Sunteți pe pagina 1din 3

Sal 31:24 Esforzaos todos vosotros los que esperáis en Jehová, y tome vuestro corazón aliento.

ES TIEMPO DE SER VALIENTES


JOSUÉ 1,1-9

I INTRODUCCIÓN
Es común que el hijo de Dios pase por diversos tiempos de temor y angustia. Pero no es la voluntad de
Dios que esto ocurra con demasiada frecuencia. Me atrevería a decir que no es su voluntad que ocurra
(¿..?). Pero como Él sabe que nos enfrentaremos a esos “gigantes”, nos prepara para que les hagamos
frente, dándonos valor y ejercitándonos contra el desánimo y la profunda depresión.
Es una verdad bíblica que “el temor pone lazo” (Pr 29,25).
Nos sentimos atrapados en el pantano de la angustia, perdemos la confianza en las promesas de Dios y
nos inclinamos a oír otras voces, antes que oír la voz del Señor. Sería irreal pensar que las
enfermedades, los problemas económicos, los desastres naturales, los sueños frustrados, las relaciones
rotas (los amores que se van y no vuelven), todo eso, no causan dolor y generan desaliento y temor.
¿Qué hacer? ¿Cómo salir más fortalecido de las crisis?

La palabra de Dios nos ofrece una solución para ello y nos da esperanza, nos muestra que no somos los
únicos que sentimos temor ante los nuevos retos. Los grandes hombres de Dios también pasaron por
tiempos así. Sea que estemos a las puertas de una gran bendición y atemorizados -quizás- por el nuevo
desafío que supone alcanzar dicha bendición o, en medio de una seria derrota, lidiando tal vez con las
cosas más insignificantes que en otro tiempo no nos causarían desaliento ni nos pondrían
melancólicos, Dios tiene una salida y nos provee aliento por medio de su Palabra. Hay un ejemplo
bíblico que nos ayudará a poner las cosas en la perspectiva correcta, Josué estuvo en una circunstancia
que lo hizo sentir temor y desaliento antes de entrar a una gran bendición. Se sentía derrotado antes
de comenzar la batalla.

¿Qué hizo Dios para cambiar su temor en seguridad? ¿Qué podemos aprender para cuando
enfrentemos momentos similares?.

II DIOS LE DA TRES ÓRDENES Y TRES PROMESAS


1. La primera orden: “Levántate y pasa el Jordán” (v. 2)
El reto era grande: Moisés había muerto. − ¿Y, ahora? “Te toca a ti, Josué”—. La promesa anticipada
consistía en que Dios ya les había entregado la tierra. Desde mucho antes, Dios había planeado darles
una gran cantidad de tierra como posesión: “todo lugar que pisare la planta del pie…”. Eso significaba
que la meta la ponían ellos, los límites los ponían ellos. ¿Adónde querían ir y qué tierras querían poseer?
Si miraban al sur tenían el desierto de Arabia; si se dirigían al norte, tenían el imponente Líbano; si
cruzaban al este, encontrarían el río Éufrates y si al occidente, el Mar Mediterráneo.

En la mente de Dios el triunfo estaba asegurado: Dios veía el plan y la conquista como realizados. No
había forma de perder esa guerra. Josué y su pueblo tienen la responsabilidad de entrar y poseer, – ¡y
había que hacerlo pronto!–. La expresión: “levántate y pasa este Jordán” (v.2), implican prisa,
obediencia sin retraso. No puede haber dilación en nuestra voluntad para hacer lo que Dios dice. Ellos
no deberían claudicar entre dos pensamientos. Al final de la vida de Josué (cap24), todavía se alcanza a
ver este dilema en el pueblo.
2. La segunda orden: “Toma posesión de la tierra” (v.2b).
No hay excusas. Hay una tarea que cumplir, es entrar y poseer. Debían extenderse por todo el vasto
territorio de Canaán y hacerlo suyo. El límite era: “todo lugar que pisare la planta de vuestro pie…”. La
promesa para Josué era que “nadie le haría frente en todos sus días” (v.5). Dios le promete que estará
con él, le asegura su presencia diariamente: no lo iba dejar ni a desamparar.

Como representante y jefe del pueblo, la promesa incluía no sólo a Josué sino a todos. Las frases:
“estaré contigo”, “no te dejaré”, “ni te desampararé” son una misma promesa dicha en tres modos
diferentes, por repetición sinonímica (propio del idioma hebreo), para asegurarle la certeza de su
presencia. Debió de ser una tranquilidad para Josué saber que Dios estaba comprometido con su
presencia diaria y constante, cada vez que lo necesitara y donde lo necesitara, siempre estaría ahí.

