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UNIDAD 2: CULTURA Y SOCIEDAD

1. Diferentes concepciones de la cultura. Dimensión subjetiva y objetiva de


la cultura. Componentes de la cultura.

2. Etnocentrismo y relativismo cultur al. Paradojas de la cultura. Los


universales de la cultura. El cambi o cultural. La realidad objetiva y
psicológica de la cultura.

3. Diversidad e identidad cultural.


IIJ Diferentes concepciones de la cultura

o La cultura como adquisición de un conjunto de saberes,


··,1' como resultado de esa adquisición y como producción
U' de "cosas superiores" .
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o La cultura como modo de ser, de hacer y de pensar, y
1
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como conjunto de obras e instituciones
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o La cultura como creación de un destino personal y co-
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lectivo
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Sólo por abstracción hablamos de cultura como
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1 un concepto general. Pero, si queremos introdu-
cir mayor rigor y precisión en el uso del término,
.,
..} tenemos que hacer una serie de diferenciaciones
y clasificaciones, cada una de las cuales se deriva,
en buena medida, del enfoque ideológico/ cientí-
fico que la inspira. Nos parece oportuno ofrecer,
como se verá a lo largo de este capítulo, las clasi-
ficaciones más importantes que se suelen utili-
zar .. , Comenzamos por presentar las tres concep-
ciones más globales y totalizantes.

15
La cultura como adquisión de un conjunto de de conocimientos. En este caso, "tener cultura",
saberes, como resultado de dicha adquisición
"ser culto" es equivalente a disponer de muchos
y como producción de "cosas superiores"
datos y conocimientos sobre saberes librescos·,
consecuentemente, a mayor grado de instrucción,
Ésta ha sido la forma habitual de utilizar el térmi-
no. La palabra cultura se identifica -según esta mayor cultura. Culto es, también, el que produce
obras culturales, entendidas con el alcance antes
concepción- como el refinamiento intelectual o
indicado.
artístico, entendido éste como conjunto de sabe-
Quienes comparten esta concepclOn de la
res y conocimientos eruditos acerca de ciertas
cultura, de ordinario, consideran que la creación
"cosas superiores", concibiéndose como talla fi-
losofía, la literatura, la música clásica, el arte, la artístico-cultural se auto genera y se autodesa-
rrolla, esto es, que no tiene relación con la vida
pintura, el teatro, la historia, la geografía, la mito-
social. "El material virgen del germen artístico
logía o el dominio particular de una ciencia o un
-diría André Malraux expresando esta postura-
arte. Derivadas de esta concepción, se utilizan ex-
no es la vida, sino el arte anterior."
presiones como olas de "el mundo de la cultura" '
.
para designar la literatura, música, teatro, plásti- Aquí, la palabra cultura denomina determina-
das manifestaciones particulares del espíritu hu-
ca, etc. O bien aquellas que expresan una cuanti-
ficación en la posesión de esos saberes, y así se mano en cuanto designa una serie de saberes re-
habla de "más o menos cultura", "es muy culto" ducidos fundamentalmente a lo que se ha llama-
do "cultura artística o literaria".
o "no tiene cultura". Y si pasamos del sustantivo
al verbo y su participio, se habla de la persona Así pues, según esta concepción, la cultura se
"cultivada" o "culta", entiende como:
Dentro de esta concepción, la palabra cultura
CI conocimientos que se pueden adquirir,
sirve también para designar cualidades subjeti-
vas de la persona "cultivada": el culto es aquel CI resultados de la adquisición,
que; por medio del estudio, ha desarrollado sus
capacidades intelectuales, ha adquirido una serie I CI producción de "cosas superiores".

16 17
De algún modo, se la considera como si fuera La cultura como forma de ser, de hacer y de pensar, y
un objeto de posesión-adquisición personal. Des- como conjunto de obras e instituciones
de esta perspectiva, el concepto de cultura resulta
restringido, puesto que se identifica el nivel cul- Otra concepción de cultura es la que se desarrolla
tural con el nivel de instrucción o de educación a partir de la antropología que surge especial-
institucional y el nivel de producción artística, en mente en el mundo anglosajón. * La cultura com-
determinados casos. Es también un concepto se- prende aquí el conjunto de rasgos de actuar y de
lectivo, ya que excluye a grandes sectores de la pensar que son creados y transmitidos por los
población a los que se considera incultos, puesto hombres como resultado de sus interrelaciones
que no tienen acceso a esos productos y no han recíprocas y de sus relaciones con la naturaleza
acumulado un stock significativo de conocimien- por medio del trabajo. Esto se revela tanto en ma-
tos. Resulta evidente que, con este alcance, el tér- nifestaciones que se dan en el plano intelectual
mino cultura expresa una concepción elitista. Y, (saberes, creencias y valores), como en el material
en la medida en que esta concepción es aceptada,
es también un instrumento de dominación ("cul-
•.Respecto a la llamada concepción antropológica de la cultura qui-
tura elitista" no es equivalente a "cultura domi- siera destacar un hecho que, de algún modo, puede parecer contra-
nante", pero puede ser una forma de dominación). dictorio. El término cultura, con este alcance, comenzó a utilizarse
Demasiado a menudo sirve, además, para inicialmente en la antropología social y cultural anglosajona, pasó
luego a la sociología dentro de ese mismo ámbito geográfico, aun-
ocultar la inferioridad de aquellos que, aunque re- que a los pocos años tuvo una aceptación mucho más universal.
pitan como papagayos los nombres de todos los Ya sea en una u otra disciplina (antropología o sociología), el
dioses de la mitología, las diferentes corrientes en concepto se utilizó, casi sin excepción, dentro de un marco teórico re-
ferencial funcionalista. Ahora bien, esta concepción científica es mo-
el arte o los clásicos de la música, la literatura y la
demizante pero conservadora: cuando plantea los cambios, éstos
filosofía, nada saben "hacer", nada "producen" y siempre son concebidos como intrasistémicos.
nada "transforman". Estos "ilustrados" confun- Esta visión estática y conservadora de los presupuestos en que
den la acumulación de conocimientos con la cul- se apoya, no la despoja de su operatividad conceptual, como lo reve-
la el mismo hecho de que, desprovista de esas connotaciones y aso-
tura; así la entienden, por otra parte. Y esto es fun- ciada a una perspectiva distinta, puede enriquecerse vinculada con
cional y necesario para mantener los privilegios. el concepto de cultura popular.

1-8 19
(las cosas que los hombres crean y utilizan). Así, (manera de comportarse), cuyo incumplimiento
se considera cultura: una reja de arado, un auto- supone algún tipo de sanción social.
móvil, el modo de usar el pañuelo, las reglas de Se trata de un concepto sintético muy abarca-
fútbol, el sistema electoral, el modo de vestirse y dor; la gran amplitud que comprende este modo
de peinarse, la forma de criar a los niños, los ritos de entender la cultura, 10 transforma, en alguna
funerarios, la utilización del sistema decimal, la medida, en un concepto ilimitado y de difícil
ópera Carmen o una nave espacial. En la concep- aprehensión, ya que todo lo que no es naturaleza,
ción antropológica son cultura tanto las herra- es cultura. Su aspecto positivo radica en que tien-
mientas y maquinarias, y los sistemas filosóficos de a integrar todos los tipos de actividades huma-
y científicos, como las reglas de conducta, modos, nas, los modelos de comportamiento, los signos
usos, hábitos e instituciones. Este último aspecto sociales para la acción, los valores, los conoci-
es la dimensión o aspecto normativo de la cultura, mientos y las habilidades, en un sistema histórico
al expresar pautas de vida "históricamente crea- concreto en desarrollo.
das, explícitas o implícitas, racionales o irraciona- Así entendida la cultura, toda persona es más
les y no-racionales, que existen en un tiempo dado o menos culta y toda persona es productora de
como guías potenciales de la conducta humana" cultura, aunque lo sea de manera muy dispar y
(Kroeber y Kluckhohn, 1952). diversa. Según esta concepción -que se desarro-
Para decirlo con brevedad, desde el punto de lla a partir de la noción antropológica-, cultura
vista antropológico, el término engloba la totali- es lo que el pueblo cultiva, es decir, lo que realiza
dad del entorno creado por el hombre para adap- en su vida cotidiana, real y concreta. La cultura
tarse y modificar la naturaleza, transformándose expresa una forma de ser, de hacer y de pensar
-a su vez- a sí mismo. Y en la medida en que que se ha adquirido a través de la historia, como
cada hombre pertenece a una cultura y cada so- producto del quehacer y vicisitudes de un pueblo
ciedad tiene sus peculiaridades culturales, la cul- concreto, y en cada persona particular, a través de
tura es, como la definen los antropólogos, la "he- un proceso de socialización y endoculturación.
rencia social" o el "modo de vida de un pueblo", Todo esto lleva a que los miembros de una socie-
expresada en pautas compartidas o comunes

20
! dad tengan un estilo de vida determinado, un

21
modo de ser y de actuar que se va transmitiendo dencia a la adaptación y al equilibrio estático del
de una generación a otra, como una forma ade- acervo cultural heredado. En el fondo, esta no-
cuada de lograr el funcionamiento de la sociedad ción puede encubrirnos el carácter de proceso
en que se vive. En este aspecto, todas las culturas histórico cambiante y conflictivo que tiene la rea-
están coherentemente estructura das y tienen un lidad sociocultural, ya que nos hace pensar en la
sentido dentro de sí. cultura como algo ya dado, integrado y armonio-
so y -de algún modo- instalado en lo ya logra-
do, con el riesgo de legitimar el statu quo.
la cultura como creación de un destino personal Sería poco serio considerar la concepción an-
y colectivo tropológica de la cultura como una concepción
que no tiene en cuenta la dinámica del cambio cul-
En la concepción precedente, denominada común- tural y reduce lo cultural sólo al pasado. Es cierto
mente como concepción antropológica de la cultu- que se reconoce que el hombre no sólo es configu-
ra, ésta expresa el estilo o modo de vida en el que rado por la cultura, sino que él también (como par-
se han ido configurando los individuos y los gru- te de un colectivo) hace la cultura y la va configu-
pos dentro de una sociedad determinada. Se trata rando a medida que incorpora nuevos elementos.
de un estilo o modo de vida adquirido, conserva- . Sin embargo, el énfasis está puesto en la idea de
do y transmitido. "herencia social", según la conocida expresión de
Nada objetamos a esto, pero si nos quedára- Linton, y no hay ningún cuestionamiento de las
mos en ello, el concepto resultaría insuficiente circunstancias históricas particulares que dieron
por dos razones principales: sería una visión de lugar a la configuración de esa cultura, ni a los mo-
la cultura como la de ese pájaro descrito por Bor- dos de producción que marcan su sello.
ges en su Manual de zoología fantástica, que vuela Desde nuestra perspectiva (y es la noción o
con la cabeza mirando hacia atrás porque no le concepción que proponemos), ponemos el énfasis
importa saber hacia dónde va, sino de dónde vie- en lo que la cultura tiene como proyecto que hay
ne. Por otra parte, aun admitiendo el dinamismo que construir, como futuro por inventar. Hay que
existente en toda cultura, ésta expresaría una ten- apoyarse en el pasado; nuestra herencia cultural

22 23
expresa la forma en que hemos sido -configura- --controlados por los grupos dominantes- difi-
dos, y, en ese sentido, constituye la materia prima cultan que seamos protagonistas de esos cambios
desde la cual hemos de construir el futuro. Pero, y de la dirección de las transformaciones socio-
si aceptamos que el elemento esencial de la cultu- culturales. Frecuentemente, estamos determina-
ra es la actividad humana, ésta ha de concebirse dos desde afuera, y cada uno de nosotros puede
fundamentalmente como creación de un destino quedar reducido a receptor/portador / consumi-
personal y colectivo, y no tanto como un conjun- dor de cultura, en vez de productor/creador /
to de valores asumidos y asimilados. De este mo- transformador.
do entendida, la cultura es un sistema de valores Una cultura está viva cuando, sin perder el
materiales y espirituales históricamente produci- sentido del pasado, actualizando las tradiciones,
dos, y que expresa las vicisitudes de los hombres detecta valores que han perdido vigencia, y es ca-
y de los pueblos. Éstos, como sujetos creadores, paz de cambiar y de mantenerse en movimiento
construyen el futuro, asimilando y transforman- .\
hacia adelante, de estar ligada al futuro. La vita-
do el mundo a partir de ciertas condiciones de i
lidad de una cultura viene expresada en esa capa-
existencia que se configuran en el pasado, en lo I cidad para incorporar nuevos valores, nuevos
ya acontecido. El futuro no existe, hay varios fu- modos de uso y nuevas exigencias, a partir de las
turos posibles. El que se va haciendo. depende de tradiciones nacionales colectivas que configuran
lo que hagamos en el presente y de la forma que I

i
la cultura nacional y la cultura popular. Como
I
queremos "hacer el futuro". . ; persona o como pueblo, uno sólo se liga al futuro
Por lo tanto -y esto es admitido por diferen- cuando tiene esperanzas, ilusiones y el claro pro-
tes corrientes de pensamiento-, el universo cul- pósito de influir en lo por-venir mediante creacio-
tural no está configurado y definido de una vez nes nuevas, enraizadas en lo que ha sido y lo que
para siempre; lo cultural no es una entidad meta- se está haciendo y siendo.
física que se despliega en la historia independien- Dicho todo esto, hemos de advertir, para que
temente del sujeto colectivo; es un proceso de no se caiga en una unidimensionalización de nues-
evolución y transformación constante. Sin embar- tra afirmación, que la cultura no funciona como un
go, en la sociedad actual, los medios tecnológicos sistema autónomo, sino que está ligada y relacio-

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nada, en permanente interacción, con el sistema acumulados o por las formas de vida asumidas,
económico, social y político. sino por el modo en que se utiliza y proyecta to-
Ahora bien, el futuro -sehace marchando ha- do ello -saberes y modo de vida- en la cons-
cia él y abarcando en la tarea de su construcción trucción del futuro.
la totalidad de las actividades humanas. Var-
savsky lo denominó el "estilo creativo". Garaudy
lo llama un "humanismo abierto". Esto significa Si tuviéramos que distinguir en pocas palabras las tres
"elaborar una cultura que ya no está hecha sólo concepciones, podríamos denominar a la primera "cul-
de respuestas provenientes del pasado, sino de tura cultivada", a la segunda "cultura cultural", y a la
interrogante s que plantea la invención del futuro, última "cultura constructiva". En el esquema siguien-
te resumimos sus principales características.
una cultura que ya no es un ornato de unos po-
cos, sino la posibilidad del desarrollo humano de
todos; una cultura que no encierra al hombre en
sí mismo, sino que lo abre a una creación sin fin
del futuro por la emergencia poética y profética
de lo que hay de divino en el hombre" ... ; esto sig-
nifica "crear, a partir de las iniciativas de la base y
a todos los niveles de la economía, de la política,
de la cultura, comunidades responsables que to-
men a su cargo su propia vida para redefinir los fi-
nes humanos de cada actividad social y sus méto-
dos de organización y gestión" (Garaudy, 1977).
A partir de esta concepción, el "ser culto" se
ha de expresar en la capacidad para vivir creati-
vamente la propia existencia y para inventar el
futuro. El baremo de "lo culto" no debe medirse,
desde esta concepción, por la cantidad de saberes
Cultura como Cultura como Cultura como creación [] Alcances y sentidos del uso de la palabra
refinamiento estilo de vida de un destino personal cultura en el lenguaje corriente
intelectual adquirido y colectivo

Patrimonio Patrimonio que todos Patrimonio que todos


de privilegiados hemos heredado vamos creando o Sentido artístico
Posesión individual de Posesión individual y Posesión individual O Sentido humanista
saberes colectiva de rasgos y colectiva de lo que
que caracterizan los se ha sido y de lo que .',, o Sentido social y cívico
modos de vida se va siendo Sentido político
O
Datos y conocimientos Formas de ser, hábitos Formas de ser, hábitos
o Sentido antropológico
sobre sa beres libres- y maneras de pensar y maneras de pensar
cos heredadas proyectados hacia el
futuro

Resultados o productos Obras e instituciones Invención del futuro Quedaría incompleto nuestro análisis o, mejor
de saberes que se han ido dicho, nuestra aproximación al problema de la
realizando cultura, si además de las diferentes concepcio-
Cultura como ornato Cultura como respues- Cultura abierta a la nes de la palabra cultura no presentáramos tam-
ta proveniente del pa- creación del futuro bién una explicación -aunque sea somera- de
sado
los diferentes sentidos con que se usa el término ('
. .
en e11enguaJe cornente.
<---
Cultura cultivada Cultura cultural Cultura constructiva

Se apoya en: Se apoya en: Se apoya en:


