acontecimiento, que ha minorado los recursos de los
rebeldes, y sabiendo que sus fuerzas no pasan de doscientos hombres,
me han hecho calcular que la caballería que marcha con el señor General
Sedeño y las tropas del mando de VS., son más que suficientes para pa-
cificar el territorio conmovido; quedando entretanto apostada y pronta
dicha Brigada en la línea de la Vieja Guayana, para disponer de ella según
las circunstancias.
El señor General Bermúdez, a la cabeza de su División, marcha
a incorporar a ella la del señor General Zaraza para adelantar nuestras
operaciones sobre el enemigo común, aprovechando la oportunidad de
destruirlo ahora que está débil, y ahora que podemos con tanta facilidad
efectuar nuestra reunión con el ejército del Bajo Apure.
DIOS, etc.
[BOLÍVAR]
* Del copiador. Archivo del Libertador, vol. 24, fol. 114v°-115. Escrito de
letra de Jacinto Martel. Para las características del cuaderno copiador, véase la nota
principal del doc. N° 1971. Sobre el destinatario, General Andrés Rojas, Coman-
dante General del Departamento de Maturín en esa época.
125
Nº 31
Comunicación del Libertador al
General Manuel Sedeño, con extensas consideraciones
sobre los actos de indisciplina de Mariño y Piar,
instrucciones de lo que debía ejecutar
Sedeño e informes acerca de la
situación de la Campaña*
L
Al General Sedeño.
a goleta nacional de guerra El Cóndor ha fondeado en las fortalezas
de la Vieja Guayana, con escala en Trinidad, y nos trae las noticias
positivas de los acontecimientos de Güiria. Este lugar fue atacado y
tomado por el faccioso Nacario. Este y el Comandante Coronel Hermoso
murieron en la acción. Las tropas que guarnecían a Güiria fueron comple-
tamente batidas, y las pocas que se salvaron se han refugiado dispersas a los
montes. El cobarde y faccioso Benn, Comandante de la Guardia de Honor
del General Mariño, se embarcó para Trinidad, donde se halla. La goleta
de guerra nacional El Tigre, que se hallaba casualmente sobre las costas
de Güiria cuando fue amenazada, desembarcó en auxilio 120 hombres de
nuestras tropas de línea que tenía a su bordo. Afortunadamente, después
de la derrota logró reembarcarlos, sin pérdida alguna. El General Mariño
ha tenido la fortuna de salvarse, y refugiarse a Chacachacare, donde hoy
está. Todo parece que conspira, hasta las ventajas del enemigo común, a
ahogar la facción que quería trastornar el orden, e interrumpir la marcha
feliz de nuestros negocios. Güiria no puede ya prestar auxilios ni recursos
a los caudillos que fomentaban la rebelión, que abandonados y cercados
por todas partes de peligros, de tropas nuestras, y enemigas, no tienen
otro partido que la desesperación, y la muerte. Jamás se ha presentado una
ocasión más oportuna, ni una circunstancia más favorable para arrancar
hasta las más pequeñas raíces del mal que los enemigos domésticos de Ve-
nezuela querían sembrar. V.S. tiene todos los medios para aprehender a los
autores, Jefes y partidarios de este horrendo crimen, dejando para siempre
purgado ese suelo de los monstruos que querían convertirlo en un teatro
de abominaciones. Piar, solo, sin partidarios y sin espacio siquiera donde
vagar, debe infaliblemente caer en manos de VS. VS. debe aprehenderlo, a
126
él y a los miserables que lo sigan, sin que nada pueda salvarlo del poder de
VS.; de manera que los acontecimientos inesperados de Güiria aseguran
más el éxito feliz de la comisión de VS. El Capitán Esteves, Comandante
del Cóndor, asegura que el Comandante Benn, de la Guardia de Honor
del General Mariño, debe regresar de Trinidad a Maturín. Este y los más
que indique a VS. el Ayudante general Sánchez, que los conoce, deben ser
asegurados y conducidos con los demás facciosos; como también Isaba,
Montes y demás Jefes que han seguido a los revolucionarios, a esta plaza.
VS. no debe permitir por ninguna causa la evasión de Piar; debe necesa-
riamente ser aprehendido, y VS. debe volver trayéndolo consigo, pues si
se frustra la captura de éste, la facción no queda enteramente ahogada y
extinguida; nada, pues, debe omitirse para su aprehensión.
Por el mismo Cóndor, que procede de Jamaica, y otros varios buques
que han llegado en estos días, hemos tenido las noticias más placenteras.
Los Almirantes ingleses han recibido orden de su Gobierno para mante-
ner comunicaciones con los independientes de Venezuela. Nuestro Pabe-
llón es admitido en todas las islas inglesas y actualmente acaban de darnos
la mayor satisfacción con respecto a un buque nuestro que fue reclamado
por los españoles. Negada la demanda, y restituido el buque, que había
sido embargado, fue enarbolado nuestro Pabellón en la bahía de Puerto
Real de Jamaica, y condenado en las costas el español demandante. De
Europa se esperan, según todas las apariencias, los más felices resultados
para la América. Todo nos hace creer que nos alargarán una mano liberal
para franquearnos auxilios de todas clases y que la primera que nos reco-
nocerá será la Inglaterra.
Dios, etc.
[BOLÍVAR]
* Del copiador. Archivo del Libertador, vol. 24, fols. 118V9-120. Escrito de
letra de Jacinto Martel. Para las características del cuaderno copiador véase la nota
principal del documento n° 1971. El destinatario era el General Manuel Sedeño.
127
Nº 32
Comunicación de Bolívar, dirigida al General Andrés Ro-
jas, por la que le imparte instrucciones respecto a varios
casos de indisciplina*
* Del copiador. Archivo del Libertador, vol. 24, fols. 121v°-122. Escrito de
letra de Jacinto Martel. Para las características del cuaderno copiador, véase la nota
principal del Doc. N° 1971. Sobre el destinatario, General Andrés Rojas, Coman-
dante del Departamento de Maturín, véase la nota 27 del Doc. N° 1472 , y la nota
principal del Doc. n° 1859.
128
Nº 33
Comunicación del Libertador, dirigida al General Ma-
nuel Sedeño, por la que ordena perseguir y detener a
Piar y a sus compañeros de conjura*
Angostura, 24 de Septiembre de 1817.
Al Señor General Sedeño.
* Del copiador. Archivo del Libertador, vol. 24, fol. 121v°. Escrito de letra
de Jacinto Martel. Para las características del cuaderno copiador, véase la nota
principal del documento N° 1971. El destinatario, General Manuel Sedeño, había
sido enviado en comisión al Departamento de Maturín, para cortar la disidencia
del General Manuel Piar.
129
Nº 34
Oficio de Bolívar al General Andrés Rojas, por el que se
refiere a la necesidad de detener al General Manuel Piar
e informándole sobre el Plan de la Campaña*
L
municaciones de V.S. de 14 y 18 del presente.
a nueva invención a que Piar se ha acogido es tan ridicula como
despreciable. A nadie puede alucinar con ella. La liberalidad de mis
principios es más conocida que mi nombre. Mis sacrificios no han
tenido ni tendrán otro objeto que la Libertad y la Independencia de Ve-
nezuela.
Las tramas y el genio revoltoso de Piar le hacen en estas circunstan-
cias, en que aún no estamos perfectamente tranquilos, son muy temibles.
Los individuos todos de la República deben empeñarse en su destrucción.
Las fuerzas reunidas del señor General Sedeño con las de V.S. deben lle-
nar los deseos justos del Gobierno. V.S. debe tomar en la aprehensión
de este faccioso el más vivo decidido interés. Si no se logra su captura,
ni Maturín, ni la Provincia de Cumaná estarán tranquilas jamás mientras
exista en el corazón de ellas el germen de la discordia. Así, pues, reitero a
V.S. la orden expresa de no perdonar medio, diligencia, ni sacrificio para
su aprehensión.
El aspecto favorable de nuestros negocios, dentro y fuera de la Pro-
vincia se aumenta cada día. La División del señor General Bermúdez mar-
chó ya a incorporarse con la Brigada del señor General Zaraza y obrar
sobre los Llanos de Caracas. El señor General Páez, a la cabeza de dos mil
hombres, marchó desde julio por el Occidente, y debe reunirse con estos
Generales en el centro de los Llanos, y entonces aquel ejército no bajará de
cuatro a cinco mil soldados, y yo me preparo con otro ejército a marchar
por el río a incorporarme también con éstos. El señor General Monagas
ha recibido todos los elementos necesarios para obrar contra la capital de
Barcelona, en donde hay un corto número de enemigos.
Los ingleses empiezan ya a realizar sus promesas de auxilios. Nues-
tros puertos del Orinoco son frecuentados de sus buques, y su Gabinete
130
toma un interés por la consolidación, por el sistema de Independencia que
hemos adoptado.
Dios, etc.
BOLÍVAR.
* Del copiador. Archivo del Libertador, vol. 24, fols. 123v°124. Escrito de
letra de Jacinto Martel. Para las características del cuaderno copiador, véase la nota
principal del Doc. N° 1971. El destinatario era el General Andrés Rojas, Coman-
dante General del Departamento de Maturín.
131
Nº 35
Comunicación de Bolívar al Almirante Luis Brión, rela-
cionada a la petición de acreencia del sr. Smith.*
Angostura, a 30 de Septiembre de 1817, 7°
Q
Al Almirante.
uedo impuesto del reclamo del Señor Smith sobre que se le sa-
tisfagan, no sólo el importe de las provisiones que vendió en
Pampatar al señor Intendente para la escuadrilla, sino los gastos
o demoras de su buque en Maturín, y el interés del capital mientras ha
estado sin percibirlo.
Cuando el Señor Smith se presentó en aquella ciudad con una orden
del General Mariño, que era entonces, y lo es hoy, disidente, no pudo ni
debió el señor General Rojas cumplirla, pues no emanaba de una autori-
dad legítima. Impuesto el Gobierno reconocido de la solicitud del Señor
Smith, y del destino que se gabía dado a los víveres de que se procedía su
crédito, ordenó al Fefe de Maturín satisficiese a Smith los seis mil sete-
cientos cincuenta pesos a que montaba su acreencia, en ganados que había
remitido a aquella plaza en número de su interés particular, había tomado
flete para su buque y salido de aquel puerto, siendo él la causa de no haber
recibido su pago cuando llegó la orden.
La República, pues no satisfará ni el interés del capital, ni los gastos
de la demora de su buque en Maturín que reclama. Tampoco puede satis-
facerle aquí en mulas, porque las pocas que hay están destinadas ya, unas
para objetos de primera necesidad, y otras cedidas a acreedores también
del Estado. Lo hará sí del valor total de las provisiones que vendió en
Pampatar, es decir de los seis mil setecientos cincuenta pesos, en ganados
en esta Provincia.
Dios guarde a V.S. , etc.
BOLÍVAR.
*Del copiador. Archivo del Libertador, vol. 24, fol. 126. Escrito de letra de Ja-
cinto Martel. Para las características del cuaderno copiador, véase la nota principal
del Doc. N° 1971. El destinatario era el Almirante Luis Brión.
132
Nº 36
Instrucciones del libertador, fechadas en angostura el 2
de octubre de 1817, al General Manuel Sedeño, para el
restablecimiento de la subordinación y obediencia en
los mandos del ejército en la provincia de Cumaná*
D
Al General Sedeño.
espués de haber reflexionado bien sobre el nuevo estado de co-
sas en esa Provincia, he determinado lo siguiente.
Artículo 1° - Si el General Mariño se ha sometido volunta-
riamente al Gobierno, él debe dar las órdenes precisas y expresas de obe-
decer y reconocer la Autoridad Suprema, a los Jefes y tropas de su mando.
Estas tropas deberán reunirse en Maturín y sus alrededores, a las órdenes
del Jefe más antiguo, que quedará en esa Provincia, hasta segunda orden.
Idem. 2° - El General Mariño deberá venir a mi Cuartel General con
V.S., y si fuese útil vendrá anticipadamente. Por ninguna causa ni pretexto
dejará de venir el general Mariño, sea de grado o por fuerza.
Idem. 3° - Todos los partidarios de los facciosos deben venir igual-
mente a mi Cuartel General también sea de grado o por fuerza.
Idem 4° - El oficial o Jefe que haya mostrado más celo por el Gobier-
no quedará mandando inmediatamente las tropas que fueron del mando
de los Generales Mariño y Piar, pero siempre sujetas al General Rojas que
deberá mandar en Jefe, hasta otra resolución.
Idem 5° - El Teniente Coronel Cipriano López vendrá a mi Cuartel
General, sin atender a causa o pretexto para no ejecutarlo así.
Idem 6 ° - Las tropas oficiales de quien no se tenga plena confianza a
favor del Gobierno, vendrán a mi Cuartel General, tomando en este caso
todas las medidas de precaución para que no deserten.
BOLÍVAR.
*Del copiador. Archivo del Libertador, vol. 23, folio 199v°. No consta la
firma y rúbrica de Bolívar. Escrito de letra de Jacinto Martel. Pertenece al cua-
derno de “Registro de decretos” especificado enla nota principal del documento
N° 1958. El destinatario era el General Manuel Sedeño, antes mencionado, quien
había sido enviado por el Libertador en comisión al Departamento de Maturín y
Provincia de Cumaná.
133
Nº 37
Comunicación de bolívar al General Andrés Rojas, por la
que le participa la captura del General Piar y le reitera
la orden de aprehender al General Mariño.*
Angostura, 3 de Octubre de 1817,
A
Al Señor General Rojas.
noche entregó en esta plaza preso, el Teniente Coronel Sánchez al
General Piar. Maturín desde ahora, y toda la Provincia de Cuma-
ná, quedan libres de este faccioso. La aprehensión del General
Mariño y de los demás autores de la rebelión asegurarán su tranquilidad.
La patriótica, virtuosa conducta que V.S. ha desenvuelto desde el origen
de los acontecimientos de Mariño hasta la prisión de Piar, han contribuido
en gran parte a realizar las justas intenciones del Gobierno de Venezuela.
Este, pues, reconoce en V.S. vino de sus más fieles servidores, y siempre
tendrá presente las cualidades de V.S. empleadas tan oportunamente en
su servicio.
El Departamento de Maturín, aprehendido Mariño, y el resto de fac-
ciosos, en que V.S. debe empeñarse, va a gozar de la más perfecta tran-
quilidad. El es un lugar muy digno de la atención del Gobierno, que ya ha
dado las órdenes necesarias para que se abastezca de ganado y caballos, y
surta de carnes, como antes, a la Provincia de Cumaná. También tendrá
la dotación suficiente de armas, municiones y artillería, a fin de que sirva,
como antes, de apoyo en cualquier revés.
Comunico al señor General Sedeño nuevos artículos sobre la conduc-
ta que debe observar hasta la conclusión de su comisión. Coadyuve V.S.
como hasta aquí, y el Gobierno verá cumplidos sus deseos.
Dios guarde, etc.
BOLÍVAR.
134
Nº 38
Oficio de Bolívar dirigido al general José Francisco
Bermúdez, por el que le participa la captura del General
Piar, lo designa gobernador y Comandante General de la
Provincia de Cumana y le informa sobre las
previsiones tomadas*
Angostura, 3 de Octubre de 1817.
Al Señor General Bermúdez.
135
el Jefe que conviene a aquella Provincia, y el que puede hacerla entrar en
sus verdaderos deberes e intereses. Estas poderosas razones son las que
me determinan a conferir a V.S. el Gobierno y Comandancia general de la
Provincia de Cumaná, y a prevenirle su traslación a la ciudad de Maturín.
Esta acertada resolución recompensa a la vez los distinguidos servicios de
V.S., le proporciona la ocasión de prestarlos inmediatamente al país donde
nació, y la de ser en él un firme apoyo de la República de Venezuela.
V.S. recibirá no sólo cuantos elementos de guerra son necesarios para
expulsar a los enemigos de toda la Provincia de Cumaná y mantenerla en
un estado de defensa, sino también partidas considerables de ganados, y
algunas caballerías, así para abastecer el ejército, como para negociar ar-
mas con los extranjeros siempre que V.S. lo estime necesario. Sobre esto
doy con esta fecha las órdenes necesarias al señor General Zaraza.
Con esta fecha instruyo al señor General Monagas del destino de V.S.
a Cumaná, y le prevengo coopere con V.S. a la destrucción de los enemi-
gos de ella; lo participo a V.S. para su inteligencia.
Al separarse V.S. de la División, encargará del mando accidental de
ella al Jefe del Estado Mayor señor Coronel Miguel Martínez; arreglándose
V.S. en todo, a las órdenes que le comunico con esta fecha por el Estado
Mayor General.
Dios, etc.
BOLÍVAR.
* Del copiador. Archivo del Libertador, vol. 24, fols. 129v°-130. Escrito de
letra de Jacinto Martel.
136
Nº 39
Comunicación del Libertador Simón Bolívar al General
José Tadeo Monagas, participándole la captura del Ge-
neral Piar y dándole instrucciones para la Campaña*
L
Al señor General Monagas.
a facción de Cumaná que amenazaba destruir aquella Provincia,
acaudillada por Piar ha sido ahogada con la captura de este sedicio-
so. El 27 del pasado el señor General Sedeño lo aprehendió en el
pueblo de Aragua en medio de cien fusileros con que se hallaba allí, y con
quienes quiso a vivas fuerzas resistir la orden del Gobierno Supremo. Pero
el Teniente Coronel Carmena, que mandaba el destacamento, se denegó
a obedecerlo y se adhirió a las tropas que mandaba Sedeño. Así es que
Piar, aunque desesperado en su impotencia, nada pudo hacer, y el General
Sedeño ha tenido la satisfacción de hacer a su patria el importante servicio
de remitirlo preso a este Cuartel General, a donde llegó anoche. Piar será
juzgado y castigado conforme a las leyes. El General Mariño tendrá la
misma suerte, pues se han tomado todas las medidas para su aprehensión.
La mayor parte de los otros caudillos están presos ya, y el General Sedeño
cuenta con la prisión de todos ellos.
Para terminar la pacificación de la Provincia de Cumaná me ha pa-
recido muy conveniente nombrar de Jefe de todas las fuerzas de ella al
señor General Bermúdez. Este oficial goza de una gran reputación en su
país, es bien amado, es obediente, y celoso defensor del Gobierno, y es de
consiguiente el que puede reunir las diferentes partidas en una sola masa y
opinión, y obrar contra los enemigos que han abandonado toda la costa y
están reducidos sólo a la capital.
