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UNE Lic. Jorge Arroyo Gallegos
EPISTEMOLOGÍA
Epistemología Del griego, episteme, 'conocimiento'; logos,
'teoría'
Rama de la filosofía que trata de los problemas filosóficos que rodean la teoría del
conocimiento. La epistemología se ocupa de la definición del saber y de los
conceptos relacionados, de las fuentes, los criterios, los tipos de conocimiento
posible y el grado con el que cada uno resulta cierto; así como la relación exacta
entre el que conoce y el objeto conocido.
INTRODUCCIÓN.
He aquí unos de los grandes temas de la filosofía de todos los tiempos :elucidar en
que consiste el acto de conocer, cual es la esencia del conocimiento, cual es la
relación cognoscitiva entre el hombre y las cosas que lo rodean. A pesar de que es
una operación cotidiana no hay un acuerdo acerca de lo que sucede cuando
conocemos algo. La definición más sencilla nos dice que conocer consiste en
obtener una información acerca de un objeto. Conocer es conseguir un dato o una
noticia sobre algo. El conocimiento es esa noticia o información acerca de ése
objeto.
La teoría del conocimiento es una doctrina filosófica. Para precisar su ubicación en
el todo que es la filosofía, es necesario que antes aparezca una definición esencial
de esta.
Una definición esencial de la filosofía se podría obtener atendiendo el significado de
la palabra. El termino filosofía deriva del griego y quiere decir amor a la sabiduría o
, lo que es lo mismo, deseo de saber, de conocer. Inmediatamente se nota que no
se puede de obtener de la filosofía una definición esencial, y, por lo tanto,
obligatoriamente se debe de emplear otro método.
Por ejemplo la definición de filosofía que presentan Platón y Aristóteles como
ciencia pura, es respectivamente la búsqueda de la virtud o de la felicidad.
Como dice Dilthey: ¨Lo primero que debemos intentar es descubrir un objetivo
común contenido en todos aquellos sistemas a cuya vista se constituyen todos
aquellos sistemas de la filosofía".
Estos sistemas son los de Platón y Aristóteles, Descartes y Leibnitz, Kant y Hegel ya
que en todos ellos hallaremos una inclinación en la universalidad, una orientación
en la totalidad objetiva por ejemplo: el ser, la esencia, el conocimiento.
En los principios de la edad moderna retomamos los caminos del concepto
Aristotélico (tiene como centro una ciencia universal del ser). Los sistemas de
Descartes, Spinoza y Leibnitz, presentan la misma orientación que caracteriza al
Estagirita, ya que todos tienden al conocimiento del mundo objetivo. Kant por el
contrario revive el estilo Platónico (procura elevar la vida, con todos sus conceptos
a la conciencia filosófica).
Es verdad que Kant en su primera manifestación surge como una teoría del
conocimiento o como base crítica del estudio científico. Pero no se detiene en el
ámbito teórico sino que avanza a formular la base crítica de todos los campos
conocibles. Al lado de la Crítica de la razón pura, se encuentra la Crítica de la razón
práctica, que aborda el tema de la valorización moral, y la Crítica del juicio, cuyo
objetivo son las investigaciones críticas de los valores estéticos. Así pues, en Kant
aparece la filosofía como una reflexión universal del pensamiento sobre sí mismo,
como una reflexión del hombre estudioso sobre los valores de su conducta.
La supresión de todos los principios materiales y objetivos, los cuales existen
indudablemente en Kant, de manera que la filosofía asume un carácter puramente
formal y metodológico. Ésta postura intelectual provoca una reacción que forja un
nuevo movimiento en el pensamiento filosófico, el cual vuelve a inclinarse a lo
material y objetivo, constituyendo una renovación del carácter aristotélico.
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Éste breve repaso de toda la evolución histórica del pensamiento filosófico, nos
permite determinar otros dos elementos del concepto esencial de la filosofía. Al
primero se conoce con la expresión "concepción del yo"; al segundo se le llama
"concepción del universo". La filosofía es ambas cosas: una concepción del yo y una
concepción del universo.
En todo conocimiento podemos distinguir cuatro elementos:
El objeto conocido.
Dicho de otra manera: el sujeto se pone en contacto con el objeto y obtiene una
información acerca del mismo. Cuando existe congruencia o adecuación entre el
objeto y la representación interna correspondiente, decimos que estamos en
posesión de una verdad
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2.- El empirismo.
Frente a la tesis del racionalismo, el pensamiento, la razón, es el único principio del
conocimiento, el empirismo ( del griego Empereimía = experiencia ) opone la
antitesis: la única causa del conocimiento humano es la experiencia. Según el
empirismo, no existe un patrimonio a priori de la razón. La conciencia cognoscente
no obtiene sus conceptos de la razón , sino exclusivamente de la experiencia. El
espíritu humano, por naturaleza, está desprovisto de todo conocimiento.
El racionalismo es guiado por la idea determinada, por el conocimiento ideal,
mientras que el empirismo, se origina en los hechos concretos.
Los racionalistas casi siempre surgen de la matemática; los defensores del
empirismo, según lo prueba su historia, frecuentemente vienen de las ciencias
naturales. Esto se entiende sin esfuerzo. La experiencia es el factor determinante
en las ciencias naturales.
En ellas, lo más importante es la comprobación exacta de los hechos por medio de
una cuidadosa observación. El investigador depende totalmente de la experiencia.
Suelen distinguirse dos clases de experiencia: una interna y otra externa. El
fundamento de un conocimiento válido, no se encuentra en la experiencia, sino en
el pensamiento.
3.- Apriorismo.
En la historia de la Filosofía existe también un segundo esfuerzo de intermediación
entre el racionalismo y el empirismo: el apriorismo. El cual también considera que
la razón y la experiencia son a causa del conocimiento. Pero se diferencia del
intelectualismo porque establece una relación entre la razón y la experiencia, en
una dirección diametralmente opuesta a la de éste. En la tendencia de apriorismo,
se sostiene que nuestro conocimiento posee algunos elementos a priori que son
independientes de la experiencia. Esta afirmación también pertenece al
racionalismo. Si relacionáramos el intelectualismo y el apriorismo con los dos
extremos contrarios entre los cuales pretenden mediar, inmediatamente
descubriríamos que el intelectualismo tiene afinidad con el empirismo, mientras que
el apriorismo, se acerca al racionalismo. El intelectualismo forma sus conceptos de
la experiencia; el apriorismo rechaza tal conclusión y establece que el factor
cognoscitivo procede de la razón y no de la experiencia.
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2.-El escepticismo.
El dogmatismo frecuentemente se transforma en su opuesto, en el escepticismo.
Mientras que el dogmatismo considera que la posibilidad de un contacto entre el
sujeto y el objeto es comprensible en sí misma, el escepticismo niega tal
posibilidad. El sujeto no puede aprehender al objeto, afirma el escepticismo. Por
tanto, el conocimiento, considerado como la aprehensión real de un objeto, es
imposible. Según esto, no podemos externar ningún juicio, y debemos abstenernos
totalmente de juzgar.
Mientras que el dogmatismo en cierta forma ignora al sujeto, el escepticismo
desconoce al objeto.
El escepticismo se puede hallar, principalmente, en la antigüedad. Su fundador fue
Pirrón de Elis ( 360 a 270 ) . El afirma que no puede lograrse un contacto entre el
sujeto y el objeto. La conciencia y cognoscente esta imposibilitada para aprehender
su objeto.
5.- El criticismo.
Existe una tercer postura que resolvería la antitesis en una síntesis. Esta postura
intermedia entre el dogmatismo y el escepticismo recibe el nombre de criticismo. Al
igual que el dogmatismo, el criticismo admite una confianza fundamental en la
razón humana. El criticismo está convencido de que es posible el conocimiento de
que existe la verdad. Pero mientras que tal confianza conduce al dogmatismo, a la
aceptación candorosa, para decirlo en alguna forma, de todas las aseveraciones de
la razón humana y al no fijar límites al poder del conocimiento humano, el
criticismo pone, junto a la confianza general en el conocimiento humano, una
desconfianza hacia cada conocimiento particular, acercándose al escepticismo por
esto.
El criticismo examina todas y cada una de las aseveraciones de la razón humana y
nada acepta con indiferencia.
RAZÓN CONTRA PERCEPCIÓN.
Desde el siglo XVII hasta finales del siglo XIX la cuestión principal en epistemología
contrastó la razón contra el sentido de percepción como medio para adquirir el
conocimiento. Para los racionalistas, entre los más destacados el francés René
Descartes, el holandés Baruch Spinoza y el alemán, Gottfried Wilhelm Leibniz, la
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acción y que todas las creencias tenían que ser juzgadas por su utilidad como
reglas para predecir las experiencias.
EL CONOCIMIENTO CIENTÍFICO.
Mientras que la epistemología ha sido entendida tradicionalmente como una teoría
del conocimiento en general, en el siglo XX los filósofos se interesaron
principalmente por construir una teoría del conocimiento científico, suponiendo que
si se lograra disponer de teoría adecuadas que explicaran los mecanismos de un
conocimiento de este tipo, podrían avanzar considerablemente por la misma vía en
la solución de problemas gnoseológicos (doctrinas filosófica y religiosa que
pretendía tener un conocimiento misterioso e instintivo de las cosas divinas) más
generales.
La elaboración de una epistemología de este tipo constituyó la tarea abordada
especialmente por los autores del Círculo de Viena, que fueron el germen de todo
movimiento del empirismo o positivismo lógico. Para éstos filósofos se trataba de
conseguir un sistema unitario de saber y conocimiento, lo que requería la
unificación del lenguaje y la metodología de las distintas ciencias. Este lenguaje
debería ser insersubjetivo - lo que exigía la utilización de formalismos y de una
semántica común- y universal, es decir, cualquier proposición debía poder
traducirse a él.
Lo único que puede hacerse es formular la hipótesis de la existencia de una realidad
independiente de nuestra experiencia e indicar criterios para su contrastación en la
medida en que una afirmación de existencia implica determinados enunciados
perceptivos. No hay ninguna posibilidad de decisión respecto a una realidad o
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CONCLUSIÓN.:
Si la epistemología - el estudio del conocimiento- constituye, por su propia
naturaleza, una de las partes esenciales de la filosofía, la creciente importancia en
la ciencia y la consiguiente necesidad de dotarla de sólidos fundamentos teóricos ha
acrecentado aún más el interés por la misma en el moderno pensamiento filosófico.
