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COMPENDIO TEORIA PSICODINÁMICA

DAVID EDUARDO DÍAZ LÓPEZ

UNIVERSIDAD NACIONAL FEDERICO VILLARREAL

FACULTAD DE PSICOLOGÍA

COMPENDIO DE LA ASIGNATURA

TEORIA PSICODINAMICA
Elaborado: Mg. DAVID EDUARDO DIAZ LOPEZ
Versión mejorada y actualizada

LIMA – PERÚ
2018
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COMPENDIO TEORIA PSICODINÁMICA
DAVID EDUARDO DÍAZ LÓPEZ

UNIDAD 1: PSICOANÁLISIS DE SIGMUND FREUD

1. RESEÑA HISTÓRICA:

El término psicodinámica hace referencia a aquellos modelos en los que el conflicto


intrapsiquico tiene un papel central. El modelo con mayor relevancia histórica es el
psicoanalítico, al que nos referiremos, aunque abarca también a otros, desde los "disidentes" del
psicoanálisis como Adler y Jung, hasta las actuales que se han acercado a la investigación con
los aportes de las neurociencias y psicología cognitiva.

El psicoanálisis fue creado por Sigmund Freud (1856-1939). Su obra fue influenciada por
Herbert(1766-1841) que mantenía una idea asociacionista de la conciencia, que incluía un nivel
consciente y otro preconsciente; por Fechner (1801 -1887),creador de la psicofísica, del q ue
aprovechó su concepto de umbral para elaborar el concepto de censura; por Brucke (1819 -1892) y
T. Meynert (1833-1892), fisiólogos y maestros de Freud, de los que recoge conceptos como el de
los procesos primarios y secundarios; por Brentano (1838 -1917) del que deriva el concepto de Yo
como función autónoma, por el desarrolló del método hipnótico de Charcot y catártico de J. Breuer.

1.1.DESARROLLO DE LA OBRA DE S.FREUD, se divide en cuatro etapas:

a) LA ETAPA PRE FUNDACIONAL (1886-1895): En ella Freud clasifica las neurosis y


busca un método de tratamiento para las mismas. En esta época son relevantes sus obras:
"Los estudios sobre la histeria" (1895, publicada con Breuer) y "Proyecto de una
psicología científica para neurólogos (1895, obra que no llegó a pub licar en vida).
Desarrolla un modelo causal de las histerias basado en las experiencias traumáticas
del sujeto que quedan a nivel inconsciente y desarrolla una teoría de los procesos
psíquicos como energía que circula por determinadas estructuras cerebrale s.

b) LA ETAPA FUNDACIONAL (1895-1899): Los rasgos sobresalientes de esta etapa son el


desarrollo del método de la asociación libre y el abandono de la teoría de las
experiencias traumáticas (seducción infantil). El método de la asociación libre lo
comenzó a utilizar con él mismo (autoanálisis) y le sirvió para descubrir sus deseos
incestuosos (inconscientes) hacia su madre, que formuló como Complejo de Edipo y que
extendió como fenómeno universal.

c) LA ETAPA DE LA PSICOLOGÍA DEL ELLO (1899/1900-1914). Se fundamenta en el


concepto de pulsión sexual, que sirve como base a la teoría psicoanalítica. Por pulsión
sexual se entiende la fuente de energía del psiquismo , la pulsión sexual (aunque no
limitada a lo genital), que puede reprimirse, descargarse, sublimarse, etc. Las
transformaciones de la pulsión sexual regulan la elección de objeto (relaciones personales)
y la formación del carácter o estructura psíquica. Esta época pertenece "La interpretación
de los sueños" (1900), "Psicopatología de la vida coti diana"(1904) y "Tres ensayos
sobre una teoría sexual"(1905). Concibe las neurosis como resultado de una regresión o
fijación en el desarrollo psicosexual. Elabora la noción de Inconsciente en una primera
teoría (primera tópica), los sueños como realizacion es inconscientes de deseos.
Describe la estructura mental en consciente, preconsciente e inconsciente y la descripción de los
mecanismos de defensa. Desde el punto de vista terapéutico se desarrolla el análisis de los sueños con
el método de la asociación libre.

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d) LA ETAPA DE LA PSICOLOGÍA DEL YO (1914-1939). En esta fase desarrolla su segunda


teoría de la estructura mental (segunda tópica) que se organiza como fuerzas
psíquicas en conflictos entre el Ello, el Yo y el Superyó . También introduce las
fuerzas pulsoniales, la pulsión de vida: la libido y la pulsión de muerte: tanatos.

A esta época pertenecen las obras:"Introducción a la metapsicológica" (1915),"Mas


allá del principio de placer"(1920) y "El Yo y el Ello"(1923 ). A partir de este momento
el Yo se sitúa en el centro del trabajo psicoanalítico, y el psicoanálisis se dirige a
aliviar al Yo de las presiones tanto del Ello como del Superyó, como del contexto social.

1.2.DISIDENTES DEL PSICOANÁLISIS FREUDIANO: Alfred Adle r y Carl Jung, habían formado
parte de este movimiento pero se apartaron del mismo y desarrollaron sus propios modelos
psicológicos y psicoterapéuticos. Adler (1870-1937) desarrolla su Psicología Individual
centrada en el sentimiento de inferioridad y su c ompensación, proponiendo un método
terapéutico más directivo centrado en la corrección de actitudes inconscientes disfuncionales
y es el fundador de las primeras clínicas de trabajo psicológico con problemas infantiles.
Jung (1875-1961) desarrolla su concepto de inconsciente colectivo que le lleva a analizar
las estructuras inconscientes comunes en las culturas primitivas, y sobre todo en las
religiones.

1.3.PSICOANÁLISIS POST FREUDIANO Y CONTEMPORANEO se caracteriza por el desarrollo


de varias corrientes:

a. Los que propugnan un énfasis en el Yo como estructura en gran parte autónoma y las
relaciones objétales (relaciones interpersonales e intrapsiquicas). En esta línea destaca las
aportaciones de la llamada Psicología del Yo y de las relaciones objétales (Sullivan,
Hartman, Rapaport, Ana Freud, etc.).

b. Otra tendencia destaca el papel de las experiencias tempranas en el funcionamiento de la


personalidad (M. Klein, M. Mahler y J. Bowlby).

c. Una tercera línea intenta de aplicar el psicoanálisis a otras patologías distintas a la


neurosis como las psicosis y los trastornos de personalidad (Fromm, Bion, Kernberg,
Lacan).

d. Una cuarta línea destaca el papel de los aspectos psicosociales en el desarrollo de las
estructuras inconscientes y la personalidad (Winnicott, Fairbairn).

e. Una quinta línea, muy relevante para la psicoterapia: retoma el psicoanálisis en un intento
de volver a su fuente: lo Inconsciente a partir de la obra de J. Lacan y su tesis del
Inconsciente estructurado como un lenguaje; relacionarlas con las neurociencias: el
Inconsciente estructurado como módulos motivacionales (Bleichmar) y aplicar el
psicoanálisis en los trastornos de personalidad, limítrofe alto y bajo (Kernberg)

f. Otra sexta línea aplica psicoterapia psicoanalítica basadas en la investigación breves


(Mann, Sifneos, Malan, Davalon y Strupp).

g. Una setima línea la más actual, intenta de acercar el psicoanálisis a los modelos de la
psicología cognitiva (A. Ryle, A. Mischell).

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2. CONCEPTOS FUNDAMENTALES

Se suele definir el psicoanálisis desde cuatro niveles (Laplanche y Pontalis, 1968; Baker, 1985):

1. Un método de investigación de los significados mentales inconscientes.

2. Un método de psicoterapia basado en la interpretación de las relaciones transferenciales,


resistencia y deseos inconscientes.

3. Un conjunto de teorías psicológicas sobre el funcionamiento de la mente


(metapsicológica) y teoría clínica sobre los trastornos mentales y su tratamiento.

4. Un enfoque filosófico o general para entender los procesos de las culturas y la actividad
social.

Los conceptos fundamentales del psicoanálisis se formulan a través de los cinco modelos que
Freud desarrolló sobre la actividad psíquica: el modelo topográfic o, el modelo económico, el
modelo dinámico, el modelo genético y el modelo estructural.

Modelo Topográfico: Pertenece a la etapa de fundación del psicoanálisis. Freud en esta época
distinguía tres niveles de conciencia: El Inconsciente, gobernado por los procesos
primarios(ilógicos e intemporales) que contiene los recuerdos, imágenes, sentimientos y deseos
no accesibles a la conciencia; El Preconsciente que intermedia entre el inconsciente y el
consciente, donde pueden acceder ciertos contenidos, y el/lo Consciente, gobernado por los
procesos secundarios(lógicos y racionales), que se identifica en gran parte con el Yo y con el
principio de realidad(ajuste al entorno).

Modelo Dinámico: Desde esta perspectiva los fenómenos mentales son el resultado de fuerzas
en conflicto. El conflicto surge de una oposición entre las fuerzas instintivas, o deseos sexuales y
agresivos inconscientes, las defensas, en gran parte inconsciente, derivado del Yo, y los
principios normativos o morales del individuo consciente e incons ciente. El síntoma es una
"solución de compromiso" para resolver ese conflicto, y en el mismo está contenido entre las tres
fuerzas.

Modelo Económico: Se ocupa de los procesos energéticos que regulan la actividad mental.
Esos procesos son el principio de placer (satisfacción) y el de realidad (adaptación al entorno). La
libido es la fuente energética guiada por el principio de placer que conlleva el proceso primario
de libre circulación y descarga de la energía. El principio de realidad hace que la energía libidinal
quede ligada a un objeto (relación de catexia) para su descarga o satisfacción.

Modelo Genético-Evolutivo: Se ocupa del desarrollo evolutivo del sujeto, en concreto de sus
procesos inconscientes. A este proceso evolutivo se le denomina desarrollo psicosexual que va
progresando en fases; fases que pueden alterase por exceso o defecto de gratificación (nociones
de fijación o regresión a una fase). La fase inicial, que ocupa el primer año es la "oral "
relacionada con las actividades de succión y chup ar y con la zona erógena de la boca: Los
comportamientos adultos de fumar, beber, etc se relacionarían con ella. Le sigue la fase "anal”,
segundo año, donde el centro de gratificación es la zona anal y las actividades de retención y
expulsión de heces. La fijación en esta fase produciría síntomas como el estreñimiento, enuresis,
o rasgos de conducta como la avaricia o el despilfarro. La tercera etapa, la "fálica", entre los tres

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y cinco años, se relaciona con la zona erógena de los genitales, y la superació n de la misma se
relaciona con la resolución del "Complejo de Edipo". La última fase es la fase "genital" que se
relaciona con la capacidad orgásmica y actividades de recepción y expresión de sensaciones
sexuales y afectivas agradables.

Modelo Estructural: Pertenece a la última etapa de la producción de Freud. Se distinguen tres


estructuras mentales: El Ello (Id) que es la fuente de la energía mental, de los deseos e instintos
básicos no normativizados culturalmente de origen inconsciente; El Superyó (Supe ego) derivado
de los valores normativos y morales de la cultura transmitidos familiarmente, y el Yo (Ego),
situado entre los dos anteriores y que tiene por misión mediar entre los dos anteriores (entre los
deseos inconscientes y las normas que los restring en) así como con el medio externo. El Ello es
totalmente inconsciente, el Yo es en parte consciente, preconsciente y en parte inconsciente, y el
Superyó es también parcialmente consciente e inconsciente (normas interiorizadas en la primera
infancia).

3. MÉTODO TERAPÉUTICO

El método terapéutico básico del psicoanálisis clásico se basa en tres procesos fundamentales:
La Asociación Libre, El Análisis de los fenómenos de Transferencia y Contratransferencia y el
Análisis de la Resistencia. Al análisis de estos p rocesos le acompañan unos elementos de
encuadre o reglas de trabajo para el paciente (Regla básica de la Asociación Libre) y el terapeuta
(Regla de Abstinencia Regla de la Atención Flotante).

La asociación libre consiste en que el paciente debe de expresar todos sus pensamientos,
sentimientos, fantasías y producciones mentales en general, según le vayan surgiendo en su
cabeza y sentimientos sin exclusiones o restricciones algunas. A veces el analista insta al
paciente a ir asociando a partir de los elemento s que el propio paciente ha generado en su propio
discurso.

El analista se abstiene de responder a demandas específicas del paciente como el consuelo, la


simpatía o el consejo, y hace de pantalla o espejo en blanco que proyecta el discurso desplegado
por el propio paciente (regla de la abstinencia). Además el analista no debe de dar prioridad
inicialmente a ningún componente del discurso del paciente, manteniendo una atención de
neutralidad e importancia homogénea hacia todos los elementos del discurso del paciente (regla
de atención flotante).

Con estas reglas, del paciente y terapeuta, se facilita que se produzca una relación
transferencial. El paciente proyecta o desplaza sobre el analista aspectos cruciales con figuras
importantes de su historia vital (por lo general los padres). La re experimentación del paciente de
esos aspectos conflictivos e inconscientes (transferencia) de la relación con sus progenitores,
proyectadas sobre el analista, que no reacciona punitivamente ante el paciente, y le permite
desplegar su discurso hacia aspectos más inconscientes (que se van haciendo más conscientes),
junto con el análisis y la interpretación de esos fenómenos se le denomina Análisis de la
Transferencia.

Por otro lado, el terapeuta, aunque este analizado, puede e xperimentar reacciones
emocionales hacia el paciente, que a nivel inconsciente suele reproducir los roles
complementarios punitivos o satisfacción de sus progenitores, se denominan reacciones contra
transferenciales. El análisis y la supervisión del propio terapeuta le ayudan a estar atento a estas
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reacciones, como le proporcionan una valiosa fuente de información para la terapia, y a su manejo
adecuado.

Sin embargo los pacientes suelen utilizar una variedad de maniobras conscientes e
inconscientes para manejar su propia ansiedad y conflicto y para evadir su trabajo terapéutico de
libre asociación (Resistencias). La detección de esas maniobras y su interpretación adecuada
constituye el Análisis de las Resistencias. Este último trabajo terapéutico es crucial para el
desarrollo del análisis que suele desarrollarse por lo general, en el transcurso de varios años en
el psicoanálisis clásico.

En las versiones breves de la terapia psicoanalítica (psicoterapias breves psicoanalíticas) se


enfatiza la selección de conflictos a abordar, un rol más directivo del terapeuta, un periodo breve
a veces preestablecido de sesiones, y la consecución de determinados objetivos. Estas últimas
terapias por lo general reciben el rechazo absoluto de los analistas clásicos. Sus defenso res sin
embargo enfatizan que sus resultados y aplicación son iguales o superiores al largo proceso
psicoanalítico tradicional (Strupp, Malan, Sifneos, etc).

La influencia de las teorías de Freud es tan poderosa que resulta casi imposible pensar
sobre la personalidad o la psicoterapia sin tomar en consideración a él. Incluso aquellos que
proponen la mayoría de las teorías alternativas aceptan par tes del legado freudiano que fueron
muy criticadas hace un siglo.
Resulta más adecuado considerar a Freud com o portador de una serie de teorías
complementarias, pues aunque revisó su obra durante el curso de su vida y cambió el énfasis en
ciertos puntos, nunca se desdijo de versiones anteriores.

4.ORIGEN DEL PSICOANÁLISIS: SIGMUND FREUD


Muchos biógrafos han comentado la importancia del trabajo de Freud en el campo de la
fisiología y la neurología para sus teorías psicoanalíticas (Ellen berger, 1970; Greenberg y Mitchell,
1983; Grunbaum, 1984; Jones, 1953, 1955, 1957; Laplanche y Pontalis, 1973; Ricoeur, 1970;
Wollheim, 1981). Encontramos muchas influencias de Helmmholtz, de quien Freud aprendió a
estructurar las teorías psicológicas siguiendo el modelo de las físicas y que se centró
particularmente en las cuestiones de distribución de energías; de Brucke, que también subrayó los
conceptos de energía y conservación; de Meynert, que relacionó los intereses de Freud en
neuroanatomía y sus consecuencias conductuales; y de Charcot, cuyo trabajo con la histeria abrió
para Freud el camino que desembocaría finalment e en el psicoanálisis. Freud también tomó mucho
prestado del neurólogo Hughlings Jackson. De los primeros tres autores, Freud desarrolló su teoría
de la descarga de las pulsiones, el pricipio de la cons tancia, algunos elementos de la noción de
reaparición de lo reprimido, el concepto de energía física, así como algunas de las limitaciones de
las metáforas eléctricas e hidráulicas del momento. De Charcot adoptó el interés por la histeria y
la hipnosis y de Jackson recogió la aproximación entre la estruc tura y la función mental.

Charcot indujo a Freud en el estudio de los pa cientes con histeria. Negando que éstos
estuvieran fingiendo o tuvieran un «útero insatisfecho», Char cot señaló el vínculo entre sus
síntomas y los acontecimientos traumáticos. Que los síntomas histéricos se debieran a
disfunciones populares, más que a disfunciones anatómicamente correctas de la sen sación o el
movimiento, significaba que los factores simbólicos estaban implicados de manera importante. Es
más, Charcot demostró el papel que jugaba la hipnosis en el tratamiento de la histeria. Para él, la
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histeria estaba causada por un trauma en individuos susceptibles, y sin embargo, la enfermedad
también podría estar influida por el tra tamiento en el ámbito de las ideas. Las palab ras, los
conceptos y los símbolos podían ser curativos.
Freud avanzó la teoría del asociacionismo dinámico y de la regresión. Su monografía
prepsicoanalítica, On Aphasia (1891/ 1953), presagia la dependencia posterior en estos dos
conceptos, así como el impacto de la incorporación de la teoría de la evolución, lo que más tarde
se convirtió en el desarrollo de la teoría de Freud.

Esta fase proto-psicoanalítica culminó con dos obras fundamentales. La primera fue Studies on
Hysteria (1893-1895), escrita junto a Joseph Breuer (Breuer y Freud 1893 -1895/1955). La segunda,
Project for a Scientific Psychology (empezada y dejada en su mayor parte inacabada hasta 1895,
pero no publicada hasta, 1950), un ambicioso intento del autor por rela cionar la experiencia, la
conducta, la memoria y la motivación en un único siste ma neurofisiológico. Desgraciadamente,
incluso la biología de su época era demasiado poco profunda para explicar estas cuestiones de
una forma lógica y Freud tuvo que abandon ar su búsqueda.

La teoría de Freud sobre la histeria de aquel momento llevaba implícita una teoría de la
mente. Se creía que la histeria estaba causada por hechos reales, generalmente traumáticos, cuyo
recuerdo no se difulmina de forma usual. En lugar de ello, el recuerdo doloroso se reprime. Sin
embargo, a causa de la poderosa carga emocional del recuerdo, los fe nómenos histéricos se
convierten en el resultado directo de la reproducción del acontecimiento trau mático.«Los histéricos
sufren sobre todo de reminiscencias» (Breuer y Freud, 1893-1895/1955, p.71).

La hipnosis se empleaba para librarse del recuerdo patológico mediante la abreación de la


verbalización.
En este aspecto surgieron varios problemas que forzaron a la expansión de la teoría. En prime r
lugar, casi siempre se daba el caso de que la eliminación mediante abreación (o liberación
emocional por medio de la descarga del afecto doloroso) de un re cuerdo simple pocas veces
conseguía la curación.Todos los síntomas tenían una multiplicidad de cau sas
«sobredeterminadas». En segundo lugar, Freud era un hipnotizador indiferente, y algunos pa -
cientes (Elizabeth von R., principalmente) notaron que hablar libremente les resultaba más efectivo.
Algunos pacientes desarrollaron poderosos víncu los emocionales con su médico, lo que condujo a
Freud a elaborar su teoría de la transferencia. Fi nalmente la teoría de que los acontecimientos
traumáticos reales, generalmente las seducciones, se hallaban en la raíz de la histeria tuvo que
ser abandonada. Ello llevó a Freud desde una exploración de la experiencia traumática real a la
observación del mundo de la fantasía interior. Estas dos últimas revisiones anuncia ron aspectos
centrales, la transferencia y la fantasía, de lo que iba a ser el psicoanálisis.

Primeras teorías de la defensa. Además de cambiar el enfoque de la teoría del trauma «direc to»
a la teoría que ponía énfasis en la fantasía, Freud también revisó su opinión sobre la influen cia de
los acontecimientos traumáticos sobre la respuesta sintomática neurótica. Existe otro punto de
apoyo importante en la teoría de Freud. Charcot había postulado que el propio trauma era el que
causaba la histeria en individuos susceptibles. En The Neuropsychosis of Defense (1894/1962),
Freud afirmó que no era el trauma en sí, sino las defensas frente al recuerdo del trauma lo que
causaban las neurosis.Se desplazó el énfasis sobre la predis posición o susceptibilidad. Aquello
de lo que uno se defendía era la relación entre el recuerdo y el afecto . Podía hacerse frente a
esta relación de diversas maneras defensivas. En la histeria, el afecto podía sufrir la
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«conversión» a un síntoma motor o sensorial que, aunque simbólicamente determina do por el


contenido ideacional del recuerdo, permitía eliminar la idea de la consciencia. Los neuróticos
obsesivos no podían «convertir» de ese modo y en ellos tanto el afecto como los datos del recuer -
do permanecían en la consciencia, pero separados el uno del otro. La idea quedaba despojada del
afecto, y éste se situaba junto a una idea «falsa», que se convertía en el síntoma obsesivo clínico.
El significado de esto radica en el reconocimiento de la defensa, y en la implicación de los
procesos neuróticos en una diversidad de situaciones sintomáticas. Pasar de una teoría del
trauma con causa directa a otra que utilizaba el concepto de defensa enriqueció la noción que
tenía Freud de la vida mental como escenario en el que tiene lugar la psicopatología (Ver también
Freud, Psicopatologia de la vida Cotidiana).

5. METAPSICOLOGÍA DEL PSICOANÁLISIS DE SIGMUND FREUD


A. MODELO TOPOGRÁFICO
Desde su etapa prepsicoanalítica, Freud reconocía que la mayor parte de la vida psíquica se
encontraba fuera de la consciencia. Su mayor contribución al conocimiento psicológico fue la
idea de que la vida mental inconsciente estaba elaborada. El propio Freud veía esta
contribución como una de las dos hipótesis fundamentales de la teoría psico analítica. La segunda
hipótesis, relacionada con la primera, era la del «determinismo psíquico», según el cual todos
los acontecimientos mentales estaban relacionados causalmente con otros en una red
asociativa. Ambas hipótesis tienen sus orígenes en The Project y en su trabajo sobre la afasia,
que hacía hincapié en los vínculos asociativos y toma ba en consideración la topografía espacial
del cerebro. A su vez, ambas se reforzaron y modificaron gracias a los descubrimientos de Freud
sobre los sueños y se presentaron de modo sistemático en el famoso capítulo 7 de The
Interpretation of Dreams (1900/ 1953).

El modelo topográfico analiza las tres «áreas» de la mente: la consciente, la


preconsciente y la inconsciente (Figura 1). La mente consciente estaba ya presente en las
teorías psicológicas y neurológicas anteriores a Freud. El significado permanen te del modelo
topográfico iba a definir los procesos mentales inconscientes como el campo de inves tigación y
tratamiento psicoanalítico. La primera versión de los procesos inconscientes que hizo Freud se ha
denominado «el inconsciente descriptivo». Con este términ o se refería al hecho de que la vida
mental no podía estar limitada sólo a los procesos conscientes o cognitivos. Que los pacientes en
estado de coma fueran capaces de regis trar acontecimientos que habían tenido lugar mientras
estaban inconscientes era suficiente para sugerir que la vida mental continuaba incluso du rante
los períodos en que se interrumpía la consciencia.

Freud profundizó más en el tema, y afirmó que había fuerzas en funcionamiento que mantenían
los procesos mentales y el contenido mental inconsciente, o bien que funcionaban para empujar el
contenido del inconsciente hacia la consciencia. Fue denominado «inconsciente dinámico». No se
trata de que en todo momento exista una continuidad en la vida mental. Más bien, el paso del
contenido mental a lo consciente o al inconsciente es una cuestión de la fuerza relativa de
las poderosas fuerzas. Era posible obtener evidencias del poder de estas fuerzas a partir de
ejemplos de lo que Freud llamó «La Psicopatología de la vida cotidiana» en el libro del mismo
título (Freud, 1901/1960). Entre los ejemplos de este tipo estarían los lapsus que traicionaban los
verdaderos sentimientos de uno en un marco donde sería correcto un disimulo educado, o una
conducta que revelara sentimientos profun dos no aceptados, tales como los de una novia que se
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parara ante un semáforo en verde de camino a la boda. En el ámbito clínico, la resistencia a


recordar constituía una evidencia de que estas fuerzas es taban trabajando para mantener el
contenido mental fuera de la percepción del paciente. Y sin embargo, los recuerdos, ideas y
efectos reprimidos ejercían su afecto mediante síntomas que expresaban simbólicamente lo que
había de permanecer inconsciente. En términos del inconsciente diná mico, lo preconsciente se
agruparía con las zonas conscientes de la mente, porque, aunque su conte nido no era percibido
conscientemente en todo momento, podía traerse fácilmente a la consciencia y no existía ninguna
barrera represiva fuerte entre el preconsciente y la co nsciencia.

Llegados a este punto surgen una serie de pro blemas. La barrera entre la consciencia y el in -
consciente dinámico, ¿radica en el inconsciente o en la consciencia? ¿La energía fluye para
mantener inconscientes a las cosas, o fluye para empujarla s a que emerjan en la consciencia? En
esto radican algunas cuestiones de la teoría psicoanalítica que hicieron que Freud ampliara y,
finalmente, revisara su modelo topográfico.
Quizás, incluso más importante que el incons ciente dinámico sea la teoría del «sistema incons-
ciente». Este sistema inconsciente, que Freud abre vió como sistema ICs, funciona con una lógica
interna diferente de cómo lo hace la mente cons ciente. En esta teoría, la consciencia, o más pro -
piamente dicho el sistema Cs, se relaciona c on la sensación y la percepción, así como con el habla
y la asociación con palabras. El mecanismo de percepción registra eventos, que luego son
almacenados como representaciones o imágenes mnésicas. El sistema de almacenamiento ordena
estas imágenes en una secuencia cronológica y también en un método asociativo, es decir,
conectando materias relacionadas entre sí. Este sistema de almace namiento inconsciente registra
«las representaciones de las cosas» que están relacionadas con los indicios de la memo ria, pero
no son exactamente lo mismo que éstos y que pueden estar vinculadas con otras representaciones
de cosas según diversos afectos y atributos que poseen la representación de las cosas.

Figura 1: El Modelo Topográfico


Principio de Posición Posición
Sistema operativo motivación descriptiva Posición dinámica de «sistema»
Consciente Proceso secundario Principio de realidad Conocido No reprimido;
fácilmente accesible Orientado por palabras;
denotativo; lineal; ligado
al tiempo; declarativo

Preconsciente Proceso secundario Principio de realidad Fuera de No reprimido; puede Orientado por
conocimiento tener acceso palabras;
relativamente fácil si se denotativo; linear;
enfoca la atención ligado al tiempo;
puede ser poético
Reprimido;
de difícil Orientado por
Inconsciente Proceso primario Principio de placer Fuera de
acceso;disponible imágenes;
conocimiento en sueños y síntomas connotativo; nolineal;
no ligado al tiempo;
simbólico

Además de las imágenes mnésicas, pueden almacenarse las representaciones mentales de los
impulsos o pulsiones. Los vínculos asociativos se crean mediante un método lógico específico del
sistema ICs, llamado «Proceso Primario».
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Proceso Primario y el/lo Inconsciente: Es el conjunto de reglas que gobiernan el funciona-


miento del sistema ICs. Está motivado por lo que Freud llamó en un primer momento «el principio
del displacer» más tarde denominado «principio del placer» (Freud, 1915c/1957). Con el principio
del placer, se evita el displacer en todo momento, y las pulsiones buscan un modo de descargarse.
Así, bajo este principio, la motivación del sistema ICs es la de satisfacer los deseos y descargar
pulsiones. La vinculación a un contenido mental par ticular cambia libremente de una asociación a
otra. A esto se le denomina «catexis móvil» siguiendo el neologismo con que los traductores
nombraron al concepto de inversión de la energía psíquica. En el proceso primario, el tiempo fluye
por igual en ambas direcciones, pueden co existir una idea y su opuesto, y los contenidos mentales
se condensan y desplazan libremente.

Se entiende por condensación la representación de múltiples ideas, recuerdos y afectos en un


único símbolo. El desplazamiento es la operación de cap tar atributos, afectos o aspectos de una
cosa y vincularlos a otra. La simbolización suele enumerar se a menudo como un tercer atributo del
proceso primario. Debido a que el sistema ICs opera en base a las representaciones de las cosas,
su vocabulario está constituido por símbolos y no por palabras.

Proceso Secundario: El sistema Preconsciente (o PCs) y el sistema Consciente (o Cs) fun-


cionan siguiendo las reglas del proceso secundario . La fuerza motivacional básica es el
«principio de la realidad», según el cual se retrasa la gratificación en favor de otros propósitos.
Ello es posible gracias al retraso en la descarga de los impulsos. Así,la energía psíquica está más
sujeta y resulta menos móvil. Una consecuencia de ello es que la atención se mueve más
lentamente de una cosa a otra en la vía asociativa del proceso secundario. El vocabulario del
sistema PCs y del sistema Cs está formado tanto por representaciones de cosas como por
representaciones de palabras. Freud pensaba que un ele mento indispensable de la consciencia
era su relación entre el pensamiento imaginario y visual de la representación de las cosas y el
pensamiento linguístico auditivo de la representación de palabras. En esta noción subyace el
énfasis en el psicoanálisis como curación mediante el habla y el poder de las asociaciones e
interpretaciones verbales.

Es, por virtud del hecho que las representaciones de cosas del sistema ICs, gobernado por el
proceso primario, se traducen a representaciones verbales del sis tema Cs, dirigido por el sistema
secundario, que las influencias conscientes pueden hacer gradual mente que el control pase a la
parte inconsciente de la vida mental.
El modelo topográfico no implica ninguna co rrelación anatómica en el cerebro,aunque Freud
siempre dejó abierta esa posibilidad. Sería equívoco, por ejemplo, igualar la especificación
hemisférica con los procesos primario y secundario, pero ello nos recuerda el tipo de metáforas
que utilizaba Freud. Dado que la percepción se almacena mediante imágenes mnémi cas
sucesivas, los sueños revelan cómo la regre sión topográfica nos devuelve a la rememoración
inconsciente visual que se parece a la percepción ori ginal. Esto nos lleva a una consideración
más extensa de los sueños y el soñar.

Los sueños y el soñar. Los sueños siempre ocuparon un lugar especial en la teoría
psicoanalítica; Freud decía que cuando empezaba a dudar de la dirección de su trabajo, volvía a
lo fundamental de la teoría del sueño para obtener una renovada cer teza. El llamaba a los
sueños «la vía regia hacia el inconsciente». Mediante el análisis y el autoanálisis de los sueños,
Freud descubrió los principales puntos de su teoría.
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Los sueños eran para Freud el ejemplo por ex celencia de la actividad mental inconsciente
(1900/ 1953, 1917 (1915)/1957). Los soñadores informaban de lo que Freud denominaba «el
sueño manifesto». Era la rendición consciente de lo que el so ñador había experimentado durante
el acto de soñar. Pero incluso los sueños manifiestos revela ban un contenido imaginario con
acciones improbables y frecuentes mezclas entre el pasado y el presente. Freud teorizó que todo
sueño contiene varios elementos: los residuos diurnos, que son los recuerdos de los
acontecimientos del día precedente que retienen una carga emocional incons ciente; los estímulos
nocturnos, que pueden ser ruidos de la zona donde duerme la persona que sueña, o la percepción
enteroceptiva de los estados corporales (por ejemplo, una vejiga llena); estos ele mentos,
relativamente conscientes, se mezclan con deseos inconscientes y con los recuerdos asociados
con ellos desde la infancia. Juntos,constituyen el «sueño latente».

En el proceso de clasificar el residuo diurno y los estímulos nocturnos, se equiparan los


registros asociados a los deseos asociados a los des eos inconscientes reprimidos de la infancia (o
«infantiles»). Con la capacidad que tiene el sistema ICs de crear vínculos afectivos rápidos vía la
catexis móvil del proceso primario, pueden mezclarse fá cilmente elementos de diferentes períodos.
Dado que el soñador está dormido, se bloquea la descar ga motora de estos deseos e impulsos
infantiles, y por tanto, se da una regresión topográfica, que de vuelve al soñador a la memoria
visual y a la percepción en forma de sueño visualmente alucinado. El mero he cho de exponer estos
deseos, por otro lado reprimidos, generaría ansiedad, y al hacerlo, podría despertar al soñador.
Por consiguiente, mediante la capacidad del sistema ICs de utilizar las reglas del proceso primario
de condensación, desplazamiento, junt o con el simbolismo innato inherente a las representaciones
de las cosas, el sueño queda disfrazado. Este sueño disfrazado per mite al soñador la máxima
expresión de deseos infantiles, prohibidos, con un mínimo descubri miento. A este respecto, el
sueño actúa del mismo modo en que Freud entendía que funcionaban los síntomas neuróticos.
Ambos son «formaciones de compromiso», que simultáneamente manifiestan y disfrazan, revelan y
ocultan el contenido mental inconsciente subyacente, con sus recuerdos, aso ciaciones e impulsos.
El proceso que convierte el sueño latente en sueño manifiesto se denomina «elaboración oníri-
ca». A las acciones iniciales de condensación, des plazamiento y formación de símbolos se añade
la transformación de sueños después de que el so ñador despierta. Esta suavización de las
contradicciones lógicas que se da en el sueño hace que se conforme más a las reglas del proceso
secundario y la narración consciente se llama «segunda ela boración» o «revisión secundaria».

Interpretación de los sueños.Trabajar psicoanalíticamente con un sueño invoca procesos que


revertirán en la elaboración onírica. Siguiendo la concepción del determinismo psíquico, todas las
partes del sueño cobran existencia por una razón relacionada con el contenido latente d el sueño y
con las razones de la censura del sueño. Mediante el proceso de libre asociación, el soñador,
inexorablemente, será llevado a través de la red asociativa a los recuerdos e impulsos originales
reprimidos que estimularon en primer lugar el sueñ o.

La confianza en la libre asociación para enten der los sueños señala el uso personal de símbolos
del individuo. Aunque los soñadores de una cul tura o época determinada tienen semejanzas que
les llevarían a utilizar símbolos comunes, Freud observó que eran las asociaciones libres persona-
les propias del individuo, no un «diccionario de sueño estandarizado», las que conducirían al sig -
nificado latente de los sueños.

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DAVID EDUARDO DÍAZ LÓPEZ

B. MODELO DINÁMICO-ECONÓMICO: LAS PULSIONES


En las primeras etapas de su trabajo, Freud tenía una teoría del trauma para explicar la causa de
la psicopatología. Cuando esa teoría ya no se sostenía, él siguió preservando el rol central de la
sexualidad en la neurosis. Fue capaz de razonar que sus pacientes no habían sido traumatizados
universalmente, sino que habían tenido fantasías se xuales universales. Esto se deducía de sus
sueños, sus asociaciones y, lo que es más importante, de la transferencia.
La transferencia, es el fenómeno por el cual los sentimientos y las relaciones del pasa do
cambian nuestras percepciones y reacciones en el presente. Para Freud, la recapitulación de los
acontecimientos traumáticos aducidos que eran en realidad fantaseados, y que ocurría en la
transferencia, ofrecía el impulso definitivo final a la teo ría de la neurosis por trauma.

Ha surgido una cierta confusión con respecto a los términos «instinto» e «pulsión». Fuera del
ámbito del psicoanálisis, el término «instinto» designa la preprogramación que se encuentra,
esencialmente, en todos los miembros de una especie dada; es muy específico y se relaciona con
patrones innatos de reconocimiento y mecanismos de desen cadenamiento. La «pulsión» indica una
necesidad innata general que puede inducir una diversidad de cambios para alcanzar la saciedad a
partir de un cierto número de objetos de satisfacción. Según esta definición, la tendencia de volar
hacia el sur antes del invierno sería un instinto, y el hambre sería una pulsión. El propio Freud
preserva esta distinción en el original alemán, pero sus traductores decidieron traducir trieb como
«instinto» y no como «pulsión», provocando la confusión a la que nos hemos referido. Muchos
autores modernos intentan solucionar esto utilizando el término «pulsión».

Las pulsiones son el modo en que las fuerzas fisiológicas toman el mando de la vida mental.
Cuando el organismo es estimulado, las pulsiones deben descargarse (esto es, satisfacerse o
aliviarse) según el principio básico de constancia. Así, las pulsiones de todo tipo se vuelven
mentalmente significativas como energía psíquica. Esta energía psíquica tiene una tendencia
innata a la descarga, pero puede vincularse («catarsis») a varias representaciones mentales en el
camino de consecución de la descarga última , o puede ser sometida o redirigida.

Toda pulsión tiene una presión (o fuerza cuantitativa), una fuente (zona erógena), un
objeto y un objetivo. Dado que era una mala descarga de la pulsión sexual la que ca racterizaba
clínicamente a sus primeros pacientes, Freud dirigió primero su atención a estas pulsio nes.
Observando la frecuencia de fantasías sexua les en la niñez, Freud postuló que la sexualidad co -
mienza no en la pubertad, como afirmaba la visión prevaleciente en aquel momento, sino en la
niñez.

B.1. PULSIÓN DE VIDA puede disociarse en diferentes componentes (Freud, 1905/1953). El pri-
mero sería la succión. Freud clasifica como sexual el placer, parcial, que el bebé obtiene del
mamar. El origen es el reflejo de la succión; la meta es mamar y el objeto es primero el p ropio
niño y, por consiguiente, es autoerótico.El niño distingue rápida mente entre las diferencias de
mamar el pecho y la succión autoerótica. Es la fase denominada por Freud de oralidad . En esta
fase, la zona erógena es la boca, y el fin no es solo mama r sino todo aquello que es capaz de
hacer una boca, como ingerir, saborear, deglutir, digerir y, más tarde, morder, es cupir y
mantenerla cerrada. A medida que el niño madura, la zona erógena principal pasa a las áreas
anal y uretral. Una vez más, lo que empieza siendo un placer directo en las sensaciones de la
micción y la defecación se generaliza como placer en las cosas que pueden hacer estas zonas.
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COMPENDIO TEORIA PSICODINÁMICA
DAVID EDUARDO DÍAZ LÓPEZ

Entre ellas se incluyen acciones como retener, controlar, ser ase ado, expulsar, guardar. Después,
la psicosexualidad se organiza en el estadio fálico.
Finalmente, la psicosexualidad de la niñez está sometida duran te la infancia, su energía
despojada durante la media docena de años siguientes, más o menos, de su afecto placentero
intenso y desplazada a otras actividades. Es esto lo que hace posible que el niño se encierre,
durante la latencia, en tareas cognitivas de la escuela.
La psicosexualidad reaparece de nuevo de forma directa en la fase genital, que empieza en la
pubertad y continúa en la edad adulta.
Freud justifica la expansión de su noción de se xualidad más allá del acto sexual heterosexual
adulto. A partir de sus primeros pacientes y de sus fan tasías, existían evidencias de experiencias
y anhelos sexuales en la niñez. Estas procedían de casos del análisis de niños como «el pequeño
Hans» (Freud, 1909a/1955), cuyo interés abierto en cuestiones se xuales y cuyas teorías sexuales
de la infancia parecían confirmar la propia visión de Freud (ver tam bién Freud, 1907/1959,
1908/1959). Existía la transferencia, en la que las cosas no eran explícitamente sexuales por sí
mismas adquirían una intensa carga sexual. Existían también las perversio nes, en las que Freud
afirmaba que los componentes pulsionales sexuales se mostraban en diversidad de fines y
objetivos. En éstas, se distinguía claramen te componentes pulsionales orales y anales practi -
cados por adultos y también se veía la diversidad de objetos escogidos. Finalmente, existía un
entrenamiento normal, que contenía componentes pulsionales: sexuali dad «oral», como la
estimulación visual y el beso; sexualidad «anal», como el domi nio, el control y la dominación, y el
paso sucesivo de actividad y pasividad y viceversa; y la sexuali dad «fálica», con su enfoque en el
propio pene, con actividad exhibicionista y con el énfasis en la mas culinidad y la feminidad
exagerada. Estos componentes pulsionales observados en el entrenamiento llevan a la sexualidad
genital, y la aumentan, si los participantes son normal y sexualmente sanos.
Al ampliar el concepto de sexualidad, Freud no convirtió todo en sexual. Fue muy explícito
sobre el hecho de que no se trataba de una teoría de la pansexualidad. En el momento del
nacimiento, los dos, el/la bebé y la madre, estaban unidos en la relación «anaclítica». Es decir, el
placer sexual que comporta el mamar está unido con el instinto de supervivencia del mamar.
Freud hipotetiza que, en un primer momento, el/la bebé no puede distinguir entre el mamar
autoerótico, la alucinación del pecho y la experiencia real de mamar el pecho. A medida que va
haciendo esta distinción, la pulsión de super vivencia del Yo y la actividad libidinal placente ra de
la pulsión sexual sufren una disyunción. Esto, a su vez, hace posible los inicios de las relaciones
de objeto, de las que hablaremos más adelante.

B.2. PULSIÓN DE MUERTE. El tema de la pulsión de muerte es uno de los más difíciles y
controvertidos en la tradición psicoanalítica. Como fue importante para Freud (1920/1955),
intentaremos descifrar por qué se vió impulsado a proponerlo y qué entendía por él.
«La teoría de las pulsiones es, por así decirlo, nuestra mitología... En nuestro trabajo no podemos
dejarlos de lado ni un momento, y sin embargo no estamos seguros de verlos claramente» (Freud,
1933(1932)/1964, p.95). Aquí Freud reconoce la naturaleza hipotética de su teoría de las pulsiones.
Pero la visión de que la vida pulsional consistía en la libido en oposición a las pulsiones del Yo no
era satisfactoria. No explicaba adecuadamente fenómenos como el sadismo, el masoquismo o la
reacción terapéutica negativa, en la que el paciente empeora a medida que el trata miento avanza.
No explicaba los extremos de la melancolía, aquellos pacientes que eran extrema damente
agresivos, ni los síntomas de las neurosis traumáticas.
Para entender mejor el dilema con que se encontraba Freud, revisaremos su confianza en el
principio del placer tal como queda demostrada en su teoría de los sueños. Recuérdese que los
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COMPENDIO TEORIA PSICODINÁMICA
DAVID EDUARDO DÍAZ LÓPEZ

sueños se veían como una satisfacción disfrazada de deseo infantil. De acuerdo con el principio
del Placer, durante el sueño emergen del inconsciente deseos inaceptables y ansiógenos y se
transforman mediante el mecanismo de la elaboración onírica en un sueño manifiesto que permite
que el soñador continúe durmiendo, y llevando a la ans iedad por debajo del umbral de
desvelamiento. El propósito del sueño es causar placer a través de la expresión más tolerable de
un deseo. Si los sueños estuvieran solamente bajo la influencia del principio del placer ¿como
podría explicarse la persistente existencia de sueños traumáticos dolorosos repetidos una y otra
vez? No podemos al menos que vayamos a otro prin cipio…Más alla del Principio del placer:
Beyond the Pleasure Principle (1920/1955).
Principio del Nirvana Este segundo principio es el que bus ca la descarga del impulso con el fin
de reestablecer el reposo y mediante el uso de barreras al estímulo para retornar al organismo a
un estado no alterado.
El principio del Placer explica las reglas que gobiernan la operación de la líbido y el
principio de nirvana explica y subyace a la operación de la pulsión de Muerte.

El nuevo impulso recibió, el nombre de pulsión de muerte, y con sistía en tres elementos:
1) La agresión y la tendencia a crear destrucción y desor den;
2) La Compulsión a la repetición, que iba más allá de intentar el control o la restitución, pero en
la que se repetían las pautas y recuerdos incluso sin un propósito destructivo , y
3) Existía el establecimiento de barreras al estímulo para conseguir el estado de reposo.
Se veía que los tres seguían independientemente del principio del placer, pero «por suerte, las
pulsiones agresivas nunca van solas, sino que siempre van mezclados con los eróticos»
(Freud,1933(1932)/1964, p.11).

La pulsión de Muerte, pues, es un concepto amplio que utilizaba Freud para explicar los
fenómenos de ambivalencia, agresión, sadismo, masoquismo y grave melancolía, y la operación
general de las pulsiones mediante el principio del Nirvana para establecer barreras a los
estímulos y crear un estado de reposo. El estado último de reposo, por supuesto, sería aquél que a
la vez precede y sigue a la vida, a saber, la muerte.

B.3.NARCISISMO Y RELACIONES DE OBJETO


Estos dos temas surgieron de forma natural de la teoría de las pulsiones de Freud. Él había
indicado que toda pulsión tiene una moción o dirección, una fuente, un objetivo y un objeto. El
objeto es aquello mediante lo cual la pulsión es capaz de alcanzar su fin. Parece como si Freud
considerara que los objetos tienen el propós ito de ofrecer modos positivos de conseguir la
satisfacción de las pulsiones. Objetivamente, hay un dominio de los aspectos de búsqueda de
placer. Sin embargo, al analizar lo que forma parte en la satisfacción de las pulsiones, la situación
se complica porque nuestra manera de relacionarnos con los objetos llega a separarse de la
necesidad pulsional inicial, aunque éstas sean impulsadas ini cialmente por las pulsiones. Por
ejemplo, consideremos que al principio, el niño tiene un impulso de búsqueda de pl acer en la
satisfacción oral-sexual mediante el amamantamiento, una necesidad de supervivencia de
succionar el pecho y un modo de relacionarse con éste mediante la modalidad de tra gar o
incorporar. Aunque de esta forma comienzan las cosas, pronto resulta evidente que el modo de
incorporación oral es nuestra manera de relacio narnos con los objetos del mundo externo.
Las pulsiones empiezan en forma de componentes. La libidinal, por ejemplo, se expresa
oralmente, a través del tacto y de la visión, y sólo má s tarde se consolida en una totalidad
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COMPENDIO TEORIA PSICODINÁMICA
DAVID EDUARDO DÍAZ LÓPEZ

multifacética. Por el mismo proceso, los objetos de estas pulsiones también al principio son
objetos parciales. El pecho de la madre es un objeto parcial del componente oral de la sexualidad;
la cara de ésta es un objeto parcial del componente visual. Los impulsos se vuelven cada vez más
consolidados, y los objetos se tornan cada vez más enteros, a medida que la evolución continúa su
camino.
Las teorías modernas colocan estas tareas a un nivel evolutivo anterior a lo que dijo Freud, que
concibió la consolidación de los componentes pulsionales y de los objetos parciales durante la
fase edípica. La mayoría de teóricos observa ahora que estos hechos empiezan en el segundo o
tercer año de vida, y algunos autores opinan que el proceso empieza ya en el primer año.

La noción de las relaciones de objeto tiende a resaltar la interacción o interrelación entre el


sujeto y el objeto. Por un lado, los objetos son totalmente fungibles. Uno es tan bueno como otro
siempre que pueda satisfacer una meta pulsional. Presumiblemente, para un recién nacido
cualquier pezón sería igualmente satisfactorio, cualquier bi berón, cualquier comida preparada es
igualmente correcta. Por otro lado, durante el curso del desa rrollo los modos de relacionarse con
objetos y nuestra historia específica con ellos deja un rastro en nuestra identidad que no es en
absoluto fungible, sino muy particular. Freud pensaba, por un lado, que los objetos eran la parte
del complejo del impulso que tenía más facilidad para variar, y sin embargo, indicó que nunca
encontramos objetos, de hecho, sólo los reencontramos. Esto es observable en la forma en que la
elección matrimonial replica las relaciones de objetos parentales

Se ha de subrayar que el interés en las relacio nes de objeto no implica que todo esté contenido
en la relación real. La tradición psicoanalítica exige que se piense en las relaciones de objeto
tanto en términos de fantasía interna como de relación real. Esto les diferencia de otras escuelas
interpersonales.

En las relaciones de objeto, el niño empieza en un estado de autoerotismo, con toda la líbido
vinculada al Yo y con una inconsciencia sobre la re alidad del objeto. A medida que se desarrolla
el Yo, hay una etapa de narcisismo primario en la que e l individuo está interesado y enamorado
de sí mismo. De aquí se pasa a un estado de relación con el objeto que empieza siendo anaclítica
pero que en el curso de la frustración se revierte a un narci sismo secundario con propósitos
defensivos. Más tarde el individuo hace las elecciones de objeto subsiguientes en términos de
narcisismo secundario. Estas últimas elecciones de objeto son narci sistas ya que nos sentimos
atraídos hacia personas que son como nosotros mismos, tal como nos gustaría ser, o que, en
algunos aspectos, ayudan a definir quiénes somos. Es por esa razón que en Mourning and
Melancholia (1917(1915)/1957) Freud indicó que cuando un objeto fuertemente catárti co y visto de
modo ambivalente se relacionaba con un objeto narcisista el estilo rel acional se pierde, «la
sombra del objeto cae sobre el ego». En un es tado de narcisismo primario, el niño tiene omni -
potencia de pensamiento y se toma a sí mismo como objeto de amor en una fase previa a la toma
de objetos externos.
El narcisismo primario (Freud, 1914a/1957) es un estado en el que el niño se toma a sí mismo
y sus percepciones como objeto de amor. Este estado precede al reconocimiento total del mundo
exterior como poseedor de una realidad propia más allá del niño. Si el desarrollo sigue de manera
óptima, el niño se volverá menos centrado en sí mismo y menos omnipotente y podrá desarrollar
la capacidad de amar a otros por ellos mismos. El niño también retendrá una reserva de
narcisismo primario para incentivar la autoconfianza y la au toestima. En un contexto de
desarrollo desfavorable, que puede ocurrir por haber sido ignorado, por haber tenido conflictos o

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COMPENDIO TEORIA PSICODINÁMICA
DAVID EDUARDO DÍAZ LÓPEZ

sufrido traumas, el niño desarrollará vínculos narcisistas con otras perso nas, basados en la
habilidad de éstas de hacer cosas por él o fomentar su autoestima. En la resonancia de
narcisismo secundario, el niño, en lugar de apo yarse en verdadera autoestima, lo hace en otros
para definir su persona y existencia.

B.4.ANSIEDAD
En la teoría original de la ansiedad de Freud, ésta era el resultado de la acumulación de tensión
sexual o de líbido reprimida. Freud creía que la neurosis se originaba por el hecho de refrenar a
la líbido, y observó que la neurosis se acompañaba de ansiedad, de lo que extrajo la conclusión
de que la ansiedad era una líbido transformada. Frecuentemente, cuando Freud observaba en su
experiencia clínica que sus pacientes tenían una vida sexual más normal, muchos de sus
síntomas desaparecían. Posteriormente, Freud empezó a considerar al gunas de las diferencias
entre la ansiedad real y la ansiedad neurótica, la ansiedad como afecto, la an siedad como
reacción fisiológica y la ansiedad relacionada con el miedo y el temor. La ansiedad puede
consistir en movimientos corporales, en la percepción de displacer y en una reacción autonómica.
En Inhibitions, Symptoms and Anxiety (1926/ 1959), Freud concluyó que la ansiedad psicológica
era, de hecho, un fenómeno clave y que la ansiedad neurótica empieza siendo el recuerdo de
una ansiedad real. Un peligro verdadero es el que amenaza a la persona con una realidad externa.
Un peligro neurótico es una amenaza desde la fantasía o desde una exigencia interna pulsional . Si
un individuo se siente a sí mismo dependiente de un objeto para la satisfacción pulsional o para su
supervivencia, está en una situación traumática. Cada etapa de la vida tiene determinadas causas
de ansiedad apropiadas a la edad. La primera es el miedo al nacimiento; la segunda, el miedo a la
separación de la madre; la tercera, el miedo a la castración; y fin almente, el miedo al Superyo,
experimentado inicialmente como miedo a su enfado o castigo, luego como miedo por su pérdida
de amor, y finalmente, como miedo a la muerte.
En términos generales,cuando nos enfrentamos a una ansiedad real, o bien luchamos o bien
huimos. Cuando se nos presenta una ansiedad neurótica in terna, generalmente actuamos contra el
origen interno; así, desplazamos la ansiedad modificando la pulsiòn para que deje de ser peligroso
para nosotros.
Varias formas de ansiedad neurótica se manifiestan a sí mismas como prototipos adecuados a la
etapa o a la edad, pero los miedos anteriores continúan subyaciendo a los posteriores, y los
miedos posteriores pueden revivir a los previos. Esto defi ne la gran complejidad de nuestras vidas
neuróticas y, a su vez, viene explicado por el hecho de que el tiempo fluye en ambas direcciones
en el proceso primario. Ciertamente, la ansiedad produce represión y otras defensas, no
viceversa. Las diversas neurosis de transferencia pueden entenderse en térm inos del tipo de
ansiedad neurótica del que emergieron. Freud, por ejemplo, sugirió que había una conexión entre
la histeria y el miedo a la pérdida de amor, entre la fobia, y el miedo a la castración, entre la
neurosis obsesiva y el Superyo. Trazar el curso de la ansiedad, pues, se convirtió en no menos
importante que trazar la naturaleza de los propios pulsiones. El cambio de interés del impulso en
sí, al modo en que se maneja la ansiedad hacia el impulso puso los cimientos al si guiente cambio
principal en la labor de Freud, el modelo estructural.

C. MODELO GENÉTICO-EVOLUTIVO:
Después de nacer, se crece física y cognitivamen te pasando por diversas fases hasta llegar a la
vida adulta. Las teorías del desarrollo asumen que el crecimiento psicológico también evoluciona
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por fases y la capacidad emocional del niño y su capa cidad de hacer frente al contenido mental,
incluso la definición de lo que constituye el contenido mental, cambia según el estadio madurativo.
La detención del desarrollo, los puntos de fijación y los puntos de regresión tienen un impacto en
el desarrollo del sistema psicológico particular que pre senta más riesgos en una edad dada. La
correlación de la psicopatología de adultos con la etapa del de sarrollo con la que hubo un
presumible trauma durante la niñez constituyó una importante exten sión del concepto de que los
acontecimientos de la niñez influían a los estados adultos.

LA TEORÍA CLÁSICA DE FREUD Y ABRAHAM. La teoría clásica iniciada por Freud (1905/1953,
1925/1961) y eleborada por Karl Abraham (1968), se presentará bre vemente aquí. En el momento
del nacimiento, el niño se encuentra en un estado de aut oerotismo. El desarrollo de la líbido en
este punto es tal que el niño está apegado sólo a sí mismo antes de la exis tencia de un «self»
propiamente dicho. Las pulsiones de supervivencia del Yo y las pulsiones libidi nales del placer se
interrelacionan y el niño empieza teniendo una relación anaclítica con su madre; es decir, la líbido
se apoya en la supervivencia. Gradualmente, mediante la experiencia de la frustración así como de
la emergencia del Yo y los inicios del principio de Realidad mediante la ma duración de la
percepción, el niño empieza a reconocer que existe una distinción entre lo interno y lo externo y
surge una forma rudimentaria de relaciones de objeto.
La principal modalidad de relación del niño es la oral. Esto significa literalmente que la boca,
los labios y la lengua están muy implicados en la lac tancia, pero también implica la incorporación
de percepciones y la deglución del mundo de las per cepciones sensoriales. Si hay excesiva
frustración, el niño se aparta de las relaciones de obj etos de forma temprana y establece un
estado de narcisismo secundario. Si la frustración es moderada y óp tima, el niño empezará a
reconocer poco a poco que los objetos del mundo no están bajo su pleno con trol, ni tampoco él
está bajo el pleno control de aquellos. A medida que el organismo madura, el interés libidinal
abandona la fase oral inicial y entra en una fase oral agresiva en la que la deglución y la
incorporación se substituyen por el morder y escupir. El niño aprende a decir que no, y esto
señala un paso crucial en la diferenciación del niño de los otros y en el creciente establecimiento
de un sentido del «self» (Spitz, 1965).
Luego la líbido pasa por la fase anal, en la que resultan primordiales las cuestiones referentes
al control de los contenidos corporales y a la naturaleza de estos contenidos. Estas cuestiones
son a la vez literales, en términos de aprendizaje del con trol de esfínteres y destete, y
metafóricos, en términos de las funciones que se supone que realiza el ano, a saber, el co ntrol
del tiempo, la demora de la descarga, el contenerse, el asegurarse de que todo esté en su lugar,
el rendirse a la autoridad y el hacer juicios sobre si los contenidos internos son buenos o malos.
Las dificultades en este campo provocarán la fijación en la fase anal y producirán un carácter de
tipo anal con un excesivo énfasis en la parsimonia, el orden y la obstinación. Se cree que los
trastornos obsesivo-compulsivos son el resultado de la fijación en la fase anal.
La tercera fase del desarrollo es la denominada fase fálica, manifestada mediante el interés en
el propio pene, el cual, según la teoría clásica, es causa de exhibicionismo en los niños, mientras
que las niñas sufrirán un sentimiento de envidia e in ferioridad. Los teóricos más modernos q ue
trabajan en la tradición psicoanalítica han modificado este aspecto de la teoría clásica.
El exhibicionismo y la grandiosidad llevan a una mayor rivalidad con el padre del mismo sexo y
anuncian el comienzo de la fase edípica. Este periodo edípico muestra sus inicios más
tempranos en el grupo de tres a cuatro años y culmina en el período de los cinco a seis años de
edad.

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COMPENDIO TEORIA PSICODINÁMICA
DAVID EDUARDO DÍAZ LÓPEZ

La fase edípica era considerada como preemi nente en la neurosis porque significaba la
culminación del desarrollo libidinal en la niñez, porque era una interacción multipersonal en la que
se basarían las futuras relaciones sociales y era el período de solidificación del Supe ryo, el
momento en que se fijaba la identidad sexual y se elegía el objeto sexual. El pasar de un mundo
de dos personas a uno de tres, era memorable porque preparaba al niño a renunciar a la fan tasía
de centralidad en el universo. Las conven ciones sociales, los valores culturales, la capacidad d e
compartir y las raíces de sublimación conver gen en este momento. Se creía que las cuestiones
edípicas eran universales y emergían al final de todo psicoanálisis. Se pensaba también que la
neurosis se cristalizaba en este período. Después sigue un perío do de latencia, interrumpido por
la pubertad y la adolescencia.

c.1.Psicopatología y estados del carácter


La parte más polémica de la teoría psicoanalítica es la de la psicopatología. Los psicoanalistas se
han esforzado generalmente por entender el funci onamiento de la mente. Los síntomas se
consideran como signos de disfunción de los procesos menta les internos más que como entidades
diagnósticas en sí mismas. Los psicoanalistas intentan entender y descifrar los misterios de toda
la personalidad, sin buscar el alivio sintomático del estado por el que el paciente acudió a la
consulta por primera vez. Es más, el síntoma puede ser por sí mismo una defen sa contra
dificultades subyacentes más graves.
Cuando Freud empezó a tratar pacientes, la ma yoría de los cuales presentaban histeria (Freud,
1905(1901)/1953), se encontró con que la represión del contenido mental inaceptable era la
característica central causante de los síntomas. Él afirmó que el síntoma era como un sueño en el
que había una formación de compromiso que permitía una manifestación parcial de una idea o
afecto reprimido. El curso terapéutico era, pues, hacer consciente lo in consciente. Esto se podía
conseguir con bastante rapidez, y en los primeros días del psicoanálisis, el tratamiento era muy
breve, a veces de tan sólo unas semanas de duración. Con el tiempo se hizo cada vez más
evidente que los síntomas no podían separarse de la estructura del carácter . El cambio desde
el análisis del contenido del ello al análisis de los mecanismos del eg o solidificó este cambio del
énfasis desde la neurosis sintomática al carác ter.

Abraham (1968) intentó organizar el carácter según el estadio presumible del desarrollo que
había sufrido una malformación. Wilhelm Reich (1972) intentó clasificar el carácte r según la forma
que adoptaba la neurosis. Así, para Reich había ca racteres fálicos, caracteres pasivos, caracteres
dependientes, caracteres obsesivos, caracteres histé ricos, etc. El fin era luchar por un carácter
genital. La gran contribución de Reich al psicoanálisis fue su énfasis en el modo en que la
estructura del carácter se revela a sí misma directa e indirectamente en la transferencia y hace
que la técnica pase de interpretar el contenido mental a interpretar el pro ceso mental. El modo
que tiene el paciente para defenderse del contenido mental se convierte en algo muy importante y
en algunos casos incluso más importante que el contenido contra el que se diri ge la defensa.

Anna Freud (1936/1946) intentó relacionar los estadios del desarrollo, las agrupaciones de
defensas y los tipos de carácter. Los trabajadores de la tradición psicoanalítica aislaron grupos
particulares de pacientes que eran de interés para ellos y ela boraron la estructura de su carácter.
Por ejemplo, Balint y Guntrip se interesaron por los pacientes que tenían una grave
psicopatología e elaboraron categorías para comprenderlas mejor. Pronto se en contraron
incongruencias en grupos que tenían una psicopatología aparentemente similar.

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COMPENDIO TEORIA PSICODINÁMICA
DAVID EDUARDO DÍAZ LÓPEZ

La neurosis histérica se concebía basada en la represión de contenidos sexuales


indeseados. Se consideraba que el trastorno obsesivo comportaba una fijación en la fase
anal y que sus síntomas estaban diseñados para librarse de la agresividad in deseada y del
erotismo anal indeseado. Pero los individuos que buscan tratamiento pueden presentar cuadros
de síntomas aparentemente similares y, sin embargo, responder de un modo muy diferente al
análisis. En los años cincuenta se vio que los pa cientes diagnosticados de histeria podían clasifi -
carse en al menos dos tipos, unos de clase oral más infantil y el otro con la alteración edípica
más clásica. De igual manera ocurre con los pacientes que presentan un grado anormal de
narcisismo. Freud (1924 1923/1981, 1924b/1961) había igualado esto originalmente a las psicosis,
indicando que las neurosis de transferencia podían tratarse con análisis pero que las neurosis
narcisistas era refractarias al análisis a causa de una intratable incapacidad para hacer que la
elección de objeto narcisista pasara auna verd adera relación de objeto, lo cual es muy necesario
para el desarrollo de una neurosis de transferencia. Sin embargo, algunos investigadores
empezaron a tener éxito con este tipo de pacien tes, mientras otros notaron que en el tratamiento
de pacientes que originalmente no presentaban rasgos narcisistas aparecían este tipo de
características. Lo mismo pasaba con pacientes con una grave regresión. En los años cincuenta y
sesenta los investigadores psicoanalíticos pensaban que ciertos pacientes con síntomas
psicóticos podían tratarse con el psicoanálisis; otros creían que pacientes si milares podían
tratarse con un psicoanálisis modificado, mientras que otros mantenían que una psicopatología
tan grave estaba más allá de la com prensión del tratamiento psicoanalítico. Evidentemente, se
daba cierta confusión en la nomenclatura psicoanalítica que explicaba esta disparidad de
opiniones.
La división entre los estados límite y narcisis ta, hecha principalmente por Kernberg y Kohut en
los años sesenta y setenta, ha resultado extremadamente útil para minimizar esta confusión, aun -
que parece necesario el paso de una o dos décadas más para que se acumulen datos no
explicados adecuadamente por estas teorías. Sin embargo, haber reformulado la cuestión de la
patología del carácter y haber ofrecido su esquema de las jerarquías de los estados de carácter
han constituido las mayores contribuciones de Kernberg.

D.EL MODELO ESTRUCTURAL


En el modelo estructural, Freud proponía la divi sión de la mente en el Ello, el Yo y el Superyo.
¿Por qué era necesario introducir esta nueva teo ría? Siempre había existido algún tipo de Yo en
las teorías previas, pero sus atributos y definición eran distintos en diferentes épocas. El Yo era
sinónimo de Yo mental («self»), el agente que ejercía el control sobre las pulsiones y las
defensas, la censura del sueño producida por el Yo y la elaboración del sueño. El Yo era el órgano
de la percepción y el organizador del sistema de archivo de imágenes y re cuerdos mnésicos y, tal
como hemos visto, el Yo estaba involucrado en el narcisismo primario y se cundario. Además, el Yo
era el origen de las pulsiones de Autoconservación del Yo.
En los primeros tiempos de la teoría psicoana lítica, el Yo tenía a su cargo la capacidad de parti -
cipar en una diversidad de defensas, pero en las etapas medias de la teorización de Freud, el
énfasis recayó principalmente en la represión. Al encarnar su idea de la represión, Freud observó
que esa energía hacía falta para presionar contra las ideas in conscientes en su lucha por alcanzar
la consciencia. Freud llamó contra-catexis a este proceso, o anti-catexis. Con el fin de ser lo más
eficaz posible, esta contra-catexis tenía que operar fuera de la percepción consciente. Pero si
también era inconsciente, ¿qué es lo que estaba haciendo la represión? La cuestión del lugar de
operación de la represión, de la percepción consciente de las múltiples formas de defensa, de las
19
COMPENDIO TEORIA PSICODINÁMICA
DAVID EDUARDO DÍAZ LÓPEZ

nociones tempranas del ideal del Yo y de la identificación y el hecho de que la psicopatología


dependiera al menos tanto del tratamiento de las pulsiones a partir de los propios impulsos, todo
ello convergió para dar luz a una importante reconsideración de las operaciones de la mente. La
teoría estructural constituye un intento de encontrar un mejor lugar para las diversas operaciones
de la mente.
De nuevo debería señalarse que Freud nunca abandonó el modelo topográfico. El punto de vista
estructural y el punto de vista topográfico no son incompatibles, pero tampoco son exactamente
complementarios. Son dos diferentes enfoques a la comprensión de los mecanismos de la función
mental.

¿En qué sentido podría haber estructuras men tales? Freud ciertamente no formuló que el Yo, el
Ello o el Superyo fueran físicos o corpóreos, con una ubicación concreta . Un buen ejemplo de
estructura incorpórea procedente de la vida ordina ria sería el de «prensa libre». Sabemos, hay una
tradición de libre expresión y también disposiciones específicas de la Declaración de De rechos que
defienden una prensa libre. El concepto de prensa libre, sin embargo, va más allá de las
estructuras físicas de la maquinaria para hacer los periódicos y de los estudios de radio y
televisión, y también va más allá de de las palabras de la Cons titución preservadas físicamente en
los archivos históricos. Esta estructura no corpórea es una com binación de precedentes
perdurables, pautas de conducta, mecanismos de procedimiento, signifi cados simbólicos y de la
interrelación entre todas estas cosas en la definición de qué somos como país.

De modo similar, el Yo es heredero de su historia, dentro de una cultura, de una familia espe -
cífica y de un individuo, que se va formando a lo largo de los años . Está protegido por mecanismos
de defensa análogos a los mecanismos de procedi miento de un país, que están institucionalizados
y se convierten en algo más que la realidad material o corpórea sobre la que descansan. El Yo no
es más un conjunto de neuronas que la prensa libre un conjunto de periódicos, tinta y metal, ni
está el Yo más localizado en una t area específica del cerebro de lo que podíamos identificar a la
prensa libre como existente en ciertas ciudades y situada en ciertas calles. Ambas están ancladas
en una realidad corpórea y material, pero son estructuras e instituciones incorpóreas.
Según la teoría estructural, el organismo em pieza siendo un conjunto pobremente organizado
de impulsos. Inicialmente, lo fisiológico mueve a estos impulsos. Durante esta fase, la necesidad
de supervivencia y la vía al placer se apoyan la una en la otra. El Yo n o existe en esta fase, según
la versión original de la teoría estructural, pero el po tencial para que exista empieza,
inmediatamente, con la percepción.
De hecho, el Yo debe su origen y comienzo a su actividad de percepción . En el curso de la
percepción, el Yo distingue las diferencias entre lo interno y lo externo, lo placentero y no
placentero, diferencias entre aquellas percep ciones que pueden cambiarse gracias al movimien to
corporal, las que pueden hacerse que desaparez can exclusivamente mediante actos mentales y
aquellas percepciones que no pueden ser influidas por el organismo. Así, el Yo empieza siendo
una función corporal que define la imagen mental del cuerpo, que es lo que Freud quería decir
cuando estipulaba que, en primer lugar, el Yo es c orporal.
Un modo en que el Yo aprende la diferencia entre lo interno y lo externo es mediante el senti do
del tacto. Esta singular modalidad sensorial es importante porque el Yo es el órgano que simul -
táneamente toca y el órgano que percibe que le tocan. Tocar la propia piel se convierte así, en el
inicio del aprendizaje de quién es uno y cuáles son los propios límites. La distinción entre el
sueño alucinado o el deseo del pecho y el pecho real cons tituye otro modo de distinguir entre lo
20
COMPENDIO TEORIA PSICODINÁMICA
DAVID EDUARDO DÍAZ LÓPEZ

interno y lo externo, entre lo real y lo alucinado. La sensación de estar saciado producida por el
pecho alucinado no dura, en contraste con la producida por el pecho real. El contenido mental
soñado o deseado va y viene por razones internas, al igual que la madre y los ot ros objetos del
mundo, por propia voluntad externa. El Yo, pues, en el curso de su formación empieza a
establecer el principio de la realidad. En raizado en la percepción, también está anclado en la
realidad, mientras que el ello, originado en los impulsos , está anclado en el principio del placer.

La meta y misión del Ello es ofrecer el máximo placer mediante la máxima satisfacción de
las pulsiones.
La meta del Yo es la claridad de la percepción, la precisión en la interpretación de las
percepciones y la mayor consonancia posi ble con la realidad.
Al principio, el Ello, por así decirlo, aprende que las alucinaciones, sueños y de seos del
principio del placer no son, en último término, tan satisfactorios como la precisión de las
percepciones del principio de la realidad. El Ello es tablece una alianza con el Yo, subordinándose
a sí mismo y a su energía como moneda de cambio por la ayuda de éste para centrar las
conductas de organismos alrededor del principio de la realidad para la máxima satisfacción de
pulsiones. Así, durante este período de cooperación, el Yo ob tiene una enorme fuerza del Ello.

El Principio de Realidad requiere ir acompañado de la catexis, que es otro modo de decir la


descarga de las pulsiones debe reponerse, aplazarse o redi rigirse con el fin de hacer frente a las
limitaciones de la realidad. El principio del placer funciona en base al proceso primario, con una
catexis móvil y un paso rápido de una estrategia a otra con el fin de obtener una gratificación
inmediata. Así, aunque el Yo y el Ello empiezan siendo aliados, frecuente mente se encuentran
trabajando para propósitos contrarios, donde el impaciente Ello quiere resulta dos inmediatos, y
donde el Yo cauteloso insiste en la demora. El arma del Yo contra el Ello podría ser la negativa a
cooperar en el propósito de conseguir las metas del Ello, pero actuando de esta forma, de rrotaría
también las meta del Yo, ya que el principio de Realidad es una versión más completa y
sofisticada del principio del Placer en el sentido de que también desea gratificación ; mediante su
capacidad para comprender el tiempo y demorar la descarga, entiende que la vía más corta no es
siempre la más eficaz.
En el curso de su evolución, el Yo se enfrenta con un ambiente que, más que cualquier otra
cosa, consiste en las acciones de los padres. El Yo necesita a los padres y cada parte de su
cooperación y alianza tanto como el Ello necesita la coopera ción perceptiva del Yo. Así, la
persecución con éxito de su misión para maximizar el placer según las limitaciones del principio de
la realidad requiere que el Yo entienda y amolde en último tér mino sus acciones a las acciones de
los padres. Al hacerlo así, el Yo llega a ser como los padres mediante la identificación. Necesita a
los padres, pero éstos, siendo individuos separados, no siempre están disponibles. El Yo incorpora
a los padres y tiene una representación mental permanente de estas importantes figuras en la cua l
puede confiar en la ausencia de aquellas.
Las expectativas que tienen los padres hacia el individuo y el conocimiento que tiene el Yo de
lo que ha de hacer con el fin de obtener la máxima cooperación de los padres constituye la base
del ideal del Yo. La percepción realista de estas cosas que provocan displacer al Yo y disminuyen
la cooperación entre el Yo y los padres se convierte en la base del Superyo.

El Superyo es inicialmente auditivo, cau sado por la percepción auditiva de la palabra


«NO». El Yo se encuentra asimismo en relación con el ideal del Yo y con el Superyo en una
21
COMPENDIO TEORIA PSICODINÁMICA
DAVID EDUARDO DÍAZ LÓPEZ

posición muy parecida a la que se encontraba el Ello en re lación con el Yo anteriormente. El


Superyo y el Yo ideal refuerzan un principio de Realidad evoluciona do, una especie de principio
de la realidad moral más que un principio de la realidad puramente per ceptual sobre el Yo, y de
modo similar el Yo ofrece algo de su energía al Superyo para la máxima clarificación de la
realidad moral. El Superyo utiliza su capacidad de provocar ansiedad para controlar al Yo. Así,
nos encontramos con una red cuidadosamente sintonizada en la cual permanece el Yo en relación
con un Ello impulsado por el principio del placer, la realidad entendida como el prin cipio de
Realidad y la identificación con importantes figuras del ambiente como Superyo. El Superyo
empieza siendo severo porque no existe la capacidad cognitiva del niño pequeño para entender
las sutilezas de la razón de las prohibiciones. Por ejemplo, el superyo temprano o «ar caico» es
extremadamente severo, porque el niño pequeño que está a punto de meter el dedo en un
enchufe recibe un «¡No!» en voz alta de los padres, quienes además, puede que le den una
palmada en la mano. El Superyo es, pues, abrupto, directo, se vero e inequívoco. El Superyo
arcaico es incapaz de hacer una lectura tranquila de los peligros de la electricidad, pero en el
curso del tiempo, un superyo más maduro podría funcionar ciertamente de esa manera. Se
postula que en la resolución de la fase edípica, el Yo ideal y el Superyo severo y arcaico se
mezclan para formar un superyo más maduro, que contiene tanto elementos punitivos como
cariñosos, que guía al individuo tanto en lo que no ha de hacer, con el fin de evitar displacer,
como hacia lo que ha de hacer para obtener el máximo placer y respeto a sí mismo.

Durante la fase edípica, la fuerza y severidad del Superyo no se fundamentan en la severidad o


dulzura de los padres. Es una amalgama de prohi biciones parentales reales, de aprobación de los
padres, de la capacidad del niño para sobreponerse a las defensas disociativas, de la naturaleza
y el poder de los impulsos y fantasías del niño y el estilo con el que el niño metaboliza esas
fantasías.

En muchas situaciones, el Ello y el Yo están mezclados; y por regla general, sólo podemos
distinguir el uno del otro cuando hay tensión o conflicto entre ellos. En la re presión, el factor
decisivo es que el Yo es una organización y el Ello no. El Yo es, ciertamente, la por ción
organizada del Ello. Estaríamos completamente equivocados si representáramos al Yo y al Ello
como dos campos opuestos.

