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EMPRESAS POLÍTICAS

AÑO VI · NÚMERO 9 · 2º SEMESTRE 2007


Una parte de la correspondencia entre
Carl Schmitt y Jesús Fueyo (1962-1967)

Jerónimo Molina
Universidad de Murcia

Resumen Palabras clave


La intensa relación de Carl Schmitt con los juristas Carl Schmitt; Jesús Fueyo; Escuela española del
y universitarios españoles de los años 1950 y 1960, Derecho político.
así como su influencia sobre el régimen de las Leyes
fundamentales, constituye una parte muy impor- Key words
tante de la historiografía política española contem- Carl Schmitt; Jesús Fueyo; Spanish School of Cons-
poránea. Este artículo presenta, con un importante titutional Law.
aparato crítico, la correspondencia conservada
entre Schmitt y el letrado del Consejo de Estado
Jesús Fueyo.

a correspondencia de Carl Schmitt constituye un elemento de primer orden para quien se


L ocupe de la influencia de su pensamiento sobre sus interlocutores españoles, una gavilla
de juristas y escritores políticos entre los que se cuentan las mejores cabezas de las genera-
ciones de 1936 y 1954, particularmente los universitarios que han integrado el núcleo de la
Escuela española del Derecho político (1935-1969)1: Javier Conde, Carlos Ollero, Luis Díez
del Corral, Enrique Tierno Galván, Manuel García Pelayo, Jesús Fueyo, Rodrigo Fernández-
Carvajal y otros que han picado igualmente alto, en la cátedra, como Álvaro d’Ors o Antonio
Truyol o Rafael Gibert, o fuera de ella, como Gonzalo Fernández de la Mora. El estudio de

1 La revista Empresas políticas, por su vocación historiográfica, constituye el archivo de ese momento de la conciencia jurídica hispá-
nica, radicada en la Universidad de Madrid (Facultades de Derecho y de Ciencias políticas y económicas) y el Instituto de Estudios
Políticos. Sin par desde el eclipse, mediado el Seiscientos, de las últimas promociones de juristas teólogos, cuyo centro difusor,
directa o indirectamente, fue el claustro salmantino. Véase J. Molina, «Un jurista de Estado: Fernández de la Mora», en Razón
Española, nº 142, 2007, pp. 187-189. En la reseña que Fernández de la Mora escribió sobre La época de Franco (J. Andrés Gallego
et al., Rialp, 1992) reza también que «entre 1939 y 1975 la cultura española registra una generalización sin precedentes, y figuras
comparables a las más destacadas desde el Siglo de Oro»: en Razón Española, nº 53, 1992, p. 372.

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su obra se viene retrasando en España por razones que muy poco tienen que ver con la vida
académica o científica. Los vicios peores de la vida universitaria –miedo y autocensura de un
lado y seguidismo intelectual e inercia de otro–, así como la ideologización del magisterio
son los motivos últimos de que un asunto de tan alto rango intelectual permanezca en bar-
becho2.
El pensamiento político y jurídico de Carl Schmitt está vinculado, con la persistencia de
los lugares comunes, a la obra de las generaciones universitarias españolas del segundo tercio
del siglo XX español. No puede decirse, en este sentido, que la «Recepción de Carl Schmitt»
en España sea una temática todavía virgen. Con mayor o menor acierto han mencionado el
asunto o se han ocupado de él investigadores probos y menos probos. Los resultados han sido
muy desiguales. Por esta razón no pueden colocarse en el mismo plano monografías como las
de José Antonio López García, «La presencia de Carl Schmitt en España»3, y Ramón Camp-
derrich y José Antonio Estévez Araujo, «Der Einfluss Carl Schmitts in Spanien»4, con las
mucho más serias y objetivas de Pedro Carlos González Cuevas, «Carl Schmitt en España»5,
y Gabriel Guillén Kalle, Carl Schmitt en España. La frontera entre lo político y lo jurídico, obra
esta muy rica en información a la que cabe oponer sin embargo ciertos reparos formales6. Han
ayudado también a la exégesis hispánica del schmittianismo algunas bibliografías7, un género
académico injustamente considerado segundón en España, y la edición de la corresponden-
cia completa entre Schmitt y el romanista Álvaro d’Ors. Esta correspondencia8, sin duda de

2 En condiciones de normalidad académica y verdadera libertad intelectual, la obra de cualesquiera de los juristas citados sería
óptima cantera de trabajo para jóvenes doctorandos. Las cautelas y reparos que en la universidad española se oponen a quienes
desean abrirse camino científico trillando en las eras que la socialdemocracia de cátedra ha abandonado anulan, muchas veces,
el empuje de los investigadores noveles. Es extraño, pero al mismo tiempo sintomático de un estado de la opinión, que no haya
todavía una tesis doctoral sobre el pensamiento de Rodrigo Fernández-Carvajal, Jesús Fueyo, Carlos Ollero, Manuel García Pelayo
o Nicolás Pérez Serrano, maestro este último de la generación anterior. Contrapunto de la atonía de ciertas cátedras son, sin
embargo, tesis doctorales como la que Ana Valero dedicó a Javier Conde (Formas políticas y Derecho político según el pensamiento
de Francisco Javier Conde García, inédita, Facultad complutense de Derecho, 2004, dirección de José Iturmendi) y Luis Sánchez
Movellán a Fernández de la Mora (El razonalismo político de Gonzalo Fernández de la Mora y Mon. Fundación Universitaria
Española, Madrid, 2003, dirección de Dalmacio Negro). He tenido noticia recientemente de una Tesina-DEA sobre El pensamiento
político de Gonzalo Fernández de la Mora, cuyo autor es Álvaro Rodríguez Núñez. La investigación de Rodríguez Núñez, dirigida
por el profesor Miguel Anxo Bastos Boubeta, se defendió en la Universidad de Santiago de Compostela el pasado 3 de septiembre
de 2007. Una parte de ese trabajo está recogida en Á. Rodríguez Núñez, «Envidia e igualdad en el pensamiento de Gonzalo Fer-
nández de la Mora», en Razón Española, nº 148, 2008.
3 En Revista de Estudios Políticos, nº 91, 1996.
4 En Rüdiger Voigt (Ed.), Der Staat der Dezisionismus. Carl Schmitt in der internationalen Debatte. Baden Baden, Nomos Verlag,
2007, pp. 150-164. Cfr. J. Molina, «Antischmittscher Affekt. Notas para el “caso Schmitt”», en J. Molina y J. Giraldo, Carl Schmitt:
derecho, política y Grandes espacios. Medellín, EAFIT-SEPREMU, 2008.
5 En P. C. González Cuevas, La tradición bloqueada. Tres ideas políticas en España: el primer Ramiro de Maeztu, Charles Maurras y
Carl Schmitt. Madrid, Biblioteca Nueva, 2002.
6 Madrid, Edición del autor, 1996. Del libro del Privatgelehrter Guillén Kalle, agotado, por cierto, desde hace tiempo, se han podido
servir casi todos los estudiosos españoles de Schmitt, aunque es raro encontrar a uno sólo que reconozca el beneficio que de él ha
obtenido. La azarosa historia de este libro es la de una edición de urgencia que discretamente amparara al autor frente a ciertos
hábitos plagiarios de una Universidad en decadencia.
7 Véanse Pedro Fernández Barbadillo y Carlos Ruiz Miguel, «Bibliografía en español», en Dalmacio Negro (Ed.), Estudios sobre
Carl Schmitt. Madrid, Fundación Cánovas del Castillo, 1996; y J. Molina, «Contribución a una bibliografía panhispánica de Carl
Schmitt», en Empresas políticas, nº 4, 2004. Nada comparable, desde luego, a las bibliografías de Piet Tommissen, «Zweite Fortset-
zungsliste der C. S. – Bibliographie vom Jahre 1959 (abgeschlossen am 1. Mai 1978)», en Revue européenne des sciences sociales,
nº 44, 1978, y a la más reciente de Alain de Benoist, Carl Schmitt. Bibliographie seiner Schriften und Korrespondenzen. Berlín,
Akademie Verlag, 2003.
8 Véase Montserrat Herrero (Ed.), Carl Schmitt und Álvaro d’Ors. Briefwechsel. Berlín, Duncker und Humblot, 2004.

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interés, ha sido publicada en Alemania, pasando desapercibida en España. Hasta la fecha, la


única correspondencia schmittiana editada en español ha sido la que el Viejo de Plettenberg
mantuvo con Javier Conde9.
Dejando a un lado la rica correspondencia entre Schmitt y d’Ors, la única comparable con
otros densos epistolarios publicados en Alemania10, el intercambio de aquel con sus amigos
y colegas españoles tiene un interés relativo. Sin embargo, el estudio de esa correspondencia
no es despreciable si de lo que se trata es de decantar una imagen o, mejor, la imagen española
de Schmitt. El acervo postal se conserva, rara vez completo11, en el Legado de Carl Schmitt12
del Archivo de Nordrhein-Westfalen (Landesarchiv NRW), en su sede de Düsseldorf13. Tiene
interés, desde luego, buena parte de la correspondencia con Tierno Galván –casi 30 cartas– y
Díez del Corral –casi 50–, pero también, aquí y allá, algunas cartas de Rafael Gibert, Manuel
García Pelayo, Luis García Arias, José Lois Estévez, Alfonso García Valdecasas, Felipe Gonzá-
lez Vicén, Manuel Sánchez Sarto o Pedro Salinas14. Lo mismo puede decirse de la correspon-
dencia librada entre Schmitt y Jesús Fueyo, que a continuación se ofrece en estas páginas15.

9 Véase J. Molina, «Carl Schmitt – Javier Conde: correspondencia (1949-1973)», en Razón Española, nº 131, 2005.
10 Entre los últimos véanse E. Jünger y C. Schmitt, Briefwechsel. Berlín, Klett-Cotta, 1999; Ernst Forsthoff y Carl Schmitt, Briefwechsel
1926-1974 Berlín, Akademie Verlag, 2007; Carl Schmitt y Ludwig Feuchtwanger, Briefwechsel 1918-1935. Berlín, Duncker und
Humblot, 2007; Hans Blumenberg y Carl Schmitt, Briefwechsel 1971-1978. Francoforte del Meno, Suhrkamp, 2007.
11 Al menos en el caso de la correspondencia española faltan casi todas las cartas remitidas por Schmitt.
12 Véase Paolo Becchi, «El Nachlass schmittiano. El legado de Carl Schmitt en el Archivo estatal de Düsseldorf», en Revista de Estudios
Políticos, nº 100, 1998. Becchi incluye, en la nota 14, p. 185, una relación completa de los correspondientes españoles, así como el
número de cartas, postales o telegramas. Pero la información de este utilísimo ensayo no siempre es exacta. Como hemos tenido
ocasión de comprobar, los catálogos del Archivo de Düsseldorf contienen algunos errores, los mismos que vician la nota de Becchi.
Algunas cartas, insuficientemente identificadas, están mal atribuidas; no obstante, la identificación es relativamente sencilla para
un historiador o jurista español. En algún caso, los nombres recogidos por Becchi no son españoles: así, el «Montezani, Luis» que
consta en su relación, donde en realidad debería rezar «Montezanti, Néstor Luis», no es español, sino argentino (Montezanti es
camarista federal y catedrático de Derecho político en la Universidad Nacional del Sur, en Bahía Blanca). Un error persistente, parti-
cularmente en la bibliografía alemana, es la conversión de «Francisco Javier Conde García» en «Francisco Javier Conde Graupera».
Errores como estos deberían tener fácil enmienda.
13 El acceso al Nachlass schmittiano está todavía sometido a la autorización previa del Administrador del legado (Nachlassverwalter),
Dr. Jürgen Becker. Agradezco al Dr. Becker que me haya franqueado el acceso a ese material de trabajo. El Dr. Wolf Rüdiger Schleid-
gen, Director del Archivo de Düsseldorf, me dio todo tipo de facilidades para mi investigación. La misma se ha de desarrollar en dos
etapas: agoté la primera a finales de julio de 2007; la segunda se ha de demorar todavía un año (octubre de 2008). He recibido
para ello la generosa «Invitación» del Deutscher Akademischer Austausch Dienst (DAAD). Mi primera incursión en el Nachlass de
Schmitt se remonta al 11 de septiembre de 2001. En todo momento he contado con la ayuda incondicional y desprendida de
Günter Maschke.
14 En el Nachlass de Düsseldorf se encuentran 3 cartas (en alemán) de Pedro Salinas a Carl Schmitt, remitidas entre marzo y julio de
1934. Objeto de las mismas fue cursar invitación al jurista alemán para pronunciar «tres lecciones sobre el Nacionalsocialismo» en
la Universidad Internacional de Santander, los días 15, 16 y 17 de agosto de 1934. Una escueta edición de las mismas aparecerá
en un próximo número de esta revista.
15 La correspondencia de Fueyo en el Nachlass de Düsseldorf comprende 7 cartas dirigidas a Carl Schmitt por el español entre 1962
y 1967. También una carta de Fueyo a Ánima Schmitt de 1963. Por las cartas de Fueyo conocemos las fechas de casi todas las
remitidas por Schmitt: 12 de abril de 1962 (seguramente la primera del carteo), 5 de enero de 1964, 18 de enero de 1964, 24
de mayo de 1964, 13 de junio de 1964 y 30 de enero de 1967 (seguramente la última de las suyas). Ninguna de estas cartas se
conserva en el archivo duseldorfo. Tampoco se conservan en el archivo de Jesús Fueyo. Su hija Mª Jesús Fueyo Munguía conjetura
que pudieron quedar, con otros papeles y correspondencia de su padre, en el I. E. P. Si no han sido distraídas o convertidas en pasta
de celulosa podrían aparecer. Günter Maschke me ha facilitado copia de la carta de Schmitt a Fueyo de 13 de junio de 1964. En
el registro del Nachlass aparece catalogada como una carta de Schmitt a Fueyo una carta dirigida al español por Ánima Schmitt:
Landesarchiv Nordrhein-Westfalen. Hauptstaatsarchiv Düsseldorf (en lo sucesivo: Landesarchiv Düsseldorf) RW 265-13023.

