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Argumentos de partida
Una propuesta de desarrollo nacional en el marco del paradigma del Desarrollo Humano
Sostenido, implica escoger como patrón referencial opciones intermedias entre dos modelos
polares que han mostrado ser conceptualmente falaces e impracticables; el que se adscribe al libre
mercado donde el Estado es extremadamente supletorio y el que auspicia un intervencionismo
absoluto del Estado.
La propuesta requiere considerar nuestros propios desafíos socio económicos y los impactos
derivados de la globalización mundial: avances tecnológicos en términos positivos, pero también
crisis económico – financiera, desnacionalización y cambios en el posicionamiento de los países
dominantes en términos negativos.
Ambas consideraciones suponen evaluar los desempeños institucionales, públicos y privados, que
determinan quienes y donde se acopian los activos económicos, se toman las decisiones, se
explotan los recursos naturales, se distribuye la renta y se brindan oportunidades de realización
individuales o colectivas. Consecuentemente, se trata de una cuestión relacionada con el manejo
del poder económico y político y con los procesos de descentralización sustentados en estrategias
inteligentes de reordenamiento territorial, en el uso de la planificación como herramienta de
gestión gerencial y, lo cual es esencial, en la adopción consensuada de un “Proyecto Nacional
Consensuado” (que es hasta ahora esquivo).
Enfoque lógico
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en programas o proyectos de inversión. Esta secuencia lógica se esquematiza al final del
documento.
Iniciativas en ese sentido deben ordenarse, impulsarse y supervisarse por el Estado en general y
por el Gobierno en particular. Es necesario disponer para tales efectos de una Ley que determine
los objetivos, alcances y formas de actuación para abordar esfuerzos dedicados a un nuevo
ordenamiento del territorio, en los tres estamentos del Gobiernos: Nacional, Regional, Municipal.
Especialmente del 2002 en adelante ha habido algunos avances puntuales y parciales en los
procesos de descentralización y gestión racional del territorio. Sin embargo, permanecen
intocados aún los factores estructurales que mantienen una plataforma económica y político –
administrativa centralista que no logra articular mercados ni romper la incoherencia de
estamentos distritales, provinciales y departamentales cuya gestión resulta costosa en términos
de las “deseconomías” provocadas por escalas territoriales pequeñas y desarticuladas entre sí.
Este panorama negativo obedece a la falta de una efectiva voluntad política de los sucesivos
Gobiernos Nacionales y Congresos para armar un prospecto nacional de desarrollo sostenible,
equitativo, descentralista e incluyente en sus aristas sociales, económicas y territoriales. Existen
indicadores que así lo muestran:
a) Relatifundización de las tierras, mediante la concesión de grandes superficies, tal como ocurre
en los Proyectos de Olmos y Chira – Piura y en las concesiones forestales de la Amazonía;
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en el primer caso y de la “Propuesta de Plan de Descentralización y Regionalización 2012 –
2016” en el segundo caso, son muestras de esta falencia crítica;
f) Tendencias a la privatización – concesión de vías, puertos, aeropuertos y sistemas energéticos,
que afectan las políticas públicas vitales para armar un nuevo esquema de ordenamiento
territorial, en función de las mayorías y del dominio del Estado sobre determinadas
infraestructuras de naturaleza “estratégica” (geopolítica, seguridad alimentaria, interconexión
regional de mercados);
Por otra parte, es flagrante la evasión del Congreso para formalizar una Ley de Ordenamiento del
Territorio, que consolide lo mejor de las diferentes propuestas existentes. En ese sentido, es
fundamental determinar cual entidad del aparato público debiera liderar y canalizar las
respectivas políticas. Hay varias opciones que parten de potenciar su posición política en el
Gabinete y los recursos a su cargo:
a) Un Ministerio de Desarrollo y Ordenamiento Territorial, que incluya los mandatos del CEPLAN
y de la Secretaría de Descentralización de la PCM;
b) El CEPLAN como conductor del Plan para promover el desarrollo nacional en todas sus
dimensiones; además de orientar el desempeño de las dependencias planificadoras sectoriales
o territoriales (Regionales1, Provinciales y Distritales);
c) La Secretaría de Descentralización de la Presidencia del Consejo de Ministros;
d) El Ministerio del Ambiente, actualmente es el depositario oficial para el tratamiento del tema
y que ha estado conduciendo desde el 2009una Comisión Multisectorial de Ordenamiento
Territorial y Zonificación Ecológico – Económica;
e) Un Consejo Ejecutivo con determinadas atribuciones ministeriales, compuesto por los más altos
funcionarios del CEPLAN y de la Secretaría de Descentralización, en una primera jerarquía
dominada por un visión multisectorial2, y por los Ministerios de Transporte, Energía y Minas,
Vivienda y Agricultura en una segunda jerarquía. El Presidente del Directorio sería el Primer
Ministro.