Parece ser que Freud luchaba por demostrar que en algunos aspectos no había en absoluto
diferencias entre el Yo y el Ello, y que ciertamente cada uno de ellos era parte del otro, pero la
diferencia clave tenía que ver con el modo en que estaban or ganizados. El Yo es un aspecto
organizado del Ello. El Superyo es un aspecto más organizado del Yo y, por consiguiente, también
del Ello. A veces parece como si el Yo fuera más fuerte que el Ello en el sentido de que puede
causar represión y provocar ansiedad. Y, sin embargo, el Yo también está falto de poder sobre el
Ello. Ambos reaccionan en contra del otro y, sin embargo, son lo mismo que el otro, estando uno
organizado más alrededor de las líneas del proceso secundario y del principio de Realidad, y el
otro más alrededor de las líneas del principio primario y del principio del placer. Tam bién es
importante recordar que desde el punto de vista del inconsciente descriptivo, la ma yoría de las
funciones del Yo, el Superyo y el Ello son incons cientes.

Ocasionalmente, porciones del Ello emer gen a la consciencia y una mayor parte del Yo y del
Superyo son también accesibles a la consciencia. Desde el punto de vista del inconsciente
dinámico, el Yo, el Ello y el Superyo también son, en gran medida, inconscientes. Sus fuerzas
interactúan entre sí fuera de la percepción consciente ordina ria, aunque ocasionalmente sueños
22
COMPENDIO TEORIA PSICODINÁMICA
DAVID EDUARDO DÍAZ LÓPEZ

transparentes o el producto de años de análisis hacen que algo de esa interacción alcance la
consciencia. Desde el punto de vista más importante del sistema ciente, el Ello está virtualmente
por completo dentro del sistema ICs. El Yo está dividido entre el sistema ICs, el sistema PCs y la
consciencia. Está dividido entre el proceso primario y el proceso secundario, dividido también
entre las representaciones de cosas y las representaciones de palabras. Esto ocurre también con
el Superyo, aunque la mayor parte de éste es in consciente comparado con el Yo.
Bajo la influencia de la teoría estructural, la atención del psicoanálisis se alejó de las pulsiones
inconscientes y pasó a la labor de cada Yo individual en su enfrentamiento con las pulsiones y la
ansiedad para conseguir la máxima adaptación.
Las fronteras entre las tres «estructuras» son semipermeables. El Ello es totalmente
inconsciente, una parte del Superyo es accesible a la conciencia y otra inconsciente, y el
Yo es consciente como inconsciente. De todos modos, el grueso de la actividad el Ello y el
Superyo funcionan preferentemente al margen de la conciencia. Debido a que el Yo tiene acceso
directo a la percepción, desarrolla la prueba de la realidad. Con todo, debe servir a los tres
«señores exigentes»: el Superyo, al Ello y la realidad .

D.1.MECANISMOS DE DEFENSA
Constituye un tópico analítico que el Yo sirve a tres severos amos: al Ello, al Superyo y la
realidad. También se pone énfasis en que el Yo es el ejecutivo del organismo encargado de la
tarea de equilibrar las necesidades competitivas de todos los demás sistemas. Al hacer eso, es
tarea del Yo actuar como un órgano de percepción, como un ór gano de cognición y como
regulador de la vida mental interna, todo ello para conseguir la máxi ma cantidad de gratificación,
consecuente con su papel de ejecutor del Ello. El mismo Yo crece en gran parte como resultado
de capas de identificaciones y de representaciones mentales internas de las figuras importantes a
las que ha sido expuesto, en particular a los padres y a otros familiares cercanos, quienes con el
curso del tiempo y de un desarrollo sano se «despersonalizan», transformando su rol de archivos
organizados de recuerdos de la persona original en aspectos del propio Yo.
Para funcionar regularmente, el Yo tiene que poseer un conj unto de operaciones automáticas
con las cuales hacer frente a los recuerdos compe titivos, percepciones, necesidades realistas
externas, impulsos y ansiedades con que se encuentra. Este conjunto de operaciones automáticas
mediante el cual sopesa sus intereses competitivos se conoce como mecanismos de defensa.
En la teoría psicoanalítica, existe una cierta confusión respecto a las diferencias entre los me -
canismos de defensa, las defensas, las operaciones defensivas y las conductas defensivas. Por
ello, cualquier clasificación de mecanismos de defensa puede ser más o menos extensa, más
simple y directa o sencilla, o más elaborada y compleja. Cada mecanismo de defensa emplea, a
su vez, capacidades de la mente para alterar el contenido mental. Por ejemplo, l as reglas de
condensación, desplazamiento y simbolización del proceso primario po drían verse como
mecanismos de defensa o como operaciones que permiten que los mecanismos de defensa
funcionen.
¿Cuántos mecanismos de defensa hay? Algunos autores han afirm ado que sólo hay un
mecanismo de defensa, la represión, y que todos los demás son medios mediante los cuales se
lleva a cabo la represión. Los autores añaden o restan defensas según su punto de vista teórico
particular.
Freud enumeró nueve mecanismos de defensa por su nombre, y Anna Freud (1936/1946)
modificó ligeramente la lista, añadiendo un décimo mecanismo «que pertenece más bien al estudio
de lo normal que al de la neurosis: la sublimación, o desplazamiento de las metas pulsionales . Por
23
COMPENDIO TEORIA PSICODINÁMICA
DAVID EDUARDO DÍAZ LÓPEZ

lo que sabemos en el momento presente, el Yo tiene estos diez métodos a su disposición en sus
conflictos con las representaciones y afectos instintivos». Valestein et al. (Bibring et al., 1961)
elaboraron un glosario de «defensas», que contenía 24 mecanis mos de defensa básicos y 15 más
complejos. Valliant (1977) discute los mecanismos de defensa patológicos y los mecanismos de
afrontamiento adaptativos, ampliando enormemente la lista.
Sea cual sea el modo como organicemos la lista, es importante recordar que las defensas no
sólo nos preservan del contenido mental inaceptable, sino que también son ellas mismas
contenido mental, consistente en fantasías independientes. Las defensas también generan
placer permitiendo un grado de descarga y preservando simultáneamente el impulso mediante la
negación de la fantasía. Debemos analizar en detalle la fantasía contenida en cualquier defensa en
particular, recordando que puede haber defensas no sólo contra los con tenidos mentales no
deseados, sino también contra otras defensas. Las defensas, pues, están dispuestas en estratos
jerárquicos.
Anna Freud intentó relacionar las etapas del de sarrollo psíquico con diferentes defensas que se
ponían en marcha, pero no tuvo éxito en su clasificación. Masterson y Rinsley, Kernberg y otros
han intentado continuar este trabajo. Esto es importante cuando cada tipo de psicopatología
demuestra su agrupación específica característica de defensas. Por ejemplo, en la histeria, la
represión y la conversión son defensas fundamentales . En el trastorno obsesivo-compulsivo, el
aislamiento, la formación reactiva, la regresión y la anulación son mecanismos primarios. En la
paranoia y la psicosis, la introyección y la proyección constituyen los mecanismos de defensa
primarios. Si se conoce el diagnóstico, se puede inferir el mecanismo de de fensa con más
probabilidades de observarse en el tratamiento. Y al revés, si se observan ciertas ope raciones
defensivas en acción, puede inferirse el diagnóstico. También es posible predecir la forma en que
se desplegará la transferencia conociendo los principales mecanismos de defensa utilizados por un
paciente concreto.

MECANISMOS DE DEFENSA CLÁSICOS DE S. FREUD:

Represión. La represión es la defensa que mantiene afectos, recuerdos o impulsos no deseados


fuera de la consciencia. Requiere una contracatexis permanente, que tiene lugar de forma
inconsciente, establecida contra la posible aparición en la consciencia de un contenido mental no
deseado. El equilibrio entre la presión de lo que está reprimido para que no alcance la consciencia
y la contracatexis para mantenerlo inconsciente es fluido.
La contracatexis del Yo siempre está en peli gro de estar disminuida, como ocurre en el sueño,
lo que permite que los sueños lleguen a formar parte del contenido mental. Cuando algo se ha re -
primido con éxito, su acceso a la consciencia queda cerrado, pero deja de ser tratable y más
modificable por parte del Yo y puede asumir vida propia en forma de complej o de síntomas o como
una parte de la estructura del carácter.

Regresión. Cuando se emplea esta defensa, volvemos a un nivel de funcionamiento madurativo


anterior. La regresión leve se puede observar en pacientes con historia clínica, y en estudiantes
universitarios cuando vuelven a su casa durante las vacaciones. Un ejemplo aportado por Freud
es el de un paciente que transformó su rivalidad a nivel fálico con su padre, en la fantasía de ser
devorado por una figura paterna en el cuento infantil «El hombre de jengibre». Son ejemplos de
regresión a un nivel anterior del desarrollo y una conceptua lización anterior de las interacciones
entre la persona y los objetos significativos de su vida en un esfuerzo por retornar a un estado en
el que había menos ansiedad.
24
COMPENDIO TEORIA PSICODINÁMICA
DAVID EDUARDO DÍAZ LÓPEZ

Aislamiento. El aislamiento separa el afecto de la memoria. Es un mecanismo de defensa


frecuentemente empleado por obsesivos, y en su forma más común, consiste en un contenido
ideacional y un afecto que acceden a la consciencia, pero no al mismo tiempo. Lo que se bloquea
es el enlace entre los dos. En sus formas extremas, los pacien tes que utilizan el aislamiento
pueden ser incapaces de sentir emociones de cualquier tipo. Los pen samientos y afectos son
tratados como si fueran intocables y como si se necesitara distanciarse de ellos. Un ejemplo sería
un paciente que habla sobre un acontecimiento doloroso que le ocurrió, con una expresión neutral.

Formación reactiva. La formación reactiva es otro mecanismo de defensa que frecuentemente se


encuentra en los obsesivos. En la formación reactiva, los afectos se convierten en su contrario y
la ambivalencia se resuelve actuando de forma contraria a los factores que la originaron. Por
ejemplo, «no me gusta eso; lo odio» o, «no estoy interesado en satisfa cer un deseo peligroso;
estoy interesado en vigilar que la satisfacción de estos peligrosos deseos nunca llegue a ocurrir».
Un ejemplo histórico de formación reactiva en acción sería la del estadista británico del siglo XIX
que, como reacción a su propia lujuria, pasó muchas noches en el distrito rojo de Londres
concienciando a las prostitutas para que renunciaran a su vida rebelde. Este conjunto manifiesto
de conductas le permitía, simultáneamente, estar en compañía de prostitutas y negarse deseos
prohibidos mediante su conversión a lo que parecía lo contrario.

Proyección. La proyección es también un com plejo mecanismo de defensa que puede operar a un
nivel más primitivo o más avanzado. La proyec ción comporta la fantasía de escupir, lanzar, o de
algún otro modo, arrojar fuera de nosotros mismos un contenido mental inaceptable. El prototipo
esquemático sería: «No le odio; él me odia». Con este ejemplo, observamos cómo se reniega del
afecto y, mediante el desplazamiento, se proyecta en otro (Freud, 1911/ 1958, 1921/1955,
1922/1955). Este mecanismo de defensa se utiliza en la paranoia. La ventaja para las personas
que utilizan la proyección es que se libran de pensamientos y afectos no deseados, pero la
desventaja es que viven en un mundo de otros, que dirigen hacia ellos los afectos y fantasías
que no aceptan y desean evitar. La capacidad de uno para modificar el contenido men tal se ve
gravemente disminuida una vez se proyecta.
La forma más primitiva de proyección, descri ta por Melanie Klein et al., es la identificación pro-
yectiva, en la que no sólo se proyecta el afecto y partes del contenido mental sino también la pro -
pia identidad. De esta forma, existe una confusión entre la identidad de la persona dedicada a la
identificación proyectiva y la persona receptora. Un atributo adicional de la identificación
proyectiva es que el receptor de ésta, cuyas barreras de estí mulos están reducidas en virtud de la
empatía o la intimidad, experimenta la identificación proyecti va como una introyección
perturbadora de la identidad del «self». Un análisis detallado y cuidadoso de esta identificación
proyectiva en la transferencia y el estudio de las reacciones de contratransfe rencia evocadas en el
analista bajo tales condiciones, constituye una parte significativa de la teoría y la técnica kleiniana
(Klein et al., 1973; Segal, 1973).

Introyección e identificación. La introyección y la identificación son conceptos complejos por que


actúan al mismo tiempo como mecanismos normales del crecimiento y como defen sas. Los objetos
importantes se incorporan para evitar el dolor de su pérdida o separación. Cuando la identifica ción
es primitiva se llama introyección, lo que se acerca más a una imitación inconsciente. Cuando un
niño tiene una baja tolerancia a la frus tración y se irrita ante la actitud de enfado de su padre, el
niño está «tragándose entera» esta imagen del padre enfadado y llegará él mismo a poseer la
misma imagen. Cuando las características de un padre son las mismas que adopta el niño, que
después puede modificar a medida que va madurando, esto es la identificación. La incorporación
25
COMPENDIO TEORIA PSICODINÁMICA
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implica una mezcla parcial del objeto externo y el «self». La identificación significa una eventual
despersonificación donde los rasgos del individuo no per manecen ligados a recuerdos específicos
sino que se adquieren como rasgos genuinos de uno mismo. Por tanto, la identificación puede ser
más o menos sana, más o menos parte de un crecimiento y de sarrollo normal, o más o menos
patológica, dependiendo del tipo que sea.

Negación. La negación consiste en la invalidación de una parte de información desagradable o no


deseada, y en vivir la propia vida como si aquélla no existiera. Es una forma muy grave de defensa,
relacionada con la depresión. Niega el acceso a la cons ciencia, pero es más trabajosa y costosa
en el sentido de que la realidad no sólo tiene que ser ignorada como en la represión, sino que de
hecho, ha de ser invalidada. De esta forma, disminuye el examen de la realidad. Las formas más
leves de negación pueden aparecer de forma pasajera, como cuando uno continúa hablando en
presente de un miembro de la familia que ha muerto. El paciente que lleva a cabo un trabajo de
agotadora construcción el fin de semana después de que se le haya dicho que padece una
enfermedad coronaria avanzada, estaba reali zando una forma de negación mucho más fuerte.
Frecuentemente, la negación es mucho más fácil de detectar en sus formas más próximas a la
consciencia, como en el caso del alcohólico que niega la exis tencia de la enfermedad porque
nunca bebe antes de las cinco de la tarde. La persistente negativa a verse influido por las
evidencias de la realidad también es un indicativo de que el mecanismo de la negación está en
funcionamiento.

Disociación. Otra defensa mencionada, pero no plenamente elaborada por Freud (1940a (1938)/
1964, 1940b (1938)/1964), aunque considerada im portante por psicoanalistas modernos, es la
disociación. Se trata de un medio mediante el cual mantenemos separados determinados aspectos
del contenido mental. Inicialmente, consiste en mantener los afectos y recuerdos placenteros y los
«buenos objetos» con los que están asociados, se parados de los afectos y recuerdos
displacenteros y los «malos afectos» con los que están ligados. En una fase en que el niñ o se
vería abrumado por el displacer, la disociación le ayuda a formar objetos buenos y una idea de un
«self» bueno. En la vida adulta, la disociación interfiere gravemente con todas las funciones del Yo.
Por ejemplo, la disociación se utiliza patológicamente cuando una persona pierde el acceso a
cualquier percepción utilizable de historia positiva y de sentimientos de amor hacia otra persona,
cuando se siente que el otro la decepciona y rechaza. La disociación crea «univalencias
alternadas» más que una ambivalencia integrada o un estado de totalidad en el que el «self» y el
otro pueden considerarse poseedores de aspectos buenos y malos simultáneamente.
Esta defensa a menudo se observa en pacientes con trastorno de personalidad límite al alternar
una sobreidealización de aquellas personas que gratifi can sus necesidades, y la desvalorización
de aquellas que les frustran. La disociación también puede verse en terapia de pareja . Cuando
están contentos, los dos pacientes ignoran los fallos y limita ciones del otro. Cuando están
frustrados, se olvidan de por qué se llegaron a enamorar de su pareja y se tratan como dos
verdaderos enemigos en lugar de una pareja que sufre problemas provisionales.

Sublimación. Anna Freud añade la sublimación a la lista como pa rte normal de los mecanismos de
defensa que revelan un funcionamiento del Yo normal. Cuando el Yo funciona para conseguir la
máxima satisfacción de los impulsos con el míni mo de ansiedad y el mínimo de disrupción del am -
biente, se trata de una sublimación. La anécdota del médico culpable sería una ilustración de la
sublimación si hubiera habido un grado moderado de consciencia y no se hubiera alterado la
capacidad del médico de tener una familia además de su vida profesional.

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DAVID EDUARDO DÍAZ LÓPEZ

6. TRATAMIENTO Y TÉCNICA PSICOANALÍTICA


El descubrimiento de la transferencia es, junto con el descubrimiento del inconsciente,
uno de los más significativos de Freud. Si la causa de cualquier psicopatología es la existencia
de fuerzas inconscientes en funcionamiento, y si la mente, incluso bajo el modelo estructural,
trabaja primariamente de forma inconsciente mediante los mecanismos de defensa inconscientes,
resulta razonable que debamos buscar los modos en que se revelan y pue den observarse las
fuerzas inconscientes con el fin de hacer un diagnóstico y tratamientos precisos. Es en la
transferencia donde los procesos inconscientes se revelan, del mismo modo que la luz in-
directa nos descubre el polvo de una habitación o como una habitación en penumbras nos permite
deducir la existencia de partículas subatómicas gracias al rastro que dejan (ver Freud, 1912/1958,
1913/1958, 1914b/1958; Gill, 1979).
La situación psicoanalítica y la alianza terapéutica . Actualmente, los psicoanalistas subrayan
que el establecimiento de una situación psicoanalítica que incluya la existencia de una «alianza de
trabajo» o «alianza terapéutica», es una condición necesaria para que sea posible llevar a cabo un
psicoanálisis (Greenson, 1967). Este era un aspecto del tratamiento que Freud reconocí a pero que
tendió a dar por supuesto, y a veces lo consi deró parte de la transferencia positiva. La capaci dad
de un paciente para desarrollar una conexión con el analista era algo que Freud pensaba que es -
taba presente en cualquiera de las neurosis de tr ansferencia. El análisis de la transferencia se
hace posible en virtud de la singular situación psicoanalítica. En un tratamiento psicoanalítico, el
paciente se halla en un estado de leve privación sen sorial causada por lo que a veces se ha
llamado «libertad de comunicación unilateral». El pacien te habla libremente y el analista lo hace
pocas veces. Al paciente se le anima para que realice asociaciones libres, y al analista para que
tenga una atención flotante libre, pero reservando las venciones sólo a un tipo: las
interpretaciones. La función del analista es escuchar, acceptar e inter pretar. El análisis es, pues,
la interpretación de la transferencia y de la resistencia.

a.Transferencia. La transferencia es la relación creada entre el paciente y el analista para llenar


los huecos de la leve privación sensorial que se produ ce en la consulta del analista. Sabemos que
en una privación sensorial a gran escala las personas tie nen alucinaciones para llenar el vacío. En
la libertad comunicativa muy apacible, cuidadosamente valorada y unilateral que existe en la
situación psicoanalítica, el paciente suple la falta o retirada de juicios del analista mediante la
fantasía. Al no discutir la realidad, las opiniones personales, las re flexiones privadas o los detalles
de la biografía personal, el analista deja la puerta abierta para que el paciente supla los detalles
que faltan, y emerge la transferencia como en un test proyectivo. El estilo con el que el paciente
informa del material al analista se convierte, pues, en un indicio de como funcionan los procesos
inconscientes del paciente. Algunos casos clínicos pueden ilustrar esto:
Una colega que tenía una consulta con una pre ciosa vista a las montañas notó que un día en
que la nieve cubría las montañas y el aire era especialmente claro, los pacientes llegaron a la
consulta saludándola con reacciones ante el panorama. El primer paciente dijo «Buenos días
doctora. Estaba deseando venir a la consulta para poder ver esta her mosa vista. Cuando nevó
ayer por la noche supe que la vista desde su consulta sería especialmente bo nita». El segundo
paciente dijo: «Buenos días, doctora. Sabe, me estaba preguntando qué tal sería la vista desde su
consulta. No es tan bonita como la que recuerdo cuando iba a la escuela en Suiza».
Otro paciente se mostró preocupado «Buenos días, doctora. Creo que sería mejor que corriera
las cortinas. Temo que se distraerá con la belleza del panorama y no escuchará lo que le diga».
Los estímulos eran los mismos en los tres casos. Los pac ientes aportaron una fantasía en la
transferencia que sirvió para que la interpretación revelara lo que traía consigo de nuevas
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COMPENDIO TEORIA PSICODINÁMICA
DAVID EDUARDO DÍAZ LÓPEZ

situaciones importantes en su vida.


Otro ejemplo ilustrativo. Cuando indicaba los detalles de una exploración dental dolorosa, un pa-
ciente se tomó 20 minutos para dar meticulosos detalles que explicaran y justificaran la dosis de
analgésicos que había tomado para aliviar el dolor. El terapeuta pudo, pues, interpretar que el
paciente estaba hablando como si esperara una reacción crítica a lo que temía el terapeuta
considerara autoindulgencia en la toma de analgésicos, y no una manera de soportar el dolor. Así,
el terapeuta y el paciente fueron capaces de relacionar eso con la in formación histórica referente a
la relación del paciente con su padre y los resultantes superego e ideal del ego severo y exigente
que hacían que su vida fuera pesada y estuviera gobernada por senti mientos de culpa. La
transferencia, pues, es el conjunto de sentimientos, creencias, convicciones, fantasí as y
reacciones que el paciente revela en el análisis. Podemos deducir que el paciente lleva estas
reacciones a todas las relaciones y situaciones importantes. A causa de la situación analítica, se
permite que aflore la transferencia, no se dilu ya ni difumine por la conversación ordinaria y, al final,
se convierta en el foco central, del que tanto el paciente como el analista en forma de neurosis de
transferencia.
Esto se convierte en el único acontecimiento del que tanto el paciente como el analista son
testigos en el tiempo real. Esto le con fiere un estatus más elevado que el de los aconte cimientos
contemporáneos de la vida externa o del pasado histórico. Cuando en el análisis se revelan
experiencias presentes o acontecimientos históri cos del pasado del paciente mediante la transfe-
rencia, podemos tener la máxima confianza de que nos estamos enfrentando con las
características centrales y relevantes de la estructura mental de ese paciente.

b.Resistencia. La resistencia es el fenómeno mediante el cual el paciente no participa en el


análisis. Originalmente, se limitaba a la resistencia a hacer asociaciones libres, en la que el
paciente deja de pensar, ponía su mente en blanco, centraba sus pensamientos o no hablaba por
verguenza, miedo al castigo justo o alguna otra fantasía, y luego no explicaba que la razón fuera
ésta. Ahora la resistencia no es tanto un nombre como un infinitivo. La resistencia significa que el
paciente se encuentra en el acto de resistirse (Schafer, 1973). ¿A qué se resiste? A la naturaleza
continua del proceso analítico, consistente en desplegar la transferencia, la libre comunicación
del contenido mental y el libre fluir del afecto. O estar intentando transformar la relación en algo
diferente al análisis, convirtiéndolo en una amistad, en un ofrecimiento de consejo o en una
resolución de problemas.

c.Interpretación. La interpretación es la articulación por parte del analista y, al final, por parte
del paciente, de las conexiones y el significado de lo que está pasando durante el proceso del
análisis. Las interpretaciones son más fuertes y completas cuando, como en el ejemplo ofrecido
antes, relacionan el pasado histórico con la situación de la vida actual, y con los fenómenos del
análisis como la transferencia.
Cuanto más se base un tratamiento en la interpretación de la transferencia y de la resistencia,
más cerca estará del psicoanálisis. Cuanto más se base en la explicación, en la teoría, en la
construcción del pasado histórico en lugar del desplegamiento de la transferencia y en la
fórmula para descodificar más que en vivir mediante los mecanismos de defensa, más se
encaminan hacia el ámbito de la psicoterapia psicoanalítica o psicoterapia psicodi námica.
Cuanto más se centre en la confrontación, en la solución de problemas específicos o en la
enseñanza de técnicas, más se transforma en una terapia cognitiva o conductual. Cuanto más
acude el paciente al tratamiento en busca de la solución di recta de sus problemas, más se parece
al consejo.
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COMPENDIO TEORIA PSICODINÁMICA
DAVID EDUARDO DÍAZ LÓPEZ

UNIDAD 2: TEORIAS POST FREUDIANAS

No existe unanimidad entre los psicoanalistas actuales, ya que siempre ha existido una gran profusión de
escuelas de pensamiento y de disputas internas. Al mismo tiempo que corregían y revisaban la labor de Freud y
le añadían nuevas perspectivas de su propia cosecha, un gran número de teóricos han permanecido en la
tradición psicoanalítica, considerándose a sí mismos sustentados en las bases de Freud y teniendo las mismas
bases ambiciosas, consistentes en tener la misma estructura de la mente de un individuo. Por consiguiente, hay
que integrarlos dentro de la mente psicoanalítica. Una insigne psicoanalista que se asume como una vuelta a
Sigmund Freud, luego de las posturas disidentes y culturalistas, es Melanie Klein, quién desarrolla las bases del
Psicoanálisis británico, que ha aportado – Fairbairn, Winnicott, Bowlby, Marrone- y sigue aportando a la vigencia
del psicoanálisis actual –Anthony Ryle-

LAS TEORÍAS PSICOANALÍTICAS DE LAS RELACIONES OBJETALES


Los teóricos de las relaciones objetales como Melanie Klein y Donald W. Winnicott empezaron por hacer
pequeñas revisiones, pero a la larga transformaron la teoría freudiana y la práctica psicoanalítica de manera más
completa que los psicólogos del Yo.
Melanie Klein imaginaba el mundo subjetivo del bebé como una mezcla caótica de imágenes internalizadas de
personas y partes de personas. La imaginación del niño, aguijoneada por la ansiedad y el enojo, transforma esas
imágenes en fantasmas a veces aterradores, de objetos buenos y malos.

Las relaciones objetales se deriva de la teoría freudiana de la pulsión en que Freud (por ejemplo, 1917b; 1921;
1923a) hace referencia a los satisfactores específicos de las pulsiones como los "objetos" de la pulsión. Por
ejemplo, diferentes alimentos se consideran objetos de la pulsión del hambre. Más tarde, en El Yo y el Ello,
Freud propuso que el Yo podía incorporar como imágenes internas a los objetos amorosos perdidos o a los que
se había renunciado. Al crear dichas imágenes, el Yo disminuye la frustración del Ello por la pérdida. Freud
concluyó que muchas cualidades del Yo se forman mediante la incorporación de los objetos amorosos perdidos.
En este proceso, el Yo introyecta o asume algunas características de los objetos amorosos que ya no están en
realidad disponibles (Freud, 1923a, pp. 29 y 30; véase también Freud,1917b).
La importancia interpersonal del término relaciones objetales sólo evolucionó de manera gradual. En tanto que
Freud había invertido un gran esfuerzo en explicar la manera en que el Yo hace realidad los propósitos de las
pulsiones del ello. teóricos como Melanie Klein y Donald Winnicott se concentraron en los esfuerzos
interpersonales del bebé por obtener seguridad, amor, empatía, admiración y confianza. En consecuencia, el
modelo freudiano de la pulsión fue reemplazado por una teoría de las relaciones íntimas. El término relaciones
objetales llegó, por consiguiente, a entenderse como las relaciones reales de la persona con "objetos" (en su
mayoría personas) más allá del mundo subjetivo del sí mismo. Para calificar como una teoría psicoanalítica de las
relaciones objetales, una teoría también debe incluir significados privados e inconscientes asociados con la pauta
de relaciones objetales de una persona.

MELANIE KLEIN

RESEÑA BIOGRÁFICA
Nació en Viena en 1882. Su padre, el doctor Moriz Reizes, provenía de una familia judía estrictamente ortodoxa;
como sus padres lo consideraban en extremo brillante, lo destinaron a seguir la carrera de Rabino. Fue obligado
a casarse con una muchacha a quien no había visto nunca. Pero el joven se rebeló contra la ortodoxia. Estudió
en secreto, completó el bachillerato alemán, y siguió la carrera de medicina a pesar de la oposición de sus
padres. Se independizó de su familia, pero nunca rompió del todo con ella. Al alcanzar su padre una edad muy
avanzada, los restantes hijos se negaron a hacerse cargo de él, siendo el Dr. Reizes, el rebelde, quien lo cuidó
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COMPENDIO TEORIA PSICODINÁMICA
DAVID EDUARDO DÍAZ LÓPEZ

hasta el final. Después de independizarse, el Dr. Reizes se divorció de su primera esposa y, pasados ya los
cuarenta, se enamoró perdidamente de Libusa Deutsch, una joven de veinticinco años a quien amaría siempre
con devoción.
Cuatro hijos nacieron de este matrimonio; Melanie fue la hija pequeña. El Dr. Reizes no tuvo mucho éxito en su
profesión y para ayudar a la economía familiar su esposa abrió una tienda de plantas y animales exóticos. Pero
cuando Melanie tenía cinco años, el Dr. Reizes heredó una suma de dinero que le permitió adquirir una clínica
dental; con la práctica de la odontología, Reizes alcanzó mayor prosperidad; Melanie recordaba muy bien su
deleite ante la nueva y espaciosa vivienda y el bienestar económico. La relación que mantenía con su padre no
era muy íntima; el Dr. Reizes había rebasado hacía tiempo los cincuenta años cuando nació Melanie y tenía poca
paciencia con la pequeña. Además, solía hacer ostensible su preferencia por la hija mayor, lo que provocaba un
natural y profundo resentimiento en Melanie, quien, no obstante, admiraba enormemente las realizaciones
intelectuales de su padre y se sentía estimulada por ellas. El Dr. Reizes, por ejemplo, había aprendido por sí
mismo diez lenguas extranjeras, leía mucho y, a medida que Melanie se hizo mayor, siempre estuvo dispuesto a
responder a sus preguntas. Falleció cuando ella tenía dieciocho años.
La relación con su madre fue bastante más íntima; Melanie la recordaba como una mujer mucho más joven que
el padre, muy hermosa, cálida, valiente y dinámica. No sólo llevaba una tienda —algo inusual en la mujer de un
médico en esa época—, sino que más tarde, cuando Melanie estaba terminando la escuela y el doctor Reizes se
había convertido en un hombre achacoso y algo senil, fue ella quien sustentó económicamente a la familia y la
mantuvo unida. Vivió sus últimos años junto a Melanie Klein, lo cual le sirvió a ésta de gran consuelo en una
época muy amarga de su vida. La señora Reizes murió en 1914: la serenidad y el valor con que afrontó la
muerte, después de una larga y agotadora enfermedad, impresionaron de manera profunda a Melanie, quien, en
su vejez, hablaba de ello con frecuencia.
La muerte de sus dos hermanos, quizá la de Emmanuel en mayor medida, contribuyó no poco al constante
estado de depresión que fue parte integrante de la personalidad de Melanie. Al mismo tiempo, ambos estimularon
sus intereses intelectuales y le inculcaron un sentimiento casi de deber con respecto al desarrollo intelectual y a
la realización de su obra.
Melanie contrajo matrimonio a los veintiún años de edad y, durante varios años, vivió con su marido en ciudades
pequeñas, primero en Eslovaquia y después en Silesia. Fueron tiempos aciagos. Echaba de menos la compañía
y el estímulo intelectual de que gozaba en Viena: desde un principio el matrimonio tuvo que hacer frente a
numerosos problemas. Melanie se dedicó a la lectura y al aprendizaje de idiomas, pero encontró su única y
verdadera felicidad en sus dos hijos: Hans, nacido en 1907, y Melitta, nacida en 1910.
Su vida cambió de manera considerable cuando, en 1910, su marido halló trabajo en Budapest. Allí tuvo la
compañía intelectual que deseaba y, lo que fue más importante aún, tomó contacto por primera vez con la obra
de Freud. Nunca había oído hablar de Freud en Viena, a pesar de moverse en los círculos artísticos y literarios.
Más tarde lamentó profundamente las ocasiones que había perdido. Por haber vivido en la misma ciudad, podría
haber intentado conocerlo e incluso estudiar con él. En Budapest tuvo la oportunidad de leer un libro de Freud del
que mucho se hablaba: Los sueños (1901).
Así nació un interés por el psicoanálisis que mantendría a lo largo de toda su vida. Estudiar esta ciencia y
practicarla, contribuir a su enriquecimiento, se convirtió en la pasión fundamental de sus horas. Se analizó con
Ferenczi y, estimulada por él, comenzó a analizar niños. En 1917 fue presentada a Freud, en el transcurso de un
congreso que reunía a las sociedades psicoanalíticas de Austria y Hungría. En 1919 leyó ante la Sociedad
Húngara su primer trabajo, El desarrollo de un niño; la calidad de este artículo le permitió convertirse en un
miembro de la Sociedad Psicoanalítica de Budapest. Permaneció en esta ciudad hasta 1919, cuando su tercer
hijo, Eric, contaba cinco años de edad. Se separó entonces de su marido, quien marchó a trabajar a Suecia,
mientras ella permanecía en Eslovaquia durante un año, en casa de sus suegros. Esta separación fue un preludio
del divorcio, que se produjo en 1922. En 1920, Melanie Klein había conocido a Karl Abraham en un congreso
psicoanalítico celebrado en La Haya. Abraham le produjo una impresión profunda y él mismo tuvo palabras de
estímulo para el trabajo de Melanie en psicoanálisis infantil, cosa que la hizo decidirse a trasladar su residencia a
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COMPENDIO TEORIA PSICODINÁMICA
DAVID EDUARDO DÍAZ LÓPEZ

Berlín, en 1921. En esta ciudad abrió una consulta psicoanalítica para adultos, además de para niños. No estaba
satisfecha de los resultados de su análisis con Ferenczi y en 1924 convenció a Abraham para que la tomara
como paciente. Abraham se oponía, en general, a analizar a colegas residentes en Berlín, pero se convenció de
la importancia de la contribución potencial de Melanie al psicoanálisis.
En el Primer Congreso de Analistas Alemanes de 1924, al resumir el trabajo de Melanie Klein sobre el caso de
Erna, dijo Abraham: «El futuro del psicoanálisis reside en la técnica del juego.» Aceptó, pues, hacer una
excepción y la admitió como paciente. Este análisis quedó interrumpido por la muerte inesperada de Abraham,
sobrevenida nueve meses más tarde. La muerte prematura de Abraham fue una de las grandes pérdidas de su
vida. Decidida a continuar la obra de su maestro, emprendió y prosiguió durante muchos años un intenso y
regular autoanálisis. Aunque tomó de Ferenczi el concepto de introyección, fue Abraham, y en especial su trabajo
acerca de la melancolía, quien ejerció la mayor influencia sobre ella. Klein se consideraba discípula suya y
conceptuaba su propio trabajo como una continuación de la obra de Freud y de Abraham y un aporte a la misma.
Después de la muerte de Abraham, la vida en Berlín se hizo difícil para Melanie Klein.
En 1925, Klein conoció a Ernest Jones en Salzburgo, en ocasión de una conferencia donde ella leyó su primer
ensayo, muy controvertido, acerca de la técnica del psicoanálisis infantil. Su ponencia impresionó a Jones, quien
coincidió con la opinión de Abraham de que en el análisis infantil se hallaba el futuro del psicoanálisis. En 1925,
en casa del Dr. Adrián Stephen, Melanie dictó seis conferencias que constituyeron la base de la primera parte de
El psicoanálisis de niños, su primer libro. Esas tres semanas fueron para ella uno de los momentos más felices
de su vida.
En 1926 Melanie Klein se estableció en Inglaterra, donde permanecería hasta su muerte. Fue una decisión de la
que jamás se arrepintió; aunque tuvo que afrontar dificultades y se produjeron polémicas en la Sociedad
Psicoanalítica Británica, inevitables dado el carácter revolucionario de su obra, Klein sentía que en ningún otro
lugar le hubieran deparado mejor acogida y un apoyo mayor. Llegó a sentir gran afecto por Inglaterra, a la que
consideraba su patria adoptiva.

LA TÉCNICA DEL JUEGO


En el desarrollo del psicoanálisis existe una relación íntima entre la teoría y la técnica. La técnica de la hipnosis
permitió a Freud descubrir los procesos inconscientes. Sus reflexiones sobre tales procesos lo condujeron, a su
vez, a la técnica de la asociación libre, la cual le proporcionó el material para la formulación de las opiniones
teóricas.
Melanie Klein abordó el psicoanálisis infantil pertrechado de la técnica y de las teorías de Freud. Concibió su
técnica del juego como un método de comunicación con el niño, que le permitía adherirse a los principios
psicoanalíticos. La técnica del juego le proporcionó acceso al inconsciente del niño y esto, a su vez, la llevó a
hacer descubrimientos que modificaron sus opiniones teóricas sobre la sexualidad infantil y el desarrollo del
aparato psíquico. En tanto que Freud infirió la psicología infantil del análisis de adultos —con la única excepción
de Juanito—, Klein estudió la estructura y los conflictos infantiles directamente en el niño.

¿Cómo explicar la técnica psicoanalítica a los niños? Los adultos buscan analizarse porque son conscientes
de su enfermedad. Antes de Melanie Klein, la mayoría de los analistas consideraba que los niños no tienen
conciencia de su enfermedad ni de su necesidad de ayuda; por consiguiente, se pensaba que era imposible
esperar cooperación por parte de ellos. Igualmente se creía que no era posible exigir a un niño que se tendiera
en el diván y asociara con libertad y que los niños, ligados aún a sus padres, no podrían entablar una
transferencia.
La genialidad de Klein reside en haber observado que la forma de expresión natural del niño es el juego y que,
por consiguiente, puede ser utilizado como medio de comunicación con los pequeños. Para el niño el juego no es
«simplemente juego»: es también trabajo. No se trata tan sólo de una forma de explorar y controlar el mundo
externo, sino de un medio por el cual controlar y expresar sus angustias a través de la manifestación y
elaboración de las fantasías. Mediante el juego, el niño dramatiza sus fantasías y elabora así sus conflictos.
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COMPENDIO TEORIA PSICODINÁMICA
DAVID EDUARDO DÍAZ LÓPEZ

EL DESCUBRIMIENTO DE KLEIN DEL "FANTASMA"


Melanie Klein descubrió que, desde los primeros momentos de vida, los niños construyen lo que ella llamó
fantasmas. Klein utilizó la palabra fantasma para referirse al mundo inconsciente del bebé de lo "real irreal"
(Klein, 1937/l 975a, p. 221). Melanie Klein usaba el término "fantasma", distinto de fantasía, para describir los
pensamientos y deseos inconscientes que no son necesariamente reales (comparar con Mitchell, 1986, p. 22). Es
de suponer que reservaba el término fantasía para referirse a las construcciones conscientes e imaginativas.
En el concepto de Klein, el fantasma crea el mundo de imaginación. A través de los procesos fantasmales el
bebé prueba y construye, de manera primitiva, sus experiencias de dentro y fuera. La realidad externa puede
influir y modificar gradualmente el sentido poco realista de la realidad que crea el fantasma (Mitchell, 1986, p. 23).
A. LA INTERPRETACIÓN ADULTA DE KLEIN DEL FANTASMA
La aproximación inicial de Klein a las interpretaciones de los niños era directa y en ocasiones categórica
(Klein, 1961). Luego de un largo periodo de experiencia clínica, Klein aprendió al final a ofrecer interpretaciones
expresadas de manera más diestra y oportuna. Klein creía que la interpretación directa y el conocimiento
comprensivo de los fantasmas del niño fortalecían su capacidad para lidiar con sentimientos conflictivos como el
amor y el odio por la misma persona (comparar con Segal, 1992, p. 59).
Una característica destacada del estilo interpretativo de Klein es que trataba las expresiones verbales del niño
durante el juego como equivalentes a las asociaciones libres de los adultos. Para alentar la verbalización
proporcionaba una variedad de juguetes que incluían figuras humanas y animales, bloques de construcción y
todo tipo de vehículos. Incluso usaba objetos comunes en el consultorio. Klein no limitó sus interpretaciones sólo
a lo que el niño decía. Pensaba que la conducta real del niño con los juguetes representaba, y en ocasiones
incluso simbolizaba, ideas, deseos y fantasmas inconscientes. Klein creía que los temas expresados en el juego
son similares a los que se encuentran en los sueños y, por consiguiente, son especialmente adecuados para la
interpretación (Klein, 1926/l1975a, p. 134).
B. CORRECCIÓN DEL HINCAPIÉ EN LO MASCULINO DE FREUD
Klein se esforzó mucho por corregir la teoría freudiana concerniente a su opinión de la relevancia de la
conducta y la anatomía femenina. Por ejemplo, creía que Freud se había equivocado al no reconocer en su
teoría el papel de la madre. La versión freudiana del desarrollo psicosexual se concentraba en el hombre. Por
ejemplo, en sus conceptos de ansiedad por la castración y envidia del pene destacó la importancia del pene para
ambos géneros. En contraste, Klein atribuyó mayor importancia al pecho amoroso o rechazante, lo cual se
convirtió en el núcleo imperecedero de su teoría psicoanalítica centrada en la madre (comparar con Hughes,
1989; pp. 174175). Melanie Klein pretendía equilibrar las teorías de Freud dando más atención a la importancia
de la mujer (comparar con Sayers, 1991, pp. 320 y 261-268).
La pronunciación de Klein hacia la importancia del pecho no discrepaba del todo de la teoría freudiana. Freud
también había reconocido la importancia del pecho en sus escritos. Considera el siguiente pasaje bien conocido:
“El primer objeto erótico de un niño es el pecho de la madre que lo alimenta; el amor tiene su origen en el apego a la
necesidad satisfecha de alimento. Es indudable que, para empezar, el niño no distingue entre el pecho y su propio cuerpo;
cuando el pecho tiene que separarse del cuerpo y se desplaza al "exterior" porque el niño lo encuentra ausente con mucha
frecuencia, lo lleva consigo como un "objeto", una parte de la catexia libidinal narcisista original. Este primer objeto se
completa luego en la persona de la madre del niño, quien no sólo lo alimenta, sino también lo cuida y de este modo despierta
en él otras sensaciones físicas, placenteras y desagradables. Por su cuidado del cuerpo del niño se convierte en su primera
seductora. En esas dos relaciones se encuentra la raíz de la importancia de la madre, única, sin paralelo, establecida, de
manera inalterable, para toda la vida como el primer y más fuerte objeto amoroso y como el prototipo de todas las relaciones
amorosas posteriores para ambos sexos (Freud, 1940, p. 188).”

DESARROLLO DEL MUNDO OBJETAL


A. APEGO: AMOR Y ODIO AL PECHO

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COMPENDIO TEORIA PSICODINÁMICA
DAVID EDUARDO DÍAZ LÓPEZ

El objeto más importante en el mundo del bebé, al inicio el único objeto, es el pecho. Preocupado sólo
por la gratificación de las necesidades, un bebé está limitado a dos categorías importantes de experiencia: placer
(gratificación) y dolor (frustración). Si el bebé está siendo gratificado por el pecho, lo ama y tiene fantasmas
agradables respecto de éste. Cuando los bebés se sienten frustrados por el pecho, sus fantasías consisten en
atacarlo. En esas fantasías agresivas el bebé desea morder y desgarrar a la madre y sus pechos, y destruirla
también de otras maneras (Klein, 1937/1975a, p. 308).
La relación del infante con el pecho y, por tanto, con el mundo es casi por completo de una orientación oral,
pasiva-incorporativa. Existe muy poca iniciativa activa o diferenciación basada en la realidad entre el sí mismo y
lo exterior. En consecuencia, el fantasma que tiene el bebé del mundo se enfoca en el pecho como su "objeto de
constante deseo". El pecho se posee por incorporación.
En el fantasma, el niño succiona el pecho hacia su interior, lo mastica y lo traga; de este modo siente que en
realidad lo tiene, que posee en su interior el pecho de la madre, con sus aspectos buenos y malos (Klein,
1936/1975a, p. 291).
En este fantasma de incorporación, el bebé experimenta que el pecho en la boca es parte de sí mismo; pecho y
bebé se perciben como uno y lo mismo.
B. DESARROLLO DE LOS OBJETOS PARCIALES A LA PERSONA TOTAL
El mundo objetal del bebé muy pequeño esta constituído de objetos parciales, algunos de los cuales son
gratificantes, otros frustrantes, algunos acogedores y otros hostiles, algunos en el interior y otros en el exterior.
De manera gradual, los bebés perciben que el mundo consta de objetos buenos (que dan satisfacción y
placer) y objetos malos (que producen frustración y dolor). Los objetos buenos (los gratificantes) son
idealizados. El fantasma los eleva a la bondad absoluta. Los objetos malos son fantasmas creados en
representaciones de odio destilado. Como el pecho de la madre en ocasiones satisface y otras veces frustra
las necesidades orales del bebé, las formas en que la madre maneja el amamantamiento y el destete tienen una
fuerte influencia en la manera en que el niño aprende a manejar las emociones de amor y odio.
Las habilidades cognitivas subdesarrolladas del bebé permiten que se apegue a una parte de una persona o
incluso a partes de su propio cuerpo. El bebé trata a la parte como un todo. Por tanto, no es necesario que la
experiencia de la madre en la primera infancia sea la persona real e íntegra. Al principio, la experiencia de la
madre es poco más que un pezón que sobresale del pecho (Klein, 1936/1975a, p. 290). Según la teoría de Klein,
el bebé experimenta ese objeto parcial como la fuente de todo lo bueno o como el agente de todo lo que es
frustrante:
“La madre es deseada y odiada con toda la intensidad que es característica de los primeros impulsos del bebé. Desde el
principio ama a su madre en los momentos en que satisface sus necesidades de alimento. Ella alivia sus sentimientos de
hambre y le da placer sensual, lo que experimenta cuando succiona el pecho. Esta gratificación es la parte inicial de la
sexualidad del niño. El significado de la situación se altera de repente cuando los deseos del bebé no son gratificados. Se
suscitan sentimientos de odio y agresión y el niño queda dominado por los impulsos de arremeter contra el objeto de todos
sus deseos que, en su mente, está conectado con todo lo que experimenta, bueno Y malo por igual (Klein, 1937/ 1975a, p.
306)”.
La maduración de la vida emocional del infante es paralela a su creciente sofisticación para percibir sus objetos
amorosos. Aproximadamente entre los cuatro o cinco meses de vida, la madre se trasforma de un conjunto
de objetos parciales, en un objeto total. El pecho bueno y malo pasan a experimentarse como madre buena y
mala. Ahora el conflicto de amor y odio (el temor de ser atacado por un objeto gratificante, pero atemonzante) se
transfiere a la madre como una persona completa.
El bebé pasa ahora por una intensificación de sus conflictos acerca de los objetos buenos y malos. Es difícil
afrontar a una madre buena que a veces es también una madre mala. Una estrategia podría ser atacar al objeto
malo para proteger al objeto bueno. Aniquilar a la mamá mala antes de que ella te ataque. Sin embargo, esa
lógica infantil choca con la percepción de que lo bueno y lo malo ya no se experimentan como objetos parciales
separados. Mamá es una persona completa. En opinión de Klein, el bebé debe calcular que podría destruir al
objeto bueno amado, aunque sólo intentaba destruir al objeto malo persecutorio. La tenue conciencia de que el

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objeto amoroso está en peligro conduce al bebé a la comprensión, con su respectiva cuota de culpa, de que él es
peligroso para la madre (Klein, 1936/l 975a, 295). Los sentimientos de culpa se agregan entonces al dolor del
conflicto entre el amor y el odio.

ANSIEDAD Y RELACIONES DE OBJETO

El período 1919-1934 constituye la primera fase del desarrollo teórico de Melanie Klein. ¿Cuál es la importancia
de esta etapa en relación con el conjunto de su obra? Durante esos años descubrió y describió la complejidad de
la temprana fase pregenital del Complejo de Edipo y los orígenes y evolución del Superyó, al que atribuyó
también un origen pregenital. Descubrió la importancia de la escisión, proyección e introyección y describió
con gran detalle y en forma precisa la construcción progresiva del mundo interno del niño.
Comprendió la importancia de la fase oral y su influencia perdurable sobre el desarrollo posterior, así como
la importancia de las ansiedades psicóticas subyacentes a las neurosis infantiles.
Las ideas de Klein acerca de la ansiedad, a la que siempre prestó gran atención, evolucionaron a medida que
progresó su trabajo. En sus primeros artículos seguía las teorías freudianas, al estimar que la angustia principal
del niño siempre atañe a la castración; pero más tarde la vinculó estrechamente con el temor de un ataque
persecutorio por parte de los padres, quienes, a su vez, habían sido atacados por el niño en la fantasía, en
particular con respecto a la escena primaria; la angustia de castración es así una de tantas manifestaciones de
este temor más general.

LA POSICIÓN ESQUIZO-PARANOIDE

En «Notas sobre algunos mecanismos esquizoides», Klein aclara el significado de sus ideas acerca del
desarrollo infantil que precede a la posición depresiva. Se trata de una fase de las relaciones de objetos parciales
y está dominada por la ansiedad persecutoria y los mecanismos esquizoides. Fairbairn había utilizado el término
«posición esquizoide» para describir el estado escindido y original del yo primitivo.
Klein había puesto el énfasis en los aspectos ideales y persecutorios de la relación de objeto temprana y en un
principio la denominó «posición paranoide».
En 1942 introdujo la expresión «esquizo-paranoide» para subrayar la coexistencia de la escisión y de la
ansiedad persecutoria.
Para proporcionar una estructura conceptual a sus muchos criterios y observaciones acerca del desarrollo
temprano, utiliza la teoría freudiana de las pulsiones de vida y muerte, a modo de base teórica.
Melanie Klein se aparta de Freud en dos puntos relacionados con la naturaleza del Yo primitivo y la ansiedad
primitiva. Freud dice que, amenazado por la pulsión de muerte, el organismo la desvía hacia el exterior; en este
caso la utilización de la palabra «organismo», en lugar de «yo», subraya el hecho de que Freud considera que se
trata aquí de una entidad biológica y no —todavía— psicológica. Por el contrario, Klein afirma que en el momento
de nacer hay bastante yo como para experimentar ansiedad y como para utilizar un mecanismo de defensa.
Tampoco habla de un organismo que desvía, sino de un Yo primitivo que proyecta la pulsión de muerte. Dado
que el yo primitivo —tal como ella lo concibe— también es capaz de relaciones de objeto fantaseadas y
primitivas, esa proyección da lugar por tanto a una fantasía de un objeto malo: no se trata de la desviación hacia
el vacío, sino de una proyección en un objeto.
Este concepto de un Yo primitivo también ejerce influencia en sus ideas acerca de la ansiedad. Freud cree que el
inconsciente y el bebé, e incluso el niño pequeño, no tienen idea de la muerte y que el temor a la muerte se
deriva de la angustia de castración; por ende, no relaciona de una manera directa la pulsión de muerte con la
ansiedad. Klein, pensando en términos de un Yo primitivo, sostiene que el funcionamiento de la pulsión de
muerte da origen al miedo a la destrucción y que este miedo básico conduce a la proyección defensiva de la
pulsión de muerte. De modo que ella no ve un organismo —concepto puramente biológico— que desvía hacia el

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exterior a la pulsión de muerte, sino un Yo que proyecta la pulsión de muerte como una defensa ante el miedo a
la destrucción.
Ese YO primitivo es muy débil y en sus comienzos no está integrado; por eso, bajo las presiones de la ansiedad,
tiende a fragmentarse y a desintegrarse. El terror a la desintegración y a la destrucción total es el más profundo
de los miedos que puede suscitar el funcionamiento de la pulsión de muerte dentro de nosotros.
Desde el comienzo de la vida se produce una lucha entre las pulsiones de vida y de muerte. La escisión, la
proyección y la introyección son los primeros mecanismos de defensa; bajo los efectos de la pulsión de vida, el
Yo se escinde y proyecta la pulsión de muerte hacia el exterior. Al mismo tiempo, la pulsión de vida es
proyectada en parte para crear un objeto ideal: surge así del caos una organización primitiva. El Yo se escinde en
una parte libidinal y otra destructiva y se relaciona con un objeto escindido de un modo similar.
El fin del YO en esta etapa consiste en introyectar el objeto ideal e identificarse con él, además de mantener lejos
de sí a los perseguidores, que también contienen los impulsos destructivos proyectados. El conflicto central entre
las pulsiones de vida y muerte se convierte en una lucha entre el self libidinal bueno, identificado y aliado con el
objeto ideal, y los perseguidores. He dicho «perseguidores», en plural, porque así como el objeto ideal se percibe
como un todo e intacto, el objeto malo habitualmente está fragmentado. En cierta medida esto se debe a que se
proyecta una parte del yo fragmentado por la pulsión de muerte y, también, a que el sadismo oral que se expresa
mordiendo conduce a que el objeto odiado sea percibido como algo fragmentado. Los sadismos uretral y anal se
agregan bien pronto al oral, de modo que los perseguidores quedan impregnados de un sadismo que surge de
todas las fuentes.
La ansiedad preponderante en esta etapa es la de que los perseguidores destruyen tanto el self como el objeto
ideal, y contra tal ansiedad se apela a mecanismos esquizoides, como el de reforzar la escisión entre el objeto
ideal y el objeto malo y también el de idealizar excesivamente. La negación omnipotente se usa como una
defensa ante el miedo a la persecución. La fantasía subyacente con respecto a este mecanismo es la de la
destrucción omnipotente de los perseguidores.
Vista desde esta perspectiva, la satisfacción alucinatoria de los deseos no es un fenómeno simple. Para
mantener una alucinación de cumplimiento de los deseos, el bebé tiene que mantener con éxito la idealización de
su objeto bueno y destruir el malo de una manera omnipotente. Cuando no lo consigue y reaparece el hambre, la
experiencia es la de ser invadido por los perseguidores y la de estar amenazado por la destrucción. En esta
etapa primitiva del desarrollo no existe experiencia de la ausencia: la falta del objeto bueno es vivida como un
ataque realizado por los objetos malos. El bebé se siente devorado por el hambre. La frustración es vivida como
una persecución; las experiencias buenas se sumergen en la fantasía de un objeto ideal y la refuerzan. Aunque la
primera fase oral es preambivalente, lo que se produce es una escisión entre el amor y el odio, y no la ausencia
de odio. Klein demostró en su trabajo que esa relación ideal con el pecho, la que conduce a Abraham a postular
una relación preambivalente existe realmente; pero, simultáneamente y escindida de ella, Klein observó también
una relación llena de temor y odio hacia un pecho muy malo. La negación omnipotente, la escisión, la proyección
y la idealización ya habían sido descritas. La novedad de la nueva formulación de Klein consiste en ver el origen
de todo ello en la posición esquizo-paranoide y en relacionarlo con la más primitiva relación con el pecho y con la
ansiedad persecutoria.
Melanie Klein introduce un mecanismo nuevo: la identificación proyectiva, que se desarrolla desde la
proyección primitiva. En la identificación proyectiva no es sólo el impulso, sino también partes del self (por
ejemplo, la boca y el pene del bebé) y productos del cuerpo (por ejemplo, su orina y las heces) lo que se proyecta
hacia el objeto en la fantasía.
Los fines de la identificación proyectiva pueden ser diversos: quitarse de encima una parte desagradable de
uno mismo, una posesión voraz del objeto, su vaciamiento y control, etc. Uno de los resultados consiste en la
identificación del objeto con la parte proyectada del self (de ahí proviene la expresión «identificación
proyectiva»). La proyección de partes malas conduce a la persecución. Pero la identificación proyectiva no sólo
abarca las partes malas del self, sino también aquellas que se sienten como buenas. Las partes buenas pueden
ser proyectadas para evitar la separación, para idealizar el objeto y también para evitar un conflicto interno;
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COMPENDIO TEORIA PSICODINÁMICA
DAVID EDUARDO DÍAZ LÓPEZ

cuando se siente que el interior está lleno de maldad, las partes buenas del self pueden ser proyectadas en un
pecho ideal, conferidas al objeto para su protección. Esto conduce a una idealización excesiva del objeto y a la
devaluación del self.
La identificación proyectiva es la base de las relaciones de objeto narcisista y de una estructura interna
narcisista, ya que el objeto es también reintroyectado. Klein establece una diferencia entre estados narcisistas,
que son estados de identificación con un objeto interno ideal (correspondiente a lo que Freud describía como
autoerotismo), y la estructura narcisista y las relaciones de objeto narcisistas, que están basadas en la
identificación proyectiva. Freud había descrito la elección de objetos narcisistas en la que el sujeto se busca y se
ama a sí mismo en su pareja. Klein describe las fantasías detalladas sobre las que se basa tal elección y sus
consecuencias. Cuando partes del self son proyectadas y el objeto se identifica con ellas, existe una necesidad
de controlar el objeto y un temor constante de ser controlado por él.
Cuando se proyectan las partes malas, el objeto se convierte en un perseguidor temido; cuando se proyectan las
partes buenas, se produce una dependencia esquizoide particular del objeto: éste debe ser controlado, porque la
pérdida del objeto implicaría la pérdida de una parte de uno mismo. Al mismo tiempo, existe el temor de ser
controlado por completo, ya que el objeto contiene una parte valiosa del self. El temor esquizoide de amar se
basa en el hecho de que cuando la identificación proyectiva es el mecanismo principal, amar significa proyectar
las partes buenas del self en el objeto y, por lo tanto, vaciarse y sentirse esclavizado.
A causa de los peligros que implican las relaciones de objeto basadas en la identificación proyectiva, el
esquizoide puede intentar apartarse de todas las relaciones de objeto.
Esto explica el hecho de que durante mucho tiempo se pensara que los pacientes narcisistas y esquizoides no
desarrollaban ninguna transferencia. La reintroyección de objetos en los que se ha producido una proyección
masiva da origen a la estructura narcisista. El bebé contiene un objeto que está roto y fragmentado, controlado y
controlador. Para protegerse de tal objeto, huye hacia un objeto interno excesivamente idealizado, que también
es excesivamente controlado y controlador: el yo se ve tan vacío por las proyecciones que puede llegar a
convertirse en un mero envoltorio de esos objetos internos.
Los mecanismos esquizoides, que comienzan con el vínculo con el pecho, continúan funcionando en relación con
todo el cuerpo de la madre. En sus primeros trabajos, Klein había descrito cómo el cuerpo de la madre se
convierte en una fuente de terror en el momento del complejo de Edipo primitivo y en la fase femenina del varón;
y lo relacionaba con los ataques sádicos que realiza el niño en su fantasía. Al echar una mirada a este material,
se advierte que
los ataques allí descritos son llevados a cabo por medio de la identificación proyectiva, de modo que el cuerpo de
la madre es evocado en la fantasía como algo que está lleno de las partes proyectadas del niño e identificado con
ellas. La identificación proyectiva y la reintroyección que se relaciona con el cuerpo de la madre poseen una
importancia enorme. Los temores paranoides que Klein conecta con esta fase son continuaciones de la relación
esquizo-paranoide con el pecho.

La posición esquizo-paranoide constituye un paso fundamental en el desarrollo; el bebé supera su miedo


a la desintegración introyectando el pecho ideal e identificándose con él. La escisión original es un primer
paso hacia la capacidad de diferenciar y la identificación proyectiva es el primer paso hacia la relación con el
mundo exterior. Pero cuando en esta fase la ansiedad es excesiva, los problemas no resueltos dan origen a una
patología muy severa. La ansiedad paranoide y las defensas esquizoides de esa fase temprana del desarrollo
constituyen la base del grupo de enfermedades esquizofrénicas, de la personalidad esquizoide y de los rasgos
paranoides o esquizoides de las neurosis de niños o de adultos.
El temor de una desintegración y una destrucción totales está en la raíz de los desórdenes esquizofrénicos y
esquizoides. A menudo el paciente esquizoide se muestra carente de ansiedad.
Cuando describe la patología de la posición esquizo-paranoide, Klein habla de la ansiedad excesiva y del uso
excesivo de defensas. De acuerdo con su artículo, una buena cantidad de psicoanalistas que trataban a
psicóticos y casos bordeline comenzaron a estudiar más a fondo las raíces de la patología en la posición esquizo-
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DAVID EDUARDO DÍAZ LÓPEZ

paranoide, procurando definir los factores que conducen a la ansiedad excesiva y examinando en detalle la
naturaleza de las defensas. Por ejemplo, la identificación proyectiva no sólo puede ser excesiva, sino además
adquirir una forma patológica.
La interrelación entre las posiciones esquizo-paranoides y depresivas se convirtió en foco de atención.

LA POSICIÓN DEPRESIVA

«Una contribución a la psicogénesis de los estados maníaco-depresivos» marca un hito en el desarrollo del
pensamiento de Melanie Klein. En ese artículo Klein presenta el concepto, enteramente nuevo, de la posición
depresiva.
Su trabajo con niños la había convencido de la importancia que revisten los primeros años de la vida para el
posterior desarrollo del aparato psíquico del niño, apreciación que fue confirmada por su trabajo con adultos. Su
comprensión del desarrollo psíquico conectaba con la importancia por ella atribuida a los objetos internos y a la
manera en que el niño estructura los objetos que ha internalizado durante su primer año de vida. Pero carecía de
un marco teórico definido al cual incorporar sus descubrimientos. En «Una contribución a la psicogénesis de los
estados maníaco-depresivos» Klein estudia las primitivas relaciones de objeto y describe la evolución desde las
relaciones de objeto parcial más antiguas hasta la relación con objetos externos totales y diferenciados. Distingue
igualmente entre ansiedades paranoides y depresivas. Tal como mostrara a menudo en su trabajo con niños
pequeños, la primera relación del bebé se establece con objetos parciales, principalmente el pecho de la
madre. Estos objetos parciales son escindidos en un pecho ideal —objeto del deseo del niño—y un pecho
persecutorio, objeto de odio y temor, generalmente percibido como fragmentado.
En su artículo de 1935 Klein afirma que entre el cuarto y el sexto mes del primer año, a medida que aumenta su
integración, el niño comienza a percibir a su madre como una persona total. Describe este cambio como el
comienzo de una posición depresiva.
Explica que el empleo del término «posición» en lugar de «fase» o «etapa» se debe a que el cambio descrito
significa que el niño comienza a vivir su relación de objeto desde una posición diferente, desde un distinto punto
de vista.
Una vez que la madre es percibida como un objeto total, el bebé puede amarla como persona total e identificarse
con ella de una manera diferente. Hacia esta madre total y amada se vuelve el niño para aliviar sus temores
persecutorios; desea introyectarla, para que ella pueda protegerlo de persecuciones internas y externas. Sin
embargo, esta madre total y amada es sentida como un objeto expuesto a constante peligro. En la vivencia del
bebé, del mismo modo que ella lo protege de sus perseguidores, está expuesta al ataque de éstos. Pero eso no
es todo; la madre es vivida ahora como objeto total no sólo por oposición a los objetos parciales del estado
anterior, sino también porque no se halla escindida en un objeto persecutorio y un objeto ideal; el bebé siente a
su madre como la fuente tanto de sus gratificaciones como de sus frustraciones y sufrimientos.
Su amor por ella es por lo tanto muy ambivalente y se torna en odio con facilidad, de forma que la madre
deseada y necesaria se halla siempre en peligro de ser destruida no sólo por los perseguidores en la fantasía,
sino por el propio odio y sadismo del bebé. Como la madre se halla constantemente introyectada, la destrucción
es al mismo tiempo interna y el mundo interno del niño se ha convertido en caos y ruina.
Cuando la madre es amada y el bebé se identifica con ella, su pérdida es vivida con gran dolor y aparece
entonces una nueva gama de sentimientos. «Con este paso el yo llega a una nueva posición, que forma los
cimientos de la llamada pérdida del objeto amado. Sólo después de que el objeto haya sido amado como un todo,
su pérdida puede ser sentida como tal». (La cursiva es de Klein.)
A los sentimientos de pérdida, tristeza y añoranza se añade la culpa: el bebé vive la realidad psíquica del peligro
que acecha al objeto interno como una consecuencia de sus propios impulsos y fantasías. La posición
depresiva es una mezcla de las ansiedades paranoides debidas a los perseguidores que actúan en la
fantasía durante la primera fase y a los sentimientos depresivos de culpa, pérdida y añoranza.

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DAVID EDUARDO DÍAZ LÓPEZ

En esta fase del desarrollo el YO se siente inseguro con la posesión de objetos internos buenos. Los niños y
adultos que sufren un estado depresivo en el que experimentan una regresión a la posición depresiva, temen
contener objetos moribundos y muertos. Este es el núcleo de su aflicción y ansiedad.
Existe una fluctuación constante entre la ansiedad persecutoria, cuando el odio es más fuerte, y la angustia
depresiva, en la que lo más fuerte es el amor. En relación con esto, Klein describe síntomas tan comunes como
problemas de nutrición en los niños y ansiedades hipocondríacas tanto en niños como en adultos. Las
dificultades infantiles en materia de alimentación pueden relacionarse con temores paranoicos a incorporar
comida mala, o bien con temores depresivos a poner en peligro el objeto bueno mediante su ingestión caníbal.
Klein proporciona material clínico de un paciente hipocondríaco donde muestra cómo cambian los sentimientos
de éste en relación con sus síntomas. En un principio temía por él mismo; temía ser envenenado o destruido. A
medida que la posición depresiva se hacía más evidente en el análisis, sus temores hipocondríacos eran vividos
de forma diferente. Hablaba de sus pobres órganos en peligro y de la necesidad de cuidarlos, de una manera que
mostraba con claridad que esos órganos representaban los objetos internos dañados a los que había que brindar
atención.
Klein sitúa el punto de fijación de la paranoia antes de la posición depresiva, la cual, a su vez, constituye en sus
primeras fases el punto de fijación de la melancolía; considera también que el melancólico se halla inmerso en la
ansiedad de la posición depresiva y que es incapaz de establecer con seguridad un objeto interno bueno. Klein
vincula la severidad de su Superyó con la persecución de los temores paranoicos todavía activos, a los que se
añaden los reproches de los objetos buenos introyectados, moribundos o muertos, y sus exigencias de ser
restituidos a un estado ideal. La tarea básica del bebé al elaborar la posición depresiva consiste en
establecer, en el núcleo de su Yo, un objeto interno total que sea suficientemente bueno y seguro. Si esto
falla, el niño queda expuesto a sufrir trastornos mentales de tipo paranoico o maníaco-depresivo. De ahí que la
posición depresiva señale, en el proceso de desarrollo, un momento decisivo en el que se entrecruzan el punto
de fijación de la psicosis y el de la neurosis.
En el curso de la posición depresiva se desarrollan nuevas defensas. Antes de su puesta en marcha, las
principales defensas contra los perseguidores son la escisión de los objetos en buenos y malos, la idealización y
la expulsión violenta y aniquilación de los perseguidores y de las partes execrables del self. La posición depresiva
moviliza otras defensas de naturaleza maníaca, esencialmente orientadas a impedir la vivencia de la realidad
psíquica del sufrimiento depresivo, y su característica principal es la negación de esa realidad. Se niega la
ambivalencia y la dependencia del objeto y éste es controlado de forma omnipotente, además de ser tratado con
triunfo y desprecio, para que su pérdida no dé lugar a sufrimiento o culpa. Alternativa o simultáneamente puede
producirse una huida hacia el objeto interno idealizado, con negación de cualquier sentimiento de destrucción o
pérdida. Tales defensas forman parte de la evolución normal, pero si son excesivas o demasiado duraderas
obstaculizan el desarrollo de una relación con un objeto bueno y total y la elaboración de la posición depresiva.

En El Psicoanálisis de niños, Klein había descrito algunos mecanismos de restitución o reparación; sin
embargo, sólo llegó a atribuir a la reparación un papel fundamental en el desarrollo cuando elaboró el concepto
de posición depresiva. El sufrimiento depresivo, con la culpa y el anhelo de recuperar el objeto bueno, externa e
internamente, moviliza deseos reparadores y fantasías de reparación del objeto interno bueno. En estos deseos
se basa el establecimiento de un objeto interno bueno. Klein desarrolla ese aspecto de sus estudios sobre la
posición depresiva en un artículo complementario, «El duelo y su relación con los estados maníacos
depresivos» (1940), en el que describe la forma en que el niño construye su mundo interno, cómo siente
destruidos sus objetos buenos tanto externa como internamente por obra de su propio odio y sadismo e intenta
reconstruirlos mediante su amor. La reaparición de su madre y el amor que ella siente hacia él son esenciales en
este proceso. Cuando la madre reaparece, el niño recibe la certeza del vigor y del poder de recuperación de sus
objetos y, sobre todo, disminuye su convicción en la omnipotencia de su hostilidad y aumenta la confianza en su
propio amor y en su capacidad reparadora. Si el amor de la madre no reaparece o falta su amor, el niño puede
quedar a merced de sus propios temores persecutorios y depresivos.
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DAVID EDUARDO DÍAZ LÓPEZ

Al estudiar en el adulto los procesos de duelo normal y anormal, Klein llegó a la conclusión de que cuando
desaparece un objeto amado en la vida adulta (objeto que, a un nivel más profundo, representa siempre una
figura paterna o fraterna) vuelven a despertar en el sujeto los conflictos de la posición depresiva. En su artículo
de 1940, Melanie Klein pone el acento en los aspectos creativos de la posición depresiva; describe cómo en el
momento más crítico de sus ansiedades depresivas, el bebé moviliza todo su amor, sus aptitudes y sus
habilidades para recrear el buen estado interno y, a medida que va disminuyendo la omnipotencia, se esfuerza
asimismo por reparar los objetos externos; Klein ve en la superación de la posición depresiva un enriquecimiento
importante del Yo en objetos internos buenos y una fuente fundamental de sublimación y esfuerzo creativo. En la
vida adulta, un duelo bien elaborado puede dar lugar a un enriquecimiento similar.

En su artículo «El complejo de Edipo a la luz de las ansiedades tempranas» (1945), Klein describe la
interrelación existente entre la posición depresiva y el complejo de Edipo. Mantiene su antigua opinión de que el
Complejo de Edipo se halla esencialmente influido por la relación con el pecho y que tanto el niño como la niña
se vuelvan hacia el pene del padre como objeto alternativo. Tampoco modifica Klein la importancia atribuida a los
ataques que, en la fantasía, dirige el niño contra el cuerpo de la madre y la pareja parental. Pero mientras que en
un principio pensaba que el Complejo de Edipo comienza en un momento en que el odio es predominante, el
esclarecimiento de la posición depresiva la lleva a cambiar de opinión. Ahora considera que en sus orígenes el
complejo de Edipo forma parte esencial de la posición depresiva. Toda la relación con el pecho influye sobre la
relación con la pareja parental; pero también a la inversa: unidos a la ambivalencia original respecto del pecho,
los celos edípicos ponen en peligro la relación depresiva. Cuando la madre es vivida como objeto total, entra
en juego su relación con el padre y comienza el Complejo de Edipo con el establecimiento de la posición
con el pecho interno bueno. En la posición depresiva, ambos progenitores, juntos y como pareja, constituyen
los objetos totales buenos del niño y ambos son atacados en la fantasía, especialmente cuando se hallan unidos
en la relación sexual. En artículos anteriores, Klein había descrito los temores a que dan lugar tales ataques, pero
el descubrimiento de la importancia de la posición depresiva la lleva a conceder mayor peso al amor y a los
sentimientos de culpa y pérdida. En tanto que Freud considera que el niño abandona los deseos edípicos por
miedo a la castración, Klein afirma que no sólo por obra de la ansiedad —temor a la castración, e incluso a la
muerte— renuncia el niño a sus deseos edípicos, sino también por amor a sus padres y por el anhelo de no
causarles daño. Los deseos de reparación motivados por sus ansiedades depresivas hacen que el niño anhele
reparar a sus padres, vencer el ansia de convertir su relación sexual en un acto destructivo y devolverle su
carácter de acto de amor y creatividad mutua. Entonces sus deseos sexuales se convierten en portadores de
fantasías reparadoras. En la situación edípica, el niño desea identificarse con el padre potente a fin de reparar a
la madre y darle bebés mediante la relación sexual.
La niña, en su deseo de una buena relación sexual, busca la propia satisfacción pero también la restauración de
su madre interna.
Evidentemente, la concepción de Klein acerca de la posición depresiva es una ampliación —aunque muy
desarrollada— de la «depresión originaria» de Abraham. Klein sitúa las relaciones de objeto mucho más
temprano que Abraham, quien consideraba que las etapas oral y anal eran narcisistas en esencia; por otra parte,
adopta la distinción de Abraham entre relación de objeto parcial y relación de objeto total, pero con matices
totalmente nuevos. Vincula la aparición de un objeto total con la experiencia de ambivalencia y con el despertar
de las ansiedades depresivas. Pero Klein, quizá por haber atribuido aún mayor importancia que Abraham a la
posición depresiva como fenómeno universal, pudo investigarla no sólo en relación con la patología sino también
con el desarrollo normal.
La introducción del concepto de posición depresiva reviste una importancia que difícilmente se podría exagerar.
Con anterioridad a ese artículo, la obra de Klein había descrito de modo exhaustivo diversas situaciones de
ansiedades, fantasías y defensas que se producen en el transcurso del desarrollo infantil. Leyendo El
Psicoanálisis de niños uno llega casi a pensar que describe demasiadas fantasías, demasiadas defensas. La
posición depresiva centra los problemas; en el curso de su desarrollo, el niño tiene la tarea de implantar
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DAVID EDUARDO DÍAZ LÓPEZ

firmemente en el núcleo de su Yo un buen pecho, una buena madre, un buen padre y una pareja parental
creativa. La instauración de tales introyecciones implica la dolorosa elaboración de la posición depresiva; el
sufrimiento y las situaciones de peligro interno que ello conlleva conducen a la formación de un sistema de
defensas ante la posición depresiva, obstaculizadoras del desarrollo de ésta; Klein brinda una descripción
detallada de esas defensas al estudiar los casos individuales. Asimismo, gracias al concepto de posición
depresiva logra establecer claras distinciones entre patología neuróticas y psicóticas y puntos de fijación, a la vez
que abre el camino al estudio del duelo, la reparación y los procesos creativos normales.

