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Primero 1

Colores, colores son los que veo


son muchas variedades, Amarillo, verde, rojo, negro.
Es un paisaje tranquilo, un puerto lleno de paz.
Es otoño y hace frío.
Escuchamos el sonido del mar,
sentimos el aroma del mar y la arena.
Emiliano González y Nicolás Rodríguez.

Yo pienso que me gusta la naturaleza,


me siento feliz en mi campo
me encantaba amanecer y atardecer.
Estoy contento con mi familia
y me gustaría llevar gente para que conozca
la belleza de mi campo.
Benjamín Menéndez.

Un poco triste me sentía


cuando mi madre dijo
que acá viviría.
Pero ya hice un cuento
y cuando lo leo
me siento contento.
Ya tengo un amigo
y hoy vendrá conmigo.
Marcos Jara y Federico Sosa.

La playa

Un verano al atardecer muy caluroso.


El bote rojo, las rocas que lo rodean son marrones,
las nubes están blancas y el cielo anaranjado.
A la playa la cerraron con palos y cuerdas,
no pueden aparecer los pescados, las gaviotas
ya no van al agua, el agua de a poco
se va quedando negra
la arena verde lima.
El sol tan amarillo ya se está ocultando.
La gente va algunas veces a la playa
miran para atrás y
ahí y a los costados se ven rocas.
A veces se aparecen algunos animales
pero no siempre podés tocar
la arena húmeda y fría.
Las personas que siempre disfrutaban sus tardes
ahí tienen las esperanzas de que se vuelva a escuchar
el ruido del agua y las gaviotas.
Patricia Pereira y Christian Rebagliatti.
Salimos a pasear en la primavera, vemos los colores, blanco de las paredes de las casas, verde
de las hojas de los árboles y marrón de algunos autos y el reflejo del sol. Una avenida, una calle,
donde se ven casas. veredas, semáforos, árboles y gente durmiendo en la calle. Se ven personas
y animales. Y en los árboles ásperos muy verdes, pájaros cantando, y en los vidrios lisos, gente
limpiándolos. Y sentimos olores de los ricos bizcochos de las panaderías. Y los sentimos,
satisfechos, alegres y cómodos. Y ahora nos vamos a tomar un helado y nos vamos para nuestras
casas.
Wilson Flores.

Era un paisaje con una palmerita,


verdes eran sus hojas
y su tronco marroncito.
Celeste era el cielo
igual que el río,
había mucho pasto muy verdecito.
Marrón tabaco eran las montañas
y verde jade con azul añil
era una plantita que estaba allí.
Había mucha gente mirando animales
que estaban encerrados para exposición.
Era la estación de la primavera,
con un sol moderado en el mediodía
había mucho ruido de lo natural,
nos sentíamos alegres y muy divertidas.
Ahora vamos hacia nuestra casa para cenar
y comenzar un día nuevo con felicidad!!
Jéssica Ferraro, Verónica Rodríguez y Belén Silva

Comienza la tormenta

Comienza una tormenta y me asusta el color de las casas


que son de color índigo, también me asustan los edificios
que no se ven, y la nieve de color luminosa.
No sé cómo salir
porque pueden aparecer personas de color transparente
y de repente no sé qué pasó
se empezaron a prender lámparas de color verde
y también las de los edificios.
Luego empezaron
a aparecer carteles que decían
cuidado tormenta peligrosa,
los árboles se movían mucho.
Luego tuve que poner plata en el parquímetro
por haber visitado la ciudad, pero no podía
porque se movía mucho.
De repente empecé a tocar todas las cosas
y la mujer del kiosco me decía que me fuera
que esa ciudad era muy extraña.
Estefany Coitiño.
Era un bosque, sonaba con cazadores
que estaban vestidos de muchos colores.
No se encontraba gente, pero sí animales
que habitaban más allá de los árboles.

En primavera iba gente a acampar,


los niños jugaban cerca del mar.
La gente miraba de acá para allá
encontrando montañas para ir a cazar.

