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Fernández, Mirta Gloria (2009) “El carácter escurridizo de la literatura y de

la infancia”. En: Decir, existir. Actas del I Congreso Internacional de Literatura


para Niños. Producción, edición y circulación. Bs As, La Bohemia.

Según postula Maurice Blanchot (1992), la esencia de la literatura consiste en


escapar, es por ello que nunca está en un mismo lugar, hay que encontrarla o
inventarla cada vez, con cada lectura. Por su parte, René Shérer y Guy Hocquenghem
(1979) aluden al carácter escurridizo de los niños al sostener que la infancia es
siempre una forma de ponerse fuera de alcance, mediante la rapidez de sus
desplazamientos. Ambas frases utilizan la acción de escapar, la literatura se fuga de
toda comprensión unívoca y de toda atadura, mientras los niños se desplazan para
alejarse de los adultos, merced a su habilidad natural para desarticular las lógicas que
los someten.
En eso se parecen entonces la infancia y la literatura, en su subversión y en su fuga.
En virtud de ello, parece haber un mundo de adultos siempre dispuesto a capturar a
ambos a través de dispositivos de disciplinamiento que suceden en toda época y
geografía. Algunos son más graves que otros.
A continuación, vamos a recorrer dos dispositivos adultos constantes que actúan en la
captura adulta de los niños. El primero es histórico y opera, como el rizoma de
Deleuze, en la construcción de representaciones sobre la infancia. El segundo es lo
que llamo censura ilegítima porque no tiene autoridad para censurar pero igual lo hace
y con éxito. Al final vamos a ver dos formas de la venganza, una es pequeña como los
chicos en su resistencia y consiste en transfigurar los textos canónicos que les damos
para leer. La otra es más grande y la protagonizan ambos: los niños y la literatura.

Primer Dispositivo: contra la infancia


Las sociedades fundaron representaciones adversas hacia los niños y esto es parte de
una larga historia en que la infancia fue y sigue siendo víctima de los adultos; lo
prueba la matanza de niños sospechados de tener algún tipo de deformidad, desde la
antigüedad hasta avanzada la edad media, el exterminio de las nenas en Oriente, la
explotación de la infancia en las minas y en la industria textil durante la revolución
industrial (que cesó no por proteger a los niños, sino por que los estados temieron que
disminuyera la cantidad de padres a explotar), y las atrocidades que viven hoy los
chicos de las clases sociales más empobrecidas, sobre todo.
Pareciera que las sociedades tienden a evolucionar porque inventaron la psicología, la
pedagogía, la escuela, el jardín de infantes etc., y porque las ONG declaran combatir
el trabajo infantil.

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Sin embargo, no parece haber evolución porque el maltrato hacia los hijos de
los inmigrantes de principios del siglo XX es muy parecido al maltrato de los
pequeños inmigrantes de los 2001. Unos porque traían el piamontés, los otros
porque traen el quechua. Unos serán hostigados por suponerse anarquistas, y
los del sigo XXI por pertenecer a países latinoamericanos. A ambas
migraciones les fundarán un destino, el estado de riesgo, que los llevará
indefectiblemente a la delincuencia, según postulan, entre otros, los medios de
comunicación. Este estado de riesgo se funda, como recordamos, en la ley
Agote. Recordemos un párrafo:

"Yo tengo la convicción profunda de que nuestra Ley falla si no llegamos a suprimir el cáncer
social que representan 12 a 15 mil niños abandonados moral y materialmente, que no conocen
familia. Las etapas de esta carrera de vagancia y el crimen son las siguientes: los padres
mandan a los niños a vender diarios. Pero en seguida los niños juegan el dinero o se lo gastan
en golosinas, y cuando llegan a sus casas, el producto de la venta se halla muy disminuido.
Entonces los padres los castigan, y después resuelve el niño no volver más a su casa y vive
robando en los mercados, durmiendo en las puertas de las casas, y finalmente cae en la
vagancia y después en el crimen".

La Ley Agote, gracias a las denuncias de varios legisladores y de algunos organismos


de derecho cayó muy recientemente en desuso. Sin embargo, el daño ya estaba
hecho. Pese a que ha sido derogada, sus efectos en las representaciones perduran.
Esta ley, nacida del cuidado de la propiedad y no de la vida, pasa a tener un efecto
duradero al condenar a los chicos de las familias pobres. A su amparo y al de otras
siniestras operaciones de los estados, que tienen cómplices en todas las clases
sociales, funciona a la perfección la ecuación infancia latinoamericana y pobre/ delito.
Un ejemplo de 2007:
Mariano ingresó en enero a un Instituto de Minoridad por consumir marihuana; o sea
que iba derecho a tratamiento. Primero no le daban el egreso porque estaba “a
disposición” del juez de menores y los jueces están muy ocupados; pero luego,
cuando el juez decidió su libertad, solicitando asilo en una institución de recuperación,
el Gobierno de la Ciudad declaró su falta de plaza. Todo ello llevó 10 meses en que el
niño estuvo preso.