V.S., como Jefe de la Provincia de Barcelona, que es la más inmediata
a Cumaná, debe prestar al señor General Bermúdez, los auxilios de hom-
bres y ganado, cuando las circunstancias lo exijan, y siempre que sea ne-
cesario para obrar contra el enemigo común. V.S. cooperará con el señor
General Bermúdez conforme a los acontecimientos de la guerra; y yo me
prometo que V.S. nada negará a su vecino, y que reinará entre V.S. y el se-
137
ñor General Bermúdez la más perfebta concordia, y armonía, auxiliándose
recíprocamente, pues de este acuerdo es que resulta la verdadera fuerza,
y es el que puede hacernos triunfar de nuestros enemigos domésticos y
externos. Así se lo participo al señor General Bermúdez para que haga
otro tanto con V.S.
Dios,
[Bolívar]
Al margen consta: Se duplicó.
* Del copiador. Archivo del Libertador, vol. 24, fols. 132-133. Escrito de letra
de Jacinto Martel.
138
Nº 40
Comunicación del Libertador Simón Bolívar dirigida al
General Pedro Zaraza, en la cual le participa la captura
del General Piar y le da instrucciones para que coopere
con el General José Francisco Bermúdez*
139
debe tomar el mando en Jefe de toda la infantería y caballería, y obrar en
un todo conforme a las órdenes e instrucciones que antes se han comuni-
cado al señor General Bermúdez, que éste pondrá en manos de V.S., y a las
que con esta misma fecha prevengo a V.S. por el Estado Mayor General.
V.S. sabe muy bien que la Provincia de Cumaná está enteramente
arruinada y sin ganados, pues la mayor parte de los que V.S. remitió se
los han robado los facciosos. Debiendo el señor General Bermúdez reu-
nir todas las fuerzas de aquella Provincia, organizarías, y ponerla bajo un
pie respetable y de orden, es indispensable auxiliarlo con ganados para la
subsistencia de dicho ejército; en consecuencia yo espero que V.S. se sirva
tomar las más activas y eficaces medidas, a fin de enviar al señor General
Bermúdez algunos ganados, a la brevedad posible, y que V.S. tomará siem-
pre el mayor interés en auxiliar a dicho señor General y a la Provincia de
Cumaná con cuanto dependa de V.S., relativamente a ganados.
Dios guarde, etc.
[Bolívar]
* Del copiador. Archivo del Libertador, vol. 24, fols. 130v°-131. Escrito de
letra de Jacinto Martel.
140
Nº 41
Oficio de Bolívar al General Carlos Soublette, Jefe del
Estado Mayor General,
por el que dispone
se abra proceso
al General Manuel Piar*
Angostura, 3 de Octubre de 1817,
E
Al Jefe del Estado Mayor General.
l señor General Piar, acusado de los crímenes de insubordinado a
la Autoridad Suprema, de conspirador contra el orden y tranqui-
lidad pública, de sedicioso, y últimamente de desertor, debe ser
juzgado conforme a nuestras leyes.
Como en virtud del artículo 4°, capítulo 3° del reglamento de 29 de
mayo último, corresponde a V.S. instruir el proceso, procederá V.S. a ello a
la mayor brevedad en clase de fiscal, hasta poner la causa en estado de ser
juzgada por el Consejo de guerra que se nombrará oportunamente para su
decisión, con arreglo al capítulo y reglamento citados.
El Capitán J. Ignacio Pulido actuará en clase de Secretario.
Los trece adjuntos documentos impondrán a V.S. de la conducta y
atentados del acusado. V.S. hará de ellos en el proceso el uso que es debido.
Dios, etc.
BOLÍVAR.
* Del copiador. Archivo del Libertador, vol. 24, fol. 129. Escrito de letra de
Jacinto Martel. El Jefe del Estado Mayor General era, en esa época, el General
Carlos Soublette.
141
Nº 42
Comunicación del Libertador Simón Bolívar dirigida
al General Páez, lo felicita por sus éxitos y anuncia el
envió de armamento. le remite una obra sobre táctica y
le comenta la captura del General Piar y la orden para
detener al General Mariño*
T
Al General Páez.
engo la satisfacción de acusar a V.S. el recibo de los nueve oficios
de V.S. de 19 del próximo pasado fechados en el Yagual, y condu-
cidos por el Comandante Curbelo, que llegó a este puerto con las
cuatro flecheras de su mando, el 29 del mismo..
La expedición de V.S. sobre Barinas ha aumentado sus triunfos, sus
recursos y su reputación; y los enemigos, con esta nueva pérdida, se ven
privados de una parte considerable de sus fuerzas, y casi anonadados en la
opinión de los pueblos, que ven por todas partes triunfar las armas de la
República y huir delante de ellas a los godos sin encontrar asilo ni partida-
rios. Esta brillante jornada nos prepara la destrucción de los que quedan
en Nutrias y San Fernando, que han visto batir y destruir a Ramos [2],
reputado como uno de sus primeros oficiales.
Al cargo del ciudadano Capitán Quintero remito a V.S. para el equi-
pamento del ejército de su mando, los artículos y elementos de guerra
comprendidos en la adjunta nota, firmada por el señor Comandante de
artillería Salom, y recibidos por el Capitán Quintero a su satisfacción;
además, lleva también cinco pedreros y dos esmeriles. Serían mucho más
abundantes los auxilios que enviaría a V.S. en esta ocasión, si los buques
pudiesen contener más; pero la poca capacidad de éstos, y la prontitud con
que yo en persona debo marchar con el ejército a incorporarme con V.S.
llevando cuanto sea necesario, me hace no tomar otras medidas.
Los importantes servicios que el ciudadano doctor Nicolás Fumar ha
hecho a la Patria en la Provincia de Barinas y en el ejército del mando de
V.S., le hacen acreedor a la recompensa del Gobierno. Este, pues, le conde-
cora con el grado de Teniente Coronel de los ejércitos de Venezuela, y con
los empleos de Teniente de Gobernador, Asesor General de la Provincia
142
de Barinas, y Asesor de guerra del ejército del Bajo Apure; cuyos despa-
chos incluyo a V.S. para que se sirva ponerlos en sus manos.
Para la instrucción y disciplina del Batallón que V.S. ha levantado con
el nombre de Brava Infantería de Páez, incluyo dos volúmenes de la nueva
táctica, para que los Jefes de instrucción se acomoden a ella. La guerra
civil, que se asomaba en la Provincia de Cumaná acaudillada por los Ge-
nerales Mariño y Piar, ha sido ahogada en sus principios con la prisión de
Piar y otros Jefes de la rebelión. El señor General Mariño será también
aprehendido, pues se han tomado ya todas las medidas para ello. El se-
ñor General Sedeño es a quien debe la Patria la captura de Piar; tiene en
Maturín las fuerzas suficientes para hacer respetar al Gobierno. Piar será
juzgado y castigado conforme a nuestras leyes.
Dios guarde, etc.
[Bolívar]
* Del copiador. Archivo del Libertador, vol. 24, fols. 132-133. Escrito de letra
de Jacinto Martel. El destinatario era el General José Antonio Páez, jefe de las
fuerzas republicanas en los Llanos de Apure y de Barinas.
143
Nº 43
Comunicación del Libertador Simón Bolívar, relativa al
consejo de guerra incoado al General Piar. a
continuación del texto original se inserta la carta apó-
crifa, adulterada por José Domingo Díaz*
144
Sofocada la sedición, sometidos o castigados de alguna manera los
culpables, la vindicta pública estará satisfecha; se vigorizarán la disciplina
y obediencia del ejército; nuestros enemigos del extranjero no tacharán
nuestra obra de falta de autoridad; y los malvados godos, se encontrarán
sin base para calumniarnos; no dirán que somos una horda de vagabundos.
¿Qué más tengo que decirle? Lo demás, que no es de una carta priva-
da, lo encontrará V. en la correspondencia oficial.
Vuelvo a recomendarle prontitud en encargarse del mando de Cu-
maná.
Adiós, general y amigo, soy siempre su afectísimo amigo.
BOLÍVAR
Carta apócrifa
Angostura, 4 de octubre de 1817.
Mi querido general y amigo:
La correspondencia oficial impondrá a V. del nuevo destino que he
creído conveniente darle. Además de las poderosas razones que expongo
a V. allí, me ha movido muy particularmente la de nuestra amistad antigua,
y la de que V. se entregará con más gusto desde ahora de la provincia que
debe gobernar, cuando esté libre la república.
Piar está aquí, y su causa se ha abierto y sigue con todas las aparentes
formalidades posibles hasta que se le dé la sentencia, que será de muerte.
El morirá y mis deseos serán cumplidos. Tengo esperanzas de que también
vendrá Mariño que será juzgado del mismo modo. El general Sedeño me
ofrece que lo cogerá como llegue o haya llegado al continente, así porque
había tomado sus medidas para que no se escapase, como porque habién-
dose adherido a mí algunos de sus oficiales, se verá sin grande apoyo.
Vea V. si son preciosos estos momentos para nosotros; pero nada de
esto se lograría no yendo V. a encargarse de la operación. Apresúrese V.,
pues, querido general: vuele a recoger este fruto que tal vez no da mucho
tiempo. En Maturín encontrará las tropas que estaban en Cumanacoa; y
también hallará muchas comunicaciones mías, previniéndole lo que se ha
de hacer en el caso.
El único inconveniente que se me presenta para que deje V. esa divi-
sión, es la deserción que puede haber al saber la tropa la dirección de V.;
pero este obstáculo se destruye guardando V. un profundo silencio, sobre
esto, con todo el mundo, y asegurando a todos que su marcha es a esta
capital a presidir el consejo de Piar. De este modo quedarán engañados, y
evitaremos los disgustos que podrían resultar de su separación.
145
Los generales Zaraza y Monagas reciben órdenes mías de esta fecha
con respecto a la marcha de V. Al primero le prevengo envíe ganados a
Maturín, para que no le falten a V. los víveres y al segundo le ordeno que
coopere y obre de acuerdo con V. para asegurar más las empresas y ope-
raciones que V. intente.
Adiós, mi querido general, soy siempre de V. afectísimo amigo que lo
ama de corazón.
Bolívar
146
Nº 44
Comunicación de Bolívar al General Manuel Sedeño, por
la que le manifiesta la gratitud del país por la captura
del general Manuel Piar y le insta a detener al Gene-
ral Santiago Mariño le comunica asimismo el ascenso a
general de división*.
147
mar la sangre de sus hermanos. Reciba pues de ella el premio que le asigna
elevándolo al eminente grado de General de División de sus ejércitos.
Dios guarde a V.S. muchos años. etc.
BOLÍVAR.
* Del copiador. Archivo del Libertador, vol. 24, fol. 128. Escrito de letra de
Jacinto Martel.
148
Nº 45
Oficio del Libertador Simón Bolívar al General Andrés
Rojas, con información sobre el estado de la Campaña*
[Bolívar]
* Del copiador. Archivo del Libertador, vol. 24, fol. 134v°. Escrito de letra
de Jacinto Martel
149
Nº 46
Comunicación del Libertador Simón Bolívar al General
Manuel Sedeño, incitándole a que procure la total pacifi-
cación de la provincia de Cumaná, con especiales reco-
mendaciones en relación al General Mariño*
C
Al General Sedeño.
on la mayor satisfacción acabo de recibir en este instante el oficio
de V.S. del 30 del próximo pasado y las copias de las cartas que V.S.
me incluye.
El aspecto favorable que presenta el importante negocio de la pacifi-
cación de la Provincia de Cumaná, de que V.S. está encargado, lisonjean al
Gobierno con las esperanzas muy fundadas de que el término de la comi-
sión de V.S. será la perfecta tranquilidad de ese territorio con la extinción
de los principales revolucionarios que empezaban a presentarse en aquel
ejército y con el sometimiento de los pueblos y Jefes disidentes al Gobier-
no Supremo de la República. Este mismo bello cuadro debe animar a V.S.
a terminar completamente la obra que ha emprendido y a no separarse
de la Provincia de Cumaná hasta verla pacífica, tranquila y sumisa. La Pa-
tria, pues, exige imperiosamente de V.S. la consumación de tan interesante
servicio, y V.S., sin atender ni al estado de los caballos ni a ninguna otra
circunstancia, sino a la seguridad de Venezuela, no debe regresar a esta
capital hasta no haber puesto el sello a su comisión.
No es suficiente el que el General Guevara y los demás Jefes que man-
dan las tropas de Cumanacoa, y éstas mismas, hayan obedecido la orden
de V.S. de marchar a Maturín. Es necesario aprehender al General Mariño.
Sin esto veremos nacer nuevas diferencias y pretensiones que destruirán
lo que tanto nos ha costado. El General Mariño está en Güinimita con
una partida para marchar sobre Güiria, y sólo cuando V.S. pierda la espe-
ranza de aprehenderlo, se contentará en entrar en negociaciones con él y
admitirá que reconozca el Gobierno; pero antes es necesario apurar todos
los recursos y emplear todos los medios que le dicten a V.S. su celo y su
prudencia para lograr su captura.
Apruebo en sumo grado las providencias que V.S. ha tomado con
Montes y Palacios atrayendo al primero y perdonando al segundo. Ase-
gúreles V.S. de parte del Gobierno un olvido eterno y perpetuo de cua-
150
lesquiera falta que hayan cometido antes. Yo no veré en ellos sino unos
venezolanos que han servido a su país y que pueden servirlo en adelante,
sin acordarme jamás de los extravíos en que hayan incurrido. Ellos no
tendrán ninguna mancha a los ojos del Gobierno; ni tampoco ninguno de
los habitantes de esa Provincia, que éste recibirá con los brazos abiertos y
con la ternura de un padre que ve volver a su casa a los hijos que la aban-
donaron sin motivo, pero que arrepentidos vuelven a ella.
Mientras V.S. tranquiliza esa Provincia yo me ocupo en organizar ésta,
de la que no me separaré hasta que V.S. no haya regresado de ésa, para
dejarlo en posesión de su gobierno y hacerle encargos y confianzas de la
más alta y eminente importancia a que V.S. se ha hecho acreedor por sus
servicios.
[BOLÍVAR]
* Del copiador. Archivo del Libertador, vol. 24, fol. 133V°. Escrito de letra
de Jacinto Martel. Para las características del cuaderno copiador, véase la nota
principal del Doc. N° 1971. El destinatario era el General Manuel Sedeño, quien se
encontraba entonces en la región de Maturín. En “Memorias de O’Leary”, tomo
XV, págs. 327-328, se reproduce este documento, con la mención “Del Archivo” y
sustanciales diferencias en su contenido. La Comisión Editora no ha podido locali-
zar en el Archivo del Libertador conservado en su Casa Natal ningún otro texto de
este documento que no sea el del copiador mencionado al comienzo de esta nota.
Sin embargo, dadas las diferencias entre el contenido del copiador y el del impreso
de O’Leary, la Comisión Editora, aún ateniéndose al texto manuscrito por ser el
más antiguo y fehaciente de que se dispone, ha creído oportuno señalar en nota las
variantes de las “Memorias”. Es difícil dilucidar si el editor de éstas tuvo a la vista
una copia distinta, o tal vez el original, de este oficio.
151
Nº 47
Carta del Libertador Simón Bolívar dirigida al Coronel
Antonio José de Sucre, con el nombramiento de Jefe del
Estado Mayor de la División de Cumaná. Le formula
instrucciones muy precisas respecto a las funciones de
dicho cargo en las circunstancias del momento.*
Angostura, 7 de octubre de 1817.
Muy reservada.
A
Mi querido Sucre:
noche he recibido los oficios del general Sedeño incluyéndome
otro del general Guevara, y una carta de Montes, en que mani-
fiestan la mayor satisfacción por el suceso de Piar, y ofrecen venir
con todas las tropas a Maturín a incorporarse con Sedeño. Un tal Valderra-
mas, que fue a llevar los pliegos a Cumanacoa, escribe que todas las tropas
y oficiales están sumamente satisfechas y adictas al gobierno. Ya V. sabrá
que Carmona se puso de parte de nosotros en Aragua, y que se trajo 80
hombres que mandaba. Mariño no había llegado aún a Maturín; pero lo
esperaban de un momento a otro para traérmelo de grado o por fuerza.
En Maturín hay el mejor espíritu en favor de nosotros, y [es] el momento
decisivo para destruir la facción disidente y establecer el gobierno en Cu-
maná. Con este motivo yo he pensado enviar a V. de jefe del estado mayor
de la división de Cumaná, la cual será mandada por el general Bermúdez,
que lo hará con la mayor fidelidad y acierto. Mientras que llega Bermúdez
que debe estar ya en marcha para Maturín, me parece muy importante que
vaya V. a influir en aquellas tropas y hacerles ver lo que les conviene la
unión y la obediencia al gobierno. Yo no puedo decir a V., a punto fijo, lo
que debe hacer, porque no sé, a punto fijo, el estado en que pueden estar
las cosas para cuando llegue V. a Maturín. Pero de todos modos diré a V.
lo siguiente:
Primero, si a V. le parece conveniente marchar a Maturín a llenar su
comisión, lo ejecutará inmediatamente; para lo cual envío a V. una orden,
a fin de que el general Urdaneta mande al coronel Lara a hacerse cargo de
la plaza de Guayana interinamente hasta que venga su padre de V. , a quien
pienso nombrar en el destino que V. tiene ahora. Si V. no cree que sea útil
a la república su comisión, está V. autorizado para suspenderla y no dar
curso a la referida orden.
152
Segundo, mando a V. el nombramiento de jefe de estado mayor de
la división Bermúdez, para que V. haga de él el uso que le parezca con-
veniente a las circunstancias y a los sucesos. Si a V. le parece no mostrar
este nombramiento hasta la llegada de Bermúdez, está V. autorizado para
hacerlo así.
Tercero, mando a V. una comisión para que pase a Maturín a tratar
con el jefe que manda aquellas tropas, para hacerle entender cuales son
mis intenciones y los deseos que tengo de proteger aquella división y la
provincia de Cumaná. En una palabra, este documento es una sencilla
credencial para que V. pueda cumplir su comisión, sin intervenir en nada
hasta la llegada de Bermúdez, y preparar los espíritus para que el gobierno
sea obedecido y Bermúdez bien recibido.
Cuarto, en caso que el general Mariño se haya adherido al gobierno
voluntariamente, o porque las circunstancias no nos hayan permitido ha-
cer otra cosa, V. deberá procurar completar la reunión del general Mariño
con el gobierno. Y en caso de no lograrse una completa y absoluta sumi-
sión, sea del general Mariño, sea de sus tropas, entonces estará V. autoriza-
do para regresar a mi cuartel general a dar cuenta de su comisión.
Estas son las instrucciones reservadas que mando a V. y que deberán
regir su conducta en todos los casos que he previsto.
