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I. INTRODUCCION
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la acumulación de riqueza, la explotación de la fuerza de trabajo, la depredación y
una excepcional capacidad de reinvención ideológica cada vez que se encuentra con
un estado sorpresivo de crisis.
Pero otros economistas consideran que entre la crisis de coyuntura, o crisis
de inventario y la crisis estructural no existen solamente diferencias de carácter
teórico, que podrían encontrarse en los libros de texto, existen diferencias que
tienen que ver con la ejecución histórica de sus posibilidades, perfectamente
registradas en la cronología dinámica del sistema capitalista.
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conjuntos de factores a que nos hemos referido arriba, él procede a medir la
duración posible en que podrían operar articulados o no, dependiendo, de nuevo,
de los niveles de riesgo. Y encuentra que, a lo largo del último siglo y medio,
podrían establecerse tres tipos de ciclos: 1-ondas largas de alrededor de 50 años
(ciclos Kondratiev); 2-ciclos intermedios con una duración de 7 a 12 años (ciclos
Juglar); y 3-ciclos cortos de unos 48 meses (ciclos Kitchin)5.
A pesar de las serias objeciones que se le han hecho al ciclo Kondratiev,
debido al sobre énfasis puesto sobre el material estadístico, en virtud de que en los
ciclos largos entran a jugar factores subjetivos de enorme importancia, autores
como Schumpeter lo tomaron muy en cuenta, para sus propios cálculos y
valoraciones sobre el ciclo productivo en el sistema económico capitalista.
Según el autor ruso se puede establecer algún tipo de relación entre
los hechos sociales y el comportamiento del ciclo. Sostiene que durante el
período de expansión y crecimiento de las fuerzas económicas más decisivas se
producen las grandes guerras y revoluciones. Agrega, además, que en los largos
períodos de inflexión o recesión de los ciclos largos, se produce un gran
número de descubrimientos importantes y de invenciones en las técnicas
productivas y comunicativas, las que se aplican en masa durante la etapa
de ascenso del ciclo siguiente. Estas ideas le facilitaron a Schumpeter la
ampliación de su argumento sobre la importancia de la innovación, que se
menciona antes.
Según Schumpeter, como dijimos antes, hay ingredientes externos e
internos en la interrelación que podría establecerse entre diferentes ondas largas
del sistema económico, pues todos los componentes de una crisis o de una
condición depresiva pueden medirse estadísticamente. Ello facilita, sin embargo,
que se puedan establecer paralelismos entre la relativa hegemonía de Inglaterra en
el mercado mundial en el período 1848-1873, seguido de una depresión para los
años 1873-1896; la hegemonía de nuevo del imperialismo inglés en el período
1893-1914, prolongado por una caída precipitada entre los años 1914-1940, y la
fuerte hegemonía del imperialismo norteamericano durante los años 1948-1966,
continuado por un deslizamiento irreversible desde entonces.
Por eso, según esta teoría, debe tomarse en cuenta que es de las
interrupciones del ciclo económico de donde el capitalismo toma sus
impulsos para expandirse a nivel mundial, antes que de las disfunciones de los
mercados. De este modo es posible hacer comparaciones entre las distintas
expresiones hegemónicas del imperialismo, para relacionar el comportamiento de
los mercados, la expansión internacional del capitalismo y el ciclo económico.
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La caída de la tasa de ganancia, los problemas del subconsumo, y las
desproporciones en las que incurre el sistema económico, cuando se trata de
inversiones reproductivas y de ajustes sustanciales en la composición orgánica del
capital, siguen siendo los ingredientes ineludibles en el enfoque marxista de la
crisis y del ciclo, con los cuales se aspira a tener una comprensión más
acabada de las posibles respuestas políticas, sociales y culturales que se le
puedan oponer al sistema como un todo.
Manuel Castells decía en 1978: ―La crisis que sacude al mundo capitalista en
los años setenta es multifacética: política, ideológica y económica. En consecuencia,
la única teoría susceptible de explicarla será aquella que integre esos diferentes
niveles de la realidad social dentro de una perspectiva que entienda el desarrollo
histórico como un proceso contradictorio. La tradición marxista es, en nuestra
opinión, la única que intenta sintetizar el movimiento del capital y el proceso de
cambio social, según su determinación simultánea por la lucha de clases en la
producción, el consumo, el poder y los valores culturales”.
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El sistema vuelve a responder, una nueva Teoría: el monetarismo de
Milton Friedman gana fuerza a fines de los 70s y sobre todo en las décadas
posteriores, y las innovaciones tecnológicas dan nueva vida al capitalismo y
su principal rival, el socialismo y la URSS, cae al empezar la década de 1990.
Recordemos lo anterior:
Para una de las teorías- la teoría del ciclo económico- , entonces,
habrá siempre una etapa de despegue, otra de auge, y una de descenso que, a
veces, abre el camino a la crisis, seguida con frecuencia, de un colapso o de una
parálisis general de la actividad productiva. El último ciclo, que se inicia allá por
1966, es en gran medida, producto de los avances alcanzados por la economía
norteamericana, después de la Segunda Guerra Mundial, cuando pasó a ser la
locomotora de la economía mundial. Recordemos que durante el siglo XIX fue la
economía británica la que jugó este papel. Pero, de acuerdo con el criterio decenal,
el ciclo ha experimentado cortapisas en 1977, 1989, 1997, y la última en 2009 que
aún perdura. Cada una de estas interrupciones críticas de la acumulación, con el
consabido descenso de la tasa de beneficio, ha tenido su expresión ineludible en
un crecimiento desmedido de la tasa de desempleo.