Si nos atenemos al alcance que se le da a la
palabra cultura, según la entiende y la utiliza el
• Los conocimientos, • El pasado • El proyecto de futuro
que hay que crear
hombre de la calle, en general, nos encontramos
con que suele emplearse con cinco sentidos dife-
• La creación artística • La herencia social • La creación de
nuevos modos de ser
rentes. A veces designa todos a la vez y, con fre-
en el mundo cuencia, su alcance y significado viene dado se-
Anticipación
gún sea el contexto en que se usa.
Aprendizaje Adaptación
ilustrado inconsciente consciente
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194 LA PERSONA HUMANA PERSONA, NATURALEZA Y CULTURA 195

mente de dos modos bien distintos entre sí: uno positivo o concordante y el otro F. Boas, afirma que la cultura «abarca todas las manifestaciones de las costumbres
negativo o discordante. En el segundo caso el ejercicio de la libertad consiste en sociales de una comunidad, las reacciones del individuo en cuanto afectado por
un oponerse a la naturaleza del yo humano (...); y en el primer caso el yo huma- las costumbres del grupo en el cual vive, y del producto de la actividad humana
no ejerce su libertad actuando en conformidad con su propia naturaleza» 14. Así en cuanto determinadas por estas costumbres» 17. No menos genéricas son las des-
pues, podemos actuar «contra nuestra propia naturaleza» y nuestra acción será cripciones de Dawson: «Una cultura social es una forma de vida organizada que
moralmente reprobable. Por el contrario, cuando actuamos conforme a nuestra se basa en una tradición común y está condicionada por un ambiente común» 18;
naturaleza la enriquecemos, nos perfeccionamos como personas. En este sentido «la cultura es un modo de vida, un particular ajuste del hombre a su medio am-
se habla de la ética como de la «libre afirmación de nuestro de ser». biente y a sus necesidades económicas» 19; «la cultura, reducida a sus aspectos
fundamentales, es sencillamente la manera de vivir de un pueblo determinado
adaptado a un cierto ambiente» 20.
4. LA CULTURA HUMANA: NOCIÓN Y DIMENSIONES
4.1. Definición de cultura 4.2. Dimensiones de la cultura
La noción de cultura parece bastante difusa; por ello vamos a acudir a la de- Todas estas definiciones (o más bien descripciones) de la cultura, presentan
finición etimológica como un modo de introducirnos en la comprensión de esta el inconveniente de no ser muy precisas, aunque apuntan hacia los elementos
compleja realidad humana. Proviene de la palabra latina cultura, derivada del ver- esenciales del hecho cultural. Para clarificar un poco más esta compleja noción
bo colere, es decir, «cultivar» (la tierra). Se admiten también otras acepciones fi- parece pertinente distinguir dos sentidos fundamentales del término cultura. En
guradas como «resultado o efecto de cultivar los conocimientos humanos y de afi- primer lugar, se debe considerar la cultura desde el punto de vista subjetivo (des-
narse por medio del ejercicio las facultades intelectuales del hombre» y «estado de de el sujeto humano) y después desde la perspectiva objetiva. Subjetivamente, la
adelanto o progreso intelectual o material de un pueblo o nación». Además, el ver- cultura «es el ejercicio de las facultades espirituales mediante las cuales éstas son
bo latino colere presenta otros significados como «honrar» y «venerar», derivan- puestas en condiciones de dar los frutos más abundantes y mejores que su consti-
do entonces hacia el sustantivo culto (en sentido religioso) que significa «reveren- tución natural lo permita» 21. «Desde la objetividad, la cultura está constituida por
te y amoroso homenaje que se tributa a una cosa en testimonio de su excelencia», los frutos adquiridos por el hombre mediante el ejercicio de sus facultades, ya
aplicado por antonomasia al culto divino. La palabra culto se dice también de sean espirituales u orgánicas» 22. La distinción entre la dimensión subjetiva y ob-
modo figurado del hombre «dotado de las calidades que provienen de la cultura». jetiva de la cultura depende de la perspectiva de estudio: si se estudia la cultura
Como se observa, la riqueza semántica del término puede crear cierta con- como el ámbito de la realización personal del sujeto, o como el conjunto objeti-
fusión a la hora de referirnos a la cultura desde la Antropología. ¿Qué es la cultu- vado de las producciones humanas.
ra humana? ¿Cómo se manifiesta en los distintos pueblos? Esta cuestión es el a) Dimensión subjetiva de la cultura. Desde esta perspectiva se estudia cómo
centro de reflexión de la Antropología socio-cultural que se ha desarrollado ex- la cultura interviene en el proceso de formación de la persona humana. Para la
traordinariamente a lo largo del siglo XX. Desde esta disciplina se han propuesto maduración biológica del hombre hace falta un periodo prolongado de creci-
diversas definiciones de cultura. Así, por ejemplo, E.B. Tylor afirma que «la pa- miento en el que los factores culturales entran en concurrencia con los procesos
labra cultura o civilización tomado en su sentido etnográfico más amplio, desig- biológicos, lo cual comienza a suceder antes incluso del nacimiento. En efecto, la
na el todo complejo que comprende, a la vez, las ciencias, las creencias, las artes, constitución corporal de un hombre depende en parte del tipo de alimentación
la moral, las leyes, las costumbres y las demás facultades y hábitos adquiridos que reciba la madre, y en última instancia depende de las costumbres alimenti-
por el hombre en cuanto miembro de la sociedad» 15. Por su parte, Malinowski la
define como «la totalidad integral que se compone de utensilios y bienes de con-
sumo, de cartas constitucionales de varios grupos sociales, de ideas humanas y
artes, creencias y costumbres» 16. Otro representante de la antropología cultural, 17. BOAS, F., «Antropology», en Encyclopedia of the social Sciences (vol. II), Macmillan, New
York 1930, p. 79.
18. DAWSON, C., Religion and Culture, Sheed and Ward, London 1948, p. 48.
19. DAWSON, C., The Dynamics of World History, Sheed and Ward, London 1954, p. 16. (Tra-
14. Ibid., pp. 24-25. ducción española: Dinámica de la Historia Universal, Rialp, Madrid 1961).
15. TYLOR, E.B., La cultura primitiva, Ayuso, Madrid 1977, p. 1. 20. DAWSON, C., Progress and Religion, Sheed and Ward, London 1929, p. 56.
16. MALINOWSKI, B., A Scientific Theory of Culture and other essays, Oxford University Press, 21. MATHIEU, V., «Cultura», en Enciclopedia Filosofica, Firenze 1957, vol. I, col. 1369.
New York 1960, p. 36. 22. Ibidem.
196 LA PERSONA HUMANA PERSONA, NATURALEZA Y CULTURA 197

cias de esa cultura. Este hecho muestra de qué manera desde el comienzo de la rídicas y educativas, el lenguaje, elementos técnicos, etc. El problema se plantea
vida humana se entrecruza biología y cultura. Así se comprende con claridad que cuando esa cultura objetiva pierde su vinculación con la dimensión subjetiva: la
en el hombre lo biológico se continúa y completa «naturalmente» en lo cultural, cultura ya no está al servicio del hombre, sino que es considerada como una mera
sin lo cual no puede hablarse de un organismo biológico completo, ya que sin la manifestación del espíritu objetivo (en términos hegelianos). De este modo, la
cultura el hombre es un ser biológicamente inviable. Esto se observa también en cultura «pasa a ser el producto humano, el producto de cualquier actividad del es-
el proceso de aprendizaje del lenguaje: durante los primeros años el niño desarro- píritu (...) o de la razón humana reducida a los límites técnicos» 23. En esta pers-
lla unos circuitos neuronales que quedarían cerrados si no hubiera comunicación pectiva fundamentalmente técnica lo que se cultiva primariamente es la cosa ex-
con sus semejantes. terior y no la persona; esto se refleja en la moral, donde se observa una progresiva
En sentido subjetivo el término «cultura» se aplica al individuo humano: desaparición del sujeto de responsabilidad. La ciencia se reduce al conjunto de
una persona culta es una persona cultivada, sabia, que se ha perfeccionado a sí teorías e hipótesis contrastadas por la experiencia, pero no se refiere a la sabidu-
misma desde el punto de vista intelectual. Sin embargo, no está de más conside- ría integral de la persona.
rar que para el pensamiento clásico el sabio no es el «erudito» que alberga una Esta concepción despersonalizada de la cultura debe ser corregida. Una cul-
gran cantidad de conocimientos parciales y fragmentarios. El sabio es el que po- tura no puesta al servicio del hombre se desnaturaliza. Una cultura «olvidada»
see un conocimiento sapiencial, es decir, que alcanza a las causas últimas de toda del sujeto se vuelve contra el hombre mismo, como ha mostrado la historia re-
realidad: un sabio no es un «experto», sino el que sabe dar cuenta del sentido úl- ciente de los regímenes totalitarios. Por eso es preciso reconciliar estas dos di-
timo de la existencia humana. De esta manera, la sabiduría implica no sólo un co- mensiones del hecho cultural: «Si relacionamos los aspectos subjetivos y objeti-
nocimiento especulativo, sino práctico de índole moral. El sabio es el «cultiva- vos de la cultura, comprobaremos que se da una estrecha correspondencia entre
do» en el espíritu. La cultura en sentido subjetivo hace referencia, por tanto, al ellos, pues la finalidad de la cultura objetiva es la cultura subjetiva. El hombre
desarrollo intelectual y moral de la persona humana. Por eso la cultura subjetiva cultiva y humaniza el mundo para cultivarse y humanizarse a sí mismo; cultura
no se refiere únicamente al desarrollo biológico del hombre, sino también a los significa humanización del hombre y del mundo» 24. Con otras palabras lo recor-
aspectos morales e intelectuales de la persona. La maduración personal supone daba Juan Pablo II: «la cultura es aquello a través de lo cual el hombre, en cuan-
un cultivo de ella misma, el desarrollo de sus facultades cognoscitivas y volitivas. to hombre, se hace más hombre, es más, accede más al ser (...). El hombre vive
Este desarrollo personal, llamado proceso de personalización, se cumple median- una vida verdaderamente humana gracias a la cultura» 25.
te la asimilación del lenguaje, las costumbres y las instituciones que le hace par-
ticipar en los valores humanos de la cultura. El hecho cultural pone ante nuestros ojos que la persona humana depende
de una cultura, pero por su libertad es capaz de trascenderla. Es cierto que el
b) Dimensión objetiva de la cultura. Desde esta perspectiva se estudia el hombre es deudor de la cultura en la que nace y crece, pero al mismo tiempo es
conjunto de objetivaciones del espíritu (en palabras de Hegel) del hombre. Las productor de cultura: «Cada hombre está inmerso en una cultura, de ella depende
objetivaciones del espíritu son los productos elaborados por el hombre, expresión y sobre ella influye. Él es al mismo tiempo hijo y padre de la cultura a la que per-
de la racionalidad y libertad del mismo: las obras de arte, la producción literaria, tenece» 26.
las instituciones jurídicas o educativas, el lenguaje, los avances tecnológicos, etc.
Como la cultura es una realización objetiva (material, plasmada en obras concre-
tas) de la naturaleza humana (que es espiritual y libre), no se trata de un producto
5. ELEMENTOS CONSTITUTIVOS DE LA CULTURA
único y uniforme. Las realizaciones concretas dependen de los condicionamientos
históricos, geográficos, religiosos, etc., de tal manera que obtendremos diversas
Por lo expuesto hasta ahora podemos decir que la cultura es un modo de
expresiones culturales propias de la racionalidad y espiritualidad humanas. Así,
vida humano, un producto a través del cual el hombre «se humaniza» a sí mismo
por ejemplo, volviendo al fenómeno del lenguaje humano, la facultad humana de
y «humaniza» la Naturaleza. Si es capaz de «humanizar» el mundo natural es que
comunicarse es natural (capacidad de expresar el pensamiento mediante signos
convencionales). Sin embargo, la realización concreta de esa capacidad varía con
las culturas. El idioma concreto es creativo e imaginativo, constantemente abierto.
De modo análogo, el arte está muy ligado a la visión del mundo de cada cultura, a 23. ALVIRA, R., «Sul concetto di cultura», en Ideologie e cultura nelle università d’Europe, ICU,
las costumbres sociales, al canon de belleza que posea cada cultura, etc. El modo Edizioni Ares, Milano 1974, p. 30.
de expresar la belleza, el bien y la verdad cambian en la historia y en cada cultura. 24. CRUZ CRUZ, J., Intelecto y razón. Las coordenadas del pensamiento clásico, 2.ª edición am-
pliada, EUNSA, Pamplona 1998, p. 266.
El sentido objetivo de la cultura se forja en el pensamiento moderno como 25. JUAN PABLO II, Discurso en la sede de la UNESCO, París, 2.VI.1980, n. 7.
un conjunto de producciones del espíritu humano: obras de arte, instituciones ju- 26. JUAN PABLO II, Fides et ratio, n. 71.
Componentes de la cultura
−Costumbres: obliga más que el uso; son las reglas de conducta que obligan y se
Los componentes de la cultura, o de una cultura, se pueden resumir en los
siguientes: ideas, valores, normas, signos y artefactos: consideran esenciales para el bienestar de un grupo. Ej: la obediencia a los
padres se ha considerado tradicionalmente como inexcusable.
a) Las ideas: se pueden definir como el repertorio de conocimientos y creencias
−Leyes: reglas establecidas por quienes ejercen el poder político, y su
que tratan de aclararnos la realidad del mundo y de nuestra naturaleza. Hay
obligatoriedad se garantiza con el aparato del Estado (policía, jueces, etc.). Es
conocimientos que pueden someterse a pruebas empíricas (como los
decir, hay un poder más coercitivo para que se cumplan las leyes, que las
científicos); y hay otros conocimientos o ideas que no se pueden comprobar
costumbres o los usos, por considerarse las primeras más importantes para el
empíricamente, como son las creencias, los dogmas religiosos, las
mantenimiento del sistema social.
supersticiones, etc.
d) Los signos: todos aquellos elementos que representan algo. Puede ser un
La totalidad de nuestros conocimientos y creencias pueden manifestarse a
objeto, una imagen, a la que se ha añadido un significado convencional. Dentro
través de las leyendas, los proverbios, los mitos, la teología, la filosofía, las
de los signos cabría distinguir las señales y los símbolos:
ciencias, el arte y el saber práctico.
−Señales: indican o recuerdan algo (ej.: las de tráfico).
b) Los valores: criterios que definen aquello que es bueno o que es malo. Son
los patrones e ideales con los cuales definimos los fines, seleccionamos los actos −Símbolos: son más complejos, y forman parte central del sistema de
y nos juzgamos a nosotros mismos y a los demás. comunicación que es, en general, la cultura. La red simbólica más importante es
el lenguaje, sin el cual, la estructura social desaparecería.
Los valores representan las actitudes comunes de aprobación y desaprobación
de lo deseable y lo indeseable, respectivamente. Pero esos valores cambian, no e) Los artefactos: aquellas cosas materiales que los hombres crean y utilizan. Es
permanecen inamovibles. decir, todo lo que es tecnología y creación material.
c) Las normas: son aquellos mandatos que se establecen en una sociedad, y Todos estos componentes, excepto los artefactos, se considera que constituyen
lógicamente están en relación con los valores. Es difícil imponer una norma en la cultura no material; en tanto que los artefactos constituirían la cultura
contra de lo admitido como un valor para la mayoría de la sociedad. material; el conjunto de unos y otros conforma lo que propiamente
denominamos cultura.
Ej: en relación al tabaco, se ha prohibido su uso en determinados sitios donde
antes sí se admitía, desde el momento en que la sociedad toma conciencia de
que es un hábito dañino no sólo para quien lo practica, sino para quienes no
haciéndolo están cerca de quien lo practica.

