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LA NOTICIA DE LA

SEMANA
 
Italia inaugura nuevo
puente diseñado por
Santiago Calatrava
 
29 de enero de 2018
Tomado de Plataforma
arquitectura
 
Italia acaba de sumar una
nueva obra de Santiago
Calatrava: se trata del
puente atirantado de
Cosenza en la ciudad
homónima, a 300 kilómetros
al sur de Nápoles,
concebido con el objetivo
de integrar dos áreas
urbanas de la ciudad que
actualmente se encuentran ALGO MÁS SOBRE LA POSTAL
desconectadas por el río  
Crati: Contrada Gergeri y Via Desde su apertura oficial en 1971, la Carrera de Arquitectura
Reggio Calabria.
Construido con los
de la Universidad Simón Bolívar (USB) tuvo que lidiar con
materiales característicos de varios aspectos que marcaron significativamente sus
la trayectoria de Calatrava primeros años de funcionamiento, algunos de los cuales
-acero, hormigón y piedra perduran hasta el día de hoy: el pertenecer, siendo una
natural-, el proyecto es un disciplina diferente, a una casa de estudios de talante
puente con un único
pilar inclinado, con un
tecnológico; el mostrarse como alternativa, formando
tablero de acero de 140 profesionales dedicados eminentemente a sus estudios, a la
metros de longitud, un politizada Escuela de Arquitectura de la UCV; el ubicarse en
ancho de 24 metros y una un lugar si se quiere aislado dentro del ya distante valle de
altura máxima de 82 metros, Sartenejas; y el dejar en manos de un grupo inexperto
destinado al tráfico rodado
y peatonal. Su forma
(aunque muy bien asesorado) de arquitectos provenientes en
recuerda al primer puente su mayoría de la Universidad de Cornell la estructuración del
del mundo con un pilono pensum y su conducción administrativa.
inclinado: el del Alamillo en Los años transcurridos hasta el egreso de su primera
Sevilla (España), obra promoción en 1977 estuvieron compartidos entre la
también diseñada por
Calatrava.
experimentación propia de quienes eran parte de una
Además de cruzar el río importante apuesta, la puesta a prueba de los
Crati, en uno de los lados el planteamientos conceptuales que la soportaban y el esmero
puente pasa por encima de de parte del cuerpo docente por dedicar la mayor atención al
dos vías del ferrocarril. bien seleccionado grupo de estudiantes, en medio de un
Según revela la oficina, el
proyecto considera una
clima donde el trabajo de taller, el alejamiento de todo ruido
potencial ampliación "con que no fuese el estrictamente disciplinar y el exclusivo
un apeadero cubierto con compromiso con los estudios dentro del agobiante régimen
una pérgola de acero y académico que los caracterizaba, vieron el despertar
cristal, dando acceso desde paulatino de una actitud crítica ante el modelo de enseñanza
uno de los extremos del
puente a ambos lados de
allí presente el cual buscaba en lo posible el alejamiento de
las vías". todo tipo de contaminación ya no sólo con la UCV sino con
Respecto al proyecto, la lo que dentro de la propia USB empezaba a ser un
oficina explica: Uno de los movimiento que en general lo cuestionaba.
elementos más Dentro de ese clima comienza a aflorar en el estudiantado
característicos del puente, y
el más visible desde buena
perteneciente a las primeras camadas la necesidad no sólo
parte de la ciudad, es el de organizarse sino de tener la oportunidad de hacerse
pilono inclinado que escuchar dentro de una estructura que no facilitaba las
sustenta el tablero. Su cosas. La revista Galpón 5 (nombre que toma de la
esbelta caja de acero tiene edificación que alberga fundamentalemente los talleres de
una forma cuadrada
con esquinas redondeadas
diseño de la Carrera), aparecida a comienzos de 1978
que se inclina hacia atrás momento en que ya había salido el primer grupo de
para hacer expresar toda la egresados y se había producido el relevo del primer
tensión de los cables coordinador y fundador de la Carrera, el profesor Alberto
y dirigir visualmente hacia el Tucker por Eduardo Trujillo, es la más tangible manifestación
centro urbano de Cosenza.