Sin duda entre los años de 1948 y 1966 el mundo capitalista fue testigo de
una época de prosperidad sin precedentes para Estados Unidos, debida, en gran
medida, a las fuertes inversiones de recuperación económica que habían impulsado
en Europa y Asia, a través del Plan Marshall. No sólo llegó a ser el principal
acreedor del planeta, sino que también las mayores reservas de oro del
mundo quedaron en sus manos.
Contra tanta riqueza, los Estados Unidos empezaron a emitir masas
descomunales de dólares, con los cuales prácticamente inundaron el mercado
mundial, una estrategia pensada para compensar los indicios de contracción de su
capacidad de pago en oro, debida a las demandas procedentes de las economías
europeas y asiáticas que buscaban reactivar y fortalecer sus actividades bancarias y
financieras.
De esta forma, en la década siguiente, los años setenta, el dólar entró en
crisis, y aceleró una revisión del sistema monetario y del sistema internacional de
pagos. Con la guerra de Viet-Nam (disfrazada de guerra ideológica 1969-
1975), Estados Unidos intentó contra pesar el impacto que la situación estaba
generando en su capacidad de acumulación y en el proceso de reproducción
capitalista, puesto que la crisis del dólar (1974-1977) era simplemente el
síntoma de un mal mayor: la acerada tendencia que tiene la economía
norteamericana al sobre endeudamiento y al sobre consumo, a través
de los cuales se crea a sí misma cuellos de botella que son,
finalmente, desbloqueados por la economía internacional.
Es así, que Estados Unidos decide desvalorizar el dólar y de esta manera les
pasa la factura a las economías emergentes y dependientes o semi coloniales.
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los países latinoamericanos se declararon insolventes, fue porque las
corporaciones bancarias internacionales, con residencia en Estados Unidos,
habían acelerado el proceso de endeudamiento de estos países para
financiar su propio patrón de crecimiento.
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-como dice el marxismo- en la propiedad privada de los medios de producción y
su contradicción con el carácter social de la producción.
Hoy, más que nunca antes, una crisis en el centro capitalista, tiene efectos
directos en las otras economías prácticamente ―siervas‖ y periféricas del sistema.
La llamada ―burbuja inmobiliaria‖ es también uno de los detonantes de la crisis en
Japón y México. Hubo momentos en que en el centro de Tokyo un metro cuadrado
de construcción costaba US$300,000. Para construir, sin embargo, se requerían
grandes masas de crédito, y para que éste estuviera disponible se necesitaban
ciertos patrones de consumo y rentabilidad y ésta, a su vez, estaba en relación
directa, supuestamente, con la capacidad productiva de la economía que la hacía
posible.
Pero, si el grueso del dinero en los bancos y financieras norteamericanos es
capital-dinero procedente de inversionistas asiáticos y europeos, o de corporaciones
multinacionales con sede en los Estados Unidos, para hacerlo circular hay que
pagarle elevadas tasas de interés al verdadero propietario de tales capitales, con lo
cual el sistema bancario norteamericano se torna en uno de los más endeudados
del planeta y su población asume igual condición de endeudamiento.
En el Siglo XXI, están de vuelta varios mecanismos para sustentar la
acumulación global, o la obtención de beneficios, ante esta crisis. Uno es la
acumulación militarizada: lanzar guerras e intervenciones que producen ciclos de
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destrucción y reconstrucción y generan inmensos beneficios para un complejo
militar-carcelario-industrial-de-seguridad-financiero en continua expansión.
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transferencia de multimillonarios recursos públicos, sin que exista
transparencia sobre su uso.
Esta estrategia se presenta como un neo keynesianismo, y en
realidad se parece mas a un neoliberalismo regulado por el Estado. Pero
además, la ruptura de las dinámicas de financiamiento, producción, distribución y
consumo, tiene como telón de fondo un proceso de sobre-acumulación, donde a la
sobreproducción le corresponde el desplome del consumo masivo. Esta
crisis, pone al descubierto los límites de la acumulación mundial centralizada
basada en la super- explotación laboral, la devastación ambiental y la
financiarización de la economía mundial., en síntesis el fracaso del paradigma
dominante.
De este modo, la grave crisis capitalista es presentada, de manera
reduccionista, como una crisis financiera que hizo eclosión en Estados Unidos,
debido a la desregulación del sistema financiero y a la codicia y especulación del
capital financiero, que en la búsqueda de mayores ganancias se desprendió de la
llamada economía real y recurrió a instrumentos financieros como la titularización,
sucuritización, bursatilización, es decir, lo que se ha dado en llamar la
financiarización.
Bajo ese mecanismo, las enormes ganancias del capital transnancional, los
fondos soberanos, los fondos de inversión y otros recursos financieros ingresaban a
la acelerada órbita del capital ficticio que circulaba entre los recovecos del sistema
mundial, con el respaldo de las nuevas tecnologías de la información
y la comunicación y el visto bueno de los Estados nacionales, en la
búsqueda de ganancias rápidas y grandes. Las estafas estuvieron a la orden del
día. Sin embargo, correspondió a los créditos chatarra otorgados a población de
bajos recursos o ingresos irregulares de Estados Unidos, entre ellos los
inmigrantes, los nuevos pobres, presionar para que explotara la burbuja del sector
hipotecario.