BIBLIOGRAFÍA
1. Enciclopedia Hispánica; 5: 402-404; 1994-1995.
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Capítulo 1
TOMADO DE : http://paginas.ufm.edu/Sabino/PI-cap-1.htm
EL CONOCIMIENTO CIENTIFICO
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Si nos detenemos a estudiar los mitos de los pueblos ágrafos, los libros
sagrados de la antigüedad o las obras de los primeros filósofos veremos,
en todos los casos, que en ellos aparecen conjuntamente, pero sin un
orden riguroso, tanto razonamientos lúcidos y profundos como
observaciones prácticas y empíricas, sentimientos y anhelos junto con
intuiciones, a veces geniales y otras veces profundamente
desacertadas. Todas estas construcciones del intelecto Bdonde se
vuelcan la pasión y el sentimiento de quienes las construyeronB pueden
verse como parte de un amplio proceso de adquisición de
conocimientos que muestra lo dificultoso que resulta la aproximación a
la verdad: en la historia del pensamiento nunca ha sucedido que
alguien haya de pronto alcanzado la verdad pura y completa sin antes
pasar por el error; muy por el contrario, el análisis de muchos casos nos
daría la prueba de que siempre, de algún modo, se obtienen primero
conocimientos falaces, ilusiones e impresiones engañosas, antes de
poder ejercer sobre ellos la crítica que luego permite elaborar
conocimientos más objetivos y satisfactorios.
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Si una persona sostiene: Ahoy hace más calor que ayer" y otra lo
niega, no podemos decir, en principio, que ninguna de las dos
afirmaciones sea falsa o verdadera. Probablemente ambas tengan
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razón en cuanto a que sienten más o menos calor que el día anterior,
pero eso no significa que en realidad, objetivamente, la temperatura
haya aumentado o decrecido. Se trata de afirmaciones no científicas,
no verificables, y que por eso deben considerarse como subjetivas.
Decir, en cambio, Aahora la temperatura es de 24oC", es una afirmación
de carácter científico, que puede ser verificada, y que Ben caso de
que esto ocurraB podemos considerar como objetiva.
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Ejercicios
Los siguientes ejercicios pretenden constituir una guía para que el lector
vaya poniendo a prueba su capacidad de asimilación de los
contenidos que sucesivamente van desarrollándose en el texto. Pueden
plantear algunas dificultades en su resolución que, con la ayuda de
docentes especializados y con una cierta dosis de inventiva y de
creatividad, serán superadas por una mayoría de los lectores. Se
encuentran al final de cada capítulo.
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Precio
Cultura
Metal
Energía
Arbol
Peso
1.7. Mencione alguna novela que haya leído donde pueda haber
encontrado una aproximación literaria a los conflictos políticos
latinoamericanos. Trate de analizar el texto y compararlo con algún
trabajo científico que trate el mismo tema.
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¿Qué es la ciencia?
Nasif Nahle
scientist@biocab.org
Definición
Ciencia es el conjunto de conocimientos ordenados sistemáticamente acerca del Universo, obtenidos por la
observación y el razonamiento, que permiten la deducción de principios y leyes generales. La ciencia es el
conocimiento sobre la verdadera naturaleza del Universo.
Concepto científico es cualquier conocimiento verdadero sobre cualquier porción del universo, verificado
completamente o parcialmente.
Para alcanzar la comprensión de un fenómeno natural, los científicos recurrimos al método científico. El
método científico no es extraordinario ni fijo, hay variantes en él, pero los resultados deben ser aceptables, y
de acuerdo con las observaciones.
El término "hipotético" denota que deben formularse dos o más hipótesis antes de la experimentación.
"Deductivo" se refiere a obtener una conclusión particular a partir de un concepto general o universal.
TEORÍA DE LA VERDAD
Los científicos toman al conjunto de hechos naturales como un modelo de la verdad. Una declaración
científica se puede asumir como verdadera sólo si está basada en la teoría universal de la verdad.
1. Teoría de Coherencia de la verdad - El concepto sugiere que una declaración debe ser coherente
primariamente con otras declaraciones con las cuales se relaciona dicha afirmación. Se refiere a las
descripciones de los fenómenos reales. Una descripción debe siempre ser coherente con el fenómeno
observado.
3. Teoría Pragmática de la verdad - Este esquema propone que la verdad debe ser probada a través de sus
efectos funcionales de certeza. Esto se refiere a las observaciones científicas sobre la naturaleza. Cualquier
descripción de un modelo debe ser verificado en función del fenómeno real observado.
Las tres teorías de la verdad se relacionan en puntos específicos, como los HECHOS OBSERVADOS Y
PERCEPTIBLES. Así, los principios científicos se basan totalmente en las tres teorías.
Si un concepto presume de ser verdadero, pero no es coherente en el contexto de ideas realistas relacionadas
con dicho concepto, se debe desechar como una noción falsa, porque, en consecuencia, la noción falsa no
estaría en correspondencia con la realidad, ni se probaría porque no tendría un efecto plausible de certeza.
EL MÉTODO CIENTÍFICO
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En términos generales, los científicos debemos seguir una sistematización para obtener una deducción válida
acerca de algo. Esta sistematización se resume en los pasos del Método Científico.
Debo decir que esta explicación es una descripción general del método científico. El procedimiento no tiene
que seguir exactamente un arreglo como el descrito aquí.
PROBLEMA O PREGUNTA- Una vez que se ejecuta la observación, surgen una o más preguntas,
generalmente generadas por la curiosidad del observador. La pregunta surgida debe ser congruente con el
fenómeno observado, y debe adherirse a la lógica. El investigador siempre debe tener en cuenta que las
preguntas que comienzan con un "por qué" son muy difíciles (si no imposibles) de contestar. El investigador
objetivo prefiere comenzar sus preguntas con un "qué", un "cómo", un "dónde", o un "cuándo". La pregunta
podría ser también un "para qué es". Por ejemplo, ¿Cuál es la causa por la cual las plantas verdes se
marchitan en la oscuridad?
HIPÓTESIS- Luego, el investigador trata de dar respuestas lógicas a tal pregunta. Cada respuesta es una
introducción tentativa que puede servir como guía para el resto de la investigación. Estas soluciones
preliminares a un problema son precisamente hipótesis. Hipótesis es una declaración que puede ser falsa o
verdadera, y que debe ser sometida a comprobación (experimentación). Cada hipótesis debe ser sometida a
una prueba exhaustiva llamada experimentación. Los resultados de la experimentación determinarán el
carácter final (falso o verdadero) de la hipótesis. Por ejemplo, "Probablemente durante la fotosíntesis las
plantas crean su propio alimento".
En experimentación controlada debemos tener dos grupos de prueba: un sujeto llamado grupo de control o
grupo testigo, y otro llamado grupo experimental. El grupo de control y el grupo experimental, son
sometidos a las mismas condiciones, excluyendo la variable que se ha elegido para el estudio. El grupo de
control no es sometido a la variable, sólo se somete al grupo experimental. Se observan los resultados y se
registran las diferencias entre ambos grupos. Si el investigador nota una diferencia entre ambos grupos,
entonces puede deducir una respuesta. Conforme la investigación avanza, las hipótesis falsas se rechazan
una a una, hasta obtener la respuesta más plausible de todas las hipótesis que se presentaron inicialmente.
Cuándo la hipótesis se verifica, entonces se procesa la declaración final, que en ciencias se llama teoría.
TEORÍA- Teoría es una declaración parcial o totalmente verdadera, verificada por medio de la
experimentación o de las evidencias y que sólo es válida para un tiempo y un lugar dererminados. Por
ejemplo, "las plantas con clorofila fabrican su propio alimento durante la fotosíntesis".
Si la teoría se verificara como verdadera en todo tiempo y lugar, entonces es considerada como Ley.
LEY- Una teoría está sujeta a cambios, una ley es permanente e immutable. Una ley es comprobable en
cualquier tiempo y espacio en el Cosmos. Sin embargo, una teoría es verdadera sólo para un lugar y un
tiempo dados.
Por ejemplo, la Evolución es una teoría que se perfecciona de acuerdo a nuevos descubrimientos, mientras
que lo relacionado con la Gravitación es una ley, pues ocurre en todo tiempo y lugar del universo conocido.
En el laboratorio de Gabinete de Biología criamos guppys para embellecer nuestro ambiente de trabajo.
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En una de las peceras, observamos un aletargamiento en los movimientos de natatorios en algunos peces.
Esto se agravó al grado de que los guppys comenzaron a morir.
¿Cuál era la causa de muerte de los guppys? Ésta fue nuestra primer pregunta, la cual fue seguida por varias
hipótesis.
1. Los guppys estaban envenenándose con algún producto químico que fue añadido a el agua.
2. La pecera se colocó muy cerca de una estufa del laboratorio (a un metro de distancia), entonces el calor
excesivo podría estar matándolos.
Como grupo experimental, se colocó otro grupo de 10 guppys en la "pecera asesina", 5 hembras y 5
machos. Mantuvimos las mismas condiciones ambientales para ambos grupos.
Después de 48 horas, el grupo experimental (los peces en el acuario asesino) comenzó a presentar
movimientos letárgicos.
Por otro lado, el grupo de control estaba en condiciones normales. Después de 57 horas, los individuos del
grupo experimental comenzaron a morir.
Nuestro análisis preliminar fue que la muerte de guppys sólo ocurría en la pecera asesina, por lo tanto, el
problema residía solamente en dicha pecera. Nosotros sólo teníamos que probar si alguna sustancia tóxica
era la causa de las muertes.
Confiamos el análisis químico del agua de ambas peceras a un laboratorio de análisis químicos relacionado
con nosotros (Requimex). Los resultados revelaron que no había substancias tóxicas en el agua de las
peceras. Las diferencias en la composición química entre las muestras de agua, de una y otra peceras, no
fueron significativas.
