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1. Don Diego Coronel y su criado Pablos viven en la casa del dómine Cabra, quien mata de hambre a sus pupi-
los. El padre de don Diego acude a sacar a su hijo de esa residencia cuando se entera de que un pupilo ha muer-
to de hambre.
Entramos en casa de don Alonso y echáronnos en dos camas con mucho tiento, porque no se nos desparra-
masen los huesos de puro roídos del hambre. Trajeron exploradores que nos buscasen los ojos por toda la
cara, y a mí, como había sido mi trabajo mayor y el hambre imperial, que al fin me trataban como a un cria-
do, en buen rato no me los hallaron. Trajeron médicos y mandaron que nos limpiasen con zorras1 el polvo
de las bocas, como a retablos2, y bien lo éramos de duelos3. Ordenaron que nos diesen sustancias y pistos4.
¿Quién podrá contar, a la primera almendrada5 y a la primera ave, las luminarias que pusieron las tripas de
contento? Todo les hacía novedad. Mandaron los doctores que, por nueve días, no hablase nadie recio en
nuestro aposento, porque, como estaban huecos los estómagos, sonaba en ellos el eco de cualquier palabra.
Con estas y otras prevenciones, comenzamos a volver y cobrar algún aliento, pero nunca podían las quija-
das desdoblarse, que estaban magras y alforzadas; y así se dio orden que cada día nos las ahormasen con
la mano del almirez. Levantámonos a hacer pinicos dentro de cuarenta días, y aún parecíamos sombras de
otros hombres y, en lo amarillo y flaco, simiente de los padres del yermo6. Todo el día gustábamos en dar
gracias a Dios por habernos rescatado de la cautividad del fierísimo Cabra, y rogábamos al señor que nin-
gún cristiano cayese en sus manos crueles. Si acaso, comiendo, alguna vez nos acordábamos de las mesas
del mal pupilero7, se nos aumentaba el hambre tanto, que acrecentábamos la costa aquel día. Solíamos con-
tar a don Alonso cómo, al sentarse a la mesa, nos decía males de la gula, no habiéndola él conocido en su
vida. Y reíase mucho cuando le contábamos que, en el mandamiento de No matarás, metía perdices y capo-
nes, gallinas y todas las cosas que pues parecía que tenía por pecado el matarla, y aun el herirla, según rega-
teaba el comer.
1 zorra: instrumento formado por tiras de piel, 5 almendrada: bebida de leche de almendras y
especie de plumero, para sacudir el polvo. azúcar.
2 y 3 retablo de duelos: aplicado a quienes sufrían 6 padres del yermo: anacoretas (religiosos que vivían
penalidades. en lugar solitario y entregados a vida austera).
4 pisto: similar al caldo de ave. 7 pupilero: persona que tiene huéspedes en su casa.
recio
Editorial Casals, SA • Material fotocopiable
alforzadas
ahormasen
gula
Editorial Casals, S. A.
capones
UD13 Literatura
b. La hipérbole es el recurso más destacado. Comenta las que te parezcan más cómicas.
c. ¿Por qué es una narración caricaturesca? Haz un esquema de los hechos que tienen lugar y di si se trata de
una narración lineal.
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2. Todos los muertos salen de sus tumbas para presentarse ante el tribunal de Dios para ser juzgados. Quevedo
describe su visión.
Divirtióme desto un gran ruido que por la orilla de un río venía de gente en cantidad tras un médico, que
después supe que lo era en la sentencia. Eran hombres que había despachado sin razón antes de tiempo y
venían por hacerle que pareciese, y, al fin, por fuerza le pusieron delante del trono.
A mi lado izquierdo oí como ruido de alguno que nadaba, y vi un juez, que lo había sido, que estaba en medio
de un arroyo lavándose las manos, y esto hacía muchas veces. Lleguéme a preguntarle por qué se lavaba
tanto, y díjome que en vida sobre ciertos negocios se las había untado y que estaba porfiando allí por no
parecer con ellas de aquella suerte delante de la universal residencia.
a. Comenta la crítica que hace el autor a las profesiones que se mencionan en el texto.