Los pobres son invocados, bajo esta interpretación, como el eslabón más
débil que detonó la gran crisis. Los efectos nocivos pronto trasminaron en la
industria de la construcción, donde se ocupa una buena porción de inmigrantes,
y al resto de la economía de Estados Unidos y del mundo. Ahora, esa burbuja
toma las dimensiones de una depresión económica mundial.
2.1.2.
Otras explicaciones a la crisis la encontramos en la ―La tesis de
sobreproducción” .Según Katz (2009) en ella, sus defensores, identifican una
contradicción entre la desbordante capacidad productiva del gran capital y la
política de abaratamiento laboral que desemboca en el declive de la demanda, en
una crisis de realización. Para quienes adhieren a esta tesis, el neoliberalismo está
en crisis debido a su incapacidad congénita para generar crecimiento sostenido y
desarrollo humano, y representa además el fracaso de las políticas de ajuste
estructural y de la institucionalidad capitalista encabezada por el FMI, BM y OMC.
Aunque el neoliberalismo, en tanto proyecto de clase, brinda buenos resultados en
su propósito de concentrar capital, poder y riqueza en pocas manos.
2.1.3
Desde la teoría del sistema-mundo y del análisis geopolítico, se
anticipa el derrumbe de Estados Unidos como potencia hegemónica mundial
(Wallerstein, 2005; Arrighi, 2007), y el advenimiento de una nueva era comandada
por una gran potencia, como la Unión Europea o Japón, o por potencias emergentes
como Brasil, Rusia, India y, principalmente, China.
Otros autores identifican una severa crisis estructural ante la caída
generalizada de la tasa de ganancia y la imposibilidad de recomponer una ciclo de
valorización de largo aliento (Vasapollo, 2008).
Desde una visión más abarcadora, la crisis cimbra al sistema capitalista
mundial en su conjunto y articula la crisis de valorización y con una multiplicidad de
crisis, como la alimentaria y la energética (Petras, 2009; Veltmeyer, 2009;
Beinstein, 2009; Bartra, 2009). Más aún, se postula la idea de crisis civilizatoria
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para evidenciar el riesgo no sólo del proceso de valorización de capital sino de la
organización de la sociedad contemporánea y la existencia de la vida humana en
diversos ámbitos del planeta (Marquez).
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gran capital y sus agentes que dan cuerpo al llamado imperialismo colectivo.
(Márquez, 2009)
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apetecible de ganancias ficiticias. Las grandes corporaciones canalizaron sus
ganancias hacia la inversión financiera, y no tanto a la inversión productiva o el
financiamiento a la innovación, con el señuelo de acceder a ganancias
extraordinarias. Los países periféricos han sido partícipes del proceso de
financiarización mediante la canalización de ganancias, fondos soberanos, fondos
de pensiones y ahorros hacia fondos de inversión inmersos en estrategias
especulativas del capital financiero, que prometían ganancias prontas y
abundantes, pero sin tener sustento en la economía real. El sistema financiero
internacional se colapsó, al punto en que el crédito entre los propios segmentos e
instancias del capital financiero quedó pronto empantanado.
En cuanto a la sobreacumulación. La sobreproducción y su otra cara, el
subconsumo. La expansión capitalista generó una enorme capacidad de
producción derivado de la ampliación de cadenas globales de producción, la
incorporación de abundantes recursos naturales baratos y la sobreoferta de fuerza
de trabajo barata. Sin embargo, uno de los soportes de este boom fue la
contención y disminución real de los salarios, lo cual repercutió en un desplome de
la capacidad de consumo masivo. La sobre oferta de mercancías no tenían salida
inminente en el mercado vía consumo. Se recurrió al recurso al crédito que
dinamizó el consumo, pero pronto sucumbió bajo los meandros de la
financiarización. El control de las grandes corporaciones transnacionales en la
producción industrial, la agricultura y los servicios produce concentración y
transferencia de riqueza, concentración y destrucción de capital y concentración de
ingreso y expansión de la pobreza, además de que sus operaciones corporativas
devastan el medio ambiente. puesto que sus requerimientos en términos de
cantidad (lo más posible) y de tiempo (lo menos posible)
En cuanto a la enorme explotación del trabajo y la exclusión social.
Sabemos que para el capitalismo, la única crisis que tiene relevancia es cuando se
presenta una caída general en la tasa de ganancia, porque significa una crisis del
proceso de valorización, es decir, una fractura en las dinámicas de financiamiento,
inversión, producción, distribución y consumo. Poco importan las expresiones de
crisis humanitaria, como la pobreza, desempleo, hambrunas, enfermedades, en
todo caso esos son daños colaterales, que eventualmente pueden resarcirse cuando
se recomponga el ciclo natural de los negocios.
Es una crisis de largo plazo, más allá de su contenido como crisis
general de valorización, es una crisis de todo el sistema y es además
multidimensional. Se trata, por lo tanto, de una crisis estructural y
sistémica. Se refiere a expresiones del agotamiento de la estrategia de expansión
capitalista neoliberal. Estas estrategias tratan como mercancías a elementos que de
origen no son mercancías: la humanidad, la naturaleza y el dinero. Es decir, el
capital amplía su dominio sobre las formas de reproducción de la vida humana y el
metabolismo social hombre-naturaleza. Este tratamiento desmesurado pone en
riesgo la existencia misma de la vida humana en varios ámbitos del planeta.
1) Crisis laboral.