TEORÍA ESTRUCTURAL DE LA MENTE, LA ANSIEDAD Y LA CULPA

Los conceptos de las posiciones esquizo-paranoides y depresiva permitieron a Melanie Klein formular una teoría
coherente y amplia del desarrollo psicológico y de su patología. En El Psicoanálisis de niños y en sus primeros
artículos, aunque es cierto que siguió siempre el hilo de la ansiedad y continuó analizando en términos de
relaciones de objeto, intentó compaginar todos sus descubrimientos con las formulaciones de Freud y de
Abraham sobre las fases libidinales. El concepto de posiciones permite un enfoque nuevo. La posición no es
equiparable a una fase del desarrollo de la libido. Es verdad que la posición esquizoparanoide precede a la
posición depresiva; no obstante, las fluctuaciones continuas entre las dos posiciones establece una «posición»,
un concepto estructural antes que cronológico. El término «posición» se refiere a un estado de organización
del yo y describe fenómenos conjuntos de un modo característico: el estado del Yo, la naturaleza de las
relaciones de objetos internos, la naturaleza de la ansiedad y las defensas características. La formulación de las
posiciones permitió también que Klein aclarara sus criterios acerca de la naturaleza
de la ansiedad y de la culpa.
En ese momento de su labor, Klein describe el desarrollo del niño como un esfuerzo de elaboración para salir del
conflicto entablado entre las pulsiones de vida y muerte, en el que la pulsión de vida poco a poco se impone a las
pulsiones destructivas.
En la posición esquizoparanoide, la proyección de la pulsión de muerte da origen al miedo a los perseguidores.
Cuando son reintroyectados, estos objetos malos forman el aspecto persecutorio del Superyó. De forma
simultánea, la pulsión de vida, que busca un objeto vitalizador, también se desvía en parte, creando un objeto
ideal que es introyectado y con el que se realiza una identificación que lo convierte en el núcleo del Yo y del
Superyó. El crecimiento y el desarrollo del Yo están ligados al funcionamiento de la pulsión de vida. En un
desarrollo favorable, cuando predominan las experiencias buenas, es menor la presión para proyectar los
impulsos y los objetos malos hacia el exterior; a medida que disminuyen las proyecciones la persecución, se
debilita y se inicia un ciclo benigno. A su vez, el debilitamiento de los temores persecutorios hace que disminuya
la agresividad, y por lo tanto, la ansiedad y la necesidad de proyectar. Cuando esto ocurre, la escisión entre los
objetos ideales y persecutorios disminuye y está preparado el camino para una integración del objeto y del yo y,
también, para un movimiento gradual hacia la posición depresiva. En los artículos acerca de la posición depresiva
que precedieron a «Notas sobre algunos mecanismos esquizoides», Klein subraya la importancia, en esta
posición, de los temores persecutorios. Desde el punto de vista clínico y del desarrollo, sin duda es verdad que
las ansiedades persecutorias persisten en la posición depresiva. Sin embargo, es útil mirar las dos posiciones
como conceptos teóricos y considerar que los miedos persecutorios que todavía funcionan en la posición
depresiva pertenecen a la posición esquizo-paranoide; se puede estimar, pues, que los esfuerzos de elaboración
en la posición depresiva tienen por objeto dominar los elementos esquizo-paranoides mediante los depresivos.
Es posible establecer un contraste entre la organización esquizoparanoide y la depresiva del siguiente modo
esquemático: en la posición esquizo-paranoide el Yo se escinde en sus partes buenas y malas, se fragmenta; a
menudo se confunde con el objeto en la identificación proyectiva. En la posición depresiva, en cambio, el Yo está
integrado y expuesto al conflicto de impulsos contradictorios. La relación con el objeto en la posición esquizo-
paranoide es totalmente egocéntrica y omnipotente. El objeto es un objeto parcial, tanto porque no es una

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persona, sino una parte anatómica, como porque está escindido en objetos ideales y persecutorios. Las
relaciones de objeto esquizoparanoides se basan fundamentalmente en la identificación proyectiva.
Cuando se vuelve a introyectar los objetos, éstos se convierten en las raíces ideal y persecutoria del Superyó. En
la posición depresiva, los objetos son personas: la madre, el padre y por fin la pareja parental, que son vistos
como objetos totales, porque son personas y porque no están escindidos en figuras por completo buenas y por
complete malas.
La relación con el objeto es ambivalente, y cuando éste es introyectado se convierte en el Superyó depresivo,
que es un objeto amado, hasta el punto de que los ataques contra él dan nacimiento a un sentimiento de culpa.
La ansiedad principal en la posición esquizo-paranoide se refiere a la supervivencia del self; o bien se trata
del miedo a la acción de la pulsión de muerte en el interior —o sea, a la autodestructividad— o bien del
miedo a los perseguidores que destruyen el self y el objeto ideal. En la posición depresiva la ansiedad
concierne a la herida infligida al objeto y a la pérdida del mismo a causa de la propia agresión; el miedo
por el self se relaciona con la identificación con el objeto.

En la posición depresiva aparece la culpa como un sentimiento de responsabilidad personal en lo que


respecta a la propia agresión contra el objeto bueno. Sin embargo, en las etapas tempranas de la posición
depresiva la culpa todavía puede presentar una naturaleza muy persecutoria. Un objeto interno atacado y dañado
en la fantasía puede ser vivido como vengativo si las proyecciones todavía funcionan. Por ejemplo el Superyó del
melancólico está lleno de proyecciones; este Superyó de transición entre la persecución y la culpa da origen a
una forma muy dolorosa de culpa persecutoria. En el remordimiento, el objeto mordido muerde a su vez; se
producen al mismo tiempo el reconocimiento de la propia responsabilidad y un sentimiento de persecución.
La posición depresiva comienza en un entorno de dependencia —la dependencia total del bebé con respecto a
su madre—, pero con la internalización de los objetos buenos, así como con el crecimiento fisiológico disminuye
gradualmente la dependencia y esa disminución mitiga el elemento hostil a través de la ambivalencia y favorece
la internalización de objetos buenos. De manera similar, la confianza creciente en las propias capacidades
reparadoras debilita la dependencia con respecto al objeto externo, a la vez que debilita la necesidad de medidas
defensivas.
Si se considera el desarrollo del bebé y el del niño como una evolución desde la posición esquizo-paranoide
hasta la depresiva, es posible situar las fases del desarrollo libidinal en una perspectiva diferente. El concepto de
las dos posiciones no ha echado por tierra la idea básica de un movimiento de las fuerzas libidinales y
destructivas desde la fase oral hacia la genital. Ambas posiciones se arraigan en la fase oral, tal como lo
determina la dependencia del bebé, que debe alimentarse del pecho. Las tendencias anales no se muestran muy
abruptamente separadas de las orales; la expulsión y la proyección son mecanismos primitivos básicos y la
primera puede ser fantaseada en términos orales (eructar, escupir) o bien en términos uretrales y anales (orinar,
ventosear, defecar). El pecho malo devorado y fragmentado se asimila a las heces que deben ser expelidas o, en
ciertas situaciones, idealizadas. En la posición depresiva, cuando el objeto destruido es asimilado a las heces,
una mezcla de tendencias depresivas y maníacas produce una preocupación angustiosa por las heces: algunas
veces la necesidad de retenerlas, por miedo de perderlas, o la necesidad opuesta, la de expelerlas. El control
maníaco del objeto a menudo está conectado con una fantasía de convertirlo en heces. Los mecanismos
obsesivos surgen de la necesidad de controlar este objeto fecal, como lo han observado tanto Abraham como
Klein. Se puede resumir la teoría así: en el planteamiento clásico parece que el niño desarrolla cierta clase de
relación de objeto porque está fijado en la etapa anal; el criterio kleiniano sería el de que el niño puede fijarse en
mecanismos anales porque desarrolla cierto tipo de relación de objeto.
Klein diría que el deseo de ser penetrado analmente constituye un desplazamiento defensivo de las tendencias
orales o genitales en las que el ano representa una boca o una vagina devoradoras.

Según el punto de vista de Melanie Klein, el Complejo de Edipo comienza a surgir con la posición
depresiva, de la que es parte integrante. La elaboración del uno está íntimamente ligada a la elaboración de la
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otra. Si los padres son percibidos como personas completas y reales, la relación entre ellos también es captada,
cosa que engendra deseos y temores edípicos. A la ambivalencia temprana en la relación con el pecho se
añaden una rivalidad y unos celos edípicos agudos. Los sentimientos de exclusión, de frustración, de celos y de
envidia están agravados por las proyecciones de las propias fantasías, primero del bebé y más tarde del niño.
Sean cuales sean sus deseos, los atribuye a sus padres, y en la fantasía vive a sus padres como personas que
intercambian esas gratificaciones que él desea para sí mismo. Los padres, blanco de tanto deseo y frustración,
se convierten en objetos atacables para la fantasía; pero dado que la posición depresiva es también un
reconocimiento de la dependencia con respecto a los padres y del amor hacia ellos, esos ataques dan origen a
sentimientos de pérdida, culpa y ansiedad depresiva; las defensas se movilizan frente a esta situación y se
produce una regresión, más o menos severa, a las formas esquizo-paranoides del funcionamiento. Por ejemplo,
los padres pueden ser escindidos en uno ideal y otro totalmente malo, o la pareja parental puede ser escindida en
padres ideales no sexuales y otros sexuales y odiados, etc. De las proyecciones surgen en ciertas circunstancias
figuras amenazantes como la figura parental combinada, tantas veces advertida por Melanie Klein en el análisis
de niños pequeños. Con pequeñas variaciones respecto a estos esquemas, entran en juego defensas maníacas
que implican la escisión entre las figuras parentales destruidas y otras idealizadas y potentes con las que, en un
estado mental maníaco, el niño se identifica.
La elaboración del Complejo de Edipo implica el debilitamiento de esas escisiones y la retirada de la
proyección, con lo que el niño cobra una conciencia creciente de sus propios deseos sexuales y
agresivos hacia sus padres.
La concienciación de fantasías agresivas relacionadas con las figuras parentales amadas aporta elementos
reparadores, los deseos y fantasías genitales. A los ataques contra los padres sexuales internos siguen los
sentimientos de culpa y pérdidas y se llega a un deseo de reparar interna y externamente una pareja sexual
buena. Esta reparación interna de la pareja parental proporciona un modelo interno para la genitalidad
creadora y procreadora. Todo el trabajo inicial de Melanie Klein acerca del complejo de Edipo y del superyó
está incluido en su posterior concepto de las posiciones; si se mira hacia atrás, desde el punto de vista de la
posición esquizoparanoide y de la posición depresiva, se puede ver el material según un criterio conceptualmente
más ordenado.
El concepto de las posiciones permitió a Melanie Klein formular una teoría amplia de la ansiedad y de la culpa.
Resulta significativo el hecho de que, aunque el análisis de la ansiedad había sido el principio básico a lo largo de
todo su trabajo, Klein escribiera un único artículo dedicado específicamente a la ansiedad y la culpa. Sólo
después de establecer la existencia de la posición esquizo-paranoide pudo contar con un marco conceptual que
le permitía exponer sus ideas acerca de la ansiedad y de la culpa de un modo más teórico y relacionarlas de
manera más consistente que la freudiana. El pensamiento de Freud sobre la ansiedad evolucionó en el
transcurso de su trabajo; en origen consideraba que la ansiedad era una conversión directa de la libido cuando
ésta se frustraba. Sin embargo, abandonó este criterio al descubrir que la ansiedad era la que llevaba a la
represión, y no la represión de los deseos libidinosos a la ansiedad; nunca relacionó directamente la ansiedad
con la agresividad, sino más bien con un flujo de excitación que surgía de cualquier fuente.
Para Freud, las dos ansiedades básicas son el miedo a perder el objeto, que puede ser preedípico, y la ansiedad
de castración, que es la angustia central del complejo de Edipo. Freud no piensa que la pulsión de muerte sea
una fuente directa de ansiedad, porque, según su criterio, el inconsciente y el bebé carecen de un concepto de la
muerte.
Freud veía en el miedo a la muerte una expresión del miedo a la castración. Melanie Klein estima que la ansiedad
es una respuesta directa al funcionamiento de la pulsión de muerte; en su opinión, el instinto de muerte es
desviado en primer lugar porque su funcionamiento produce ansiedad, una ansiedad que para Klein adopta dos
formas básicas: la ansiedad persecutoria, que pertenece a la posición esquizo-paranoide, y la ansiedad
depresiva, que pertenece a la posición depresiva. Para ella, la ansiedad fundamental por la pérdida del objeto
postulado por Freud podía ser vivida de cualquiera de las dos formas o, por supuesto, en una combinación de
ambas: puede experimentarse de un modo paranoide cuando el objeto se vuelve malo y ataca, o de un modo
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DAVID EDUARDO DÍAZ LÓPEZ

depresivo, es decir, cuando el objeto permanece bueno y la ansiedad es más por la pérdida del objeto bueno que
por el ataque proveniente del malo. La ansiedad de castración posee una naturaleza predominantemente
paranoide; se centra en el pene y es la ansiedad paranoide de ser atacado por el objeto malo. Antes del
predominio de lo genital, estas angustias se referían a la idea de ser devorado, destrozado, envenenado y
demás. Por otra parte, en su forma más evolucionada, la ansiedad de castración implica también elementos
depresivos tales como la fantasía de perder un pene interno bueno, vivenciado como un instrumento de
reparación cuya pérdida, por tanto, suscita la ansiedad depresiva referida a la propia capacidad para separar a la
madre.
La ansiedad represiva se acerca mucho y está conectada con la culpa, que aparece en la posición
depresiva. Las ideas de Freud sobre la culpa también experimentaron una evolución. Relaciona la culpa con el
funcionamiento del Superyó y, por ende, la ve surgir sobre todo en conexión con el complejo de Edipo, aunque
hace alusión a ella en relación con etapas anteriores, por ejemplo con el canibalismo o con el sadismo anal.
Freud no expresa ningún desacuerdo con las formulaciones de Ferenczi acerca de una moralidad esfinteriana
que precede a la formación del superyó. En un principio, Freud consideraba que la culpa se debía a los impulsos
libidinosos incestuosos; con la hipótesis de la pulsión de muerte sus ideas acerca de la culpa cambiaron la
relación cada vez más con la agresividad. Su concepto definitivo establece que la culpa deriva exclusivamente de
impulsos destructivos.
En «El malestar en la Cultura» (1930) Freud relaciona la severidad del Superyó con la propia agresividad
reprimida del niño, reconociendo su concordancia con los descubrimientos de Melanie Klein y de otros autores
ingleses. Para Klein la culpa comienza en la posición depresiva con el reconocimiento de los ataques realizados
contra un objeto interno al que se ama de manera ambivalente. Los reproches que formula ese objeto
(remordimiento) se viven como una culpa. A medida que la posición depresiva evoluciona y los elementos
persecutorios del superyó disminuyen, la culpa se vuelve menos persecutoria y de modo gradual se convierte en
una preocupación realista por el destino de los objetos propios, externos e internos, y pierde su aspecto punitivo,
que constituía una continuación del primitivo miedo paranoide.
El paso de la posición esquizo-paranoide a la depresiva es un cambio fundamental desde el
funcionamiento psicótico al sano.
A medida que la posición depresiva gana ascendiente, se produce una disminución progresiva de la
omnipotencia y de la distorsión perceptiva debida a las proyecciones. La realidad externa y la interna llegan a
diferenciarse; se desarrolla el sentido de la realidad psíquica, reconociendo y asumiendo la responsabilidad de
los impulsos propios y el estado de los objetos internos propios. Puede producirse entonces la prueba de
realidad, así como la de confrontación de las fantasías propias con la percepción de la realidad. La preocupación
por el objeto, una característica fundamental de la posición depresiva, contribuye a la prueba de realidad; hay un
examen angustioso del objeto con el fin de determinar su estado. El deseo de preservar la integridad del objeto
conduce a un abandono gradual de la identificación proyectiva y del control omnipotente, lo que desemboca en
una aceptación de la realidad. De un modo paulatino la represión se impone a la escisión; los impulsos
inaceptables son tratados intrapsíquicamente mediante la represión: no se recurre ya a dañar al objeto a través
de la proyección.
Las relaciones del objeto experimentan un cambio fundamental. La escisión y las proyecciones, con la
persecución o la idealización resultantes, dan paso a una discriminación realista, a una capacidad de amar y a un
interés realista dentro de relaciones de objeto maduras que permiten la interdependencia y una ambivalencia
reconocida.
A su vez, este desarrollo afecta a funciones mentales como la formación de símbolos y la sublimación. En «La
importancia de la formación de símbolos en el desarrollo del Yo» (1930 Klein consideraba que la formación
de símbolos está ligada a la identificación proyectiva, aunque en esa época no utilizaba esta expresión. En un
artículo posterior, señala que el interés por el objeto también desempeña un papel en la formación de símbolos;
aunque después no amplió el tema, es posible advertir en el desarrollo de la habilidad para formar y utilizar
símbolos una evolución del modo de funcionamiento esquizo-paranoide al depresivo. En la posición esquizo-
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COMPENDIO TEORIA PSICODINÁMICA
DAVID EDUARDO DÍAZ LÓPEZ

paranoide, cuando la identificación proyectiva se halla en ascendencia, parte del Yo se identifica con el objeto de
una forma concreta.
En la posición depresiva se renuncia a la posesión omnipotente del objeto, hay duelo por él y el símbolo se hace
necesario para reemplazar y representar el objeto sin que se identifique por completo con éste. El símbolo deja
de ser psicótico y puede ser utilizado en la sublimación y en la comunicación. De una manera similar, en la
posición depresiva se desarrollan la sublimación y la creatividad. Las experiencias de culpa y pérdida
relacionadas con objetos internos originan ansias reparadoras de recrear interna y externamente los objetos
internos perdidos.

ENVIDIA Y GRATITUD
En 1957, primero en un artículo acerca de la envidia y más tarde en su breve libro Envidia y gratitud, planteó
otra hipótesis que iba a sacudir el mundo del psicoanálisis y dar lugar a nuevas controversias.
El concepto de envidia ya había sido usado en la práctica y en la teoría psicoanalíticas antes de que lo hiciera
Klein, pero, como ocurre también en el lenguaje corriente, la envidia no estaba bien diferenciada de nociones
más o menos afines como los celos o la rivalidad. Aunque Freud y otras hablaban de la envidia de la feminidad y
del embarazo que experimenta el niño varón como de un aspecto de su Complejo de Edipo negativo, no se había
reconocido a la envidia un lugar destacado como sentimiento poderoso distinto de los celos, excepto en el caso
de la envidia del pene, típico de las niñas. Tanta importancia se le adjudicaba a esto última, que Freud, por
ejemplo, la veía como la base de la reacción terapéutica negativa y del análisis interminable en las mujeres.
Melanie Klein, desde sus primeros trabajos, adjudicó una importancia considerable al análisis de la envidia en
todos sus aspectos. Consideraba que la envidia del pene en las niñas era un fenómeno mucho más complejo que
el descrito por Freud y, además, de una naturaleza no primaria. En su artículo «El complejo de Edipo a la luz
de las ansiedades tempranas» (1945), establece que, desde su punto de vista, la envidia del pene es una
expresión de la bisexualidad de la niña y que existe en forma independiente, tal como lo afirmara Freud. Pero
Klein sostiene que esa envidia se ve reforzada por dos fuentes. Una es la envidia que la niña experimenta ante el
cuerpo de la madre, que en las etapas tempranas del complejo de Edipo se vivencia como el contenedor del
pene del padre y de bebés. Es decir, esa primera envidia relacionada con el pene se conecta con su envidia
hacia la madre. La segunda fuente está en el deseo frustrado de la posesión del pene del padre mediante la
relación sexual. En el desarrollo del varón, Klein subraya la envidia del cuerpo de la madre como continente del
pene y de bebés y considera que esto es un elemento importante en el complejo de Edipo negativo.
Sin embargo, en su artículo Klein aísla la envidia como una de las emociones fundamentales y más primitivas.
Por primera vez formula su opinión de que la envidia surge en la primera infancia y está dirigida hacía el pecho
que nutre, al menos en su forma fundamental primitiva.

El amor, el cuidado y el alimento que provienen de la madre estimulan en el bebé dos reacciones
opuestas: una de gratificación, que conduce al amor, una forma primitiva de gratitud; la otra de hostilidad
y envidia, basada en la comprensión de que la fuente de alimento, amor y bienestar se encuentra fuera de
uno mismo. Estos sentimientos no están relacionados con la experiencia de la alimentación física
exclusivamente.
Para el bebé gratificado, el pecho se convierte en el origen de cualidades mentales y también físicas; idealiza el
pecho y lo vive como manantial de amor, comprensión, sabiduría y creatividad, ya que lo considera capaz de
convertir su estado de infortunio en otro de contento y felicidad. La envidia del pecho es suscitada por la
gratificación, porque ésta es la prueba de la infinita riqueza de los recursos del pecho. Pero de un modo
paradójico, la envidia también puede surgir de la frustración y de la privación; el bebé idealiza el pecho en su
fantasía, de manera que al verse privado asume que las riquezas que atribuye al pecho son disfrutadas por éste
mismo.
Klein establece distinciones cuidadosas entre los conceptos interrelacionados de celos, envidia y voracidad. La
envidia es más primitiva que los celos: surge en una relación de objeto parcial y no está conectada con
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COMPENDIO TEORIA PSICODINÁMICA
DAVID EDUARDO DÍAZ LÓPEZ

una situación triangular; es puramente destructiva y apunta al objeto de amor y admiración. Los celos
constituyen un sentimiento mucho más complicado que pertenece al triángulo edípico; se basan en el amor, y el
odio hacia el rival es una consecuencia del amor por el objeto del deseo. Klein cita English Synonyms de Crabb,
donde se dice que los celos pueden ser nobles o innobles, pero que la envidia siempre es innoble. La voracidad
también ha de ser diferenciada de la envidia; su fin consiste en apoderarse de todas las riquezas del objeto, más
allá de la necesidad del sí mismo o de las capacidades o voluntad del objeto. El daño que produce la voracidad
es accidental; en cambio, la envidia posee como fin directo el de deteriorar los atributos del objeto. Ese deterioro
también presenta un aspecto defensivo, porque si las características envidiables son destruidas ya no se
producirá la experiencia penosa del sentimiento de envidia. Es decir, que deteriorar es a la vez una expresión de
la envidia y una defensa ante ella. La voracidad opera sobre todo mediante la introyección; la envidia, mediante
la identificación proyectiva destructiva.
Estos tres tipos de sentimientos se hallan interrelacionados en su funcionamiento. El elemento ingobernable y el
aspecto deteriorante de la voracidad pueden ocultar la envidia: se puede ser voraz para hacer daño al objeto. La
voracidad también puede utilizarse como una defensa ante la envidia, hecho que se basa en la fantasía de que si
uno pudiera apropiarse de todo, no habría motivo para que naciese la envidia. Unos celos patológicos excesivos
también pueden ocultar la envidia. Cuando la envidia primitiva no es demasiada, la envidia edípica de los
atributos del rival surge de los celos que se experimentan con respecto al objeto amado; por ejemplo, el pene del
padre es motivo de envidia porque es lo que lo hace preferible como compañero sexual de la madre. En el caso
de que la envidia sea fuerte, ocurrirá lo contrario. Los atributos del rival son envidiados, y la posesión del objeto
se persigue no por el deseo del objeto en primer término, sino por una envidia avasalladora despertada por el
rival. La existencia de una envidia fuerte como componente de los celos influye de modo profundo en el destino
del Complejo de Edipo. En el caso de la niña pequeña, cuando la envidia hacia la madre es fuerte, el padre es
deseado más bien como un atributo adicional de la madre y no tanto como un objeto amado por sus propios
méritos. Esto puede llegar a establecer un patrón en la vida adulta, en el que un hombre es deseado sólo si se lo
siente unido a otra mujer. En el caso del varón, la envidia excesiva de la madre puede llevarlo a un complejo de
Edipo predominantemente negativo y, más adelante en su vida, a una relación mala con las mujeres o a la
homosexualidad. La envidia del pene también está influida en profundidad por la primigenia envidia del pecho. El
bebé puede apartarse con odio del pecho envidiado para dirigirse hacia un pene idealizado, que a su vez se
convierte en portador de la envidia original del pecho. De lo expuesto se deduce que el criterio inicial de Melanie
Klein acerca de una envidia autónoma del pene, quedó suplantado por una hipótesis más radical: el origen
primario de una envidia excesiva del pene debe buscarse en la envidia del pecho experimentado por el bebé.
Dado que opera desde la primera infancia, la envidia, si es excesiva, se convierte en un elemento fundamental en
la patología de las posiciones esquizo-paranoide y depresiva.
De acuerdo con su enfoque de la posición depresiva, Klein siempre subrayó la introyección del pecho como un
objeto bueno y digno de confianza: el núcleo tanto del yo como de un Superyó beneficioso. La envidia interfiere
en esa clase de introyección porque ataca la bondad del objeto. En la posición esquizo-paranoide, la escisión
entre un objeto bueno y uno malo es una condición previa necesaria para la introyección de un pecho bueno. La
envidia ataca al objeto bueno y lo convierte en malo mediante la proyección y la fragmentación; por lo tanto,
produce un estado de confusión entre el bueno y el malo, que se halla en la raíz de muchas confusiones
psicóticas. Los ataques envidiosos contra el pecho ideal impiden la introyección de un objeto bueno que podría
brindar fortaleza al Yo y de esta manera se origina un círculo vicioso, fuente de sufrimiento. Cuanto más
destruido resulta el objeto bueno, tanto más empobrecido se siente el Yo, lo cual, a su vez, hace que aumente la
envida. La proyección de la envidia en el objeto da origen a un Superyó envidioso. El Superyó demasiado severo
que Freud describe como origen de las perturbaciones psíquicas a menudo se manifiesta como un Superyó
envidioso a través del análisis. Es decir, sus ataques están dirigidos no sólo contra la agresividad del individuo,
sino también, e incluso de una manera predominante, contra su capacidad de progreso y creación. El
funcionamiento de la envidia en la posición esquizoparanoide, mediante proyecciones en el objeto, acrecienta y
mantiene las angustias persecutorias y, debido a la carencia de figuras internas buenas, hace que esas angustias
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COMPENDIO TEORIA PSICODINÁMICA
DAVID EDUARDO DÍAZ LÓPEZ

sean difíciles de superar. En la posición depresiva, la envidia conserva un aspecto persecutorio de culpa,
acrecienta la culpa y la tiñe de desesperanza. La ira que nace de la frustración puede ser superada cuando
vuelve la gratificación. Los celos pueden aliviarse con el amor del objeto amado y se mitigan por la ambivalencia
con respecto al rival que, en la situación edípica, también es un objeto de amor. Sin embargo, para la envidia hay
muy poco alivio; un ataque envidioso contra un objeto amado, estimulado por la verdadera bondad de éste,
origina sentimientos de culpa y de desesperación. La envidia también pone dificultades a la reparación; una
restauración completa del objeto a su estado original ileso e íntegro es incompatible con la envidia. Sólo puede
intentarse una reparación maníaca, en la que el objeto queda reparado de un modo parcial, mientras que el self
permanece en una posición superior.
La envidia excesiva causa dolor y angustia y por este motivo moviliza defensas poderosas que interfieren en la
evolución gradual de la posición esquizo-paranoide hacia la depresiva. Si la envidia es fuerte en la primera, la
proyección aumenta, el objeto es devaluado y la envidia se proyecta hacia él; con este proceso las angustias
paranoides se verán intensificadas. Como defensa ante tal situación, también puede reforzarse la escisión y
utilizar la idealización excesiva con el fin de contrarrestar la persecución. Esta idealización excesiva impide la
integración paulatina de un objeto ideal. Al mismo tiempo, resulta rígida e inestable, porque se basa en una
negación de la persecución; por otra parte, aumenta la envidia y establece un círculo vicioso, con lo cual el objeto
idealizado puede convertirse con rapidez en un objeto de odio y persecución. Además, tales circunstancias
pueden desembocar en un rechazo prematuro del pecho y en la elección del objeto alternativo, el pene, y por lo
tanto existe la posibilidad de que se produzca una sexualización prematura.
También en tales casos se ven reforzados otros mecanismos esquizoides, como el sofoco de todos los
sentimientos, en particular el sofoco del amor y de la admiración, con lo que se intenta evitar el surgimiento de la
envidia.
En la posición depresiva, la integración de los objetos buenos y malos se hace mucho más difícil, porque el
reconocimiento de un ataque envidioso contra el objeto bueno y su consiguiente desvalorización da origen a una
culpa persecutoria y a un sentimiento de desesperación.
Como ya queda dicho, la reparación se ve obstaculizada y los mecanismos maníacos de defensa,
reforzados.
Cuando la envidia es muy fuerte puede que sea escindida, y aunque no se desarrolle una patología seria, la
personalidad se empobrece y toda la relación con un objeto interno bueno se siente como insegura.
En el análisis, los pasos hacia la integración de esa envidia escindida suscitan una ansiedad enorme. Aun en los
individuos relativamente normales, la parte envidiosa escindida de la personalidad se conecta con ansiedades y
mecanismos psicóticos y su aparición da origen al miedo a la locura.
Normalmente la envidia desempeña un papel en la relación de dependencia de cada bebé con respecto al
pecho. En el desarrollo favorable, es superada por los sentimientos de amor y de gratificación, experiencias
buenas que dan origen a la gratitud. Cuando la envidia está contrarrestada por el amor y la gratitud, es posible
manejarla y la necesidad de escindirla o de proyectarla no es tan fuerte.
En la posición depresiva, la envidia es modificada por el amor y se convierte en un componente normal de los
celos edípicos, para transmutarse en sentimientos integrados de rivalidad y emulación. En la situación
psicoanalítica, si la envidia escindida puede ser analizada e integrada, se produce una liberación y un
enriquecimiento de la relación psicoanalítica y de toda la personalidad del paciente.

DISTINCIÓN ENTRE ENVIDIA, CELOS Y VORACIDAD


Klein distinguió entre los significados de tres términos relacionados: envidia, celos y voracidad. La envidia es un
sentimiento de enojo porque otra persona posee y disfruta algo deseable. La persona envidiosa quiere llevarse
el objeto del deseo y, si eso no es posible, arruinar el objeto de la envidia de modo que nadie pueda disfrutarlo.
En contraste, los celos se encuentran en la relación amorosa entre dos personas. Cuando una de ellas siente
que existe el peligro de que un rival le arrebate ese amor, se siente celosa del rival. El objeto amado no es en sí
el blanco de la emoción y no con el peligro de ser dañado. La voracidad es un término relacionado que indica
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COMPENDIO TEORIA PSICODINÁMICA
DAVID EDUARDO DÍAZ LÓPEZ

un deseo impetuoso e insaciable que excede lo que el objeto amado puede dar y lo que la persona voraz en
verdad necesita (Klein, 1957/l 975c, p. 18).
En resumen, la persona envidiosa no puede tolerar que alguien más posea lo bueno, la persona celosa terne
perder lo bueno y la persona voraz nunca está satisfecha con ninguna cantidad de lo bueno.

¿Cómo se explica la fuerza excesiva de la envidia en ciertos bebés?


Sin duda, como en todo desarrollo, las circunstancias externas juegan un papel de gran importancia. Klein sugirió
que, de un modo paradójico, la frustración puede llevar hasta la envidia. Otros factores externos, que no fueron
estudiados en detalle por ella sino por sus colaboradores, también pueden tener su parte. Por ejemplo: una
madre excesivamente narcisista, incapaz de sobrellevar las proyecciones del bebé y que se mantiene a sí misma
como un objeto idealizado, pone al bebé en una posición devaluada constante con respecto a sí misma, lo que
aumenta la envidia del pequeño. Pero Klein insiste con énfasis en que también hay un factor interno, constitutivo,
que varía de un bebé a otro. Está, pues, de acuerdo con Abraham, que hablaba de un componente oral
constitucionalmente fuerte; pero desde el punto de vista de Klein este componente constitutivo es la envidia oral.
Existen nexos entre su teoría de la envidia primitiva y la de Freud sobre el narcisismo primario. Freud
sostiene que el odio hacia los objetos es más antiguo que el amor. Al comprender que la fuente de vida
está fuera de él, el niño reacciona con ira narcisista. Esta ira narcisista puede ser considerada como
envidia destructora.
Pero Freud ve el narcisismo como un elemento primario y de larga vida y estima que la ira narcisista aparece sólo
en la segunda fase anal. Según el punto de vista de Klein, las relaciones de objeto coexisten con el narcisismo
desde un principio y la envidia se experimenta en la primera fase oral. El narcisismo puede ser reforzado como
una defensa ante la envidia y el narcisismo excesivo es, de hecho, defensivo antes que primario. Melanie Klein
tampoco acepta que el odio sea más antiguo que el amor; y aunque fue muy criticada por atribuir demasiada
importancia a la agresión, a diferencia de Freud, estima que el amor existe también desde el principio y que
juega un papel esencial en el crecimiento y la integración psicológicos.

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DAVID EDUARDO DÍAZ LÓPEZ

WILFRED BION

TEORÍA DEL PENSAMIENTO

Es a partir de la clínica psicoanalítica con pacientes graves que Wilfred Bion comienza a
detectar perturbaciones en la comunicación con el analista, que lo llevan a inferir
trastornos en los procesos de pensamiento . De allí surgirán sus teorizaciones acerca de la
construcción del pensamiento normal y patológico.
Al igual que Freud, este autor toma otro punto de partida de la actividad de pensar. la frustración
de las necesidades básicas que le es impuesta al lactante. La capacidad del yo del bebé para
tolerar el odio resultante de esas frustraciones, cumplirá para Bion una función esencial.
Determinará un intento de fuga en relación con la frustración, o una posibilidad de modificarla a
través de los procesos mentales. El otro elemento en juego será el sostén ofrecido por la función
continente de la madre.
Bion postula en el origen, la existencia de un pensamiento sin pensador. Así, habrían
pensamientos previos a la capacidad para pensar. La actividad de pensar derivará de dos
procesos mentales: en primer lugar el desarrollo de pensamientos y luego el desarrollo del
aparato de pensar, impuesto por la presión de los pensamientos.
El bebe posee una preconcepción innata del pecho. Las experiencias emocionales resultantes de
frustraciones de la omnipotencia del lactante, lo obligan a volverse hacia el mundo real, y serán
denominadas por Bion como realizaciones. Tomando como modelo el vínculo del bebé con la
madre que lo amamanta. definirá las realizaciones como positivas o negati vas.

En la realización positiva hay una confirmación de que el objeto está realmente presente y atiende
a sus necesidades. En la realización negativa, el lactante no encuentra un pecho disponible para
la satisfacción, y esa ausencia es vivenciada como la p resencia de un pecho ausente y malo
dentro de sí, puesto que para Bion todo objeto necesitado es sentido como malo, de modo que su
ausencia provoca privación y sufrimiento.

De aquí surge una clasificación de los pensamientos, de acuerdo a la naturaleza de su


desarrollo, en: preconcepciones, concepciones, pensamientos y conceptos.
a) Preconcepción: es una expectativa innata. El ejemplo clásico será la preconcepción del
pecho para el bebé.
b) Concepción: se produce por la conjunción entre una preconcepción y una realización
positiva. Esta corresponde a la experiencia de satisfacción.
c ) Pensamiento: se genera por la conjunción de una preconcepción con una frustración o
realización negativa. Esto sucede en el caso de un bebé con buena tolerancia a la
frustración y por lo tanto con la capacidad de modificarla. Si la capacidad innata de un
bebé para tolerar las frustraciones es suficiente, la experiencia de no pecho se torna un
elemento del pensamiento, y se desarrolla un aparato psíquico para pensarlo.
d ) Concepto: implica un mayor nivel de abstracción. Según Bion es un derivado de la
concepción que ha sido sometida a un proceso que la depura de los elementos que
obturan su posibilidad de esclarecimiento o expresión de la verdad.

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COMPENDIO TEORIA PSICODINÁMICA
DAVID EDUARDO DÍAZ LÓPEZ

Para la exploración y categorización de los diferentes procesos y niveles del pensamiento, Bion
propuso la creación de una tabla. Esta tabla es un sistema cartesiano compuesto de dos ejes.
Uno vertical con seis hileras denominado genético porque permite la anotación de la evolución
secuencia] del pensamiento desde los protopensamientos hasta la más alta abstracción científica.
El otro eje, horizontal, compuesto por ocho columnas, posibilita el reco nocimiento y la notación
de cómo es la utilización de los distintos niveles de pensamiento en cada indi viduo. La tabla es
utilizada por el psicoanalista después de cada sesión para caracterizar el pensamiento operante
en ese paciente en dicha sesión.

La psicopatología desde la perspectiva de la teoría del pensamiento


Varias son las alternativas patológicas que se hallan determinadas por los trastornos del
pensamiento:
a) Si la capacidad para tolerar la frustración no es suficiente o adecuada, el "no pecho" o "pecho
malo" internalizado de ese modo, debe ser expulsado.
Ante una severa incapacidad para tolerar la frustración se produce la siguiente secuencia:
intolerancia —intento de evadir la frustración— constitución de un objeto malo interno adecuado
para ser evacuado —excesivo empleo de las identificaciones proyectivas — hipertrofia de la
omnipotencia.
A partir de allí, los pensamientos son tratados como objetos malos internos y el aparato de pensar
será utilizado para librar a la psique de ellos. En ese caso, no se produce la creación de una
concepción a través de la conjunción entre la preconcepción y la rea lización. Las realizaciones
tanto negativas como positivas serán negadas por medio de ataques destructivos.
Pero más aún, si las preconcepciones y las realizaciones, entran en conjunción formando
concepciones, éstas serán tratadas como cosas y evacuadas rá pida y masivamente.
Otra consecuencia es que la magnitud de las identificaciones proyectivas hace que el self y el
objeto externo se confundan.

b) Ante una intolerancia a la frustración un poco menos severa. y ante una realización negativa,
la preconcepción intenta predominar sobre el principio de realidad en vez de buscar la evasión.
En este caso se produce el desarrollo de la omnipotencia, en lugar de la conjunción que lleva
al pensamiento.
La experiencia de realización negativa es negada, y es el "prejuici o" el que domina el sistema de
pensamiento. Esta será el sustituto del aprendizaje a través de la experiencia.
El juicio de realidad falla y no hay discriminación de verdadero y falso. En su lugar se instala la
omnisciencia como afirmación dictatorial de o rden moral: correcto o equivocado. Aquello que
comúnmente llamamos prejuicio funciona en lugar del juicio.
Así, la diferencia que Bion establece entre los diversos tipos de pensamiento permite establecer
en la clínica dos niveles en relación a la patología del pensamiento. Un primer nivel, en el que
predomina la formación y la presencia no integrada de pensamientos. más característico de los
pacientes psicóticos. Un segundo nivel, con la integración de pensamientos, pero con persistencia
de la omnipotencia y alteración del juicio de realidad.
Sin embargo. ciertos trastornos en la utilización de los pen samientos, pueden ser
encontrados también en las neurosis obsesivas o en las personalidades narcisistas.

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COMPENDIO TEORIA PSICODINÁMICA
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LA FUNCIÓN MATERNA
Junto con el bombardeo de identificaciones proyectivas, Bion intuyó que debería haber un
continente para poder contenerlas, y a partir de ahí introdujo la noción defunción de réverie por
parte de la madre. Asi, la capacidad de tolerancia que el bebé tendrá en relación a las
frustraciones, dependerá tanto de sus demandas pulsionales innatas como de la respuesta de la
madre real externa. Estos dos factores están indisociados y constituyen el modelo de Bion de
continente-contenido, representados por los signos feme nino-masculino. La relación continente-
contenido implica una complementariedad entre las proyecciones del niño y la receptividad
materna.
Al igual que M. Klein, este autor considera que la ansiedad está relacionada con el sadismo y
la pulsión de muerte. El niño expulsa las emociones y fantasías que lo hacen sentir en peligro de
desintegración o aniquilación.
Es la capacidad de continente de la madre la que origina la construcción interna, en el bebé, de
una barrera que permite el proceso secundario, el juicio de realidad y la demora en la descarga.

En la normalidad. con la madre y el bebé adaptados uno al otro, las identificaciones proyectivas
son vivenciadas como una realidad, debido a que el bebé tiene un sentido de ésta rudimentario y
frágil. Bion llama a esto identificación proyectiva realista.

El bebé proyecta en la madre aquellos sentimientos de los cuales desea liberarse: por ejemplo. su
temor a la muerte. La madre reacciona terapéuticamente, devolviéndole las identificaciones
proyectivas en forma tolerable. Esto depende de su capacidad de réverie.
Si ésta falla, el niño intensifica las identificaciones proyectivas, que ya no sirven para ser
comprendidas y significadas con la ayuda de la madre. Se reintroyectan masivamente con el
resultado de la aparición de un objeto interno destructor que impide tanto dar, como recibir algo
bueno.
Es útil remarcar la importancia fundamental que Bion atri buyó a la capacidad de réverie de la
madre externa real. Si ella fue capaz de contener las angustias del bebé al mismo ti empo de
proveer a las necesidades de leche, calor, amor y paz, sucederá que tanto las realizaciones
positivas como las negativas serán utilizadas para aprender de la experiencia. Esto requiere el
enfrentamiento y la modificación del dolor, que promueve el crecimiento mental.
Por el contrario, la evitación del dolor depresivo es un importante factor inhibidor del
crecimiento psíquico.
En ese caso, las fuertes cargas emocionales resultantes de las realizaciones negativas, y que
fueran proyectadas en la madre, al no encontrar un continente adecuado, serán reintroyectadas
por la criatura bajo la forma de un terror sin nombre.
Cuando la capacidad de aprender de la experiencia no se establece, ésta es sustituida por la
omnipotencia y la omnisciencia. y se pierden las diferencias entre lo verdadero y lo falso. Se
instaura también un super-superyó que crea y dicta sus propias leyes morales e intenta imponerlas
a los otros.
Finalmente, la capacidad de réverie de la madre será introyectada por la criatura como una
capacidad propia.
Estas mismas aptitudes serán revalorizadas en la técnica psicoanalítica corno función continente
del analista, quien además de interpretar, debe escuchar, calmar y soportar las proyecciones del
paciente.
En la clínica veremos distintos cuadros que pueden explicarse por la ausencia de esta capacidad
para pensar y sentir: la ansiedad crónica, las estructuras fronterizas, las psicosis.

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DAVID EDUARDO DÍAZ LÓPEZ

TEORÍA DE LAS FUNCIONES. ORIGEN Y NATURALEZA DEL PENSAR

Bion describirá dos modos de funcionamiento del aparato de pensar que denominará: función
alfa y función beta.
a) La función alfa.
En primer lugar los elementos alfa: éstos se originan en las impresiones sensoriales y las
experiencias emocionales transformadas predominantemente en imágenes visuales y son
utilizadas por la mente para la formación de sueños, recuerdos, y para las funciones de
simbolizar y pensar.
La función alfa es entonces aquella que, si funciona adecua damente (y esto va a depender
especialmente de la capacidad Innata de tolerar las frust raciones) va a transformar las impresio -
nes sensoriales (visión, audición, tacto) y las primeras experiencias emocionales (placer o dolor)
en elementos alfa. Incluye los procesos del pensamiento y sus distintos productos finales: gestos,
palabras, formulaciones abstractas. Es esencial que exista una adecua da función alfa en la
madre para que el bebé pueda desarrollarla.
Bion hablará también de una barrera de contacto resultante del conjunto formado por los
elementos alfa, la que marca el contacto y la sep aración entre consciente e inconsciente,
funcionando como una membrana permeable que impide que la fantasía prevalezca sobre la
realidad.
b) La función beta.
Los elementos beta son protopensamientos, o sea, experiencias sensoriales y
emocionales muy primitivas que adquieren una naturaleza de cosas concretas, porque no
pudieron ser pensadas hasta un nivel de conceptualización o de abstracción como es el
destino de los elementos alfa.

Cuando la función alfa es deficitaria, las sensaciones y emo ciones permanecerán como
estaban en su estado naciente, constituyendo los elementos beta, los cuales se prestan sólo a ser
evacuados por medio de la hipertrofia de las identificaciones proyectivas.
Cuando las impresiones sensoriales y experiencias emocionales no pueden ser transformadas,
deben ser expulsadas hacia afuera.

Bion describe también una pantalla de elementos beta. Al contrario de la barrera de contacto,
compuesta por elementos alfa, la pantalla de elementos beta está constituida por elementos beta
aglomerados y no organizados, sin capacidad de establecer vín culos entre sí. Esto no le permite
cumplir la función de límite entre consciente e inconsciente.
En los pacientes psicóticos, prevalece la formación de una pantalla de elementos beta en
lugar de la barrera de contacto de elementos alía, también prevalece la posición
esquizoparanoide sobre la posición depresiva. Por lo tanto, la formación de símbolos no se
procesa adecuadamente y éstos son sustituidos por ecuaciones simbólicas.
Para la formación y utilización de los pensamientos son necesarias interacciones dinámicas
del modelo continente-contenido, como así también las que se producen entre las posiciones
esquizoparanoide y depresiva.
Que los pensamientos sean utilizados de un modo integrativo y est ructurante o de una forma
desintegrativa del yo, dependerá básicamente del modo de pasaje de la posición esquizo -
paranoide a la posición depresiva. Así se desprende que la esencia de la formación de los
51
COMPENDIO TEORIA PSICODINÁMICA
DAVID EDUARDO DÍAZ LÓPEZ

pensamientos depende no sólo de la capacidad de toler ancia a las frustraciones sino también de
la capacidad de soportar las pérdidas y duelos.
Sólo a través de la elaboración exitosa de la posición depresiva, los pensamientos sufren
sucesivas modificaciones pasando por las preconcepciones, las concepciones, el concepto, el
sistema deductivo científico, hasta alcanzar el alto grado de abstracción del cálculo algebraico.
De la misma forma, es el éxito de la posición depresiva el que posibilita la formación de
símbolos, los cuales sustituyen y representan todas las pérdidas inevitables en el curso del
desarrollo. Esta formación de símbolos es la que permite la capacidad de generalización, de
abstracción y la creatividad.

Recapitulando. las experiencias de realización negativa son inherentes e indispensables a la


vida humana y pueden seguir dos modos de desarrollo. Si el odio resultante de la frustración no
fue excesivo y la capacidad del yo del lactante es suficiente para soportarlo, el resultado será
una formación de pensamiento a través de lo que Bion denomina función alfa, la cual integra las
sensaciones que provienen de los órganos de los sentidos con las respectivas emociones.
En el caso contrario, los protopensamientos que se forman, denominados por Bion como
elementos beta no se prestan para la función de s er pensados, porque son tan abrumadores que
precisan ser inmediatamente aliviados y descargados. Esto se realiza a través de una agitación
motora ( o en caso de los pacientes adultos por medio de actings) o por la vía de
somatizaciones, pero siempre con un exagerado uso expulsivo de identificaciones proyectivas. •
Bion postuló una tercera posibilidad que denominó reversión de la función alfa. En éste caso la
función alfa ya comenzó a actuar pero el bebé enfrentó tal dolor psíquico que debió regresar a
modos más primitivos de funcionamiento, produciendo elementos beta.
Estos elementos beta son diferentes de los originales y con figurarán los llamados objetos bizarros.
Clínicamente los elementos beta resultantes de la reversión de la función alfa siguen tres
destinos: o se descargan dentro del cuerpo como somatizaciones, o por los órganos de los
sentidos llegan bajo forma de alucinaciones, o bien por la acción, en actings o delirios.

Algunas implicancias teórico técnicas


En los pacientes más regresivos, se hace relevante la persona del psicoanalista, tanto en lo que
se refiere a su función de ser continente como a la de ayudar al paciente a pensar con elementos
alfa.
Para Bion el pensar es sobre todo una función creadora de significados y de establecer
correlaciones en un mundo de significados. Enseñar a pensar consiste en una función del
psicoanalista para ayudar a su paciente a cambiar la necesidad de evacuar un pecho malo por la
presencia de un pecho bueno pensante: cambiar la identificación proyecti va excesiva por la
capacidad de contener y pensar.
A partir de los trabajos de Bion, los psicoanalistas están más atentos al nivel de
pensamiento y de lenguaje utilizados no sólo por el paciente sino por ellos mismos. Más allá del
objetivo de hacer consciente el conflicto inconsciente, el interés se centra en el intercambio
comunicativo entre esas dos instancias psíquicas y en la necesidad del paciente de pasar de un
modo de funcionamiento de proceso primario, a otro de proceso secundario.

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COMPENDIO TEORIA PSICODINÁMICA
DAVID EDUARDO DÍAZ LÓPEZ

TEORÍA DEL CONOCIMIENTO: Conocimiento y vínculos


Las ideas de Bion acerca del proceso del conocimiento están vinculadas con sus conceptos
sobre el desarrollo del pensamiento y su teoría de los vínculos.
El conocimiento, o vínculo K (K: Knowledge. conocimiento), es uno de los factores
presentes en la personalidad, junto con otros dos: L (love, amor), y H (hate, odio).
Una de las funciones del vínculo K es proporcionar una relación entre dos objetos, que
pueden ser el mismo individuo con sus aspectos desconocidos, u otra persona con quien
necesita o desea vincularse. En este tipo de vínculo el deseo es conocer, y Bion considera que
este impulso al conocimiento y a la verdad es un alimento para la mente. Cuando por un exceso
de envidia o voracidad este vínculo está perturba do, se produce un estado de inanición mental
que puede llevar a la psicosis o a la estupidización. Él afirma que el aparato mental, o aparato
para pensar, necesita de la verdad como el cuerpo el alimento. Plantea también, que K está
ligado a la experiencia dolorosa que en determinados momentos implica no saber. Cuando la
frustración y el proceso necesario para acceder a la verdad no se toleran, el desconocimiento se
obtura con omnisciencia, con teorías propias que impiden el acercamiento al conocimiento m ás
auténtico. El conocimiento auténtico sólo puede estar relacionado con las experiencias
emocionales.
Llama función psicoanalítica de la personalidad al aspecto de la misma que permite el
conocimiento de sí mismo y de los otros, a través de las emociones . Esta función se
desarrollará según los mecanismos Ps <=> D (posición esquizoparanoide -depresiva) y
(continente contenido). Este tipo de notación es utilizado con frecuencia por Bion en un intento
por formalizar sus conceptos, con el objeto de encontrar un a manera de transmitir las ideas
psicoanaliticas por medio de un código fácilmente reconocible. Estos símbolos se refieren a
mecanismos que intentan explicar estados emocionales.
Cuando un individuo se encuentra invadido por un exceso de mecanismos paranoi des, o
funcionando desde la posición esquizoparanoide, tiene seriamente dificultadas sus
posibilidades de un vínculo K. Del mismo modo, se puede entender la idea referida a (;? o'
(continente-contenido): si las emociones del bebé son ade cuadamente contenidas por la
capacidad de réverie de la madre, podrá tolerar la frustración de no conocer y estará en
condiciones de emprender el proceso de aprendizaje y conocimiento.
Antes hablamos de omnisciencia. Podemos agregar que para Bion, este estado de la mente
que en su arrogancia cree conocerlo todo, es un vínculo -K (menos K). Este impide el
conocimiento, porque utiliza las teorías para soslayar el dolor que produce el proceso de ir de
un conocimiento menor a uno mayor.

La relación analítica

Las ideas de Bion acerca del conocimiento tienen una im portancia fundamental en sus
concepciones sobre la relación analítica. Cuando lo que predomina es el vínculo K, se produce
una relación que él llama comensal: ambos se benefician y hay acercamiento mutuo a través de
una serie de transformaciones en la mente de cada uno. El paciente puede ir estableciendo
nombres, enunciados, hechos seleccionados que han derivado de conjun ciones constantes, es
decir. situaciones vividas repetidamente y comprendidas emocionalmente, que f acilitarán el
pasaje al momento D (posición depresiva). Esto se hace posible cuando entre paciente y analista
se establece una situación emocional de continente -contenido, a través de la cual el analista
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COMPENDIO TEORIA PSICODINÁMICA
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logra la capacidad de réverie necesaria. Cuando pred omina este proceso, el paciente realizará
insights que irán imprimiendo un crecimiento emocional a su vida mental, tomará consciencia de
que conocer no es equivalente a conocer la materialidad de los objetos. Se trata de un proceso
de enriquecimiento y aprendizaje en el que todos estos elementos están interrelacionados.
Otro concepto relacionado es el estado de no saturación (duda tolerada). Es el que permite
que el pensamiento se vaya complejizando, que el conocimiento se pueda desarrollar de lo más
cercano a los sentidos a lo más abstracto. promoviendo un universo en expansión dentro del
individuo. Bion habla de penumbra de aso ciaciones, en el sentido de no cerrar los conocimientos
con certezas que puedan llegar a convertirse en omnisciencia y arrogancia .
Como vemos, estos procesos podrían darse tanto en el paciente corno en el analista. Así
corno el paciente no sabe a dónde lo llevarán sus asociaciones, y cuándo se dará el proceso del
insight, tampoco el analista sabe en qué momento el material adquirir á la coherencia que le
permitirá entender e interpretar.
El exceso de ansiedad paranoide o de identificación proyectiva es comparable al terror que
siente el niño cuando sus sentimientos voraces o envidiosos le impiden aceptar lo bueno de la
madre. En estos casos predomina el vínculo -K.

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RONALD FAIRBAIRN

RESEÑA BIOGRAFÍCA
William Ronald Dodds Fairbairn (1889-1964) fue hijo único de una estricta familia calvinista, con
un ambiente bastante restrictivo en la expresión de la sexualidad. La responsabilidad mayor de
esta circunstancia parece recaer sobre todo en la madre, más preocupada por la disciplina y la
vigilancia que por transmitir ternura, en una cultura que exigía un alto grado de conformidad hacia
sus normas morales y formales. Durante los primeros años, su exigente madre llevaba una
supervisión intensiva de todas sus actividades.
Por otra parte, Edimburgo poseía una gran tradición cultural con la presencia destacada del
novelista Sir Walter Scott (1771-1832) y la influencia de la "ilustración escocesa", con autores del
calibre de los filósofos David Hume y Adam Smith. A pesar de estas luces, se trataba de una
cultura en la que los principios religiosos y morales eran llevados a su máxima expresión,
especialmente en lo referente al comportamiento sexual y en el respeto a los mayores.
El padre de Ronald estaba en la mitad de la treintena cuando se casó con una inglesa de su
misma edad, Cecilia Leefe. Se unieron así un miembro de la Iglesia Presbiteriana con una mujer
de la Iglesia Episcopal Inglesa, lo que pudiera suponerse una suavización de la tradición
calvinista. Sin embargo, el rigor en las costumbres provocó en el hijo, según cuenta Sutherland
discípulo y biógrafo de Fairbairn, una marcada timidez y escasa asertivid ad, además de una
adherencia a la figura materna de por vida. El tabú victoriano sobre la sexualidad era tan fuerte
que la curiosidad sexual del chico se convirtió para él en un asunto de angustiosa preocupación.
Poco se sabe del padre, pero sí que padecía un síntoma neurótico recalcitrante: era incapaz de
orinar en presencia de otros, incluso en casa, y no soportaba siquiera que hubiera alguien cerca
de la puerta del lavabo. El hijo reprodujo la sintomatología en su etapa adulta.
En su juventud consideró seriamente la posibilidad de convertirse en pastor de la Iglesia
Presbiteriana. Durante la Primera Guerra participó en la campaña contra los turcos, en Palestina,
en 1917. Y fue durante esta época militar cuando se consolidó su interés por la psicología méd ica
y la psicoterapia. Había visitado hospitales para oficiales con “trastornos nerviosos” y la
observación de las neurosis de guerra le causó gran impresión.
Cursó estudios en la Universidad de Edimburgo, donde se graduó como médico en 1923. Trabajó
con niños y adolescentes en la Edinburgh University Psychological Clinic entre 1927 y 1933,
cuando se abrió la Child and Juvenile Clinic, donde continuó colaborando hasta 1935, también
prestó servicios en el Royal Edinburgh Psychiatric Hospital. Su interés part icular iba dirigido al
trabajo con niños y adolescentes, aunque luego como analista se dedicó exclusivamente a adultos.
De esa primera experiencia proceden trabajos escritos en los años treinta sobre la infancia y la
adolescencia, los niños maltratados y los abusos sexuales. Llega a ser profesor de la Facultad de
Psicología, entre 1927 y 1935, hasta que se vio obligado a abandonar su puesto por el rechazo de
que era objeto el psicoanálisis por parte de los estamentos académicos. A partir de entonces se
ocupó por completo en la práctica privada hasta su muerte en 1964. Durante la Segunda Guerra
colaboró con el ejército como psiquiatra.
En 1921 comienza su análisis personal con el Dr. E. H. Connell, quien se había analizado con
Ernest Jones. Connell debió de ser un personaje curioso. Había sido un hombre de negocios en
Melbourne hasta que, interesado por el psicoanálisis, vendió sus empresas y se marchó a
Edimburgo, al otro extremo del globo, para formarse en medicina y psiquiatría.
Para entender la orientación de su pensamiento teórico conviene saber que antes de formarse
como médico obtuvo un grado en la Universidad de Edimburgo, entre 1911 y 1914, sobre
“Filosofía Mental” (Psicología) que incluía: lógica y metafísica, ética, teoría s sobre la educación y
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COMPENDIO TEORIA PSICODINÁMICA
DAVID EDUARDO DÍAZ LÓPEZ

filosofía del derecho y de la economía. Después estudió teología, griego y otras materias
compatibles con sus aspiraciones religiosas. Pasó períodos como estudiante postgraduado en
Alemania e Inglaterra, en Kiel, Estrasburgo (entonce s perteneciente a Alemania) y Manchester.
Por aquellos tiempos la universidad escocesa era más afín a la filosofía continental que a la
inglesa (Kant, Hegel, etc.). Entre las influencias de Hegel se señala: la relación peculiar del sujeto
con el objeto, superadora de la escisión clásica, y el origen del deseo en una dicotomía amor -
odio asociada con un objeto.
En 1929, cuando asiste al Congreso de la IPA, en Oxford, acababa de presentar su tesis doctoral
sobre la disociación y la represión, donde citaba con abundancia a Janet y a Freud, inclinándose
por las tesis del segundo. Además, mantenía contactos frecuentes con Ernest Jones y con Edgard
Glover, que podían ser considerados sus mentores. Después de presentar un caso clínico
importante – Aspectos en el análisis de una paciente con una anormalidad física genital (1931) -
fue nombrado miembro asociado de la British Psycho -Analytical Society (BPS), en 1931, y
miembro de pleno derecho en 1939. Este reconocimiento es inusual pues no había realizado
análisis didáctico ni su analista personal (Connell) era didacta, y hay que atribuirlo a la calidad de
los trabajos realizados.
Aunque extremadamente respetuoso con las tradiciones, Fairbairn aporta una obra de gran
originalidad dentro del movimiento psicoanalítico, e n cierta medida por el aislamiento geográfico,
pero también por la aplicación de su criterio crítico independiente, facilitado por la profunda
formación filosófica de sus años jóvenes. Nunca rompió oficialmente con el pensamiento freudiano,
pero propuso una teoría alternativa de la motivación humana: la libido busca al objeto más que el
placer, el contacto por encima de la descarga. El niño, por tanto, está orientado hacia los otros
desde el inicio de la vida.
La descripción de Sutherland nos evoca una per sona empática, de trato agradable, asimismo
correcto y protocolario, un auténtico gentleman, que en los años cincuenta no traslucía sus
inclinaciones juveniles hacia el sacerdocio sino que parecía haber evolucionado hacia cierta
forma de escepticismo. Políticamente conservador, desconfiaba de las tiranías subsecuentes a los
cambios revolucionarios y creía más en la evolución y cambio progresivo de la realidad social.
Tuvo una hija y dos hijos varones de su primer matrimonio, que duró 26 años, hasta el
fallecimiento de su esposa. Su primera esposa murió en 1952, después de años de alcoholismo.
Fairbairn se volvió a casar en 1959. Por aquel entonces empezó a tener problemas de salud. En
1950 tuvo su primer ataque de influenza viral, y los ataques se fueron hac iendo cada vez más
graves.
El comienzo de su etapa creativa más personal, alrededor de los años 40, está recogida en
Estudio Psicoanalítico de la Personalidad, el único libro que publicó en vida y el único traducido al
castellano hasta la fecha. Aunque no debemos desatender sus trabajos tempranos, preparatorios
en muchos casos a las innovaciones posteriores, que han sido agrupados sobre todo en el tomo II
de sus obras selectas. Ese volumen atestigua una amplísima cultura psicológica y un no menos
profundo conocimiento de las obras de Freud. Fairbairn no era de la opinión de que psicoanálisis
y psicología fueran dos campos de conocimiento distanciados. Asimismo hay artículos esenciales
publicados en los años cincuenta, recogidos en el tomo I. Entre otros, ci taremos el titulado
Observaciones sobre la naturaleza de los estados histéricos (1954), donde además de exponer su
teoría sobre la histeria, completa su descripción de la estructura intrapsíquica (endopsíquica), y,
por otro lado, el magnífico repaso a sus recomendaciones técnicas que lleva por título Sobre la
Naturaleza y los Objetivos del Tratamiento Psicoanalítico (1958).
Un punto de inflexión en su desarrollo intelectual se sitúa en 1934, cuando escuchó a Melanie
Klein presentar la comunicación Psicogéne sis de los Estados Maníaco-Depresivos, en una reunión
de la Sociedad Psicoanalítica Británica. Después dijo sentirse decepcionado por la falta de
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DAVID EDUARDO DÍAZ LÓPEZ

aprecio de los analistas a la obra de Klein, que reaccionaron como si se tratara de herejías ante
una creencia religiosa. Lo que más influyó en Fairbairn fue la concepción kleiniana de posición,
estructuración peculiar de las relaciones con el entorno que se organiza de forma temprana, en la
fase oral, previa a las otras fases del desarrollo psicosexual y al Edipo . Melanie Klein, en el
artículo citado, trataba en extenso de las fantasías destructivas y Fairbairn resaltó poco después
la importancia de las fantasías destructivas y de restitución en el proceso de creación artística.
Durante mucho tiempo, entre los ses enta y los ochenta, la obra de Fairbairn fue relativamente
desatendida, conocida solo por los libros y presentaciones de otro de sus discípulos, Harry
Guntrip quien ofreció una versión de su pensamiento muy criticada con posterioridad. Debe
considerársele un antecedente directo de la teoría de las relaciones objetales (Kernberg), del
psicoanálisis vincular (Pichon-Riviere, Bleger, Kesselman y otros) y de formas más sofisticadas
de psicoanálisis interpersonal o intersubjetivo actual (Mitchell, Stolorow). Si n embargo, salvo sus
dos discípulos directos – Guntrip y Sutherland - ningún autor se declara fairbairniano puro. No
creó escuela y su obra no ha disfrutado de gran difusión durante los últimos cuarenta años. La
razón de esto, como recientemente se ha sug erido, reside probablemente en que su retirada de
los fundamentos epistemológicos del psicoanálisis freudiano fue de tal magnitud que no resultó
fácil para los contemporáneos asimilar su obra. Muchas de sus sugerencias necesitan todavía ser
aplicadas o desarrolladas en un esquema general del psicoanálisis que todavía no se ha
alcanzado. Consideramos que uno de los aspectos nucleares de su epistemología es la crítica a la
escisión freudiana entre energía y estructura.
En otro orden de cosas, la obra de Fairbairn anticipa muchos aspectos de la psicología evolutiva
del niño de inspiración psicoanalítica posterior. Ya en su momento, la semejanza con posturas
mantenidas por Winnicott poco después era evidente, aunque este autor no parezca aceptar la
relaciónAfirma que el Yo está presente desde el nacimiento. El niño busca objetos, no placer. Su
teoría postula que hay un Yo central que nace con el niño, pero debido al conflicto, el niño
se ve forzado a disociar las relaciones de ob jeto inaceptables y los estados del Yo. De este
modo, se crea un «Ello» como resultado de la disociación del Yo central y de la represión del Yo
libidinal y los objetos excitantes asociados con él. Se crea un «superyo» por disociación del Yo
antilibidinal y los objetos rechazantes aso ciados con él. En la medida en que estas disocia ciones
sean profundas y enraizadas, el Yo central restante se empobrece y se queda con pocas cosas en
la vía hacia las relaciones de objeto maduras. La tarea del tratamiento y de la madurez se
convierte en restaurar tanto como sea posible el Yo central y reducir el Y o libidinal y sus objetos
excitantes y el Yo antilibidinal y sus objetos rechazantes.

Ronald D. Fairbairn fue el primer teórico de las relaciones de objeto, ya que postuló que el
impulso primario era la búsqueda del objeto (Fairbairn, 1972). Si Freud creía que el impulso era
primario y los objetos intercambiables, Fair bairn pensaba justamente lo contrario, es decir, que los
objetos eran primarios y los impulsos inter cambiables. Si para Freud cualquiera podía satisfacer el
hambre del bebé, Fairbairn daba al hambre una razón para crear un vínculo humano. Para
Fairbairn, el Yo está presente desde el nacimiento. Este Yo central se hace pedazos porque es
inmaduro y no puede tolerar la intensidad de los estímulos, por lo que se disocia en un Yo libidinal
que tiene relación con el objeto excitante, y en Yo antilibidinal, que se relaciona con el objeto
rechazante. El curso de la maduración, pues, consiste en deshacer la dis ociación y reintegrarla en
un Yo central más fuerte.

LA PERSONOLOGÍA REACTO-OBJETAL

El psicoanalista escocés W. R. D. FAIRBAIRN (1889 -1964) desarrolla una teoría de relaciones


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objetales de la personalidad, que constituye, sin duda, una pieza clave, fundamental, del edificio
psicoanalítico post-kleiniano. Dentro de su obra pueden distinguirse, no obstante, y de acuerdo
con HARRY GUNTRIP (1961), un período freudiano ortodoxo, entre 1927 y 1943, un período
kleiniano entre 1934 y 1940, y un período propiamente fairbairniano, a partir de 1940, en el que
cristaliza y consolida su personología dinámica en términos reacto-objetales.

Para Fairbairn, la pristina personalidad del niño no consiste en un ello impersonal, inorganizado y
energético-pulsional, sino en un yo dinámico y unitario, existente, desde el principio, bajo la forma
de una totalidad psíquica original e integrada, que evolutivamente, y mediante el efecto de las
relaciones objetales postnatales, se diferencia luego en configuraciones estructurales
endopsíquicas diversas.

Tales configuraciones estructurales endopsíquicas son, por con siguiente, aspectos estructural-
dinámicos desarrollados del self primario, o del sí-mismo original, y, en este sentido, cabe afirmar,
que las estructuras de la personalidad nacen, así, de una desintegración psíquica,
secundaria a la integración primaria del Yo, producida por el impacto experiencial y vivencial
de las relaciones de objeto. Este punto de vista fairbairniano fue adoptado a partir de datos
directamente clínicos, y para muchos autores —entre ellos, GUNTRIP—, parece ser más certero y
verosímil que las concepciones de FREUD, GLOVER, WINNICOTT y MELANIE KLEIN en torno al
tema del Yo. A título comparativo con la óptica de FAIRBAIRN, recor demos que, para SIGMUND
FREUD no existe en un principio el aparato del Yo; que GLOVER habla, como se sabe, de toda
una serie de núcleos yoicos independientes, que en el devenir madurativo del suejto llegan a
integrarse en una unidad sintética; que DONALD WINNICOTT se refi ere en esencia, a un estado
primario no-integrado de la psique; y, que finalmente, MELANIE KLEIN alude, en una ambigüedad
conceptual, tanto a una relativa y original integración yoica, que se rompe precozmente bajo el
operante impacto de la pulsión de muerte, como a un estado primario no-integrado, en el mismo
sentido que WINNICOTT. La postura teórica de FAIRBAIRN s ostiene decididamente, y
contrariamente a estos autores, una integración primaria del self y una desintegración secundaria,
subsecuente, como ya veremos, a la dinámica persecutoria de las relaciones objetales
insatisfactorias.

Así pues, aparece como postulado fundamental de la perso nología dinámica de FAIRBAIRN el
principio de que el niño es, desde su comienzo evolutivo, una totalidad dinámica unitaria, es decir,
un self psicosomático total que, aunque primitivo, es ya radicalmente personal. Este self
psicosomático, total, y personal, posee, para FAIRBAIRN, estructura y energía, esto es, está
dotado de su propia carga energética o impulsiva. Llegados a este punto, conviene afirmar que,
desde la perspectiva fairbairniana, no se puede establecer una separación neta entre energía y
estructura, como hacía la física atomística helmholtziana. Para FAIRBAIRN, la distinción
separativa que, según él, hace FREUD entre un ello-energía y un ego-estructura, representa una
limitación impuesta a su pensamiento por la atmósfera científica general de su tiempo, dominada,
en gran parte, por la concepción helmholtziana de un universo constituido por una pléyade de
partículas inertes, dinamizadas por quantums energéticos separados de tales partículas. De
acuerdo con la física atómica, habría que entender, por el contrario, que di cha distinción
separativa entre estructura y energía es falsa, ya que tales conceptos aluden, en realidad, a dos
aspectos distinguibles de un mismo todo. Coherentemente con esta óptica, RONALD FAIRBAIRN
rechaza, de plano, la concepción psicoanalítica de unos hipotéticos «impulsos», o «instintos», que
bombardean incesantemente estructuras yoicas pasivas, y postula, en cambio, la existencia,
desde el principio, de un Yo primario, unitario y original, provisto, en su misma esencia, de su
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COMPENDIO TEORIA PSICODINÁMICA
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propia energía. En este sentido, los impulsos no son otra cosa que el aspecto dinámico de la
estructura endopsíquica, esto es, las formas de actividad del aparato mental. Para decirlo de otro
modo, FAIRBAIRN abandona, definitivamente, la concepción freudiana del Ello, y el término ello
del psicoanálisis clásico, para substituirlo por la noción, y el término, de un Yo libidinal, alusivo a
la prístina unidad, estructural y a la vez ener gética, del self primario del niño en desarrollo.

El Yo-libidinal( Y. L.) consiste, por consiguiente, más allá y por encima del Ello impersonal, en
un sí-mismo, originario, potencial y desde luego precario, pero, sobre todo, personal. Tal
estructura va diferenciándose luego, a partir del nacimiento mismo, en configuraciones
estructurales organizadas, bajo el impacto efectivo y ope rante de las relaciones objetales. No hace
falta insistir en que no se trata de un mero cambio de vocabulario técnico, sino, por el contrario, de
una honda mutación conceptual. En esta mutación, o viraje, conceptual, lo que FAIRBAIRN trata
de subrayar, con claridad meridiana, es que la prístina personalidad del niño consiste no en
algo puramente energético o pulsional, sino en una totalidad psicosomática, dotada de un
Yo-potencial, o de un Yo-germinal (Rof. CARBALLO, 1972), que aspira, desde su precariedad e
indigencia, a personalizarse, más y más, ligándose a los objetos. De este modo, existe, según la
hermenéutica fairbairniana, este Yo-primario, dotado, desde el principio, de función sintética y de
energía propia, capaz de libidinizar cualquier parte del cuerpo, y cualquier actividad, en pos de la
interación humana, y cuya tendencia fundamental se dirige, inequívocamente, hacia la
conservación, indemne, de su unidad o integridad dinámica.

En relación con el Yo-libidinal, hay que aclarar que la líbido no es, para RONALD FAIRBAIRN,
primariamente buscadora-de-placer, sino esencialmente buscadora-de-objetos. Según este autor,
la formulación freudiana de que la líbido busca placer, determinada evolutivamente por su
organización zonal, debe de ser transformada por el postulado de que el Yo, entendido como self
personal, busca primariamente objetos, en una proyección hacia el mundo. Dicho de otro modo,
existe, según FAIRBAIRN, una necesidad libidinal primaria de búsqueda de objetos, y, en este
sentido, las zonas erógenas no serían en sí mismas, como afirma FREUD, determinantes
primarios de este fin libidinoso, sino, en realidad, canales mediadores de la básica e irreductible
necesidad de objeto, esto es, canales mediadores de la relación libidinal.

FREUD habló, como se sabe, de fines libidinales, definidos fundamentalmente en función de las
zonas erógenas: fines orales, anales, etcétera. FAIRBAIRN piensa, por el contrario, que la tensión
libidinal dimana de la tensión misma de la necesidad-de-buscar-objetos, y que, en este sentido,
tales fines libidinales no son, en realidad, fines sino más bien formas, o, si se prefiere, modos, de
tratar con los diversos objetos relacionales. El núcleo esencial de esta proposición teórica enraiza
en un extenso material clínico, que, a título paradigmático, podría resumirse en la siguiente
protesta de un paciente: «Usted está siempre hablando de que yo quiero tener satisfecho tal o cual
deseo, pero lo que yo realmente quiero es un padre» (FAIRBAIRN, 1946). No cabe la menor duda
sobre la elocuencia de este aserto, con toda su carga simbólica, en el sentido de su indiscutible
indicatividad de la básica necesidad relacional objetal postulada, con insistencia y énfasis, por el
psicoanalista británico que ahora nos ocupa.

Se ve claro, por consiguiente, desde la perspectiva fairbairnia na, que la líbido aparece como un
impulso vital primario, buscador-de-objetos. Y que, desde este ángulo, las zonas erógenas
fundamentales, consideradas y descritas por FREUD, no son primariamente erógenas, sino
que se erotizan y se deserotizan al ser utilizadas en la relación con los objetos, a lo largo y a
lo ancho de las etapas madurativas de la ciclomorfosis humana. Debe reconocerse así que «las
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zonas erógenas son simplemente canales por los que fluye la líbido, y que una zona sólo se hace
erógena, cuando la líbido fluye por ella» (FAIRBAIRN, 1941). En tal proceso dinámico de
canalización erótica, la maduración biosomática pone a disposición del individuo en crecimiento
las zonas y las funciones para el establecimiento de la conexión interhumana. Y, además, tal modo
erótico de usar las zonas corporales para la interacción personal es, sin duda, influido también por
las actitudes básicas de las figuras que componen el entorno parental y social. En el fondo, son
los complejos avatares biopsico-sociales, de la necesidad libidinal del sujeto, que es una
necesidad, flexible y maleable, de objeto, y sujeta por ello a las diversas contingencias de la
maduración y de la experiencia. Cabe añadir, en este punto, que, para FAIR BAIRN, los impulsos
instintivos del hombre, y, por ende, la libido, son tendencias generales que, desde la dinámica
madurativa, sólo adquieren una pauta más rígida, diferenciada y cristalizada, como resultado de la
experiencia que en último término, es una experiencia de interacción humana. Dicho de otra forma,
el niño busca objetos, y objetos buenos o satisfactorios, pero, según FAIRBAIRN, este camino
hacia el objeto únicamente está bosquejado a grandes rasgos, sujeto a mil eventualidades y, por
ende, propenso a la confusión y al equívoco.

Resumiendo lo anterior, tenemos, pues, un Yo-libidinal (Y. L.), indigente y necesitado, -que
propende líbidinalmente, desde una irreductible tensión básica, a la búsqueda-de-objetos. Con
respecto a la catexis agresiva, FAIRBAIRN no acepta la pulsión de muerte descrito por FREUD,
y piensa, por el contrario, que la agresión está, en última instancia, subordinada a la líbido,
representando, en esencia, una reacción a la frustración y a la privación en las relaciones
libidinales del sujeto. Genéticamente, el trauma de separación de la madre supone, para
FAIRBAIRN, la situación frustrante por excelencia. Y, en este sentido, resulta, entonces, que son
justamente las experiencias de malogramiento y de carencia libidinales los factores clave que,
originalmente, provocan las agresiones del bebé hacia sus objetos libidinosos, dando lugar así a la
ambivalencia, entendida como una secuela actitudinal reactiva en la afectividad del infante. De
este modo, es obvio que FAIRBAIRN considera, pues, que en ausencia de frustra ciones y de
privaciones afectivas el niño no dirigiría espontáneamente agresiones directas hacia sus objetos
de amor. No obstante, entiende también que, a pesar de su subordinación a las vicisitudes de la
líbido, la agresividad es un factor dinámico primario, esto es, que no se resuelve, que no se reduce
o que no se diluye en la líbido misma.

Si el niño, según FAIRBAIRN, es, por naturaleza y desde el principio, un Yo-libidinal, es decir, una
persona o un self capaz de libidinizar y de deslibidinizar cualquier sector somático o, en conjunto,
todas sus estructuras corporales, movido, según las circunstancias, por la incoercible necesidad
de interacción objetal o personal, o bien por el impulso defensivo de evitarla; desde este punto de
vista, todo el desarrollo humano depende estrechamente, entonces , de las conexiones de ese Yo
dinámico original con sus objetos, entendiendo, por supuesto, que tales objetos se refieren
fundamentalmente, por su esencialidad estructurante , a las personas que componen el entorno
relacional —ante todo, la madre—, y no tanto a los objetos materiales también constituyentes de
tal entorno. Sin embargo, cabe señalar que, para FAIRBAIRN, los objetos ma teriales pueden
convertirse, como ya había señalado acertadamente WINNICOTT , en representantes simbólicos de
los objetos personales —también, sobre todo, de la madre—, en la dinámica evolutiva del
crecimiento.
Coherentemente con todos estos postulados, inferiores del análisis clínico y dinámico de los
individuos a lo largo de las complejas secuencias del proceso psicoterapéutico, FAIRBAIRN piensa
que la integridad yoica es función directa de unas satisfactorias relaciones con los objetos
humanos durante la infancia; y, en el mismo sentido, que la disociación yoica se produce como
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COMPENDIO TEORIA PSICODINÁMICA
DAVID EDUARDO DÍAZ LÓPEZ

una reacción a las negativas relaciones objetales de la vida real. Cabe deducir pues que,
contrariamente a la interpretación kleiniana, FAIRBAIRN no sólo no admite un estado primario no-
integrado, reflejo en último término de la dicotomía eros-thánatos, sino que, además llega a pensar
que el niño conservaría la integración primaria del self si las interacciones con la madre y, en
general, con todos los objetos fueran continuamente, durante un intervalo temporal lo
suficientemente dilatado, absolutamente positivas. No obstante, teniendo en cuenta lo irrealizable
de esta condición, el niño se ve envuelto, muy pronto, en relaciones objetales parentales
inadecuadas, o frustrantes, y, por consiguiente, la disociación comienza, según él, a operar sus
efectos tempranamente en la personalidad, desde una básica división, vivencial y expe riencias,
entre objetos buenos y malos. Para decirlo de otro modo, el ideal de unas relaciones objetales
absolutamente positivas en todo momento es una inalcanzable utopí a, y, en este sentido, es
forzoso reconocer realísticamente que todo niño atraviesa, en uno u otro momento y con uno y otro
nivel de predominancia relativa, tanto por relaciones buenas como por relaciones malas,
dependiendo este incontestable hecho, a nuestro entender, no solamente de la realidad
objetivamente constatable sino, además, de la peculiar estructura psicosomática de cada niño y,
por ende, del grado resultante de su avidez y precariedad libidinales. Reconocida esta
circunstancia, FAIRBAIRN (1941, 1943) afirma seguidamente que, en contra del punto de vista
kleiniano, los primeros objetos que el niño internaliza son los objetos malos, en un básico y
agresivo intento de controlarlos, a cuyo móvil cabría añadir el deseo libidinal incorporativo del
objeto mismo y, por supuesto, el propósito defensivo de depurar, limpiar o purificar el ambiente, en
una búsqueda de la seguridad externa. Desde esta óptica, la seguridad externa se obtiene así a
costa de la «inseguridad interior» (FAIRBAI RN, 1943), y, de este modo, el Yo infantil queda a
merced de toda. una gama de perseguidores internos contra los que debe de erigir una laboriosa
estrategia defensiva. En la línea de esta estrategia defensiva, evolutivamente elaborada y
consolidada a lo largo del desarrollo, FAIRBAIRN considera, en primer lugar, la represión, esto es,
la relegación o el destierro al inconsciente. Más tarde, y únicamente cuando la represión se ve
desbordada por la incontenible amenaza de los objetos malos internalizados que se han h echo ya
incontrolables para el Yo, entran en acción, según el psicoanalista británico, otras técnicas
defensivas, que él integra, en esencia, en la psicopatología obsesiva, paranoide, histérica y fóbica
(1941). No obstante, FAIRBAIRN entiende también que, al lado de l a represión, existe otro tipo de
defensa, que potencia invariablemente el trabajo represivo y que consiste, en resumen, en la
internalización de los objetos buenos o satisfactorios (1941), como medio reparatorio de la
«maldad» del mundo interior, y, por ende, como neutralizador fundamental de la angustia
persecutoria endopsíquica.

Volviendo a centrarnos en la idea clave de FAIRBAIRN que acabamos de alcanzar, resulta


entonces que el concepto importante formulado por él se refiere, por consiguiente, al postulado
general de que lo que se internaliza y lo que se reprime primariamente no son los
inaceptables deseos pulsionales, ni tampoco los intolerables recuerdos, sino esencialmente
los execrables objetos malos internos. De este modo, los recuerdos son reprimidos sólo porque
sus contenidos se refieren a experiencias, o a identificaciones, con tales objetos malos . Y, en el
mismo sentido, los impulsos se reprimen también porque, en uno u otro sentido, incitan, al
individuo a conectarse relacionalmente con o bjetos que, desde el punto de vista yoico, son
insatisfactorios. En definitiva, la naturaleza de lo reprimido es objetal, y como, por otra parte, es
absolutamente utópico atravesar la infancia sin tener experiencias negativas, resulta, finalmente,
que, en todo individuo y en los niveles más profundos de su psique, se encuentran siempre, con
una u otra extensión, objetos malos introyectados. Para FAIRBAIRN (1943), el hecho de que un
sujeto dado sea neurótico, psicópata, psicótico o normal, depende, de acuer do con este
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COMPENDIO TEORIA PSICODINÁMICA
DAVID EDUARDO DÍAZ LÓPEZ

punto de vista, del grado en que tales objetos malos hayan sido ubicados en el inconsciente,
de la intensidad de su «maldad», del nivel de identificación del Yo con ellos, y, por supuesto,
de la índole, estabilidad y resistencia de las defensas yoicas erigidas contra estos objetos.

Con respecto a la internalización reparatoria, y compensatoria, de los objetos buenos, es


conveniente añadir que conduce también, según FAIRBAIRN, a una situación vivencial de temor
por la integridad de los mismos, ante la amenaza destructiva proveniente de los objetos malos.
Esta situación vivencial interna provoca ansiedad depresiva y sentimientos de culpa, que el
individuo trata de neutralizar a base, fundamentalmente, de intensificar la represión de los objetos
malos, de incrementar la resistencia a sus requerimientos, y de apoyarse, como contrapartida, en
los objetos buenos introyectados.

Reprofundizando, aún más, en el tema objetal, es oportuno señalar ahora que el criterio
fairbairniano sobre la internalización primera de los objetos malos, se basa ampliamente tanto en
el análisis minucioso de pacientes psiquiátricos, como en la observación, y en el estudio, de niños
violados y de niños cuyo desarrollo psicológico se verificó dentro del context o de hogares
frustrantes. Desde el punto de vista teórico, la hipótesis de FAIRBAIRN se apoya en la idea de que
psicodinámicamente resultaría muy difícil encontrar un motivo adecuado, que pudiera justificar la
introyección primaria de objetos que, vivencial y experiencialmente, sean tomados por el niño
como buenos o como satisfactorios. Según el psicoanalista británico, constituiría, en este sentido,
un procedimiento insubstancial que se internalizase el pecho materno, si este pecho, en ausencia
de tal internalización, ha proporcionado ya, de facto, al infante una satisfacción adecuada para su
básica necesidad de incorporación. De acuerdo con esta óptica, el niño necesita, por consiguiente,
internalizar el pecho materno sólo cuando no encuentra en él un satisfactor real de sus
necesidades oral-incorporativas y afectivas. Dicho de otro modo, el niño necesitaba, en definitiva,
internalizar el pecho materno sólo cuando éste se ha convertido en un objeto vivencialmente malo.
Más adelante, llegará a introyectar objetos buenos, en una estrategia defensiva yoica, protectora
frente al mundo persecutorio de los objetos endopsíquicos insatisfactorios.

FAIRBAIRN piensa indiscutiblemente, que primero se internaliza y que primero se reprime, en la


personalidad son, los repudiables objetos malos. En este hecho, que traduce el impacto
endopsíquico de las inevitables experiencias frustrantes, encuentra él, por otra parte, la verdadera
explicación plausiblede la clásica amnesia total de los acontecimientos y de los suce sos de la
temprana infancia; amnesia que había sido señalada, con insistencia, por FREUD, y que sólo se
desvanece en los sujetos esquizofrénicos, cuyo ego se encuentra afecto de un proceso diso ciativo
o desintegrador. Dando por supuestas las líneas maestr as de este postulado fundamental,
conviene añadir, sin embargo, que, con respecto a una matización conceptual del tema, el
pensamiento fairbairniano atraviesa por dos momentos evolutivos diferenciables. Desde sus
formulaciones de 1941, 1943 y 1944 hasta 19 51, la suposición subyacente radicaba en admitir una
internalización precoz del objeto externo malo por parte de la mente infantil, teniendo en cuenta
que, para FAIRBAIRN, la ambivalencia hacia el objeto real, gratificante y a la vez frustrante,
llevaba, en un estadio temprano, a una disociación de tal objeto, en lo que respecta a su
representación mental, en un objeto bueno y un objeto malo. En este sentido, primero se
introyectaba el objeto malo, por las razones ya expuestas, y ulte riormente, para aliviar la angustia
persecutoria, se producía la internalización, compensatoria y reparatoria, de los objetos buenos. A
partir de 1951, la hermenéutica fairbairniana entiende, en cambio, desde la experiencia analítica,
que el primer objeto a internalizar es el objeto preambivalente de la fase oral temprana, en su
condición específicamente frustrante, y que, por otra parte, la íntima vivencia de que dicho
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COMPENDIO TEORIA PSICODINÁMICA
DAVID EDUARDO DÍAZ LÓPEZ

objeto incorporado no es, en realidad, totalmente malo provoca, luego, una división en
objeto bueno y propiamente malo. Teniendo en cuenta que la madre es el objeto relacional
primordial de esta etapa del desarrollo, la anterior teorización implica ad mitir, por ende, que el
primer objeto introyectado es la madre insa tisfactoria, que, una vez instalada endopsíqu icamente,
se desdobla en las imagos de una madre buena y de una madre específicamente mala. Según
FAIRBAIRN, el niño verifica luego una proyección de esa imago de la madre buena sobre la madre
real externa, subseguida de un mecanismo idealizatorio de la mi sma, con el fin de mejorar el
entorno relacional. Desde esta óptica, la ambivalencia aparece como un estado que nace en el Yo
original en relación con el objeto internalizado, que se vive entonces, afectivamente, como dico -
tómico, y que conduce subsecuentemente a una disociación objetal y, como ya veremos, también
yoica. Por otra parte, para completar el cuadro fairbairniano, es preciso añadir que, según él, la
disociación objetal no consiste en una simple dicotomía bueno -malo, sino que implica en realidad,
una disociación tri-objetal. Para ser más explícitos, FAIRBAIRN piensa que el objeto, ya
intrapsíquicamente ambivalente, comporta tanto aspectos buenos como aspectos sobreexcitantes y
aspectos sobrefrustrantes. En este sentido, pues, el objeto preambiv alente de la fase oral
temprana, ya vivencialmente ambivalente, se fragmenta, en la interioridad del niño, en un objeto
bueno, un objeto excitante y un objeto repelente o rechazante. El objeto bueno resultante se
proyecta y se idealiza. El objeto excitante, anhelado con pasión, estimula deseos pero no los
satisface nunca, es decir, incrementa incesantemente la necesidad afectiva o, si se prefiere, la
necesidad libidinal, pero jamás la gratifica. Y, finalmente, el objeto repelente, o rechazante, nie ga
agresivamente tanto la necesidad como la satisfacción.
De acuerdo con esta tripartición endopsíquica del objeto, y volviendo a la madre como persona
relacional básica, ésta se convierte internamente, entonces, en tres imagos o en tres figuras
fantaseadas, que pueden aparecer encubiertas, metamorfoseadas o distorsionadas de múltiples
modos en las mil producciones de la fantasía infantil. Se trata, en resumen, de la madre buena,
moralmente idealizada, y proyectada defensivamente sobre la madre real extern a; de la madre
excitante, estimulante pero insatisfactoria de facto; y de la madre rechazante, fría, distante,
«antilibidinal», agresiva y negadora, cuya forma atemperada queda ejemplifi cada, según GUNTRIP
(1971), en la frase: «ahora no me molestes, estoy ocupada». Cabe aclarar que los objetos buenos,
idealizados y proyectados, o bien la madre buena, son aceptados y, por ende, no están sujetos al
mecanismo de la represión al inconsciente. En cambio, los objetos excitantes y rechazantes, y,
como es lógico, la madre excitante y la madre rechazante, son reprimidos, se hacen inconscientes
y, en consecuencia, pasan a integrar el tenebroso mundo, ignoto pero operante, de lo rechazado
por el sujeto.

En resumen, resulta definitivamente claro que, para FAIR BAIRN, el objeto insatisfactorio de la vida
real es el que primero introyecta el inmaduro yo del bebé, en un intento, básico y defensivo, de
controlarlo. Resulta también que el objeto, ya internalizado, se disocia en un objeto bueno, que es
aceptado e idealizado, y en un objeto malo, que es reprimido o rechazado; a su vez, el objeto malo,
reprimido o rechazado, se divide, por la psicodinámica explicada, en un objeto excitante y en un
objeto rechazante o repelente, que sufren el mismo destino represivo. Resulta, f inalmente, que
todo este complejo proceso disociativo endopsíquico afecta primeramente a la madre, como
persona relacional primordial, originándose así la descrita tripartición fantasmática de sus imagos.
Con respecto al padre, en momentos evolutivos posteriores, el niño emplea naturalmente técnicas
similares, con la consecuencia lógica, según FAIRBAIRN, de que se establecen las paralelas
figuras internalizadas, buenas, excitantes y repelentes, del progenitor masculino; figuras que, con
sus diferenciables dinámicas, acaban superponiéndose y fusionándose con las correspondientes
imagos maternas, y, poco a poco, con las imágenes fantaseadas de los otros objetos relacionales.
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COMPENDIO TEORIA PSICODINÁMICA
DAVID EDUARDO DÍAZ LÓPEZ

Teniendo en cuenta que el Yo es inseparable de sus objetos, a la descrita disociación objetal le


acompaña correlativamente una división yoica. Según FAIRBAIRN, puede hablarse, en este
sentido, de un Yo-libidinoso o libidinal (Y. L.), ligado al objeto excitante (O. E.); de un Yo-
antilibidinal (Y. Anti-L.), o saboteador interno, identificado con el objeto rechazante (O. R.); y,
finalmente, de un Yo-central (Y. C.), vinculado al objeto ideal (O. I.). Cabe afirmar, desde su óptica,
que el Yo-central encierra aspectos conscientes, preconscientes e inconscientes, en tanto que el
Yo-antilibidinal, o saboteador interno, y el Yo-libidinal son rigurosamente inconscientes.

Con respecto a estos sistemas estructurales fairbairnianos, conviene añadir los siguientes
conceptos : 1) el Yo-libidinal, unido al objeto excitante, representa el Yo infantil, indigente y débil,
en constante estado de avidez oral, y con una fuerte necesidad de insatisfecha, que
incesantemente aviva, desde el inconsciente, la identificación primari a con la figura materna; 2) el
Yo-antilibidinal es el saboteador interno de la per sonalidad, punitivo y persecutorio, negador y
sometedor fundamental de la invalidez, de la indigencia y de la irreductible necesidad de
dependencia afectiva que subyace en el Yo-libidinal. Según FAIRBAIRN el Yo-antilibidinal,
identificado defensivamente con el objeto rechazante, y reproductor intrapsíquico de los aspectos
agresivos de los progenitores insatisfactorios, sabotean continuamente la vida amorosa y la vida
sexual del sujeto, originando incoercibles sentimientos de culpa e intensas resistencias a los
procesos psicoterapéuticos; 3) el Yo-central, ligado a los objetos ideales y, por ende, a los padres
idealizados, equivale, sobre todo, al regulador de los impulsos y de los actos, en una mediación,
consciente y realista, con el ambiente exterior relacional.

Se observa claramente que, desde la hermenéutica fairbairniana, existe una represión directa, por
parte del Yo-central, sobre los sistemas Yo-antilibidinal -objeto rechazante y Yo-libidinal -- objeto
excitante. Por otro lado, existe, además, una represión indirecta, ejercida por el Yo-antilibidinal
sobre el sector personológico inconsciente Yo-libidinal - objeto excitante. Es necesario considerar,
en otro nivel, que, según FAIRBAIRN, el Yo-central va evolutivamente elaborando, en una
dimensión moral y cultural, la represión directa que lleva a cabo sobre el resto de la personalidad.
Esta elaboración evolutiva se desarrolla, según él, no tanto en términos persecutorios de temor
como en términos éticos de culpa.

Conviene añadir, para terminar, y de acuerdo con este esquema personológico, que el concepto de
Superyó, propuesto por SIGMUND FREUD, podría revestir, en FAIRBAIRN, dos se ntidos. Según
uno de ellos, el Superyó vendría a ser el objeto ideal, esto es, el ideal -del-yo, catectizado y
aceptado por el Yo-central. En la segunda acepción, se referiría, mucho más, a los aspectos
sádicos del sistema Yo-antilibidinal-objeto rechazante. Tendríamos así que esta última estructura
sería, para el psicoanalista británico, el auténtico saboteador interno, que, descargando sus
agresividades sobre el Yo-libidinal, provoca el desencadenamiento de ansiedades y de culpas
persecutorias.

Alcanzada esta conclusión, es preciso tener en cuenta que, según la interpretación fairbairniana,
tanto el Y. L. como el Y. Anti-L. constituyen partes.reprimidas de la personalidad. En este sentido,
el Y. C. -- O. I. se convierte en el nivel ético-ideal maduro, coherente, crítico y racional, en tanto
que el sistema Y. Anti-L. - O. R. queda entonces, para FAIRBAIRN, como el nivel de las exigencias
propiamente superyoicas o, si se prefiere, persecutorias. Así, en la maduración de la personalidad,
la moralidad y la conciencia irracionales deben dejar evolutivamente paso a la moralidad y a la
conciencia racionales, lo que equivale a un fortalecimiento del campo operacional y experiencial
del Y. C., con una asunción creciente y una recuperación progresiva, por parte del mismo, de los
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COMPENDIO TEORIA PSICODINÁMICA
DAVID EDUARDO DÍAZ LÓPEZ

sectores personales atróficos y reprimidos.

Desde el punto de vista de FAIRBAIRN, —cuya personología estructural hemos estudiado —, el


niño atraviesa, a partir del nacimiento, por una etapa, básica e inevitable, de dependencia infantil,
caracterizada por la actitud de tomar; y que comprende, a su vez, una fase oral primaria,
preambivalente, de succión e incorporación, y una fase oral secundaria, ambivalente, de
mordedura y de incorporación. En conjunto, pues, esta etapa se superpone al estadio oral y
corresponde, por ende, a los avatares de la personalidad en su estructuración precoz, esto es, en
el primer año de la vida.

Con respecto a esta etapa de dependencia infantil, cabe añadir, desde el punto de vista objetal,
que en la fase oral primaria, sólo existe un objeto parcial natural (o biológico) adecuado, que es,
evidentemente, el pecho; mientras que en la fase oral secundaria el objeto total más importante, —
tratado como pecho—, es la madre, siendo el padre un objeto secundario de menor importancia.
Cabe añadir que pertenecen a esta etapa la posición esquizoide y la posición depresiva descritas
por M. KLEIN, y que FAIRBAIRN acepta, pero entendidas psicodinámicamente como el resultado,
funcional, estructural, experiencial y vivencial, de las relaciones de objeto. En una palabra, que
estas posiciones no son, como en M. KLEIN, el ref lejo de la irreductible e innata pugna eros--
thánatos, sino que constituyen, en realidad, una reacción yoica a las relaciones objetales
frustrantes, representando así dos situaciones, no inevitables teóricamente, en las que el Yo
queda envuelto por sus objetos malos internos. Ya que hablamos de objetos malos internos,
conviene añadir también que, para FAIRBAIRN, la etapa de dependencia infantil es, por las
razones antes explicadas, la época de las primeras, y primarias, internalizaciones de los objetos
malos, configuradores, como se sabe, de un mundo interno, persecutorio, reprimido e inconsciente,
del cual la estructura yoica tendrá que defenderse evolutivamente, y del cual la psicopatología
ofrece su más nítido reflejo. Digamos, finalmente, en este se ntido psicopatológico, que, desde la
óptica fairbairniana, la esquizofrenia y la depresión se relacionan etiológicamente con
perturbaciones del desarrollo durante el estadio de dependencia infantil; la esquizofrenia se
relaciona específicamente con problemas en las relaciones objetales sobre la succión (amor), y la
depresión se relaciona con dificultades en las relaciones objetales con respecto a morder (odio).
Todos estos aspectos quedan gráficamente expresados en la fig 3.

ETAPA DE DEPENDENCIA INFANTIL

1.—Fase oral primaria


Succión-incorporación. _ Preambivalencia.
Pecho (objeto parcial).
2.—Fase oral secundaria Morder-incorporación. Ambivalencia.
Objeto total (madre), tratado —como pecho.

Actitud de tomar

Según FAIRBAIRN, el niño tiene que evolucionar, en su pe riplo madurativo, desde la etapa de
dependencia infantil, caracterizada por la actitud de tomar, hasta la etapa de dependencia madura,
caracterizada esencialmente por la actitud de dar. Esta etapa corresponde a la fase genital de
FREUD, o a la segunda fase genital de ABRAHAM, y revela la consecución, por parte del individuo,
de una capacidad para conectarse y comunicarse con el objeto total, incluyendo los genitales,
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COMPENDIO TEORIA PSICODINÁMICA
DAVID EDUARDO DÍAZ LÓPEZ

dentro del contexto de unas relaciones personales abiertas, altruistas, maduras y equilibradas.

Sin embargo, entre la dependencia infantil, oral, y la dependencia madura, genital, existe un
largo trecho, que FAIRBAIRN denomina etapa de transición, y que evidentemente comprende, en
términos cronológicos, los espacios evolutivos de las fases anales, del estadio fálico e, igualmente,
del período de latencia. Llegados a este punto, se hace preciso señalar, sin em bargo, que
FAIRBAIRN no acepta la fase anal como un estadio propiamente dicho, por considerarla, en
resumen, un artefacto fenomenológico, provocado por madres típicamente obsesivas. En el mismo
sentido, la fase fálica no sería tampoco en sí misma una verdadera fase, sino tam bién un
artificio, introducido en este caso por el influjo del concepto erróneo de las zonas erógenas
fundamentales. Desde la óptica fairbairniana, el análisis profundo de la actitud fálica revela
siempre la presencia de una fijación oral subyacente, relacionada con fantasías de felacio. La
actitud fálica es, por lo tanto, según él, el resultado de una identificación de los órganos genitales
con el pecho, como objeto parcial primario de la actitud oral, característicamente acompañado por
una identificación de los órganos genit ales con la boca, como órgano libidinoso. En resumen, lo
anal y lo fálico no son, para FAIRBAIRN, fases libidinales sino técnicas de relación objetal,
estando únicamente justificadas, para él, como tales fases, las dos orales y la genital, en las
que la boca y los órganos genitales son, respectivamente, zonas o canales naturales para la
fluencia de la libido.
Así pues, tenemos, entre la etapa de dependencia infantil, y la etapa de dependencia madura,
una larga etapa de transición, cuyo gran conflicto radica en la dialéctica intrapsíquica entablada
entre la necesidad progresiva de dominar la actitud de dependencia y el impulso regresivo de
seguir manteniendo esta actitud. Dicho de otro modo, la conducta, durante esta época, revela lo s
esfuerzos individuales por separarse del objeto y, al mismo tiempo, el afán incesante de unirse a
él, en una especie de continuo vaivén oscilatorio entre el deseo de «escapar de la prisión» y el
deseo, en palabras del propio FAIRBAIRN, de «volver al hogar». Teniendo en cuenta que el rasgo
psicodinámico más característico de la dependencia infantil es la incorporación de los objetos, y la
identificación con los mismos, resulta que pos teriormente, en la etapa de transición, tales objetos
son vividos, tomados y tratados como contenidos. De este modo, las técnicas o los modos de tratar
con estos objetos contenidos constituyen así, para el psicoanalista británico, lo más esencial de la
transición madurativa de la personalidad.
Coherentemente con este punto de vista, inferido de la clínica analítica, W. R. D. FAIRBAIRN
describe, a partir de su experiencia, cuatro técnicas transicionales, básicas y específicas, que se
concretan, en esencia, en una. técnica obsesiva, una técnica fóbica, una técnica histérica y una
técnica paranoide. En este sentido, los síndromes obsesivos, fóbicos, histéricos y paranoides,
atribuidos por FREUD y ABRAHAM a fijaciones a fases específicas, son tomadas, con excepción
de la esquizofrenia y de la melancolía, como estados asociados con las mencionadas técnicas
defensivas y que reflejan, por ende, las estrategias utilizadas por el yo en el irreductible intento de
manejar las dificultades que, sobre las relaciones objetales, surgen en el estadio de transición.
Tales dificultades nacen, como
es sabido, para FAIRBAIRN, de las situaciones endopsíquicas resultantes de la internalización de
objetos, con los que el yo tuvo relaciones durante el estadio de dependencia infantil. En último
término, puede afirmarse con exactitud, desde la peculiar óptica fairbair niana, que las cuatro
técnicas de la transición son, en sentido estricto, defensas contra la emergencia de tendencias
esquizoides y depresivas, generadas durante el período de dependencia infantil.

Según FAIRBAIRN, el conflicto subyacente al estado fóbico es, en definitiva, un conflicto entre el
abandono del objeto y la vuelta al objeto, entre la separación y la identificación o, si se prefiere,
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COMPENDIO TEORIA PSICODINÁMICA
DAVID EDUARDO DÍAZ LÓPEZ

entre «la evasión desde el objeto» y «la evasión hacia el objeto». Por supuesto, en el primer caso,
el objeto es rechazado, mientras que en el segundo es aceptado ,pero en ambos casos la técnica
fóbica (fig. 4) trata al objeto como externo. Como existe una dialéctica entre escapar del objeto o
someterse a él, tal técnica, que encierra una actitud pasiva, es esencialmente masoquista.

TECNICA FOBICA
OBJETO OBJETO
ACEPTADO RECHAZADO
Tratado Tratado
como externo como externo

En el estado obsesivo, FAIRBAIRN encuentra un conflicto básico entre la expulsión y la retención


de contenidos o, dicho de otro modo, entre la necesidad de expulsar y la de retener los objetos
contenidos. La oscilación expulsión-retención, cuya prefiguración simbólica puede representarse
en la dinámica fecal, se acompaña inevitablemente de las correspondientes y respectivas
angustias de ser vaciado o desecado y, por otro lado, de estallar o de padecer una enfermedad
interna. La técnica obsesiva, como método de encarar estos conflictos y estas angustias, radica,
entonces, en tratar como internos tanto al objeto rechazado como al objeto aceptado (fig. 5). Se
trata, por consiguiente, de una técnica más activa y más sádica que la fóbica.

TECNICA OBSESIVA
OBJETO OBJETO
ACEPTADO RECHAZADO
Tratado Tratado
como interno como interno

Desde el punto de vista fairbairniano, los estados histéricos reflejan un conflicto entre la
aceptación y el rechazo del objeto. La aceptación se manifiesta de forma clara, según él, en las
exuberantes, teatrales, intensas y exageradas relaciones sentimentales propias del histérico,
significativas, en último término, de la formación reactiva, sobrecompensadora, contra un rechazo.
Rechazo que representa, en definitiva, el repudio de los genitales, y que, en su más íntimo tras-
fondo, revela al análisis, según FAIRBAIRN, una identificación de los genitales rechazados con el
pecho, como objeto libidinal primario durante el estadio de dependencia infantil. Desde este ángulo,
las disociaciones histéricas son disociaciones de órganos o de funciones interiores al sujeto,
indicativos de que el objeto rechazado es tomado como interno. Por otra parte, la sobrevaloración
de lo exterior que hace el histérico es, para FAIRBAIRN, un claro indicador de que el objeto
aceptado es tomado como externo. En definitiva, pues, la técnica histérica (fig. 6) consiste, en
esencia, en la externalización del objeto aceptado y en la correlativa y paralela internalización del
objeto rechazado.

TECNICA HISTERICA
OBJETO OBJETO
ACEPTADO RECHAZADO
Tomado Tomado
como externo como interno
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COMPENDIO TEORIA PSICODINÁMICA
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Finalmente, los estados paranoides, en los que se vive el mundo exterior como perseguidor,
deben de ser considerados, según FAIR BAIRN, como la representación del rechazo del objeto
externalizado y la aceptación del objeto internalizado, en una exagerada actitud de auto-valoración.
De este modo, la técnica paranoide (fig. 7) consiste, pues, en la externalización proyectiva de los
objetos internos rechazados y en la internalización de los objetos aceptados.

TECNICA PARANOIDE
OBJETO OBJETO
ACEPTADO RECHAZADO
Tomado Tomado
como interno como externo

Con respecto a la nomenclatura de objeto rechazado y objeto aceptado, conviene establecer


algunas precisiones aclaratorias. Digamos, en este sentido, que los términos aceptado y
rechazado se refieren, respectivamente, al objeto bueno (ideal e idealizado y catectizado, como se
sabe, por el Yo-central) y al objeto malo (tanto en sus aspectos excitantes como en sus aspectos
repelentes o rechazantes, que, como también se sabe, son catectizados por el Yo-libidinal y el Yo-
antilibidinal). De este modo, el objeto ideal es aceptado por el Yo-central y, por ende, no está
sujeto al mecanismo represivo; en tanto que el objeto malo, inclusivo del objeto excitante y del
objeto rechazante, es formalmente rechazado y reprimido a un nivel inconsciente por parte del
mismo Yo-central.

De acuerdo con estas precisiones aclaratorias, las técnicas transicionales, que son técnicas
defensivas contra los objetos internos, pueden entenderse ahora, a nuestro modo de ver, de una
forma más clara. Así, puede afirmarse, reinterpretando a FAIRBAIRN, que la técnica fóbica
consiste en una externalización del objeto ideal y del objeto malo, excitante y rechazante; que la
técnica obsesiva radica en una internalización del objeto ideal y del objeto malo; que la técnica
histérica recurre a la internalización del complejo objeto-excitante/objeto-rechazante, al mismo
tiempo que utiliza la externalización del objeto ideal; y, finalmente, que la técnica paranoide
estriba, contrariamente, en la internalización del objeto ideal y en la simultánea externalización del
objeto malo. En favor de la comprensibilidad, puede consultarse el esquema gráfico que
proponemos en la fig 8.

(fig.8 OBJETO MALO OBJETO BUENO


(OE + OR) ((DI)
Técnica fóbica Tratado como Tratado como
EXTERNO EXTERNO
Técnica obsesiva Tratado como Tratado como
INTERNO INTERNO
Técnica histérica Tratado como Tratado como
INTERNO EXTERNO
Técnica paranoide Tratado como Tratado como
EXTERNO INTERNO

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COMPENDIO TEORIA PSICODINÁMICA
DAVID EDUARDO DÍAZ LÓPEZ

Podemos resumir ahora que en la etapa de transición el amor y el odio del niño se dirigen,
respectivamente, hacia el objeto aceptado (o ideal) y hacia el objeto rechazado (excitante y
repelente), existiendo una estrategia defensiva, de tratamiento externalizador o internalizador de
ambos conjuntos objetales, según la técnica transicional utilizada por el Yo.

Si las relaciones de objeto son insatisfactorias, estas técnicas constituyen, según


FAIRBAIRN, la base de característicos desarrollos psicopatológicos de la vida posterior. Por
otra parte, tales técnicas deben de ser consideradas conceptualmente, según él, corno modos
alternativos de tratamiento objetal, correspondientes todos a lamisma etapa del desarrollo
personológico. Finalmente, la prevalencia funcional de una u otra técnica alternativa depende,
desde la óptica fairbairniana, de la clase de relaciones objetales establecidas durante la anterior
etapa de dependencia infantil; depende, en particular, del grado en que los objetos han sido
incorporados al mundo interior del sujeto y, por supuesto, de las relaciones establecidas entre el
Yo y sus objetos endopsíquicos.

Para concluir esta exposición sobre la estructuración de la personalidad según FAIRBAIRN, cabe
afirmar que la cuestión del Complejo de Edipo (que, extrapolando la cronología freudiana,
parecería situarse en la etapa de transición), aparece afectada por una fenomenolo gía
esencialmente sociológica. En este sentido, el Edipo viene a ser en el fondo, para él, el producto
final de perpetuación de la simbiosis del niño con el entorno parental. Tal simbiosis, o dependencia
infantil, remite, en un nivel más profundo, a las formas pre -edípicas de las relaciones de objeto y
de las ambivalencias afectivas. Así, el complejo edípico sería la cristalización última de las
situaciones vividas, y fantaseadas, en el período de dependencia infa ntil, en la profunda interación
con las figuras parentales, que pueden haber asumido alternativamente, para la fantasía infantil,
uno u otro papel, como objetos aceptados o rechazantes. De este modo, el complejo de Edipo en
sentido estricto representa, para el psicoanalista británico, una muy concreta formalización de la
pugna por liquidar la insuperada situación de dependencia infantil. Pero, evidentemente, esta
formalización final podría adoptar también otros aspectos. Es decir, que, en definitiva, la e tapa de
dependencia infantil sustituye, en FAIRBAIRN, al Complejo de Edipo freudiano, y se convierte
así en el punto arquimédico para el entendimiento de la neurosis.

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COMPENDIO TEORIA PSICODINÁMICA
DAVID EDUARDO DÍAZ LÓPEZ

UNIDAD 3: TEORÍAS PSICODINÁMICAS CONTEMPORANEAS

DONALD W. WINNICOTT

RESEÑA BIOGRÁFICA: Plymouth, 1896 - Londres, 1971. Pediatra y psicoanalista británico.

Estudió en la Universidad de Cambridge y, después de ejercer la pediatría durante más de


cuarenta años, se especializó en psicoanálisis infantil. Centró sus estudios en la relación madre-
lactante, considerada como una unidad indisoluble, y enunció la teoría del «objeto transicional».
Entre sus obras destacan El niño y el mundo externo (1957), Escritos de pediatría y
psicoanálisis (1958) y La consulta terapéutica y el niño (1971).

Winnicott dio del desarrollo infantil una visión que integra los procesos de transformación
biológica con la elaboración psicológica que el niño hace de los mismos, proceso para el que
acuñó el término self (en inglés "sí mismo"). A pesar de que no era un psicoanalista de niños, su
contribución en este campo ha sido esencial y duradera. Durante algún tiempo fue discípulo de
Melanie Klein, de la cual se distanció ligeramente en el momento de la disputa entre ésta y Anna
Freud. Pensador solitario, no sistemático, con intuiciones geniales, fue notablemente influido por
su actividad como pediatra.

Para Winnicott no existe "un lactante", sino "un lactante con alguien": de ello se deduce que el
crecimiento psicológico del individuo depende de la posibili dad de tener inicialmente a disposición
un "ambiente facilitador", es decir, "cuidados maternos suficientemente buenos" que consientan el
desarrollo de las potencialidades innatas. Si ese apoyo es deficitario o inexistente, el niño se
encuentra expuesto a traumas a los que no consigue hacer frente ("primitivas angustias mortales"
o "angustias impensables"), preludio de la evolución psicológica, o bien crea defensas más
evolucionadas, a las que el autor denomina "falso Yo". En estos casos, la mente del niño puede
asumir parte de las funciones maternas, es decir, el pensamiento se convierte en un sustituto de
los cuidados maternos: "el niño se hace a sí mismo de madre por medio del entendimiento, de
entender demasiado". La consecuencia es una grave escisión en tre el "falso Yo" y el "verdadero
Yo" psicosomático, "escondido y quizás perdido".

Donald Winnicott estudió el desarrollo del individuo centrando su atención en el paso del niño del
estado de dependencia absoluta al de una dependencia relativa en la que ac epta la existencia del
"no-Yo". Esta operación fundamental se centra en la capacidad del niño para usar el "objeto
transicional", constituido por un juguete, la esquina de una cubierta o cualquier otra cosa, cuya
posesión constituye una actividad antidepresiva. La angustia asociada al descubrimiento del "no -
Yo" vendría atenuada y elaborada por el objeto transicional, el cual constituiría la zona de la
ilusión: no es "Yo" ni "no-Yo", y representa el lugar de paso de la fusión con el ambiente a la
separación de éste.

El pediatra británico estableció una conexión entre el buen uso del objeto transicional y el
desarrollo del juego, de la creatividad; por el contrario, un mal uso puede conducir al fetichismo, a
la mentira, a la drogodependencia o a los rituales o bsesivos. Otros aspectos de sus teorías
recuerdan conceptos propios del pensamiento kleiniano. "La actividad social -escribe- no puede
ser satisfactoria a no ser que se base en un sentimiento de culpa personal respecto a la agresión".
Los trabajos más rigurosamente clínicos del autor son coherentes con el desarrollo de su
70
COMPENDIO TEORIA PSICODINÁMICA
DAVID EDUARDO DÍAZ LÓPEZ

pensamiento, centrándose en la función de "contención" ("holding") del analista y de su marco


("setting"), en el uso de la regresión y en la capacidad del analista de aprender de su propio
paciente.

Entre sus obras más conocidas se encuentran Trastornos de la infancia (1931), El niño y el mundo
externo (1957), El niño y la familia (1957), Escritos de pediatría y psicoanálisis (1958), La familia
y el desarrollo individual (1965), Los procesos de maduración y el ambiente facilitador (1965) y La
consulta terapéutica y el niño (1971). En Realidad y juego (1971) recogió una serie de ensayos
que repiten y desarrollan la teoría ya expuesta en 1951 (en un artículo también incluido en la
colección y titulado "Objetos de transición y fenómenos de transición"), según la cual la mayoría
de los niños experimenta una fase de apego afectivo a un objeto inanimado (exterior a su propio
cuerpo y distinto del cuerpo materno) vivido como un auténtico "com pañero" animado. Estos
objetos (mantas, almohadas, osos de peluche y otros parecidos), por ser blandos, suaves y
cálidos, son substitutos del pecho materno y constituyen las primeras propiedades "no yo" del
niño (ya que el pecho es una propiedad que el niñ o pequeño no distingue de sí mismo).

Por lo tanto, este objeto-substituto "de transición" pertenece a un espacio intermedio situado
entre la realidad psíquica interior, mágica (cuyo prototipo es la relación "mágica" con el pecho
materno) y la realidad externa, constituida por objetos compartidos con otros sujetos. El objeto de
transición es el prototipo de toda una serie de fenómenos indispensables para el equilibrio
psíquico incluso en la vida adulta. Son "fenómenos de transición" de la vida y la cultu ra adultas
todas aquellas "ilusiones" que no entran directamente en conflicto con la realidad: el arte, las
ideologías, el juego, los sentimientos religiosos, el soñar despiertos, el fetichismo de lo perverso,
robar, las toxicomanías y los talismanes de lo s rituales obsesivos. Todos ellos son el resultado
del proceso de desilusión que se inicia en la infancia cuando el niño se ve obligado a elaborar su
"desencanto", al no poder ya creer en la omnipotencia de la madre.

En el ensayo siguiente de Realidad y juego (1971), titulado "Soñar, fantasear y vivir", Winnicott
parte de un caso clínico para ilustrar la profunda diferencia existente, según su forma de ver las
cosas, entre el soñar y el vacío fantasear, en que el sujeto está psicológicamente disociado y es
incapaz de desarrollar una relación creativa con la realidad. En otros ensayos de este libro, el
autor elabora una auténtica teoría del "juego" y de la "creatividad", no considerados como fugas
de la realidad, sino como una etapa evolutiva hacia el abandon o de la imaginaria omnipotencia del
sujeto y como una iniciación a la realidad exterior, que sólo puede percibirse como espacio de
"inter-juego" entre distintos sujetos. Este espacio de juego potencial, que se desarrolla primero
entre el niño y la madre y después entre el individuo y la sociedad y entre el individuo y el mundo,
está relacionado con todas aquellas experiencias que inducen al individuo a nutrir sentimientos de
confianza.

Como consecuencia de este punto de vista teórico, que pone en primer pla no los fenómenos de
transición del juego, la creatividad y la ideología, la técnica psicoterápica de Winnicott se basa en
una actitud "permisiva", siendo índice de esta permisividad su tendencia a confiar en la iniciativa
terapéutica de los padres (guiados por el psicoterapeuta) más que en la intervención directa del
médico a propósito del niño perturbado; así lo indica su "respeto" por el síntoma, que es tolerado,
en lugar de "curado" de inmediato o impedido.

Se agrupa junto a los teóricos de las relacione s de objeto a causa de varias contribucio nes
71
COMPENDIO TEORIA PSICODINÁMICA
DAVID EDUARDO DÍAZ LÓPEZ

importantes. Winnicott indica que no resulta adecuado, ni conceptual ni clínicamente,


concebir a un bebé sin su madre. Esto restaura el balance interpersonal del psicoanálisis. Una
madre «suficientemente buena» (Winnicott, 1965) responde a las comunicaciones del bebé,
satisfaciendo sus necesidades en una zona óptima de frustración y gra tificación. Imponiendo sus
propias necesidades, una madre patológica forzará al bebé a crear un «falso self» para proteger s u
«verdadero self» . Por otro lado, una madre que acepte una autonomía creciente en etapas
graduales permite que el niño tenga sus propios asuntos aunque siga dependien do de ella. Bajo
tales circunstacias el niño puede ser él mismo en presencia de una mad re que no puede ser ella
misma cuando todavía están juntos. Winnicott llamó esto «la capacidad de estar solo» en
presencia de otra persona.
Winnicott también postulaba la existencia de una etapa intermedia de separación -
individualización durante la cual el niño se relaciona con «objetos transicionales» (Winnicott,
1953) que no son ni el «self» ni los otros, sino que forman parte de una zona intermedia. Esta
zona intermedia puede adoptar la forma de una manta o de un juguete , pero permanece con
nosotros a lo largo de la vida como un fenómeno que nos ayuda a hacer frente a nuestra soledad
y separación en el universo. De esta forma, en la vida adulta madura, la música, la creatividad
científica y la religión constituyen fenómenos transicionales o experiencias transicionales que no
son ni el «self» ni un objeto pero que actúan como un vínculo entre los dos (ver Winni cott, 1966).
ESQUEMA TEÓRICO
DONALD W. WINNICOTT, pediatra durante más de cuarenta años en Londres y psicoanalista
de indiscutible prestigio, se mueve, en sus planteamientos teóricos, dentro de los parámetros
generales de un psicoanálisis del self o, si se prefiere, del Yo-personal. Diríamos, entonces,
que, frente a una conceptualización del Yo como simple sistema personológico, plantea
decididamente la noción del Yo como persona, esto es, la idea básica del sujeto, único o
individual, que, como totalidad psicosomática, madura, crece y se organiza en el contexto de
las relaciones interpersonales. Tenemos así a WINNICOTT situado dentro de la órbita post-
kleiniana del psicoanálisis, muy cercano a FAIRBAIRN en muchos aspectos, y moviéndose, desde
luego, con una orientación claramente humanista.
Desde su punto de vista, no existe al nacer un Yo propiamente dicho, perfectamente
organizado, integrado, o estructurado. Lo que en realidad existe, para él, en ese momento, es un
estado primario no-integrado de la psique, que ya encierra, en potencia o en latencia, el germen
o la semilla de un Yo-personal, que habrá de irse evolutivamente actualizando a través de las
relaciones interpersonales. En este sentido, resulta obvio que el psicoanalista londinense habla,
entonces, de unas potencialidades innatas, existentes en el individuo, y de un medio ambiente,
objetal o personal, que cumple una función estructurante u organizadora. Las potencialidades
innatas del sujeto son, por consiguiente, constitucionales y enraizan, por supuesto, para
WINNICOTT, en los procesos biológicos de maduración. Por otra parte, el medio ambiente,
objetal o personal, puede resultar facilitante o frustrante con respecto al desarrollo, y de ello
depende, en realidad, la salud mental del individuo y, en conjunto, la fortaleza o la cohesión
de su personalidad. En último término, se pone de manifiesto, con claridad, que l a actualización y
la estructuración del Yo-persona es función de una incontrovertible dialéctica entre los
procesos de maduración y la acción del medio ambiente.
WINNICOTT alude, en su teorización, a un self-verdadero y a un falso-self. El self-verdadero
no es otra cosa que la cristalización o la realización del Yo latente y potencial del sujeto, que
para su actualización requiere y exige un medio facilitante, proveedor incondicional de afecto, de
apoyo, de confianza y de comprensión. El falso-self emerge, en cambio, de un medio frustrante,
72
COMPENDIO TEORIA PSICODINÁMICA
DAVID EDUARDO DÍAZ LÓPEZ

que no satisface las necesidades afectivas del niño y que obliga a estruc turar la
personalidad, en un enquistamiento del Yo-potencial, sobre una base de conformismo y, a
veces, sobre una base de rebelión agresiva contra el entorno. En el primer caso, esto es, cuando
el self se organiza sobre un fondo de conformismo, surge un tipo de personalidad
fundamentalmente mansa, dócil o sumisa. En el segundo caso, es decir, cuando el Yo se
estructura sobre una base agresiva de rebelión, nacen en el individuo tendencias psicopáticas o
tendencias criminales, más o menos virulentas y con uno u otro grado de expresividad.
De las formulaciones de WINNICOTT se deduce claramente que el self-verdadero, latente y
portencial, tiene una irreductible necesidad libidinal de encontrar relaciones objetales, o
interpersonales, satisfactorias, o buenas, y que su actualización requiere, por ende, el
cumplimiento, o la satisfacción, de tal necesidad afectiva. Se deduce, también claramente, que el
psicoanalista británico alude, entonces, por encima de la mera búsqueda de la satisfacción
pulsional, a un yo-buscador-de-objetos, tal y como lo formuló FAIRBAIRN en 1941. Finalmente, se
deduce, además, que WINNICOTT no cree, contrariamente a FREUD, en la pulsión de muerte,
innato e inextinguible; piensa, en cambio, que la destructividad del falso-self surge de la
coartación o de la frustración del Yo-en-potencia, buscador-de-objetos y libidinalmente-necesitado
e indigente.
D. W. WINNICOTT entiende, a partir de su dilatada experiencia como pediatra y como
psicoanalista, que la figura materna es, en los primeros tiempos de la vida, la figura esencial del
medio ambiente, de la cual depende que el infante pueda organizar una est ructura mental sana y
equilibrada, llegando a convertirse, con el tiempo, en una persona autónoma, libre, responsable
madura y creativa. De este modo la preocupación maternal primaria, emergente de la propia
autocon fianza y autose gurí dad de la madre, se convierte, para WINNICOTT, en la condición
básica para un desarrollo armónico. A la inversa, el fracaso materno en esta función constituye el
caldo de cultivo ideal para la estructuración de un falso-self, clave, por otra parte, de toda la
patología personológica.
Los cuidados maternos adecuados, esto es, la buena relación madre-hijo, proveedora de
confianza y de seguridad, configuran en el niño lo que WINNICOTT denominó la
relacionalidad básica del Yo. Se refiere, con este término, a la capacidad del bebé para
experimentar la soledad o, si se prefiere, la separación de la madre, sin hundirse, por ello, en una
vivencia de apartamiento o de desamparo.
Dicho de otro modo, la relacionalidad básica del Yo supone la potencialidad del infante para
tolerar la separación materna, sin perder el íntimo sentimiento de estar conectado con ella, desde
una irreductible confianza en su figura y en su retorno. Esta potencialidad arraiga en el adecuado
apoyo afectivo proporcionado por la madre, que, en los momentos de ausencia, queda
representada, en la mente infantil, por una confiable imagen mnémica, por un objeto simbólico o
por la gestalt del ambiente relacional en su conjunto.
En la línea de las realidades simbolizadoras de la madre, WINNICOTT introduce, en 1953, el
concepto, ya clásico en psicoanálisis, de objeto transicional. Se trata de un objeto material
elegido por el lactante y por el niño pequeño, especialmente entre los cuatro y los doce
meses, como una suerte de símbolo, manejable y virtuoso, que es utilizado fundamentalmente en
el momento de dormirse (una esquina de la sábana, una toalla, una felpa que chupetea, etcétera).
El niño mantiene una actividad y una relación oral con el objeto transicional, que significativamente
representa a su madre, ayudándole a recordarla en los momentos de ausencia, y posi bilitando, así,
la pervivencia de su imagen en la mente infantil. Desde el punto de vista de WINNICOTT, la
dinámica relacional establecida con el objeto transicional permite la transición, o el paso, del
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COMPENDIO TEORIA PSICODINÁMICA
DAVID EDUARDO DÍAZ LÓPEZ

primer vínculo oral materno hacia la verdadera relación objetal, netamente diferenciada y
sólidamente asentada. El objeto transicional constituye así, para el niño, la primera posesión
de algo que no es él mismo; a la vez, dentro de la primera experiencia de juego, constituye
también el primer símbolo empleado, con una fuerte carga afectiva, por la primitiva mente del bebé .
En definitiva, el objeto transicional, genéticamente situado, según WINNICOTT, «entre el pulgar y
el oso felpudo», queda conceptualizado con un alto valor estructurante en el proceso madurativo
de la personalidad.
Para resumir el esquema teórico de DONALD WINNICOTT, elaborado evolutivamente desde
1926, digamos, finalmente, que los conceptos-clave se sitúan en torno a la básica idea de una
totalidad psicosomática con un Yo-en-potencia, que se desarrolla, madura y se organiza, en
el contexto de las relaciones interpersonales. Este Yo potencial posee un impulso vital hacia la
búsqueda de objetos relacionales ; y de la dinámica, facilitante o frustrante, mantenida con los
mismos, depende, en último término, una actualización personal verdadera, libidinal, segura, y
confiada, o por el contrario, una falsa estructuración, conformista o agresiva. En definitiva, para
WINNICOTT, el Yo-potencial del niño sólo puede convertirse en un self-persona, más allá de la
simbiosis, del conformismo y de la rebelión, si, a partir del nacimiento, en el proceso de
individualización, el yo materno le aporta el apoyo y el calor afectivo necesarios. En esas
circunstancias, desde la básica relacionalidad creada, va surgiendo evolutivamente la madurez, la
identidad, la seguridad, la confianza y la capacidad libidinal de entrega. Por el contrario, la falta de
relacionalidad, originada desde una conexión inadecuada con la madre, y con el ambiente,
conduce al falso-self, a la indigencia, a la incertidumbre interior, al vacío mental, a los
sentimientos de futilidad y, por descontado, a la organización esquizoide de la personalidad.
WINNICOTT considera, por consiguiente, que la experiencia de relacionalidad personal es la
base de la salud mental, por encima de la mera experiencia de satisfacción instintiva o
pulsional. En este sentido, distingue perfectamente entre experiencias orgiásticas, o, si se
prefiere, orgásticas, esto es, referentes a la gratificación instintiva, y experiencias no-orgiásticas,
o, si se quiere, no-orgásticas, es decir, alusivas al cumplimiento satisfactorio de l a relacionalidad.
De este modo se entiende, según él, el hecho cotidianamente ob servado, de que un lactante
bioógicamente satisfecho de su mamada continúe, en cambio, asido al pecho materno más tiempo
del invertido en gratificar su hambre. Se comprende, desde WINNICOTT, que en este caso, como
en otros, opera motivacionalmente la irreductible necesidad de relación.

DESARROLLO TEMPRANO DE LA PERSONALIDAD:


A pesar de su desacuerdo con algunos de los conceptos de Klein, Winnicott incluyó muchas de sus ideas acerca
de la psicología de los primeros días de vida. Las observaciones del propio Winnicott como pediatra sugerían
que en los primeros cinco o seis meses de vida ocurre una serie de logros cognitivos y emocionales Sus
observaciones de bebés que exploraban la espátula lo convencieron de que los niños de cinco meses entendían
que el objeto que alcanzaban se localizaba en el espacio separado de sí mismos. Además, el niño que se lleva la
espátula a la boca por fuerza sabe que hay un "dentro de mí''. El hecho de que deja caer la espátula, de manera
deliberada, demuestra que "sabe que puede deshacerse de algo cuando ha obtenido de ello lo que desea” (l
945a, p.148).
Winnicott concluyó que .la posición depresiva de Klein implica desarrollos cognitivos y emocionales que no tienen
nada que ver con las maniobras defensivas en contra de la depresión. Empezó a describir lo que sucede
antes de la etapa de preocupación a los cinco o seis meses. A la larga determinó que el niño de cinco o seis
meses de edad, se ha desarrollado en tres áreas: integración de la personalidad, personalización y
realización.

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COMPENDIO TEORIA PSICODINÁMICA
DAVID EDUARDO DÍAZ LÓPEZ

A. INTEGRACIÓN DE LA PERSONALIDAD: DE LA CONFUSIÓN A LA PROTECCIÓN


Winnicott propuso la hipótesis que, desde el inicio mismo de la vida, la personalidad se encuentra en un estado
primordial de "no integración". De manera literal, Winnicott quería decir que en los primeros días de vida no
existe una persona que incorpore una personalidad integrada. Sólo existen necesidades biológicas y
potenciales. "Lo que existe es un montón de anatomía y fisiología y, aunado a esto, el potencial para
desarrollarse en una personalidad humana" (Winnicott, 1968a/1987, p. 89). Los bebés no integrados no se
comprenden a sí mismos o a los demás como personas completas. El significado de no integración es distinto al
del término desintegración, que se encuentra en una dimensión conceptual del todo diferente (la dimensión de la
psicopatología) en lugar de ocupar el extremo opuesto de la misma dimensión que no integración, el cual es un
término no patológico.
La integración de la personalidad empieza en forma rápida y espontánea después del nacimiento y para
avanzar sin complicaciones requiere dos conjuntos de experiencias. El primero es el mundo interno del bebé
de necesidades y pulsiones, las cuales a través de su repetición infinita se convierten en las rutinas estables de la
vida alrededor de las cuales puede formarse la personalidad. Las necesidades y pulsiones proporcionan
experiencias tranquilizadoras que le indican a uno que está vivo. En la medida en que la madre y otros
cuidadores satisfagan, de manera confiable, las necesidades del bebé, la supervivencia no es amenazada y
el proceso natural de integración avanza sin trabas. La repetición inexorable del despertar del apetito y la
satisfacción poco a poco se vuelve familiar y es bienvenida.
La segunda área de organización de la experiencia es el cuidado que recibe el niño. El bebé es tocado,
bañado, alimentado, mecido, nombrado, llamado por su nombre y abrazado.
Cada uno de esos eventos repetitivos ayuda a traer orden a la confusión interna. A partir de esos fragmentos
dispersos de necesidad, respuesta materna, mimos y cuidado predecible emerge una síntesis gradual de
identidad. "Yo” y "no yo" empiezan a tener significado para el niño. La madre puede brindar mimos físicos y una
especie de mimos emocionales o lo que Winnicott llamó sostén (holding). En la manera en que Winnicott usaba
el término, el sostén eleva al mimo al medio primordial de comunicación entre el bebé y la madre. Sostener al
niño, de manera segura en los sentidos físico y psicológico del término, permite que este bebé organice sus
impulsos, deseos y temores en experiencias predecibles.
La integración de la personalidad sigue evolucionando con el tiempo, pero la sensación de no ser del todo
completo no asusta al niño sostenido con seguridad.
B. PERSONALIZACIÓN: DEL ASEO AL DESTETE
La personalización satisfactoria da lugar al sentimiento de que el bebé está en su propio cuerpo. Tal como
Winnicott empleó el término, personalización es conseguir una personalidad al completar el proceso de
integración que consiste en tomar posesión del cuerpo en el que se encuentra y sentir cada vez más comodidad
con la posesión. Igual que con la integración, las necesidades biológicas y el cuidado materno dirigen el
proceso de personalización de modo que la personalidad en evolución tenga un "lugar" donde residir. La
atención de la madre al cuidado y aseo físico ayuda sutilmente al bebé a entender que tiene un cuerpo, que
reside en él y que en ocasiones lo controla. En resumen, el niño obtiene un sentido de personalización.
Dicho de otro modo, el bebé pormenoriza su inventario de equipo físico reconocible al personalizar cada
componente. La "persona" particular es yo y no yo. Por ejemplo: este dedo que hace cosquillas es mío
porque puedo llevarlo a mi boca para chuparlo, pero este dedo que hace cosquillas en mi barriguita no es mío
porque no puedo detenerlo. Esta cosa rosa que se mueve fuera de mi alcance es el dedo de mi pie, pero ésta
otra más grande que puedo alcanzar -y morder- no es mía porque no siento la mordida y porque papito es el que
grita.
Las personas esquizofrénicas y casi psicóticas, que pueden sentirse abruptamente incómodas con su propio
cuerpo o desarrollar el delirio de que no están en su cuerpo, en ocasiones experimentan una despersonalización.
Una variación menos patológica de la despersonalización es la creencia de que, de repente y de forma abrupta,
algo en el cuerpo es diferente, "no está bien” o "no es real". Una variación aún menos grave de la
despersonalización, que en realidad es un hecho común en la niñez, es la creación de compañeros imaginarios.
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COMPENDIO TEORIA PSICODINÁMICA
DAVID EDUARDO DÍAZ LÓPEZ

Algunos niños incluso usan al compañero imaginario como una defensa mágica para evitar las angustias de la
niñez asociadas con la alimentación, digestión, retención y expulsión (Winnicott, 1945a, p. 151).
C. REALIZACIÓN: DEL SUEÑO A LA MAQUINACIÓN
El tercer desarrollo importante de la personalidad es aprender a tener en cuenta la realidad externa. En lugar
de emplear el término psicoanalítico estándar de "prueba de realidad" Winnicott decidió llamar realización a este
logro y explicó cómo creía que puede lograrse dicha realización en la situación de ser amamantado. La madre y
el niño llevan cada uno a la situación de amamantamiento, sus propias capacidades y necesidades. La madre
lleva conocimiento, tolerancia y criterio adulto. El bebé lleva absoluta dependencia, necesidad y la disposición a
la gratificación alucinatoria. Las vistas, los sonidos, olores y tactos experimentados con cada alimentación real
enseñan al bebé lo que puede y no puede evocar cuando el objeto real está ausente, pero la necesidad real está
presente (1945a, p. 153). A la larga, luego de períodos importantes, la madre ayuda al niño a aceptar y tolerar
las limitaciones de la realidad y a disfrutar las satisfacciones reales que dicha aceptación hace posible.
En la fase más temprana de la vida, los objetos parecen actuar de acuerdo con leyes mágicas. El objeto existe
cuando se desea, se aproxima cuando uno se le acerca y se desvanece cuando no se desea. El
desvanecimiento es una experiencia aterradora para el niño porque representa la aniquilación. El niño progresa
desde este mundo irreal de magia al mundo real de las acciones planeadas.
El cambio del sueño a la maquinación es análogo a la naturaleza de los cambios en la relación del bebé con el
objeto. Al inicio, siguiendo a Klein, Winnicott propuso una etapa "implacable" previa a la etapa de preocupación
en la cual el niño espera que la madre tolere su agresividad en el juego. Sin la experiencia de un cuidador
tolerante, el bebé puede mostrar su crueldad sólo en estados disociados. En la vida posterior, esta crueldad
puede ser mostrada sólo en estados de desintegración marcados por la regresión abrupta al mundo primitivo y
mágico de la infancia. En resumen, las relaciones despiadadas con los objetos pueden reaparecer en las
psicopatologías de nivel psicótico.

IMPORTANCIA EN EL AMBIENTE: "NO EXISTE TAL COSA COMO UN BEBÉ"


Winnicott ubicó el desarrollo emocional del niño en lo que denominó la unidad madre - lactante: un niño en
relación con una madre.
La insistencia de Winnicott en que a los bebés sólo se les puede entender psicológicamente en relación con su
ambiente, en concreto la "madre abnegada común" fue una rectificación importante al acento, a menudo
unilateral, de Melanie Klein en las pulsiones del infante.
A. SOSTÉN: PREOCUPACIÓN MATERNA PRINCIPAL DE LA MADRE
Winnicott propuso la existencia de un estado psicológico especial denominado "preocupación materna principal",
que tiene entre sus características:
 Se desarrolla gradualmente y se convierte en un estado de sensibilidad agudizada durante el embarazo y
en especial al final del mismo.
 Dura unas semanas después del nacimiento del niño.
 Las madres no lo recuerdan con facilidad una vez que se recuperan de él. Yo iría más allá para decir que,
a menudo, se reprime el recuerdo que tienen las madres de este estado (Winnicott, 1956/1992, p. 302).

Winnicott pensaba que la preocupación materna principal proporciona un contexto adaptativo específico para que
su hijo recién nacido crezca y madure. La madre está sensibilizada al estado del recién nacido y tiene la
empatía para ponerse en el lugar del niño. Llega a conocer las necesidades y capacidades de su bebé como
conoce las suyas. En resumen, la preocupación materna principal da por resultado, una estrecha
identificación de la madre con su bebé (Winnicott, l 960/l 965a, pp. 147).
Por su parte, los bebés traen su constitución biológica, tendencias innatas de desarrollo (un funcionamiento del
yo libre de conflicto), movilidad y pulsiones. La empatía acentuada de la madre posibilita el tipo de comunicación
silenciosa que permite que se despliegue el "equipo innato" del niño, lo ayuda a experimentar por primera vez el

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DAVID EDUARDO DÍAZ LÓPEZ

libre movimiento y lo alienta a tomar posesión de su cuerpo y de sus sensaciones (personalización). En resumen,
la madre brinda una adaptación "lo suficientemente buena" a la absoluta dependencia del niño.
Winnicott agrupó las prácticas de cuidado materno bajo la etiqueta más general y metafórica de sostén. En su
sentido literal, la madre sostiene al niño en sus brazos de manera segura, mientras lo alimenta, lo asea y juega
con él. Esta estrecha e íntima cercanía física proporciona el nivel inicial y más básico del sostén. A un nivel
metafórico el sostén implica una serie de comunicaciones interconectadas, más emocionales, de la madre al
niño. El sostén comunica al niño que está vivo -"Soy visto y existo"- a medida que éste se siente reflejado en las
expresiones faciales y las reacciones de la madre (Winnicott, 1962c/l 965a, p. 61). A esas experiencias de
reflejarse es inherente la comprensión gradual del niño de que hay otro, alguien que no soy yo, que reacciona
ante mí. Como hemos visto, la integración de la personalidad obtiene su impulso de esas comunicaciones
de "sostén".
B. EL SOSTÉN Y LAS ANGUSTIAS INIMAGINABLES
El sostén proporciona una red de seguridad para que el niño sobreviva a los temores iniciales y más aterradores.
Influenciado de nuevo por Klein, Winnicott describió una serie de angustias inimaginables infantiles, o temores
primordiales, que datan de los primeros días de vida. A diferencia de Klein, Winnicott consideraba que esas
“angustias" eran fases normales del desarrollo y no un producto de la pulsión de muerte. Más importante, las
angustias inimaginables sólo son precursoras de la psicopatología cuando fracasan las funciones de
sostén de la madre. Sin embargo, por lo general, la combinación del sostén materno y la angustia inimaginable
conduce a la integración normal de la personalidad, a la personalización y a la realización. Las angustias
inimaginables son:
• Quedar deshecho
• Caer para siempre
• No tener relación con el cuerpo
• No tener orientación
• Aislamiento completo porque no hay medio de comunicación

Winnicott añadió el último elemento de la lista algunos años después de su planteamiento inicial (1962c/ l 965a,
p.58 y l 968a/ 1987, p. 99). El sostén materno es la totalidad del cuidado cariñoso, físico y emocional de la madre
que, para extender la metáfora de Winnicott, impide que el niño caiga en el abismo de la angustia inimaginable.
Winnicott señaló el paralelo con las interpretaciones de "sostén" del psicoanalista en terapia. Las palabras del
psicoanalista en ocasiones son menos importantes que el mensaje no verbal y espontáneo de que el analista y el
paciente están vivos y siguen siendo reales.
En el vocabulario de Winnicott, una madre lo suficientemente buena alienta y apoya que el niño "llegue a ser"
(Winnicott, 1956/1992, p. 303). La madre protege al niño de los "impedimentos", que son cualquier experiencia
que pone en peligro el "llegar a ser". Pueden surgir del ambiente externo u originarse en los fracasos ocasionales
de la madre para proporcionar un cuidado "lo suficientemente bueno". La satisfacción poco confiable de las
necesidades, la separación prolongada, la intolerancia a la necesidad y la agresión infantil, o la incapacidad para
hacer que el niño se sienta seguro son formas de impedimento porque amenazan el progreso normal y
espontáneo del desarrollo (Winnicott, 1968a/ 1987, p. 95). En esta parte de su teoría, Winnicott se enfoca en las
acciones de la madre que mejoran la formación sana de la personalidad. El bebé debe sentir la seguridad
suficiente para ser espontáneo, para poder tomar riesgos frente a las dificultades de la realidad, incluso para
poder "permitirse morir" (Winnicott, 1956/1992, p. 304). La madre lo suficientemente buena hace que la "vida
que por lo general es difícil" resulte tolerable, manejable y capaz de ser dominada.
El concepto de falso self (sí mismo) de Winnicott parece haber- se originado de dos fuentes. Primero,
Winnicott tenía un gran interés en el trabajo terapéutico con varios pacientes adultos con regresión que eran
psicóticos o casi psicóticos. En sus pacientes adultos esquizofrénicos o limítrofes vio reaparecer, de manera
exagerada, las necesidades de dependencia del bebé en una especie de escisión de la personalidad. En
particular, una paciente le describió a Winnicott que durante toda su vida había sentido que no era real y que
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DAVID EDUARDO DÍAZ LÓPEZ

había estado buscando su verdadero self (sí mismo) (1960c/1965a, p.142). Desde el punto de vista de la
paciente, los dos primeros años de su análisis habían sido conducidos entre lo que ella llamaba su "sí mismo
cuidador" y Winnicott. Este sí mismo cuidador había buscado tratamiento, protegió a la paciente durante las
primeras fases, transfirió gradualmente su función a Winnicott y rondaba alrededor para reasumir el cuidado
cuando Winnicott no logra "sostener" la seguridad de la paciente.
La segunda base del concepto de Winnicott del falso sí mismo fue su experiencia con niños al parecer alegres
que lo visitaban en el hospital. Sin embargo, esos niños habían sido llevados por sus padres para recibir
tratamiento psicológico, a menudo con descripciones maternas de problemas de depresión, desgano, enojo y
apatía. La marcada discrepancia. entre la observación directa y el reporte materno atrapó la atención de
Winnicott: “Me tomó años darme cuenta de que esos niños trataban de complacerme tal como sentían que
debían también complacer a sus madres para enfrentar su estado de ánimo depresivo. Enfrentaban o impedían
mi depresión o el posible aburrimiento en la clínica; mientras me esperaban hacían preciosos dibujos coloreados
o escribían poemas para aumentar mi colección. No tengo ninguna duda de que en muchos de esos casos fui
engañado hasta que al final me di cuenta de que los niños estaban enfermos y me estaban mostrando una
organización del falso sí mismo, mientras en su casa la madre tenía que tratar con el otro lado de la moneda; es
decir, la incapacidad del niño para contrarrestar durante las 24 horas el estado de ánimo de la madre. De hecho,
la madre tenía que soportar la odiosa familiaridad con la sensación del niño de haber sido explotado y de haber
perdido la identidad (Winnicott, 1969/1989, pp. 247-248).
Winnicott descubrió que algunos de esos niños complacientes habían desarrollado su falso sí mismo no sólo para
alegrar a sus madres deprimidas, sino también para esquivar su odio (1969/1989, p. 249; 1948d/1992, pp. 91-92).
Regresaremos en breve al concepto del odio inconsciente de la madre hacia su hijo. Sin embargo, por el
momento resulta provechoso advertir que Winnicott relaciona los conceptos de depresión materna, odio y falso sí
mismo.
C. ORÍGENES DEL FALSO SÍ MISMO: “LA MADRE QUE NO ES LO SUFICIENTEMENTE BUENA"
A la larga, Winnicott propuso que el propósito primordial del falso sí mismo es la defensa del verdadero sí mismo.
Es como una máscara o un caparazón que otros perciben como real. Y que puede ocultar por completo al
verdadero self (sí mismo).
El falso sí mismo se origina en los fracasos de la relación entre madre e hijo durante la fase previa a la
integración de la personalidad del niño (1960/l 965a, p. 145). La madre que "no es lo suficientemente buena"
no logra sostener a su bebé de manera segura y confiable. Puede permitir que la realidad externa sea un
"impedimento" para el mundo del bebé antes de que el niño esté listo. O puede interferir, de manera molesta, en
ese mundo de una forma que el niño no puede tolerar. Esos "errores" del cuidado materno fallan al niño de dos
maneras. Primero, la "madre que no es lo suficientemente buena" no valida o ayuda a hacer reales los gestos
espontáneos de su bebé. No refleja en sus respuestas su comprensión empática de las necesidades del niño ni
se maravilla con los éxitos del bebé. En términos de Winnicott: “La madre que no es lo suficientemente buena no
puede poner en práctica la omnipotencia del bebé y por eso fracasa repetidamente en conocer el gesto del niño;
en lugar de ello lo sustituye con su propio gesto al que debe dar sentido la conformidad del bebé. Esta
conformidad por parte del niño es la etapa más temprana del falso sí mismo y pertenece a la incapacidad de la
madre para sentir las necesidades de su hijo (l 960/1965a, p. 145)”.
El segundo fracaso de la madre que no es lo suficientemente buena es que no ayuda a su bebé a relacionar sus
gestos espontáneos con efectos observables en la realidad, incluyendo sus propias reacciones. Por tanto, el niño
es incapaz de alcanzar la etapa de abandonar el sentido de omnipotencia en un mundo imaginado o alucinatorio
en favor de tratar con el mundo real. En los casos extremos, donde los fracasos maternos ocurren desde el inicio
mismo de la existencia, la supervivencia del niño puede estar en duda. Sin embargo, más a menudo la madre
que no es lo suficientemente buena no es lo "bastante mala" para afectar del todo la supervivencia del niño. Más
bien, el niño se somete al ambiente materno creando la máscara del falso sí mismo.
A través de este falso sí mismo, el niño forma un conjunto falso de relaciones y por medio de introyecciones
consigue incluso una apariencia de ser real, por lo que el niño puede crecer para ser justo como su madre, su
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niñera, su tía, su hermano o quienquiera que domine la escena en ese momento. El falso sí mismo tiene una
función positiva y muy importante: ocultar al verdadero sí mismo, lo cual hace al cubrir las demandas del
ambiente (Winnicott, 1960/1965a, pp. 146-147).
En última instancia, los principales esfuerzos defensivos del falso self (sí mismo) se dirigen a proteger al
verdadero sí mismo de la explotación, manipulación y demandas injustas. De esta manera, se esquiva la
más "inimaginable" de todas las angustias: la aniquilación del verdadero sí mismo.
D. NIVELES DE ORGANIZACIÓN DEL FALSO SELF (SÍ MISMO)
Winnicott distingue cinco “niveles” diferentes de la organización de personalidad del falso sí mismo, los
cuales están organizados a lo largo de un espectro de gravedad que se extiende de la inadaptación grave a la
adaptación saludable común. Los niveles de organización del falso self (sí mismo) son:
d.1. INADAPTACIÓN EXTREMA: MÁSCARA
En este caso, el falso sí mismo se organiza como real y los observadores sólo ven y se relacionan con este
falso sí mismo real tal como éste controla las relaciones en el trabajo, el amor, el juego y las amistades. El
verdadero sí mismo está completamente oculto. Sin embargo, con el tiempo el falso sí mismo muestra signos de
fracaso porque la vida sigue presentando situaciones en que se requiere de la persona completa.
d.2. INADAPTACIÓN MODERADA: CUIDADOR
El falso sí mismo defiende al verdadero sí mismo e incluso funge como su protector o cuidador. El verdadero
sí mismo se reconoce vagamente como sí mismo potencial y se le permite, en términos de Winnicott, tener una
"vida secreta". La constante búsqueda de Winnicott de un resquicio de esperanza saludable se exhibe, con
mayor claridad, cuando escribió que el falso sí mismo moderadamente patológico es: ... el ejemplo más claro de
enfermedad clínica como una organización con un propósito positivo, la preservación del individuo a pesar de las
condiciones ambientales anormales (1960/1965a, p. 143).
d.3. ADAPTACIÓN MÍNIMA: DEFENSOR
El falso sí mismo puede funcionar como un defensor contra la explotación del verdadero sí mismo, ofreciendo
su tiempo hasta que puedan encontrarse las condiciones apropiadas para el surgimiento del verdadero sí mismo.
Si no se encuentran las condiciones seguras, el falso sí mismo puede defender al verdadero sí mismo de manera
literal hasta la muerte: suicidio. Cuando no hay esperanza de que el verdadero sí mismo pueda aparecer, con
seguridad, entonces el falso sí mismo puede movilizar el equivalente psicológico de una política de tierra
arrasada. El falso sí mismo intenta o comete suicidio con la intención paradójica de impedir la aniquilación del
verdadero sí mismo consiguiendo la destrucción absoluta de todo el sí mismo.
d.4. ADAPTACIÓN MODERADA: IMITADOR
Dentro de la personalidad se organiza un falso sí mismo, pero tiene como modelo a personas cariñosas,
productivas y protectoras. Aunque la persona siente como si en ocasiones no fuese del todo real o está en una
búsqueda continua de sí misma, el falso sí mismo compuesto de identificaciones benignas puede negociar una
vida muy exitosa.
d.5. ADAPTACIÓN: FACILITADOR
El falso sí mismo se organiza, de manera normal, como elementos ordinarios de socialización, incluyendo la
conducta educada, compostura personal, modestia falsa, pero encantadora y el control deliberado de los deseos
e impulsos personales. Sin este falso sí mismo benigno, una especie de álter ego sofisticado, el verdadero sí
mismo sin adornos no obtiene un lugar tan exitoso o tan satisfactorio en la sociedad.

E. EL VERDADERO SÍ MISMO: VIVACIDAD


El verdadero self (sí mismo), en opinión de Winnicott, es real, espontáneo y creativo. Se origina en la "vivacidad"
de los tejidos y funciones del cuerpo, en especial el latido del corazón y la regularidad de la respiración
(Winnicott, 1960/1965ª pag.148). Al principio, el verdadero sí mismo está ligado al proceso primario de
pensamiento del inconsciente y, por consiguiente, no responde a la realidad externa. En esencia, el verdadero
self (sí mismo) es sinónimo de la "experiencia de estar vivo".

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Si al inicio es poco más que la vivacidad sensorial motora, el verdadero sí mismo se hace más complejo y
desarrolla sus propias conexiones con la realidad. Al principio la realidad se entiende como una proyección del
mundo interno. Algo después, la realidad es en verdad “real” en el sentido de tener una existencia objetiva, fuera
del sí mismo. Por último, el fortalecido verdadero self (sí mismo) se vuelve capaz de tolerar dos clases de
rupturas momentáneas en la continuidad personal. Primero, después del surgimiento del verdadero sí mismo,
los traumas físicos como separaciones breves de la madre o las enfermedades físicas no tienen el efecto
devastador que tenían antes de ello. Segundo, las experiencias normales del falso sí mismo, como la de ser
enseñado a decir "gracias" cuando el niño apenas se siente agradecido, se toman con calma como parte de la
socialización común sin la integridad del verdadero sí mismo. En este sentido, todos desarrollamos una máscara
social normal o un falso sí mismo cuya función es proporcionar sometimiento superficial en los contextos sociales
en los que éste se requiere de manera rutinaria (Winnicott, 1964d/l 986, p.67). Al funcionar de esta forma, el
falso sí mismo es un compromiso social.
Entre el sueño y la realidad debe encontrarse un nivel de funcionamiento intermedio del falso sí mismo localizado
entre el compromiso sano y la defensa patológica. La gente que desarrolla un sí mismo dócil, un sí mismo capaz
de manipular símbolos y el lenguaje puede usar sus habilidades para representar papeles, de manera deliberada,
amena y convincente en el mundo del teatro. El falso sí mismo se convierte en una sublimación del verdadero sí
mismo en lugar de un defensor. Sin embargo, cuando la escisión entre el verdadero y el falso sí mismo es
grande, la persona se empobrece en el uso de símbolos, lenguaje y habilidades culturales.
El mayor peligro del falso self (sí mismo) exitoso es ser demasiado exitoso. Al ocultar al verdadero sí
mismo, el falso sí mismo puede sepultar tan profundo sus potencialidades que deja de ser accesibles y ya no
constituyen el núcleo de lo que la persona "está por ser". Irónicamente, un falso sí mismo "demasiado exitoso"
puede resultar en la destrucción del verdadero sí mismo que originalmente fue creado para impedir.

F. OBJETOS TRANSICIONALES Y FENÓMENOS TRANSICIONALES


Un objeto transicional, en la opinión de Winnicott, es cualquier cosa (incluso una parte del cuerpo del
niño, como el puño o el pulgar) con el que el niño se relaciona (Winnicott 1959/1989, p. 53), es decir, en palabras
de Winnicott, “la primera posesión no-yo" del niño. Muy pronto, el puño cerrado del niño es explorado en la
boca con la lengua y los labios, de manera muy parecida a como se exploraron y se comprendieron el pecho o el
biberón. Más tarde en el desarrollo, algunos objetos externos (como sonajas y juguetes de peluche) se
convertirán en objetos transicionales con los cuales el bebé establece una relación, orientado por la ayuda
delicada de la madre receptiva.
Al principio, cuando se despiertan las necesidades del bebé, éstas proporcionan sus propios objetos según se
requiera (el puño o el pulgar en la boca). En ocasiones, el llanto del niño y otras señales de aflicción instigan a la
madre a proporcionar el pezón o el biberón. Desde el punto de vista del niño, el mero deseo de tener algo, es lo
que en verdad ocasiona la satisfacción de ese deseo. Al niño le parece que el deseo subjetivo es suficiente para
crear la gratificación.
De este modo el bebé tiene una sensación de omnipotencia mágica. En algunas ocasiones, el niño
"invocará" una imagen de lo que desea y, puesto que la madre sensible está compenetrada y puede interpretar
las señales de curiosidad o malestar de su hijo, proporciona de una manera aparentemente mágica el objeto
exacto que se desea: un osito, la sonaja, una frazada o cosas similares. Winnicott llama "momento de ilusión" a
esta satisfacción al parecer mágica de un deseo.
Al principio, la madre por medio de una adaptación casi total permite al bebé la oportunidad para tener la
ilusión de que el pecho es parte del niño y que está, por así decirlo, bajo el control mágico del niño. Lo
mismo puede decirse en términos del cuidado general del infante, en los tranquilos momentos entre los alborotos.
La omnipotencia es casi un hecho de la experiencia. La tarea posterior de la madre es la desilusión gradual
del niño, pero no tiene esperanza de éxito a menos que haya podido darle oportunidad suficiente para la ilusión.

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En otras palabras, el pecho es creado una y otra vez por el niño de su capacidad para amar o (se podría decir)
de la necesidad. En el bebé se desarrolla un fenómeno subjetivo, al que llamamos el pecho de la madre. La
madre pone el verdadero pecho justo en el momento correcto y en el lugar donde el bebé está listo para crear.
Además del pecho, el bebé reconoce vagamente que otros "objetos" (como un osito o la frazada favorita) no
pertenecen a su cuerpo ("no-yo"). Sin embargo, no necesariamente se comprende del todo que pertenecen al
mundo exterior o a otra persona (Winnicott, 1971, p. 2). Dichos objetos son transicionales en el sentido de:
• Lugar: tienden un puente entre lo interno y lo externo.
• Agencia: tienden un puente entre la omnipotencia alucinatoria y la dependencia de un agente externo real.
• Separación: tienden un puente entre no-yo y yo.
Para Winnicott, lo importante no es el objeto en sí, sino el proceso de transición entre la alucinación
subjetiva y la prueba de realidad objetiva. Esos objetos no son del todo mágicos ni del todo reales. Son
transicionales.
“He introducido los términos "objeto transicional” y "fenómeno transicional” para designar el área intermedia de
la experiencia, entre el pulgar y el osito, entre el erotismo oral y la relación objetal verdadera, entre la
actividad creadora primaria y la proyección de lo que ya ha sido introyectado, entre el desconocimiento
primario de la deuda y el reconocimiento de la misma (decir: ¡gacias! [es decir, "gracias"]) (Winnicott,
1951/1992, p. 230).”
De este modo, para Winnicott, los objetos y los fenómenos transicionales son en esencia intermediarios entre la
realidad y la ilusión, marcas en el camino de la completa aceptación de lo real. Sin embargo, existen "reglas de
propiedad" acerca de los objetos transicionales que el niño ejerce con cuidado:
• El bebé asume derechos sobre el objeto, y estamos de acuerdo con esta suposición. No obstante, desde
el inicio alguna derogación de la omnipotencia es un rasgo.
• El objeto es abrazado con afecto, así como amado y mutilado con impaciencia.
• Nunca debe cambiar, a menos que sea cambiado por el bebé.
• Debe sobrevivir al amor pulsional y también al odio, y, si es una característica, a la agresión pura.
• Con todo, al infante debe parecerle que le da calidez, que se mueve, tiene textura o hace algo que parece
demostrar que tiene vitalidad o realidad por sí mismo.
• Desde nuestro punto de vista viene del exterior, pero no desde el punto de vista del bebé. Tampoco viene
del interior; no es una alucinación.
• Su destino es permitir que sea gradualmente descatectizado, de modo que en el curso de los años se
convierta en algo no tanto olvidado sino relegado al limbo. Con esto quiero decir que, en la salud, el objeto
transicional no "va al interior" y el sentimiento sobre él no necesariamente es reprimido. No se olvida ni se
llora su pérdida, pierde significado ... (Winnicott, 1951/1922, p. 233).

Winnicott supuso que, al menos para algunos niños en ciertas circunstancias, el objeto transicional servía como
el símbolo de un objeto parcial. Es decir, un pedazo de la frazada apreciada para algunos niños podría simbolizar
el pecho que alimenta; para otros podría simbolizar las heces (1951/1992, p. 236). Pero el propósito fundamental
sigue siendo el mismo: los objetos transicionales son las primeras herramientas del niño para superar la
brecha entre la ilusión de la creación mágica de los objetos deseados y la desilusión de que dichos
objetos tengan su propia existencia.
A la larga el niño aprende a distinguir entre "yo" y "no yo", entre "interno" y "externo", y entre ilusión y realidad. La
realidad en la forma de frustración y obstáculos externos se da a conocer por sí misma, y la propia madre se
convertirá en un objeto real con el cual el niño establece una relación mutua. De esta relación saldrán
importantes comprensiones psicológicas acerca de la confianza en sí mismo, la confianza en otros y cómo
relacionarse con la gente.

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HEINZ KOHUT

ALGUNOS DATOS BIOGRAFICOS

Heinz Kohut nació en Viena en al año 1913 murió en Chicago en 1981. Ya egresado de la
facultad de medicina y habiendo tenido una experiencia analítica con A. Eichorn, emigró a Chicago donde se
especializó en neurología. Algunos biógrafos recuerdan que en el servicio de neurología solían llamarlo “Mr.
Ciencia”. Ya en su nueva ciudad adoptiva continuó su análisis con Ruth Eissler, se va alejando de la
neurología y comienza a formarse en psiquiatría y psicoanálisis en el Instituto de Psicoanálisis de Chicago en
1944. Luego de egresar dictó por muchos años el seminario de teoría freudiana que muchos de sus alumnos
recodaban sus enseñanzas por sus conocimientos y la rigurosidad en la comprensión de los textos freudianos.
Institucionalmente ocupó el cargo de Presidente de la Asociación Psicoanalítica Norteamericana (1964-
65), y la vicepresidencia de la Asociación Psicoanalítica Internacional (1965-73) también fue vicepresidente de
los Archivos S. Freud (1971-81).
El año 1966 podemos considerarlo como una bisagra en su pensamiento y en sus inquietudes teóricas,
que comienzan a orientarse claramente hacia la problemática narcisista. En un congreso Panamericano de
Psicoanálisis, presenta en Buenos Aires un trabajo donde planteó por primera vez un concepto que
llegaría a ocupar un lugar central en su obra, si el narcisismo se transforma en formas maduras darán
como resultado: la empatía, la sabiduría, el humor y la aceptación de la finitud de la vida. Aquel que
quiera consultar este artículo lo encontrará publicado en Psicoanálisis de las Américas (Paidós, 1968).
Durante esa época también publicó: “Formas y transformaciones del narcisismo” y “Reflexiones sobre la furia
narcisista”, clásicos trabajos para todos aquellos interesados en el estudio de la Psicología Psicoanalítica del
Self, teoría que siendo el su primer investigador cuenta en la actualidad con muchos seguidores en todo el
mundo psicoanalítico.

GENERALIDADES

Fue Kohut quien nos alertó acerca del prejuicio existente en el mundo psicoanalítico sobre el tinte peyorativo
que suele teñir la noción de narcisismo en comparación con el amor objetal, ya que el primero, para algunos
psicoanalistas representaría:"...la más primitiva y la menos adaptativa de esas dos formas de
distribución de la libido...", como afirmó en 1968 en “Formas y transformaciones del narcisismo”.
Según Kohut ésta posición empobrece la práctica clínica, ya que los analistas intentan reemplazar el
narcisismo por el amor objetal, cuando a decir de él"...se descuida la meta más adecuada, esto es un
narcisismo transformado, es decir, una distribución de la libido narcisista y la integración de las
estructuras psicológicas primitivas en la personalidad madura...".(“Formas y transformaciones del
Narcisismo”).

A Kohut no sólo le interesa el estudio del narcicismo cuando está en equilibrio, sino también, cuando hay
perturbaciones del mismo, cuando se rompe el equilibrio. Partiendo del concepto de narcisismo primario,
considera dos caminos en los que se diferenciará: el Self grandioso y la Imago parental idealizada.
También, y como transformaciones del narcicismo propone, como dijimos antes: la creatividad del
hombre, su capacidad de empatía, su capacidad para aceptar su propia finitud, su sentido del humor y su
sabiduría.

Sostiene que el narcisismo tiene su línea evolutiva independiente volucionando de las formas más
primitivas hasta las más maduras. En éste trayecto, si bien los factores innatos son importantes, él va a

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COMPENDIO TEORIA PSICODINÁMICA
DAVID EDUARDO DÍAZ LÓPEZ

poner más atención en la interacción específica del niño con su medio, interacción ésta que promoverá o
impedirá la cohesión del self y la formación de estructuras psíquicas idealizadas.
Es importante destacar que Kohut plantea dos línea evolutivas separadas : la narcisista y la
instintivo-objetal, y que ambas se relacionan con la actitud que los padres tengan con el niño.
En relación a esto último, nos advierte que : "...Así como a veces los padres se relacionan con el niño en una
empática fusión narcisista y viven la organización psíquica infantil como parte de la propia, en otras ocasiones
lo tratan como si el niño fuera un centro independiente con iniciativa propia, es decir, lo invisten con libido
objetal..." (Reflexiones sobre el narcisismo y la furia narcisista).
La concepción de una línea evolutiva independiente para el narcisismo cuyo desarrollo permite la
adquisición de aspectos adaptativos, maduros y culturalmente valiosos nos permite observar la actitud positiva
que Kohut tiene para el narcisismo. Entonces al narcisismo lo concibe como:"...una serie integral e
independiente de funciones psíquicas antes que un producto de la regresión..."(Reflexiones sobre el
narcisismo y la furia narcisista).
El papel que Kohut ha desempeñado para la conceptualización del narcisismo es de fundamental importancia
en el psicoanálisis actual:"...cuando Ornstein compara la hipocresía victoriana ante la sexualidad con la actitud
que se encuentra hoy ante el narcisismo, nos hace pensar que tal vez Kohut ha hecho por éste lo que Freud
hizo por aquella.
Tal vez una de las contribuciones más revolucionarias de Kohut al estudio del narcicismo es haberle
quitado su carácter de "resistencia", atribuyéndole una fuerza positiva rescatable. Esta interpretación del hecho
narcisista permite favorecer su manifestación en lugar de combatirla, favoreciendo de este modo el despliegue
de estructuras arcaicas tales como el self grandioso y la imago parental idealizada, cuyo análisis es
imprescindible para un funcionamiento cohesivo del self" (Hoffmann, 1982).

NARCISISMO Y ESTRUCTURACION DEL SELF

Anteriormente puntualizamos algunos de los conceptos sobre narcisismo con que Kohut comienza a elaborar
sus teorías. No obstante y en función de la claridad, podemos afirmar que al narcisismo lo define, siguiendo
a Hartmann como catexias del self.
Para Kohut el Self, a diferencia de estructuras como el Yo, el Ello y el Superyó que son abstracciones
relativamente alejadas de la experiencia, es algo cercano a la experiencia directa y de bajo nivel
de abstracción. Si bien está en el aparato mental, no es una instancia sino una estructura dentro
del aparato, porque está catectizada pulsionalmente y tiene continuidad temporal.
Puede haber representaciones del self en cada instancia, ya sea en el Yo, el Ello o el Superyó, y todas estas
representaciones son el self. Todas estas consideraciones lo llevan a Kohut a afirmar que: "Por lo tanto el self,
análogamente a lo que sucede con las representaciones de objeto, es un contenido del aparato mental sin ser
por ello uno de sus constituyentes, es decir no es una instancia del aparato mental" (Análisis del Self).
Hasta aquí podemos observar una primera definición del self. Algunos años después realiza algunas
reconceptualizaciones, que lo llevan a afirmar que el self es el centro del universo psicológico del individuo,
definiendo a este último como "self en sentido amplio".
Por lo tanto tenemos dos definiciones de self que se complementan, la primera es el "self en sentido
estricto" que se refiere a representaciones, estructuras, catexias, etc.; y la segunda como ya vimos el "self en
sentido amplio".
No obstante Kohut nos alerta acerca de la dificultad para definir al self, así como, dicho concepto está
cercano a la experiencia: "...Mis investigaciones contienen cientos de páginas sobre la psicología del sí-
mismo, a pesar de lo cual jamás asignan significado inflexible al término sí-mismo, jamás explican cómo debe

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DAVID EDUARDO DÍAZ LÓPEZ

definirse su esencia. Pero admito este hecho sin contrición ni vergüenza. El sí-mismo, sea que se lo conciba
dentro del marco de la psicología del sí-mismo en el sentido estrecho, como una estructura específica en el
aparato mental o, dentro del marco de la psicología del sí- mismo en el sentido amplio del término, como el
centro del universo psicológico del individuo es, como toda realidad -realidad psíquica (los datos sobre el
mundo que percibimos a través de nuestros sentidos) o realidad psicológica (los datos sobre el mundo
percibido mediante la introspección y la empatía)- incognoscible en su esencia. No podemos, mediante la
introspección y la empatía, penetrar en el sí-mismo per se; solo son accesibles sus manifestaciones
psicológicas introspectiva o empáticamente percibidas. La exigencia de una definición exacta de la
naturaleza del sí-mismo no tiene en cuenta el hecho de que "el sí-mismo" no es un concepto de una ciencia
abstracta, sino una generalización derivada de datos empíricos,..."; "...por último, podemos distinguir diversos
tipos de sí-mismos y explicar sus rasgos distintivos sobre la base del predominio de uno u otro de sus
elementos constitutivos. Podemos hacer todo eso, pero aun así seguimos sin conocer la esencia del sí-mismo
como algo distinto de sus manifestaciones..." (La restauración del sí-mismo).

DESARROLLO DEL SELF

Descritas ya algunas nociones acerca del self, debemos abordar como se constituye y se desarrolla el mismo.
En principio cabe la pregunta acerca del momento en que se constituye el self.
Para Kohut y Wolf, como nos recuerdan en su artículo “Los trastornos del self y su tratamiento”: "Resulta
difícil determinar la edad en la que el bebé o el niño pequeño adquieren un self. Para empezar, cabe suponer
que, en términos estrictos, el recién nacido todavía carece de un self.

Llega al mundo fisiológicamente preadaptado para un ambiente físico específico -la presencia de oxigeno, de
alimentos, de cierta gama de temperaturas - fuera del cual no puede sobrevivir. Del mismo modo, la
supervivencia psicológica requiere un medio psicológico específico, esto es, la presencia de objetos del self
capaces de dar respuestas empáticas. Es en la matriz de un medio particular de objetos de self
donde, mediante un proceso específico de estructuración psicológica llamada internalización transmutadora,
cristaliza el self nuclear del niño" (Kohut y Wolff, 1978, pag. 339). En esta última cita se hace mención a
algunos conceptos centrales en la psicología psicoanalítica del self como son los objetos del self y la empatía.

OBJETOS DEL SELF


Como anteriormente habíamos señalado Kohut, siguiendo a Hartmann, definía al narcisismo como cargas del
self, pero también debemos considerar que amplió la concepción de narcisismo cuando afirmó que no lo va a
definir por el objetivo de la carga instintiva (o sea que cargue al sujeto o a objetos) sino por la cualidad de la
carga.
Así es como afirma que: "El niño pequeño, por ejemplo, inviste otras personas con catexias narcisistas y por lo
tanto las experimenta en forma narcisista, es decir como objetos del self" (Análisis del Self).
Por lo tanto objeto del self es algo que es parte de sí mismo, algo que ha sido cargado con
catexias narcisistas.
Kohut describió dos tipos de objetos del self:
a) aquellos que dan respuesta al niño confirmando su sentido innato de vigor, grandeza y perfección. Este
objeto "reflejante" es el que Kohut ubicará más adelante relacionado con las ambiciones;
b) aquellos objetos a los cuales el niño mira y con los que fusionándose le brindan una imagen de calma,
infalibilidad y omnipotencia. a este objeto lo llama Imago parental idealizada y lo ubica relacionado con los
ideales.

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DAVID EDUARDO DÍAZ LÓPEZ

CONSTITUCIÓN DEL SELF


Para Kohut la constitución del self se irá desarrollando paulatinamente a través de un proceso que él
denominó Internalización transmutadora. Este proceso muestra las fases sucesivas de la relación del niño
con sus objetos del self, cómo se va separando de los mismos y qué destinos tendrán las cargas con que
habían sido catectizados esos objetos.
Básicamente la internalización transmutadora presenta tres etapas que se suceden:
a) el niño tiene que haber hecho la experiencia de satisfacción de la necesidad correspondiente a la
fase del desarrollo: la especular con el objeto reflejante y la idealizadora con el objeto parental idealizado.
b) necesariamente se tiene que producir una frustración tolerable con ese objeto, entonces el niño considera la
retracción de la carga.
c) esta frustración debe ocurrir en un momento apropiado a la fase del desarrollo por la cual pasa el niño.

Como se pude entender este proceso?


Hoffmann, en la “Psicología psicoanalítica del self” lo describe de la siguiente manera: "... si un chico
necesita que su padre sea alguien infalible, omnipotente, calmo, con quien se puede fusionar y experimentar
su calma como un sostén para sus ansiedades, y en cuya fuerza todopoderosa puede confiar para remediar
su propia impotencia, en un momento dado lo frustra (es decir no responde como el chico espera) se produce
el retiro de la carga. Si esto sucede a los 5 ó 6 años, es decir luego de innumerables experiencias anteriores
satisfactorias, dentro de la declinación del Edipo y una frustración de un momento tolerable, se
cumplen los tres requisitos enunciados y el chico abandona ese aspecto parcial del objeto del self, lo
internaliza y construye con esas representaciones y esas mismas cargas un trozo de su estructura interna, que
será el residuo despersonalizado de un aspecto parcial de la relación narcisista con un objeto del self".

Este proceso de internalización transmutativa por lo tanto lleva a la formación de estructuras que
producirán reconocimiento, protección, confort, aprobación, estimulación, valoración, confianza, etc.,
todos estos aspectos que antes los cumplían los objetos del self.
Como consecuencia de este proceso, Kohut afirma que en el segundo año de vida se establece el núcleo
del self (sí-mismo nuclear) que, como concluye en “La restauración del si-mismo”: "constituye la base de
nuestra sensación de ser un centro independiente de iniciativa y percepción, integrado con nuestras
ambiciones e ideales más básicos y con nuestra experiencia de que el cuerpo y la mente constituyen una
unidad en el espacio y un continuo en el tiempo". Todo lo recién citado va a formar el sector central de la
personalidad.

La psicología psicoanalítica del self ante el fracaso del narcisismo del bebé describe tres variantes,
una son las elecciones de objeto; otra la formación del self grandioso que se hace depositario de
la omnipotencia primitiva y por último la formación de la imago parental idealizada que también
recibe los residuos del narcisismo primitivo.

El self grandioso se interrelaciona con su objeto reflejante, y este último conforma (de manera
especular) el sentido innato de vigor, grandeza y perfección del self, que lo busca a través de conductas
exhibicionistas y de búsqueda de aprobación. Para Kohut esta interrelación se da especialmente con la
madre o mejor dicho, con el objeto del self maternal.
El bebé también se interrelaciona con la Imago Parental idealizada que le dará la imagen de calma,
infalibilidad y omnipotencia con la cual fusionarse y calmar así sus ansiedades.

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COMPENDIO TEORIA PSICODINÁMICA
DAVID EDUARDO DÍAZ LÓPEZ

La primera interrelación, o sea entre el self grandioso y su objeto reflejante, constituye el Polo de las
ambiciones y la segunda interrelación forma el Polo de los ideales. A todo esto Kohut lo llama la
Estructura Bipolar del Self Normal. Entre estos polos se crean tensiones, denominadas "arco de tensiones".
En este arco de tensión se darán los distintos talentos y habilidades de un individuo, que estarán constituidos
por la tensión que se crea entre el polo de las ambiciones y el polo de los ideales.
Kohut define el arco de tensión, en “La restauración del si-mismo”, como: "la corriente constante de
actividad psicológica concreta que se establece entre los dos polos del sí-mismo, es decir, las actividades
básicas de una persona a las que se ve "impulsada" por sus ambiciones y "guiada" por sus ideales"
Cuando la estructuración del self se produce sin graves alteraciones, o sea cuando no han habido graves
fallas en las distintas etapas del proceso de internalización transmutativa, las características del self normal
serán su cohesión, vitalidad y funcionamiento armónico.
La patología altera estas características, y por lo tanto de un self cohesivo puede haber
variaciones hasta llegar a su fragmentación; de ser vital, tener distintos grados de debilitamiento y de
un funcionar armónico padecer de diferentes grados de desorganización hasta llegar al caos.
Las fallas en la constitución del self bipolar normal se pueden dar en cualquiera de las etapas del proceso de
internalización transmutadora.**

OBJETOS DEL SELF Y MADURACIÓN


En principio se debe comprender que la relación del individuo con los objetos del self no termina con la
maduración. También los adultos necesitan verse reflejados y tener objetos idealizados, pero todo esto
forma parte de la relación objetal madura con sus objetos. No obstante debemos tener en cuenta que las
primeras experiencias con los objetos del self son fundamentales en relación al modo en que se experimentará
al self en los diferentes períodos de la vida, al respecto Kohut nos dice en “Reflexiones sobre el
narcisismo y la furia narcisista”: "...así como las experiencias pulsionales-objetales del período edípico se
convierten en el prototipo de nuestras relaciones instintivo-objetales posteriores y constituyen la base de
nuestras debilidades y fortalezas específicas en esta área, del mismo modo, las experiencias durante el
período de formación del self se convierten en el prototipo de las formas específicas de nuestra vulnerabilidad
y seguridad posteriores en el campo narcisista, de los altibajos de la autoestima, de nuestra mayor o menor
necesidad de alabanzas, de la fusión con figuras idealizadas y de otras formas de sustentación narcisista, así
como de la mayor o menor cohesión de nuestro self durante los períodos de transición, sea en el que lleva a
la latencia, en la temprana o tardía adolescencia, en la madurez o en la vejez".

Kohut Y Wolff en “Los trastornos del self y su tratamiento” explican claramente la dinámica del self con sus
objetos: "La fortaleza de estos tres principales constituyentes del self***, la elección de sus contenidos
específicos, la naturaleza de su relación -por ejemplo, cuál de ellos terminará por predominar- y su progreso
hacia la madurez y la realización potencial a través de acciones creativas, están menos sometidos a la
influencia de aquellas respuestas de los objetos del self nuclear de esos objetos.

En otras palabras, lo que influye sobre el carácter del self del niño no es tanto lo que los padres hacen sino
lo que son. Si los padres no tienen conflictos con sus propiasnecesidades de brillar y triunfar en la medida
en que es posible gratificarlas en términos realistas, si, en otras palabras, la autoconfianza de los
padres es firme, entonces el orgulloso exhibicionismo del self incipiente del niño encontrará una
respuesta de aceptación. Por duros que sean los golpes a los que la grandiosidad del niño está expuesta
frente a las realidades de la vida, la sonrisa orgullosa de los padres mantiene vivo un resto de la

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omnipotencia original, que se conservará como núcleo de la autoconfianza y la seguridad interna con respecto
a la propia valía que sustentan a la personalidad sana durante toda la vida. Y lo mismo puede decirse con
respecto a nuestros ideales. Por grande que sea nuestra desilusión a medida que descubrimos las
debilidades y limitaciones de los objetos del self idealizados de nuestra vida temprana, su autoconfianza
cuando nos sostenían, su seguridad cuando nos permitían fusionar nuestro self ansioso con su tranquilidad, a
través de sus voces serenas o de nuestro estrecho contacto con sus cuerpos relajados cuando nos tenían en
sus brazos, permanecerá como el núcleo de la fortaleza de nuestros principales ideales y la serenidad que
experimentamos a medida que vivimos nuestra existencia orientada por nuestras metas internas".

**
Fallas aisladas en cualquiera de las etapas del proceso de internalización transmutadora no producen patología. Tiene que haber reiteración de fallas
de parte de los objetos del self, y esto sucederá, como afirma Kohut, cuando los padres padecen fallas en la propia estructura de su self. Por lo tanto va a
depender si los objetos fallan en forma reiterada, que se den o no cuadros patológicos. También se debe considerar cual de los objetos
del self es el que ha fallado, la falla de cada uno de los objetos del self que intervienen, a través de su interrelación con el niño, en la constitución del self
normal, producirá cuadros clínicos con características propias.
El cuadro clínico variará de acuerdo a la frecuencia y magnitud del fallo del objeto del self y también al momento evolutivo en que se produzca.

***
Los autores se refieren al Polo de las ambiciones, al Polo de los ideales y al arco de tensión existente entre ambos Polos.

LA CLÍNICA EN LA PSICOLOGÍA PSICOANALÍTICA DEL SELF

Cómo dijimos antes Kohut fue el primero en eliminar el prejuicio peyorativo que existía en el mundo
psicoanalítico en relación al concepto de narcisismo, al no considerarlo sólo relacionado a la patología, a
la resistencia. Podemos considerar que ha sido un precursor en señalar la existencia de un narcisismo
trófico o poiético (que alimenta), que forma estructura. Tampoco lo concibió como secundario al amor objetal,
secundario en el sentido que se debería tratar de
combatir al narcisismo para llegar al amor objetal. Según Kohut esto último empobrecía a la clínica, de
acuerdo a los observables clínicos que él iba recogiendo de la población de pacientes que lo consultaban.

Entonces Kohut empezó a trabajar sobre el narcisismo y llegar a conclusiones novedosas a partir de
observables clínicos. Estos cuadros clínicos son los que él, después de agruparlos de acuerdo a
características determinadas, llamó Trastornos Narcisistas de la Personalidad, que se convertirían en un
conjunto de conceptos nucleares en la obra de Kohut.

Kohut señalo que el sujeto actual está más asociado a lo que él llamo el “hombre trágico” que al
“hombre culpable”. Culpable, es el sujeto del Edipo, el que estructura al Superyó con culpa, víctima
del conflicto. Trágico, es el sujeto de la contemporaneidad, el que sufre de vacío, lo que van a
encontrar en la literatura psicoanalítica descrito como el sujeto víctima del déficit.
En la próxima clase veremos que Green planteó que ya no estamos en la época de Edipo sino en la época de
Hamlet, que la problemática pasa por el ser y el no ser. A esto se refiere Kohut cuando describe al sujeto
trágico, el del vacío.
Hasta ahora lo que venimos desplegando, entonces, se refiere a la constitución y desarrollo del self
normal. En este punto debemos interiorizarnos en los procesos que sobrevienen cuando no se dan las
condiciones normales, vale decir, que nos dedicaremos a estudiar la clínica y la psicopatología del self.

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COMPENDIO TEORIA PSICODINÁMICA
DAVID EDUARDO DÍAZ LÓPEZ

Las fallas en la constitución del self bipolar normal se pueden dar en cualquiera de las etapas que hemos
señalado cuando hablamos del proceso de internalización transmutadora.
Ahora bien, como ya dijimos antes, fallas aisladas en cualquiera de las etapas del proceso de internalización
transmutadora no producen patología. Tiene que haber reiteración de fallas de parte de los objetos del self, y
esto sucederá, como afirma Kohut, cuando los padres padecen fallas en la propia estructura de su self. Por
lo tanto va a depender si los objetos fallan en forma reiterada, que se den o no cuadros patológicos. También se
debe considerar cual de los objetos del self es el que ha fallado, la falla de cada uno de los objetos del self que
intervienen, a través de su interrelación con el niño, en la constitución del self, producirá cuadros clínicos con
características propias.
El cuadro clínico variará de acuerdo a la frecuencia y magnitud del fallo del objeto del self y también al momento
evolutivo en que se produzca.
Repitamos: las características del self normal son su cohesión, vitalidad y funcionamiento
armónico.
La patología altera estas características, y por lo tanto de un self cohesivo puede haber
variaciones hasta llegar a su fragmentación; de ser vital, tener distintos grados de debilitamiento y de
un funcionar armónico padecer de diferentes grados de desorganización hasta llegar al caos.

Kohut describe dos mecanismos a los cuales el aparato psíquico recurre ante fallas en el desarrollo del self,
que son las estructuras defensivas y las estructuras compensatorias. Ambas estructuras tienen por
finalidad cubrir el defecto estructural del self.
Las estructuras defensivas sólo cubren el defecto del self y las compensatorias, por compensación, atenúan las
consecuencias del defecto.
Con respecto a las estructuras compensatorias se puede pensar por ejemplo, que si se ha producido un
defecto en el polo de las Ambiciones- Exhibiciones, porque fallo la función reflejante del objeto del self, se va
a producir una compensación en el polo de los ideales y en ese caso el sujeto intenta compensar las
deficiencias de la autoestima persiguiendo objetivos que se vinculan a ideales.
La psicología psicoanalítica del self ha hecho una clasificación de los cuadros psicopatológicos que se
relacionan con las ideas que ha desarrollado acerca del self, y a esto nos vamos a dedicar en el punto
siguiente.

Trastornos secundarios y primarios del self

Los trastornos secundarios del self son aquellas reacciones que algunos sujetos, teniendo un self bien
constituido, padecen en determinadas circunstancias vitales. Un self bien estructurado tolera bien los cambios
que en la autoestima producen tanto los éxitos como los fracasos, con sus correspondientes emociones
(alegrías o desesperanzas).
Kohut también coloca dentro de estos trastornos secundarios las reacciones ante un padecimiento físico y
también las incapacidades que acompañan a una neurosis estructural.
Los trastornos primarios del self abarcan varios cuadros clínicos que tienen relación con la severidad
y naturaleza del daño que ha sufrido el self. Por ejemplo, si el self ha sufrido daños permanentes y
prolongados, mostrará diversos grados de fragmentación, de debilitamiento y desorganización dando lugar a
la emergencia de todos los síntomas que corresponden a una psicosis. Estos son los cuadros en que la
interacción con los objetos del self ha sido crónicamente deficiente, fundamentalmente en sus respuestas
especulares.
También dentro de los trastornos primarios del self se ubican los estados fronterizos, que del mismo modo
padecen de fragmentación, debilitamiento y desorganización del self en forma permanente y prolongada, pero
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a diferencia de las psicosis, las manifestaciones clínicas que corresponden al déficit de estructuración del self
se encubren con múltiples defensas.
Con respecto a los trastornos primarios del self que recién hemos descrito no nos extenderemos más, para
así poder centrarnos en el estudio de aquellos trastornos primarios que de alguna manera han significado el
nacimiento y el desarrollo de la psicología psicoanalítica del self, los que se han llamado:

TRASTORNOS NARCISISTAS DE LA PERSONALIDAD

Los pacientes que entran dentro de este grupo diagnóstico padecen de gran vulnerabilidad narcisista,
son personas que tienen dificultades para tolerar los fracasos, las postergaciones y las dificultades corrientes.
Son muy susceptibles y el problema mayor reside en la dificultad que tienen para regular la autoestima.
Los trastornos psicopatológicos de estos pacientes se pueden agrupar en cuatro Esferas:

a) sexual: falta de interés; fantasías perversas; fantasías más que actividades; actos perversos;
actuaciones eróticas; etc.
b) social: inhibiciones laborales; incapacidad de formar o mantener vínculos significativos;
actividades delictivas; actuaciones; conductas llamativas; etc.
c) psicosomática: preocupaciones hipocondríacas acerca del cuerpo y la mente; trastornos
neurovegetativos; modificaciones circulatorias periféricas; etc.

d) aspectos personales: falta de humor, de empatía por otras personas;mentiras patológicas; rabietas;
etc.
Aunque todos estos elementos que hemos enumerado tienen valor, para Kohut el diagnóstico de trastorno
narcisista de la personalidad se hace fundamentalmente por el tipo de transferencia que despliegan estos
pacientes. Por lo tanto el diagnóstico definitivo del trastorno del self y del tipo al que pertenece, se hará de
acuerdo al tipo de transferencia que se instale.
Este tema, el de los tipos de transferencia, lo desarrollaremos más adelante. Para ir adelantando, Kohut
describe básicamente dos tipos de transferencias: la especular y la idealizadora que se relacionan con
el polo del self nuclear que se encuentra afectado. Describe un tercer tipo: la transferencia gemelar, en
la cual no nos detendremos.

SÍNDROMES DE LA PATOLOGÍA DEL SELF

Ahora vamos a abocarnos a la descripción de algunos cuadros que resultan clínicamente útiles para la
identificación de las distintas alteraciones en la constitución y desarrollo del self que estamos tratando en
esta clase.

Self subestimulado: Por la ausencia en la infancia de respuestas estimulantes de parte de los objetos
del self son personas que carecen de vitalidad, padecen de tedio y apatía. Estas personalidades
recurren a diferentes estímulos que les provocan una pseudo-excitación que evita la sensación de vacío.
Por ejemplo en la esfera sexual recurren a actividades promiscuas, perversiones; y en la esfera no sexual
a adicciones, juego por dinero y además tienen un estilo de vida que se caracteriza por la
hipersociabilidad. Ahora bien, debajo de estas estructuras defensivas y compensatorias se encuentra una
depresión vacía.

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COMPENDIO TEORIA PSICODINÁMICA
DAVID EDUARDO DÍAZ LÓPEZ

Self fragmentado: Es un estado que surge por la ausencia de respuestas integradoras por parte
de los objetos del self en la infancia. Son pacientes que reaccionan con síntomas de fragmentación frente a
desilusiones poco importantes. Por ejemplo: estas personas ante desaires triviales en su vida cotidiana
responden con una profunda pérdida del sentido de la continuidad de su self en el tiempo y de su
cohesión en el espacio. Todo esto produce una profunda ansiedad y preocupaciones hipocondríacas.

Self sobreestimulado: Se relaciona con respuestas no empáticas excesivas e inadecuadas, como


dicen Kohut y Wolf: “con respecto a la fase por parte de los objetos del self en la infancia, sea con respecto
a las actividades del polo exhibicionista grandioso del self incipiente del niño o a las actividades del polo que
tiene que ver con los ideales, o a ambos”. Estos son pacientes en los cuales la producción y la creación les
producen temor por sus intensas ambiciones que “habían permanecido atadas a fantasías grandiosas no
modificadas”. (Kohut y Wolf)

Self sobrecargado: En este síndrome ha fallado el objeto del self omnipotente, no brindándose para que el
self pueda fusionarse con la serenidad del mismo. Esto determina la ausencia de la capacidad de
autotranquilizarse que tienen los sujetos normalmente y que los protege de sentirse traumatizados por la
difusión de las emociones, especialmente la ansiedad.

El mundo para estos pacientes es peligroso, hostil y en algunas oportunidades nos hacen pensar en
cuadros paranoicos. Son suspicaces, hipersensibles a los estímulos externos que en ciertas oportunidades
los viven como ataques.

Aparte de los síndromes que recién hemos descrito, Kohut también describe una tipología de
personalidades narcisistas que se observan con frecuencia. De forma resumida haremos una enumeración
de algunos de estos:

TIPOS DE PERSONALIDADES NARCISISTAS:

Personalidades hambrientas de espejo: Son personas que buscan objetos que los admiren y
confirmen como dice Kohut, su “self famélico” . Buscan llamar la atención para defenderse de la sensación
que les produce la falta de autoestima. Buscan continuamente objetos del self que los atiendan y los
confirmen. Como se puede observar, en la descripción de estas personalidades, la falla se ubica en la
interrelación del self con el objeto del self reflejante.
Personalidades hambrientas de ideal: Buscan intensamente objetos del self a los cuales admirar ya sea
por su prestigio, inteligencia, poder. etc. Aquí la falla se debe ubicar en la interrelación del self con la
Imago Parental Idealizada.
Personalidades hambrientas de fusión: Tienden a controlar a sus objetos del self debido a la falta de
estructura psíquica, relacionada esta falta a las alteraciones producidas por la deficiente interrelación del
self con el objeto especular o idealizado. Son personas con un self muy debilitado que necesitan objetos del
self en lugar de una estructura del self. Viven a los otros como a su propio self y justamente por esto último
les cuesta tolerar la independencia de los objetos y necesitan la presencia constante de los mismos.

El objetivo terapéutico en los trastornos narcisistas de la personalidad es la rehabilitación funcional de la


estructura del self deficiente. Estas deficiencias se despliegan y se repiten a lo largo del proceso
psicoanalítico, a través de transferencias particulares que se dan en estos cuadros.

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COMPENDIO TEORIA PSICODINÁMICA
DAVID EDUARDO DÍAZ LÓPEZ

Transferencias narcisistas (Transferencias tipo objetos del self)


Kohut describió básicamente dos tipos de transferencias que corresponden a la reactivación de las
estructuras defectuosas del self, algo así como que por regresión se aborda el punto en el cual se detuvo
el proceso normal constitutivo del self. De esta manera se intenta reencauzar el proceso de desarrollo a
través de la transferencia.
Como ya citamos antes. Los tipos de transferencia son: la transferencia idealizada y la especular, ambas
llamadas por Kohut transferencias con objetos del self.

La transferencia idealizada se despliega por reactivación de la Imago Parental Idealizada. La regresión


durante el proceso analítico reactiva aquel objeto y lo transfiere en el analista, que es vivido como un objeto
del self, y lo que se observa en el tratamiento es la necesidad del paciente de compartir la fuerza y la calma
de un objeto del self admirado. Este tipo de transferencia permite, por reactivación de objetos y por la
elaboración de la misma, que se formen estructuras psíquicas a través del proceso que ya estudiamos y que
se conoce como internalización transmutadora.

La transferencia especular es el resultado de la reactivación del self grandioso, que como vimos antes,
es aquel residuo del narcisismo primario que se interrelaciona con el objeto reflejante. En el proceso
analítico se despliegan aquellas necesidades vinculadas al exhibicionismo del self que busca aceptación y
confirmación de la grandiosidad y perfección.
De estas formas de transferencia debemos agregar que Kohut distingue a su vez, algunas variedades
dentro de las mismas así como también conceptualiza la contratransferencia que aparece en estos procesos
psicoanalíticos.

LA EMPATÍA

En “Instrospection, empathy and the semi-circle of mental health”, H. Kohut emplea el término
“empatía” en tres sentidos:

a) Como instrumento para obtener información sobre el psiquismo.


b) Como un poderoso lazo emocional entre las personas.
c) Como parte de su método terapéutico.

En lo que sigue, nos centraremos en la empatía como parte de la terapia analítica, de acuerdo al
punto de vista de Kohut.
La aplicación terapéutica de la empatía desde la perspectiva de la Psicología Psicoanalítica del
Self implica una posición técnica y clínica que debe respetarse rigurosamente. En la psicoterapia
es sin lugar a dudas una condición necesaria para la específi ca comprensión y explicación de la
subjetividad del paciente al posibilitar una ampliación y profundización del abordaje de las
experiencias subjetivas.
Dentro del estatus científico actual de la Psicología del Self , la noción de empatía en sus
distintas facetas está lo suficientemente elaborada como para diferenciarla netamente de las
frecuentes simplificaciones, distorsiones, generalizaciones, tergiversaciones y uso inapropiado que
ha llevado a autores como Stefano Bolognini a decir, refiriéndose a la proliferación de escritos

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DAVID EDUARDO DÍAZ LÓPEZ

sobre la empatía: “...el tema sufrió un crecimiento geométrico, y la empatía se convirtió en la meta
ideal del analista, una especie de piedra filosofal multiuso, potencialmente capaz de resolver
cualquier dificultad clínica y de influir profundamente en el curso de una gran variedad de
controversias teóricas de modo que, actualmente, a juzgar por los informes clínicos, si el analista
“empatiza”, su trabajo parecería mitad hecho.” (Bolognini, 1997).
El concepto de empatía recorre el edificio teórico de la psicología del self desde su memorable
trabajo de 1959, “Introspección, empatía y psicoanálisis”, donde Kohut plantea la diferenciación de
los modos de observación introspectivo y extrospectivo, hasta el artículo póstumo “Introspe cción,
empatía y el semicírculo de la salud mental” en que se destaca el valor esencial de la empatía en
toda relación humana.. El giro que postula Kohut desde una postura observacional extrospectiva,
adecuada para la exploración del mundo exterior, hacia una postura empático-introspectiva, idónea
para la exploración del mundo interior, trajo como consecuencia una redefinición del psicoanálisis
como una “Psicología pura” al despojarla de todo matiz sociológico o biológico ya que estas
ciencias utilizan el método observacional extrospectivo. Para Kohut la única forma de tomar
contacto con los estados mentales complejos -el objeto del psicoanálisis- es a través de la
aproximación empático-introspectiva (1959, 1971). En su forma clínica, es decir, de manera
sistemática y prolongada, resulta esencial tanto para la comprensión como para la explicación de
esos estados mentales complejos (1984).
Desde el inicio de sus trabajos sobre el tema, Kohut dejó claramente establecido que él no
postulaba una nueva clase de empatía sino que lo que aportaba al psicoanálisis era una nueva
teoría que posibilitaba una mejor utilización de la misma. No obstante e stas puntualizaciones,
reiteradas en diversas oportunidades, se la confunde con amor, compasión, simpatía,
complacencia, sentimentalismo o intuición. Otras veces se consideran como conceptos
equivalentes la empatía y el entonamiento o sintonía afectiva, pe ro desde el punto de vista clínico
conviene diferenciarlas.

En la sesión analítica la aproximación empática generalmente comienza con un contacto de tipo


extrospectivo con algún elemento discernible de la conducta del analizado y, a partir de ese
elemento, se trata de sintonizar con la motivación subjetiva del mismo; pero en la medida en que
no tenga una característica sistemática y prolongada no se trata de una verdadera “inmersión
empático-introspectiva”. Al respecto Paul Ornstein utiliza una metáfora sumamente esclarecedora.
Dice que la sintonía afectiva es como una llave que permite abrir la puerta del mundo interno del
paciente, al que asimila a una habitación que permanece a oscuras, pero aclara que la sintonía no
es todavía la luz que iluminará el contenido de esa habitación. La luz es la empatía (Ornstein,
1990). La empatía, a diferencia de la sintonía que se alcanza en forma preconsciente y rápida, se
adquiere mediante un sistemático y prolongado esfuerzo, mediante ensayo y error, lentamente, con
altibajos y luchando contra dificultades propias de la conformación psíquica del analista y de sus
contratransferencias. Pero las dificultades, por si fueran pocas, no terminan con el escuchar;
también las hay en el “decir”, o sea, la interpretación empáti ca.
No siempre es posible determinar con algún grado de certeza si lo que se le interpretó al paciente
fue experimentado por éste como empático, o sea, si se sintió comprendido. Únicamente sus
respuestas, cualesquiera sea su naturaleza, nos darán indicios al respecto.
Así como el modo de escucha empático, tal como lo conceptualiza la Psicología del Self, es
frecuentemente mal entendido, lo mismo sucede con el otro elemento de la “Unidad Terapéutica
Básica” es decir, el modo empático de interpretación (Kohut, 1984). Goldberg aclara este punto de
la siguiente manera: “El analista no consuela activamente, interpreta el anhelo del analizando de
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DAVID EDUARDO DÍAZ LÓPEZ

ser consolado, el analista no funciona activamente como espejo, interpreta la necesidad de


respuestas confirmadoras. El analista no admira o aprueba activamente expectativas grandiosas,
explica su papel en la economía psíquica. El analista no cae en silencio pasivo; explica por qué
sus intervenciones son percibidas como intrusivas. Por supuesto la mera presencia del ana lista, o
el hecho de hablar, o, especialmente, el hecho de comprender, todo ello posee efecto de consuelo
y confirmación del self sobre el paciente y así son interpretados (destacado en el original). Por lo
tanto, el clima analítico que hace posible el tra bajo analítico, se toma en sí mismo objeto de
interpretación analítica (Goldberg, 1978).
Las presentaciones de casos clínicos a través de los cuales Kohut ilustraba sus intelecciones son
numerosísimos y en todos ellos la empatía, siempre, juega un papel e sencial.

El reanálisis del Sr. “Z” le permitió a Kohut poner a prueba sus nuevos puntos de vista. Una parte
esencial de esta nueva construcción teórica consistía en la aplicación sistemática y prolongada del
modo empático-introspectivo de observación y explicación. Una diferencia importante, respecto al
primer tratamiento fue que en éste el abordaje interpretativo tenía como objetivo el logro de insight
por parte del paciente mientras que en el segundo lo básico era el modo empático de comprensión
y explicación.
Fue el empleo sistemático y consistente de esta nueva herramienta conceptual la que permitió
descubrir que lo que parecía ser una estructura edípica patológica era un anhelo profundo y casi
insondable de la presencia de un padre fuerte que brindar a amparo y al cual por lo tanto se lo
pudiera idealizar y utilizar para escapar del encierro opresor al que se veía sometido por parte de
una madre posesiva que aniquilaba cualquier intento del Sr. Z por delimitarse e independizarse. En
la reconstrucción del desarrollo patológico del Sr. Z, Kohut destaca el impacto de la personalidad
patógena de los padres, donde la ausencia de empatía era uno de los rasgos distintivos,
valorándolo como un elemento determinante de la psicopatología del paciente. (Kohut, 19 79).

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DAVID EDUARDO DÍAZ LÓPEZ

JOHN BOWLBY
APUNTE BIOGRÁFICO
Bowlby emerge de una infancia no demasiado feliz y que logra organizar su vida de un modo que
suena envidiablemente coherente con su teoría del apego: una comunidad de amigos, intelectuales
de izquierda, muchos de ellos figuras prestigiosas de su época, ag rupados en una “tribu” (así la
llamaba la mujer de Bowlby) que comparten vivienda y vivencias durante muchos años.

Es un analista británico cuyo interés en el desarrollo temprano se vio re alzado al tratar a niños sin
hogar por culpa de la Segunda Guerra Mundial. A partir de su conocimiento e interés por la
etología, Bowlby estaba de acuerdo con Fairbairn en que en el momento del nacimiento, el niño
era buscador de objetos. También afirmó que en el nacimiento había un im pulso de vinculación
independiente primario que no era anaclítico, que se apoyaba en la supervi vencia fisiológica pero
que era autónomo, independiente y tenía fases propias. Bowlby (1958) ofrece cinco respuestas
que conforman la conducta de apego: succionar, agarrarse, seguir, llorar y sonreír, que son pautas
de conducta específicas de los humanos. Funcionando casi de forma inde pendiente, pero sinérgica,
cada uno de ellos tiene una trayectoria específica y alcanza su nivel más alto en meses diferentes
a lo largo de los primeros años de vida. Los componentes de la conducta de apego influyen en el
desarrollo de la esfera cognitiva así como en la formación de la estructura del carácter.
La teoría de Bowlby convierte en centrales las relaciones entre padre e hijo y coloca a las
relaciones de objeto en un lugar paralelo más que subor dinadas a las necesidades de
descarga del impulso pulsional.
Bowlby, al postular que entre las motivaciones que unen a un hijo con su madre se encuentran, no sólo el
sexo y la nutrición, estudiados por Freud, sino, también, el apego, sentó las bases del paradigma etológico-
empírico que el psicoanálisis ha intentado encontrar y que consolida una parte considerable de sus postulados
teóricos.
La Teoría del Apego se ha constituido, en los principales círculos psicoanalíticos, como un fuerte pilar que
fundamenta las principales hipótesis teóricas y dota de sentido biológico su método terapéutico.
Bowlby reinterpreta a Freud: Un sueño del historial de Juanito cuestiona la teoría de Freud, según criterio de
Bowlby. El sueño de este infantil sujeto, ha sido criticado por Bowlby y por muy diferentes autores, por la excesiva
importancia que Freud dio al componente pulsional, relegando a un segundo plano al objeto. Para Bowlby el
sueño de Juanito, quien transmite en el mismo la idea del abandono por parte de su madre (Juanito refiere en
relación a su sueño: “cuando dormía pensaba que tu estabas lejos y yo no tenía ninguna mamita para hacer
cumplidos”), es un sueño de angustia de separación fundada en el temor a ser abandonado por la madre,
mientras que Freud lo consideró un sueño de angustia motivada por el miedo del niño a un castigo por los deseos
sexuales hacia la madre.
De modo esquemático, y en relación al sueño de Juanito, las diferencias entre ambos autores son:

FREUD BOWLBY
Sueño de angustia Sueño de angustia
Sueño como realización de deseo sexual Sueño como temor al abandono
Edipo Apego
Angustia de castración Angustia de separación
Factor predominante endógeno (pulsional) Factor predominante exógeno (amenazas
maternas)
Paradigma económico – pulsional Paradigma de supervivencia

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COMPENDIO TEORIA PSICODINÁMICA
DAVID EDUARDO DÍAZ LÓPEZ

No obstante, la corriente psicoanalítica que toma como guía el análisis de las relaciones objetales del sujeto, ha
rescatado para sí, la Teoría del Apego de Bowlby. Esta teoría ofrece soporte a esta parte del actual psicoanálisis
que son las relaciones de objeto, dotándola, además, de un marco biológico para la investigación en el cerebro
en crecimiento del niño, al tomar como modelo de estudio cerebral, el de los mapas y cartografía neuronal. Este
modelo es individual para cada persona y toma como base, a su vez, el mecanismo de selección neuronal de
Edelman, aceptado y seguido por la gran mayoría de los psicoanalistas actuales.
Consideramos que la Teoría del Self no supone más allá que el modelo de desarrollo del mismo en el marco del
establecimiento progresivo de la interiorización-individuación de la madre, lo que, corresponde a la maduración
del vínculo y el establecimiento de relaciones objetales maduras e independientes en relación a los sujetos que
constituyen el entorno de esa persona. De este modo, se constata como la Teoría del Apego permite
conceptualizar de forma objetiva, contrastable, con base etológica y sustrato orgánico, la tendencia de los seres
humanos a crear fuertes lazos afectivos con determinadas personas, en particular, y explica, desde las primeras
relaciones de objeto del sujeto (madre-niño) los diferentes Trastornos de Personalidad que no corresponden, ni
se explican, por el fallo del desarrollo de la libido, que promueve la teoría clásica psicoanalítica, ya que algunos
de los Trastornos actuales de la Personalidad corresponden, de forma clara, a un mal establecimiento y
desarrollo del vínculo entre el niño y la figura de apego.
En este marco, se puede comprender el desarrollo, no sólo de la patología de las relaciones de objeto y de la
constitución del self, también se puede comprender el modo de relación terapéutica ofertado por el modelo del
vínculo y basado en la aceptación y empatía con el sujeto para, desde la relación de vínculo con el terapeuta,
completar, junto a él, su desarrollo emocional y lograr su maduración e independencia respecto a los demás y a
nosotros.

LA TEORÍA DEL APEGO


La teoría del apego es una forma de conceptualizar la tendencia de los seres humanos a crear
fuertes lazos afectivos con determinadas personas en particular y un intento de explicar la
amplia variedad de formas de dolor emocional y trastornos de personalidad, tales como la
ansiedad, la ira, la depresión y el alejamiento emoci onal, que se producen como
consecuencia de la separación indeseada y d e la pérdida afectiva”.
A. Un paradigma psicoanalítico
“Lo esencial del paradigma propuesto por Bowlby es que supone que los dolores, alegrías y el
significado del apego no pueden ser red ucidos a una pulsión secundaria... Su intención era
postular un nuevo concepto de conducta pulsional dentro de la cual la necesidad de formar y
mantener relaciones de apego es primaria y diferenciada de la necesidad de alimentación y de la
necesidad sexual”.
“El modelo de Bowlby difiere del modelo de Freud en tres aspectos:
 En el modelo de Freud, el apego es secundario con respecto a las gratificaciones oral y
libidinal. En el modelo de Bowlby, el apego es primario y tiene un estatus propio.
 En el modelo de Freud, el niño se halla en un estado de narcisismo primario, cerrado
con respecto a los estímulos del mundo externo... En el modelo de Bowlby, el individuo
está activamente comprometido desde el principio en un contexto intersubjetivo...
 En el modelo de Freud, la conducta pulsional es activada por una carga de energía que,
una vez incrementada hasta cierto nivel, necesita descargarse. En el modelo de Bowlby,
la conducta pulsional es activada tanto por condiciones internas como externas cuando
la función que cumple es requerida”.

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COMPENDIO TEORIA PSICODINÁMICA
DAVID EDUARDO DÍAZ LÓPEZ

B. Sistemas conductuales y motivación


Bowlby llamó sistemas conductuales a un conjunto funcional y motivacional encargado de la
satisfacción y regulación de las necesidades básicas. Se pueden observar los siguientes:
- El sistema de apego.
- El sistema de afiliación (a grupos).
- El sistema de alimentación.
- El sistema sexual.
- El sistema exploratorio.
“Cada sistema puede ser activado en un determinado momento en respuesta a ciertos estímulos
internos o externos. Algunos sistemas pueden ser activados al mism o tiempo y de manera
sinérgica:un ejemplo sería la activación conjunta de los sistemas de apego y sexual en la relación
de pareja. Los sistemas de apego y exploratorio, en cambio, son mutuamente excluyentes” .
C. Un modelo evolutivo
“Bowlby usó el término vías evolutivas... Dentro de este marco de referencia, la personalidad
humana es concebida como una estructura que se desarrolla incesantemente a lo largo de una u
otra vía, entre una serie de distintas vías posi bles. Se cree que todas las vías comienzan juntas,
de manera que, al ser concebido, un individuo tiene acceso a un amplio abanico de vías
potenciales y puede transitar a lo largo de cualquiera de ellas. A partir de ahí, la elección del
camino estará determinada por la interacción entre el individuo y el ambiente. Esta concepción del
desarrollo está basada en un modelo interactivo... La psicopatología se ve, no como el resultado
de fijaciones o regresiones, sino como resultado de que el individuo haya tomado una vía por
debajo del desarrollo optimo, justo al comienzo o en algún punto durante el transcurso de la niñez
o la adolescencia (como consecuencia de privación, maltrato, trauma o de pérdida)”.
Bowlby se dio cuenta de que era necesario un nuevo modelo e volutivo para sustituir al freudiano
(fases de la libido) y al kleiniano (posiciones esquizo -paranoide y depresiva).
D. Una teoría de la internalización y de la representación
“La teoría del apego reconoce el hecho de que el modelo de interacción entre el niño y sus padres
(que tiene lugar en un contexto social) tiende a convertirse en una estructura interna, o sea, en un
sistema representacional”. Los modelos representacionales se construyen en la experiencia de
estar con los cuidadores en edades tempranas y a lo largo de la niñez y adolescencia. Tienden a
fijarse en estructuras cognitivas estables.
“Bowlby (1988) dijo que existe una fuerte evidencia de que la forma que adquieren estos modelos
operativos internos está basada en las experiencias reales de l a vida del niño, es decir, de las
interacciones día a día con sus padres”. Este es un tema fascinante y, por lo que yo sé, todavía no
suficientemente aclarado. ¿Qué grado de correspondencia hay entre la “realidad histórica” y la
“realidad narrativa”? La memoria procedimental ¿estará más cerca de la “verdad histórica” que la
memoria episódica y semántica? En todo caso, es de notar que Bowlby se sitúa del lado de los
analistas que, con todos los recaudos, tienden a creer en sus pacientes. Es una posición que
contrasta mucho con la que sostiene que al paciente no se le puede creer, que siempre deforma,
que es imposible saber a ciencia cierta cómo fueron sus padres y allegados en la infancia.

E. Una teoría de la angustia

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COMPENDIO TEORIA PSICODINÁMICA
DAVID EDUARDO DÍAZ LÓPEZ

“Bowlby considera la angustia como una re acción a las amenazas de pérdida y a la inseguridad en
las relaciones de apego. Esto ocurre frecuentemente cuando el sujeto es llevado implícita o
explícitamente a creer que no es nada ante los ojos del otro significativo”.

TEORÍA DEL APEGO: FUNDAMENTOS, DESDE LAS PULSIONES Y LA ETOLOGÍA, SOBRE LA RELACIÓN
MADRE-HIJO
El comportamiento, o mejor dicho, la disposición de apego, se define como toda conducta por la cual un
individuo mantiene, o busca proximidad y contacto (lazo afectivo), con otra persona, considerada como
más fuerte o de carácter protector. Se caracteriza también, por la tendencia a utilizar al cuidador principal
como base segura, desde la cual explorar lo desconocido y hacia la cual retornar como refugio en momentos de
alarma. Esta disposición, es producto de la selección natural darwiniana, ya que en la medida que el apego
contribuyó a la supervivencia de la especie, fue seleccionado naturalmente. Como tal, el apego no es un instinto,
es una preprogramación, una tendencia que precisa del ambiente para organizarse .

La existencia de una relación de vínculo positiva permite una maduración personal, la tolerancia de sentimientos
negativos como la ansiedad, la pena, la tristeza o la rabia, así como la maduración referente a la relación que el
sujeto mantiene con los demás, al haber contado el niño con una figura de contención en sus inicios .

Bowlby se interesó en el tema a partir de la observación de diferentes problemas emocionales en niños


separados de sus familias. Luego, Bowlby, para el desarrollo de su teoría, tomó conceptos de diferentes
disciplinas como la observación de la conducta, el Cognitivismo, la Biología. A su vez, partió de los trabajos de
Lorenz sobre la conducta instintiva de patos y gansos, que le dio la clave para atribuir este modo de tendencia a
los hombres, ya que era común a casi todos los mamíferos. La observación de situaciones de separación
prolongada, le permitió clasificar la reacción de los niños a este suceso en diferentes etapas:

1- Etapa inicial de protesta. Se manifiesta por una marcada preocupación por la ubicación de las figuras de
apego.
2- Fase de desesperación. Fase de llanto débil y desesperanza.
3- Etapa de desapego. Caracterizada por apatía y desinterés.

Un buen apego incluye dos aspectos:


- Base segura y exploración. La principal variable, para la existencia y desarrollo de un buen apego, es la
capacidad de los padres para propiciar al niño una base segura y animarlo a explorar el mundo y las cosas
desde ellos.
- Además de Bowlby, los trabajos de Mary Ainsworth permitieron diseñar un procedimiento de laboratorio
conocido como “la situación extraña” e identificar tres patrones de respuesta en los niños:

1. Apego seguro: El niño responde con ansiedad frente a la separación y reaseguramiento al reunirse con la
madre. Este vínculo supone un modelo de funcionamiento interno de confianza en el cuidador.

2. Ansioso/evitativo: El niño presenta poca ansiedad a la separación y muestra desinterés en el reencuentro.


El modelo lleva implícita la desconfianza en la disponibilidad del cuidador.

3. Ansioso /resistente: El niño presenta ansiedad a la separación y no se tranquiliza en el reencuentro. La


madre no logra calmar al niño.

Finalmente, referir que Bowlby estudió el apego desde diferentes marcos: Como un instinto, como una conducta y
un vínculo afectivo y no aclaró del todo estos puntos de vista. Lo que es cierto, es que el énfasis para Bowlby,
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COMPENDIO TEORIA PSICODINÁMICA
DAVID EDUARDO DÍAZ LÓPEZ

sobre el desarrollo psíquico de las personas, estaba en el contexto interpersonal y social y no era intrapsíquico,
como postulaba el psicoanálisis clásico, del que el autor del apego se distanció. Bowlby pasa, así, en su trilogía,
de considerar el apego una conducta de ausencia/presencia física de la madre, en un segundo lugar, se refiere
fundamentalmente a la disponibilidad de la madre y, en tercer lugar, hace la aportación referente a los Modelos
de Funcionamiento Interno que se refieren a los esquemas cognitivos que desarrolla el sujeto sobre los estados
mentales de los demás individuos (Teoría de la Mente, Mentalización o capacidad reflexiva del ser humano).

LA RELACIÓN MADRE-HIJO

Bowlby tenía formación kleiniana y, aunque renegó de ella a lo largo de su obra, se deja sentir el peso de la
misma sobre su forma de teorizar.
Se refiere, por lo general, que para el psicoanálisis el pecho nunca dejó de ser un objeto de goce, un objeto por el
que el niño obtiene la satisfacción y el placer. Se refiere, también, que para la Teoría del Apego, la relación del
bebé con el pecho, es ajena a toda satisfacción y goce sexual. Lo cierto, es que para los teóricos de la relaciones
de objeto, la relación del niño con la madre nada tiene que ver con la libido y su desarrollo. El niño, refieren, lo
que atraviesa son diferentes tipos de relaciones de objeto, en las que lo movilizado son los sentimientos de amor
y odio y no el goce. Más recientemente, A. Green ha identificado lo que denomina como “el linaje subjetal y el
linaje objetal”, con lo cual el autor integra lo que hasta ahora eran desarrollos paralelos en el sujeto. Este autor
une el mundo pulsional interno y el objetal externo: El objeto, para Green, esta constituido en diferentes partes,
consta tanto de parte asimilable de identificación, como de parte deseada o transformable. Así, el objeto cumple
para Green diferentes funciones (de investidura, de perceptibilidad, de satisfacción etc...). Se integran, así, la
teoría pulsional y la objetal, pudiendo corresponder el origen del trastorno del paciente a una o varias partes de la
relación de objeto.
En todo caso, tomando el modelo de las relaciones objetales como fundamento de la maduración emocional del
sujeto, resulta que Teoría del Apego y Teoría de las Relaciones Objetales coinciden y se complementan. Se
podría resumir, en el fondo, que la Teoría de las Relaciones Objetales, no es más que una teoría sobre el
vínculo. Para los teóricos psicoanalistas de este modelo, la fase oral de desarrollo es la única fase real, ya que
las demás (fóbica, obsesiva y fálica) corresponden a intentos de arreglar los conflictos por los objetos
incorporados durante la primera. La fase oral se desarrolla entre el niño, el pecho y la madre. El niño se va
diferenciando e independizando de la madre a través de un juego de sucesivas incorporaciones y proyecciones.
Se trata de pasar de la dependencia infantil a la independencia madura, de la identificación a la diferenciación.
Todo este proceso de desarrollo es admitido, tanto por psicoanalistas clásicos, teóricos de las relaciones de
objeto, como por teóricos del apego, pero el origen es diferente en unos y otros: Para los psicoanalistas clásicos,
es la búsqueda de satisfacción sexual y de placer del bebé. Para los teóricos del apego es la pulsión de unión y
protección del vínculo cuyo origen no es sexual. En cualquier caso, la crítica sufrida, de modo global, por los
psicoanalistas no es justa, ya que la Teoría de las Relaciones de Objeto se aleja del referente sexual a la
búsqueda de otros orígenes que motiven la relación del sujeto (amor, odio, identificación, proyección...).
Para la Teoría de las Relaciones Objetales, el vínculo del niño con la figura de apego esta estructurado, no es de
carácter psicosexual y se va diferenciando en distintas etapas, a través de las cuales el niño logra su
independencia en la relación con los demás y, del mismo modo, la constitución de su self:

1- Etapa de dependencia infantil:


 Fase oral 1º de succión e incorporación.
 Fase oral 2º de morder e incorporar.
2- Fase de transición: En la que se realiza la diferenciación de los objetos totales exteriorizando los mismos.
3- Fase adulta: De objetos aceptados y rechazados, maduros e independientes.
TEORÍA DEL APEGO Y PSICOANÁLISIS: FUNDAMENTOS SOBRE LA RELACIÓN PACIENTE-TERAPEUTA

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COMPENDIO TEORIA PSICODINÁMICA
DAVID EDUARDO DÍAZ LÓPEZ

El fundamento central, desde el punto de vista psíquico, al tema que nos ocupa, es la existencia, necesaria para
la maduración emocional del niño y para su diferenciación de los demás, de la presencia, en su infancia, de una
base segura, que le permita explorar el mundo, afrontar sus miedos, inseguridades y odio, desde la confianza, en
tanto que cuenta, incondicionalmente, con alguien que le acepta como es y le quiere, una figura a la que puede
acudir en busca de protección, en momentos de aflicción y pena. Esta figura es, generalmente, la madre. Si falla
el vínculo, el niño no madura emocionalmente, se confunde entre los deseos de los demás y los propios, entre
sus límites y el exterior. El concepto que tiene de sí-mismo, de su self, es difuso. Se instaura así, con este
hallazgo del psicoanálisis, el descubrimiento de toda una línea de desarrollo, simultánea al crecimiento
psicosexual. El desarrollo de las relaciones de objeto explica diferentes Trastornos de Personalidad, que nada
tienen que ver con los clásicos estudiados por Freud y referentes a las fases de la libido y el desarrollo sexual del
niño.
Los estudiosos del tema han descrito la importancia básica del apego en el niño, en relación a muy diferentes
funciones psíquicas que le permiten el desarrollo de su autoconcepto y la interacción con los demás. Entre las
principales están:
1. El sentimiento básico de confianza hacia el mundo.
2. La regulación de las emociones.
3. La regulación de los niveles de estimulación y tensión y la capacidad de modular impulsos.
4. El desarrollo cognitivo. La capacidad de la propia eficiencia y competencia.
5. Las relaciones de objeto, las relaciones interpersonales, los amigos, los colegas, los novios, también.
6. Los modelos operativos internos para esas relaciones interpersonales.

Pero no sólo la Teoría del Apego explica las relaciones con los semejantes desde el punto de vista cognitivo, ésta,
mediante la Teoría de la Mente, da corporeidad al mecanismo biológico por el que se guía el cerebro en la
constitución de estos intercambios. Así, los psicoanalistas han comprendido como, fuera del tristemente actual
lugar ocupado por las localizaciones cerebrales, el cual es seguido, aún, por una parte de los científicos, el
modelo constituido por los mapas cerebrales y la cartografía, ubica estos esquemas de relación en el cerebro
humano. Cada individuo, en su desarrollo, tiene sus propios modelos, sus mapas, que activan sus esquemas con
los que funciona, de forma individual y única, en las interacciones. Éstos han sido formados mediante el molde
materno quien guió el juego de crecimiento de unas neuronas y la muerte y poda de otras.

Refiere Marrone en su libro “La Teoría del Apego. Un enfoque actual” como esta teoría dota de base a la
Psicología del Self y de las Relaciones de Objeto. Con Bowlby se explican, también, los trastornos fronterizos y
narcisistas al estar constituidos por la falta de desarrollo en estos sujetos de modelos operativos internos, o lo
que es lo mismo, de la capacidad de tener existencia mental separada de los objetos, de representarse el
sentimiento y las emociones de las personas que le rodean, o de tener capacidad reflexiva.

Partiendo de la interacción del niño y sus padres, éste constituye una estructura interna, un sistema
representacional, igual al admitido por los psicoanalistas del self y las relaciones de objeto, pero que Bowlby, a
diferencia de ellos, se ocupó de dotar de corporeidad cognitiva y de asiento en el funcionamiento cerebral.
Bowlby introduce el concepto de modelos operativos internos, que incluyen mapas, esquemas o guías
cognitivas, esto es, representaciones sobre sí-mismo (self), y representaciones de las relaciones con los
otros, (relaciones de objeto). Estos modelos para Marrone, una vez instaurados operan fuera de la conciencia,
de forma inconsciente, por lo que sólo se puede contribuir a su modificación por métodos psicoanalíticos.

Patrones patógenos de apego, que parten de padres con esta misma patología, por la cual no disponen de
capacidad reflexiva, promueven en sus hijos el mismo fallo. Se trata de niños con Trastornos de la Personalidad
en el inicio de la edad adulta, en la línea de Kernberg y Kohut, con un débil concepto de sí-mismos y un muy
poco cohesionado self, que se desvalorizan constantemente al no haber sentido en la niñez el cariño de una
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COMPENDIO TEORIA PSICODINÁMICA
DAVID EDUARDO DÍAZ LÓPEZ

madre que solo puso distancia y rechazo ante sus demandas de respuesta empática y que no gozan de
autonomía en relación a sus emociones y a la aceptación o rechazo por los demás de su entorno. Se ha
investigado, en este sentido, que el patrón evitativo de apego determina el desarrollo, por falta de maduración,
del Trastorno Narcisista de la Personalidad y la existencia de una figura de apego que oferta un vínculo resistente
determina, posteriormente, un Trastorno Límite de la Personalidad en el niño.

Realizando una integración práctica: Se puede fundamentar, dentro del planteamiento teórico que se desarrolla
en esta aportación, que comprendamos, que la conceptualización clínica de la misma tenga como soporte la
relación paciente-terapeuta.

En este marco Bowlby clasifica las funciones del terapeuta en:

1- Proporcionar una base segura para explorar el mundo. Esto es, establecer con el paciente un vínculo
confiable.
2- Realizar con el paciente la exploración de su mundo interpersonal.
3- Señalar como el paciente tiende a construir sus sentimientos y expectativas.
4- Ver sus diferentes vínculos interpersonales.

Estas tareas, indica el autor, no son progresivas, se desarrollan de forma simultánea en las sesiones.

Por su parte los psicoanalistas determinan como funciones principales en el tratamiento:

1- La consideración del analista como un objeto.


2- La consideración de la contratransferencia, en tanto recrea la relación con la madre o el padre.
3- El paciente coloca, pues, al analista en diferentes papeles y lugares (funciones) despertando en él distintos
afectos y sentimientos que se pueden trabajar en el tratamiento.
4- Desde este marco de intervención, transferencia y contranstransferencia son las principales armas
terapéuticas. La novedad de esta línea de trabajo, es que la contratransferencia deja de ser concebida de
forma fría, de algo que estorba y debería no estar. Por el contrario, ésta pasa a crear un espacio de trabajo
y de soporte de las relaciones del sujeto. El uso de la contratransferencia requiere de empatía, de escucha
y de intervenciones que señalen al sujeto como opera en sus relaciones de objeto.

Se ha criticado a la Teoría del Apego su falta de desarrollo clínico. Sin embargo, esto es lo que se esta
trabajando actualmente y su aplicación en el campo terapéutico está a la orden del día. Un enfoque terapéutico
realizado desde este marco, tiene dos objetivos generales:

1- Reconocer, modificar e integrar modelos operativos internos del sujeto y de los demás.
2- Promover el pensamiento reflexivo.

Lo anterior, a su vez, no lleva implícita la pugna entre psicoanalistas y cognitivistas, ya que puede comprender
tanto el marco consciente de las relaciones, como en el que no lo es.

Existe un gran solapamiento entre la transferencia relacional psicoanalítica y la del apego en la clínica.

La diferencia entre ambas reside, más bien, en la base teórica de partida de los autores, es una cuestión de
principios, más que de manifestaciones reales: Si para Bowlby la transferencia es la manifestación directa de
las relaciones interpersonales según modelos operativos, por otro lado, estos modelos operativos, no son
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COMPENDIO TEORIA PSICODINÁMICA
DAVID EDUARDO DÍAZ LÓPEZ

otra cosa, que los objetos internos del paciente proyectados en el terapeuta, o lo que se evidencia en consulta, es
la falta de constitución de modelos internos de los objetos separados del sujeto.

Desde la consulta de psiquiatría de la Sanidad Pública, desde la limitación del tiempo dedicado y el recorte a que
es sometido cada paciente y cada terapeuta ¿Qué podemos ofrecer a los Trastornos de Personalidad causados
por falta de maduración en la relaciones de objeto? un apego seguro, alguien que se muestra tolerante,
comprensivo y empático, que ofrece un punto de apoyo, desde el que el paciente, para completar su desarrollo,
pueda explorar el mundo. El logro final, será la internalización de nuevos modelos con los que operar para
relacionarse con los demás de forma autónoma emocionalmente y la constitución de un modelo interno de si-
mismo cohesionado, seguro y firme.

Se puede comprender ahora, de forma más clara y responder a la pregunta tan generalizada: ¿Por qué vienen
los pacientes una y otra vez tras el alta médica propiciada por el tratamiento farmacológico? ¿por ser
escuchados? o ¿por algo más? parece, más bien, que pudieran acudir a nosotros en busca de un vínculo
seguro desde el que explorar el mundo en la certeza de que alguien les acepta como son, con su lado
bueno y el malo, con sus defectos y sus cualidades, sus anhelos y sus decepciones.

MARGARET MAHLER

Probablemente la teoría del desarrollo más influyente e importante desde Freud y Abraham
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COMPENDIO TEORIA PSICODINÁMICA
DAVID EDUARDO DÍAZ LÓPEZ

es la propuesta por Margaret Mahler (1975). Para ella, la cuestión no era el progreso del
desarrollo libidinal sino las fases de separación e individualización . La pregunta clave del
desarrollo era ¿hasta qué punto el niño, nacido originalmen te sin identidad, adquiere un sentido
de identidad separada? El trabajo inicial de Mahler con niños gravemente trastornados la llevó a
investigar en este terreno. Su teoría se ha convertido en l a teoría clásica moderna del
psicoanálisis, aceptada en su forma inicial por muchos psicoanalistas, aun que la investigación
actual está empezando a cuestionarse ciertos aspectos de ella.

Autismo normal. Durante este período, que va desde el nacimiento a los dos meses, los estados
parecidos al sueño del recién nacido y el niño muy pequeño sobrepasan mucho a los estados de
vigilia y son reminiscentes de los estados primarios que prevalecían en la vida intrauterina.