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1. Schmitt y Fueyo: vera politicae amicitia

Jesús Fueyo declaraba en su primera carta al Viejo de Plettenberg que al estudio de su obra
«[debía] bases esenciales de su modesta formación»16. Como otros compañeros de promo-
ción, Fueyo recibió el magisterio ex lectione de Carl Schmitt a través de las incitaciones de
jóvenes maestros del Derecho político como Javier Conde y Carlos Ollero. Ahora bien, si para
otros juristas políticos de la época Schmitt no fue sino una estación de paso (Ángel Sánchez
Agesta, Ollero, Rodrigo Fernández-Carvajal, Gonzalo Fernández de la Mora, Manuel Jiménez
de Parga)17, para Fueyo la obra schmittiana será una fuente permanente de meditaciones.
Sobre la legalidad y la técnica, desde luego, pero sobre todo acerca del Estado como forma
política concreta de la época moderna y la defensa de la constitución.
En una carta de Álvaro d’Ors, fechada en Santiago el 21 de mayo de 1955, el romanista le
escribe a Schmitt sobre sus compañeros del claustro compostelano. Ahí se encuentra, tal vez,
la primera información que tiene Schmitt de Fueyo, catalogado por d’Ors como un jurista
«del grupo de Conde»18 que acababa de ganar la cátedra de Derecho político de Santiago
pero que, seguramente, continúa d’Ors, no se incorporará a la misma por tener sus asuntos
en Madrid19. Poco después, Schmitt escribe a d’Ors y le comunica que, según Javier Conde,
Fueyo está preparando la traducción de un ensayo suyo para la Revista de Estudios Políticos20.
El texto, publicado como «Hamlet y Jacobo I de Inglaterra. Política y literatura», apareció, sin
indicación del traductor, en el primer número de 1956 de la revista del Instituto de Estudios
Políticos21. No parece que esta traducción pusiera en comunicación a los dos juristas, quienes
tampoco habían tenido ocasión de conocerse en el primer viaje de Schmitt a España después
de la guerra, en mayo de 195122.

16 Véase infra §3 (carta de 19 de abril de 1962).


17 Muy llamativo resulta en este punto el alejamiento de Luis Sánchez Agesta de las posiciones de Schmitt, sin duda motivado por
un desencuentro personal. Sánchez Agesta, divulgador en su manual de Derecho político de la doctrina schmittiana del poder
constituyente, escribió una única carta a Schmitt que este, a lo que parece, no contestó. El catedrático español, con fecha de 20
de febrero de 1951, escribía: «Rafael Calvo me ha facilitado [su dirección] junto con una lamentación de Vd. sobre una nota crítica
mía, a una tesis sobre su pensamiento, y que lamento no haya sido de su agrado». Landesarchiv Düsseldorf RW 265-12010. La
tesis a la que se refiere el catedrático de Derecho político es la de José Caamaño Martínez, El pensamiento jurídico-político de
Carlos Schmitt. La Coruña, Porto y cía, 1950. No he podido localizar la reseña mentada en la carta. Sobre la lectura schmittiana
de Fernández-Carvajal y su inesperado poso decisionista en la obra del catedrático de Derecho político de Murcia: J. Molina, «La
Ciencia política de Rodrigo Fernández-Carvajal», en Empresas políticas, nº 2, 2003, p. 53.
18 Jesús Fueyo se doctoró en Derecho por la Universidad de Madrid en junio de 1953. Defendió una tesis sobre Tocqueville, elaborada
al amparo del Instituto de Estudios Políticos y dirigida por Javier Conde, su maestro y mentor intelectual aquellos años.
19 «Vor einigen Tagen hat Jesús Fueyo von der Gruppe Conde den Lehrstuhl für politisches Recht von Santiago erhalten, er hat aber
in Madrid viele Geschäfte und es gibt wenig Hoffnung, dass er nach Santiago kommt»: M. Herrero (Ed.), Carl Schmitt und Álvaro
d’Ors. Briefwechsel, p. 153.
20 Carta del 20 de junio de 1955: «Für die Revista de Estudios Políticos habe ich einen längeren Aufsatz geschrieben, der –wie Conde
mir mitteilt– von Jesús Fueyo übersetzt Word, den Sie in Ihrem Brief vom 21/5 nanten». Véase M. Herrero (Ed.), op. cit., p. 156.
21 Véase Revista de Estudios Políticos, nº 58 enero-febrero de 1956, pp. 56-91. En su Carl Schmitt. Bibliographie seiner Schriften und
Korrespondenzen (Berlín, Akademie Verlag, 2004, p. 40) Alain de Benoist atribuye también la traducción a Fueyo. Cfr. M. Herrero
(Ed.), op. cit., p. 156, nota 1.
22 La información disponible sobre este viaje en el Nachlass schmittiano es muy abundante: desde la correspondencia con Juan
Manuel Castro Rial, quien tenía en abril de 1951 empleo de Agregado cultural de la Misión española cerca de la Alta Comisión
Aliada en Alemania y allanó algunas de las dificultades del viaje, hasta las numerosas misivas de agradecimiento formulario dirigi-
das en junio a sus anfitriones de la Universidad de Murcia. En la documentación que he podido examinar no hay rastro o mención
de Jesús Fueyo.

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El 21 de marzo de 1962, Carl Schmitt fue investido «Miembro de honor» del Instituto de
Estudios Políticos, presidido en esas calendas por Manuel Fraga Iribarne [1922]23. Schmitt
contestó al ofrecimiento de la distinción con una lección sobre El orden del mundo después
de la Segunda Guerra mundial24. Poco después, el día 23, aparecía en el diario Arriba una
glosa sobre la conferencia y el conferenciante firmada por Jesús Fueyo: «Carl Schmitt y la
dignidad del pensamiento político»25. Discurría Fueyo sobre las razones de la mala fama de
Schmitt, cuya obra, tocada por la autenticidad, consideraba «mucho más relampagueante que
sistemática, mucho más intuitiva que categorial, mucho más decisiva que trascendental»26. La
motivación última que Fueyo alegaba entonces para explicar la infamación de su nombre no
ha dejado de tener vigencia: Schmitt, sentenció Fueyo, «ha obligado a discurrir mucho más a
sus enemigos que a sus discípulos»27. El alemán, que «no ha sido nunca ideólogo», sino «diag-
nosticador genial»28, ha sufrido del «complejo de defensor» de sus partidarios y el «anhelo
fiscal» de sus odiadores29. Por otro lado, ha sido precisamente su fidelidad al pensamiento
político la cualidad que, a juicio de Fueyo, le dejó expuesto a todos los riesgos imaginables del
pensar político.
La reacción de Schmitt, que todavía permanecería en España varías semanas, debió ser
muy afectuosa. Por carta del 12 de abril de 1963 le testimonió su agradecimiento. La respuesta
de Fueyo, que le llama «maestro»30, abre la serie que recogemos más abajo. El contenido de
las cartas está salpicado por las referencias a los proyectos editoriales del Instituto de Estudios
Políticos, que afectaban, en mayor o menor medida, al propio Schmitt, a Julien Freund y a
Francis Rosenstiel. Aunque en todas las cartas hay algún pasaje reseñable, razón suficiente
para publicarlas sin excluir ninguna, creo que dos de ellas resultan singularmente atractivas.
Ambas son de Fueyo: la del 21 de mayo de 1964, en la que se encuentran consideraciones
de mucho interés sobre sus avances en la redacción de La vuelta de los Budas, y la del 6 de
febrero de 1967, en la que, además de volver sobre su densa obra de política-ficción, se refiere
a unas declaraciones de José Antonio Girón de Velasco sobre la «influencia positiva [de Carl
Schmitt] en la difusión de las categorías que habían operado sobre el desarrollo constitucio-
nal español»31. Reconoce también el corresponsal español en ese lugar que, «en el ambiente
de las ideas de la que ha surgido [la Ley Orgánica del Estado,] tan decisiva para el futuro de

23 Manuel Fraga hizo entrega a Schmitt del diploma y la insignia de la distinción, reconociendo en la obra del alemán un «peso deci-
sivo en la creación en España, a lo largo de los últimos 30 años, de una nueva y brillante floración de estudios políticos». Véase M.
Fraga, «Carl Schmitt: el hombre y la obra», Revista de Estudios Políticos, nº 122, marzo-abril de 1962, p. 6.
24 La lección, por otro lado, quedaba enmarcada en un ciclo de conferencias del I. E. P. sobre Las relaciones internacionales en la
era de la guerra fría. El texto de Schmitt puede verse en la Revista de Estudios Políticos, nº 122, marzo-abril de 1962, pp. 19-38;
reproducido en M. Fraga et alii, Las relaciones internacionales en la era de la guerra fría. Madrid, I. E. P., 1962, pp. 59-88.
25 Recogida más tarde en J. Fueyo, La época insegura. Madrid, Ediciones Europa, 1962, pp. 171-178.
26 Véase J. Fueyo, op. ult. cit., p. 175.
27 Véase J. Fueyo, op. ult. cit., p. 176.
28 Véase J. Fueyo, op. ult. cit., p. 177.
29 Véase J. Fueyo, op. ult. cit., p. 176.
30 «No sabría expresarle mi íntima satisfacción por [esa carta] de Vd. que conservaré siempre entre las grandes obras de un Maestro,
heredero de la mejor estirpe del pensamiento político europeo». Véase infra §3.
31 Véase infra §10.

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España», «[han operado decisivamente] la preocupación por la guarda de la Constitución y


[el] profundo sentido político de la legalidad»32.
Recién nombrado Director del Instituto de Estudios Políticos comunicó Fueyo la noticia
al Viejo, participándole su deseo de «intensificar cada día más las vinculaciones entre Vd. y
el Instituto»33. Durante el mandato de Fueyo, tan importante como el de Conde e igualmente
trascendental, si no más, para el desarrollo de las ciencias políticas y la sociología españolas,
se publicaron en el Instituto de Estudios Políticos la Teoría del partisano34, el prólogo a la edi-
ción de 1963 de Der Begriff des politischen, «La noción de lo político»35 y, finalmente, «Clau-
sewitz como político o el honor de Prusia»36.
La correspondencia conservada entre los dos juristas de Estado termina con una larga carta
del español de febrero de 1967. Al año siguiente apareció «Die Idee der auctoritas: Genesis
und Entwicklung», la contribución de Jesús Fueyo al homenaje a Carl Schmitt ofrecido por H.
Barion, E. W. Böckenförde, E. Forsthoff y W. Weber: Epirrhosis. Festgabe für Carl Schmitt37.

