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Relaciones.

Estudios de historia y sociedad


ISSN: 0185-3929
relacion@colmich.edu.mx
El Colegio de Michoacán, A.C
México

Macías Richard, Carlos


El Caribe mexicano. Historia e historiografía contemporánea
Relaciones. Estudios de historia y sociedad, vol. XXVIII, núm. 111, 2007, pp. 67-115
El Colegio de Michoacán, A.C
Zamora, México

Disponible en: http://www.redalyc.org/articulo.oa?id=13711103

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SECCIÓN T EMÁTICA

RELACIONES 111, VERANO 2007, VOL. XXVIII


RELACIONES 111, VERANO 2007, VOL. XXVIII

EL CARIBE MEXICANO.
HISTORIA E HISTORIOGRAFÍA CONTEMPORÁNEA

Carlos Macías Richard*


CIESAS-PROGRAMA PENINSULAR

El artículo examina las características esenciales, interpretativas, de los


estudios especializados en el Caribe Mexicano durante el siglo XX, en
particular desde la consolidación de la organización interna territorial
(década de 1930) hasta la concesión de la estadidad y el patrocinio fe-
deral del modelo turístico (década de 1970). El texto propone una ca-
racterización de las etapas historiográficas sucesivas; reflexiona acer-
ca de los efectos desestimados que acarreó el protagonismo dilatado
de la administración pública federal en la vida del territorio quintana-
rroense. Entre otras consecuencias, el artículo identifica el indudable
predominio de la visión gubernamental sobre la interpretación de la
vida económica y política local, así como la desestimación de los pro-
blemas de carácter social, cultural y los derivados de la nueva identi-
dad territorial.

(Caribe mexicano, historiografía, cambio territorial, mayas, Quintana


Roo)

lantear un análisis acerca de las etapas de la historio-


grafía producida en una de las entidades federales más
P jóvenes del país, requiere fijar por anticipado las singu-
laridades de la formación y el desarrollo del territorio.
Por ello, antes de analizar la producción historiográfica
del siglo XX, nos permitimos precisar con brevedad algunas de las esta-
ciones fundamentales por las que han atravesado la sociedad y las insti-
tuciones quintanarroenses. El objetivo del presente artículo es examinar

* macias@ciesas.edu.mx El presente artículo forma parte de un proyecto de investi-


gación en proceso, financiado por el Consejo Nacional de Ciencia y Tecnología para el
periodo 2006-2008, titulado “El Caribe mexicano. Instituciones públicas, población y
cambio territorial”.

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CARLOS MACÍAS RICHARD EL CARIBE MEXICANO

el conjunto de metodologías, recursos de información, conceptos y mar- En un territorio federal reciente, con escasos núcleos urbanos (el más
cos de interpretación que han caracterizado a cada una de las etapas de relevante e histórico se ubicaba en la isla de Cozumel), sometido a la
la producción historiográfica dedicada a estudiar la región del Caribe jefatura militar, no debiera extrañar que la década 1910-1920 no haya
mexicano. Desde luego, el trabajo incorpora de manera analítica algunos resultado altamente representativa de la Revolución mexicana. O mejor:
argumentos que favorecen el empleo del concepto de Caribe mexicano, no haya resultado altamente representativa de lo ocurrido en el centro y
siempre en contraste con la noción territorial (Quintana Roo) forjada en el norte del país en cuanto a movilización y emergencia de nuevos gru-
los albores del siglo XX, como escisión de la entidad yucateca. pos, en cuanto a métodos violentos de reivindicación, o bien en cuanto
a la aparición y protagonismo de sectores político-partidistas en pro de
transformaciones en la forma de administrar y gobernar.
LA CONDICIÓN INICIAL Durante la primera década del siglo XX, la administración militariza-
da del territorio la ejerció el general Ignacio Bravo, el mismo que había
El territorio federal de Quintana Roo fue creado en 1902 por el gobierno encabezado la ofensiva final contra las posiciones mayas. Deliberada-
del presidente Porfirio Díaz, en la franja costera oriental, caribeña, del mente, el general Bravo asentó su gobierno y su destacamento justo en
estado de Yucatán. La creación de este territorio puede verse sin duda el santuario maya, la localidad ubicada tierra adentro llamada Chan
como una de las mayores consecuencias administrativas de la derrota de Santa Cruz (hoy Felipe Carrillo Puerto). En esos años y aún hasta 1913,
los mayas en un prolongado y desigual conflicto, conocido como guerra Quintana Roo llegó a cobrar celebridad como tierra de reclusión y cau-
de castas (1847-1901). El nacimiento de Quintana Roo no se puede expli- tiverio, donde existía el trabajo forzado entre presos políticos proceden-
car sin la creciente presencia militar del gobierno federal en el territorio tes del interior del país (tanto periodistas como seguidores de Francisco
más selvático de la península de Yucatán (en especial durante la fase cul- I. Madero y Emiliano Zapata).
minante de la resistencia maya, 1895-1901). Tampoco podría explicarse La dispersión de los mayas, la escasa población, la precariedad urba-
sin considerar, entre otros factores, los siguientes: na de las localidades fronterizas con Belice, la ausencia de infraestructu-
ra de caminos y vías de comunicación permanentes y la férrea ocupación
1) la activa política de concesiones para deslinde y usufructo de terre- militar, impidieron cualquier foco sostenido de rebeldía e impusieron
nos nacionales, emprendida a partir de la década de 1880, así como una barrera natural a la difusión de ideas revolucionarias.1
la conformación de pequeños grupos de comerciantes que empeza- De hecho, los testimonios dispersos y escasos de inconformidad so-
ron a negociar acuerdos de frontera (fiscales, aduanales, de importa- cial en el territorio provinieron casi siempre de los estados vecinos: Yu-
ción y exportación) con las diferentes secretarías de estado (Fomento, catán y Campeche. Las escaramuzas de los federales con los mayas, en
Guerra, Hacienda); parajes remotos colindantes con Yucatán (entre julio y noviembre de
2) las contingencias de la vida política yucateca, mismas que habían in- 1910), difícilmente podrían inscribirse en el marco de un levantamiento
cluido décadas atrás algunas experiencias irreconciliables de autono-
mía (en el occidente de la península); y, ante todo, 1
La ciudad fronteriza de Payo Obispo (hoy Chetumal) era aún incipiente. Payo
3) una prolongada ofensiva militar contra los grupos de mayas rebel-
Obispo había sido fundada apenas en 1898 y alcanzaría la categoría de capital del terri-
des, concentrados cerca de la costa oriental, que concluyó con el en- torio hasta 1915, año en que se intensificaron los programas oficiales para atraer habi-
vío masivo de grandes secciones del ejército federal y la militariza- tantes que se habían refugiado en Belice por efecto de la “guerra de castas”. Poco más de
ción de la zona. 20 años después, en 1936, la capital se rebautizó como Chetumal.

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CARLOS MACÍAS RICHARD EL CARIBE MEXICANO

el conjunto de metodologías, recursos de información, conceptos y mar- En un territorio federal reciente, con escasos núcleos urbanos (el más
cos de interpretación que han caracterizado a cada una de las etapas de relevante e histórico se ubicaba en la isla de Cozumel), sometido a la
la producción historiográfica dedicada a estudiar la región del Caribe jefatura militar, no debiera extrañar que la década 1910-1920 no haya
mexicano. Desde luego, el trabajo incorpora de manera analítica algunos resultado altamente representativa de la Revolución mexicana. O mejor:
argumentos que favorecen el empleo del concepto de Caribe mexicano, no haya resultado altamente representativa de lo ocurrido en el centro y
siempre en contraste con la noción territorial (Quintana Roo) forjada en el norte del país en cuanto a movilización y emergencia de nuevos gru-
los albores del siglo XX, como escisión de la entidad yucateca. pos, en cuanto a métodos violentos de reivindicación, o bien en cuanto
a la aparición y protagonismo de sectores político-partidistas en pro de
transformaciones en la forma de administrar y gobernar.
LA CONDICIÓN INICIAL Durante la primera década del siglo XX, la administración militariza-
da del territorio la ejerció el general Ignacio Bravo, el mismo que había
El territorio federal de Quintana Roo fue creado en 1902 por el gobierno encabezado la ofensiva final contra las posiciones mayas. Deliberada-
del presidente Porfirio Díaz, en la franja costera oriental, caribeña, del mente, el general Bravo asentó su gobierno y su destacamento justo en
estado de Yucatán. La creación de este territorio puede verse sin duda el santuario maya, la localidad ubicada tierra adentro llamada Chan
como una de las mayores consecuencias administrativas de la derrota de Santa Cruz (hoy Felipe Carrillo Puerto). En esos años y aún hasta 1913,
los mayas en un prolongado y desigual conflicto, conocido como guerra Quintana Roo llegó a cobrar celebridad como tierra de reclusión y cau-
de castas (1847-1901). El nacimiento de Quintana Roo no se puede expli- tiverio, donde existía el trabajo forzado entre presos políticos proceden-
car sin la creciente presencia militar del gobierno federal en el territorio tes del interior del país (tanto periodistas como seguidores de Francisco
más selvático de la península de Yucatán (en especial durante la fase cul- I. Madero y Emiliano Zapata).
minante de la resistencia maya, 1895-1901). Tampoco podría explicarse La dispersión de los mayas, la escasa población, la precariedad urba-
sin considerar, entre otros factores, los siguientes: na de las localidades fronterizas con Belice, la ausencia de infraestructu-
ra de caminos y vías de comunicación permanentes y la férrea ocupación
1) la activa política de concesiones para deslinde y usufructo de terre- militar, impidieron cualquier foco sostenido de rebeldía e impusieron
nos nacionales, emprendida a partir de la década de 1880, así como una barrera natural a la difusión de ideas revolucionarias.1
la conformación de pequeños grupos de comerciantes que empeza- De hecho, los testimonios dispersos y escasos de inconformidad so-
ron a negociar acuerdos de frontera (fiscales, aduanales, de importa- cial en el territorio provinieron casi siempre de los estados vecinos: Yu-
ción y exportación) con las diferentes secretarías de estado (Fomento, catán y Campeche. Las escaramuzas de los federales con los mayas, en
Guerra, Hacienda); parajes remotos colindantes con Yucatán (entre julio y noviembre de
2) las contingencias de la vida política yucateca, mismas que habían in- 1910), difícilmente podrían inscribirse en el marco de un levantamiento
cluido décadas atrás algunas experiencias irreconciliables de autono-
mía (en el occidente de la península); y, ante todo, 1
La ciudad fronteriza de Payo Obispo (hoy Chetumal) era aún incipiente. Payo
3) una prolongada ofensiva militar contra los grupos de mayas rebel-
Obispo había sido fundada apenas en 1898 y alcanzaría la categoría de capital del terri-
des, concentrados cerca de la costa oriental, que concluyó con el en- torio hasta 1915, año en que se intensificaron los programas oficiales para atraer habi-
vío masivo de grandes secciones del ejército federal y la militariza- tantes que se habían refugiado en Belice por efecto de la “guerra de castas”. Poco más de
ción de la zona. 20 años después, en 1936, la capital se rebautizó como Chetumal.

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CARLOS MACÍAS RICHARD EL CARIBE MEXICANO

nacional. En su informe de 1909 a 1910, el general Bravo se jactaba de De entre los sucesivos gobernadores o jefes militares que permane-
“no haber tenido que lamentar pérdida alguna. Tengo entendido –insis- cieron en Quintana Roo entre 1911 y 1918 (Manuel Sánchez Rivera,
tió– que el bienio a que esta memoria se refiere, puede considerarse Rafael Eguía Liz, Víctor Morón, Alfredo Cámara Vales, Arturo Garcilazo,
como una de las etapas más importantes en la marcha ascendente del te- Carlos Plank, Carlos A. Vidal y Octaviano Solís), sólo el coronel Garci-
rritorio hacia su prosperidad”. lazo tomó partido frente a los hechos nacionales, por lo que se le con-
Es cierto que en Quintana Roo se registraron simpatías y acciones en sideró desleal al gobierno federal y aliado a la facción yucateca anti
favor del maderismo y del carrancismo, pero éstas fueron muy escasas carrancista encabezada por Abel Ortiz Argumedo.4 Pero ni siquiera Gar-
y de nula influencia en el ejercicio de poder militar interior. Resultó céle- cilazo encontró adversarios ideológicos internos; sus detractores mayo-
bre, por ejemplo, un paro de labores aislado que intentaron los trabaja- res en el partido yucateco de Quintana Roo (el territorio fue suprimido
dores chicleros en el sureño Campamento Mengel (en tierras del actual temporalmente por Carranza) resultaron ser justo aquellos comerciantes
ejido Álvaro Obregón). Esporádicas actividades revolucionarias, asimis- a quienes había confiscado embarcaciones y cargamentos de chicle, el
mo, se registraron entre 1911 y 1915 en Icaiché, una zona histórica com- producto más importante de la selva por esos años. En función de lo an-
partida con Campeche, en donde cobró relevancia el dirigente Manuel terior podría comprenderse por qué en el territorio no encontramos gru-
Castilla Brito. La influencia del campechano Castilla Brito y de algunos pos, partidos o ejércitos populares que, con un discurso concreto y arti-
activistas-empresarios yucatecos, como los hermanos Alfredo y Nicolás culado, actuaran en forma continua para reivindicar algún proyecto de
Cámara Vales, llegó a extenderse eventualmente hacia la frontera con transformación revolucionaria.
Belice (e incluso a la región Itzáe del lago Petén y de Las Flores, justo en Al igual que en otros estados del país, en Quintana Roo proliferaron
las inmediaciones de la antigua ciudad de Tayasal, en Guatemala), don- los partidos “socialistas” y “agrarios” en la década de 1920. La mayor
de los reportes consulares mexicanos aludían a actividades antihuertis- competitividad electoral siempre se escenificó en Cozumel, debido a la
tas, como contrabando de armas y organización rebelde.2 organización de sindicatos de estibadores y pescadores, así como a la ha-
El propio estatuto territorial hacía depender directamente los desti- bitual participación política de sectores de comerciantes yucatecos o li-
nos de Quintana Roo de la presidencia de la República, por medio de la baneses arraigados en la isla. Sin duda, la cancelación de la vida muni-
Secretaría de Gobernación.3 Los sucesivos gobernadores designados du- cipal dispuesta por el presidente Calles en 1928 para el Distrito Federal
rante los años de la revolución y de la contrarrevolución (algunos con y los territorios, privó por décadas a la cultura política quintanarroense
nombramiento simultáneo de jefes políticos y militares), era común que de un aprendizaje social invaluable que hubiera podido mejorar su vida
sustentaran una política y una línea de conducta apartada de la opinión democrática contemporánea.
e influencia de los sectores sociales o productivos internos, ya que toda Después, a lo largo del siglo XX, el territorio batalló sucesivamente
su legitimidad provenía de instancias externas. para lograr la anhelada suficiencia demográfica que lo transformara en
estado libre y soberano. La estrecha y paternalista administración del te-
2
Para mayor abundamiento acerca de las condiciones que privaron en la fase revolu- rritorio, a través de gobernadores designados por el presidente de la Re-
cionaria, véase Carlos Macías, Nueva frontera mexicana. Milicia, burocracia y ocupación terri- pública, contrastó con el tardío impulso de programas de fomento, capi-
torial en Quintana Roo, México, Universidad de Quintana Roo-Conacyt, colecc. “Sociedad talización e infraestructura, que sí tuvieron lugar en otros rincones del
y cultura en la vida de Quintana Roo”, 1998, 170-246.
3
El estatuto territorial en Quintana Roo se mantuvo en vigencia de 1902 a 1974, aun-
4
que padeció dos breves interrupciones, en las que se le cedió por zonas a Yucatán y a A la llegada de Salvador Alvarado a Yucatán, el coronel Garcilazo fue sometido a
Campeche: la primera interrupción la dispuso el Primer Jefe Venustiano Carranza, de un consejo de guerra y terminó sus días en el paredón, acusado de rebelión, en julio de
1913 a 1915; la segunda la decidió el presidente Pascual Ortiz Rubio, de 1931 a 1935. 1915.

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nacional. En su informe de 1909 a 1910, el general Bravo se jactaba de De entre los sucesivos gobernadores o jefes militares que permane-
“no haber tenido que lamentar pérdida alguna. Tengo entendido –insis- cieron en Quintana Roo entre 1911 y 1918 (Manuel Sánchez Rivera,
tió– que el bienio a que esta memoria se refiere, puede considerarse Rafael Eguía Liz, Víctor Morón, Alfredo Cámara Vales, Arturo Garcilazo,
como una de las etapas más importantes en la marcha ascendente del te- Carlos Plank, Carlos A. Vidal y Octaviano Solís), sólo el coronel Garci-
rritorio hacia su prosperidad”. lazo tomó partido frente a los hechos nacionales, por lo que se le con-
Es cierto que en Quintana Roo se registraron simpatías y acciones en sideró desleal al gobierno federal y aliado a la facción yucateca anti
favor del maderismo y del carrancismo, pero éstas fueron muy escasas carrancista encabezada por Abel Ortiz Argumedo.4 Pero ni siquiera Gar-
y de nula influencia en el ejercicio de poder militar interior. Resultó céle- cilazo encontró adversarios ideológicos internos; sus detractores mayo-
bre, por ejemplo, un paro de labores aislado que intentaron los trabaja- res en el partido yucateco de Quintana Roo (el territorio fue suprimido
dores chicleros en el sureño Campamento Mengel (en tierras del actual temporalmente por Carranza) resultaron ser justo aquellos comerciantes
ejido Álvaro Obregón). Esporádicas actividades revolucionarias, asimis- a quienes había confiscado embarcaciones y cargamentos de chicle, el
mo, se registraron entre 1911 y 1915 en Icaiché, una zona histórica com- producto más importante de la selva por esos años. En función de lo an-
partida con Campeche, en donde cobró relevancia el dirigente Manuel terior podría comprenderse por qué en el territorio no encontramos gru-
Castilla Brito. La influencia del campechano Castilla Brito y de algunos pos, partidos o ejércitos populares que, con un discurso concreto y arti-
activistas-empresarios yucatecos, como los hermanos Alfredo y Nicolás culado, actuaran en forma continua para reivindicar algún proyecto de
Cámara Vales, llegó a extenderse eventualmente hacia la frontera con transformación revolucionaria.
Belice (e incluso a la región Itzáe del lago Petén y de Las Flores, justo en Al igual que en otros estados del país, en Quintana Roo proliferaron
las inmediaciones de la antigua ciudad de Tayasal, en Guatemala), don- los partidos “socialistas” y “agrarios” en la década de 1920. La mayor
de los reportes consulares mexicanos aludían a actividades antihuertis- competitividad electoral siempre se escenificó en Cozumel, debido a la
tas, como contrabando de armas y organización rebelde.2 organización de sindicatos de estibadores y pescadores, así como a la ha-
El propio estatuto territorial hacía depender directamente los desti- bitual participación política de sectores de comerciantes yucatecos o li-
nos de Quintana Roo de la presidencia de la República, por medio de la baneses arraigados en la isla. Sin duda, la cancelación de la vida muni-
Secretaría de Gobernación.3 Los sucesivos gobernadores designados du- cipal dispuesta por el presidente Calles en 1928 para el Distrito Federal
rante los años de la revolución y de la contrarrevolución (algunos con y los territorios, privó por décadas a la cultura política quintanarroense
nombramiento simultáneo de jefes políticos y militares), era común que de un aprendizaje social invaluable que hubiera podido mejorar su vida
sustentaran una política y una línea de conducta apartada de la opinión democrática contemporánea.
e influencia de los sectores sociales o productivos internos, ya que toda Después, a lo largo del siglo XX, el territorio batalló sucesivamente
su legitimidad provenía de instancias externas. para lograr la anhelada suficiencia demográfica que lo transformara en
estado libre y soberano. La estrecha y paternalista administración del te-
2
Para mayor abundamiento acerca de las condiciones que privaron en la fase revolu- rritorio, a través de gobernadores designados por el presidente de la Re-
cionaria, véase Carlos Macías, Nueva frontera mexicana. Milicia, burocracia y ocupación terri- pública, contrastó con el tardío impulso de programas de fomento, capi-
torial en Quintana Roo, México, Universidad de Quintana Roo-Conacyt, colecc. “Sociedad talización e infraestructura, que sí tuvieron lugar en otros rincones del
y cultura en la vida de Quintana Roo”, 1998, 170-246.
3
El estatuto territorial en Quintana Roo se mantuvo en vigencia de 1902 a 1974, aun-
4
que padeció dos breves interrupciones, en las que se le cedió por zonas a Yucatán y a A la llegada de Salvador Alvarado a Yucatán, el coronel Garcilazo fue sometido a
Campeche: la primera interrupción la dispuso el Primer Jefe Venustiano Carranza, de un consejo de guerra y terminó sus días en el paredón, acusado de rebelión, en julio de
1913 a 1915; la segunda la decidió el presidente Pascual Ortiz Rubio, de 1931 a 1935. 1915.

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país. Por lo demás, el impulso tardío a formas transitorias de organiza- México, 1936) y otra contemporánea, de Lorena Careaga, compuesta por
ción campesina (cooperativa, permisionaria, posesionaria) y el diseño dos volúmenes con documentos diversos y un volumen con interpreta-
de modelos de fomento (industrialización de la madera, introducción de ción histórica (Quintana Roo, textos de su historia, México, Instituto de In-
cultivos arroceros y cañeros), colonización y poblamiento encontró re- vestigaciones José María Luis Mora, 1990).
sultados desiguales, la mayoría de las veces infructuosos, aunque debe En un territorio como Quintana Roo, donde la historiografía demoró
aceptarse que contribuyeron a despresurizar grandes problemas socio- en beneficiarse del tratamiento profesional, derivado del trabajo acadé-
económicos, por ejemplo, en el campo lagunero y en el campo yucateco mico, es comprensible que los testimonios asociados con la propia ges-
(1971-1979). Desde luego que la excepción mayor, desde el punto de vis- tión pública –cercana o lejanamente– hayan ocupado un espacio central
ta del empleo masivo y el logro de infraestructura, la constituyó el fo- en la consulta, el empleo y hasta la interpretación de la información
mento al turismo promovido a partir de 1970. histórica.5
Si a ello agregamos el papel decisivo de la administración pública fe-
deral en la vida del territorio quintanarroense, se comprenderá la asidui-
EL GÉNERO DE LAS FUENTES LOCALES dad con la que historiadores aficionados e, incluso, los historiadores
académicos –más recientemente– hemos acudido a los diversos testimo-
Una de las vías para caracterizar la producción historiográfica sobre nios de origen institucional sobre la administración pública, como los in-
Quintana Roo es a partir de las etapas identificables en que han evolu- formes, los reportes elaborados por comisionados, las memorias o auto-
cionado los géneros de los textos. biografías de exfuncionarios de fomento, de agricultura, de hacienda, de
Empecemos por aquellos autores que se han preocupado por siste- aduanas y de guerra y marina, entre otros.
matizar la información bibliográfica. Las obras que presentan un recuen- En gran parte de los estudios especializados recientes se puede ver
to de las fuentes quintanarroenses son aún escasas. Destaca por su ca- un interés particular en incorporar fuentes archivísticas externas. Ello se
rácter precursor la guía elaborada por Elena Gómez Ugarte y Aurora ha debido, por un lado, a que las condiciones naturales locales nunca
Pagaza en 1937, Bibliografía sumaria del territorio de Quintana Roo (México, facilitaron la tarea de conservar este género de fuentes y, por el otro, a
SEP/DAAPP). Sin embargo, tres libros mucho más recientes, que incluyen que los altos responsables institucionales del territorio residieron siem-
ensayos historiográficos, fueron publicados por Antonio Higuera Bonfil, pre fuera de la península. Así, los historiadores empezaron –en la déca-
Quintana Roo en el Archivo Histórico de la Secretaría de Relaciones Exteriores. da de 1980– a incorporar con acento la visión y la actividad específica de
Guía documental (Chetumal, Editora Norte Sur, 1996); por Lorena Carea- actores de gran importancia para la historia quintanarroense, como el
ga y Luz del Carmen Vallarta, Quintana Roo: Historiografía regional, insti- ejército (Archivo de la Secretaría de la Defensa Nacional), el Departa-
tuciones y fuentes documentales (Chetumal, Editora Norte Sur, 1996); y por mento Agrario (Archivo del Registro Agrario Nacional), la Secretaría de
Luz del Carmen Vallarta Vélez, Bibliografía de Quintana Roo. Un enfoque
regional, 1979-1996 (Chetumal, Universidad de Quintana Roo-Editora
5
Norte Sur, 1997). Tres de los mejores ejemplos de historiadores locales, no profesionales, que busca-
Las antologías documentales sobre Quintana Roo tampoco abundan. ron recuperar la memoria del territorio fueron Juan Álvarez Coral, Carlos Hoy y Francis-
co Bautista. De Álvarez Coral, nos parecen citables su Historia de Quintana Roo
Por su utilidad, se han distinguido dos: la clásica, de Gabriel A. Menén-
(Chetumal, Ediciones del Gobierno del Estado, 1971) y Galería de gobernadores de Quintana
dez, que consiste en una miscelánea de testimonios periodísticos y pe- Roo (Chetumal, Ediciones del Gobierno del Estado, 1975). De Hoy, su Breve historia de
queñas crónicas sobre el porfiriato y la revolución en el territorio, edi- Quintana Roo (México, 1971). Y de Bautista, Chetumal (tomo 1, Chetumal, Fondo de
tada en los albores del cardenismo (Quintana Roo. Álbum monográfico, Fomento Editorial del Gobierno del Estado, 1980).