Se escuchaba el viento entre las hojas


como el agua golpeando entre las rocas.
En primavera se aprecian muchos olores,
y se encuentran flores de todos los colores.
Me gustaría ir al cerro a conocer
un poco más la naturaleza
a la vez me gustaría que sea la noche
para ir a comer hamburguesas.
Nos vamos del cerro cantando
y gritando, a la vez asustados
por los pájaros cantando.
Emiliano Baratte y Camila Borges.

Es un invierno frío y húmedo,


en donde no hay ventanas,
estoy muy asustada porque
no hay personas.

Soy la única,
no tengo familia,
todo está en silencio.
Se escucha sólo el viento.

Estoy entre cuatro paredes


en donde solo veo imágenes
en blanco y negro.

Podría aparecer mi familia,


pero no creo, todo se ve
transparente.

Llegó la tarde,
se escucha el viento suave,
la puerta se cerró,
el piso está blanco,
hace frío.

Ya me voy para mi cuarto


en donde siento que soy
parte de una familia.
Stephanie Olariaga y Lourdes Da Silva.
En el día de hoy estoy acá.
En una ciudad muy descampada.
Oro celeste ceniza arena carbón blanco
son los colores que veo.
Es raro lo que veo, hay agua montañas edificios
y un bote abandonado
gente, gente, personas son las que faltan
dónde se habrán ido, es como si
la ciudad fuera infeliz calmada llena de soledad.
Lo que siente mi tacto es algo mojado, húmedo
áspero, seco, son muchas sensaciones.
Es invierno será por eso será por el frío
es como uno cuando se siente
lleno de nostalgia desgraciado como si una parte
estuviera vacía
Es como un temor que ronda por el aire
será una señal lo que ocurre
ni sé lo que hacemos acá
Queda la duda
qué es lo que pasa en la ciudad.
Víctor Ramos – Anthony Terra.
Primero 2
La isla desierta

En una isla un verano


del año 1987 un avión volaba
hacia España y estalló
cayeron varias personas hacia el mar
Estaban muy asustados pero al salir
finalmente encontraron una isla,
al atardecer fueron a un lugar
a buscar alimento.
Fueron por detrás de las montañas
a ver si recaudaban agua
pero encontraron muchas palmeras
y en ellas muchos pájaros
comiéndose las bananas.
Empezaron a sentir olor muy fuerte
de las flores y el pasto reseco.
¿Qué podemos hacer?
Esta isla está desierta.
Volvieron a donde estaban
por si veían un bote o barco.
Al mirar para la orilla
vieron a lo lejos
un barco muy grande.
¡Vamos a hacer una fogata
para que nos puedan ver!
Allí en el barco los vio el capitán
y se asomó lentamente hacia la orilla
allí los rescataron y los llevaron
al puerto de España.
Paula Álvarez y Mariana Bouissa.

Verano

En el verano nos sentimos cómodos y felices


gracias a sus cálidos y brillantes
colores, aromas y sabores.
La estación está llena de colores
desde rojos, azules, verdes, negros y marrones.
Por todos lados hay casas, vehículos
personas y hasta animales.
Tocamos cosas, animales
al igual que sentimos bienestar y orgullo.
En fin, nos sentimos bien.
Ahora volvemos a nuestras casas
sabiendo que estamos orgullosos y
nos sentimos bien
para comenzar un nuevo día.
Carlos Calistro e Iván Faccioli.
La paz de un hermoso lugar desconocido

En una madrugada oscura y clara


los señores pájaros revoloteaban
en el cielo entre los colores
índigo, turquesa, celeste, beige, rosado...

...Las personas caminaban y paseaban


a sus perros por el parque

Los niños en el parque


en la glorieta jugaban a la rayuela
las personas mayores se sentaban
en los bancos y tomaban mate
en la mesa con bizcochos

Las niñas arrancaban las rosas


por su rico aroma y suavidad.
Las personas se sentían
entusiasmadas, emocionadas, esperanzadas,
acompañadas por la paz que había en ese lugar
y protegidos. No podían creer, tan satisfechos,
aliviados y cómodos estaban.
Romina Añón y Vanessa Silva.