Según la OIT GINEBRA. Las elevadas tasas de desempleo que siguen
registrándose a nivel mundial y la persistencia del empleo vulnerable en muchas
economías emergentes y en desarrollo siguen afectando el mundo del trabajo,
advierte un nuevo informe de la OIT. El dato final del desempleo para 2015 se
calcula en 197,1 millones de personas y en 2016 está previsto que
aumente de alrededor de 2,3 millones para situarse en 199,4 millones. Es
probable que otros 1,1 millones de desempleados se agreguen a la cifra en 2017,
según el informe de la OIT Perspectivas sociales y del empleo en el mundo –
Tendencias 2016. Los países subdesarrollados pierden soberanía laboral, es decir,
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la capacidad de generar el suficiente empleo formal de calidad que demanda su
población en edad de trabajar.
2) Crisis alimentaria.
El orden agroalimentario global antepone los intereses de las empresas
transnacionales, desmantela los sistemas de producción de los países
subdesarrollados y sus modos de vida campesino, y genera el problema de la
pérdida de soberanía alimentaria y la insustentabilidad social. Según cálculos de la
Organización de las Naciones Unidas para la Alimentación y la Agricultura (FAO), el
fenómeno metereológico conocido como ―El Niño‖, tendría ya efectos devastadores
en la seguridad alimentaria, medios de vida, nutrición y salud de cerca de 60
millones de personas en todo el mundo, por lo que sería necesaria una ayuda
urgente de más de 2.500 millones $ para labores de emergencia y recuperación de
infraestructuras., de lo que serían paradigma la brutal seguía padecida por
Colombia, Honduras, California Vietnam, Etiopía, Timor Oriental y África Austral,
inusuales inundaciones en Somalia, Tanzania, Estados sureños de EEUU, Argentina,
Paraguay y Uruguay y devastadores incendios en California, Australia, Venezuela e
Indonesia. Por su parte, el economista de la FAO Abdolreza Abbassian, en
declaraciones a The Associated Press, ha señalado que para alimentar la población
mundial, (que llegará a 9.000 millones de personas en el 2050), se necesitará un
incremento de 70% de la producción global de alimentos en los próximos 40 años,
tarea que se antoja titánica pues mientras la población mundial crece un 1,55%
anual, los rendimientos del trigo (la mayor fuente de proteína en países pobres),
habrían sufrido un descenso del 1%.
3) Crisis de subsistencia.
Según cifras de la FAO para 2007, dentro del rango de pobreza se ubicaban
4,750 millones de personas en el mundo; casi la mitad de la población mundial,
más de 2,800 millones de personas en el mundo sobreviven con menos de 2
dólares al día y 1,200 millones de personas lo hacen con un dólar o menos al día
(ONU, 2005). Del mismo modo, la ONU estima que al menos mueren unas 50 mil
personas al día en el mundo a causa de la pobreza extrema
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4) Crisis ambiental.
La desproporción en el consumo de recursos naturales en el sistema capitalista
mundial es desigual: el 20% de la población mundial, concentrada en los países
centrales del norte consume 80% de los recursos naturales (Dierckxsens, 2009b).
La voraz dinámica de acumulación destruye lo que la naturaleza tarda millones de
años en construir.
5) Crisis energética.
El control oligopólico de los mercados de consumo convierte a los energéticos
en una mercancía volátil expuesta a ataques especulativos que castiga, sobre todo,
a los países subdesarrollados dependientes de los energéticos, ya sea porque se
especializan en su producción y exportación o porque, al carecer de ellos, dependen
de su importación. BP acaba de presentar su informe anual sobre producción y
consumo de energía correspondiente al año 2015.
El consumo mundial de energía primaria aumentó en apenas un 1,0% en 2015,
similar al crecimiento inferior a la media registrada en 2014 (+1,1%) y muy por
debajo del promedio de 10 años del 1,9%. Aparte de la recesión de 2009, este
crecimiento global ha sido el más bajo desde 1998.
El crecimiento del consumo ha estado por debajo del promedio de 10 años en
todas las regiones, excepto en Europa y Eurasia; las economías emergentes
representaron el 97% del aumento del consumo mundial. El consumo de la OCDE
experimentó un pequeño aumento, con un crecimiento en Europa que compensa la
disminución de los EE.UU. y Japón. El consumo de China se desaceleró aún más,
aún así registró el incremento más importante del mundo en el consumo de energía
primaria por decimoquinto año consecutivo. Rusia registró la mayor reducción del
volumen del consumo de energía primaria. Por combustible, sólo el petróleo y la
energía nuclear crecieron a tasas superiores a la media, con el petróleo
aumentando su cuota de mercado mundial por primera vez desde 1999.
Las energías renovables continuaron creciendo vigorosamente, hasta casi el 3%
del consumo mundial de energía primaria, mientras que el consumo de carbón
registró el mayor descenso porcentual de la historia. Se estima que las emisiones
globales de CO2 provenientes de la energía han sido planas.
6) Crisis migratoria.
