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(a) Debe ser constante. Tendemos muchas veces a orar solamente en las grandes
crisis de la vida; pero es en la oración diaria donde el cristiano encuentra la fuerza
diaria.
(b) Debe ser intensa. Una oración vacilante no nos llevará a ninguna parte. La
oración requiere concentración de todas nuestras facultades en Dios.
(c) No debe ser egoísta. Los judíos tenían un dicho: «Que cada uno se una con la
comunidad para la oración.» Creo que a menudo nuestras oraciones se
concentran más de la cuenta en nosotros mismos, y tienen demasiado poco en
cuenta a los demás.
Tenemos que aprender a orar por los demás y con los demás tanto como a solas
y por nosotros mismos.
Por último Pablo pide las oraciones de sus amigos por él mismo. Pero no les pide
que oren por su comodidad o su paz, sino para que siga teniendo oportunidad
de proclamar el secreto de Dios: que Su amor es para todos los seres humanos.
Haremos bien en recordar que todos los obreros cristianos necesitan que su
pueblo les sostenga las manos en oración.
LA BENDICIÓN FINAL Efesios 6:21-24 Tíquico, nuestro querido hermano y fiel
consiervo en el Señor, os proveerá de toda la información para que vosotros
también sepáis cómo me van las cosas y cómo estoy. Para eso precisamente os
le envío: para que conozcáis mis asuntos, y él os anime el corazón. ¡Que la paz
sea con todos los hermanos, y el amor que acompaña a la fe de Dios Padre y del
Señor Jesucristo! ¡Que la gracia sea con todos los que aman al Señor Jesús con
un amor que desala a la muerte! Como hemos visto, la Carta a los
Efesios era una carta circular, y el que la llevaba de iglesia en iglesia era Tíquico.
Al contrario que en la mayor parte de sus carta, Efesios no contiene ninguna
información personal de Pablo, salvo que estaba en la cárcel; pero Tíquico, al ir
pasando por las iglesias, les contaría cómo le iba a Pablo, y les comunicaría un
mensaje de aliento. Pablo termina con la bendición, en la que aparecen de nuevo
todas las grandes palabras y realidades cristianas.
La paz que era el bien supremo, la fe que era la total confianza y dependencia de
Cristo, la gracia que era el precioso don gratuito de Dios: estas eran las cosas que
Pablo pedía a Dios para sus amigos. Por encima de todo, Pablo Le pide a Dios el
amor, para que ellos puedan conocer el amor de Dios, para que puedan amar a
los demás como Dios los ama, y para que puedan amar a Jesucristo con un amor
más fuerte que la muerte.