3. El autor describe dos actitudes ante la muerte: la de los sabios y la de los necios.
Dichoso serás y sabio habrás sido si cuando la muerte venga no te quitase sino la vida solamente; que en los
necios no sólo quita la vida, sino la confianza necia, el descuido bestial, el amor de las cosas temporales;
todo lo cual habrás tú dejado antes, y así aliviarás mucho la postrera hora. ¡Dichoso aquel que en su fin da
a la muerte lo que pide, y desdichado del que se defiende de ella y la niega lo que la debe y ha de cobrar!
Por este modo, pues, debes apartar todas las cosas de las opiniones que las afean y hacen espantables y
anteponer a todo la paz de tu alma y no tener por precioso lo que no sirviese a la quietud y la libertad de
tu espíritu.
El sueño de la muerte
a. Comenta cuál es la diferencia de ambas actitudes y cuál es su consejo. ¿Cómo cree que será más llevade-
ro el momento de morir?
4. En el siguiente texto el anciano Critilo le habla al joven Andrenio sobre la maldad del ser humano.
–Pues dime, ¿con qué hacen tanto mal los hombres si no les dio la naturaleza armas como a las fieras? Ellos
no tienen garras como el león, uñas como el tigre, trompas como el elefante, cuernos como el toro, colmi-
llos como el jabalí, dientes como el perro y boca como el lobo: pues ¿cómo dañan tanto?
–Y aun por eso –dijo Critilo– la próvida naturaleza privó a los hombres de las armas naturales y como a
gente sospechosa los desarmó: no se fió de su malicia. Y si esto no hubiera prevenido, ¡qué fuera de su cruel-
dad! Ya hubiera acabado con todo. Aunque no les faltan otras armas mucho más terribles y sangrientas que
ésas, porque tienen una lengua más afilada que las navajas de los leones, con que desgarran las personas y
despedazan las honras; tienen una mala intención más torcida que los cuernos de un toro y que hiere más a
ciegas; tienen unas entrañas más dañadas que las víboras, un aliento venenoso más que el de los dragones,
unos ojos invidiosos y malévolos más que los del basilisco, unos dientes que clavan más que los colmillos
de un jabalí y que los dientes de un perro, unas narices fisgonas que exceden a las trompas de los elefantes.
De modo que sólo el hombre tiene juntas todas las armas ofensivas que se hallan repartidas entre las fieras
y así, él ofende más que todas. […]
próvida
malévolos
basilisco
d. ¿Te parece exagerado el pesimismo de Gracián? ¿Crees que esa actitud podría atribuirse al hombre actual?
Explícalo y utiliza argumentos que sostengan tu opinión.
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5.
El drama de don Juan
El don Juan español no cree en el amor, y esto le diferencia de todos los don Juanes del romanticismo. El
Tenorio no cree que se alcance la felicidad por el amor, no siente ese vacío previo que empuja a Adolfo de
Benjamín Constant1 a enamorarse, tanto para la satisfacción de una necesidad como para reivindicación
de un derecho, porque los románticos mantienen el derecho al amor como si fuera uno de los implícitamen-
te contenidos en la Declaración de 1789. El don Juan español se enamora. Éste es su percance, su suceso
dramático, pero no su ideal. A don Juan no se le ocurre pensar, como a Sénancour2, el panegirista del amor,
que éste «es el velo tendido sobre el vacío en el que tenemos que caer», porque Sénancour es un trágico que
necesita velos para no ver la muerte, y don Juan no los necesita, acaso porque tiene la fortuna de poseer una
naturaleza más robusta. No es suya, por lo menos, esa enfermedad del hombre moderno que después de
haber despojado el mundo del Valor absoluto, que daba su valor a sus valores relativos, necesita poner velos
al vacío infinito de las cosas para no morirse de desesperación. Todos los ideales modernos son velos tendi-
dos sobre el vacío. Don Juan puede vivir robustamente sin ninguna clase de ideales.
a. Explica las diferentes concepciones del amor de los personajes, tanto reales como de ficción (don Juan).
