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Oya (Oyá): La divinidad de los atardeceres, las arboledas y los vientos

fuertes.

Dos cuernos de vaca del monte


entre las arboledas cornean.
Los árboles desprenden cuentas castañas,
fue el Oddun de Ifá que se manifestó
para Okana Ini Loyin (Oyá)
cuando venía al mundo.

Oddun de Ifá Iroso Osa.

Oyá es considerada entre los pueblos Yoruba como la "divinidad de las


arboledas", también, se le atribuyen las tormentas y los tornados que de forma
muy violenta arrasan lo que encuentran a su paso, así es como Oyá manifiesta su
furia y enfado, además, los truenos son el anuncio del rayo, es Oyá que precede a
su esposo Shangó, así lavan los Yoruba a Oyá se le conoce también como: Okara
ini La Loyin. Entre los fons es llamada Avesán y en Dahomey, Adañe Kuruñé, que
significa corajuda cadavérica.
Sus atributos son los dos cuernos de las vacas del monte o búfalos y algunos
implementos de metal en forma de cincel o hacha muy parecidos a los de Shangó,
sus adoraciones usan cuentas color castaño.

El Oddun de Ifá que acompañó a Oyá al mundo se llama Olosun Sará (Irosun
Osa) y el Eshu que acompañó a ambos desde el Cielo a la Tierra es Eshu Olosun
Sará (Iroso Osa).

Aborrece el carnero y constituye tabú para sus seguidores, además prohíbe el


melón, el aceite de maíz y a las mujeres, la manipulación de sus atributos cuando
están menstruando, gusta de comidas como el arroz blanco con berenjena y bollos
de frijoles de caritas. Sus animales predilectos son las chivas, palomas, gallinas,
guineas, y codornices, su plato predilecto es el pastel o razupo de frijoles.

En tierras africanas Oyá es la diosa del río Níger y la leyenda cuenta que ella iba
fue una de las esposas de Shangó y su favorita. Oyá decidió poner fin a su vida
cuando se sintió desilusionada a consecuencia del ignominioso final de la carrera
de su esposo, esto lo hizo adentrándose en el seno de la tierra en el pueblo de Ira.
Constituye un enigma el hecho de que los yoruba llegaran a asociarla a ella con el
Níger.

Cuenta un mito que entre todas las esposas de Shangó solo Oyá decidió
acompañarlo en su viaje a Tapa (Nupe), su casa materna, fue un largo viaje, pero
el valor le falló a Oyá en un lugar llamado Ira, su pueblo natal, al que no volvería a
ver si mantenía su amor por su esposo y persistía en seguirlo hasta el final.
La perspectiva de residir entre extraños, en una tierra extraña, entre gente que
hablaba otra lengua y además, dejar a sus padres y su casa para siempre se
apoderó tanto de ella que la hizo vacilar y finalmente desistir de su empeño. Por
esta decisión Oyá se avergonzó y determinó no regresar a Oyó, permaneciendo
en Ira. Al enterarse del suicidio de su amado esposo, fue tan duro el golpe que ella
también decidió suicidarse. Se le deificó y le pusieron su nombre al río Níger al
cual se le denomina Odo Oyá.

[...] a Oyá se le atribuyen los tornados y las violentas tormentas que destruyen
árboles y derrumban altas torres y casas. Esto representa su disgusto. Johnson
nos dice que como de los héroes y heroínas deificados no se habla como muertos,
sino como desaparecidos, existe el dicho:

Oyá desapareció en el pueblo de Ira,


Shangó desapareció en Koso.

Dos espadas desenvainadas y los cuernos de un búfalo es la imagen que


representa a Oyá entre los Yoruba, sus seguidores se distinguen por un particular
collar de cuentas rojas siempre alrededor del cuello.

