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Los testigos

La presente reflexión se realiza a partir de dos discursos breves pero significativos del Papa Francisco,
el primero en torno al rezo del Ángelus en 2016 que como particularidad se refirió a san Esteban como
primer mártir, y el segundo en enero de 2017 dirigido a la Comisión mixta entre católicos y ortodoxos,
en donde subraya lo trascendental de la comunión entre iglesias a través de ser mártires de Cristo

Para iniciar es importate señalar brevemente parte del contexto que ahora se vive en el mundo
con respecto a las religiones, a lo espiritual, a lo trascendente, en donde la fragmentación de la persona
con lleva a una permisividad debido a la búsqueda de lo inmediato, de lo práctico, del sin compromiso,
del falso respeto (que más hace referencia al desinterés que por el bienestar del otro). Esto va
estableciendo un peligroso individualismo, en donde los propios intereses, la propia satisfacción
personal, traducida de forma extrema en egoísmo, van generando concretamente un ambiente de
injusticia en todos lo ámbitos de la sociedad, ya que el dar la espalda al bien del otro, a la misericordia,
al amor, al perdón, al encuentro, como trascendentales de Cristo para la libertad y la felicidad, trae
como consecuencia la división en la propia persona, en la sociedad, el pecado en todas sus expresiones.

Ante el panorama antes planteado, la libertad religiosa es imperativo asegurarla dice el Papa
Francisco, debido a que un buen religioso, en el sentido profundo de quien vive su fe no estará
fragmentado en su persona y puede dar testimonio verdadero de lo que vive en dicha fe, porque "No se
puede ser cristiano y vivir como un pagano", que es el punto de quiebra de muchos que profesamos
débilmente la fe en Jesucristo. Y por lo tanto hay temor profundo de ir caminando en lo cotidiano
señalando lo que divide en la sociedad, y solo pocos se atreven a "dar testigo a Jesús en la humildad,
en el servicio silencioso, sin miedo de ir contracorriente y de pagar en propia persona".

Pero si enfrentamos los temores ante lo que pueda dañarnos y nos fortalecemos en Cristo,
siendo verdaderos testigos de su amor, existe una promesa insuperable comenta el Papa Francisco:
aunque seamos "odiados por todo a causa de su nombre y que, quien haya perseverado al final se
salvará". Porque el mártir genera unión, su testimonio congrega a los cristianos, es generador de vida,
porque se vuelven reconstructores de esperanza, “confortando con la paz que viene del Señor”.

Finalmente nuestro ser cristiano no debe estar dividido, no existe negociación en la misión que
cada uno de nosotros tenemos al seguir al Maestro, y donde hay fracturas, donde donde hay injusticias,
donde sea nuestro cotidiano vivir, debemos ser testigos de la esperanza, y si en ello nos va la vida
misma por no ser comprendidos y hasta odiados, hay que recordar que el mismo Maestro fue
perseguido y que “al igual que en la Iglesia primitiva la sangre de los mártires fue semilla de
nuevos cristianos, así la sangre de tantos mártires será simiente de unidad que irá creciendo,
como signo e instrumento de un futuro en comunión y en paz”.

Víctor Guerrero Hernández SDB

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