Su hermano Jerónimo debe quedar mandando el batallón del Bajo-
Orinoco por muchas razones, y entre otras, porque el batallón se forme
de todos modos y la plaza no quede sin guarnición, ya sea para que V. la
defienda, o para que la defienda su padre.
A Dios, querido Sucre. Mande V. a su afectísimo amigo que lo ama
de corazón.
BOLÍVAR
153
Nº 48
Comunicación del Libertador Simón Bolívar al Ge-
neral J. Francisco Bermúdez, con informaciones sobre la
situación general de la campaña y ratificándole el nom-
bramiento de Gobernador y Comandante general de la
Provincia de Cumaná*
154
En mis comunicaciones de 3 del corriente impuse largamente a V.S.
del modo con que fue Piar aprehendido en Aragua; de la generosa y fiel
conducta del Teniente Coronel Carmona, Comandante del destacamen-
to que se hallaba allí, y previne a V.S. en consecuencia de razones muy
poderosas que se trasladase inmediatamente a Maturín a encargarse del
mando de la Provincia de Cumaná, a cuyo fin incluí a V.S. el despacho de
Gobernador y Comandante General de ella; encargando a V.S. el mayor
sigilo y reserva para evitar la deserción, y que encargase del mando acci-
dental de la División al señor Coronel Martínez, incluyéndole al mismo
tiempo todas las órdenes necesarias por el Estado Mayor General. Quizá
para estas horas estará V.S. en marcha para su destino. Ojalá sea así, pues
me prometo mil ventajas.
Dios guarde a V.S. muchos años.
[BOLÍVAR]
* Del copiador. Archivo del Libertador, vol. 24, fol. 135. Escrito de letra de
Jacinto Martel.
155
Nº 49
Comunicación del Libertador Simón Bolívar al General
José Francisco Bermúdez, con instrucciones sobre su
destino e informes sobre el juicio al General Piar.*
A
Al General Bermúdez.
cabo de recibir comunicaciones oficiales del señor General Sede-
ño de Maturín. Los principios de fidelidad al Gobierno parecen
casi establecidos en aquella Provincia. El Coronel Carmona ha
marchado a tomar el mando de las fuerzas de Cumanacoa, cometiéndole
este encargo el señor General Sedeño por la conducta que ha manifes-
tado desde el suceso de Aragua. Sólo falta V.S. allí para que nuestros
negocios tomen el curso y orden en que deben quedar para siempre. Ya
ha marchado a Maturín el Coronel Sucre a quien he nombrado Jefe de
Estado Mayor de la División de Cumaná que va V.S. a mandar. En aquella
ciudad debe esperar a V.S.
El General Piar fue juzgado en un Consejo de guerra de oficiales
generales, y condenado a ser pasado por las armas. Fue ejecutado ayer
tarde en esta plaza conforme a ordenanza. Incluyo a V.S. una proclama
que he dado al ejército.
Acelere V.S. sus marchas a Maturín donde es muy interesante su pre-
sencia. El General Mariño dicen unos que está en Chacachacare, y otros
en Güinimita. Si pone el pie [en la] Provincia de Cumaná será aprehen-
dido.
Dios guarde a V.S., etc.
[BOLÍVAR]
* Del copiador. Archivo del Libertador, vol. 24, folios 171V°-172. Escrito de
letra de Jacinto Martel. El destinatario, General José Francisco Bermúdez, había
sido designado por el Libertador para tomar el mando de las fuerzas republicanas
en la entonces Provincia de Cumaná.
156
Nº 50
Comunicación del Libertador Simón Bolívar al General
Pedro Zaraza, por la que le comunica el fusilamiento del
General Piar y le da noticias sobre la solución
de algunas disidencias en el ejército*
Angostura, 17 de octubre de 1817.
L
Al General Zaraza.
as comunicaciones oficiales del señor General Sedeño desde Ma-
turín que acabo de recibir en este instante nos aseguran la absoluta
y perfecta tranquilidad de la Provincia de Cumaná. Las fuerzas de
Aragua, las acantonadas en Cumanacoa, y las que obraban en partidas de
guerrilla, obedeciendo las órdenes del Gobierno Supremo comunicadas
por el señor General Sedeño, se han reunido, han abjurado los funestos
principios de los disidentes. El señor Coronel Carmona ha marchado a
tomar el mando de ellas y todo presenta un aspecto favorable.
El General Mariño está aún en Chacachacare o Güinimita, pues no se
sabe a punto fijo en cual de estos dos lugares se encuentra; pero sí estoy
seguro de su aprehensión luego que se presente en cualquier lugar de la
Provincia.
El General Piar ha sido juzgado por un Consejo de guerra de oficiales
generales que le conde [naron a se]r pasado por las armas, y fue ejecutado
ayer tarde con[forme] a ordenanza. Incluyo a V.S. una proclama que he
dad[o a las] tropas.
Como las comunicaciones de mi C[ua]artel General con V.S. han de
ser muy frecuentes, le or[deno que] en el puerto de Irire o Cadenales man-
tenga siempre bestias y enjalmas para transportar las armas y municiones
que continuamente recibirá para el equipamento de la División. Deberá
haber también ganado para racionar a los conductores; y, en fin, poner un
destacamento que auxilie y socorra a cuantos vayan con dirección a esa
Provincia.
Dios guarde a etc.
[BOLÍVAR]
* Del copiador. Archivo del Libertador, vol. 24, fol. 171. Escrito de letra de
Jacinto Martel. El destinatario era el General Pedro Zaraza, quien operaba enton-
ces en la región limítrofe de los actuales Estados Anzotegui y Guárico, al norte del
Orinoco.
157
Nº 51
Comunicación del Libertador Simón Bolívar dirigida al
General Manuel Sedeño, por la que aprueba las medidas
tomadas por este y le imparte instrucciones
para proseguir la Campaña*
158
exactamente de cuantas medidas ha tomado para ahogar la facción; de
[todas las] noticias que tenga, y del estado de la Provincia; concluido esto
regresará V.S. a esta plaza con la caballería que llevó de aquí.
Las tropas del General Zaraza han ocupado al Sombrero, y ayer ha
salido de aquí el General Torres con seiscientos hombres de infantería
bien armados para aumentar la División de Zaraza. Dentro de quince días
estará todo listo para marchar a San Fernando, si nos vienen las armas y
pertrechos que esperamos de un momento a otro.
Cuarenta embarcaciones de guerra y mil quinientos hombres están
pronto a marchar. Siete mil hombres entrarán en los Llanos de Calabozo
a las órdenes de los Generales Urdaneta, Zaraza, Páez y Anzoátegui. Creo
que con estas fuerzas entraremos a Caracas y libertaremos a Venezuela,
pues Barcelona y Cumaná serán inmediatamente evacuadas en consecuen-
cia de la toma de Caracas, y el Occidente no opondrá mucha resistencia a
nuestras armas.
Incluyo también a V.S. la orden general del día 17 del presente que
contiene la sentencia pronunciada por el Consejo de guerra de oficiales
generales contra Piar, y su ejecución, y la proclama que he dado al Ejército
Libertador.
Dios guarde, etc.
[BOLÍVAR]
* Del copiador. Archivo del Libertador, vol. 24, folios 172v°173. Escrito de
letra de Jacinto Martel. El destinatario, General Manuel Sedeño, cumplía una co-
misión del gobierno en la Provincia de Cumaná.
159
Nº 52
Comunicación del Libertador Simón Bolívar dirigida al
General Andrés Rojas, impartiéndole instrucciones para
la Campaña.*
Angostura, 19 de octubre de 1817.
A
Al General Rojas.
cuso a V.S. el recibo de su oficio de 9 del presente. La comisión
dada al Coronel Carmona de tomar el mando de las tropas de
Cumanacoa debe producir cuando menos la disolución de aquella
División cuando toda ella no se preste al reconocimiento de la autoridad
legítima, como es más probable que suceda, según la adhesión de la mayor
parte de los oficiales y tropa. De este modo no hay que temer la anarquía
y mucho menos ahora que he tomado otras providencias.
El señor General de División José Francisco Bermúdez ha sido nom-
brado Gobernador Comandante general de la Provincia de Cumaná. Este
experto y valiente oficial, que tanto se ha señalado en los servicios a] su
patria; cuya probidad y desinterés son tan notorios, y cuyo carácter suave y
popular le hacen [sic] muy amable, debe sellar la tranquilidad y paz de esa
Provincia. Le he comunicado todas las instrucciones convenientes y le he
dado las facultades necesarias para poner toda la Provincia en un perfecto
estado de defensa, de orden y tranquilidad.
V.S., pues, le reconocerá y prestará obediencia al señor General Ber-
múdez en cuanto le ordene relativo al servicio de la República.
Ya se han librado las órdenes correspondientes para que ese Depar-
tamento sea socorrido con ganados oportunamente, y de un momento a
otro deben llegar a él.
Dios guarde, etc.
[Bolívar]
* Archivo del Libertador, vol. 24, fol. 173v°. Escrito de letra de Jacinto Mar-
tel. El destinatario, General Andrés Rojas, anteriormente mencionado en la nota
principal del Doc. N° 2063, era a la sazón Comandante Militar del Departamento
de Maturín.
160
Nº 53
Carta del Libertador Simón Bolívar, dirigida al Coronel
Antonio José de Sucre, con instrucciones para la Cam-
paña y recomendaciones sobre la trascendencia de las
acciones inmediatas*
161
y he hecho siempre. ¿Quién puede tener enemigos por hermanos? Estoy
cierto: el general Bermúdez y V. van a hacer cosas grande en Cumaná, y
quizás algún día serán llamados los salvadores de su país. Esta lisonjera
esperanza debe hacer a V. tolerar todos los sacrificios.
Aun no ha venido el padre de V.; pero lo espero con la mayor ansia
para ponerlo en posesión del mando de Guayana. He mandado aumentar
su guarnición, y el batallón estará ya bastante aumentado a las órdenes de
su hermano Jerónimo, que manda interinamente la plaza.
Las tropas del general Zaraza han ocupado el Sombrero y ayer ha sali-
do de aquí el general Torres con 600 hombres de infantería bien armados,
para aumentar la división de Zaraza. Dentro de quince días estará todo
listo para marchar a San Fernando, si nos vienen las armas y pertrechos
que esperamos de un momento a otro. 40 embarcaciones de guerra y 1.500
hombres están prontos a marchar. 7.000 hombres entrarán en los llanos
de Calabozo a las órdenes de los generales Urdaneta, Zaraza, Páez y An-
zoátegui. Creo que con estas fuerzas entraremos a Caracas y libertaremos
a Venezuela, pues Barcelona y Cumaná serán inmediatamente evacuadas
a consecuencia de la toma de Caracas, y el Occidente no opondrá mucha
resistencia a nuestras armas.
Adiós, mi querido Coronel; mande V. a su afmo. amigo.
Bolívar
162
Nº 54
Comunicación del Libertador al General Andrés Rojas,
felicitándolo por su conducta y reiterándole las instruc-
ciones que le había remitido anteriormente*
E
Al General Rojas.
s la una de la mañana. El edecán del señor General Sedeño, Lame-
da, parte antes de amanecer; yo, que he recibido en este instante el
oficio de V.S. de 19 y documentos que me acompaña, aprovecho
esta ocasión de acusarle a V.S. el recibo de todo.
Por fin terminó la guerra civil en esa Provincia. V.S. ha manifestado
durante el curso de la facción un carácter fiel y constante al Gobierno
Supremo. V.S. ha hecho a su Patria un señalado servicio, V.S. será visto
siempre como uno de los beneméritos de Venezuela.
Me refiero a mis órdenes anteriores que reitero. Están dadas por mí
oportunamente las correspondientes para abastecer ese Departamento de
ganado, no hará falta.
Después contestaré circunstanciadamente a V.S.
Dios guarde a V.S., etc.
[BOLÍVAR]
* Del copiador. Archivo del Libertador, vol. 24, f° .1174. Escrito de letra de
Jacinto Martel. El destinatario era el General Andrés Rojas.
163
Nº 55
Comunicación del Libertador, dirigida al General Sedeño
por la que aprueba todas sus resoluciones, le avisa que
el coronel sucre ha sido nombrado jefe de Estado Mayor
de la división de Cumana y le participa noticias de la
guerra*
E
Al Señor General Manuel Sedeño. Señor General:
n este instante he tenido la satisfacción de recibir las interesantísi-
mas comunicaciones de V.S. del 19 del corriente en Maturín.
La prudencia, el tino, el valor, la sagacidad, todo se encuentra
a la vez empleado oportunamente por V.S., y el resultado feliz de la comi-
sión de V.S. en esa Provincia se debe a estas singulares cualidades. Reciba
pues V.S. en consecuencia a nombre de la Patria las gracias por el nuevo y
señalado servicio que V.S. acaba de hacerle.
Apruebo cuantas medidas ha tomado V.S. hasta hoy, y cuantas prome-
sas, ofertas e indultos haya V.S. publicado a nombre del Gobierno Supre-
mo, serán religiosamente cumplidos por mí.
El señor Coronel Antonio Sucre, oficial de toda confianza, ha sido
nombrado Jefe de Estado Mayor de la División de Cumaná. Ha recibido
del Gobierno una credencial suficientemente autorizada, que ha debido
presentar a V.S. o a cualquier otro Jefe. En consecuencia destínelo V.S. al
ejército con su empleo.
Han pasado ya de las fortalezas de la antigua Guayana dos bergantines
que nos conducen armas y municiones en gran cantidad; mañana o pasado
estarán en este puerto. Morillo está en Caracas reducido a la última extre-
midad. Después que sus fuerzas han desaparecido y que los ejércitos de la
República triunfantes por todas partes se engrosan cada día; después que
se vé cercado, abandonado de los criollos que corren a alistarse en nuestras
banderas; y después que ha visto que su ruina es irremediable, ha tomado
por fin la impolítica y ridícula medida de mandar suspender la muerte de
los criollos, y acordar indultos aun a los mismos que le han sido traidores.
En el carácter feroz de los españoles, en los principios sanguinarios que
ha desenvuelto Morillo hasta hoy, y en la política de la cruel y parricida
España y sus fieros agentes, esta medida es la señal evidente del grado de
164
absoluta debilidad e impotencia a que se hallan reducidos.
Implorar el auxilio de los mismos que han venido a devorar. El imbé-
cil Morillo recibirá, como todos los malvados españoles, los castigos que
los americanos han decretado contra sus opresores.
Es la una de la noche; el edecán de V.S., Lameda [3], marcha a las tres
de la mañana. Después contestaré detalladamente a V.S. sobre todos los
puntos de su interesante correspondencia, pues ahora no hago más que
aprovechar un momento para dirigirle este corto oficio.
Dios guarde a V.S. muchos años.
SIMÓN BOLÍVAR
165
Nº 56
Comunicación del Libertador Simón Bolívar, dirigida al
General José Francisco Bermudez relativa
a Francisco Bonet*
* Del copiador. Archivo del Libertador, vol. 24, fol. 136. Escrito de letra de
Jacinto Martel. El destinatario era el General José Francisco Bermúdez.
166
Nº 57
Comunicación de Bolívar al General Andrés Rojas, con
noticias sobre la campaña y palabras de congratulación
por su conducta*
A
Al General Rojas.
cuso a V.S. el recibo de sus oficios de 10, 11 y 21 de octubre últi-
mo, que muy retardados llegaron a mis manos.
Muy oportunamente he librado las órdenes más estrechas al
señor General Zaraza para que provea de ganados a la Provincia de Cuma-
ná, remitiéndolos al Departamento de Maturín. Las he repetido después y
las repito hoy con el mismo objeto. Así es que el ejército de esa Provincia
no carecerá de ganados.
El celo y patriotismo de V.S. y la rectitud de intenciones que ha mani-
festado siempre en las crisis revolucionarias que han agitado ese territorio
le hacen acreedor a la consideración del Gobierno y a la gratitud de sus
conciudadanos. V.S., pues, debe continuar siendo el escollo de las faccio-
nes, y cooperando a la perfecta pacificación de ese territorio, dar a su patria
nuevos testimonios de sus virtudes cívicas y sociales.
La llegada del señor General Bermúdez a esa Provincia, que he sabido
oficialmente, me ha sido muy satisfactoria. Los esfuerzos de V.S. reunidos
a los de este General asegurarán para siempre la tranquilidad de Cumaná.
Dios guarde, etc.
[BOLÍVAR]
* Del copiador. Archivo del Libertador, vol. 24, fol. 141. Escrito de letra de Ja-
cinto Martel. El destinatario, General Andrés Rojas, era en esa época Comandante
General del Departamento de Maturín.
167
Nº 58
Carta de Bolívar al Coronel Antonio José de Sucre, con
instrucciones precisas respecto a la conducta que debe
seguir con el General Santiago Mariño*
168
importante servicio con no haber manchado las armas de Venezuela con
la guerra civil. La disminución del mal es un bien, y este bien debe premiar-
se en cuanto sea compatible con el decoro del gobierno, que es en lo que
consiste la mayor dificultad para poder ejercer la clemencia. Pero si, por el
contrario, el general Mariño resiste a sus órdenes, y Vds. logran aprehen-
derlo, es preciso enviarlo aquí con toda seguridad. Este es mi ultimátum.
BOLÍVAR
169
Nº 59
Comunicación de Bolívar, dirigida al General Andrés
Rojas con amplias referencias a la conducta del General
Mariño y con noticias relativas a la ayuda inglesa*
H
Al General Rojas.
e recibido con el mayor placer el oficio de V.S. de 5 del corriente
en que me participa la llegada del General Mariño a Púnceles y su
resolución de someterse al Gobierno.
Todo lo que V.S. me dice en su oficio es de mi mayor agrado, y me
parece muy acertado cuanto V.S. ha hecho tanto en Cumanacoa como en
Maturín, como igualmente la proclama dada a las tropas de la División a
las órdenes del General Bermúdez. Ella está llena de las ideas nobles que
V.S. ha puesto en ejecución y ha sabido inspirar a los soldados y habitantes
de esa Provincia, que le deben una gran parte de su estabilidad y futura
felicidad; y yo, como Primer Magistrado de la República, doy a V.S. las
gracias en nombre de ella.
Por lo que escribo al señor General Bermúdez se impondrá de mis
disposiciones sobre lo que se debe hacer con respecto al señor General
Mariño. Nuestra conducta con respecto a él debe ser decorosa, franca y
clemente. El señor General Mariño, sometiéndose voluntariamente al Go-
bierno, se hace acreedor a la indulgencia de sus [pasa]dos extravíos; pero
si por el contrario, él resisfte] las órdenes del Gobierno, debe ser tratado
como un enemigo público, y por consiguiente debe ser arrestado y enviado
aquí con seguridad. El General Mariño no debe temer nada del Gobierno
si él entrega las tropas de su mando al General Bermúdez y viene a prestar
nuevo juramento de fidelidad y obediencia ante el Gobierno Supremo. Si
no, el General Mariño será juzgado como lo fue el General Piar.