Pero no todas las normas obligan de igual modo. Hay que distinguir, en una
gradación creciente de obligatoriedad, los usos, costumbres y leyes:

−Usos: prácticas convencionales aprobadas pero no obligatorias. Ej: llevar


corbata a un determinado acto social, en el que no se especifica la etiqueta, pero
que algunos entienden que sería apropiado llevarla, y otros no lo consideran
importante.
PERSONA, NATURALEZA Y CULTURA 201 202 LA PERSONA HUMANA

diendo de estos poderes como cultivar la tierra sin prestar atención al curso de las metro de medida y comparación de las demás culturas. De esta manera se piensa
estaciones» 34. Según esta perspectiva, «la religión es la clave de la historia. No que «lo europeo» es lo «mejor» culturalmente hablando. Si esto fuera cierto, toda
podemos comprender las formas internas de una sociedad sin comprender su re- civilización debería adoptar el ideal europeo como modelo de desarrollo cultural.
ligión. No entenderemos sus realizaciones culturales a menos de que comprenda- Esta actitud típica del colonialismo europeo se denomina etnocentrismo cultural
mos las creencias religiosas que las respaldan» 35. Ahora bien, es preciso subrayar y consiste en juzgar los valores presentes en las culturas desde parámetros cultu-
que la cultura es una manifestación en un momento histórico particular de una in- rales de una civilización dominante o superior.
clinación radical de todo ser humano: la religiosidad de un pueblo se expresa en La crítica del etnocentrismo vino de la mano (entre otros) de la obra de O.
formas culturales. Sin embargo, la religión en sí misma no es un producto cultu- Spengler, titulada La decadencia de Occidente, aparecida en 1918. Este autor de-
ral, sino una aspiración presente en todo ser humano. nuncia la actitud occidental que se manifiesta en el imperialismo político y cultu-
No es posible desarrollar con más extensión otros aspectos que caracterizan ral. Con el imperialismo se intenta implantar un sistema político, social, artístico,
un modo de vida propio de un pueblo, es decir, una cultura determinada. Habría etc. correspondiente a la cultura dominante pero extraño a la cultura inferior. Para
que hablar de las instituciones sociales y jurídicas que regulan la sociedad; las Spengler las culturas son como organismos biológicos, con su propia personali-
costumbres y tradiciones de un pueblo; los usos sociales y las modas, etc. Pero de dad específica y un ciclo biológico determinado: nacimiento, maduración, deca-
esta primera aproximación podemos concluir que en toda cultura humana encon- dencia y muerte. Cada cultura es un todo que abarca las más diversas manifesta-
tramos una serie de factores de tipo genético, ambiental y económico, junto a ciones de la vida de un pueblo: cada una de estas culturas es incomunicable a las
elementos artísticos, instituciones jurídicas y educativas, una lengua determina- demás. Cada una de ellas posee su propia visión del mundo particular. Una con-
da, unas costumbres sociales, unos valores y unas creencias religiosas, etc. 36. To- secuencia de esta concepción de la cultura es que las verdades objetivas y univer-
dos esos elementos tienen en común que son cauces de expresión y perfecciona- sales no existen, sino tan sólo visiones del mundo relativas a cada cultura. Como
miento de la naturaleza humana. afirma explícitamente Spengler, «las verdades eternas no existen. Cada filosofía
es la expresión de su propia edad y ninguna posee las mismas intenciones filosó-
ficas que otras» 38.
6. ETNOCENTRISMO Y RELATIVISMO CULTURAL Ésta es la tesis del relativismo cultural, según la cual cada cultura se entien-
de desde sí misma; sólo desde la propia cultura se pueden comprender los valo-
En toda cultura encontramos una visión del mundo, unos elementos técnicos res de cada cultura. Cada cultura posee sus propias coordenadas valorativas que
y artísticos, una tradición y unas creencias religiosas. Estas realizaciones cultura- no pueden ser aplicadas «desde fuera» con otras coordenadas culturales distintas.
les varían en el espacio y en el tiempo porque son variadísimos los modos con- Esta postura se comprende como una reacción extrema contra el etnocentrismo:
cretos de vivir el hombre en su mundo. «La cultura expresa las realizaciones o se afirma entonces que las culturas no tienen nada en común, y que no existen
modos concretos con que un pueblo, en una determinada situación, da realidad parámetros objetivos y absolutos para juzgar el grado de desarrollo de las dis-
histórica a la esencia pura de la cultura en su integridad o en algunos de sus as- tintas culturas humanas. Por ejemplo, las obras de arte sólo se pueden juzgar
pectos» 37. Por otro lado, es un hecho que a lo largo de la Historia han existido desde las propias claves estéticas de esa cultura. Incluso los valores morales de
unas culturas más desarrolladas que otras (desde el punto de vista técnico, artísti- conducta deben ser valorados de manera relativa a cada cultura.
co, jurídico, etc.). En la época moderna, el desarrollo filosófico, artístico, jurídi- En realidad la tesis del relativismo cultural fue planteada teóricamente por
co-político, técnico y religioso de Europa Occidental ha sido puesto como pará- Hegel muchos años antes: «Cada época está marcada por circunstancias tan pe-
culiares que hay que decidir en ella y desde dentro de ella, y sólo así se puede
juzgar» 39. Es cierto que cada cultura es distinta a las demás; pero no parece justi-
34. Ibidem. ficado afirmar que sean absolutamente incomparables porque falta un denomina-
35. Ibidem. Del mismo parecer es Maritain, para quien: «ya que el desarrollo humano no es sólo dor común. Lo cierto es que todos los hombres de todas las culturas y tiempos
material, sino también y principalmente moral, se sigue que el elemento religioso tiene aquí una parte «han sido seres humanos, de carne y hueso, lo mismo que nosotros. Esta convic-
principal. A decir verdad, la religión que reclama en sí misma in abstracto el concepto de cultura, es ción, tan ingenua, es la que cree haber superado el relativismo cultural, que no
sólo la religión natural. Éste es el motivo por el que ninguna religión conocida por nosotros es la sim-
ple religión natural abstractamente considerada por los filósofos». MARITAIN, J., Religione e cultura,
Guande Editore, Modena 1938, p. 20.
36. MONDIN, B., «La cultura. Definizione, proprietà principali e elementi costitutivi fondamenta- 38. SPENGLER, O., La decadencia de Occidente, Espasa & Calpe, Madrid 1958, p. 58.
li», en Sapienza, 33 (1980) 261-269. 39. HEGEL, G.W.F., «Vorlesungen über die Philosophie der Geschichte», en Werke, tomo XII,
37. DERISI, O.N., «La cultura y las culturas», en Sapientia, 18 (1963) 41. Stuttgart 1970, p. 17.
PERSONA, NATURALEZA Y CULTURA 203 204 LA PERSONA HUMANA

quiere reconocer constante alguna que nos permita encontrar la misma naturale- cultural de ellos, al menos en lo relativo al tema del respeto a la persona» 43. Para
za humana en medio de todos los cambios de los fenómenos externos» 40. este autor, «si no se puede deducir de la comparación entre una cultura y otra
«Toda cultura es relativa a sus propios parámetros»: de esta manera se nie- cuál es la mejor, ello se deberá en todo caso a la dificultad de la globalización del
gan los valores objetivos y absolutos de belleza o de moralidad. Pero la misma valor de cada cultura, no a los datos objetivos de cada una» 44.
afirmación «Todo valor es relativo a la propia cultura» tiene un carácter metacul- Por lo tanto, lo natural y propio del hombre incluye también lo que en él hay
tural. Esta afirmación no es relativa, sino absoluta, pues pretende ser válida para de artificial y cultural, pero esto no significa que no haya puntos de referencia fi-
toda cultura. Como todos los relativismos, el relativismo cultural es en sí mismo jos e inamovibles respecto a los cuales se dirija la conducta humana. Es evidente
contradictorio porque en su intento de relativizar todos los valores eliminando la que el canibalismo es un hecho cultural: pero contradice la natural dignidad del
objetividad de los mismos cae en la contradicción de absolutizar lo relativo. El cuerpo humano; también el infanticidio fue un hecho cultural, pero atenta contra
único criterio «objetivo» es que «todo es relativo»: si «todo es relativo» también el derecho natural a la vida de todo ser humano. No todo lo cultural está por ello
lo es la afirmación «todo es relativo». El relativismo conduce a un callejón sin mismo justificado. Lo que sucede es que en la vida humana esos puntos de refe-
salida como ya fue puesto de manifiesto por Dawson a propósito de la filosofía rencia estables se dan unidos a procesos culturales de innovación que son cam-
de la Historia de Spengler que «se contradice a sí misma. En ella se dice que el biantes con el tiempo. Determinar lo esencial o «natural» en el hombre distinguién-
individuo no puede, bajo ninguna circunstancia, trascender los límites de la cul- dolo de lo meramente accidental o cultural en ocasiones no es tarea fácil, pero es
tura a la que pertenece, y, sin embargo, su propio autor viola su misma ley en su preciso hacerlo para salvaguardar los valores objetivos y universales presentes en
esfuerzo titánico por visualizar todas las culturas mundiales desde el exterior y la naturaleza humana.
descubrir la ley universal que gobierna su creación y decadencia, así como la Todo esto resulta de capital importancia a lo hora de abordar el problema de
evolución de los ciclos de vida» 41. la inculturación de la fe de tal manera que se trasmita con fidelidad el contenido
La superación del relativismo cultural proviene de la reflexión filosófica. salvífico de la Revelación al tiempo que se hace inteligible a toda cultura huma-
Ciertamente la filosofía aparece como un fenómeno unido a la cultura: toda filo- na 45. En este sentido no resulta indiferente el hecho de que el cristianismo haya
sofía nace en el seno de una sociedad determinada y en un momento histórico fijado sus definiciones dogmáticas haciendo uso de categorías filosóficas propias
determinado. Pero la filosofía no se agota en ser un mero producto cultural. La de la filosofía occidental 46.
filosofía está influenciada por factores culturales, pero no determinada por los
mismos. La filosofía tiene un carácter metacultural porque busca lo real y la ver-
dad en sí misma, verdad válida para todo tiempo. La búsqueda de la verdad en sí 43. ALVIRA, R., op. cit., pp. 141-142.
misma supone una conciencia filosófica que tuvo lugar en Occidente en un mo- 44. Ibidem.
mento histórico determinado 42. 45. Al problema de la inculturación hace referencia Juan Pablo II con estas palabras: «La pala-
bra de Dios no se dirige a un solo pueblo y a una sola época. Igualmente, los enunciados dogmáticos,
Pero no sólo desde el punto de vista especultaivo se puede argumentar con- aun reflejando a veces la cultura del período en que se formulan, presentan una verdad estable y defi-
tra el relativismo cultural. Como dice Alvira, en la práctica el relativismo no es nitiva. Surge, pues, la pregunta sobre cómo se puede conciliar el carácter absoluto y universal de la
verdad con el inevitable condicionamiento histórico y cultural de las fórmulas en que se expresa. Como
sostenible: «Se va mejor en un buen automóvil que en una carreta; es mejor un he dicho anteriormente, las tesis del historicismo no son defendibles. En cambio, la aplicación de una
buen almuerzo culinario y dietéticamente bien cuidado que las comidas del neo- hermenéutica abierta a la instancia metafísica permite mostrar cómo, a partir de las circunstancias his-
lítico; se prefiere la medicina y la farmacia actual a antiguas prácticas de hechi- tóricas y contingentes en que han madurado los textos, se llega a la verdad expresada en ellos, que va
ceros; no es lo mismo atender a las personas que perseguirlas a flechazos; etc. El más allá de dichos condicionamientos. Con su lenguaje histórico y circunscrito el hombre puede ex-
antropólogo que cae en manos de antropófagos no tiene dudas sobre el retraso presar unas verdades que transcienden el fenómeno lingüístico. En efecto, la verdad jamás puede ser
limitada por el tiempo y la cultura; se conoce en la historia, pero supera la historia misma». JUAN PA-
BLO II, Fides et ratio, op. cit., n. 95.
46. Para una correcta labor de inculturación Juan Pablo II proporciona una serie de criterios a te-
ner en cuenta en la evangelización: «El primero es el de la universalidad del espíritu humano, cuyas
40. GOMBRICH, E., «Sobre el relativismo cultural en las ciencias del espíritu», en Atlántida, 3 exigencias fundamentales son idénticas en las culturas más diversas. El segundo, derivado del prime-
(1990) 243. ro, consiste en que cuando la Iglesia entra en contacto con grandes culturas a las que anteriormente no
41. DAWSON, C., Dinámica de la Historia Universal, op. cit., p. 291. había llegado, no puede olvidar lo que ha adquirido en la inculturación en el pensamiento grecolatino.
42. «La necesidad de superar el relativismo impele a un nuevo ámbito gnoseológico en el cual Rechazar esta herencia sería ir en contra del designio providencial de Dios, que conduce su Iglesia por
tales nociones (de realidad y evidencia) puedan ser consideradas en sí mismas, de modo reflejo y crí- los caminos del tiempo y de la historia. Este criterio, además, vale para la Iglesia de cada época, tam-
tico, es decir, atendiendo a su fundamentación última. El paso a este nuevo ámbito gnoseológico, en bién para la del mañana, que se sentirá enriquecida por los logros alcanzados en el actual contacto con
orden a la fundamentación de estas nociones, no se ha dado más que en el seno de la llamada cultura las culturas orientales y encontrará en este patrimonio nuevas indicaciones para entrar en diálogo fruc-
occidental». CHOZA, J., Antropologías positivas y antropología filosófica, Cenlit, Tafalla 1985, p. 93. tuoso con las culturas que la humanidad hará florecer en su camino hacia el futuro. En tercer lugar,
LA REALIDAD DE LA CULTURA

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DOCUMENTO BIBLIOGRAFICO Nº 3

2
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II. LA REALIDAD DE LA CULTURA La cultura es universal en la experiencia, del hombre; sin embargo, cada manifestación local
o regional de aquélla es única.
2. La cultura, es estable, y no obstante, la cultura es dinámica también, y manifiesta, continuo
1 y constante cambio.
 3. La cultura llena y determina ampliamente el curso de nuestras vidas, y, sin embargo,
(OKRPEUH  YLYHHQYDULDVGLPHQVLRQHV6HPXH YHHQHOH VSDFLRGRQGHHO DPELHQWHQDWXUDO raramente se entremete en el pensamiento consciente.
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8QDE UHYH\~WL OG HILQLFLyQG HFXO WXUDHV Cultura es la parte del ambiente hecha por el \GHFyPRGHEHWUDWDUVHFRQORVSRGHUHVGHOPXQGRVREUHQDWXUDOSDUDFRQVHJXLUORVILQHVGHVHDGRVHQ
hombre. 9DLPSOtFLWDHQHOODHOUHFRQRFLPLHQWRGH TXHODYLGDG HOK RPEUHWUDQ VFXUUHHQ GR V VtQWHVLVXQVLVWHPDUHO LJLRVR&RQ FDQWRVGDQ]DVFRQVHMDV\IRUP DVGHDUWHJUiILFDV\ SOiVWLFDVSDUD
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DVSHFWRVTXHGDSUREDGDSRUORTXH FRQRFHUQRVGHO RVPiVGLYHUVRVPRGRVGH YLGDHQWRGDVODV SDUWHV
LA REALIDAD DE LA CULTURA LA REALIDAD DE LA CULTURA

