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IAC MARCOS

ALUMNOS: AGUSTIN MUÑOZ – GUIDO PLAZA

CIUDADES PARA LA GENTE - JAN GEHL

Cuando el movimiento moderno irrumpe en el urbanismo, a partir de los años 60, las ciudades
comienzan a crecer a toda velocidad, los arquitectos celebran su singularidad con bellos
edificios y, en general, edificios, barrios y espacios son sugerentes y de una arquitectura
llamativa y atractiva cuando los aislamos unos de otros o los observamos a vista de pájaro,
pero en general forman espacios urbanos inhabitables cuando descendemos a la escala del
peatón.

Los espacios urbanos deben devolverse a los peatones, recuperando el terreno cedido a los
automóviles.

Gehl propone volver a esta escala humana y, avalado por una larga trayectoria, demuestra que
las personas y sus comportamientos no son tan distintos en diferentes ciudades del mundo y, a
pesar de que la planificación urbanística en general se ha realizado de espaldas a las personas,
en beneficio del automóvil, sabemos reclamar nuestros espacios y qué hacer con ellos cuando
se nos brinda la oportunidad. Su experiencia más significativa a este respecto fue en la ciudad
de Nueva York, dónde propuso cerrar al tráfico de forma temporal varios tramos de Broadway
y la mayor parte de Times Square, la plaza central de la ciudad más importante del mundo. El
resultado es por todos conocido. Los peatones tomaron estas calles, espectáculos y reuniones
se desarrollaron de forma continua y los comercios multiplicaron sus beneficios de forma que
fue imposible volver a arrebatar estos espacios a las personas.

Regeneración del frente portuario en Oslo.

A partir de la experiencia de Copenhague, Jan Gehl ha realizado intervenciones urbanísticas,


siempre con el mismo criterio, en Brighton, Christchurch, Londres, Melbourne, Nueva York o
Sidney. Defiende que hay que tratar de arreglar estos 50 años de urbanismo de espaldas a las
personas y arremete contra los modelos de ciudad con edificios como “botellas de perfume”,
tipo Dubai. Partiendo de que todas las ciudades han sido ocupadas y diseñadas partiendo del
coche, Gehl habla de tres tipos de ciudades, invadida, abandonada y reconquistada, según
siguen ocupadas por el coche, se han convertido en ciudades-dormitorio sin vida pública o
están en el camino de recuperación para las personas, entre las que cita a Barcelona.

Intervención en Times Square.

Gehl propone que todos los recorridos urbanos se realicen a pie, bicicleta o transporte público,
limitando el uso del coche para trayectos interurbanos, buscando las relaciones
interpersonales perdidas, fomentando el estilo de vida saludable y mejorando aspectos
ambientales. Este es el resultado de la crítica al imperante estilo de vida y la solución al
modelo de ciudad actual en que se busca la comodidad, dónde es posible pasarse el día
sentado (cama, coche, trabajo, coche, casa) y en el que se recomienda el ejercicio de salir a
caminar o correr todos los días, como epítome absurdo de la comodidad. En una reciente
entrevista, Gehl hace referencia a que sólo con cambiar el hábito de vida, abandonando el
coche y caminando una media de una hora todos los días, lo que se consigue con facilidad en
centros urbanos que han “expulsado” al automóvil del terreno del peatón, expertos señalan
que la esperanza de vida aumenta una media de siete años, además de recordar que
Copenhague ha liderado de forma repetida los índices de población feliz en los últimos años.
Intervención en Brighton.

Su trabajo parte de la pequeña escala, presta especial atención al “reducido espacio dónde se
asienta un edificio” y lucha contra puertas y vallas en la ciudad. Para decidir la mejor ubicación
posible de bancos públicos y terrazas, estudia el soleamiento, el movimiento de la gente y
analiza los espacios que proporcionan más “seguridad” al peatón (es de todos conocido que la
“seguridad” es un factor muy importante a la hora de elegir asiento, prefiriendo siempre en
una cafetería los asientos en zonas de pared que en el medio de la sala). Se comenta que antes
de comenzar a proyectar el plan urbanístico de Copenhague se pasó un año observando los
tránsitos y actuaciones de las personas de una ciudad-modelo, para entenderlos y aprender. Es
probable que éste sea el éxito de los espacios diseñados por Gehl, que siempre parecen
pensados desde el punto de vista humano.

Las ciudades para la gente deben considerar espacios urbanos que sean más amables para
sus habitantes, que posibiliten el encuentro con los otros y generen nuevas miradas
sobre lo público; así, la planeación de las ciudades ya no sólo se reduce a un debate
técnico sobre diseño o arquitectura, sino a la relación que dichas disciplinas tienen con
las prácticas sociales y culturales que se desarrollan dentro del espacio urbano.

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