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EL FUTURO DE LA DEMOCRACIA
Busca analizar el estado actual de los regímenes democráticos, extrapolar una tendencia de
desarrollo o involución e intentar un cauteloso pronóstico sobre su futuro.
La democracia está caracterizada por un conjunto de reglas que establecen quien está
autorizado para tomar las decisiones colectivas y bajo que procedimientos. Y para que una
decisión tomada por individuos pueda ser aceptada como una decisión colectiva, es necesario
que sea tomada con base a reglas que establezcan quienes son los individuos autorizados a
tomar estas decisiones obligatorias para todos los miembros del grupo, y con qué
procedimientos. Un régimen democrático se caracteriza por la atribución del poder de la toma
de decisiones colectivas a un número muy pequeño de los miembros del grupo.
Para una definición mínima de democracia, no basta ni la atribución del derecho de participar
de la toma de decisiones colectivas para un numero alto de ciudadanos ni la existencia de reglas
procesales como la de la mayoría. Es necesaria una tercera condición: es indispensable que
aquellos que están llamados a decidir o a elegir a quienes deberán decidir, se planteen
alternativas reales y estén en condiciones de seleccionar entre una y otra. Con el objeto de que
se realice esta condición, es necesario que a quienes deciden les sean garantizar los derechos
de libertad, opinión de expresión, de reunión, asociación, etc., los derechos con base en los
cuales nació el Estado liberal y se construyó la doctrina del Estado de Derecho. Estas libertades
son el supuesto necesario del correcto funcionamiento de los mismos mecanismos
fundamentalmente procesales que caracterizan un régimen democrático. Las normas
constitucionales que atribuyen estos derechos no son propiamente reglas del juego: son reglas
preliminares que permiten el desarrollo del juego.
Partiendo del individuo soberano que, al ponerse de acuerdo con otros individuos igualmente
soberanos, crea la sociedad política, la doctrina democrática había ideado un Estado in cuerpos
intermedios, característicos de la sociedad corporativa de las ciudades medievales y del Estado
estamental o de ordenes anteriores a la afirmación de las monarquías absolutas, una sociedad
política en la que, entre el pueblo soberano, no existen sociedades particulares.
Una promesa de la democracia era la derrota del poder oligárquico. El principio fundamental del
pensamiento democrático siempre ha sido la libertad entendida como autonomía, como
capacidad de legislar para sí mismo. Pero la democracia representativa es en sí misma la
renuncia al principio de la libertad como economía. El exceso de participación puede tener como
efecto la saturación de la política y el aumento de la apatía electoral. Nada es más peligroso para
la democracia que el exceso de democracia.
La presencia de elites en el poder no borra la diferencia entre regímenes democráticos y
regímenes autocráticos. En la actualidad, jamás están ausentes las oligarquías del poder, las
diversas formas de gobierno se distinguen en su diferente formación y organización. La
característica de un gobierno democrático demuestra la presencia de muchas que compitan
entre ellas por la conquista del voto popular.
4- EL ESPACIO LIMITADO
5- EL PODER INVISIBLE
La presencia del poder invisible (mafias, sectas, logias, servicios secretos no controlados, etc.)
es extremadamente visible. Hay un doble Estado, en el sentido en que, al lado de un Estado
visible, existiría uno invisible. Es bien conocido que la democracia nació bajo la perspectiva de
erradicar para siempre de la sociedad humana el poder invisible, para dar vida a un gobierno
cuyas acciones deberían haber sido realizadas en público, un gobierno transparente, con la
convicción de que el gobierno democrático pueda, finalmente, dar vida a la transparencia del
poder.
Todo lo que nos ocultan nuestros dirigentes, acuerdos con otras naciones, etc., es injusto para
nosotros, y nunca va a ser bueno. Deriva entonces, que la obligación de la publicidad de los actos
gubernamentales es importante no solo para permitir al ciudadano conocer las acciones de
quien detenta el poder y en consecuencia controlarlos, sino también porque la publicidad es en
sí misma una forma de control, un expediente que permite distinguir lo que es licito de lo que
es ilícito. Y esto no logró realizar la democracia real.
La tendencia ya no es hacia el máximo control del poder por parte de los ciudadanos, sino, por
el contrario, hacia el máximo control de los súbditos por parte del poder.
6- EL CIUDADANO NO EDUCADO
Existen buenas razones para creer que este disminuyendo el voto de opinión, y que este
aumentando el voto de intercambio, la clientela, las elecciones basadas en favores y en el interés
propio y no en la comunidad, el apoyo político a cambio de favores personales. Las opiniones,
los sentimientos y las ideas comunes son substituidas cada vez más por los intereses
particulares, aumentando el numero de los que votan movidos por intereses personales y
disminuyendo el voto del que vota con base en una opinión política.
¿Se podían, realmente, cumplir esas promesas? Lo más probable es que no. El proyecto
democrático fue pensado para una sociedad menos compleja que la que hoy tenemos. Las
promesas no fueron cumplidas debido a los obstáculos que no fueron previstos o que
sobrevinieron luego de las transformaciones de la sociedad civil.
Y, SIN EMBARGO
Una vez que la democracia fue restaurada, pasada la segunda guerra mundial, no ha vuelto a
ser derrotada. La democracia, a pesar de sus defectos, no corre serios peligros. El contenido
mínimo del Estado democrático no ha decaído: garantía de los principales derechos de
libertad, existencia de varios partidos en competencia, elecciones periódicas, y sufragio
universal, decisiones colectivas concertadas o tomadas con base en el principio de la mayoría.
Existen democracias más y menos sólidas, más o menos vulnerables, pero sigue siendo el mejor
gobierno. Aun la más alejada al ideal no puede ser de ninguna manera confundida con un Estado
autocrático y mucho menos con uno totalitario. El ideal de democracia se completará si TODOS
los Estados y no solo los democráticos o algunos pocos, asumen la forma de gobierno
requerida para el logro de la paz perpetua.
Primero, el ideal de la tolerancia. Si hoy existe la amenaza contra la paz del mundo, esta
proviene, una vez más, del fanatismo, o sea, de la creencia ciega en la propia verdad y en la
fuerza capaz de imponerla. Luego, el ideal de la no violencia, lo que esencialmente distingue a
un gobierno democrático de uno no democrático es que solamente en el primero, los
ciudadanos se pueden deshacer de sus gobernantes sin derramamiento de sangre. Las reglas
formales de la democracia introdujeron técnicas de convivencia, la resolución de los conflictos
sociales sin recurrir a la violencia. Solamente así donde las reglas son respetadas, el adversario
ya no es un enemigo, sino un opositor que el día de mañana podrá tomar mejor nuestro puesto.
Tercero, el ideal de la renovación gradual de la sociedad mediante el libre debate de las ideas y
el cambio de la mentalidad y la manera de vivir: únicamente la democracia permite la formación
y la expansión de las revoluciones silenciosas. Por último, el ideal de la fraternidad. En ningún
país del mundo el método democrático puede durar sin volverse una costumbre. Fraternidad de
hombres en un destino comun