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FRQVHJXLGDV SRUOD LQYH VWLJDFLyQGHQuHVWUR SUHVHQWHVHYiHUWHQHQODGLmHQVLyQWH PSRUDOTXiHUH GHODFXOWXUDDVtTXHHVLPSRUWDQWHH[DPLQDUORVDUJXPHQWRVTXHSUHVHQWDQDQWHVGHLQWHQWDUUHVROYHU
H[SUHVDUVHTXHFDGDFXOWuUDKDWHQL GRXQGHVDUUROlRSHFXOLDU\~QLFR /RVXQLYHUVDOHVGHODFXOWXUD  ODFXHVWLyQGHODQDWXUDOH]DGHODFXOWXUD
SRGHPRVGH FLUSU RSRUFLRQDQHOFDxDPD] RHQHO FXDOVHGLEXMDQODVSDUWiFXODUHVH [SHULHQFLDVGH XQ 
SXHEORHQODVIRUPDVSDUWiFXODUHVDGRSWDGDVSRUVX FXHUSRGH FRVWXPEUHV<HQHVWHSXQWRSRGHmRV 
GHMDUGHVFDQVDUODSULPHUDGHQXHVWUDVSDUDG RMDVUHVHUYDQGRSDUDSRVWHULRUHVFDStWXORVODH[SOLFDFLyQ 3
GHSRUTXpSXHGHVHUWUDWDGDGHHVWHPRGR
 $O VRSHVDU OD HVWDELOLGDGFXOWXUDOIUHQWHDOFDPELR FXOWXUDOGHEHPRVUHcRQRFHUHQ SULPHU 3RFDGXGD  KD\GHTXHODFXOWXUD puede HVWXGLDUVHVLQWHQHUHQ FXHQWDDO RVVHUHVKXPDQRV/D
OXJDUTXHODSUXHEDGHTXHGLVSRQHPRVGHPXHVWUDLUUHPLVLEOHPHQWHTXHODFXOWXUDHVGLQiPLFDTXHODV PD\RUSaUWHGHODsP iV DQWLJXDVHWQoJUDItDV GHVFULSFLRQHVGH ORV PRGRV GHYLG DGH GeWHUPLQDGRV
~QLFDVFXOWXUDVFRPSOHWDPHQWHHVWiWLFDVVRQODVPXHUWDV1RWHQHPRVPiVTXHPLUDUHQQXHVWUDSURSLD SXHEORVHVWiQHVFULWDVVRODPHQWHHQW pUPLQRVGHLQVWLWXFLRQHVFRPRDVLPLVPRORVPiVGHORVHVWXGLRV
H[SHULHQFLD SDUDYHrFy PRHOFDmELRYLHQHVoEUHQRVRWU RVDPHQXGRGePRG RWDQVXWLOTXHQROR VREUHGLIX VLyQ³TXHH[aPLQDQODH[pDQVLyQJH RJUiILFDGHXQ GHWHUPLQaGRHOHPHQW RFXOWXUDO³ VH
VRVSHFKDPRVKDVWDTXH SUR\HFWDPRVHOSUHVHQWH  VREUH HOSDVDGR %DVWDFRQHOHMHmSORGHXQa SUHVHQWDQ VLQQLQJXQDPHQFLyQGHORs LQGLYLGXRVTX HXVDQORVREMHWRVXREVHUYDQFRVWXPEUHsGDG DV
IRWRJUDItDQXHVWUDDFDVRGHSRFRVDxRVDWUiVODFXDOQRVGLYLHUWHSRUTXHDGYHUWLPRVGLIHUHQFLDHQHO 6HUtDGLItFLOKDVWDSDUDHOLQYHVWLJDGRUPiVSVLFROyJLFDPHQWHRULHQWDGRQHJDUYDORUDWDOHVHVWXGLRV(V
HVWLORGHO YHVWLU 1RKD\  TXHSHQVDU TXHHVW DWHnGHQFLDDFDPELDUOaVFRVWXPEUHV HV H[FOXVLYDGH HVHQFLDOTXH VHFRPSUHQ GDSULPH URO DHVWUX FWXUD GHXQDFXOWX UD VLTXHUHPRVGDUQ RV FXHQWDGHODV
QXHVWUDSURSLDFXOWXUD(OPLVPRIHQyPHQRVHSXHGeREVHU YDU HQFXDOTXLHU SXHEORQRLmSRUWDFXDQ  UD]RQHVSRUO DVFXDOHVXQ SXHEORVH FRPSRUWDFRPR ORKDFHWDO FRPSRUWDPLHQWRQRWHQGUiVHQWLGRVL
SRFR GHQVRFXDQDLsODGR RFXDQVHQFiOOR HQVXV  FRVWXPEUHV4 XL]iHO FDPELR VH PDQLILHVWHV RORHQ QRVHWRPDSOHQDPHQWHHQFXHQWDODHVWUXFWXUDGHODVFRVWXPEUHV
SHTXHxRVGH WDOOHVSRU HMHPSORHQXnDYDU LDFLyQ GHXQDDFHSW DGDSDXWDGHGLEXMR R HQXQQXHYR (ODUJXPHQWRHQI DYRUG H ODUHDOLGDGREMHWLYDGHO DFXOWXUD ³ D GPLWLHQGRSRUHO PRPHQWRTXH
PRGRGHSUHSDUDUXQDOLPHQWR3HURVLHPSUHVHQRVKDUiSDWHQWHDOJ~QFDPELRVLWDOSXHEORSXHGHVHU VHDS RVLEOH\ DXQHVHQ FLDOHVWXGLDUODVFRVWXPE UHVFR PRV L WXYLHUDQ XQDUHD OLGDGREMHWL YD³YLHQHD
HVWXGLDGRDORODUJRGH XQSHUtRGRGH WLHPSRVLS RGHPRVH[WUDHUGHOVXHO RUHVWRVGH VXFXOWXUDR VL GHFLUTXHO DFXOWXUD VLHQGRH [WUDKXPDQDVXSHU RUJiQLFDHVWiPiVDOOi  GHOFRQWURO GHOKRPEUH y
SRGHPRVFRPSDUDUVXVFRVWXPEUHVFRQODVGHRWURSXHEORYHFLQRGHFXOWXUDSDUH FLGDHQJHQHUDOSHUR RSHUDHQWpUPLQRVGHVXVSURSLDVOH\HV$OFRQVLGHUDUHVWDSRVLFLyQQRKDFHPRVVLQRDQDOL]DUXQRGHORV
TXHYDUtDHQGHWDOOHV YDULRVGHWHU PLQLVPRVTX HVHKDQH [SXHVWRS DUD H[SOLFDUOD QD WXUDOH]DGHla FXOWXUDHQ HVWH FDVR
6LELHQHOFDPELRFXOWXUDOHVXELFXR\VXDQiOLVLVSRUWDQWRIXQGDPHQWDOHQHOHVWXGLRGHODYLGD determinismo cultural.
GHORVJUXSRVKXPDQRVQRKD\TXHROYLGDUTXHFRPRHQFXDOTXLHUDVSHFWRGHOHVWXGLRGHODFXOWXUDVH ([DPLQHPRVODDILUPDFLyQ GHTXHFXDOTXLHUFuOWXUDHVPiVTXeORTXHFDGaLQGLYLGX RS XHGH
GDHQWpUP LQRVGH DPELHQWH\WUDVI RQGR\QRHQWpUPLQ RVDEVROXWRVHQV ty SRUVt(QFRQVHFXHQFLD FDSWDURPDQHMDUSXHVWoTXHHVSXQWRFUXFLDOSDrDODSRVLFLyQTXHHVWDmRVFRQ VLGHUDQGRDK RUD
HVFDSDPRVG HQXHVWUD VHJXQGDDS DUHQWHDQWtWHV LV\TXHGDP RVFRQ IRUWDEOHPHQWHLQ VWDODGRVHQWUH VXV 1XHVWUDSURSLDFXOWXUDQRVSXHGH VHUYLUGHLOX VWUDFLyQWDQELHQ FRPRFXDOTXLHURWUD(QQXH VWURVGtDV
GRVFXHUQ RV/DFXOWXUDHV a la vez HVWDEOH\F DPELDQWH El cambio cultural se puede estudiar sólo PXFKRVP LOORQHVGHLQGiYLGXRVGHQuHVWUDV RFLHGDGHQVLWuaFLRQHVGDGaVGHVXYiGDGLDrLDVH
como una parte del problema de la estabilidad cultural; la estabilidad cultural puede ser entendida FRPSRUWDQHQFLHUWRVPRGRVSUHGHFLEOHVGHQWURGHOtPLWHVGHWHUPLQDGRV&RQWDPRVFRQTXHODSDODEUD
solamente cuando se mide el cambio respecto al conservatismo. $GHPiV DPEDVH[ SUHVLRQHVQRVy OR VtVLJQLILFDUiXQDUHVSXHVWDDILUPDWLYDDXQDSUHJXQWDHQQXHVWUDVWLH UUDVODVPXMHUHVQRODEUDUiQOD
VRQUHO DWLYDVHQJHQHUDO VLQRTXHGHEHQFRQ VLGHUDUVHHQUHOD FLyQUHFt SURFD/ DVFR QFOXVLRQHVTXHV H WLHUUDD  PHQRV GHH [FHSFLRQDOHV FLUFXQVWDQFLDVH QO DV FDQFLRQHVT XH FDQWDPRVO D PHORGtDHV  PDV
H[WUDLJDQUHV SHFWR DOD SHUPDQHQFLD \DOFD PELR HQXQDFXOWX UDGDGDGH SHQGHQHQJU DQPHG LGDG HO LPSRUWDQWHTXHHOULWP RQXHVWUDVIDPLOLDVGHP RGRJHQHUDOHVWDUiQFRPSX HVWDVGHSDG UHPDGUHH
KLQFDSLpTXHKDJDHOSDUWLFXODU REVHUYDGRUGHHVD FXOWXUDHQVXFRQVHU YDWLVPRRHQVX IOH[LELOLGDG KLMRVPiVTXHGHXQKR PEUHYDULDVPXMHUHV\VXVUHWRxRV$KRUDELHQSRUGDGDDFDPELRVTXHSXHGD
$FDVRODGLILFXOWDGEiVLFDVXUJHGHOKHFKRGHQRKDEHUFULWHULRVREMHWLYRVGHSHUPDQHQFLD\FDPELR VHUQXH VWUD FXOWXUDVt KD VL JQLILFDGR DILUPDFLyQG XUDQWHPX FKDV FHQWXULDVHODUDUODWiHUUDGX UDQWH
(VXQDFXHVW LyQYLYD\DTXHHVFDVLDUWtFXOo GH IH TXH OD FXOWXUDeXURDPHULFDQDHV PiV LQFRQWDEOHVGpFDGDVKDVLGRDGPLWLGRFRPRWUDEDMRGHKRPEUHV\ORP LVPRRFXUUHFRQLQILQLWDVRWUDV
UHFHSWLYD DORVFDPELRV TXHQLQJXQDRWUD\TXHHVtDUH FHSWLYLGDGH[SO LFDVXSUHHmLQHQFLD&XaQ FRVDV3HURGHODVJHQWHVTXHVHKDQFRPSRUWDGRFRQDUUHJORDHVDVFRQYHQFLRQHVHVFODURTXHQLQJXQD
UHODWLYRHVWDOSXQWRGHYLVWD VHLQILHUHGHODGLYH UVLGDGGHODVRSLQLRQHVDOUHVSHFWRSXHVKD\TXLHQHV GHODsTXH XVDURQKDFHGRVFLHQWRV  DxRVHO YRFDEORVíSaUDVLgQLILFDUDfLUPDFLyQ R TXHYL YLHURQ
FHOHEUDQHVD KRVSLW DOLGDGSDUDHOFDmELRP LHQWUDVTXHRWUoVODGHSORUDn./DPDQHUaGHSHQVDU  HQWRQFHVHQXQLyQPRQRJiPLFDYLYHWRGDYtD
FRQWHPSRUiQHDDF RJHSR UORJHQHUDO FRP RI DYRUDEOHVODV PRGLILFDFLRQHVHQORVDV SHFWRVPDWHULDOHV /RVTXHVRVWiHQHQTXHOD FXOWXUD YLYH HQVt\SRr VtGDQ JU DQ LPSRUWDQFLDDOKHFKRGHTuHORV
GHQXHVWUDFLYLOL]DFLyQ3RURWUDSDUWH FDPELRVHQHOHPHQWRVWDQLQWDQJLEOHVGHQXHVWUDFXOWXUDFRPR PRGRVWUDGLFLRQDOHVGHYLGDFRQWLQ~DQGHJHQHUDFLyQHQJHQHUDFLyQVLQUHIHUHQFLDDOHVSDFLRGHYLGDGH
FyGLJR GH PRUDO HVWUXFWXUD GH ODIDmLOLDRVDQsLRQHV SROtWLFDV IXQGDPHQWDOHV GHVDJUDGDQRVRn QLQJXQDSHUVRQDGDGD7DODUJXPHQW RHVLPSUHVLRQDQWH3RGHPRVFRQVLG HUDUGRVHQWLGDGHVHOVLHPSUH
GHQXQFLDGRV(OUHVXOWDGRHVTXHVLHQGRORVGHVDUUROORV©WpFQLFRVWDQLPSRUWDQWHVSDUDQXHVWURPRGRGH FDPELDQWHJUXSRIRUPDGRSRUVHUHVKXPDQRVTXHHQWUDQHQpO DOQDFHU YLYHQVXV YLGDV\ PXHUHQ\H O
YHUORV FDPELRVHQHVW D 7DUHD GHQX HVWUD YLGDVL PEROL]DQS DUDQR VRWURVO DWHQGHQFL DD FD PELDUGH VyOLGRFXH USRGHFRVWXPEUHVTXH OR LPSUHJQDLQ WDFWDVX LGHQWLGDGGHV DUUROODQGRORV FDPE LRVTX H
QXHVWUDFXOWX UDWRPDGDHQFRQMXQWR 1XHVWUDFXOW XUD VHGL IHUHQFLDHQW RQFHVGHODVRWrDVVR EUHHVW D H[SHULPHQWDGHVXSUR SLRSDVDGRKLVWyULFR4XHH[ LVWHXQDLQWHUUHODFLyQHQWUHSXHEOR\FXO WXUDQROR 
EDVHGHUHFHSWLYLGDGDFDPELRVWpFQLFRVGHVXHUWHTXHVXHVWDELOLGDGHQFRQWUDVWHFRQVXSURSHQVLyQ SXHGHQHJDU QLHOPiVUH VXHOWRGHWHUPLQLVWDORPL VPRTXHTXLHQHVDILUPDQ TXHODFXOWXUDVRO RH[LVWH
DFDPELDUTXHGDUHGXFLGDDOPtQLPR FRPRLGHDVHQODVPHQWHV LQGLYLGXDOHVUHFRQRFHQODQHFHVLGDGGHHVWXGLDUVXVIRUPDVLQVWLWXLGDV+D\
(OSUREOH PD TXHQRV LPSRQHODWHU FHUDSDU DGRMDTXHOaFX OWXUDOOHQDQuHVWUDVYLGDV\VLQ  TXHVXEUD\DUSRUFRQVLJXLHQWHTXeHVWDPRVFRQVLGHUDQGoXQDFXHVtLyQGHSHVRUHlDWLYR\QR
HPEDUJR VRPRVD PSOLDPHQWHLQF RQVFLHQWHVGHHOOoGLILHUHGe ORVSUHFHGHQ WHVSRUTXH LPSOLFD DOJR DOWHUQDWLYDVTXpVHH[FOX\HQ+HFKDHVWDUHVHUYDHOKHFKRGHTXHH[LVWDXQcontinuim FXOWXUDODSHVDU
PiVTXHXQ  VRSHVDUOD VS RVLEOHVDOWHUnDWLYDV 1RV HQIUHQWDPRV FRQ FXHVWLRQHVE iVLFDVS VLFROyJLFDV\ GHOSHUVRQDOFRQVWDQWHPHQWHFDPELDQWHFX\DFRQGXFWDGHILQHODFXOWXUDFRQVWLWX\HXQDUJXPHQWRSDUD
ILORVyILFDV7HQHPR VTXHWUDWDUGHFoPSUHQGHUHO SUR EOHPDSV LFROyJLFRGHFóPRORV V HUHVKXP DQRV FRQVLGHUDUODFRPRXQDHQWLGDGHQVXSURSLRGHUHFKR
DSUHQGHQVXV  FXOWXUDV \DFW~DQFRmR PLHPEURVGeXQDVRFLHGDG\HQFRQWUDUXQD UHVSXHVWDD la 1RVyORFX DQGRVHODFRQ VLGHUDDORODUJRDtUDYpVGHORVVLJORVSXHGHGHPRVWUDUVHquHOD
LQWHUURJDFLyQILORVyILFDGHVLODFXOWXUDHVXQDIXQFLyQGHODPHQWHKXPDQDRVLH[LVWHSRUVtPLVPD FXOWXUDHVPiVTXHORVKRPEUHVGHQWURGHXQJUXSRGHWHUPLQDGRHQ XQPRPHQWRGDGRGHVXKLVWRULD
/DFXH VWLyQTXHVHQRVS ODQWHDHVTX HHVWDQG RODFXOWXUDKXPDQDFRPRWULEXWRUHVWULQJLGDDO QLQJ~QPLHPEURLQGLYLGXDOGHXQDVR FLHGDGHVFRPSHWHQWHHQW RGRVORVGHWDOOHVGHO RVPRGRVGHYLGD
KRPEUHODFXOWXUDHQVX FRQMXQW R RFXDOTXLH UF X,WXUDFRQ FUHWDUHSUH VHQWDPXFK R PiVGHOR T XH GHVXJUXSR 7RGDYtD PDVQLQJ~QLQGLYLGX RDXQT XHVHDPLHPEURGHODPiVSHTXHxDWrLEXFRQOD
QLQJ~QVHUKXPDQRSXHGHFDSWDURPDQ HMDU3XHGHSRUHVRGHIHQGHUVHODFRQYHQLHQFLDGHHVWXGLDUOD FXOWXUDPiV VLPSOHFRQ RFHVXKHUHQFLDFXOWXUDOHQ  VX WRWDOLGDG 3DUD QR ILMDUQRV PiV TXH HQ XQ
FXOWXUDFRPR VLIXHUD LQGHSHQGLHQWHGHOKRPEUHFUHDUORTXHKDOODPDGR:KiWHXQaFLHQFLDGH HMHPSORFODUtVLPRWDQLPSRUWDQWHVLQHPEDUJRTXHOHSUHVWDUHPRVGHWDOODGDDWHQFLyQPiVDGHODQWH
FXOWXURORJtD3HURW DPELpQSXHGHGHIHQGHUVHOaLQ FRQYHQLHQFLDGHHVWXGLDUOD FRQVLGHU DQGRTXH VyOR UHFRUGHPRV HOKHFKRG HODVG LIHUHQFLDVTXH LPSRQHHOVH[RHQ ORVPRGRVGHFRQGXFWDDFHSWDGRV1 R
WLHQHUHDOLGDGSVLFROyJLFDTXHH[LVWH PHUDPHQWHFRPRXQDVHU LHGHLGHDVHnODPHQWHGHOLQGLYiGXR VyORWURSH]DPRVFRQXQDGLYLVLyQHFRQyPLFDGHOWU DEDMRHQWUHKRPEUHV\PX MHUHVTXH VHGDHQ WRGDV
)LORVyILFDPHQWHQRVHWrDWD VLQRGH RWUR HMHPSORGHODYLHMD SROpPLFDHQW UHUHDOiVPR HLGHDO LVPR SDUWHVVLQR TXHHQOD PD\RUSDUWHGHODVFXOWXUDVODV DFWLYLGDGHVGHORVKRPEUHVGLILHUHQGHOD VGH
SROpPLFDTXHGHILQHXQDGL IHUHQFLDIXQGDPHQWDOHQHOFRQFH SWR\HQODPDQH UDGHDE RUGDUHOHVWXGLR  ODVPXMHUH VSRUODtQGoOHGHVXVSUHRFXSaFLRQHVHQ HOVHQRGHODIDPLOiDHQVXVLnWHUYHQFLRQHV
GHOPXQGR\ GHOKRPEUH%LGQH\KD PRVWUDGRTX HFD GDXQD GHHVWDVSRVLFLRQeVVLVHSHUVLJXHFRQ UHOLJLRVDVRHQ ORV WLSRVGH VDWLVIDFFLRQHVHVWpW LFDVTXH HQFXH QWUDQ HQVXFXOWXUD$OJX QDVYHFHVHV
H[FOXVLyQGHODRWUDFUHD XQDIDODFLDOyJLFDTXH VyORVHSXHGHH YLWDUFRQXQDDFWLWXGHFOpFWLFDIUHQWe FXHVWLyQGH KiELWRTXH HQÉIU LFDRFFLGHQWaOKDgDQDOIDUHUtD ODVPXMHUHV \ORVKRPEUHVFRVDQORV
DOSU REOHPDTXHSODQWHaQ&RPRGLFHHVH DXWRU QiODV IXHU]DVQaWXUDOHVQL OoVORJURVFXOWXUDOHV  YHVWLGRVQRHVQLPiVQLPHQRVUDFLRQDOTXHOR qXH2FXUUHHQWUHQRVRtrRVGRQGHORVKRPEUHVVRQ
LA REALIDAD DE LA CULTURA LA REALIDAD DE LA CULTURA