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país. Por lo demás, el impulso tardío a formas transitorias de organiza- México, 1936) y otra contemporánea, de Lorena Careaga, compuesta por
ción campesina (cooperativa, permisionaria, posesionaria) y el diseño dos volúmenes con documentos diversos y un volumen con interpreta-
de modelos de fomento (industrialización de la madera, introducción de ción histórica (Quintana Roo, textos de su historia, México, Instituto de In-
cultivos arroceros y cañeros), colonización y poblamiento encontró re- vestigaciones José María Luis Mora, 1990).
sultados desiguales, la mayoría de las veces infructuosos, aunque debe En un territorio como Quintana Roo, donde la historiografía demoró
aceptarse que contribuyeron a despresurizar grandes problemas socio- en beneficiarse del tratamiento profesional, derivado del trabajo acadé-
económicos, por ejemplo, en el campo lagunero y en el campo yucateco mico, es comprensible que los testimonios asociados con la propia ges-
(1971-1979). Desde luego que la excepción mayor, desde el punto de vis- tión pública –cercana o lejanamente– hayan ocupado un espacio central
ta del empleo masivo y el logro de infraestructura, la constituyó el fo- en la consulta, el empleo y hasta la interpretación de la información
mento al turismo promovido a partir de 1970. histórica.5
Si a ello agregamos el papel decisivo de la administración pública fe-
deral en la vida del territorio quintanarroense, se comprenderá la asidui-
EL GÉNERO DE LAS FUENTES LOCALES dad con la que historiadores aficionados e, incluso, los historiadores
académicos –más recientemente– hemos acudido a los diversos testimo-
Una de las vías para caracterizar la producción historiográfica sobre nios de origen institucional sobre la administración pública, como los in-
Quintana Roo es a partir de las etapas identificables en que han evolu- formes, los reportes elaborados por comisionados, las memorias o auto-
cionado los géneros de los textos. biografías de exfuncionarios de fomento, de agricultura, de hacienda, de
Empecemos por aquellos autores que se han preocupado por siste- aduanas y de guerra y marina, entre otros.
matizar la información bibliográfica. Las obras que presentan un recuen- En gran parte de los estudios especializados recientes se puede ver
to de las fuentes quintanarroenses son aún escasas. Destaca por su ca- un interés particular en incorporar fuentes archivísticas externas. Ello se
rácter precursor la guía elaborada por Elena Gómez Ugarte y Aurora ha debido, por un lado, a que las condiciones naturales locales nunca
Pagaza en 1937, Bibliografía sumaria del territorio de Quintana Roo (México, facilitaron la tarea de conservar este género de fuentes y, por el otro, a
SEP/DAAPP). Sin embargo, tres libros mucho más recientes, que incluyen que los altos responsables institucionales del territorio residieron siem-
ensayos historiográficos, fueron publicados por Antonio Higuera Bonfil, pre fuera de la península. Así, los historiadores empezaron –en la déca-
Quintana Roo en el Archivo Histórico de la Secretaría de Relaciones Exteriores. da de 1980– a incorporar con acento la visión y la actividad específica de
Guía documental (Chetumal, Editora Norte Sur, 1996); por Lorena Carea- actores de gran importancia para la historia quintanarroense, como el
ga y Luz del Carmen Vallarta, Quintana Roo: Historiografía regional, insti- ejército (Archivo de la Secretaría de la Defensa Nacional), el Departa-
tuciones y fuentes documentales (Chetumal, Editora Norte Sur, 1996); y por mento Agrario (Archivo del Registro Agrario Nacional), la Secretaría de
Luz del Carmen Vallarta Vélez, Bibliografía de Quintana Roo. Un enfoque
regional, 1979-1996 (Chetumal, Universidad de Quintana Roo-Editora
5
Norte Sur, 1997). Tres de los mejores ejemplos de historiadores locales, no profesionales, que busca-
Las antologías documentales sobre Quintana Roo tampoco abundan. ron recuperar la memoria del territorio fueron Juan Álvarez Coral, Carlos Hoy y Francis-
co Bautista. De Álvarez Coral, nos parecen citables su Historia de Quintana Roo
Por su utilidad, se han distinguido dos: la clásica, de Gabriel A. Menén-
(Chetumal, Ediciones del Gobierno del Estado, 1971) y Galería de gobernadores de Quintana
dez, que consiste en una miscelánea de testimonios periodísticos y pe- Roo (Chetumal, Ediciones del Gobierno del Estado, 1975). De Hoy, su Breve historia de
queñas crónicas sobre el porfiriato y la revolución en el territorio, edi- Quintana Roo (México, 1971). Y de Bautista, Chetumal (tomo 1, Chetumal, Fondo de
tada en los albores del cardenismo (Quintana Roo. Álbum monográfico, Fomento Editorial del Gobierno del Estado, 1980).

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Gobernación y, ante todo, la Presidencia de la República (ambos en el diario se distinguió por su alta calidad editorial y, ante todo, por su posi-
Archivo General de la Nación y en acervos privados), entre otros. ción escéptica hacia los gobiernos revolucionarios, cuando lo contrario
No está de más advertir que la tarea siguiente, de revisión autocríti- era lo común en la prensa nacional y regional. Las innegables simpatías
ca, será analizar hasta dónde hemos hecho nuestras la perspectiva y las que exhibió con la “restauración del orden” en diciembre de 1924, em-
preocupaciones gubernamentales al momento de elegir, abordar e inter- prendida por Juan Ricárdez Broca, le acarrearon problemas con los se-
pretar nuestros temas en las dos últimas décadas. guidores de Felipe Carrillo Puerto, hasta el punto de ver en cenizas sus
En cuanto a las fuentes hemerográficas, el balance interior no es más talleres a la caída del golpista. Su retorno fue efímero: dejó de circular en
afortunado al compararlo con las fuentes archivísticas. Debido al estado 1925, para dar paso al Diario de Yucatán.
incipiente de las localidades urbanas de Quintana Roo, no existieron En cambio, un género de documentos que ha resultado muy útil para
publicaciones periódicas regulares antes de la década de 1920, por lo que la historiografía del siglo XX –como asentamos– son los informes o me-
carecemos de una mirada frecuente y sistemática de la vida social, políti- morias legadas por las incontables comisiones oficiales de estudio, mis-
ca, económica y cultural para la época revolucionaria. Ello es una lásti- mos que ofrecen abundantes testimonios de primera mano. Algunos de
ma, porque como se sabe las fuentes hemerográficas suelen proporcio- los materiales que han atraído en forma habitual la atención de los histo-
nar un gran caudal informativo y un abanico de impresiones acerca del riadores cubren desde la última fase del porfiriato hasta la década de
ambiente interior. Por fortuna, la sólida tradición de la prensa yucateca 1940. Van desde las memorias del vicecónsul mexicano en Belice Miguel
ha contribuido a resarcir un poco tal carencia, a través de cuatro institu- Rebolledo7 hasta las impresiones de Salvador Toscano,8 Amado Aguirre,
ciones periodísticas: El Eco del Comercio, La Revista de Mérida, La Revista Moisés Sáenz, Mario Beteta, Ulises Irigoyen y Luis Rosado Vega.9
de Yucatán y La Voz de la Revolución.
El Eco del Comercio y La Revista de Mérida acostumbraron ofrecer in-
7
formación regular acerca de las localidades de la frontera con Belice, de Miguel Rebolledo, acompañante del brigadier Ángel Ortiz Monasterio en la expe-
las islas, de la población maya, y en general de la costa oriental de la pe- dición por el Caribe mexicano (1898), relata –entre otras impresiones– las inconvenien-
cias que tendría la navegación desde la bahía de Chetumal, luego de la firma del tratado
nínsula durante las últimas décadas del siglo XIX y los primeros años del
de límites con Belice. Véase Miguel Rebolledo, Quintana Roo y Belice, México, Ed. Stylo,
XX. La fusión del Eco del Comercio con El Peninsular (adquirido en 1905 1946.
por Alfredo Cámara Vales) dio lugar en 1907 al Diario Yucateco, que con 8
Siendo el tema de los límites geográficos del territorio un asunto aún irresuelto,
un formato vanguardista (tabloide) subsistió cinco años.6 vale la pena destacar que Salvador Toscano trabajó habitualmente con dos ingenieros:
Sin embargo, el medio informativo que con el tiempo mostró mayor Manuel Medina y Horacio Herrera. Ambos escribieron, por su cuenta, dos textos que se
relacionan con los veinte en Quintana Roo. Medina escribió su Memoria sobre la situación
consistencia fue La Revista de Yucatán, que se fundó en 1912 y alcanzó
geográfica de Put, punto de intersección de los linderos entre los estados de Yucatán, Campeche y
pronto un tiraje regular de 10 mil ejemplares. La Revista fue cerrada du- el territorio de Quintana Roo, Tacubaya, México, Dirección de Estudios Geográficos, 1925.
rante los periodos de gobierno de Eleuterio Ávila y de Salvador Alvara- Y Herrera editó, aunque tardíamente, las memorias de su trabajo en Quintana Roo para
do. Su director fundador, Carlos R. Menéndez, la reabrió en 1918. Este la Secretaría de Fomento, en Monografía del Río Hondo, México, Sociedad Mexicana de
Geografía y Estadística, 1946.
9
Véase Amado Aguirre, Informe que rinde al C. Presidente de la República el jefe de la Co-
6
Antonio Canto López, “Historia de la imprenta y el periodismo”, en Enciclopedia misión nombrada por el mismo, para hacer el estudio de Quintana Roo, México, Dirección de
Yucatanense [1ª. ed. 1945], vol. VII, México, edición oficial del Gobierno del Estado de Estudios Geográficos y Climatológicos, 1925. Luis Rosado Vega (responsable de la expe-
Yucatán, 1977, pp. 5-107. Para consultar la hemerografía yucateca, nos parece conve- dición científica mexicana de 1937, respaldada por el gobierno del estado y la Secretaría
niente recomendar la hemeroteca José María Pino Suárez y la del Diario de Yucatán, ambas de Comunicaciones), Un pueblo y un hombre, México, 1940. Los informes del resto de los
ubicadas en la ciudad de Mérida. comisionados se mencionan líneas adelante.

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CARLOS MACÍAS RICHARD EL CARIBE MEXICANO

Gobernación y, ante todo, la Presidencia de la República (ambos en el diario se distinguió por su alta calidad editorial y, ante todo, por su posi-
Archivo General de la Nación y en acervos privados), entre otros. ción escéptica hacia los gobiernos revolucionarios, cuando lo contrario
No está de más advertir que la tarea siguiente, de revisión autocríti- era lo común en la prensa nacional y regional. Las innegables simpatías
ca, será analizar hasta dónde hemos hecho nuestras la perspectiva y las que exhibió con la “restauración del orden” en diciembre de 1924, em-
preocupaciones gubernamentales al momento de elegir, abordar e inter- prendida por Juan Ricárdez Broca, le acarrearon problemas con los se-
pretar nuestros temas en las dos últimas décadas. guidores de Felipe Carrillo Puerto, hasta el punto de ver en cenizas sus
En cuanto a las fuentes hemerográficas, el balance interior no es más talleres a la caída del golpista. Su retorno fue efímero: dejó de circular en
afortunado al compararlo con las fuentes archivísticas. Debido al estado 1925, para dar paso al Diario de Yucatán.
incipiente de las localidades urbanas de Quintana Roo, no existieron En cambio, un género de documentos que ha resultado muy útil para
publicaciones periódicas regulares antes de la década de 1920, por lo que la historiografía del siglo XX –como asentamos– son los informes o me-
carecemos de una mirada frecuente y sistemática de la vida social, políti- morias legadas por las incontables comisiones oficiales de estudio, mis-
ca, económica y cultural para la época revolucionaria. Ello es una lásti- mos que ofrecen abundantes testimonios de primera mano. Algunos de
ma, porque como se sabe las fuentes hemerográficas suelen proporcio- los materiales que han atraído en forma habitual la atención de los histo-
nar un gran caudal informativo y un abanico de impresiones acerca del riadores cubren desde la última fase del porfiriato hasta la década de
ambiente interior. Por fortuna, la sólida tradición de la prensa yucateca 1940. Van desde las memorias del vicecónsul mexicano en Belice Miguel
ha contribuido a resarcir un poco tal carencia, a través de cuatro institu- Rebolledo7 hasta las impresiones de Salvador Toscano,8 Amado Aguirre,
ciones periodísticas: El Eco del Comercio, La Revista de Mérida, La Revista Moisés Sáenz, Mario Beteta, Ulises Irigoyen y Luis Rosado Vega.9
de Yucatán y La Voz de la Revolución.
El Eco del Comercio y La Revista de Mérida acostumbraron ofrecer in-
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formación regular acerca de las localidades de la frontera con Belice, de Miguel Rebolledo, acompañante del brigadier Ángel Ortiz Monasterio en la expe-
las islas, de la población maya, y en general de la costa oriental de la pe- dición por el Caribe mexicano (1898), relata –entre otras impresiones– las inconvenien-
cias que tendría la navegación desde la bahía de Chetumal, luego de la firma del tratado
nínsula durante las últimas décadas del siglo XIX y los primeros años del
de límites con Belice. Véase Miguel Rebolledo, Quintana Roo y Belice, México, Ed. Stylo,
XX. La fusión del Eco del Comercio con El Peninsular (adquirido en 1905 1946.
por Alfredo Cámara Vales) dio lugar en 1907 al Diario Yucateco, que con 8
Siendo el tema de los límites geográficos del territorio un asunto aún irresuelto,
un formato vanguardista (tabloide) subsistió cinco años.6 vale la pena destacar que Salvador Toscano trabajó habitualmente con dos ingenieros:
Sin embargo, el medio informativo que con el tiempo mostró mayor Manuel Medina y Horacio Herrera. Ambos escribieron, por su cuenta, dos textos que se
relacionan con los veinte en Quintana Roo. Medina escribió su Memoria sobre la situación
consistencia fue La Revista de Yucatán, que se fundó en 1912 y alcanzó
geográfica de Put, punto de intersección de los linderos entre los estados de Yucatán, Campeche y
pronto un tiraje regular de 10 mil ejemplares. La Revista fue cerrada du- el territorio de Quintana Roo, Tacubaya, México, Dirección de Estudios Geográficos, 1925.
rante los periodos de gobierno de Eleuterio Ávila y de Salvador Alvara- Y Herrera editó, aunque tardíamente, las memorias de su trabajo en Quintana Roo para
do. Su director fundador, Carlos R. Menéndez, la reabrió en 1918. Este la Secretaría de Fomento, en Monografía del Río Hondo, México, Sociedad Mexicana de
Geografía y Estadística, 1946.
9
Véase Amado Aguirre, Informe que rinde al C. Presidente de la República el jefe de la Co-
6
Antonio Canto López, “Historia de la imprenta y el periodismo”, en Enciclopedia misión nombrada por el mismo, para hacer el estudio de Quintana Roo, México, Dirección de
Yucatanense [1ª. ed. 1945], vol. VII, México, edición oficial del Gobierno del Estado de Estudios Geográficos y Climatológicos, 1925. Luis Rosado Vega (responsable de la expe-
Yucatán, 1977, pp. 5-107. Para consultar la hemerografía yucateca, nos parece conve- dición científica mexicana de 1937, respaldada por el gobierno del estado y la Secretaría
niente recomendar la hemeroteca José María Pino Suárez y la del Diario de Yucatán, ambas de Comunicaciones), Un pueblo y un hombre, México, 1940. Los informes del resto de los
ubicadas en la ciudad de Mérida. comisionados se mencionan líneas adelante.

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CARLOS MACÍAS RICHARD EL CARIBE MEXICANO

De éstos, dos trabajos han sido referidos con alta frecuencia por los en los círculos centrales la idea de que era más apropiada la supresión
historiadores: el que elaboró la comisión geográfico-exploradora, enca- del mismo.
bezada por Pedro C. Sánchez y Salvador Toscano entre 1916 y 1917; y el
encomendado a la comisión técnica de estudios, bajo la dirección del ge-
neral Amado Aguirre en 1925. LOS MAYAS Y LA NOCIÓN DE CARIBE CONTINENTAL
Sánchez y Toscano editaron un documento dividido en cuatro seccio-
nes: un informe del estado general que guardaba el territorio (demogra- Quizá la franja más importante y cuantiosa de los estudios sobre Quin-
fía, economía, administración interior), firmado por ambos; un informe tana Roo, la constituyan las obras relativas a la población de origen, los
de flora que estuvo a cargo de A. Roldán; uno más sobre fauna, escrito mayas. Los temas asociados con la población maya que han sido aborda-
por Manuel Morfín; y uno que describe las “condiciones sanitarias” del dos con más persistencia y profesionalismo se relacionan con su prolon-
territorio, escrito por el doctor Tomás Rojas. La comisión de Sánchez y gado enfrentamiento con las instituciones yucatecas y federales, pero
Toscano expresó sin ambages el renovado interés de la administración también se relacionan con su cultura, su organización económica, la vita-
carrancista en el territorio, luego de la errática política defendida por el lidad de los linajes en la etapa colonial, su organización militar, su heren-
Primer Jefe Carranza, misma que había incluido la disolución de Quin- cia arqueológica, su religiosidad y su cambio socio familiar, en particu-
tana Roo y una discontinua administración interior, plagada de interina- lar a raíz de una resistencia militar de casi 50 años.
tos y gestiones temporales. Por su condición geográfica, la costa oriental de Yucatán (el Caribe
Respecto a la comisión de estudio de 1929, en la que participaron mexicano) desempeñó históricamente un papel trascendental en el pro-
Moisés Sáenz, Ramón Beteta y Miguel Othón de Mendizábal, sus resul- ceso de conquista de la Nueva España y del Petén. Nos ahorramos cual-
tados se dieron a conocer en forma de artículos de autoría individual en quier disquisición acerca de la supuesta connotación exclusivamente in-
la prensa del centro del país. “Desgraciadamente –escribió Sáenz en sular de la definición histórica del Caribe, con la oportuna incorporación
1937– el mejor informe de aquel viaje, un estudio completo de la situa- del juicio temprano del cronista Gonzalo Fernández de Oviedo, escrito
ción chiclera..., se ha perdido en no sé que expediente burocrático.” apenas dos décadas después de iniciada la conquista española. Su expli-
Tanto Beteta como Sáenz publicaron poco después el balance indi- cación se originó al abundar sobre las razones del nombre que se dio a
vidual de su experiencia de viaje en Quintana Roo. El primero escribió una población costera del sur de Cartagena: Caribana. Del título dado
sus impresiones en Tierra del chicle (México, DAPP, 1937); y el segundo lo a este pueblo, apunta Fernández de Oviedo, es
hizo en México íntegro (Lima, Perú, Imprenta Torres Aguirre, 1939). El in-
de donde se deriva este nombre caribe, como cabeza o solar solariego de los
forme de Ulises Irigoyen, por su parte, fue publicado en 1934, bajo los
caribes [...] Yo creo que, propiamente, quiere decir caribe, fuerte o bravo, en
auspicios de la Secretaría de Hacienda y Crédito Público, con el título de
aquella costa o parte de la Tierra Firme, y aún en aquestas mismas islas; por-
El problema económico de Quintana Roo.
que cuando uno come ají y quema mucho, o sorbe algún caldo que quema
No podemos dejar de advertir que el motivo último de casi todas las
mucho, dice: “Muy caribe está” [cursivas no originales].10
comisiones y expediciones oficiales de esta naturaleza revelaron las du-
das que privaban en la presidencia de la República sobre la viabilidad El Caribe mexicano figuró como el punto de acceso para las primeras
económica del territorio de Quintana Roo y sobre la conveniencia o no expediciones españolas: la de Francisco Hernández de Córdova (1517),
de mantenerlo. Curiosamente, los informes claves tanto del veterano ge-
neral Aguirre (1925) como del joven analista Irigoyen (1935) otorgaron 10
Véase Gonzalo Fernández de Oviedo, Historia general y natural de las Indias,
certidumbre al territorio, en momentos en los que parecía predominar Madrid, Biblioteca de Autores Españoles, tomo II, 1992, 323-325.