Ulli Beier en Yorubá Myths nos ofrece un mito sobre esta deidad, según el cual,
Oyá fue un antílope que se transformó en mujer. Cada cinco días cuando iba al
mercado en el pueblo, se quitaba su piel en el bosque y la escondía en un arbusto.
Un día Shangó la encontró en el mercado, le impactó su belleza y la siguió al
bosque, vio entonces cuando se puso la piel y se convirtió en un antílope. Al
siguiente día de mercado, Shangó se escondió en el bosque y después que Oyá
se convirtió en mujer y fue al mercado, tomó la piel, la llevó a su casa y la ocultó
en las vigas, cuando regresó al bosque se encontró a Oyá, quien trataba
desesperadamente de encontrar la piel. Shangó la llevó a casa a donde sus otras
dos esposas, Oshún y Oba, estas aún no le hablan parido ningún hijo. En cambio
pronto Oyá se convirtió en la madre de gemelos. Llenas de celos, las otras dos
esposas preocupaban diariamente a Shangó, preguntándole por el secreto de la
nueva mujer: ¿de dónde venía?, ¿cuál era su familia? Al final Shangó cedió. Le
dijo a una de sus esposas cómo había encontrado a Oyá, haciéndole jurar que
guardaría el secreto. Sin embargo las mujeres comenzaron a cantar una insidiosa
y burlona canción:

Ella come, ella bebe,


su piel cuelga de las vigas.

Oyá se excitó mucho al oír estas palabras. En cuanto estuvo sola buscó en las
vigas, encontró su piel, se convirtió en antílope y huyó al bosque, cuando Shangó
regresó la persiguió y trató de hacerla regresar a él. Desafiadora, lo atacó con sus
poderosos cuernos, pero Shangó la aplacó, poniendo un gran recipiente de razupo
de frijoles frente a ella, contenta con el ofrecimiento de su comida favorita, Oyá
hizo las paces con Shangó le dio sus dos cuernos. Cada vez que la necesitaba
solo tenia que golpear un cuerno contra otro y ella vendría en su ayuda.

La siguiente historia de Ifá del Oddun Iwori Oshe nos atestigua cómo los poderes
de Oyá se consideran complementarios a los de Shangó.
Cuando regresaba de Ijesha, Iwori Oshé enfermó y su curación debió hacerla lejos
de su hogar por largo tiempo. Mientras, su esposa quedó sola y Ajija se le acercó
para seducirla. Pasaban los días, Iworí Oshé no mejoraba, al contrario se agravó,
entonces hicieron una adivinación para él, predijeron que solo se curaría si su
esposa confesaba su falta; pero también, que Shangó sería el único que podría
ayudar para que revelara el secreto. Entonces Iworí Oshé sin esperar mucho,
llamó a Shangó, quien acudió enseguida acompañado de su esposa Oyá. Este, a
través de sus poderes, confirmó que Akpetebi había sido infiel, pero esto se sabría
si el árbol negro, afara (Obiri), que se alzaba frente a la casa de Iwori Oshé era
derribado.
¿Podrás abatir el árbol? -preguntó Orunmila.
-Puedo hacerlo; pero ¿qué me darás a cambio? -quiso saber Shangó.
-Un carnero, esa será tu recompensa.
Conforme, Shangó regresó a casa, se vistió y las nubes se juntaron, su esposa
Oyá cruzó el cielo nublado de rayos para él; tomó el hacha de Shangó y atravesó
el árbol. Derribado y abierto su tronco, el árbol mostró en su interior la estera
sobre la cual Ajija y Akpetebí habían hecho el amor, Shangó tomó la estera y la
llevó al lugar donde Iworí Oshé se curaba de sus males. De nuevo se pidió
consejo, y fue revelado lo siguiente: Iwori Oshé debía dormir toda la noche en ella,
así la enfermedad lo abandonaría. De regreso a su casa, Shangó descuartizó el
carnero para su ángel guardián. Después que se le dio muerte, sobrevino una
discusión entre los esposos, pues Oyá reclamaba la cabeza del Carnero:

-Soy la dueña del fuego que salé de tu boca e iluminó el árbol, señaló Oyá a su
esposo. Sin mi nunca lo hubieras encontrado.

-Pusiste la luz, pero no haces daño, eres como el humo, que cubre las cosas, pero
las deja intactas y añadió Shangó: eres mi esposa, mi complemento, por tanto soy
el dueño y señor hasta de tus poderes. A Oyá no le quedó otro remedio que
aceptar que sus poderes y acciones complementaban los de su marido.

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