Enormes contingentes de población devienen en redundantes o desechables
para las necesidades de valorización del capital. La cantidad de migrantes laborales
que van de sur a norte y el volumen de las remesas que envían a sus países de
origen han experimentado un crecimiento sin precedentes en todo el mundo. La
cantidad de migrantes ha superado el doble de su magnitud en los últimos 25 años,
alcanzando una marca histórica de 190 millones en 2005. Una proporción creciente
de esos migrantes son migrantes laborales que se trasladan del sur al norte. El flujo
de remesas del norte al sur, que son un componente salarial abocado a subsanar la
subsistencia familiar en lugres de origen, ha crecido aún más, de 48 mil millones de
dólares en 1995 a 199 mil millones de dólares en 2006. El 20 de junio, 2016 el
Secretario General de la ONU enfatizó que el Día Mundial del Refugiado, que se
celebra cada 20 de junio, sirve para hacer balance de los devastadores efectos que
los conflictos ocasionan a las personas. Ban Ki-moon elogió a todos los Estados y
comunidades que realizan esfuerzos en la acogida de refugiados y agradeció
especialmente la generosidad de los países que carecen de recursos, ya que nueve
de cada diez refugiados vive en naciones pobres o de medianos ingresos. El Titular
de la ONU recordó que el año pasado más de un millón de refugiados y migrantes
llegaron a Europa atravesando el mar Mediterráneo en embarcaciones precarias y
que el fallecimiento de miles de personas durante esa travesía es muestra de un
fracaso colectivo a la hora de abordar esta problemática. Ban Ki moon contrastó la
xenofobia y las crecientes restricciones del derecho de asilo en algunos países con
los ejemplos positivos de acogida en otras partes del mundo y llamó a mejorar y
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ampliar las muestras de solidaridad. Por otro lado, el Alto Comisionado de Naciones
Unidas para los Refugiados (ACNUR), Filippo Grandi, señaló que 2016 tiene que
marcar un punto de inflexión e instó a la toma de acciones colectivas para poner fin
a los conflictos que obligan a miles de personas a huir de sus hogares. Ambos
recalcaron la importancia de la Conferencia de Alto Nivel de la Asamblea General, a
celebrarse el 19 de septiembre, que abordará la temática de los grandes
desplazamientos de refugiados como una oportunidad histórica para llegar a un
compromiso sobre esta problemática.
7) Crisis política.
Se registra una crisis institucional, vista como una pérdida de legitimidad de las
instituciones neoliberales, estatales y financieras. Sin embargo, la concentración de
poder ha sido tan contundente que ha desmantelado proyectos y agentes políticos
que podrían encarnar la alternativa y el cambio social. En la actualidad, no hay un
agente colectivo alternativo al gran capital y sus intereses (Márquez, 2009).
8) Crisis cultural.
El pensamiento único representado por la ideología neoliberal se ha inoculado
en la sociedad como sentido común, con el respaldo de los medios masivos de
comunicación, dominados por instancias empresariales monopólicas, plegadas al
neoliberalismo. Ante el agravamiento de las desigualdades sociales, predomina una
sensación de desánimo y apatía, y en menor medida, de resistencia y rebelión. Se
minimiza la cultura, como espacio de crítica, creación y educación, para reducirla a
su mínima expresión, como entretenimiento. (Márquez, 2009).
9) Crisis teórica.
La generación del conocimiento social afronta un momento de letargo ante la
imposición del pensamiento único y la difusión del posestructuralismo. Asimismo, la
adopción de marcos analíticos microsociales inconexos y descontextualizados.
Como resultado, acontece una ruptura en epistemológica entre lo macro y lo micro,
estructura y sujeto, lo global y lo local, el largo y corto plazos (Márquez, 2009).
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regulado principalmente financiero
Posdesarrollo El mito del progreso y la modernidad requiere ser desmantelado para dar paso a
un retorno romántico a la comunidad
Desglobalización La globalización representa un proyecto impositivo que requiere ser desmantelado
en beneficio de un nuevo regionalismo y nacionalismo desarrollista
Posneoliberalismo Trascender el neoliberalismo significa abandonar la idea del mercado como agente
del desarrollo y el cálculo racional de utilidad como su sustrato
Poscapitalismo Crear una nueva organización social más allá del mercado y del móvil de la
ganancia
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3. Otras perspectivas teóricas
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La crisis global contemporánea que, para muchos analistas, apenas estamos
viendo nacer, como constatan las profundas desestabilizaciones económicas
recientes de Europa y EU derribando la ilusión de que conformaba un fenómeno
puramente pasajero, constituye, sin duda, la crisis más compleja, de mayores
alcances e inéditos riesgos, de la historia del capitalismo. Ha llegado cimbrando y
haciendo pedazos la imagen promovida por el discurso del poder en la vuelta de
siglo, ante todo con el crecimiento de EU y el acelerado posicionamiento de China
en la economía del mundo, de que presuntamente había sucedido ya el ingreso
irreversible a una nueva belle époque.
Una de las dimensiones de la crisis en el siglo XXI no solo pone de relieve los
límites históricos del capitalismo, sino los colapsos generados por una de sus
formas. Los de esa configuración a la cual en las últimas décadas equivocada y
demagógicamente se le ha denominado ―neoliberal‖. Al negamos a hacerle
concesiones al discurso del poder debería afirmarse que la configuración que
asumió la mundialización capitalista en las últimas décadas lejos de ser liberal,
más bien, ha sido mentirosa. La crisis del capitalismo global no tiene precedentes
por su magnitud, su alcance global, la extensión de la degradación ecológica y el
deterioro social y la magnitud de los medios de violencia.
No se trata de una crisis cíclica sino estructural –una crisis de
reestructuración, como la que tuvimos en los años setenta, y antes de eso en los
años treinta – que tiene el potencial de convertirse en una crisis sistémica,
dependiendo de cómo respondan los agentes sociales a la crisis y de una multitud
de contingencias desconocidas. Una crisis de reestructuración significa que la
única manera de salir de la crisis es reestructurar el sistema, mientras que
una crisis sistémica es aquella en la que solo un cambio en el propio
sistema resolverá la crisis.
