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Resumen La metrópoli y la vida mental Simmel

El objetivo del texto es, analizar la vida mental se acomoda a la sociedad. Una sociedad que resulta
avasallante. Para desarrollarlo Simmel, hace dos grandes comparaciones durante todo el texto; las
grandes metrópolis en relación con las pequeñas y las formas de vida modernas respecto a las
anteriores.

Así, en el marco de transición de la comunidad a la sociedad existe una constante tensión del
individuo para conservar individualidad, la autonomía y peculiaridad de su existencia frente a la
prepotencia de la sociedad, de lo históricamente heredado, de la cultura.

 Grandes urbes: Individualidad metropolitana


1. Carácter intelectualista:

La individualidad se origina a partir de la vida nerviosa, la cual tiene su origen en las impresiones
internas y externas que son rápidas y constantes. En la gran urbe, el hombre al verse estimulado de
manera continua establece un distanciamiento brusco que le permite reaccionar de manera
racional, ,es decir con el intelecto, a los estímulos. Esto requiere de consciencia a diferencia de las
pequeñas ciudades en las cuales las imágenes sensoespirituales fluyen a un ritmo lento, habitual y
regular por lo cual el hombre reacciona de manera sentimental.

El tipo metropolitano crea un órgano de defensa frente al desarraigo con el que lo amenazan las
corrientes y discrepancias de su medio ambiente externo: en lugar de con el sentimiento, reacciona
frente a éstas en lo esencial con el entendimiento, para el cual, el acrecentamiento de la conciencia,
al igual que produjo la misma causa, procura la prerrogativa anímica.

Esta racionalidad, es una protección subjetiva frente a la violencia de la gran ciudad.

2. Carácter calculador (económico monetarista):

Les es común la pura objetividad en el trato con hombres. El hombre puramente racional es
indiferente frente a todo lo auténticamente individual (como el dinero que solo pregunta por el
valor de cambio) Las relaciones son calculabless, tanto con los hombres como con los números
sólo se tiene interés por la prestación objetivamente ss, tanto con los hombres como con los
números sólo se tiene interés por la prestación objetivamente sopesable (calculable). En las
pequeñas ciudades en cambio, el inevitable conocimiento de las individualidades produce una
coloración del comportamiento pleno de sentimiento.

Habiendo, en las grandes urbes una interacción tan estrecha con la economía monetaria que,
elimina la producción propia y el intercambio inmediato de mercancías, nadie sabría decir si
primero se constituyó anímicamente el intelectualismo exigido por la economía monetaria o
viceversa. El espíritu moderno se ha convertido cada vez más en un espíritu calculador.

3. Carácter indolente:

La impersonalidad que mencionamos anteriormente, actúa además en la dirección de una


imagen altamente personal, la indolencia. A partir de los estímulos nerviosos y el crecimiento de
la intelectualidad aparece una actitud emocional basada en el hastío (aburrimiento muy grande).
Aparece una insensibilización por estímulos continuos, que son percibidos pero ignorados.

Este sentimiento es el fiel reflejo subjetivo de la economía monetaria triunfante. En la medida en


el que el dinero se convierte en el nivelador más pavoroso, y es el tamaño de trozo que
tengamos lo que nos diferenciará. Para Simmel, por más que adquiramos vamos a contar de
igual manera con un sentimiento de desvalorización.

Lucero Profeta
Resumen La metrópoli y la vida mental Simmel

4. Actitud de reserva:

La autopreservación frente a la gran ciudad exige un comportamiento de naturaleza social


negativo. Al haber tanta gente se reacciona de manera indiferente, aversiva, no se puede
establecer relación positiva con todos los individuos. Desconfianza, rechazo, indiferencia.

A diferencia de las pequeñas ciudades donde podemos reconocer a la gente y desarrollar


acciones positivas y comprensivas.

Esta disociación representa una de las formas más elementales de socialización en las grandes
urbes.

 Libertad personal

La esencia espiritual de la gran ciudad mucho más general, permite al individuo una especie de
libertad personal pero qué sólo permite al miembro individual un mínimo espacio para el
desenvolvimiento de cualidades peculiares y movimientos libres. A medida que aumenta la
cantidad de gente, se relaja su unidad interna y el individuo gana libertad de movimiento.

La vida de la pequeña ciudad ponía al individuo particular barreras bajo las cuales el hombre
moderno no podría respirar. El habitante de la metrópoli es libre en contraposición con las
pequeñeces y prejuicios que comprimen al habitante de la pequeña ciudad.

 Singularidad

Ahora bien, esta "libertad" conlleva a un sentimiento de abandono entre la muchedumbre.

Y la singularidad hace referencia, por un lado, a la característica de las culturas modernas de la


preponderancia del espíritu objetivo (cultura) que está despojada de lo individual sobre lo
subjetivo. Esto es en mayor medida causa de la división del trabajo ya que, requiere del
individuo particular una realización cada vez más unilateral cuyo máximo crecimiento hace
atrofiarse a su personalidad en su totalidad.

Y por el otro hace referencia a la necesidad de distinguirse ante la dificultad de hacer valer la
propia personalidad. No ser diferente sino hacerse notar. En referencia a la división del trabajo,
expone la lucha por el comprador que obliga al individuo particular a una especialización de la
prestación en la que no pueda ser suplantado fácilmente por otro. Las formas del individualismo
son alimentadas por las relaciones cuantitativas de la gran ciudad: la independencia personal y la
formación de singularidad personal.

Por una parte, la vida se hace infinitamente más fácil pero por otra, la vida se compone cada vez
más de estos contenidos y ofrecimientos impersonales, los cuales quieren eliminar las
coloraciones e incomparabilidades auténticamente personales.

Lucero Profeta

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