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b. ¿Estás de acuerdo con la afirmación final: «Todos los ideales modernos son velos tendidos sobre el vacío»?
Argumenta tu opinión.
. A.
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6. En el siguiente fragmento se presentan tres faltas graves que un noble no podía cometer: desobedecer al padre
(doña Ana), burlar a una mujer (don Juan) y traicionar a un amigo (el Marqués de la Mota).
c. Ante las recomendaciones del criado, ¿cómo reacciona don Juan? ¿Qué concepto tiene de la persona que
sirve?
al Casals, S. A.
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UD13 Literatura
7. Laurencia irrumpe en el Consejo, desmelenada y con signos evidentes de haber sido torturada. Ésta es una de
las escenas de mayor intensidad dramática del teatro del Siglo de Oro.
a. Observa el tema de la dependencia de la mujer. ¿Qué reclama Laurencia a su padre? ¿En qué versos lo
hace?
S. A.
UD13 Literatura
b. Observa las partes del texto: primero narra los hechos y argumenta con evidencias. ¿Se muestra hasta
dónde ha llegado el Comendador?
A continuación, Laurencia continúa con sus imprecaciones a los hombres. ¿Qué les desea y hasta dónde
está dispuesta a llegar? ¿Qué tonos predominan en esta parte?
Finalmente, anuncia lo que el Comendador va a hacer con el pueblo. ¿Con quién va a empezar?
c. Las palabras de Laurencia impulsarán la rebelión popular. ¿Crees que la actitud de la protagonista es pro-
pia de su época? Coméntala y compárala con la de las mujeres actuales.
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al Casals, S.Editorial
A. Casals, SA
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8.
SEGISMUNDO:
Es verdad; pues reprimamos Sueña el rico en su riqueza
esta fiera condición, que más cuidados le ofrece;
esta furia, esta ambición sueña el pobre que padece
por si alguna vez soñamos. su miseria y su pobreza,
Y sí haremos, pues estamos sueña el que afana y pretende,
en un mundo tan singular, sueña el que agravia y ofende;
que el vivir sólo es soñar; y en el mundo, en conclusión,
y la experiencia me enseña todos sueñan lo que son,
que el hombre que vive sueña aunque ninguno lo entiende.
lo que es hasta despertar.
sueña el rey que es rey y vive Yo sueño que estoy aquí
con este engaño mandando, destas prisiones cargado,
disponiendo y gobernando; y soñé que en otro estado
y este aplauso que recibe más lisonjero me vi.
prestado, en el viento escribe, ¿Qué es la vida? Un frenesí.
y en cenizas le convierte ¿Qué es la vida? Una ilusión,
la muerte (¡desdicha fuerte!); una sombra, una ficción,
¡que hay quien intente reinar, y el mayor bien es pequeño;
viendo que ha de despertar que toda la vida es sueño,
en el sueño de la muerte! y los sueños, sueños son.
a. Segismundo contesta a Clotaldo: «Segismundo, que aún en sueños / no se pierde el hacer bien...». ¿Te pare-
ce que su decisión es de índole práctica o religiosa?
c. Si recuerdas las danzas de la muerte de la poesía medieval, comprobarás la semejanza con el contenido del
texto (la muerte sacaba a «bailar» a toda clase de personas, sin tener en cuenta su condición). Uno de los
temas de las Coplas de Jorge Manrique es el poder igualatorio de la muerte. Señala alguna semejanza con
este texto.
S. A.
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d. Los versos 11-29 son la ampliación de los versos 9-10. ¿De qué personas habla? ¿A cuál se dedica más
espacio? ¿Crees que puede tener relación con algún tema importante del teatro de la época?
e. Segismundo concreta en su persona lo que les ocurre a todos. Contrasta dos situaciones vividas. ¿Cuáles?
¿Alguno de ellos se refiere a la «experiencia» del verso 8?
g. Comenta las figuras del texto y su valor expresivo: similicadencia, anáfora, enumeración, paradoja, metá-
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