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(periferia) deberían empezar a desarrollarse y a crecer más deprisa que los países
de la OCDE.
Este efecto se ha producido pero de una forma desigual y deficiente. Con
la crisis de los años 70, se van a incorporar a los mercados internacionales países
hasta entonces al margen, y van a nacer por ello Nuevos Países Industriales (NIC).
Se puede decir que con esto habría empezado la deslocalización del tejido
industrial; pero pasados treinta años de este fenómeno se observa que son muy
escasos los países periféricos que se han aprovechado de este fenómeno. Pasado
este tiempo solo unos pocos países de extremo oriente y América latina se han
beneficiado de esto.
La redistribución de la renta no se produce y las diferencias entre primer y
tercer mundo se mantienen o incluso crecen; y la única salvedad que puede hacer
pensar en una cierta deslocalización es que muchos países subdesarrollados hasta
los 70 han crecido de forma impresionante hasta el punto de que en 30 años se han
convertido en economías de primer orden. El causante de estos efectos no es otro
que el hecho de que el concepto del estado-nación está presente incluso dentro de
los agentes económicos causantes de la economía global.
La economía de EEUU, desde 2008 ha estado afectada por una enorme
especulación en los mercados financieros cuyo desplome da la falsa impresión de
que la naturaleza de la crisis es financiera, pero la raíz más profunda se encuentra
en el sistema de producción
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Los procesos de globalización han globalizado, más que nunca, los
mecanismos de acumulación a escala mundial, y las economías están hoy, como
jamás lo estuvieron en el pasado, perfectamente sincronizadas. De tal forma que la
teoría del ―desacople‖ carece de sustancia si pensamos en que, los Estados Unidos
continúan siendo, aunque precariamente, la locomotora de la demanda a escala
internacional, y cualquier catástrofe en los patrones de consumo de la sociedad
norteamericana, debería leerse como un derrumbe en los otros componentes de la
acumulación a escala internacional.
Si partimos del principio de que dos de las características más notables del
capitalismo del siglo XXI son precisamente un aumento espectacular de la tasa de
ganancia y la imposibilidad de una expansión de la acumulación, que permita
ampliar y profundizar los procesos de reproducción del sistema, nos daremos de
frente con el problema que representa para este último el que la desvalorización del
capital, y su consecuente incremento en la extracción de plusvalor, impida la
gestación de una nueva ola de modernización capitalista, tal y como la había
pensado Schumpeter en sus mejores ensueños.
La situación con China es igualmente aleccionadora. Este gigantesco taller
de manufacturas es el principal abastecedor comercial de Europa y los Estados
Unidos, tanto así como para que ciudades enteras hayan surgido en menos de
veinte años, en su totalidad estructuradas para alojar principalmente a trabajadores
extranjeros, procedentes de Hong Kong e Indochina, y dedicarse por completo a la
fabricación de juguetes por ejemplo. La sobre acumulación en China no ha tenido
eco en su descomunal y lenta maquinaria política y administrativa, y, aunque la
expansión comercial ha posibilitado alguna modernización de la estructura
productiva, este país padece serios problemas laborales y sociales que están al
borde de provocar una explosión sin precedentes en época de restauración
capitalista, sobre todo en las ciudades costeras, totalmente volcadas a la
satisfacción del comercio internacional.
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mundo en desarrollo. La ODCE dice que la contribución de los países emergentes a
la producción mundial será cada vez mayor y que en los países más pobres el
ingreso per cápita se cuadruplicará.
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recuperación sumamente difícil. Los años, como decíamos antes, de vivir por
encima de sus posibilidades reales, se habían acabado para América Latina.
La región se vio lanzada a una serie de intentos para ajustar la situación.
Algunos gobiernos, tomaron medidas para reducir con violencia las importaciones,
el gasto público y la demanda interna, con lo cual pensaban impulsar las
exportaciones para reducir la brecha del endeudamiento.
Un escenario así era realmente dramático, pues en 1986 el ingreso per
cápita se acercó al 0.7% por debajo del alcanzado en 1982; y, para 1992, aún no
había recuperado el nivel de los diez años anteriores. La inflación, un componente
crónico en la historia económica reciente de América Latina, despegó sin
precedentes, y la devaluación que la acompañó luego incrementó el precio de las
importaciones. Los recortes presupuestarios fueron anulados por la recesión, la
cual, a su vez, redujo los ingresos por impuestos, obligando a los gobiernos a
imprimir dinero en gran medida.
La inflación promedio anual en unos 19 países de la región fue de 33% en
1970 y de 437% en 1980. Algunos de esos países experimentaron una devastadora
hiperinflación, lo cual nos hace recordar que la inflación actúa como una especie de
impuesto contra los pobres, pues los más ricos, si ahorran divisas, propiedades o
valores, quedarán protegidos contra cualquier inestabilidad monetaria, pero los más
desprotegidos carecen de cualquiera de estas alternativas.
La estabilidad macroeconómica
Desmantelar el proteccionismo y abrirse totalmente al comercio exterior, la
competencia y la inversión extranjera.
Reformar el papel del estado y reforzar el de los mercados con el fin de
hacer más confiables su capacidad para reasignar recursos y capacidades.
Estos tres ejes serían el resultado de una estrategia compuesta por los diez
puntos mencionados y que eran los siguientes:
1. Déficit fiscal lo menor posible para que pudiera ser financiado sin acudir a
tácticas inflacionarias.