Las tardes de invierno


en el callejón de 1998.
Un lindo aroma y
aire fresco de tarde
junto a mi familia
y mis animales del callejón,
entre mis muebles y cama
siempre muchas ratas
había en ese lugar.
Veo una casa pegada a la otra,
y la otra pegada a la otra,
pero no se ve nada,
solo se escuchan ruidos de ratas, perros y gatos.
Es todo rugoso, no se siente
ni alegría ni felicidad.
Estoy ahí porque me parece
un lugar fresco, ahora
se van a acostar, porque ya está
por bajar el sol.
Antonella Prestes y Yéssica Guibernau.
En una tarde fría, salí a la playa a disfrutar de ella.
Me senté tranquila al lado de una fogata mirando
a mi alrededor, acompañada por el sonido
del fuego, cómo quema la leña y el hermoso
sonido de las olas.

Observando a mis costados las hermosas rocas


y las dunas de arena a mis espaldas.
El anaranjado y el verde esmeralda del atardecer
me hacían sentir más tranquila.

Esas olas que pasan ahí... me sentía


apasionada, pero me tenía que ir
se me hacía la noche.
Sheyla Rizotto y Linda Mezquita.

Un sueño

Yo estaba soñando
soñaba que jugaba.

Soñaba que jugaba en


un campito, un campito
muy rarito, porque en él
había una cañada.

Pero no era una cañada normal


no tenía principio ni final.

También tenía una casita,


una casita chiquita.
En esa casita había
unos gauchos y unos perros.
De repente se hace de tarde,
los perros se hacen viento
me siento entusiasmado, me siento
contento, pero también tengo
enojo, en esa tarde de otoño
quería jugar.

Jugar a la pelota y veo


un espacio libre porque
no había árboles
y jugando me divertí
me divertí tanto, tanto
que me desperté
de ese sueño que soñé.
Abel Correa.
Una tarde de invierno en la playa

Es invierno, de tarde y hace frío.


Escucho el ruido del agua y el silbido del viento.
Me siento alegre como el color azul del agua.
No hay personas, podría aparecer cualquiera.
Yo veo rocas, agua y arena. Los toco y siento que son rugosos, mojados y secos.

Ignacio Bordagaray.

El amor como viene se va

El cielo nublado, noches frías.


Emborrachándome todas las noches porque yo no tengo
a mi lado la luz de mis ojos
que me da vida, agua, luz y amor.
Metido en un bar intentando olvidarla
a ella, pero sé que la bebida me está haciendo daño
y lo único que me queda es morirme por ella.

Paula Rodríguez y Jennifer Suárez.

El río

En otoño, por la tarde


me fui a un río a pasear o descansasr
Estaba alegre porque el mar
era tan tranquilo como una tumba.

Sentía sonidos, del viento,


de las olas y barcas

Había olor a perfume


como si estuviera
en una pradera llena de rosas

Miré hacia atrás no había


rosas, hacia los costados tampoco

Pero era a mí que me parecía


porque me gustaba
tanto el lugar.
Christian Cardozo.
Estaba en la costa...
recuerdo que era un invierno.

Era un invierno tan opaco, tan descolorido


y apagado...

Que no quedaba otra opción


más que observar la luna, escuchar
el viento que golpeaba mi cara sin sentimiento alguno
de vivir, y para poder seguir,
un aliento de esperanza que parecía fugaz
era el aroma del aguas, el perfume
del invierno...

Yo recuerdo haber visto cosas que a otra


persona asustarían como...

Una gran tormenta en el agua pero eso


no me asustó...

Un verano ventoso,
pero eso tampoco me intimidó...

Lo que más me asusta es el


estar solo en esta isla desierta...
Matías Martínez y Emanuel Motta
Recordando junto al puerto

Estoy muy melancólica


recordando junto al cielo
ceniza oscura

Pero me siento desanimada


por no ver las estrellas

más me siento solitaria


por no ver gente aquí

Al mirar hacia atrás veo la ciudad


con un color jade apagado

El añil luminoso acompaña


la luna llena
mientras siento el frío viento
rozar el agua

La fría noche de otoño me hace recordar...


mas el ruido de los barcos me hace olvidar

Al tocar el agua se siente mojada y fría


pero a la vez suave, tanto como la seda
de mi vestidoazul

Azul, el color del mar con la luna reflejada en él,


al igual que las gaviotas sobrevolándole

Los barcos del gran puerto con sus marineros


a punto de zarpar
“vamos a bordo” grita el fuerte marinero
con una voz resonante llamando a los turistas

Ellos recorrerán el bello mar


yo ya no tengo nada que hacer
y me voy para mi casa donde
todo recordaré desde el principio
hasta el final.
Yuliana Pereira y Janet Martínez.
Primero 3
Estoy en un lugar frío
y tenebroso
estoy explorando
rastros de oso.

Mi amigo y yo nos
quedamos sorprendidos
porque era un paisaje
muy colorido.

Eran árboles grandes


y pequeños algunos
estaban secos;

se estaba haciendo
la noche y decidimos
irnos a dormir
al coche.

Pasamos la noche ahí


calentitos y comiendo
perdiz.

Nos dormimos
muy tarde era
las cuatro de la mañana
y una gallineta me despertó.

No podía dormirme
y me salí del coche
el piso estaba muy
húmedo y embarrado.

Recogimos las cosas


y nos fuimos a
explorar a París.
Marcelo Trujillo y Eduardo Simoes.

En el rojo atardecer
en calma está el mar
las gaviotas pasaban y
muy felices estaban
el viento sopla fuerte
la arena que volaba.
En ese lugar se encuentran
las olas y el mar.
Valeria Pibete y Yéssica Delaballe.
Olor a mar

Es una brisa de invierno


que golpea en mi rostro
con un suave olor a sal,
como una tarde junto al mar,
con un color arena muy intenso
que parece mi pelo.

El amor parece brotar


de la arena enamorada,
como un asustado amor
que se perdió en la propia piel
en un camino sin salida.

Me lleva el viento enamorado,


junto a mi amor me voy
me fui, amor,
me voy a donde el
viento me lleve.
Verónica Joao y Estefani Forteza.

El bosque misterioso
En el bosque las plantas
con sus hojas verdes y amarillas,
se siente el ruido del agua azul
golpeando las montañas de color marrón.

El sol anaranjado
con el ruido de los pájaros
cerca de nosotras
pero a la vez lejos.

Rugosos y húmedos árboles


fría, noche
primavera de mañana.
El olor de las plantas se siente
en las tardes de calor.

En la noche negra
brillan las estrellas
estamos felices y alegres
y a la vez asustadas
porque no hay personas en las casas
y en las cabañas.

En el bosque de la noche descolorida


las hojas de los árboles moviéndose
y oyéndose los ruidos de los animales.
Micaela Bentancor, Stephanie Vargas y Florencia Paseiro.
Estoy en un orfanato
compartiendo la vida con los niños
los veo durmiendo y me siento triste
de cómo los niños podemos ser tan
infelices sin padres.
Este orfanato es frío y asustadizo
cómo un niño no puede tener un plato
de comida caliente en este invierno frío.
Me siento enojado, no con los niños
sino cómo nuestros padres pueden llegar a
dejar una criatura en este horrible lugar.
Entrás y todo es tan silencioso, apenas
tenemos camas y son tan rugosas.
Me siento melancólico, por cómo era
mi ida antes de que mis padres se enfermaran
y murieran sin yo hacer nada, estoy demasiado
cansado e indiferente, no sé qué hacer con mi vida
sin padres que me cuiden y me quieran.
Aquí no me siento seguro, sin nadie que me defienda.
Este lugar es tan tenebroso que me da miedo
hasta de ir al baño.
Me siento tan solo y sereno que me da lo mismo
dulce y amargo.
Yo tengo que salir adelante para cuando tenga
hijos, no tengan la misma vida que tengo yo.
Me siento tan valiente cuando pienso en mi futuro
y tan desilusionado de mi pasado...
Gonzalo Cardozo.

El comedor lujoso

Es una tarde de primavera


en un comedor luminoso y transparente
con ventanas azules y cortinas negras,
estamos sentados en sillas
tomando champán, se siente un aroma
a rosas, es una paz, estamos alegres y felices
escuchando el canto de los pájaros
y nuestras voces al hablar.
Tabaré Rojas y Sebastián Peña

Me gusta ir a la playa a ver los atardeceres amarillos


con el ruido de las gaviotas y de las olas contra las rocas.
También me gusta meterme al agua
y salir a acostarme en la arena y ver
a los pescadores pescar, me gusta
oler el aroma del mar
y ver a los gurises jugando a la pelota.
Richard Guzmán.
En una aldea de pescadores
había un lago color índigo mezclado
co el color verde petróleo,
también había canoas de color rojo fucsia.