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CARLOS MACÍAS RICHARD EL CARIBE MEXICANO

De éstos, dos trabajos han sido referidos con alta frecuencia por los en los círculos centrales la idea de que era más apropiada la supresión
historiadores: el que elaboró la comisión geográfico-exploradora, enca- del mismo.
bezada por Pedro C. Sánchez y Salvador Toscano entre 1916 y 1917; y el
encomendado a la comisión técnica de estudios, bajo la dirección del ge-
neral Amado Aguirre en 1925. LOS MAYAS Y LA NOCIÓN DE CARIBE CONTINENTAL
Sánchez y Toscano editaron un documento dividido en cuatro seccio-
nes: un informe del estado general que guardaba el territorio (demogra- Quizá la franja más importante y cuantiosa de los estudios sobre Quin-
fía, economía, administración interior), firmado por ambos; un informe tana Roo, la constituyan las obras relativas a la población de origen, los
de flora que estuvo a cargo de A. Roldán; uno más sobre fauna, escrito mayas. Los temas asociados con la población maya que han sido aborda-
por Manuel Morfín; y uno que describe las “condiciones sanitarias” del dos con más persistencia y profesionalismo se relacionan con su prolon-
territorio, escrito por el doctor Tomás Rojas. La comisión de Sánchez y gado enfrentamiento con las instituciones yucatecas y federales, pero
Toscano expresó sin ambages el renovado interés de la administración también se relacionan con su cultura, su organización económica, la vita-
carrancista en el territorio, luego de la errática política defendida por el lidad de los linajes en la etapa colonial, su organización militar, su heren-
Primer Jefe Carranza, misma que había incluido la disolución de Quin- cia arqueológica, su religiosidad y su cambio socio familiar, en particu-
tana Roo y una discontinua administración interior, plagada de interina- lar a raíz de una resistencia militar de casi 50 años.
tos y gestiones temporales. Por su condición geográfica, la costa oriental de Yucatán (el Caribe
Respecto a la comisión de estudio de 1929, en la que participaron mexicano) desempeñó históricamente un papel trascendental en el pro-
Moisés Sáenz, Ramón Beteta y Miguel Othón de Mendizábal, sus resul- ceso de conquista de la Nueva España y del Petén. Nos ahorramos cual-
tados se dieron a conocer en forma de artículos de autoría individual en quier disquisición acerca de la supuesta connotación exclusivamente in-
la prensa del centro del país. “Desgraciadamente –escribió Sáenz en sular de la definición histórica del Caribe, con la oportuna incorporación
1937– el mejor informe de aquel viaje, un estudio completo de la situa- del juicio temprano del cronista Gonzalo Fernández de Oviedo, escrito
ción chiclera..., se ha perdido en no sé que expediente burocrático.” apenas dos décadas después de iniciada la conquista española. Su expli-
Tanto Beteta como Sáenz publicaron poco después el balance indi- cación se originó al abundar sobre las razones del nombre que se dio a
vidual de su experiencia de viaje en Quintana Roo. El primero escribió una población costera del sur de Cartagena: Caribana. Del título dado
sus impresiones en Tierra del chicle (México, DAPP, 1937); y el segundo lo a este pueblo, apunta Fernández de Oviedo, es
hizo en México íntegro (Lima, Perú, Imprenta Torres Aguirre, 1939). El in-
de donde se deriva este nombre caribe, como cabeza o solar solariego de los
forme de Ulises Irigoyen, por su parte, fue publicado en 1934, bajo los
caribes [...] Yo creo que, propiamente, quiere decir caribe, fuerte o bravo, en
auspicios de la Secretaría de Hacienda y Crédito Público, con el título de
aquella costa o parte de la Tierra Firme, y aún en aquestas mismas islas; por-
El problema económico de Quintana Roo.
que cuando uno come ají y quema mucho, o sorbe algún caldo que quema
No podemos dejar de advertir que el motivo último de casi todas las
mucho, dice: “Muy caribe está” [cursivas no originales].10
comisiones y expediciones oficiales de esta naturaleza revelaron las du-
das que privaban en la presidencia de la República sobre la viabilidad El Caribe mexicano figuró como el punto de acceso para las primeras
económica del territorio de Quintana Roo y sobre la conveniencia o no expediciones españolas: la de Francisco Hernández de Córdova (1517),
de mantenerlo. Curiosamente, los informes claves tanto del veterano ge-
neral Aguirre (1925) como del joven analista Irigoyen (1935) otorgaron 10
Véase Gonzalo Fernández de Oviedo, Historia general y natural de las Indias,
certidumbre al territorio, en momentos en los que parecía predominar Madrid, Biblioteca de Autores Españoles, tomo II, 1992, 323-325.

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CARLOS MACÍAS RICHARD EL CARIBE MEXICANO

la de Juan de Grijalva (1518) y la de Hernán Cortés (1519). De la misma Información sobre la obra: Tipo de participación del autor:
forma, la ruta Bacalar-Tipú-Petén figura en el siglo XVII como el camino
convencional de sacerdotes y militares para cristianizar y reducir a los • Año en que lo redactó:
itzaes. Ca. 1518-1519
Incluso las sucesivas armadas, previas a la conquista, desembarcaron
• Año en que se publicó:
en Cabo Catoche, Cozumel, Isla Mujeres, Bahía de la Ascensión, Zamá
1522
(Tulum) y Xel-ha. En estas tierras, los conquistadores españoles incorpo-
raron a sus primeros traductores mayas (Melchorejo y Julianillo, quienes
fueron trasladados a Cuba). En el Caribe mexicano, Hernán Cortés se HERNÁN CORTES, 1519
topó con uno de los dos castellanos que habían permanecido cautivos
durante ocho años, luego del célebre naufragio de 1511, ocurrido frente Información sobre la obra: Tipo de participación del autor:
a las islas de Jamaica. Se trató del mismo castellano que resultaría deci-
• Documento de referencia: Dirigió la expedición a Tenochtitlan,
sivo como traductor durante la conquista de Nueva España, al lado de
Primera Carta-Relación de la justicia misma que inició por la costa oriental
Marina o Malinche, uno de los personajes preferidos de la narrativa me-
y regimiento de la Rica Villa de la de Yucatán.
xicana contemporánea: Jerónimo de Aguilar. Veracruz.
El segundo castellano, quien se negó a acompañar a Cortés y que a fi-
nales del siglo XX ha sido convertido en símbolo propicio para la exalta- • Fecha en que la redactó:
ción del mestizaje, fue Gonzalo Guerrero, el náufrago español que decidió Julio de 1519.
quedarse con su familia de origen chetumaleño, y que decidió permane-
cer al servicio del cacicazgo maya de Nachancan. A continuación presen- • Fecha en que se publicaron las Cartas completas:
tamos un listado con los primeros cronistas (siglo XVI), quienes incorpo- 1678.
raron tempranamente al Caribe mexicano en la historia de la conquista.
HERNÁN CORTES, 1534
CRONISTAS O INFORMANTES QUE ABORDAN DE PRIMERA MANO EL TEMA DE Información sobre la obra: Tipo de participación del autor:
LA CONQUISTA DEL CARIBE MEXICANO (COSTA ORIENTAL DE YUCATÁN)
• Documento de referencia: • Cortés presentó el presente
Interrogatorio general presentado por Interrogatorio (para testigos de
JUAN DÍAZ, 1518-1519 Hernando Cortés para el examen de descargo) con el objeto de defenderse
los testigos de su descargo. del conjunto acusaciones en contra
Información sobre la obra: Tipo de participación del autor: suya y de la primera Audiencia de
• Fecha en que se redactó: Nueva España, desatadas a finales
• Documento de referencia:
Ca. 1534 de la década de 1520.
Itinerario lisola et Yucatán novamente Capellán de Juan de Grijalva, durante
ritrovata por il signor Joan de Grijalva la expedición a Cozumel de 1518.
• Fecha en que se publicó:
capitan generale del armada del re de También figuró en la armada de
Siglo XX.
Spania, per il suo capellano composta [sic]. Hernán Cortés, 1519.

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CARLOS MACÍAS RICHARD EL CARIBE MEXICANO

la de Juan de Grijalva (1518) y la de Hernán Cortés (1519). De la misma Información sobre la obra: Tipo de participación del autor:
forma, la ruta Bacalar-Tipú-Petén figura en el siglo XVII como el camino
convencional de sacerdotes y militares para cristianizar y reducir a los • Año en que lo redactó:
itzaes. Ca. 1518-1519
Incluso las sucesivas armadas, previas a la conquista, desembarcaron
• Año en que se publicó:
en Cabo Catoche, Cozumel, Isla Mujeres, Bahía de la Ascensión, Zamá
1522
(Tulum) y Xel-ha. En estas tierras, los conquistadores españoles incorpo-
raron a sus primeros traductores mayas (Melchorejo y Julianillo, quienes
fueron trasladados a Cuba). En el Caribe mexicano, Hernán Cortés se HERNÁN CORTES, 1519
topó con uno de los dos castellanos que habían permanecido cautivos
durante ocho años, luego del célebre naufragio de 1511, ocurrido frente Información sobre la obra: Tipo de participación del autor:
a las islas de Jamaica. Se trató del mismo castellano que resultaría deci-
• Documento de referencia: Dirigió la expedición a Tenochtitlan,
sivo como traductor durante la conquista de Nueva España, al lado de
Primera Carta-Relación de la justicia misma que inició por la costa oriental
Marina o Malinche, uno de los personajes preferidos de la narrativa me-
y regimiento de la Rica Villa de la de Yucatán.
xicana contemporánea: Jerónimo de Aguilar. Veracruz.
El segundo castellano, quien se negó a acompañar a Cortés y que a fi-
nales del siglo XX ha sido convertido en símbolo propicio para la exalta- • Fecha en que la redactó:
ción del mestizaje, fue Gonzalo Guerrero, el náufrago español que decidió Julio de 1519.
quedarse con su familia de origen chetumaleño, y que decidió permane-
cer al servicio del cacicazgo maya de Nachancan. A continuación presen- • Fecha en que se publicaron las Cartas completas:
tamos un listado con los primeros cronistas (siglo XVI), quienes incorpo- 1678.
raron tempranamente al Caribe mexicano en la historia de la conquista.
HERNÁN CORTES, 1534
CRONISTAS O INFORMANTES QUE ABORDAN DE PRIMERA MANO EL TEMA DE Información sobre la obra: Tipo de participación del autor:
LA CONQUISTA DEL CARIBE MEXICANO (COSTA ORIENTAL DE YUCATÁN)
• Documento de referencia: • Cortés presentó el presente
Interrogatorio general presentado por Interrogatorio (para testigos de
JUAN DÍAZ, 1518-1519 Hernando Cortés para el examen de descargo) con el objeto de defenderse
los testigos de su descargo. del conjunto acusaciones en contra
Información sobre la obra: Tipo de participación del autor: suya y de la primera Audiencia de
• Fecha en que se redactó: Nueva España, desatadas a finales
• Documento de referencia:
Ca. 1534 de la década de 1520.
Itinerario lisola et Yucatán novamente Capellán de Juan de Grijalva, durante
ritrovata por il signor Joan de Grijalva la expedición a Cozumel de 1518.
• Fecha en que se publicó:
capitan generale del armada del re de También figuró en la armada de
Siglo XX.
Spania, per il suo capellano composta [sic]. Hernán Cortés, 1519.

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GONZALO FERNÁNDEZ DE OVIEDO, 1525-1546 Información sobre la obra: Tipo de participación del autor:

• Fecha en que se publicó: lo censuraron por sus referencias


Información sobre la obra: Tipo de participación del autor: 1552 indirectas, genéricas y subjetivas.
• Obra de referencia: • Escribano real, administrador Adquirió notoriedad en el siglo XIX,
Historia general y natural de las Indias, español y primer cronista oficial en el como autor de Crónica de los corsarios
islas y tierra firme del mar océano. Nuevo Mundo. Llegó a América Barbarroja, obra publicada tardíamente
en 1513, con Pedrerías Dávila. 1851.
• Fecha en que la redactó:
1525-1546
BARTOLOMÉ DE LAS CASAS, 1527-1556
• Fecha en que la publicó:
1535-1548 Información sobre la obra: Tipo de participación del autor:

• Obra de referencia: • Sacerdote dominico. Obispo de


ANDRÉS DE TAPIA, CA. 1537-1540 Historia de las Indias Chiapas. Polemizó con Gonzalo
Fernández de Oviedo acerca de la
Información sobre la obra: Tipo de participación del autor: • Fecha en que la redactó: manera en que los españoles llevaron
1527-1556 a cabo la conquista. Autor de la
• Documento de referencia: • Capitán del ejército de Hernán
influyente obra: Brevísima relación de
Relación hecha por el señor Andrés de Cortés, al momento de ingresar
• Fecha en que se publicó: la destrucción de las Indias. En 1559,
Tapia sobre la conquista de México. a las costas de Yucatán, 1519.
1875 dispuso que Historia de las Indias se
• Fecha en que lo redactó: publicara 40 años después, aunque en
Ca. 1537-1540 realidad pasaron 300 años antes de
verse impresa y difundida.
• Fecha en que lo envío al Consejo de Indias:
Ca. 1540

• Fecha en que se publicó:


NAKUK PECH, 1562
1879
Información sobre la obra: Tipo de participación del autor:

FRANCISCO LÓPEZ DE GÓMARA, 1544-1550 • Obra de referencia: • Gobernador de Chac Xulub Chen,
Historia y Crónica de Chac Xulub Chen antes de la llegada de los españoles.
Información sobre la obra: Tipo de participación del autor: Descendiente del linaje de Maxtunil.

• Obra de referencia: • Capellán del veterano conquistador • Fecha en que la redactó:


Historia de la conquista de México Cortés en la campaña de Argel y en 1562
España. No conoció Nueva España.
• Fecha en que la redactó: Algunos autores, como Bernal Díaz del • Fecha en que se publicó:
1544-1550 Castillo Francisco Cervantes de Salazar, 1861

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CARLOS MACÍAS RICHARD EL CARIBE MEXICANO

GONZALO FERNÁNDEZ DE OVIEDO, 1525-1546 Información sobre la obra: Tipo de participación del autor:

• Fecha en que se publicó: lo censuraron por sus referencias


Información sobre la obra: Tipo de participación del autor: 1552 indirectas, genéricas y subjetivas.
• Obra de referencia: • Escribano real, administrador Adquirió notoriedad en el siglo XIX,
Historia general y natural de las Indias, español y primer cronista oficial en el como autor de Crónica de los corsarios
islas y tierra firme del mar océano. Nuevo Mundo. Llegó a América Barbarroja, obra publicada tardíamente
en 1513, con Pedrerías Dávila. 1851.
• Fecha en que la redactó:
1525-1546
BARTOLOMÉ DE LAS CASAS, 1527-1556
• Fecha en que la publicó:
1535-1548 Información sobre la obra: Tipo de participación del autor:

• Obra de referencia: • Sacerdote dominico. Obispo de


ANDRÉS DE TAPIA, CA. 1537-1540 Historia de las Indias Chiapas. Polemizó con Gonzalo
Fernández de Oviedo acerca de la
Información sobre la obra: Tipo de participación del autor: • Fecha en que la redactó: manera en que los españoles llevaron
1527-1556 a cabo la conquista. Autor de la
• Documento de referencia: • Capitán del ejército de Hernán
influyente obra: Brevísima relación de
Relación hecha por el señor Andrés de Cortés, al momento de ingresar
• Fecha en que se publicó: la destrucción de las Indias. En 1559,
Tapia sobre la conquista de México. a las costas de Yucatán, 1519.
1875 dispuso que Historia de las Indias se
• Fecha en que lo redactó: publicara 40 años después, aunque en
Ca. 1537-1540 realidad pasaron 300 años antes de
verse impresa y difundida.
• Fecha en que lo envío al Consejo de Indias:
Ca. 1540

• Fecha en que se publicó:


NAKUK PECH, 1562
1879
Información sobre la obra: Tipo de participación del autor:

FRANCISCO LÓPEZ DE GÓMARA, 1544-1550 • Obra de referencia: • Gobernador de Chac Xulub Chen,
Historia y Crónica de Chac Xulub Chen antes de la llegada de los españoles.
Información sobre la obra: Tipo de participación del autor: Descendiente del linaje de Maxtunil.

• Obra de referencia: • Capellán del veterano conquistador • Fecha en que la redactó:


Historia de la conquista de México Cortés en la campaña de Argel y en 1562
España. No conoció Nueva España.
• Fecha en que la redactó: Algunos autores, como Bernal Díaz del • Fecha en que se publicó:
1544-1550 Castillo Francisco Cervantes de Salazar, 1861

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CARLOS MACÍAS RICHARD EL CARIBE MEXICANO

FRANCISCO CERVANTES DE SALAZAR, 1556-1573 DIEGO LÓPEZ DE COGOLLUDO, 1660-1680

Información sobre la obra: Tipo de participación del autor: Información sobre la obra: Tipo de participación del autor:

• Obra de referencia: • Escritor prolijo. Bachiller y doctor • Obra de referencia: • Sacerdote franciscano. Residió en
Crónica de la Nueva España en teología. Rector de la Universidad Historia de Yucatán Yucatán. Uno de los primeros
de México. historiadores de Yucatán.
• Fecha en que la redactó: • Fecha en que la redactó:
1556-1573 Ca. 1660-1680.

• Fecha en que se publicó: • Fecha en que se publicó:


1914 1688

Fuentes empleadas: 1) JUAN DÍAZ, “Itinerario de la Armada del rey católico a la Isla de Yu-
BERNAL DÍAZ DEL CASTILLO, 1557-1575 catán, en la India, el año de 1518, en la que fue por comandante y capitán general Juan
de Grijalva, escrito para su alteza por el capellán mayor de la dicha Armada” [ca. 1522],
Información sobre la obra: Tipo de participación del autor: en Joaquín García Icazbalceta (ed.), Colección de Documentos inéditos para la historia de Mé-
xico, México, Imprenta particular del Editor, tomo I, 1879, pp. 281-308; 2) HERNÁN COR-
• Obra de referencia: • Soldado en las sucesivas TÉS, Cartas de Relación (edición de Mario Hernández Sánchez-Barba), Madrid, Ed. Dastin
Historia verdadera de la conquista de la expediciones que iniciaron en la costa Historia, Serie Crónicas de América, 2000 [1ª edición con las cartas completas: 1678];
Nueva España oriental de Yucatán, encabezadas por 3) HERNÁN CORTÉS, Documentos cortesianos (Edición y notas de José Luis Martínez), tomo
II, México, Fondo de Cultura Económica, 1990; 4) GONZALO FERNÁNDEZ DE OVIEDO, Histo-
Juan de Grijalva (1517), Pedro de
ria general y natural de las indias, en Biblioteca de Autores españoles desde la formación
• Fecha en que la redactó: Alvarado (1518) y Hernán Cortés del lenguaje hasta nuestros días, tomos II y III, Ediciones Atlas [Salamanca, 1547; Sevilla,
1557-1575. (1519). 1535, Juan Cromberger], 1992; 5) BARTOLOMÉ DE LAS CASAS, Historia de las Indias (edición
de Agustín Millares Carló; estudio preliminar de Lewis Hanke) [1ª edición: 1875], tomo
• Fecha en que se publicó: II y III, México, Fondo de Cultura Económica, 1951; 6) AH NAKUK PECH, “Crónica de
1632 Chac-Xulub-Chen”, en Agustín Yáñez (Introducción selección y notas), Crónicas de Mé-
xico, México, UNAM, 1950; 7) ANDRÉS DE TAPIA, “Relación de algunas cosas de las que
acaecieron al Muy Ilustre Señor Don Hernando Cortés, marqués del Valle, desde que se
DIEGO DE LANDA, CA. 1566 determinó ir a descubrir tierra en la Tierra Firme del Mar Océano” [ca. 1540], en Joaquín
García Icazbalceta (ed.), Colección de Documentos inéditos para la historia de México, México,
Información sobre la obra: Tipo de participación del autor: Imprenta particular del Editor, tomo II, pp. 554-594; 8) FRANCISCO CERVANTES DE SALAZAR,
Crónica de la Nueva España, México, Ed. Porrúa, [1ª. edición: 1914], 1985; 9) BERNAL DÍAZ
• Obra de referencia: • Sacerdote en Yucatán. Como DEL CASTILLO, Historia verdadera de la conquista de la Nueva España (Edición, índices y pró-

Relación de las cosas de Yucatán guardián de Izábal, fue responsable logo de Carmelo Sáenz de Santa María), México, Alianza editorial, 971 pp.; 10) DIEGO DE
LANDA, Relación de las cosas de Yucatán (edición de Miguel Rivera Dorado), Madrid, Ed.
de la construcción del convento de
Dastin, 201 pp.; 11) FRANCISCO LÓPEZ DE GÓMARA, Historia de la conquista de México, Méxi-
• Fecha en que la redactó: San Francisco. Fue obispo de Yucatán. co, Ed. Océano [1ª. edición: 1552]; 12) DIEGO LÓPEZ DE COGOLLUDO, Historia de Yucatán,
Ca. 1566. Campeche, Publicaciones del H. Ayuntamiento de Campeche [1ª. edición: 1688], tomo I;
13) JOSÉ LUIS MARTÍNEZ, Documentos cortesianos (Edición y notas de José Luis Martínez),
• Fecha en que se publicó: tomo II, México, Fondo de Cultura Económica, 1990 (contiene el Interrogatorio general pre-
1864 sentado por Hernando Cortés, redactado en 1534).

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CARLOS MACÍAS RICHARD EL CARIBE MEXICANO

FRANCISCO CERVANTES DE SALAZAR, 1556-1573 DIEGO LÓPEZ DE COGOLLUDO, 1660-1680

Información sobre la obra: Tipo de participación del autor: Información sobre la obra: Tipo de participación del autor:

• Obra de referencia: • Escritor prolijo. Bachiller y doctor • Obra de referencia: • Sacerdote franciscano. Residió en
Crónica de la Nueva España en teología. Rector de la Universidad Historia de Yucatán Yucatán. Uno de los primeros
de México. historiadores de Yucatán.
• Fecha en que la redactó: • Fecha en que la redactó:
1556-1573 Ca. 1660-1680.

• Fecha en que se publicó: • Fecha en que se publicó:


1914 1688

Fuentes empleadas: 1) JUAN DÍAZ, “Itinerario de la Armada del rey católico a la Isla de Yu-
BERNAL DÍAZ DEL CASTILLO, 1557-1575 catán, en la India, el año de 1518, en la que fue por comandante y capitán general Juan
de Grijalva, escrito para su alteza por el capellán mayor de la dicha Armada” [ca. 1522],
Información sobre la obra: Tipo de participación del autor: en Joaquín García Icazbalceta (ed.), Colección de Documentos inéditos para la historia de Mé-
xico, México, Imprenta particular del Editor, tomo I, 1879, pp. 281-308; 2) HERNÁN COR-
• Obra de referencia: • Soldado en las sucesivas TÉS, Cartas de Relación (edición de Mario Hernández Sánchez-Barba), Madrid, Ed. Dastin
Historia verdadera de la conquista de la expediciones que iniciaron en la costa Historia, Serie Crónicas de América, 2000 [1ª edición con las cartas completas: 1678];
Nueva España oriental de Yucatán, encabezadas por 3) HERNÁN CORTÉS, Documentos cortesianos (Edición y notas de José Luis Martínez), tomo
II, México, Fondo de Cultura Económica, 1990; 4) GONZALO FERNÁNDEZ DE OVIEDO, Histo-
Juan de Grijalva (1517), Pedro de
ria general y natural de las indias, en Biblioteca de Autores españoles desde la formación
• Fecha en que la redactó: Alvarado (1518) y Hernán Cortés del lenguaje hasta nuestros días, tomos II y III, Ediciones Atlas [Salamanca, 1547; Sevilla,
1557-1575. (1519). 1535, Juan Cromberger], 1992; 5) BARTOLOMÉ DE LAS CASAS, Historia de las Indias (edición
de Agustín Millares Carló; estudio preliminar de Lewis Hanke) [1ª edición: 1875], tomo
• Fecha en que se publicó: II y III, México, Fondo de Cultura Económica, 1951; 6) AH NAKUK PECH, “Crónica de
1632 Chac-Xulub-Chen”, en Agustín Yáñez (Introducción selección y notas), Crónicas de Mé-
xico, México, UNAM, 1950; 7) ANDRÉS DE TAPIA, “Relación de algunas cosas de las que
acaecieron al Muy Ilustre Señor Don Hernando Cortés, marqués del Valle, desde que se
DIEGO DE LANDA, CA. 1566 determinó ir a descubrir tierra en la Tierra Firme del Mar Océano” [ca. 1540], en Joaquín
García Icazbalceta (ed.), Colección de Documentos inéditos para la historia de México, México,
Información sobre la obra: Tipo de participación del autor: Imprenta particular del Editor, tomo II, pp. 554-594; 8) FRANCISCO CERVANTES DE SALAZAR,
Crónica de la Nueva España, México, Ed. Porrúa, [1ª. edición: 1914], 1985; 9) BERNAL DÍAZ
• Obra de referencia: • Sacerdote en Yucatán. Como DEL CASTILLO, Historia verdadera de la conquista de la Nueva España (Edición, índices y pró-

Relación de las cosas de Yucatán guardián de Izábal, fue responsable logo de Carmelo Sáenz de Santa María), México, Alianza editorial, 971 pp.; 10) DIEGO DE
LANDA, Relación de las cosas de Yucatán (edición de Miguel Rivera Dorado), Madrid, Ed.
de la construcción del convento de
Dastin, 201 pp.; 11) FRANCISCO LÓPEZ DE GÓMARA, Historia de la conquista de México, Méxi-
• Fecha en que la redactó: San Francisco. Fue obispo de Yucatán. co, Ed. Océano [1ª. edición: 1552]; 12) DIEGO LÓPEZ DE COGOLLUDO, Historia de Yucatán,
Ca. 1566. Campeche, Publicaciones del H. Ayuntamiento de Campeche [1ª. edición: 1688], tomo I;
13) JOSÉ LUIS MARTÍNEZ, Documentos cortesianos (Edición y notas de José Luis Martínez),
• Fecha en que se publicó: tomo II, México, Fondo de Cultura Económica, 1990 (contiene el Interrogatorio general pre-
1864 sentado por Hernando Cortés, redactado en 1534).