2. Gasto público redireccionado para reforzar la inversión en educación, salud e
infraestructura.
3. Reforma fiscal que ampliara la base impositiva y redujera sus tasas marginales.
4. Liberalización financiera, con la intención de que fueran los mercados los que
establecieran las tasas de interés.
5. Una tasa de cambio uniforme lo suficientemente competitiva como para inducir
el rápido crecimiento de las exportaciones no tradicionales.
6. Sustitución de las restricciones cuantitativas al comercio por tarifas, las cuales
serían progresivamente reducidas hasta lograr una tarifa uniforme con un rango del
10% al 20%.
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7. Eliminación total de las barreras que impidan el ingreso de la inversión
extranjera directa.
8. Privatización de las empresas del Estado.
9. Abolición de todas las restricciones para el ingreso de nuevas firmas extranjeras
que pudieran competir con firmas nacionales, incluso en el nivel laboral.
10. Provisión para proteger todos los derechos de propiedad, especialmente en el
sector informal32.
Un estudio del Banco Mundial plantea que la clase media en América Latina
se aumentó en un 50 % en la última década de este siglo, de 103 millones de
personas a 152 millones y sostiene que el logro es causa del crecimiento
sostenido en la región durante los últimos años que, pese a la crisis
económica internacional, ha permitido aumentar la clase media.
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A los miembros de esta ―clase vulnerable‖ les fue mucho mejor que a los pobres en
términos de ingreso, apunta el informe, pero aún carecen de la seguridad
económica de la clase media.
Al menos, el 43% de todos los habitantes de América Latina cambió de clase
social entre mediados de los 90 y fines de los 2000. La mayor parte de este
movimiento fue ascendente?, dice el informe.
El crecimiento de la clase media ha ido de la mano de una fuerza laboral
más educada, mayor participación femenina en el mercado laboral, familias menos
numerosas y una creciente urbanización en muchos países, señaló el presidente del
Banco Mundial, Jim Yong Kim. No es menor el dato que las economías en desarrollo
representan el 75% de la demanda global, frente al 50% en 2006.
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solo deben promover la estabilidad nominal y suavizar el ciclo económico, sino que
deben preocuparse también de los impactos de largo plazo.
En un informe del año 2011, se afirma que Chile, es el país con mejores
indicadores de desarrollo humano de Latinoamérica (según la ONU), es el que ha
sufrido en el último año violentas protestas de sus estudiantes universitarios, que
reclaman acceso gratuito a la educación superior. Hace poco la revista The
Economist se refería a aquellas manifestaciones y las atribuía a las nuevas
exigencias de la emergente clase media latinoamericana.
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Bolsa Familia, de Brasil, y Asignación Universal por Hijo, de Argentina. También se
suman otros factores, como el mejor acceso a la educación, la reducción de las
brechas salariales entre los trabajadores más y menos calificados y las políticas
laborales de algunos gobiernos para acortar las distancias entre ricos y pobres.
Sostiene que cuando la tasa de acumulación de capital crece más rápido que
la economía, entonces la desigualdad aumenta. Para evitar lo que denomina un
capitalismo patrimonial, propone los impuestos progresivos y un impuesto mundial
sobre la riqueza con el fin de ayudar a resolver el problema actual del aumento de
la desigualdad.
Sus trabajos cuestionan de manera radical la hipótesis optimista del
economista ruso Simon Kuznets quien establecía un vínculo directo entre el
desarrollo económico y la redistribución de ingresos, y resalta la importancia de las
instituciones políticas y fiscales en la instauración de impuestos e ingresos públicos
y por tanto en la evolución económica histórica de la distribución de la riqueza.
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Un colaborador de The Economist ha afirmado que la obra de Piketty ha
reescrito doscientos años de pensamiento económico sobre la desigualdad. Las
polémicas se han centrado en dos polos: el primero es la tradición iniciada por Karl
Marx, quien creyó que el capitalismo acabaría autodestruyéndose en la interminable
búsqueda de unos rendimientos decrecientes. En el extremo opuesto del espectro
se encuentra la obra de Simon Kuznets, para quien la brecha de la desigualdad se
reduce forzosamente a medida que las economías evolucionan y se hacen más
desarrolladas. Según Piketty, ninguno de esos razonamientos se sostiene frente a
las pruebas que él ha acumulado. Es más, logra demostrar que no hay razón para
creer que el capitalismo sea capaz de resolver el problema de la desigualdad; un
problema, que, según insiste, lejos de mejorar, empeora. De la crisis bancaria del
2008 al movimiento indignado del 2011, es algo que ya había sido intuido por la
gente común. La singular importancia de su libro es que demuestra de modo
científico que esa intuición es correcta.
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mundo y no es así. No por lo que dijo Marx acerca de las contradicciones
del capitalismo, sino porque, como he descubierto, el capital es un fin en sí
mismo y nada más."