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. En existen Centros Regionales de Planeamiento Estratégico (CEPLAR). En La Libertad, Piura y Cajamarca.
En Arequipa, Apurímac, Cusco y Junín se disponen de propuestas preliminares, que están en un proceso de
discusión interna.
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. Sin embargo, no puede obviarse el hecho de que ambas entidades carecen de un soporte político, técnico
y logístico que presumiblemente les impida satisfacer las expectativas que se tienen respecto a un orgánico
y profundo rediseño del actual ordenamiento territorial.
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predominancia de poderes encuadrados por el neoliberalismo que considera, equívocamente, que
el Estado debe cumplir un limitadísimo rol “supletorio”o “marginal” con respecto a los procesos de
desarrollo y de las inversiones clave o de “impacto” (excepto de aquellas que directamente les
otorguen mayores rentabilidades o menores costos), y que debe ser además un mero repartidor
de subsidios sociales que a la postre estimulan la pobreza y el asistencialismo, sin tocar el fondo
mismo del subdesarrollo excluyente en términos sociales y territoriales.
Esta conducta es compartida o permitida por la mayoría de los partidos políticos vigentes y por
determinadas organizaciones civiles, porque la comparten, o porque son estructuralmente débiles
para elaborar propuestas alternativas.
Queda en vilo la cuestión de si este panorama adverso pudiera superarse progresivamente. Hay
dos posibles respuestas. Primera: un viraje propio del Gobierno, en seguimiento de sus promesas
germinales, opción que pareciera lejana. Segunda: ajustes, cambios y reformas derivadas de las
crecientes presiones de las poblaciones más marginadas (campesinas - selváticas y serranas; pero
también las que “bordean” las metrópolis costeras), que no perciben situaciones de “bienestar”, y
que, en resumen, vislumbran un futuro enclaustrado en la pobreza.
La Ley de Ordenamiento Territorial tendría dos contenidos clave. Primero: delinear las políticas
generales de ordenamiento territorial ha ser seguidas, con las precisiones y particularidades del
caso, por las entidades Centrales (Ministerios) y Gobiernos Regionales y Locales. Segundo:
establecer una estructura orgánica para el manejo operativo de un Sistema integrado de
ordenamiento Territorial.
Su estructura es compleja entre y al interior de las cuatro categorías de sus representantes: a) 25%
de entidades del Gobierno Central; b) 25% de los Gobiernos Regionales y Municipales; c) 25% de
la Sociedad Civil; d) 25% de las Comunidades Campesinas y Nativas. Existe el alto riesgo de que un
número muy grande de representantes tan heterogéneos aún en cada categoría dificulte su
convocatoria, su manejo y la adopción de consensos.
En el caso de la categoría a): una vez definido el liderazgo central y el acompañamiento subsidiario
de otras entidades involucradas debieran considerarse tres factores clave. Primero: compatibilizar
los tratamientos sectoriales (Vivienda y Construcción, Transportes y Comunicaciones, Energía y
Minas, Ambiente, Agricultura) que se ha venido realizando inorgánicamente al respecto. Segundo:
interconectar los grandes Proyectos de Inversión con efectos integradores desde la perspectiva
territorial, para un horizonte de 6 – 10 años (energía, minería, vialidad, puertos). Tercero: formular
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y aplicar una Estrategia General de Ordenamiento Territorial que defina el uso racional de los
recursos en los estratos nacionales, regionales y locales, públicos y privados.
Estas Comisiones de alcance sub nacional tiene, en diferente medida, los mismos problemas, retos
y dilemas de representatividad que los señalados para el CONADOT. Un elemento distintivo sin
embargo, radica en que en esos niveles operan entidades con mayores calificaciones para
integrarlas por estar más “cerca” de las aspiraciones y problemas que marcan el desempeño
cotidiano de las personas o familias. Se trata de, por ejemplo, Federaciones de Campesinos,
Mancomunidades Municipales, Frentes de Defensa y Desarrollo, Juntas de Regantes, Gremios
Laborales y Empresariales; Organismos No Gubernamentales, Gobiernos Regionales y Gobiernos
Municipales; Comités de Vasos de Leche.
Aun cuando cada nivel de Gobierno sub nacional es autónomo, los Gobiernos Regionales disponen
de algunas opciones para orientar, apoyar y compatibilizar el desempeño de los Gobiernos
Municipales. Un caso es el del manejo de los Planes de Desarrollo Concertados conectados con
estrategias para una eficaz gestión territorial.