Por lo tanto, la primera hipótesis tse rechazó parcialmente (siempre persiste cierto grado de incertidumbre
debido a varios factores concernientes a los procesos analíticos).
Finalmente, decidimos probar la segunda premisa. Verificamos la temperatura del agua en ambas peceras.
Uh! El agua en la pecera asesina era 4.7 °C más caliente que el agua de la pecera saludable.
Para verificarlo, colocamos el acuario asesino a una distancia de la estufa de tres metros con respecto a la
posición original. Desde entonces nuestros guppys no mueren por "causa desconocida"; por lo menos, no
hasta ahora.
Conclusión: la Experimentación permitió que conociéramos la verdadera causa de la muerte de los peces. Al
verificar la tercera hipótesis ya se pudo considerar como teoría.
Dogma es una declaración autoritaria formulada sobre una doctrina religiosa o filosófica, y que se propone
para una creencia y no para discusión.
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Cuando los dogmas son emitidos por una autoridad, son considerados como declaraciones obligatorias. Así,
el Dogmatismo es un sistema de ideas que se basa en afirmaciones que no han sido validadas
científicamente.
Cuando la religión regía a la ciencia, ésta se plagó de creencias aberrantes y fantasiosas. Todo enunciado
científico tenía que ser estudiado y sancionado por clérigos, de tal manera que si el conocimiento no era
respaldado por la Biblia, entonces se consideraba como una herejía.
Algunos ejemplos de ello son: La forma plana de la Tierra; la Tierra como el centro del sistema solar; las
estrellas, el Sol y los planetas girando alrededor la Tierra; la generación espontánea; la permanencia de las
especies; etc.
Quizás, en el presente nos reímos de estas creencias, pero los miles de mártires de la ciencia, quienes fueron
ejecutados por decir lo opuesto, no rieron tanto. Ellos fueron acusados falsamente de brujería y de herejía, y
fueron condenados a muerte. El caso más conocido fue la ejecución de Giordano Bruno, quien murió en la
estaca, acusado de herejía.
Ningún científico debe ser creído por su grado académico, ni por su fama mundial; ni por su autoridad ni por
su posición política o social. No importa si él o ella es el rey o la reina, o el presidente o la presidenta, o si es
el mejor maestro o científico del mundo. Cualquier cosa relacionada con el conocimiento científico
divulgada o revelada por medios orales o escritos, debe ser apropiadamente corroborada a través del
MÉTODO CIENTÍFICO.
DOGMATISMO EN CIENCIAS
Ahora, no crea Usted que no existen dogmas en las ciencias. Desgraciadamente, sí los hay.
Por ejemplo, durante el siglo pasado algunos científicos renombrados dijeron que el concepto "vida" era
indefinible. Los que conocemos un poco sobre la Física de partículas sabemos que la vida es perfectamente
definible; sin embargo, cuando uno de nosotros osa definir la vida en alguna conferencia o en alguno de sus
artículos, de inmediato se le clasifica como pseudo científico. Sólo recuerde lo que se dice sobre las
creencias religiosas de Einstein.
Otro ejemplo lo tenemos precisamente en la Física. Si alguien demuestra que Einstein sólo reformuló lo ya
antes descubierto y descrito por Newton, pasa de inmediato a la sociedad de los irremediables pseudo
científicos.
¿Cuántas veces se ha citado a Carl Sagan para apoyar una idea como la Panspermia y asegurar que existe
vida en otros mundos fuera de la Tierra? No hay un programa sobre Exobiología en donde no se recuerde
alguna de sus frases, claro, frases corregidas y aumentadas.
Ni qué decir de Charles Darwin. Alguien por ahí escribió que Charles Darwin era un fervoroso cristiano, y
de ahí en adelante se le cita en todos los tratados sobre "acercamientos entre ciencia y religión".
Espero que estos ejemplos le sean útiles a los que apenas se inician en el fascinante mundo de las ciencias.
Pero la más nefasta corriente de dogmatismo en las ciencias es representada por las propias academias de
ciencias. Si un trabajo es presentado por un Doctor en Ciencias, de inmediato es aceptado, aunque sus
apreciaciones sean incorrectas. Sin embargo, si un trabajo prolijo es presentado por un Licenciado en
Ciencias, ni siquiera se le da la oportunidad de presentarlo, y si por algún descuido se le permite exponerlo,
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¿Qué acontecería si un científico renombrado, por ejemplo Einstein, hubiera dicho que los duendes existen?
Casi seguramente:
Los médium y chamanes alrededor del mundo hubieran construido un enorme santuario en su honor. Los
Astrólogos, que caben en la misma categoría, añadirían un treceavo signo zodiacal llamado "Pumilionis"
(enano en latín). Habría muchos chamanes que le ofrecerían ponerlo en contacto con los espíritus de los
duendes a un muy, muy bajo precio.
Los Físicos creerían ardientemente en la declaración de Einstein y ellos estarían tratando aún de demostrar
la existencia y comportamiento de las partículas en los agujeros de gusano duendelianos por medio de la
Física Cuántica.
Los Filósofos ya hubieran creado la Sociedad Einsteniana para el Estudio de la Filosofía Duendeliana.
Los Sociólogos ya hubieran escrito muchos papiros acerca de la Ciencia Social Duendística Relativista-
Constructivista.
Los Creacionistas hubieran dicho que Dios hizo evolucionar a los duendes hasta llegar a ser duendes, y ellos
todavía buscarían evidencia sobre la creación de los duendes.
Los cristianos tratarían de cristianizar a los duendes, prometiéndoles la vida eterna en el cielo duendeliano, y
espantando a los duendes reticentes con el infierno duendeliano.
Los Protestantes ya hubieran cambiado el sentido de algunos versículos del evangelio para demostrar que
los duendes figurarán en el rapto por Jesús.
Para los mormones, sería importante la aparición de una nueva secta duendelista, llamada "La Iglesia de los
Duendes de los Últimos Días".
Los judíos (por religión), en asociación con el Instituto Smithsoniano y con Hollywood, hubieran hecho
muchos videos documentales y películas para el Discovery Channel tratando de demostrar que los duendes
eran judíos de alguna tribu perdida de Israel.
Los musulmanes ya hubieran mostrado algunas aleyas (versos Coránicos) donde los duendes habían sido
mencionados antes de que Einstein hablara acerca de ellos. Los Talibán hubieran adoptado el nombre hueco
de taliduendes.
Los hindúes venerarían a una reencarnación de Krishna con el nombre de RamaDuende. No se permitiría
comer duendes en la India.
Los budistas enseñarían la manera perfecta de meditación para ser atraídos hacia el Cosmos del gran
Duende-Buda.
Los Académicos hubieran creado una disciplina nueva bajo el nombre de Duendelogía, como una ciencia
paralela a la antropología, y otro campo oblicuo a la Duendelogía llamada Paleoduendelogía.
Los historiadores hubieran escrito toneladas de libros acerca del "Auge y Caída del Imperio Duendeliano".
Los Biólogos... Mmmh... ¿Los Biólogos? Err... ¡Los Biólogos buscarían un pedazo del ADN Duendeliano
para clonarlo y modificar el genoma de los duendes... ha-ha-ha, aaahh!
Hablando formalmente, ésto podría ser un guión dogmático real. Recuerde, que el Dogmatismo se refiere a
reconocer cualquier pensamiento autoritario como si fuera verdadero.
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2. Cada académico tiene el derecho y el deber de preguntar algo que le interese, percatado de que él lo hace
de una manera racional.
4. Cada académico tiene el deber de desenmascarar públicamente los engaños, sean populares o académicos.
6. Cada académico tiene el derecho de discutir cualquier punto de vista no ortodoxo que le interese,
proveído que esos puntos de vista sean lo suficientemente claros como para ser discutidos racionalmente
7. Ningún académico tiene el derecho de presentar como verdaderas aquellas ideas que él no pueda justificar
en términos de la razón y la experiencia.
9. Cada cuerpo académico tiene el deber de adoptar y reforzar los estándares más rigurosos conocidos de
escolaridad y aprendizaje.
10. Cada cuerpo académico tiene el deber de ser intolerante tanto hacia la contracultura como hacia la
cultura de la falsificación.
(Extracto tomado de: Bunge, Mario; Charlatanism in Academia; Annals of the New York Academy of
Sciences, Volume 775, The Flight From Science and Reason; pp. 110-111; New York, NY, 1996).
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Explicación Científica
Los comienzos de la antropología están ligados entre otros aspectos a los ideales de la ilustración, a
la confianza en la ciencia como eje del progreso de la humanidad y, en lo que nos interesa, a la
creencia que los fenómenos culturales pueden ser explicados de acuerdo al modelo de la ciencia
natural. El positivismo decimonónico y, posteriormente, el empirismo lógico, crearon las bases de la
antropología como ciencia y, en general, de las ciencias sociales como hoy las conocemos.
Esta posición se denomina naturalista y continua hasta nuestros días, sólo que las críticas hoy son
más fuertes o, tal vez, más gente a empezado a creer en ellas. Los naturalistas creen en la
explicación, entendiéndose por este concepto una variedad de razonamiento que incluye leyes
cubrientes o generales. Es decir, en un sentido ambiguo podemos decir que hay muchas maneras de
explicar, pero siendo rigurosos dentro del contexto de la antropología como ciencia, diremos que
explicar es una manera concreta de razonar con características muy específicas, donde el concepto
de ley general es de extrema importancia. Pero, ¿cuáles son las características de la explicación
científica?
Tal vez es la obra de Carl G. Hempel la que más destaque entre los epistemólogos cuando tratan de
caracterizar la explicación y su naturaleza. Por ello nos detendremos a caracterizarla mediante un
conjunto de 11 aforismos que resume el ensayo La Lógica de la Explicación aparecido en su famoso
libro La Explicación Científica (Hempel 1965).
4.1. Por una parte, enunciados que formulan condiciones antecedentes (C1, C2, .... Ck); indican
condiciones que se manifiestan antes de la aparición del fenómeno que se va a explicar.