2. Un magisterio continuo y nunca interrumpido

Aunque la relación epistolar de Schmitt y Fueyo apenas documenta su relación personal


e intelectual durante algo menos de cinco años, el magisterio del alemán sobre el español fue
«continuo y nunca interrumpido»38. Resulta chocante en un escritor de la erudición de Fueyo,
lector de una vasta bibliografía, siempre apuntada generosamente en su obra, que su profunda
lectura de Schmitt apenas se denuncie en su repertorio de citas; por otro lado, apenas si hay
algún eco schmittiano en los títulos de sus monografías. Tratándose de una referencia tan pre-
sente en su obra jurídico-política, las menciones singulares de Schmitt son más bien escasas,
incluso raras; por otro lado, es cierto que los títulos con los que Fueyo encabezó sus trabajos
resultan, con excepciones contadas, puramente descriptivos.
Ahora bien, la alusión a la temática schmittiana es muy evidente y, claro es, no sólo por
el título, en su ensayo sobre «La Teología política del Estado-nación y el anglicanismo polí-
tico», concebido en último análisis como una acotación inglesa complementaria a la Politische
Theologie. Por eso no se entienden las razones que llevaron a Miguel Herrero R. de Miñón a
afirmar, en su relación necrológica leída en la Academia, que el planteamiento de ese ensayo,
que considera clave en el pensamiento de Fueyo –aunque no explica el porqué–, es «depen-
diente de los planteamientos institucionales de Kantorovicz y no de los decisionistas de Carl
Schmitt»39. Pero es de Fueyo la minerva que le dicta escribir que las épocas inseguras, de pro-

32 Véase infra §10.


33 Véase infra §4.
34 Madrid, Instituto de Estudios Políticos, 1966, traducción de Ánima Schmitt, colección Ideologías contemporáneas.
35 Revista de Estudios Políticos, nº 132, noviembre-diciembre de 1963, pp. 5-13, traducción de Ánima Schmitt.
36 Revista de Estudios Políticos, nº 163, enero-febrero de 1969, pp. 5-27, traducción de Javier Conde.
37 Berlín, Duncker u. Humblot, 1968, pp. 213-235.
38 Véase infra §4.
39 Véase M. Herrero de Miñón, «In memoriam: Jesús Fueyo Álvarez», en Anales de la Real Academia de Ciencias Morales y Políticas,
nº 71, 1994, p. 518.

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pensión autoritaria, se caracterizan por «la creación desde la nada»; en ellas, el principio de
autoridad es responsable de un suceso histórico magno: «la creación del orden político desde
el caso»40. El decisionismo de Fueyo, como el de Schmitt41, está referido al momento de la
fundación o la refundación política (excepción). Lo cual no excluye, desde luego, el momento
de las instituciones (normalidad). Así habría que entender el famoso lema que Fueyo puso en
circulación durante la última etapa constituyente del franquismo: Después de Franco (es decir,
la decisión) las instituciones (el orden concreto).
No es tan evidente la alusión, sin embargo, en el muy schmittiano folleto Pueblo y Estado,
de 1962, tal vez el texto más representativo de su faceta de jurista de Estado y constituciona-
lista42. Ese estudio, que recoge una de sus conferencias en la Tribuna libre del Círculo doctrinal
José Antonio, se ocupa de «la crisis contemporánea de la integración política del pueblo».
Comparecen en esas páginas una quintaesencia de la teoría jurídica política schmittiana: a) la
crítica al parlamentarismo declinante, cuya representatividad se halla gravemente erosionada
desde los años 1920; b) la dialéctica entre la representación del pueblo y su presencia política
efectiva −comunión en la terminología de las Leyes fundamentales españolas−; y c) la consti-
tución trimembre de la unidad política: Estado, Movimiento y Pueblo.
En Pueblo y Estado, título demasiado ambiguo, pues su verdadero objeto es el Movimiento,
quedando elidida la forma política estatal, examina Fueyo las causas de la crisis del demoli-
beralismo: la masificación del consumo y la gregarización de la opinión pública. Como viene
a decir Schmitt en su disección de los principios del parlamentarismo43, ya no se dan las
condiciones políticas, culturales y económicas que originariamente fundamentaban ese régi-
men político. En el fondo, un sistema basado en presupuestos individualistas no es viable en
la época de lo social. Por eso, el constitucionalismo de la II postguerra resulta anacrónico
(Eustaquio Galán), un retroceso (Ollero), empeño vano, en suma, de «resucitar el cadáver
ideológico de la democracia individualista que apestaba ya en 1920»44. Pero la crisis, añade

40 Véase J. Fueyo, La época insegura, p. 71.


41 Por lo demás, el decisionismo de Fueyo es solidario de la teoría de la representación política de Javier Conde, a quien no cita
expresamente pero sigue casi al pie de la letra en su muy interesante estudio: «El principio de autoridad en la crisis de la sociedad
contemporánea», en Revista de Estudios Políticos, nº 115, 1961, pp. 43-64. La decisión, «forma límite de la autoridad», está
ligada a la «virtualidad representativa que se confiere a la personalidad extraordinaria en situaciones históricas de excepción». El
subrayado es mío. Véase J. Fueyo, «El principio de autoridad en la crisis de la sociedad contemporánea», loc. cit., pp. 175 y 177.
Cfr. J. Conde, Representación política y régimen español. Madrid, Vicesecretaría de Educación Popular, 1945. La cuestión del
decisionismo hispanizado (es decir, templado) de la postguerra tiene ramificaciones muy interesantes que trascienden de la confi-
guración constitucional del Régimen de Franco: entre otras, la disputa sobre las posiciones políticas de Donoso Cortés. Así pues,
aunque Estévez Araujo y Campderrich afirmen que la influencia del decisionismo schmittiano en la legitimación del franquismo
está ya «plenamente documentada», la realidad les desmiente. Es el riesgo de toda escritura automática, según fórmulas tópicas.
Por lo demás, su visión del pensamiento de Schmitt es maniquea: sin ningún pudor intelectual reducen el criterio de lo político a
una cifra pedestre: «los enemigos políticos no tienen derechos, pues estos corresponden únicamente a los amigos». Véase J. A.
Estévez Araujo y R. Campderrich, «Der Einfluss Carl Schmitt in Spanien», op. cit., pp. 150 y 151.
42 Sobre la calidad técnica de los dictámenes elaborados por Jesús Fueyo para el Consejo de Estado hay información de interés en M.
Herrero R. de Miñon, «In memoriam: Jesús Fueyo Álvarez», loc. cit., pp. 518-520.
43 Véase C. Schmitt, Situación histórico-intelectual del parlamentarismo de hoy, en Sobre el parlamentarismo. Madrid, Tecnos, 1990,
espec. pp. 41 sq.
44 Véase J. Fueyo, Pueblo y Estado, p. 12. Véanse también E. Galán, «El porvenir del Estado en Europa», en VV. AA., Homenaje a Don
Nicolás Pérez Serrano. Madrid, Reus, 1959, p. 361; C. Ollero, El Derecho constitucional de la postguerra. Apuntes para su estudio.
Barcelona, Bosch, 1949, p. 13. Estas consideraciones, características de la Escuela española del Derecho político, no han perdido
actualidad.

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Jerónimo Molina
Empresas Políticas, nº 9, 2º semestre 2007, pp. 13-35

Fueyo, trae también su causa de la desarticulación de las jerarquías sociales, entrevista por
Ortega y Gasset. Superado por la dinámica social, argumenta Fueyo, el Parlamento quedó
hueco, políticamente neutralizado. Se convirtió entonces «en un auditórium con deplorable
acústica, para la vociferante exhibición de bravatas de los energúmenos conductores de la
rebelión de las masas»45.
En Staat, Bewegung, Volk (1933) decía Schmitt que de los tres elementos integradores de la
unidad política, Estado, Movimiento y Pueblo, este último constituye la parte «no política»46.
Fueyo, en cambio, lo presenta como «sujeto actual y actuante [de la patria,] [patrimonio de los
patrimonios]»47. Aún así, según el jurista español, el pueblo no tiene nunca de suyo la presen-
cia o configuración política adecuadas, lo que en último análisis viene a ser lo mismo que la
no politicidad del pueblo en Schmitt48. Es constitutivo en el pueblo como un déficit de realidad
política. Escribe Fueyo: «la posibilidad óptima de que el pueblo pueda ser protagonista y fin
del orden político, exige su presencia política en forma adecuada, su puesta en forma para
la acción que le corresponde por principio, su integración política eficaz»49. El pueblo, por
tanto, debe ser actualizado, elevado a su plenitud histórica. Pues el magno problema político
es hacer presente al pueblo50.
El español choca en este punto, lo mismo que Schmitt, con un grave dilema: ¿a qué ins-
tancia encomendar la «nucleación del pueblo»51, la «protección de su desarrollo»52? Para un
jurista de Estado se trata, sin duda, de una disyuntiva dramática. ¿Corresponde al Movi-
miento, al Partido único, conferir al pueblo presencia política? ¿No será esto, más bien, una
tarea estatal? Fueyo, develador del Estado moderno y servidor de su buroracia, reconoció
empero en el Movimiento al «instrumento de integración política del pueblo»53. Schmitt, al
menos en Staat, Bewegung, Volk, parece inclinarse también por la hegemonía del Movimiento,
es decir, «un Partido que tiene a su cargo el Estado y el Pueblo y cuyos miembros proceden de
todas las clases sociales»54.
Un cierto sentido de la acomodación a las nuevas circunstancias políticas no debe ocul-
tarnos que Schmitt, al reforzar la posición del partido único, creía poder combatir los efec-

45 Véase J. Fueyo, Pueblo y Estado, p. 17. Sobre la desarticulación de la jerarquía social fundamental minoría-masa: J. Fueyo, op. ult.
cit., p. 18.
46 Véase C. Schmitt, État, Mouvement, Peuple. L’organisation triadique de l’unité politique. París, Kimé, 1997, p. 25. El Estado es la
parte «políticamente estática»; el Movimiento la «políticamente dinámica».
47 Véase J. Fueyo, Pueblo y Estado, p. 29.
48 La crítica de Fueyo a esta no-politicidad y su reconducción al problema de la fuente de la autoridad en J. Fueyo, «La morfología del
poder político y la burocracia», en Revista de Administración Pública, nº 20, 1956, p. 39. Cfr. infra nota 54.
49 Véase J. Fueyo, Pueblo y Estado, p. 32.
50 Cfr. C. Schmitt, Teoría de la constitución. Madrid, Alianza Editorial, 1992, §16, II y III, pp. 205 sq.
51 Véase J. Fueyo, Pueblo y Estado, p. 51-52.
52 Véase C. Schmitt, État, Mouvement, Peuple, p. 25.
53 Véase J. Fueyo, Pueblo y Estado, p. 51.
54 Véase C. Schmitt, État, Mouvement, Peuple, p. 25. Sin embargo, existe en Staat, Bewegung, Volk una cautela frente a la vis de la
revolución. En la interesante lectura que Fueyo hace de aquel folleto se reconoce la renuncia de Schmitt «a situar al Estado en el
centro de la acción política», pero no se le oculta la caracterización estática de la burocracia estatal (elemento contrarrevoluciona-
rio) y la imposibilidad de mantener al pueblo en la zona no política, pues únicamente el pueblo es el principio de autoridad. Véase
J. Fueyo, «La morfología del poder político y la burocracia», loc. cit., pp. 39-40. Argumentaciones muy parecidas a las de Fueyo
sirvieron a la S. S. para acusar a Schmitt de arribista e intelectual oportunista.