Tenemos noticias muy favorables de Inglaterra: seiscientos mil pesos
nos vendrán en armas, pertrechos y vestidos, y empiezan a llegar ya. Ade-
más, nos vienen tropas, oficiales y buques de guerra: todo a pagarse cuatro
años después de reconocida nuestra Independencia. Nuestro Enviado en
Londres ha conseguido todas estas ventajas para Venezuela; por consi-
guiente se debe esperar ahora una gran mejora en favor de nuestra causa.
Al fin triunfará la justicia, la constancia y el patriotismo.
Dios guarde a V.S., etc.
[BOLÍVAR]
* Del copiador. Archivo del Libertador, vol. 24, fol. 143v°-l44. Escrito de le-
tra de Jacinto Martel. El destinatario, General Andrés Rojas, desempeñaba el cargo
de Comandante General del Departamento de Maturín.
170
Nº 60
Comunicación de Bolívar al General José Tadeo Mona-
gas, informándole del estado de la campaña y dándole
instrucciones para su prosecución*
Cuartel General de Angostura, a 15 de diciembre de 1817, 1°
Simón Bolívar, Jefe Supremo de la República, Capitán General de los
ejércitos de Venezuela y de la Nueva Granada, etc., etc.
Al Benemérito señor General de Brigada José Tadeo Monagas, Go-
C
bernador y Comandante general de la Provincia de Barcelona.
on el oficio de V.S. de 9 del presente recibí ayer el bando y pro-
clama publicados por V.S. y el parte del Teniente Torralva. Las
medidas libradas por V.S. hasta aquella fecha corresponden a la
confianza y esperanza que tengo fundadas en su celo y actividad.
Según los partes y estados que me ha dirigido el señor General Za-
raza, nuestra pérdida en la Hogaza no ha sido de la importancia que se
creía. Una gran parte de nuestra infantería está ya reunida en San Diego y
la caballería toda se ha salvado. El enemigo después de haber quemado la
casa del hato donde nuestro ejército se hallaba alojado el día de la batalla
se retiró el día 4 con tal precipitación que no llevó siquiera los fusiles que
perdimos sino que los quemó. El señor Coronel Urquiola y el Coman-
dante Zamora que lo ha observado aseguran que la dirección que lleva es
hacia Calabozo.
Convencido por estas noticias que la debilidad del enemigo es extrema
y de que no es probable que intente por ahora acercársenos, he dispuesto
que el señor General Zaraza entre de nuevo a la Provincia de Caracas con
la caballería así para que observe los movimientos, operaciones e intentos
del enemigo como para que reclute los hombres que estén sueltos y reúna
los que anden dispersos aún. Entretanto el señor General Torres organiza,
aumenta y disciplina en San Diego la infantería que ha salido y la que está
reclutando, V.S. hace lo mismo en la Provincia de su mando, y yo recibo las
fuerzas que aguardo de Cumaná, de Maturín y de esta Provincia.
Como la asamblea que debe hacerse en la Soledad será muy numerosa
he creído que sería muy embarazoso para la subsistencia en las marchas
hasta San Diego si viniese V.S. también con su Brigada, y que además re-
sultarían nuevos inconvenientes para los transportes y dejarían los reclutas
de recibir la instrucción que puede dárseles en aquella plaza mientras yo
171
llego. Así pues V.S. en lugar de dirigir sus marchas hacia aquí, las hará para
San Diego inmediatamente que haya reunido las fuerzas que puede levan-
tar en la Provincia, a menos que por las noticias posteriores que adquiera
del enemigo tema que se aproxime a V.S. en cuyo caso, esté o no allí vendrá
V.S. volando a reunirse conmigo.
Ayer he tenido la satisfacción de recibir parte del señor General Ber-
múdez avisándome que el General Mariño le ha entregado ya las tropas,
armas, y municiones, y que marcha a presentárseme en esta ciudad. La disi-
dencia de Cumaná ha desaparecido y en su lugar reina en aquella Provincia
el mejor orden, la mayor lealtad al Gobierno que voluntariamente ha sido
reconocido por los Jefes, oficiales y soldados que sostenían el desorden y
división. Este feliz suceso reemplaza con ventaja la pérdida de la Hogaza;
pues el señor General Bermúdez está en disposición ahora de enviarme no
solamente el destacamento que envié en su auxilio sino una gruesa parte
de todas sus tropas que son innecesarias en Cumaná por el momento.
Recomiendo a V.S. la actividad en el cumplimiento de la Ley marcial
que supongo ya publicada y ejecutada. Si no lo estuviere, y V.S. ha reunido
el número de hombres que ha ofrecido, podrá dejar algunos oficiales de
confianza encargados de su ejecución, y V.S. con las fuerzas marchará a
San Diego como le he prevenido arriba. Allí se ocupará V.S. de organizar
y disciplinar su Brigada; hará construir cuantas enjalmas y sudaderos sean
posible y recoger todas las bestias que haya en el Departamento útiles
para el servicio; pero muy particularmente atenderá V.S. a examinar la
situación y movimientos del enemigo para retirarse oportunamente sobre
la Soledad si éste se aproximare, dándome partes volando de las noticias
que adquiera.
Probablemente yo estaré expedito para marchar dentro de quince días
lo más tarde, y para ahorrar tiempo y transportes la marcha será por el río
hasta el puerto de Cadenales [6]. Llevaré conmigo el mayor número posi-
ble de armas, sillas y caballos para armar y montar la Brigada de V.S. tanto
la infantería como la caballería.
Al señor General Zaraza prevengo con esta fecha remita a San Diego
el ganado necesario para las tropas de V.S. y las que tiene allí el señor Ge-
neral Torres. Sin embargo, V.S. hará llevar también el que se pueda para
que no falte.
Dios guarde a V.S. muchos años.
BOLÍVAR
* Del original. Archivo del Libertador, vol. 24, fol. 244-245. La firma y rúbrica
de Bolívar son autógrafas. El resto del documento es de letra de Jacinto Martel.
En el mismo volumen, folios 186v°188, existe la transcripción de este documento
172
escrito de letra de Pedro Briceño Méndez que, aunque ofrezca escasas variantes de
redacción, tiene, sin embargo, el interés de las enmiendas y tachaduras, por lo que
se publica con las notas habituales como apéndice del documento.
APÉNDICE
Angostura, 15 de diciembre de 1817, 7°
Al señor General Monagas.
Con el oficio de V.S. de 9 del presente recibí ayer el bando y proclama
publicados por V.S. y el parte del Teniente Torralva. Las medidas libradas
por V.S. hasta aquella fecha corresponden a la confianza y esperanza que
tengo fundadas en su celo y actividad.
Según los partes y estados que me ha dirigido el señor General Za-
raza, nuestra pérdida en la Hogaza no ha sido de la importancia que se
creía. Una gran parte de nuestra infantería está ya reunida en San Diego, y
la caballería toda se ha salvado. El enemigo, después de haber quemado la
casa del hato donde nuestro ejército se hallaba alojado el día de la batalla,
se retiró el día 4 con tal precipitación q[ue] no llevó siquiera los fusiles que
perdimos, sino q[ue] los quemó. El señor Coronel Urquiola y el Coman-
dante Zamora, que lo han observado, aseguran que la dirección que lleva
es hacia Calabozo.
Convencido por estas noticias de que la debilidad del enemigo es ex-
trema y de que no es probable que intente por ahora acercársenos, he
dispuesto que el señor General Zaraza entre de nuevo en la Provincia de
Caracas con la caballería, así para que observe los movimientos, operacio-
nes e intentos del enemigo, como para que reclute los hombres que estén
sueltos y reúna los que anden dispersos aún. Entretanto el señor General
Torres organiza, aumenta y disciplina en San Diego la infantería que ha
salido y la que está reclutando, V.S. hace lo mismo en la Provincia de su
mando, y yo recibo las fuerzas que aguardo de Cumaná, de Maturín y de
esta Provincia.
Como la asamblea que debe hacerse en la Soledad será muy numerosa
he creído que sería muy embarazoso para la subsistencia en las marchas
hasta San Diego el que viniese V.S. también con su Brigada y que además
resultarían nuevos inconvenientes para los transportes, y dejarían los re-
clutas de recibir la instrucción que puede dárseles en aquella plaza mien-
tras yo llego. Así pues, V.S. en lugar de dirigir sus marchas hacia aquí, las
hará para San Diego inmediatamente que haya reunido las fuerzas que
puede levantar en la Provincia, a menos que por las noticias posteriores
que adquiera del enemigo tema que se aproxime a V.S., en cuyo caso, esté
o no allí, vendrá V.S. volando a reunirse conmigo.
Ayer he tenido la satisfacción de recibir parte del señor General Ber-
173
múdez avisándome que el General Mariño le ha entregado ya las tropas,
armas y municiones, y que marcha a presentárseme en esta ciudad. La
disidencia de Cumaná ha desaparecido, y en su lugar reina en aquella Pro-
vincia el mejor orden, la mayor lealtad al Gobierno que voluntariamente
ha sido reconocido por los Jefes, oficiales y soldados que sostenían el des-
orden y división. Este feliz suceso reemplaza con ventajas la pérdida de
la Hogaza; pues el señor General Bermúdez está en disposición ahora de
enviarme no solamente el destacamento que envié en su auxilio, sino una
gruesa parte o todas sus tropas que son innecesarias en Cumaná por el
momento.
Recomiendo a V.S. la actividad en el cumplimiento de la ley marcial
que supongo ya publicada y ejecutada. Si no lo estuviere, y V.S. ha reunido
el número de hombres que ha ofrecido, podrá dejar algunos oficiales de
confianza encargados de su ejecución, y V.S. con las fuerzas mar [cha] rá a
San Diego como le he prevenido arriba. Allí se ocupará V.S. de organizar
y disciplinar su Brigada; hará construir cuantas enjalmas y sudaderos sean
posibles, y recoger todas las bestias que haya en el Departamento útiles
para el servicio; pero muy particularmente atenderá V.S. a examinar la
situación y movimientos del enemigo, para retirarse oportunamente sobre
la Soledad si éste se aproximare, dándome partes volando de las noticias
que adquiera.
Probablemente yo estaré expedito para marchar dentro de 15 días lo
más tarde, y para ahorrar tiempo y transportes la marcha será por el río
hasta el puerto de Cadenales. Llevaré conmigo el mayor número posible
de armas, sillas y caballos para armar y montar la Brigada de V.S., tanto la
infantería como la caballería.
Al señor General Zaraza prevengo con esta fecha remita a San Diego
el ganado necesario para las tropas de V.S. y las que tiene allí el señor Ge-
neral Torres. Sin embargo, V.S. hará llevar también el que se pueda para
que no falte.
Dios, etc.
[BOLÍVAR]
174
Nº 61
Comunicación de Bolívar al General José Francisco Ber-
mudez, relativa al decreto de comercio del ganado
vacuno y mular*
Angostura, 19 de diciembre de 1817.
L
Al señor General Bermúdez.
a premura de las circunstancias no permiten que incluya a V.S. en
esta oportunidad el decreto que he expedido con fecha de ayer
sobre la libertad del comercio de ganado vacuno y la exclusiva,
concedida a favor del Estado, del mular.
Como el puerto de Maturín [2] es el único libre de esa Provincia y la eje-
cución del decreto es importante, se lo he incluido directamente al señor
General Rojas, a reserva de hacerlo a V.S. en la primera ocasión, para que
lo haga publicar y circular en la Provincia de su mando.
Dios guarde, etc.
[BOLÍVAR]
* Del copiador. Archivo del Libertador, vol. 24, foj. 198v° Escrito de letra de
Jacinto Martel. El destinatario General José Francisco Bermúdez, era el Gober-
nador y Comandante General de la Provincia de Cumaná. La región de Maturín
había sido parte de dicha Provincia hasta que el 17 de mayo de 1817 el Libertador
decidió constituir tal región en un Departamento militar —el Departamento de
Maturín— bajo las órdenes del General Andrés Rojas, por las razones que expuso
en el Doc. N° 1859.
175
Nº 62
Comunicación de Bolívar a Luis López Méndez, agente
de la república de Venezuela en Londres, con amplio
informe acerca de los acontecimientos de la Campaña
hasta el momento*
Cuartel General de Angostura, 21 de noviembre de 1817.
SIMÓN BOLÍVAR
Jefe Supremo de la República, Capitán-General de los Ejércitos de
Venezuela y de la Nueva Granada, &,, &., &.
176
la satisfacción de que nuestra deuda pública es de poca o ninguna conside-
ración, y contamos con los crecidos fondos que sabe V.S. pueden sacarse
de las provincias de Barinas y Casanare, luego que tomado San Fernando
de Apure quede libre la comunicación con ellas. Este es el único punto que
conservan allí los españoles; pero el General Páez que tiene una División
considerable, aguarda para tomarlo nuestras fuerzas sutiles que van a dar
la vela. Abstengámonos pues de contraer deudas hasta no tener seguros
los medios de pagarlas. En esta atención prevengo a V.S. que se limite por
ahora a las contratas de armas, municiones y vestuario, no empeñándose
en mandar oficiales, ni soldados hasta que yo le avise.
Hablo en el concepto de que las contratas sean para satisfacerse du-
rante la guerra, pues si son en los términos que V.S. ha proyectado para el
crédito que negocia de ciento cincuenta mil libras esterlinas, las apruebo
desde luego y obligo al efecto todas las rentas del Estado. Como estoy
seguro de pagar cualesquiera deudas contraídas bajo tales condiciones, no
temo comprometerme.
He dispuesto se remita a V.S. una relación circunstanciada de todo lo
ocurrido desde el 9 de enero hasta la fecha con las piezas oficiales y docu-
mentos correspondientes. Todo se remitirá a V.S. del modo que indica en
sus oficios. Entretanto me ceñiré a darle para su gobierno una ligera idea
de nuestra situación militar y política.
No queda en toda la Guayana un solo enemigo de nuestra causa. El
entusiasmo de la libertad es tal que aun cuando yo no la dejase bien guar-
necida, el pueblo solo rechazaría cualquier ataque del enemigo; sin embar-
go, el General Sedeño su Gobernador, la defenderá con diez escuadrones
de Caballería, dos batallones de Infantería, dos compañías de Artillería y
dos de Guardias Nacionales. La posesión de esta Provincia inaccesible al
enemigo, nos asegura la Independencia de Venezuela. Cualesquiera des-
gracias que puedan sobrevenirnos, siempre tenemos este asilo seguro, y
mil veces renacerá la guerra de su seno, si mil veces perdemos todo el
demás territorio de la República.
Somos dueños absolutos del Orinoco y tenemos en él una escuadrilla
sutil de 60 cañoneras y flecheras que como V.S. sabe son una especie de
galeras. Tenemos además el competente número de buques mayores; se
están armando algunos corsarios y se trabaja con la mayor actividad en la
construcción de nuevas flecheras. Como tenemos numerosa y buena ca-
ballería a una y otra banda del río, nada adelantaría el enemigo con las más
terribles fuerzas navales, y si intentase venir por tierra perecería de hambre
todo su ejército. El Orinoco nos ofrece pues una base firme de operacio-
177
nes y nos asegura contra todo acontecimiento desgraciado.
El General Páez ocupa el Bajo Apure a excepción del punto de San
Fernando con una División de 4.000 hombres de caballería e infantería.
Tenemos allí 40.000 caballos escogidos para remontar nuestra Caballería.
Esta División, que fue la que batió las tropas veteranas, con que venía
Morillo de la Nueva Granada amenazando a Venezuela con su último ex-
terminio, está muy aguerrida, muy disciplinada, y su Caballería se ha hecho
terrible a los enemigos. Mucha parte de ella es de la que nos hizo tan
sangrienta guerra bajo las órdenes de Boves; pero animada por el resenti-
miento del engaño y de la perfidia de los españoles, pelea contra ellos con
todo el odio de que es capaz el corazón humano.
Toda la Provincia de Casanare que sabe V.S. pertenece a la Nueva
Granada, ha sacudido segunda vez el yugo de los Españoles, ha reunido
sus esfuerzos a los nuestros, y está mandada por uno de nuestros más
intrépidos oficiales, el Coronel Nonato Pérez. Tenemos allí un cuerpo de
2.000 hombres, dependiente de la División Páez. Las tropas del país se au-
mentan todos los días, y si tuviera armas para todos, sería ya una División
formidable porque aquél se ha hecho el punto de reunión de los Indepen-
dientes de la Nueva Granada, a la que Morillo, con su atroz secreto de
exaltar el patriotismo, ha puesto en combustión. Tenemos comunicacio-
nes ocultas y frecuentes con sus principales Provincias, y sabemos que del
uno al otro extremo sólo se respira odio y venganza contra los Españoles,
que muchos pueblos de los más considerables se han ya sublevado, y que
bastará la presencia de un Jefe acreditado para ponerlos a todos en armas.
La Provincia de Cumaná se halla toda por nosotros. El enemigo sólo
ocupa la Capital y algunos pequeños pueblos de la costa que ya ha comen-
zado a abandonar, quemándolos y desolando las más bellas plantaciones,
sin reparar en los males que tan bárbara conducta ha de traer necesaria-
mente a la Europa y a la humanidad. El General Bermúdez, nombrado
Gobernador y Comandante General de esta Provincia en que ha nacido,
en que es igualmente amado, la ocupa con una división de 2.000 hombres
de todas armas, compuesta por la mayor parte de tropas aguerridas.
Lo que se ha dicho de la Provincia de Cumaná conviene igualmente a
la de Barcelona que ocupa el General Monagas con una división de 1.500
hombres de Caballería e Infantería.
Una División de 3.000 hombres al mando del General Zaraza se halla
en Belén con varios campos volantes que están a la mira de las operaciones
del enemigo, que sólo posee tranquilamente una parte de la Provincia de
Caracas, la más falta de recursos para la guerra, por la escasez de ganados
178
y caballos.
Yo marcharé dentro de tres días con el cuerpo principal del Ejército
sin que nadie sepa a dónde me dirijo. Todas las Divisiones se hallan en
actitud de obrar, tienen los medios de que necesitan, están impacientes
por batirse, y sólo alguno de aquellos acontecimientos extraordinarios que
suelen burlar todos los cálculos de la prudencia humana podrá hacer que
mi gran golpe no termine de una vez la campaña y la guerra.
Hablo por lo respectivo a Venezuela, pues por lo que hace a la Nueva
Granada, habrá que formar otros nuevos planes y nuevas combinaciones.
