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Riesgos de la ideología
La teoría también se transforma
en una fuerza material cuando
se apodera de las masas
Karl Marx.
A Lautaro Videla, por su consecuencia
en los ideales compartidos
INTRODUCCIÓN
Los ídolos del foro son producto de la convivencia social. Allí los hombres
se comunican, hacen negocios, firman contratos; pero en ello el lenguaje vulgar es
un riesgo que la ciencia debe superar. Las palabras hacen violencia al espíritu,
afirma Bacon. Y en su tiranía todo lo turban. Como es evidente, el dominio del
lenguaje parece ser el fondo desde el cual todos hablan con idénticas posibilidades
de éxito. En este caso no se hace distinción de quienes se benefician de la idolatría
en el foro. En su misma tiranía las palabras serían inocentes.
Los ídolos del teatro poseen cualidades fabulosas. Arrojar los ídolos de
nuestras interpretaciones y percepciones es una tarea de purificación espiritual. La
presencia de los ídolos del teatro puede ser verificada empíricamente pues la
historia muestra su adhesión y unidad con la religión y la teología. En su tenaz
ataque Bacon arremete contra Aristóteles, los sofistas y los supersticiosos; la lógica
y el silogismo no son recursos sólidos para alcanzar la verdad pues no permiten el
acceso a la realidad. La explicación baconiana atribuye a la tradición aristotélica
una desviación que no podía caer en otro terreno sino en la metafísica del primer
motor inmóvil. Algunas ficciones, es decir, idolatrías, han llegado a adquirir
carácter sagrado y hay que combatirlo. El brillo de los ídolos es vano. Digamos por
nuestra parte que si a las ideologías se les exigiera cantar, enmudecerían.
Del mismo modo como Bacon aconseja, con firme resolución, proscribir
todos los ídolos y “libertar y purgar definitivamente de ellos al espíritu humano”
(idem: 44), debemos proceder con voluntad para combatir las desviaciones de la
ideología. Su defensa del método inductivo y el ataque al método deductivo es
demoledor y sin claudicaciones. Con su mismo espíritu rebelde reiteramos que todo
avance auténtico de la ciencia exige una confrontación radical con la tradición y la
autoridad. La costumbre tampoco justifica una reverencia a lo que dicen o repiten
otros, por respetable que sea el pensamiento de esa autoridad.
Dice Marx (1984:126) “Las categorías económicas no son otra cosa que las
expresiones teóricas, las abstracciones de las relaciones sociales de producción,
(…) estas relaciones sociales determinadas son productos de los hombres (…).Los
mismos hombres que establecen relaciones sociales conforme a su productividad
material producen también los principios, las ideas y las categorías conforme a sus
relaciones sociales”
Esta larga cita no podía ser interpretada sino en su totalidad para responder a
la pregunta de por qué hay juicios falsos, es decir ideológicos, y cómo se forman
éstos. La respuesta debe incluir cuándo una proposición es ideológica y cuándo no.
Todo nuestro esfuerzo en este trabajo puede ser interpretado como un afán por
desentrañar estas exigencias de Barth. Se trata de un esfuerzo de develación,
desocultamiento y afán por desnudar lo que vela la ideología.
Cuando se reconoce que yo y tú son las fuerzas motrices del nosotros, puede
comprenderse que la superación de una consciencia falsa del mundo, del hombre,
del trabajo, que crea la ideología no es una tarea individual, es una demanda
revolucionaria del nosotros excluidos, invisibilizados, explotados, dominados,
neocolonizados. En autores como Mannheim y Paul Ricoeur la preocupación es
establecer la relación entre ideología y utopía; para Barth es entre ideología y
verdad. La consideración de la esclavitud como condición natural (Aristóteles) no
pareció en modo alguno ser cuestionada en la Grecia antigua y otros momentos de
la historia. Lo mismo puede decirse de la invasión y exterminio de los pueblos
originarios de América Latina. Para J. Locke en su reino, el de la Gran Bretaña,
había “fieras salvajes” a quienes era justo civilizar
Hay un aspecto que Ricoeur parece haber descuidado cuando afirma: “Por
eso Marx como ideólogo de la vida real, debe apoyarse primero en un lenguaje de
la vida real” (p 121). Descarto lo de descuido pues el filósofo francés es muy
riguroso en el lenguaje que emplea. De esto se desprende que el lenguaje de la vida
real en que se apoya Marx no puede ser el lenguaje de la ideología que encubre y
manipula lo real. En estricto rigor, Marx es un filósofo materialista y hombre de
ciencia y, por tanto no es un ideólogo. No parece superfluo en todo caso hacerse
esta pregunta: la ideología ¿forma parte del ideario social o es una ilusión?