4.2. Por otra, enunciados que representan leyes generales (L1, L2,... Lr)
5.1. Así, la pregunta ¿por qué sucede el fenómeno? se transforma en la pregunta ¿de acuerdo con
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6.1. Ejemplo: la validez de la ley de Galileo sobre la caída de los cuerpos en la superficie terrestre,
puede explicarse a partir de un conjunto más inclusivo de leyes, tales como las del movimiento y de
la gravedad de Newton y de otros enunciados acerca de hechos particulares como los referidos a la
masa y al radio terrestre.
7.1. Los dos primeros requisitos (R) son de carácter lógico. El tercero es lógico-empírico. El cuarto
es de carácter empírico.
7.1.2. (R2). Leyes. El explanans debe contener leyes generales adecuadas a la derivación lógica del
explanandum.
7.1.3. (R3). Consecuencia Empírica. El explanans debe tener contenido empírico (comprobable por
experimento u observación); lo anterior supone asumir que el explanans deberá contener, al menos,
una consecuencia de índole empírico.
7.1.4. (R4). Requisito Empírico. Los enunciados del explanans deben satisfacer la condición de
corrección fáctica, lo cual implica que han de ser confirmados por todos los elementos relevantes
antes de ser considerados verdaderos.
7.1.4.1. Ejemplo: Supóngase, que en una etapa primitiva de la ciencia un determinado fenómeno fue
explicado mediante un explanans verificado con las pruebas disponibles en ese momento, pero
descubrimientos empíricos más recientes lo han negado. Las posibles respuestas que pueden
proporcionarse atendiendo a la condición de corrección fáctica son: (a) originariamente la condición
fue correcta, pero dejó de serla al descubrirse elementos de prueba desfavorables; (b) la verdad
(empírica) del explanans y la solidez de la explicación (lógica) había sido bastante probable, pero la
mayor evidencia empírica disponible ahora hace muy probable que el explanans no fuera verdadero
y en consecuencia la explicación no era, ni ha sido nunca, correcta.
8. Explicación y Predicción. El mismo análisis formal (incluidos los cuatros requisitos) se aplica a
la explicación y a la predicción.
8.1.2. Predicción. Si, proporcionados los dos conjuntos de enunciados (C k y Lr), de ellos se infiere E
antes de que suceda el fenómeno, entonces hablamos de predicción.
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9.1. La explicación pre-científica carece de fuerza predictiva, puesto que el explanans no suministra
leyes explícitas por medio de las cuales poder realizar la predicción, ni establece, de manera
adecuada, las condiciones antecedentes que serían necesarias para este propósito.
9.2. La explicación incompleta puede considerarse como un índice de correlación positiva entre las
condiciones antecedentes y el tipo de fenómeno que se va a explicar y como guía de la dirección que
deberán tomar las investigaciones ulteriores con el propósito de completar dicha explicación.
10. Explicación Causal. Si E describe un hecho, puede decirse que las circunstancias antecedentes
señaladas en C1, C2... Ck "causan" en conjunto aquel hecho, en el sentido de que existen ciertas
regularidades empíricas expresadas por L1, L2... Lr, las cuales implican que toda vez que ocurran
condiciones del tipo indicado por C1, C2... Ck, tendrá lugar un hecho del tipo descrito en E.
10.1. De acuerdo a lo indicado tenemos que: una explicación causal completa se convierte en una
adecuada predicción.
10.2. En tal contexto, los enunciados L1, L2... Lr, al expresar conexiones generales y ordinarias entre
características específicas de hechos, se denominan leyes causales.
11. La tesis de Hempel es que los principios de la explicación generados en la física son también
aplicables a las ciencias sociales.
En resumen, hasta aquí se han entregando los antecedentes que nos permiten caracterizar la
explicación científica, según la obra del epistemólogo Hempel, entendida como un razonamiento por
leyes cubrientes. Dicho de otra manera, la explicación causal es una variedad del tipo de
razonamiento deductivo. Sin embargo, con el propósito de ejemplificar las ideas expuestas, es
conveniente destacar que la explicación que usualmente damos en nuestra vida cotidiana está,
curiosamente, bastante cerca de la científica.
Cuando observamos las noticias en televisión, podemos notar que los periodistas preguntan a los
encargados de la seguridad pública: –"¿Por qué han aumentado los robos a mano armada?" y estos
responden algo así como: –"No es que hayan aumentado los robos, puesto que se mantienen en el
mismo promedio de la década pasada, lo que pasa es que los delincuentes tienen mayor acceso a
armas, las cuales son obtenidas, principalmente, de los habitantes de las mismas casas que asaltan,
puesto que las compraron para defenderse de los delincuentes. Como los miembros de la familia no
pueden estar armados mientras almuerzan o duermen, entonces guardan el arma en el closet, pero es
ahí donde los delincuentes las encuentran y las ocupan en los posteriores atracos".
Este tipo de respuesta puede considerarse una explicación satisfactoria. El fenómeno a explicar es el
aumento de robos con armas, enunciándose como condición antecedente que los delincuentes
obtienen las armas de las mismas casas que asaltan. Es decir, dada la condición antecedente C
(obtención de armas), se produce E (más robos armados). La causa C produce el efecto E. Sin
embargo, lo anterior no es literalmente una explicación científica, aunque pudiera parecerlo.
¿Qué es aquello que le falta a este ejemplo para ser considerado una explicación científica? Una ley
general. En efecto, falta una legalidad fuerte que conecte la obtención de armas con la mayor
cantidad de robos armados. Si una ley tal existiera, quedaría como sigue:
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El Empirismo Lógico
Siguiendo a Boyd (1991), se podría decir que gran parte de la literatura epistemológica de este siglo
está dedicada a criticar o apoyar el empirismo lógico. Por algún motivo, los que apoyan este
programa filosófico se autodenominan empiristas lógicos. Quienes critican este programa (realistas
científicos y constructivistas sociales) llaman positivistas lógicos a quienes siguen el programa del
empirismo lógico.
Para abordar este programa de investigación se puede comenzar con el problema de la demarcación,
es decir, el problema de distinguir la ciencia y de la no–ciencia (teorías metafísicas en lenguaje de
ellos). La respuesta a este problema se conoce como verificacionismo. Esta solución tienen dos
componentes: i) teoría de la verificación del significado y ii) teoría del conocimiento empírico. El
primer componente señala que entender el significado de una expresión o teoría consiste en entender
las circunstancias bajo las cuales uno estaría justificado en creerla o creer su negación. Es decir, el
significado de una proposición o teoría se identifica con el conjunto de procedimientos por los
cuales puede ser probada y, así, verificada o desconfirmada.
Por ejemplo, la expresión de Durkheim "el suicidio varía en razón inversa del grado de
desintegración de la sociedad", es una proposición científica ya que por un conjunto de
procedimientos estadísticos podemos estar justificados en creer en ella. La expresión "el Trauko es
la causa del 37.8% de los nacimientos de Chiloé" es una proposición metafísica.
El segundo componente, teoría del conocimiento empírico, señala que ya que el conocimiento se
basa en la evidencia de los sentidos, se puede elegir entre dos proposiciones científicas que
compiten por explicar un fenómeno mediante un experimento crucial: cada teoría realiza una
predicción observacional, aquella que sea confirmada nos permite estar justificados en creer en ella.
¿Qué pasa si ambas con confirmadas? Cabe la posibilidad que no sea un buen experimento, pero si
lo es, entonces ambas teorías dicen lo mismo, es decir, son empíricamente equivalentes.
De lo anterior se infiere que hay términos observacionales y términos teóricos. Ejemplos de los
primeros son suicidio y maternidad. Ejemplos de los segundos son anomia y mito. El
operacionalismo es la propuesta del empirismo lógico de reducir los términos teóricos a términos
observacionales con el propósito que tengan sentido.
Las consecuencias que estas propuestas tienen para la antropología y las consecuencias que de ello
se derivan, exceden el tiempo disponible en esta reunión. Por lo demás, existen diferencias entre el
positivismo, el positivismo lógico y los desarrollos contemporáneos de estos programas de
investigación que no podemos desarrollar en esta conferencia. Incluso tampoco alcanzo a justificar
que la creencia que Durkheim es un positivista lógico (como se podría deducir de los ejemplos) es
errónea.
El Falsacionismo de Popper
Popper también se preocupó del problema de la demarcación. Su respuesta es que una teoría es
potencialmente una teoría científica si y solo si existen posibles observaciones que puedan falsarla
(refutarla).
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Según Popper, Hume tenía razón en que la inducción no puede fundar verdaderamente la ciencia. Es
decir, supongamos que vemos un cisne con cuello negro, luego vemos otro y otro, entonces
podemos tener la tentación de decir: "todos los cisnes tienen el cuello negro". Hemos hecho una
generalización o inducción tendiente a darle el carácter de ley general. Sin embargo, aun cuando
veamos muchos cisnes negros (y este es el punto), nunca podemos estar ciertos que nuestra siguiente
observación confirme la pretendida ley "todos los cisnes tienen el cuello negro".
Frente a esto, Popper señala que la expresión "Todo A es B" tiene como juicio contradictorio la
expresión "Algún A no es B". Es decir, si bien el juicio "Ningún A es B" es opuesto a "Todo A es
B", lo que refuta la expresión desde un punto de vista lógico es "Algún A no es B".
Para el ejemplo del cisne, dice Popper, no hay que proceder como los científicos que tratan de
probar su teoría capturando un cisne y observando si tiene el cuello negro, con el propósito de decir
que se ha confirmado la teoría. Al contrario, lo que hay que buscar son los casos anómalos, aquellos
que no cumplen con el enunciado de la ley. Si encontramos ese caso, entonces la teoría no es cierta.
Pero, ¿qué pasa si no lo encontramos? Entonces es probable que la teoría sea cierta, pero nunca
estaremos seguros que esa sea la verdad absoluta.
Es esta última idea la que más adeptos tiene la propuesta popperiana, de los cual también se extraen
consecuencias para la antropología. Son estas, como las consecuencias emanadas de la explicación
científica y el empirismo lógico, las que nos motivan a reflexionar al interior de esta disciplina en
particular y de las ciencias sociales en general. Sólo queda extender una cordial invitación a revisar
estos programas de investigación en función de los intereses buscados por cada uno de ustedes.