No puede ser libre el un país sin que lo sea el otro, y el voto general de
los pueblos es de reunirse para constituir un grande Estado, según estaba
ya decretado. No pierda V.S. de vista tan grande y capital objeto para dar
a sus operaciones toda la extensión posible, en el concepto seguro de que
toda la Nueva Granada piensa como Venezuela y se halla animada de los
mismos sentimientos.
No sólo tiene el enemigo contra sí todas estas fuerzas, que obran de
concierto bajo mis órdenes, sino que por todas partes lo molestan partidas
de guerrilla y últimamente, se ha sabido por diversos conductos que un
cuerpo considerable de patriotas sitiaba a Maracaibo. Hay también en las
montañas de Chuao sobre la costa, una reunión bastante numerosa que
extendiendo sus excursiones casi hasta la Victoria, debe causar en Caracas
continuas inquietudes. Espero que bien pronto estaremos en comunica-
ción con estos cuerpos aislados y que todas las fuerzas patrióticas recibirán
el impulso y la dirección conveniente.
Tal ha de ser el efecto necesario de la regularidad y consistencia del
Gobierno, y del carácter de unidad que lo distingue. Débese este beneficio
a la experiencia de los funestos efectos que ha producido entre nosotros
el sistema federativo, exaltando el espíritu de provincia que forzosamente
debilita y entorpece el de Nación. Así se perdió la Nueva Granada por el
espíritu provincial de Cartagena, y así íbamos nosotros a sepultarnos en
un abismo de males por el de Cumaná. Siento recordar la pérdida de Bar-
celona, debida únicamente a cjue el General Mariño, animado de este fatal
espíritu, en lugar de ejecutar mis órdenes de que no podía menos de re-
sultar la completa destrucción de los Españoles, hizo lo contrario. No era
lo más sensible la pérdida de nuestros almacenes de armas, y municiones,
la desmembración de nuestro ejército de operaciones ni aun el sacrificio
de tantos valientes soldados y de todo un pueblo; sino los males en que
se vio abismada la República por esta disidencia. Apenas quedó cortada
la comunicación con nuestro ejército, cuando comenzaron a propagarse
179
rumores peligrosos esparcidos tal vez por los españoles. Ya se decía que
el General Páez rehusaba reunirse conmigo, ya que el General Piar me
cerraba la entrada a la Guayana, ya que casi todas las tropas habían deser-
tado, que los Jefes me abandonaban, que yo no aparecía en parte alguna,
y que se me creía muerto. En estas circunstancias llega a Margarita el Ca-
nónigo de Chile, anunciando con énfasis un encargo del Gobierno Inglés
para que tratase conmigo de organizar un gobierno en el concepto de que
verificándolo, sería reconocida nuestra Independencia. Este aliciente en
medio de tantos sobresaltos y de la incertidumbre de mi paradero, decidió
a mis mejores amigos a unir sus votos a los del Canónigo, y dirigiéndose
al General Mariño como segundo Jefe de la República, restablecieron bajo
sus auspicios el antiguo Gobierno federal. No bien se había instalado éste,
cuando el mismo Mariño instituyó el provincial en una junta que le con-
firió todos los poderes políticos, legislativo, ejecutivo y judicial. Esta era
una violación manifiesta de la misma Constitución que había jurado, y una
desobediencia solemne al poder ejecutivo que había reconocido, y cuyas
órdenes sobre el particular eran las más terminantes y positivas. Cuando
esto pasaba ya la expedición Española llegada a Cumaná había obligado a
nuestra escuadrilla a salir de Margarita con el nuevo Gobierno, que tenien-
do noticias oficiales de mi situación por despachos que recibió el Señor
Almirante, tomó la resolución de restablecer por un acta de renuncia la
unidad del poder ejecutivo, para evitar la dilaceración de Estado que el
ejemplo de la disidencia del General Mariño podía producir, y que en efec-
to iba ya produciendo. Al instante comenzó el General Piar a promover
la guerra de colores, no faltó quien concibiese otros proyectos no menos
funestos, y la República se vio amenazada de todos los horrores de la anar-
quía y de la guerra civil. El peligro común reunió entonces los ánimos, se
conoció la necesidad y el precio de la unidad política, y ya no hubo en los
pueblos y en los ejércitos más que una voz y un solo sentimiento. Llegó
por este tiempo la escuadrilla, se libertó rápidamente la Guayana y Piar fue
arrestado en Aragua de Cumaná en medio de sus tropas, que a la menor
intimación del General Sedeño se sometieron al orden. Condújosele a esta
plaza en donde fue juzgado por el consejo de guerra permanente y sufrió
la pena de muerte a que fue condenado. No quedaba ya otro disidente que
el General Mariño que últimamente ha reconocido el Gobierno, viéndolo
altamente proclamado por los mismos que en otras circunstancias habían
reproducido el federal bajo sus propios auspicios. Restablecida así la calma
y la tranquilidad, hemos podido aprovechar los instantes concedidos al
descanso de nuestras tropas para mejorar y consolidar nuestras institu-
180
ciones, fijar un centro de Gobierno, darle todo el vigor de que necesita, y
ponerlo a cubierto de todas las vicisitudes de la revolución y de la guerra.
Era indispensable para esto, una institución absolutamente nueva y
desconocida en política, un Consejo de Estado compuesto de los princi-
pales Jefes del Ejército y de los funcionarios públicos. Las circunstancias
exigen imperiosamente que este cuerpo no tenga más que voto consultivo,
sin embargo de estar destinado a ejercer en parte las funciones del poder
legislativo. A él toca la iniciativa de las Leyes, reglamentos y estatutos que
juzgue convenientes en el estado actual de nuestra naciente República. Por
el Decreto de su institución y por la Acta de su instalación, y el discurso
que hice a este propósito, verá V.S. que reina en sus deliberaciones la más
completa libertad, que será en todo consultado y que sus resoluciones
serán siempre atendidas, y tendrán un peso inmenso en las del Gobierno.
Aún el plan de campaña, la más privativa del poder Supremo, y la más
reservada, se ha puesto en discusión en la última sesión y ha sido unáni-
memente aprobado. Se ha establecido también una Alta Corte de Justicia
con las atribuciones soberanas que en ningún otro gobierno se han conce-
dido a este poder, sin más dependencia del ejecutivo que la rigorosamente
administrativa, indispensable para comunicarle el movimiento general del
Estado. Bajo de estos principios se han organizado los Tribunales y reglá-
dose la marcha de la administración judicial del mejor modo que permiten
las circunstancias.
Se ha organizado también la Administración Civil y la de Hacienda,
se ha establecido un Consulado, y se han tomado providencias para favo-
recer el comercio y promover la agricultura. En fin se ha hecho cuanto es
posible hacer para que haya justicia y orden público, gobierno y rentas en
una época en que el que no sigue el ejército, tiene que ser alternativamente
soldado y labrador, magistrado y oficial.
La satisfacción que han causado estas instituciones, y el bien y la tran-
quilidad que han producido correrían la suerte de la guerra, si desde ahora
no se les pusiese a cubierto contra cualquier acontecimiento. Con este
objeto capital se ha establecido un Consejo de Gobierno, a quien dejo
un pliego cerrado que sólo ha de abrirse en caso que yo muera o caiga
prisionero. Prevengo en este pliego cuanto me ha parecido necesario para
asegurar la tranquilidad públíca y hacer que no se interrumpa un instante
el curso de los negocios políticos ni militares, que la guerra continúe con
nuevo ardor, y se hagan mayores esfuerzos por la Independencia de nues-
tro País. El Consejo mismo que queda revestido del poder supremo por el
término de sesenta días, pondrá en ejecución estas disposiciones. Queda
181
además encargado durante mi ausencia de proveer a todas nuestras Divi-
siones de armas, municiones, vestuario y cuanto necesiten; celebrar con-
tratas, pagar las deudas del Estado, admitir Cónsules, y Enviados Extran-
jeros, y en suma de cuanto concierne a las relaciones exteriores. Téngalo
V.S. entendido para la correspondencia de oficio. Se habla mucho de la
debilidad y consternación del enemigo, de la agitación de los pueblos que
oprime y del sacrificio de más de seiscientas personas en Caracas. Aunque
la circunstancia de venir las mismas noticias por diversos conductos, y la
extraordinaria humanidad que Morillo comienza a afectar, parece darles
probabilidad, yo tomo mis disposiciones como si él estuviera muy fuerte y
tuviera un gran partido. Es de notar que no sólo haya mandado indulto al
General Zaraza, remitiéndole su hijo que aunque niño retenía prisionero,
así como a los Generales Páez, Monagas, etc.; sino que también lo haya
ofrecido a los comandantes más acreditados de sus campos volantes que
se pasaron con su tropa a militar bajo nuestras banderas. Ha hecho publi-
car un indulto del Rey de España en que a nadie se exceptúa y en que se
extraña tanta libertad de ideas y tanta humanidad.
Puede V.S. hacer de cuanto le comunico en esta carta el uso que juz-
gue conveniente.
Revalido las instrucciones que di a V.S. con las anteriores credenciales.
Por lo que hace a los puntos particulares del oficio de V.S. acerca de
sus urgencias y de la gratificación a que ciertamente es acreedor el Señor
Walton, sólo puedo decir que todo me parece muy justo; pero tengo el
sentimiento de no poder en el momento satisfacer a V.S. por haber recibi-
do sus despachos cuando los preparativos de la Campaña habían agotado
absolutamente todos nuestros recursos. El Consejo de Gobierno queda
encargado muy particularmente de hacer a V.S. esta remesa, luego que lo
permitan nuestros más urgentes apuros y yo cuidaré de que se verifique
cuanto antes.
Dios guarde a V.S. muchos años.
BOLÍVAR
182
Londres, ciudadano Luis López Méndez; también de despachos de SE. el Vicepre-
sidente Francisco Antonio Zea, y del Almirante Luis Brión. Del Presidente Bolí-
var”. En dichos extractos sólo se transcriben al pie de la letra unos pocos párrafos.
Debemos también su conocimiento al Dr. José M. de Mier. La comunicación del
Libertador a López Méndez se había publicado en el Papel Periódico Ilustrado,
de Bogotá, Nos. 46-48. Vol. II, pp. 387-390, por los señores Saturnino Vergara y
Pedro M. Ibáñez, en la oportunidad del centenario del Libertador. Suscriben una
carta dirigida al Sr. Don Alberto Urdaneta a la que acompaña este documento en
ese momento inédito. Esta impresión ha sido la fuente de publicaciones ulteriores
que se han hecho con la fecha errada de 20 de noviembre de 1817. Lo publicó
correctamente el Dr. José M. de Mier en su monografía Misión de López Méndez
en Londres y Expedición de George Elsom 1817-1818, Bogotá, 1971.
183
Nº 63
Comunicación de Bolívar al General Andrés Rojas, en la
que comenta la significación favorable a la guerra de la
conducta del General Mariño*
* Del copiador. Archivo del Libertador, vol. 24, fol. 184v°. Escrito de letra de
Jacinto Martel. El destinatario General Andrés Rojas, era Comandante General del
Departamento de Maturín.
184
Nº 64
Comunicación de Bolívar, dirigida al General
José Francisco Bermúdez, con amplias y precisas
instrucciones sobre la continuación de la campaña*
A
Al señor General Bermúdez.
noche he llegado a esta ciudad después de haber revisado en el
Palmar y las Bocas del Pao las Brigadas de los señores Generales
Monagas, Valdés y Torres, que me han presentado sus cuerpos en
el mejor estado de organización, orden y disciplina, prontos para empezar
las operaciones en el momento que se incorporen las fuerzas que tengo
aquí y las que aguardo de esa Provincia con el señor Coronel Sánchez.
Como nada nos es más importante que reunir las fuerzas para obrar
rápidamente sin perder un instante, he dado ya mis órdenes para que las
tropas de esta Provincia marchen pasado mañana. [Yo] mismo lo haré
dentro de tres días, término en que espero al Coronel Sánchez. El ejército
reunido constará [de 5.000] a 6.000 hombres, y su dirección será al Bajo
Apure, donde han concentrado sus fuerzas los enemigos.
Mientras ejecuto yo esta operación, las de V.S. deben limitarse a cu-
brir y defender con su División las Provincias de Oriente, a cuyo efecto
tengo a bien conferir a V.S. la Comandancia general de todas ellas y de las
fuerzas que queden empleadas en sus guarniciones. Pero como ninguna es
más importante que la de Guayana, como ésta es la única que puede ser
invadida, y como en ella existen nuestros almacenes, la atención de V.S. se
dirigirá muy principalmente a esta parte, para ocurrir a su defensa, asegu-
rar y abreviar nuestras mutuas comunicaciones, organizar nuevas fuerzas,
armarlas, municionarlas y proveerlas de todo lo necesario.
Con este objeto, vendrá V.S. a establecer su Cuartel General en la So-
ledad o en el punto que V.S. juzgue más a propósito para atender a todas
partes y para proveerse de los víveres que no podrán en adelante llevársele
a Maturín por falta de caballos y de tropas de caballería, que marchan to-
das conmigo. Esta sola consideración sería bastante para obligarle a variar
de posición aun cuando no existiesen las razones que he expuesto a V.S., y
aunque prescindiésemos de la necesidad de ponerse V.S. fuera del alcance
inmediato de los enemigos durante mis operaciones en el Apure, para no
185
aventurar fácilmente la suerte de esta bella parte de la República.
Establecido V.S. en la Soledad librará las [ór]denes convenientes para
engrosar sus fuerzas con [la] mayor actividad, y destinará los destacamen-
tos que [ju]zg[ue] necesarios sobre Cumaná, Barcelona o Caracas, así para
tomar informes del enemigo, para observarlo y hacer reclutas, como para
engañarlo, entretenerlo y ocultarle mi movimiento, que debe ignorar para
asegurar más su resultado y para que no intente nada contra V.S.
Repito a V.S. que mi marcha será dentro de tres días sin falta. Nada
puede ya detenerme, porque todo está pronto. Lo único que siento al se-
pararme de aquí es no ver a V.S. ya en la Soledad, o tener noticias de
sus marchas. Empréndalas, pues, V.S. inmediatamente con toda la rapidez
posible, y déme partes del día en que se mueva, y de aquel en que proba-
blemente llegará, para mi conocimiento.
Las noticias que he recibido de Apure son tan satisfactorias, que no
me atrevo a darles crédito hasta que no tengan confirmación oficialmente.
Se dice que el señor General Páez ha batido a Morillo, refiriéndose al dicho
de un oficial de los derrotados que se ha presentado al General Zaraza. Si
es cierto esto, no diferiré un momento el placer de participárselo a V.S. en
el acto que me llegue el parte.
Antes de marchar volveré a escribir a V.S., le haré las prevenciones que
haya omitido esta vez, le detallaré las fuerzas que quedan en las Provincias
que hoy pongo a sus órdenes, [las] que llevo conmigo, y las operaciones
que pienso ejecutar. Entretanto encarezco a V.S. la necesidad de [su] mar
[cha] a la Soledad con todas las fuerzas posibles; le recomiendo el cumpli-
miento de la ley marcial para aumentar su División, la frecuencia de sus
partes. Yo reposo en la confianza de que mi separación del Oriente no se
hará sensible quedando V.S. encargado del mando general; que los ene-
migos no reportarán ninguna ventaja en mi ausencia, y que preparándose
V.S. en el mes que duren mis operaciones en Apure, sellará la libertad de
la República con las que V.S. ejecute por esta parte inmediatamente que
destruido Morillo en el interior podamos dirigir nuestros esfuerzos sobre
esa costa, cuya felicidad está V.S. encargado de obrar.
[Dios, etc.]
[BOLÍVAR]
* Del copiador. Archivo del Libertador, vol. 24, fol. 205-206. Escrito de letra
de Pedro Briceño Méndez.
186
Nº 65
Circular de Bolívar a los gobernadores comandantes
generales de las provincias de Guayana y Barcelona,
participándoles el nombramiento del General José Fran-
cisco Bermúdez como comandante general del cuerpo de
operaciones*
Angostura, 30 de diciembre de 1817, 7°
Circular a los Gobernadores Comandantes generales de las Provincias
de Guayana y Barcelona.
* Del copiador. Archivo del Libertador, vol. 24, fol. 215. Escrito de letra
de Pedro Briceño Méndez. Los destinatarios eran el General Manuel Sedeño y
el General José Tadeo Monagas, quienes al reunir sus tropas con el gran ejército
que formaba Bolívar, fueron relevados del mando en sus respectivas jurisdiccio-
nes confiado ahora al General José Francisco Bermúdez con la denominación de
Provincias de Oriente que incluía, además de las dos mencionadas de Guayana y
Barcelona, a la Provincia de Cumaná (cuyo mando ejercía ya anteriormente el Ge-
neral Bermúdez como su Gobernador y Comandante General) y al Departamento
Militar de Maturín a la cabeza del cual se hallaba el General Andrés Rojas.
187
188
Documentos de 1818
189
Nº 66
Oficio de Bolívar para el Almirante Luis Brión,
presidente del Consejo de Gobierno, en el que
le participa que ha llegado a las Bocas del Pao.*
Pozote, 4 de enero de 1818.
A
Al Presidente del Consejo de Gobierno Almirante Brión.
l amanecer del 2 tuve la satisfacción de reunirme en las Bocas
del Pao con los señores Generales Monagas Valdés y Torres, cu-
yas Brigadas han pasado el Orinoco en estos tres días y seguirán
mañana a incorporarse en Caicara con los señores Generales Sedeño y
Zaraza.
Antes de llegar al Pao recibí el oficio de V.S. de 31 del pasado inclu-
yéndome un pliego del señor Gobernador de esa Provincia, que abrí con
la esperanza de que se participase en él la remisión de las sillas y lanzas que
debían venir para acabar de armar y montar la Brigada del señor General
Monagas. Además, esperaba tener aviso de la llegada o aproximación del
señor Coronel Sánchez con las tropas que condujo a Maturín y que siendo
de los batallones que marchan con el ejército deben reunirse a sus cuerpos.
Repito a V.S. el encargo de que tanto estas tropas como las sillas y
frenos vengan a alcanzarme a la mayor brevedad prestando V.S. cuantos
auxilios puedan necesitarse para que no difiera un momento de su salida
ni sufran retardo en las marchas.
Al llegar aquí recibí partes del señor General Zaraza en fecha de 27
y 28 del pasado. Entre otras noticias satisfactorias contienen la de perma-
necer la División de La Torre en Calabozo, Barbacoas y El Calvario; la de
haber sufrido el enemigo una gran deserción según el dicho de más de
treinta de sus desertores que ha tomado una partida nuestra; y la de que
Morillo ha sido batido por el General Páez en el sitio de Camaguán.
