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Karl Marx nació en Treverís, Alemania, en 1818. Vivió gran parte de su vida en Londres, la
capital de imperio británico y el centro del capitalismo, donde se originó y tomó gran impulso
la Revolución Industrial. Asistió a las transformaciones que las nuevas tecnologías industriales
produjeran en las sociedades y en la humanidad.
El materialismo histórico es la doctrina del marxismo-leninismo sobre las leyes que rigen la
evolución de la Sociedad humana. El materialismo histórico es la aplicación consecuente de los
principios del materialismo dialéctico al estudio de los fenómenos sociales. Antes de Marx
imperaba en la ciencia la interpretación idealista de la historia. La creación de la teoría del
materialismo histórico está vinculada al descubrimiento más grande hecho por Marx en cuanto
a la interpretación de la historia y de los sucesos históricos.
Marx sostenía que las premisas de toda historia humana son las acciones y las condiciones
concretas con las que se encuentran las personas. El planteaba que el humano, para vivir y
seguir viviendo, deben satisfaces determinadas necesidades básicas y por ello las acciones que
estos individuos realizan van a estar condicionadas por el contexto natural, social, temporal y
espacial en el que se desarrolla su existencia. Y que ésta relación que se produce entre el
medio y la acción de, no sólo, satisfacer las necesidades, sino de producir de igual manera, se
puede comprobar mediante la investigación empírica (observable y experimental)
Para Marx, la historia de la humanidad es la historia de cómo las personas satisficieron sus
necesidades y de las relaciones que establecieron con otras personas por ello, además de la
relación con los instrumentos de trabajo y los productos de dicho esfuerzo.
Marx observa que la historia de la humanidad es una historia de enfrentamientos entre grupos
antagónicos/contrarios. Denomina a ese enfrentamiento lucha de clases.
Para él, el conflicto social es el motor de cambio que permitirá superar –transitando por
diferentes tipos de sociedades- el antagonismo entre los grupos ya mencionados, hasta llegar a
la sociedad que Marx denomina “comunista”, en la que no existirán las clases sociales, por lo
que no habrá grupos antagónicos como explotados-explotadores.
Marx expone que la economía y la tecnología son los factores fundamentales a la hora de
producir los cambios en las comunidades: Desde sociedades recolectoras y cazadoras hasta
sociedades más complejas con tecnología sofisticada.
Marx platea que cuando se da la relación entre capitalista-obrero, por la cual este último
vende al primero su capacidad de trabajo por una cantidad de horas determinadas a cambio
de una paga, se da una producción capitalista que aliena, despoja y divorcia a su productor (el
obrero) de su producto; éste aparece ante los ojos de su creador como una criatura con vida
propia, independiente que quien la ha producido. El trabajador no percibe como propio lo que
ha producido y por lo cual recibe una paga, porque ya no le pertenece, le es enajenado debido
a que él vendió su fuerza de trabajo que hizo ese producto por la paga que le permitirá vivir a
él y su familia. A esta situación Marx la denomina trabajo enajenado; cual se da en las
sociedades capitalistas, donde los hombres alienados no se ven como personas libres sino
como objetos que los grandes grupos económicos usan cuando necesitan y cuando no los
necesitan se desprenden de ellos.
El fetichismo de la mercancía es un concepto creado por Karl Marx en su obra El Capital que lo
denomina como algo mental donde, en una sociedad productora de mercancías, éstas
aparentan tener una voluntad independiente de sus jefes, es decir, fantasmagórica. Es la
ocultación de la explotación de que son objeto los obreros, al presentarse las mercancías ante
los consumidores sin que ellos la vean.
El resultado del fetichismo es la apariencia de una relación directa entre las cosas y no entre
las personas, lo cual significa que las cosas (en este caso, las mercancías) asumirían el papel
subjetivo que corresponde a las personas (en este caso, los productores de mercancías).
Durkheim.