Simbiosis. El aumento de la vigilia y de la experiencia perceptiva del niño permite una distinción
gradual entre lo que está dentro y lo que está fuera, lo que es placentero y lo que es
displacentero. Mahler cree que el mecanismo de la disociación surge en su primera forma durante
esta fase. La característica esencial de esta fase es una fusión omnipo tente con la representación
de la madre y el delirio de límites comunes entre dos individuos físicamente separados. La fase
simbiótica alcanza su punto álgido alrededor de los cinco meses de ed ad, momento en que
empieza a declinar a medida que empiezan a emerger los inicios de la dife renciación.

Diferenciación. La diferenciación empieza siendo un «proceso de salida del huevo» que coincide
con un sensorio que está alerta de forma perma nente. La atención del niño durante los primeros
meses había estado dirigida hacia dentro; ahora se hace más externa. Es en esta fase que los
objetos tradicionales adquieren su importancia. Alrededor de los siete u ocho meses, el bebé
empieza a alejarse de la madre, pero sólo puede hacerlo durante breves períodos ya que después
tiene que hacer comprobaciones visuales o táctiles con ella. La re acción extraña y la ansiedad de
los niños de siete u ocho meses indica el progreso en la fase de dife renciación.

Práctica. La práctica se da entre los 10 meses hasta los 16 o 18 meses. Como dice Mahler, «Du -
rante estos preciosos seis a ocho meses... el mundo es la ostra donde empieza a dar sus
primeros pasos... El narcisismo está en su punto álgido Los primeros pasos indepe ndientes en
posición erguida del niño marcan el inicio del período de prácti ca por excelencia, con una
substancial ampliación de su mundo y de la realidad» (Mahler et al., 1975, p. 71). La enorme
expansión de la capacidad de autonomía del niño durante esta fase crea un estado de
insensibilidad a la decepción que hace parecer que el niño esté enamorado del mundo.

Aproximación. La capacidad del niño para caminar y alejarse de la madre junto con el comienzo
de la cognición representacional que es la pre cursora del habla, hacen del niño una persona
mucho más diferenciada y autónoma. Hacia los 18 meses, el niño ha madurado suficientemente
como para reconocer su indefensión e independencia de un modo nuevo. Durante la fase de
práctica había estado ocupado con todas las cosas que adquiría y con todas las nuevas
habilidades que le permitían una mayor separación.

Ahora hay un cambio en su vida emocional, con una mayor susceptibilidad a la frustración, más
temores a la pérdida de objetos, mayor concienciación de la separación y mayor ansiedad a causa
de aquella. Mahler cree que el niño alterna períodos de gran necesidad de intimidad y
períodos de necesidad de distanciamiento . El niño necesita que le renueven las energías

102
COMPENDIO TEORIA PSICODINÁMICA
DAVID EDUARDO DÍAZ LÓPEZ

mediante el contacto corporal y también mediante el lenguaje y otros tipos de comunicación. El


niño sigue a la madre como si fuera su sombra y, de repente, se marcha corriendo y de nuevo
retorna y vuelve a marcharse.
Aquí la actitud de la madre resulta extremada mente importante, así como la del padre, cuyo rol
se amplía considerablemente durante esta fase. La madre que rechaza al niño por su mayor
independencia hará que éste sienta que es peligroso tener más autonomía. El niño no debe
considerar a la madre como una extensión de sí mismo, ni la madre debe considerar al niño como
una extensión de ella misma. Es en esta fase en que Mahler cree que se da una estructuración del
ego y del establecimiento de un «self» coherente. Si la madre y el niño se van alejando y
acercando con fluidez dentro de un rango óptimo de intimidad y distancia, el niño aprenderá
gradualmente que resulta seguro y recompensante buscar mayor autonomía y que puede hacerlo
sin temor a perder la relación con la madre y el padre. Las alteraciones de esta fase dejan al niño
confuso acerca de la autonomía, falto de un «self» sólido y cohesivo y preocupado por los peli gros
de la separación. Ello podría provocar una pauta dependiente de aferramiento o una pauta de
desapego desafiante y defensivo.

Constancia del objeto. Mahler llama a la siguiente subfase la consolidación de la individuali dad y
los inicios de la constancia emocional del ob jeto. Esta etapa empieza entre los 24 y 30 meses y
puede durar unos dos o tres años más, o, de modo más sutil, el resto de la vida. Es en este
momento cuando el niño da pasos progresivos hacia la inte gración del objeto, la estabilidad
afectiva y una síntesis entre las experiencias buenas y malas previamente separadas.
Masterson (1981) y Rinsley (1980) han hecho importantes contribuciones a la determinación de
relaciones entre las fases de separación e indivi dualización de Mahler y la psicopatología adulta.

Observación de niños. Las teorías prácticas del desarrollo proceden de dos fuentes: las
reconstrucciones basadas en inferencias hechas medi an mediante la interpretación de la
transferencia en el ámbito psicoanalítico, y las observaciones naturalistas directas y
experimentales hechas por una multitud de investigadores. En este campo ha aparecido
recientemente una nueva aportación por parte de Daniel Stern (1985). Este autor pone en
entredicho algunas de las concepciones de Mahler sobre la sim biosis y el autismo, y mantiene que
incluso en el momento del nacimiento el niño es consciente de lo que le rodea y se interesa
intensamente por ello. Postula la existencia de cuatro sentidos del «self» que emergen durante los
primeros 12 a 18 meses de vida: un sentido del «self» emergente en un pe ríodo que va desde el
nacimiento hasta cerca de los dos meses un sentido de esencia del «self» que surge en tre los 2 o
3 meses y a los 7 o 9 meses; un sentido del «self» subjetivo y con relación inter subjetiva desde los
9 a los 15 meses; y un sentido del «self» verbal entre los 15 y 18 meses, con des tacada
importancia en la relación verbal. Este autor cree qu e debe haber una mayor correlación entre los
datos de las observaciones de niños y los del psicoanálisis.

CRÍTICA A LA TEORÍA DE MAHLER SOBRE EL DESARROLLO

Lyons-Ruth pone en cuestión algunas de las hipótesis de la teoría de M. Mahler sobre el proceso
evolutivo normal de separación-individuación. Este cuestionamiento forma parte de la crítica que
las corrientes actuales del psicoanálisis que defienden un modelo relacional hacen a las
concepciones que desatienden la influencia de las figuras significativas e n la estructuración del
psiquismo. Por tanto, lo que está en juego en las posiciones de Mahler y de Lyons -Ruth es si el
niño se desarrolla por un proceso predominantemente endógeno, siguiendo fases más o menos
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DAVID EDUARDO DÍAZ LÓPEZ

fijas y universales, o es el resultado de un c omplejo proceso de interacción, de regulaciones


mutuas y de reacciones ante las conductas y fantasías del adulto significativo

Mahler propuso que el infante al nacer no tiene la experiencia de una identidad separada de la
madre; parte de un estado de indiferenciación. Conceptualizó el desarrollo como un proceso de
separación e individuación que se va produciendo en reorganizacione s sucesivas o fases, que van
de la autística a la simbiótica, y de la ambivalencia del período de reacercamiento a la
individuación. Estas fases en el desarrollo darían lugar a distintas formas psicopatológicas si los
procesos intrapsíquicos a resolver en cada una de ellas no se desarrollan normalmente. Las
fijaciones más tempranas darían lugar a una psicopatología más severa.
Algunos autores psicoanalíticos como Lichtenberg (1983), Stern (1985), Klein (1980), Peterfreund
(1978) que han investigado fundamentalmente sobre el primer año de vida, cuestionaron los
conceptos de Mahler de fase autística normal y fase simbiótica normal durante el primer año al
considerar que los estados normales observados en la relación madre -hijo tienen poco que ver con
la conducta y afectos de la patología autística y simbiótica en niños y adultos. Estas revisiones
apuntaron la necesidad de establecer teorías sobre el desarrollo que no se basaran en modelos
patográficos.
Otros estudios como los de Carlson, Cicchetti, Barnett y Braunwald (1989); Egeland y Sroufe
(1981); Lyons-Ruth, Connell, Grunebaum, y Botein, (1990); Lyons -Ruth, Zoll, Connell y Grunebaum,
(1986); Radke-Yarrow, Cummings, Kuczynski y Chapman (1985) se han centrado en el estudio de
los factores de riesgo familiar y su influencia en el desarrollo emocional del niño. Sin embargo, la
investigación en torno a la subfase denominada de “reaproximación” de los 15 a los 24 meses es
escasa, y es en esta fase en la que Lyons -Ruth se centra específicamente, poniendo en relaci ón
las hipótesis de Mahler con las investigaciones de los teóricos del apego.

Mahler describió una etapa simbiótica de los 2 a los 4 meses, a partir de la cual se observa un
proceso de diferenciación progresiva de los 4 a los 10 meses. Esta diferenciació n apoyada en las
adquisiciones del infante se incrementa con la separación física de la madre en el período de los 9
a los 18 meses. Bowlby (1969, 1973, 1980), por el contrario, consideró que el objetivo evolutivo
central en esta etapa de los 9 a los 18 m eses es conseguir un apego seguro, un estado de
confianza emocional básica. Sander (1962) en la misma línea, consideró este período evolutivo de
“focalización en la madre”. La mayor movilidad física del infante en este período se orienta a
buscar mayor proximidad con la madre como medio de sentirse seguro.

Si bien tanto Mahler como Bowlby trataron de validar sus teorías en base a estudios
observacionales controlados acerca de las relaciones tempranas, estudios que permitieran llegar a
conclusiones que pudiesen ser contrastadas, las diferencias de partida son significativas en
cuando a qué considerar “sano” o “desadaptado” en este período de los 9 a los 24 meses. Bowlby
puso el énfasis en el modelo relacional distanciándose de la teoría pulsional de la libi do como el
único motor del desarrollo. La metodología empleada tanto por Mahler como por los investigadores
del apego fue utilizar separaciones breves madre -hijo grabadas en vídeo que permiten su estudio y
comparación.
Mahler consideró que las respuestas tanto de autonomía como de ambivalencia en los infantes de
9 a 20 meses formaban parte del desarrollo normal. Interpretó la falta de preocupación por la
presencia materna, la ausencia de ansiedad frente al extraño como indicadores de confianza
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DAVID EDUARDO DÍAZ LÓPEZ

básica en el infante (Mahler et al., 1975). Por el contrario, la ansiedad frente al extraño la
consideró un indicador de falta de confianza básica (Mahler 1971).
En esta línea, la ambivalencia en la fase de “reaproximación” de los 15 a los 24 meses, que
presentaban los infantes en el intento de buscar contacto con la madre después de la separación,
la interpretó también como una respuesta normal. Para Mahler, la progresiva toma de conciencia
del niño, alrededor de los 15 meses, de la separación de la madre renueva la ansiedad de
separación. Este proceso se traduce en comportamientos ambivalentes del infante entre el deseo
de separarse de la madre, por un lado, y de buscarla, por otro. Interpretó esta conducta
ambivalente como un conflicto entre el deseo de sentirse “se parado, grandioso y omnipotente, y
por otro lado, tener una madre que mágicamente complete todos los deseos sin tener que pasar a
reconocer que esa ayuda ha venido de afuera y del otro” (Mahler et al., 1975). Para Mahler estas
conductas tienen que ver con el temor al “re-engullimiento” por parte de la madre peligrosa que
está investida narcisísticamente.
Las filmaciones efectuadas por Mahler (1976, 1977) permiten observar el proceso de
“reaproximación”. En una de ellas, un niño está llorando porque tiene u n dedo lastimado, la madre
le coge y el niño en lugar de acurrucarse y reconfortarse, busca salirse del abrazo, mientras
observa su dedo lastimado y hace esfuerzos por alejarse de ella. Esta conducta persiste a pesar
de que sigue angustiado. Describió esta conducta como la manifestación del conflicto típico de la
subfase de “reaproximación”, caracterizado por el deseo del infante de confortarse con la madre y,
al mismo tiempo, por el deseo de alejarse de ella. En otra escena filmada, una niña de 2 a 3 años
inicia una búsqueda de su madre entrando en la sala donde ésta se encuentra, se dirige a ella,
pero después desvía la mirada, cambia de dirección y se aparta de su madre. Consideró este
patrón de viraje como característico de esta etapa y, por tanto normal es (Mahler et al, 1975). Esta
normalidad es la que será cuestionada por los teóricos del apego, que la verán como propias de un
tipo de apego inseguro, modalidades de apego evitativo en el primer ejemplo o desorganizado en
el segundo (caracterizado éste por conductas contradictorias). Para Mahler, en cambio, la
conducta ambivalente aparece por el deseo de acercamiento y el miedo a la fusión con la madre.

Las investigaciones sobre los tipos de apego

Desde la investigación de Ainsworth, continuadora de los trabajos de Bowlby, con niños de 1 año
de edad, las investigaciones sobre relaciones de apego han sido numerosas. Esta autora concluyó
que el infante de un año de edad utiliza a su madre como una ba se segura, de la cual se separa
para explorar el entorno y a la cual regresa cuando necesita seguridad y confort, o ante
situaciones angustiantes.
Algunas de las conclusiones de estos estudios fueron: a) la descripción de cuatro patrones de
respuesta de apego frente a la separación; b) que el patrón de apego seguro se encuentra entre el
60 y 70% de los infantes de la población americana (Ainsworth, Blehar, Waters y Wall, 1978;
Belsky, Rovine y Taylor, 1984; Lyons -Ruth et al., 1990); y c) que la prevalencia del patrón de
apego seguro se ha confirmado en estudios realizados en otros países con grandes muestras (Van
Ijzendoorn y Kroonenberg, 1988).

Para Ainsworth, las madres más sensibilizadas y que responden mejor a las señales del infante
durante el primer año tienen más probabilidades de que el infante proteste cuando se queda solo o
cuando está con un extraño en un sitio desconocido. Frente a esta situación, el infante da
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muestras de angustia, interrumpe el juego y la exploración y manifiesta rechazo al a dulto no


familiar que intente confortarle. Cuando la madre regresa el niño busca contacto con ella, se
tranquiliza y vuelve al juego y a la exploración. (Ainsworth et al., 1978).

Los estudios de Connell (1976) y Waters (1978) mostraron que las conductas de apego seguro
tienen un alto nivel de estabilidad entre los 12 y los 18 meses. Otras investigaciones confirman la
ausencia de conductas ambivalentes hacia los 20 meses de edad e incluso en la etapa preescolar
(Greenberg, DeKlyen y Spelts, 1989; Main, Kaplan y Cassidy, 1985).

Para Lyons-Ruth, estas investigaciones apuntan a que las conductas ambivalentes son minoritarias
y aparecen cuando la relación madre-hijo es menos positiva, y cuestionan la teoría de Mahler de
considerar la ambivalencia como característica del desarrollo evolutivo normal.
La conducta ambivalente se correspondería, según los grados, con los patrones de apego
evitativos, resistentes o desorganizados/desorientados, que presentan conductas de ambivalencia
en contraste con los infantes de apego seguro.
Lo característico de la conducta evitativa es que el niño no reacciona cuando la madre se va y él
queda en un ambiente desconocido. Manifiesta indiferencia a la ausencia de la madre, explora y es
amigable con el adulto extraño. Sin emba rgo, cuando la madre regresa, no da muestras de
reacción a este hecho, aparta de ella la mirada y se aleja si ella intenta acercarse. Esta conducta
de indiferencia hasta ahora era valorada por los observadores como positiva.

Sroufe y Waters (1977) mostraron que cuando se monitoriza a estos niños, los latidos cardíacos de
los niños evitativos como respuesta a la separación son similares a los niños que manifiestan
la ansiedad de forma evidente. Este estudio apunta a que los niños evitativos no muestran la
angustia en su comportamiento, lo que no significa que no la tengan.

Otros trabajos (Ainsworth et al., 1978) muestran que, por el contrario, los niños evitativos,
observados en su casa, son más agresivos con sus madres y, en la relación con ella, aparec en
signos de angustia en mayor proporción que en los niños con apego seguro. Las madres de estos
niños también muestran una actitud más rechazante hacia sus hijos (Lyons -Ruth, Connell, Zoll y
Stahl, 1987; Main y Weston, 1982).

Main y Weston (1982) consideran que la conducta evitativa es una estrategia defensiva para
manejar la angustia, desplazando la atención de la ausencia de la madre y dirigiéndola hacia otros
objetos inanimados.
El patrón de apego resistente se caracteriza por la búsqueda de contacto y una resistencia
agresiva al mismo. Este patrón conductual es el que para Mahler describiría claramente la
conducta ambivalente de la etapa de “reaproximación”, es decir, un fenómeno evolutivo normal. En
estos casos, aparece angustia cuando la madre se a usenta, y cuando vuelve, el niño la recibe de
una forma marcadamente ambivalente, busca el contacto manifestando al mismo tiempo hostilidad
hacia ella, y se muestra incapaz de ser reconfortado por la madre y de proseguir el juego.

En cambio, para Main y Hesse (1990), en la línea de los estudiosos de las variantes del apego, la
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DAVID EDUARDO DÍAZ LÓPEZ

angustia y agresividad de estos niños con patrón de apego resistente puede entenderse como una
exageración con la intención de provocar una respuesta en una figura de apego poco se nsible a
las necesidades emocionales del niño. Los estudios observacionales dentro del hogar (Ainsworth
et al., 1978; Belsky et al., 1984; Lyons -Ruth et al., 1987), apuntan a que las madres de los niños
resistentes eran menos atentas y sensibles a las mani festaciones de desconsuelo de los niños y
estaban menos comprometidas en la relación que las madres de los niños con apego seguro o
evitativo.

Main y Solomon (1986,1990) describieron un tercer patrón de apego inseguro, el desorganizado /


desorientado. Estos niños no tienen capacidad de manejar la angustia ante la separación y no
buscan consuelo cuando la madre regresa. Lo más característico de este patrón es que la
conducta de los niños es impredecible en relación al acercamiento o evitación de la madre; tienen
conductas abiertamente contradictorias, como paralización y congelamiento prolongado (se
acercan a la madre y se quedan a mitad de camino paralizados, a veces con los brazos elevados).
Muestran, claramente, una falta de estrategia para satisfacer su s necesidades de seguridad y
consuelo cuando están en estado de ansiedad, y se observa en ellos el patrón de viraje
característico descrito por Mahler.

Los trabajos de Carlson y colaboradores (1989), Lyons -Ruth y colaboradores, (1990), y O’Connor,
Sigman, y Brill, (1987), comprobaron que este patrón de apego desorganizado/desorientado era
más prevalente en madres deprimidas y en madres que maltratan.

Lyons-Ruth, en un estudio realizado en el Hospital de Cambridge (USA) observó que la conducta


desorganizada de estos niños se manifestaba con intensa angustia ante la separación de la madre,
lloraban, golpeaban y se tiraban al suelo, tratando de restablece r el contacto con ella. Cuando la
madre regresaba, el niño se acercaba a ella pero cuando entraba en contacto la empujaba tratando
de desasirse y se alejaba de ella. También observó que las madres mostraban un claro rechazo
hacia el niño. (Lyons-Ruth et al., 1990).
Lyons-Ruth se muestra de acuerdo con Mahler en cuanto al aumento significativo de la conducta
ambivalente entre los 12 a los 18 meses de los niños que presentan riesgo psiquiátrico (Lyons -
Ruth y Repacholi, 1989), pero se pregunta si estas conduc tas son debidas a la omnipotencia del
niño como Mahler sostenía o se deben a la dificultad de la madre para dar seguridad y bienestar al
niño.

Las investigaciones del apego apuntan a que la rabia, angustia y evitación de estos niños con sus
madres describen un trastorno de la relación durante el primer año de vida, debido a respuestas
defensivas de la madre. Cohn, Tronick, Matías y Lyons -Ruth, (1986); y Karl, (1988) observaron
que las madres deprimidas tenían muy poco contacto visual e intercambio de son risas con sus
bebés de 6 meses; tanto las madres como los niños mostraban una cierta aversión a establecer el
contacto visual. Sander, (1962); Tronick, Cohn y Shea, (1986) observaron la ausencia de sintonía y
placer mutuo entre la madre y el niño que es fu ndamental en el período de 3 a 6 meses; por el
contrario, parecía que ambos actuaban para evitar un compromiso afectivo.

Según los estudios de la autora (Lyons -Ruth et al., 1990; Lyons-Ruth et al. 1986) los niños de
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DAVID EDUARDO DÍAZ LÓPEZ

madres deprimidas tienen mayor tendenc ia a mostrar a los 18 meses conductas ambivalentes,
evitativas y desorganizadas después de la separación que los de madres no depresivas.
Los estudios de O’Connor y colaboradores (1987) con niños de madres alcohólicas, los de Radke -
Yarrow et al. (1985), con niños de madres con patología bipolar; y los de Carlson et al. (1989);
Crittenden, (1985) con niños de madres que maltrataban muestran una mayor frecuencia del
patrón desorganizado.

Para la autora, todos estos estudios ponen seriamente en cuestión q ue la ambivalencia de las
respuestas del niño durante el segundo año se deban a una pérdida de la omnipotencia, sino que
más bien apuntan a que son consecuencia de las dificultades de las madres para establecer una
relación segura y confortante con su hijo. Considera que la dificultad de Mahler fue, por un lado,
no distinguir entre desarrollo normal y patológico influida por la tendencia de la teoría
psicoanalítica en ese momento a describir la conducta evolutiva con términos psicopatológicos; y,
por otro lado, no tener en cuenta el marco relacional en su teoría, a pesar de que en las notas de
sus observaciones señala las dificultades del infante con la figura de apego.

Los estudios muestran que la ambivalencia, de lo que es una minoría de infantes durant e los
primeros 18 meses, tiene que ver con el fracaso en establecer una figura de apego seguro, y por
tanto no es un indicador de progreso evolutivo. Lyons -Ruth señala que sería más adecuado
describir el desarrollo como un proceso de apego -individuación que de separación-individuación,
teniendo en cuenta la tendencia del infante a buscar y mantener lazos estables con sus cuidadores,
al mismo tiempo que intenta, en el marco de estas relaciones, conseguir sus propios objetivos
(Lichtenberg, 1989).

Mahler estableció un paralelismo entre dos procesos, el de separación y el de individuación. La


separación del niño de su madre representaría el indicador de la adquisición de la constancia de
objeto, la integración en una sola de las representaciones tanto positi vas como negativas de la
madre, lo que le permitiría tolerar la ausencia. Al mismo tiempo, esta separación de la madre,
indicador de autonomía intrapsíquica, explicaría la capacidad del niño para intentar conseguir sus
objetivos a pesar de la oposición parental, es decir, la expresión de su agresividad.

Para Lyons-Ruth estas propuestas de Mahler tienen que ser revisadas a la luz de las
investigaciones posteriores. Los estudios longitudinales hasta los 2 ó 3 años apuntan a que la
ambivalencia de la fase de “reaproximación” no está relacionada con una conducta más autónoma
y asertiva. Por el contrario, la conducta no ambivalente durante el período de “reaproximación” se
relaciona con una conducta social más adaptativa. (Bates, Maslin y Frankel, 1985; Erickso n,
Sroufe, Egeland, 1985; Lyons-Ruth, 1989; Matas, Arend y Sroufe, 1978).
En otras investigaciones, los niños de dos años con apego seguro mostraban signos de angustia
cuando estaban solos, lo que les hacía aparecer como menos autónomos. Sin embargo, cuan do
estaban con sus padres se mostraban tranquilos y tenían mejores puntuaciones en autonomía y
competencia social que los niños de apego inseguro. Eran más insistentes ante una tarea difícil y
buscaban ayuda en su madre, con la que se mostraban afectuosos y cooperadores. (Londerville y
Main, 1981; Matas et al., 1978; Waters, Wippman y Sroufe, 1979).
Lyons-Ruth precisa que necesitamos conceptos más complejos que el de separación -individuación
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para poder entender los patrones de regulación emocional adaptati va en la infancia. Estos
conceptos deben incluir la habilidad del niño para expresar afectos sin ambivalencia, para que
pueda utilizar a sus padres como fuente de ayuda y de regulación emocional frente al estrés, y ser
asertivo sin temor al rechazo. Considera que la conducta asertiva es un mejor indicador adaptativo
que la autonomía.

Para Mahler en la separación tiene lugar un proceso intrapsíquico donde progresivamente se


produce una diferenciación entre el self y las representaciones de objeto. Las repr esentaciones de
objeto, en un primer momento, están divididas en representaciones de objeto buenas y malas. En
la separación óptima, las representaciones se integrarían en una sola representación de la figura
parental. De acuerdo con la teoría, antes del t ercer año ante la separación sobrevendría la
ansiedad al activarse las representaciones negativas que aún no están integradas. Este momento,
anterior a la integración de las representaciones, está determinado por la utilización de la escisión
como defensa, que la autora subraya es característico de niños mayores o adultos con trastorno
borderline.

Lyons-Ruth señala dos contradicciones conceptuales en esta formulación. En primer lugar, se


considera que el niño no puede, en inicio, separar las representacio nes de sí mismo y del otro,
pero sí puede separar las representaciones de madre buena y madre mala. En segundo lugar, la
ambivalencia no es característica de los niños antes de los 15 meses período en que las
representaciones objetales de la figura parenta l estarían escindidas.
La evidencia apunta a que cuando el niño se encuentra en un medio con una adecuada regulación
desarrolla patrones de conducta integrados con sus representaciones, que tienen características
positivas y negativas. Por el contrario, c uando la regulación es inadecuada el niño desarrolla
representaciones negativas de sí mismo y del otro que no están integradas con representaciones
de relación positiva.

Lyons-Ruth concluye que cuando las representaciones positivas y negativas están mal integradas
no se debe a una característica del desarrollo evolutivo del infante sino que representa un
indicador de fracaso en la regulación por parte de la figura de apego , y cuestiona que podamos
seguir sosteniendo que la escisión es un mecanismo evolutivo que interviene en el proceso de
desarrollo normal.
Si bien las similitudes entre los niños de dos años con los niños mayores y adultos perturbados, en
cuanto a las dificultades que presentan con las separaciones, con la regulación de impulsos
agresivos y en la negociación de los conflictos entre sus propios objetivos y los de los
otros, apuntan a que hay un insuficiente desarrollo de la constancia objetal, las diferencias son
mayores. Los niños que han tenido una regulación suficientemente adecuada por parte de sus
figuras de apego tienen capacidades que no están presentes en niños y adul tos perturbados, como
son la confianza en ser ayudados por el cuidador cuando están angustiados, comprometerse en
intercambios afectivos y tener una conducta asertiva sin temor al rechazo o la pérdida. Lichtenberg
(1983) y Stern (1985) comparten este punto de vista de cuestionar la escisión como mecanismo del
proceso evolutivo normal.
Lyons-Ruth recoge estudios que indican que en el período de “reaproximación” las conductas de
los infantes con apego seguro se correlacionan con una conducta social más aser tiva con los
compañeros y profesores.
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COMPENDIO TEORIA PSICODINÁMICA
DAVID EDUARDO DÍAZ LÓPEZ

Waters y colaboradores (1979), concluyeron en un estudio observacional que los niños de 3 años
que habían sido evaluados dentro del patrón de apego seguro a los 15 meses, ejercían un rol de
liderazgo con mayor frecuencia que los que habían sido tipificados como apego inseguro. También
eran más buscados por sus compañeros para jugar, mostrando además mayor iniciativa y
confianza en sí mismos. Por el contrario, Sroufe, Fox y Pancake (1983) encontraron que los niños
de apego inseguro tanto evitativo como resistente mostraban mayor dependencia de los profesores
en la etapa preescolar.

Kestenbaum, Farber y Sroufe, (1989) en un estudio con niños de 4 a 5 años realizado a través de
la observación de los profesores de preesc olar entrenados, obtuvieron resultados similares. Los
niños con apego seguro tenían puntuaciones más elevadas en autocontrol, flexibilidad del yo y
eran más preferidos por sus compañeros de juego. Oppenheim, Sagi y Lamb (1988), en una
observación de niños de 5 años en los kibbutz israelíes llegaron a idénticas conclusiones.

Otros estudios, como los de Erickson (et al.,1985); Lewis, Feiring, McGuffog y Jaskir, (1984);
Bates (et al.,1985), han abordado la relación entre los patrones de apego y la aparición de
problemas de conductas en la infancia. Las conclusiones apuntan a que los niños de apego seguro
tienen menor probabilidad de presentar trastornos de conducta en el período preescolar, mientras
los niños con apego inseguro muestran una menor capacidad de adaptación social.

Aunque Mahler consideró la ambivalencia como formando parte del desarrollo evolutivo normal,
señaló que los trastornos borderline podían ser debidos a una respuesta inadecuada de la madre
hacia el niño cuando éste intentaba reconciliarse.

Main y Solomon (1986), en un estudio con familias problemáticas encontraron un patrón de


conducta diferente a los descritos hasta ese momento, que denominaron, como expusimos más
arriba, desorganizado/desorientado. Estos niños mostraban rasgos dep resivos, irracionalidad y
agresividad en el juego. La autora en un estudio de niños con riesgo social, llegó a la conclusión
que los niños que a los 18 meses tenían este patrón de apego eran evaluados por los educadores
como teniendo problemas de conducta y un excesivo comportamiento agresivo hacia sus
compañeros. Estos escolares tenían mayores probabilidades de que sus madres padecieran un
depresión crónica que pudiera haber interferido en la capacidad de proveer de cuidado y consuelo
a sus hijos en el primer año de vida (Lyons-Ruth et al., 1987; Lyons-Ruth, 1989). No es posible
establecer por el momento una relación entre la marcada ambivalencia en la etapa de
“reaproximación” con el desarrollo posterior de una organización borderline.
La autora llega a la conclusión de que no contamos con una teoría evolutiva que explique formas
psicopatológicas, como el trastorno borderline, que no pueden ser suficientemente descritas por la
regresión y la fijación, y que además articule los modelos relacionales de la i nfancia con los
problemas que se presentan después en las relaciones sociales. En base a estas consideraciones
propone:
1) Un modelo relacional del desarrollo emocional y de la psicopatología con base empírica, en la
línea de las investigaciones de los teóricos del apego.
2) Tener en cuenta que los diferentes modelos de regulación emocional son más explicativos y
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COMPENDIO TEORIA PSICODINÁMICA
DAVID EDUARDO DÍAZ LÓPEZ

abarcativos que el concepto de fijación a etapas dentro de un continuo evolutivo.


3) Considerar que la continuidad de determinados comportamientos puede deberse no sólo a la
fijación del infante a una fase del desarrollo o a la resistencia al cambio, sino también al
mantenimiento de los estilos relacionales del cuidador.
Señala, también, que las investigaciones basadas en un modelo relacional han permitido aportar
prueba empírica a las afirmaciones de Freud acerca de la continuidad en la adaptación emocional.
También han podido probar la tesis de la importancia de las relaciones tempranas para el
desarrollo posterior del niño y el mantenimiento de las estructuras relaciones en el
tiempo, enfatizadas por los teóricos de las relaciones objetales y del self. Además, estos estudios
actualmente tratan de establecer la relación entre los diferen tes modelos de regulación emocional
y las representaciones intrapsíquicas. Main (1985), en esta línea, estudió la influencia de la
representación intrapsíquica que la madre hizo de su propia historia relacional con sus figuras de
apego en la pauta relacional establecida con su hijo, lo que influirá para determinar el tipo de
apego que se desarrollará con el hijo.
Todos estos estudios contribuyen a discriminar y apoyar la importancia de los procesos de
internalización, representación y transferencia no sola mente desde el punto de vista pulsional sino
como procesos relacionales. Y aportan una integración entre representación intrapsíquica y
modelo relacional.
Otros aspectos importantes que aportan las investigaciones es una mejor comprensión de la
agresión, la defensa y el conflicto. Proponen entender el desarrollo como un proceso
de adaptación que favorece o inhibe la emergencia de diversos patrones relaciones. Esta
propuesta enriquece y pone en cuestión la concepción de que los infantes se enfrentan en un
momento determinado del desarrollo a la misma experiencia emocional. La autora pone como
ejemplo que los niños que tienen un apego seguro no tendrían que enfrentar las dificultad de tener
que integrar representaciones positivas o negativas de la figura de apego, mientras que esto
puede constituirse en tarea evolutiva para otros. Asimismo, no todos los niños van a tener que
defenderse contra la desintegración. Los modelos relacionales, por tanto, tienen las tarea de
establecer discriminaciones más finas sobr e los afectos, los conflictos y las defensas que los
infantes ponen en juego para la regulación interna de los estados displacenteros que se producen
en relación con sus figuras de apego, y que representan una gama de adaptaciones individuales.
Lyons-Ruth insiste en cuestionar que la continuidad de la estructura emocional dependa de la
organización intrapsíquica individual, propuesta tanto por la teoría de las relaciones objetales
como por los teóricos del apego (“working models”), ya que no puede separarse de la constancia
de la conducta parental, es decir de lo que éstos continúan haciendo. Se necesitan, por tanto,
investigaciones empíricas que estudien cómo afectan los cambios en las regulaciones del cuidador
a las representaciones intrapsíquicas del niño /a.
Comentario
Lyons-Ruth propone una línea de trabajo empírico desde un modelo relacional temprano que nos
permita validar o refutar las teorías propuestas para la comprensión del origen y desarrollo del
aparato psíquico y avanzar en el conocimiento. Es lo que ella hace en este trabajo al revisar la
teoría sobre el desarrollo de M. Mahler mostrando qué conceptos teóricos se confirman gracias a
las investigaciones y cuáles no pueden sostenerse.
Las investigaciones de Mahler y Bowlby coincidieron en el ti empo y utilizaron la misma
metodología; sin embargo el punto de partida distinto dio lugar a diferentes concepciones. Mahler
centró su observación en el niño, condicionada por el modelo desde el cual observaba. La teoría

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DAVID EDUARDO DÍAZ LÓPEZ

de las relaciones objetales considera el fantasma como motor del psiquismo; desde este punto de
partida, las figuras de apego pueden modular pero no determinan, todo depende del movimiento
pulsional. Si hay ansiedad de separación es porque el niño pierde omnipotencia y esto le lleva a
buscar nuevamente a la madre para tratar de recuperar el poder perdido, pero al reaproximarse
surge el miedo a la fusión porque el niño previamente ha atacado en su fantasía a la madre. El
fantasma es, en esta concepción, la fuente de la agresividad.
Los teóricos del apego, en cambio, centraron su observación en el vínculo . El punto de partida
es observar qué ocurre en la interacción con la figura de apego. El modelo relacional del desarrollo
considera al adulto no sólo como objeto de la pulsión sino como regul ador emocional que
determina la estructuración del psiquismo. La figura de apego tiene la función de regular la
relación estableciendo reacciones y respuestas diferentes según las necesidades emocionales del
niño. Desde el modelo relacional, el fantasma su rge de la interacción. En esta línea, Lyons -Ruth
propone establecer empíricamente relaciones y discriminaciones más finas entre las
representaciones parentales y las representaciones intrapsíquicas del niño, así como la influencia
que sobre estas representaciones tienen los cambios en la regulación emocional.

OTTO KERNBERG

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COMPENDIO TEORIA PSICODINÁMICA
DAVID EDUARDO DÍAZ LÓPEZ

Su contribución a la teoría de las relaciones de objeto es la de subrayar que el afecto, la


auto-representación y la representación de un objeto siempre aparecen juntos. No puede
analizarse a cualquiera de ellos por separado sin conocer a los otros.
Nace en Viena en 1928. Emigra posteriormente a Chile, país donde se gradúa de médico y
después de psicoanalista. En los años cincuenta el m ovimiento psicoanalítico estaba muy influido
por las ideas Kleinianas, de modo que su formación académica se ve marcada por estos
planteamientos. Con posterioridad Kemberg emigra a Estados Unidos, llevando consigo el interés
en el desarrollo de la teoría de las relaciones objetal es, de la cual es uno de sus principales
difusores en ese país.

En su desarrollo teórico trata de integrar distintas corrientes en un mismo planteamiento, es así


como intenta ligar tres líneas diferentes: la teoría de las relaciones objetales, la teoría
freudiana de las pulsiones, y los hallazgos de las ciencias biológicas en este dominio .
También intenta aunar en sus postulados la teoría de las relaciones objetales de M. Klein y D.
Fairbairn, por una parte, con los de la psicología del yo por otra, es deci r, M. Mahler, E. Jacobson,
H. Ha y E. H. Erickson.

En estricto rigor, Kernberg actualiza las concepciones kleinianas del funcionamiento yoico en las
etapas primeras de su desarrollo, bajo el prisma del conocimiento de la psicología del Yo, del SÍ
mismo. Ha sido paradójicamente uno de los principales difusores en Estados Unidos de la teoría
Kleiniana a la vez que uno de sus principales y más autorizados críticos.

Resumir brevemente, para los fines de este espacio, los logros y contribuciones de este eminente
autor, en y hacia la teoría y práctica psicoanalítico, resulta difícil. En su desarrollo teórico y
profesional Otto Kemberg deja un legado que puede ser considerado en sí mismo un lineamiento
aparte. En adelante señalaremos sus más reconocidas contribucio nes.

Como se sabe, el interés clínico y teórico de Kemberg gira en tomo a las relaciones objetales
internalizadas, en particular al tipo de relaciones presentes en la patología grave del
carácter. En su trabajo psicoterapéutico Kemberg advirtió que pacient es con este tipo de
diagnóstico y los llamados fronterizos presentaban características defensivas particulares,
referidas a la escisión, y logró concluir la presencia de una alternancia de "estados yoicos"
absolutamente disociados entre sí, estados que man tienen una identidad particular: absoluta
coherencia entre el pensamiento, afecto, manifestaciones subjetivas y la conducta. Por esto
adquiere fundamental importancia, en su estudio y postulados, el mecanismo de defensa de
la escisión (característico de las fases tempranas de desarrollo yoico) y sus mecanismos
afines. En particular dentro de éstos, replantea el mecanismo de defensa de la identificación
proyectiva, al cual le da vital importancia en el desarrollo del proceso terapéutico de los pacientes
con organización fronteriza de personalidad.

En lo teórico propiamente tal, expone un desarrollo normal y patológico de las relaciones


objetales internalizadas, elaborando un modelo que une relaciones objetales, desarrollo
instinto y formación del Yo. Este modelo da lugar a tres niveles del proceso de internalización:
introyección, identificación e identidad del Yo (denominados como sistemas de identificación).
Identifica y describe cuatro fases básicas del desarrollo de las relaciones objetales, teorizando
sobre los cuadros patológicos que se derivan del fracaso o fijación en cada fase (es en este punto,
en lo que respecta de las edades en que se desarrolla cada fase, en el que presenta mayores
113
COMPENDIO TEORIA PSICODINÁMICA
DAVID EDUARDO DÍAZ LÓPEZ

discrepancias con la teoría kleiniana, coincidiendo más plenamente con las fechas propuestas por
M. Mahler). También ha entregado elementos de comprensión teórica y clínica de la patología
narcisista del carácter, ayudando a su distinción del narcisismo normal. Se ha adentrado en el
estudio y explicación de patologías graves como la personalidad antisocial y el narcisismo
maligno, desarrollando parámetros diagnósticos diferenciales a este respecto.

En lo clínico, su interés se centra en un marco multidisciplinario de tratamiento de la


organización fronteriza de personalidad, entregando lineamientos de atención hospitalaria para
él mismo. Quizás su más conocida contribución en este ámbito es el desarrollo de "la entrevista
estructural", la que permite recoger y evaluar información en la entrevista diagnóstico de un
paciente, para discernir el tipo de estructura de personalidad que posee. En relación con esto, ha
delineado tres tipos de estructuras, entregando esquemáticamente sus parámetros diagnósticos:
estructuras neurótica, Fronteriza y psicótica de personalidad, en base a los mecanismos de
defensa, función de identidad y prueba de realidad.

Desde otro punto de vista, ha desarrollado u na "Clasificación psicoanalítica del carácter", que usa
como parámetros el desarrollo pulsional, el desarrollo del Superyo, el tipo de operaciones
defensivas utilizadas por el Yo, en conjunto con la naturaleza de los rasgos patológicos del
carácter, y por último, el tipo de relaciones objetales internalizadas. Esta clasificación permite una
visión estructural del paciente de modo de recha zar un diagnóstico presuntivo en casos en que no
es posible realizarlo de un modo mas preciso.

Para el conocedor más profundo de la obra de Kemberg, una de sus contribuciones mas
importantes en términos clínicos ha sido el desarrollo de la "Psicoterapia expresiva" o
"Psicoterapia de expresión". Esta es una modalidad distinta del psicoanálisis clásico y de la
psicoterapia de apoyo. En ella Kemberg introduce modificaciones técnicas al procedimiento
psicoanalítico clásico, de modo que se ajuste a las características estructurales de los
pacientes con organización fronteriza de personalidad. Largas de enumerar una por una, cabe
mencionar a dos como las más llamativas: en primer lugar, la posibilidad de romper la neutralidad
técnica en ocasiones justificadas, que permite la estructuración de las sesiones y de la vida del
paciente para bloquear el "acting-out", y en segundo, la interpretación en el aquí y ahora de la
transferencia.

A diferencia del psicoanálisis, la psicoterapia expresiva se lleva a cabo cara a cara, de modo de
aprovechar la riqueza informativa de la conducta no verbal del paciente . Esta forma de hacer
psicoterapia da especial énfasis a la contratransferencia: elegida como una herramienta
fundamental, el terapeuta que practica la psicoterapia de expresión debe hacerse un experto en la
identificación y manejo de sus reacciones contra -transferenciales, de manera de obtener de ellas
información del paciente difícil de rescatar de otro modo, debiendo constituirse en un apoyo
constante para él.

Kemberg, en conjunto con otros autores que participan en el programa de Investigación en


Psicoterapia para Limítrofes en el Hospital Nueva York -Centro Médico Cornell, División
Westchester-, ha editado un libro llamado "Psicoterapia psicodinámica del paciente lim ítrofe"
(Editorial Planeta, 1995, México) el que es un serio aporte al conocimiento de la Psicoterapia de
expresión. En él se explica paso a paso la implementación de esta psicoterapia, de modo didáctico

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COMPENDIO TEORIA PSICODINÁMICA
DAVID EDUARDO DÍAZ LÓPEZ

y, como es costumbre en Kemberg, apoyado en casos cl ínicos ilustrativos.

Es indudable el valor heurístico de la obra de Otto Kemberg, característica que da lugar a la


investigación y contrastación teórica en el ámbito de la patología grave del carácter. De hecho, el
mismo Kemberg ha incursionado en temas co mo el de las relaciones amorosas, normales y
patológicas, en un libro de título similar. De la obra general del autor, actualmente se encuentran
disponibles en Chile: "Trastornos graves de la personalidad", 1987. Editorial El Manual Moderno,
México; "Desórdenes fronterizos y narcisismo patológico", 1993. Editorial Paidós, México; "La
teoría de las relaciones objetales y el psicoanálisis clínico", 1993. Editorial Paidós, México; "La
agresión en las perversiones y en los desórdenes de la personalidad", 1994. Editorial Paidós,
México; "Relaciones amorosas Normalidad y patología", 1995. Editorial Paidós, México.

En consideración del sitial internacional que ocupa desde hace tiempo O. Kemberg, es que es
posible considerar que la constante difusión que él hace de sus conceptos en Chile (dictando
conferencias, participando en seminarios, congresos, etc.), entrega a nuestro país un material de
primera mano y calidad, situación que nos da laoportunIdad de estar en contacto con uno de los
autores y clínicos psicoanalíticos más reconocidos actualmente.

CLASIFICACIÓN DE LOS TRASTORNOS DE LA PERSONALIDAD SEGÚN KERNBERG

Dentro de sus contribuciones figura su propuesta de clasificación de trastornos de personalidad,


la que constituye un sistema de clasificación que integra tanto criterios dimensionales como
categoriales, yendo más allá de la simple descripción conductual, otorgando mayor
comprensión a las implicancias del diagnóstico, pronóstico y tratamiento de estos
trastornos. Además de este aporte, Kernberg propone un instrumento de utilidad práctica para el
diagnóstico de los trastornos de personalidad, complementario a su clasificación : la entrevista
estructural.

Se expone en forma breve la propuesta de clasificación de trasto rno de personalidad de Kernberg:


Primero se presentarán conceptos teóricos básicos sobre la personalidad, y sobre las
características dimensionales y categoriales del sistema de clasificación ; se continuará con los
tipos estructura de personalidad propuestos por Kernberg y los criterios de clasificación y
evaluación clínica: identidad del yo, juicio de realidad y mecanismos de defensa avanzados v/s
primitivos. Para finalmente integrar la caracterización de los trastornos de personalidad como
entidades nosográficas separadas en las estructura s de personalidad.

Consideraciones previas

Para comprender mejor la clasificación de los trastornos de personalidad propuestos por Kernberg
se deben considerar lo que el entiende por Temperamento, Carácter y Personalidad.

 Temperamento: Disposición innata a reaccionar de forma particular a los estímulos


ambientales, determinada genéticamente. Específica la intensidad, ritmo y umbral de la
respuestas emocionales. El aspecto temperamental más importante para la clasificación de
los trastornos de Kernberg es la Introversión / Extroversión

115
COMPENDIO TEORIA PSICODINÁMICA
DAVID EDUARDO DÍAZ LÓPEZ

 Carácter: Organización dinámica de los patrones conductuales del individuo; manifestación


conductual de la identidad del yo, determinada por la integración del concepto de si mismo
y de los otros significativos
 Personalidad: Integración dinámica de los patrones conductuales derivados del
temperamento, carácter y los sistemas de valores internalizados (Súper yo). A la estructura
de personalidad de un individuo subyacen dos precondiciones: Estructurales y Di námicas.
o Precondiciones estructurales: grado en que se hayan integrado y internalizado, a
través de las relaciones tempranas, el si mismo y las relaciones objetales; llegando
en el caso de la personalidad normal (y neurótica) a la constancia objetal, obje tos
internalizados totales
o Precondiciones dinámicas: se refiere a la organización de los impulsos (libido y
agresión) que se van activando en las relaciones objetales tempranas. En la
estructura de personalidad normal se da una integración de la agresión y la libido
bajo la dominancia de los impulsos libidinales.

Otro aspecto importante a considerar es que Kernberg propone una clasificación de los trastornos
de personalidad que combina criterios dimensionales de clasificación (diferencias cuantitativas
dentro de dimensiones generales: Identidad del yo, prueba de realidad, mecanismos defensivos) y
categoriales (diferencias cualitativas entre los tipos de trastorno de personalidad dentro de un
grado dimensional). Esto significa: dentro de las dimensiones se pueden describir diferentes tipos
de personalidad según se alejen o acerquen a los polos de las dimensiones. Sin embargo también
se pueden diferenciar, dentro de una misma dimensión, un tipo de personalidad de otro por
características que lo hacen claramente diferentes y por que la cantidad hace también que una
entidad nosográfica se pueda distinguir de otra, configurándose en un tipo de personalidad distinta
(cantidad se transforma en calidad, en un continuo discontinuo) (Gomberoff, 1999).

CLASIFICACIÓN DE LAS ESTRUCTURAS DE PERSONALIDAD

De acuerdo a los planteamientos de Kernberg, se distinguirían diferentes estructuras de


personalidad en un continuo de gravedad (Kernberg, 1989, 1999; Gomberoff, 1999):

 Estructura de personalidad normal: donde no se encuentran trastornos de personalidad


 Estructura de personalidad de tipo neurótico: donde se encuentran los trastornos de
personalidad menos graves
 Estructura de personalidad de tipo limítrofe: donde se ubican los trastornos de
personalidad más severos; dividida a su vez en limítrofe superior y bajo
 Estructura de personalidad de tipo psicótico: que es un criterio de exclusión para los
trastornos de personalidad.

Criterios de clasificación y evaluación clínica :

La clasificación de estructuras de personalidad de Kernberg se basa en tres criterios básicos


(Kernberg, 198?; Gomberoff, 1999):

 identidad del yo
 juicio de realidad
 mecanismos de defensa primitivos v/s avanzados
116
COMPENDIO TEORIA PSICODINÁMICA
DAVID EDUARDO DÍAZ LÓPEZ

A continuación se explicará cada uno de ellos y se incluirá las preguntas propuestas por Kernberg
en su entrevista estructural para explorarlos, además se presentarán los indicadores en la
respuesta de los pacientes que señalan la presencia o ausencia de d ichos criterios.

1) Identidad del Yo:

Incluye dos puntos esenciales:

(1) concepto integrado (aspectos positivos y negativos) de sí mismo a través del tiempo y en
distintas situaciones,

(2) el concepto integrado de las personas importantes o significativas en la vida del sujeto. La
identidad del yo está presente sólo en las estructuras neuróticas, por lo tanto es un criterio
diferenciador con las estructuras limítrofes y psicóticas. La evaluación clínica de este criterio no se
debe realizar en personas que presenten cuadros psicótic os y/u orgánicos (Kernberg, 1989;
Gomberoff, 1999).

Para explorar la integración del sí mismo a través del tiempo y en distintas situaciones las
preguntas que se hacen son: "ahora que me ha contado por qué vino y cu áles son sus problemas,
me gustaría que se describiera a sí mismo en unas pocas palabras ¿cuáles son las cosas que lo
diferencian a usted de las demás personas? ". Se espera que una persona normal o con estructura
neurótica pueda dar una descripción donde se integren aspectos negativos y positivos, identificar
sus características estables sin desconocer que en ciertas circunstancias puede salirse de esos
patrones; además el entrevistador puede formarse una imagen relativamente clara de la persona a
partir del relato del paciente. Las personas con estructuras limítrofes relatan aspectos
contradictorios de sí mismos pero sin darse cuenta de la contradicción de su relato, el
entrevistador puede tener la sensación de que el paciente esta hablando de distintas pe rsonas por
lo que no puede percibir en forma clara la descripción del paciente y tener la sensación de caos.
Las personas con estructuras psicóticas no pueden responder esta pregunta porque es poco
estructurada y requiere mantener empatía con el entrevista dor. Las personas con problemas
orgánicos (delirio, demencia, alteraciones del sensorio) tampoco logran estructurar una respuesta
pues implica concentración, introspección y relaciones abstractas (Kernberg, 198?;Gomberoff,
1999).

Para explorar el concepto integrado de las personas importantes o significativas en la vida del
sujeto, primero se debe captar cuales serían esas personas y luego preguntar "¿por qué no me
describe la personalidad de su mamá y de su hermano? Cuénteme ¿cómo son ellos?" . Los
pacientes con estructura limítrofe dan una descripción superficial que impide conocer los aspectos
más profundos de esas personas, además muchas veces caen en profundas contradicciones
cuando describen características sin que se percaten de ello. En pacientes co n estructura
neurótica la descripción incluye aspectos relevantes, integración de aspectos negativos y positivos
que permiten que el entrevistador se haga una imagen más o menos clara de esas personas. En el
caso de estructuras psicóticas o con problemas o rgánicos no se continua con la exploración de la
Identidad del yo y se pasa a indagar más en la sintomatología específica (Kernberg,
198?;Gomberoff, 1999).

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COMPENDIO TEORIA PSICODINÁMICA
DAVID EDUARDO DÍAZ LÓPEZ

2) Juicio de realidad:

Este segundo criterio de clasificación y valuación clínica, implica la capa cidad de:

(1) diferenciar el Yo del no-Yo

(2) diferenciar el origen de los estímulos ya sea intrapsíquico o extrapsíquico

(3) mantener criterios de realidad socialmente aceptados. El juicio de realidad esta mantenido en
las estructuras neuróticas y limít rofes, no así en las psicóticas por lo que es un criterio
diferenciador entre estructuras psicóticas y limítrofes.

La evaluación de este criterio se hace en tres etapas (Gomberoff, 1999):

I. Presencia / ausencia de alucinaciones o ideas delirantes : si en ese momento las tiene


significa que el juicio de realidad esta perdido. Si ha tenido estas manifestaciones se
pregunta por el significado de ellas "¿qué le parece lo que le pasó?" si el paciente
responde que no lo entiende y teme estar perdiendo la razón sig nifica que se recobró el
sentido de realidad (lo que puede ocurrir en las estructuras limítrofes), por el contrario si lo
describe como algo natural, el juicio de realidad aún esta perdido.
II. Mantención de criterios sociales: si el paciente nunca ha tenido alucinaciones ni ideas
delirantes se evalúa, mediante la observación o análisis del discurso, lo más extraño o
absurdo de la conducta del paciente o de los afectos. Después de tener claro esto se le
pregunta "yo quisiera hablar con usted de algo que he observado en nuestra interacción
¿me permite que le señale algo que me llamó la atención y que me tiene al o sorprendido,
que no entiendo?...yo vi que usted estaba haciendo esto o reacciona de tal forma y esto
me pareció raro ¿usted entiende que a mí me haya parecido extraño o es un problema
mío?. Un paciente con el juicio de realidad mantenido entiende que al entrevistador le
resulte extraño lo que él le señaló y explica la situación mejorando el entendimiento de
éste. Por el contrario, el juicio de realidad se denota perdido si el paciente no puede ver
por qué a otra persona le resulte extraño cierto comportamiento.
III. Identificar en la interacción mecanismos de defensa primitivos e interpretarlos: este
paso es el más difícil. Se debe tener una visión global del paciente, tomar en cuenta su
comportamiento y como responde a las preguntas del entrevistador. Las reacciones
defensivas primitivas comienzan a aparecer en las estructuras limítrofes y psicóticas al
pedirle al paciente que se describa y continúan apareciendo en el transcurso de la
entrevista estructural Ante las defensas del paciente, interpretar en el presente y ver la
reacción de este. Los pacientes limítrofes mejoran con esta intervención, los psi cóticos
empeoran (Kernberg, 1989;Gomberoff, 1999).

3) Predominio de mecanismos de defensa primitivos v/s avanzados:

En la práctica clínica se aprecia que los mecanismos de defensa se utilizan en constelaciones o


conjuntos. La constelación neurótica o mecanismos avanzados se ce ntra en la represión además
de ir acompañado de proyección, intelectualización, racionalización, negación y formación
reactiva. La segunda constelación la constituyen los mecanismos más primitivos los que se centran
en la escisión, junto con esta aparecen la identificación proyectiva, idealización primitiva,
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COMPENDIO TEORIA PSICODINÁMICA
DAVID EDUARDO DÍAZ LÓPEZ

omnipotencia, control omnipotente, devaluación y negación primitiva. Este criterio sirve para
diferenciar las estructuras neuróticas de las limítrofes y psicóticas ya que los mecanismos
primitivos son típicos de estas últimas organizaciones(Gomberoff, 1999).

Para evaluar las constelaciones hay que poner atención en la interacción con el paciente.
Los mecanismos avanzados usualmente no interfieren la relación paciente -terapeuta, se ven más
indirectamente. En cambio los mecanismos primitivos pueden observare directamente ya sea en el
contenido del discurso del paciente (contradicciones, adjetivos muy positivos hacia el terapeuta o
negativos, etc.) como en el comportamiento (reacciones de angustia, muestras de desprecio,
provocación, rechazo en el lenguaje corporal). Junto con el uso de estas defensas se puede
apreciar regresiones transferencias y contratransferenciales desde las primeras sesiones
(Kernberg, 198?; Gomberoff, 1999).

La exploración de estos tres criterios permite diferenciar entre estructuras psicóticas, neuróticas y
limítrofes, sin embargo a menudo la clasificación de las estructuras limítrofes se hace dificultosa
por su carácter intermedio. Para clarificar el diagnóstico, Kernberg propone otros criterios que
caracterizan a las estructuras limítrofes y las diferencian de las neuróticas. Estas son:

 Dificultades graves y crónicas en las relaciones de objetos : los pacientes limítrofes no


logran establecer relaciones verdaderas con otra persona, caen en la manipulación, control
y desvalorización del otro.
 Manifestaciones inespecíficas de debilidad yoica: falta de control de impulsos,
incapacidad para tolerar la angustia, insuficiente desarrollo de canales de sublimación,
 Tendencia problemática del Súper Yo: puede manifestarse como el apego a normas
morales por el "qué dirán" o en conductas antisociales, mentira crónica, robo, engaño,
estafa, agresiones abiertas a otros o explotación parasitaria.
 Síntomas neurótico crónicos, polimorfos y difusos : presencia de angustia, depresión,
fobias, síntomas obsesivos, tendencias hipocondríacas.

TRASTORNOS DE PERSONALIDAD EN LAS ESTRUCTURAS DE PERSONALIDAD.

Uno de los principales aportes de Kernberg a la comprensión de los trastornos de personalidad es


haber explicitado la configuración estructural y dinámica subyacente que los hace tanto similares
como distintos entre sí. Se analizarán los trastornos de personalidad comenzando desde la menor
a mayor severidad:

 Trastornos de personalidad en estructura neurótica : Incluye a los trastornos Depresivo


masoquista, obsesivo compulsivo e histérico. Se caracterizan por una identidad del yo y
capacidad de relaciones profundas, control de impulsos y tolerancia a la ansiedad;
creatividad en el trajo por la capacidad de sublimación . Poseen capacidad para amar
sexualmente e intimar, pero esta está afectada por sentimientos de culpa inconscientes
que se reflejan en patrones patológicos de interacción; de hecho el conflicto dinámico
(impulsos) consiste en la patología de la libido. En el caso del trastorno depresivo
masoquista existe un conflicto oral que se ha llevado (relativamente inmodificado) al plano
edípico. En el obsesivo compulsivo una constelación de conflicto anal es llevado al plano
edípico. La personalidad histérica es un e jemplo de conflicto edípico que se refleja en una
inhibición sexual (Kernberg, 1999)

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COMPENDIO TEORIA PSICODINÁMICA
DAVID EDUARDO DÍAZ LÓPEZ

 Trastornos de personalidad en estructura limítrofe superior: Incluye los trastornos de


personalidad ciclotímico, sadomasoquista, infantil o histriónico, dependiente y nar cisismo
de buen funcionamiento. Estos trastornos se caracterizan por presentar el síndrome de
difusión de identidad, pero conservan algunas funciones yoicas con buen funcionamiento,
tienen un súper yo integrado, se adaptan mejor al trabajo, pueden establec er relaciones
íntimas benignas, integrar impulsos sexuales y de ternura. Se consideran en transición
entre los trastornos de personalidad neuróticos y limítrofes
 Trastornos de personalidad en estructura limítrofe inferior : Incluye el trastorno de
personalidad limítrofe (en sentido estricto), esquizoide, esquizotípico, paranoico,
hipomaniaco, hipocondríaco, narcisismo maligno y antisocial. Estos trastornos se
caracterizan por la difusión de identidad, no se ha logrado la constancia objetal, no se
perciben objetos totales sino que idealizados (tanto buenos como malos); un desarrollo
desproporcionado del impulso agresivo ligado al uso masivo de la escisión como
mecanismo defensivo para poder contar con objetos buenos que protejan de los malos
para escapar de la agresión atemorizante; también se observan problemas en las
relaciones íntimas; el súper yo es arcaico, no integrado. Todo esto se traduce en
problemas para establecer relaciones íntimas duraderas, falta de metas en la vida,
incapacidad de sublimar ligada a poca persistencia y creatividad en el trabajo; patología de
la vida sexual por estar contaminada la libido con la agresión, incluyendo tende ncias
polimorfas (Kernberg, 1999).

Así como existen similitudes entre los trastornos de personalidad en un tipo de estructura, también
existen similitudes o líneas de trastornos (sobretodo con respecto a características conflictivas y
dinámicas) dentro de las estructuras y también a través de ellas. Es aquí donde se aprecia la
característica dimensional y categorial del sistema clasificatorio de Kernberg.

Una primera línea es la del trastorno limítrofe y esquizoide que reflejan una fijación en la
separación / individuación, existe una escisión de las relaciones objetales internalizadas, que en el
esquizoide - por una tendencia temperamental introvertida - se expresa en empobrecimiento de las
relaciones objetales (empobrecimiento social) con poca expresión afectiva debido a la escisión de
los afectos, e hipertrofía de la vida fantasiosa; en el caso del limítrofe - con tendencia
temperamental extrovertida - se expresa en relaciones impulsivas en el plano interpersonal, que
remplazan su autoconciencia. La personalidad esquizotípica es un aforma más severa de la
personalidad esquizoide; la personalidad paranoide se caracteriza por un aumento de agresión y
proyección (del tipo identificación proyectiva) en relación al esqu izoide, unida a una auto
idealización defensiva. La personalidad hipocondríaca también está unida a la línea esquizoide, en
este caso los objetos persecutorios (producto de la escisión esquizoide) se proyectan al interior
del cuerpo, lo que las asemeja al trastorno paranoide (proyecta fuera de si los objetos
persecutorios).

Otra línea de trastornos es la que cruza los trastornos hipomaníaco, ciclotímico y depresivo
masoquista. Estos trastornos están unidos por una disposición temperamental de activación
afectiva; el estado más grave es el hipomaníaco, que puede evolucionar a ciclotímico si hay mejor
funcionamiento yoico, y a depresivo masoquista si hay una identidad del yo y súper yo integrado,
pero extremadamente punitivo (lleva a la culpa y a la necesidad de sufrir para obtener placer
sexual). La línea depresivo masoquista tiene otra rama que la liga al trastorno sado masoquista
(que a su vez viene de la paranoia); la evolución de personalidad paranoide a sado masoquista y

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COMPENDIO TEORIA PSICODINÁMICA
DAVID EDUARDO DÍAZ LÓPEZ

de esta a depresiva masoquista es equivalente a la transición hipomaniaco -ciclitímico-depresivo


masoquista.

También es posible observar la línea narcisista que se caracteriza por un sí mismo integrado,
pero patológico y grandioso; dentro de esta línea se encuentran de menor a mayor grave dad: el
trastorno narcisista, narcisismo maligno y trastorno antisocial. Lo que diferencia a estos trastornos
es el nivel de agresión e integración del súper yo. En el narcisismo se observa un sí mismo irreal e
idealizado con algún grado de conducta antiso cial; se transforma a narcisismo maligno cuando se
agrega agresión egosintónica (crueldad, sadismo u odio) y un Súper Yo desintegrado que genera
tendencias paranoides por la reproyección de la agresión; el estado más grave es el trastorno
antisocial donde no existe la capacidad de sentir culpa o preocupación por otros, ya no existe un
súper yo ni tampoco una capacidad de proyectarse en un futuro personal.

Siguiendo la línea limítrofe se encuentra la personalidad infantil o histriónica y la histérica . En


la personalidad infantil (estructura limítrofe) no hay capacidad de establecer relaciones personales
maduras, se observan tendencias sexuales polimorfas y conflicto indiferenciado con hombres y
mujeres; en la personalidad histérica (estructura neurótica) los conflictos se restringen al ámbito
sexual, con seudohipersexualidad e inhibición sexual, mayores conflictos con las mujeres que con
los hombres, que son por competir por los hombres. Finalmente se observa la personalidad
obsesivo compulsiva, este trastorno sigue la línea esquizoide paranoide y es su representante
mejor integrado, con estructura neurótica. En ese caso la a gresión es neutralizada por un Súper
Yo integrado y sádico, lo que lleva al perfeccionismo, necesidad de control y autodudas.

Fif. 10 RELACIONES ENTRE LAS ESTRUCTURAS Y TRASTORNOS DE PERSONALIDAD

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COMPENDIO TEORIA PSICODINÁMICA
DAVID EDUARDO DÍAZ LÓPEZ

CUADRO RESUMEN CLASIFICACIÓN DE ESTRUCTURAS y TRASTORNOS DE PERSONALIDAD


SEGÚN KERNBERG
Estructura de Personalidad
Criterios Neurótico Limítrofe alto Limítrofe bajo Psicótico
Identidad Presente Ausente Ausente Ausente
del yo
Juicio de Mantenido Mantenido Mantenido, pero con Ausente
realidad alteraciones
Defensas Avanzadas Primitivas Primitivas Primitiva
s
Trastornos  Obsesivo  Sadomasoquista  Paranoide
de compulsivo  Ciclotímico  Hipocondríaco
personalida  Masoquista  Dependiente  Esquizotípico
d depresivo  Histriónico  Esquizoide
 Histérico  Narcisista  Limítrofe
 Hipomaníaco
 Narcisismo
maligno
 Antisocial

Estados límite y narcisista. Aunque existe un acuerdo general en que los estados límite y narci-
sita están relacionados entre sí, los investigadores de este campo presentan considerables
diferencias de opinión respecto a los detalles de estos dos es tados. Kohut piensa que casi todos
los pacientes padecen trastornos narcisistas y los que presentan alteraciones tan graves que no
pueden tratarse mediante psicoanálisis se asignan a la categoría de pacientes límite. Kernberg
parece considerarlos principalmente como pacientes que padecen me canismos de organización
límite de la personalidad y creen que quizás alguno de los del grupo de mejor funcionamiento que
presentan los niveles de agresión se parecen a los pacientes a los que Kohut designa como
narcisistas. Materson y Rinsley creen que hay muchos más pacientes límites que narcisistas.
Rinsley cree que el punto de fijación del nar cisismo es al final de la fase de aproximación por que
se trata de pacientes que generalmente tienen un nivel de funcionamiento más alto y mayores sig -
nos de madurez. Masterson cree que el pre dominio de grandiosidad que predomina en estos
pacientes indican que están fijados en la fase de práctica, como si hubieran quedado atascados en
el curso temporal característico de la fase de práctica. La sig nificación del punto de vista de cada
uno es que influirá en la secuencia en que se hagan las interpre taciones. Por ejemplo, Masterson
está de acuerdo con la confrontación en los pacientes límite y con la interpretación en los
pacientes narcisistas, porque los pacientes límite carecen de un sentido de identidad y, por
consiguiente, quedarán y se introducirán en el aspecto clarificador de la confrontación, mientras
que los pacientes narcisistas se desintegrarán si su frágil dominio del bienestar se ve destruido.

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COMPENDIO TEORIA PSICODINÁMICA
DAVID EDUARDO DÍAZ LÓPEZ

Dos ilustraciones clínicas. Dos historias clínicas ilustran la utilidad del enfoque de revisión de
sistemas de Kernberg para la determinación de la patología del carácter:

Cuando se presentó por primera vez al tratamiento, David era un hombre de veintitrés años con
graves alteraciones. Se presentó desaliñado, con una ropa que no iba a juego, y recientemente
le habían despedido de un empleo de poca relevancia porque era incapaz de seguir
instrucciones simples. Había tardado apenas cinco años en graduarse de la universidad con el
nivel más bajo posible. En la facultad se había pasado la mayor parte del tiempo encerrado en
su habitación, incluso orinando en botellas de refrescos vacías que solía vaciar a las dos de la
madrugada, cuando sabía que nadie le veía. Tenía un sistema de lirante de numerología para la
fecha de su nacimiento y se imaginaba que las nubes le transmitían mensa jes. Cuando vino por
primera vez a verme se hallaba en un estado extremadamente ansioso y parecía de safiante y
hostil. A partir de sus síntomas, podíamos habernos preguntado si era esquizofrénico o estaba
en un estado límite grave. Sin embargo, una evalua ción más cuidadosa reveló que tenía un
rango de afecto mucho más amplio, una relación consistente y profunda con los míticos padres
(autores humanistas cuyo trabajo había leído y disfrutado durante un pe ríodo de enseñanza
secundaria y universitaria lleno de alteraciones), había tenido amigos de toda la vida que había
seguido manteniendo su amistad durante el período de la enfermedad, y había demostrado en
las sesiones un cálido y apacible sentido del humor; todas estas características coexistían con
la psicopatología extremadamente grave que presentaba. Con secuentemente, el terapeuta hizo
el diagnóstico de patología del carácter de nivel medio y se sintió se guro al iniciar el tratamiento
psicoanalítico.
En cambio, Peter era un músico y compositor que tenía éxito. Había hecho varias
canciones muy famosas, había escrito partituras para la televisión y aparentemente tenía éxito
en su carrera. El síntoma con el que se presentó eran ataques de angustia que empezaron
cuando sus padres recibieron un premio al mérito profesional en una labor relacionada con la
suya. Su propio autodiagnóstico era el de una grave reacción de ansiedad fundamentadas en
razones edípicas. Sin embargo, en la transferencia pronto empezó a manifestarse un predominio
de disociación grave, así como una identificación proyectiva y una ideali zación masivas. Tanto
en la transferencia como en su matrimonio predominaban los objetos parciales. Las buen as y
malas imágenes de sí mismo no estaban integradas, y su estado de ánimo fluctuaba de modo ci -
clotímico según se ponía al lado de su grandiosos ideal del Yo o de su Superyo,
extremadamente severo y castigador. Predominaba la disociación, aunque a veces utilizaba las
defensas de jerarquía represiva, tales como la intelectualización, la formación reacti va y la
anulación. Tenía un matrimonio aparentemente estable, pero su falta de capacidad para espe rar
y el exceso de agresividad primitiva se revelaron tanto en la naturaleza compulsiva de su
conducta sexual como en su incapacidad para tolerar cualquier frustración. Por consiguiente, no
resultó sorprendente que en el segundo año de psicoterapia psicoanalí tica se notara una
psicosis de transferencia con un delirio de pleno derecho respecto a la influencia del terapeuta
sobre su cuerpo y su mente, y con alucinaciones de la aparición del diablo en la consulta.

El caso de Peter es contrario al anterior (un pa ciente cuya estructura de carácter subyacente era
mucho más patológica de lo que indicaba el nivel aparente de adaptación según los síntomas
iniciales con los que se presentó). Estos dos casos tam bién ilustran el tipo de pacientes que trata
la tradición psicoanalítica y el grado en que la patologí a de carácter subyacente es más importante
que el diagnóstico individual.

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JACQUES LACAN

RESEÑA BIOGRÁFICA

Nació en París el 13 de abril de 1901, siendo uno de los cuatro hijos de un comerciante vinagrero. Durante
la primera guerra mundial, el colegio al que asistía se transformó en una especie de hospital de campaña, y es
probable que esta experiencia haya arraigado en él el deseo futuro de una carrera médica. Sin embargo, también
por aquella época, Jacques-Marie era definido por quienes lo conocieron como altanero y distante, incapaz de
organizar su tiempo y de comportarse como los demás.

La agitada vida intelectual de su época, en la que figuras como André Breton, André Gide, Jules Romains,
James Joyce atraían cada vez más su atención, es vivida por él de forma tal que rechaza los valores familiares y
cristianos en los que había sido educado. En 1929, sufre una profunda decepción por la partida de su hermano
Marc hacia la Abadía de Hautecombe. Había decidido ordenarse sacerdote y Jacques, quien siempre había sido
su protector, no había podido evitarlo.

Al iniciar su carrera médica. Las ideas de Freud estaban ganando cada vez más espacio dentro del
pensamiento francés. Se había creado la revista l'Evolution Psichiatrique y había sido fundada, el mismo día en
que Lacan hacía su primera presentación como médico neurólogo, para la SOCIETE PSYCHANALYTIQUE DE
PARIS. Por otro lado, la literatura también había acogido con entusiasmo la nueva concepción de la sexualidad
humana que provenía del psicoanálisis. Entre 1927 y 1931 realizó los estudios necesarios para la especialización
en psiquiatría. De esta época resaltan sus contactos con Henri Ey, Pierre Mâle y otras figuras de aquel entonces.
Tres maestros que dejaron su impronta en él fueron Georges Dumas, Henri Claude y G.Clérembault.

En junio de 1932 empieza su análisis con Rudolph Loewenstein, quien por aquellos tiempos era
considerado como el mejor analista didáctico de la SPP. Este único paso de Lacan por una experiencia
psicoanalítica en la que ocupara el lugar del analizando, finalizaría abrupta y violentamente seis años más tarde.
En realidad, se presume que las razones que lo llevaron a Lacan a analizarse con Loewenstein fueron más
políticas que científicas, transformándose así la cura en algo más parecido a un requisito que sabía indispensable
si quería ocupar posiciones de mayor nivel dentro de la SPP. En alguna ocasión se ocupó de manifestar que, en
verdad, Loewenstein no era lo suficientemente inteligente para analizarlo a él. Por su lado, tampoco Loewenstein
se privó de comentar entre sus allegados que Lacan era inanalizable.

Luego de algunas relaciones amorosas vacilantes, en 1934 contrae matrimonio con Marie Louise Blondin,
quien era hermana de un antiguo compañero de estudios de Lacan, al que éste admiraba profundamente. De la
unión nacieron tres hijos: Caroline (1936), Thibaut (1938) y Sibylle (1940). La paternidad no afectaría. Sin
embargo, el tiempo que dedicaba a sus trabajos y la divulgación de los mismos.

En 1941 se divorcia de M.L.Blondin y se une con Sylvia Bataille, ex-esposa de Georges, con quien tiene una
hija: Judith Sophie(1941). Curiosamente, el creador del nombre del padre, no pudo darle el suyo a esta nueva
hija, por cuanto la ley francesa se lo prohibía por no estar oficialmente divorciado hasta entonces de su primera
esposa, y la niña fue inscripta como Judith Sophie Bataille.

En 1934 pasa a ser miembro adherente de la SPP. Asiste al congreso de la ASOCIACION


INTERNACIONAL DE PSICOANALISIS en Marienbad, donde presenta su trabajo sobre el estadío del espejo
(1936). Lacan consigue, finalmente en 1938, ser nombrado titular de la SPP, luego de ejercer presión para que
no se tuviera en cuenta algunas opiniones desfavorables a su candidatura, entre ellas las de Loewenstein.
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Bajo la consigna de un retorno a Freud, replanteó conceptos psicoanalíticos a través del estructuralismo y
la lingüística, lo que marca la influencia de Saussure y de la antropología de Lévi-Strauss en su obra. Asimismo,
fueron muy importantes para las conceptualizaciones teóricas que desarrollaron las lecturas de Husserl,
Nietzsche, Hegel y Heidegger. Podría decirse que Lacan leyó a Freud desde una exterioridad: psiquiatría,
surrealismo y filosofía.

A partir del interés común por la obra de Hegel, comienza una amistad con Georges Bataille, de quien toma
su interés por Sade, sus reflexiones sobre lo imposible y sobre la heterología, de donde toma el concepto de
"real", concebido primero como "resto" y después como "imposible". La concepción lacaniana del inconsciente
como estructura también está teñida de la influencia de la obra de Lévi-Strauss. Por otro lado, los lazos que
Lacan establece con Koyré, Kojève, Corbin, Heidegger, Hyppolite, Ricoeur, Althusser y Derrida, muestran que
para él todo cuestionamiento del freudianismo debía pasar por una interrogación de tipo filosófico.

La notoriedad que le proporcionó la frecuentación del medio intelectual parisino había aportado a Lacan una
pequeña clientela privada, pero hasta 1947 no recibió demasiados pedidos de análisis didácticos. Fue el médico
personal de Picasso. En 1953 presenta su dimisión a la SPP. Las nuevas formulaciones que había introducido,
en particular las relativas a la práctica de la cura, hicieron que los sectores más ortodoxos de la SPP lo acusaran
de sembrar la discordia en la institución y la rebelión en los que eran sus alumnos.

Se une con Lagache para fundar la Sociedad Francesa de Psicoanálisis (SFP) y durante los diez años que
duró la SFP, encontrará en Francoise Dolto, que también se incorpora a la nueva institución, a una interlocutora
que valoraba en forma notable. 1953 también señala el comienzo de sus seminarios públicos. En 1963 fue
expulsado de la ASOCIACION INTERNACIONAL DE PSICOANALISIS, y un año más tarde fundó la Escuela
Freudiana de París, junto a Dolto, Leclaire, Octave y Maud Mannoni.

