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1 Parte Segunda. TEMA 2. EL DERECHO COMUNITARIO.

TEMA 2.
 EL DERECHO COMUNITARIO. SUS FUENTES.
 LOS REGLAMENTOS, LAS DIRECTIVAS Y LAS DECISIONES.
DIFERENCIAS.
 RELACIONES ENTRE EL DERECHO COMUNITARIO Y EL
ORDENAMIENTO JURÍDICO DE LOS ESTADOS MIEMBROS.
 LOS PROCEDIMIENTOS DE INFRACCIÓN.
 PARTICULARIDADES DEL CASO ESPAÑOL. EL PAPEL DE LAS
COMUNIDADES AUTÓNOMAS.

1. EL DERECHO COMUNITARIO. SUS FUENTES.

Las fuentes del Derecho Comunitario son tres, a saber, las fuentes primarias, las fuentes
derivadas o secundarias y las fuentes de Derecho subsidiario.

Las fuentes primarias, o Derecho primario, constan básicamente de los Tratados


constitutivos de la UE. Las fuentes derivadas están constituidas por elementos del Derecho basado
en los Tratados. Figuran en el Derecho derivado o secundario, el Derecho derivado unilateral y el
Derecho convencional. Las fuentes subsidiarias están formadas por elementos del Derecho que no
están previstos en los Tratados. Se trata de la jurisprudencia del Tribunal de Justicia (TJUE), del
Derecho internacional y de los principios generales del Derecho.

1.1. Las fuentes de Derecho primario.

Las fuentes primarias proceden sobre todo de los Tratados: el Tratado de la UE (TUE) y el
Tratado de Funcionamiento de la UE (TFUE). Estos Tratados enuncian el reparto de competencias
entre la UE y los Estados miembros, y constituyen la base del poder de las instituciones europeas.
Además, el Derecho primario también consta de los Tratados por los que se modifica la UE; los
Protocolos anejos a los Tratados fundacionales y modificativos; y los Tratados de Adhesión.

1.2. Las fuentes de Derecho derivado.

El Tratado de Lisboa instaura una jerarquía de las normas de Derecho derivado al


establecer, en los art. 289, 290 y 291 del TFUE, una distinción precisa entre los actos legislativos, los
actos delegados y los actos de ejecución. Se definen como actos legislativos los actos jurídicos

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adoptados con arreglo a un procedimiento legislativo, ordinario o especial. Por el contrario, los actos
delegados son actos no legislativos de alcance general que completan o modifican determinados
elementos no esenciales de un acto legislativo. El legislador (Parlamento Europeo y Consejo) puede
delegar en la Comisión los poderes para adoptar este tipo de actos. El acto legislativo delimita los
objetivos, el contenido, el alcance y la duración de la delegación de poderes, así como, llegado el
caso, los procedimientos de urgencia. Además, el legislador fija las condiciones a las que estará sujeta
la delegación, que podrán consistir en la facultad para revocar la delegación, por una parte, y formular
objeciones, por otra. Los actos de ejecución son generalmente adoptados por la Comisión,
competente para ello en el caso de los actos jurídicamente vinculantes que requieren condiciones
uniformes de ejecución. Únicamente en casos específicos debidamente justificados y en el ámbito de
la PESC, el Consejo podrá adoptar actos de ejecución. Cuando el acto de base se adopte con arreglo
al procedimiento legislativo ordinario, el Parlamento Europeo o el Consejo podrán indicar a la Comisión
que un proyecto de acto de ejecución excede las competencias de ejecución establecidas en el acto
de base. En tal caso, la Comisión debe revisar el proyecto de acto de ejecución.

El Derecho derivado comprende los actos unilaterales y los actos convencionales.

1.2.1. Actos unilaterales.

Los actos unilaterales pueden clasificarse en dos categorías:

 Los que figuran en la nomenclatura del art. 288 del TFUE. Se trata de actos típicos que puede
ser obligatorios (se deben motivar haciendo referencia a los Tratados como los reglamentos,
las directivas y las decisiones) y no obligatorios (dictámenes y recomendaciones).
 Los que no figuran en la nomenclatura del art. 288 del TFUE. Se trata de actos atípicos que
se encuentran previstos en otras disposiciones de los Tratados o bien se derivan de la práctica
institucional. Estos actos tienen un ámbito de aplicación político, aunque por lo general no
tienen un efecto jurídico vinculante.
- Actos atípicos previstos en los Tratados: reglamentos internos de las instituciones de
la UE. Determinan la organización, el funcionamiento y las normas de procedimiento
internas. Sólo son vinculantes para la institución en cuestión.
- Actos atípicos no previstos en los Tratados: cada una de las instituciones de la UE ha
desarrollado una serie de instrumentos en el marco de su propia actividad. Así, el
Parlamento Europeo se expresa mediante resoluciones o declaraciones; el Consejo
adopta conclusiones, resoluciones u orientaciones; y la Comisión aprueba
comunicaciones para presentar nuevos programas políticos, libros verdes cuyo objetivo
es lanzar consultas públicas y recabar la información necesaria para poder elaborar una
propuesta legislativa y libros blancos que detallan dichas propuestas.

En virtud del principio de atribución, los actos se basan en un fundamento jurídico del TUE o
del TFUE que corresponda al ámbito en el que las autoridades europeas desean intervenir. Si no
existe una base jurídica precisa, pueden recurrir a la cláusula de flexibilidad (art. 352 del TFUE) que se
refiere a las competencias subsidiarias de la UE. Los actos unilaterales aprobados por las instituciones
europeas están sujetos al control jurisdiccional del TJUE.

Por lo que se refiere al aspecto formal, los actos están sujetos a la obligación de vistos, en
referencia al fundamento jurídico en el que se basan (antes de la motivación y de la parte dispositiva y

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precedidos del término “Visto”) y de motivación (entre los vistos y la parte dispositiva, y precedidos
por la expresión “Considerando lo siguiente”).

Por lo que se refiere a la publicidad, los actos deben publicarse en el Diario Oficial de la UE
(DOUE). En algunos casos, como la decisión, se notifican también a los destinatarios. Por lo que se
refiere a la entrada en vigor, se produce en principio el día de la notificación o de la publicación en el
DOUE. De forma excepcional, los actos pueden prever una entrada en vigor posterior al vigésimo día
siguiente al de la publicación. También pueden prever una fecha de aplicación posterior a la fecha de
entrada en vigor.

1.2.2. Actos convencionales.

Los actos convencionales son fruto de un acuerdo de voluntades celebrado por las instituciones
europeas entre sí o con un tercero. Generan derechos y obligaciones pero a diferencia de los actos
unilaterales, no se derivan de un procedimiento legislativo ni de la sola voluntad de una institución.

Además, los Tratados constitutivos de la UE prevén dos grandes tipos de actos


convencionales: los acuerdos internacionales y los acuerdos interinstitucionales.

 Acuerdos internacionales

Son los acuerdos celebrados entre la UE, por un lado, y un país u organización tercera por otro.
El art. 216 del TFUE enumera los casos en los que la UE puede celebrar estos acuerdos. Además, los
acuerdos internacionales deben aplicarse obligatoriamente en toda la UE. Tienen más valor que los
actos unilaterales del Derecho derivado, que en consecuencia, deben respetarlos. Destacan:

- Los Acuerdos de Asociación. Están relacionados con la cooperación que en materia


económica y financiera desarrolla la UE con los países no miembros.
- Los Acuerdos de Cooperación. Tienen menor alcance que los acuerdos de asociación, ya
que sólo pretenden establecer lazos de colaboración económica.

 Acuerdos interinstitucionales

Se celebran entre las instituciones europeas y su objetivo es organizar y facilitar la


cooperación entre las instituciones, sobre todo entre Comisión, Parlamento Europeo y Consejo. Este
tipo de acuerdo surge de la práctica institucional, pero fue consagrado con la entrada en vigor del
Tratado de Lisboa. De este modo, el art. 295 del TFUE reconoce la existencia de los acuerdos
interinstitucionales y señala que también pueden tener un carácter vinculante que depende de la
voluntad de vincularse de los autores del acto. Los acuerdos interinstitucionales pueden adoptar, por
ejemplo, la forma de códigos de conducta, líneas directrices o declaraciones.

1.3. Las fuentes de Derecho subsidiario.

El Derecho subsidiario reúne las fuentes no escritas del Derecho europeo de origen
jurisprudencial. El TJUE utiliza esas fuentes como normas jurídicas en caso de insuficiencia del
Derecho primario y/o derivado. Tales fuentes comprenden los principios generales del Derecho y las
normas del Derecho internacional público. En cuanto a los derechos fundamentales,

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considerados durante mucho tiempo por el TJUE como principios generales del Derecho, tienden a
convertirse progresivamente en elementos de Derecho primario.

1.3.1. El Derecho internacional

El Derecho internacional es una fuente de inspiración para el TJUE en la elaboración de su


jurisprudencia y a él hace referencia al remitir al Derecho escrito y a los usos y costumbres. El TJUE
considera que la UE es un sujeto de derecho susceptible de comprometer su responsabilidad
internacional frente a terceros en caso de daños causados por ella.

El Derecho internacional constituye también una fuente de inspiración del TJUE para elaborar
sus principios generales del Derecho. Tal es el caso, por ejemplo, de los principios de:

- obligación de buena fe;


- pacta sunt servanda (los convenios vinculan jurídicamente a sus autores);
- territorialidad; y
- caducidad de los Tratados debida a un cambio fundamental de circunstancias.

No obstante, el TJUE ha descartado ciertos principios del Derecho internacional que


consideraba incompatibles con la estructura de la UE, como el principio de reciprocidad en el
cumplimiento de las obligaciones estatales.

1.3.2. Principios generales del Derecho

Son fuentes no escritas establecidas por la jurisprudencia del TJUE. Esos principios han
permitido al TJUE establecer normas en distintos ámbitos respecto a los cuales los Tratados guardan
silencio, por ejemplo, en materia de responsabilidad extracontractual de la UE. Los principios
generales del Derecho pueden ser:

 comunes a los Derechos nacionales: Tal es el caso de la seguridad jurídica y el de la


confianza legítima que protege a un particular contra las modificaciones imprevisibles del
Derecho;
 resultantes de algunos Derechos nacionales: Tal es el caso de los principios que le sirvieron
de guía para designar a la institución responsable del daño imputable a la UE y para apreciar el
alcance del perjuicio;
 específicos de la UE: el TJUE ha sentado ciertos principios generales específicos que
encuentran su fuente de inspiración en el Derecho nacional. Tal es el caso de la solidaridad
entre los Estados miembros, el equilibrio institucional y la preferencia comunitaria.

La jurisprudencia del TJUE respecto a los principios generales del Derecho comunitario se
basa en los siguientes principios generales:

- Igualdad. La no discriminación en el trato de los particulares respecto del Derecho comunitario.


- Libertad. Se asienta en la libre circulación de mercancías, de personas, de capitales y de
servicios dentro de la UE.
- Solidaridad. Se deriva de los deberes de solidaridad aceptados por los Estados miembros al
adherirse a la UE. Así no pueden tener, en su relación con terceros países, posiciones
divergentes de las aceptadas por la UE.

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- Unidad. Se refiere al establecimiento de un mercado interior europeo o mercado único.


- Respeto de los derechos adquiridos.
- Proporcionalidad de la acción administrativa.
- Buena fe.
- “Non bis in ídem” o prohibición de doble penalización o sanción por la misma infracción.
- Legalidad y seguridad jurídica.
- Responsabilidad extracontractual de la UE por los daños ocasionados por sus
instituciones.
- Salvaguardia de los derechos fundamentales.

1.3.3. El caso específico de los derechos fundamentales

Existen tres fuentes de derechos fundamentales en la UE:

 la Carta de los Derechos Fundamentales de la UE;


 el Convenio Europeo de Derechos Humanos (CEDH);
 las tradiciones constitucionales de los Estados miembros.

Antes de la entrada en vigor del Tratado de Lisboa, la Carta de los Derechos Fundamentales, el
CEDH y las tradiciones constitucionales de los Estados miembros formaban parte del Derecho de la
UE como principios generales del Derecho. Después, el Tratado de Lisboa consagró la fuerza
vinculante de la Carta de los Derechos Fundamentales en los Tratados constitutivos. En
consecuencia, el art. 6 del TUE le atribuye el mismo valor jurídico que los Tratados. La Carta de los
Derechos Fundamentales se ha convertido pues en una fuente de Derecho primario de la UE.

Por otro lado, el art. 6 del TUE mantiene el CEDH y las tradiciones constitucionales de los
Estados miembros como fuente de principios generales del Derecho. En caso necesario, el TJUE
puede remitirse a estos principios para completar los derechos fundamentales protegidos por la Carta.
Dicho artículo también prevé la posibilidad de que la UE se adhiera al CEDH. El acuerdo en relación
con dicha adhesión deberá ser adoptado por unanimidad por el Consejo Europeo y ratificado por todos
los Estados miembros. Además, se adjuntó a los Tratados un Protocolo para la adhesión de la UE al
CEDH. Este protocolo señala que la posible adhesión de la UE no deberá modificar sus competencias,
ni afectar a las atribuciones de sus instituciones.

2. LOS REGLAMENTOS, LAS DIRECTIVAS Y LAS DECISIONES.


DIFERENCIAS.

2.1. Los Reglamentos.

El Reglamento forma parte del Derecho derivado unilateral, es decir, el que sólo es imputable a
la voluntad de la autoridad de la UE. Se menciona en el art. 288 del TFUE, donde se enuncia que
“tendrá un alcance general. Será obligatorio en todos sus elementos y directamente aplicable en cada
Estado miembro”.

El Reglamento tiene un alcance general. Efectivamente, va dirigido a categorías abstractas de


personas y no a destinatarios identificables. Es lo que lo distingue de la Decisión. El TJUE precisó que

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aunque el Reglamento contempla categorías generales de personas también puede, sin embargo,
limitarse a círculos de categorías de personas. Así, y aunque en el momento de publicar un acto se
haya podido determinar el número o incluso la identidad de las personas en cuestión, se tratará de un
Reglamento.

El Reglamento es obligatorio en todos sus elementos. Por consiguiente, no podrá aplicarse


de forma incompleta, selectiva o parcial. Se trata de un acto jurídico vinculante para las instituciones,
los Estados miembros y los particulares a los cuales va dirigido.

El Reglamento es directamente aplicable en cada Estado miembro. Sus efectos jurídicos se


imponen en el conjunto de las legislaciones nacionales de forma simultánea, automática y uniforme. Lo
que significa que:

- no está sujeto a ninguna medida de incorporación al Derecho nacional;


- atribuye derechos y obligaciones con independencia de cualquier medida nacional de
ejecución. Esta característica no impide que los Estados miembros adopten medidas de
ejecución. De hecho, deberán hacerlo si fuera necesario para cumplir la obligación de lealtad
definida en el art. 4 del TUE;
- los particulares podrán utilizarlos como referencia en sus relaciones con otros particulares, con
los Estados miembros o con las autoridades europeas.

Las autoridades europeas, por su parte, también pueden adoptar medidas de ejecución: los
Reglamentos de aplicación. Este tipo de Reglamento se define en los art. 164 y 178 del TFUE,
relativos a los reglamentos de aplicación del FSE y del FEDER. Se trata de actos jurídicos cuya
validez depende del “Reglamento de base”. Mientras que el Reglamento de base establece las
normas esenciales, el de aplicación organiza las disposiciones técnicas.

2.2. Las Directivas.

La Directiva se emplea principalmente en el marco de las operaciones de armonización de las


legislaciones nacionales. Se caracteriza por la flexibilidad de su utilización ya que establece una
obligación de resultado pero deja libertad a los Estados miembros con respecto a los medios para
alcanzarlos. Una vez adoptada a escala europea, la Directiva debe transponerse al Derecho interno
de los Estados miembros.

La Directiva es un acto obligatorio de alcance general. En efecto, el art. 288 del TFUE
enuncia que la Directiva es obligatoria. Al igual que el Reglamento y la Decisión, es vinculante para los
Estados miembros destinatarios y lo es en todos sus elementos; en consecuencia, no puede aplicarse
de forma incompleta, selectiva o parcial. La Directiva se distingue del Reglamento en que ésta primero
debe ser transpuesta. En consecuencia, la Directiva no incluye modalidades de aplicación; tan solo
impone una obligación de resultado a los Estados miembros. Por otro lado, la Directiva se distingue de
la Decisión en que se trata de un texto con un ámbito de aplicación general destinado al conjunto de
los Estados miembros.

El art. 289 del TFUE especifica que la Directiva es un acto legislativo si se adopta tras seguir un
procedimiento legislativo. En un principio, la Directiva es objeto de una propuesta de la Comisión.
Después es aprobada por el Consejo y el Parlamento Europeo siguiendo el procedimiento legislativo

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ordinario o un procedimiento legislativo especial. La Directiva entra en vigor una vez notificada a los
Estados miembros o publicada en el Diario Oficial.

La Directiva es un acto jurídico que debe ser transpuesto. En efecto, se trata de un acto
jurídico que presenta dos facetas: la Directiva propiamente dicha, que emana de las instituciones
europeas; y las medidas nacionales de ejecución, que adoptan los Estados miembros. En principio, la
entrada en vigor no implica un efecto directo en las legislaciones nacionales. Para ello es necesaria
una segunda operación, la transposición, que es un acto adoptado por los Estados miembros
consistente en la aprobación de medidas nacionales destinadas a ajustarse a los resultados fijados por
la Directiva. Las autoridades nacionales deben comunicar estas medidas a la Comisión.
Soluciones desarrolladas para evitar la incorrecta transposición de las Directivas:

En principio, la Directiva debe transponerse en un plazo establecido por las instituciones (de 6
meses a 2 años). Transcurrido este plazo:

- la Comisión puede pedir al TJUE que condene a los Estados miembros (el incumplimiento de la
sentencia dictada con este motivo puede derivar en una nueva condena que puede concluir en
la imposición de multas);
- en determinadas condiciones, el TJUE también concede a los particulares la posibilidad de
obtener una indemnización derivada de la incorrecta transposición o de una transposición con
retraso de una Directiva (sentencia Francovitch y Bonifaci, de 19 de noviembre de 1991);
- el TJUE considera que la Directiva tiene un efecto directo (es decir, los particulares pueden
alegarla ante el juez).

La Directiva posee un efecto directo vertical al expirar el plazo de transposición. Esto significa
que los particulares pueden alegar el texto contra los Estados miembros ante los tribunales. En
cambio, no tiene un efecto directo horizontal (los particulares no pueden alegar el texto contra otros
particulares ante los tribunales). No obstante, el TJUE ha establecido varias condiciones para que un
particular pueda invocar una Directiva ante los tribunales:

- las disposiciones de la Directiva deben ser incondicionales y suficientemente precisas; y


- la Directiva no debe haber sido correctamente transpuesta por una medida nacional en los
plazos previstos.

2.3. Las Decisiones.

La Decisión es un acto obligatorio que puede tener un ámbito de aplicación general o estar
dirigido a un destinatario concreto. Las Decisiones pueden dirigirse a uno o varios destinatarios,
aunque también es posible que no tengan ningún destinatario concreto.

La Decisión es un acto obligatorio en todos sus elementos según el art. 288 del TFUE. Por
lo tanto, no puede aplicarse de manera incompleta, selectiva o parcial. Pueden dirigirse a uno o varios
destinatarios. En tal caso, tienen un ámbito de aplicación estrictamente individual, y sólo tienen efecto
vinculante para sus destinatarios. Los destinatarios de una Decisión pueden ser los Estados miembros
o particulares. Por ejemplo, la Comisión puede utilizar las Decisiones para sancionar a las empresas
que han cometido abusos de posición dominante.

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Las Decisiones se adoptan a raíz de un procedimiento legislativo. Por lo tanto, son actos
legislativos adoptados por el Consejo y el Parlamento siguiendo el procedimiento legislativo ordinario o
un procedimiento legislativo especial. En cambio, las Decisiones son actos no legislativos cuando son
adoptadas de forma unilateral por una de las instituciones europeas. En tales circunstancias, las
Decisiones remiten a una norma promulgada por el Consejo Europeo, el Consejo o la Comisión en
casos específicos que no son competencia del legislador.

Para su entrada en vigor, las Decisiones deben notificarse al interesado. En principio, este
procedimiento consiste en el envío de una carta certificada con acuse de recibo. Las Decisiones
también se pueden publicar en el DOUE, pero dicha publicación no exime del envío de la notificación,
que es la única forma posible de hacer el acto oponible frente al destinatario.

Con la entrada en vigor del Tratado de Lisboa, las Decisiones ya no tienen que designar
necesariamente a un destinatario. En consecuencia, las Decisiones han adquirido una definición
más amplia, y se han convertido principalmente en el instrumento básico en el ámbito de la PESC. El
Consejo y el Consejo Europeo pueden, de este modo, adoptar decisiones que afecten a:

- los intereses y los objetivos estratégicos de la UE;


- las acciones que debe emprender la UE a escala internacional;
- las posiciones que debe adoptar la UE frente a las problemáticas internacionales;
- las modalidades de ejecución de las acciones y de las posiciones de la UE.

3. RELACIONES ENTRE EL DERECHO COMUNITARIO Y EL


ORDENAMIENTO JURÍDICO DE LOS ESTADOS MIEMBROS.

El Derecho comunitario se conforma como un orden "sui generis", dotado de autonomía con
relación a los ordenamientos nacionales, distinto del orden jurídico internacional y del orden jurídico
interno de los Estados miembros. Fundamentalmente dichos rasgos característicos se manifiestan a
través de sus relaciones con el Derecho propio de cada uno de los Estados miembros.

3.1. El principio de la primacía del Derecho de la UE.

El principio de primacía garantiza la superioridad del Derecho europeo sobre los Derechos
nacionales. Se trata de un principio fundamental del Derecho europeo. Al igual que el principio de
efecto directo, no está inscrito en los Tratados, pero ha sido consagrado por el TJUE en la sentencia
Costa contra Enel del 15 de julio de 1964. El TJUE declara que el Derecho procedente de las
instituciones europeas se integra en los sistemas jurídicos de los Estados miembros que están
obligados a respetarlo.

"A las reglas comunitarias no es oponible ningún acto unilateral posterior de un Estado
miembro". Esta frase contenida en el fallo sintetiza la doctrina de la primacía del Derecho de la UE
sobre el de los Derechos de los Estados miembros.

En consecuencia, si una norma nacional es contraria a una disposición europea, las


autoridades de los Estados miembros deben aplicar la disposición europea. El Derecho nacional no se
anula ni deroga, pero su carácter obligatorio queda suspendido. El TJUE señala que la primacía del

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Derecho europeo se aplica a todos los actos nacionales, independientemente de si fueron adoptados
antes o después del acto europeo en cuestión. Al ser el Derecho europeo superior al Derecho
nacional, el principio de primacía garantiza una protección uniforme de los ciudadanos por parte del
Derecho europeo en todo el territorio de la UE.

La primacía del Derecho europeo sobre los Derechos nacionales es absoluta. Por tanto, todos
los actos europeos con carácter obligatorio se benefician de él, tanto si proceden del Derecho primario
como del derivado. Del mismo modo, todos los actos nacionales están sujetos a este principio, con
independencia de su naturaleza (ley, reglamento, decreto, etc.). Es irrelevante que estos textos
procedan del poder ejecutivo o del legislativo. El poder judicial está igualmente sujeto al principio de
primacía. En efecto, la jurisprudencia nacional debe acatar la de la UE. El TJUE consideró que las
Constituciones nacionales también están sujetas al principio de primacía. Corresponde a los jueces
nacionales no aplicar las disposiciones de una Constitución contraria al Derecho europeo.

Como ocurre con el principio de efecto directo, el TJUE ejerce el control de la correcta
aplicación del principio de primacía. Sanciona a los Estados miembros que no la respetan mediante las
decisiones que dicta sobre los fundamentos de los distintos recursos previstos por los Tratados
constitutivos, en particular, el recurso por incumplimiento.

Los jueces nacionales pueden hacer uso del procedimiento prejudicial, en caso de duda en
cuanto a la aplicación de este principio. En la sentencia de 19 de junio de 1990 (Factortame), el
TJUE indicó que una jurisdicción nacional, en el marco de una cuestión prejudicial sobre la validez de
una norma nacional, deberá suspender inmediatamente la aplicación de esta norma, a la espera de la
solución preconizada por el TJUE y de la sentencia que el órgano jurisdiccional dicte al respecto en
cuanto al fondo.

3.2. El efecto directo.

El efecto directo o aplicabilidad directa del Derecho europeo constituye, con el principio de
primacía, un principio básico del Derecho europeo. Permite a los particulares invocar directamente el
Derecho europeo ante los tribunales, independientemente de que existan textos en el Derecho
nacional. Garantiza así la aplicabilidad y la eficacia del Derecho europeo en los Estados miembros.
No obstante, el TJUE ha definido varias condiciones para que un acto jurídico europeo sea
directamente aplicable.

El efecto directo del Derecho europeo fue consagrado por el TJUE en la sentencia Van Gend
en Loos del 5 de febrero de 1963. El TJUE declara que el Derecho europeo no solo genera
obligaciones para los Estados miembros, sino también derechos para los particulares. En
consecuencia, los particulares pueden alegar estos derechos e invocar directamente normas
europeas ante las jurisdicciones nacionales y europeas. Por lo tanto, no es necesario que el Estado
miembro recoja la norma europea en cuestión en su ordenamiento jurídico interno.

El efecto directo reviste dos aspectos: un efecto vertical y un efecto horizontal. Según el tipo de
acto en cuestión, el TJUE admite o el efecto directo completo, es decir, un efecto directo horizontal y
un efecto directo vertical, o el efecto directo parcial, que se limita al efecto directo vertical.

 Efecto directo y Derecho primario

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Por cuanto al Derecho primario se refiere, es decir, los textos más importantes del
ordenamiento jurídico europeo, en la sentencia Van Gend en Loos el TJUE sentó el principio del efecto
directo. No obstante, indicó como condición que las obligaciones deben ser precisas, claras,
incondicionales y no requerir medidas complementarias, tanto de carácter nacional como europeo.