Gran parte de la obre de Durkheim está dedicada a delimitar que debe estudiar la sociología,
es decir, cuál es su objeto de estudio, en qué debe ser distinta de los objetos de estudio de
otras ciencias, en particular de la psicología. También puso gran énfasis en la necesidad de
crear métodos de estudio propios de la sociología.
Durkheim se preguntaba que había detrás de las acciones que todas las personas repetían
constantemente. En su época, los psicólogos habían hecho avanzar sus estudios, demostrando
que algunos comportamientos humanos no tienen un basamento biológico, sino que
obedecen a la estructura de la psiquis humana. Durkheim quería hacer lo mismo con la
sociología, para estudiar los comportamientos habituales de los miembros de la sociedad: si la
repetición de comportamientos habituales no depende de la constitución biológica de las
personas, ni de su constitución psíquica, entonces depende de la sociedad de la que esas
personas forman parte.
Para Durkheim, la sociedad es más que la suma de los individuos que la componen. La
sociedad tiene una existencia propia que va más allá de cualquier experiencia personal y de los
comportamientos individuales, porque existen desde antes del nacimiento de cada individuo
formas reiteradas -y consideradas correctas- de comportamiento que se van transmitiendo de
generación en generación. De esta forma la sociedad, a través de diversas formas de coacción,
produce la obediencia de sus miembros: obedeciendo, los miembros de una sociedad de
mantienen unidos, y así es posible que la sociedad siga existiendo.
Durkheim afirma que es necesario tratar a los hechos sociales como a cosas, porque tales
hechos son externos a los individuos y ejercen sobre ellos una coacción, una obligación de
cumplimiento. Igualmente, señala que para acceder al conocimiento sociológico de los hechos
sociales se requiere trascender la introspección, es decir, la observación que un individuo hace
de sus propios estados de conciencia, pues esta limita su estudio científico.
Los lazos que de establecen entre los miembros de una sociedad, la unión que se da entre
éstos, es -para Durkheim- una de las características del funcionamiento de una sociedad
armónica.
Pequeñas y cerradas.
Sin contactos importantes con el exterior.
Relaciones sociales fuertes que logran la unificación de las personas.
Una conciencia colectiva muy potente, es decir, una visión del mundo común y una
moral compartida por todos garantizada –generalmente- por la religión.
Miembros unidos a través de la solidaridad mecánica.
Sociedades simples de funcionamiento predecible.
Capitalistas e industriales.
Sus miembros están unidos a través de la solidaridad orgánica, concepto que deriva de
la especialización y de la división del trabajo, propias de la sociedad industrial.
Sociedades complejas.
Personas interdependientes, es decir, nadie se basta por sí mismo.
Durkheim apoyaba el avance de las libertades individuales, pero fue testigo de una
preocupante consecuencia de la sociedad capitalista: la ruptura de los lazos sociales propios de
las comunidades preindustriales. Esta ruptura debilita la permanencia social de las personas,
reforzando un sentimiento de desprotección y aislamiento. Por otra parte, si se la compara con
las sociedades de solidaridad mecánica, la sociedad moderna no impone tantas restricciones a
las personas. Existen deberes, pues de lo contrario no existiría la sociedad, pero en el marco de
una mayor libertad y tolerancia.
La anomía se puede definir como la propiedad de una sociedad en la cual los individuos, al no
tener las normas sociales claras y ningún modelo útil de referencia para orientar sus
conductas, se acostumbran a quebrantar las reglas establecidas. Las repercusiones de una
sociedad anómica, a nivel individual y en conjunto con el resto de la sociedad, son terribles, ya
que sin reglas estrictas que guíen al grupo social, los valores de éste se derrumban y la
sociedad termina por perder el orden que la caracterizaba.
9. ¿En qué consistió su estudio sobre el suicidio y cuáles fueron sus conclusiones?
En 1897, Durkheim publicó una extensa obra acerca del suicidio. En ella demostró que el
número de suicidios aumentaba en aquellos países donde se había desarrollado el capitalismo,
y que en ese número era significativamente menor en otras sociedades donde el capitalismo
no había avanzado y cuyos habitantes tenían fuertes tradiciones religiosas.