En esa aldea se puede ver a los pescadores


atrapando a los peces para su cena
con su caña y red de pescar en sus canoas
viendo el cielo y las nubes.

Algunos aldeanos tenían


cría de animales.
Lo único que había en ese pueblo
eran algunos aldeanos y pescadores,
y una gran cantidad de árboles.
Se podía ver volar a las gaviotas.

En ese momento la estación


era otoño, era de tarde y hacía calor.
Se escuchaba el viento y las gaviotas.

Se sentía el olor a pescado y a pinos.


La gente estaba alegre de poder vivir
en ese lugar.

Luego de terminar sus tareas


se fueron a sus casas a descansar.
Santiago Álvarez, Yohn Correa y Matías Rodríguez.

La ciudad encantada

Mis pies abren un camino entre la nieve


dejando huellas de ansia.
Provocando una intensa emoción
quería conocer ese lugar
que parecía mágico.
Mágico como un cuento de hadas
mis pies parecían estar congelados
atrapados por la nieve,
mis piernas estaban frías
como un cubo de hielo.
Me sentía acompañada
los faroles parecían personas,
los edificios gigantes,
la gente amigos
y la nieve la princesa de ese cuento
Yo mirando más allá de las cosas
me di cuenta que todo era mágico.
Valeria Pereira.
En busca de la libertad

En un cielo oscuro me encontraba,


sobre el mar frente al cerro estaba.
Sereno y pacífico me sentía,
porque la noche existía.

Me emocionaba, estar satisfecho


por aquellos golpes sobre el mar tan estrechos.

Con el calor del verano nostalgia renacía


me hace recordar aquellos días en que vivía
preocupado por aquel espanto del aburrimiento.

Sintiendo la rugosa madera desperté;


desperté, protegido por la libertad que era el pardo bote.
Levanté y miré la luna reluciente
que bajo ella cerca de la alta tierra encontré...

A la gran ciudad llena de copiosos hechizos


supe ahí que mi libertad estaba ahogada
y que yo me hundía junto a sus brazos.

De repente me soltó y yo nadaba,


hasta llegar a un barco pesquero
donde el pescador me salvaba.

Pero yo recordé y dije con valentía


¡quiero mi libertad!
Me eché para el océano y no aparecí más,
ahora satisfecho, ¡conseguí mi libertad!
Angélica Bado y Magela Carballo.
Primero 4
Pueblo sombrío

Soy un pueblo sombrío


que no tiene ríos.
Con callejones sin salida
como la lluvia que venía
y que nunca terminaría.
¡Sombras! Solo sombras de niños
tristes que demoran en encontrar la felicidad.
Campanas quietas, quietas como los corazones
Me siento oscuro
oscuro como la nube fría
fría como la lluvia helada
heladas como el viento.
Soy un pueblo sombrío
que no tiene niños
niños alegres y felices
que no tiene sentido
sentido por la vida
porque no saben que ahí no termina.
Romina Cabrera, Tatiana Rodríguez y Ruben Marín.

La casa antigua

Por equivocación me siento triste y asustado,


estoy rodeado de colores: plateado, gris, blanco, marrón y tabaco.
El olor a humedad es claro, transparente y descolorido.
Estoy en un lugar donde todo es contradictorio: luminoso
y oscuro a la vez.
Me rodean muchas cosas
atrás una pared, sillón, marco, ventanas, radio y
un teléfono que nunca suena;
a los costados una estufa, más sillones, televisor
y portátiles titilando.
Salgo y me encuentro con que estoy en la ciudad vieja
con muchísimas casas antiguas
igual que todas.
Salgo
a encontrar el camino a mi casa.
Yohana Pérez, Nicolás Colina y Michael Álvarez.