DOIDUHURV\ODV PXMHUHV FRVWXUHUDV $KRUDE LHQODGLYiVLyQSX HGHVHU FRQVFLHQWHPHQWHLPSXH VWD\ SRVLFLyQ\GLiPHWURGHODFLQWXUD\ODUJR\DQFKRGHOHVFRWH6HHQFRQWUDURQFRQFDPELRVHQVXFHVLyQ


SHQDGDVLVHLQIULQJHWDOFRPRODQRDXWRUL]DGDPD QLSXODFLyQGHORVREUHQDWuUDOHQWUHORVDERUtJHQHs UHJXODUTXHPRVWUDEDQXQDSHULRGLFLGDGHQODVRVFLODFLRQHVGHODVPHGLGDVDPSOLDVDODVSH TXHxDVTXH
DXVWUDOLDQRVRHOXVRSRUORVKRPEUHVGHWUDMHVGHPXMHUHQQXHVWUDVRFLHGDG SDUHFtDWU DVFHQGHUODDcFLyQGHFX DOTXLHUI DFWRUTXHVHGHbLHUD~QiFDPHQWHDOD]aU(QWRQFH V
(QSREODFLRQHVJUDQGHVHQODVTXHH[LVWHXQDOWRJU DGRGHHVSHFLDO L]DFLyQ\XQD HVWUXFWXUDGHFODVHV SRGUtDPRVSUHJXQWDU¢TXpLPSRUWDQFLDWLHQHQODVDFWLYLGDGHVGHORVGLVHxDGRUHVGHPRGDVGH3DUtVTXH
PDUFDG LVWLQWDPHQWH DXnHOHPHQWR UHVSHFWRGH RWURHQOaVRFLHGDGHxFHGHDOD FDSDFLGDG GH VHDIDQDQDxRWUDVDxRHQLQYHQWDUQXHYDVPRGDV\TXHKDQSHUIHFFLRQDGRD XQDOWRJUDGRODVWpFQLFDV 
FXDOTXLHUSH UVRQDHOFRQoFHU SRU HQWHUR VX FXOWXUD(ODOGHanRFKLQoGHO VLJO RXIX\ HliOXVWUDGR SDUDLQGXFLUDODVPXMHUHVDODDF HSWDFLyQGHOFDPELRHQORVYHVWLGRV"*UDFLDVSUHFLVDPHQWHDOIDFWRU
PDQGDUtQDPERVRUGHQDURQVXV YLGDVGHDFXHUGRFRQORVGLFWDGRVGH XQD FXOWXUDFRP~QSHURDPERV GHSODQHDPLHQWRGHOLEHU DGRGHFRQsFLHQWHHOHF FLyQSRUSDUtHGHORVLQdLYLGXRVTXHRSHUDWDQ
VLJXLHURQVXVVHSDUDGRVFDPLQRVDSHJiQGRVHFDGDFXDODVXSDUWLFXODUJpQHURGHYLGD\VLQSUHRFXSDUVH IXHUWHPHQWHHQHVWHIHQyPHQRKD VLGRHVFRJLGRFRPRXQ FDVRFUXFLDO3RUHVRORVUHVXOWDGRVSDUHFHQ
SUREDEOHPHQWHGHFyPRVXVYLGDVGLIHUtDQ1RVyORFXDQGRH[LVWHQFRPSRQHQWHVXUEDQRV\UXUDOHVVLQR WDQLP SUHVLRQDQWHVSD UDSUREDUFyPRODFRUULHQWHKLVW yULFDGHVX FXOWXUDOOHYDDOKRPEUHORGHVHH R
FXDQGRORVVDFHUGRWHVVHGHVWDFDQGHOSXHEORODLFR ORVJREHUQDQWHVGHORVJREHUQDGRVORVLQGXVWULDOHV QRDOOtGRQGHHOODYD
HVSHFLDOLVWDVFRPRORVQDWLYRVIRUMDGRUHVGHÉIULFDRULHQWDORORVFRQVWUX FWRUHVGHFDQRDVSROLQHVLRVGH 
ORVTXHWLHQHQRWURVRILFLRVVHYHTXHHOLQGLYLGXRFRQRFHVRODPHQWH XQVHJPHQWRGHVXFXOWXUD WRWDO 
(VWRHV YHUGDGDGH VSHFKRGHTX HODWRWDOFXOWXUDGHOLQGLYLGXRVH xDODOD VRULHQW DFLRQHVEi VLFDVHQ 4
WpUPLQRVGHODVFXDOHVVXJUXSRFRQVLGHUDGRFRPRXQWRGRUHJXODUL]DVXFRQGXFWDGLDULD
/DFXOWXUD FRQVLGHUDGDFRmRPáVqXHHOKRPEUeFRQVWLWX\H HOWHUFHUWpUPLQoGHODSURJrHVLyQ (ODUJXPHQWR  HQSURGH ODUHDOLGDG SVLFoOyJLFD GH ODFXOWXUDGHVFDQVDVREUHWRGRenOR
LQRUJiQLFDR UJiQLFD\VXSrDRUJiQLFDI RUPXODGDS RUSULPH UDYH] SRU+HUEHUW 6SHQFHUFRmRD UPD]yQ LQFRQYHQLHQWHTXHUHVXOWDGLYLGLUODHxSHULHQFLDK XPDQDGH VXHUWHTXHHOKRPErHHORUJDQLVPRVH 
FRQFHSWXDOGHVXHVTXHPaHYROXFLRQLVWD0iVGHP HGLRVLJORPiVWDUGHODSDODEU Dsupraorganico IXH HQFXHQWUHFRQFHSWX DOPHQWHIXHrDGH ORV DVSHFWRV GH VXFRQdXFWDTXH FRQVWLWX\HQOoVHOHPHQWRV 
HPSOHDGDSRU.URHEHUSDUDVXEUD\DUHOKHFKRGHTXHGHLJXDO PRGRTXHODFuOWXUD\ODVGLVSRVLFLRQHV VXSUDRUJiQLFRVGHVXH[LVWHQFLD 7RGDFXOWXUDREVHUYDGDGXUDQWHDxRVDSDUHFHFLHUWDPHQWHFRPRVL
ELROyJLFDVVRQIHQyPHQRVGH RUGHQGLIHUHQWHOD FXOWXUDGHEHPL UDUVHFRPRH[LVWLHQGRHQVt\SoUVt WXYLHUDXQDYLWDOLGDGTXHWUDVFLHQGHODYLGDGHFXDOTXLHUPLHPEURGHOJUXSRHQTXHVHPDQLILHVWD0DV
DFWXDQGRHQ ODV Y LGDVdeOR V VHUHV KXPDQRVOoVFXDOH VQo VRQ VLQRLQ VWUXPHQWRVS DVLYRVE DMRVX  SRU RWUDSDUWHODFXOWXUDQRSXeGH VXEVLVWLUV LQHO KRPEUH3R U FRQVLJXLHQWHREMHWL YDUXQ IHQy PHQR
GRPLQLR´(O PDKR PHWLVPRIHQ yPHQRVR FLDOµG LFH .URHEHU´DOVXS ULPLU ODVSR VLELOLGDGHVL PLWDWLYDV TXHQRVHPDQLILHVW DVLQRHQHO SHQVDPLHQWR\ODDFFiyQKXPDQRVHTXLYDOHDSURFODPD UODH[LVWHQFLD
GHOD V DUWHV SLFWyULFDV\  SOiVWLFDVK DDIH FWDGR REYLDPHQWHOD FLYLOL]DFLyQ GHPX FKRVSX HEORVSHU R VHSDUDGDGHDOJRTXHUHDOPHQWHQRH[LVWHVLQRHQODPHQWHGHOLQYHVWLJDGRU
WDPELpQWLHQHTXHKDEHUDOWHUDGRODSURIHVLyQGHPXFKDVSHUVRQDVQDFLGDVHQWUHVFRQWLQHQWHVGXUDQWH 6HSXHGHHVWDEOHFHUXQSDUDOHORHQWUHODFRQFHSFLyQVXSUDRUJiQLFDGHOD FXOWXUD\ODKLSyWHVLV
XQPLOODU GHDxR V2WDmELpQ ´DXQGHQWURGH XQDHVIHrDGeFLYiOL]DFLyQOLPLW DGDQ DFLRQDOPHQWH GHODSVLTXHFROHFWLYDTXHIXHVRVWHQLGDSRUYDULRVSVLFyORJRV\KHFKRIDPRVDSRUDXWRUHVFRPR/H%RQ
WLHQHQTXHRFXUULUUHVXOWDGRV VHPHMDQWHV(OOyJLFR RHODG PLQLVWUDGRUSRUWH PSHUDPHQWRQDFLG RHQ \7RUWWHU/DSVLTXHFROHFWLYDVHFRQFLELyFRPRDOJRPiVTXHODVUHDFFLRQHVGHWRGRVORVLQGLYLGXRVTXH
XQDFDVWDGHSHVFDGRUHVRGHEDUUHQGHURVQRFRQVHJXLUiWDOYH]ODVVDWLVIDFFLRQHV\FLHUWDPHQWHTXH FRPSRQHQXQJUXSR/DFXHVWLyQTXHVXUJtDUHVSHFWRDODVHGHGHHVDSVLTXH\DTXHVHSURFODPDEDTXH
QRHOp[LWRTXHKXELHUDOoJUDGRGHKDEHUQDFLG RGH SDGUHVEUDKPDQHVRN VDW]LDV\ORTX HHVYHU GDG HUDGLVWLQWDGHODVSVLTXHVLQGLYLGXDOHVKL]RTXHVHUHFKD]DUDODKLSyWHVLVFRPRQRVXVFHSWLEOHGHYHUL
SDUDOD,QGLDHVYHUGDGWDPELpQSDUD(XURSDµ ILFDFLyQFLHQWtILFD
+D\PXFKDVPiVSUXHEDVHQODDFWXDOLGDGHQIDYRUGHODSRVLFLyQGH.URHEHUTXHFXDQGRHVFULELy /DPiVFODUDGHILQLFLyQGHFXOWXUDHQWpUPLQRVSVLFROyJLFRVUH]Dcultura es la porción aprendida
ORDQWHGLFKR 3HURORVHMH PSORVTXHSXVRVLUYHQWRGD YtDSDU DLO XVWUDUHOSXQ WRGHYLVW DT XHpOIXpHO de La conducta humana. (VHVHQFLDOODSDO DEUDDSUHQGLGDSRUTXHWRGRVUHFRQRFHQTXHFXDOHVTXLHUD
SULPHURHQG HIHQGHU(OGHVFXE ULPLHQWRGH'DUZLQ  GHOFRQFHSWRGHHYROXFLy QKHFKRSDUDOHODPHQWH VHDQODsIRrPDVVXV FHSWLEOHVGHGHsFULSFLyQ REMHWLYDTXH FRQVWLWX\HQXQDFXOWXUD GHEHQVHU 
SRU:DOODFHTXHWUDEDM DEDHQHORWU RODGRGHOJO RERHVXQR GHORVHMHPSO RVPiVVRUSUHQGHQWHV'H  DSUHQGLGDVSRUODVVXcHVLYDV JHQHUDFLRQHVGHXQ D SREODFLyQVL QRVHKaQGHSHUGHU'HOoFRQWUDULR 
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LA REALIDAD DE LA CULTURA LA REALIDAD DE LA CULTURA

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Capítulo VI
La diversidad cultural:
universalidad e identidad

1. ETNOCENTRISMO Y GLOBALIZACIÓN

Si hay un aspecto característico de la globalización, por la per-


cepción inmediata y nítida de su incidencia en la vida social, es el de
la diversidad cultural, considerado y tratado más como problema que
como tema. No obstante, no es un asunto de hoy; su mayor actuali-
dad proviene de la mayor intensidad de su percepción. Ya en los al-
bores de la cultura occidental, en las antiguas culturas griega y lati-
na, se percibe con toda nitidez el fenómeno de la autoreferencia y la
supravaloración de lo propio, junto con la consiguiente excentricidad
en la estimación de otros pueblos y culturas distintas que, pese a las
considerables diferencias entre unos y otros, eran denominados glo-
balmente como «bárbaros», distinguiéndolos entre sí únicamente por
su procedencia geográfica: los bárbaros del norte y los del sur, los del
este y los del oeste. Tal disposición o actitud vital, de carácter neta-
mente afectivo y mínimamente racional, es el etnocentrismo: la cre-
encia latente pero firme, velada por los usos sociales pero emergen-
te ante la menor excitación, de que lo propio es la medida de lo
ajeno; de que algo es mejor, sencillamente porque se enmarca en la
propia cultura y no se encuentra en otras.
No cabe pensar que el etnocentrismo sea un hecho histórico, de
tiempos pretéritos, pero ya superado en la actualidad. Si hoy parece
atenuado, al menos en la cultura occidental, no por eso ha perdido vi-
gencia, pues es más que un fenómeno psicosocial: es una dimensión
antropológica que puede verterse en diversas posiciones individuales y
colectivas —siempre de carácter afectivo—, que van desde su exaspe-
ración negativa en la xenofobia, hasta su positiva depuración en el pa-
150 Retos educativos de la globalización La diversidad cultural: universalidad e identidad 151

triotismo. El etnocentrismo, en lo cultural, no es más que un efecto de de Afganistán decidieron destruir las estatuas de Buda en las monta-
la necesaria autoafirmación existencial, respecto a la cual no cabe la in- ñas de Bamiyan, desencadenando una reacción internacional en con-
diferencia. No obstante, no es menos cierto que determinadas condi- tra de esa acción. De nada sirvió que los talibanes apelaran a sus cre-
ciones vitales favorecen y otras refrenan o reprimen la tendencia etno- encias religiosas para que la comunidad internacional considerara un
céntrica: la globalización, obviamente, es de éstas ultimas. La apertura ataque a la cultura la destrucción de esas figuras. No se trata ahora de
de fronteras y la creciente intercomunicabilidad entre individuos y gru- defender o censurar esa acción de las autoridades islámicas; pero pa-
pos transnacionales que conlleva la globalización cuestionan teórica y rece interesante este caso para poner de manifiesto que, si de verdad
prácticamente las tendencias etnocéntricas de cualquier cultura. nos creyésemos eso del relativismo cultural, no sólo no deberíamos
M. Friedman ha acuñado el término de glocalización, jugando con haber reaccionado en contra sino que deberíamos haber aplaudido tal
las ideas de global y local. Se refiere con ello a la habilidad de una cul- acción en nombre del extremismo islámico, e incluso deberíamos ha-
tura en asimilar en sí misma y en el propio país aquellos aspectos de ber estado dispuestos a colaborar en la destrucción de las figuras de
otras culturas, y de la globalización misma, que pueden contribuir al Buda como expresión de nuestro apoyo a la pervivencia de la cultura
crecimiento y diversidad de esa cultura, sin por ello aplastarla o hacer islámica. Pero si nadie alzó su voz a favor de tal acción es porque en
que pierda su propia identidad. No se puede tener una economía que el fondo todos distinguimos entre culturas y culturas, o, como diría
funcione en la era de la globalización sin una sociedad cohesionada, y Friedman, sabemos que hay culturas que son difícilmente «glocaliza-
ello no es posible si se destruyen los fundamentos culturales que ci- doras», como ha mostrado el mismo desarrollo de los acontecimien-
mientan esa sociedad y que le dan la confianza y cohesión para inte- tos tras la desgracia del 11 de septiembre de 2001.
raccionar adecuadamente con el mundo. Pero, al mismo tiempo, En cuanto al plano individual, el relativismo, como todas las teo-
Friedman advierte de otra interesante realidad, y es que no todas las rías, pone de manifiesto una gran verdad, aunque la presente de una
culturas están preparadas para este proceso. Algunas culturas no son forma parcial y, en esa medida, llegue a conclusiones equivocadas. La
buenas «glocalizadoras», y eso hace que vean la globalización como verdad del relativismo es que el hombre necesita para vivir de un cier-
una amenaza 1. Esta tesis de Friedman aboga en principio por la glo- to «espacio de libertad» para ejercer sus propias opciones y manifes-
balización, pero supone también una apuesta por la fuerza de la di- tar sus propias opiniones 2. Pero del hecho de que seamos y pensemos
versidad cultural y un reconocimiento implícito, muy tenue, del rela- distinto no se puede concluir que todas las acciones y opiniones sean
tivismo cultural al afirmar la diversidad como fondo último e igualmente válidas. Una cosa es aceptar que alguien actúe con unos
irrecusable de la realidad; pues si la diversidad es el hecho radical, en- supuestos equivocados y otra cosa convertir en verdad la falsedad, por
tonces las distintas culturas equiparan su valor y sentido. temor a no ofender. No hay acción más contraria a la dignidad de la
El relativismo cultural ha tenido, y sigue teniendo, un fuerte pre- persona humana que dejar que uno persista en el error. Porque al final,
dicamento, presentándose como la única alternativa que tiene en además, se llega a la contradicción de que, al hacer todas las opinio-
cuenta la diversidad cultural y el respeto a las opiniones en una so- nes iguales, se acaban imponiendo aquéllos que son más (y ser más no
ciedad democrática. De todos modos, si vamos más allá de los luga- significa necesariamente que sea más verdadero lo que ésos piensan),
res comunes y las frases hechas, advertiremos que el relativismo cul- o aquéllos que por gritar más consiguen hacerse con el poder o con los
tural no es una alternativa viable. A nivel social no se cumple, y a medios de influencia (los medios de comunicación, por ejemplo). Y
nivel individual tiene trampa. así, se acaba en la más intolerante de las sociedades, aunque se
presente con los ropajes de la tolerancia, porque la fuerza de la razón
Desde el punto de vista social, hemos asistido a un ejemplo de có-
mo no se vive de verdad. En marzo de 2001 las autoridades talibanes
2. La idea de «espacio de libertad» puede encontrarse en DONALDSON, T. y
1. Cfr. FRIEDMAN, T. L., The Lexus and The Olive Tree, 295-302. DUNFEE, T. W., Ties that bind, Harvard Business School Press, Boston, 1999.
152 Retos educativos de la globalización La diversidad cultural: universalidad e identidad 153