Bibliografía
1. Boyd, Richard. 1991 (1993). Confirmation, Semantics, and the Interpretation of Scientific
Theories. The Philosophy of Science. Mit Press. Cambridge.
2. Hempel, Carl. 1965 (1988). La Lógica de la Explicación. pp. 247-253. La Explicación
Científica. Editorial Paidós. Barcelona
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Epistemología
Conocimiento científico
y sentido común
Claudio Gutiérrez
claudio@claudiogutierrez.com
Fuente: Histodidáctica
Comencemos por cuestionar la noción de que haya una y sólo una visión filosófica, o científica, o de
conocimiento común, sobre la ciencia o sobre cualquier otra cosa. Tomemos, por ejemplo el sentido
común. Podría pensarse en una visión de la ciencia del hombre común; presumiblemente, tal visión nos
describiría a la ciencia como la verdad al alcance del hombre en un momento determinado, definitiva por
una parte, en lo ya logrado, limitada por otro, en cuanto no ha logrado descifrar todavía todos los secretos
del universo. Pero ésta no sería más que mi visión de lo que pudiera ser la visión del hombre común sobre
la ciencia, de ninguna manera la visión del hombre común sobre la ciencia, si es que ésta existe, o si es
que del todo existe el "hombre común".
En realidad, no creo que el hombre común exista; lo que existe, más bien, es una comunidad de hombres.
Y los hombres, como los científicos, como los filósofos, tienen cada uno sus propias ideas y su propia
visión sobre las cosas, que pueden no coincidir. Puede haber diversidad de opiniones entre los hombres,
resultado tanto de su inteligencia y de la medida en que la hayan podido ejercitar, como de multitud de
influencias a que han estado sometidos durante su vida. Lo mismo vale para las distintas comunidades
humanas. Dejemos, pues, abierta la cuestión de si hay una sola visión del mundo que sea propia del
filósofo, del hombre de ciencia o del hombre común, o si por el contrario, tal conformidad de opinión no
es realizable, o tal vez ni siquiera concebible.
Vamos a suponer, sin embargo, para comenzar a trabajar, que ese ser mitológico que llamamos "hombre
común" tiene una visión del mundo, que podríamos llamar la visión ingenua de las cosas. Por ejemplo,
según esa visión, existen objetos, que tienen peso, color y sabor; que además tienen precio, más o menos
alejado del "precio justo" según la moralidad del comerciante y el grado de ineficiencia del gobierno. Que
existen personas, que son mejores o peores según se ajusten en su comportamiento a los Diez
Mandamientos o a ciertos mínimos de moralidad de común aceptación. Que las personas o las cosas, para
moverse de un lugar a otro, necesitan gastar un cierto volumen de combustible, etcétera. Es obvio que, si
esta visión ingenua de la realidad existe, no es de ninguna manera la visión de la ciencia. Sabemos que la
economía, la antropología y la física tienen algo que decirnos sobre los hechos mencionados que es muy
diferente al conjunto de esas opiniones.
En lo que sigue, defenderé la tesis de que el contraste más profundo e interesante entre la visión ingenua y
la visión científica del mundo no consiste primordialmente en una diferencia de opiniones, sino en algo
bastante distinto y más fundamental: una diferencia de conceptos básicos, es decir, de lenguaje. El
científico y el hombre común no hablan ni lejanamente el mismo lenguaje, y ambos no pueden comunicar
sino por medio de un complicado proceso que llamamos educación y que implica la adquisición y
dominio de nuevos lenguajes, y la habilidad de moverse entre ellos. Pero hay más, voy a sostener que la
diferencia de lenguajes hace a estos dos tipos de hombre, el hombre común y el científico, habitar mundos
completamente diferentes, poblados por seres también totalmente diferentes.
Al final, tendré que aceptar que los mundos diferentes son más que simplemente "el mundo de la ciencia"
y "el mundo del sentido común". Concluiré que a cada disciplina científica o no científica corresponde un
mundo distinto. Me veré también obligado a abolir la hipótesis de que exista un "hombre común", y
llegaré a la conclusión de que desde el principio, incluso antes de tener ciencia, los hombres han vivido
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separados en mundos diferentes, de acuerdo con sus lenguajes, y de que la única posibilidad de
comunicación entre los hombres, antes y ahora, estriba en su capacidad de dominar esos lenguajes
diversos. A la posibilidad o capacidad de dominar varios lenguajes la voy a llamar con una palabra del
lenguaje filosófico: polisemia, que –para traducirlo al lenguaje del hombre común– sólo significa
pluralidad de lenguajes.
Un ejemplo en un juego
Como una primera aproximación, comparemos al hombre común con el principiante del juego de ajedrez,
y al científico con el jugador experimentado. El principiante cree que las piezas del juego son el Rey, la
Reina, etcétera... y que cada pieza es un muñequito que se mueve sobre un tablero, de esta manera sí pero
de esta otra no. Esta es la visión del "hombre común" sobre el juego de ajedrez.
El jugador avezado tiene otro concepto muy diferente (poner atención que se trata de una diferencia
conceptual y no simplemente de una diferencia de opinión). El Caballo, por ejemplo, es el conjunto de
todas las movidas que son posibles para esa pieza en cada contexto de juego. Mover el caballo, entonces,
no es pasar un muñeco de una casilla a otra, sino alterar en una forma integral las movidas posibles de esa
misma pieza y de todas las otras que están sobre el tablero. Cada pieza es un conjunto articulado de
posibilidad de juego.
Nótese que este concepto avanzado de lo que es el Caballo tiene una naturaleza cambiante, porque hemos
incluido en su definición la referencia al contexto, y ese contexto va siendo cada vez más rico conforme el
jugador se familiariza más y más con el mundo del ajedrez. El jugador profesional, el avezado entre los
avezados, llega a tener el concepto más rico de todos: las piezas en realidad no existen en sí mismas, sino
solo como puntos de mayor densidad en un tablero dinámico que es una configuración total de movidas
posibles. El juego consiste ahora en pasar de una configuración total a otra configuración total, no en
mover una pieza de un lugar a otro. Diríamos que el principiante tiene un concepto atomista del juego (el
juego como un conjunto de piezas) y que el campeón tiene un concepto contextualista del juego (el juego
como una estructura). La diferencia entre el principiante y el campeón no es de opiniones, sino de
concepción, es decir, de marco lingüístico, de lenguaje.
Un ejemplo de antropología
Veamos otro ejemplo, éste ya de lleno en la órbita de la ciencia. Para el hombre común, cuando una
persona se acerca a otra, los límites de ambas están trazados por los confines de los respectivos cuerpos.
Para el antropólogo, en cambio, cada persona viaja con su propio territorio personal, una especie de
burbuja que rodea su cuerpo, que le pertenece tanto como sus manos o sus pies. Una intrusión en ese
espacio implica un acto agresivo, y la aceptación de otra persona en el propio espacio, un acto
especialmente amigable. El radio de la burbuja, según entiendo, varía con las nacionalidades, y va desde
unos pocos centímetros para el árabe hasta unos dos metros para el alemán.
La concepción de este espacio, que es resultado de un análisis científico, nos hace ver las relaciones
sociales de manera distinta, en realidad nos hace percibir las personas de manera totalmente diferente, en
forma parecida a como difieren las visiones de las piezas del ajedrez de un novicio y un experto en el
juego. Para la visión antropológica, un halo invisible es parte de la realidad personal, como existe un halo
de jugadas posibles en torno a cada pieza para el experto en el juego de ajedrez.
En general, la visión científica del mundo social que nos ofrece la antropología va mucho más allá: cada
persona es percibida como resultado de su aprestamiento cultural, de modo que un árabe y un alemán
aparecen como seres profundamente divergentes en casi todos los comportamientos que es dable esperar.
Y esto no tiene nada que ver con la "raza", no es siquiera una cuestión biológica: tiene que ver con la
diversidad de cultura, que es el objeto propio de la antropología, la más apasionante (para mí) de las
ciencias sociales. Concepción esta que no es, desde luego, la visión del hombre común, que supone que
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todas las personas reaccionarán como sus familiares o vecinos, prejuicio que la antropología ha dado en
llamar, muy adecuadamente, etnocentrismo.
En psicología hay un ejemplo bastante dramático. Para esta ciencia, especialmente en su variante
psicoanalítica, la persona no es sólo lo que ella conoce sobre sí misma, como tiende a considerarlo la
concepción ingenua (persona = conciencia), sino especialmente aquello que la persona no tiene ni siquiera
idea de que lleva adentro: el inconsciente. Conocerse a sí mismo es para la ciencia psicológica adentrarse
por medios sumamente indirectos en lo que está más allá del alcance de la percepción ordinaria de
nosotros mismos.
Para el psicólogo, el mundo social está poblado de inconscientes, más que de conciencias, y lo que el
psicólogo ve como importante en la realidad social son actos fallidos, olvidos, actitudes corporales,
imágenes oníricas, todo lo cual traza un cuadro ontológico inalcanzable para el hombre común. Aquí otra
vez, el contraste es entre concepciones básicas, entre lo que cada uno ve como existente, y no
simplemente entre opiniones divergentes. La realidad de la concepción ingenua y la realidad de la ciencia
psicológica son dos realidades completamente diferentes.
Las otras ciencias sociales no se quedan atrás. Para la economía, el precio de un artículo no es lo que éste
lleva escrito en la colilla. El concepto de precio es una noción analítica, que depende del entrecruce de
dos curvas, llamadas de oferta y de demanda. El concepto mismo de curva, como virtualidad de actos
posibles de una misma clase, es en sí mismo una categoría analítica sumamente abstracta, de difícil
comprensión para quien no se someta a un especial y pesado adiestramiento intelectual.
Los negocios para el hombre común son mercados, tiendas, bancos y todo el ajetreo que se vive en esos
ambientes. Para el economista son muy otra cosa, una maraña de curvas que se entrecruzan en
complicados modelos matemáticos, relacionados unos con los otros, como las distintas jugadas posibles
en un ajedrez. Los lenguajes, otra vez, y las respectivas realidades, son completamente diferentes.