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Una parte de la correspondencia entre Carl Schmitt y Jesús Fueyo (1962-1967)
Empresas Políticas, nº 9, 2º semestre 2007, pp. 13-35

tos políticamente enervantes que el pluralismo de Weimar había tenido sobre el pueblo
alemán55, objeto de la política internacional y condenado, tal vez, a ser una Túnez europea
(Tunifizierung)56. La conciencia de la desagregación pluralista de la II República española57
tuvo también que pesar sobre el ánimo de un cultivador del Derecho público como Fueyo.
Así pues, su defensa del Movimiento, impregnada de la «metafísica política radical» de los
años 193058, está predeterminada por la crítica de la deriva partidocrática de la representación
popular, método abocado a la «descomposición de la unidades orgánicas de la vida social»59.
La adicción al Movimiento no es, por tanto, un mero tropismo ideológico, al menos en un
escritor de la talla de Fueyo60, sino un remedio político para conjurar la degradación partido-
crática de un régimen pluralista.
Pero la organización del Movimiento presupone la edificación de un Estado en España,
del que aquel será custodio, justamente porque el Estado-máquina, «espiritual e institucio-
nalmente inseguro»61, resulta demasiado fácilmente ocupable. Dura lección del Interbellum.
Esta preocupación por la suerte de la forma política estatal, común a varias promociones de
juristas políticos españoles, tiene que ver con la paraestalidad de la tradición hispánica. La
Monarquía no cuajó nunca un Estado. En la historia de España, apunta Fueyo, se registra
como una «deficiencia de un sentimiento enérgico y moralmente saludable del Estado»62.
Comoquiera que ha sido el Estado o, más exactamente, «la idea occidental del Estado», la que

55 Las consideraciones de Schmitt sobre la Führertum y las crisis del Estado monárquico de funcionarios y el sistema demoliberal de
Weimar no pueden considerarse sin su conexión con la neutralización y la despolitización del Estado alemán (de funcionarios y
soldados), una suerte de desprusianización del Reich. Son también fundamentales para este periodo su conferencia en Düsseldorf
sobre «Gesunde Wirtschaft im starken Staat» (1932), en C. Schmitt, Staat, Großraum, Nomos. Berlín, Dunckler u. Humblot, 1995;
y un ensayo de críptico mensaje: Staatsgefüge und Zusammenbruch des zweiten Reiches. Der Sieg des Bürgers über den Soldaten
(1934), trad. española de G. Guillén Kalle: Estructura del Estado y derrumbamiento del II Reich. La victoria del burgués sobre el
soldado. Madrid, Reus, 2006.
56 Véase G. Maschke, «Amigo y enemigo: Kautilya y Álamos de Barrientos, anticipadores del criterio schmittiano», en Empresas
políticas, nº 4, 2004, p. 68.
57 Fueyo, con su probada capacidad de concepto, sintetiza en un breve pasaje la historia constitucional española del siglo XX, donde
1931 es el «cero en nuestra peligrosa declinación desde 1898». Véase J. Fueyo, Pueblo y Estado, pp. 47 y 48. El 18 de julio, en
cambio, es el «gran drama legitimador» de la nueva arquitectura política española: una constitución abierta, con la que España,
«por primera vez en la larga tragedia del constitucionalismo moderno [acierta]». Véase J. Fueyo, Sistema político y voluntad de
futuro, pp. 22, 23 y 31.
58 Véase J. Fueyo, Pueblo y Estado, p. 48.
59 Véase J. Fueyo, «El principio de representación», loc. cit., p. 421. Los partidos, precisa después, «son, de suyo, por los fines y por
los medios, cuerpos antidemocráticos que secuestran el poder dentro de la constitución fundamentalmente democrática», p.
423. Asegura Fueyo que, precisamente, la «aportación más vigorosa del pensamiento español ya en el siglo XIX» es la «crítica del
sistema de partidos», p. 429. Más sobre su estasiología en J. Fueyo, Sistema político y voluntad de futuro, pp. 35-45.
60 Reducir la posición política de Fueyo a «franquismo», como ha hecho recientemente Jiménez de Parga, es negarse a aceptar que
el «saber jurídico-político», para utilizar una terminología cara al académico granadino, trasciende de las trifulcas ideológicas.
Por otro lado, escribir que «el caso de Jesús fue triste: dotado de mucho talento se malogró por entregarse con excesivo ardor
al franquismo», es, en el mejor de los casos, una falta grave de piedad intelectual viniendo de un camaleón político. Fueyo es un
ejemplo de inteligencia superior derrotada por su propia falta de prudencia y también por los melindres democráticos de la Nueva
clase. Desde luego, Fueyo, sin dejar de ser un hombre de partido, fue siempre un intelectual-político (políticos-intelectuales han
sido, en cambio, Enrique Tierno Galván y Manuel Fraga Iribarne). Como otros pensadores incómodos de la derecha fue proscrito
de la vida pública. Estaba demasiado consciente de su rango en la escala del pensamiento jurídico como para aceptar las consignas
politiqueras. Véase M. Jiménez de Parga, Vivir es arriesgarse. Memoria de lo pasado y de lo estudiado. Barcelona, Planeta, 2008,
pp. 31 y 32.
61 Véase J. Fueyo, La época insegura, p. 48. A continuación afirma que «la captura del Estado es la forma de su enajenación antiso-
cial, su verdadera degradación oligárquica».
62 Véase J. Fueyo, La época insegura, p. 43.

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Empresas Políticas, nº 9, 2º semestre 2007, pp. 13-35

ha prestado a Occidente una perspectiva política superior63, la incapacidad de la nación espa-


ñola para edificar un Estado ha sido tal vez la causa de sus crisis secular. España se incorporó
con siglos de retraso64 a la estatificación de la cultura, la nación, la economía y el derecho, a la
«posibilidad de construir racionalmente una sociedad política en la que el hombre alcance la
plenitud de sus esencias [, ...] una especie de delirio escatológico terrenal»65.
Se presenta el Estado con su más diáfano perfil cuando se examina a la luz de la neutrali-
zación teológica y religiosa de la política. Opera entonces como una máquina pacificadora,
como «un tegumento que protege el equilibrio de fuerzas en concurrencia»66. Pues el Estado
no es sino la «búsqueda del centro moderado por extrapolación metódica de los extremos
y la apertura al curso del tiempo por depuración esencial del fondo común de la tradición
nacional»67.
Pero la fundación del Estado, atribuida a Franco por escritores como Javier Conde y
Gonzalo Fernández de la Mora68, proyecta también una sombra constitucional. Desde 1936,
España pone de manifiesto su «afirmación de ser ante la historia»69. He ahí, para Jesús Fueyo,
el sustrato de la genuina constitución española: una decisión política auténtica. La constitu-
ción en sentido positivo de Carl Schmitt70.

***
La economía de las ideas jurídicas y políticas de Jesús Fueyo se hace transparente si se tiene
en cuenta la deuda intelectual con su maestro alemán. El pensamiento del asturiano, a veces
perjudicado por su estilo profesoral, no es sin embargo un calco schmittiano. Aunque los dos
tuvieron el oficio del jurista consejero áulico y pudieron, así mismo, conocer la derrota, sus
respectivos contextos políticos resultan incomparables. Estas acotaciones preliminares, cuyo

63 Véase J. Fueyo, La época insegura, p. 45. Sobre la singularidad del Estado moderno puede verse C. Schmitt, «Staatliche Souverä-
nität und freies Meer. Über den Gengensatz von Land und See im Völkerrecht der Neuzeit» (1941), en Staat, Großraum, Nomos,
pp. 431 sq.
64 «España, poblada de castillos, es el mejor símbolo de que hemos llegado tarde, relativamente tarde al menos, al estado moderno
de base territorial continua, de unidad política cerrada sobre un espacio administrativo regular». Véase J. Fueyo, «Estado moderno
y decadencia española», en La mentalidad moderna, p. 193. Sobre la significación histórica del castillo en España ofrece puntos
de vista muy sugestivos L. Díez del Corral, «Reflexiones sobre el castillo hispano», en Obras completas. Madrid, Centro de Estudios
Constitucionales, 1997, t. II, pp. 1057 sq. Véase también D. Negro, Sobre el Estado en España. Madrid, Marcial Pons, 2007.
65 Véase J. Fueyo, «Estado moderno y decadencia española», en La mentalidad moderna, p. 191.
66 Véase J. Fueyo, «Estado moderno y decadencia española», en La mentalidad moderna, p. 187. También J. Fueyo, «La teología
política del Estado-nación y el anglicanismo político», en Estudios de Teoría política, p. 444. La coincidencia con el concepto sch-
mittiano del Estado y su formación es plena. Véase también J. Fueyo, «La distribución orgánica y territorialidad de la Administración
desde el punto de vista de la racionalización de su funcionamiento», en Revista de Administración Pública, nº 5, 1951, p. 64.
67 Véase J. Fueyo, «La teología política del Estado-nación y el anglicanismo político», op. cit., p. 456. El último inciso de la cita se
entiendo mejor si se tiene en cuenta que, según Fueyo, la cristalización del Estado es, como ya he apuntado, la resultante de un
vasto proceso de nacionalización de la cultura, la economía, el derecho y las estructuras eclesiales, id., p. 451.
68 La estatificación de la nación española por la dictadura constituyente de Franco es tesis que comparto. Sobre este asunto pueden
verse mis estudios: J. Molina, «Javier Conde, jurista de Estado», en J. Conde, Teoría y sistema de las formas políticas. Granada,
Comares, 2006; «Un anticipador de la constitución política española. Las posiciones jurídico-políticas de Javier Conde», en J.
Conde, Introducción al Derecho político actual. Granada, Comares, 2006; y «El realismo político de Gonzalo Fernández de la
Mora», en Co-herencia. Revista de humanidades, IV, nº 6, 2007.
69 Véase J. Fueyo, La época insegura, p. 122.
70 Véase C. Schmitt, Teoría de la constitución, §3, pp. 45 sq.

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Una parte de la correspondencia entre Carl Schmitt y Jesús Fueyo (1962-1967)
Empresas Políticas, nº 9, 2º semestre 2007, pp. 13-35

único objeto ha sido trazar el cuadro del trato intelectual entre los dos juristas, dejan paso
ahora a la relación sustanciada de su correspondencia.

3. Fueyo a Schmitt, 19 de abril de 196271

19 de abril de 1962.
Herr Professor Carl Schmitt.
Santiago de Compostela.
Mi querido amigo y admirado Maestro:
Con algún retraso he recibido su amable carta de fecha 12 en la que me hace el honor de
referirse amablemente a un artículo mío publicado en el diario Arriba con ocasión de su bella
lección de Madrid72. No sabría expresarle mi íntima satisfacción por esas letras de Vd. que
conservaré siempre entre las grandes obras de un Maestro, heredero de la mejor estirpe del
pensamiento político europeo y a cuyo estudio debo bases esenciales de mi modesta forma-
ción. Muchas gracias, querido profesor.
El artículo a que se refiere no deja de estar afectado por la emoción del momento. No he
pretendido hacer una apología de Carl Schmitt –y no porque no sea acreedor a ella–, sino más
bien una apología de la dignidad del pensamiento político en una época en que la política
incurre con harta frecuencia en una gran malversación del espíritu. Simplemente he tomado
su obra como paradigma de la grandeza y de la servidumbre del pensamiento político en
época de riesgo73. No se si habré estado feliz, pero sí deseo decirle que he recibido muchas
felicitaciones, que son sólo la expresión del inmenso respeto que se guarda a su figura entre
nosotros.

71 Carta manuscrita con membrete particular. Landesarchiv Düsseldorf RW 265-4606.


72 Sobre el artículo publicado en el diario Arriba véanse más arriba mis indicaciones. La leyenda antischmittiana española, bastante
mal ilustrada, por cierto, en este trance de marzo, exhumó no hace demasiado tiempo aquella reunión académica. Ejecutó la
difamación Manuel Rivas, redactor de dos piezas esperpénticas y dignas de inclusión en una antología de la mala fe. La primera
versión apareció como un suelto breve: «El episodio», en El País, 11 de junio de 2005; la segunda, más extensa, se publicó al año
siguiente: «La ‘fiesta sagrada’ de Don Carlos», en El País, 2 de abril de 2006. Las etiquetas y opiniones de Rivas, como podría
decir Fueyo, pertenecen a un plano subintelectual de la conciencia política. No merece la pena volver sobre el asunto, pues basta
con apuntar que ni una sola verdad se declara en esos artículos, si siquiera la autoría, pues Rivas se limitó a escribir lo que algún
profesor le dictó. Muy superior a Rivas, producto mercantil de la llamada por el plutónico Manuel García Viñó «novela basura», es
otro ingenio literario, urdidor, al dictado de Enrique Tierno Galván, de una malévola fábula, en este caso de altura literaria, en la
que resultan satirizados Carl Schmitt, Javier Conde y el discípulo de este, Rodrigo Fernández-Carvajal. Véase Miguel Espinosa, La
fea burguesía. Madrid, Alfaguara, 1990, cap. 1.
73 Entresacamos del artículo de Fueyo los siguientes párrafos: «lo que importa y queda de (la obra de Carl Schmitt) es su penetrante
analítica de la realidad, mucho más que su dogmática doctrinal, aunque con ésta discípulos y críticos hayan hecho derroche de
ideologías», op. cit., p. 175; «Carl Schmitt, por vocación o por sino, no ha eludido nunca tema o problema de riesgo a lo largo
de este medio siglo catastrófico. Ha formulado la teoría de la decisión como fenómeno esencial de la realidad política», op. cit.,
p. 176; «para mi entender, la mejor explicación de la mala fama –el prestigio crítico de Schmitt como doctrinario del Estado total–
radica en que este hombre, como todos los pensadores de genio, ha obligado a discurrir mucho más a sus enemigos que a sus
discípulos. No creo que, con rigor, se pueda llamar nadie schmittiano como se llama, adoptando bautismos nefandos, dictatorial,
legitimista, reaccionario, fascista o ultra. Estas etiquetas pertenecen al plano subintelectual de la política», íd.; «la dignidad del pen-
samiento político es la fidelidad al pensamiento mismo, lo que significa explicar con las mismas categorías la gloria y el infortunio,
la corte y el ostracismo», op. cit., p. 177.