Segundo dispositivo: contra el género literario


Así como los niños son víctimas de abuso en todos los tiempos, muchos libros son
presa de una censura cotidiana, no solo por parte de las dictaduras, como podría
suponerse, sino de quienes se creen demasiado enserio lo de poner límites, como los
padres que le hicieron un juicio a una docente de la escuela media en Córdoba por
leer con los chicos el cuento “El marica”, de Abelardo Castillo.

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O una supervisora de la ciudad de Buenos Aires que en 2006 decidió excluir de la
biblioteca escolar el libro álbum “Mi papá”, de Anthony Browne, porque sus imágenes
muestran a un padre ajeno a la cultura argentina y porque el pequeño protagonista
parece burlarse de la sagrada familia.
O el periodista que el año pasado objetó escandalosamente que Un cuento de amor y
amistad de Luis María Pescetti formara parte de las bibliotecas escolares porque
contenía un juego hiperbólico e irónico con la palabra caca.
O los papás que se enojaron con la maestra porque dicen que sus hijos de 5 años se
asustan del álbum “El túnel”, de Anthony Browne, en el cual la protagonista atraviesa
una escena de brujas camufladas en árboles y aparecen los íconos de los cuentos
maravillosos. ¿El cuento maravilloso ya no es más maravilloso?, ¿Habrá pasado a
formar parte del género terror? Si los dejamos avanzar nos vamos a quedar sin
géneros literarios.
Junto a esta censura cotidiana, algunas editoriales convocan a los autores a la fiesta
de una literatura en valores encargando una escritura por temas como el sida, la
discapacidad y la pobreza y muchos autores concurren a esa fiesta. Entonces, los
discapacitados pasan a ser héroes, las vacas solucionan el problema del hambre y a
los que tienen sida los convocan para trabajar en el Banco de Boston. Esta literatura
por encargo es una forma de hipocresía. Los valores están en la literatura tanto como
en una propaganda de cerveza porque como dijo Bajtín no hay signo sin ideología. La
diferencia es que la propaganda se apoya en clichés mientras la literatura tiene que
operar estéticamente con los discursos y en ese juego necesariamente aparecen los
valores tratados de un modo singular, estilizados. Pero si yo priorizo los valores corro
el riesgo de que la literatura se vuelva camaleónica hasta desaparecer.
En nuestros días es plausible tratar el tópico de la discriminación, el estado también
está de acuerdo con eso; es un valor. Pero en el año 76 los padres que declaraban
“Algo habrán hecho esos jóvenes” obviamente sostenían otros “valores”. Y tal vez en
unos 20 años los valores estén asociados a la belleza, no estamos muy lejos de la
cirugía generalizada y de las caras todas iguales. Los valores cambian según
convenga al sistema.
Priorizar o incluir premeditadamente estos temas en la literatura infantil es
reduccionista, cambia la función primordial de la literatura que es la estética, por otra
que es la moral. Además, produce un efecto perverso o al menos paradójico en una
sociedad que maltrata a los niños y que cree en la ecuación pobreza/delito.
¡Qué conveniente es creer que la delincuencia se origina en la pobreza!, tanto como
creer en la ecuación niño pobre/problemas de aprendizaje.

Las pequeñas o las grandes venganzas


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Contrarrestando las prácticas de la censura nos encontramos con lo que me gusta
denominar poéticas de la experiencia. Vamos a contar de qué se trata:
Entre otras atrocidades, a los chicos que están en los Institutos de Minoridad los
especialistas, como decíamos más arriba, les adjudican problemas de aprendizaje.
Mientras tanto, los chicos construyen estrategias cotidianas de resistencia y fuga.
Muchas son desconocidas para nosotros. Pero vamos a dar cuenta de una de ellas
porque la conocemos y porque tiene que ver con la literatura. Sucede en el Instituto de
Minoridad José de San Martín donde los chicos leen el siguiente fragmento de Cesar
Vallejo y luego se lo llevan a sus propias escrituras.
Dice Vallejo:

Me moriré en París con aguacero,


un día del cual tengo ya el recuerdo.
Me moriré en París -y no me corro-
tal vez un jueves, como es hoy, de otoño.