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CARLOS MACÍAS RICHARD EL CARIBE MEXICANO

La lista de exploradores e interesados en la población maya y en el EL SIGLO XX Y EL AÑEJO DEBATE COLONIAL: YUCATÁN, HONDURAS Y LA MAIA
espacio selvático de lo que andando el tiempo se llamó Quintana Roo es
muy amplia. Han resultados célebres por sus testimonios escritos y grá- El viaje de exploración comandado por Juan Díaz de Solís y Vicente Yá-
ficos los visitantes decimonónicos Richard Owen, John Stephens, Frede- nez Pinzón, entre 1508 y 1509, posee especial relevancia, debido a que dio
rick Catherwood, Désiré Charnay, Karl Sapper y los primeros visitantes pie a una tan falaz como trascendental versión histórica sobre el “descu-
del siglo XX Sylvanius Morley (en primer lugar), Thomas Gann, Edward brimiento de Yucatán”, la cual había sido sugerida por Cortés en 1519, des-
Thompson, Samuel K. Lothrop y el príncipe Guillermo de Suecia, entre pués alimentada involuntariamente por Bartolomé de las Casas en 1559,
muchos más. copiada por Antonio Herrera en 1601 (fiel a los párrafos de Las Casas), re-
Pero si tuviéramos que seleccionar un precursor de la historia étnica creada tardíamente por López de Cogolludo en 1688 y, finalmente, robus-
en Quintana Roo nos quedaríamos con Alfonso Villa Rojas. Su más am- tecida en el siglo XIX y en el XX por autores diversos como Eligio Ancona,
plio y detallado estudio sobre los mayas fue publicado en 1945: se tituló Juan Francisco Molina Solís y José Torre Revello, entre otros.
The Maya of the East Central Quintana Roo y, luego de 30 años, se tradujo Dicha versión consistió en atribuir a la flota de Díaz de Solís y Yánez
en México como Los elegidos de dios.11 En justicia, debe recordarse que sus Pinzón el descubrimiento de Yucatán. (Casi sobre decir que, en realidad,
primeras investigaciones datan de mucho tiempo atrás, de principios de la primera armada que arribó a las costas orientales de Yucatán fue co-
la década de 1930.12 mandada por Francisco Hernández de Córdoba, en 1517, apenas seis
Villa Rojas realizó después estudios en la Universidad de Chicago y años después de que un naufragio llevara a las mismas tierras a los ma-
se incorporó al grupo de investigadores patrocinados por la Institución rinos Jerónimo de Aguilar y a Gonzalo Guerrero.)
Carnegie. No resultó extraño que asimilara la metodología de los estu- Con todo, la imprecisión histórica alrededor del descubrimiento de
dios comparativos, con objeto de calibrar los diversos grados de acul- Yucatán siempre jugó un papel central, ya que las versiones que atribu-
turación y cambio existentes entre los múltiples “cacicazgos” de origen yeron tal hecho a Díaz de Solís y a Yáñez Pinzón ubicaron erróneamente
maya. “Puede decirse –aceptó el propio Villa Rojas– que el objeto final su viaje de exploración por Centroamérica tres años antes (en 1506),
de tal investigación fue conocer, en forma concreta, el proceso sociocul- como si se hubieran tratado de dos viajes distintos.13 Tal interpretación
tural que se opera al transformarse en civilizada o urbana una sociedad histórica, colocada a veces en el centro de la genealogía de Yucatán, en
primitiva o rural”. gran medida continúa viva, y aún hoy la vemos reproducida sin ate-
nuantes en varios resúmenes históricos.
Es probable que la obra esencial que profundizó el escepticismo acerca
del paso de Díaz de Solís y Yañez Pinzón por las costas de Yucatán, haya
11
The Maya of the East Central Quintana Roo fue editado por la Carnegie Institution,
sido The Discovery of North America, escrita por Henry Harrisse a finales del
Washington. Con dos apéndices más, Villa Rojas conformó Los elegidos de dios (México,
INI, 1978). Vale decir que una síntesis del libro The Maya... se dio a conocer con puntuali-
13
dad, en 1946, a través de la Enciclopedia Yucatanense, bajo el título “Los mayas del actual La vaguedad que se percibe en la historiografía que trata sobre los territorios ver-
territorio de Quintana Roo” (tomo VI, pp. 31-62, Edición del Gobierno del Estado de daderamente explorados por Díaz de Solís y Yáñez Pinzón, suele complementarse con la
Yucatán). inexactitud cronológica. Molina Solís y algunos otros autores, fundados probablemente
12
Villa Rojas, entonces un maestro rural, y Robert Redfield publicaron en 1934 los re- en Las Décadas del cronista de Indias Antonio Herrera (publicadas en 1601) y López de
sultados de una investigación realizada con los mayas de Chan Kom (comunidad yucate- Cogolludo (1688), recogieron con imprecisión la fecha de 1506. Véase Juan Francisco Mo-
ca). Véase Robert Redfield y Alfonso Villa Rojas, Chan Kom: a Maya Village, Washington, lina Solís, Historia del descubrimiento y conquista de Yucatán. Con una reseña de la historia de
Carnegie Intitution, núm. 448. los mayas, México, Ediciones Mensaje, tomo I, 1943, 43.

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CARLOS MACÍAS RICHARD EL CARIBE MEXICANO

La lista de exploradores e interesados en la población maya y en el EL SIGLO XX Y EL AÑEJO DEBATE COLONIAL: YUCATÁN, HONDURAS Y LA MAIA
espacio selvático de lo que andando el tiempo se llamó Quintana Roo es
muy amplia. Han resultados célebres por sus testimonios escritos y grá- El viaje de exploración comandado por Juan Díaz de Solís y Vicente Yá-
ficos los visitantes decimonónicos Richard Owen, John Stephens, Frede- nez Pinzón, entre 1508 y 1509, posee especial relevancia, debido a que dio
rick Catherwood, Désiré Charnay, Karl Sapper y los primeros visitantes pie a una tan falaz como trascendental versión histórica sobre el “descu-
del siglo XX Sylvanius Morley (en primer lugar), Thomas Gann, Edward brimiento de Yucatán”, la cual había sido sugerida por Cortés en 1519, des-
Thompson, Samuel K. Lothrop y el príncipe Guillermo de Suecia, entre pués alimentada involuntariamente por Bartolomé de las Casas en 1559,
muchos más. copiada por Antonio Herrera en 1601 (fiel a los párrafos de Las Casas), re-
Pero si tuviéramos que seleccionar un precursor de la historia étnica creada tardíamente por López de Cogolludo en 1688 y, finalmente, robus-
en Quintana Roo nos quedaríamos con Alfonso Villa Rojas. Su más am- tecida en el siglo XIX y en el XX por autores diversos como Eligio Ancona,
plio y detallado estudio sobre los mayas fue publicado en 1945: se tituló Juan Francisco Molina Solís y José Torre Revello, entre otros.
The Maya of the East Central Quintana Roo y, luego de 30 años, se tradujo Dicha versión consistió en atribuir a la flota de Díaz de Solís y Yánez
en México como Los elegidos de dios.11 En justicia, debe recordarse que sus Pinzón el descubrimiento de Yucatán. (Casi sobre decir que, en realidad,
primeras investigaciones datan de mucho tiempo atrás, de principios de la primera armada que arribó a las costas orientales de Yucatán fue co-
la década de 1930.12 mandada por Francisco Hernández de Córdoba, en 1517, apenas seis
Villa Rojas realizó después estudios en la Universidad de Chicago y años después de que un naufragio llevara a las mismas tierras a los ma-
se incorporó al grupo de investigadores patrocinados por la Institución rinos Jerónimo de Aguilar y a Gonzalo Guerrero.)
Carnegie. No resultó extraño que asimilara la metodología de los estu- Con todo, la imprecisión histórica alrededor del descubrimiento de
dios comparativos, con objeto de calibrar los diversos grados de acul- Yucatán siempre jugó un papel central, ya que las versiones que atribu-
turación y cambio existentes entre los múltiples “cacicazgos” de origen yeron tal hecho a Díaz de Solís y a Yáñez Pinzón ubicaron erróneamente
maya. “Puede decirse –aceptó el propio Villa Rojas– que el objeto final su viaje de exploración por Centroamérica tres años antes (en 1506),
de tal investigación fue conocer, en forma concreta, el proceso sociocul- como si se hubieran tratado de dos viajes distintos.13 Tal interpretación
tural que se opera al transformarse en civilizada o urbana una sociedad histórica, colocada a veces en el centro de la genealogía de Yucatán, en
primitiva o rural”. gran medida continúa viva, y aún hoy la vemos reproducida sin ate-
nuantes en varios resúmenes históricos.
Es probable que la obra esencial que profundizó el escepticismo acerca
del paso de Díaz de Solís y Yañez Pinzón por las costas de Yucatán, haya
11
The Maya of the East Central Quintana Roo fue editado por la Carnegie Institution,
sido The Discovery of North America, escrita por Henry Harrisse a finales del
Washington. Con dos apéndices más, Villa Rojas conformó Los elegidos de dios (México,
INI, 1978). Vale decir que una síntesis del libro The Maya... se dio a conocer con puntuali-
13
dad, en 1946, a través de la Enciclopedia Yucatanense, bajo el título “Los mayas del actual La vaguedad que se percibe en la historiografía que trata sobre los territorios ver-
territorio de Quintana Roo” (tomo VI, pp. 31-62, Edición del Gobierno del Estado de daderamente explorados por Díaz de Solís y Yáñez Pinzón, suele complementarse con la
Yucatán). inexactitud cronológica. Molina Solís y algunos otros autores, fundados probablemente
12
Villa Rojas, entonces un maestro rural, y Robert Redfield publicaron en 1934 los re- en Las Décadas del cronista de Indias Antonio Herrera (publicadas en 1601) y López de
sultados de una investigación realizada con los mayas de Chan Kom (comunidad yucate- Cogolludo (1688), recogieron con imprecisión la fecha de 1506. Véase Juan Francisco Mo-
ca). Véase Robert Redfield y Alfonso Villa Rojas, Chan Kom: a Maya Village, Washington, lina Solís, Historia del descubrimiento y conquista de Yucatán. Con una reseña de la historia de
Carnegie Intitution, núm. 448. los mayas, México, Ediciones Mensaje, tomo I, 1943, 43.

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siglo XIX. Este libro se enmarcó en una discusión más amplia que incluía regional en el que la ciudad de Mérida se consideraba la amalgama cul-
preguntas acerca del descubrimiento de la Florida y el Golfo de México, tural-urbana más compleja y las comunidades de Dzitás y Chan Kom los
así como del papel de exploradores como el Adelantado Juan Ponce de prototipos culturales intermedios. Como colaborador de Redfield, Al-
León (1513) y el trabajo cartográfico de celebridades como Juan de la Cosa, fonso Villa Rojas se encargó de analizar una de las comunidades más
Alberto Cantino, Nicolo Caveri y el propio Pedro Mártir de Anglería. conservadoras, a juzgar por tal tipología: Tusik.
A partir de la publicación de The Discovery de Harrisse, autores que Una parte de The Maya of the East Central Quintana Roo está fundada
trataban la historia de la costa oriental de Yucatán como S. K. Lothrop, tanto en autores clásicos (cronistas) de la época virreinal, como en las fuen-
en la década de 1920, insistieron en que Díaz de Solís y Yánez Pinzón no tes del siglo XX que hemos referido antes (Aguirre, Othón de Mendizábal,
habían llegado más al norte de la costa de Honduras. Para Lothrop, cier- La Revista de Mérida, Irigoyen, Menéndez). Otra parte ofrece una amplia
ta región que había sido identificada como Maia (o Maya) en la obra de descripción acerca de cómo los mayas vencidos reorganizaron su vida lue-
López de Gómara, no era más que una parte del golfo de Honduras. Re- go de la avalancha militar porfirista y, ante todo, de la avalancha centrali-
cuérdese que la obra de López de Gómara es una de las historias más zadora de la Revolución, “bajo las normas de antiguas tradiciones”.
tempranas de Indias, escrita desde Europa entre 1544 y 1550, y se basó Villa Rojas pareció reencontrar a aquellos grupos mayas que habían
en testimonios directos de conquistadores.14 ofrecido el mayor sustento cultural y la espiritualidad durante la “guerra
Una de las más rigurosas historias dedicadas al Yucatán del siglo XVI, de castas”: los asentados en Xcacal, los que reforzarían la práctica religio-
la del profesor Robert S. Chamberlain (The Conquest and Colonization of sa de la “Cruz que habla” en Chan Santa Cruz. La “Cruz que habla” llegó
Yucatán, 1517-1550), ni siquiera se distrae en discutir el vínculo entre el a ser considerada como la auténtica representación de dios en la tierra en
descubrimiento de Yucatán y el viaje de Díaz de Solís y Yánez Pinzón. las comunidades investigadas alrededor de Tusik, y Villa Rojas nos legó
La historia que Chamberlain nos cuenta tiene su inicio –de la mano de un escrupuloso diagnóstico acerca del cambio social experimentado por los
las interpretaciones de Fernández de Oviedo y de Díaz del Castillo– atri- mayas del centro de Quintana Roo, sin descuidar las implicaciones de la
buyendo el descubrimiento de Yucatán a la armada encabezada por organización teocrático-militar que implicaba la Cruz.
Francisco Hernández de Córdoba, en 1517 Inspirado por Villa Rojas y por un esquema de historia yucateca bos-
quejado antes por el profesor Howard F. Cline, el estadounidense Nel-
son Reed escribió décadas después uno de los más vivos y convincentes
LOS MAYAS DE QUINTANA ROO relatos sobre las motivaciones de la resistencia maya, de su dramática
evolución y del marco político y económico que acompaña su conclu-
Como se sabe, la tipología inicial de Robert Redfield, profesor de la Uni- sión.15 El propio Reed considera, con justicia, que una de sus mayores
versidad de Chicago, otorgaba a los mayas de la selva quintanarroense aportaciones es haber otorgado mayor perspectiva a los acontecimientos
el grado de evolución social más precario dentro de un rígido esquema posteriores a la llamada guerra de castas. Y no falta quien sostenga que
por el empleo liberal de las fuentes de que hace gala y por la agilidad na-
tural de su pluma, bien puede leerse la obra de Reed como una novela
14
Véase Francisco López de Gómara, Historia de la conquista de México, México, Ed. realista y entretenida. Con todo, creemos que el autor da un paso ade-
Océano, 2003 [1ª. edición: 1552], 66. También véase Samuel Kirkland Lothrop, Tulum, an
archaeological study of the east coast of Yucatan, Washington, The Carnegie Institution of
Washington, 1924, 13, comentado por Rubio Mañé, “Documentos para la historia de Yu-
15
catán, Campeche y Tabasco”, en Archivo de la historia de Yucatán, Campeche y Tabasco, Nelson Reed, La guerra de castas de Yucatán, México, Era, 1971 (1ª. ed. en inglés:
México, Imprenta Aldina, Robredo y Rosell, 1942, pp. XXI y XXI. 1964).

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siglo XIX. Este libro se enmarcó en una discusión más amplia que incluía regional en el que la ciudad de Mérida se consideraba la amalgama cul-
preguntas acerca del descubrimiento de la Florida y el Golfo de México, tural-urbana más compleja y las comunidades de Dzitás y Chan Kom los
así como del papel de exploradores como el Adelantado Juan Ponce de prototipos culturales intermedios. Como colaborador de Redfield, Al-
León (1513) y el trabajo cartográfico de celebridades como Juan de la Cosa, fonso Villa Rojas se encargó de analizar una de las comunidades más
Alberto Cantino, Nicolo Caveri y el propio Pedro Mártir de Anglería. conservadoras, a juzgar por tal tipología: Tusik.
A partir de la publicación de The Discovery de Harrisse, autores que Una parte de The Maya of the East Central Quintana Roo está fundada
trataban la historia de la costa oriental de Yucatán como S. K. Lothrop, tanto en autores clásicos (cronistas) de la época virreinal, como en las fuen-
en la década de 1920, insistieron en que Díaz de Solís y Yánez Pinzón no tes del siglo XX que hemos referido antes (Aguirre, Othón de Mendizábal,
habían llegado más al norte de la costa de Honduras. Para Lothrop, cier- La Revista de Mérida, Irigoyen, Menéndez). Otra parte ofrece una amplia
ta región que había sido identificada como Maia (o Maya) en la obra de descripción acerca de cómo los mayas vencidos reorganizaron su vida lue-
López de Gómara, no era más que una parte del golfo de Honduras. Re- go de la avalancha militar porfirista y, ante todo, de la avalancha centrali-
cuérdese que la obra de López de Gómara es una de las historias más zadora de la Revolución, “bajo las normas de antiguas tradiciones”.
tempranas de Indias, escrita desde Europa entre 1544 y 1550, y se basó Villa Rojas pareció reencontrar a aquellos grupos mayas que habían
en testimonios directos de conquistadores.14 ofrecido el mayor sustento cultural y la espiritualidad durante la “guerra
Una de las más rigurosas historias dedicadas al Yucatán del siglo XVI, de castas”: los asentados en Xcacal, los que reforzarían la práctica religio-
la del profesor Robert S. Chamberlain (The Conquest and Colonization of sa de la “Cruz que habla” en Chan Santa Cruz. La “Cruz que habla” llegó
Yucatán, 1517-1550), ni siquiera se distrae en discutir el vínculo entre el a ser considerada como la auténtica representación de dios en la tierra en
descubrimiento de Yucatán y el viaje de Díaz de Solís y Yánez Pinzón. las comunidades investigadas alrededor de Tusik, y Villa Rojas nos legó
La historia que Chamberlain nos cuenta tiene su inicio –de la mano de un escrupuloso diagnóstico acerca del cambio social experimentado por los
las interpretaciones de Fernández de Oviedo y de Díaz del Castillo– atri- mayas del centro de Quintana Roo, sin descuidar las implicaciones de la
buyendo el descubrimiento de Yucatán a la armada encabezada por organización teocrático-militar que implicaba la Cruz.
Francisco Hernández de Córdoba, en 1517 Inspirado por Villa Rojas y por un esquema de historia yucateca bos-
quejado antes por el profesor Howard F. Cline, el estadounidense Nel-
son Reed escribió décadas después uno de los más vivos y convincentes
LOS MAYAS DE QUINTANA ROO relatos sobre las motivaciones de la resistencia maya, de su dramática
evolución y del marco político y económico que acompaña su conclu-
Como se sabe, la tipología inicial de Robert Redfield, profesor de la Uni- sión.15 El propio Reed considera, con justicia, que una de sus mayores
versidad de Chicago, otorgaba a los mayas de la selva quintanarroense aportaciones es haber otorgado mayor perspectiva a los acontecimientos
el grado de evolución social más precario dentro de un rígido esquema posteriores a la llamada guerra de castas. Y no falta quien sostenga que
por el empleo liberal de las fuentes de que hace gala y por la agilidad na-
tural de su pluma, bien puede leerse la obra de Reed como una novela
14
Véase Francisco López de Gómara, Historia de la conquista de México, México, Ed. realista y entretenida. Con todo, creemos que el autor da un paso ade-
Océano, 2003 [1ª. edición: 1552], 66. También véase Samuel Kirkland Lothrop, Tulum, an
archaeological study of the east coast of Yucatan, Washington, The Carnegie Institution of
Washington, 1924, 13, comentado por Rubio Mañé, “Documentos para la historia de Yu-
15
catán, Campeche y Tabasco”, en Archivo de la historia de Yucatán, Campeche y Tabasco, Nelson Reed, La guerra de castas de Yucatán, México, Era, 1971 (1ª. ed. en inglés:
México, Imprenta Aldina, Robredo y Rosell, 1942, pp. XXI y XXI. 1964).

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lante al acudir a los archivos y bibliotecas de Yucatán y al acopiar una gen definitivamente posterior. Justo porque su premisa inicial fue tratar
parte sustancial de documentos del archivo de Honduras Británica (res- de demostrar que el folclor maya no podría entenderse sin considerar las
guardados en Londres), de entre los volúmenes organizados por John bases históricas, fácticas, que le dan asiento, Briker completa su investi-
Burdon.16 gación haciendo extensiva la evidencia de ingredientes mitológicos que
Y en el marco de los estudios contemporáneos que ofrecen nuevas contiene la producción historiográfica. Para ilustrarla, ofrece su expe-
explicaciones de la resistencia indígena, ha destacado sin duda el traba- riencia personal: “Al principio, ingenuamente supuse que el mito y la
jo de Victoria Bricker, El cristo indígena, el rey nativo (en versión castellana historia podrían distinguirse claramente. A posteriori descubrí, con gran
de 1989), cuyo objetivo fue analizar los orígenes y significados de las fes- sorpresa, que la historiografía a menudo tiene bases mitológicas”. No es
tividades y rituales mayas en Yucatán, en los Altos de Chiapas y en Gua- casual, pues, que El cristo indígena, el rey nativo haya devenido en una crí-
temala, así como explicar los fundamentos de las instituciones religiosas tica a la historiografía sobre el tema.19
vigentes. En un contexto nacional propicio para la reinterpretación de la Las conversaciones inconclusas (en español en 1991), del antropólogo
“guerra de castas”, la relectura de Bricker resulta muy útil porque en Paul Sullivan, se amparan en cambio en los copiosos testimonios perso-
las páginas de su libro campea la crítica historiográfica concisa, donde nales de intercambio y comunicación entre mayas y extranjeros. En una
se recuperan en forma razonada aquellos autores que podrían conside- afortunada propuesta ahistórica, fundada en la lingüística y la antropo-
rarse fundamentales: Eligio Ancona, Serapio Baqueiro, Juan Francisco logía, Sullivan rescata y ordena los hilos mayores del trato intercultural
Molina Solís y los materiales clásicos del profesor Cline,17 cuyos papeles fluido, regular, que data de al menos tres generaciones entre mayas y ex-
de trabajo –como apuntamos– habían representado el imán que llevó a tranjeros (visitantes) y que ha tenido como moneda de cambio la memo-
Reed a escribir sobre el tema.18 ria, la profecía (las visiones del pasado y las de un nuevo futuro), las sen-
Victoria Bricker llega a la conclusión de que gran parte de los ingre- saciones de “esclavitud” (a partir de la derrota de 1901), y las esperanzas
dientes de la mitología y del ritual de los mayas (de Yucatán, de Chiapas, y desesperanzas de la paz, la guerra y la libertad. A Sullivan se le puede
de Guatemala) que se consideran previos a la conquista, tienen un ori- leer desde diferentes emplazamientos, pero de éstos preferimos dos:
como hábil proveedor de iconos (intercambios testimoniales donde des-
filan Linbergh, Morley, el príncipe Guillermo de Suecia, Blom, Zuluub,
16
Archives of British Honduras, Londres, Sifton Praed & Co., 3 vols., 1931-1935. Cituk y Villa Rojas) y como un acucioso cronista y crítico de la labor de
17
Véase Eligio Ancona, Historia de Yucatán desde la época más remota hasta nuestros días, los patrocinados por la Institución Carnegie, precursores en el estudio
Mérida, Edición del Gobierno del Estado de Yucatán, 1917; Serapio Baqueiro, Ensayo his- de los mayas de Quintana Roo.20
tórico sobre las revoluciones de Yucatán desde el año de 1840 hasta 1864, 2 tomos, Mérida, Im-
Ubicado cronológicamente entre Bricker y Sullivan, la obra escrita
prenta de Manuel Heredia Argüelles, 1878-1879; Juan Francisco Molina Solís, Historia de
Yucatán desde la independencia de España hasta la época actual, 2 vols., Mérida, Talleres gráfi-
del arqueólogo Grant D. Jones reviste un gran interés para la historia de
cos de la Revista de Yucatán, 1921; y de Howard F. Cline, en especial: “Remarks on a select- la costa suroriental de Yucatán. La mayoría de sus trabajos aún no han
ed bibliography of the Caste War and allied tropics”, en el apéndice de C del libro cita- sido traducidos al español y no creemos exagerar si afirmamos que sus
do de Villa Rojas, The Maya... libros Maya Resistance to Spanish Rule. Time and History on a Colonial Fron-
18
El maestro Moisés González Navarro y Arnold Strickson también son puestos de
relieve por Bricker, aunque se subraya que éstos se guiaron más por preocupaciones
19
de orden económico. Véase Moisés González Navarro, Raza y tierra: la guerra de castas y Victoria Bricker, El cristo indígena, el rey nativo. El sustrato histórico de la mitología del
el henequén, México, El Colegio de México, 1970; y Arnold Strickson, “Hacienda and plan- ritual de los mayas, México, FCE, 1989 (edición en inglés: 1981), 9.
20
tation in Yucatan: An historical-ecological consideration of the folk-urban continuum in Paul Sullivan, Conversaciones inconclusas. Mayas y extranjeros entre dos guerras,
Yucatan”, en América Indígena, núm. 25, 1965, 35-63. Barcelona, Gedisa, 1991 (edición en inglés: 1989).

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CARLOS MACÍAS RICHARD EL CARIBE MEXICANO

lante al acudir a los archivos y bibliotecas de Yucatán y al acopiar una gen definitivamente posterior. Justo porque su premisa inicial fue tratar
parte sustancial de documentos del archivo de Honduras Británica (res- de demostrar que el folclor maya no podría entenderse sin considerar las
guardados en Londres), de entre los volúmenes organizados por John bases históricas, fácticas, que le dan asiento, Briker completa su investi-
Burdon.16 gación haciendo extensiva la evidencia de ingredientes mitológicos que
Y en el marco de los estudios contemporáneos que ofrecen nuevas contiene la producción historiográfica. Para ilustrarla, ofrece su expe-
explicaciones de la resistencia indígena, ha destacado sin duda el traba- riencia personal: “Al principio, ingenuamente supuse que el mito y la
jo de Victoria Bricker, El cristo indígena, el rey nativo (en versión castellana historia podrían distinguirse claramente. A posteriori descubrí, con gran
de 1989), cuyo objetivo fue analizar los orígenes y significados de las fes- sorpresa, que la historiografía a menudo tiene bases mitológicas”. No es
tividades y rituales mayas en Yucatán, en los Altos de Chiapas y en Gua- casual, pues, que El cristo indígena, el rey nativo haya devenido en una crí-
temala, así como explicar los fundamentos de las instituciones religiosas tica a la historiografía sobre el tema.19
vigentes. En un contexto nacional propicio para la reinterpretación de la Las conversaciones inconclusas (en español en 1991), del antropólogo
“guerra de castas”, la relectura de Bricker resulta muy útil porque en Paul Sullivan, se amparan en cambio en los copiosos testimonios perso-
las páginas de su libro campea la crítica historiográfica concisa, donde nales de intercambio y comunicación entre mayas y extranjeros. En una
se recuperan en forma razonada aquellos autores que podrían conside- afortunada propuesta ahistórica, fundada en la lingüística y la antropo-
rarse fundamentales: Eligio Ancona, Serapio Baqueiro, Juan Francisco logía, Sullivan rescata y ordena los hilos mayores del trato intercultural
Molina Solís y los materiales clásicos del profesor Cline,17 cuyos papeles fluido, regular, que data de al menos tres generaciones entre mayas y ex-
de trabajo –como apuntamos– habían representado el imán que llevó a tranjeros (visitantes) y que ha tenido como moneda de cambio la memo-
Reed a escribir sobre el tema.18 ria, la profecía (las visiones del pasado y las de un nuevo futuro), las sen-
Victoria Bricker llega a la conclusión de que gran parte de los ingre- saciones de “esclavitud” (a partir de la derrota de 1901), y las esperanzas
dientes de la mitología y del ritual de los mayas (de Yucatán, de Chiapas, y desesperanzas de la paz, la guerra y la libertad. A Sullivan se le puede
de Guatemala) que se consideran previos a la conquista, tienen un ori- leer desde diferentes emplazamientos, pero de éstos preferimos dos:
como hábil proveedor de iconos (intercambios testimoniales donde des-
filan Linbergh, Morley, el príncipe Guillermo de Suecia, Blom, Zuluub,
16
Archives of British Honduras, Londres, Sifton Praed & Co., 3 vols., 1931-1935. Cituk y Villa Rojas) y como un acucioso cronista y crítico de la labor de
17
Véase Eligio Ancona, Historia de Yucatán desde la época más remota hasta nuestros días, los patrocinados por la Institución Carnegie, precursores en el estudio
Mérida, Edición del Gobierno del Estado de Yucatán, 1917; Serapio Baqueiro, Ensayo his- de los mayas de Quintana Roo.20
tórico sobre las revoluciones de Yucatán desde el año de 1840 hasta 1864, 2 tomos, Mérida, Im-
Ubicado cronológicamente entre Bricker y Sullivan, la obra escrita
prenta de Manuel Heredia Argüelles, 1878-1879; Juan Francisco Molina Solís, Historia de
Yucatán desde la independencia de España hasta la época actual, 2 vols., Mérida, Talleres gráfi-
del arqueólogo Grant D. Jones reviste un gran interés para la historia de
cos de la Revista de Yucatán, 1921; y de Howard F. Cline, en especial: “Remarks on a select- la costa suroriental de Yucatán. La mayoría de sus trabajos aún no han
ed bibliography of the Caste War and allied tropics”, en el apéndice de C del libro cita- sido traducidos al español y no creemos exagerar si afirmamos que sus
do de Villa Rojas, The Maya... libros Maya Resistance to Spanish Rule. Time and History on a Colonial Fron-
18
El maestro Moisés González Navarro y Arnold Strickson también son puestos de
relieve por Bricker, aunque se subraya que éstos se guiaron más por preocupaciones
19
de orden económico. Véase Moisés González Navarro, Raza y tierra: la guerra de castas y Victoria Bricker, El cristo indígena, el rey nativo. El sustrato histórico de la mitología del
el henequén, México, El Colegio de México, 1970; y Arnold Strickson, “Hacienda and plan- ritual de los mayas, México, FCE, 1989 (edición en inglés: 1981), 9.
20
tation in Yucatan: An historical-ecological consideration of the folk-urban continuum in Paul Sullivan, Conversaciones inconclusas. Mayas y extranjeros entre dos guerras,
Yucatan”, en América Indígena, núm. 25, 1965, 35-63. Barcelona, Gedisa, 1991 (edición en inglés: 1989).

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CARLOS MACÍAS RICHARD EL CARIBE MEXICANO

tier y The Conquest of the Last Maya Kingdom (que reúnen sus más acaba- información que ofrece la más completa crónica sobre la conquista espa-
das propuestas) reclaman urgentemente un traductor.21 ñola de los alrededores de Chetemal: la de Gonzalo Fernández de Ovie-
Jones ha dedicado páginas muy valiosas a analizar y contextualizar do.24 Pero, en última instancia, el aporte de Jones consiste, desde nuestro
los asentamientos en la llamada frontera española en Honduras Británi- punto de vista, en actualizar el debate sobre la presumible ubicación y,
ca, en especial en la comunidad de Tipú, que había permanecido un tan- ante todo, la función del señorío chetumaleño, donde sobresalen los
to semioculta para los historiadores hasta 1977, cuando fue incorporada asentamientos de Ichpaatun, Oxtancah, La Iglesia y la isla de Tamalcab.
por Scholes y Thompson al reproducir un censo del siglo XVII.22 El primer (Es de sobra conocido cierto discurso oficial contemporáneo, que al bus-
libro de Jones (Maya Resistance...) aborda centralmente la evolución del car asideros históricos con denuedo, intenta vigorizar una historia urba-
intercambio en el corredor Bacalar-Tipú (en el proceso de conquista na fabricada, cuya acta de nacimiento se ha colocado en 1898).
del Petén); revela una tradición interactiva que puede decirse que lo her- A ello debe agregarse su estimulante propuesta para interpretar la
mana más al Petén y a la porción sur de la llamada provincia maya de estructura social interna de Salamanca de Bacalar, la temprana declina-
Uaymil (Chetemal), que a la provincia de Ecab (Zamá o Tulum y Xel-ha). ción de su cabildo (bajo la hegemonía de la elite hispana) y su importan-
Creemos equilibrado el análisis de Jones sobre la provincia de Chetemal, cia natural como núcleo de intercambio de mercancías, incluso en el
al enmarcarla como una de las más tempranas confluencias entre espa- contexto de la ruta comercial de Valladolid. Llama la atención cómo el
ñoles y comunidades mayas. autor ilustra las actitudes sociales de los pobladores peninsulares, con
Maya Resistance… permite apreciar las afinidades y vínculos entre los quienes los mayas se vieron obligados a interactuar.
pueblos sureños de la costa oriental de Yucatán (la provincia de Uaymil: Lorena Careaga, por su parte, ha presentado algunas conclusiones
Chablé, Bakalal, Chitemal o Chetemal, Chequitaquil, etcétera) y los pue- de su trabajo de revisión de episodios cotidianos registrados durante la
blos que alguna vez fueron relevantes en el territorio del actual Belice resistencia maya, en su libro Hierofanía combatiente. Lucha, simbolismo y
(como Tipú). Un paso adelante en tal dirección (aunque ya enfocado por religiosidad en la guerra de castas (Uqroo-Conacyt, 1998). Basada en infor-
completo en la región de los itzaes) lo ha presentado el mismo Grant D. mación extraída del Archivo Histórico Militar, Careaga dedica la prime-
Jones en su obra posterior (The Conquest of the Last Maya Kingdom, 1999). ra parte de su obra a analizar aspectos asociados con la azarosa vida en
Robert Chamberlain construyó una base inapreciable para la historia combate, tanto entre los mayas como entre los soldados del ejército me-
de la conquista temprana de Yucatán. Sin duda, Chamberlain hizo ex- xicano (en particular, otorga seguimiento al desempeño del general Ró-
tensivo un apropiado bastidor geohistórico para el estudio de las pro- mulo Díaz de la Vega). Resultan apreciables, en esta sección, la evalua-
vincias de Chetumal y Uaymil (con base en testimonios legados por los ción detallada sobre el peso estratégico que tenía Chichanhá para los
célebres Alonsos: Dávila y Luján).23 Chamberlain manejó como nadie la mayas rebeldes, así como una amplia ambientación realizada con infor-
mación original sobre encuentros, hechos y personajes entre 1857 y 1867.
21
Grant D. Jones, Maya Resistance to Spanish Rule. Time and History on a Colonial
Frontier, University of New Mexico Press, 1989; y Grant D. Jones, The Conquest of the Last zalo “Guerrero” en las crónicas de los siglos XVI y XVII, es el que ofrecen Pedro Bracamon-
Maya Kingdom, Stanford University Press, 1999. te y Gabriela Solís, basados en las memorias de un religioso franciscano e historiador:
22
France V. Scholes y Eric S. Thompson, “The Francisco Pérez Probanza and the Ma- Fray Joseph de San Buenaventura. Historias de la conquista del Mayab, 1511-1697, Mérida,
trícula of Tipú”, en Grant D. Jones (ed.), Anthropology and History in Yucatan, Austin, Uni- UADY, 1994.
24
versity of Texas Press, 1977, 43-68. La crónica indispensable para la región se llama Historia general y natural de las
23
Véase Robert S. Chamberlain, The Conquest and Colonization of Yucatan, 1517-1550, Indias (Madrid, Biblioteca de Autores Españoles 1992), de Fernández de Oviedo. Los
Washington, Carnegie Institution, 1948. Otro testimonio, publicado más recientemente, desatinos múltiples del capitán Alonso Dávila y de su subordinado Alonso Luján, en las
que ha estimulado el interés en la misma región, a partir de la difusa presencia de Gon- escaramuzas cercanas a Chetumal, se pueden consultar en el volumen III, libro XXIII.

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CARLOS MACÍAS RICHARD EL CARIBE MEXICANO

tier y The Conquest of the Last Maya Kingdom (que reúnen sus más acaba- información que ofrece la más completa crónica sobre la conquista espa-
das propuestas) reclaman urgentemente un traductor.21 ñola de los alrededores de Chetemal: la de Gonzalo Fernández de Ovie-
Jones ha dedicado páginas muy valiosas a analizar y contextualizar do.24 Pero, en última instancia, el aporte de Jones consiste, desde nuestro
los asentamientos en la llamada frontera española en Honduras Británi- punto de vista, en actualizar el debate sobre la presumible ubicación y,
ca, en especial en la comunidad de Tipú, que había permanecido un tan- ante todo, la función del señorío chetumaleño, donde sobresalen los
to semioculta para los historiadores hasta 1977, cuando fue incorporada asentamientos de Ichpaatun, Oxtancah, La Iglesia y la isla de Tamalcab.
por Scholes y Thompson al reproducir un censo del siglo XVII.22 El primer (Es de sobra conocido cierto discurso oficial contemporáneo, que al bus-
libro de Jones (Maya Resistance...) aborda centralmente la evolución del car asideros históricos con denuedo, intenta vigorizar una historia urba-
intercambio en el corredor Bacalar-Tipú (en el proceso de conquista na fabricada, cuya acta de nacimiento se ha colocado en 1898).
del Petén); revela una tradición interactiva que puede decirse que lo her- A ello debe agregarse su estimulante propuesta para interpretar la
mana más al Petén y a la porción sur de la llamada provincia maya de estructura social interna de Salamanca de Bacalar, la temprana declina-
Uaymil (Chetemal), que a la provincia de Ecab (Zamá o Tulum y Xel-ha). ción de su cabildo (bajo la hegemonía de la elite hispana) y su importan-
Creemos equilibrado el análisis de Jones sobre la provincia de Chetemal, cia natural como núcleo de intercambio de mercancías, incluso en el
al enmarcarla como una de las más tempranas confluencias entre espa- contexto de la ruta comercial de Valladolid. Llama la atención cómo el
ñoles y comunidades mayas. autor ilustra las actitudes sociales de los pobladores peninsulares, con
Maya Resistance… permite apreciar las afinidades y vínculos entre los quienes los mayas se vieron obligados a interactuar.
pueblos sureños de la costa oriental de Yucatán (la provincia de Uaymil: Lorena Careaga, por su parte, ha presentado algunas conclusiones
Chablé, Bakalal, Chitemal o Chetemal, Chequitaquil, etcétera) y los pue- de su trabajo de revisión de episodios cotidianos registrados durante la
blos que alguna vez fueron relevantes en el territorio del actual Belice resistencia maya, en su libro Hierofanía combatiente. Lucha, simbolismo y
(como Tipú). Un paso adelante en tal dirección (aunque ya enfocado por religiosidad en la guerra de castas (Uqroo-Conacyt, 1998). Basada en infor-
completo en la región de los itzaes) lo ha presentado el mismo Grant D. mación extraída del Archivo Histórico Militar, Careaga dedica la prime-
Jones en su obra posterior (The Conquest of the Last Maya Kingdom, 1999). ra parte de su obra a analizar aspectos asociados con la azarosa vida en
Robert Chamberlain construyó una base inapreciable para la historia combate, tanto entre los mayas como entre los soldados del ejército me-
de la conquista temprana de Yucatán. Sin duda, Chamberlain hizo ex- xicano (en particular, otorga seguimiento al desempeño del general Ró-
tensivo un apropiado bastidor geohistórico para el estudio de las pro- mulo Díaz de la Vega). Resultan apreciables, en esta sección, la evalua-
vincias de Chetumal y Uaymil (con base en testimonios legados por los ción detallada sobre el peso estratégico que tenía Chichanhá para los
célebres Alonsos: Dávila y Luján).23 Chamberlain manejó como nadie la mayas rebeldes, así como una amplia ambientación realizada con infor-
mación original sobre encuentros, hechos y personajes entre 1857 y 1867.
21
Grant D. Jones, Maya Resistance to Spanish Rule. Time and History on a Colonial
Frontier, University of New Mexico Press, 1989; y Grant D. Jones, The Conquest of the Last zalo “Guerrero” en las crónicas de los siglos XVI y XVII, es el que ofrecen Pedro Bracamon-
Maya Kingdom, Stanford University Press, 1999. te y Gabriela Solís, basados en las memorias de un religioso franciscano e historiador:
22
France V. Scholes y Eric S. Thompson, “The Francisco Pérez Probanza and the Ma- Fray Joseph de San Buenaventura. Historias de la conquista del Mayab, 1511-1697, Mérida,
trícula of Tipú”, en Grant D. Jones (ed.), Anthropology and History in Yucatan, Austin, Uni- UADY, 1994.
24
versity of Texas Press, 1977, 43-68. La crónica indispensable para la región se llama Historia general y natural de las
23
Véase Robert S. Chamberlain, The Conquest and Colonization of Yucatan, 1517-1550, Indias (Madrid, Biblioteca de Autores Españoles 1992), de Fernández de Oviedo. Los
Washington, Carnegie Institution, 1948. Otro testimonio, publicado más recientemente, desatinos múltiples del capitán Alonso Dávila y de su subordinado Alonso Luján, en las
que ha estimulado el interés en la misma región, a partir de la difusa presencia de Gon- escaramuzas cercanas a Chetumal, se pueden consultar en el volumen III, libro XXIII.

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CARLOS MACÍAS RICHARD EL CARIBE MEXICANO

En la segunda parte, “Hierofanía combatiente” estudia la relevancia cionarios comisionados y de viajeros; rescatan e incorporan en contexto
estratégica del culto a la Cruz que habla, con énfasis en sus implicacio- folletos e informes olvidados del siglo XIX que muestran un incipiente
nes como instrumento de readaptación y resistencia. También nos ofrece comercio en la costa oriental de Yucatán, con actores concretos y regula-
una reseña de la evolución del culto, atendiendo tanto a sus periodos de res; integran a la historiografía relacionada con la costa oriental los in-
mayor apogeo durante la segunda mitad del siglo XIX, como a su condi- gredientes económicos y demográficos de frontera; y en suma, ofrecen
ción actual entre la población maya macehual de Quintana Roo. nuevas explicaciones para enriquecer el escenario que privaba en la cos-
Finalmente, uno de los autores jóvenes que han trabajado consisten- ta oriental antes de su separación del estado de Yucatán.
temente la dinámica contemporánea de las comunidades mayas del cen- En tal sentido, el periodo de 1880 a 1930 ha emergido en las más re-
tro del estado, es el suizo Ueli Hostettler. Este antropólogo ha mantenido cientes décadas como un poderoso remolino que ha atraído hacia su nú-
interés predominante en el estudio del impacto de los sistemas de traba- cleo a una cantidad significativa de profesionales de la historia interesa-
jo y de las normas de justicia en las comunidades campesinas mayas, dos en Quintana Roo.
como determinantes de la estratificación social y económica. Apoyado En épocas actuales, en las que presenciamos el despliegue de locali-
en una fructífera discusión conceptual con referentes históricos y en un dades urbanas en Quintana Roo, con amplio contacto internacional, lo-
comprometido trabajo de campo que lo asemeja a franciscano, el profe- calidades que han encontrado en el turismo un motor para obtener un
sor Hostettler ha centrado su esfuerzo en el análisis del grupo de Xcacal crecimiento demográfico sostenido cercano a 10% anual, casi todo ha lle-
(Yaxley), organizado bajo la agricultura de milpa y una peculiar división vado a reparar en la naturaleza y en la esencia de lo quintanarroense, es-
del trabajo, para descifrar las claves de su elaborada y convincente tipo- pecialmente en el año 2002 en que la entidad cumplió 100 años de haber
logía sobre la estratificación social interna.25 sido fundada.
Consideramos oportuno aprovechar el momento de interés que ha
despertado en la vida local la historia de “lo quintanarroense”, para re-
NUEVAS PREGUNTAS Y NUEVOS TEMAS DE LA HISTORIOGRAFÍA LOCAL flexionar sobre algunas líneas de interpretación. En el proceso de redefi-
nición de líneas de interés de estudio, ha destacado una preocupación o
La investigación y las renovadas lecturas acerca del pasado de esta joven tendencia de interpretación histórica, misma que aún dista de haber en-
entidad, han estado ligadas –como probablemente ocurre en el resto de contrado un cauce afortunado. Me refiero a la tentación de forjar una
los estados del país– a la creación de instituciones académicas locales. historia estatal de Quintana Roo más allá de la propia existencia de
No es casual que, luego de la fundación de las primeras universidades Quintana Roo; es decir, estableciendo una circunscripción imaginaria a
(la Universidad de Quintana Roo, en particular) y de centros investiga- partir de la franja caribeña o costera, por llamarle de alguna manera, o
ción en el estado (El Colegio de la Frontera Sur, por ejemplo), en los más lo que históricamente fue conocido como costa oriental de Yucatán.
recientes 15 años, se hayan incorporado novedosas propuestas de rein- Desde nuestro punto de vista, uno de los inconvenientes de esta
terpretación histórica. perspectiva está en su motivación por encontrar una certificación para la
Desde hace década y media, los investigadores reúnen y sistemati- llamada historia matria. Al respecto, sólo recordaría el enorme escepti-
zan nuevos hallazgos documentales en instituciones públicas, de exfun- cismo que suele mostrar la historiografía yucateca (en cierta forma, justi-
ficado) hacia los intentos de fabricación histórica de lo quintanarroense
25
Véase en particular: Ueli Hostettler, “Social Justice and Socioeconomic Stratifica- antes del siglo XX. Es indudable que hacer historia de la costa oriental de
tion in a Maya Peasant Society: A Case Study from Central Quintana Roo”, LASA, Chi- Yucatán en los siglos XVI-XVIII, pensando que se está haciendo la historia
cago, Illinois, Septiembre 24-26, 1998. de Quintana Roo, requiere de un gran esfuerzo de imaginación y auto-

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CARLOS MACÍAS RICHARD EL CARIBE MEXICANO

En la segunda parte, “Hierofanía combatiente” estudia la relevancia cionarios comisionados y de viajeros; rescatan e incorporan en contexto
estratégica del culto a la Cruz que habla, con énfasis en sus implicacio- folletos e informes olvidados del siglo XIX que muestran un incipiente
nes como instrumento de readaptación y resistencia. También nos ofrece comercio en la costa oriental de Yucatán, con actores concretos y regula-
una reseña de la evolución del culto, atendiendo tanto a sus periodos de res; integran a la historiografía relacionada con la costa oriental los in-
mayor apogeo durante la segunda mitad del siglo XIX, como a su condi- gredientes económicos y demográficos de frontera; y en suma, ofrecen
ción actual entre la población maya macehual de Quintana Roo. nuevas explicaciones para enriquecer el escenario que privaba en la cos-
Finalmente, uno de los autores jóvenes que han trabajado consisten- ta oriental antes de su separación del estado de Yucatán.
temente la dinámica contemporánea de las comunidades mayas del cen- En tal sentido, el periodo de 1880 a 1930 ha emergido en las más re-
tro del estado, es el suizo Ueli Hostettler. Este antropólogo ha mantenido cientes décadas como un poderoso remolino que ha atraído hacia su nú-
interés predominante en el estudio del impacto de los sistemas de traba- cleo a una cantidad significativa de profesionales de la historia interesa-
jo y de las normas de justicia en las comunidades campesinas mayas, dos en Quintana Roo.
como determinantes de la estratificación social y económica. Apoyado En épocas actuales, en las que presenciamos el despliegue de locali-
en una fructífera discusión conceptual con referentes históricos y en un dades urbanas en Quintana Roo, con amplio contacto internacional, lo-
comprometido trabajo de campo que lo asemeja a franciscano, el profe- calidades que han encontrado en el turismo un motor para obtener un
sor Hostettler ha centrado su esfuerzo en el análisis del grupo de Xcacal crecimiento demográfico sostenido cercano a 10% anual, casi todo ha lle-
(Yaxley), organizado bajo la agricultura de milpa y una peculiar división vado a reparar en la naturaleza y en la esencia de lo quintanarroense, es-
del trabajo, para descifrar las claves de su elaborada y convincente tipo- pecialmente en el año 2002 en que la entidad cumplió 100 años de haber
logía sobre la estratificación social interna.25 sido fundada.
Consideramos oportuno aprovechar el momento de interés que ha
despertado en la vida local la historia de “lo quintanarroense”, para re-
NUEVAS PREGUNTAS Y NUEVOS TEMAS DE LA HISTORIOGRAFÍA LOCAL flexionar sobre algunas líneas de interpretación. En el proceso de redefi-
nición de líneas de interés de estudio, ha destacado una preocupación o
La investigación y las renovadas lecturas acerca del pasado de esta joven tendencia de interpretación histórica, misma que aún dista de haber en-
entidad, han estado ligadas –como probablemente ocurre en el resto de contrado un cauce afortunado. Me refiero a la tentación de forjar una
los estados del país– a la creación de instituciones académicas locales. historia estatal de Quintana Roo más allá de la propia existencia de
No es casual que, luego de la fundación de las primeras universidades Quintana Roo; es decir, estableciendo una circunscripción imaginaria a
(la Universidad de Quintana Roo, en particular) y de centros investiga- partir de la franja caribeña o costera, por llamarle de alguna manera, o
ción en el estado (El Colegio de la Frontera Sur, por ejemplo), en los más lo que históricamente fue conocido como costa oriental de Yucatán.
recientes 15 años, se hayan incorporado novedosas propuestas de rein- Desde nuestro punto de vista, uno de los inconvenientes de esta
terpretación histórica. perspectiva está en su motivación por encontrar una certificación para la
Desde hace década y media, los investigadores reúnen y sistemati- llamada historia matria. Al respecto, sólo recordaría el enorme escepti-
zan nuevos hallazgos documentales en instituciones públicas, de exfun- cismo que suele mostrar la historiografía yucateca (en cierta forma, justi-
ficado) hacia los intentos de fabricación histórica de lo quintanarroense
25
Véase en particular: Ueli Hostettler, “Social Justice and Socioeconomic Stratifica- antes del siglo XX. Es indudable que hacer historia de la costa oriental de
tion in a Maya Peasant Society: A Case Study from Central Quintana Roo”, LASA, Chi- Yucatán en los siglos XVI-XVIII, pensando que se está haciendo la historia
cago, Illinois, Septiembre 24-26, 1998. de Quintana Roo, requiere de un gran esfuerzo de imaginación y auto-

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CARLOS MACÍAS RICHARD EL CARIBE MEXICANO

complacencia, así como de la necesaria sinceridad acerca de que se está gráficas académicas.26 La autora concentra su atención en aquellos acto-
trabajando para el consumo discursivo de lo “quintanarroense”. Casi so- res o segmentos internos que figuran como destinatarios del tutelaje del
bra decir que lo “quintanarroense”, como construcción gentilicia, ideo- gobierno federal: mayas, comerciantes, contratistas, chicleros y estibado-
lógica, no puede haber nacido antes de 1902. Por ello, para efectos de res, entre los más significativos. Se trata de actores que no sólo perma-
análisis e interpretación de la evolución histórica de la costa oriental necieron al margen de los planes federales al erigir un nuevo territorio,
de Yucatán, nosotros preferimos emplear el concepto derivado del cro- sino que padecieron con severidad la imposición del estatus territorial,
nista Gonzalo Fernández de Oviedo: el Caribe mexicano. en la medida en que éste perfeccionaba el esquema de control militar
En gran medida, los temas y problemas que han merecido la aten- instaurado a la derrota de los mayas. No es fortuito, por tanto, que el es-
ción de los autores y autoras recientes sobre Quintana Roo han estado tatus territorial lo hayan asumido los dirigentes nacionales de la Revo-
asociados con las líneas de discusión que provienen de los documentos lución, al menos durante la segunda década del siglo XX, como un sinó-
de archivos federales, sean epístolas, informes, memoranda, memorias, nimo de imposición –incluso hacia el estado yucateco– y de coerción
reportes de exploración o crónicas de viaje. La nueva generación de his- federal hacia el conjunto peninsular. Recuérdese la infausta imagen de
toriadores académicos ha intentado visualizar en conjunto los proble- Quintana Roo, a la vez, como botín de funcionarios porfiristas de Fo-
mas perennes del desarrollo quintanarroense, y nos ha planteado nuevas mento y como presidio para opositores.
preguntas, sin dejar de delinear algunas confluencias de gran interés. Tanto en la tesis de Ramayo como en una obra posterior: Nueva fron-
A diferencia de otras entidades, en Quintana Roo el estudio sobre los tera mexicana de Carlos Macías, se puede apreciar cómo el carrancismo no
actores y segmentos sociales que impulsaron algún género de transfor- escatimó esfuerzos para recomponer los liderazgos internos y para labrar
mación revolucionaria (1910-1930), se ha reducido al mínimo. Queremos nuevas alianzas en beneficio de su causa mayor, que era beneficiarse con
decir: la historiografía más reciente –sin proponérselo– ha terminado la bonanza chiclera en su calidad de tutor de aquella entidad.27
por desestimar cualquier hipótesis derivada de la idea del predominio Entre otros experimentos revolucionarios de deslinde con el antiguo
tanto de actores revolucionarios locales. La noción de “revolución desde régimen, ilustrado en forma complementaria por ambos autores, son de
afuera” (mediante la incorporación de factores exógenos de carácter eco- destacar la momentánea desaparición del territorio (símbolo de opre-
nómico, político e ideológico), ha sido aplicada razonablemente en di- sión, tierra de presidio para opositores), la desocupación federal de Chan
versos estudios históricos acerca de Yucatán –Gilbert M. Joseph la plan- Santa Cruz y la apertura de negociaciones para validar las representacio-
teó en 1982–. nes mayas de los generales Francisco May y Juan Bautista Vega. En los
La observación al respecto es que en el territorio de Quintana Roo hechos, la Federación estuvo en condiciones de probarse a sí misma que
incluso los revolucionados (procedentes del exterior) distaron de ser fi- el experimento territorial aún era viable, apenas luego de que el presi-
guras relevantes del ejército nacional o políticos con alianzas de corte dente Carranza pudo negociar con los mayas el reconocimiento mutuo.
regional o nacional; en realidad, no debe extrañar que los dirigentes de- Con ello, además, el Estado revolucionario estuvo en condiciones de em-
signados en Quintana Roo no hayan pasado nunca de actuar como dele- prender la regulación y el control de la explotación forestal.
gados de la Federación, quienes aplicaban tardíamente las iniciativas ex-
perimentadas en otras latitudes. 26
María Teresa Ramayo Lanz, La revolución en Quintana Roo, 1917-1940, México, Tesis
En sentido estricto, a La revolución en Quintana Roo, 1917-1940 de Ma-
de doctorado en Historia por El Colegio de México, 1992.
ría Teresa Ramayo Lanz corresponde el honor de abrir la prolífica déca- 27
Véase Carlos Macías, Nueva frontera mexicana. Milicia, burocracia y ocupación territo-
da de 1990 experimentada en la entidad en cuanto a propuestas historio- rial en Quintana Roo, México, Universidad de Quintana Roo-Conacyt, colecc. “Sociedad y
cultura en la vida de Quintana Roo”, 1998.

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CARLOS MACÍAS RICHARD EL CARIBE MEXICANO

complacencia, así como de la necesaria sinceridad acerca de que se está gráficas académicas.26 La autora concentra su atención en aquellos acto-
trabajando para el consumo discursivo de lo “quintanarroense”. Casi so- res o segmentos internos que figuran como destinatarios del tutelaje del
bra decir que lo “quintanarroense”, como construcción gentilicia, ideo- gobierno federal: mayas, comerciantes, contratistas, chicleros y estibado-
lógica, no puede haber nacido antes de 1902. Por ello, para efectos de res, entre los más significativos. Se trata de actores que no sólo perma-
análisis e interpretación de la evolución histórica de la costa oriental necieron al margen de los planes federales al erigir un nuevo territorio,
de Yucatán, nosotros preferimos emplear el concepto derivado del cro- sino que padecieron con severidad la imposición del estatus territorial,
nista Gonzalo Fernández de Oviedo: el Caribe mexicano. en la medida en que éste perfeccionaba el esquema de control militar
En gran medida, los temas y problemas que han merecido la aten- instaurado a la derrota de los mayas. No es fortuito, por tanto, que el es-
ción de los autores y autoras recientes sobre Quintana Roo han estado tatus territorial lo hayan asumido los dirigentes nacionales de la Revo-
asociados con las líneas de discusión que provienen de los documentos lución, al menos durante la segunda década del siglo XX, como un sinó-
de archivos federales, sean epístolas, informes, memoranda, memorias, nimo de imposición –incluso hacia el estado yucateco– y de coerción
reportes de exploración o crónicas de viaje. La nueva generación de his- federal hacia el conjunto peninsular. Recuérdese la infausta imagen de
toriadores académicos ha intentado visualizar en conjunto los proble- Quintana Roo, a la vez, como botín de funcionarios porfiristas de Fo-
mas perennes del desarrollo quintanarroense, y nos ha planteado nuevas mento y como presidio para opositores.
preguntas, sin dejar de delinear algunas confluencias de gran interés. Tanto en la tesis de Ramayo como en una obra posterior: Nueva fron-
A diferencia de otras entidades, en Quintana Roo el estudio sobre los tera mexicana de Carlos Macías, se puede apreciar cómo el carrancismo no
actores y segmentos sociales que impulsaron algún género de transfor- escatimó esfuerzos para recomponer los liderazgos internos y para labrar
mación revolucionaria (1910-1930), se ha reducido al mínimo. Queremos nuevas alianzas en beneficio de su causa mayor, que era beneficiarse con
decir: la historiografía más reciente –sin proponérselo– ha terminado la bonanza chiclera en su calidad de tutor de aquella entidad.27
por desestimar cualquier hipótesis derivada de la idea del predominio Entre otros experimentos revolucionarios de deslinde con el antiguo
tanto de actores revolucionarios locales. La noción de “revolución desde régimen, ilustrado en forma complementaria por ambos autores, son de
afuera” (mediante la incorporación de factores exógenos de carácter eco- destacar la momentánea desaparición del territorio (símbolo de opre-
nómico, político e ideológico), ha sido aplicada razonablemente en di- sión, tierra de presidio para opositores), la desocupación federal de Chan
versos estudios históricos acerca de Yucatán –Gilbert M. Joseph la plan- Santa Cruz y la apertura de negociaciones para validar las representacio-
teó en 1982–. nes mayas de los generales Francisco May y Juan Bautista Vega. En los
La observación al respecto es que en el territorio de Quintana Roo hechos, la Federación estuvo en condiciones de probarse a sí misma que
incluso los revolucionados (procedentes del exterior) distaron de ser fi- el experimento territorial aún era viable, apenas luego de que el presi-
guras relevantes del ejército nacional o políticos con alianzas de corte dente Carranza pudo negociar con los mayas el reconocimiento mutuo.
regional o nacional; en realidad, no debe extrañar que los dirigentes de- Con ello, además, el Estado revolucionario estuvo en condiciones de em-
signados en Quintana Roo no hayan pasado nunca de actuar como dele- prender la regulación y el control de la explotación forestal.
gados de la Federación, quienes aplicaban tardíamente las iniciativas ex-
perimentadas en otras latitudes. 26
María Teresa Ramayo Lanz, La revolución en Quintana Roo, 1917-1940, México, Tesis
En sentido estricto, a La revolución en Quintana Roo, 1917-1940 de Ma-
de doctorado en Historia por El Colegio de México, 1992.
ría Teresa Ramayo Lanz corresponde el honor de abrir la prolífica déca- 27
Véase Carlos Macías, Nueva frontera mexicana. Milicia, burocracia y ocupación territo-
da de 1990 experimentada en la entidad en cuanto a propuestas historio- rial en Quintana Roo, México, Universidad de Quintana Roo-Conacyt, colecc. “Sociedad y
cultura en la vida de Quintana Roo”, 1998.

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CARLOS MACÍAS RICHARD EL CARIBE MEXICANO

Otra expresión de subsistencia y readaptación continua de los acto- nuevas lealtades regionales al Ejecutivo federal. La propia creación de
res internos, mucho menos dramática al compararla con los grupos ma- una entidad partidista patrocinada en 1929 por la facción revolucionar-
yas, estuvo representada por los comerciantes. Ramayo Lanz define el ia triunfante (el Partido Nacional Revolucionario), podría inscribirse en
paulatino encumbramiento de éstos (“formación de grupos de interés tales esfuerzos.
local”), mismos que llegarían a obtener el mayor beneficio durante la Los sucesivos gobernadores del territorio intentaron colocar también
apertura de la selva territorial. su granito de arena para promover ideas reformistas extraídas del nuevo
Pero quizá lo notable no resida tanto en que el régimen carrancista programa nacional, aunque sus logros resultarían escasos. Como se
haya sido, también, la instancia que impulsó con vigor la apertura de la aprecia en el último capítulo de Nueva frontera mexicana, Antonio Anco-
selva quintanarroense (auge de permisionarios). Probablemente lo relevan- na, un gobernador extraído del oficio periodístico, pareciera que sólo
te, desde el punto de vista político, fue que esos nuevos comerciantes –a arribó para rivalizar tenazmente con los comerciantes de Payo Obispo,
diferencia de los representantes étnicos– pudieron incorporarse en breve hasta que literalmente fue despedido en 1927. Otros gobernadores un
y sin mayor dificultad en el aparato de poder formal, justo en el núcleo de tanto más afortunados, como José Siurob y Rafael Melgar, impulsaron
representación interno de mayor legitimidad: la renovada estructura mu- con mayor consistencia y habilidad la vía del cooperativismo (de abasto
nicipal. Por tanto, no es casual que el análisis de Ramayo Lanz incluya un y de consumo) y el reparto agrario provisional.
apartado especial para tratar acerca del vínculo burocracia-comerciantes. El proceso para elegir al diputado de Quintana Roo al Congreso
Hacia la década de 1920, los comerciantes vinculados con la explotación federal en 1928, es tomado por Ramayo para documentar el origen de la
forestal y con las importaciones de bienes, habían extendido ya su partici- organización partidista y de los sindicatos en el territorio (Partido de
pación en el transporte de mercancías y de personas. Obreros y Campesinos de Payo Obispo y sindicato de estibadores de Co-
La misma paternidad carrancista vale reconocer cuando se habla de zumel). Su relato sobre la febril campaña del candidato obregonista,
los municipios libres, entidades que –cuando existieron en Quintana Librado Abitia, otro ex gobernador del territorio que había padecido una
Roo– se caracterizaron por servir como contrapeso efectivo con respecto suerte muy similar a la de Ancona, llegó a simbolizar –por un lado– la
al gobernador o jefe político. Mientras los municipios libres permanecie- decadencia del obregonismo en el país y en el territorio (Abitia fue de-
ron vigentes en el territorio (de 1917 a 1929), predominaron en su direc- rrotado), y terminó por desnudar –por otro– algo de los usos y abusos
ción los comerciantes, y vaya que menudearon los antagonismos con los que empezaba a perfilar el grupo hegemónico.
gobernadores del territorio.28 Los efectos de la recesión de 1929 afectaron sensiblemente el proyec-
Como es sabido, la edificación del Estado nacional encontró como to cooperativista y la política agraria del gobernador reformista José Siu-
obstáculo la gran diversidad de intereses y liderazgos no formales entre rob e, indirectamente, socavaron la integridad del territorio. De nueva
los grupos regionales. Se ha vuelto común afirmar, incluso, que la Revo- cuenta el gobierno federal, al verse imposibilitado para administrar el te-
lución mexicana perfeccionó la tarea centralizadora, en lo político, del rritorio, no dudó al aliarse con grupos de poder yucatecos y campecha-
porfiriato. Y aunque, en realidad, el origen de los esfuerzos por legitimar nos, para terminar canjeando la selva quintanarroense por apoyo político.
y hacer efectivo el poder federal se ubicó en el siglo XIX, es claro que du- La reposición del territorio, dispuesta poco después por el cardenis-
rante la década de 1920 se intensificaron las estrategias para garantizar mo, ofreció mejores condiciones para el auge del reformismo en Quinta-
na Roo. Pero a pesar del ambicioso proyecto popular, que se planteó
agrupar a los trabajadores en cooperativas (dotadas, a un tiempo, de te-
28
Véanse los capítulos VII y VIII: “Avatares de la reorganización interna, 1916-1920” y rrenos, de créditos y de técnica), tropezó con la explicable incompetencia
“Estampa del poder posrevolucionario”, Ibid. del aparato burocrático para proveer recursos con oportunidad y sufi-

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CARLOS MACÍAS RICHARD EL CARIBE MEXICANO

Otra expresión de subsistencia y readaptación continua de los acto- nuevas lealtades regionales al Ejecutivo federal. La propia creación de
res internos, mucho menos dramática al compararla con los grupos ma- una entidad partidista patrocinada en 1929 por la facción revolucionar-
yas, estuvo representada por los comerciantes. Ramayo Lanz define el ia triunfante (el Partido Nacional Revolucionario), podría inscribirse en
paulatino encumbramiento de éstos (“formación de grupos de interés tales esfuerzos.
local”), mismos que llegarían a obtener el mayor beneficio durante la Los sucesivos gobernadores del territorio intentaron colocar también
apertura de la selva territorial. su granito de arena para promover ideas reformistas extraídas del nuevo
Pero quizá lo notable no resida tanto en que el régimen carrancista programa nacional, aunque sus logros resultarían escasos. Como se
haya sido, también, la instancia que impulsó con vigor la apertura de la aprecia en el último capítulo de Nueva frontera mexicana, Antonio Anco-
selva quintanarroense (auge de permisionarios). Probablemente lo relevan- na, un gobernador extraído del oficio periodístico, pareciera que sólo
te, desde el punto de vista político, fue que esos nuevos comerciantes –a arribó para rivalizar tenazmente con los comerciantes de Payo Obispo,
diferencia de los representantes étnicos– pudieron incorporarse en breve hasta que literalmente fue despedido en 1927. Otros gobernadores un
y sin mayor dificultad en el aparato de poder formal, justo en el núcleo de tanto más afortunados, como José Siurob y Rafael Melgar, impulsaron
representación interno de mayor legitimidad: la renovada estructura mu- con mayor consistencia y habilidad la vía del cooperativismo (de abasto
nicipal. Por tanto, no es casual que el análisis de Ramayo Lanz incluya un y de consumo) y el reparto agrario provisional.
apartado especial para tratar acerca del vínculo burocracia-comerciantes. El proceso para elegir al diputado de Quintana Roo al Congreso
Hacia la década de 1920, los comerciantes vinculados con la explotación federal en 1928, es tomado por Ramayo para documentar el origen de la
forestal y con las importaciones de bienes, habían extendido ya su partici- organización partidista y de los sindicatos en el territorio (Partido de
pación en el transporte de mercancías y de personas. Obreros y Campesinos de Payo Obispo y sindicato de estibadores de Co-
La misma paternidad carrancista vale reconocer cuando se habla de zumel). Su relato sobre la febril campaña del candidato obregonista,
los municipios libres, entidades que –cuando existieron en Quintana Librado Abitia, otro ex gobernador del territorio que había padecido una
Roo– se caracterizaron por servir como contrapeso efectivo con respecto suerte muy similar a la de Ancona, llegó a simbolizar –por un lado– la
al gobernador o jefe político. Mientras los municipios libres permanecie- decadencia del obregonismo en el país y en el territorio (Abitia fue de-
ron vigentes en el territorio (de 1917 a 1929), predominaron en su direc- rrotado), y terminó por desnudar –por otro– algo de los usos y abusos
ción los comerciantes, y vaya que menudearon los antagonismos con los que empezaba a perfilar el grupo hegemónico.
gobernadores del territorio.28 Los efectos de la recesión de 1929 afectaron sensiblemente el proyec-
Como es sabido, la edificación del Estado nacional encontró como to cooperativista y la política agraria del gobernador reformista José Siu-
obstáculo la gran diversidad de intereses y liderazgos no formales entre rob e, indirectamente, socavaron la integridad del territorio. De nueva
los grupos regionales. Se ha vuelto común afirmar, incluso, que la Revo- cuenta el gobierno federal, al verse imposibilitado para administrar el te-
lución mexicana perfeccionó la tarea centralizadora, en lo político, del rritorio, no dudó al aliarse con grupos de poder yucatecos y campecha-
porfiriato. Y aunque, en realidad, el origen de los esfuerzos por legitimar nos, para terminar canjeando la selva quintanarroense por apoyo político.
y hacer efectivo el poder federal se ubicó en el siglo XIX, es claro que du- La reposición del territorio, dispuesta poco después por el cardenis-
rante la década de 1920 se intensificaron las estrategias para garantizar mo, ofreció mejores condiciones para el auge del reformismo en Quinta-
na Roo. Pero a pesar del ambicioso proyecto popular, que se planteó
agrupar a los trabajadores en cooperativas (dotadas, a un tiempo, de te-
28
Véanse los capítulos VII y VIII: “Avatares de la reorganización interna, 1916-1920” y rrenos, de créditos y de técnica), tropezó con la explicable incompetencia
“Estampa del poder posrevolucionario”, Ibid. del aparato burocrático para proveer recursos con oportunidad y sufi-