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Las Comisiones Técnicas Municipales se eligen al interior de sus respectivos Consejos de
Coordinación (Provinciales y Distritales).
En cualquier caso, es imperativo redefinir las categorías o tipologías de los Gobiernos Municipales;
aludiendo, por ejemplo, a los siguientes vectores:
b) comportamientos económicos, migratorios y culturales que cada vez hacen más inoportuno
distinguir “lo rural” de “lo urbano”,
c) Realizar una verdadera reforma fiscal que defina, entre otras cosas, a base de cálculo y el
destino de los recursos provenientes de los Canon, Sobre canon, Gravámenes, Fideicomisos
Mineros, Regalías, Fondos de Compensación Regionales (FONCOR) y Municipales
(FONCOMÚN), FONIPREL;
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relacionados con el ordenamiento del territorio. Una línea técnico – política en este sentido
debiera ser la integración en el CEPLAN, dela Dirección General del Presupuesto Público y al
Plan Multianual de Inversiones que comanda el MEF. Este propósito (complejo) debiera
cumplirse en el contexto de la esperada Reforma o Modernización del Estado.
El punto de quiebre aquí responde a la satisfacción de dos requisitos. Primero: evitar que se
contrapongan o dupliquen funciones y hacer por esta vía más eficiente y eficaz la gestión
pública. Segundo: revisar la Constitución vigente permitiendo que el Estado tenga un rol más
categórico en la configuración de su territorio y en el aprovechamiento económico de sus
potencialidades. Otra acción al respecto sería el potenciamiento de los Centros Estratégicos de
Planeamiento Regional (CEPLAR) en sustitución de las Gerencias de Planeamiento,
Presupuesto y Acondicionamiento Territorial de los Gobiernos Regionales. Estas opción se ha
tomado ya en Piura, Cajamarca y La Libertad y están en proceso esquemas equivalentes en
Cusco y Arequipa;
g) Potenciar las iniciativas dedicadas a impulsar proyectos de inversión productivos que permitan
un mejor y mayor uso de los recursos (naturales, sociales, humanos, infraestructurales)
potenciales al nivel regional y especialmente local. Existen, al respecto impulso denominados
en general iniciativas para conformar centros de ”Desarrollo Económico Local” (DEL), y
también Proyectos de encadenamiento empresarial en ámbitos rurales empobrecidos como
son “Sierra Productiva” y “Sierra Exportadora”;
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Planes de Desarrollo y de Ordenamiento Territorial
En consonancia con el esquema que aparece al final, debería asumirse que los planes de
desarrollo, en todo nivel o sector, deben tener como un referente conceptual y operativo o
funcional (insumo) a los planteamiento conectados con el reordenamiento territorial. Esta
posición unidireccional es sin embargo relativa. Debe considerarse entonces que las propuestas de
reordenamiento territorial tengan también como sustento (insumo) a los objetivos fundamentales
de desarrollo integral establecidos en los planes.
Desde una perspectiva práctica, esa dualidad debiera resolverse incluyendo los más significativos
hallazgos e iniciativas de los Planes o Estrategias de Ordenamiento Territorial en los capítulos
respectivos de los Planes de Desarrollo Concertados Regionales y Municipales, que, por definición,
tienen una óptica multisectorial e integradora; aun cuando en muchos casos tal óptica no ha sido
utilizada.
Esta opción biunívoca ocurre con otros Planes mandatorios en los Gobiernos Regionales
principalmente: Plan de Desarrollo Agropecuario, Plan de Competitividad, Plan de Prevención de
Riesgos, Plan de Desarrollo Urbano, Plan de Desarrollo de Capacidades, entre otros.
Consecuentemente, quizá uno de los desafíos de mayor envergadura de los Gobiernos Regionales
y Municipales, es el de cómo articular estos diferentes Planes bajo o dentro el Plan de Desarrollo
Concertado (integral).
Un grave error bastante común en el diseño de ambos tipos de planes o estrategias surge cuando
se adopta una visión muy estrecha del ámbito político – administrativo con el cual se trabaja.
Quebrar esa visión es importante considerando las correlaciones con otros ámbitos municipales o
regionales adyacentes. Una línea en ese sentido la han venido aplicando los Gobiernos Regionales
de San Martín, Amazonas, Cajamarca y La Libertad de un lado y de Ayacucho, Apurímac y
Huancavelica en base a la maduración de los Mancomunidades Regionales que en ambos casos se
ha estado impulsando.
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DESARROLLO Y ORDENAMIENTO TERRITORIAL. SECUENCIA LÓGICA
REFERENTES FUNCIONALES