Y dicen los chicos:


1 2 3 4
Voy a morirme Un día Me moriré acá con un ¿Nada? ¿Ausencia?
Me voy a morir ahora Un día me meterán una lluvia plateada ¿Vacío de todo?
porque ha llegado la en un cajoncito que veo llegar de a Me buscarás en el
hora chiquito poco y que me limpia cementerio
acá estoy te espero será un domingo de todo. día a día
sin miedo sol O me moriré libre – pero para ti
no en París sino en y estaré pensando en lejos de encierros solo dejaré silencio y
Flores vos sucios- misterio
donde he pasado los Jesús No creo que sea en así es como me fui
días peores. verano, a nadie se le Luis
Flavio ocurre
morirse con esos
días de alegría
estando afuera ¿no?
Christian

Los chicos escapan de su realidad cotidiana y contradicen con su lectura las


representaciones sociales de esta histórica animadversión hacia ellos mostrando no
solo que comprenden los textos, sino apropiándose de la palabra de Vallejo para
denunciar que se morirán en Flores siendo niños (donde precisamente está uno de los
institutos de minoridad). Para esto también está la literatura, para ser apropiada,
transgredida, subvertida por los niños. Vallejo en este poema no está hablando de la
injusticia con los niños, ni está subido al colectivo de una literatura en valores. Pero su
poesía ha producido el tratamiento de un valor fundamental para estos lectores que
es el valor de la vida. Si uno deja en paz a la literatura, ella solita como signo que es,
va engendrando estos efectos en los lectores.

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Pero le toca más trabajo todavía. Una venganza más grande quizás. Esta literatura, no
deliberadamente escrita “en valores” se lleva a la infancia y arma con sus experiencias
una serie de poéticas en las que se tematizan las injusticias que los adultos comenten
con los niños.
Como las bellas criaturas hostigadas por las mal llamadas madrastras de los cuentos
de hadas.
Como el muñeco de madera fóbico a toda domesticación que exhibe las premisas de
falsa inclusión con que se funda la escuela.
Como el pequeño Oliver en su fuga hacia los territorios del delito, provocada por los
ilustres que defendían los valores de entonces.
Como Peter Pan que tiene que proteger en una comarca ideal a los niños que los
adultos descuidan.
Como De noche en la calle, el libro de la escritora brasilera Ángela Lago que
encuentra en la plástica palabras nuevas para hablar de los chicos que trabajan en la
calle porque acaso se da cuenta de que las palabras para nombrarlos están gastadas.
Los niños, por su parte, hacen un uso gozoso de la literatura simulando que silabean
los pata peta pita pota puta del cuento llamado “La canción de las pulgas” de Gustavo
Roldán, cuando en realidad lo que quieren es enfatizar las dos últimas sílabas de la
serie; o usan al “topito Birolo” para buscar en sus páginas la palabra caca; o se roban
frases de Neruda para mandarles cartas a sus novias o copian a Vallejo para
denunciar que van a ir a parar a cajoncitos chiquitos, en el barrio de Flores.
Quiero pensar que los niños a veces pueden escapar de las representaciones
negativas que los adultos fundan acerca de ellos. La literatura en algún momento les
hace justicia en sus páginas. La literatura de verdad, como la de Vallejo, la que
extraña y desautomatiza les presta sus palabras.

BIBLIOGRAFÍA
Textos literarios

BARRIE, JAMES MATHEW (2007) Peter Pan, Bs. As, Terramar.


BROWNE, ANTHONY (1993) El túnel, México, FCE.
BROWNE, ANTHONY (2004) Mi papá, México, FCE.
CASTILLO, ABELARDO (1997) “El marica”, en Cuentos completos, Bs. As, Alfaguara.
COLLODI, CARLO (2002) Las Aventuras de Pinocho. Trad. Guillermo Piro, Bs As, Emecé.
DICKENS, CHARLES (2007) Oliver Twist, Madrid, Alianza.
HOLZWARTH, WERNER – ERLBRUCH, WOLF (1991) Del Topito Birolo y de todo lo que pudo haberle caído en la
cabeza, Bs. As, CEAL.
LAGO, ÁNGELA (1999) De noche en la calle, Caracas, Ekaré.
PESCETTI, Luis María (2012) “Un cuento de amor y amistad”, en Nadie te creería, Bs As Alfaguara.
ROLDÁN, GUSTAVO (1990) “La canción de las pulgas”, Bs As, Colihue. Colección El Pajarito Remendado.
Ilustraciones de Raúl Fortín.
VALLEJO, CÉSAR (1988) Poesía Completa, La Habana, Editorial Arte y Literatura-Casa de las Américas.

TEORÍA

BAJTÍN, MIJAIL (1999) “Estética de la creación verbal”. Siglo XXI, Bs As.


BLANCHOT, MAURICE (1992) El libro que vendrá. Monte Ávila Editores, Caracas.
HOCQUENGHEM, GUY Y SHÉLLER, RENÉ (1979) Álbum sistemático de la infancia, Editorial Anagrama, Barcelona.

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