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Hay complejidad dondequiera que se produzcan acciones, hay un polo empírico y un polo
lógico, dificultades empíricas y dificultades lógicas. Nada está realmente aislado en el universo
y todo tiene relación. Todo está en todo y recíprocamente. Una parte está en el todo y el todo
está en la parte. Cada individuo en una sociedad es una parte de un todo, que es la sociedad,
pero esta interviene, desde el nacimiento del individuo, con su lenguaje, sus normas, sus
prohibiciones, su cultura, su saber, el todo está en la parte.
Las sociedades humanas toleran una gran parte de desorden, en parte es lo que llamamos
libertad. El desorden es un elemento necesario en los procesos de creación e invención, dado
que estos se presentan como una disociación y un error respecto al sistema previamente
establecido. Así es necesario pensar la complejidad de base de toda realidad viviente.
Los programas son secuencias de actos decididos a priori los cuales funcionan muy bien
cuando las condiciones circundantes no se modifican, no son perturbadas.
Nuestra visión y percepción son algo muy complejo. Con nuestros ojos somos capaces de
mirar de manera compleja. Pero no somos capaces de pensar de manera compleja. Es
necesario dirigirse al pensamiento pensante, en el sentido de complejidad.
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Edgar Morin definio el paradigma de la complejidad que parte de un pensamiento sistémico,
quiere decir reconocer la interdependencia de los hechos y el azar o lo impredecible como
integrante distintivo de la época. Este modelo de ciencia intenta superar a la ciencia mecanicista
predominante.
El paradigma de la complejidad entiende que es necesario retomar los valores de la modernidad
y ponerlos en juego, cuestionarlos, modificarlos. Reconoce que necesita irremediablemente de
la conciencia del sujeto que realiza las acciones en el mundo, que sea crítico y cuestione sus
acciones, puntos de vista diversos, que elija y lo que realice lo haga a conciencia.
Morín reconoce siete principios generales, interdependientes, del paradigma de la
complejidad:
a. principio sistémico u organizacional: el conocimiento de las partes se relaciona con el
conocimiento del todo.
b. principio hologramático: las partes conforman el todo, pero el todo no es nada sin las
partes
c. principio retroactivo: es el esquema que refleja a este paradigma pues supone que
una causa actúa sobre un efecto y este a su vez sobre la causa
d. principio recursivo que supera la noción de regulación al incluir el de auto-producción
y auto-organización;
e. principio de autonomía y dependencia en el que expresa la autonomía de los seres
humanos, pero, a la vez, su dependencia del medio;
f. principio dialógico que integra lo antagónico como complementario;
g. principio de la reintroducción del sujeto que introduce la incertidumbre en
la elaboración del conocimiento al poner de relieve que todo conocimiento es una
construcción de la mente.
Morín define la complejidad, como “un fenómeno cuantitativo, una cantidad extrema de
interacciones e interferencias entre un número muy grande de unidades”. Todo sistema auto-
organizador (viviente) de hecho combina un número muy grande de unidades: moléculas en
una célula, células en un organismo.
Morín cree que no hay que buscar la complejidad solamente en los desarrollos científicos. Hay
que verla allí donde por lo general parece estar ausente, como, por ejemplo, la vida cotidiana.