Los lazos sociales de las sociedades tradicionales eran más fuertes que los lazos sociales en las
sociedades capitalistas, donde las grandes transformaciones habían tenido como resultado un
debilitamiento en la unión colectiva, ya que las antiguas reglas generales no se habían
adecuado correctamente al nuevo contexto social.
Durkheim propuso que, para evitar tener una sociedad anómica, la sociedad moderna debía
rehacer sus lazos sociales y fundar su propia conciencia colectiva, es decir, creencias
compartidas y actitudes morales en común, que funcionen como una fuerza unificadora
dentro de la sociedad capitalista.
Weber
La acción humana es, para Max Weber, la conducta a la que el individuo actuante concede un
significado subjetivo, interno. Cuando la conducta con significado está, además, orientada
hacia otras personas, esta se considera una acción social. Difiere de los hechos sociales,
propuestos por Durkheim, porque estos son independientes de las personas (no subjetivos), y
se imponen.
Max Weber, como Karl Marx, le dio una importancia al desarrollo tecnológico que cambia la
economía de las sociedades y, para desarrollar esta idea, también comparó las sociedades
tradicionales y las sociedades modernas según el modo en que los miembros de cada sociedad
“ven” el mundo.
En las sociedades modernas, la tradición desaparece como guía de las conductas. En estas
sociedades, fundamentalmente urbanas, la tradición pierde valor como orientación para las
acciones y las relaciones sociales. Al no sentirse las personas parte de ninguna comunidad, los
sentimientos de fidelidad y el culto al pasado fueron perdiendo la importancia como actitudes
centrales en la vida. Según Weber, en las ciudades modernas, los individuos frecuentemente
toman decisiones y actúan basados sobre la racionalidad con arreglo a fines, o sea que la
acción está determinada por expectativas en el comportamiento tanto de los objetos del
mundo exterior como de otros hombres; en las sociedades capitalistas existe un predominio
de éste tipo de acciones, que no están cargadas de valores morales, ni descansan en algún
dogma religioso o responden a algún sentimiento de pertenencia comunitaria. En ese sentido
se puede considerar una acción “amoral”: los individuos se vuelven calculadores, previsores,
interesados. Calculan qué conviene más hacer o dejar de hacer para alcanzar sus propios
objetivos.
Para Weber, la revolución industrial y el surgimiento del capitalismo eran las evidencias más
grandes de que la sociedad en conjunto se había racionalizado. Ejemplo de ello era la
racionalización del trabajo capitalista, donde se priorizó la acumulación de riquezas, el ahorrar
energía y no desperdiciar materias primas, a costa de una paga indigna para los obreros, sin
espacio para que estos puedan socializar y se dediquen únicamente a su trabajo.
Desaparecieron las comunidades con vínculos solidarios porque, en el capitalismo, las
personas son vistas como medio o instrumentos para la concreción de sus propios intereses.
Weber postula esta oración al advertir que, en el transcurso de pocos años, surgen numerosas
instituciones administrativas que tenían la función de “racionalizar” – o de ordenar- muchos
aspectos de la vida de las personas, instituciones con información útil para planificar
programas de Estado en los cuales los ciudadanos no podían participar en absoluto.
Max Weber reconoció en la burocracia un modo altamente efectivo de administrar las grandes
organizaciones características de las sociedades capitalistas debido a que en las estructuras
burocráticas existe un predominio de las acciones racionales con arreglo a fines.
El término burocracia fue creado en Francia en 1845. Combina el término francés, boreau
(escritorio u oficina), en un verbo griego que significa “gobernar”. Su significado hace
referencia al concepto de gobierno de los funcionarios. En las primeras épocas se utilizó sólo
en referencia a los funcionarios de la administración pública, y luego se fue extendiendo para
referirse también a las grandes organizaciones en general.
La organización burocrática tiene varias características que la definen: