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Concepto
Epidemiología
El cincuenta por ciento de las personas mayores de 40 años tienen algún grado
de enfermedad hemorroidal aunque a medida que progresa la edad no progresa el
porcentaje de personas con esta patología. Durante la infancia y en adolescentes
es realmente extraña la aparición de este problema. El sexo no influye, ya que es
muy similar la incidencia en varones y hembras. Se ve más frecuentemente
relacionada a las sociedades occidentales, muy posiblemente asociado al bajo
consumo de fibras.
Etiología
Factores predisponentes
Anatomía y fisiopatología
Grado I: Sobresalen únicamente a la luz del canal anal. Grado II: Sobresalen
durante la defecación por fuera del canal anal, pero reducen espontáneamente.
Grado III: Sobresalen durante la defecación por fuera del canal anal, pero
requieren de maniobras manuales para su reducción. Grado IV: Permanecen
prolapsadas por fuera del canal anal y son irreductibles.
Cuadro clínico
Diagnóstico
Tratamiento quirúrgico
En un análisis multivariable se probó que los elementos que predicen la conversión a la cirugía
abierta son: Edad mayor de 60 años.Sexo masculino Peso mayor de 65 kg Presencia de colecistitis
aguda, antecedentes de cirugía epigástrica. Antecedentes de cirugía epigástrica. Valores altos de
hemoglobina glucosilada (entre los pacientes diabéticos) Cirujano poco experimentado
La hemorragia es la segunda causa más frecuente de conversión a la cirugía abierta. Aunque una
hemorragia inesperada se pueda corregir, a menudo, por vía laparoscópica, la conversión a la
operación abierta está indicada si no se pueden controlar de inmediato el sangrado sin poner en
peligro las estructuras del hilio hepático u otras vísceras adyacentes.
Técnica
La extirpación de la vesícula, sea laparoscópica o abierta, es una operación seria que requiere
prestar una cuidadosa atención, así como considerar la posibilidad de encontrar anomalías
anatómicas. El cirujano no puede despreciar la admonición MCANENY de que «no existe nada
llamado operación rutinaria de vesícula» sin colocarse él (y el paciente) en peligro. El paciente
puede estar ya anestesiado cuando se tome la decisión de proceder a la colecistectomía abierta,
casi siempre durante una intervención laparoscópica. Por eso, muchas colecistectomías abiertas se
realizan bajo anestesia general; otras modalidades más raras son las técnicas regionales (p. ej.,
epidural o raquídea) y, raramente, la anestesia local.
La técnica retrógrada es la de referencia para muchos cirujanos experimentados y resulta
particularmente útil en casos de inflamación grave (fig. 5). El cirujano incide el peritoneo visceral
del fondo vesicular a 1 cm aproximadamente de su inserción hepática y continúa la incisión a lo
largo de la vesícula, paralelamente al hígado. El ayudante puede emplear un dispositivo de
aspiración de punta ovalada para mantener el campo operatorio seco y establecer un plano a lo
largo de la fosa cística, mientras el cirujano asegura y divide las inserciones, que suelen incluir las
diminutas venas colecísticas. Estas venas suelen controlarse mediante electrocoagulación, aunque
a veces, en casos de hipertensión portal o de distensión de la vesícula, hay que ligar las venas
prominentes. Las laceraciones hepáticas se tratan mediante compresión directa y con sustancias
hemostáticas tópicas. Así, se moviliza por completo la vesícula del hígado antes de disecar dentro
del triángulo de Calot y a lo largo del hilio. Por tanto, «no se quema ningún puente»
Complicaciones
la silicona como el Poliuretano son dos sustancia que componen los catéteres actualmente, que
promueven el desarrollo del epitelio escamoso en el túnel subcutáneo próximo al catéter y en el
orificio de salida y dentro de la pared abdominal. La presencia de este epitelio aumenta la
resistencia a la penetración de bacterias desde los tejidos vecinos hacia el orificio de salida
cutánea y de entrada del catéter peritoneal.
Indicaciones
Se refiere que la DP se subestima en su uso actual, a pesar de las serias ventajas sobre la
hemodiálisis como son: la preservación de la función renal, la estabilidad hemodinámica, y la
mejor calidad de vida a corto y largo plazo. La colocación percutánea puede utilizarse en general
en todos los candidatos a DP, sin embargo esta especialmente indicado en aquellos pacientes en
pobres condiciones ge-nerales y que no podrían tolerar la anestesia general.
Técnica percutánea
Existe una variedad de catéteres en forma (rectos, cola de cochino, cuello de ganso), longitud y
número de dispositivos para su fijación. De forma general, es un tubo flexible de silicón con un
puerto terminal abierto con diversos orificios de salida para la instilación y drenaje del líquido de
diálisis. Es común que tengan un par de dispositivos de dacrón para la fijación. Se requiere de
mínimos estudios para su colocación los cuales incluyen el perfil de coagulación (biometría
hemática completa, tiempo de protrombina y tiempo parcial de tromboplastina)
Debe medirse el catéter, desde el sitio de inserción marcado y el dispositivo de dacron proximal,
hasta el borde superior de la sínfisis del pubis, donde se recomienda para una co-rrecta colocación
de la punta del catéter en la pelvis. Se realiza una incisión de unos 2 cm en el sitio de la colocación
utilizando un bisturí con hoja No. 15. Utilizando una pinza de Kelly recta, se realiza una disección
roma hasta la fascia aponeurótica del recto anterior del abdomen. En este lugar, puede hacerse
una pequeña incisión con un bisturí con hoja No. 11 Mientras se dice al paciente que realice una
maniobra de Valsal-va, se coloca un introductor romo hasta cavidad peritoneal. Se deja el
introductor dentro de la cavidad, para causar un trayecto y dilatar el sitio de introducción, Si no
hay líquido de ascitis, de puede instilar unos 500 ml de solución salina hacia hueco pélvico (a
través del introductor) para crear espacio interintestinal y en hueco pélvico y así facilitar la
colocación del catéter. Una vez introducido el catéter hasta el dispositivo proximal de dacron, se
abre la férula para extraerla. El dispositivo proximal de dacrón podrá colocarse en el espacio
inferior a la aponeurosis superior del recto anterior abdominal empujando el catéter mientras se
pide al paciente que tensione la pared abdominal