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- La suspensión
Todas las hojas se unen en el centro por medio de un tornillo pasante con tuerca, llamado
capuchino. Las hojas más largas se mantienen alineadas por medio de abrazaderas.
Una ballesta viene definida por la longitud, anchura de sus hojas y número de ellas.
Asimismo son características esenciales la flecha sin carga y la flexibilidad, es decir, la
deformación o flexión que experimenta cuando soporta una carga, o sea, la longitud que
disminuye la flecha. La flexibilidad de las ballestas se expresa en milímetros por cien
kilogramos de carga.
La suspensión por ballestas suele utilizarse en vehículos dotados de puente trasero rígido
y eje delantero de la misma naturaleza, en los cuales la unión a las trompetas o al eje se
realiza ligeramente por delante del centro de la ballesta, por medio de bridas. En la
trompeta o eje se forma un patín, donde encaja la cabeza del tornillo capuchino de la
ballesta y hace asiento ésta, por encima del eje generalmente. Este acoplamiento impide
un eventual desplazamiento del eje con respecto a la ballesta.
Como la ballesta presenta una cierta curvatura en su montaje, tiende a ponerse recta al
subir la rueda con las desigualdades del terreno, aumentando con ello su longitud, por lo
cual en la unión al chasis deberá disponerse un sistema que permita su alargamiento.
Generalmente este dispositivo se coloca en la parte trasera de la ballesta, y consiste en la
adopción de unas gemelas que realizan la unión al chasis por medio de un tornillo
pasante y a la ballesta por otro. Además, en el ojo de la ballesta se dispone un casquillo
elástico, llamado silentbloc, formado por dos manguitos de acero unidos entre sí por un
casquillo de caucho que se interpone a presión entre ambos. De esta manera, el
silentbloc hace de articulación para movimientos pequeños, como son los de la ballesta
en este lugar, sin que se produzcan ruidos y sin necesidad de engrase.
Con esta disposición de montaje se permite el
alargamiento de la ballesta y sus variaciones de
curvatura, que se producen con las oscilaciones
a que está sometida en la marcha del vehículo.
Las ballestas tienen forma semi-helíptica,
aunque en la actualidad, las empleadas resultan
prácticamente planas. Hay también ballestas de
una sola hoja, cuya sección rectangular en los
extremos se va haciendo cuadrada hacia el
centro en algunos casos, manteniendo la misma
sección.
La suspensión por ballestas fue la más utilizada en el pasado en los automóviles, por
cuanto permite obtener contemporáneamente un cierto amortiguamiento de las
oscilaciones, debido al frotamiento existente entre las distintas hojas; pero en la
actualidad, con la implantación de las suspensiones de ruedas independientes, que
aportan unas considerables ventajas, se utilizan mayoritariamente los muelles
helicoidales.
Los muelles helicoidales están constituidos por un hilo de acero de diámetro comprendido
generalmente entre 10 y 15 mm, arrollado en forma de hélice, cuyas espiras extremas se
hacen planas para obtener un buen asiento, tanto en la zona superior (carrocería), como
en la inferior (apoyo sobre el amortiguador). Además del diámetro del hilo, son
características fundamentales del muelle su altura y el diámetro medio de las espiras.
En la realización práctica de las suspensiones por muelles helicoidales, por ser la rigidez
transversal de éstos muy pequeña, se hace necesario completar la suspensión con
dispositivos destinados a impedir los desplazamientos de la carrocería con relación a los
ejes. Estos dispositivos los constituyen las bielas de empuje.
La flexibilidad del muelle está en función del diámetro del hilo utilizado, número de
espiras, ángulo de inclinación de las mismas, diámetro del muelle y calidad del acero
utilizado en su construcción. Con la utilización de muelles helicoidales cónicos, en los que
el diámetro de las espiras va disminuyendo progresivamente de un extremo a otro, se
consigue una flexibilidad progresiva a medida que se aplasta el muelle.
Con los nuevos materiales que la metalurgia ha puesto a disposición de la industria, ha
sido posible sustituir las ballestas y los muelles helicoidales utilizados en los sistemas de
suspensión de los automóviles por barras de torsión. Las oscilaciones de las ruedas
provocan en tales sistemas la torsión de una barra de acero, que retorna a su posición de
reposo debido a la elasticidad del material empleado en su construcción.
“La figura muestra un sistema de suspensión de las ruedas delanteras de brazo oscilante
con barra de torsión, en el cual las barras (10) y (11) se fijan al chasis (12) en su extremo
posterior, mientras que por el anterior se unen al brazo oscilante correspondiente en la
fijación (7). Completan el sistema las bielas de empuje (2), que se unen al chasis en (3), y
la barra estabilizadora (5), que apoya en (6) en la carrocería. El travesaño (9) une ambos
brazos oscilantes.
Se observa que las barras de torsión ocupan una posición longitudinal al vehículo,
mientras que en otros casos, como ocurre generalmente en aplicaciones a suspensiones
traseras, las barras de torsión se ubican transversalmente.
En el funcionamiento de este tipo de suspensión, el peso del vehículo aplica una torsión
inicial a la barra, que proporciona el efecto de muelle deseado, al igual que ocurre con los
muelles helicoidales.