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propiedad de tu departamento o de tu negocio también es libertad para
moverse. Podemos pensar en nuevos tipos de propiedad privada. Algunos
sostienen que necesitamos privatizar todo, y creo que es un error. Algunos
países han ido demasiado lejos en términos de privatizar todo, y ahora no
tienen activos públicos, y a veces tienen más deudas públicas y activos
públicos que son capital público negativo, lo que es un desastre. Hay
formas intermedias de propiedad entre lo público y lo privado que
necesitan inventarse. En el sector de las comunicaciones se habla mucho
sobre el desarrollo de una nueva forma de organización, y financiación
colectiva, más gestión pública participativa. En la educación y en el
sistema de salud nadie está proponiendo transformar la Universidad de
Harvard en una compañía con acciones en el mercado de valores. Algunas
personas, en algún momento, vieron que éste era el final de la historia, y
es un error. Déjeme mencionar también el impuesto progresivo a la
riqueza al que me refiero; no es una pequeña adición técnica al
capitalismo, es una transformación muy radical del capitalismo y de la
propiedad privada porque es una forma de hacer temporal la propiedad
privada: en lugar de ser permanente, cada año tiene que devolver parte de
su propiedad. Por tanto, si tiene una propiedad pequeña, no tiene que
devolver nada. Pero si tiene mucha propiedad privada, podría tener que
devolver entre 5% y 10% por año. Todo depende de lo que observemos en
el mundo real”.
—No creo tener una ideología arraigada. Trato de hacer mi trabajo como
científico social. Mi trabajo es más de historia. La única ventaja sobre el resto de la
gente es que tengo más tiempo para recopilar datos, no es que sea más inteligente
o tenga más ideas. Es sólo que me pagan para recopilar datos y para investigar, lo
cual es un trabajo estupendo.
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—―Entre 1910 y 1970 todos los indicadores económicos, y la
distribución de la renta entre ellos, mejoraron sensiblemente y como en los
últimos años las tendencias empeoraron explica el período 1910-1970
como una excepción debido a la gran depresión y las dos guerras
mundiales. Desde mi punto de vista, no hay normas y no hay excepciones.
Todo depende de las elecciones políticas que hacemos, las instituciones
que elegimos. El período 1910-1970 no estoy diciendo que fue una
excepción, sólo que estuvo influenciado por un número muy grande de
eventos específicos. La Primera Guerra Mundial, la Gran Depresión, la
Segunda Guerra Mundial son eventos bastante específicos. Incluso es más
que eso, también resulta que indujeron cambios muy grandes, o
percepciones de la economía, el sistema de creencias sobre el trabajo y la
economía. La Revolución Bolchevique también fue gran parte del cambio.
En Francia, los mismos grupos políticos de derecha o centroderecha
rechazaron el impuesto a las ganancias en 1914 con una tasa impositiva
del 2%. De repente aceptaron tener un impuesto a las ganancias
progresivo con una tasa impositiva del 60%. ¿Por qué cambiaron de
opinión tan rápido? En parte porque la Revolución Bolchevique ha
cambiado completamente el panorama político e intelectual, y ellos
sintieron que, después de todo, la aplicación progresiva de impuestos es
mejor que la expropiación. Estas percepciones sobre desigualdad e
institución pueden cambiar muy rápido, pero en el siglo XX fueron
afectados por estos eventos políticos e internacionales muy específicos”.
Quizá lo único que pienso que fue excepcional en el período 1910-1970, en
la década de la posguerra, es que tenemos un crecimiento muy pero muy rápido en
todos lados, en su mayoría debido a la reconstrucción, porque se había destruido
mucho. Y eso es relativamente único. La transición demográfica también muestra
que hay mucha evidencia que sugiere que esto fue único y que no volverá a
suceder.
—―Debemos hacer todo lo que podamos para ayudar a las personas a tener
el número de hijos que desean. Tengo tres hijos y voy a tener más. Me encantan
los niños y me encanta el crecimiento. Y también debemos fomentar la innovación.
Y si tenemos un crecimiento del 5% voy a ser muy feliz. Sólo estoy diciendo que
deberíamos tener un plan B en caso de que esto no suceda. La gente dirá: ―El
crecimiento va a resolver todos los problemas‖. Es un error. Y la gente dirá: ―Ahora
es diferente, con la tecnología de la información el crecimiento será infinito‖. No,
cuando miro el período de 1900-1910, algunas personas en los Estados Unidos me
dicen: ―No nos preocupamos por esta economía agraria previa a la Primera Guerra
Mundial‖. Pero no se trataba de una economía agraria; 1900-1910 es también un
tiempo con una gran cantidad de innovación, pero al mismo tiempo una gran
cantidad de desigualdad. Hubo una gran cantidad de innovación. Hemos inventado
el automóvil, la electricidad, la radio. Eso es más importante que lo que es
Facebook hoy. O, al menos, tan importante. Y esto no fue suficiente para generar
un valor de crecimiento del 5%; era todavía 1-1,5% al año, lo cual es mucho más
que el 0% de las sociedades preindustriales. Si es del 1,5% por año no será
suficiente para evitar que la alta concentración de la riqueza suceda. No puedo
predecir el futuro, nadie lo sabe‖.
En el prologo al libro ―La crisis estructural del capital‖ de Mëszäros Istvan,
Samir Amin dice: ―La caída del sistema financiero en el 2008 representa solo la
punta del iceberg. Esta larga crisis estructural del tardío capitalismo oligopólico
comenzó en los años 70, acompañada por la crisis de la hegemonía de los
Estados unidos. Aparentemente la misma fue ―superada” por algún tiempo,
entre 1990 y 2008 gracias a la profundización de un nuevo patrón de globalización
imperialista basado en el despliegue del control militar del planeta por los EEUU y
sus aliados subalternos de la OTAN, y en el comienzo de una guerra interminable
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contra las naciones del sur. El financiamiento represento el talón de Aquiles de ese
sistema y, por lo tanto, no sorprende que la crisis pasara a una nueva fase a través
de una caída financiera…‖.
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