Su objetivo, según sus propias palabras, era la restauración de la verdad en el campo abierto por Freud,
denunciando las desviaciones que obstaculizaban su progreso. Para ello, decía, estaban habilitados de participar
únicamente aquellos que se habían formado con él. El nuevo grupo estuvo compuesto inicialmente por 134
miembros, la mayoría de los cuales había pertenecido a la SFP.

Paradójicamente, la razón de su posterior disolución quizás haya estado en su éxito: a partir de 1966
comenzó un proceso de masificación incontrolable, que produjo un abultado incremento en el número de
miembros, que para 1979 eran ya 609. Esto no era precisamente lo deseable para una institución que se había
propuesto ser una república de las elites. Fue en este período que Lacan propuso el pase como nueva forma de
acceder al título de didáctico, sosteniendo aquello de que el psicoanalista no se autoriza sino en sí mismo.

Habiéndose ya iniciado su declinación física e intelectual, en particular luego de un accidente


automovilístico que sufre en 1978, disuelve en 1980 la escuela y funda la Causa Freudiana, que luego sería la
Escuela de la Causa Freudiana. En estas últimas disoluciones y fundaciones ya no actúa sólo, sino que su yerno
J.A.Miller es quien toma la posta con su consentimiento. En esos tiempos todavía daba algunos seminarios, pero
sin el despliegue que tanto lo había caracterizado y que tan profunda fascinación provocaba en su auditorio.
Padecía una patología vascular muy lenta en su evolución, pero de origen claramente cerebral. Además, desde
1980 se le había declarado un cáncer de colon.

Falleció el 9 de septiembre de 1981 en París.

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PARANOIA
En 1932 Lacan termino su tesis doctoral titulada “De la psicosis paranoica en sus relaciones con la
personalidad”, estudio que tuvo mucha influencia en numerosos surrealistas.

 El Caso Aimée
La tesis incluía un detallado análisis de una mujer llamada Aimée (igual que la heroína de una de sus
novelas inéditas), quien había querido acuchillar a una conocida actriz parisina, Huguette Duflos. El caso tuvo
gran resonancia en la prensa de la época, y Lacan procuro rastrear poco a poco el hilo lógico que había detrás de
ese acto en apariencia irracional. Su tesis introdujo en el medio psiquiátrico un nuevo concepto, el de la
“paranoia de autopunición” en sus ideas persecutorias, era esa figura la que ella veía como origen del peligro
para ella y su pequeño hijo; así esa imagen ideal era a la vez objeto de su aspiración y de su odio.
A Lacan le entusiasmo especialmente esta compleja relación entre las imágenes y la identidad que se daba
en la paranoia. En su posterior arresto y reclusión, Aimée hallo el castigo que había dado origen a su acto. En
cierto nivel, entendía que ella misma era objeto de castigo.
El análisis de este caso por Lacan muestra muchos elementos que más tarde serian centrales en su obra: el
narcisismo, la imagen, el ideal, y el modo en que la personalidad puede extenderse fuera del cuerpo y se
constituida en una compleja red social.
La actriz representaba una parte de la propia Aimée, lo cual indicaba que la identidad de un ser humano
puede incluir aspectos que están fuera de las fronteras biológicas del cuerpo. En cierto sentido, la identidad de
Aimée estaba fuera de ella.

EL INCONSCIENTE ESTRUCTURADO COMO UN LENGUAJE

Esta es la tesis planteada por Lacan a partir de la cual se desarrollan todos los demás conceptos
planteados en su teoría. “Inconsciente estructurado como un lenguaje” se refiere a que el inconsciente está
formado literalmente por palabras, es decir, por una cadena de significantes que conforman el discurso de otro.
No solamente como un lenguaje, diría él más adelante, sino como un lenguaje y un saber, un saber inconsciente.
Antes de Freud ya se conocía que era el inconsciente, se hablaba de subconsciente, formaciones más allá de la
consciencia, otros ya hablaban de que había un subconsciente, donde se depositaban los acontecimientos de
primera persona a manera de un desván o closet donde uno iba metiendo los trapos, cuadernos, y luego un buen
día, eso aparecía en la consciencia. El primer concepto del inconsciente fue que es un inconsciente tipo sótano,
donde si se archivan las cosas para siempre.

Posteriormente Freud empieza a indicar y hacer notar que no es así, que el inconsciente es dinámico, que
no duerme, que no es un depósito ocioso de cosas, esas cosas están saltando y en movimiento todo el tiempo; si
nosotros tenemos una impresión en el día, esa impresión va a durar 5, 10, 20, 50 años, lo que vivimos. Hay
personas que un buen día sienten un particular olor, y automáticamente se les viene a la mente un recuerdo muy
claro de una situación que se vivió a los cinco o cuatro años de edad mientras estaba de visita en la casa de la
abuela, por ejemplo.

Esta dinámica del inconsciente fue lo que primó en un tiempo; ya se sabía que los contenidos del
inconsciente tenían vida, estaban y se podían evocar a través de sueños o síntomas. Pero Freud fue más
allá; describe al inconsciente como un inconsciente organizado, con una lógica propia, y esto modifica bastante la
situación, porque muchas personas de la época no lograban entender exactamente lo que él quiso decir. Freud lo
dijo , en 1905 y en 1907: «el inconsciente está estructurado como un lenguaje». Lacan es el que tomando la
clase de Freud dice: es un lenguaje que tiene un saber, que tiene un conocimiento pleno. De tal manera que las
cosas que se presentan del inconsciente tienen una lógica. Y si nosotros, por lo tanto, vemos como habla un loco,

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un psicótico, que nos dice que su hígado es de plomo, que tiene comunicación con Dios, ustedes podrían pensar:
son locuras, qué sentido tiene eso con la realidad.

Lacan, apoyándose en Freud, plantea que ese delirio es absolutamente lógico, que las palabras delirantes
obedecen a un lenguaje más perfecto aún que el lenguaje consciente y el sentido del delirio es un sentido pleno,
para el cual tiene él entonces que estructurar cuáles son esas leyes que rigen, que regulan el inconsciente a
diferencia de las leyes que regulan la vida cotidiana. Y él plantea, con una admirable intuición, la formula
siguiente: la consciencia va a funcionar como un lenguaje regido por la metáfora, por la metonimia.

La metáfora es una figura a través de la cual le presenta una idea que alude a un concepto incambiable,
inmodificable, constante; por ejemplo yo les digo: la «U» jugó un gran partido y los once muchachos mostraron
una garra increíble. Creo que todos ustedes van a entender que me estoy refiriendo a que tuvieron valor, coraje,
fuerza, no creo que ninguno crea que le salieron garras; eso se llama metáfora. Este es el lenguaje que usamos
despiertos, pero en el inconsciente las cosas caminan de otro modo, la palabra garra puede que signifique una
garra y muchas otras cosas más.

Por ejemplo para la consciencia la palabra soldado significa un señor con un fusil en el ejercito, para el
inconsciente la idea es otra, la palabra soldado significa un dado, significa algo como soldadura y puede significar
otras muchas cosas más; de ahí que en los sueños, que es un lenguaje totalmente del inconsciente, uno puede
soñar con una mesa con un sombrero encima, y resulta que uno estaba preocupado porque el señor Carlos Meza
no ha venido a verlo y lo está esperando, y el señor Meza usa sombrero. Entonces la intención del sueño es
cambiar el lenguaje a través de otro sistema lingüístico que es lo que se va a expresar.

La metonimia es uno de los dos procesos psíquicos, en el cual sustituye significantes favoreciendo una
contigüidad de significación que corresponde al mecanismo de desplazamiento. Usados por el
inconsciente para manifestarse. El siguiente ejemplo trata de ilustrar este punto: una persona que odie a su
padre, al no poder hacer consciente este sentimiento, desarrolla una aversión aparentemente inexplicable hacia
la marca de cigarrillos que éste fumaba. En este caso, lo que el padre significa para el sujeto (significado) se
traslada del significante inicial (el padre) hacia otro que está relacionado (los cigarrillos).

Otra aportación sumamente interesante de Lacan en materia lingüística es romper con el signo lingüístico
de Saussure, en el sentido de que en el signo aparecería dos partes del mismo: el significado y el significante, en
el cual el significante puede ser una palabra que remite a un significado. Lacan dijo que no era así, que el
significante remite a otro significante y ese segundo significante a un tercer significante, nunca hay un
significado final y eso se prueba de una manera fehaciente cuando, por ejemplo, nosotros decimos una palabra:
madre, eso remite a la imagen de la madre de cada uno de nosotros pero no remite simplemente a una imagen,
sino a un concepto añadido: madre-buena, madre-tierna, madre-afectuosa, madre-muerta, madre-viva, etc. Por
lo tanto el significante no remite a un significado final total y cerrado, remite a otro significante, y ese
significante a su vez remite a otro significante, creándose una cadena complejísima de seguir y de
continuar.

Una de las frases típicas de Lacan, y que a él le gustaba mucho decirla porque él sabía que creaba cierto
desconcierto, era: el lenguaje se impone y a la persona no le queda otro remedio que hablarlo.
Entendiéndose que desde el inconsciente hay un lenguaje que empuja y se quiere expresar y nosotros
simplemente le damos forma verbal lingüística.

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LA TÓPICA LACANIANA

Lacan conforma su tópica con los siguientes elementos: lo simbólico, lo real y lo imaginario.

Lo simbólico, es el registro psíquico propio de lo humano, ya que se funda gracias al lenguaje y la


instancia del Gran Otro, o bien, el Nombre del Padre. Debido a que no basta con poseer una noción de la propia
imagen corporal, el Sujeto propiamente dicho surge recién mediante la inscripción en el orden Simbólico (orden
del lenguaje verbal y orden de la cultura) momento en el cual el infante adquiere la habilidad de utilizar el
lenguaje —es decir-, de materializar "su" deseo mediante el discurso y con un pensar basado en símbolos.
En el registro de lo simbólico se tiende en lo posible a traducir toda clase de información a unidades discretas del
tipo signo (por ejemplo, significantes), por medio del proceso dialéctico de la metonimia/metáfora.

Lo real es simplemente lo que no es simbolizado, lo que es excluido del orden simbólico, “lo que se
resiste absolutamente a la simbolización”. Lo que comúnmente llamamos “realidad” debería definirse
como una malgama de lo simbólico y lo imaginario: imaginario en la medida que estamos situados en el
registro especular y el yo nos brinda racionalizaciones de nuestros actos, y es simbólico en la medida en
que la mayoría de las cosas que nos rodean tienen sentido para nosotros. Lo real representaría
precisamente lo excluido de nuestra realidad, el margen de lo que carece de sentido y no logramos situar
o explorar.

Lo imaginario, o dimensión no-lingüística de la psique, se funda -tal cual su nombre lo indica- en el pensar
con imágenes; pensamiento que -según Freud- es el tipo de pensamiento más primario. En la concepción
freudiana, la percepción deja huellas o marcas psíquicas (signos perceptuales) que conforman un espacio
psíquico compuesto de imágenes provenientes de todos los sentidos y de los movimientos del otro y del propio
cuerpo que, cuando logran significarse como propias, hacen a una imagen integrada del sujeto que pasa a
comprenderse como uno, distinto de otro. El aporte de Lacan conceptualiza este proceso, definiendo que a
partir del denominado estadio del espejo el sujeto puede identificar su imagen como un Yo, diferenciado
de otro humano. Esto requiere una cierta enajenación estructural dado que lo designado como «yo» es formado
a través de lo que es el otro —es decir, mediante la imagen que, en espejo, proviene del otro.

Lacan nombra a cada elemento con la propiedad específica que le asigna a cada uno, a lo Real de lo
Real lo llama vida, a lo Simbólico de lo Simbólico lo llama muerte y a lo Imaginario de lo Imaginario lo
llama cuerpo. Al enlace de estos elementos se le ha conocido como el “Nudo Borromeo”, y corresponde
a una figura topológica que está formada por tres nudos que representan a cada uno de los tres
elementos (S, R e I), enlazados de tal manera que al desarmar uno de ellos los demás también se
desligan.

ESTADIO DEL ESPEJO

Antes de que plantee esta teoría se entendía que el desarrollo del ser humano era un desarrollo lineal; el bebé
nacía, tenía el pecho, tenía a la madre, luego de un tiempo desaparecía el pecho y pasaba a una segunda etapa
(anal) en que el niño aprendía a tener control de esfínteres. Terminaba esta segunda etapa y comenzaba una
tercera (etapa de las diferencias anatómicas de los sexos) y así sucesivamente y el niño iba creciendo y
desarrollándose en su proceso. Lacan dijo que esto estaba incompleto, que no era tal la situación, que había un
momento alrededor un sismo en el psiquismo del niño y a través de ese sismo él entraría recién a la cultura y
describe lo que se llama la teoría del espejo. Esta etapa del desarrollo es descrita en su ensayo El estadio del

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espejo como formador de la función del yo (1935-1936), el primero de sus escritos y que es considerado uno
de sus trabajos más importantes.

El estadio del espejo que evoluciona entre los 6 a 18 meses, se ordena esencialmente sobre una
experiencia de identificación fundamental en cuyo transcurso el niño realiza la conquista de la imagen de su
propio cuerpo. La identificación primordial del niño con esta imagen va a promover la estructuración del yo
(Je) poniendo término a esa vivencia psíquica singular que Lacan denomina: fantasía del cuerpo fragmentado.

En efecto, antes del estadio del espejo, el niño no experimenta inicialmente su cuerpo como una totalidad
unifica, sino como algo disperso. Esta experiencia fantasmática del cuerpo fragmentado, cuyos vestigios
aparecen tanto en la configuración de ciertos sueños como en los procesos de destrucción psicótica, se pone a
prueba en la dialéctica del espejo, cuya función es neutralizar la dispersión angustiante del cuerpo en favor de la
unidad del cuerpo propio:

"El estadio del espejo es un drama cuyo impulso interno se precipita de la insuficiencia a la anticipación y
que, para el sujeto, engañado por la ilusión de la identificación espacial, urde las fantasías que se suceden desde
una imagen fragmentada del cuerpo hasta una forma que llamaremos ortopédica de su totalidad."

La experiencia del niño durante la fase del espejo se organiza en base a tres tiempos fundamentales que
marcan la conquista progresiva de la imagen de su cuerpo.

Al comienzo, es como si el niño percibiera la imagen de su cuerpo como la de un ser real al que intenta
acercarse o atrapar. En otras palabras, este primer tiempo de la experiencia demuestra que hay una confusión
primera entre uno mismo y el otro, confusión ampliamente confirmada por la relación estereotipada que el niño
mantiene con sus semejantes y que prueba, sin duda alguna, que al principio vive y se localiza en el otro:

"Esta captación por medio de la imago de la forma humana (...) domina, entre los seis meses y los dos años
y medio, toda la dialéctica del comportamiento del niño en presencia de su semejante. Durante todo este periodo
se registrarán las reacciones emocionales y los testimonios articulados de un transitivismo normal. El niño que
golpea dice que lo han golpeado; el que ve caer, llora."

Así como este primer momento de la fase del espejo pone claramente en evidencia el vínculo del niño con
el registro imaginario.

El segundo tiempo, por su parte, constituye una etapa decisiva en el proceso identificatorio. En efecto el
niño llega a descubrir subrepticiamente que el otro del espejo no es un ser real sino una imagen. Además de que
ya no intenta atraparla, la totalidad de su comportamiento indica que desde ahora sabe distinguir la imagen del
otro de la realidad del otro.

El tercer tiempo dialectiza las dos etapas precedentes, no sólo porque el niño se asegura de que el reflejo del
espejo es una imagen, sino, y por sobre todo, porque adquiere la, convicción de que sólo es una imagen que es
la suya. Al re-conocerse a través de esa imagen, el niño reúne la dispersión del cuerpo fragmentado en una
totalidad unificada que es la representación del cuerpo propio. La imagen del cuerpo es, entonces, estructurante
para la identidad del sujeto que realiza en ella su identificación primordial.

Hay que agregar que la dimensión de lo imaginario subyace, del principio al fin, en esta conquista de la identidad,
desde el momento en que el niño se identifica con algo virtual (la imagen óptica) que no es él como tal, pero en la
que, sin embargo, se re-conoce. Se trata, entonces, de un reconocimiento imaginario justificado, por otra parte,
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por hechos objetivos. En efecto, la maduración del niño a esa edad no le permite tener un conocimiento
específico de su cuerpo propio. De hecho, el estadio del espejo es una experiencia que se organiza con
anterioridad a la aparición del esquema corporal. Por otra parte, al simbolizar la "preformación" del yo (Je), la fase
del espejo presupone en su principio constitutivo su destino de alienación en lo imaginario. El re-conocimiento de
sí mismo a partir de la imagen del espejo se efectúa —por razones ópticas — a partir de indicios exteriores y
simétricamente inversos. Es por eso que la unidad misma del cuerpo se esboza como exterior a sí misma e
invertida. La dimensión de este re-conocimiento prefigura así, para el sujeto que inicia la conquista de su
identidad, el carácter de su alienación imaginaria de donde se perfila el "desconocimiento crónico" que no dejará
de mantener consigo mismo.

EL COMPLEJO DE EDIPO

Antes de plantear los tres momentos del Edipo pasaremos a definir dos puntos importantes el concepto del
“El nombre del padre” y el “Falo”:

 El nombre del padre

En relación a esto, Lacan planteó que hubo un vacío en el entendimiento de la función del papá dentro de
una casa en toda la obra de Freud. Se pensaba que en algún momento Freud trató de ser más, amplio y más
explícito, pero no lo pudo lograr y lo que se leía hasta esa época era lo siguiente: El padre es importante en la
vida de un niño, pero es el rival del niño, es aquel que disputará con el hijo el amor de la madre y disputará con el
padre la importancia frente a los hermanos. Se pensaba que era una especie de segundo hombre en importancia
en la casa: primero la mamá, primero la lactancia, el vínculo madre-hijo, primero la mirada de la madre y a la
sombra, escondido, el buen hombre ayudaba a su esposa a pasarle el biberón a cambiarle los pañales al niño,
cuidando a la mujer para que esta pueda hacer una buena labor de madre.

El concepto del padre para Lacan es revolucionario dentro del campo del psicoanálisis. Para Lacan el padre
es un figura fundamental desde el primer instante de la vida del bebé; empieza él por plantear que si el padre
desea a su hijo, desea que nazca, desea que viva, desea darle su apellido, el bebé se va a dar cuenta y en ese
momento el bebito va a recibir lo que él llamó «el nombre del padre», va a recibir la certeza de que él es
bienvenido a la vida, bienvenido al mundo y amado por su padre. En ese momento será un bebe feliz porque va a
saber que pertenece a una familia, que pertenece a una estirpe, que el apellida Perencejo y que su padre fue
Perencejo y su abuelo también lo fue y su bisabuelo también, y así sucesivamente siguiendo una línea que
desarrolla por ese lado y que el niño siente de alguna manera una trascendencia, una permanencia.

Pensemos en como son los delirios de los psicóticos, de los enfermos mentales, todos ellos tienen que ver
con un problema de la identidad, todos tienen que ver con un problema de donde vienen, de donde provienen. La
identidad la transmite el padre. Por eso es que los enfermos mentales tienen delirios que tienen que ver con la
identidad. Por ejemplo: Yo soy Napoleón o creo que soy homosexual y están angustiados por eso, creo que soy
padre de ese niño pero no me acuerdo de cuando lo hice, son problemas de filiación. Lo que pierde un psicótico
en un primer momento es su filiación, puede creer que es hijo de otra familia, puede creer que es extraterrestre,
puede creer mil cosas que no son la realidad.

El encuentro fundamental del encuentro del hijo con el padre es el comienzo de la vida. No como se creía,
que el padre aparece cuando el niño tiene dos años, ya es muy tarde, ya es un hijo sin padre. El padre tiene que
estar presente desde el momento del parto, donde sin duda se va a dar una presencia importante y una
transmisión de que «hijo quiero que nazcas», «te recibo y te traigo al mundo y quiero que estés conmigo y que
recibas mi nombre», pero para que esto se de no solamente basta que se presente el padre, sino que la madre
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de alguna manera participe en esto haciéndole saber al hijo: «este es su padre, a quien amarás y respetarás»; el
hijo tiene que ser posteriormente presentado por la madre.

El padre no puede decir «tú eres mi propiedad, tú eres mi hijo y me vas a obedecer», eso no le sirve al
bebe. Lo que le va a servir es que la madre haga el ritual de presentarle al padre y el padre lo reciba. Ahí el niño
va a tener la impresión de que va a ser amado por el padre y el respetar a su padre. La presencia del padre es
lo que va a dar la ley según Lacan, la ley es lo que va a dar el orden psíquico. El nacimiento de la ley va a
estar ubicado, la ley vendría a ser la actitud que tiene el padre para prohibir el incesto; la ley que tiene que
transmitir el padre es única: «con tu madre no te acostarás, con tu hermana no te acostarás y a mí no me
matarás». Esa es toda la función que tiene que hacer un buen padre para instalar la ley, los otros aspectos son
secundarios. Pero la ley llamada «la ley que estructura al ser» está dada por la prohibición del incesto. El niño
que aprende la ley de la prohibición del incesto será un bebe que sin duda respetará las leyes, se respetará a sí
mismo, respetará el cuerpo, podrá retirarse a tiempo cuando hay una mujer que no le corresponde, ni entrará en
crisis pasionales porque sabrá darse cuenta que hay una ley que tiene que respetar y que no tiene que violar ni
tiene que sobrepasarse.

 El falo

En psicoanálisis, el empleo de este término hace resaltar la función simbólica cumplida por el pene en la
dialéctica intra- e intersubjetiva, quedando reservado el nombre «pene» para designar más bien el órgano en su
realidad anatómica. Lacan tomo la noción de falo como «significante del deseo». El complejo de Edipo, tal
como ha sido reformulado por este autor, consiste en una dialéctica en la que las principales alternativas son: ser
o no ser el falo, tenerlo o no tenerlo, y cuyos tres tiempos están centrados en el lugar que ocupa el falo en el
deseo de los tres protagonistas.

PRIMER MOMENTO DEL EDIPO

Al salir de la fase identificatoria del estadio del espejo, el niño que se perfiló como sujeto sigue manteniendo
una relación de indiferenciación cercana a la fusión con su madre. Esta relación de fusión es producto de la
posición particular que el niño alimenta con respecto a la madre al tratar de identificarse con lo que él supone
que es el objeto de su deseo. Esta identificación a través de la cual el deseo del niño se hace deseo del
deseo de la madre se ve ampliamente facilitada, e incluso inducida, por la relación de inmediatez entre la madre
y el hijo aunque más no sea en cuanto a los cuidados y la satisfacción de las necesidades.

En otros términos, la proximidad de estos intercambios pone al niño en la situación de hacerse objeto de lo
que se supone le falta a la madre. Este objeto susceptible de satisfacer la falta del otro es justamente el falo. El
niño encuentra entonces la problemática fálica en su relación con la madre al querer constituirse él mismo como
falo materno. En este sentido puede hablarse de una indiferenciación fusional entre el niño y la madre puesto "Lo
que busca el niño es hacerse deseo de deseo, poder satisfacer el deseo de la madre, es decir: 'to be or not to be'
el objeto de deseo de la madre (...) Para gustarle a la madre (...) es necesario y suficiente ser el falo."

Una cosa es asegurar, como dice Lacan, que "la relación del niño con el falo es esencial en tanto que el
falo es el objeto de deseo de la madre" algo diferente es comprobar que a ese nivel el niño está directamente
alienado por la problemática fálica a la manera de la dialéctica del ser: ser o no ser el falo. Durante esta primera
etapa todo sucede como si el niño economizara una contingencia fundamental ligada a la problemática fálica: la
dimensión de la castración. En efecto, sólo puede haber una relación de fusión con la madre en la medida en
que no aparezca ningún tercer elemento que mediatice la identificación del niño al falo de la madre.

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Pero inversamente, lo que demuestra el carácter absolutamente imaginario de esta convicción es la propia
naturaleza del objeto fálico con el que se identifica el niño. De tal modo que por más que consideremos a la
instancia mediadora (el Padre) como ajena a la relación madre-hijo, la dimensión de la identificación fálica del
niño en esa relación ya la presupone. En síntesis, la identificación con el objeto fálico que elude la mediación de
la castración la convoca en la misma medida en el terreno de una oscilación dialéctica entre: ser o no ser el falo.

El surgimiento de tal oscilación anuncia el segundo momento del complejo de Edipo en el que niño es
introducido inevitablemente en el registro de la castración por la intrusión de la dimensión paterna. La evolución
del niño en los misterios del Edipo puede fijarse eventualmente en un punto de equilibrio inestable alrededor de la
encrucijada que constituye la pregunta: ser o no ser el falo. Lacan señala de este modo un punto de anclaje
favorable a las identificaciones perversas en la suspensión de este interrogante que perpetúa una oscilación en el
lugar de la castración si ésta se apoya en un mensaje equívoco sobre el papel de la función simbólica del Padre:

"En la medida en que el mensaje se realiza satisfactoriamente, pueden cimentarse un cierto número de
trastornos y perturbaciones, y entre éstos se cuentan las identificaciones que hemos calificado de perversas."

Una ambigüedad sostenida a ese nivel movilizará al niño hacia una estrategia defensiva para evitar la
castración. Pero el perverso no se equivoca en cuanto a la posición subjetiva que lo une a la supremacía de lo
imaginario fálico; cultiva su singularidad paradójica con respecto a la castración de tal modo que puede medir su
incidencia con bastante precisión. Todo su talento sintomático y también toda su angustia — consistirá entonces
en reproducir y conservar la ilusión subjetiva en la que se encuentra capturado. Hay que sondear sin cesar la
medida de la castración si se la quiere evitar cada vez con más destreza.

En otros términos, la identificación perversa provoca en negativo la doble, pero solidaria cuestión de la
privación materna de su objeto fálico y la separación del niño de su identificación con tal objeto. Es decir,
precisamente el compromiso intersubjetivo que se pone en juego en la segunda fase estructurante del complejo
de Edipo.

SEGUNDO MOMENTO DEL EDIPO

La mediación paterna va a representar un papel preponderante en la configuración de la relación madre-


hijo-falo al intervenir como privación:

"La experiencia nos demuestra que el padre considerado como aquello que priva a la madre de ese objeto,
especialmente del objeto fálico, de su deseo, representa un papel esencial en (...) el transcurso del complejo de
Edipo, aun en los casos más fáciles y normales.

Por otra parte, el niño vive la intrusión de la presencia paterna como una prohibición y una frustración:
incomoda por su volumen sino que es molesto porque prohíbe. ¿Y qué prohíbe? (...) Prohíbe, ante todo, la
satisfacción del impulso (...) "Por otra parte, ¿qué prohíbe el padre? Y bien, teniendo en cuenta nuestro punto de
partida podemos decir que como la madre es de él, no es del hijo (...) El padre frustra, lisa y llanamente, al hijo de
la madre.

En otras palabras, la intrusión paterna en la relación madre-hijo-falo se manifiesta en registros


aparentemente diferentes: la prohibición, la frustración y la privación. Las cosas se complican aún más
cuando se evidencia que la acción conjugada del padre, que simultáneamente prohíbe, frustra y priva, tiende a
catalizar su función fundamental de padre castrador.

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COMPENDIO TEORIA PSICODINÁMICA
DAVID EDUARDO DÍAZ LÓPEZ

Esta intrusión se manifiesta en dos aspectos diferentes. Desde el punto de vista del niño, el padre interviene
como prohibición ya que se le presenta como alguien que "tiene derecho" (Lacan) en lo que concierne a la madre.
Por eso esta intervención es vivida por el niño como "una frustración, acto imaginario que se refiere en este
caso a un objeto muy real la madre, puesto que el hijo la necesita". El niño se ve entonces obligado a cuestionar
su identificación fálica y, al mismo tiempo, a renunciar a ser el objeto del deseo de la madre.

Simultáneamente, desde el punto de vista de la madre, el padre la priva del falo que ella supuestamente
posee en el hijo identificado con el objeto de su deseo:

"En un momento dado de la evolución edípica, y en el plano de la privación de la madre, se le plantea al


sujeto la cuestión de aceptar, registrar, simbolizar él mismo, volver significante esa privación de la que es objeto
la madre (...) ¿Cuál es la configuración, especial de esa relación con la madre, con el padre, con el falo, que hace
que el niño no acepte que el padre prive a la madre de algo que es el objeto de su deseo? (...) Esta configuración
es nodal. A este nivel la cuestión que se plantea es: 'ser o no ser', 'to be or not to be' el falo.

El origen de la oscilación inducida en el niño dentro de la dialéctica del ser por la relación doble de la
frustración y la privación se encuentra fundamentalmente en el hecho de que el padre aparece como otro en lo
que concierne a la relación madre-hijo. En la vivencia subjetiva del niño, ese "otro" surge como un objeto posible
del deseo de la madre, como un objeto fálico posible al que puede suponer como un rival frente a la madre. Lo
que se pone en juego en esta rivalidad imaginaria incluye en realidad un desplazamiento del objeto fálico que
lleva al niño a encontrar la ley del padre.

El niño se enfrenta con esta ley en la medida en que descubre que la madre depende a su vez de la ley en
lo que respecta a la satisfacción que puede brindar a las demandas del niño. En otros términos, la dirección del
deseo del niño remite inevitablemente a la ley del otro a través de la madre:

"En el plano imaginario, el padre interviene llanamente como aquél que priva a la madre, es decir que lo que
aquí se le dirige al otro como demanda es enviado a una corte superior, es reemplazado convenientemente, ya
que siempre, por algún lado, aquello por lo que interrogamos al 'otro', por más que lo recorra en su totalidad,
siempre encuentra en el otro ese 'otro' del otro, es decir su propia ley. En este nivel se produce algo que hace
que lo que recibe el niño como respuesta sea pura y simplemente la ley del padre en tanto que está concebida
imaginariamente por el sujeto como una privación para la madre.

El niño descubre entonces, en esta ocasión, la dimensión esencial que estructura el deseo como aquello
que "somete el deseo de cada uno a la ley del deseo del otro". Este tiempo fuerte del complejo de Edipo
transmite al niño el significado del deseo de la madre con respecto a lo que él supuso hasta ahora que era su
objeto. El hecho de que el deseo de la madre esté sometido a la ley del deseo del otro implica que a su vez su
deseo depende de un objeto que supuestamente el otro (el padre) tiene o no tiene.

La dialéctica del tener (tener el falo o no), que a partir de ahora polarizará para el niño la problemática del
deseo de la madre, se hace eco de la dialéctica del ser que gobierna, entonces, la vivencia de su propio deseo.

El niño sólo llega a esa interrogación personal —ser o no ser el falo de la madre— en la medida en que el
padre que priva le hace presentir que la madre reconoce en esa ley aquello que mediatiza el deseo que ella tiene
de un objeto que ya no es el hijo, pero que supuestamente el padre tiene o no tiene. Es decir, según Lacan, ese
estadio en el que "algo que separa al sujeto de su identificación lo une al mismo tiempo a la primera aparición de
la ley bajo la forma de la dependencia de la madre de un objeto, que ya no es simplemente el objeto de su deseo,
sino un objeto que el otro tiene o no tiene.

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COMPENDIO TEORIA PSICODINÁMICA
DAVID EDUARDO DÍAZ LÓPEZ

Y Lacan precisa:

"El lazo estrecho entre el hecho de que la madre se remita a una ley que no es la suya, y que en la realidad
el objeto de su deseo es 'soberanamente' poseído por ese mismo otro' a cuya ley ella se remite, nos da la clave
de la relación del Edipo y lo que le da su carácter tan esencial, tan decisivo de esta relación de la madre que les
pido que aíslen como relación no con el padre, sino con la palabra del padre (...) "De su presencia privadora, él
es quien soporta la ley, y esto no ocurre veladamente, sino por intermedio de la madre que es quien lo presenta
como aquel que le hace la ley.

El segundo momento del Edipo es la condición indispensable que debe cumplir el niño para acceder a la
simbolización de la ley que marca la declinación del complejo de Edipo. En este encuentro con la ley del padre se
ve enfrentado al problema de la castración que se presenta a través de la dialéctica del tener de la que depende,
de ahora en más, el deseo de la madre.

La mediación introducida por el padre con respecto a la madre, que lo reconoce como aquel que le hace la
ley, hace que el niño promueva al padre a un lugar en el que sólo puede aparecer como depositario del falo. El
padre real, que, aparece como "representante" de la ley, es investido por el niño de una nueva significación a
partir del momento en que, desde el lugar que ocupa, resulta el supuesto poseedor del objeto del deseo de la
madre: se ve así elevado a la dignidad de padre simbólico. La madre que suscribe la enunciación de la ley
paterna al reconocer la palabra del padre como la única susceptible de movilizar su deseo, atribuye también a la
función del padre un lugar simbólico con respecto al niño. En este punto, el niño se ve llevado a determinarse con
respectó a esta función significante del Padre que es, precisamente, el significante simbólico.

En otros términos, la relación en la que la madre pone al padre como mediador de algo que está más allá de
su propia ley y de su capricho y que es pura y simplemente la ley como tal, el padre como Nombre del Padre,
como lo anuncia y promueve todo desarrollo de la doctrina freudiana, es decir, como algo estrechamente ligado a
esa enunciación de la ley, esto es lo esencial y en esto es aceptado o no por el niño que priva o no a la madre del
objeto de su deseo." La determinación del niño al término de este segundo momento del

Edipo es crucial puesto que sobre todas las cosas constituye una determinación con respecto al objeto fálico.
Destruida su certeza de ser el objeto fálico deseado por la madre, el niño se ve ahora obligado por la función
paterna, no sólo a aceptar que no es el falo sino también a aceptar que no lo tiene, a semejanza de la madre que
lo desea allí donde se supone que debe estar y donde se vuelve posible tenerlo.

Esta es precisamente la incidencia del complejo de castración que según Lacan no se llamaría así "si en
cierto modo no pusiera en primer plano lo siguiente: que para tenerlo, primero tiene que haberse planteado la
imposibilidad de tenerlo, que esta posibilidad de ser castrado es esencial para asumir el hecho de tener falo. Este
es el paso que hay que dar, es aquí donde debe intervenir, en algún momento, eficazmente, realmente,
efectivamente, el padre. El paso a dar para asumir la conquista del falo será desarrollado en un tercer momento
que dialectizará los dos que preceden.

TERCER MOMENTO DEL EDIPO

Este tercer momento, que es más precisamente el de la "declinación del complejo de Edipo", pone
término a la rivalidad fálica frente a la madre en la que se ha ubicado el niño, y en la que imaginariamente
también ha instalado al padre. A partir del momento en que el padre ha sido investido con el atributo fálico, se ve
en la obligación "de demostrarlo", como precisa Lacan, ya que "al intervenir en el tercer momento no como aquel
que es el falo sino como aquel que lo tiene, puede producirse algo que restablezca la instancia del falo como

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COMPENDIO TEORIA PSICODINÁMICA
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objeto deseado por la madre y no solamente como el objeto del cual el padre la puede privar.

El momento esencial de esta etapa está marcado por la simbolización de la ley que demuestra claramente
que el niño ha comprendido plenamente su significado. El valor estructurante de esta simbolización reside, para
él, en la localización exacta del deseo de la madre. La función paterna sólo es representativa de la ley bajo esa
condición. El enfrentamiento del niño con la relación fálica se modifica de manera decisiva al dejar de lado la
problemática del ser y aceptar una negociación, por su cuenta, de la problemática del tener. Eso sucede sólo en
la medida en que el padre no se le presente como un falo rival ante la madre. Dado que tiene el falo, el padre
deja de ser el que priva a la madre del objeto de su deseo.

Por el contrario, al ser el supuesto depositario del falo, lo restablece en el único lugar donde puede ser
deseado por la madre. El niño, al igual que la madre, se encuentra inscrito en la dialéctica del tener: la madre que
no tiene el falo puede desearlo de parte de quien lo posee; el niño, también desprovisto de falo, podrá a su vez
codiciarlo allí donde se encuentra.

La dialéctica del tener convoca inevitablemente al juego de las identificaciones. Según el sexo del
niño la instancia fálica incidirá de diferente manera en la lógica identificatoria. El varón que renuncia a ser el falo
materno toma el camino de la dialéctica del tener al identificarse con el padre que supuestamente tiene el falo. La
niña, asimismo, puede abandonar la posición de objeto de deseo de la madre y encontrar la dialéctica del tener
en la modalidad del no tener. Puede encontrar así una posible identificación con la madre ya que, al igual que ella,
"sabe dónde está, sabe a dónde debe ir a tomarlo, es por el lado del padre, hacia aquél que lo tiene.

La ubicación del falo es estructurante para el niño, cualquiera sea su sexo, ya que el padre, el supuesto
poseedor, se hace preferir por la madre. Esta preferencia, que demuestra el pasaje del registro del ser al del
tener, es la prueba más clara de la instalación del proceso de la metáfora paterna y del mecanismo
intrapsíquico correlativo: la represión originaria.

DESEO Y ANHELO

El deseo emergerá en pequeños detalles, de ahí la insistencia de Lacan en pesquisarlo, buscarlo entre
líneas, donde es menos obvio. Este hincapié en los detalles es bien freudiano, Freud había demostrado cuando
una corriente inconsciente es reprimida, al no poder reingresar en la conciencia se desplaza a detalles
minúsculos y solo siguiendo esas derivaciones puede activarse el resto del complejo en cuestión.

Importa distinguir lo que Lacan llama deseo de lo que normalmente llamaríamos un anhelo. Un anhelo es
algo que se quiere conscientemente, mientras que el deseo ha sido proscripto de la conciencia. Freud ya había
hecho este distingo en su obra sobre los sueños. Un sueño puede representar un anhelo obvio, un individuo esta
en el Polo Norte, muerto de frio y de hambre y cuando duerme sueña con un hermoso lecho de dosel y un plato
lleno de caviar.

Parecería que el sueño realiza su anhelo: tener abrigo y comida. Pero este anhelo no es más que una
coartada. Lo que realmente importa averiguar porque esa realización del anhelo tomo la forma de un gran lecho
con dosel y de un plato de caviar. El deseo equivale al proceso de distorsión que convirtió el anhelo de abrigo y
comida en esta imagen particular. Si el día anterior a un examen uno sueña que estando en cierto lugar lo
aprueba, es probable que el deseo no se encuentre en la idea de aprobar el examen (ese es el anhelo) sino en el
detalle del lugar en cuestión. (¿Por qué estaba allí y no en otra parte?)

El deseo es pues algo muy peculiar. En la teoría que Lacan elabora, es algo sumamente extraño, que nada

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tiene que ver con el anhelo, sino que consiste en unos mecanismos lingüísticos que tuercen y distorsionan ciertos
elementos transformándolos en otros. Un desliz verbal es un buen ejemplo: uno dice algo diferente de lo que
quería decir, y no sabe por qué. El deseo está presente porque un elemento ha sido distorsionado y
modificado por otro.

La presencia del deseo se deduce en la labor clínica presentando la atención a estos procesos cuando se
reiteran, así como a los puntos de ruptura, distorsión y opacidad en las asociaciones del paciente. El lenguaje
permite transmitir mensajes, pero también posee redundancia. Es lo que diferencia a una carta de un telegrama.

Este último transmite rápidamente un contenido mínimo de información, en tanto que la carta puede
explayarse en pormenores, utilizar procedimientos retóricos y seguir las reglas de cortesía. Si queremos rastrear
el deseo, dice Lacan, lo mejor no es centrarnos en el mensaje sino mas bien en los puntos de redundancia,
los detalles minúsculos que no serian necesarios.

LA ESTRUCTURA DE LA PSICOSIS

El estudio de la función simbólica llevo a Lacan a una formulación brillante de la estructura de la psicosis en
su ensayo “Acerca de una cuestión preliminar a todo tratamiento posible de la psicosis”. El nombre del padre
esta meramente ausente del universo psíquico del psicótico. Literalmente no existe en él. Freud señalo en
varias ocasiones que en la paranoia debía funcionar un mecanismo peculiar, radicalmente distinto, presentes en
la histeria, las obsesiones y las perversiones. Para nombrar este mecanismo, Lacan tomó un término de Freud,
Verwerfug, que el tradujo al francés como “forclusion” (Verwerfug), y que designa el rechazo radical del elemento
en cuestión.

Si un elemento es reprimido, puede retomar en el habla, en la cadena significante, en lo simbólico.


Pero si es “forcluido”, no puede retornar en lo simbólico, por la simple razón de que nunca existió ahí:
fue excluido, proscripto. Entonces no retorna en lo simbólico sino en lo real (ejemplo, bajo la forma de
alucinaciones).

 El desencadenamiento de la psicosis

Lacan mostro que en la psicosis hay una forclusion del nombre del padre: no se lo reprime, se lo
anula totalmente. Esta hipótesis permitió explicar de una nueva manera muy esclarecedora los datos clínicos.
Los analistas y psiquiatras habían notado la presencia, en los delirios psicóticos, de temas vinculados con la
paternidad y la filiación, como en la Trinidad cristiana y en ciertos motivos religiosos universales. Ahora Lacan
ofreció no solo una explicación sino una elaborada teoría de lo que sucede en los delirios.

Indico que un cuidadoso estudio de su desencadenamiento muestra que el catalizador es una


situación que evoca para el sujeto la idea de la paternidad. Por ejemplo, en el caso del hombre, por ser padre,
o en el de la mujer, que le entreguen a su bebé después del parto. También puede tratarse de una promoción
laboral o de un cambio de status simbólico que el sujeto tiene en el mundo.

Todo esto apela al registro de la paternidad simbólica, pero como ahí no hay nada, el sujeto se enfrenta con
un hueco, una brecha. De ahí la sensación habitual de “fin del mundo” que se advierte en los primeros estadios
de una psicosis. El sujeto enfrenta la falta de un significante, el del nombre del padre, y en consecuencia la
falta de una significación.

Recordemos que para lacan el significante produce significado. Por lo tanto, la ausencia de significante

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implica ausencia de significado. Según Lacan, el delirio psicótico trata de brindar precisamente esa significación
faltante para cerrar la brecha abierta por la ausencia del nombre del padre. Después de todo, el delirio viene a
dar sentido al mundo.

O sea, el delirio pude obrar como un modo de dar sentido al mundo amenazador que rodea al sujeto-
amenazador justamente por la falta de una significación esencial que le imponga un orden. La significación
delirante reemplaza a la significación edípica corriente. Por eso son tan comunes en los delirios los temas de
herencia y la filiación, como la dimensión de la paternidad no es codificada en lo simbólico, retorna a lo real. A
diferencia de lo que acostumbraban muchos de sus contemporáneos, Lacan no se negó a atender pacientes
psicóticos.

 La lógica de la psicosis

Así como Freud había dicho que un delirio es un intento de autocuracion, Lacan veía en él un efecto
secundario, la tentativa de dar sentido a la problemática primordial de la forclusion. Esta teoría está implícita en la
teoría del automatismo psíquico. El psicótico debe conferir sentido a todo lo que es impuesto y lo hace
recurriendo a la razón. Los delirios recurren para construir un sentido al saber de cada época; esto explica
porque sus temas centrales verían de una época a otra.

En esto Lacan fue más lejos de su maestro en psiquiatría. La locura no es simplemente un producto de la
razón, dijo sino un ejercicio de una lógica muy rigurosa. La construcción del delirio puede seguir una cadena
de deducciones lógica mucho más pura que la de una neurosis. Un hombre enamorado puede comerse a su
amada: es perfectamente lógico si quieres a alguien, tendrás la idea de incorporarla a tu ser y convertirte en la
misma cosa con tu amada. En una neurosis este tipo de razonamiento puede presentarse por más confuso y
embrollado. El comportamiento en apariencia incomprensible e irracional del psicótico puede tener un
sentido perfecto una vez que se explica su lógica interna.

LA SESION VARIABLE

La sensibilidad de Lacan ante la discontinuidad lo llevo a introducir un cambio radical en la práctica


psicoanalítica. Sus contemporáneos operaban con una sesión típica de 50 minutos, mientras que Lacan creyó
conveniente establecer una duración variable. La sesión se interrumpe cuando el paciente dice una palabra
o frase importante, y así lo deja meditar en ella hasta la próxima sesión.

Esta técnica presenta varias ventajas respecto de la sesión de 50 minutos. Los psicólogos conocían desde
tiempo atrás un efecto peculiar, llamado el efecto Zeigarnik, según el cual una actividad mental interrumpida
suministraba más material asociativo que si se la completaba. Así también una melodía interrumpida por la mitad
evocara más cosas que si se la ejecuta hasta el final.

Uno de los fundamentos de la sesión variable es este poder de generar recuerdos y asociaciones que
tienen la interrupción. La sesión interrumpida evoca quizá la interrupción de las relaciones edípicas. Otra razón
es el afán de evitar sugestionar al paciente o “hacerle un lavado de cerebro”, en vez de comentar de inmediato el
material analítico que trajo a la sesión, el analista deja que el mismo haga parte del trabajo entre una y otra
sesión. La sesión variable es un elemento muy valioso para combatir muchas formas de resistencia del
paciente, como la tan común de preparar lo que dirá en la próxima sesión de antemano.

La discontinuidad y la ruptura introducidas por la variabilidad del tiempo de sesión logro sacar a la
luz el material más oculto.

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HUGO BLEICHMAR: ENFOQUE MODULAR TRANSFORMACIONAL


Hugo Bleichmar es psiquiatra y doctor en medicina por la Universidad de Buenos Aires. Miembro de la IPA
(Asociación Psicoanalítica Internacional) y vicepresidente de la Comisión de Médicos Psicoterapeutas del
ICOMEM (Ilustre Colegio Oficial de Médicos de Madrid), Hugo Bleichmar imparte sus enseñanzas como director
del Curso de postgrado de Psicoterapia Psicoanalítica de la Universidad Pontificia de Comillas (Madrid), estando
al frente de la formación en la Sociedad “Forum” de Psicoterapia Psicoanalítica, de la que es presidente. Además,
es director de la Revista Aperturas Psicoanalíticas en la que ha publicado alrededor de 30 artículos, junto con
otros ocho que aparecen en otras revistas de temática psicoanalítica. Por último, tiene en su haber seis libros
editados, el último de los cuales (Avances en psicoterapia psicoanalítica. Hacia una técnica de
intervenciones específicas. Bleichmar, H., 1997) recoge su más importante legado teórico tras años de estudio
y elaboración: el enfoque Modular-Transformacional.
El enfoque “Modular-Transformacional” constituye una orientación teórica que integra distintas corrientes
del psicoanálisis junto a los conocimientos actuales en psicología cognitiva y neurociencia. Es el fruto de
la obra de Hugo Bleichmar, la cual ejemplifica el intento de muchos autores psicoanalíticos contemporáneos por
adecuar la práctica de la técnica a las diversas variantes psicopatológicas que se presentan en el ámbito clínico
(Méndez e Ingelmo, 2009). En realidad, el enfoque Modular- Transformacional busca “una verdadera
transformación interna” del Psicoanálisis (Bleichmar, 2001), en un diálogo permanente y abierto con otras
disciplinas, para dar una mejor respuesta a las actuales demandas de la clínica. Ello implica un continuo esfuerzo
de investigación en el ámbito de los contenidos y la estructura del psiquismo, intentando superar el
reduccionismo presente en el pensamiento empírico y de categorías abstractas, así como en el propio
Psicoanálisis y en la clasificación psicopatológica actual. Igualmente, Bleichmar (2005) evita falsas dicotomías
entre lo ambiental y lo intrapsíquico, o entre lo endógeno y lo exógeno.
La teoría de Bleichmar (1997, 1999) tiene uno de sus fundamentos en las concepciones de complejidad y
modularidad ya existentes en la bibliografía psicoanalítica (Stern, 1985; Lichtenberg, 1989, 1992; Gedo, 1981;
Pine, 1990; y Westen, 1997, 1999). De ahí, surge la idea del funcionamiento global del psiquismo como una
estructura compleja compuesta de diferentes módulos, que se articulan entre sí, y, a su vez, con el resto
de dimensiones del psiquismo (como la angustia o las defensas), provocando diversas transformaciones.
Los módulos, cada uno con sus propias necesidades y deseos, serían: narcisismo, apego, hetero-
autoconservación, sensualidad-sexualidad y regulación psicobiológica. Dio Bleichmar (2005) se extiende
en la explicación evolutiva de cada uno de estos sistemas en el niño, añadiendo a la concepción de modularidad,
la de intersubjetividad, como constituyente del psiquismo humano –idea central del paradigma relacional
construido en base a las aportaciones de diversos autores (Lacan, 1966; Kohut, 1971; Beebe, 1982; Emde, 1983;
Stern, 1985; Laplanche, 1989; Stolorow, 1991; Mitchell, 1995)-.
El “enfoque Modular-Transformacional” pretende acercar teoría y técnica en un desarrollo armónico. Frente a las
explicaciones monocausales en psicopatología, Bleichmar (1997, 2000) promueve el diagnóstico dimensional,
que considera la organización e interrelación de los diversos sistemas motivacionales como impulsores en la
formación de síntomas. Las categorías diagnósticas clásicas se subdividen así en tipos de cuadros, en los que
cada componente individual del psiquismo es analizado para, posteriormente, integrarse en una recomposición
de dimensiones articuladas.
La psicoterapia se convierte en una técnica activa, focal, flexible en sus múltiples formas de intervención y que,
junto al papel fundamental de hacer consciente lo inconsciente, enfatiza la importancia de la memoria
procedimental, de la reestructuración cognitiva, del cambio en la acción y de la exposición a nuevas experiencias.
Es una psicoterapia que no se limita a intentar modificar síntomas, sino que está dirigida a cambiar la
personalidad, incluyendo los rasgos que producen sufrimiento o los automatismos en las relaciones

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interpersonales surgidos desde la infancia que estuvieron fuera del control de la persona y que le
ocasionan perturbaciones en su vida cotidiana.

En definitiva, la obra de Hugo Bleichmar constituye un sistema de pensamiento elaborado, integrador y abierto a
nuevas aportaciones, que surge como un intento de mejora de la práctica psicoterapéutica psicoanalítica. Un
problema que puede atribuirse a las orientaciones psicoanalíticas en el ámbito de la experimentación y
contrastación empírica es cómo objetivar el inconsciente, una vez asumido que la subjetividad es objetivable. Los
fenómenos inconscientes se evidencian mediante fenómenos observables como los síntomas, sueños, actos
fallidos, la transferencia y las resistencias (Ávila, Mitjavila y Gutiérrez, 2004). Una recopilación de estudios
psicoanalíticos abordados con metodología experimental puede encontrarse en Shulman (1990). Además, como
señala Crespo (2002), los aprendizajes y conocimientos implícitos o procedimentales –que Bleichmar identifica
con una faceta de lo inconsciente- pueden ponerse de manifiesto en tareas de memoria explícita.
LA TEORÍA DE LO INCONSCIENTE EN EL ENFOQUE MODULAR-TRANSFORMACIONAL.
Lo inconsciente plural del enfoque Modular-Transformacional
La reformulación del concepto de lo inconsciente hacia una mayor complejidad y ampliación es la piedra
básica sobre la que se asienta la estructura del enfoque Modular-Transformacional (Bleichmar, 1997,
1999, 2001, 2005). A lo largo de su obra, Bleichmar irá abandonando el término de el inconsciente en beneficio
de lo inconsciente, significando este último una estructura heterogénea y compleja, fruto de la interrelación de
múltiples sectores. El interés central en el inconsciente se debe a que éste es, desde el psicoanálisis, el área más
importante de lo psíquico, pese a que otras corrientes dentro de la psicología cognitiva (Blatt y Maroudas, 1992;
Díaz-Benjumea, 2002) o el campo de las neurociencias (Damasio, 1994; LeDoux, 1994; Panksepp, 1998; Kandel,
1999; Schore, 1994) también defiendan su existencia, aunque con sensibles diferencias.
La teoría de lo inconsciente en Freud.
Los aportes de Bleichmar sobre la concepción y el funcionamiento del psiquismo, y en especial sobre el
inconsciente, tienen su raíz en el pensamiento freudiano, pero considerado éste en su globalidad (Méndez e
Ingelmo, 2009). Bleichmar reivindica la vigencia de muchos de los conceptos creados por Freud, pero también
amplía y reformula otros e, incluso, desecha aquellos que el propio desarrollo del conocimiento ha vuelto
obsoleto.
Se puede considerar una primera etapa de la teorización freudiana el período que abarca de 1905 a 1915,
año este último en el que Freud escribe Lo inconsciente. Los textos claves de este primer momento son: La
interpretación de los sueños (1900), Psicopatología de la vida cotidiana (1901), Fragmento de análisis de un caso
de histeria (1905), Tres ensayos de teoría sexual (1905), El chiste y su relación con lo inconsciente (1905) y Los
dos principios del acaecer psíquico (1911). En esta primera época Freud establece los puntos básicos de su
pensamiento global sobre el psiquismo y las formas de encarar la cura, las cuales se mantendrán esencialmente
a lo largo de su obra. En este momento, el inconsciente es considerado por Freud (1901, 1911, 1915) como
aquel lugar psíquico en el que se encuentran, sometidas a unas leyes de funcionamiento específico –en
concreto, proceso primario y principio del placer- todas aquellas representaciones mentales que han sido
excluidas de la conciencia, mediante el mecanismo de la represión, por la angustia y/o culpa que generaban. En
relación a la teoría del trastorno, considera que los síntomas surgen debido a que determinadas representaciones
mentales no encuentran su lugar en la conciencia y quedan alojadas en lo inconsciente, pugnando
constantemente por pasar a la conciencia y de ahí a la acción. Dentro de su teoría de la cura, Freud considera
que los síntomas se resuelven haciendo consciente lo inconsciente, previo sometimiento de este último a la
corrección asociativa. Esto sólo puede llegar a producirse gracias a la interpretación, o eje fundamental de la
teoría de la técnica y procedimiento imprescindible para incrementar el saber de la conciencia sobre el propio
sujeto.
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Para analizar un segundo momento en la teorización freudiana del inconsciente, Bleichmar se basa en las
siguientes obras del propio Freud: Recordar, repetir y reelaborar (1914), La represión (1915), Lo inconsciente
(1915), El yo y el ello (1923) y Nuevas conferencias de introducción al psicoanálisis (1933). En estos textos se
plantea, en líneas generales, que lo inconsciente no es homogéneo sino heterogéneo. En relación a su
origen y constitución, se distinguen dos sectores: lo secundariamente reprimido, fruto de la represión secundaria,
y lo originariamente reprimido, consecuencia de la represión primaria. Para dar cuenta de lo originariamente
reprimido, Freud (1937) considera una nueva herramienta técnica: la “construcción” o “reconstrucción”. Por otro
lado, en lo que respecta a las leyes de funcionamiento se distinguen: el ello, regido por el principio del placer y el
proceso primario (condensación y desplazamiento); e importantes sectores del yo y del superyó, poseedores de
un alto grado de organización y una operatoria semejante a la consciente, donde cabe la contradicción.
En Más allá del principio del placer (1920) e Inhibición, síntoma y angustia (1926) de Freud se encuentran las
claves para entender su tercer momento de teorización. En lo inconsciente aparecen dos nuevas
divisiones: una en la que impera el principio del placer, y otra en la que opera la compulsión a la
repetición, tanto de lo placentero como de lo displacentero e, incluso, de las situaciones traumáticas. Esta
concepción lleva al autor a replantear algunos aspectos de su teoría de los sueños (Freud, 1923), dando lugar a
modificaciones que, décadas después, recogen los trabajos de Méndez y de Iceta (2002, 2003). Freud (1926)
incluye también las resistencias del ello como derivadas de la compulsión a la repetición y, en cualquier caso,
diferentes a las resistencias yoicas.

A un último y cuarto momento de la teorización freudiana respecto al inconsciente, pertenece una obra que
ha sido, en general, escasamente citada, pero que Bleichmar sitúa en un lugar privilegiado para su constitución
del inconsciente: El sepultamiento del complejo de Edipo (Freud, 1924). Freud afirmó, en este trabajo, que,
debido a la insatisfacción del deseo por imposibilidad interna y amenaza de castración, el Complejo de Edipo
sufre un sepultamiento que resulta más que una represión: equivale, cuando se consuma idealmente, a una
destrucción y cancelación de dicho complejo.
LO INCONSCIENTE DESDE EL ENFOQUE MODULAR-TRANSFORMACIONAL
Cuando Bleichmar articula sus ideas sobre lo inconsciente realiza un doble trabajo: aporta nuevas reflexiones y
conceptos desde el interior del propio campo psicoanalítico, e incorpora al modelo todos los conocimientos que
desde el exterior ayudan a completarlo. De esta manera, integra aspectos de la lingüística moderna (Chomsky,
1980, 1984; Van Dijk, 1980), conocimientos de los nuevos desarrollos en el campo de las neurociencias,
especialmente los concernientes a los distintos tipos de memoria (LeDoux, 1994; Amini y cols, 1996), y algunos
elementos de la psicología cognitiva (Díaz-Benjumea, 2002).
Para Bleichmar (1997, 1999, 2004, 2005) la idea base que sostiene el resto de su teoría es la estructura
modular de lo inconsciente, y del psiquismo en general, proponiendo así el principio de modularidad como
antitético al de homogeneidad.
La modularidad
Bleichmar (1997, 1999) recoge dos perspectivas que aparecen en la obra de Freud: la de homogeneidad,
reflejada en la concepción del desarrollo psicosexual, y la modular, conformante de la segunda tópica (entre otros
ejemplos posibles). Bleichmar toma partido por esta última concepción modular por ajustarse más al
funcionamiento del psiquismo. Aparte de las referencias a los trabajos de Chomsky (1965, 1980) y Damasio
(1994, 1999), el autor aplica al campo del psicoanálisis la teoría del pensamiento complejo de Morin (1977). El
resultado de la teoría que apoya Bleichmar es la existencia de procesos enormemente vivos y cambiantes, que
generan nuevas propiedades en el sistema, sin olvidar que no hay ninguno de ellos que desarrolle todas las
propiedades a las que potencialmente podría dar lugar. En definitiva, la modularidad se refiere a la concepción de
un funcionamiento que no depende de unos principios uniformes que trascenderían a todas las partes, sino de la
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COMPENDIO TEORIA PSICODINÁMICA
DAVID EDUARDO DÍAZ LÓPEZ

articulación compleja de sistemas de componentes, cada uno de ellos con su propia estructura, sus contenidos y
leyes de funcionamiento (Méndez e Ingelmo, 2009).
Lo transformacional.
El enfoque Modular-Transformacional recibe esta denominación porque Bleichmar (1997, 1999) sitúa al mismo
nivel de importancia el carácter modular de la estructura mental, y las transformaciones que los diferentes
módulos y el resto de las dimensiones van produciendo los unos sobre los otros durante el desarrollo del sujeto.
Transformaciones que ocurren tanto a nivel de funcionamiento vertical, o articulaciones dentro de cada
módulo o sistema, como a nivel de funcionamiento horizontal, es decir, de relación y coordinación entre
módulos. Este proceso transformacional –que puede incluir el conflicto antagónico entre sistemas- constituye el
origen de los diferentes cuadros psicopatológicos, y puede producir efectos sobre la estructura y funcionamiento
de cada módulo motivacional o únicamente conformar reinscripciones a nivel representacional.
El paradigma relacional.
Tanto la denominación de las relaciones de objeto como la teoría del apego, aunque supongan una
conceptualización que abarca a dos protagonistas, responden ambas a una psicología individual pensada
desde la subjetividad del niño. La madre, en tanto sujeto, no fue estudiada hasta los trabajos de Mary Main
(1981, 1986). A partir de la década de 1970, y de forma creciente hasta la actualidad, el psicoanálisis y la teoría
del apego se van a ver influenciados por el paradigma relacional. Éste va a estudiar a la madre, no ya como
objeto del niño, sino como participante real en la interacción, donde importan tanto su comportamiento como sus
fantasmas inconscientes (Dio Bleichmar, 2005).
Psicoanalistas, tanto europeos como americanos, van centrándose progresivamente en el estudio de la relación
madre-hijo y, especialmente, en el comportamiento de los padres como centro de atención e intervención. Joseph
y Anne Marie Sandler (1967, 1978) introducen en la teoría de las relaciones de objeto las funciones que cumplen
los adultos en el desarrollo del sí mismo en el niño y en el adolescente (1990). Kohut (1971), en su trabajo de
estudio del narcisismo, considera necesario para el desarrollo del self en el infante, la admiración y valoración por
parte de unos padres con disponibilidad empática (self grandioso), así como la idealización que hacen los hijos
de sus progenitores durante la infancia temprana (imago parental idealizada). El rol primordial de la función
materna queda, de manera especial, puesto de manifiesto en estudios empíricos sobre el desarrollo normal y
patológico, que mostraron rapidez y eficacia en la transformación de los trastornos tempranos a través de la
intervención sobre la madre o sobre la díada (Cramer, 1988, 1993; Stern, 1971, 1985, 1995; Beebe, 1982, 1997).
El ser humano nace en el seno de una relación, puesto que sin heteroconservación el recién nacido no
sobreviviría. Esta relación, a su vez, está formada por diversos componentes que van apareciendo a lo largo del
desarrollo, pudiendo así ser tomados en cuenta cada uno de los diversos procesamientos inconscientes posibles:
la interacción como reglas que no han seguido un procesamiento simbólico pero que tienen una organización; las
emociones o sentimientos que se activan o desactivan por acciones automáticas y, más tarde, por
significaciones; y las estructuras de significado organizadas en fantasías de orden simbólico, producto del
metabolismo entre los mensajes que el niño recibe de los adultos y la comprensión que él les atribuye (peculiar,
distorsionada e incompleta dada la asimetría cognitiva existente entre ambos).
Como enfatiza Dio Bleichmar (2005), las fantasías del niño no surgen de su interior, ni se trata exclusivamente
de proyecciones, sino que se presentan como los significados que el infante atribuye a lo que sucede, a las
vicisitudes de la relación, que quedan incorporadas a las estrategias interactivas, sin que éstas dependan de una
articulación verbal. En definitiva, el enfoque Modular-Transformacional, como modelo de sistemas paralelos y
múltiples (Hugo Bleichmar, 1997, 2001), incorpora todos estos procesos de la relación –representaciones
actuadas, fantasmas, etc.- dentro de un marco de sistemas inconscientes diferentes.

141
COMPENDIO TEORIA PSICODINÁMICA
DAVID EDUARDO DÍAZ LÓPEZ

LOS CONTENIDOS DE LA MENTE.


La obra de Bleichmar (1997, 1999, 2001, 2004) amplía considerablemente las motivaciones o deseos que
mueven la vida de las personas, más allá de la consideración única de la sexualidad o la agresividad como
motores de la conducta. Las interacciones, prevalencias o transformaciones entre los diversos sistemas
motivacionales darán lugar a los diferentes contenidos psíquicos y a la formación de la personalidad
idiosincrásica de cada individuo.
La pulsión como génesis de los sistemas motivacionales.
Todos los sistemas motivacionales, o “pulsional-deseantes”, se originan en el encuentro entre lo programado
genéticamente y lo aportado por el otro significativo. Freud (1905, 1915) definía la pulsión como la forma en que
las necesidades somáticas encuentran expresión psíquica. Diferencia el término Trieb (pulsión) del Instink
(instinto), debido a que éste es algo puramente biológico, mientras que la pulsión queda fijada a ciertas
representaciones. Así, la sexualidad de la pubertad se debe a una descarga hormonal, pero se manifiesta en
ciertos tipos de deseos determinados por la biografía del sujeto, en la que adquieren un peso fundamental los
deseos de los otros y los atributos que la cultura marca en referencia al objeto de deseo.
En toda la obra de Freud –al igual que en las aportaciones de Klein- se mantiene la constitución del inconsciente
como algo endógeno, es decir, por inscripción prácticamente directa de las necesidades somáticas en el plano
mental. Bleichmar (1999, 2001) introduce dos modificaciones en la reformulación de la pulsión: el doble
circuito de articulación cuerpo-mente y el papel del otro significativo en la constitución del psiquismo
mediante su reformulación del concepto de objeto –influido en esto por Laplanche (1987, 1992) y las
corrientes que ponen de relieve la intersubjetividad y el papel del objeto externo en la estructuración del
psiquismo-.
a. La relación cuerpo-mente.
Para Bleichmar (2001, 2005) la relación entre el cuerpo y la mente se trata de un proceso de ida y vuelta. A
partir de estudios en el campo de las neurociencias (LeDoux, 1994; Panksepp, 1998; Schore, 1994) y de sus
propias formulaciones sobre la constitución de lo inconsciente, rebate la creencia en una causalidad
unidireccional de la mente sobre el cuerpo o, de manera más concreta, cuestiona que las desregulaciones
corporales dependan exclusivamente del tipo de fantasías precursoras de ansiedad.
Bleichmar toma, para su teorización, la diferenciación que Freud (1915) hace entre idea y afecto y el concepto de
marcador somático de Damasio (1994), el cual pone de manifiesto que lo que otorga valor a una experiencia no
es sólo la evaluación cognitiva, sino también el estado somático. A modo de ejemplo, puede tenerse en cuenta el
evidente efecto que, sobre la dirección de las representaciones, tienen los fármacos antidepresivos a través de su
acción sobre los diferentes receptores 5-HT cerebrales.
Todo esto tiene una consecuencia evidente para la teoría de la cura y la técnica, puesto que, en pacientes con
hiperactivación neurovegetativa, por ejemplo, el análisis de la temática del conflicto debe ir acompañado
necesariamente de acciones directas sobre el cuerpo que disminuyan el exceso de activación (psicofármacos,
clima y tono relajado del terapeuta, ejercicios de relajación, etc.). La comprensión final de esta idea de doble vía
tiene su corolario en el concepto aportado por Bleichmar (1997, 2001, 2005) de estado emocional, como
estructura compleja en la que participan sentimientos, contenidos cognitivos simbólicos y procedimentales y
diferentes niveles de activación neurovegetativa.
b. El concepto de objeto en el enfoque modular-transformacional.
Como la pulsión es la reorientación que la experiencia de relación con el objeto provoca en el sujeto, es
importante considerar la revisión y ampliación que Bleichmar (1999, 2001) propone en relación al concepto de
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COMPENDIO TEORIA PSICODINÁMICA
DAVID EDUARDO DÍAZ LÓPEZ

objeto. El objeto es considerado como aquel que tiende a satisfacer las necesidades y deseos de los distintos
módulos motivacionales y, por tanto, será buscado por el sujeto. Pero Bleichmar añade que hay ocasiones en
las que la presencia del otro no es buscada ni satisface las necesidades o deseos. En estos casos, el
objeto resulta intrusivo, ya que éste busca satisfacer sus propias necesidades. Es lo que Bleichmar (1999)
denomina objeto perturbador, considerado como aquel que desequilibra las funciones y las necesidades
de los módulos motivacionales del sujeto. Pero este objeto perturbador puede serlo sólo para determinadas
áreas, mientras que satisface, a su vez, otras. Por ello el autor propone la deconstrucción del objeto externo, lo
cual implica que no existe un objeto total y único, sino un objeto para cada uno de los sistemas o subsistemas
motivacionales.
En el trabajo clínico se considera así al analista como objeto múltiple, pues desempeña papeles que no
pueden ser homogéneos y que dependen, a su vez, de su propia personalidad.

LOS SISTEMAS MOTIVACIONALES


Tomando como referencia la estructura modular articulada que plantea el enfoque Modular-Transformacional, se
delimitan en el psiquismo múltiples sistemas motivacionales interrelacionados, cada uno de los cuales se
corresponde con un tipo de deseo que impulsa la conducta del ser humano y conforma su contenido
inconsciente; aunque no todos los sistemas motivacionales presentan en las personas los mismos contenidos
temáticos, intensidad, proporción o modo de inscripción en lo inconsciente.
Freud (1914) siempre consideró que la pulsión sexual y, en menor grado, la agresividad, eran las
motivaciones fundamentales del psiquismo. Aun así, no obvió fuerzas tales como el narcisismo o la
autoconservación, que sólo Bleichmar ha sabido valorar adecuadamente para conformar un modelo global del
funcionamiento psíquico. Además de Bleichmar, numerosos autores psicoanalíticos, entre los que destacan
Killingmo (1989, 1995), Stern (1985) y Lichtenberg (1989, 1992) –apoyados en autores anteriores como Fairbairn
(1952), Winnicot (1965), Balint (1968), Mahler (1975) o Bowlby (1969, 1980)-consideran que en los seres
humanos existen diferentes sistemas motivacionales autónomos e interrelacionados, sin que ninguno de ellos
aparezca por encima o se subordine al resto.
Siguiendo los planteamientos de Bleichmar (1997, 1999, 2001, 2005), se distinguen diversos sistemas
motivacionales conformantes de la estructura psíquica de todos los seres humanos: sensual-sexual, narcisista,
de auto-heteroconservación, de la regulación psicobiológica y del apego. Esta lista, insiste Bleichmar, no
hay que considerarla en absoluto cerrada, puesto que podrán añadirse nuevas incorporaciones cuando los
resultados de futuras investigaciones lo requieran.
Aunque cada módulo posee un origen y desarrollo particulares, todos ellos se articulan entre sí de forma
permanente. A modo de ejemplo, Méndez e Ingelmo (2009) proponen reflexionar acerca de cómo en algunos
casos la sexualidad sirve a otros fines diferentes a sí misma, como las necesidades de apego y/o auto-
conservación, o también a los motivos narcisistas -a la vez que por estos últimos se puede renunciar a la
sexualidad, en una opción personal de castidad-. Las necesidades sexuales pueden, al mismo tiempo, poner en
peligro la imagen social, asociada al narcisismo, o incluso la propia vida, en una anulación de los motivos de
auto-conservación. Los deseos sexuales insatisfechos, para finalizar, a veces son compensados con una
hipernarcisización de la actividad intelectual. La lista de ejemplos podría ser interminable y, al igual que los
sistemas motivacionales se articulan entre sí –en relaciones de dominancia, oposición, concordancia,
significación, etc.-, cada módulo posee a su vez subsistemas que participan del mismo interjuego entre ellos.

143
COMPENDIO TEORIA PSICODINÁMICA
DAVID EDUARDO DÍAZ LÓPEZ

El resultado de la articulación entre sistemas y subsistemas motivacionales es la configuración de


diferentes modelos de personalidad y numerosas combinaciones de respuestas a las circunstancias que se
presentan en el día a día de cada persona.
Bleichmar (1997, 1999, 2001) propone una serie de características comunes a todos los sistemas
motivacionales:
- La energía, intensidad, fuerza o vitalidad de los diferentes tipos de deseos. El enfoque Modular-
Transformacional incorpora la idea de Laplanche (1987, 1992) – compartida por otros autores y basada en
los planteamientos de Freud (1923, 1933) en torno a la identificación- de que la energía y la fuerza del
deseo se constituyen por identificación con la energía y la fuerza del deseo del otro.
- La modalidad del desear o forma en que el deseo se presenta ante el propio sujeto: urgente, legítimo,
prohibido, placentero, sentido como un deber, etc.
- El tiempo de espera de resolución del deseo.
- Los contenidos temáticos del deseo. Por ejemplo, el narcisismo se puede centrar en la belleza física, en la
fortaleza corporal, en la inteligencia, en la moralidad, etc.
- La reacción del sujeto ante sus propios deseos. Bleichmar (1997, 2001) aporta las bases teóricas y
estrategias terapéuticas necesarias para detectar y trabajar las relaciones intrapersonales disfuncionales.
Además, considera en cada persona formas prevalentes o estructurales de lidiar con los deseos, y también
acoplamientos entre ciertas temáticas del deseo y modalidades que se emplean en relación con ellas.
- Las expectativas en torno a la realizabilidad o irrealizabilidad del deseo. Tomando los trabajos de Bibring
(1953) sobre la depresión, Bleichmar (1997) introduce el concepto de sentimiento de
impotencia/deseperanza para la realización del deseo, como núcleo de la depresión.
- Las capacidades emocionales o instrumentales para llevar a cabo los deseos.

Figura 1. Esquema de los sistemas motivacionales (Hugo Bleichmar, 1999).