En la sentencia Becker de 19 de enero de 1982, el TJUE rechaza el efecto directo en cuanto


los Estados miembros poseen un margen de maniobra relativa a la aplicación de la disposición
contemplada (sentencia de 12 de diciembre de 1990, Kaefer y Proccaci), por muy mínima que sea.

 Efecto directo y Derecho derivado

El principio de efecto directo también se aplica a los actos procedentes del Derecho derivado.
No obstante, el ámbito de aplicación del efecto directo depende del tipo de acto:

- El Reglamento: El TJUE indica en la sentencia Politi del 14 de diciembre de 1971 que se


trata de un efecto directo completo.
- La Directiva: El TJUE les reconoce en algunos casos un efecto directo al objeto de proteger
los derechos de los particulares. En consecuencia, el TJUE establece en su jurisprudencia que
una Directiva tendrá un efecto directo si sus disposiciones son incondicionales y
suficientemente claras y precisas (sentencia del 4 de diciembre de 1974, Van Duyn). El
efecto directo solo puede ser de carácter vertical y únicamente es válido si los Estados
miembros no han transpuesto la directiva en los plazos correspondientes (sentencia del 5 de
abril de 1979, Ratti).
- Las Decisiones pueden tener un efecto directo si designan un Estado miembro como
destinatario. En tal caso, el TJUE reconoce un efecto directo únicamente vertical (sentencia
del 10 de noviembre de 1972, Hansa Fleisch).
- Los Acuerdos internacionales: en la sentencia Demirel del 30 de septiembre de 1987, el
TJUE reconoce un efecto directo a determinados acuerdos en función de los mismos criterios
que se desprenden de la sentencia Van Gend en Loos.
- Los Dictámenes y Recomendaciones: Como no tienen una fuerza jurídica vinculante, no
tienen efecto directo.

3.3. Novedades introducidas por el Tratado de Lisboa.

Con arreglo al Tratado de Lisboa, todas las propuestas legislativas de la UE tienen que
enviarse a los Parlamentos nacionales. Se instaura un sistema de alerta precoz y cualquier
Parlamento nacional dispone de 8 semanas para manifestarse si considera que la UE debe abstenerse
de intervenir en un determinado proyecto. En caso de que suficientes Parlamentos nacionales
presenten objeciones, la propuesta puede ser modificada o retirada. Este sistema de alerta precoz da
a los Parlamentos nacionales un papel importante a la hora de garantizar que la UE no se exceda en
sus atribuciones ni se ocupe de asuntos que puedan abordarse mejor a escala nacional, regional o
local (principio de subsidiariedad).

Una nueva iniciativa ciudadana significa que un Millón de personas (de una población de 500
Millones) de un conjunto de Estados miembros alcanzando un número mínimo de firmantes en cada
uno de ellos puede solicitar a la Comisión, mediante una petición, que presente nuevas propuestas
legislativas.

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4. LOS PROCEDIMIENTOS DE INFRACCIÓN.

4.1. Aplicación del Derecho de la UE.

La Comisión tiene por misión garantizar la aplicación del Derecho de la UE. La Secretaría
General participa en la gestión de las actividades de la Comisión en el campo de las ayudas estatales
y las infracciones, lo cual incluye la notificación de las medidas nacionales de transposición de las
Directivas. Además, es la responsable de las normas y prácticas de procedimiento en dicho campo. La
Secretaría General gestiona la toma de decisiones en relación con las infracciones que haya
constatado a raíz de una denuncia o por iniciativa propia. Entre estas infracciones se encuentran las
debidas a la no comunicación de las medidas nacionales de ejecución de las Directivas. También
gestiona la toma de decisiones en relación con las ayudas estatales cuya concesión haya constatado
a raíz de una denuncia o por iniciativa propia.

4.2. Infracciones

Cada Estado es responsable de incorporar el Derecho de la UE a su ordenamiento jurídico. En


virtud de los Tratados, corresponde a la Comisión velar por que lo haga correctamente. La Comisión
tiene poderes propios, contemplados en los art. 258 del TFUE y 141 del Tratado CEEA (el llamado
"recurso por incumplimiento"), para intentar poner fin a la infracción y puede recurrir al TJUE.

Se entiende que hay incumplimiento cuando los Estados no cumplen sus obligaciones con
arreglo al Derecho de la UE, ya sea por acción o por omisión. Por “Estado” se entiende el Estado
miembro que infringe el Derecho de la UE, sea cual sea la autoridad (Central, Regional o Local)
responsable del incumplimiento.

En caso de recurso por incumplimiento, la Comisión empieza por incoar el procedimiento


administrativo denominado "de infracción" o "precontencioso". En esta fase se trata de lograr que
el Estado cumpla voluntariamente las normas del Derecho de la UE. Esta actuación consta de varias
etapas, que pueden ir precedidas de una fase de investigación o examen, sobre todo si el
procedimiento de infracción se incoa por denuncia. La primera etapa de la fase precontenciosa es la
carta de emplazamiento, en la cual la Comisión solicita al Estado que le comunique en un determinado
plazo sus observaciones sobre el problema de aplicación del Derecho de la UE de que se trate. En el
dictamen motivado, la Comisión se pronuncia sobre la infracción, determina el contenido del posible
recurso por incumplimiento e insta a que se ponga fin al mismo en el plazo establecido. El dictamen
motivado debe exponer de forma coherente y detallada los motivos por los cuales la Comisión
concluye que el Estado ha incumplido alguna de las obligaciones que le impone el Tratado.