—la discusión de argumentos— acaba por ceder el paso a la razón de está llamada por su pretensión de «universal». Sin embargo, aunque
la fuerza, ya sea el abuso del poder o la manipulación mediática 3. pueda echarse en cara que una cosa es aceptar en teoría este texto y
Frente a la inefectividad práctica del relativismo hay que apelar otra vivirlo con todas sus consecuencias, no hay que menospreciar los
al sentido de la responsabilidad en las propias acciones. Creemos que resultados conseguidos: se ha convertido en un modelo para otros tex-
tenemos un sistema económico y social que funciona, y queremos tos, ha servido de referencia para diversos movimientos sociales y or-
que los demás lo asuman. Buscamos por encima de las diferencias, ganizaciones no gubernamentales en su lucha contra los abusos que se
principios de conducta que puedan ser aceptados por todo el mundo, puedan cometer, y es una referencia para encontrar puntos comunes en
y los resultados prácticos de estos principios nos ayudan a discernir el diálogo entre diversas culturas. Los Derechos Humanos, pese a las
el posible valor universal que encierran. Ante la diversidad cultural, críticas que se les han hecho 5, constituyen sin duda, y avant la lettre,
el modo de aunar diferencias y semejanzas es buscar principios uni- una realización eminente de la globalización, y no precisamente de la
versales de acción, que proporcionen un marco general de actuación globalización económica. Han marcado una pauta para posteriores
al mismo tiempo que aseguren el «espacio de libertad» necesario pa- proyectos, tal vez poco conocidos, pero de prometedora fecundidad.
ra la actuación personal y libre del individuo. Dicho de otra manera: Por ejemplo, hace unos años, bajo el auspicio de la Unesco, se
se trata de ser conscientes del etnocentrismo, pero considerándolo puso en marcha The Universal Ethics Project, en el que un grupo de
simplemente como punto de partida, como campo abonado que per- destacados filósofos, teólogos y expertos en ética se reunieron para
mita la germinación de otra tendencia no menos radical y necesaria discutir un posible marco conceptual para una ética universal. Es in-
para el existir humano: la apertura a lo universal. teresante ver las razones que se esgrimen en la presentación de este
proyecto para justificar por qué es posible y necesaria una ética uni-
versal. Se justifican por estas seis razones:
2. LA INEVITABLE APERTURA A LA UNIVERSALIDAD a) porque toda cooperación y diálogo intercultural están basados
En la actualidad son perceptibles las dinámicas isolativas que pro- en unos conocimientos éticos compartidos que previenen con-
vienen en último término de las actitudes etnocéntricas que encierran flictos;
a los individuos y a los pueblos en enclaustrados recintos culturales, b) porque nuestros problemas no se detienen en nuestras fronte-
sociales y políticos. Sin embargo, también se desarrollan movimien- ras y los retos globales requieren respuestas coordinadas;
tos que, más que internacionalistas, se revelan como universalistas. c) porque todos formamos parte hoy en día de una comunidad, y
Cabe mencionar a este respecto —y no sólo como etérea aspiración, para vivir juntos tenemos que apoyarnos en una comprensión
sino como sólido resultado— la Declaración Universal de los Dere- compartida de lo que está bien y lo que está mal;
chos Humanos, que se redactó con el propósito de servir como «es- d) porque todos somos responsables, y nuestras decisiones dia-
tándar común por el que se pudiesen medir los logros de los diversos rias afectan incluso a gente y lugares que están distantes;
pueblos y naciones» 4. La efectividad de los logros son discutibles, e) porque ya existen esos valores compartidos; y
pues tienen un sustento teórico muy endeble e, indudablemente, su vi-
f) porque el reconocimiento y el respeto de la diversidad no tie-
gencia es limitada y aún distante de la plenitud a la que la Declaración
nen por qué exigir un relativismo de los valores y principios 6.
En otro documento de la Unesco se concluye: «En un mundo de
3. Una exposición de la falsa tolerancia del relativismo puede encontrarse en un individualismo tan acentuado y con una pluralidad de percepcio-
GRISEZ, G. y SHAW, R., Ser Persona, Rialp, Madrid, 1996.
4. Puede consultarse el texto on-line en http://www.un.org/rights. Mary Ann
Glendon ha hecho un interesante estudio de este texto a partir de la génesis de la De- 5. Cfr. ALTAREJOS, F. y NAVAL, C., «Virtualidad formativa de los derechos hu-
claración, en GLENDON, M. A., A world made new. Eleanor Roosevelt and the uni- manos: la educación cívica», Revista Española de Pedagogía, 211 (1998) 511-527.
versal declaration of human rights, Random House, New York, 2001. 6. http://www.unesco.org/drg/philosophyandethics
154 Retos educativos de la globalización La diversidad cultural: universalidad e identidad 155

nes sin precedente, es más necesario que nunca buscar el reconoci- pio interés. El segundo ideal, por su parte, es la conocida «Regla de
miento, o mejor aún la emergencia de un substrato común de valores Oro», que ha tenido a lo largo de la historia diferentes formulaciones,
que hagan viable una coexistencia a escala mundial desde el punto y que es ampliamente aceptada en todas las tradiciones culturales.
de vista económico, ecológico, social y cultural». Los principios universales por sí solos no son suficientes para ayu-
También desde el mundo de la empresa se ha hablado en los úl- darnos a tomar decisiones correctas, porque es función de la concien-
timos años de la necesidad de contar con Códigos de Conducta Glo- cia de cada uno el poner en relación estos principios universales con
bales que establezcan un marco de referencia común para la activi- las circunstancias particulares de la situación. Pero sin estos principios
dad de las empresas 7. La última de estas propuestas ha sido hecha por universales la decisión también se torna incompleta, porque le falta el
el Secretario General de las Naciones Unidas, que ha retado a los lí- marco de referencia general desde el que juzgar la realidad. Sólo con
deres económicos mundiales a aceptar y aprobar el Global Compact, principios no se puede decidir; pero sin principios, tampoco. Sólo con
tanto en las prácticas de las empresas como en el apoyo a las políti- principios, la decisión acaba en generalizaciones estériles; sin princi-
cas de sus respectivos países 8. Quizás la propuesta que hasta ahora ha pios, la decisión acaba en un relativismo que se convierte en caldo de
recibido mayor atención y ha sido más desarrollada son los Caux cultivo para que los más fuertes acaben imponiendo sus intereses.
Roundtable Principles for Business 9. La Caux Roundtable se define En el lenguaje natural, esta posición tiene un sencillo calificati-
a sí misma como «una red de altos directivos de empresa tanto de pa- vo: egoísmo. Es sencillamente la anteposición del ego a cualquier
íses industrializados como de países en vías de desarrollo que reco- otra consideración o interés. Como en todos los aspectos de la vida
nocen que la empresa debe tomar un papel de liderazgo en desarro- humana, este talante individual puede tener una proyección o exten-
llar una sociedad más justa, libre y transparente, persiguiendo una sión social, y así puede hablarse de culturas más o menos egocéntri-
mayor prosperidad mundial y sostenibilidad de los recursos». Entre cas respecto de otras. El egotismo, en cualquiera de sus formas, es el
las creencias que marcan su actividad está la existencia de unos «va- núcleo de todas las resistencias y obstáculos a la globalización, en
lores comunes que pueden ser compartidos más allá de las culturas». cuanto que ésta implica una apertura radical a los otros, en las con-
Con esta declaración de principios, los miembros de The Caux ductas éticas y en el diálógo intercultural. La promoción de la edu-
Roundtable pretenden establecer «una norma mundial para medir la cación intercultural subraya este elemento como su condición de po-
conducta de las empresas» y desarrollar «una común interpretación sibilidad: «Frente a los monoculturalismos anteriores —asimilación
de conducta empresarial aceptada y respetada por todos». Los prin- (etnocentrismo) y la pluralidad acrítica (aislamiento)— se subraya la
cipios se basan, según se señala en el Preámbulo, en dos ideales éti- voluntad de apertura» 10.
cos: el concepto japonés de kyosei, que significa vivir y trabajar jun- No obstante, el problema no tiene una solución tan sencilla co-
tos para el bien común; y la dignidad humana, que se refiere al mo cabría esperar desde este planteamiento. No se trata de hacer una
supremo valor de la persona como fin, y no como medio para la con- campaña por la solidaridad mundial. Por más eficaz que pudiera ser,
secución de los objetivos de otros, incluso los de la mayoría. si sólo se dirigiera a mover la afectividad, se quedaría corta y, a la
Como se ve, estos dos ideales van más allá de los condicionantes postre, incluso podría resultar frívola: pues no se trata de sentir, sino
socio-culturales, y expresan de alguna forma una realidad universal en de entender. La voluntad y los sentimientos mueven a la acción, pe-
el ser humano. El primer ideal expresa la dimensión social del hom- ro precedidos de un conocimiento adecuado; esto es, de un recto sen-
bre y la necesidad de buscar el bien de la sociedad por encima del pro- tido de la finalidad. El egocentrismo no es solamente una actitud
malvada, susceptible de curarse con una persuasiva purga ética. Se
7. FONTRODONA, J.,«Consideraciones generales para un código de ética glo-
bal», en FERNÁNDEZ-AGUADO, J. (ed.), Ética de los negocios, Ariel, Barcelona, 2001.
8. http://www.unglobalcompact.org 10. JORDÁN, J. A., Propuestas de educación intercultural para profesores,
9. http://www.cauxroundtable.org Ceac, Barcelona, 1996, 26.
156 Retos educativos de la globalización La diversidad cultural: universalidad e identidad 157

precisa también comprender los supuestos intelectuales y cognosci- tintas que conducen intelectualmente a un dilema, a un conflicto de
tivos que sustentan el mal y que, como tales, no son malos o buenos, tendencias que se vivencia como conflicto u oposición: o afirmo mi
sino erróneos o verdaderos. El egocentrismo y el individualismo propio ser, o afirmo el ser común en el que participo; o lo uno, o lo
consiguiente pueden y deben ser comprendidos racionalmente en to- otro... y sólo cabe escoger entre uno u otro.
das sus dimensiones y, a ser posible, en su raíz. Respecto de la cues- Sin duda, esta oposición es real y patente; obvia desde la expe-
tión que nos ocupa el concepto a entender que se opone a la univer- riencia común. Pero la comprensión del asunto no concluye aquí,
salidad, entendida como tendencia cultural inducida y propiciada por pues donde hay oposición de ideas o de realidades, no por ello hay
la globalización, es la afirmación de la propia identidad 11. contradicción. Desde una reflexión guiada por el rigor y por la tota-
lidad de la experiencia humana —y no sólo por una parte o aspecto
de ella— se encuentra que hay diversas clases de oposición, como se
3. LA OPOSICIÓN ENTRE UNIVERSALIDAD E IDENTIDAD desprende de un mero análisis lógico de los conceptos. Ocurre lo
mismo con la reflexión sobre otra relación de oposición característi-
No es posible renunciar a la propia identidad, pues sería como ca y definitoria de la actuación educativa, como es la oposición en-
abjurar de uno mismo. Pero ocurre también que la identidad, sea in- tre autoridad y libertad 12. En ambos casos, es preciso considerar an-
dividual o colectiva no es más que una cualidad o atributo; es decir, te todo las diversas formas posibles de oposición que, desde un
algo que se atribuye a un sujeto, sea éste singular o grupal. En algu- sencillo análisis lógico-lingüístico, son cuatro 13:
nas posiciones sobre el tema de la identidad parece que no llega a
a) la oposición contradictoria: se da entre un ser y su completa
distinguirse claramente esta primera y natural premisa, cobrando la
negación; lógicamente es la más fuerte de todas, pues es im-
identidad, en cualquiera de sus dimensiones y alcance, un carácter
posible afirmar ambos términos a la vez; por ejemplo, «blan-
sustantivo o, cuando menos, de soporte o sostén de cualidades; su-
co» y «no-blanco». El elemento negativo es forzosamente un
cede así cuando la perspectiva es psicosocial. Sin embargo, al ahon-
ente de razón si el elemento positivo es algo real;
dar en la reflexión sobre la condición humana, se alcanza un nivel de
mayor profundidad —el de la consideración antropológica—, en el b) la oposición de contrariedad: se establece entre dos especies
que la identidad es algo adjetivo en el ser humano. de un mismo género, como entre el blanco y el negro, pues si
ambos se distinguen netamente, coinciden no obstante en su
Entonces, aparecen otras cualidades, y no sólo la identidad, que
realidad: ambos son colores; en esta oposición caben grados
también inhieren en el sujeto; una de ellas es la aspiración a la uni-
intermedios, e incluso grados de intensidad; lo que no es po-
versalidad, que no es más que una manifestación de la radical co-
sible es que se den los extremos simultáneamente;
existencia humana, la cual se vierte en participación y comunidad;
participación en las tendencias y deseos de otros, y comunidad en los c) la oposición de privación: también la ceguera se opone a la vi-
valores y juicios de otros. Al lado de la afirmación de la propia iden- sión, y la enfermedad a la salud o la ignorancia al saber, pero
tidad, también se afirma como atributo humano la aspiración a la de un modo distinto de los ejemplos anteriores; en este caso,
universalidad, cualidades ambas que, sin embargo, parecen contra- se trata de la ausencia o privación de algo naturalmente dado;
decirse mutuamente, al menos en el plano de las acciones o decisio- también caben aquí diversos grados de privación; por ejemplo,
nes prácticas. Aparentemente, parecen ser polos u orientaciones dis- entre el saber y la ignorancia está el error teórico o la equivo-
cación práctica.
11. Para la consideración de la cuestión de la identidad y su oposición a la uni-
versalidad, desde una perspectiva ético-antropológica, cfr. ALTAREJOS, F., «El pro- 12. Cfr. NAVAL, C. y ALTAREJOS, F., Filosofía de la educación, EUNSA, Pam-
blema de la identidad en la praxis social: filiación y afiliación», Studia Poliana, 4 plona, 2000, 150-156.
(2002), 61-80. 13. Cfr. SANGUINETI, J. J., Lógica, 79-81.
158 Retos educativos de la globalización La diversidad cultural: universalidad e identidad 159