23 o
Jerónimo Molina
Empresas Políticas, nº 9, 2º semestre 2007, pp. 13-35

Me llena de alegría el ofrecimiento tan honroso que me hace para conversar con Vd. en los
próximos días con ocasión de su nueva visita a Madrid. Le acudiré a saludar a la hora que me
indique y, ni que decir tiene, que estoy incondicionalmente a su disposición.
Sin otro particular le saluda con la mayor admiración y afecto Jesús Fueyo.

4. Fueyo a Schmitt, 26 de noviembre de 196274

Madrid, 26 de noviembre de 1962.


Sr. D. Carl Schmitt.
Brockhauserweg, 10.
Plettenberg – Westfalen (Alemania).
Mi querido amigo y admirado maestro:
Recientemente promovido al cargo de Director del Instituto de Estudios Políticos75, cumplo
un deber para mí especialmente grato al escribirle en la calidad que tan merecidamente ostenta
de Miembro de Honor del mismo a fin de notificarle esta designación que ha recaído en mí.
Desde la Dirección de este Instituto, consciente de la responsabilidad que implica este
cargo, deseo continuar la elevada tarea desempeñada por mis antecesores, en cumplimiento
de la misión que el Instituto de Estudios Políticos tiene encomendada.
Animado de este espíritu, quiero ponerme a su disposición y ofrecerle los servicios del
Instituto al tiempo que expresarle mi interés por intensificar tan valiosa colaboración y vin-
culación con esta Casa, la cual siempre ha de redundar en beneficio de la misma por proceder
de una persona de tan relevantes méritos científicos y de la que todos los que cultivamos la
ciencia política somos deudores de gratitud por un magisterio continuado durante largos
años y nunca interrumpido.
Le ruego, mi querido Maestro, acepte un modesto obsequio de mi libro La época insegura
–que le remito por correo separado– recientemente aparecido, y que no tiene más valor que
el haber salvado de la vida efímera del artículo periodístico a una serie de breves ensayos de
contenido político inspirados por el correr de los acontecimientos.
Repito mi deseo de intensificar cada día más las vinculaciones entre Vd. y el Instituto de
Estudios Políticos, y con este motivo le envía un muy cordial saludo Jesús Fueyo.

5. Fueyo a Schmitt, 9 de enero de 196476

Madrid, 9 de enero de 1964.


Prof. Carl Schmitt.
Brockhauserweg, 10.
Plettenberg/Westfalen (Alemania)

74 Carta mecanoscrita con membrete del Instituto de Estudios Políticos. Landesarchiv Düsseldorf RW 265-4607.
75 Decreto 2750/1962, de 25 de octubre, B. O. E. del 29 de octubre de 1962.
76 Carta mecanoscrita con membrete del Instituto de Estudios Políticos. Landesarchiv Düsseldorf RW 265-4609.

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Una parte de la correspondencia entre Carl Schmitt y Jesús Fueyo (1962-1967)
Empresas Políticas, nº 9, 2º semestre 2007, pp. 13-35

Mi querido Profesor:
Me refiero a su atenta carta de fecha de 5 del corriente y celebro mucho que haya sido de su
complacencia el trabajo publicado por la Revista de Política Internacional en su nº 69 titulado
«La paz inencontrable»77.
Desgraciadamente la Revista no ha hecho separatas de ese original, pero con mucho gusto
procedemos a enviar a su autor Julien Freund 5 ejemplares del número que contiene el artí-
culo. El envío se hará a la dirección que Vd. nos da en su carta. Igualmente le remito por
correo aparte otros ejemplares de la misma Revista de acuerdo con sus deseos.
Reciba con esta carta mis mejores saludos junto con mis votos por su prosperidad en este
nuevo Año. Jesús Fueyo.

6. Fueyo a Schmitt, 12 de febrero de 196478

Madrid, 12 de febrero de 1964.


Prof. Carl Schmitt.
Brockhauserweg, 10.
Plettenberg/Westfalen (Alemania).
Mi querido amigo y admirado maestro:
He considerado con toda preocupación su atenta carta de fecha 18. He repasado todos los
antecedentes de nuestra última correspondencia y, salvo alguna demora de días impuesta por
mis muchas ocupaciones, no veo en qué haya podido faltar a la admiración que sabe le pro-
feso. De todas maneras tenga Vd. por presentadas mis excusas si en algo no le hubiera agra-
dado o si en algún aspecto de sus relaciones con esta Institución no hubiera Vd. sido atendido
con la alta consideración que merece.
Hace unos días he tenido la satisfacción de recibir a su hija, Ánima, y hemos cam-
biado impresiones sobre diversos asuntos pendientes de sus colaboraciones, habiendo
formalizado algunas obligaciones que el Instituto tenía pendientes con Vd.79 Insisto en
que cualquier queja que por una u otra razón pueda Vd. tener, no vacile en hacérmela
llegar en concreto, pues dentro de mis posibilidades estará siempre en el mejor de mis
deseos el atenderle.
Cuando recibí su carta anterior tomé buena nota de lo que me decía del Sr. Julien Freund
y por eso, de acuerdo con su indicación, se le remitieron inmediatamente 5 ejemplares del
número de la Revista de Política Internacional en que había sido incluido su trabajo.
Me alegro mucho de la referencia que hace Vd. en su carta a la obra del Profesor Rosen-
stiel El principio de la supranacionalidad porque precisamente está incluido en nuestro plan

77 Véase J. Freund, «La paz inencontrable», Revista de Política internacional, nº 69, 1963, pp. 3-27. La versión francesa se publicó
más tarde: J. Freund, Le Nouvel Âge. Éléments pour la théorie de la démocratie et de la paix. París, Marcel Rivière, 1970, pp. 141-
181.
78 Carta mecanoscrita con membrete del Instituto de Estudios Políticos. Landesarchiv Düsseldorf RW 265-4610/1, RW 265-4610/2.
79 Se refiere Fueyo a la demora en la entrega a Schmitt de los ejemplares de autor que le correspondían por la edición de los Diálogos
(Madrid, I. E. P., 1962), preparada bajo el mandato de Manuel Fraga. Véase infra nota 81.

25 o
Jerónimo Molina
Empresas Políticas, nº 9, 2º semestre 2007, pp. 13-35

de ediciones de 1964 y esperamos sacar en los próximos meses la traducción española. Es


un libro interesante y profundo en el que aborda con valentía y originalidad este tema de la
supranacionalidad. Por lo que me dice, la traducción alemana va a adelantarse a la española,
pero, en cualquier caso, no se llevarán demasiado tiempo y este Instituto contribuirá así a
la difusión de una obra tan importante entre el mundo de habla española. Me complacerá
mucho enviarle un ejemplar de nuestra edición en cuanto haya sido publicada80.
Dentro de unos días tendremos ejemplares del número de la Revista de Estudios Políticos
en el que aparece su prólogo a la edición de su libro [Der] Begriff des Politischen81. Permítame
decirle, querido Profesor, que a mi me parece un trabajo asombroso de la continuidad de las
categorías de un pensamiento en medio de las transformaciones y mutaciones estructurales
del mundo en que vivimos. Creo que aquí será leído con la atención que merece y a mi mismo
me gustaría encontrar un hueco para poder dedicarle, en una u otra forma, un comentario.
Le agradecería me pusiera unas líneas a vuelta de correo para saber el número de separatas
que podrían interesarle del prólogo, a fin de preparárselas.
Encarecí mucho a su distinguida hija el que se pusiera a la mayor brevedad al trabajo para
la traducción de su último estudio82. A mi personalmente la concentración de temas que lleva
Vd. a la figura del partisano me parece extraordinariamente lúcida. Es una figura verdadera-
mente paradigmática para generar a partir de ella una teoría de la realidad política actual.
Tan pronto avance la traducción, me pondré en contacto con Vd. para recoger las observa-
ciones que pudiera querer hacerme sobre el particular.
Le agradezco sus cordiales felicitaciones para el año en curso, a las que correspondo, y al
tiempo que le reitero mi sincera admiración, deseo, modestamente, expresarle mi gratitud por
su afectuosa, sentida e inteligente preocupación por España, país en el que sabe cuenta con
tantos afectos como deudores a su saber.
Reciba, mi querido Profesor, la expresión de mis saludos más afectuosos y cordiales, Jesús
Fueyo.

80 La publicación de ese libro, que el propio Schmitt sugirió a finales de 1962, se demoró hasta 1967. Se trata de F. Rosenstiel, El
principio de supranacionalidad. Ensayo sobre las relaciones de la política y el derecho. Prólogo de Julien Freund. Traducción de
Fernando Murillo. Madrid, Instituto de Estudios Políticos, 1967. Véase infra nota 84.
81 El prólogo se publicó bajo el título «La noción de lo político». Véase Revista de Estudios Políticos, nº 132, noviembre-diciembre de
1963. Ánima Schmitt había enviado a Fueyo la traducción en el otoño anterior. En su carta de 19 de octubre de 1963 al Director
del Instituto de Estudios Políticos se lee: «Le añado la traducción del prólogo a la nueva edición de Der Begriff des Politischen.
Text von 1932 mit einem Vorwort und drei Corollarien (Duncker & Humblot, 1963), para que lo publique, si le parece bien, en
algún número de la Revista de Estudios Políticos». Landesarchiv Düsseldorf RW 265-13023. En la misma carta se mencionan otros
proyectos de traducción y ediciones españolas de obras de Schmitt: Teoría del partisano («creo que también la traducción de [esta
obra] podría tener interés en España»), Teoría de la política («trabajo que tradujo Javier Conde» con «título que quizá sea más
interesante, aunque menos exacto que La noción de lo político») y Diálogos («aparte de un ejemplar no recibí ninguna noticia, y
los anunciados ejemplares de autor no los recibimos ni mi padre ni yo»).
82 En carta de 25 de octubre de 1963, Jesús Fueyo comunicó a Ánima Schmitt el interés del I. E. P. por la traducción de Theorie des
Partisanen. «Lo he comunicado recientemente al Profesor Álvaro d’Ors, quien en su última carta me hablaba de ello. Por supuesto
–continúa Fueyo– queremos que la traducción sea hecha por Vd. La incluiremos en nuestra Colección Civitas en la que aparecieron
Los diálogos». Landesarchiv Düsseldorf RW265-4608. Como se dice más arriba, Teoría del partisano apareció en 1966 con la
prevista traducción de Ánima Schmitt.

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Una parte de la correspondencia entre Carl Schmitt y Jesús Fueyo (1962-1967)
Empresas Políticas, nº 9, 2º semestre 2007, pp. 13-35

7. Fueyo a Schmitt, 21 de mayo de 196483

Madrid, 21 de mayo de 1964.