Si de ahí nos movemos hacia la sociología, también encontraremos conceptos abstractos que no tienen
correspondencia directa con nada perceptible por el hombre común. La noción de ideología, por ejemplo,
es un concepto sumamente rico en implicaciones de análisis, y choca directamente con la percepción
ingenua de lo que son los credos religiosos o políticos para el hombre común.
En general, este marco científico interpreta de una manera muy diferente el sentido de los argumentos que
usamos para defender lo que creemos que son nuestras convicciones. El hombre pobre que acepta su
condición porque es "la voluntad de Dios" percibe el mundo de una manera muy distinta que el científico
social que ve en esa argumentación la sombra de una ideología plasmada en un contexto de relaciones
sociales de opresión. La sociología descubre así que muy a menudo defendemos con nuestros argumentos
estructuras o instituciones que no tenemos intención, ni siquiera noción, de defender. De nuevo, el
sociólogo y el hombre común se mueven en mundos diferentes.
Y para no quedarnos en el ámbito de las ciencias sociales, citemos el proverbial contraste entre la
concepción de las ciencias físicas y las nociones del hombre común. Para este último los cuerpos caen
con distinta velocidad según sean más pesados o más livianos. Para el primero, en cambio, todos los
cuerpos caen con la misma velocidad. No se trata de un conflicto de opiniones, sino de uno de
concepción, porque "caer" para el físico tiene un sentido muy preciso, que consiste en ser atraído, en
ausencia de otras fuerzas, por la gravedad de la tierra. Las velocidades de que se trata, entonces, son
velocidades en el vacío, donde el movimiento no es afectado por la resistencia del aire, y cada molécula
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es acelerada por la gravitación, independientemente y de acuerdo con una misma constante. Son dos
lenguajes distintos y otra vez dos mundos diferentes de lo que se trata.
Y volvamos a la antropología
De las ciencias citadas hay una que nos debe merecer especial atención: la antropología. Porque
precisamente debemos a la antropología, y a una parte de ella, la lingüística, el concepto de que los
lenguajes que maneja el hombre son diferentes. Podemos aquí invocar el mejor de los ejemplos en favor
de nuestra tesis, a saber, el contraste entre el concepto del hombre que nos ofrece la visión ingenua, como
ser capaz de entenderse con los otros hombres en un mismo lenguaje, o traduciendo el lenguaje de los
otros al suyo propio "palabra por palabra"; y el concepto del hombre de la visión antropológica –
llamémoslo posbabélico por referencia al mito de la Torre de Babel–, que entiende la comunicación
humana como basada en marcos lingüísticos diversos, no directa ni fácilmente traducibles entre sí.
Es importante advertir que el concepto de lenguaje aplicable aquí es aquél que considera como elementos
del lenguaje todos los actos humanos, no sólo las palabras. Muchos de los más importantes mensajes que
el hombre envía a su alrededor no están cifrados en palabras, bastantes de ellos ni siquiera son percibidos
conscientemente por su emisor. Todo producto humano es significativo; es imposible entender las
palabras fuera del contexto de los actos todos del hombre que las pronuncia. La vida humana toda es
lenguaje y el lenguaje es inseparable del resto de la vida humana.
Extrapolación filosófica
Vemos cómo un descubrimiento de la antropología sobre la polisemia del hombre, sobre su pluralidad de
lenguajes, se puede generalizar filosóficamente: el antropólogo mismo usa un lenguaje, que es distinto del
de los hombres que estudia, pues es un lenguaje científico con categorías mucho más abstractas que las
que usa el hombre común. La filosofía compara los dos lenguajes, y se da cuenta de que la diferencia de
lenguaje implica mucho más que la necesidad de hacer traducciones "palabra por palabra" para que los
hombres se entiendan: implica la necesidad de hacer entrar en el cuadro a los marcos lingüísticos dentro
de los cuales las palabras cobran sentido; y darnos cuenta que distintos hombres usan distintos marcos
lingüísticos, y que incluso un mismo hombre, en distintas ocasiones, puede usar marcos diferentes para
enfocar asuntos distintos o enfocarlos de maneras diferentes.
Según el marco lingüístico que usemos habrá cosas que podamos decir y cosas sobre las que debamos
quedarnos callar por falta de conceptos para expresarlas; cosas que tengan sentido y otras que no lo
tengan del todo. Habrá seres que existan o que dejen de existir, según nos movamos de un marco a otro,
así como problemas que surjan o desaparezcan conforme hagamos nuestras transiciones lingüísticas. Es el
mundo mismo el que cambia cuando pasamos de un lenguaje a otro. Cada contexto crea su orden de
realidad: las reglas del juego crean no sólo las movidas posibles sino también las fichas que habrá en el
juego y el espacio en que éstas deban moverse. Adquirir un nuevo lenguaje, en el sentido profundo en que
empleo aquí el término, es transformarse a sí mismo, hacerse capaz de ver las cosas desde una perspectiva
y con una profundidad que justifica decir que ascendemos a una dimensión real nueva o que cambiamos
radicalmente nuestra concepción del mundo (DILTHEY 45).
He insistido en que el contraste entre la visión del científico y la visión del hombre común no es
fundamentalmente un contraste de opiniones, sino una diferencia de conceptualización, es decir, una
diferencia en el juego de categorías que ambos usan para captar la realidad. Lo primero y radical es el
juego de conceptos que usamos para interpretar la realidad; las opiniones, y su variedad, vienen por
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añadidura. De otra manera: adoptado un juego de conceptos, aprendido un lenguaje, ciertas consecuencias
de descripción del mundo se siguen necesariamente, otras son posibles, y otras no pueden ni siquiera
formularse. Una vez que se ha aprendido un cierto lenguaje, una vez que se ha aceptado un cierto juego
de categorías, puede ya ser muy tarde para negarse a aceptar un determinado conjunto de asertos sobre
cómo es el mundo (QUINE 69).
Una vez que nos metemos en el molde de la teoría de la relatividad, por ejemplo, no tiene ya sentido
decidir si la velocidad de un cuerpo es mayor que la de la luz. Una vez que aceptamos la
conceptualización propia de las ciencias biológicas, ya es imposible plantearse en serio la posibilidad de
que un organismo no haya evolucionado. Para quien haya aprendido el lenguaje de la física
contemporánea no tendrá sentido indagar por la posibilidad de construir una máquina de movimiento
perpetuo. Para quien haya aceptado el esquema conceptual del materialismo histórico será ociosa la
pregunta por la existencia de explotación en el mundo. Un grado muy amplio de compromiso con una
descripción de la realidad queda ya desde el inicio imbuido en el sistema de conceptos que asumimos, y
no tenemos opción, excepto quizá el abandono del lenguaje, para rechazarla.
Algunas consecuencias
De lo anterior se siguen muchas consecuencias. Una de ellas es la importancia del aprendizaje del
lenguaje en la adquisición de perspectiva científica o en la adquisición de cualquier otra perspectiva, la
importancia del lenguaje para la educación. Cuando el niño crece va adoptando un cierto conjunto de
conceptos estructuralmente sistematizados: el juego de categorías y valores de sus padres, y en general de
la cultura en que vive. Las opiniones, e incluso convicciones, que llegue a poseer no tiene que adoptarlas
directamente: le vienen dadas ya en el lenguaje que usa. Esto explica el carácter trascendente que
atribuimos a muchas convicciones, que no nos parece que podrían ser de otra manera, y consideramos
dotadas de una fuerza superior que doblega el asentimiento. En efecto, pertenecen a algo superior,
dominante y fundamental: el marco de referencia que fundamenta nuestro lenguaje.
Otra consecuencia importante es que la educación científica se recibe, como toda educación, en gran parte
por ejemplo y contagio, por así decirlo, más que por adoctrinamiento explícito. Lo que el maestro hace, su
forma de expresarse sobre el mundo que deja sentados de pasada muchos sobreentendidos, es mucho más
eficaz en la transmisión de los conocimientos al alumno que sus propios enunciados sobre la naturaleza
(POLANYI 64).
Consecuencias inquietantes
Algunas de las consecuencias de esta tesis son acongojantes, y merecen tratamiento separado: ¿qué
relación hay entre la ciencia y la experiencia, si todo lo fundamental viene dado por el lenguaje? ¿Qué
posibilidad tiene el hombre de escapar de sus marcos de referencia? ¿Podemos distinguir con propiedad
entre teoría y observación? ¿Es posible avanzar en el desarrollo de las ciencias? ¿Es posible dialogar entre
personas, especialmente entre científicos, formados dentro de marcos de referencia diferentes?
Ninguna de esas preguntas tiene respuesta fácil, y constituyen un elenco casi completo de los problemas
que preocupan hoy a los filósofos de la ciencia. No es mi aspiración contestarlas aquí, pero trataré de
indicar algunas orientaciones que podrían seguirse para contribuir a solucionarlas.
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semántico y lo pragmático. Ha habido grandes polémicas entre los filósofos sobre la posibilidad de aislar
esas tres dimensiones, y sobre las relaciones que se dan entre ellas. Lo sintáctico es lo que en el lenguaje
depende del marco de referencia mismo, es la relación estructural entre unos signos y otros signos. Lo
semántico es lo que presumiblemente va más allá del lenguaje, a las cosas representadas por los signos, la
relación entre el signo y la cosa. Lo pragmático es el fin o propósito que perseguimos al emplear los
signos.
Usando este esquema conceptual, podemos decir que el problema principal de la filosofía de la ciencia es
el de la relación entre lo sintáctico y lo semántico, la de decidir cuánto de lo que afirma la ciencia se debe
al marco de referencia o juego de conceptos que ha elegido (aspecto formal de la ciencia), y cuánto se
debe a la adecuación de ese marco con la realidad (aspecto de contenido de la ciencia).
El contextualismo, la postura filosófica que suscribo, tiene sobre esta cuestión una visión determinada,
producto del mismo juego de conceptos epistemológicos que la define y condiciona: no hay ni puede
haber una separación completa ni tajante entre lo sintáctico y lo semántico, el lenguaje es una totalidad en
el que sus distintas partes y aspectos están íntimamente ligadas y relacionadas unos con otros. Además, lo
sintáctico, la forma del lenguaje, su juego de conceptos, y lo semántico, las opiniones que se dan en ese
lenguaje sobre el estado del mundo, están totalmente determinados por el aspecto pragmático, o sea, por
el propósito del científico o de la comunidad que crea el lenguaje y establece su juego de conceptos y las
opiniones que con él pueden expresarse. Es la praxis, la acción, la que determina el contenido y la forma
de nuestro lenguaje, y por ende del lenguaje de la ciencia.