d) la oposición relativa: es la forma más frecuentemente olvida- mismo valor» 14. Es una posición noble en cuanto a los deseos, pero
da o desatendida; se da, por ejemplo, con la paternidad y la fi- problemática respecto a las realizaciones porque no encuentra un cri-
liación, o con la izquierda y la derecha —no las políticas—; terio claro y firme de actuación: ¿quién o qué determina cuáles son las
distinguiéndose intelectualmente los extremos, no es menos peculariedades accidentales que pueden relegarse y las esenciales que
cierto que ambos se complementan realmente; oponiéndose deben ser cuasi-inviolables? La misma administración de la ayuda
netamente, no por ello están en conflicto por la mutua necesi- ofrecida, ¿quién la realiza: organismos o instituciones ajenas a la rea-
dad e interdependencia; es el tipo mitigado de la relación de lidad del país ayudado? Si se piensa en términos de oposición priva-
oposición. tiva, estas cuestiones no encuentran nunca una respuesta válida.
Tras este análisis se comprende que el problema que surge al También puede entenderse la situación como oposición de con-
afirmar universalidad e identidad en la condición humana es que se trariedad: ni globalización, ni localización; ni afirmación prepotente
considera ambos términos como opuestos, pero no como opuestos de la universalidad, ni proclama defensiva de la identidad, sino algo
relativos; entonces, aparentemente, resultan irreconciliables, pues al intermedio. Admitiendo que hay oposición, y afirmando los elemen-
sustentar uno se rechaza al otro. Cuando se repara en los lemas o los tos como contrarios — y no como contradictorios—, se concluye en-
argumentos que sostienen las protestas actuales sobre el proceso de tonces que no es posible mantener completamente ni los unos ni los
globalización puede observarse que el problema es un pre-juicio ló- otros. Frente a las posturas anteriores, ésta es mesurada y compre-
gico: se contempla la oposición de diversas maneras, pero rara vez hensiva, pues parece pretender el beneficio común. Pero una vez
en la forma relativa. En las posturas más extremadas, la relación de más, el problema es el criterio: ¿cómo puede realizarse este proceso
oposición se afirma como contradictoria; pues parece que se con- de armonización; cómo puede alcanzarse ese estado de equilibrio en-
templa la globalización como una superestructura ideológica, al mo- tre los términos contrarios? Para responder a esta cuestión se descar-
do marxista; esto es, como algo justificado en el enriquecimiento de ga la responsabilidad en los expertos —vía señalada en el capítulo
algunos mediante la mundialización del comercio. Entonces, la glo- anterior— quienes establecen las reglas de medida en las ayudas. Así
balización parece ser el gran enemigo social; el que amenaza peli- ocurre, por ejemplo, con el postulado 0,7 % del PIB para subvenir las
necesidades del tercer mundo. Ciertamente, esta propuesta es un
grosamente el derecho al bienestar y a la calidad de vida de los más,
avance en la solidaridad mundial; pero no resuelve las cuestiones
pues el interés egocéntrico de los menos, pero más poderosos, con-
planteadas y adolece de un uniformismo que, a la postre disuelve la
tradice las legítimas aspiraciones de los más.
responsabilidad personal en la homogeneidad de la aportación, olvi-
Hay otra especie de posturas radicales donde la oposición entre dando las diferentes situaciones de los contribuyentes. Es una solu-
identidad y universalidad no tiene carácter contradictorio, pero sí pri- ción técnica a la oposición, considerada sólo como de contrariedad.
vativo. Parece latir cierto pesimismo en este caso, pues las renuncias La última posibilidad para comprender y tratar la oposición en-
que comporta la mundialización de las relaciones humanas se juzgan tre identidad y universalidad pertenece de momento al plano teórico,
excesivas, desmesuradas e injustas; se consideran como una privación pero sólo porque no se la ha planteado prácticamente: entender la re-
abusiva de algo propio y debido, como son las peculariedades y ele- lación como de relatividad o complementariedad. Ambos extremos
mentos definitorios de las culturas locales. De aquí nace el conflicto no se excluyen; al contrario, se potencian mutuamente. La aspiración
subyacente en la ayuda de los países y sociedades ricas a los menos a la universalidad es la raíz de la dinámica globalizadora; pero ello
favorecidos. Si esta ayuda debe prestarse, tiene que ser de tal modo no impide que se abra la diversidad; más aún: en ese reconocimien-
que respete —e incluso potencie— al menos las características pro- to de las peculiaridades locales que fundan las identidades radica la
pias y esenciales de los ayudados, aunque se reconozca la inevitable
renuncia a otras más secundarias, pues se reconoce que «epistemoló-
gica y éticamente, no todos los elementos de las culturas tienen el 14. JORDÁN, J. A., Propuestas de educación intercultural para profesores, 29.
160 Retos educativos de la globalización La diversidad cultural: universalidad e identidad 161

posibilidad de complementarse, intercambio mercancías, tanto como pero ésta se abandona cuando dicho autoconocimiento se pretende
ideas o costumbres. Entonces, lo universal se distingue netamente de reducir a un saber objetivo que, precisamente para ser tal, debe pres-
lo general, de lo común que, de suyo, prescinde de la diferencia. Al cindir del origen radicalmente personal —no subjetivo— en la expe-
contrario: lo universal no es la comunidad del género —lo general— riencia, la indagación y la reflexión propias, tal como lo descubrió y
sino la afirmación de la diversidad, pero desde su unidad —univer- formuló Sócrates.
sal: unum in diversis—. La noción moderna de identidad, por el contrario, pretende justi-
La aspiración a la universalidad, en verdad, no puede desplegar- ficarse en la referencia a unas formas ideales que expresan lo común,
se sin reconocer y afirmar las diferencias de las cuales parte y en las lo general a varios sujetos que participan así —idealmente— de la
que se apoya para buscar la unidad que albergan. Es la consecuencia misma identidad. Ch. Taylor ha definido certera y agudamente las
de considerar los opuestos como relativos o complementarios. cuatro notas que tiene la noción moderna de identidad, considerada
Realmente, el término problemático en la relación —como reve- desde la perspectiva más frecuente, que es la social: «La igualdad de
la la consideración de su oposición relativa—, no es el de «universa- todos los sujetos racionales, su posesión de derechos, la capacidad
lidad», sino el de «identidad»; por su afirmación se concluye en la efectiva de poder desarrollar su autonomía y la de producir, que es la
exclusión de la universalidad, desde las posturas señaladas de con- versión social de la eficacia, lo que yo «puedo hacer» en la socie-
cepción de las relaciones de oposición contradictoria; contraria y pri- dad» 16. El resultado de esta concepción es la interpretación atomista
vativa. Al intento de comprender el sentido de la identidad se enca- del individuo y de la sociedad; Taylor no habla expresamente de li-
minan las siguientes reflexiones. beralismo, pero la referencia es ineludible. Su obra Fuentes del yo 17
desarrolla la consiguiente hermenéutica de la identidad implícita en
esta visión, que el mismo Taylor, en otra obra 18, resume en tres notas
4. LA IDENTIDAD MODERNA Y EL OLVIDO DEL SER PERSONAL las cuatro rasgos anteriores:
a) «La primera es la imagen del sujeto como idealmente desvin-
Si hay un concepto omnipresente en los actuales debates de filo- culado, esto es como libre y racional hasta el punto de distin-
sofía política y social, de sociología e incluso de psicología, en este guirse totalmente de los mundos natural y social, de modo que
caso tratado bajo el término self o sí mismo, ése es sin duda, la no- su identidad ya no puede ser definida en términos de lo que,
ción de identidad. Bien se considere bajo la forma de identidad cul- fuera de sí mismo, descansa en otros mundos»
tural, nacional religiosa o individual, se cae en una maraña de tesis y b) «La segunda, que se sigue de ésta, es una concepción del yo
puntos de vista diversos y contrapuestos entre sí y concluyen en la como puntual, idealmente preparado, en tanto que libre y ra-
confusión intelectual, hasta el punto de que hacen vacilar los mismos cional, para tratar instrumentalmente estos mundos —e inclu-
supuestos de los análisis socio-políticos que los sustentan 15. so algunos rasgos de su mismo carácter—, como materia sus-
Todas las discusiones —y todas las confusiones— en torno a la ceptible de cambio y de reorganización en vistas a una mejora
identidad personal, nacional o cultural dimanan de la inicial posición que permita asegurar su bienestar y el de los demás»
intelectual que la tematiza. Como una dimensión esencial de la natu- c) «La tercera nota —concluye Taylor— es la consecuencia so-
raleza racional es su carácter reflexivo, el hombre no sólo conoce y cial de las dos primeras: una interpretación atomista de la so-
sabe, sino que también, y por ello mismo, se conoce y se sabe De
aquí nace su autoconocimiento, según la mejor tradición socrática; 16. Cfr. LLAMAS, E., Charles Taylor. Una antropología de la identidad, EUN-
SA,Pamplona, 2001, 34.
17. TAYLOR, Ch., Fuentes del yo, Paidós, Barcelona, 1996.
15. Para una exposición síntetica y afinada de los matices y cuestiones proble- 18. «La superación de la epistemología», en Argumentos filosóficos, Paidós,
máticas de la identidad personal, cfr. NAVAL, C., Educar cuidadanos, 213-221. Barcelona, 1997, 26.
162 Retos educativos de la globalización La diversidad cultural: universalidad e identidad 163

ciedad como constituida, o, en última instancia, explicable en Para nuestro asunto, puede dejarse de lado el primer sentido de
términos de propósitos individuales.» la identidad —como mismidad— por su carácter enteramente lógi-
Prosiguiendo en esta línea, y ahondando en su significado, pue- co. El segundo sentido de la identidad, como valor general, nos in-
den citarse y distinguirse tres sentidos esenciales de «identidad» 19: cumbe directamente, porque es la concepción subyacente a la noción
a) la identidad como mismidad; es el sentido puramente lógico de moderna de identidad, tanto en su dimensión individual o personal,
identidad que se expresa en la fórmula A es A; mismidad sig- como en su alcance cultural, nacional, e incluso en esa dimensión lla-
nifica suposición de la primera A: ésta se da por supuesta y la mada «religiosa», tal como se la entiende hoy desde análisis socio-
segunda A no es más que la reflexión lógica sobre la primera; lógicos; pero no así desde una perspectiva propiamente religiosa; es
decir, desde la consideración de la fe en Dios.
b) la identidad como valor general; este sentido nace con Hegel
y se extiende desde él; es el sentido de carácter gnoseológico La identidad, así entendida, no es más que el proceso de autoi-
propio del idealismo hegeliano; en él, la primera A está vacía, dentificación, de cobrar conciencia de uno mismo desde la raza, des-
y la segunda A corresponde al proceso cognoscitivo por el que de la cultura, desde la nación, desde el «espíritu de los tiempos» o
lo ideal se hace real; identidad, así, significa «identificarse, desde una cierta y determinada idea de la divinidad. Es pues un pro-
cobrar el propio consigo, del que se carece inicialmente» 20; in- ceso intelectual de reconocimiento de unos valores generales por los
teresa destacar aquí el carácter procesual: el identificarse su- que me identifico como uno más incluido en un grupo definido por
pone que la primera A se resuelve en la segunda A, la verda- dichos valores. Parece comprensible entonces que, toda amenaza a di-
deramente «real» desde la filosofía hegeliana, porque es chos valores sea temida como un grave peligro a la propia individua-
autoconciencia de sí establecida como objeto; es la constitu- lidad. El proceso de autoconciencia que sostiene la autoidentificación,
ción terminal del sujeto al objetualizarse en el pensamiento; y que debe culminar en el establecimiento de la identidad personal o
cultural, se opone así al proceso de globalización que, a su vez, se en-
c) la identidad como referencia al origen 21; éste sentido tiene un
tiende como dinámica generalizadora de carácter contradictorio, con-
carácter antropológico; «origen» se entiende aquí como
trario o privativo, pues pretende superar la identidad particular abán-
«fuente» del ser, y por tanto, la identidad no es otra cosa que
donándola en otra generalidad más abstracta y más amplia.
la actualización de la referencia a la fuente de mi ser, a mi ori-
gen radical. Esta oposición —negativa y excluyente en definitiva—, tiene dos
graves consecuencias íntimamente vinculadas. Desde fuera de la con-
cepción hegeliana, la concepción de la identidad como proceso de
19. Cfr. EZQUER, H., El límite del pensamiento. La propuesta metódica de Le-
onardo Polo, EUNSA, Pamplona, 2000, 167-168. El análisis del concepto de identi- identificación comporta una objetualización del sujeto que se autoi-
dad que se sustenta en estas páginas, clave para poder entender la complementarie- dentifica, pues éste se resuelve en términos de relación con los valo-
dad entre universalidad e identidad, se debe a Leonardo Polo. res generales y, por ello, objetivos, que le identifican: «Se entiende la
20. Ibidem. identidad como la relación del sujeto con el objeto» 22. En la medida
21. Según L. Polo, este sentido es propiamente, el Origen, con mayúsculas,
porque sólo se da plenamente en Dios, donde la identidad no es ya una relación de en que yo, como sujeto, me adecue más o menos a los rasgos o notas
razón, sino el modo de ser. «Que Dios es Origen significa directamente y nada más distintivas de la generalidad en la que pretendo incluirme, cobraré más
que Origen: ser originario; aquel sentido del ser que nada necesita para ser, puesto o menos identidad; o, dicho de otro modo, en esa medida mi identidad
que es originariamente» (EZQUER, H., El límite del pensamiento, 193) Este sentido, será más o menos fuerte y definida, en cuanto más objetiva sea.
así, tiene un carácter metafísico —no teológico— pues expresa el modo de ser di-
vino que es permanente, inalterable e intemporal; y por ello, idéntico consigo mis- La segunda grave consecuencia es que, al objetualizarme en la
mo. Obviamente, la plenitud de este sentido —la identidad como Origen— no pue- identidad, me trato y considero a mí mismo como individuo, y pierdo
de realizarse en las criaturas; pero precisamente en tanto que ser creado, por la
participación del ser, en el hombre cabe hablar de «referencia al origen», que es el
sentido propuesto aquí. 22. POLO, L., Antropología trascendental, 35.
164 Retos educativos de la globalización La diversidad cultural: universalidad e identidad 165

así la referencia a mi ser personal. Max Scheler ya denunció la posible Por el reconocimiento de la libertad me identifico; pero no me iden-
confusión entre individuo y persona, pero es Kant quien establece el tifico sólo conmigo mismo, sino sobre todo y principalmente, me
criterio definitivo para distinguir debidamente uno de otra. Este crite- identifico con los demás, también seres libres con los cuales estoy lla-
rio, que en Kant obra como imperativo práctico, pone a la persona co- mado a coexistir. El reconocimiento de mi libertad conlleva la íntima
mo un valor absoluto, o al menos no subordinado a nada en la natura- aceptación de la libertad de los demás; así, el ser personal se mani-
leza: «obra de modo que uses la humanidad tanto en tu persona como fiesta radicalmente como apertura.
en la persona de cualquier otro siempre a la vez como fin, nunca me- Conviene tener presente que esta visión alberga un postulado im-
ramente como medio» 23. Pero esta fórmula no puede aplicarse al «in- plícito que resulta muy gravoso para el pensamiento y la sensibilidad
dividuo», en tanto que su identidad se establece desde unas caracte- de la modernidad: que la identidad significa el carácter de origen, su-
rísticas generales, y por tanto, superiores a él. Por eso, desde esta pone admitir eo ipso que la identidad es originariamente recibida, no
concepción, el individuo puede ser tratado perfectamente como un me- constituida y construida enteramente por el sujeto. Parece así que la
dio —y de hecho así ha sido en los más tristes episodios de la recien- identidad se opone a la autonomía radical que pretende definir al ser
te historia— en pro de una identidad superior, llamada «humanidad». humano, ya desde Rousseau como autonomía absoluta del sujeto, y
Si la humanidad es lo que define como tales a los seres humanos es también desde Kant, como autonomía de la voluntad.
lógico y posible pensar en el sacrificio de un miembro por el bien del Sin embargo, la identidad como referencia al origen, no se esta-
todo; el individuo es, de suyo, un posible medio para el fin del grupo. blece como algo definitivamente dado, como un factum irrevocable
Sin embargo, la persona no tiene un valor medial: no es elemen- que en la vida personal resulte un fatum, un designio fatal e inevita-
to o valor de cambio para nada, pues es, como ya apuntó Tomás de ble. La identidad como origen significa «punto de partida», línea de
Aquino, «lo más perfecto en toda la realidad» 24. Y esto no se debe a salida en la vida personal y en el desarrollo cultural, por su mismo
otra cosa que a su óptima referencia al origen: esto es, precisamente carácter esencial de coexistencia y apertura. Por el contrario «la
a su genuina identidad. El tercer sentido del término «identidad» es identidad moderna» —en expresión de Ch. Taylor—, implica la con-
el que más conviene a la naturaleza humana, realizada singularmen- solidación del individualismo cerrado que aboca fatalmente en el so-
te en el ser personal de cada uno. La persona es realmente un fin en lipsismo 26. Tanto A. MacIntyre como el propio Ch. Taylor, sin parti-
sí misma; pero esta afirmación que afortunadamente se admite de he- cipar de la noción de identidad como origen, han considerado y
cho en la práctica social, reclama una fundamentación teórica debi- censurado los efectos de la identidad moderna en este aspecto. Para
da para no quedar colgada en el vacío intelectual, sosteniéndose só- Taylor, las influencias derivadas de ella han producido una erosión
lo en una proclama voluntarista, sentimental y, por lo tanto, ciega. de los lazos comunes tradicionales 27, y la vía necesaria para recupe-
Si «la identidad significa el carácter de origen» 25, cabe hablar de rar el verdadero espíritu humano exige reafirmar los valores propios
una identidad personal que es tenida por nacer, y de una identidad de la vida ordinaria, especialmente los directamente vinculados a la
cultural o nacional que es forjada por las personas en su acción y en vida de familia y al trabajo. Taylor insiste también en las virtualida-
sus actividades productivas, y que es parte esencial de la identidad des formativas del arte y de la literatura 28.
personal por haber nacido en una determinada cultura o nación. Esta Por su parte, MacIntyre, reconoce a la tradición como una di-
identidad originaria se manifiesta primariamente en la libertad, fuen- mensión esencial de la identidad personal, entendiéndola como lo re-
te de la acción humana —en todos— y personal —en cada uno—. cibido y desarrollado en una comunidad que sustenta la continuidad