El mar suave
Se escuchaba el sonido del mar
cuando caminaba por la arena suave y fría
También se veía a las personas pescar
el agua que pegaba en las rocas
dejando así las rocas húmedas y resbalosas
Se reflejaba en el agua
la sombra de unos niños que jugaban en la orilla.
Gladis García.
Primavera al amanecer

Yo miré hacia atrás, donde había eucaliptus,


yo puedo tocar las rosas sintiéndolas suaves y húmedas
y en una mañana de primavera donde todo florece
con un clima perfecto de templado
oir... los pajaritos de aquí para allá, el viento
susurrar el viento en las hojas.
Estoy alegre, de vacaciones estoy
y después de seguir feliz caminando libre
volveré a mi casa.
Carolina Rodríguez, Alexandra Pampillón, Camila Rivera y Cindy Pintos

Un día nevado

Es invierno en la ciudad de Montevideo


En una mañana muy nevada.
Hay edificios muy altos, son rugosos y húmedos,
una gran cantidad de árboles,
columnas que alumbran la ciudad, lisas y frías.
Se siente el sonido del viento, el ruido
de los autos y el hablar de las personas.
Estoy triste porque hace mucho frío.
Estoy triste por el color que tiene esta ciudad.
Gustavo Cáceres y Martín Garramone.

Abandono en primavera
Me siento sola, escuchando el viento soplar,
y las hojas crujiendo al pasar de mi camino,
el aroma del pasto, los árboles nuevos con un color
envidiable y tan solo, con un día tan cálido y a la vez
tratando de sobrevivir la esperanza.
Con un tono tan alegre las hojas de los árboles se renuevan
cada año al pasar la primavera,
pero muy abandonado por el mundo.
Qué terrible es el descuido de una zona
que tiene tanto para dar, aunque no le dan
la oportunidad, dejan que las ramas se sequen
y el agua se quede estancada sin encontrar
otro rumbo por la vida, y viendo cada día
una soledad más grande.
Jenifer Rodríguez
El viaje inolvidable
Camino alegre en una noche de mucho calor,
sobre una arena amarilla pálida, y una luna blanca.
Veo a lo lejos un pueblo y un barco,
también siento el olor de la sal y el ruido del mar.
¡Tengo muchas ganas de viajar en el velero
y recorrer el mundo!
¡Me gustaría que fuese en verano!
Karen Barboza y Lorena Ferreira.
Es un mediodía en el verano
cuando las hojas de los árboles se movían,
cuando el viento soplaba el árbol se sentía rugoso y frío
en el lindo día templado.
No se ve nadie ni cerca ni lejos, no hay personas ni tampoco animales.
Había una ruta grandota en una esquina y una ruta enfrente del galpón,
y desde ahí se vieron muchos colores brillantes y oscuros,
blanco, rojo, celeste, marrón, verde, negro y gris.
Se veía enfrente de una casa, un semáforo, un auto estacionado
y un perro durmiendo cerca del árbol.
Nicolás Sosa y Gonzalo Bleda.

Me siento feliz con el agua


fría, la arena al rojo vivo
el mar chocando contra las rocas,
las gaviotas aleteando en el aire
puro y fresco, los animales
rugiendo, los árboles en movimiento
con gran fuerza, las personas
buscando alimentos, buscando
sobrevivientes, buscando
refugio para poder dormir.
La mañana está soleada,
el cielo está naranja como
el resplandor del sol, las
nubes son celestes como
el mar flameante.
Nicolás Núñez.

Un muelle con barcos pesqueros apagados y tristes


en la orilla del mar con arenas como redes
y arpones en la soledad. Gris a lo lejos,
blancas y negras gaviotas revolotean
en una paz opaca
en la soledad remota y distante
en un balanceo constante.
Los barcos pequeños con sus tonos rojos
marea el ambiente sereno y turbio,
el celeste del agua del mar.
En lassombras de una tarde fría de invierno
un hombre en su pensamiento recuerda
lindos momentos de su juventud.
Nosotras fuimos a caminar
buscando la tranquilidad
y nos topamos con un lugar tan pacífico,
al mirar a los costados solo vemos
arena, rocas y pocos pescadores.
Y logramos encontrar la paz que buscábamos.
Sofía Antúnez y Pamela Méndez.

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