Hubo una época en que los químicos, muchos de ellos, decidieron abandonar la práctica de su disciplina
antes que adoptar el lenguaje de la química orgánica naciente; pero hubo otra época anterior, en que
químicos notables prefirieron ignorar el descubrimiento del oxígeno, mediante ingeniosas modificaciones
de la teoría del flogisto que explicaban notablemente bien los resultados de los experimentos. La moraleja
aquí es la siguiente: nuestras creencias forman un sistema cuyas partes se refuerzan recíprocamente. Todo
pensamiento es sistemático, y el pensamiento científico lo es mucho más aún. Nunca llevamos al
laboratorio una opinión aislada, nunca probamos una hipótesis por sí sola. Lo que se somete a prueba es
la hipótesis en conjunto con todo el sistema teórico a que pertenece, y siempre en el ambiente de la
totalidad de nuestros propósitos.
El resultado adverso a una teoría puede explicarse suponiendo que la hipótesis es falsa, pero también que
la hipótesis es verdadera y que hay que hacer algún cambio en alguna otra parte de la teoría. No es el
texto necesariamente sino el contexto lo que tiene que cambiar. El lenguaje tiene una inmensa plasticidad
que permite acomodar muchos cambios, si no todos, hasta el límite de la tolerancia, otra vez pragmática,
que manifieste el científico (QUINE 60).
Los astrónomos de la Edad Media e incluso del Renacimiento pudieron defender la teoría ptolemaica de
la inmovilidad de la tierra, a base de agregar epiciclos a su planetario, hasta que finalmente se aburrieron
del juego y decidieron jugar otro pragmáticamente más satisfactorio. Cuando tomaron esa decisión, el
sistema rival de Copérnico no era ni lejanamente lo riguroso y confiable que había demostrado ser por
muchos siglos el sistema de Ptolomeo. Pero el juego epiciclal ya no retaba suficientemente la imaginación
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de los científicos, y prefirieron menos seguridad y rigor pero más desafío y promesa de futuros
descubrimientos. El probado paradigma ptolemaico fue sustituido por el joven paradigma de Copérnico
(KUHN 62).
Líbreme Dios de inducirlos a pensar que en la historia de la ciencia todas las posiciones son igualmente
permisibles, o que da lo mismo que el científico adopte un juego de conceptos u otro, un paradigma
científico o marco de referencia u otro distinto. La verdad es que cada lenguaje tiene inscritas en sí mismo
sus propias limitaciones.
Estas limitaciones son de dos tipos. Por una parte, hay inevitablemente contradicciones en todo intento de
dar cuenta de las apariencias, en todo intento de articulación de la realidad. Esos "hilos sueltos" que
quedan en un planteamiento global sobre el mundo son pequeñas o grandes manchas en una tela fabricada
con preciosismo que viste nuestras desnudeces. Como no tenemos otra, preferimos seguir con ella, a pesar
de sus nudos o manchas, mientras no aparezca una alternativa más favorable. Por otra parte, la tela puede
también tener vacíos, puntos ciegos, lugares donde no llega, y en la medida en que la sigamos usando esas
lagunas dejarán desnuda nuestra curiosidad intelectual. Los nudos son los puntos en que nuestro sistema
de conceptos, nuestro lenguaje, produce una doble respuesta, contradictoria, a una misma pregunta. Las
lagunas o blancos son los puntos en que nuestro sistema calla ante una pregunta importante, es incapaz de
decirnos si un enunciado es verdadero o si por el contrario es falso.
Mantengo que todo sistema lingüístico deberá adolecer de esas fallas, que se deben a razones
epistemológicas muy fundamentales y que enseguida voy a considerar. Pero que el científico, o en
general, el usuario del lenguaje, tiene mucha libertad para cambiar de lenguaje, y que en lenguajes
distintos las fallas no coinciden, pues cada sistema de conceptos produce sus nudos y sus blancos en
lugares diferentes, y deja sin contestar o contesta inadecuadamente preguntas distintas.
Ofrecí decirles por qué creo que esas fallas son inerradicables de todo sistema lingüístico. Para ello tengo
que hacer un poco de epistemología, es decir, teoría del conocimiento. La haré lo más breve y
concisamente que me sea posible.
Parto del principio de que la realidad es inagotable y nuestro conocimiento de ella siempre limitado.
Imaginen el universo como un gran contexto, significativo en sí mismo, pero que no se deja estudiar sino
a base de recortes, que llamaré textos. Para conocer el mundo seccionamos una parte de él, un texto,
aislándolo del contexto, el resto de la red significativa. Ustedes saben muy bien lo que pasa cuando se
aísla un texto del contexto, como por ejemplo cuando un periodista cita algo que dijimos, pero "fuera de
contexto": pueden surgir contradicciones no intentadas por el autor del escrito original, o quedar asuntos
colgando que no se pueden resolver con el material a mano.
Algo parecido sucede en el trabajo de la ciencia. Para estudiar el mundo, no tiene más remedio que usar
un determinado instrumental, determinado juego de conceptos, y trabajar de ahí en adelante como si el
sector de mundo que esos conceptos pueden abarcar fuera el universo completo. A ese trabajo lo llamo
análisis. Es un trabajo que sólo puede ser provisional y transitorio, porque todo análisis provocará en
algún momento una síntesis, la necesidad de reincorporar de algún modo el contexto omitido. Para hacer
las cosas todavía más complicadas, normalmente esa síntesis invitará más tarde a un nuevo análisis,
repitiéndose el proceso. A ese "ir y venir" entre el análisis y la síntesis se le suele denominar dialéctica
(SARTRE 60).
Así pues, dentro de todo texto, producto de un análisis, es decir, de una acotación, quedan huellas
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imborrables del contexto omitido, que claman por una reincorporación de ese contexto. El contexto se
resiste a ser eliminado, aunque desde luego el conocimiento es imposible sin análisis, es decir, sin
separación del mundo en secciones. Esta tensión, que es una tensión dinámica y creativa, produce el
movimiento incansable de la ciencia. Pero además es la fuente de sus más importantes limitaciones, que
debemos mantener presentes en todo momento si no queremos distorsionar el sentido y los resultados de
la ciencia. No habrá ningún sistema científico, ningún lenguaje riguroso, en que no se presenten
contradicciones y lagunas, nudos y vacíos (GUTIÉRREZ 82). Su presencia será un recordatorio
permanente de que no hemos terminado nuestro trabajo, y de que la naturaleza permanece ahí fuera, más
allá de nuestro juego actual de conceptos, esperando nuevas redes para entregarnos otra pesca.
Vemos cómo nuestro juego de conceptos epistemológicos ("epistemología" quiere decir filosofía de la
ciencia) nos va llevando de la mano a mantener ciertas tesis u opiniones sobre problemas importantes de
este campo del conocimiento. Podemos ahora decir que los interrogantes planteados hace un rato sobre la
posibilidad de llegar a la verdad en la ciencia son eficazmente iluminados por el contextualismo. Es
especialmente iluminador el concepto contextualista de la polisemia, es decir de la pluralidad de
lenguajes. Existen diversos lenguajes, para distintos usos, en distintas disciplinas, o incluso en una misma
disciplina para distintos propósitos. Podemos cambiar de uno a otro de ellos, pero no podemos hacerlo sin
pagar un precio, y un precio importante.
De ahí que podamos tener varios lenguajes y sin embargo no caer en la frivolidad del sofista. El precio
que naturalmente pagamos al cambiar de lenguaje es un cierto número de imperfecciones que aparecen en
nuestro marco: contradicciones o nudos, lagunas o vacíos. Dónde se den éstas, aquí o allá, en nuestro
sistema, puede ser un factor más importante y de más repercusión práctica que el hecho de que existan o
no existan. De ahí la importancia de tener a nuestra disposición lenguajes alternativos, y de dominarlos
bien para saber cuál de ellos es más conveniente emplear en tales o cuales circunstancias. Proveer a la
persona de esos lenguajes alternativos es la función principal de la educación, sea esta general o
profesional.
Como ven, este concepto contextualista, pragmatista, o instrumentalista (como queramos llamarlo) del
lenguaje y de la ciencia, es muy fecundo. El lenguaje y la ciencia son instrumentos en las manos del
hombre, no son sistemas sagrados que sean intocables por naturaleza. Como obra humana, están al
servicio del hombre y sólo su conveniencia genérica es criterio adecuado para juzgar su valor intrínseco o
su valor relativo en relación con otros lenguajes y otras ciencias. Y en último análisis es el valor
adaptativo de esos instrumentos, su valor de supervivencia para la especie humana, lo que los vindica
dentro del amplio campo de la historia y de la cultura.
La posible objeción a estas tesis, de que nos hace naufragar en el escepticismo, no se sostiene. Alguien
podría decir, por ejemplo, que considerar las teorías como instrumentos, en vez de como verdades
absolutas, nos convierte en verdaderos "prisioneros de nuestras teorías", que nos impiden salir al "mundo
real". La mejor contestación que conozco es la que expresa el filósofo contemporáneo, Karl Popper:
Admito que en cada momento somos prisioneros del marco de nuestras teorías, nuestras
expectativas, nuestras experiencias pasadas, nuestro lenguaje. Pero somos prisioneros en un
sentido muy particular: si lo procuramos, podemos librarnos de nuestro encierro en cualquier
momento.
Agrego yo: si tenemos suficiente imaginación, o educación, y si estamos dispuestos a pagar el precio de
abandonar la seguridad de nuestra previa prisión.
Por supuesto, nos hallaremos de nuevo en un encierro, pero (presumiblemente) será uno mejor y
más cómodo; y en cualquier momento, de nuevo, podremos forzar nuestra huida también de él.