Además, en su conjunto, los
del giro que poco a poco se empezó a dar tendiente a lograr
cables que sustentan el una aún tímida vocería. Coordinada por los entonces
tablero y la forma sugieren bachilleres Antonio Azpurua, David Bassan, Marisabel E.
la imagen de un arpa Bueno, Elena Carbonell, Bertha Fuenmayor, Luis Emilio
gigante.  Pacheco y María del Carmen Sarría, esta revista, según se
El puente de Cosenza forma
parte de una ambiciosa
recoge de su Editorial, “nace de la necesidad de promover
revisión urbana que busca una dinámica dentro del estudiantado, actitud indispensable
revitalizar las diferentes en la formación de un profesional". En dicho Editorial se
áreas de la ciudad. El añade: "El carácter de la revista no va a ser informativo. Su
municipio ocupa fuerza radicará en la medida en que sea voz de los
actualmente el undécimo
lugar por ecosistema
estudiantes, que exprese su pensamiento y contribuya a
urbano de 104 ciudades formarlos. (…) El objetivo es buscar una actitud crítica que
italianas, según la permita tomar posición ante nuestra formación y ante el
asociación ambiental más acontecer humano. La polémica provoca una toma de
importante de Italia y uno posición, la toma de posición es formación”, toda una
de los principales miembros
de la Oficina Europea de declaración que encierra el ambiente de apertura y debate
Medio Ambiente y de la que por aquel entonces existía y se requería.
Unión Mundial para
la Naturaleza.
Asesorados en la diagramación por Nedo M.F. con
En palabras del alcalde de fotografías de Maritza Domínguez, portada diseñada por el
Cosenza, Mario Occhiuto, el profesor Guillermo Carreras y logo del estudiante Carlos
nuevo puente “no es una Cartaya, el primer número de Galpón Cinco, que contó con
simple construcción 16 páginas, encerró en su contenido además del Editorial las
funcional, sino una obra
arquitectónica que, junto
siguientes secciones: Preguntas al coordinador Arq. Eduardo
con otras actuaciones que Trujillo; Opinión de algunos egresados; los artículos
estamos llevando a cabo, “Protestar” de Moisés Ramírez y “Sobre las materias
convertirán a Cosenza en paralelas” de Jesther Rojas y Jazmín Ferré; y una muestra de
una de las ciudades más la actividad docente representada a través de Trabajos de
bellas de Europa que
atraerá a miles de nuevos
Taller (acompañados de la entrevista “Diálogo con la
visitantes”.  vivienda”) y de los textos provenientes de la asignatura
Por su parte, Santiago Crítica de la Arquitectura “¡Y apareció el barroco! de Hernán
Calatrava ha señalado el Pisani y “Arquitectura es…” de Gladys Rincones.
orgullo que para él supone Tras su lanzamiento y luego de numerosos e infructuosos
que el puente contribuya “a
vertebrar dos áreas de la
intentos por reactivarla Galpón Cinco reaparece 22 años más
ciudad que hasta ahora tarde para no salir más como ha ocurrido con tantas otras
permanecían experiencias de este tipo. En ese momento le correspondió
desconectadas más allá de al profesor Carlos Pollak presentarla indicando que cuando
lo espacial. Me siento él era Jefe de Departamento tomó la iniciativa la cual fue
halagado de que las
autoridades de Cosenza
asumida por el profesor Alejandro Borges y culminó el
hayan confiado en mí profesor Luis Emilio Pacheco. Para su impresión no se
para desarrollar este requirió de recursos institucionales debido a los aportes que
proyecto dentro de su se lograron obtener de algunas empresas.
ambicioso plan de Posteriormente, en 2014, siendo Henry Vicente el
revitalización urbana”.
Desde su inauguración,
Coordinador de la Carrera y con el apoyo de un equipo de
residentes y turistas han profesores y estudiantes, aparece en formato digital
subido imágenes a redes tomando el relevo y el espíritu original de Galpón Cinco, la
sociales como Instagram revista 5 de la cual también se publicó el número 2 en 2015,
sobre sus impresiones del sin que hasta ahora se haya tenido noticias de su
proyecto.
continuidad.
ARQUITECTOS EXTRANJEROS Y ARQUITECTURA NACIONAL
 
A raíz de la conmemoración el año pasado del 450 aniversario de la fundación de Caracas se
llevaron a cabo, casi simultáneamente, dos eventos de diferente tenor tendientes ambos a resaltar
el legado dejado por arquitectos procedentes de o establecidos en Norteamérica a través de
múltiples intervenciones realizadas en nuestra ciudad capital a lo largo de 50 años o, en otras
palabras, desde que Venezuela pasó a ser prioridad para los Estados Unidos como su proveedora
fundamental de petróleo.