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CARLOS MACÍAS RICHARD EL CARIBE MEXICANO

ciencia.29 Y en estricta justicia, como señala Ramayo, a lo anterior debie- Stella Maris Arnaiz y Alfredo César Dachary, por su parte, a través
ra sumarse el hecho de que los contratistas chicleros no cesaron en la ta- de obras de muy diversa naturaleza, han animado el enfoque regional
rea de bloquear el esquema cooperativo. –enfáticamente caribeño– al analizar el pasado y el presente de la enti-
Con una perspectiva temporal más amplia, tres estudiosos prove- dad. Estimo que su libro más reciente, El Caribe mexicano, una frontera ol-
nientes del extranjero coincidieron en la revisión histórica minuciosa de vidada puede tomarse como el más acabado referente, ya que sistemati-
la entidad durante la década de 1980 y principios de la siguiente. Se trata za varias de las conclusiones parciales escritas en sus obras anteriores.31
del canadiense Herman Konrad y de los argentinos avecindados en el Con un enfoque que acentúa los procesos económicos regionales, Stella
Caribe mexicano Stella Maris Arnaiz y Alfredo César Dachary. Maris Arnaiz y César Dachary distinguen cinco etapas en la historia de
En el caso del desaparecido profesor Konrad, más que legarnos una la costa oriental de Yucatán, de la cual emergería Quintana Roo al inicio del
obra acabada y extensiva, nos entregó un conjunto de artículos con temáti- siglo XX.
ca original y factura escrupulosa, agrupados bajo la línea de la interacción La etapa en la que César Dachary y Arnaiz Burne inscriben a la revo-
sociedad-medio ambiente. Los temas que predominaron en sus trabajos lución no resulta diferente, comprensiblemente, a la que reservan para el
son: sistemas de producción chiclera, subsistencia de comunidades fores- porfiriato. En poco más de medio siglo que va desde la administración
tales, transformación de la economía maya y, más recientemente, impacto de Porfirio Díaz hasta la fase revolucionaria no sólo tiene lugar la derro-
de los huracanes en las prácticas de subsistencia maya. Justo en uno de sus ta militar de los mayas y la creación del territorio de Quintana Roo; tam-
últimos artículos, el profesor Konrad aventuró una hipótesis sugerente, bién se presentan transformaciones socioeconómicas decisivas, entre las
que es de nuestro interés recuperar. Argumentó que la destrucción de la cuales César Dachary y Arnaiz Burne destacan el repoblamiento de la
selva causada por tormentas tropicales, y los ciclos de sucesión que le si- frontera para la explotación de las maderas preciosas y el chicle, así como
guen, se asemejan no sólo a la agricultura de roza, o de tumba-roza-quema, una más compleja relación comercial con Belice. Este renovado vínculo
sino también a los ciclos de sucesión naturales, que son más lentos y pre- de Quintana Roo con Belice, en palabras de César Dachary y Arnaiz
decibles. Así, mientras que las más discutidas causas del declive de la civi- Burne, “incluye la inserción de ambos en un gran enclave forestal tribu-
lización maya prehispánica aluden a factores políticos, patrones demográ- tario de las compañías estadounidenses e integrado al circuito de Repú-
ficos, guerra y comercio, Konrad sugiere con audacia que la adaptación a blicas bananeras controladas por la United Fruit, la Pan American Airli-
los efectos ecológicos de las tormentas tropicales repercutió también en el nes y la Ward Line”.32
éxito o el fracaso de las estrategias de subsistencia.30

29
Uno de los procesos económicos más importantes en Quintana Roo durante la se-
gunda mitad del siglo XX lo representó el ambicioso programa oficial de nuevos centros en Revista Mexicana del Caribe, núm. 1, Chetumal, enero-junio de 1996, 99-130. Otro ar-
de población ejidal, una modalidad moderna de colonización, particularmente en la mar- tículo de interés de Konrad es: “Capitalismo y trabajo en los bosques de las tierras bajas
gen fronteriza del río Hondo. Nos parecen significativos tres trabajos que, desde diferen- tropicales mexicanas: el caso de la industria del chicle”, en Historia Mexicana, núm. 143,
tes enfoques, abordan el tema de la migración, la política de dotación y el proceso de po- México, enero-marzo de 1987, 465-505.
31
blamiento. Éstos son: Odile Fort, La colonización ejidal en Quintana Roo, México, INI, 1979; Algunas de sus obras anteriores, son: El Caribe mexicano, una introducción a su histo-
Victoria Chenaut, Migrantes y aventureros en la frontera sur, México, CIESAS, 1989; y Martha ria, México, CIQRO, 1992; y El Caribe mexicano; hombres e ideas, México, Cuadernos de la
Mendoza, “La colonización dirigida en Quintana Roo”, en Secuencia, núm. 37, México, Casa Chata, 1985.
32
Instituto Mora, enero-abril de 1997, 95-110. Stella Maris Arnaiz y Alfredo César Dachary, El Caribe mexicano, una frontera olvi-
30
Véase Herman Konrad, “Caribbean tropical storms. Ecological implications for dada, Chetumal, Universidad de Quintana Roo-Fundación de Parques y Museos de
pre-Hispanic and contemporary Maya subsistence practices on the Yucatan peninsula”, Cozumel, 1998, 24-25.

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CARLOS MACÍAS RICHARD EL CARIBE MEXICANO

ciencia.29 Y en estricta justicia, como señala Ramayo, a lo anterior debie- Stella Maris Arnaiz y Alfredo César Dachary, por su parte, a través
ra sumarse el hecho de que los contratistas chicleros no cesaron en la ta- de obras de muy diversa naturaleza, han animado el enfoque regional
rea de bloquear el esquema cooperativo. –enfáticamente caribeño– al analizar el pasado y el presente de la enti-
Con una perspectiva temporal más amplia, tres estudiosos prove- dad. Estimo que su libro más reciente, El Caribe mexicano, una frontera ol-
nientes del extranjero coincidieron en la revisión histórica minuciosa de vidada puede tomarse como el más acabado referente, ya que sistemati-
la entidad durante la década de 1980 y principios de la siguiente. Se trata za varias de las conclusiones parciales escritas en sus obras anteriores.31
del canadiense Herman Konrad y de los argentinos avecindados en el Con un enfoque que acentúa los procesos económicos regionales, Stella
Caribe mexicano Stella Maris Arnaiz y Alfredo César Dachary. Maris Arnaiz y César Dachary distinguen cinco etapas en la historia de
En el caso del desaparecido profesor Konrad, más que legarnos una la costa oriental de Yucatán, de la cual emergería Quintana Roo al inicio del
obra acabada y extensiva, nos entregó un conjunto de artículos con temáti- siglo XX.
ca original y factura escrupulosa, agrupados bajo la línea de la interacción La etapa en la que César Dachary y Arnaiz Burne inscriben a la revo-
sociedad-medio ambiente. Los temas que predominaron en sus trabajos lución no resulta diferente, comprensiblemente, a la que reservan para el
son: sistemas de producción chiclera, subsistencia de comunidades fores- porfiriato. En poco más de medio siglo que va desde la administración
tales, transformación de la economía maya y, más recientemente, impacto de Porfirio Díaz hasta la fase revolucionaria no sólo tiene lugar la derro-
de los huracanes en las prácticas de subsistencia maya. Justo en uno de sus ta militar de los mayas y la creación del territorio de Quintana Roo; tam-
últimos artículos, el profesor Konrad aventuró una hipótesis sugerente, bién se presentan transformaciones socioeconómicas decisivas, entre las
que es de nuestro interés recuperar. Argumentó que la destrucción de la cuales César Dachary y Arnaiz Burne destacan el repoblamiento de la
selva causada por tormentas tropicales, y los ciclos de sucesión que le si- frontera para la explotación de las maderas preciosas y el chicle, así como
guen, se asemejan no sólo a la agricultura de roza, o de tumba-roza-quema, una más compleja relación comercial con Belice. Este renovado vínculo
sino también a los ciclos de sucesión naturales, que son más lentos y pre- de Quintana Roo con Belice, en palabras de César Dachary y Arnaiz
decibles. Así, mientras que las más discutidas causas del declive de la civi- Burne, “incluye la inserción de ambos en un gran enclave forestal tribu-
lización maya prehispánica aluden a factores políticos, patrones demográ- tario de las compañías estadounidenses e integrado al circuito de Repú-
ficos, guerra y comercio, Konrad sugiere con audacia que la adaptación a blicas bananeras controladas por la United Fruit, la Pan American Airli-
los efectos ecológicos de las tormentas tropicales repercutió también en el nes y la Ward Line”.32
éxito o el fracaso de las estrategias de subsistencia.30

29
Uno de los procesos económicos más importantes en Quintana Roo durante la se-
gunda mitad del siglo XX lo representó el ambicioso programa oficial de nuevos centros en Revista Mexicana del Caribe, núm. 1, Chetumal, enero-junio de 1996, 99-130. Otro ar-
de población ejidal, una modalidad moderna de colonización, particularmente en la mar- tículo de interés de Konrad es: “Capitalismo y trabajo en los bosques de las tierras bajas
gen fronteriza del río Hondo. Nos parecen significativos tres trabajos que, desde diferen- tropicales mexicanas: el caso de la industria del chicle”, en Historia Mexicana, núm. 143,
tes enfoques, abordan el tema de la migración, la política de dotación y el proceso de po- México, enero-marzo de 1987, 465-505.
31
blamiento. Éstos son: Odile Fort, La colonización ejidal en Quintana Roo, México, INI, 1979; Algunas de sus obras anteriores, son: El Caribe mexicano, una introducción a su histo-
Victoria Chenaut, Migrantes y aventureros en la frontera sur, México, CIESAS, 1989; y Martha ria, México, CIQRO, 1992; y El Caribe mexicano; hombres e ideas, México, Cuadernos de la
Mendoza, “La colonización dirigida en Quintana Roo”, en Secuencia, núm. 37, México, Casa Chata, 1985.
32
Instituto Mora, enero-abril de 1997, 95-110. Stella Maris Arnaiz y Alfredo César Dachary, El Caribe mexicano, una frontera olvi-
30
Véase Herman Konrad, “Caribbean tropical storms. Ecological implications for dada, Chetumal, Universidad de Quintana Roo-Fundación de Parques y Museos de
pre-Hispanic and contemporary Maya subsistence practices on the Yucatan peninsula”, Cozumel, 1998, 24-25.

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CARLOS MACÍAS RICHARD EL CARIBE MEXICANO

LA NUEVA GENERACIÓN INTERIOR33 mentaria de aquellas versiones escritas por los actores directos o indirec-
tos de los procesos locales, como Carlos Hoy y Jesús Martínez Ross.35
Antonio Higuera, Luz del Carmen Vallarta y Gabriel Macías iniciaron, du- Luz del Carmen Vallarta, por su parte, ha logrado una de las más
rante la década de 1980, un loable trabajo de recuperación documental en afortunadas aproximaciones conceptuales a la identidad quintanarroen-
el Instituto Quintanarroense de la Cultura. Se dieron a la tarea de crear la se, al adentrase y analizar –apoyada en gran parte por la tradición oral
sala bibliográfica, donde concentraron la reproducción de notables expe- lugareña– la categoría sociocultural del payobispense, aquel actor que
dientes de interés local procedentes del Archivo General de la Nación. pudo crear y recrear una región delimitada por el norte de Honduras
En el caso de Higuera, la línea de interés histórico se desplazaría en dos Británica (hoy Belice) y el sur de Quintana Roo. En su obra póstuma Los
sentidos: por un lado, hacia el análisis de las tentativas de defensa del es- payobispenses. Identidad, población y cultura en la frontera México-Belice
tatuto y la integridad territorial y, por otro, hacia el estudio de la presencia (Universidad de Quintana Roo-Conacyt, 2002), Vallarta propone nume-
maya en la conformación del territorio, sin desestimar los sucesivos cam- rosos accesos que ayudan a comprender mejor el origen cultural-reli-
bios en los renglones administrativos y comerciales de la frontera.34 gioso de los refugiados mayas y yucatecos que huyeron de la “guerra de
En cuanto al rosario de desventuras a que fue sometido el estatuto te- castas”, más allá de las frases que habían sido comunes en la historiogra-
rritorial durante el siglo XX, nos resulta digno de destacar que Higuera fía tradicional. De hecho, una de las conclusiones notables que nos trans-
haya procurado plantear una de las escasas historias razonadas sobre el mite el libro de Vallarta tiene que ver con la manera en que la población
origen político y cultural del nativismo, de los comités proterritorio (y pro- maya yucateca, luego de residir durante décadas en Honduras Británica
defensa territorial), así como del movimiento progobernador nativo (y y compartir el espacio sociocultural con otros grupos étnicos, pudo asi-
proestado); se trata de un estudio de la resistencia interior que incorpora milar, integrar y enriquecer un cúmulo de tradiciones que hoy alimen-
nuevos documentos y que, en mucho, puede leerse como obra comple- tan la identidad fronteriza, payobispense.
En otro frente, comprometido con el análisis de procesos históricos
33
acotados y de tratamiento exhaustivo, Gabriel Macias Zapata presentó
A falta de un título mejor, definimos así a la generación que ha publicado sus obras
en fecha reciente los resultados de una prolija investigación que tituló La
mayores a partir de la década de 1990, y que en gran parte mantiene adscripción en las
instituciones de educación superior e investigación del estado. Un punto de confluencia península fracturada.36 Aunque el propósito inicial fue analizar, con todas
entre ellos han sido los proyectos de investigación en donde participan. Ha resultado so- sus implicaciones, el ciclo forestal localizado en el oriente de la penínsu-
bresaliente, en tal sentido, el ambicioso programa editorial de la Universidad de Quinta- la de Yucatán previo al establecimiento del territorio de Quintana Roo,
na Roo, en Chetumal, así como el programa de investigación “Sociedad y cultura en la 1884-1902, sus resultados desde luego van mucho más allá: no sólo abor-
vida de Quintana Roo”, formado en la misma institución, al cual pertenecieron Luz del
da con detenimiento las modalidades que adoptaron la colonización y el
Carmen Vallarta, Lorena Careaga, Antonio Higuera, Martín Ramos y Carlos Macías.
34
En el primer sentido, Higuera publicó dos obras en cierta forma complementarias:
poblamiento, los flujos comerciales y las compañías que hicieron de la
Historias y hombres: el comité pro-territorio de Quintana Roo (México, FOPE, 1992) y A dios las demanda de palo de tinte, chicle y caoba su manera de sobrevivir y acu-
deudas y al alcalde las jaranas. Religión y política en el Caribe mexicano (México, Universidad
de Quintana Roo-Conacyt, colecc. “Sociedad y cultura en la vida de Quintana Roo”,
35
1999), la cual contiene dos secciones que sin duda hubieran merecido una presentación Nos referimos a la Breve historia de Quintana Roo, de Carlos Hoy (México, 1971) y
por separado: la organización y crecimiento de los testigos de Jehová en la frontera; y la Al pie de la letra (Crónica de Quintana Roo), de Jesús Martínez Ross (México, Electrocomp,
búsqueda del autogobierno en el siglo XX quintanarroense. En el segundo sentido, el 1986).
36
vínculo temático se dio entre las memorias de El general May, último jefe de las tribus mayas El título completo es La península fracturada. Conformación marítima, social y forestal
(Chetumal, FOPE, 1993); y Quintana Roo entre tiempos: Política, poblamiento y explotación fo- del territorio federal de Quintana Roo, 1884-1902, México, Ciesas-Uqroo-Miguel Ángel Po-
restal, 1872-1925 (Chetumal, Universidad de Quintana Roo-Editora Norte Sur, 1997). rrúa, 2002.

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CARLOS MACÍAS RICHARD EL CARIBE MEXICANO

LA NUEVA GENERACIÓN INTERIOR33 mentaria de aquellas versiones escritas por los actores directos o indirec-
tos de los procesos locales, como Carlos Hoy y Jesús Martínez Ross.35
Antonio Higuera, Luz del Carmen Vallarta y Gabriel Macías iniciaron, du- Luz del Carmen Vallarta, por su parte, ha logrado una de las más
rante la década de 1980, un loable trabajo de recuperación documental en afortunadas aproximaciones conceptuales a la identidad quintanarroen-
el Instituto Quintanarroense de la Cultura. Se dieron a la tarea de crear la se, al adentrase y analizar –apoyada en gran parte por la tradición oral
sala bibliográfica, donde concentraron la reproducción de notables expe- lugareña– la categoría sociocultural del payobispense, aquel actor que
dientes de interés local procedentes del Archivo General de la Nación. pudo crear y recrear una región delimitada por el norte de Honduras
En el caso de Higuera, la línea de interés histórico se desplazaría en dos Británica (hoy Belice) y el sur de Quintana Roo. En su obra póstuma Los
sentidos: por un lado, hacia el análisis de las tentativas de defensa del es- payobispenses. Identidad, población y cultura en la frontera México-Belice
tatuto y la integridad territorial y, por otro, hacia el estudio de la presencia (Universidad de Quintana Roo-Conacyt, 2002), Vallarta propone nume-
maya en la conformación del territorio, sin desestimar los sucesivos cam- rosos accesos que ayudan a comprender mejor el origen cultural-reli-
bios en los renglones administrativos y comerciales de la frontera.34 gioso de los refugiados mayas y yucatecos que huyeron de la “guerra de
En cuanto al rosario de desventuras a que fue sometido el estatuto te- castas”, más allá de las frases que habían sido comunes en la historiogra-
rritorial durante el siglo XX, nos resulta digno de destacar que Higuera fía tradicional. De hecho, una de las conclusiones notables que nos trans-
haya procurado plantear una de las escasas historias razonadas sobre el mite el libro de Vallarta tiene que ver con la manera en que la población
origen político y cultural del nativismo, de los comités proterritorio (y pro- maya yucateca, luego de residir durante décadas en Honduras Británica
defensa territorial), así como del movimiento progobernador nativo (y y compartir el espacio sociocultural con otros grupos étnicos, pudo asi-
proestado); se trata de un estudio de la resistencia interior que incorpora milar, integrar y enriquecer un cúmulo de tradiciones que hoy alimen-
nuevos documentos y que, en mucho, puede leerse como obra comple- tan la identidad fronteriza, payobispense.
En otro frente, comprometido con el análisis de procesos históricos
33
acotados y de tratamiento exhaustivo, Gabriel Macias Zapata presentó
A falta de un título mejor, definimos así a la generación que ha publicado sus obras
en fecha reciente los resultados de una prolija investigación que tituló La
mayores a partir de la década de 1990, y que en gran parte mantiene adscripción en las
instituciones de educación superior e investigación del estado. Un punto de confluencia península fracturada.36 Aunque el propósito inicial fue analizar, con todas
entre ellos han sido los proyectos de investigación en donde participan. Ha resultado so- sus implicaciones, el ciclo forestal localizado en el oriente de la penínsu-
bresaliente, en tal sentido, el ambicioso programa editorial de la Universidad de Quinta- la de Yucatán previo al establecimiento del territorio de Quintana Roo,
na Roo, en Chetumal, así como el programa de investigación “Sociedad y cultura en la 1884-1902, sus resultados desde luego van mucho más allá: no sólo abor-
vida de Quintana Roo”, formado en la misma institución, al cual pertenecieron Luz del
da con detenimiento las modalidades que adoptaron la colonización y el
Carmen Vallarta, Lorena Careaga, Antonio Higuera, Martín Ramos y Carlos Macías.
34
En el primer sentido, Higuera publicó dos obras en cierta forma complementarias:
poblamiento, los flujos comerciales y las compañías que hicieron de la
Historias y hombres: el comité pro-territorio de Quintana Roo (México, FOPE, 1992) y A dios las demanda de palo de tinte, chicle y caoba su manera de sobrevivir y acu-
deudas y al alcalde las jaranas. Religión y política en el Caribe mexicano (México, Universidad
de Quintana Roo-Conacyt, colecc. “Sociedad y cultura en la vida de Quintana Roo”,
35
1999), la cual contiene dos secciones que sin duda hubieran merecido una presentación Nos referimos a la Breve historia de Quintana Roo, de Carlos Hoy (México, 1971) y
por separado: la organización y crecimiento de los testigos de Jehová en la frontera; y la Al pie de la letra (Crónica de Quintana Roo), de Jesús Martínez Ross (México, Electrocomp,
búsqueda del autogobierno en el siglo XX quintanarroense. En el segundo sentido, el 1986).
36
vínculo temático se dio entre las memorias de El general May, último jefe de las tribus mayas El título completo es La península fracturada. Conformación marítima, social y forestal
(Chetumal, FOPE, 1993); y Quintana Roo entre tiempos: Política, poblamiento y explotación fo- del territorio federal de Quintana Roo, 1884-1902, México, Ciesas-Uqroo-Miguel Ángel Po-
restal, 1872-1925 (Chetumal, Universidad de Quintana Roo-Editora Norte Sur, 1997). rrúa, 2002.

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CARLOS MACÍAS RICHARD EL CARIBE MEXICANO

mular recursos monetarios.37 También se detiene a escudriñar acerca de Como otros autores que han concentrado sus estudios en los siste-
lo que hasta ahora nos había parecido obvio, o al menos nos había pare- mas económicos, Gabriel Macías no se contenta con las explicaciones po-
cido consustancial al escenario de la resistencia maya: la existencia del líticas acerca del surgimiento del territorio federal de Quintana Roo.
México selvático no regulado, sustraído a las leyes y a las instituciones Descree de las versiones tradicionales (mismas que pusieron en boga los
de la administración pública. funcionarios federales de aquella época) que atribuyen en exclusiva el
Después de todo, ¿a quién podría extrañarle que las compañías fo- nacimiento de la entidad a la incompetencia del gobierno yucateco para
restales hicieran del contrabando de madera, de chicle, de colorantes y afrontar la rebelión de los mayas.
de comestibles una forma de vida en la frontera con Belice, si se carecía Estamos de acuerdo en que a estas alturas esa interpretación resulta
ahí de instituciones fiscales durante las décadas en que transcurrió la re- parcial, incompleta –aunque desde luego nada maniquea–. Bien recuer-
sistencia maya? da Gabriel Macías que, con antelación al nacimiento del territorio, el go-
A pesar de que Gabriel Macías define como “táctica del gobierno fe- bierno federal había tomado control de las tierras baldías o nacionales, y
deral de concesionar a empresarios yucatecos una parte considerable del que esta acción restringió el margen de maniobra en la costa oriental
territorio de los mayas”, el autor no duda en afirmar que tales concesiones para el gobierno yucateco.
forestales nada tuvieron que ver con el auge henequero que se experimen- Por lo demás, quienes hemos estudiado el papel del concesionario y
tó en el noroeste peninsular. Y es que con base en la trayectoria de Manuel gestor Sierra Méndez en Yucatán, así como de otros personajes parale-
Sierra Méndez, comerciante y funcionario aduanal –mismo que había sido los, contemporáneos entre sí, como los que actuaron en el valle del Yaqui
analizado como concesionario en Cozumel en las obras de Michael An- (Sonora) y en el distrito norte de Baja California, podemos suscribir –sin
tochiw38 y Carlos Macías Richard39–, el autor establece que los beneficia- poner en litigio lo económico con lo político– la idea de que las zonas
rios yucatecos fueron la punta de lanza para separar a este territorio del económicas suelen anteceder y apurar la propia “zonificación” política
estado de Yucatán, a contracorriente del grupo de políticos meridanos. y administrativa.
Por último, uno de los más jóvenes integrantes de la generación inte-
37 rior, Martín Ramos, ha emplazado su especialización en literatura hispá-
Un artículo previo, de gran interés sobre un periodo similar, fue escrito por Martha
Villalobos: “Las concesiones forestales de Quintana Roo a fines del porfiriato”, en Relacio- nica hacia el universo humanístico, educativo y literario, que ofrece el
nes, núm. 53, Zamora, El Colegio de Michoacán, 1993, 87-112. pasado en el Caribe mexicano.
38
Una de las obras que han tratado con mayor detenimiento la historia de esta isla La aproximación de Ramos al tema concluyó en una original pro-
es la de Michel Antochiw y Alfredo César Dachary, Historia de Cozumel, México, CONAC- puesta en forma de tríptico. La diáspora de los letrados (Universidad de
ULTA, 1991. La primera parte (escrita por Antochiw) es la más abundante, aunque no está
Quintana Roo-Conacyt, 1997) es un libro con tres afluentes que, sin pro-
centrada en el siglo XX. Con todo, el único libro que rastrea deliberadamente los aconteci-
mientos políticos ligados con la Revolución en la isla fue escrito por Gonzalo Rosado Itu-
ponérselo, convergen en la tarea de inventariar el proceso de seculariza-
rralde, Breve historia de Cozumel, publicado en 1940 por Linotipográfica Peninsular. Un ción experimentado entre los pueblos de la costa oriental, a través de la
trabajo más reciente, el de Martín Ramos (Cozumel. Vida porteña, Universidad de Quinta- vida y la influencia de educadores, clérigos y poetas.
na Roo, 1999), se concentra en la década de 1920 y años posteriores, con énfasis en las ac- En la primera parte, el autor redescubre las andanzas del bacalareño
tividades de la Negociación Chiclera Mexicana y en los nacientes empresarios. Juan de Dios Enríquez en el bando liberal (primera mitad del siglo XIX),
39
En Nueva frontera mexicana. Milicia, burocracia y ocupación territorial en Quintana Roo,
a la vez que se esfuerza por sacar del anonimato a Alpuche (poeta de
de Carlos Macías, se analizan la concesiones de Sierra Méndez y de otras compañías en
Cozumel, Isla Mujeres y en tierra continental y fronteriza, en el contexto de la política fe- Tihosuco) y a otros tantos prolíficos creadores de procedencia ignota
deral hacia la costa oriental de Yucatán. El propósito central de la obra es estudiar la con- (como Delgado, Trujillo y Quiroga), de quienes sólo se sabía que habían
formación del territorio federal hasta entrados los años 1920. visto la luz cerca de Salamanca de Bacalar.