Mi querido amigo y admirado maestro:
La acumulación de trabajo que ha caído sobre mi en estos últimos días, junto con algu-
nos viajes que he tenido que realizar, me han impedido atender hasta este momento su afec-
tuosa carta de fecha 24 de abril. Rogándole me excuse por mi demora, deseo expresarle muy
en primer lugar, mis mejores votos por el rápido reestablecimiento de su salud y mis más
fervientes deseos de que con ello puedan realizarse sus proyectos de viaje.
Entrando en los asuntos por los que se interesa en su carta, le diré, por lo que hace al libro
de Rosenstiel84, que su traducción (que corre a cargo del Secretario Técnico de Instituto, D.
Fernando Murillo) se me dice va muy adelantada. Yo mismo he leído con toda atención la
obra, que es tan importante como aguda. A la vista de lo que me dice sobre el subtítulo de la
versión alemana (Eine Politik des Unpolitisches, a mí me recuerda el celebre ensayo de Thomas
Mann) me asalta la duda de si el subtítulo de la edición francesa (Essai sur les rapports de la
Politique et du Droit) será suficientemente expresiva de la tesis del autor y del intento de res-
catar la sustantividad científica de lo político frente a las formas de «cant» metapolítico que
trata de disimular una de las fases más crudas de la lucha por el poder en todas sus formas.
Pero, desde luego, la traducción literal del subtítulo alemán tampoco sería sugestiva para la
difusión de la obra en España. Oportunamente consultaré con el autor y con Vd. mismo lo
que se me ocurra sobre el particular85.
Permítame que le dé mis más sinceras gracias por el recuerdo que Vd, tiene de mis tra-
bajos sobre el fantasmal Dr. Erlöser86, que fue objeto de nuestra inolvidable conversación de

83 Carta mecanoscrita con membrete del Instituto de Estudios Políticos. Landesarchiv Düsseldorf RW 265-4611/1, RW 265-4611/2,
RW4611/3 y RW4611/4.
84 Se refiere Fueyo a Francis Rosenstiel [1937], alsaciano de origen judío. Rosenstiel ha sido alto funcionario del Consejo de Europa,
desempeñándose como Jefe de Relaciones Exteriores. También fue profesor de Relaciones internacionales y Derecho internacional
en la Universidad de Estrasburgo. En 1970 participó en la X edición del curso «Europa en el mundo actual». Ha dedicado varios
trabajos a la cuestión judía. Véase J. Molina, «¿Unión Europea o Gran espacio?», en Razón Española, nº 115, 2002, p. 168 y
bibliografía allí citada. Sobre F. Rosenstiel: Piet Tommissen, «Julien Freund: choix de quelques lettres de la correspondence de Carl
Schmitt (III)», en Schmittiana. Beiträge zu Leben und Werk Carl Schmitts, VIII, 2003, pp. 34 y 49. El libro mencionado es Le principe
de supranationalité. Essai sur les rapports de la politique et du droit, publicado en París por A. Pedone en 1962. El libro tiene su
origen en la tesis doctoral de Rosenstiel, dirigida por Julien Freund defendida en la Facultad de Derecho de Estrasburgo el 6 de
junio de 1961.
85 La primera noticia que he hallado sobre la edición de la versión española del muy interesante libro de Rosenstiel está en la carta de
Salustiano del Campo a Carl Schmitt, fechada el 12 de diciembre de 1962. Del Campo, en nombre de Fueyo, le comunica a Schmitt
que Le principe de supranationalité será publicado por el Instituto de Estudios Políticos. Landesarchiv Düsseldorf, RW 265-2510.
Carl Schmitt, que conocía el texto desde 1961, tenía del mismo una opinión muy favorable, llegando a considerar la posibilidad de
escribir un prólogo. Para la edición alemana aceptó Rosenstiel, cuyas relaciones con Schmitt se enfriaron más tarde, la sugerencia
del jurista de Plettenberg sobre el título: Supranationalität. Eine Politik des Unpolitischen. Colonia y Berlín, Kiepenheuer & Witsch,
1964. Fueyo optó por mantener en español el sentido literal del título francés. Véase Julien Freund, «La mia corrispondenza con
Carl Schmitt», en Studi Perugini, nº 1, 1996, pp. 208 y 218-219.
86 Las referencias que siguen condensan la autopercepción que Fueyo tenía de su gran libro, La vuelta de los Budas. Ensayo-ficción
sobre la última historia del pensamiento y la política (Madrid, Sala Editorial, 1973). El profesor Gottlieb Erlöser Panaceo, proyección
del autor, es el prototipo del intelectual puro (su vida, «como la de Kant, es un argumento estrictamente intelectual», op. cit., p.
20). «Había nacido el 19 de febrero de 1873, cuatrocientos años contados día por día después del nacimiento de Copérnico»,
op. cit., p. 19. Erlöser es «símbolo absoluto de la omnisciencia del logos moderno y de su descenso –histórico, existencial– a los
desiertos de la nada», op. cit., p. 23. Arranca el libro con la lección jubilar de Erlöser (mayo de 1930) en la Escuela de la Sabiduría,

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Madrid. La multiplicación de preocupaciones de todo tipo que en este último tiempo han
caído sobre mi y la dialéctica misma de la realidad, han perturbado el ritmo de la obra, pero
está ya lo suficientemente avanzada para que casi pueda atreverme a asegurarle que en el
curso del presente año verá la luz. Aparte de lo que pudiéramos llamar el montaje literario
de la obra, que sigue siendo el mismo, a saber: el intento de enfrentar a unos veinte filósofos
de la cultura y de la sociedad desde el siglo XVIII (Edad de la razón) hasta nuestros días
(Fenomenología del caos), está la propia filosofía o «metafísica» invertida del propio Erlöser
en su peregrinación por todas la mitologías políticas de la salvación. Todo ello va unido a dos
motivos temáticos que se deslizan tácitamente a todo lo largo de la obra y que se explayan de
forma explicita, el uno en la introducción y el otro en el epílogo. El tema introductorio es la
«inversión» de Hegel87, a saber: la «alienación» de la dialéctica o transmutación en ironía (este
tema me ha llevado muy atrás, hasta Sócrates como es natural, y me ha traído también muy
hacia nuestros días, hasta el demasiado actual y angustiado Kierkegaard; lo curioso es que
ya un discípulo de Hegel propuso formalmente la superación filosófica de la dialéctica por
la ironía; fue un tal Solger88, pero yo no he conseguido de él más que referencias de segunda
mano. ¿Podría Vd. facilitarme algún dato o indicarme alguna referencia bibliográfica asequi-
ble?). El tema epilogal es «el segundo budismo» y toma por centro a Nietzsche, que con esta
expresión trata de dar imagen a las formas de religiosidad que corresponden a la época del
«nihilismo», una vez que «Dios ha muerto». Como Vd. recordará este tema lo recoge Spengler
y lo rebautiza como «segunda religiosidad», articulándolo muy inteligentemente en su morfo-
logía de la decadencia. Cuando yo comencé a darle vueltas a este argumento, el budismo era
para mí un fenómeno religioso o quizás pseudorreligioso, enteramente caótico y fantástico. A
lo largo de estos dos o tres años, no solo por haberme familiarizado con el tema, sino, sobre
todo, por la impresionante rentréé de la iluminación búdica y de la religiosidad zen no solo en
la cultura racionalista de Occidente, ni siquiera tampoco solo en las nuevas teologías terrena-
les proclives en forma cada vez más acusada a un nuevo sincretismo religioso, algo peor que
alejandrino, sino, sobre todo, por su penetración en el campo de la política desde la Vietnam

fundación del Conde de Keyserling en Darmstadt. Fueyo ataca sistemáticamente el problema de la que llama leucemia metafísica
de Occidente. Este mal determina el arrastre de nuestro mundo por la pendiente de la Razón hacia la nada y el caos, ejemplos máxi-
mos de la agonía del pensamiento, pródromos de la orientalización de Europa, anticipación, en suma, de un «segundo budismo».
Como relata Fueyo, la obra está concebida como un diálogo ucrónico con una veintena de filósofos. Debió comenzar a trabajar
en ella a principios de los años 1960 y tal vez pudo tener una primera versión mediada la década; seguramente, las múltiples
ocupaciones del Instituto le impidieron culminarla. En la estructura final del libro se revela la enorme influencia de Keyserling, parti-
cularmente de su Das Spektrum Europas (1928), libro que todavía no conocía en 1964. Hay un paralelismo notorio entre el análisis
de las distintas naciones europeas ejecutado por Keyserling en la obra citada y el desarrollado por Fueyo sobre Francia, Alemania e
Inglaterra y Estados Unidos, China y Rusia. De aquellas se ocupa en la primera parte de la obra («El tiempo de las nacionalidades»),
de estas en la segunda («El tiempo de las hegemonías»). Las previsiones de Fueyo sobre la publicación de La vuelta de los Budas
en 1964 sugieren, como yo sostengo, que la obra, si no con otra concepción, al menos con otra estructura, estaba ya terminada,
o casi terminada. La edición se demoraría aún una década.
87 La «inversión de Hegel», motivo de meditación permanente para Fueyo, aparece ya en el prólogo de su primer libro, La época
insegura. En la página 24 se contraponen mentalidad progresista y caos de la realidad como «efecto irónico del devenir, la inversión
irónica de la dialéctica o dialéctica de la ironía», concluyendo que «es la filosofía anti hegeliana par excellence la que ahora puede
dar razón de cómo todo lo irracional está siendo real».
88 Karl W. F. Solger [1780-1819], filósofo y catedrático de la Universidad de Berlín, representante del idealismo postkantiano, sostenía
que la ironía, que siempre es trágica, es el elemento fundamental para el reconocimiento de la realidad.

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Empresas Políticas, nº 9, 2º semestre 2007, pp. 13-35

hasta la O. N. U., el fenómeno budista se me esta convirtiendo en el pandemónium nirvá-


nico del caos contemporáneo, espectralmente tomado, como diría Keyserling. (La traducción
española de la obra de Keyserling Das Spektrum Europas está agotada desde antes de la guerra
y no tengo manera de encontrarla89. ¿Podría facilitarme Vd. la noticia de algún Antiquariat
en el que pudiera adquirirla?). De esta forma el tema es desbordante y tanto más cuanto que
los hilos anecdóticos llevan la dialéctica del asunto justamente hasta las más enloquecedora
ironía (por ejemplo una hija de Marx tuvo un largo e intenso affaire du coeur, que terminó en
suicidio, con un tal Aveling el cual, a su vez, fue la pasión juvenil de la famosa Annie Besant,
Sacerdotisa de la Sociedad Teosófica y por lo tanto vestal inglesa del segundo budismo. Por
lo demás, los comunistas cingaleses presentan a Lenin como un Bottishava, esto es, como un
Buda encarnado y sostienen que el marxismo-leninismo en la versión científica actual del
budismo en cuanto «dialéctica de la naturaleza». Para terminar, sin querer abrumarle, Mao
fue severamente educado por su madre, que era budista muy devota).
Perdóneme, mi querido Profesor, esta larga divagación con la que se ha querido corre-
sponder a su afectuosa preocupación por mis cosas. Como verá no las tengo absolutamente
abandonadas y tengo puestas mis ilusiones en esta obra que aun siendo un mero ejercicio
lúdico puede facilitar, como decimos en España burla burlando, una imagen extrapolada pero
no enteramente irreal del grotesco supermisticismo que discurre por los fondos abisales de la
época materialista.
Si tuviera Vd. unos minutos para regalarme algunos de sus siempre sabios consejos, no
tomando todo esto como demasiado irónico, le quedaría muy agradecido.
Volviendo a los asuntos de su carta, si Vd. me autoriza, yo que estoy ahora en bastante buenas
relaciones con Conde (que ha sido últimamente acreditado como Embajador en Ottawa)90, le
puedo escribir sobre la nueva edición de su clásico ensayo91. Tengo la casi seguridad de que él no
pondría reparos a una nueva edición o, en último término, a una nueva traducción.