El recurso al TJUE inicia la fase contenciosa. Según reiterada jurisprudencia del TJUE, la
Comisión tiene potestad discrecional para iniciar el procedimiento de infracción, recurrir al TJUE y
decidir en qué momento lo hace.

4.3. La defensa de los derechos de los ciudadanos y las empresas.

Los derechos y obligaciones previstos en la legislación europea no sólo incumben a los


Estados; algunas normas se aplican directamente a ciudadanos y empresas. Por tanto, todo
ciudadano tiene derecho a exigir a las autoridades de cualquier Estado que observen correctamente
sus derechos europeos. Toda persona puede denunciar ante la Comisión una medida o práctica de un

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Estado que considere contraria a una disposición o principio de Derecho de la UE. El denunciante no
tiene por qué demostrar sus intereses en el asunto. Tampoco debe demostrar que la infracción que
denuncia le afecta grave y directamente. Ahora bien, sólo se admiten denuncias por infracción del
Derecho de la UE por parte de Estados y no en contenciosos privados.

1) Presentación de las denuncias

Las denuncias deben formularse por escrito mediante carta, fax o correo electrónico. El
expediente de denuncia debe ser completo y exacto en lo que respecta a los hechos que se imputan al
Estado, las gestiones que se hayan realizado y, en la medida de lo posible, las disposiciones del
Derecho de la UE que a juicio del denunciante se hayan infringido, así como, en su caso, la presencia
de financiación de la UE. Los documentos que notifican medidas o prácticas contrarias al Derecho de
la UE en los Estados se examinan en el plazo de 1 mes para determinar si constituyen una denuncia.
Todos los escritos dirigidos a la Secretaria General de la Comisión son objeto de un primer acuse de
recibo en el plazo de 15 días hábiles a partir de su recepción. En caso de duda sobre la naturaleza de
un escrito, la Secretaria General consultará a los departamentos competentes en un plazo de 15 días
naturales a partir de su recepción. La Secretaria General consigna en su base de datos todos los
escritos que puedan ser objeto de instrucción. El análisis en cuanto al fondo del asunto es
competencia de las Direcciones Generales y los Servicios de la Comisión. Cuando se formulen
denuncias múltiples por un mismo motivo, se asignará un número de registro único.

2) Tramitación

2.1. Fase de investigación

Tras la recepción de una denuncia, puede ser necesario obtener información adicional para
aclarar lo ocurrido y determinar las cuestiones de Derecho que afectan al expediente. En caso de que
la Comisión tenga que ponerse en contacto con las autoridades del Estado denunciado, sólo revelará
la identidad del denunciante si éste se lo autoriza expresamente. Cuando sea preciso, se pedirá al
denunciante que proporcione más información. Una vez analizados los hechos, los Servicios de la
Comisión podrán apreciar, a la luz de las normas y prioridades establecidas por la institución para el
inicio y la continuación de los procedimientos de infracción, si debe o no darse curso a la denuncia.

2.2. Inicio del procedimiento de infracción: contactos formales con el EM denunciado

Si la Comisión considera que puede existir una violación del Derecho de la UE que justifique el
inicio del procedimiento de infracción, remitirá al Estado una "carta de emplazamiento", invitándole a
comunicar sus observaciones en un determinado plazo de tiempo. El Estado denunciado tendrá que
definir su posición sobre las razones de hecho y de derecho por las que la Comisión ha decidido iniciar
el procedimiento de infracción. A falta de respuesta, o en función de cuál sea el contenido de ésta, la
Comisión podrá enviar un "dictamen motivado" en el que expondrá las razones por las que
considera que se ha infringido el Derecho de la UE, exigiendo al Estado que lo cumpla en un plazo
determinado (normalmente de 2 meses). Estos contactos tienen por objeto determinar si se ha
producido realmente una infracción del el Derecho de la UE y, en caso afirmativo, rectificar la situación
sin tener que recurrir al TJUE. En atención a la respuesta que reciba, la Comisión también podrá optar
por abandonar el procedimiento de infracción, por ejemplo si el Estado se compromete a modificar su
legislación o sus prácticas administrativas. La mayoría de los casos logran resolverse de este modo.

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2.3. Acción ante el TJUE

Si el Estado no se atiene al dictamen motivado, la Comisión puede acudir al TJUE. El TJUE


resuelve en un plazo medio de 2 años. Las sentencias del TJUE son diferentes de las de los tribunales
nacionales. Al término del procedimiento, el TJUE dicta una sentencia en la que constata (o no) la
infracción imputada. El TJUE no puede dictar la anulación de una disposición nacional que no se
ajuste al Derecho de la UE. Tampoco puede obligar a una administración nacional a que satisfaga las
demandas de un particular, ni condenar a un Estado a que pague una indemnización por daños y
perjuicios a un particular afectado por una violación del Derecho de la UE. Corresponde al Estado
miembro condenado tomar las medidas oportunas para cumplir la sentencia y dar con una solución al
conflicto que motivó la denuncia. Si no lo hace, la Comisión puede acudir de nuevo al TJUE y solicitar
que le imponga una multa coercitiva hasta que el Estado desista de la infracción.