La exposición “Our architects en Caracas. Arquitectura norteamericana en Caracas. 1925-1975” y
el proyecto "CCScity450" (reseñados en su momento a través de estas páginas), ofrecen, tanto
desde el detonante que los originó como desde los valiosos productos resultantes de ambas
iniciativas, la oportunidad de retomar la reflexión en torno al significado que cobra la presencia de
profesionales y proyectos foráneos en nuestro país en la conformación de una arquitectura
nacional.
Para empezar vale la pena decir que discriminar radicalmente en un país como Venezuela entre
arquitectura nacional y extranjera no es tarea fácil siempre y cuando se intente ir más allá de un
problema eminentemente territorial. Desde el mismo momento en que fuimos colonizados
sufrimos los embates del desprecio por la cultura autóctona existente y de la necesidad de
importar desde la metrópoli modelos que se implantarán en un territorio y circunstancias muy
diferentes del que procedían. Esta manera de actuar, signada por una perenne dependencia de los
dictámenes que vienen del exterior, para muchos es una constante que perdura hasta nuestros
días con diversos grados de intensidad y variados polos de influencia. Esta dependencia, se
insistirá, consiste no sólo en la copia de determinados patrones o la adopción de determinadas
modas sino en la conformación de una actitud o una mentalidad adicta a la aprobación del influjo
dominante, lo cual automáticamente convierte  en "extranjero" todo intento "nacional" de producir
cultura bajo tales condiciones. Ni qué hablar de la posible intervención en territorio “patrio” de un
arquitecto no oriundo, del producto que procede de la llegada de un venezolano educado en el
exterior o del egresado de una universidad nacional formado bajo una alta impronta
extranjerizante. Los casos del mismo Carlos Raúl Villanueva y Carlos Guinand Sandoz o del
contingente de arquitectos “nativos” que durante las décadas de los 40 y los 50 del siglo pasado
empezó a ejercer hasta regularizarse la situación académica de la Escuela de Arquitectura de la
Universidad Central de Venezuela, pasarían a ser en tal sentido claros ejemplos de lo señalado.
Es por ello que cuando se observa de un lado el grado de cosmopolitismo creciente alcanzado
por la arquitectura venezolana a partir de la década de los 40 del siglo XX y del otro el calado que
en algunos arquitectos u obras va teniendo la reinterpretación que pide y ejemplifica un Villanueva
ya aclimatado para con el pasado arquitectónico del país, uno no puede menos que preguntarse
hasta qué punto nos encontramos ante una muy buena oportunidad para debatir sobre el grado
de "extranjerización" o no que alcanza nuestra arquitectura en aquella etapa y sobre la capacidad
desarrollada o no de traducir los mensajes exógenos al interior de la práctica profesional nacional.
Sin embargo, entre arquitecturas que podemos considerar como directamente importadas por la
vía de la mímesis irreflexiva o nostálgica y claros intentos de adaptación a las variables locales,
debe sin duda establecerse un importante grado de diferencia. Y en este caso no estaríamos
hablando únicamente de la necesaria familiarización al sitio, lote, terreno o parcela donde deba
desarrollarse la edificación y al programa que la determina, sino a otro tipo de aspectos que
deben ser tomados en cuenta que tocan lo histórico, lo ambiental y lo cultural. Desde este punto
de vista nos encontraremos que la incursión en la búsqueda y reinterpretación de nuestras raíces
o el rescate de la herencia cultural del pueblo no son la única patente que pueda esgrimir una
arquitectura que pretenda considerarse nacional a menos que se admita como parte de esas
mismas raíces nuestra condición dependiente, nuestra fascinación por lo externo y nuestra
pertenencia a la cultura occidental. Se trataría, por tanto, el de la nacionalidad de nuestra
arquitectura, de un problema a veces producto de actitudes consecuentes y otras de la
acumulación de respuestas específicas que manifiesten similares preocupaciones.