Esta última noticia es tan lisonjera que no me atrevo a darle crédito
hasta que no tenga confirmación.
Creo sin embargo que cuando no haya sido batido Morillo, lo habrá
sido alguna de sus Divisiones que obran a mucha distancia unas de otras.
Hasta mañana no podrá seguir de aquí el convoy, que se ha empleado
todo en el pasaje de las tropas. La única novedad que hemos tenido ha sido
haber perdido el palo la cañonera La Perla; pero inmediatamente se reparó
aquella ligera avería.
Dios, etc.
[BOLÍVAR]
* Del copiador. Archivo del Libertador, vol. 24, fol. 218 v°. Escrito de letra
de Jacinto Martel.
190
Nº 67
Oficio de Nolívar para el General de División Jose Fran-
cisco Bermúdez, le informa sobre las operaciones*
Al frente de San Fernando, a 8 de febrero de 1818.
191
o retirarse.
Por no haber llegado aún nuestra escuadrilla, hemos perdido una feliz
oportunidad de ocupar a San Fernando a muy poca costa. Toda su defensa
por esta parte del rio consiste en los buques de guerra. Tomados o batidos
éstos a ocupación de la villa es segura. Yo espero que reunido el Coronel
Sánchez con el Coronel Guerrero en Payara, y obrando en combinación
con la escuadrilla, podremos apoderarnos de San Fernando, al mismo
tiempo que yo tomo a Calabozo.
Dios, etc.
[BOLIVAR]
Del copiador. Archivo del Libertador, vol. 24. fol. 288. Escrito de letra de
Briceño Méndez.
192
Nº 68
Proclama del Libertador a los habitantes de los llanos*
SIMÓN BOLÍVAR
Jefe Supremo de la República de Venezuela, Capitán General de sus
Ejércitos y de los de Nueva Granada, &., &., &.
193
Nº 69
Carta del Libertador Simón Bolívar al General Bar-
tolomé Salom, recomendando mejoras a las rentas del
Departamento de Maturín, la pacificación de las faccio-
nes y que se informe la llegada de todas las actas del sur,
la cual asegura no han acabado con las pretensiones de
guerra del Perú.
D
Mi Querido General:
esde que Vd. marchó al departamento de Maturín no he sabido
de Vd. sino indirectamente por las cartas que Vd. ha escrito a
Ibarra y Clemente, quienes me han informado que Vd. hacia
algunos progresos en ese departamento, aunque lentos a causa de su mal
estado y pobreza y, por lo mismo, yo recomiendo a Vd. mucho trabajo por
mejorar sus rentas. Le he dicho al general Páez que pueden darse licencias
para extraer mulas solamente por los puertos de su departamento, con el
objeto de proporcionarle estos recursos, pues Vd., que es tan celoso y tan
activo, cuidará de que no se abuse de este permiso. También debo reco-
mendar a la prudencia de Vd. la pacificación de esas partidas de bandidos
que infestan ese territorio y que lo destruyen tan inhumanamente.
Tengo el gusto de anunciar a Vd. que por fin tenemos ya todas las
actas del Sur, que han sido muy entusiastas y muy fuertes. Vd. conoce
aquellos pueblos que han conservado su primitivo entusiasmo. Guayaquil,
naturalmente más alegre, ha rebosado en alegría. Sin embargo, en medio
de estas buenas noticias tengo el sentimiento de anunciarle que el Perú aun
nos molesta con sus preparativos de guerra. Las tropas de Gamarra que
habían invadido a Bolivia venían a Piura, y el general La Mar en persona
también venía a los departamentos del Norte. Todo esto me obliga a to-
mar medidas muy serias con respecto al Sur y a reforzar nuestro ejército
cuanto nos sea posible, no sólo con este objeto sino también el de hacer
frente a una expedición española que nos amenaza días ha, y por lo cual re-
comiendo a Vd. muy encarecidamente el cumplimiento del decreto que he
dado con respecto al aumento de las tropas y organización de las milicias:
194
cacaréelo Vd. mucho a fin de que los españoles sepan que estamos alerta y
conozcan que aun tengo los medios y el poder de destruirlos.
Insista Vd. en que le remitan de Guayana el dinero que he mandado
para auxilio de ese departamento.
Hágale Vd. mil memorias a los generales Monagas, Rojas etc. y créa-
me suyo de corazón.
BOLÍVAR.
195
Nº 70
Oficio de Bolívar para el General en Jefe
Santiago Mariño, en el cual le trata asuntos diversos de
las operaciones.*Angostura,
27 de agosto de 1818.
Al General Marino.
196
los buques que han llegado a Cumaná sean para evacuar la plaza; pues los
sucesos de Chile y el Perú, y Sur de la Nueva Granada amenazan la pérdida
de ésta, debe V.E. estar vigilantísimo para aprovecharse de la evacución
de dicha plaza asegurando cuanto haya en ella útil para el servicio de la
República, y aumentando su ejército considerablemente. Morillo no puede
conservar inútilmente a Cumaná y Barcelona que nada le dan, y le cuestan
infinitamente. Sus anteriores movimientos de concentrarse son los que
parecen más juiciosos y puestos en el orden. Redoble V.E. su vigilancia so-
bre la plaza por medio de espías, y nada perdone para imponerse de todo.
Vale.
197
Nº 71
Oficio de Bolívar para el General de división José Fran-
cisco Bermúdez. le ordena que indague sobre las activi-
dades de unos buques españoles llegados a Cumaná.*
E
Al señor General J. F. Bermúdez.
l Excmo. señor General en Jefe Santiago Marino con fecha de 13
del presente, me participa desde Maturín, refiriéndose a un oficio
del Coronel Montes, fechado en Cumanacoa el 1° del mismo, que
11 buques mayores españoles habían llegado al puerto de Cumaná, que
reunidos con los otros que había allí hacen una fuerza respetable, que se
decía se dirigían al Orinoco, y que esperaban, por momentos, en aquella
plaza, al General Morillo para emprender operaciones contra esta Pro-
vincia. Procure V.S. indagar e imponerse, por cuantos medios le dicten su
prudencia y su sagacidad, de la verdad de esta noticia, y de la fuerza, direc-
ción, intenciones y movimientos del enemigo. Si efectivamente V.S. des-
cubre que se dirigen por cualquiera dirección a esta Provincia, disponga
que a la brevedad posible, y sin pérdida de tiempo, vengan a las fortalezas
de la Antigua Guayana las fuerzas sutiles que condujeron a V.S.; porque,
sin éstas, impedirán nuestras comunicaciones con V.S. y otras divisiones,
mientras que, estando nuestras flecheras y cañoneras en el río, sucederá
todo lo contrario.
Afortunadamente si esta descabellada operación es cierta, nos sobran
elementos con que destruirla; pues, además de los fusiles y de la pólvora
que nos condujo nuestra escuadra, la contrata con los señores Anderson
y Alderson se ha cumplido, y hemos recibido nuevos elementos, aumen-
tándose prodigiosamente nuestro parque. Más de ocho mil fusiles, pólvora
para hacer la guerra incesantemente dos o tres años, nuestros cuerpos
ya organizados, disciplinados, armados y vestidos y nuestra superioridad
asombrosa en caballería nos han dado una actitud militar infinitamente
superior a la que puede tomar Morillo desguarneciendo todos los puntos
que ocupa en Venezuela, haciendo una masa y viniendo a invadirme en
esta Provincia, que probablemente será el sepulcro de cuantos enemigos
la pisen.
198
Quedo impuesto de la salida de V.S. de Barrancas el 16 del corriente,
y de las medidas que ha tomado para que, en ningún caso, le falten víveres,
las que me parecen muy acertadas y dignas de mi aprobación.
Dios, etc.
[BOLÍVAR]
199
Nº 72
Oficio de Bolívar para el Almirante Luis Brión, le ordena
que indague sobre las actividades de unos buques realis-
tas llegados a Cumaná.*
Angostura, 27 de agosto de 1818.
E
Al señor Almirante Luis Brión.
l Excmo. señor General en Jefe Santiago Mariño, con fecha de
13 del presente, me participa de Maturín refiriéndose a un parte
del Coronel Montes, fechado en Cumanacoa a 10 del mismo, que
once buques de guerra mayores, españoles, habían entrado en el puerto de
Cumaná; que reunidos a otros que allí se hallaban formaban una fuerza
respetable que se dirigía al Orinoco, según se decía generalmente; y que
en aquella plaza se esperaba a Morillo para emprender operaciones contra
esta Provincia. No perdone V.E. medio para indagar la verdad de esta
noticia, e imponerse de la fuerza, dirección y operaciones del enemigo. En
el caso de que sea cierto su destino al Orinoco, V.E. con la escuadra de su
mando se dirigirá a las bocas de dicho río, para inquietarlos, molestarlos
y encerrarlos dentro de él, disponiendo ante todo que todas las fuerzas
sutiles que condujeron al señor General Bermúdez a Güiria, vengan inme-
diatamente a las fortalezas de la Vieja Guayana, para con ellas conservar
nuestras comunicaciones con las Divisiones que obran en otros puntos y
molestar y batir a los buques que entren en el Orinoco, V.E. debe infor-
marse prolijamente de todo, a fin de dirigir sus operaciones según conven-
ga; y por ningún caso dejarán de venir las fuerzas sutiles a las fortalezas,
como prevengo a V.E.
Incluyo a V.E. los dos últimos números de nuestro Correo.
Nuestra actitud militar en esta Provincia y en todas las demás es muy
respetable; pues nuestros cuerpos están ya organizados, armados, vestidos
y disciplinados y somos superiores en número al enemigo en toda especie
de armas.
Las noticias de la Nueva Granada son tanto más plausibles, cuanto
que las he recibido de personas muy respetables y fidedignas, habitan-
tes de ella, cuyas cartas originales conservo en mi poder. Últimamente he
sido informado que los destacamentos de Chita y Morcóte se han pasado
completos con sus armas y municiones a nuestro ejército de Casanare: que
ochenta heridos españoles habían sido conducidos a Santa Fe de resultas
de los movimientos del Sur, y que la efervescencia del pueblo y las guerri-
200
llas se aumentaban cada día.
Reencargo a V.E. la indagación de los movimientos del enemigo y de
cuanto tenga relación con él; que lo persiga y moleste y que nada omita
para batirlos, comunicándome por todas direcciones cuanto crea digno de
consideración.
Dios, etc.
[BOLIVAR]
201
Nº 73
Oficio de Bolívar para el General en Jefe Santiago Mari-
ño. Le comunica noticias sobre la situación del ejército
de Apure, sobre la expedición española hacia Perú y
sobre la Brigada Monagas*
202
Las últimas comunicaciones del General Páez describen exactamente
el estado de fuerza del ejército de su mando en Barinas, sus posiciones y las
ventajas que ha obtenido en estos últimos meses. Más de 3.000 hombres
de todas armas bien disciplinados y aguerridos ocupan aquella Provincia y
hacen incursiones en la de Caracas; batiendo siempre los cuerpos sueltos
que los españoles han dejado a la retirada de Calzada de Bariñas a Gua-
nare. Se dice por los prisioneros españoles que ha examinado el General
Páez que Morillo está en San Carlos, donde ha establecido su Cuartel Ge-
neral, con motivo de una conmoción que ha habido en Coro, añadiendo
que tropas de allí habían llegado hasta Carera. Si esta noticia es cierta, es la
que ha causado la concentración que Morillo empezó a hacer desde junio,
abandonando todos los llanos de Caracas, y la capital de Barinas, que ocu-
paba Calzada, convirtiendo su atención sobre el Occidente. Noticias de 6
de agosto de Casanare confirman las que participé a V.E. con fecha 22 de
agosto: de modo que casi no admiten duda los movimientos de la Nueva
Granada y los triunfos alcanzados por las tropas independientes en el Sur.
Algunos pasajeros venidos de Trinidad dicen que el Almirante Co-
chrane se incorporó con nuestro Almirante en aquella Isla el 21 de agosto
con una fragata de 44 y una goleta de 20 cañones. Ansío por saber lo
cierto.
Parece indubitable la expedición del General Gregor porque tanto
las gacetas inglesas como cartas particulares de Londres aseguran estar ya
todo dispuesto y pronta aquélla para dar la vela para Venezuela; añadiendo
que otra expedición de 1.500 hombres, sin incluir los oficiales, se prepara-
ba en el Támesis para el mismo destino.
Sabemos positivamente que la expedición española de 7.000 hombres
que se preparaba en Cádiz contra Venezuela se ha reducido a 2.000 que
salieron desde mayo con destino a Lima en 11 transportes, escoltados por
una fragata de guerra. La escuadra combinada de Chile y Buenos Aires
domina el mar Pacífico; si ha encontrado este convoy es probable que lo
aprese. Los navios rusos comprados por el Rey de España están desarbo-
lados en el Ferrol y la Coruña y el Almirante Cisneros ha sido puesto en
Consejo de Guerra porque aquéllos han resultado absolutamente inútiles
y podridos. Los españoles no pueden recibir ningún auxilio en todo este
año, ni enviar un nombre a ningún punto de América.
Invite V.E. al señor Joly a tomar servicio en la República, como V.E.
me propone. S.E. el Almirante, que debe ir a Margarita con la escuadra,
tiene a su bordo patentes de corso, y así aumentaremos el número de ene-
migos de los españoles.
203
Las circunstancias son las que deben hacer obrar a V.E. y sólo V.E.
puede calcularlas para emprender operaciones según convenga en esa Pro-
vincia. El número, disciplina y disposición de sus fuerzas y de las del ene-
migo dictarán a V.E. las medidas que debe tomar, y las marchas y opera-
ciones que deba emprender. Aún no sé cuándo será mi marcha, ni por qué
parte. Todo depende de las noticias que reciba de la situación del enemigo
en los diferentes puntos que ocupa; y de las que tenga del Almirante y del
General Bermúdez, de quienes no he recibido comunicación; pero hasta
el presente todo parece que indica que abriré la campaña por el Oriente
de Venezue.
El General Monagas ha organizado ya su Brigada, que está perfecta-
mente armada y equipada y que no baja de 1.600 hombres, y muy pronto
debe empezar a obrar.
Dios, etc.
[BOLÍVAR]
204
Nº 74
Oficio de Bolívar para el General en Jefe Santiago
Mariño le comunica que considera falsa la noticia sobre
la presencia de Morillo en Cumana*
E
Al General Santiago Mariño.
n este instante acabo de recibir el oficio de V.E. de 15 del presente
fechado en Maturín. Creo como V.E. que la llegada de Morillo a
Cumaná es falsa; pues por las noticias que el General Páez ha ad-
quirido, se sabe que aquél ha establecido su Cuartel General en San Carlos
donde se halla.
Dios, etc.
[BOLÍVAR]
205
Nº 75
Oficio de Bolívar para el General de Brigada Maríño
Montilla. le informa sobre las operaciones que iniciará
pronto el Almirante Brión contra Cumaná y de la
marcha de la guardia hacia Apure*
206
nuestras operaciones en el Oriente. Yo marcharé el 23 al Cuartel del Gene-
ral Monagas, revisaré su División’ y marcharé rápidamente sobre Cumaná.
El General Monagas ha marchado el 14 del presente sobre Barcelona y la
habrá ocupado, a menos que haya sufrido algún revés.
Están dadas las órdenes más estrechas y se han tomado todas las me-
didas más eficaces para que el ejército y marina de Cumaná, estén abun-
dantemente provistas de carne. Estoy seguro de que no faltará.
Active V.S- por su parte las operaciones de la escuadra y la venida en
ella de los 500 fusileros margariteños.
Por la Gaceta se impondrá V.S. de la sesión del Consejo de Estado
del 1° del presente. El 17 del mismo se aprobó el proyecto presentado
por la comisión, para las elecciones populares, y me prometo que en breve
tendremos la Representación nacional, instalada de un modo regular y
legítimo, cuanto permiten las circunstancias. V.S. será informado de lo que
posteriormente resuelva el Consejo de Estado sobre esta materia.
Dios, etc.
[BOLÍVAR]
207
Nº 76
Oficio de Bolívar para el Almirante Luis Brión, en el
cual le informa la partida del Bergantín Apure para
Oriente y la salida de la Guardia de Honor a reforzar el
ejército de Páez.*
Angostura, 19 de octubre de 1818.
Al Excmo. Señor Almirante Brión.
208
haberse apoderado de Barcelona, si no ha tenido algún revés, y revistada
aquella División sigo rápidamente sobre Cumaná. V.E., pues, inmediata-
mente debe principiar con la escuadra de su mando sus operaciones contra
la plaza de Cumaná; conduciendo cuanto le he pedido en mis anteriores
comunicaciones que repito ahora. V.E. conducirá todos los buques de gue-
rra al sitio de aquella plaza, procurando que sea en el mayor número posi-
ble, y procurando particularmente que no haya ningún retardo; pues V.E.
sabe que es necesarísima la cooperación de la escuadra, y de los elementos
que V.E. debe conducir para la rendición de dicha plaza.
He tomado las medidas más eficaces para que no falte ganado en nin-
gún caso, y estoy seguro de que nuestro ejército y escuadra serán provistos
abundantemente de este artículo.
Dios, etc.
[BOLÍVAR]
209
Nº 77
Oficio de Bolívar para el General en Jefe Santiago
Mariño. Le informa sobre el movimiento de la guardia
hacia el Apure y de las órdenes que libró a los generales
Sedeño, Monagas y Zaraza para que envíen ganado
a Cumana*
210
Coronel Hernández a los llanos de la Provincia de Caracas y Barcelona,
sólo a acopiar ganados y remitirlos al cuartel general de V.E., y estoy segu-
ro de que no faltarán.
Yo marcho dentro de cuatro días directamente al cuartel general de
V.E., en el que estaré dentro de 8 ó 10 días.
Dios, etc.
[BOLÍVAR]
211
Nº 78
Oficio de Bolívar para el Almirante Luis Brión, le no-
tifica su marcha hacia Maturín y le informa sobre los
últimos acontecimientos. *
C
Al Excmo. señor Almirante Brión.
on el oficio de V.E. fecha 23 del pasado, tuve la satisfacción de re-
cibir la carta del extranjero que venía inclusa, y que he roto después
de haberme instruido de su contenido.
Mañana marcho yo de aquí con dirección a Maturín, y de allí a la costa
de Cumaná, conforme he dicho a V.E. en mi anterior. En la costa espero
encontrar a V.E. para que convengamos en las operaciones ulteriores. In-
terésese V.E. y esfuércese cuanto sea posible por estar en disposición de
tratar conmigo inmediatamente que yo llegue, para no demorar la ejecu-
ción del plan que me he propuesto, y en que tiene una gran parte nuestra
escuadra.