3. La tercera orden: “Se valiente y medita en la Ley de Dios” (v.6)


El término usado para esforzarse es jazaq, que implica una combinación de fortaleza moral y física.
Tres veces Dios le pide a Josué que se esfuerce y sea valiente (v.6.7.9) y hasta la misma gente le dice a
Josué que se esfuerce y sea valiente (v.17.18). Con todo esto en mente, lo más seguro es que Josué −el
buen espía, valiente y esforzado de otros años (cuando Moisés lo envió a reconocer la tierra junto con
Caleb), lleno de experiencia y conocimiento, es ahora el hombre temeroso, miedoso y al que le faltan
las fuerzas−. Había crecido a la sombra del “poderoso” Moisés, y remplazarlo, era otra cosa.
Pero Dios era el mismo. ¿Cuál temor había que temer? Ninguno. Pero Josué lo tiene, es un ser humano,
a veces fuerte, creyente, confiado, valiente; otras veces, dubitativo, triste, y hasta derrotado sin
emprender aún la batalla. ¿Qué necesita?: la presencia de Dios. Es eso lo que Dios le promete, después
de la orden de marcha. Vuelve y le reitera que tendrá su presencia a “donde quiera que él vaya” (v.9).

No es la primera vez que Dios está pensando en Josué para fortalecerlo, no es la primera vez que se lo
dice, ya van tres veces y hasta una más: si vemos Dt 3,28, Dios le pide a Moisés que anime y fortalezca
a Josué: “Da tus órdenes a Josué, dale ánimo y valor, porque él pasará al frente de este pueblo: él le
pondrá en posesión de esa tierra que ves.”. Todos tenemos una imagen fuerte de Josué, pero parece
que Josué era un hombre al que había que fortalecer continuamente, Dios siempre estaba pensando
en eso (ver también, Jos 8,1).
Sin embargo, Josué es el hombre de Dios para la gran tarea de la Conquista. Si el desánimo era una falla
en Josué (no hay forma de probarlo, salvo por estas repetidas ocasiones), por lo menos, sabemos que
fue un motivo para que él, el gran general del ejército de Dios, no confiara en su propio poder, sino en
el poder de Dios y en su fuerza. Lo vemos, al final del libro, cuando ha repartido toda la tierra,
insistiendo en que, si todo el pueblo quiere ir en pos de otros dioses, él no, porque él y su casa servirán
al Señor (Jos 24,15).

Siempre confió en Dios a pesar de sus debilidades, y a Dios le plugo usarlo, porque Dios se especializa
en dar fuerzas al que no tiene ningunas. De hecho, sus ojos andan buscando a quien fortalecer. La
Biblia de Jerusalén traduce en 2Cr 16,9, así: “Porque los ojos de Yahvé recorren toda la tierra,
para fortalecer a los que tienen corazón entero para con él”. Aquí aparece el mismo término jazaq, que
el hebreo utiliza para referirse a Josué. La verdad que nos queda de esto es que ¡Dios se complace en
buscar gente a quien fortalecer!
Sin embargo, esforzarse y ser valiente no es la única orden que Dios le da a Josué. La orden que
acompaña al esfuerzo y la valentía, es meditar en la ley de Dios (v.7). ¡Como si el esfuerzo y el valor
moral y físico del hombre dependieran de ello! Y es así. No hay otro pan que sostenga y nutra más
nuestra vida que el alimento de la palabra de Dios. “No te apartes de ella ni a diestra ni a siniestra”, es
la orden de Dios (v.7).
El problema de Josué estaría en escuchar otras voces, o en seguir sus propios pensamientos, y no la voz
de Dios, esa sería su derrota. La frase “Nunca se apartará de tu boca” (v.8), es repetición de “No te
apartes” (v.7). También se repiten los resultados de meditar y guardar la ley de Dios (vers. 7.9),
siempre son los mismos: traernos prosperidad, que todo salga bien, que todo emprendimiento y toda
empresa que comencemos sea prosperada (si no a los ojos del mundo, sí a los ojos del Señor – ¡y su
concepto es el que importa!–). Si somos prosperados a la manera de Dios, tendremos éxito. Josué
pudo terminar en prosperidad, porque prosperidad significa “terminar los días bien”.

III PLAN DE TRABAJO


Necesitamos oír de nuevo a Dios: “Esfuérzate y sé valiente; no temas ni desmayes”.
El Sal 31:24 nos ordena “Esforzaos todos vosotros los que esperáis en Jehová”

Lunes : Esfuérzate en la COMUNIÓN CRISTIANA


“es muy bueno estar unidos y reunidos”.
Debemos visitarnos, acompañarnos y estimularnos al crecimiento cristiano.

Martes : Esfuérzate en CONGREGARTE REGULARMENTE


“Es un privilegio y una obligación no desatender nuestra asistencia al templo”.

Miércoles : Esfuérzate en LECTURA BÍBLICA


“Estudiantes sin cuadernos y cristianos sin Biblia”.
Con la Reforma ganamos el privilegio de tener y leer nuestra Biblia… hagámoslo

Jueves : Esfuérzate en ORACIÓN


“Toda meta, objetivo o propósito, en cualquier área, son imposibles sin oración”.
Culto de oración, alabanza y testimonio

Viernes : Esfuérzate en EVANGELIZAR


“Debemos compartir lo que hemos recibido”.
Esta reunión será evangelística, cada hermano invita a un amigo, vecino o compañero

S-ar putea să vă placă și