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CARLOS MACÍAS RICHARD EL CARIBE MEXICANO

mular recursos monetarios.37 También se detiene a escudriñar acerca de Como otros autores que han concentrado sus estudios en los siste-
lo que hasta ahora nos había parecido obvio, o al menos nos había pare- mas económicos, Gabriel Macías no se contenta con las explicaciones po-
cido consustancial al escenario de la resistencia maya: la existencia del líticas acerca del surgimiento del territorio federal de Quintana Roo.
México selvático no regulado, sustraído a las leyes y a las instituciones Descree de las versiones tradicionales (mismas que pusieron en boga los
de la administración pública. funcionarios federales de aquella época) que atribuyen en exclusiva el
Después de todo, ¿a quién podría extrañarle que las compañías fo- nacimiento de la entidad a la incompetencia del gobierno yucateco para
restales hicieran del contrabando de madera, de chicle, de colorantes y afrontar la rebelión de los mayas.
de comestibles una forma de vida en la frontera con Belice, si se carecía Estamos de acuerdo en que a estas alturas esa interpretación resulta
ahí de instituciones fiscales durante las décadas en que transcurrió la re- parcial, incompleta –aunque desde luego nada maniquea–. Bien recuer-
sistencia maya? da Gabriel Macías que, con antelación al nacimiento del territorio, el go-
A pesar de que Gabriel Macías define como “táctica del gobierno fe- bierno federal había tomado control de las tierras baldías o nacionales, y
deral de concesionar a empresarios yucatecos una parte considerable del que esta acción restringió el margen de maniobra en la costa oriental
territorio de los mayas”, el autor no duda en afirmar que tales concesiones para el gobierno yucateco.
forestales nada tuvieron que ver con el auge henequero que se experimen- Por lo demás, quienes hemos estudiado el papel del concesionario y
tó en el noroeste peninsular. Y es que con base en la trayectoria de Manuel gestor Sierra Méndez en Yucatán, así como de otros personajes parale-
Sierra Méndez, comerciante y funcionario aduanal –mismo que había sido los, contemporáneos entre sí, como los que actuaron en el valle del Yaqui
analizado como concesionario en Cozumel en las obras de Michael An- (Sonora) y en el distrito norte de Baja California, podemos suscribir –sin
tochiw38 y Carlos Macías Richard39–, el autor establece que los beneficia- poner en litigio lo económico con lo político– la idea de que las zonas
rios yucatecos fueron la punta de lanza para separar a este territorio del económicas suelen anteceder y apurar la propia “zonificación” política
estado de Yucatán, a contracorriente del grupo de políticos meridanos. y administrativa.
Por último, uno de los más jóvenes integrantes de la generación inte-
37 rior, Martín Ramos, ha emplazado su especialización en literatura hispá-
Un artículo previo, de gran interés sobre un periodo similar, fue escrito por Martha
Villalobos: “Las concesiones forestales de Quintana Roo a fines del porfiriato”, en Relacio- nica hacia el universo humanístico, educativo y literario, que ofrece el
nes, núm. 53, Zamora, El Colegio de Michoacán, 1993, 87-112. pasado en el Caribe mexicano.
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Una de las obras que han tratado con mayor detenimiento la historia de esta isla La aproximación de Ramos al tema concluyó en una original pro-
es la de Michel Antochiw y Alfredo César Dachary, Historia de Cozumel, México, CONAC- puesta en forma de tríptico. La diáspora de los letrados (Universidad de
ULTA, 1991. La primera parte (escrita por Antochiw) es la más abundante, aunque no está
Quintana Roo-Conacyt, 1997) es un libro con tres afluentes que, sin pro-
centrada en el siglo XX. Con todo, el único libro que rastrea deliberadamente los aconteci-
mientos políticos ligados con la Revolución en la isla fue escrito por Gonzalo Rosado Itu-
ponérselo, convergen en la tarea de inventariar el proceso de seculariza-
rralde, Breve historia de Cozumel, publicado en 1940 por Linotipográfica Peninsular. Un ción experimentado entre los pueblos de la costa oriental, a través de la
trabajo más reciente, el de Martín Ramos (Cozumel. Vida porteña, Universidad de Quinta- vida y la influencia de educadores, clérigos y poetas.
na Roo, 1999), se concentra en la década de 1920 y años posteriores, con énfasis en las ac- En la primera parte, el autor redescubre las andanzas del bacalareño
tividades de la Negociación Chiclera Mexicana y en los nacientes empresarios. Juan de Dios Enríquez en el bando liberal (primera mitad del siglo XIX),
39
En Nueva frontera mexicana. Milicia, burocracia y ocupación territorial en Quintana Roo,
a la vez que se esfuerza por sacar del anonimato a Alpuche (poeta de
de Carlos Macías, se analizan la concesiones de Sierra Méndez y de otras compañías en
Cozumel, Isla Mujeres y en tierra continental y fronteriza, en el contexto de la política fe- Tihosuco) y a otros tantos prolíficos creadores de procedencia ignota
deral hacia la costa oriental de Yucatán. El propósito central de la obra es estudiar la con- (como Delgado, Trujillo y Quiroga), de quienes sólo se sabía que habían
formación del territorio federal hasta entrados los años 1920. visto la luz cerca de Salamanca de Bacalar.

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CARLOS MACÍAS RICHARD EL CARIBE MEXICANO

Menos difusos resultan los personajes que desfilan en los capítulos 1) La historiografía del siglo XX quintanarroense ha mostrado una ten-
restantes. Creemos que éstos representan un sustancial grano de arena dencia similar a la registrada en otros estados en cuanto a alta in-
en la tarea de explicar la historia de los procesos educativos (y de las ins- fluencia de temas político-administrativos, en demérito de los aspec-
tituciones que los propician) en el Caribe mexicano, una línea historio- tos culturales, económicos y sociales.
gráfica que espera mayor atención.40 En uno de los capítulos llama nues- Sin embargo, debe precisarse que se cuenta con una profusa tra-
tra atención el recuento de libros escolares empleados antes de la guerra dición de estudios especializados en la población maya, derivada de
de castas y el contraste analítico entre los usos y lecciones de caligrafía y la historiografía sobre Yucatán, en la cual la aportación de académi-
la educación femenina. cos del extranjero ha sido y es decisiva. Esta tradición historiográfi-
El empleo extensivo del archivo de la Secretaría de Educación Publi- ca, que ha abordado desde sus orígenes aspectos culturales, sociales
ca (resguardado en la ciudad de México), permitió a Ramos no sólo esta- y económicos, permanece unida a los conceptos y visiones de la ar-
blecer un diagnóstico de las dificultades comunes padecidas por las ins- queología, la lingüística y la antropología.
tituciones educativas del estado, sino documentar en los hechos aquel 2) Uno de los materiales que la historiografía quintanarroense del siglo
que fue el reto mayor asumido por los gobiernos derivados de la revolu- XX ha empleado en abundancia han sido los informes o memorias le-
ción mexicana: llevar hacia los indígenas (en este caso exrebeldes) el dis- gadas por las incontables comisiones oficiales de estudio, mismas
curso integrador del mestizaje, envuelto en las virtudes emergentes del que ofrecen testimonios de primera mano. Ello se debe al protagonis-
nacionalismo revolucionario, cuya proyección concreta en la selva quin- mo que tuvo la administración pública federal en la vida del territo-
tanarroense lo hacía ver (aún en 1930) como un engendro discursivo tan rio quintanarroense (los altos responsables institucionales residieron
extraño como temido. siempre fuera de la península). Algunos de esos materiales cubren
Entre los temas dignos de destacar en este proceso, pueden señalarse desde la última fase del porfiriato hasta la década de 1950.
el arribo de la SEP al territorio, las escuelas y los jefes indígenas, las tri- Una consecuencia práctica del empleo extendido o exclusivo de
bulaciones de la vida escolar en Chan Santa Cruz y la creación de institu- tales fuentes, ha sido el predominio de la visión gubernamental so-
ciones en siete localidades fronterizas, consideradas como fruto de la mi- bre la interpretación de la vida económica y política local, así como
gración posrevolucionaria. la desestimación de los problemas de carácter social, cultural y los
derivados de la nueva identidad territorial.
3) En Quintana Roo, la historiografía demoró en beneficiarse del trata-
CONCLUSIONES miento profesional un poco más del tiempo que el resto del país. La
investigación académica y las renovadas lecturas acerca del pasado
Algunos de los planteamientos más relevantes del presente balance de esta entidad han estado ligadas a la creación de instituciones edu-
historiográfico podrían resumirse en los siguientes puntos. cativas locales. No es casual que, luego de la fundación de las prime-
ras universidades y centros investigación en el estado en los recientes
40
Ramos ha contribuido, asimismo, a recuperar aspectos de la vida comercial y edu- 15 años, se hayan incorporado novedosas propuestas de reinterpre-
cativa en Cozumel y en Carrillo Puerto, respectivamente. Dos recientes publicaciones tación histórica.
que dan cuenta de ello son: Cozumel. Vida porteña, México, Universidad de Quintana Roo-
Gran parte de los estudios especializados recientes han incorpo-
Conacyt-Ayuntamiento de Cozumel-Fundación de parques y museos de Cozumel, 1999;
y Niños mayas, maestros criollos. Rebelión indígena y educación en los confines del trópico, Mé- rado fuentes archivísticas externas. Los historiadores empiezan a
xico, Universidad de Quintana Roo-Fundación Oasis-Gobierno del Estado de Quintana reunir y a sistematizar hallazgos documentales en instituciones pú-
Roo, 2001. blicas federales; incorporan en contexto folletos e informes olvida-

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CARLOS MACÍAS RICHARD EL CARIBE MEXICANO

Menos difusos resultan los personajes que desfilan en los capítulos 1) La historiografía del siglo XX quintanarroense ha mostrado una ten-
restantes. Creemos que éstos representan un sustancial grano de arena dencia similar a la registrada en otros estados en cuanto a alta in-
en la tarea de explicar la historia de los procesos educativos (y de las ins- fluencia de temas político-administrativos, en demérito de los aspec-
tituciones que los propician) en el Caribe mexicano, una línea historio- tos culturales, económicos y sociales.
gráfica que espera mayor atención.40 En uno de los capítulos llama nues- Sin embargo, debe precisarse que se cuenta con una profusa tra-
tra atención el recuento de libros escolares empleados antes de la guerra dición de estudios especializados en la población maya, derivada de
de castas y el contraste analítico entre los usos y lecciones de caligrafía y la historiografía sobre Yucatán, en la cual la aportación de académi-
la educación femenina. cos del extranjero ha sido y es decisiva. Esta tradición historiográfi-
El empleo extensivo del archivo de la Secretaría de Educación Publi- ca, que ha abordado desde sus orígenes aspectos culturales, sociales
ca (resguardado en la ciudad de México), permitió a Ramos no sólo esta- y económicos, permanece unida a los conceptos y visiones de la ar-
blecer un diagnóstico de las dificultades comunes padecidas por las ins- queología, la lingüística y la antropología.
tituciones educativas del estado, sino documentar en los hechos aquel 2) Uno de los materiales que la historiografía quintanarroense del siglo
que fue el reto mayor asumido por los gobiernos derivados de la revolu- XX ha empleado en abundancia han sido los informes o memorias le-
ción mexicana: llevar hacia los indígenas (en este caso exrebeldes) el dis- gadas por las incontables comisiones oficiales de estudio, mismas
curso integrador del mestizaje, envuelto en las virtudes emergentes del que ofrecen testimonios de primera mano. Ello se debe al protagonis-
nacionalismo revolucionario, cuya proyección concreta en la selva quin- mo que tuvo la administración pública federal en la vida del territo-
tanarroense lo hacía ver (aún en 1930) como un engendro discursivo tan rio quintanarroense (los altos responsables institucionales residieron
extraño como temido. siempre fuera de la península). Algunos de esos materiales cubren
Entre los temas dignos de destacar en este proceso, pueden señalarse desde la última fase del porfiriato hasta la década de 1950.
el arribo de la SEP al territorio, las escuelas y los jefes indígenas, las tri- Una consecuencia práctica del empleo extendido o exclusivo de
bulaciones de la vida escolar en Chan Santa Cruz y la creación de institu- tales fuentes, ha sido el predominio de la visión gubernamental so-
ciones en siete localidades fronterizas, consideradas como fruto de la mi- bre la interpretación de la vida económica y política local, así como
gración posrevolucionaria. la desestimación de los problemas de carácter social, cultural y los
derivados de la nueva identidad territorial.
3) En Quintana Roo, la historiografía demoró en beneficiarse del trata-
CONCLUSIONES miento profesional un poco más del tiempo que el resto del país. La
investigación académica y las renovadas lecturas acerca del pasado
Algunos de los planteamientos más relevantes del presente balance de esta entidad han estado ligadas a la creación de instituciones edu-
historiográfico podrían resumirse en los siguientes puntos. cativas locales. No es casual que, luego de la fundación de las prime-
ras universidades y centros investigación en el estado en los recientes
40
Ramos ha contribuido, asimismo, a recuperar aspectos de la vida comercial y edu- 15 años, se hayan incorporado novedosas propuestas de reinterpre-
cativa en Cozumel y en Carrillo Puerto, respectivamente. Dos recientes publicaciones tación histórica.
que dan cuenta de ello son: Cozumel. Vida porteña, México, Universidad de Quintana Roo-
Gran parte de los estudios especializados recientes han incorpo-
Conacyt-Ayuntamiento de Cozumel-Fundación de parques y museos de Cozumel, 1999;
y Niños mayas, maestros criollos. Rebelión indígena y educación en los confines del trópico, Mé- rado fuentes archivísticas externas. Los historiadores empiezan a
xico, Universidad de Quintana Roo-Fundación Oasis-Gobierno del Estado de Quintana reunir y a sistematizar hallazgos documentales en instituciones pú-
Roo, 2001. blicas federales; incorporan en contexto folletos e informes olvida-

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CARLOS MACÍAS RICHARD EL CARIBE MEXICANO

dos del siglo XIX que muestran los circuitos habituales del trato co- ANEXO: MAPAS
mercial en la costa oriental de Yucatán; integran ingredientes econó-
micos y demográficos de frontera; y en suma, ofrecen nuevos puntos Mapa 1. Conquista española del Caribe mexicano.
de vista sobre la dinámica de desarrollo y “colonización” del Caribe
mexicano.
4) El periodo de 1880 a 1940 (fase formativa del territorio) ha emergido
en las más recientes décadas como un poderoso remolino que ha
atraído hacia su núcleo a una cantidad significativa de profesionales
de la historia. Sin embargo, a diferencia de otras entidades, en Quin-
tana Roo el estudio sobre los actores sociales que impulsaron algún
género de transformación revolucionaria (1910-1930), ha sido míni-
mo, y está relacionado con la peculiaridad del estatus territorial. De
la misma forma, como en otras entidades del país, aún distan de ser
abundantes los estudios acerca de la segunda mitad del siglo XX.

Ruta elaborada con base en el Informe del contador y capitán Alonso Dávila, capitán de las par-
tes de Yicatán a vuestra magestad Carlios I de España, tomado del Archivo General de Indias
(AGI), Sevilla, España, Patronato, 20, N. 2, R. 3/1. ff. 1.19.

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CARLOS MACÍAS RICHARD EL CARIBE MEXICANO

dos del siglo XIX que muestran los circuitos habituales del trato co- ANEXO: MAPAS
mercial en la costa oriental de Yucatán; integran ingredientes econó-
micos y demográficos de frontera; y en suma, ofrecen nuevos puntos Mapa 1. Conquista española del Caribe mexicano.
de vista sobre la dinámica de desarrollo y “colonización” del Caribe
mexicano.
4) El periodo de 1880 a 1940 (fase formativa del territorio) ha emergido
en las más recientes décadas como un poderoso remolino que ha
atraído hacia su núcleo a una cantidad significativa de profesionales
de la historia. Sin embargo, a diferencia de otras entidades, en Quin-
tana Roo el estudio sobre los actores sociales que impulsaron algún
género de transformación revolucionaria (1910-1930), ha sido míni-
mo, y está relacionado con la peculiaridad del estatus territorial. De
la misma forma, como en otras entidades del país, aún distan de ser
abundantes los estudios acerca de la segunda mitad del siglo XX.

Ruta elaborada con base en el Informe del contador y capitán Alonso Dávila, capitán de las par-
tes de Yicatán a vuestra magestad Carlios I de España, tomado del Archivo General de Indias
(AGI), Sevilla, España, Patronato, 20, N. 2, R. 3/1. ff. 1.19.

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CARLOS MACÍAS RICHARD EL CARIBE MEXICANO

Mapa 2. Propuesta de demarcación para British Yucatán, 1785. Mapa 3. Rutas marítimas en el bajo Caribe mexicano, 1785.

Tomado del Archivo Histórico Nacional (AHN), Madrid, Legajo 4227, Signatura 939. Título:
“Parte de los Ríos Hondo, Nuevo y Belice, cercana a la costa, e islas adyacentes. 1785”.
Tomado del Archivo Histórico Nacional (AHN), Madrid, Legajo 4227, Signatura 941. Título:
“Provincia de Yucatán.” El mapa presenta el estado de avance en las negociaciones hispano-bri-
tánicas para ceder una franja de terreno para la explotación de palo de tinte, en beneficio de de
los colonos de ésta última potencia, en los límites del Río Hondo, Nuevo y Belice. El mapa está
fechado el 11 de noviembre de 1785. El terreno marcado con “A” fue cedido a los ingleses por
medio del tratado de paz previo, al cual éstos empezaron a llamar “British Yucatán”. El “B” co-
rresponde a la línea de demarcación que propusieron los ingleses el 28 de marzo de 1785, desde
Río Molino hasta el Río Walix, de cuya palabra se derivó Belice. El “C” corresponde a la fran-
ja que les ofrecieron los negociadores españoles, desde Río Sebun hasta el Walix. El “D” consis-
tía en los límites revisados (ampliados) de la demanda inglesa de noviembre del mismo año. El
límite marítimo “E” representa la línea que se estableció el 28 de marzo del año citado para per-
mitir la navegación y la pesquería inglesas. Finalmente, el límite marítimo “H” indica la de-
manda ampliada de éstos, presentada a finales de 1785.

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CARLOS MACÍAS RICHARD EL CARIBE MEXICANO

Mapa 2. Propuesta de demarcación para British Yucatán, 1785. Mapa 3. Rutas marítimas en el bajo Caribe mexicano, 1785.

Tomado del Archivo Histórico Nacional (AHN), Madrid, Legajo 4227, Signatura 939. Título:
“Parte de los Ríos Hondo, Nuevo y Belice, cercana a la costa, e islas adyacentes. 1785”.
Tomado del Archivo Histórico Nacional (AHN), Madrid, Legajo 4227, Signatura 941. Título:
“Provincia de Yucatán.” El mapa presenta el estado de avance en las negociaciones hispano-bri-
tánicas para ceder una franja de terreno para la explotación de palo de tinte, en beneficio de de
los colonos de ésta última potencia, en los límites del Río Hondo, Nuevo y Belice. El mapa está
fechado el 11 de noviembre de 1785. El terreno marcado con “A” fue cedido a los ingleses por
medio del tratado de paz previo, al cual éstos empezaron a llamar “British Yucatán”. El “B” co-
rresponde a la línea de demarcación que propusieron los ingleses el 28 de marzo de 1785, desde
Río Molino hasta el Río Walix, de cuya palabra se derivó Belice. El “C” corresponde a la fran-
ja que les ofrecieron los negociadores españoles, desde Río Sebun hasta el Walix. El “D” consis-
tía en los límites revisados (ampliados) de la demanda inglesa de noviembre del mismo año. El
límite marítimo “E” representa la línea que se estableció el 28 de marzo del año citado para per-
mitir la navegación y la pesquería inglesas. Finalmente, el límite marítimo “H” indica la de-
manda ampliada de éstos, presentada a finales de 1785.

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CARLOS MACÍAS RICHARD EL CARIBE MEXICANO

BIBLIOGRAFÍA CERVANTES DE SALAZAR, Francisco, Crónica de la Nueva España, México, Ed. Po-
rrúa, [1ª. edición: 1914], 1985.
AGUIRRE, Amado, Informe que rinde al C. Presidente de la República el jefe de la Co- CLINE, Howard F., “Remarks on a selected bibliography of the Caste War and
misión nombrada por el mismo, para hacer el estudio de Quintana Roo, México, allied tropics”, en el Apéndice de C de Alfonso VILLA ROJAS, The Maya of the
Dirección de Estudios Geográficos y Climatológicos, 1925. East Central Quintana Roo, Washington, Carnegie Institution, 1945.
ÁLVAREZ CORAL, Juan, Historia de Quintana Roo, Chetumal, Ediciones del Gobier- CORTÉS, Hernán, Cartas de Relación (edición de Mario Hernández Sánchez-Bar-
no del Estado, 1971. ba), Madrid, Ed. Dastin Historia, Serie Crónicas de América [1ª edición con
––––, Galería de gobernadores de Quintana Roo, Chetumal, Chetumal, Ediciones del las cartas completas: 1678], 2000.
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