89 Hermann A. Graf von Keyserling, Europa: análisis espectral de un continente. Madrid, Espasa-Calpe, 1929. Traducción de José
Pérez Bances de Das Spektrum Europas. Heidelberg, Niels Kampmann, 1928.
90 Sobre Javier Conde: J. Molina, «Javier Conde, jurista de Estado», estudio preliminar a J. Conde, Teoría y sistema de las formas
políticas. Sobre las embajadas de Conde y otros intelectuales sobre los que se apoyó la dictadura escribe Emilio Romero: «A Franco,
primero le gustaba Javier Conde, y luego le desterró como a un Cid intelectual a la misión diplomática donde las ideas se estrellan
en los cócteles». En Cartas pornopolíticas. Barcelona, Planeta, 1977, p. 126. Un caso muy parecido es el de Giménez Caballero,
que confiesa en sus memorias las razones que le obligaron a aceptar el extrañamiento diplomático: «[vi] que en España o me que-
daba de profesor de Instituto, o aprendía a tocar la guitarra». Véase E. Giménez Caballero, Memorias de un dictador. Barcelona,
Planeta, 1979, p. 101. Más en J. Molina, En caballera de un cometa llamado Ernesto Giménez Caballero. Sevilla, Los Papeles del
Sitio, 2008.
91 «En alguna ocasión –escribe Ánima a Fueyo en la carta ya mencionada–, D. Manuel Fraga Iribarne habló de que tenía la intención
de hacer también en España una reedición de aquel trabajo que tradujo Javier Conde [Estudios políticos]». Landesarchiv Düssel-
dorf RW 265-13023. Fraga fue presidente del Instituto de Estudios Políticos de febrero de 1961 a octubre de 1962. En carta del
19 de mayo de 1962 Manuel Fraga solicitaba de Javier Conde, a la sazón Embajador de España en el Uruguay, autorización para
reeditar dos de sus traducciones de Schmitt: El Leviathan en la teoría del Estado de Thomas Hobbes (Madrid, Haz, 1941) y Estudios
políticos (Madrid, Cultura Española, 1941). La respuesta de Conde, fechada en Montevideo el 6 de junio de 1962 se conserva en
el Nachlass de Düsseldorf (Landesarchiv Düsseldorf RW 265-2566). Conde no opuso ningún inconveniente, si bien hacía observar
a su correspondiente que Estudios políticos no lo editó el Instituto de Estudios Políticos, sino Cultura Española. Refiere Conde que
tradujo los tres textos de ese volumen a petición del psiquiatra López Ibor. Aconseja Conde, por último, algún cambio: retirar, si se
considera oportuno, alguno de los textos, anteponer un nuevo prólogo de Schmitt e incluir alguna de las conferencias dictadas por
Schmitt en España, particularmente «La crisis de la Ciencia del Derecho» –se refiere Conde en realidad a «La situación actual de la
ciencia jurídica europea», conferencia traducida por el jurista burgalés y dictada por Schmitt en sus conferencias de la Facultad de

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Finalmente, tomé buena nota de su recomendación a favor del joven profesor Morodo92.
Por los días en que recibí su carta formaba yo parte de un Tribunal de Oposiciones para la
Cátedra de Derecho Político de Valencia93, a la que se presentaba este muchacho. La Cáte-
dra ha quedado desierta94 y yo voté, explícitamente, la no provisión95. Morodo es un joven
dotado de apreciables energías de teórico, pero, en mi opinión, de formación todavía muy
poco madura. Sus lagunas en el campo filosófico y sociológico, para él, que ha tomado una
orientación metodológica muy ligada a la reducción «ideológica» del Derecho Público y
al neopositivismo lógico (Círculo de Viena), me parecieron verdaderamente graves. Tuvo,
además, la mala suerte de tener que desarrollar un tema sobre Hobbes, que me hizo recor-
darle a Vd. intensamente, por el escaso uso y abundante incomprensión respecto de su
hermoso estudio sobre el Leviathan96. Por lo demás considera que la ciencia política exige
constantemente el tomar «actitudes» políticas y las por él adoptadas siento decirle que no
son precisamente afines a cuanto Vd. ha representado y representa en el pensamiento polí-
tico europeo.
Permítame despedirme, mi querido amigo, con las mismas palabras que Vd., esto es,
rogándole considere esta larguísima carta como prenda de cambio de una conversación que
anhelo fervientemente,
Suyo affmo. buen amigo que sabe cuánto le admira. Jesús Fueyo.

Derecho de Madrid (11 de mayo de 1944) y el Colegio de Abogados de Barcelona (7 de junio de 1944). La edición original apareció
después de la guerra. Véase C. Schmitt, Die Lage der Europäischen Rechtswissenschaft. Tubinga, Internationaler Universitätsverlag,
1950. Cfr. J. Molina, «Carl Schmitt – Javier Conde: correspondencia (1949-1973)». Razón Española, nº 131, 2005.
92 En sus memorias menciona Morodo las recomendaciones de José Antonio Novais (periodista, corresponsal en Madrid de los diarios
Le Monde, París, Diario de Noticias, Lisboa, y O Estado, de Sao Paulo) y Fernando Cañellas (abogado); también las de Carlos Ollero
y Enrique Tierno Galván. Véase R. Morodo, Atando cabos. Memorias de un conspirador moderado. Madrid, Taurus, 2001, pp. 212-
213 y 309. Desconozco quién pidió a Schmitt la captatio benevolentiae de Fueyo. En cualquier caso, no hay recomendación alguna
entre las cartas conservadas en el Nachlass de Ollero (9 cartas dirigidas a Schmitt entre 1955-1961, Landesarchiv Düsseldorf RW
10616 a RW 10624) o de Tierno Galván (29 cartas dirigidas a Schmitt, todas comprendidas entre 1951-1958, salvo una, fechada
en 1978).
93 Por Orden de 16 de abril de 1963 de la Dirección General de Enseñanza Universitaria se declaró desierto el concurso previo de
traslado a la cátedra de Derecho político de la Universidad de Valencia. Dicha cátedra salió a turno de oposición libre por Orden de
10 de junio de la misma Dirección General. Fueron admitidos los opositores siguientes: Diego Sevilla Andrés, Juan Ferrando Badía,
Ramón Sainz de Baranda Jiménez de la Iglesia, Juan Candela Martínez, Jorge Xifra Heras, Alfonso Padilla Serra, Raúl Morodo,
Jacqueline Bernat Gerard, José Antonio González Casanova, Joaquín Tomás Villarroya y Gumersindo Trujillo Fernández (Resolución
de 24 de octubre de 1963 de la Dirección General de Enseñanza Universitaria). El tribunal lo integraron finalmente Carlos Ruiz del
Castillo, Presidente, Jesús Fueyo, Pablo Lucas Verdú, Luis Sánchez Agesta y Enrique Tierno Galván, los dos últimos en sustitución
de Ignacio Mª de Lojendio y José Mª Hernández-Rubio Cisneros. Jesús Fueyo era el vocal de libre designación ministerial entre la
terna propuesta, según la regulación de la época, por el Consejo Nacional de Educación. No he podido precisar los opositores que,
además de Raúl Morodo y Diego Sevilla Andrés, concurrieron al llamamiento, que tuvo lugar el 2 de abril de 1964.
94 Orden de 9 de mayo de 1964 de la Dirección General de Enseñanza Universitaria.
95 Morodo, en sus memorias Atando cabos, recuerda lo siguiente: «El candidato oficialista era un valenciano de la Falange histó-
rica, ya un poco mayor, de la generación que hizo la guerra y llamado Diego Sevilla Andrés [...] Sabía que ni Ruiz del Castillo ni
Sánchez Agesta me votarían nunca: el primero, muy conservador, por miedo a apoyar un rojo, y el segundo, demócrata-cristiano
colaboracionista, por sus relaciones tensas con Tierno y Lucas Verdú [...] Fueyo se abstuvo y la cátedra quedó de nuevo vacante.
Sevilla Andrés volvió a su Valencia, derrotado y enfurecido contra Fueyo, y yo, comprendiendo el miedo spengleriano de Fueyo,
resignado». Véase R. Morodo, op. cit., pp. 308-309.
96 Véase C. Schmitt, El Leviathan en la teoría del Estado de Thomas Hobbes. Granada, Comares, 2004. Escribe Morodo: «Si los ejer-
cicios me salían bien –como así ocurrió–, tal vez Fueyo diese el paso, para mi esencial, de votarme». Véase R. Morodo, op. cit., p.
309.

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Una parte de la correspondencia entre Carl Schmitt y Jesús Fueyo (1962-1967)
Empresas Políticas, nº 9, 2º semestre 2007, pp. 13-35

8. Schmitt a Fueyo, 13 de junio de 196497

Plettenberg, 13 de junio de 1964.


Excmo. Señor Director, mi querido amigo Don Jesús:
Contesto su amable y rica carta del 21 de mayo con retardo. [He estado] unas semanas en
una clínica quirúrgica y preparo ahora mi viaje a Madrid y Santiago de Compostela. Saldré
el 24 de junio y demoro unos días en Madrid (Hotel Zurbano). Me permitiré llamar a Vd.
por teléfono el 25 de junio para ensayar de verle y aprovechar de la ocasión de cambiar unas
palabras si tiene bastante tiempo.
Por esto me limito a unas líneas para la respuesta a su carta con sus muchos e interesantes
temas: la versión española del libro del Sr. Rosenstiel sobre la supranacionalidad; Conde y
sus traducciones de la Noción de lo Político; el caso Morodo, en el cual fui incompletamente
instruido y le agradezco a Ud.; sobre todo el Dr. Erlöser. Un amigo alemán con buenas rela-
ciones en Argentina cree poder procurar la edición española del Spektrum Europas del conde
Keyserling. He dado a un anticuario el encargo de procurar los libros de Solger. Pero se trata
principalmente de los grandes volúmenes póstumos: Solger’s nachgelassene Schriften und
Briefwechsel, herausgegeben von Ludwig Tieck und Friedrich v. Raumer; 1 Bd. 780 páginas
[falta una línea en la copia aquí transcrita].
Temo, mi querido Don Jesús, que Solger no entrega tanta ganancia sobre el problema de
la ironía y la «inversión de Hegel» como Ud. espera. He releído 1) el gran artículo del año
1828 de Hegel mismo sobre su amigo y colega Solger (una recensión magistral de 70 páginas;
publicadas en la edición de las obras completas de Hegel por Glockner, t. 20 p. 132-202) y creo
que el verdadero «inventor» era Friedrich Schlegel; 2) la tesis genial de doctorado de Sören
Kierkegaard del año 1841 Der Begriff des Ironie, 341 páginas, que se ocupa mucho de la ironía
de Solger. Poseo una traducción alemana (rara). Si le interesa a Ud. le llevaré a Madrid los dos
volúmenes o uno; en tal caso le agradecería una información a vuelta de correo. Hay formula-
ciones sobre la «nada» y la «negación de la nada», Nichtendes Nichts, etc., que parecen budistas
pero provienen de [ilegible] o de los místicos alemanes como Eckhart. Friedrich Schlegel era
el verdadero antagonista de Hegel; y Hegel deviene nervioso ante la ironía de F. Schlegel.
Rogándole comprenda los motivos de la brevedad de mi respuesta le saludo a Ud. y espero
encontrarle pronto en la mejor salud.
Suyo affmo. buen amigo Carl Schmitt

9. Jesús Fueyo a Carl Schmitt

Madrid, 19 de junio de 196498.


Prof. Carl Schmitt.
Brockhauserweg, 10.

97 Carta manuscrita en español que no se encuentra catalogada en el Nachlass de Düsseldorf. Véase supra nota 15.
98 Carta mecanoscrita con membrete del Instituto de Estudios Políticos. Landesarchiv Düsseldorf RW 265-4612.

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Jerónimo Molina
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Plettenberg/Westfalen (Alemania).
Mi querido amigo y admirado Profesor:
Me limito a acusar recibo a su afectuosa carta fecha 13 de los corrientes que acabo de reci-
bir, y le agradezco extremadamente la mucha atención que ha prestado a mis cosas.
Será de mi mayor agrado atenderle durante su estancia en esta Capital.
Ahora solamente le pongo estas líneas, por si llegasen a tiempo de expresarle mi mayor
interés, siempre que ello no le causara gran molestia, en que hiciese Vd. el favor de traerme,
según me ofrece, la traducción alemana a que se refiere del ensayo de Kierkegaard sobre el
concepto de ironía.
Muchísimas gracias por todo, y al tiempo que celebro su restablecimiento, le envía su
mayor afecto, Jesús Fueyo.

10. Jesús Fueyo a Carl Schmitt

Madrid, 6 de febrero de 196799.