No existen dudas de la profunda influencia extranjerizante que ha tenido la arquitectura
venezolana. Pero este hecho no puede dejar de lado los esfuerzos emprendidos por adaptar tipos
de vigencia universal a las variables locales o elementos tipológicos de comprobada validez local
a planteamientos con aspiraciones ecuménicas. Y en este sentido es posible encontrarnos en la
muestra seleccionada por los dos eventos que señalamos al inicio, a pesar de la insistencia de
quienes puedan esgrimir la dependencia como argumento en contra, con que muchas veces han
sido o bien arquitectos extranjeros o bien arquitectos venezolanos formados en el exterior quienes
con la mayor honestidad han dado respuestas que bien podrían asimilarse al legado "nacional".
Quede claro pues que es indiferente desde el punto de vista cualitativo quien sea, extranjero o
nativo, el que actúe arquitectónicamente sobre un lugar determinado mientras lo haga con el
conocimiento suficiente. Quede claro también que si bien toda buena arquitectura procede de
actitud de ese tipo, no a toda ella se le puede acompañar con el apelativo de "nacional". Por
último, también es importante afirmar que tanto las unas como las otras son constitutivas de la
identidad arquitectónica de una determinada región por el simple hecho de convivir allí.
Así en Venezuela, al menos en el período que estamos repasando gracias a las actividades
desarrolladas en 2017 y las investigaciones involucradas, se da de la mano de buena parte de los
arquitectos procedentes del extranjero que proyectan en nuestro país un rico encuentro entre lo
local y lo internacional que arranca de una comprensión clara y a la vez rigurosa de las variables a
considerar para dotar de una cierta caracterización a la arquitectura que aquí hicieron. El clima
que se vivía nacional e internacionalmente en aquel lapso que oscila entre la imposición del
“neocolonial” y la crisis del Movimiento Moderno en la inmediata posguerra, con la consecuente
insurgencia de planteamientos vinculados a las nociones de lugar y tradición y a la consideración
de las preexistencias ambientales, los materiales del sitio y las condiciones ambientales,
seguramente colaboraron a que ello fuese así.
Aclarados estos puntos, la hipótesis que nos guía no es otra de que cuando un arquitecto (con el
perfil que hemos descrito) procedente del extranjero actúa en una realidad desconocida o
diferente a la suya se produce con más frecuencia de lo que se piensa una cuidadosa asimilación
y estudio de todas las condiciones que conforman el "nuevo" lugar signado, generalmente, por
una clara distinción entre lo esencial y lo superfluo. Para ello se suele dar otro interesante y no
muy frecuente fenómeno que consiste en la supeditación de la personalidad del individuo al
estricto problema arquitectónico que tiene entre manos y no al contrario.
Desde la perspectiva señalada es que invitamos a mirar de nuevo la respuesta dada por Frederick
Law Olmsted, Jr., John Ch. Olmsted y Charles H. Banks (colaborador) para el trazado y paisajismo
de la urbanización y campos de golf del Caracas Country Club (1928), Wallace K. Harrison para el
Hotel Ávila en San Bernardino (1941), Lathrop Smith Douglass para el Edificio sede de la Creole
Petroleum Corporation (hoy Universidad Bolivariana de Venezuela) en Los Chaguaramos (1954),
Emile Vestuti (junto a Guinand & Benacerraf) para el Hotel Residencias Montserrat en Altamira
(1952) o la sucursal del Banco Unión (hoy Banesco) en la Calle Real de Sabana Grande (1953),
Arthur B. Froehlich para el Hipódromo La Rinconada (1959), Marcel Breuer junto a Ernesto
Fuenmayor y Manuel Sayago para el proyecto del Centro Urbano “El Recreo” (1960) o la evolución
de la dilatada obra de Donald Hatch en Caracas, casos que en medio de las acuciosas
idagaciones realizadas nos parecen relevantes y vale la pena rescatar.
Para cerrar provisionalmente este asunto solo cabe invitar a dejar de lado la falsa creencia de que
para realizar una arquitectura de valor es condición indispensable pertenecer o nacer en el lugar
donde se levanta. Sin embargo, como ya hemos dicho, pareciera ser común a toda buena
arquitectura el manejar las variables estructurales que junto a la destreza en el oficio pueden influir
en su determinación (la historia y la cultura locales, por ejemplo), pero no hay duda de que si ella
parte del conocimiento del marco físico-ambiental, el dominio de las formas constructivas
enraizadas y adecuadas, la aprehensión de la estructura urbana y territorial de la zona de proyecto
y la adecuación de los tipos edificatorios a las funciones requeridas, su valor se incrementará y
aportará su grano de arena a la siempre inconclusa construcción de una arquitectura nacional.

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