Hegel hizo una filosofía del espíritu que culmina la larga tradición del
idealismo filosófico; Marx creó una filosofía desde la corporalidad viviente. Como
diría Neruda, más cerca de la sangre que de la tinta. Hegel pensó la historia como
una totalidad del pasado; Marx concibió la historia inseparable del presente cuya
tarea más alta es la voluntad revolucionaria para transformar el mundo y otorga al
hombre del futuro la dignidad negada.
Una primera distinción está referida a la refutación del idealismo alemán del
siglo XIX que, aún comparte el punto de vista de Destutt de Tracy, quien defendía
la tesis de la ideología como estudio de las ideas. En un segundo plano Marx y
Engels se proponen superar la fuerte influencia religiosa predominante como
manifestación ideológica. En tercer lugar, y tal como Marx denunciará con igual
fervor, se trata de superar el mecanicismo del materialismo evidente en algunos
pensadores alemanes. El núcleo duro de la ideología desde la concepción marxista
reside en rechazar el primado o la hegemonía de las ideas, por su carácter abstracto,
en minusvalía de las condiciones materiales reales de existencia de los hombres en
la situación histórica del capitalismo, “ las ideas de la clase dominante son las
ideas dominantes en cada época; o mejor dicho en otros términos, la clase que
ejerce el poder material dominante en la sociedad es, al mismo tiempo, su poder
espiritual dominante” ( Marx y Engels. 1975:50).
Para decirlo con pocas palabras: en una sociedad de clases, las ideas
dominantes son las ideas de la clase dominante. Cuando esas ideas se
estructuran en un sistema y se las presentan como ideas que existen por sí y
desde sí, al margen de las relaciones sociales y de producción, conforman la
ideología de esa clase. Si se observa el paso de la sociedad feudal a la
sociedad industrial, por ejemplo, es evidente que la burguesía procuró imponer
su ideología para conseguir los fines especialmente económicos. De esta
manera su interés apareció como el interés de todos los miembros de la
sociedad, dicen Marx y Engels. Sus ideas se presentaron como las únicas ideas
racionales cuya vigencia se consideró temporalmente absolutas.
Entre los valiosos aportes del filósofo venezolano, debe destacarse con
especial énfasis el concepto de plusvalía ideológica. En sus propias palabras:
La tesis de que la estructura económica del capitalismo, en el
transcurso de los últimos 150 años, ha producido su propia y
específica ideología y, como era de esperarse, ha elevado sus
típicas relaciones de producción a esa esfera, con lo que ha
resultado ese fenómeno cualitativo tan extraño como real que
hemos bautizado con un nombre audaz acaso soñado por Marx:
(pp 114 -115)
Hemos seleccionado tres textos que revelan un lenguaje que va del desparpajo
al cinismo del discurso para justificar la ideología. Corresponden a momentos
distintos, pero tienen el mismo carácter que los Estados Unidos atribuyen a las
operaciones en otros países cuando practican “intervenciones descubiertas”.
Uno de los principales requisitos para que un hombre sea apto
para lidiar con un hierro fundido regularmente es que sea tan
estúpido e impasible que se asemeje, los más posible, en su
cuadro mental a un burro […]. El obrero más adecuado para
cargar lingotes es incapaz de entender la verdadera ciencia que
regula la ejecución de ese trabajo. Es tan estúpido que la
palabra porcentaje no tiene ningún significado para él”
(cursivas en el original)
Cerramos, por ahora estas reflexiones intempestivas, como diría Nietszche, con
esta síntesis de Ludovico Silva:
“La ideología es un sistema de valores, creencias y
representaciones que autogeneran necesariamente las
sociedades en cuya estructura haya relaciones de explotación
(es decir, todas las que se han dado en la historia), a fin de
justificar idealmente su propia estructura material de
explotación, consignándola en la mente de los hombres como
un orden natural e inevitable, o filosóficamente hablando como
una “nota esencial” o quidditas del ser humano.” (Teoría y
Práctica de la ideología 1977 México. Nuestro tiempo).
Referencias
Ibar Varas
Riesgos de la ideología
La teoría también se transforma
en una fuerza material cuando
se apodera de las masas
Karl Marx.