Incluyo a V.E. el número 13 de El Correo del Orinoco que contie-
ne el boletín de los últimos sucesos de nuestras divisiones. Aunque los
combates han sido parciales y entre pequeños cuerpos, contribuyen muy
eficazmente a preparar y formar la opinión en nuestro favor: así verá V.E.
que después de haber batido el Comandante Peña el cuerpo franco de
Torrealba [1], se le han pasado 300 enemigos que nos han traído la mayor
parte de los caballos que tenía Morillo para la campaña. Posteriormente
se dice que a consecuencia de esta deserción, el ejército español ha aban-
donado a San Carlos, retirándose sobre Valencia, operación muy probable
si se atiende a que la caballería es de primera necesidad para conservar a
San Carlos, ya que, según dicen lo pasados, son muy débiles o ningunas
sus fuerzas en esta arma.
Dios, etc.
[BOLÍVAR]
P.D. En la costa daré a V.E. las órdenes que me pide, bien sea por la Esme-
ralda o por otro punto de ella. Los señores Generales Mariño y Bermúdez deben
estar ya al frente de Cumaná o en sus inmediaciones, porque según sus partes, el
primero marchó de Maturín el 15 y el segundo debió hacerlo antes.
212
Nº 79
Oficio de Bolívar para el General en Jefe Santiago Mari-
ño. Le comunica que está en cuenta de
su marcha hacia Cumana *
E
Al General Santiago Mariño.
n este momento he recibido el oficio de V.E. de 10 del presente
fechado en Maturín, y por las comunicaciones del Estado Mayor
quedo impuesto de los movimientos de V.E. sobre Cumaná. Hoy
marcha la Guardia para Apure, y yo mañana para el cuartel general de V.E.
Creo estar en Maturín dentro de seis días.
Están dadas las órdenes más positivas para que se surta el ejército
de V.E. de ganados, y para que no falte esta especie por ningún motivo a
dicho ejército y a la escuadra.
Dios, etc.
[BOLÍVAR]
213
214
Documentos de 1819
215
Nº 80
Oficio de Bolívar para el General Bermúdez, referente
al nuevo plan de campaña a ejecutarse con motivo de la
llegada de la expedición inglesa a Margarita*
216
za no llegarán tan pronto, V.S. dejará sus órdenes sobre la dirección que
deben tomar y el modo con que debe conducirse el ganado que llegue
hasta alcanzar a V.S., porque es imposible que los mismos que lo conducen
desde la Provincia de Caracas puedan llevarlo hasta la costa, mucho más
siendo llaneros, que no se acomodan con el servicio a pie.
He sentido infinitamente no tener ningún ganado disponible para so-
correr a V.S. al recibir el oficio que contesto. Me es muy sensible saber
los sacrificios de V.S. y la situación de su División, expuesta a disolverse
por falta de víveres y no poder ocurrir oportunamente a remediar este
mal; pero si los extraordinarios esfuerzos que ha hecho el Gobierno por
proveer esa División abundantemente han sido ineficaces por el desorden
y dilapidación de los ganados remitidos, el Gobierno no puede hacer otra
cosa que lamentar tantos males, y esperar que en adelante V.S. procurará
cortarlos castigando severamente a los ladrones[Testado: “y” (N. del E.)
e impidiendo toda especie de manejo de parte de los administradores. De
otro modo, jamás la División de Cumaná tendrá subsistencias. Sobre todo
debe V.S. prohibir el embarque de ganado por Maturín y los Caños, que es
el origen principal de todo el desorden.
Dios, etc
[S.BOLÍVAR]
* De un copiador de Secretaría. Archivo del Libertador, vol. III, fol. 28. Sec-
ción de Juan de Francisco Martín.
217
Nº 81
Oficio de Bolívar para el General Bermúdez le trata
acerca del caso ocurrido con el francés Bonette, y al
mismo tiempo determina varios conceptos de su
anterior oficio, con respecto a la exacta interpretación
que debe asignarles*
A
Al Señor General Bermúdez.
un tiempo he recibido antes de ayer los dos oficios de US. fechas
de 6 y 10 de Marzo próximo pasado, contestando a los míos de 18
y 27 de Febrero, y remitiendo preso al francés Bonette, y queján-
dose de la severidad del Gobierno con respecto a US., y de su connivencia
y consideración con los demás Jefes.
Un lenguaje semejante, de parte de un Jefe tan subordinado y que ha
sido el ejemplo de la sumisión, no ha podido menos que sorprenderme.
No tengo presente el oficio en que pedí a US. la persona de Bonette; pero
estoy cierto que él no contenía nada que pudiera ofender la delicadeza de
US., ni fue mi ánimo reprender a US. una falta que yo ignoraba de quién
fuese. Informado de que existía libre en Matuirín el francés Bonette, que
fue expulsado de la República por sus crímenes, libré a US., como Coman-
dante general de la Provincia, la orden para que lo remitiese y averiguase
el modo con que se había introducido allí y cuál era su intento. Esta orden
supone que el Gobierno creía furtiva o escondida la introducción de Bo-
nette, ni se atrevía el Gobierno a creer que hubiese entrado con permi-
so de algún Jefe. Es verdad que yo reprendía la tolerancia o indiferencia
con que se toleraba la residencia de un hombre tan criminal, que había
sido expulsado para siempre del país. Mas esta reprensión no recaía sobre
US. directamente, porque si no se hubiese encontrado US. en Maturín, la
misma orden habría ido al Comandante general del Departamento. Nada
encuentro en todo esto que sea contrario al honor de US. y que no sea
conforme a los deberes del Jefe de una República.
Pero aun cuando mi oficio hubiese sido severo ¿podría US. inferir de
él que el Gobierno autorice las faltas de otros y las reprenda en US.? Si
el General MARIÑO protegió a Bonette y le ofreció la licencia para per-
manecer en el país, ¿es esto una prueba de que el Gobierno lo supo y lo
218
autorizó o consintió? El Gobierno es imparcial; no ve las personas sino los
hechos; y si acaso se inclinase a alguna parte, sería sin duda hacia aquella
que mejor ha servido a la República y que ha manifestado más constan-
temente su adhesión a los buenos principios, al orden y a la disciplina.
¿Cómo, pues, le inculpa US. su conducta de severa hacia US. y condes-
cendiente hacia otros Jefes? Si no tuviese US. tan repetidos e irrefragables
testimonios de la consideración y aprecio del Gobierno, sus quejas serían
más excusables; pero cuando está US. tan seguro de los sentimientos y
gratitud del Gobierno por los importantes servicios que US. ha prestado a
la República, no hallo a qué atribuir ni cómo interpretar el oficio de US. del
6. La obediencia y sumisión que han distinguido a US. en las épocas más
calamitosas de la República hablan, sin embargo, por US. y me persuaden
que el que en medio de los disturbios y anarquía se ha preservado y aun
ha ganado la mejor reputación, por su amor al orden y a la disciplina, no
puede quebrantarlas ahora que, establecido sobre más sólidas bases el Go-
bierno, ha empezado a fijarse el orden bajo el imperio de las leyes.
Dios, etc.
BOLÍVAR.
219
220
Documentos de 1821
221
Nº 82
Decreto marginal de Bolívar, por el cual le concede licen-
cia absoluta al músico David Reston.*
D
Excmo. Señor:
avid Reston, natural de Escocia, ante V.E. con el más profundo
respeto expone: que ha llegado a este país en compañía de la Le-
gión Británica, por haber celebrado una contrata en Londres con
el señor General English, y que habiendo dicho señor General fallecido en
la Isla de Margarita, y no haberle podido satisfacer su contrata (como era
de particular), pidió al encargado de la división su pasaporte para volverse
a su país: y que lejos de concederle fue imperiosamente maltratado con pa-
labras denigrativas por el señor Coronel Blosset, y que últimamente le hizo
por la fuerza quedar en la Legión, ofreciéndole cuantas amenazas puede
recibir un malhechor. Que después de haberle acompañado hasta la ciudad
de Maturín, tuvo el exponente facilidad de pasar a enseñar un cuerpo de
música criollos haciendo las funciones de maestro por el señor General
Arismendi; el que le ofreció por este servicio una buena gratificación, suel-
do todos los meses después que entrega la música a la plaza, vestir, y el
empleo de Capitán: y que a la fecha no ha recibido ni el empleo, el sueldo
ni ninguna otra cosa desde que llegó al país, que ha sido una muy escasa e
inconstante ración; que su ánimo, ni su contrata fue otra sino concluyendo
su enseñanza tomar su licencia para su tierra: que nunca negó, ni ha jurado
banderas ni tomado filiación, ni tomado enganchamiento. Que es una cosa
muy clara que ningún hombre puede cambiar su país tranquilo por uno
en revolución por ser militar y sin grado o sueldo, a menos era un hombre
loco, y sin razón humana; que en atención a que el señor Coronel Blosset
es mi enemigo declarado, no me conviene hacer ningún servicio bajo sus
órdenes porque sería igual sacrificio de ponerme en un cadalso.
Que en atención a que puedo hacer por facultad algún servicio a la
República y por las artes de la manufactura, en esa misma ciudad, para
cuyo efecto deben venir por mi encargo los muebles necesarios de Europa.
Suplico a V.E. me conceda licencia absolutamente fuera del servicio
militar, y licencia para continuar este trabajo que pretendo emprender.
222
Gracia que espero alcanzar de la conocida justicia de V.E. en Angos-
tura, 5 de diciembre 1820.
David Reston
Angostura, diciembre 11, 1820.
Diríjase esta solicitud al señor Ministro de la Guerra para la resolución
que sea justa, con advertencia de que no se agregan informes de los jefes
de la Legión Británica, porque este cuerpo estando en el Ejército de Ope-
raciones no le es posible procurárselos a la Vicepresidencia; y entre tanto
el que representa podrá permanecer en esta capital y ejercitarse en el ramo
de industria que tenga por conveniente, a cuyo efecto se insertará en copia
al Comandante General de la Provincia.
SOUBLETTE
Cuartel General de Bogotá, a 30 de enero de 1821.
Se le concede la licencia absoluta que solicita dejándole en libertad
para que se establezca en el lugar que más le convenga y ejerza su industria
en el ramo que sea más conforme a sus deseos, en virtud de este decreto.
BOLÍVAR
Angostura, abril 12 de 1821.
Hágase saber al interesado.
(Rúbrica de Santander).
Acotaciones Bolivarianas, Decretos Marginales del Libertador, pp.
135-137. Fundación John Boulton. Edición conmemorativa del Sesqui-
centenario de la Independencia. Caracas, 1960.
223
Nº 83
Oficio del coronel Pedro Briceño Méndez al General
Manuel Sedeño, por el cual se le confiere el mando de
la Provincia de Casanare en sustitución
del Coronel Juan Nepomuceno Moreno*
Umbita, 9 de febrero de 1821, 11º
Al señor General Sedeño.
224
Nº 84
Oficio de Bolívar al Vicepresidente de Venezuela, fecha-
do en valencia el 14 de julio de 1821, por el cual le orde-
na que tome las medidas más vigorosas para impedir que
se embarquen mulas para el exterior*
L
A S.E. el Vicepresidente de Venezuela.
a extracción de muías en el Departamento de Venezuela se hace
tanto más sensible, cuanto que casi nos vemos ya en la imposibili-
dad de mover el más pequeño tren de una División. En esta virtud
es necesario que V.E. tome las medidas más vigorosas para impedir el que
se embarque en ninguno de los Puertos de Venezuela una muía especial-
mente en los de la Guayana y Maturín donde es necesario tener [mucho] el
mayor celo por la facilidad que presentan con su inmediación al interior de
los Llanos, y por el vicio que ha reinado [en ella de] allí de ejercitarse [por
allí] el contrabando de este artículo, [de que carecemos tanto].
Dios guarde, &., &.
[BOLÍVAR]
225
Nº 85
Decreto marginal de Bolívar, por el cual ordena que el
Vicepresidente de la República le dé un destino a un
soldado invalido.*
Caracas, 1º de agosto de 1821
Excmo. Señor:
BERNARDO MIRANDA
BOLÍVAR
226
Documentos de 1827
227
228
Nº 86
Carta del Libertador Simón Bolívar al Coronel José
Félix Blanco, participando que partirá a Cartagena y
dejará al General Páez encargado de los departamentos
de Venezuela, Maturín y Orinoco; pide que realice los
mayores esfuerzos para conservar el orden establecido.
Caracas, 2 de julio de 1827.
P
Al Señor Coronel José Félix Blanco.
asado mañana parto para Cartagena con dirección a Bogotá, donde
me aguardan con ansia mis amigos.
Dejo aquí al general Páez con el mando superior de los depar-
tamentos de Venezuela, Maturín y Orinoco, y me voy con el consuelo y la
esperanza de que su adhesión a mí y el amor que tiene a sus compatriotas
promete muchas ventajas al bienestar general.
Por otra parte, mis cuidados cesan enteramente porque confió en el
celo y patriotismo que siempre he conocido en Vd., y espero que ahora
más que nunca empleará Vd. sus servicios y hará los mayores esfuerzos
en coadyuvar con el jefe superior a que se conserve intacto el orden es-
tablecido, a que se veneren las leyes, a que se cumplan sin alteración los
decretos que he dado en favor de estos países, y a que respeten las auto-
ridades del gobierno: de este modo no se extrañará mi ausencia y a Vd.
le cabrá la satisfacción de haber tenido parte en conservar estos países en
la más completa quietud, ayudando al general Páez con sus sacrificios si
fuere necesario.
Amigo, si yo pudiera no me movería un solo momento de aquí; pero
como es preciso ponerme en el centro para atender desde allí a todas
partes, también es indispensable que Vd. participe del glorioso trabajo de
salvar su patria.
Mí querido Padre: sea Vd. tan buen amigo del general Páez como mío;
y mientras tanto yo lo soy de Vd. con todo el corazón.
BOLÍVAR.
229
230
Documentos de 1828
231
232
Nº 87
Carta del Libertador Simón Bolívar a Bartolomé Salom,
informando que el General Montilla de Cartagena, le
quitó el mando a hombres de bien porque estaba instiga-
do por los enemigos; ruega se encargue de la Intendencia
y Comandancia general de Maturín y trabaje con recelo
hasta la gran convención.
Soatá, 26 de Marzo de 1828.
233
aquellas detestables manos que lo han destruido hasta el día; y para em-
pezar debemos hacerlo con quien no tenga tacha. Vd. irá con facultades
extraordinarias; yo las estoy ejercitando; por consiguiente, no tiene Vd.
que temer a la constitución. Además esos departamentos están en estado
de asamblea. Así toda la autoridad es militar. Destruya Vd. los facciosos
y establezca el orden lo mejor posible. Yo iré por allá a fines de mayo y le
ayudaré. Soy de Vd. de corazón.
BOLÍVAR.
234
Nº 88
Carta del Libertador Simón Bolívar a José Antonio
Páez, informando que Padilla se apoderó del mando
de la plaza porque estaba seducido por el enemigo, en
consecuencia mandará al General Salom para que tome
el mando de la Intendencia y Comandancia General de
Maturín e irá a Ocaña y Cartagena a remediar los males.
Soatá, 26 de Marzo de 1828.
A
Mi querido general:
yer estando en Sátiva, en camino hacia Cúcuta, y después de haber
recibido las interesantes comunicaciones de Vd. que me trajo el
correo del 21 de febrero y las del 6 del corriente que me entregó
Lindo en Cerinza. he recibido un oficial en posta que me mandó Montilla,
trayéndome el parte de que Padilla se había apoderado del mando desde
el 1º del presente hasta el 7, en que se fugó porque las tropas y el pueblo
le abandonaron, no queriendo seguir sus pérfidos atentados. El origen de
esto ha venido como Vd. debe considerar de que Padilla ha sido instigado
por mis enemigos a dar este paso tremendo para quitarle el mando a hom-
bres de bien como Ucrós, conocidos por su rectitud, que llegó al extremo
de no dar su voto en el congreso pasado ni a Santander ni a mí; y el señor
Montes que es la mejor criatura del mundo.
Vd. verá por este suceso que Santander trabaja sin cesar en el mal de
la patria, pues el mismo Padilla me aseguró en Cartagena que le instigaban
para que se alzase con el mando de la plaza. Padilla me debía todo y, sin
embargo, lo han seducido; por lo mismo, no debo ya confiar en simples
amigos, sino en amigos honrados y a toda prueba. En consecuencia, man-
do al general Salom a que tome el mando de Maturín como intendente
y comandante general, aunque sea por poco tiempo, pues este señor no
quiere mandar nada, nada. Su edecán Lindo me ha asegurado que esta
elección es muy del gusto de Vd., pues se lo había oído decir, y yo me
alegro mucho de esta concordancia de opiniones. El general Lara va a
mandar el departamento del Zulia mientras duran estas cosas.
Yo he determinado en consecuencia de los últimos sucesos acercarme
al Magdalena y a Ocaña; por lo mismo, escríbame Vd. por la vía de Ocaña
a Briceño o a O’ Leary en ausencia o enfermedad del otro, que se hallan
en Ocaña. Esto lo he resuelto tanto por las circunstancias favorables de
235
Venezuela de que Vd. me habla en su carta del 6, como por asegurar el
departamento del Magdalena y acercarme a la gran convención. De esta
operación pienso sacar mucho partido si acaso tengo acierto.
De oficio digo a Vd. que me mande tropas a Cartagena, pero venezo-
lanas puras, que son las que nos sirven por allá y aunque estas no traigan
organización, nada importa, hombres queremos y oficiales venezolanos;
pero con buena conducta.
Mucho he. celebrado todo lo que Vd. me dice con Lindo. En verdad
que el estado de Venezuela ha cambiado mucho. De oficio se responde a
lo más urgente, pues no tenemos tiempo para más.
Yo deseo que Silva con sus llaneros esté en Guayana hasta segunda
orden.
Apruebo la policía que Vd. ha establecido y la elección del general
Arismendi para el caso: los conspiradores deben juzgarse conforme a la
ley que he dado a este efecto; porque así está mandando en toda la repú-
blica. El general Clemente debe decidir de todas estas causas en Venezuela
como comandante de armas. Yo iré para Cúcuta a principios de mayo con
la mira de pasar hasta Barinas, por lo menos, pues importa ver la capital
de aquel departamento.
Terminaré esta carta dando a Vd. las gracias por los servicios nuevos
que ha hecho a la república y por el acierto con que se está conduciendo
muy particularmente la elección de sujetos para los mandos y comisiones.