Prof. Carl Schmitt.
Brockhauserweg, 10.
Plettenberg/Westfalen (Alemania).
Mi querido amigo y admirado profesor:
Le agradezco vivamente su afectuosa carta de 30 de enero último y quiero anticiparle el
que hayamos culminado la traducción de su Teoría del Partisano a su satisfacción, constituye
para mí una de las mayores alegrías de mi gestión al frente de este Instituto. Dígame si precisa
que le envíe o envíe a algunos amigos suyos en esa o en esta ejemplares de su obra, pues no
tendríamos mayor inconveniente en hacer un pequeño sacrificio con el fin de difundir sus
ideas entre personas que pudieran estimarlas en lo mucho que valen.
Me alegra vivamente cuanto me dice Vd. de la edición norteamericana de la obra100. Es
claro que los EE. UU. están hoy en una encrucijada decisiva para la marcha de la humanidad
y creo que sus posiciones podrán ser allí muy esclarecedoras.
Los trabajos míos a que se refiere y que aparecerán en breve en la colección de Ideologías
[contemporáneas] que ahora se honra con su obra, son de menor entidad. Se trata de recopi-
laciones de artículos publicados a lo largo de los últimos diez años y unidos por cierta unidad
temática de fondo101. A mí me ha preocupado esencialmente la eclosión política que supone
la génesis europea del Estado-Nación como formación política ex novo y el antecedente o
consecuente giro del sentido del Derecho y del concepto de lo político que van asociados a esa
mutación. Quiero publicar esto ahora como antecedente a un trabajo ulterior precisamente
sobre la crisis de ese sistema político moderno y de la modernidad con su conjunto, pero esto

99 Carta mecanoscrita con membrete del Instituto de Estudios Políticos. Landesarchiv Düsseldorf RW 265-4613/1, RW 265-4613/2,
RW 265-4613/3, RW 265-4613/4.
100 La traducción yanqui de Theorie des Partisanen es muy reciente: The Theory of the Partisan. Intermediate Commentary on the
Concept of the Political. Nueva York, Telos Press, 2007.
101 Se trata de La mentalidad moderna, editado en 1967.

o 32
Una parte de la correspondencia entre Carl Schmitt y Jesús Fueyo (1962-1967)
Empresas Políticas, nº 9, 2º semestre 2007, pp. 13-35

me lleva desgraciadamente hacía áreas de problemas cada vez más alejadas del centro de mis
estudios.
La otra obra, la del buen y caótico Erlöser, de la que tanto placer he hablado con Vd., está
de momento varada aunque en absoluto renuncio a culminarla si hay un poco de fortuna.
Por una parte ocurre que el curso de los grandes hechos en todos los planos tal como yo lo
veo se acelera y globaliza cada vez más. (Por ejemplo todo un capítulo muy largo y muy tra-
bajado sobre la China comunista y el sentido arquetípico-revolucionario del maoísmo a base
de categorías de «neoconfuncionismo tecnológico» y «protestantismo comunista», se me ha
salido de sus ejes como consecuencia de la llamada «revolución cultural»; ¿no le parece una
ironía lógica y perversa la síntesis ideológica de esos dos conceptos –revolución y cultura– de
genealogía tan dispar, y sobre todo no le llama la atención esta nueva «enfermedad infantil
del comunismo» que es el «proletariado adolescente»? Asuntos como este llevan mi idea de la
ironía como inversión del sentido de la dialéctica y de la historia a consecuencias verdadera-
mente alucinantes). De otro lado, España no está ni mucho menos fuera de ese curso mundial
y me preocupa con más intensidad existencial, como es lógico, el destino de mi Patria.
Habrá oído Vd. algo acerca de nuestra Ley orgánica102. Le adjunto, pues pienso que pudiera
ser de su interés, un tomito sobre ella que incluye los textos y algunos comentarios entre
los que figuran extractos de algunos artículos periodísticos míos103. Aunque solo sea para su
curiosidad le diré que una importante personalidad política española, el ex ministro Girón,
que puede ser un hombre de posibilidades en el futuro, hizo unas declaraciones acerca de esta
nueva ley constitucional en las que se refería expresa y nominalmente al Profesor Carl Schmitt
y a su influencia positiva en la difusión de las categorías que habían operado sobre el desarro-
llo constitucional español. No es él un especialista en la materia, pero ciertamente la preocu-
pación por la «guarda de la Constitución» y su profundo sentido político de la «legalidad» que
tanto me aclaró en una ocasión a propósito de la V República Francesa como fundación de
De Gaulle, han operado decisivamente en el ambiente de las ideas de las que ha surgido esta
norma tan decisiva para el futuro de España104.

102 El Proyecto Ley Orgánica del Estado fue presentado por el Jefe del Estado a las Cortes el 22 de noviembre de 1966. Una vez
obtenido el «acuerdo o consenso» de la Cámara, fue sometido a referéndum nacional el 14 de diciembre de 1966. La L. O. E.
obtuvo en aquella consulta un 98% de votos a favor y se insertó en el B. O. E. del 11 de enero de 1967. Otros pormenores en L.
Suárez, Franco. Barcelona, Ariel, 2005, pp. 838-848.
103 El libro en cuestión es Nueva Constitución. Referéndum 1966, editado en Madrid en 1966 por el Servicio Informativo Español,
organismo del Ministerio de Información y Turismo. Es un tomo de 207 páginas, con apéndice fotográfico, que incluye el Mensaje
del Jefe del Estado a las Cortes con motivo de la presentación del texto, el 22 de noviembre de 1966; una exégesis del «pen-
samiento de Franco» sobre la Ley; el texto de la Ley Orgánica del Estado y un estudio general de sus elementos; y una sección
miscelánea sobre las opiniones vertidas en la prensa nacional y extranjera. En efecto, algunos de los artículos periodísticos selec-
cionados son del propio Fueyo: pp. 170-171, 175-176, publicados en las ediciones del diario Pueblo del 30 y el 24 de noviembre
de 1966.
104 Guillén Kalle ha destacado la gravitación schmittiana de la L. O. E., particularmente, la posible influencia del pensamiento del
jurista alemán sobre la configuración del recurso de contrafuero, regulado por el título X de la norma. Véase G. Guillén Kalle, op.
cit., p. 146. Por su parte, Gonzalo Fernández de la Mora, redactor del anteproyecto de la L. O. E. junto a Laureano López-Rodó,
ha negado «toda relación del recurso de contrafuero con el pensamiento schmittiano puesto que su finalidad no era decisionista,
sino, al contrario, garantizar los Principios o parte dogmática de las Leyes Fundamentales. Era, pues, una institución antidecisio-
nista y limitadora del soberano». Véase G. Fernández de la Mora, «Guillén Kalle, G.: Carl Schmitt en España», Razón Española, nº
106, 2001, p. 319. Tiene razón, desde luego, Fernández de la Mora, pues misión del Consejo del Reino, magistratura en la que
quedó residenciado el recurso de contrafuero, era preservar el ordenamiento fundamental del régimen. Esa es la razón de que las

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Jerónimo Molina
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Siento cansarlo alargando esta carta, pero no tengo más remedio que referirme a un libro,
que sin duda Vd. conoce, de un cierto August Nitschke, Der Feind (Kohlhammer Verlag,
1964)105. Le sitúan en él a Vd., como muy justamente merece, en el más elevado pero tam-
bién confuso nivel de personalidades de nuestro siglo, y lo maltratan, como parece que sigue
de moda, con una interpretación increíblemente tosca de su pensamiento esencial, hasta el
extremo de encerrarlo en un orgulloso existencialismo intimista carente de todo contacto con
la realidad (pgs. 77-83). Por lo demás no sé cómo se puede articular en un mismo capítulo,
compacto como un ladrillo, una perspectiva de la política que parta de Freud, siga por Ernst
Jünger y concluya con Vd. ¡Y de seguido casi sin punto y aparte, Mussolini! Es increíble que
puedan escribirse libros como este, a menos que constituyan la prueba lógica del caos mental
en que hemos entrado. En fin, de todos modos en la pág. 226 le pone a Vd. en riguroso pen-
dant con De Gaulle, como fautores de una óptica político-militar del acaecer que margina las
leyes de la economía y las tendencias espirituales y religiosas (!). Por la nota biográfica del
autor veo que se trata de un medievalista, lo que quizás pueda explicar cierto décalage en sus
reflejos críticos para la visión de la política moderna. De todos modos me gustaría, sabiéndole
mucho más ponderado que yo, conocer su juicio sobre este libro, que mandé pedir con vistas
al desarrollo del concepto y de la metamorfosis de la figura del enemigo, tema y categoría a
los que por desgracia el autor no ha dedicado ni el más leve pensamiento. Ya es curioso que
incluso para combatirle y para explicar las «formas de acción política en el siglo XX» tenga
forzosamente que recurrir a sus categorías sin comprenderlas ni discurrirlas por su cuenta.
En fin, nada más por hoy que el ruego de que me dispense esta epístola larguísima, pero en
defecto de su magistral conversación quería dejarle constancia de estas cosas. Siento no poder

previsiones de la L. O. E. desbordaran las funciones consultivas del Consejo del Reino según la regulación de la Ley de Sucesión
en la Jefatura del Estado (1947). Pero Guillén Kalle y Fernández de la Mora han omitido un aspecto fundamental del problema,
a saber: que la defensa de la constitución es una prerrogativa del Jefe del Estado, sometida a su apreciación y prudencia, con la
asistencia del Consejo del Reino. Según la letra d) del artículo 10 de la L. O. E., el Jefe del Estado podía «adoptar medidas excep-
cionales cuando la seguridad exterior, la independencia de la nación, la integridad de su territorio o el sistema institucional del
Reino estén amenazados de modo grave e inmediato». Se trata de un modelo político de defensa de la constitución homologable
con el artículo 16 de la constitución francesa de 1958. Como señaló en su día Diego Sevilla Andrés, el mecanismo de defensa
o garantía de la constitución en la L. O. E. era doble: la prerrogativa del artículo 10.d) y el procedimiento político-jurisdiccional
del título X. Véase D. Sevilla Andrés, «La defensa de la constitución en la Ley Orgánica del Estado», Revista de Estudios Políticos,
nº 152, 1967, p. 290. Unos años después, Miguel Ángel Medina Muñoz vuelve a expresar la opinión mayoritaria de la doctrina
española: «la defensa del orden constitucional en nuestra nación viene encomendada de forma muy especial al Jefe del Estado
(...) Pero en el ejercicio de esta función dispone del asesoramiento, la mayor parte de las veces preceptivo, del Consejo del Reino,
de forma que ambas instituciones son, en última instancia, la salvaguardia de dicho orden». Véase M. Á. Medina Muñoz, «El
Consejo del Reino», Revista de Estudios Políticos, nº 181, 1972, p. 112. Fueyo, en cambio, trascendiendo la posición del Jefe
del Estado como dictador-custodio, afirma que «es el pueblo como totalidad política el que tiene atribuido la guarda de la
constitución». Véase J. Fueyo, «El principio de representación», loc. cit., p. 428. El jurista discurría, en realidad, sobre la situación
constitucional de las instituciones después de Franco, confiando en el referéndum nacional como garantía última legal de la
reforma de las Leyes fundamentales. En un escrito cuatro años posterior, Pueblo y Estado, se refiere a «un tipo de institución que
encauce la transmisión de las supremas magistraturas, que custodie los principios constitucionales, que trace las líneas generales
del planeamiento social y económico y que sea órgano garante de los derechos públicos reconocidos», op. cit., p. 43. Estas
palabras, escritas en un momento de efervescencia constitucional, tienen que estar referidas, aunque no se mencione la cosa, al
Consejo Nacional. Según la L. O. E., una de las finalidades del Consejo Nacional era «defender la integridad de los Principios del
Movimiento Nacional», art. 21 letra b). Para ello podía ejercer el recurso de contrafuero, artículo 23 letra a), sobre el que resolvía
el Consejo del Reino.
105 August Nitschke (1926), Der Feind. Erlebnis, Theorie und Begegnung. Formen politischen Handelns im 20. Jahrhundert. Stuttgart,
Kohlhammer Verlag, 1964.
Una parte de la correspondencia entre Carl Schmitt y Jesús Fueyo (1962-1967)
Empresas Políticas, nº 9, 2º semestre 2007, pp. 13-35

haberlo hecho a mano, como Vd. merece, pero hubiera sido someterle además a la tortura de
mi letra y exponerle a algún mal entendido.
Le reitero con este motivo mi afecto y mis saludos más cordiales a la espera de tener oca-
sión de volver a hacerlo personalmente. Jesús Fueyo.
P. D. Creo recordar haberle dicho a Vd. que hablé con Conde de una nueva edición de
la traducción española de su Noción de lo político y me dio todo género de facilidades, de
modo que no hay inconveniente por nuestra parte y sólo deseo que envíe Vd. al Instituto, para
poner esto en marcha106, las edición alemana de 1963 con las nuevas adiciones, pues no quiero
desprenderme del ejemplar que yo tengo. Muchas gracias. Supongo que su hija no tendrá el
inconveniente de encargarse del trabajo de traducción preciso a estos efectos.
El tomito sobre la Ley orgánica, se lo remito por correo aparte.

106 Por razones que desconozco el proyecto fue abandonado. Una edición idéntica a la de 1941 se imprimió en el último año de la
dictadura: Estudios políticos. Madrid, Doncel, 1975.

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