Las suspensiones del tipo de barra de torsión incorporan generalmente un dispositivo de
ajuste de la altura del chasis del vehículo con respecto al suelo, que permite la corrección
de la misma por variación del posicionamiento de la barra de torsión mediante levas de
reglaje.
3.- Amortiguadores
Ya se ha dicho que un muelle deformado, cualquiera que sea su tipo, vuelve a su posición
de equilibrio después de haber realizado una serie de oscilaciones de amplitud
decreciente, que se transmiten parcialmente a la carrocería del vehículo, con la
incomodidad para los pasajeros que ello representa.
Por otra parte, si el muelle es sometido a una nueva compresión cuando todavía no ha
vuelto a su posición de equilibrio, las dos series de oscilaciones pueden superponerse y
las amplitudes resultantes llegarían a tomar en algunos casos valores peligrosos y
propicios para la rotura. A esta superposición se la llama resonancia y es muy de temer,
sobre todo en carreteras bacheadas.
Los amortiguadores recogen las oscilaciones del muelle y las absorben, transformándolas
en rozamientos. Los amortiguadores empleados en automoción pueden ser de fricción o
hidráulicos. Los primeros basan su funcionamiento en que el frotamiento de discos de
fricción produce una absorción de energía, que, se transforma en calor. Están
compuestos por uno o varios discos de acero, forrados de amianto, oprimidos entre sí,
enlazándose unos a la rueda y otros al chasis, de manera que con las oscilaciones del
muelle se produzca el frotamiento entre los discos que genera la acción de frenado.
Los amortiguadores hidráulicos basan su funcionamiento en la resistencia que ofrece todo
líquido viscoso al paso por un orificio.
En cualquiera de los casos, cuando el muelle se dispara, después de la compresión
sufrida por el paso la rueda por un obstáculo, el amortiguador frena ése disparo
sobretodo y, posteriormente, las oscilaciones seguidas por el muelle, los amortiguadores
que así actúan se llaman de simple efecto. Si frenan el muelle tanto cuándo se dispara
como en la compresión, se dice que son de doble efecto.
Cada uno de los brazos oscilantes se fija al chasis por medio de un bulón (1), con
interposición de casquillos elásticos (silentblocs), que permiten los movimientos oscilantes
del brazo sin que se produzcan rozamientos ni desgastes. Estos casquillos elásticos están
formados por un cilindro de caucho (2) embutido
entre dos casquillos cilíndricos de acero, uno
exterior que acopla a presión en el alojamiento del
brazo y otro interior a través del cual pasa el bulón
de fijación.
Para lograr estos efectos se dispone la fijación del brazo inferior al chasis con una cierta
inclinación hacia adelante, como muestran las figuras, que viene determinada por los
puntos (A) de unión al mismo. De esta manera, la rótula (B) avanza cuando la carrocería
se hunde bajo el efecto de una frenada brusca. Al mismo tiempo, en la acción de frenado
el portamangueta (A) al que se une la pinza de freno (B), tiende a ser arrastrado por el
disco (C), tirando de la rótula inferior hacia atrás, contrarrestando el efecto anterior. De
esta manera quedan compensados ambos esfuerzos atenuándose notablemente el
cabeceo del vehículo en las frenadas.
Cuando un vehículo toma una curva, la acción de la fuerza centrífuga hace que el peso se
sobrecargue sobre las ruedas exteriores, produciendo la inclinación de la carrocería hacia
ese lado. Para limitar esta inclinación en beneficio de la estabilidad del vehículo, se
emplean las barras estabilizadoras, que se colocan tanto en la parte delantera como en la
trasera, enlazando los sistemas de suspensión de ambas
ruedas del mismo eje.
En la figura puede verse una barra estabilizadora (A) para la
suspensión delantera de un vehículo, que se une por sus
extremos (B) y (C) a cada uno de los brazos inferiores del
sistema de suspensión, en el patín (E), por medio del
casquillo de caucho (D), que a su vez va sujeto por una
abrazadera. A la altura de (F) y (G) se une la barra
estabilizadora a la carrocería del vehículo por medio de
casquillos de caucho y abrazaderas como la (H), quedando
el conjunto montado en la posición que señala el detalle de
la figura.
Cuando el coche toma una curva, se produce la inclinación de la carrocería hacia el exterior; a esta
acción se oponen en primer lugar los muelles de suspensión de las ruedas exteriores y en segundo
lugar, la barra estabilizadora, pues del lado que baja la carrocería respecto al suelo (lado exterior
de la curva), también lo hace el brazo de suspensión correspondiente, que tira a su vez del trozo
doblado de la barra estabilizadora unido a él, mientras que del lado que sube la carrocería (interior
de la curva), también sube el brazo de suspensión correspondiente, que tira hacia arriba del trozo
doblado de la barra estabilizadora unido a él. En consecuencia, se aplica a la barra desde (F) a (G)
un par de torsión que la retuerce, oponiéndose a esta acción debido a su elasticidad, lo que
equivale a presentar una dificultad a la inclinación de la carrocería
La barra estabilizadora actúa asimismo con el vehículo en línea recta, evitándole los balanceos
laterales, por cuya causa se la llama también barra antibalanceo.
En los modelos de suspensión delantera y trasera descritos puede verse la implantación de las
barras estabilizadoras correspondientes,