3) Vías de recurso nacionales

Los órganos administrativos o jurisdiccionales nacionales son los responsables de garantizar el


respeto del Derecho de la UE por parte de las autoridades de los Estados. Por lo tanto, previa o
paralelamente a la presentación de una denuncia ante la Comisión, un ciudadano o una empresa
puede dirigirse a los órganos administrativos o jurisdiccionales nacionales (incluidos el Defensor del
Pueblo, nacional o regional y los procedimientos de arbitraje y conciliación disponibles) si considera
que una medida o práctica es contraria al Derecho de la UE. La Comisión también aconseja seguir las
vías de recurso administrativas, jurisdiccionales u otras de su Derecho nacional, pues puede resultar
más ventajoso. Por lo general, las vías de recurso disponibles en el plano nacional le permitirán hacer
valer sus derechos de manera más directa y personalizada. Además, los procedimientos de infracción
iniciados por la Comisión pueden llevar bastante tiempo. De hecho, los jueces de cada Estado son los
únicos que pueden dirigir órdenes conminatorias a la administración y anular una decisión tomada a
nivel nacional. También son los únicos que pueden condenar a un Estado a reparar los daños
causados a los particulares por las violaciones del Derecho de la UE que le sean imputables.

4) Garantías administrativas

a) Al registrar la denuncia en la Secretaria General de la Comisión, se le atribuye un número


oficial y se envía al denunciante un acuse de recibo con dicho número, que deberá
mencionarse en toda la correspondencia. La atribución de un número oficial no presupone que
se vaya a iniciar un procedimiento de infracción contra el Estado en cuestión.
b) En la medida en que los Servicios de la Comisión tengan que intervenir ante las autoridades del
Estado contra el que se dirige la denuncia, lo harán respetando la elección hecha por el
demandante en cuanto a la confidencialidad de su identidad. Si el denunciante no se pronuncia
al respecto, los Servicios darán por supuesto que desea recibir un trato confidencial.
c) La Comisión tratará de decidir si inicia un procedimiento de infracción o archiva el expediente
en un plazo de 12 meses a partir del registro de la denuncia en su Secretaría General.
d) En caso de sobrepasarse este plazo, el Servicio de la Comisión responsable del expediente de
infracción informará de ello por escrito, si así se solicita. Cuando el departamento responsable
tenga la intención de proponer a la Comisión el archivo del expediente, lo hará saber
previamente al denunciante. Además, los Servicios de la Comisión informarán al denunciante
acerca del desarrollo de cualquier procedimiento de infracción que hayan iniciado.

5) Protección del denunciante y de los datos de carácter personal

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La comunicación al Estado tanto de la identidad del denunciante como de los datos


transmitidos por el mismo deberá contar con su autorización previa según lo dispuesto, en particular,
en el Reglamento (CE) nº 45/2001 del Parlamento Europeo y del Consejo, de 18 de diciembre de
2000, relativo a la protección de las personas físicas en lo que respecta al tratamiento de datos
personales por las instituciones y los organismos comunitarios y a la libre circulación de estos datos.

6) Recurso al Defensor del Pueblo Europeo

Si el denunciante considera que al tramitarse su denuncia ha habido mala administración por


parte de la Comisión al ignorar una de las presentes medidas, puede ejercer su derecho a recurrir ante
el Defensor del Pueblo Europeo en las condiciones previstas en los art. 24 y 228 del TFUE.

5. PARTICULARIDADES DEL CASO ESPAÑOL. EL PAPEL DE LAS


COMUNIDADES AUTÓNOMAS.

Sólo en caso de que la vigencia de un Reglamento exigiera modificar otras normas para la
plena eficacia de éste, sería preciso dilucidar si la competencia corresponde al Estado o a las
Comunidades Autónomas, de acuerdo a los art. 148 y 149 de la Constitución y los respectivos
Estatutos de Autonomía. El estudio de la posición del ordenamiento interno frente al Derecho
comunitario debe partir de las disposiciones básicas de los correspondientes bloques jurídicos: la
Constitución y los Estatutos de Autonomía. Los Estatutos de Autonomía sí incorporan artículos que, en
una primera aproximación, podrían legitimar la participación autonómica en la aplicación del Derecho
comunitario.

Las infracciones y sanciones vienen impuestas por un ordenamiento externo al Derecho


Administrativo común pero terminan aplicadas e interpretadas mediante éste. Las infracciones y
sanciones que han de observarse y aplicarse en España proceden de una fuente autónoma de
derecho externa a las ordinariamente reconocidas por el art. 1.1 del Código Civil, incluso una vez
reconocida como fuente originaria y superior la Constitución Española de 1978.

Las infracciones y sanciones del Derecho comunitario terminan siendo, bien interiorizadas por
nuestras propias normas internas, o bien siendo aplicadas de forma externa pero a la luz de los
principios generales del procedimiento administrativo sancionador antes comentados.

Las infracciones y sanciones descritas en el Derecho Comunitario son indisponibles para los
Estados miembros; la primacía del Derecho Comunitario conlleva la consecuencia de que lo que se
dicte en Bruselas es directa y prioritariamente aplicable en cualquier parte de España.

El que la legislación básica (y en lo referente a las infracciones y sanciones es la Ley 30/1992)


sea un denominador común no priva ni entorpece a las legislaciones autonómicas para determinar en
su ámbito territorial cuales son aquéllas que convengan más a sus legítimas expectativas. Son las
Comunidades Autónomas las primeras personas jurídicas públicas llamadas a aplicar el régimen de
infracciones y sanciones, siempre dentro del orden de las competencias que le son propias.

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