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Intervención en un niño autista

con TDAH y Asperger


Hernández-Conteras, Xavier-Andrés,
Torres-Verdugo, Marco-Antonio, Sánchez-
Márquez, Miguel-Arturo
24/10/2018

Universidad Autónoma de Baja California


Introducción

El TDAH y el Asperger son considerados obstáculos para el correcto aprendizaje y la


comprensión de la educación, especialmente en la etapa básica de la educación en
México. Guzmán y Hernández (2005) sugieren estrategias que implementan el
aprendizaje considerando las serias dificultades que un alumno con TDAH y Asperger
pueden tener como consecuencia del trastorno orgánico que padecen.

Dichos autores, exponen las dificultades de aprendizaje en lectura y escritura


que pueden experimentar los niños con TDAH y los instrumentos más adecuados para
evaluar los procesos cognitivos implicados en estas habilidades. Uno de los puntos
clave que tocan es la hiperactividad y su efecto sobre la atención, como el mayor
desafío que enfrente un docente al interactuar con quienes padecen dicho trastorno.

Mena (2002) explica que el niño predominantemente inatento es un niño que


parece no escuchar cuando se le habla directamente, que parece que sueña despierto,
que le cuesta ponerse en marcha y que, a menudo, olvida o pierde cosas. Como
consecuencia, la atención sesga el aprendizaje y dificulta la labor del educador para
establecer control sobre un grupo, ya que un solo factor de esta índole afecta
directamente al grupo social en el que ocurre la conducta blanco. Como ejemplo,
ponemos la hiperactividad, Mena explica que el niño predominantemente hiperactivo-
impulsivo se mueve de un lugar a otro en momentos inapropiados, mueve manos y pies
en exceso, se balancea y se levanta a menudo de su silla.

Para dar respuesta a la pregunta planteada durante muchísimo tiempo “¿Por qué
es que el niño hiperactivo se comporta de esa manera? Es necesario retomar las palabras
del prestigioso Rusell Barkley, retomado por Mena (2002), explica:

“… como respuesta a estas preguntas que el TDAH es más que un


trastorno de la atención; es también un trastorno del sistema ejecutivo
del cerebro. Esta actuación no sólo posibilita regular la conducta en el
presente, sino que también prepara a la persona en la elaboración de
intervenciones posteriores mediante la autovaloración de las posibles
consecuencias derivadas de escoger uno u otro comportamiento.”
Con lo anterior en mente, una correcta intervención deberá incluir una
evaluación y un diagnóstico estandarizado para determinar si el sesgo cognitivo que el
menor tiene se le puede atribuir a un daño orgánico per-se, y no a un proceso incorrecto
de aprendizaje (modales, educación básica, reglas sociales). La importancia de esta
primera etapa para determinar la severidad, consistirá en evaluar al infante con escalas
de pruebas neuropsicológicas para posteriormente aplicar un programa de reforzamiento
y fomentar conductas funcionales y sustituir las no funcionales.

La sub-escala de atención de la prueba Neuropsi se evaluará una vez que haya


sido aplicada al infante, posteriormente y de comprobarse un problema de atención que
sobrepase la desviación estándar, se procederá a implementar un programa de
reforzamiento que sustituya conductas aversivas o disfuncionales por conductas
agradables y funcionales con base en el entorno del menor.

Bibliografía
Guzmán, R., Hernández, I. (2005) Estrategias para evaluar e intervenir en las Dificultades de
Aprendizaje Académicas en el Trastorno de Déficit de Atención con/sin Hiperactividad.
Revista de Teoría, Investigación y Práctica Educativa. España: Publicaciones La Laguna.

Mena, B. (2002) Intervención desde el ámbito escolar en el TDAH. Departament de Piscología


Evolutiva y Didáctica. Universitat d`Alacant: Barcelona, España.

Protocolo de intervención educativa con el alumno con TDAH. Dirección General de Educación.
Gobierno de La Rioja: España.

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