23. KANT, I., Fundamentación de la metafísica de las costumbres, 2ª sección, 26. Cfr. RODRÍGUEZ SEDANO, A., «Coexistencia e intersubjetividad», Studia
429, 10; 189. Poliana, Pamplona, 3 (2000), 9-33.
24. TOMÁS DE AQUINO, S. Th. I, q.29, a. 3. 27. Cfr. TAYLOR, Ch., Fuentes del yo, 37-40.
25. POLO, L., El acceso al ser, 334. 28. Cfr. Ibidem, 44-47.
166 Retos educativos de la globalización La diversidad cultural: universalidad e identidad 167

de la vida del sujeto como «unidad de búsqueda» 29. En esta concep- tro con los otros, pero no en lo general, sino en lo universal: en aque-
ción, la tradición no es un peso muerto, un lastre que se arrastra gra- llo que es el origen común, y en el desarrollo humano que se le ha-
vosamente y corta las alas para toda innovación. La tradición es al- ya dado desde las diferentes culturas. De esta manera, identidad y
go recibido y, por tanto, fuente para los posibles cambios que universalidad se establecen como los polos complementarios de la
responsable y solidariamente realizan los sujetos dentro de una co- relación humana; relación que ciertamente es de oposición, pero de
munidad. «Subrayar la tradición no es negar la posibilidad de crea- oposición relativa, y no contradictoria, contraria o privativa.
ción o cambio; más bien, éstos son posibles por la tradición. Sin tra-
dición no habría nada que cambiar ni tampoco ningún fin para la
creatividad (...) Todo ver es ver en concordancia con un modo de ver; 5. CONSECUENCIAS PARA LA EDUCACIÓN
pero estos modos de ver son adquiridos [recibidos] de otros, y por
tanto vienen a ser compartidos con otros» 30. No se trata entonces de Tras lo dicho, se comprende que la apertura del ser humano es el
reavivar la tradición muerta, sino de actualizar el diálogo en una tra- principio antropológico que subyace a la cuestión universalidad-
dición viva, que es así «el requisito real del progreso científico: pro- identidad, y por tanto, es una orientación de fondo para la acción edu-
greso que sólo acontece en una comunidad de aprendizaje» 31. cativa en la encrucijada actual de la globalización. No puede decirse
Tal es el núcleo problemático de la noción de identidad: la dis- que sea un descubrimiento reciente para la pedagogía, pues ha sido
posición a aceptar que el sujeto no es su propio creador y, por tanto, formulado varias veces y de distintas maneras. Con el mismo térmi-
que la libertad no es fundamento último de su ser ni la identidad per- no, por ejemplo, junto con la singularidad-creatividad y la autono-
sonal es una elaboración racional por la vía de la generalización de mía-libertad, la apertura-comunicación es uno de los elementos nu-
valores. Si la identidad se entiende como referencia al origen, por lo cleares de la educación personalizada 32. No obstante, las reflexiones
mismo, se acepta que es recibida originariamente y que, al manifes- anteriores sí que acentúan su importancia y, además, le dan un conte-
tarse como apertura radical del ser, se desarrolla en la comunicación nido específico que no siempre se encuentra en otras formulaciones.
de la coexistencia con otros. Así, la libertad —que no es fundamen- Establecer la prioridad de la apertura en el contexto de las ten-
to, pero sí origen— se abre a los otros y justifica racionalmente di- dencias afirmativas de la universalidad y la identidad, supone cuan-
cha apertura; esto permite, por ejemplo, dar un nuevo, más profundo do menos seis orientaciones para la acción educativa:
y vigoroso sentido al viejo ideal de la Revolución Francesa: libertad
—y por ello— igualdad y fraternidad. «Todos los hombres nacen li-
bres», se dijo también desde la revolución Americana. 5.1. Superación del individualismo liberal
La última consideración se desprende por sí sola: la identidad co- Este objetivo se descubre en la relación universalidad-identidad,
mo origen significa que debe ser plenificada en la vida de personas pero su proyección va más allá de ella y será tratado más ampla-
y de pueblos; pero no obviamente mediante la cerrazón isolativa de mente en el siguiente capítulo. De momento, cabe señalar su impor-
la constitución racional, sino mediante el despliegue de la apertura tancia como principio de análisis social y político que está en el cen-
existencial que demanda la coexistencia humana. Y esta apertura tro de la polémica liberal-comunitarista suscitada tras la caída de los
puede realizarse abriéndose a una referencia universal, a un encuen- regímenes colectivistas. El individualismo liberal se completa y re-
fuerza con la noción de identidad como valor general, pues «el libe-
29. Cfr. MACINTYRE, A., Tres versiones rivales de la ética. Enciclopedia, Ge- ralismo no ve la sociedad más que como una aventura cooperativa
nealogía y Tradición, 244-266.
30. NAVAL, C., Educar ciudadanos, 136.
31. LLANO, A., Presentación a MacIntyre, A., Tres versiones rivales de la éti- 32. GARCÍA HOZ, V., Educación personalizada, 3ª ed., Miñón, Valladolid,
ca. Enciclopedia, Genealogía y Tradición, 14. 1975, 32.
168 Retos educativos de la globalización La diversidad cultural: universalidad e identidad 169

para perseguir la ventaja individual; como una asociación esencial- gran el equipo. Así podrá ser tal vez en otros ámbitos, pero en la edu-
mente privada formada por individuos cuyos intereses esenciales son cación no cabe tal asimetría, sino una «interdependencia mutua» 35
definidos independientemente, y en un sentido, anterior a la comuni- que caracteriza al trabajo cooperativo. Es el ideal de la democracia
dad de la cual son miembros» 33. que conforma la concepción educativa de J. Dewey, y que no con-
En la educación y en la enseñanza tiene un impacto decisivo, siste obviamente en la toma de decisiones pedagógicas por votación,
pues conforma los objetivos y metodologías pedagógicas desde la sino «en el poder de la experiencia en colaboración y cooperación»,
perspectiva de los valores, destrezas y actitudes individuales, con pues «todas las acciones humanas llevan el sello de la comunidad,
eminente prioridad sobre las comunitarias. Es la «psicología de la se- con la misma fuerza con que lo lleva el lenguaje que se habla» 36.
paración», término con el que A. Bloom describía hace una década Debe añadirse que este principio se refiere a todos los elementos
el estado de ánimo de sus estudiantes: «La posibilidad de la separa- de la educación formal, y por ello debe configurar también la misma
ción es ya el hecho de la separación, tanto más cuanto que en la ac- actividad docente. Ésta debe ser también un trabajo cooperativo,
tualidad las personas deben proponerse ser completas y autosufi- donde el crecimiento del conocimiento no sólo sea conducido, sino
cientes, y no pueden arriesgarse a la interdependencia (...) Somos también vivido por el profesor. Desde esta perspectiva, resulta poco
solitarios sociales» 34. Como un ejemplo de la necesaria reorientación eficaz el esquema de explicación-comprensión, donde la exposición
pedagógica para superar el individualismo cabe citar el abandono del docente debe ser incorporada o asimilada por el discente. Se precisa
criterio de la competitividad, trascendiéndolo en el valor de la emu- más bien de un trabajo dialógico o en diálogo entre profesor y alum-
lación. Ser competitivo consiste en ser mejor que otros, para que mi no, donde el quehacer expositivo viene determinado por las pregun-
individualidad prevalezca sobre las restantes en un determinado tas del aprendiz más que por el orden lógico-formal de la ciencia que
campo de actuación. En cambio, emular a otro es pretender ser tan se enseña 37.
bueno como él, admirarle y seguirle en las cualidades destacadas de Tal como se dijo este principio afecta directa y preferentemente
que carezco; por lo cual, la emulación entraña la intención de afirmar a la educación formal, pues en la educación familiar se vive una co-
al otro, a quien quiero emular. Este reconocimiento y apoyo al otro munidad dialógica que es por sí misma «una genuina praxis educati-
se vierte en otro principio operativo: va», si se entiende a la familia como comunión de personas 38.

5.2. Fomentar las tareas cooperativas en el aprendizaje


5.3. Valorar el aprendizaje en la acción
Este principio apunta directamente al aprendizaje escolar y aca-
Tampoco es nueva esta orientación pedagógica, y una vez más
démico que al final, como concluye en la evaluación individual, se
encuentra en J. Dewey a su precursor más destacado. No obstante, el
configura inevitablemente como trabajo individual. La solución no
principio deweyano de «aprendemos haciendo (learning by doing)»
puede venir por la mera inclusión de aisladas y ocasionales tareas a
debe ser conveniente matizado para no decaer en un activismo cie-
realizar en equipo, pues los parámetros individualistas predominan-
go. La distinción entre acción (praxis) y actividad (poíesis) es diri-
tes se sobrepondrán a los cooperativos. Habitualmente, el trabajo en
equipo se entiende de modo asimétrico, como conjunción de diver-
sos esfuerzos provenientes de las diferentes personalidades que inte-
35. JORDÁN, J. A., Propuestas de educación intercultural para profesores, 96.
36. DEWEY, J., Democracia y educación : una introducción a la filosofía de la
educación, 7ª ed., Losada, Buenos Aires, 1971.
33. NAVAL, C., Educar ciudadanos, 91. 37. Para un amplio y sugerente desarrollo de esta concepción, cfr. NOT, L., La
34. BLOOM, A., El cierre de la mente moderna, Plaza & Janés, Barcelona, enseñanza dialogante, Herder, Barcelona.
1989, 21. 38. Cfr. ALTAREJOS, F., Dimensión ética de la educación, c. 11.
170 Retos educativos de la globalización La diversidad cultural: universalidad e identidad 171

mente 39. La acción inmanente debe fundar la actividad transitiva y mosura... Es decir, se expone la verdad del hombre, ésa que es su
exterior del aprendiz; la prioridad es obrar, para después hacer. Se verdad siempre y en todo lugar» 41. Verdad que se manifiesta ya des-
pueden realizar tareas sin que ello suponga un querer activo de la vo- de los cuentos infantiles.
luntad ni una plena actuación de la inteligencia: se pueden hacer co- En resumen: no se trata tanto de exponer las razones conceptua-
sas sin que la razón obre o actúe; es el activismo ciego. les de la integración entre universalidad e identidad, sino de fomen-
Esta orientación tiene un valor decisivo para la conformación de tar la apertura personal mediante la suscitación de acciones internas.
la educación; respecto a la cuestión tratada de la universalidad-iden-
tidad supone un aleccionador aviso: el erróneo conflicto entre ambos 5.4. Resaltar la belleza, que congrega por sí misma sensibilidades
términos no se resuelve explicando las razones aquí expuestas, sino diversas
promoviendo acciones que lleven a ejercitar y valorar la propia iden-
tidad personal y cultural y que aviven la aspiración a la universalidad En el capítulo anterior se señalaba la importancia de la educación
en el pensamiento y la afectividad. Para ello, por ejemplo, se debe re- estética en su amplio significado, como educación de la sensibilidad.
cuperar el valor formativo de las grandes narraciones. En las narra- Desde la perspectiva del presente capítulo se insiste en ello, resal-
ciones consagradas se nos ofrecen personajes que, mediante su ac- tando el aprecio y la valoración de la belleza. Dentro de los diferen-
ción, nos enlazan con otras concepciones del mundo y de la vida y nos tes cánones estéticos de las diversas culturas pueden encontrarse ele-
implican en la valoración de su actuación y su historia. Es el gran re- mentos bellos que pueden ser compartidos universalmente; lo que se
curso de la paideia griega, que concitaba la mímesis o reproducción precisa es saber apreciarlos y, para ello, haber tenido una educación
de acciones, es decir, la imitación en su más fecundo y noble sentido. estética efectiva.
Con las narraciones se apela directamente a la afectividad, y só- Muchas razones pueden darse acerca del valor formativo de la
lo de modo derivado al conocimiento intelectual; el lenguaje educa- belleza. En nuestro contexto cabe destacar una sobre las otras: el dis-
tivo se hace simbólico. Puede considerarse el símbolo como «la ima- frute de la belleza es un poderoso antídoto contra las tendencias ego-
gen de una cosa, que hace intuitivamente presente otra distinta, de tistas que tuercen la recta comprensión de la identidad, como ya se
modo no racional y lógico, sino directo, alusivo e imperfecto, no dijo antes. Dice Aristóteles que las cosas bellas son «aquéllas que
completamente determinado, de tal modo que empezamos a poseer uno hace descuidando su propio interés» 42. Ante la belleza se nubla
de algún modo lo simbolizado» 40; así, se distingue del signo concep- el valor de la utilidad, pues «bello se contrapone de modo agudo a
tual, abstracto y con un significado y un referente precisos, propio útil. (...) La belleza es un valor que en cierto modo convierte en fines
del lenguaje científico. La teoría y la práctica educativa, sin dese- a los seres que la tienen» 43
charlas, deben colocar a las ciencias en su lugar debido, y no caer en De nuevo se trata aquí de incidir en la afectividad, pero no cabe
un cientificismo pedagógico. En las narraciones, el lenguaje es sim- otra vía más directa y eficaz para propiciar una ulterior comprensión
bólico; más aún: los mismos personajes son ya símbolos humanos, intelectual de la unidad dentro de la diversidad; del unum in diversis
pues «en ellos se expone la dialéctica entre la ingenuidad y la astu- que constituye la esencia de la universalidad. Para conseguirlo es
cia, entre la belleza y la envidia, la desesperanza ante la tarea des- preciso ante todo saber orientarse por lo más valioso, que podrá ser
proporcionada e imposible, la ayuda misteriosa y gratuita que per- lo más fácilmente compartido por todos, y desde luego «lo bello es
mite conquistar lo inaccesible, el desciframiento del acertijo que abre lo por sí mismo preferible» 44; es «lo que nos capta por su propio va-
el mejor camino hacia lo maravilloso, el cual se esconde bajo la her-
41. NAVAL, C., Educación, Retórica y Poética, EUNSA, Pamplona, 1992, 410.
42. ARISTÓTELES, Retórica, 1336 b, 30.
39. Cfr. ALTAREJOS, F., Dimensión ética de la educación, c. 5. 43. YEPES, R., Fundamentos de Antropología, 201.
40. YEPES, R., Fundamentos de Antropología, 339. 44. ARISTÓTELES, Retórica, 1364 b, 25.
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lor y nos atrae por su dignidad» 45. Desarrollando el sentido estético, producida por el dualismo metódico 47. Como ya dijo Iris Murdoch
esto es, la capacidad de apreciar y disfrutar de la belleza, se propicia hace tiempo, «sólo hay una cultura respecto de la cual la ciencia, tan
eficientemente la apertura del ser personal interesante y tan peligrosa, es ahora una parte importante. Pero el as-
pecto más esencial y fundamental de la cultura es el estudio de la li-
teratura, en cuanto ésta es una educación acerca de cómo imaginar y
5.5. Potenciar el estudio de las humanidades
entender las situaciones humanas. Somos hombres y somos agentes
Las anteriores orientaciones y objetivos pedagógicos conducen morales antes que científicos y el lugar de la ciencia en la vida hu-
inevitablemente a éste, y no es preciso insistir más. No obstante sí mana debe ser discutido en palabras» 48.
que hay una aclaración pertinente a realizar: este criterio no va en de- Las humanidades nos muestran al ser humano en sus dimensio-
trimento de las ciencias particulares y de su indudable papel en la en- nes vitales esenciales: el lenguaje en la lingüística y la literatura, el
señanza. Pero sí se hace necesario restringir su desmesurada presen- espacio en la geografía, el tiempo en la historia, su formación en la
cia en el diseño curricular, fruto del cientificismo antes aludido. Es pedagogía, su pensamiento en la filosofía, etc. Propician un reen-
evidente que los problemas derivados de la relación universalidad- cuentro del hombre consigo mismo, con su identidad originaria, al
identidad no van a resolverse con criterios técnicos, sino con princi- tiempo que le incitan a la apertura hacia otros hombres, esto es: ha-
pios antropológicos y éticos; y donde éstos resplandecen es en las cia la universalidad en sus pensamientos, deseos y afectos.
humanidades 46.
Mediante el estudio de las humanidades, además, podrá recupe-
rarse el sentido humanístico de la ciencia, hoy bastante preterido por
la abusiva predominancia del pragmatista espíritu de utilidad. Los
grandes descubrimientos científicos, además, presentan una belleza
insondable en su gestación y culminación. Convendría dar entrada
también en la educación a las narraciones que la historia de la cien-
cia encierra. Por ejemplo, la medida del perímetro de la Tierra reali-
zada por Eratóstenes en el siglo III a. C. es un episodio de una gran
belleza por el talento especulativo y el ingenio que demuestra en su
autor, a pesar de la corrección que el resultado ha sufrido en nuestra
época. Análogamente, también los errores cometidos son sumamen-
te instructivos si se consideran desde un espíritu humanístico; así,
por ejemplo, la compleja y brillante descripción astronómica de Pto-
lomeo, aunque errónea por la estipulación de las órbitas planetarias
como circulares y no elípticas.
La polémica de las dos culturas —ciencias y letras— suscitada
por P. Snow resulta artificial si se la juzga desde la perspectiva pro-
funda del conocimiento y del saber humano; es fruto de la dicotomía

45. TOMÁS DE AQUINO, In X Ethicorum, lect. IX. 47. Cfr. capítulo II, 3 y 4.
46. Cfr. IBÁÑEZ-MARTÍN, J. A., Hacia una formación humanística, Herder, Bar- 48. MURDOCH, I., The Sovereignity of Good, Routledge & Kegan Paul, Lon-
celona, 1975, passim. don, 1970, 34 (citado por NAVAL, C., Educar ciudadanos, 31).

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