Vd. crea, querido general, que el modo de hacerse popular y de gobernar
bien es el de emplear hombres honrados, aunque sean enemigos, y por un
Armario hay muchos Mendozas, Ucroses y otros que no plegan al crimen
aunque no amen las personas. Mendoza se ha portado bien con Vd., y
Ucrós conmigo, porque son eminentemente honrados. Siga Vd. el partido
mejor, que los buenos estarán con Vd., pues los anarquistas se destruyen
recíprocamente y se dividen, en tanto que sucede lo contrario con los vir-
tuosos. Sostenga Vd. a éstos y al padre Blanco, que es buen magistrado, y
se ha sacrificado por la patria y por cumplir con su deber, mientras que sus
contrarios son los mayores canallas y picaros. Los facciosos de Guayana
deben ser juzgados según el decreto de conspiradores y debemos hacer un
grande ejemplo lo mismo que en Cartagena. De otro modo dejemos esta
república que se la lleve el diablo.
Escríbale Vd. al doctor Peña que no se vaya a separar de las opiniones
de mis amigos, pues me han asegurado que tiene algunas, y si nos dividi-
mos triunfa Santander.
Recomiendo a Vd. a Guzmán. Soy de Vd. de corazón.
BOLÍVAR.
236
Nº 89
Carta del Libertador Simón Bolívar a Diego Ibarra, in-
formando que Padilla se apoderó del mando de la plaza
porque estaba instigado por los enemigos; comunica que
irá a Ocaña y Cartagena a remediar los males y pide
se ruegue a Salom para que vaya a Maturín a tomar la
intendencia y comandancia general.
Soatá, 26 de Marzo de 1828.
Al Señor General Diego Ibarra.
A
Mi querido Diego:
yer estando en Sátiva y en marcha a Barinas he recibido un oficial
mandado por Montilla a traerme el parte de que Padilla se habla
apoderado del mando de la plaza desde el 1* del presente hasta el
7, en que se fugó porque las tropas y el pueblo le abandonaron, no que-
riendo seguir sus pérfidos atentados.
El origen de esto ha venido de que Padilla ha sido instigado por mis
enemigos a dar este paso tremendo para quitarle el mando a hombres de
bien como Ucrós, conocido por su carácter recto, que llegó al extremo de
no dar su voto ni a Santander ni a mi, y al señor Montes, que es la mejor
criatura del mundo. Mira qué gracias éstas para que no tengas tú infinitó
cuidado con semejante canalla. Cuidado, pues, te repito no te dejes hacer
lo de Montes ni lo de Lara, porque para los patriotas no hay salud.
No te contesto porque me voy hacia Ocaña y Cartagena a remediar
aquellos males; dirígele a Briceño en Ocaña mis cartas por dos correos
seguidos y después dirígelas a Cúcuta a Madama English.
Ruégale al general Salom, por Dios, y póntele de rodillas de mi parte
para que vaya a Maturín a tomar la intendencia y comandancia general,
esto es muy necesario en el día por aquella parte, pues conoces a los orien-
tales y a Marino. Lara va a Maracaibo. De vuelta de Cartagena iré hasta
Barinas para remediar parte de los males del Orinoco.
Dile al Marqués que no le contesto su carta porque no tengo tiempo
más que para marchar y dar órdenes; dile todo lo que te escribo. Me alegro
que el general Páez esté tan amigo de Vds. y haga tan buena elección de
personas para mandar; dile lo mismo a los demás amigos a quienes no
puedo escribir por la misma causa.
Mil cariños a Merceditas, a tu hija, padre y hermanos. A Carabaño
escríbele de mi parte y cuenta con el corazón de quien te ama.
BOLÍVAR.
237
Nº 90
Carta del Libertador Simón Bolívar al Coronel Cruz Pa-
redes, agradeciendo sus ofrecimientos en beneficio de la
Provincia y solicitando se llenen sus ofertas; encarga 10
mil pesos para Maturín.
C
Mi estimado Paredes:
ontesto con mucho gusto la apreciable carta de Vd. sin fecha, que
llegó a mis manos ayer y con un infinito retardo, más de todos mo-
dos me ha sido agradable su recepción, porque en ella Vd. me hace
ofrecimientos muy lisonjeros para la prosperidad de esa provincia, que
necesita de infinitas atenciones para conservarla en orden. Por lo tanto,
yo espero que Vd. procurará llenar sus ofertas con toda la eficacia que le
distingue. Como el principal encargo que le puedo hacer en esta ocasión
es el envío de los diez mil pesos que han de ir a Maturín de esa provincia,
le ruego lo tenga presente.
Yo he regresado a esta capital, después de disuelta la gran convención,
que nada ha hecho de bueno ni de malo. Cundinamarca entera ha presen-
tado sus actas en conformidad con las de esta capital y esperamos con
impaciencia las de Venezuela y el Sur.
Memorias a los amigos y créame su afmo. amigo.
BOLÍVAR.
238
Nº 91
Carta del Libertador Simón Bolívar al General José
Antonio Páez, agradeciendo sus esfuerzo para acabar los
males de Maturín y el Orinoco y las observaciones sobre
Venezuela a fin de mejorar sus infortunios.
Mi Querido General:
239
Siento mucho que el general Ayala no sea de la confianza de Vd. y, por lo
mismo, no sé que hacer con él. Vd. me dirá, pues, en consecuencia, a lo
que lo puedo destinar, pero sin olvidarse que ese caballero es muy querido
en La Guaira y que podemos perder en su mudanza. Yo conozco a Ayala
y es incapaz de una traición o una intriga siquiera, cualesquiera que sean
sus sentimientos. Nunca ha sido adicto a mí, pero el estimar la honradez
es un aliento para los otros de parte de quien juzga con imparcialidad de
sus mismos enemigos. La Guaira no es una plaza de armas, sino una des-
gracia para quien quiera defenderla, además ya debe haberse mostrado él
cual es en esta última circunstancia y, por lo mismo, podemos portarnos
conforme a su conducta.
Cada día recibo nuevas pruebas de respeto por los pueblos de Colombia.
Dentro de ocho días estará instalado el nuevo gobierno.
La guerra con el Perú no será tan próxima como se temió, porque los
peruanos están casi perdidos. La expedición de España se confirma y de-
bemos preparamos para todo caso.
Soy de Vd. de todo corazón.
BOLÍVAR.
Nota del compilador: En 1810 el café valía 14 pesos quintal. Luego bajó a
3 pesos y en 1816 subió a 9 pesos. De 1817 a 1823 se mantuvo a 20 pesos,
y de 1824 a 1830 estuvo a 6, 7 y 8 pesos. José Antonio Díaz, “El Agricultor
Venezolano”, I, 188. Caracas, 1861.
240
Nº 92
Carta del Libertador Simón Bolívar Al General Diego
Ibarra, informando que las cosas marchan bien y solicita
que tome el destino como gobernador de
la Provincia de Cumaná
241
Nº 93
Carta del Libertador Simón Bolívar al General José
Antonio Páez. Le propone la formación de un ejército de
reserva capaz de imponerse a los enemigos externos de
la República y exigir la paz sólida, honrosa y duradera.
Bojacá, 15 de diciembre de 1828
A 7 leguas de Bogotá.
A S. E. el General en Jefe J. A. Páez, Jefe Superior, etc., etc.
H
Mi muy querido General y amigo:
e leído con interés la apreciable de Vd. de 10 de noviembre. En
mi anterior he hablado a Vd. sencillamente sobre el general Gó-
mez, cuyo grado de complicidad con los conspiradores deducirá
Vd. por los documentos que oficialmente se le han remitido.
En circunstancias de hallarse el departamento del Cauca en Insurrec-
ción como he participado a Vd. anteriormente, se presentan loa Castillos
en las costas de Maturín. El estandarte de uno y otros facciosos es la cons-
titución de Cúcuta. ¿Cómo puede dudarse de que estas son ramificaciones
de un mismo tronco: la .facción patricida de Santander y sus secuaces?
Los mismos ministros que salvaron a éste son hoy los más empeñados
en retenerlo en Cartagena hasta la cesación de las presentes calamidades,
hasta ver extinguida la guerra civil. Hasta el hombre más estólido sería
capaz de conocer lo incompatible que es a la tranquilidad, a la seguridad, a
la felicidad de Colombia, la existencia de Santander. Decretar su indulto y
clavar un puñal en el corazón de la república ha sido una misma cosa para
algunos pensadores. Pero hay circunstancias particulares que no permiten
obrar con libertad aun a los seres más perfectos.
No dudo el celo de Vd. que facilitará todos los medios de sofocar la
insurrección que ha amagado las costas de Maturín. Es preciso no descui-
darse ni despreciar, por insignificante que parezca, el enemigo. Los progre-
sos de la guerra civil se contienen más difícilmente que la guerra nacional.
Los enemigos del gobierno se atrincheran hoy tras las instituciones que
caducaron y su lenguaje es seductor. Por 10 mismo es más temible. No
debe dejarse a los pueblos entregados a la merced del primer ocupante.
La falta de protección de parte del gobierno los haría vacilar. Para im-
242
pedir.ues, los efectos de la imbecilidad de los ciudadanos pacíficos, así
como para economizar la sangre de los mismos contendientes, es necesa-
rio inundar, por decirlo así, el teatro de la guerra con tropas numerosas y
disciplinadas. Así no más puede triunfarse con seguridad de enemigos que
minan incesantemente la opinión. Así es como puede salvarse Colombia
del inminente riesgo en que se halla. Insto de nuevo a Vd. por la remisión
de los cuerpos de tropas que le he pedido; que sus gastos de habilitación,
equipo y demás se hagan de preferencia a los que hayan de impenderse
en los aprestos de la expedición marítima que debe surcar al Pacifico. Por
Interesante que sea la defensa de nuestras costas meridionales, yo reputo
por más preferente y por de instante urgencia la formación de un ejército
de reserva con el cual pueda acudirse adonde las circunstancias lo exijan, y
con el cual pueda adquirirse una actitud capaz de imponer a los enemigos
externos de la república y de exigir de ellos una paz sólida, honrosa y du-
radera. Encarezco a Vd., púes, el envió de las tropas que le he pedido; que
no economice sacrificios; que antes de habilitar la escuadrilla, se hagan los
gastos indispensables a mover dichos cuerpos; y que si después de todo
esto se encuentre Vd. con fondos disponibles, me envié al Sur la fragata
y el bergantín de que se habla oficial menta He mandado que Boguier sea
destinado en Cartagena, que Chitty mande la fragata y que Beluche mande
en jefe la expedición. Por útil que sea Beluche en Puerto Cabello, lo con-
sidero más necesario a la cabeza de la expedición. Recomiendo a Vd. al
coronel José Cruz Paredes, para que lo reponga en su gobierno, cortando
las desavenencias que se han suscitado con el general Silva y haciendo se
reconcilien amigablemente.
Soy de Vd. afectísimo servidor y amigo.
BOLÍVAR.
243
244
Selección Especial
245
Nº 94
Diario de las operaciones, marchas y movimientos que
se hacían á la salida de S. E. el Jefe Supremo y el
Estado Mayor General, habiendo salido de
Angostura con dirección a Cumaná
Octubre de 1818
Día 24. En este día pasámos al puerto de la Soledad y rendimos la
jornada a la Fundación, á seis leguas.
Día 25. De la Fundación á Cucasana, 8 leguas.
Dia 26. De Cucasana al Morichal de Yabo, 10 leguas.
Día 27. De Morichal de Yabo á Morichal Largo, este río es de mucha
fuerza y hondo, 14 leguas.
Día 28. De Morichal Largo á la Soledad Vieja, 9 leguas.
Día 29. De Soledad al Tigre, 6 leguas.
Día 30. Del Tigre á la casa de Arévalo en el sitio de la Corona, 9
leguas; saliendo del Tigre como á una milla, se encuentra el río de su
nombre, navegable.
Día 31. De la casa de Arévalo a Maturín, 8 leguas; en el camino
hemos encontrado los ríos siguientes como a una legua…. de donde
salimos, se halla el río Guampa, rápido y ancho.
Como á una legua se encuentra el río Ariana, bastante ancho y pro-
fundo, y pasamos en un bongo.
Habiendo llegado á Maturín, fué recibido S. E. con salvas de artille-
ría.
Simón O’Leary. Memorias del general O’Leary. Tomo XVI, docu-
mentos. Caracas: Imprenta de la Gaceta Oficial, 1881, p. 180.
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Nº 95
Diario de operaciones del ejército
Noviembre de 1818
Día 1º. El Jefe Supremo, acompañado del General Rojas y del Estado
Mayor General ha reconocido el terreno y las baterías.
Día 2. El Jefe Supremo y su séquito salió de Maturín a las tres de la
tarde y se fué á dormir al Chaguaramal, á 7 leguas.
Dia 3. Salió el Jefe Supremo de Chaguaramal por la mañana, y habien-
do andado una legua y media recibió parte del Comandante Lúcas Máiz,
en donde le participa que habiendo atacado el General Mariño á Cariaco
fué dispersado, lo que lo obligó en el momento á volver sobre Maturín
para disponer lo que se debía enfrentar con respecto a la organización del
ejército. El mismo General Mariño llegó á dicho lugar.
Día 4. Llegó al Cuartel General Conde, Jefe del Estado Mayor del
ejército de operaciones de Cumaná y el ciudadano Pedro Betancourt, Se-
cretario del General Mariño, con el encargo de informar á la voz á S. E. de
los acontecimientos del 31.
Día 5. Al amanecer salió el Ayudante General Avendaño para la costa
de Guiria y á la Isla de Margarita en comisión interesantísima del servicio.
A las seis llegó el General Mariño y tuvo una larguísima con S. E. En la
Secretaría de Guerra existen borradores de las órdenes y providencias to-
madas en estos días, libradas por S. E. directamente.
Día 6. Marchó el Jefe Supremo de Maturín, para volver á Angostura
é hizo noche en el Tigre.
Día 8. Marchó todo el día, y llegó a la Leona.
Dia 9. Continuó al amanecer, y pasó el día en Morichal Largo, de
donde siguió á las diez de la noche.
Día 10. Al amanecer se halló en las cabeceras de Yabo, siguió por la
tarde, y por la noche, después de haber sufrido una grande lluvia, vino a
Cucasana.
Día 11. Salió de Cucasana por la mañana y por la tarde llegó al puerto
de la Soledad y pasó inmediatamente a la plaza de Angostura.
Dia 12. Nada nuevo.
Día 13. Hoy ha llegado la noticia oficial que el General Cedeño ha
derrotado al jefe enemido Torralba en Caliendalo, privándole de todo lo
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que poseía, y tomándole sus posiciones fortificadas.
Días 14, 15, 16 y 17. Nada nuevo.
…………………………………………………………………
Cuartel General en Angostura, Diciembre de 1818.
El Encargado,
Cestare.
Ayudante General
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Nº 96
Recolección de monedas viejas
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Nº 97
Oficio de Simón Bolívar a Santiago Mariño, para notifi-
carle que está en conocimiento de la dispersión
del ejército en Cariaco*
BOLÍVAR
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Nº 98
Oficio de Simón Bolívar d Santiago Mariño, donde le
ordena dirigirse* inmediatamente a su cuartel general y
tomar las medidas necesarias para reorganizar
el ejército*
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Nº 99
Oficio de Simón Bolívar a José Francisco Bermúdez,
donde le notifica decisiones relacionadas con la plaza de
Cumaná, luego de la dispersión en Cariaco del ejército
patriota.
H
Al señor General de División, José Francisco Bermúdez.
ace tres días que llegué a esta ciudad de Maturín y sin de-
tenerme marché a incorporarme con el ejército del señor
General Mariño; pero cerca de Aragua, me encontré con un
oficio del Teniente Coronel Maíz, anunciándome la dispersión de aquel
ejército en las inmediaciones de Cariaco. El resultado final ha sido la pér-
dida de 700 fusiles, y todo el material del ejército, sin haberse batido más
que la descubierta, al mando del Coronel Montes, en la misma Plaza de
Cariaco. Todas las tropas se han salvado, porque no combatieron. El ene-
migo ha llegado persiguiéndolas hasta Santa María, y el señor General
Mariño se halla en San Francisco con 300 fusileros reuniendo el resto del
ejército desarmado. El Jefe del Estado Mayor, Conde, debe venir a hablar
conmigo aquí hoy.
El General Mariño ha sido llamado también a tratar conmigo. Si viene
a tiempo trataré de llevármelo, a fin de que el General Rojas tome el man-
do de esta División, y Usted Pueda disponer de ella sin dificultad alguna;
dudo sin embargo, que se consiga fácilmente lo que me propongo. Mien-
tras tanto autorizo a Usted Para que obre según las circunstancias por las
instrucciones siguientes:
Primera.- Usted Está autorizado para tomar en Margarita del carga-
mento venido últimamente de Inglaterra con el ciudadano Palacio, de 500
a 1.000 fusiles, cartucheras y vestuarios y lo más que pueda utilizar de
municiones de boca y guerra. Y también puede Usted Incorporar a su
División al señor Coronel Gillmore, con su cuerpo y las piezas de artillería
que llevó, siempre que lo juzgue Usted Necesario.
Segunda.- Con la escuadrilla que Usted Tiene a sus órdenes y los de-
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más buques que necesite, puede hacer desembarcos en la costa de Bar-
celona, Cumaná y Caracas para hostilizarlas, pero de modo que se saque
partido de los habitantes y se les atraiga a nuestro servicio. Por este medio
puede Usted Aumentar su División, hasta ponerla en un pié capaz de em-
prender operaciones mayores.
Tercera.- Si la insurrección de Coro es cierta, está Usted Autorizado
para hacer una expedición sobre aquella costa y organizar un ejército por
Occidente y obrar activamente con él.
Cuarta.- Si Usted obra sobre la costa de Sotavento, de aquí se mandará
una columna de infantería de Güiria; pero si Usted Obrare sobre la costa
de Barlovento, pondrá un Comandante de su satisfacción, con un campo
de tropas, armas y municiones sobrantes para armas los reclutas que haya
en la costa.
Quinta.- Si Usted calcula impracticables o perjudiciales las operacio-
nes por la costa, Usted Está autorizado para volver por este lado para
obrar activamente sobre los enemigos, con el cuerpo de ejército que ten-
drá a sus órdenes el señor General Andrés Rojas.
Es indispensable, sin embargo que Usted sepa que este ejército está
a las órdenes del señor General Andrés Rojas, antes que Usted venga a
él, pues de otro modo no conviene que Usted venga aquí. Últimamente,
Usted está autorizado para obrar según las circunstancias en la costa, o por
tierra, en las Provincias de Cumaná, Barcelona y Caracas. Para este efecto
faculto a Usted para que tome todos los elementos militares.
Serapio Eduardo Romero. El Libertador del Libertador. Caracas: Di-
rección de Secretaría del Ministerio de la Defensa, 1993, pp. 56 – 57.
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