Alternativas contrarias
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La visión de la ciencia que he presentado, no es desde luego la única posible; existen como alternativa,
principalmente la concepción dialéctica de la ciencia, representada por el materialismo dialéctico, y la
concepción positivista –en sentido lato, que incluye también a filósofos no induccionistas, como Karl
Popper (POPPER 62)–. No es este el lugar para referirme detalladamente a ellas. Me limito a afirmar que
la visión contextualista recoge lo mejor de ambas posiciones y lo integra en un todo coherente y eficaz.
Del positivismo heredamos una sensibilidad especial por las técnicas lógicas. Igualmente y sobre todo, el
planteamiento de los principales problemas, especialmente el de la relación entre el lenguaje teórico y el
lenguaje de observación. De hecho, el surgimiento del contextualismo como la filosofía de la ciencia
preponderante hoy por hoy en el mundo intelectual de Occidente es en parte el resultado de la autocrítica
de los filósofos positivistas, que insensiblemente han ido modificando sus posiciones en una dirección
que apunta hacia soluciones contextualistas. No obstante, el giro radical hacia la nueva posición se
presenta con la aparición de trabajos, como los de Kuhn o Foyerabend, inspirados en el estudio de la
historia de la ciencia, cuyos resultados no parecían corresponder a las enseñanzas de los filósofos
positivistas.
Básicamente, lo que estos historiadores-filósofos descubrieron fue que los científicos tienden a defender
sus teorías contra los experimentos, mediante distintos mecanismos modificadores superficiales, en vez
de, como postulaban los positivistas, entregar la fortaleza a la primera embestida de un ejemplo en
contrario. Las teorías se abandonan no frente al experimento de resultado insatisfactorio, que siempre
puede ser digerido por medio de adecuadas modificaciones en puntos no medulares de su tela intelectual,
sino cuando su estructura se complica tanto que debe ser reputada inferior frente a mejores alternativas.
Las teorías se sustituyen unas a otras no por razones semánticas sino por razones pragmáticas.
Uno de los hallazgos más interesantes en el trabajo de estos historiadores-filósofos ha sido la clasificación
del quehacer científico en dos estilos perfectamente diferentes que Kuhn denomina ciencia normal y
ciencia revolucionaria y que corresponden a períodos distintos y recurrentes de la historia de la ciencia.
Los científicos del primer período tratan de salvar el paradigma científico, y su función es buscar las
mejores revisiones y ampliaciones de la teoría en vigencia para absorber los resultados de los
experimentos en curso. Los científicos del segundo tipo buscan en cambio una forma totalmente nueva de
hacer ciencia, impulsados por la acumulación de anomalías en el paradigma vigente, no tanto por el deseo
de novedad ni por confianza en la efectividad, todavía no demostrada, de un nuevo paradigma.
Esta distinción, entre dos tipos de actitud está basada en la estructura social del momento, y no en que
existan de suyo "hombres articuladores" y "hombres cuestionadores". Además, tiene un carácter
fundamental. Personalmente creo que es una distinción que va más allá de los confines de la ciencia y se
aplica a todos los órdenes de la vida social. En política, en negocios, en educación, o en cualquier otro
ramo de la actividad humana hay personas especialmente aptas para sacar el mejor partido de las
condiciones imperantes, que se manifestarán especialmente en los períodos de estabilidad cultural. Y
también hay otras que, en períodos de inestabilidad, manifestarán su insatisfacción con esas condiciones
poniendo en tela de juicio las premisas sobre las que actúan la mayor parte de sus contemporáneos. Tales
personas estarán dispuestas a arriesgarlo todo por causas impopulares y eventualmente pueden hacer
posible un cambio cualitativo para el avance de su sociedad y de la humanidad.
Conclusión
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Decíamos al comienzo que el científico trabaja con un juego de categorías o lenguaje, que posibilita una
determinada visión del mundo, distinta de la del hombre corriente. Ahora podemos agregar que también
el hombre común trabaja con un determinado juego de categorías, menos abstractas que las que usa el
científico, pero igualmente idiosincrásicas. Cada grupo humano posee un lenguaje propio, que determina
su visión del mundo y constituye su cultura, en el sentido antropológico de esta palabra. No es menos
difícil por ejemplo el problema de comunicación entre un biólogo y un científico social que el problema
de comunicación entre un habitante de la ciudad y uno del campo, dentro de una misma nacionalidad. En
los dos casos hay juegos de categorías en conflicto, y necesidad de considerarlos integralmente, como
complejos lingüísticos, para intentar establecer algún contacto. Las dificultades de comunicación son
evidentes, pero no desesperantes. Para citar de nuevo a Karl Popper:
Dicho de otra manera, lo importante será saber hasta qué punto se habrá independizado de la cárcel de las
palabras, residencia oficial de todo dogmatismo. La acción intelectual responsable, en cualquier profesión
o campo de la vida en que nos movamos, será siempre la que venga iluminada por la luz de muchos
contextos: el histórico, el filosófico, el artístico, y desde luego el científico, cada uno de los cuales la
enriquecerá a su manera. Será la acción del hombre educado, capaz de ensamblar situaciones con ayuda
de muchos lenguajes, y capaz también de cuestionar cada uno de ellos en determinadas circunstancias
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Problemática Epistemológica
de la Pedagogía
Carlos E. Barbosa
Carlos_si@hotmail.com
Índice
1. Introducción
Sin embargo, hay que tener en cuenta que la pedagogía no educa ni enseña, ya
que eso compete a los docentes. Si planteamos que corresponde a la pedagogía
decidir sobre los contenidos de la enseñanza, podemos encontrarnos frente a un
planteo ético. ¿A quién compete decidir qué es lo que se enseña? ¿A los padres? ¿Al
gobierno? ¿A los pedagogos? Si tomamos como educandos sólo a los habitantes con
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Una visión diferente es presentada por Quintanilla (1980), citado por Fernández
(op. cit.), al presentar a las ciencias como programas de investigación, mientras
que lo esencial en ellas pasa a tener carácter de plan, de proyecto, de acción,
orientadas a finalidades específicas.
En forma semejante (1989), dice que ciencia se define por ser un punto de vista
determinado acerca de lo real, es decir, que el objeto de las diferentes ciencias no
son partes distintas de la realidad, sino distintas ciencias leen el mismo mundo
empírico desde interrogantes diferentes. También puede considerarse dentro de
esta visión la definición de Dewey (1968), cuando dice que ciencia significa la
existencia de métodos sistemáticos de investigación que, cuando se dirigen a
estudiar una serie de hechos, nos ponen en condiciones de comprenderlos menos
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3. Desarrollo Temático
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experimentación y operacionalización."
Y siguiendo con esta idea, y el aporte de los que proponen el posmodernismo
cuando mencionan "la muerte de las ideologías", se enmarca lo que recuerda
Stouvenel (op. cit.): "...la clasificación de las ciencias y las disciplinas tomó un auge
particular con la reivindicación positivista de la autonomía de la ciencia. Hoy,
consumado ese proceso, el acento se pone menos sobre el desarrollo ramificado en
direcciones y más sobre la intersección cada vez más densa de los diferentes planos
de investigación y de acción.
Las definiciones sobre ciencia dadas por Durkheim, citado por Geneyro (1990),
Dewey (1968), y también Follari (1989), que fueron mencionadas anteriormente,
se acercan más a la visión posmoderna más realista, que a la positivista.
Justamente es el texto de Follari (op. cit.) el que interrumpe la rigidez de las
exposiciones de Langlois et Seignobos, Planchard (1986) o Fernández (1999), en
particular cuando indican que los conocimientos tienen que ser sobre un objeto
determinado.
Sobre el tema, dice Laeng (op. cit.): "Ya en este momento es prácticamente
imposible implantar criterios taxonómicos que delimiten la clasificación de campos
objetivos definidos por género y diferencia específica." Y Stouvenel (1998):
"También sigue vigente la idea que afirma que un mismo objeto puede ser
considerado desde varios puntos de vista, como una pluralidad de objetos
formales."
Bunge (1986), citado por Stouvenel (1998), afirmaba que a pesar del espacio
propio que cada ciencia supone, la investigación actual se vuelve más
interdisciplinaria en tanto los problemas que trata son más trascendentales.
De acuerdo a esta visión posmoderna de la ciencia, expresada en estos últimos
párrafos, es cierto que puede tomarse a la pedagogía como ciencia. En las
definiciones sobre pedagogía de Planchard (1986) y Fernández (1999) mencionadas
anteriormente, se indica que el objeto de la pedagogía es la educación. Los que
relativizan su carácter científico dicen que ésta se basa sobre investigaciones de
otras "ciencias", pero en la comparación con las ciencias fácticas, de indudable
naturaleza "científica", hemos visto que esto no es un impedimento. Y también
podemos afirmar que aquellos que plantean que son muchas las disciplinas que se
ocupan de aspectos relativos a la educación, restándole así validez a la pedagogía,
se han quedado con los ideales "positivistas" del modernismo.
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4. Interpretación
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comunidad, los pedagogos tendrían que plantearse si con esta discusión no están
perdiendo protagonismo, justamente en lo que concierne a su pretendido objeto: la
educación. Si ese objeto se fuera adaptando a la mayor especificidad que
representa la didáctica, ¿no pasarían los pedagogos a ser los especialistas
consultados en las decisiones que se tomen en materia de educación? Y en otro
nivel, no va a ser el pedagogo quien decida la oferta de una institución, pero sí
puede ser el que determine los medios para que esa oferta sea llevada a cabo en la
forma más eficiente.
En el último párrafo la pedagogía estaría planteada como una disciplina tecnológica,
y no como una ciencia, pero es una discusión carente de sentido. Por un lado,
existe la realidad planteada por Stouvenel (1998) cuando se refiere al aumento en
la unidad del saber, a la relación ciencia – técnica, que es ya indiscutible a nivel de
la práctica, y que releva el problema teoría – práctica. También hay que considerar
que la "tecnología" que desarrolla un pedagogo, se basa sobre investigaciones
"pedagógicas", a su vez basadas sobre los aportes de otras disciplinas.
5. Conclusiones
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hombre.
6. Bibliografía.
Carlos E. Barbosa
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Edad: 44 años - Título: Licenciado en Ciencias Geológicas - Post-título de formación
docente
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