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COMPENDIO TEORIA PSICODINÁMICA
DAVID EDUARDO DÍAZ LÓPEZ

A. EL SISTEMA SENSUAL-SEXUAL.
El término sexualidad, desde el Psicoanálisis, hace referencia a la representación mental subjetiva de la
sexualidad misma. Bleichmar (1997, 1999, 2001) concibe el origen de dicho sistema motivacional fruto de la
interacción entre lo biológico y lo ambiental, retomando las aportaciones de Laplanche (1989, 1992) o Mitchell
(1993) a las que añade su propia visión de la estructura y funcionamiento del complejo mental. Se añade a lo
sexual el término sensual como forma de resaltar la dimensión más intersubjetiva de aquél y también
como modo de considerar su interacción con el resto de motivaciones que podrán potenciar, inhibir o
cambiar el significado del propio sistema sensual-sexual. Freud (1905, 1933) escribió sobre el paulatino
aprendizaje de los significados sexuales por parte del niño que se iban desvelando en el seno de las relaciones
familiares. Así también, a lo largo de toda la vida, el sentido o sentidos que adquiere la sexualidad para cada
individuo se enmarcan dentro de los significados intersubjetivos y del mundo intrapsíquico y relacional que está
presente en cada momento y circunstancia vital.
Dio Bleichmar (2005) amplía el concepto de sexualidad en base a ciertas aportaciones de Lichtenberg (1989). El
placer sensual constituiría un motivo más poderoso y frecuente que el goce sexual, siendo éste, por
contra, más episódico e intermitente. La sensualidad se activa debido a las figuras de apego, como algo
normal en la vida del bebé. Si el disfrute sensual domina la experiencia de éste, la sensualidad funcionaría a
modo de llave que disminuye las tensiones y conduce a un estado de relajación. Otra opción es que ocurra un
reforzamiento en la sensación que acabará transformándose en excitación sexual.
De todo lo anterior se deducen dos presupuestos básicos acerca de la sexualidad propuestos desde el enfoque
Modular-Transformacional: el principio de modularidad (articulación de la sexualidad con el resto de
motivaciones) y el principio de homogeneidad de la estructuración y desarrollo psicosexual (determinado por una
sucesiva satisfacción libidinal de zonas corporales). Los cambios más importantes que afronta la teoría son: la
consideración de un modelo de la sexualidad fundamentalmente exógeno –frente a las propuestas clásicas
endógenas-, y la anulación de la sexualidad como modelo básico, único y supraordenado a partir del cual se
desarrolla y origina todo el psiquismo, amén de los conflictos psíquicos.
En consonancia con las aportaciones y matizaciones de su teoría, Bleichmar (1976, 1997, 2001) también se
ocupa del Complejo de Edipo, desechando una estructura triangular en la que la motivación sexual es lo
preferente, y adoptando otra en donde las motivaciones pueden ser múltiples. De esta manera la situación
edípica, que es siempre de tres -un sujeto, un otro que es deseado y un tercero-, puede mostrar una gran
variedad de significados de aquello que es deseado. Se puede querer de la persona deseada la sexualidad, pero
también el aprecio, la valoración o la protección; sintiendo, en todos los casos, que un tercero está recibiendo lo
que a uno no se le concede.
El Complejo de Edipo es una metáfora central en el estudio de las relaciones intersubjetivas, que tiene su
impronta en la infancia pero que, sin embargo, continúa desarrollándose a lo largo de toda la vida. Esta situación
edípica prolongada se opone a las concepciones clásicas del Psicoanálisis, a las cuales también Bleichmar
cuestiona la elevación del complejo de Edipo a eje organizador principal del psiquismo adulto. Por lo tanto, las
angustias de los sistemas motivacionales del apego y la autoconservación – anteriores al complejo de Edipo- no
pueden considerarse como menores, a la vez que serán la base para reinscribir, en un proceso de
retroalimentación mutua, las rivalidades, odios y amores de las posteriores relaciones triangulares edípicas. El
complejo de Edipo, merced a reduccionismos teóricos, ha ampliado cada vez más su significado hasta
desvirtuarlo. Bleichmar propone no incluir en él todo lo nuevo que se va descubriendo y conservarlo tal cual es,
como categoría y motor imprescindible del psiquismo, pero no causa o explicación de todo lo que acontece en él.
Dio Bleichmar (2005) también cuestiona la idea del Complejo de Edipo como conflicto básico del ser humano,
analizando el caso Juanito descrito por Freud, desde la concepción modular. En este ejemplo clínico, el niño

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COMPENDIO TEORIA PSICODINÁMICA
DAVID EDUARDO DÍAZ LÓPEZ

Juanito vive la etapa genital infantil con un exceso de ansiedad provocado una particular dinámica parental de
cuidados. Por un lado, un padre demasiado permisivo acusa a una madre de “ternura hipertrófica” (Freud, 1909)
debido a la excesiva estimulación erótica que ésta mantiene con su hijo. Juanito tiene un acceso al cuerpo de la
madre que no corresponde a su lugar de hijo, lo que desencadena en él su deseo de ser padre y ocupar el lugar
de éste junto a la madre.
Aun teniendo en cuenta estas nuevas perspectivas del psicoanálisis, no se puede negar el importantísimo papel
que asumió Freud al poner de relieve la dimensión humana del contacto corporal como organizador del
psiquismo. El bebé busca el pecho materno para satisfacer su hambre biológica y encuentra en esta actividad el
placer de órgano, que tenderá a ser reproducido en soledad por medio de actividades autoeróticas como la
succión del pulgar. Freud ve un abismo entre la sexualidad humana y la animal. Según él, esta última se reduce a
la genitalidad con fines reproductivos (instinto), mientras que la pulsión humana marca una psicosexualidad que
se amplía, en sus inicios infantiles, en libido oral, anal, y fálica o genital. El apoyo o apuntalamiento del placer de
órgano en lo autoconservativo, la boca como zona erógena y el autoerotismo son conceptos que marcan la
diferencia del hombre como especie única en lo sexual. Lo central sobre el conocimiento de la sexualidad infantil
fue formulado por Freud en 1905 en base a su propia observación impresionística y a datos aportados por el
análisis de adultos. En el segundo capítulo de los Tres ensayos sobre una teoría sexual (1905) Freud apunta una
gran variedad de indicadores conductuales de la sexualidad infantil: chupeteo y caricias rítmicas hacia sí mismo,
sonrisa del bebé al ser higienizado, retención de heces, masturbación, curiosidad por la micción, la defecación o
los encuentros íntimos entre adultos, etc.
Dio Bleichmar (2005) propone ampliar, más de lo que ya lo hizo Freud, la forma en que es concebida la
sexualidad temprana, en base al conocimiento actual sobre la plasticidad cerebral del neonato y la importancia de
las experiencias postnatales que completan su desarrollo. Según esta autora, la sexualidad del bebé se define en
términos de sensualidad/sexualidad y no debe ser reducida únicamente a la oralidad ni a las experiencias
alimenticias. La base de esta motivación es biológica, pero se estructura postnatalmente en el intercambio
erógeno con la madre, lo que contribuirá, a su vez, a establecer el vínculo de apego. Lichtenberg (1989) afirmaba
que mientras que la sensualidad está presente en el cariño y el alivio de tensión que producen los cuidados
diarios de la madre hacia el bebé, la excitación sexual no se da de manera tan frecuente hasta la infancia
temprana.
En cuanto a la neurobiología de la motivación sensual/sexual, las hormonas y el sistema neuroendocrino dan
origen y estructuran la sexualidad, a través principalmente del eje hipotalámico-hipofisiario y de los testículos y
ovarios. El sistema sensual se asienta, sin embargo, en el sentido del tacto y en las modalidades vestibulares,
completamente desarrollados aún antes del nacimiento. En estos últimos circuitos biológicos se apoyan también,
en épocas tempranas, el sistema del apego y la regulación emocional (Hadley, 1989). Aunque escasos –en
relación a la importancia que posee la sexualidad infantil-, existen trabajos de observación en contextos no
clínicos, y con significativa base empírica, acerca de la forma en que la madre estructura el cuerpo erógeno y
desarrolla el sistema sensual/sexual del niño (Spitz, 1962; Escalona, 1963; Kleeman, 1965, 1975; Kestenberg,
1965; Parens, 1979, 1987; Roiphe y Roiphe, 1987).
Por último, Dio Bleichmar (1997) hace una reflexión acerca del papel del padre en la implantación exógena de la
sexualidad infantil femenina. Ella habla de un padre libidinal que acaricia, juega, se siente seducido por la gracia
y la estética de su hija y, a su vez, seduce –sin tener que constituir esta seducción necesariamente
hipersexualización ni abuso sexual-. Un acceso normal a la seducción paterna viene del signo privilegiado de la
mirada (mirar/ser mirada). Una intensidad de mirada del hombre adulto que ellas sienten como “envolvente”,
“penetrante” o “especial” y que constituye la experiencia de seducción infantil padre-niña; aunque dicha
experiencia y su significado sexual asociado sean vividos en diferente grado por cada elemento del par.
B. EL SISTEMA NARCISISTA.
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COMPENDIO TEORIA PSICODINÁMICA
DAVID EDUARDO DÍAZ LÓPEZ

Freud (1914) introduce el concepto de narcisismo y, desde entonces, va a adquirir una enorme importancia
para la teorización psicoanalítica. Sin negar su papel esencial en la constitución del psiquismo, el debate se
centra en el origen de la valoración del sí mismo, es decir, en cómo la persona llega a poseer una representación
de sí misma digna de ser amada. El mismo Freud ofrece una doble respuesta a la cuestión planteada: por un
lado, el narcisismo surge desde el interior del individuo, impulsado por las pulsiones sexuales; y, por otro, el
narcisismo se forma desde el exterior, construido a partir del discurso de los otros significativos.
Kernberg (1975, 1986) es actualmente el máximo representante de la opción kleiniana del narcisismo, aún
influido por las teorizaciones británicas de las relaciones de objeto. Para este autor, el self grandioso que los
pacientes despliegan a lo largo del transcurso del tratamiento no es la expresión de un narcisismo normal,
consecuencia de una detención del desarrollo. Este narcisismo es, sin embargo, patológico, conformando una
superestructura defensiva que evitaría la toma de conciencia de los conflictos pulsionales inconscientes en torno
a la envidia primaria. Otros representantes psicoanalíticos –como Hartmann (1951), Lacan (1966) o Laplanche
(1987)- se encuentran más cercanos a la opción freudiana que defiende el narcisismo como producto de la
intersubjetividad, o efecto del discurso del ambiente externo en torno al sujeto. Por último, Winnicott (1965, 1989)
y Kohut (1971, 1984) son los autores que mejor han elaborado la dimensión narcisista del sujeto, tanto en lo
referente a sus orígenes y constitución (función de sostenimiento y objetos del self), como en lo referente a sus
contenidos temáticos (necesidades de sostenimiento, de reconocimiento y valoración, de especularización, de
idealización e identificación con la imagen idealizada, etc.).
Aunque parezcan análogos, los conceptos de narcisismo y autoestima no deben superponerse pues, como
apunta una metáfora propuesta por Stolorow (1975), ambos términos serían respectivamente comparables al
termostato y la temperatura medida por aquél en una habitación. Este autor, a su vez, también plantea una
definición funcional del narcisismo: “mantenimiento de la integridad, la estabilidad y el estado de bienestar de la
representación de uno mismo”. Dio Bleichmar (2005), al igual que otros muchos autores, diferencia autoconcepto
y autoestima como distintos componentes en la representación del sí mismo. Para esta autora el autoconcepto
constituiría la idea u opinión que alguien tiene de sí mismo, mientras que la autoestima sería el componente
afectivo que indica las variaciones en el autoconcepto. A su vez, Dio Bleichmar apunta las siguientes constantes
en la organización del sí mismo: coherencia o cohesividad, continuidad o unidad en el tiempo, unidad corporal,
límites y el ser agente de las propias acciones.
Desde el enfoque Modular-Transformacional el narcisismo es considerado como un importante sistema
motivacional autónomo, independiente de la sexualidad y situado al mismo nivel que ésta. Numerosos
autores aceptan esta posición de independencia del narcisismo –especialmente Kohut (1971, 1984), quien fue el
primero en establecer con claridad esta distinción-. Sin embargo, se debe tener en cuenta que coexiste otra
tendencia en psicoanálisis en la que el narcisismo supone una consecuencia de la sexualidad: la creencia en el
triunfo sobre el rival edípico.
De manera general, el eje de las aportaciones de Bleichmar al tema del narcisismo gira en torno al
desarrollo de las dimensiones que constituyen el balance narcisista, o grado subjetivo –consciente e
inconsciente- de satisfacción del sujeto consigo mismo y los efectos que ello tiene sobre la operatoria del
psiquismo. Este autor establece el triángulo básico del balance narcisista, el cual se compone de tres
vértices: las representaciones, que cada sujeto tiene de sí mismo en las diferentes áreas (considerado
clásicamente como “yo representación” o representaciones del self); el área de las ambiciones narcisistas; y el
grado de vigilancia, de autoobservación, de severidad o de tolerancia de la función crítica del superyó, en
sus dos variantes: aquella que no tolera nada que se aparte de los ideales, normas y ambiciones; y
aquella en la que la hostilidad hacia el propio sujeto es predominante y con una intencionalidad agresiva
previa al proceso de autoevaluación. En el funcionamiento de este triángulo descrito influirían también una
serie de factores, como los recursos de los que dispone el sujeto para llevar a cabo las expectativas narcisistas o
las modalidades para equilibrar el narcisismo mediante defensas y compensaciones.
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COMPENDIO TEORIA PSICODINÁMICA
DAVID EDUARDO DÍAZ LÓPEZ

Las tres dimensiones del balance narcisista pueden confluir todas en la misma dirección o servir alguna de ellas
para compensar la anomalía de las otras. El resultado final del triángulo de fuerzas dependerá del peso relativo
de cada uno de sus componentes y de la articulación entre los mismos, dando lugar a las diferentes formas de
presentación de los trastornos narcisistas en la clínica. Dependiendo del balance de fuerzas narcisista, puede
haber sujetos con hipernarcisización primaria, identificados con la grandiosidad parental y/o la imagen grandiosa
bajo la cual los vieron sus figuras significativas. En el polo contrario, otras personas presentan un déficit de
narcisización no compensado debido a que, al no ser especularizados positivamente o no haber recibido una
imagen valorizada de si mismos, no pueden constituirla. Por último, existe otra categoría que engloba a un grupo
de individuos con hipernarcisización secundaria compensatoria, que presentan un exceso de narcisización como
defensa a situaciones traumáticas vividas.
El objeto externo -en tanto valorizado- es el indispensable sostén del narcisismo del sujeto, actuando como
soporte del superyó en general, tanto a la manera de instancia crítica como en el papel de modificador de las
representaciones del self.
El narcisismo no puede entenderse, en el ámbito del trabajo clínico, si no se tienen en cuenta su articulación con
el resto de sistemas motivacionales y el peso relativo que posee con respecto a los mismos. Además de
considerar estas diferentes combinatorias, el enfoque Modular-Transformacional tiene en cuenta las diversas
maneras en que se pueden manifestar las tensiones narcisistas: sentimientos difusos de malestar del sujeto
consigo mismo; desvitalización, vacío o aburrimiento; e inferioridad o vergüenza. También se atiende a los
movimientos que el sujeto pone en marcha para salir de esos estados de “tensión”; movimientos que pueden
constituir un alivio al sufrimiento –durante más o menos tiempo- o abocar incluso a una mayor angustia narcisista.
Ejemplos de modalidades compensatorias de las tensiones narcisistas serían: usar al objeto como forma de
obtener un sentimiento de valía, conseguir placer a nivel corporal a través de la sexualidad o la ingesta
compulsiva, etc.
Cuando el narcisismo se constituye normalmente –siempre en paralelo a las representaciones del otro a través
de procesos complementarios- y el proceso transcurre sin trastornos, su funcionamiento pasa inadvertido (Stern,
1989; Pine, 1990). Pero si esto es alterado, por ejemplo, por padres que no ven a sus hijos como personas
totales sino como constituidos por una sola dimensión, se generará una fragmentación en la especularización.
Esto se ve claramente en adolescentes obsesionados con algún rasgo físico, que puede desembocar en serias
patologías como las dismorfofobias, cada vez más frecuentes en la clínica. Por otro lado, los adultos no sólo
emiten mensajes valorativos globales acerca de la bondad del niño, su belleza o fuerza, sino también acerca de
sus acciones y habilidades. Así, las capacidades del sí mismo recibirán estímulo en la medida en que el infante
sienta que ése es el deseo de sus padres.
Alrededor de los tres años se adquiere la capacidad de tomar en cuenta el estado mental del otro en la
planificación y estructuración de las propias acciones (Wimmer y Perner, 1983). Esta función del self reflexivo ha
sido estudiada tanto por psicoanalistas (Fonagy, 1991; Fonagy y Target, 1998) como por psicólogos cognitivos
del desarrollo, quienes han adoptado la expresión teoría de la mente (Morton y Frith, 1995), la cual posee incluso
su propia localización cerebral en el lóbulo frontal, descubierta a través de la Tomografía por Emisión de
Positrones (Baron-Cohen, 1985). En realidad, supone un concepto con larga tradición psicoanalítica puesto que
está relacionado con la meta que persigue el propio trabajo psicoanalítico: el insight, o capacidad para percibir los
estados mentales, evaluar sus causas y comprender las diversas relaciones que la mente mantiene con la
conducta y en relación a los demás. También se asocia, dentro de las aportaciones kleinianas, a la preocupación
por el objeto desde la posición depresiva. Por último, un nivel más avanzado en relación a la función del self
reflexivo, que se adquiere alrededor de los seis años, sería la capacidad de pensar sobre los pensamientos del
otro respecto a los pensamientos de un tercero (Flavell y Green, 1986).

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COMPENDIO TEORIA PSICODINÁMICA
DAVID EDUARDO DÍAZ LÓPEZ

Dentro del paradigma intersubjetivo –y considerando que estás funciones reflexivas se adquieren gracias
al aporte de otro-, si, de manera persistente, los adultos no toman en consideración la intencionalidad del infante,
las consecuencias pueden tener lugar tanto a nivel funcional como en relación al desarrollo neuronal (Perry,
1997; Fonagy, 2000). La función reflexiva quedaría inhibida como una forma de proteger al self de un
desbordamiento de representaciones caóticas, no metabolizadas. Por el contrario, la formación de la
representación de las propias ideas y deseos constituiría el núcleo de una identidad madura y coherente.
Para finalizar, es importante no olvidar un aspecto central del sí mismo o yo: “no existe un yo vivencialmente
neutro, como sucede en el lenguaje, todo yo o sí mismo es o femenino o masculino y esto es lo que se
denomina género, un atributo de la identidad” (Dio Bleichmar, 1985, 1997). Más de un siglo de psicoanálisis
ha conducido a la creencia de que la identidad surge de la diferencia sexual y que el sentido de sí mismo del niño
se estructura en torno al reconocimiento de sus órganos sexuales. Sin embargo, el género del yo se basa en las
atribuciones de expectativas hacia el mismo y en el dimorfismo de respuesta que surge en los adultos ante el
cuerpo del recién nacido, “uno de los aspectos más universales de interacción social humana” (Money, 1982).
Después surgirá la identificación con la madre o el padre, que Freud (1921) insiste en diferenciar de la elección
de alguno de éstos como objeto sexual. También la subjetividad masculina/femenina está influenciada por la
estructuración de roles o capacidad de comprender, representar y significar las funciones de las personas y los
objetos en secuencias de acción e interacción (Riviere, 1991). En cualquier caso, tanto desde los marcos teóricos
de la intersubjetividad o lo simbólico, como desde el objeto del self o la teoría de la seducción generalizada, se
sitúa al otro humano como constructor del desarrollo, pero simultáneamente también como perturbador o
distorsionante de sus funciones (Laplanche, 1989).
C. EL SISTEMA DEL APEGO.
La obra de Bleichmar (1997, 1999) sitúa el apego como motivación de primer orden en el desarrollo
psicológico, a igual nivel que la sexualidad -algo impensable en el psicoanálisis clásico y aun difícilmente
asumible en algunos círculos-. El concepto de apego es reinterpretado a partir de la obra de Bowlby (1969, 1980),
creador del término.
El choque con las tesis freudianas, que mantenían la sexualidad como principal determinante del psiquismo y la
fijación al objeto, hace que el apego tenga enormes dificultades para formar parte de las teorías psicoanalíticas.
Aun así, existe una evolución dentro del propio psicoanálisis que, finalmente, da lugar a la inclusión del apego
como motivación independiente de la sexualidad y garante de la protección de la especie en términos evolutivos.
Los psicoanalistas kleinianos afirmaron la existencia de relaciones de objeto desde el mismo momento del
nacimiento, aunque otorgando un lugar destacado a la alimentación y la oralidad sin cuestionar su papel
secundario respecto a la sexualidad. Más tarde, Balint (1968) hace alusión al amor primario de objeto, o
necesidad autónoma de vincularse a los objetos externos al margen de la sexualidad. Los estudios de Spitz
(1946) sobre el hospitalismo y la depresión anaclítica, junto a las investigaciones provenientes del ámbito de la
etología, llevaron a Bowlby, finalmente, a proponer la existencia de una necesidad universal –independiente de la
búsqueda de satisfacción sexual y de alimento- que lleva al ser humano a mantener vínculos afectivos con los
objetos, los cuales marcarán su posterior desarrollo.
La obra de Bowlby, en relación a la creación del concepto de apego, comienza con el informe Cuidados
maternales y salud mental (Maternal Care and Mental Health, 1951), fruto de la investigación encomendada por
la OMS acerca de las necesidades de los niños sin hogar, que por entonces, y recién acabada la 2ª Guerra
Mundial, eran muchos. En este informe se recogen los efectos a corto y largo plazo de la carencia de cuidados en
la primera infancia, y se proponen planes de actuación para evitar o, al menos, mitigar estos efectos. A estos
datos, Bowlby añade los resultados recogidos en estudios anteriores suyos (1944) acerca del déficit afectivo que
sufrían delincuentes juveniles que presentaban historias previas de separaciones prolongadas y falta de cuidados
paternos. También tuvo en cuenta las filmaciones posteriores de Joselyn y James Robertson (1967-1972) –que
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COMPENDIO TEORIA PSICODINÁMICA
DAVID EDUARDO DÍAZ LÓPEZ

previamente trabajaron con Anna Freud-, en las que se plasmaba el impacto que sufrían niños menores de 4
años al ser separados de sus padres y mandados a residencias. Del ámbito de la etología, recogió los aportes de
Lorenz (1958) en cuanto al imprinting (impronta) de crías de patos. Y, por último, supusieron otra gran influencia
para el desarrollo de la obra de Bowlby, las investigaciones de Harlow (1958, 1969) en referencia a la privación
de cuidados tempranos en primates, inspiradas en los trabajos de Spitz (1946) sobre depresión anaclítica.
Bowlby, una vez recopilados todos esos datos de investigación, presentó en la Sociedad Psicoanalítica Británica
su conclusión de que la impronta del comportamiento de apego era una poderosa motivación distinta a la
búsqueda de alimento a través del pecho materno y diferente, también, de la satisfacción sexual. Bowlby planteó
el apego como una variante de la teoría de las relaciones objetales, pero aun así, el interés de los miembros de la
sociedad por las ideas de Melanie Klein, sobre fantasías persecutorias en los infantes, pulsiones sexuales y
agresivas, hizo que se produjera un distanciamiento entre el mismo Bowlby y el resto de psicoanalistas británicos.
Bowlby, hasta el final de su obra, considera el psicoanálisis como una ciencia natural (1981) y define, por tanto, el
apego en términos conductuales: “…La conducta de apego es cualquier forma de proximidad a otro, a quien se
identifica como mejor equipado para afrontar la experiencia” (1982).
Los patrones de apego se forman por la síntesis de repetidos recuerdos procedimentales de la interacción entre
el infante y la figura de apego. Las amenazas a la seguridad activan conductas de apego en el niño, a la vez que
respuestas de cuidado de la figura de apego que restablecerán, de nuevo, la seguridad perdida. La repetición de
este esquema de interacción hace que se internalice una expectativa de disponibilidad de los otros y del sí mismo
como merecedor de esos cuidados –lo que Bowlby llamó modelos operativos de trabajo (working models)-. Este
sentimiento de apego seguro es el que presentan la mayoría de niños de un año, criados en el hogar, en
muestras de bajo riesgo a nivel mundial, expuestos al experimento de la situación extraña (Van Ijzedoorn y Sagi,
1999). Estos niños con apego seguro expresan angustia frente a la separación y corren inmediatamente a
reunirse con su madre, precisamente porque no han sido rechazados. Como la sensibilidad de la respuesta de la
madre es predecible, enseguida se calman y comienzan a jugar en su presencia, mostrando un patrón de
atención flexible. Sroufe y col., en un estudio longitudinal llevado a cabo en Minnesota (Suess, 1992),
encontraron que los niños con patrón de apego seguro tienen, en la escuela infantil, más habilidades sociales que
sus compañeros, cooperan mejor en actividades escolares y el contacto con los educadores es más fácil,
apropiado y eficaz. De igual manera, se muestran más autónomos y piden ayuda sólo cuando no tienen
suficientes recursos. Sus profesores (que desconocían su forma de apego) les atribuían la posesión de un yo
resistente. Además, no victimizan a otros niños ni son, a su vez, victimizados por otros, pues son percibidos como
muy asertivos (Troy y Sroufe, 1987).

Si la figura de apego, frente a amenazas a la seguridad del vínculo, ignora, rechaza o castiga los intentos de
aproximación del niño, éste sentirá que su conducta de apego no asegura ni calma tal amenaza –de hecho, ésta
se incrementa con la ruptura de la expectativa de apego-. Ante una respuesta inadecuada del objeto de apego, el
infante multiplicará primero sus conductas de búsqueda de intimidad, para finalmente cesar en dicha búsqueda.
El resultado es una trampa emocional en la que el infante pierde la expectativa de encontrar la respuesta
necesitada. La repetición de esta interacción defectuosa conduce a una organización defensiva que se describe
como patrones de apego inseguro (Lyons-Ruth, 2004).
Dentro de la clasificación de apego inseguro, los niños que muestran apego evitativo pueden dar la falsa
sensación, en el experimento de la situación extraña, de que son independientes -algo considerado intuitivamente
como positivo- pues ni lloran ni se quejan cuando la madre se va. Sin embargo, al monitorizar el ritmo cardiaco se
constata que existe similar activación cardíaca (taquicardia) en estos niños que en los que expresan su angustia
abiertamente (Sroufe y Waters, 1977), siendo el grado de malestar o angustia considerable a nivel fisiológico
(Spangler y Grossmann, 1999). Main y Weston (1981) creen que la conducta evitativa es una forma de estrategia
defensiva organizada para evitar el sufrimiento, que lleva a desatender el momento de la separación y a
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COMPENDIO TEORIA PSICODINÁMICA
DAVID EDUARDO DÍAZ LÓPEZ

desplazar la atención y la rabia sobre objetos inanimados. Estos datos constituyen una evidencia empírica acerca
de lo que sostenía el psicoanálisis clásico sobre el mecanismo de defensa evitativo, como constituyente de
perfiles psicopatológicos en personalidades fóbicas y esquizoides. Ainsworth (1978) recalcó la base interaccional
de este patrón de apego –al igual que del resto de patrones-, pues observó que las madres de estos niños
evitativos rechazaban el contacto físico con ellos, mostrando aversión directa al contacto táctil o realizando
comentarios de fastidio. En el estudio de Minnesota, antes comentado, los niños evitativos tendían a perseguir e
intentar victimizar a sus compañeros en mayor grado que otros niños (Troy y Sroufe, 1987). Además, los
profesores tendían a rechazarles más que a otros niños con apego seguro o ambivalente. La repetición de los
experimentos de la situación extraña a los 6 años mostró de nuevo evitación en los niños que antes lo habían
hecho, pero esta vez de manera mucho más sutil.
Otra subcategoría perteneciente a los niños que muestran apego inseguro es el patrón de apego
ambivalente/resistente. Estos niños, ante la separación, en la tarea de la situación extraña, muestran signos de
sufrimiento e inquietud ante mínimos estímulos estresantes. Al reunirse con sus madres, pueden alternar
momentos de contacto con conductas de resistencia, rabia y pataletas, o comportarse de manera pasiva y
sufriente sin hacer gestos de acercamiento. Tampoco realizan apenas actividad exploratoria cuando la figura de
apego está presente. En definitiva, fallan en encontrar consuelo en la figura de apego, no considerándola como
base segura. Main y Hesse (1990) han entendido estás conductas de exageración de la expresión de malestar
como estrategias del niño para provocar una respuesta afectiva por parte de una figura de apego poco afectiva.
En la muestra de Baltimore de Ainsworth, la conducta ambivalente/resistente se asoció con insensibilidad
materna ante las señales del infante –específicamente con impredecibilidad de la respuesta-, pero no con
rechazo. Las madres de estos bebés también se mostraron ineptas para cogerlos en brazos y no contingentes en
las interacciones cara a cara, además de desanimar la autonomía de sus hijos. En la guardería, estos niños son
tratados como si fueran mucho más pequeños de lo que en realidad son, no confiando en que muestren
demasiada independencia en el juego. Además, son presa fácil para la victimización de sus compañeros (Troy y
Sroufe, 1987). A la edad de 6 años aparece una sutil ambivalencia frente a la reunión madre-hijo, acompañada
de lo que a veces parecen expresiones de afecto exageradas (Main y Cassidy, 1988), que inmediatamente
pueden convertirse en un intento impaciente de alejamiento.
Por último, los niños con apego desorganizado/desorientado (Main y Solomon, 1990) serían aquellos
que muestran conductas con falta de orientación hacia una meta, propósito o explicación, lo que sugiere que el
infante no ha podido desarrollar una pauta de apego coherente con respecto a sus padres. Las memorias
procedimentales de las interacciones tempranas que llevan a la desorganización del apego están,
frecuentemente, basadas en reacciones tanto atemorizadas como atemorizantes de los padres frente al
acercamiento del niño (Main y Hesse, 1990). El vínculo de apego desorganizado implica la construcción
simultánea de varias facetas dentro del sí mismo: el sí mismo como víctima (recuerdos de experiencias de estar
asustado y desamparado); el sí mismo perseguidor (recuerdos de experiencias de ser la causa del miedo y el
desamparo del otro); el sí mismo rescatador (recuerdos de experiencias de ser reconfortante para el otro
asustado); el sí mismo bajo la protección de una figura de apego rescatadora (recuerdos de experiencias de ser
reconfortado por el otro). Al ser estas representaciones tan fuertemente contradictorias y recíprocamente
incompatibles, quedará dañada la integración del sí mismo para el infante (Liotti, 1999). Además, no será
infrecuente que se den posteriores respuestas de fragmentación o disociación como consecuencia de un adulto
que maltrata o genera un sentimiento de miedo crónico en el niño. Esta disociación no sucede cuando los
acontecimientos estresantes son extrafamiliares –aunque en los adultos la memoria se afecta, en estos casos,
más frecuentemente- (Kotre, 1995; Spiegel y Cardena, 1991). Para escapar de la amenaza de la disociación y la
desorientación, los niños pueden inhibir defensivamente el sistema motivacional del apego y acudir a otros
sistemas motivacionales que compensen la carencia, lo que añade aún más dificultad y conflictos. Estas
manifestaciones de apego desorganizado/desorientado son predictoras de psicopatología en la edad escolar y en
la adolescencia. En los estudios de niños de 6 años (Main y Cassidy, 1988) la conducta más habitual observada
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COMPENDIO TEORIA PSICODINÁMICA
DAVID EDUARDO DÍAZ LÓPEZ

en estos sujetos desorganizados es el control extremo del cuidador –conducta simbiótica o tiránica-. La conducta
desorganizada de la primera infancia puede sustituirse por intentos permanentes de control del adulto,
exigencias, trato tiránico y dificultades para estar solo (Wartner y otros, 1994; Steele, Steele y Fonagy, 1996;
Main, 2001). Esta pauta de conflicto extremo y permanente entre intolerancia a la soledad y maltrato en el vínculo
de intimidad, en adolescentes y adultos, es uno de los rasgos característicos de los trastornos límites de la
personalidad.
Para Dio Bleichmar (2005) el vínculo de apego puede darse con varias personas a lo largo de la vida, pero suele
ser un número muy reducido. Aunque más allá de la caracterización meramente fenomenológica del apego como
vínculo privilegiado con un objeto con el que se desea estar en contacto, Hugo Bleichmar (1999) hace hincapié
en las motivaciones que sostienen este apego. La sexualidad/sensualidad, el narcisismo, la regulación
psicobiológica y la hetero-autoconservación estarían en la base del apego, puesto que la búsqueda de la
relación con el objeto se apoyaría en que éste puede satisfacer dichas necesidades. También este autor
diferencia entre un apego que surge del placer de la relación con el otro, en sus diferentes formas, de aquel
apego defensivo que sirve para contrarrestar diferentes tipos de angustia o desregulaciones psicobiológicas. De
cualquier forma, los patrones de apego del individuo estarán siempre influidos por el mundo representacional del
mismo, su memoria procedimental y los efectos de lo relacional implícito en su psicología.
El apego, al igual que el resto de sistemas motivacionales, se estructura en el encuentro con el otro. Se
da un juego de roles complementario, tanto a nivel conductual como en la fantasía, entre las formas de apego
desarrolladas por un sujeto desde niño y las necesidades de un otro en relación al mismo sistema motivacional.
Aun así, no se puede negar la base biológica que posee la motivación de apego, puesta de manifiesto en los
resultados de investigaciones neurocientíficas en los últimos años, que se han centrado en los circuitos
neuronales y los aspectos neuroquímicos implicados (Amini et al., 1996; Insel, 1997).
Bleichmar también diferencia motivaciones específicas dentro del mismo ámbito del apego, como son la
búsqueda de empatía o la necesidad de completar el circuito emocional –o “cerrar” en términos de circuito
eléctrico, como apuntan Méndez e Ingelmo (2009)-. De manera especial, plantea la búsqueda de intimidad, como
algo particular y diferente al apego en sí mismo (Bleichmar, 1999), aunque interrelacionado. La intimidad sería la
vivencia, consciente e inconsciente, de que el sujeto y el otro se hallan o no en un mismo espacio emocional. El
individuo necesita sentirse en el mismo espacio emocional que el otro, es decir, sentir que el otro es un objeto de
la intimidad. Y si este deseo no se consigue, aparece un sufrimiento específico diferente del que promueve la
ruptura de apego. De esto puede deducirse que los estados emocionales no siempre van a surgir del interior de
la persona, sino que pueden ser la respuesta, por deseo de cercanía, a un otro que necesita sentir que ambos
participan de un mismo estado emocional, en un mismo momento y con la misma intensidad.
La motivación de apego es activada siempre que el sujeto se halla en una situación de estrés o amenaza.
El dolor, el miedo o la humillación motivan al ser humano a buscar protección en la figura de apego (Bowlby,
1980). Desde que nacen, es necesario que los niños cuenten con un apego seguro que no se vea expuesto a
separaciones prolongadas, pues éstas pueden provocar el desapego en el infante si la situación no cambia una
vez que éste ha pasado por las fases de protesta y desesperación. Las aportaciones de Ainsworth (1969) sobre
el tema consideran la función parental como base segura para el desarrollo del niño. Por ello es necesario
analizar si la figura de la madre –y también la del padre- es “suficientemente buena” (Winnicott, 1972) con
respecto a la relación de apego o en referencia a cualquiera de los sistemas motivacionales propuestos por la
teoría. Para que unos padres ejerzan de manera correcta su papel en la crianza de un hijo, Dio Bleichmar (2002)
se pregunta, en primer lugar, acerca de los déficits o limitaciones de éstos en relación a sus vínculos con sus
respectivos padres. Un aspecto destacado a analizar sería, por ejemplo, el hecho de que cada hijo llegue a
constituirse en un objeto diferente para la pareja parental. Algunos hijos pueden significar objetos de apego para
sus padres, como en el caso de madres que no toleran la soledad y fomentan la proximidad física nocturna como

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COMPENDIO TEORIA PSICODINÁMICA
DAVID EDUARDO DÍAZ LÓPEZ

una manera de calmar sus propias ansiedades de separación. Esto podría generar, entre otras cosas, procesos
de hipererotización, a pesar de no haber sido la sexualidad el motor del acercamiento.
En la infancia temprana la ansiedad de separación se manifiesta cuando la figura de apego desaparece del
campo perceptivo del bebé. Estudios en diferentes países muestran que la ansiedad de separación es poco
frecuente antes de los 9 meses, alcanza su pico máximo alrededor de los 13 meses y está presente, en la
mayoría de los niños, hasta los 3 años de edad (Marks, 1991). Dicha ansiedad es considerada un indicador
indiscutible de progreso cognitivo y de la constitución del vínculo de apego, siendo normal su expresión
manifiesta, pero no así su inhibición (Dio Bleichmar, 1991). De hecho, un vínculo seguro no garantiza la
contención y la autorregulación de la ansiedad -como se puso de manifiesto en las reacciones de intolerancia a la
ansiedad en niños de 3 años en el estudio de Fish y Belsky (1991)-. El apego y la regulación de la ansiedad
van correlacionados, discurriendo en paralelo en niños y en adultos, pero constituyendo, al fin y al cabo,
dos sistemas independientes. Lo que va a permitir la relación de apego, en definitiva, es que en el niño se
integren los diferentes sistemas motivacionales de los padres (sensual/sexual, narcisista, de hetero-
autoconservación, de regulación psicobiológica, etc.) (Szwarc, 2008).
d. EL SISTEMA DE LA HETERO-AUTOCONSERVACIÓN
Bleichmar (1997, 1999) incluye en el presente módulo dos condiciones que se reflejan en la misma
denominación de este sistema motivacional: la autoconservación y la heteroconservación. La autoconservación
hace referencia al mantenimiento de la integridad corporal y mental propia. Según el pensamiento freudiano
este concepto estaría cercano a lo instintivo y, por tanto, guiado por regulaciones internas. Pero Bleichmar
(2001), de nuevo, modifica el término de pulsión apoyándose en los conocimientos actuales del psicoanálisis y
las neurociencias. El “otro” externo y emocionalmente significativo estructura lo interno del sujeto, incluso lo
biológico, tomando un papel en este caso relevante en cuanto al manejo y forma de hacer frente a las amenazas
contra las que el sujeto tiene que protegerse. Los mecanismos automáticos que se pondrán en marcha para
satisfacer las necesidades vitales y afrontar los peligros son aportados en la relación con el otro significativo, a
través del discurso, la identificación o los aprendizajes procedimentales. Destacando un ejemplo del autor, una
necesidad instintiva como el hambre puede ser modulada por el entorno en cuanto a su intensidad y modalidades
de satisfacción: cantidad a ingerir, mayor o menor sentimiento de urgencia en cuanto a la satisfacción, tolerancia
a la tensión de la necesidad, etc.
De todo ello se deduce indudablemente que la autoconservación va ligada a la
heteroconservación, pues la primera precisa para su desarrollo de alguien externo que cuide y mantenga
las funciones de sostén de la vida corporal y psíquica durante todo un largo período inicial de la vida
(Méndez e Ingelmo, 2009). La heteroconservación, por tanto, debe ser considerada como otra poderosa
fuerza motivacional en los individuos que se interrelaciona con el resto de motivaciones humanas y que
guarda un mayor o menor equilibrio –en un juego de dominancias- con la autoconservación. Este
“equilibrio” es diferente en el caso de cada individuo, existiendo casos en los que la tendencia al cuidado y la
protección de la vida del otro puede ser tan fuerte que lleve a sacrificar incluso la propia conservación.
e. EL SISTEMA DE LA REGULACIÓN PSICOBIOLÓGICA.
La motivación de regulación psicobiológica parte de la necesidad que tienen los seres humanos de
manejar adaptativamente, o regular –en la medida de sus posibilidades-, todas sus funciones
psicológicas o biológicas: la ansiedad, el hambre, el sueño, la motilidad intestinal, la tensión arterial, etc.
La regulación o desregulación estará condicionada por el tipo de activación neuro/química/hormonal, que en cada
sujeto se manifiesta en diferente grado y con diversas formas de puesta en marcha. Cada tipo de activación, a su
vez, se asociará al funcionamiento de redes representacionales específicas en cada individuo y a procesos de
memoria y activación de inscripciones inconscientes declarativas o procedimentales. Todo ello -unido a las

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COMPENDIO TEORIA PSICODINÁMICA
DAVID EDUARDO DÍAZ LÓPEZ

conductas, estructura de personalidad, cogniciones (en diferentes niveles de simbolización), representaciones de


los otros y contexto vincular- conforma el estado emocional o afectivo como estructura compleja que excede la
descripción simple de sentimientos únicos.
Desde una perspectiva neurocientífica, la obra de Joseph LeDoux (1996, 2000), Jaak Panksepp (1998) y Antonio
Damasio (1996, 1999) ofrece una explicación de la naturaleza de las emociones y la fuerza del inconsciente
sobre los procesos conscientes. Panksepp, desde la creación de la neurociencia afectiva, intenta conciliar
neurociencia y psicoanálisis, a la vez que está de acuerdo con LeDoux en que, tal y como proponía Freud, las
emociones suponen la conciencia de algo que es básicamente inconsciente. Las respuestas emocionales en el
ser humano son innatas, pero sometidas al orden de la experiencia, pieza clave para cambiar cualquier
disposición. Ciertas características de los estímulos son procesadas por la amígdala del sistema límbico, la cual
posee una representación disposicional que dispara la emoción de miedo –además de intervenir, aunque de
manera menos relevante, en otros significados emocionales- y altera la cognición, emergiendo ésta como
sensación psíquica (Solms, 2002). Si la amígdala es responsable de la memoria emocional, existe otra
localización en el cerebro, el hipocampo, que se encarga de la memoria declarativa (Bechara y otros, 1995). La
memoria emocional sirve a la supervivencia del individuo al permitir responder de manera rápida ante estímulos
peligrosos, sin embargo, también condiciona respuestas inapropiadas, como fobias o síntomas de estrés
postraumático, consideradas desórdenes de la regulación emocional. De alguna manera, los recientes hallazgos
en neurociencia vienen a apoyar la importancia que el psicoanálisis siempre concedió a las experiencias afectivas
tempranas, que completan el desarrollo y la evolución de circuitos neuronales implicados, entre otros, en el
sistema de regulación emocional.
El desarrollo de la regulación psicobiológica como motivación independiente
(Bleichmar; 1997, 1999, 2001) es tomado de algunas de las aportaciones de Lichtenberg (1989, 1992) y
especialmente de autores como Bion (1959, 1962) o Kohut (1971, 1984). Este último dota al objeto
especularizante de funciones de regulación biológica, además de asumir la tarea primordial de proveer un
correcto nivel narcisista al infante. También Bion, bajo el término de contención, hace referencia al mecanismo
por el cual los pacientes depositan en el psiquismo del terapeuta todos aquellos pensamientos, sentimientos e
impulsos que no pueden tolerar dentro de sí, en un intento por librarse de ellos y, sobre todo, por hacerse
comprender y ayudar. Todo ello se relaciona, a su vez, con el tipo de vínculo que el paciente mantuvo con sus
figuras de apego durante la infancia y a las que Bion asoció más tarde el concepto de reverie o ensoñación –
estado de receptividad del psiquismo materno para recoger las experiencias internas físicas y psicológicas del
niño y conferirles un significado-.
Son importantes también, en relación a la regulación psicobiológica, las revisiones que hace Emilce Dio (2005)
acerca de Klein (1937, 1957) y Stern (1985), entre otros. La obra de Melanie Klein es la primera que, de manera
central, formula la lucha contra la angustia como primera tarea del psiquismo temprano. El proceso sería,
para esta autora, consecuencia de la aparición interna de la pulsión de muerte, y el adulto debería convertirse
necesariamente en el encargado de proporcionar al infante los medios para aprender a conseguir una regulación
emocional óptima.
Dio Bleichmar añade, desde la teoría de Stern (1985), que otra conducta recomendada para los
padres sería el no sumarse al estado afectivo angustioso del hijo en un intento de desentonamiento-,
buscando una atmósfera de calma y distensión. Para Stern, el entonamiento afectivo, es una ejecución de
conductas que van más allá de la mera imitación o contagio afectivo, expresando el carácter de sentimiento de un
estado afectivo compartido. El entonamiento afectivo muestra, a su vez, una gran capacidad de modular los
diferentes estados emocionales. Pero, para que este entonamiento afectivo pueda operar, debe haber un código
compartido por la madre y el infante, el cual está constituido por las propiedades amodales o cualidades
generales de la percepción: la intensidad, la forma, la pauta temporal –frecuencia y ritmo- y la pauta espacial. A
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COMPENDIO TEORIA PSICODINÁMICA
DAVID EDUARDO DÍAZ LÓPEZ

diferencia de la empatía, que implica procesos cognitivos conscientes, el entonamiento es básicamente


automático por parte de la madre, a lo que el bebé responde con gran sensibilidad, produciéndose alguna
alteración o interrupción de la conducta en curso (Stern, 1985). En el procedimiento conocido como rostro inmóvil
el adulto debe mostrar durante un tiempo un rostro inexpresivo hacia el niño, rompiendo la rutina habitual (Tronick
y otros, 1978). En menos de tres minutos los bebés, de manera uniforme, se muestran decepcionados y entran
en un estado de autoprotección. Al mismo tiempo, las madres, tras el experimento, demostraron su sufrimiento al
no haber podido responder a las demandas de su hijo (Brazelton y Cramer, 1993). En palabras de Dio Bleichmar
(2005): “Estos hallazgos dan fundamento empírico a las propuestas del psicoanálisis sobre la comunicación de
inconsciente a inconsciente […], acción que no requiere un contenido psíquico simbólico”.
Además del deseo de aprender a reaccionar de una forma controlada en los momentos de tensión psíquica, el
ser humano necesita de un otro que contagie y provea de sentimientos de vitalidad y entusiasmo ante
determinadas tareas y experiencias del día a día. Bollas (1987) llama a aquél que es capaz de modificar los
estados corporales y físicos del sujeto objeto transformacional. La regulación psicobiológica depende, por tanto,
de la dotación de un significado a los diversos sentimientos (frustración, miedo, ira, etc.) y del aprendizaje
procedimental de formas controladas de manejar la activación corporal, especialmente la neurovegetativa. En el
ámbito clínico, y también fuera de éste, pueden verse personas que, frente a la angustia o las diversas
desregulaciones psicobiológicas, “utilizan” la motivación de apego como de defensa para contrarrestar el
malestar que sienten. También se da el fenómeno de acoplamiento, “a modo de fogonazo” como indica Bleichmar
(1999, 2001), entre algunos contenidos inconscientes y la angustia desbordante o la descarga del sistema neuro-
hormonal. Del mismo modo, puede darse un predominio de las angustias de desintegración o fragmentación –
bien como defensas o bien debidas a fallas estructurales-, constatando que existe un lazo entre la regulación
psicobiológica y los fenómenos de desconexión o hiperconexión con el propio cuerpo. En algunos casos las
experiencias angustiosas serán reprimidas o escindidas, por defensa simbólica frente a algún conflicto,
conservando el sujeto intacto su capacidad de atribuir sentido a la experiencia. Pero en otros casos, la función
simbólica puede verse seriamente perturbada, y es lejos del ámbito representacional, en la respuesta de
activación o desequilibrio biológico, donde será necesario aplicar las soluciones.
Dio Bleichmar (2005) llama a este sistema motivacional “de la regulación emocional” poniendo el énfasis en la
capacidad de desarrollo y expresión de los afectos, además del mantenimiento de un óptimo estado de activación
del sistema nervioso. Desde el ámbito evolutivo es importante considerar que este sistema madura entre el
primer y tercer año de vida, por lo que una correcta heterorregulación emocional en ese período dará paso a la
autorregulación del propio individuo, contribuyendo al desarrollo de su self emergente –Beebe y Lachman (1994)
consideran que la regulación interactiva también influye en la representación del otro-. A modo de confirmación
desde la neurobiología a estos presupuestos, algunas investigaciones han demostrado que las experiencias de
sobrecarga emocional afectan a la base anatómica -a consecuencia de la plasticidad sináptica-, por lo que el
desarrollo y el posterior funcionamiento se verían afectados (LeDoux, 1996; Siegel, 1999, 2001).
Otros estudios observacionales, llevados a cabo dentro del campo del psicoanálisis, se han interesado
por la relación afectiva madre/hijo. La madre debe reconocer el estado afectivo de su hijo, a través de las
expresiones del rostro de éste y su conducta. Una vez reconocidas las emociones, son funciones reguladoras de
la figura de apego el calmar la sobrexcitación, compartir la alegría, consolar el malhumor y, sobre todo, no
transmitir ansiedad. Aunque esto, desde luego, requiere previamente de una refinada regulación emocional por
parte del adulto en cuestión. La importancia de los afectos de la madre y las figuras significativas para el niño
radica en que éste toma las expresiones emocionales de los adultos como “referencias” (Emde y Sorce, 1983)
para adecuar su conducta. Una buena capacidad para regular la emoción, en definitiva, influye en el equilibrio
entre el impulso y la acción, refuerza la capacidad de tolerar la frustración, la ambigüedad y la ambivalencia
(Tyson, 2002).

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COMPENDIO TEORIA PSICODINÁMICA
DAVID EDUARDO DÍAZ LÓPEZ

Si ocurren trastornos en la regulación mutua entre la madre y el niño, como informa Dio Bleichmar (2005), el
estado psicofisiológico de éste se altera: llora, está más molesto, sufre cambios en la alimentación y el sueño,
etc. Además, si la madre responde a esto “cargando” emocionalmente al bebé, éste puede reaccionar con
rechazo hacia ella. En momentos de desregulación de los sistemas motivacionales, si la díada madre-bebé
consigue resolver el desequilibrio, se proveerá de suficiente flexibilidad a la experiencia como para recobrar la
regulación. Dio Bleichmar también se pregunta acerca de si los padres que no son capaces en el área de la
regulación emocional pueden hacerlo bien en otras áreas. La respuesta es afirmativa puesto que puede haber
padres cariñosos y protectores, pero ansiosos, inundando al bebé de excitación y provocando desorganización y
dificultades en el manejo de los afectos.
Como se ha visto hasta ahora, la valoración de la realidad externa como inofensiva o peligrosa depende de la
significación que le atribuya el adulto. Hay padres que transmiten a sus hijos la vivencia de que determinados
acontecimientos producen la sensación de hallarse frente a un peligro mortal, o una catástrofe, teniendo muy
presente su vulnerabilidad. Así un niño puede ir adquiriendo una identidad de fóbico a través de lo que Bleichmar
(1997) llama “transposición categorial”. Szwarc (2008) añade a éste otro par de ejemplos, consecuencia de los
mecanismos de defensa que los niños ponen en marcha para controlar la ansiedad. Las dificultades en la
regulación emocional de ciertos niños pueden provocar un estado ansioso de permanente hipervigilancia, con
dificultades para focalizar la atención en un nuevo estímulo, que derivarán en problemas de atención y
dificultades de aprendizaje. También ocurre, a veces, que muchos de los comportamientos obsesivos de la
temprana infancia –como rituales de movimiento, orden o hipervigilancia- son actos tendentes a darle estructura y
organización a estados internos de angustia cargados de sentimientos de desorden, vacío y falta de coherencia
interna. Existen, por último, otro par de formas de hacer frente a las reacciones de angustia. Por un lado, están
aquellos padres y sus hijos que no reconocen ningún conflicto relacional, entendiendo la ansiedad como
síntomas exclusivamente físicos. Y, por otro lado, la ansiedad puede ser entendida por algunas personas como
un marcador somático que tratará de evitarse por cualquier medio (Damasio, 1996), constituyendo una conducta
normal de escape en la infancia temprana el buscar la cercanía con el adulto. La “ansiedad de separación”
mostrada por algunos niños no siempre es consecuencia de un problema con el vínculo de apego, sino que el
apego puede usarse para protegerse de diversos temores: timidez, temor a la agresividad del otro, sentimiento de
incompetencia, etc. Ante la retirada, el niño justificará la misma mediante racionalizaciones, que, si son apoyadas
por el adulto, darán paso a la consolidación de la inseguridad o inhibición creciente como futuro rasgo de carácter
o personalidad.
FUNCIONAMIENTO DE LA MENTE
El enfoque Modular-Transformacional concede a las leyes del funcionamiento mental la misma importancia que a
los contenidos psíquicos. Bleichmar (1997, 1999, 2001) estudia tanto la complejidad de los procesamientos
inconscientes, como las relaciones entre la conciencia y lo inconsciente, entre lo intrapsíquico y lo intersubjetivo y
relacional, entre lo simbólico y lo procedimental o entre lo representacional y lo corporal o biológico. Una mención
especial merece la consideración a igual nivel de la cognición y los estados afectivos (Ablon, 1994; Jones, 1995;
Killingmo, 1999; Schore, 1994), habiendo quedado éstos tradicionalmente relegados a un papel subordinado. La
cognición activa estados emocionales específicos, pero de igual manera, los estados afectivos, que pueden
retroalimentarse unos a otros, van generando representaciones tanto a nivel consciente como inconsciente. Otro
nivel de articulación es el de la relación entre el conjunto de ideas y estados afectivos con el tipo de activación
neurovegetativa, particular en cada sujeto. La activación neuroquímica y hormonal influye en la
regulación/desregulación de la cognición consciente e inconsciente, guiando y seleccionando qué red
representacional se activará (Panksepp, 1998) y provocando la modulación de ciertas memorias (Cahill, 1997;
Gold y Greenough, 2001; O´Carrol, Drysdale, Cahill y Shajahan, 1999).
En opinión de Bleichmar, al igual que son diferentes los contenidos inconscientes en cada individuo,
derivados de su propia historia personal, los modos de organización de lo inconsciente también son
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COMPENDIO TEORIA PSICODINÁMICA
DAVID EDUARDO DÍAZ LÓPEZ

diferentes. El enfoque Modular Transformacional señala lo inconsciente como constituido por diferentes
sectores sometidos, entre ellos, a combinaciones o desplazamientos, transformándose unos a otros.
Estos sectores de lo inconsciente son los siguientes:
1. Lo originariamente inconsciente: lo inconsciente establecido en las interacciones e identificaciones. Bleichmar
(1997, 2001) integra los planteamientos iniciales de Freud (1915, 1923) sobre la “inscripción originaria” (tener
vivenciado) con los descubrimientos actuales sobre la memoria procedimental. En base a ello, plantea que lo
originariamente inconsciente se refiere a todo aquello del orden de lo vivencial subjetivo que los padres,
u otros objetos significativos, transmiten y que queda inscrito en lo inconsciente sin que los padres ni el sujeto
tengan la más mínima conciencia de ello. En el inconsciente originario se destacan las emociones, los códigos
interpretativos y las formas de relación con el otro. Pero, además, el propio funcionamiento inconsciente crea, por
las distintas formas en que combina representaciones, nuevas producciones de inconsciente originario.
Bleichmar (2001, 2005) denomina a este inconsciente originario, en razón a los mecanismos a través de
los cuales se estructura, inconsciente de las interacciones y las identificaciones. La historia del desarrollo
teórico-clínico del concepto comienza en Freud (1915) con su establecimiento del término represión originaria o
primordial. Conceptos posteriores coincidentes con la idea central del inconsciente originario son: los enunciados
identificatorios (Aulagnier, 1975, 1984), el objeto transformacional (Bollas, 1987), el mensaje enigmático y la
seducción generalizada (Laplanche, 1989, 1992), el pasado inconsciente (Sandler, 1989), el dominio no
experiencial (Sandler y Joffe, 1965), el conocimiento relacional implícito (Stern, 1985) y el saber relacional
actuado (Lyons Ruth, 2000).
2. Lo secundariamente inconsciente: lo inconsciente efecto de los procesos defensivos. Este sector de lo
inconsciente se corresponde con aquello que habiendo estado en la conciencia fue relegado a lo inconsciente,
mediante procesos defensivos, debido a la angustia que producía su permanencia en la misma conciencia. Por
haber estado previamente en ésta, se llama secundariamente inconsciente. Es esta parte de lo inconsciente en la
que Freud (1915, 1923) centró su interés y la que ha constituido el eje del trabajo psicoanalítico,
especialmente en lo referente a los deseos sexuales y hostiles que entraban en contradicción con las
representaciones permitidas en el sujeto. Es un inconsciente reprimido puesto que su causa es el
mecanismo de defensa de la represión –junto con el resto de defensas consideradas tradicionalmente-, al
que se llega por razón de un conflicto psíquico. Bleichmar (1997, 1999, 2001) advierte contra la tendencia
en la tradición psicoanalítica a considerar este sector de lo inconsciente como el único y verdadero
inconsciente psicoanalítico. Es una contradicción que la teoría defienda esto último mientras que en el
acontecer de la práctica clínica aparecen situaciones recurrentes como las identificaciones inconscientes, la
influencia de la conducta de los padres sobre los síntomas o la personalidad de los pacientes, etc. Además,
debido a esta concepción del inconsciente, puede llegar a ser iatrogénico para el paciente el quedar siempre
relegado al lugar de la persona que se resiste a conocer. Se estaría haciendo una equivalencia total entre hacer
consciente lo inconsciente y la acción de desreprimir o vencer las resistencias (Bleichmar, 1997, 2004).
3. Lo no inscrito en lo inconsciente, lo no constituido. Bleichmar (1997, 2001) ha insistido en este sector del
inconsciente, al que considera como aquello que no llegó a constituirse porque faltaron las experiencias, las
identificaciones, los intercambios con la función complementaria aportada por el otro que pudieran hacer surgir lo
que es un potencial del sujeto, pero que requiere de ese otro para llegar a tener lugar. Méndez e Ingelmo (2009)
lo ejemplifican en el proceso de adquisición de la sexualidad. Si unos padres conciben ésta como fuente de
peligros y este sentimiento queda grabado en el inconsciente del hijo, la sexualidad como productora de placer
no tiene cabida en ese inconsciente y, por tanto, no se constituye. Bleichmar, de manera especial, recalca la
diferencia entre esta concepción y el concepto lacaniano de forclusión (Lacan, 1966, 1981), que hace referencia
a la no inscripción de un significante fundamental, el nombre-del-padre.

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COMPENDIO TEORIA PSICODINÁMICA
DAVID EDUARDO DÍAZ LÓPEZ

El enfoque Modular-Transformacional resalta que lo verdaderamente importante de este sector de lo


inconsciente es que pone en evidencia que la estructuración emocional del sujeto, esto es, la
constitución de su deseo no está garantizada. De manera contraria a los presupuestos del psicoanálisis
clásico, se afirma, no sólo que el objeto no es contingente –no existe de modo predeterminado y asegurado para
satisfacer la pulsión-, sino que el propio deseo tampoco está asegurado. Más concretamente, son determinadas y
específicas inscripciones del deseo las que no llegan a constituirse por la acción de los objetos significativos, bien
sea por la inscripción de los acontecimientos habidos en la relación con el objeto, o bien por la identificación con
ese objeto en sus modos de funcionar. Bleichmar (1999) amplía esta concepción del objeto que no inscribió una
mayor o menor gama de modos de reacción, a la idea de un objeto perturbador como fuente del problema y
generador de inscripciones claramente patológicas.
4. Lo desactivado en lo inconsciente. En términos generales, se puede decir que la desactivación de lo
inconsciente alude a una pérdida de fuerza y de poder eficiente en la vida psíquica de determinadas
constelaciones ideo-afectivas (Méndez e Ingelmo, 2009). Bleichmar (1997), bajo la denominación de
desactivación sectorial de lo inconsciente, alude a un proceso, a lo largo del tiempo, por el cual que el niño o el
adulto van desactivando, imperceptiblemente, sectores de lo inconsciente debido a varias causas:
frustración por no realizar el deseo, impotencia interior, falla del objeto significativo en dar respuesta a lo
que de él se desea, falta de gratificación, acción de temores reales (traumas) o fantaseados, oposición de
diferentes tipos de angustia (narcisista, persecutoria, etc.). En definitiva, se está hablando de un problema
en la constitución de la función deseante, la cual, en algunos casos, no se ha llevado a cabo debido a la falta de
experiencias, identificaciones o intercambios con la función complementaria del otro, produciendo un déficit en la
capacidad de entusiasmarse o desear.

Freud siempre mantuvo la idea de un inconsciente continuamente activo, pujando por emerger y produciendo
efectos derivados. A pesar de no estar de acuerdo con esta idea, Bleichmar (1997, 2001) rescata este sector de
lo inconsciente a partir del concepto freudiano de sepultamiento del complejo de Edipo (Freud, 1924) y, muy
especialmente, a partir de la constatación, a través del trabajo clínico, de que la vitalidad y fuerza del deseo no
están aseguradas en todas las personas. Freud sostiene que, en cierto momento, el complejo de Edipo sufre un
sepultamiento o cancelación –más allá de una simple represión-debido a la falta de satisfacción esperada, al
fracaso de lo deseado, a su imposibilidad interna y/o a la amenaza de la castración. Aproximaciones posteriores
al concepto de desactivación de lo inconsciente que no han llegado a desarrollarse de manera adecuada son las
siguientes: la regresión a ciertas fases del desarrollo (Freud, 1905, 1933); la pérdida de fuerza de las
representaciones inconscientes en relación a las vicisitudes del sadismo infantil y/o de las ansiedades paranoides
(Klein, 1935, 1946); la deformación que un medio inadecuado produce en la constitución del verdadero self, que
es, a su vez, natural, espontáneo y necesariamente existente (Winnicott, 1965, 1989); la falta básica de un sujeto
intrínsecamente bueno que es entorpecido por un medio hostil (Balint, 1968); las consecuencias del hospitalismo
(Spitz, 1946); y los efectos de la pérdida del objeto de apego (Bowlby, 1969, 1980).

LA TEORÍA DEL TRASTORNO EN EL ENFOQUE MODULAR-TRANSFORMACIONAL


Bleichmar (1997) opina que la categorización psicopatológica actual posee un grado de abstracción tan alto que
no llega a tomar en cuenta la enorme complejidad existente en su interior. Frente a lo que considera un
reduccionismo psicopatológico o pensamiento simplificante, aplica también, a la teoría del trastorno, el
pensamiento complejo de Morin (1977) con su concepto de modularidad. Por tanto, en la formación de síntomas
habría que tener en cuenta un doble proceso de encadenamiento, tanto serial como en paralelo, que conforme un
mapa dinámico donde se dibujen cada uno de los diferentes cuadros psicopatológicos. A pesar de la utilidad

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epidemiológica para determinadas investigaciones, o como medio unificador de criterios diagnósticos


psiquiátricos, los sistemas de clasificación en la línea del DSM-IV (1995) o la CIE-10 (1992), poseen, con
respecto a la psicoterapia psicoanalítica, una limitación de fondo que no es superable por las sucesivas
revisiones que pudieran sobrevenirles (Méndez e Ingelmo, 2009). Y esto es debido a que, al no incluir los
componentes de las estructuras psicopatológicas, ni las motivaciones que los originaron y mantienen, no es
posible derivar de todo ello ningún plan de acción terapéutica.

La génesis de los trastornos mentales: el conflicto intrapsíquico y el déficit estructural


Durante las últimas décadas, numerosos autores (entre ellos, Stolorow y Lachmann, 1980; Gedo, 1981;
Killingmo, 1989; Stolorow, Brandchaft y Atwood, 1987; Pine, 1990) sostienen la existencia de dos mecanismos
diferentes en la producción de los trastornos mentales: el conflicto intrapsíquico –ya sea conflicto
intersistémico o intrasistémico- y el déficit estructural o déficit en la estructuración del psiquismo; aunque
en la realidad de la clínica, y tal y como ha señalado reiteradamente Bleichmar (1997) tomando los trabajos de
Killingmo (1989, 1995), conflicto y déficit se combinan en patrones de carácter muy complejo, resultando, a
veces, casi imposible distinguir claramente uno de otro.
El conflicto intrapsíquico es para Freud, los psicólogos del yo (Anna Freud, 1936; Fenichel, 1941, 1945;
Hartmann, 1939, 1951; Eissler, 1953) y los analistas kleinianos, entre otros, la causa esencial de la angustia y
la patología. Freud (1900, 1923) concibió dos modelos metapsicológicos del conflicto intrapsíquico que se
corresponden con la primera y segunda teorías del aparato mental por él elaboradas. Desde el punto de vista
tópico, o siguiendo su primera teoría (Freud, 1916), el creador del psicoanálisis plantea que el conflicto se
produce entre sistemas, por un choque entre el sistema inconsciente y el preconsciente/consciente –principio del
placer vs. principio de la realidad-. Por otra parte, desde el punto de vista económico, el conflicto se da entre
pulsiones sexuales y pulsiones del yo o de autoconservación (Freud; 1923, 1926). En su artículo Neurosis y
psicosis (1924), Freud señala el conflicto entre el yo y el ello como generador de las neurosis de transferencia;
entre el yo y el superyó como origen de las neurosis narcisistas; y, por último, el conflicto entre el yo y la realidad
como productor de psicosis. Además, Freud (1938), desde esta segunda teoría no sólo aborda el conflicto
intersistémico (ello vs. yo, yo vs. superyó, etc.) sino que también defiende la existencia de un conflicto
intrasistémico (dentro de cada una de las estancias psíquicas –ello, yo y superyó-, por la contradicción entre
deseos, representaciones, metas, etc.). El Complejo de Edipo es un conflicto nuclear en los seres humanos en el
que, desde un punto de vista económico, se enfrentan la sexualidad contra temáticas agresivas y de norma
moral, reducidas éstas últimas, en ocasiones, a la conocida pulsión de muerte o al superyó sádico.
Además del conflicto intrapsíquico, algunos autores han considerado como causa de la angustia y la patología,
los déficit estructurales o la detención en el desarrollo, que aparecen cuando el medio externo falla en
proveer las necesidades del sujeto presentes en cada etapa del desarrollo evolutivo (Ferenczi, 1919, 1933;
Balint, 1968; Winnicott, 1965, 1989; Fairbairn, 1952; Kohut, 1971, 1984; Gedo, 1981; Killingmo, 1989, 1995;
Stolorow y Lachmann, 1980; Stolorow, Brandchaft y Atwood, 1987).
Dentro de la patología por déficit se incluyen varias condiciones en función de su génesis y desarrollo
posterior (Bleichmar, 1997). Las patologías por déficits del objeto externo son debidas a que el objeto externo
dejó de aportar algo esencial para la constitución de cierta función del psiquismo. Las patologías deficitarias
por trauma ocurren cuando no sólo existe una falla en la empatía del objeto externo, sino que éste infligió
abusos, maltratos, persecuciones, culpa o traumas. En relación a las consecuencias que generan las situaciones
de malos tratos, Bion (1959, 1962) desarrolló su concepto de angustia confusional o terror sin nombre, previo al
cual, Freud (1914, 1926) ya había hecho referencia a la impotencia/desvalimiento como generadora de un gran
sentimiento de angustia al no poder controlar o dar una explicación a una situación aversiva. Por último,

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Bleichmar plantea las patologías por inscripción patológica originaria o patologías por identificación, en
las que los síntomas se generan por identificación con figuras patológicas.
Uno de los problemas metapsicológicos con el que se han encontrado los autores que manejan la sintomatología
por déficits, hace referencia a dónde ubicar los mismos dentro del segundo modelo del aparato psíquico
propuesto por Freud (1923). Por lo general, la solución dada a esta cuestión es la localización de dichos déficits
como pertenecientes a la estructura del yo. Sin embargo, Bleichmar (1997, 2001) afirma que los trastornos por
déficit pueden afectar a cualquiera de las instancias: ello, yo y superyó.
En primer lugar, puede existir un déficit del Ello, que afecta a la función, vitalidad e intensidad de los
deseos. En algunas personas no existen deseos, o se hallan estos presentes de un modo mínimo, puesto que
sus padres no les aportaron la fuerza del desear y no estimularon el desarrollo de sus potencialidades deseantes.
Igualmente, existe un déficit del Yo, consistente en una falla en sus funciones y representaciones. Una situación
emocionalmente deficitaria puede generar consecuencias patológicas tanto en lo que se refiere al modo de
representación de la propia imagen o self, como al cumplimiento de las funciones del yo -distinción, yo-función y
yo-representación, propuesta por Freud (1923) y posteriormente denominada por Hartmann (1939, 1951) yo y
self-. Por último, existe un déficit del superyó por no estar constituido –lo que puede dar lugar a un trastorno
antisocial de la personalidad- o por no estar idealizado, estando esta última problemática presente en algunas
depresiones. Asimismo, Bleichmar (1997) añade a la patología del déficit la diferenciación entre un superyó
indiferenciado, sin normas, y un superyó normativo, que en casos extremos dará lugar a un superyó
sádico.

Los procesos defensivos


El enfoque Modular-Transformacional distingue entre los clásicos mecanismos de defensa y las defensas
en lo inconsciente. Los mecanismos de defensa fueron descritos desde el comienzo del psicoanálisis por
autores como Freud (1915, 1916-17, 1924, 1933, 1938), A. Freud (1936), Fenichel (1941, 1945) o Klein (1937,
1946). En un primer momento, el desarrollo de las defensas se apoya en la primera tópica freudiana (Freud,
1900), otorgando a éstas últimas la misión de ocultar a la conciencia las representaciones displacenteras. La
segunda tópica (Freud, 1923) muestra la existencia de conflictos dentro de lo inconsciente, de movimientos
creativos de nuevas representaciones para contrarrestar otras. Las defensas en lo inconsciente tienen sus
ejemplos en los trabajos freudianos sobre el masoquismo moral (Freud, 1924) y en los aportes de Bleichmar
(1997), donde éste muestra cómo se trata de contrarrestar la culpa inconsciente mediante el autocastigo
inconsciente, o la creación del objeto fetiche para contrarrestar la angustia de castración. En general, algunas
de las defensas con transformaciones en lo inconsciente que propone Bleichmar (1997) son: la asunción
defensiva de identidades inconscientes, la defensa simbiótica inconsciente y la desactivación del deseo en lo
inconsciente. Al mismo tiempo existen defensas mixtas que intentan evitar tanto el placer consciente como el
inconsciente: las experiencias de satisfacción compensatorias y los estados mentales como defensas –en
algunos casos contra el psiquismo en general) o en ciertos casos esquizoides descritos por Fairbairn (1952)-.
Por último, y de manera sintética, Bleichmar (1997, 2004) divide las defensas en intrapsíquicas e
interpersonales. Dentro de las defensas intrapsíquicas se encuentran los clásicos mecanismos de defensa, a los
que denomina defensas de ocultamiento, y las producciones de lo inconsciente para contrarrestar el displacer o
defensas de transformación. Las defensas interpersonales pueden ser, a su vez, aloplásticas –intento de
transformación del mundo exterior para disipar el afecto displacentero- o autoplásticas –modificación del propio
sujeto para adaptarse a medios externos patológicos y traumatizantes-.

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COMPENDIO TEORIA PSICODINÁMICA
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PSICOTERAPIA BREVE PSICODINÁMICA

Recientemente, se ha constatado en una serie de estudios con distintos pacientes —en marcos
diferentes y con distintas variables— que independientemente del tipo de tratamiento de consulta
externa que estos reciben, la gran mayoría tan sólo acude de 6 a 12 sesiones (Garfiel d, 1989;
Phillips, 1987; Reder y Tyson, 1980; Straker, 1968). De hecho, se estima que el 50% de la
totalidad de los pacientes abandona el tratamiento antes de la octava sesión (Phillips, 1987). Estos
porcentajes se mantienen incluso cuando los tratamiento s son de naturaleza específicam ente
psicodinámica. Por consiguiente, se pla nee o no, la mayoría de profesionales de la salud mental
están llevando a cabo tratamientos a corto plazo. Sin embargo, esto es así más por una cues tión
de «deserción» que por la forma en que estos han sido «diseñados» (Budman y Gurman, 1988).
Ciertamente, sería mejor practicar psicoterapias di námicas breves que comprobar como la mitad
de los pacientes terminan «prematuramente».

PERSPECTIVA HISTÓRICA

Desde un punto de vista histórico y conceptual, las psicoterapias dinámicas a corto plazo, deben
ser debidamente agrupadas en distintas «generaciones» (Crits -Cristoph y col., 1991).
Mencionaremos brevemente cuatro de estas generaciones para trazar la evolución del
pensamiento y de la práctica de la PBDOD. Para más información sobre la historia de la
psicoterapia dinámica breve, remitimos al lec tor a la revisión de Marmor (1979) y a sus trabajos
originales.

Primera Generación: Freud y el Psicoanálisis


La actual PBDOD tiene sus orígenes en la obra de Freud. Algunos de los primeros tratamientos
que Freud llevó a cabo fueron terapias a corto plazo. Como describe Marmor (1979), Bruno Walter,
el director de orquesta, fue tratado satisfactoriamente por Freud en seis sesiones en, 1906, y e n,
1908 Freud curó a Gustav Mahler, el compositor, de sus problemas de impotencia durante una
única sesion de 4 horas. Incluso los análisis de formación fue ron llevados a cabo en menos de un
año. A medida que la teoría psicoanalítica se hizo más com pleja y elaborada, y los objetivos del
análisis fueron más ambiciosos, la duración del tratamiento au mentó. El énfasis que Freud puso en
la asociación libre fue lo que Davanloo (1986) llamó «paso fatí dico», a partir del cual los primeros
partidarios de la psicoterapia breve comenzaron a divergir. Como Davanloo apunta, «Casi todos
los intentos de invertir esta tendencia y desarrollar una técnica efec tiva de psicoterapia a corto
plazo se han basado en devolver parte del control y añadir más motivación (para e l tratamiento) al
terapeuta» (p. 108).
En, 1925, Sandor Ferenczi y Otto Rank publi caron The Developm ent of Psychoanalysis, en el
cual se aboga por establecer límites temporales, por mantener una área focal durante el tratamien -
to, y para que el terapeuta adopte con frecuencia una postura activa. Incluso para los estándares
actuales, las contribuciones de estos autores a la PBDOD siguen vigentes y son referentes para
los enfoques modernos. Ferenczi y Rank deseaban in crementar la actividad del terapeuta para
contrarrestar la pasividad del paciente. Ferenczi, pre viendo los aspectos tanto de las relaciones de
objeto como de las terapias interpersonales breves, subrayó la importancia de la franqueza,
empatía y colaboración entre paciente y terapeuta (Rachma n, 1988). Rank es el precursor de dos
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COMPENDIO TEORIA PSICODINÁMICA
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de los principios de la psicoterapia breve moderna: la cuestión de la separación señalada por el


establecimiento de un límite temporal acordado de antemano (lo que Rank denomina trauma del
nacimiento), y la valoración de la motivación del paciente para cam biar (lo que Rank denomina
voluntad). Por estas razones, Marmor (1979) considera que Rank « bien puede ser considerado el
precursor histórico del movimiento de la PBDOD» (p. 150).

Algunos años después de la muerte de Freud en, 1939, surgió otro reto importante para el
psicoanálisis clásico. En su libro, Psychoanalytic The - rapy: Principles and Applications,
Alexander y French (1946) cuestionaron la relación implícita que existía entre el resultado
terapéutico y la duración de la terapia. Su libro ha sido considerado por algunos terapeutas
actuales como el primer manual de terapia breve. La recomendación más conocida de Alexander y
French es que los terapeutas deben modificar de forma enérgica sus modos y conductas para
proporcionar a los pacientes una «experiencia emocional correctiva.» También defendieron la
necesidad de flexibilidad por parte del terapeuta y la modificación de la du ración y frecuencia de
las sesiones. Estas maniobras tenían como objetivo evitar la dependencia pasiva del paciente y el
desarrollo de su neurosis de transferencia. Las ideas de Ferenczi, Rank, y Ale xander y French
originaron una gran controversia en el seno de la comunidad psicoanalítica y por ello las
contribuciones de estos investigadores han sido ignoradas durante muchos años.

Segunda Generación: Psicoterapias breves de orientación dinámica


En esta etapa, de, 1960 a, 1980, la PBDOD empezó a emerger ya como un método terapéutico
legítimo. David Malan de la clínica Tavistock en Lo ndres, James Mann de la Escuela Universitaria
de Medicina de Boston, Peter Sifneos del Hospital General de Massachusetts en Boston, y Habib
Davanloo del Hospital General de Montreal en Canadá a menudo han sido considerados los
representantes más destacados de esta generación.
Las técnicas de terapia breve propuestas por Malan proceden de los principios psicoanalíticos —
un «psicoanálisis aplicado» (Ursano y Hales, 1986). Malan sostiene que «podrían alcanzarse
cambios más espectaculares en las enfermedades relativamente graves y crónicas mediante una
técnica de interpretación activa que contenga todos los elementos esenciales de un análisis a gran
escala» (Malan, 1976, p. 20). Malan se centra en la identificación del problema focal — conflicto
«nuclear» o conflicto de la infancia que se manifiesta de alguna forma en el problema actual.
Enfatiza la elaboración de interpretaciones que conecten pa trones recurrentes de desadaptación
presentes en la relación terapeuta-paciente (transferencia) con patrones puest os de manifiesto en
relaciones actuales y anteriores (triángulo de introspección). Por ejemplo, es posible que el
terapeuta señale que una actitud respetuosa o dependiente del paciente hacia él es característico
de las interacciones que el paciente tuvo durante su infancia con sus padres. Malan también se
interesa por comprender el modelo de los impulsos, defensas y ansiedades del paciente en
relación con el foco (triángulo de conflic to). Por ejemplo, el terapeuta exploraría por qué el
paciente mencionado anteriormente necesitaba adoptar una actitud condescendiente con sus
padres.

A Mann se le atribuye haber elaborado una orien tación teórica genérica que se centra en las
dificultades a la hora de hacer frente a una separación y a una pérdida (Mann, 1973). Su
tratamiento de tiempo limitado consiste en 12 sesiones y sostiene que la indicación de un número
específico de sesiones obliga al paciente a hacer frente a cuestiones in conscientes relacionadas
con el paso del tiempo. En la relación con el terapeuta, el paciente cree revivir (de una forma más
162
COMPENDIO TEORIA PSICODINÁMICA
DAVID EDUARDO DÍAZ LÓPEZ

sana) una unión y una separación con aquella figura paterna que le ha fallado y que es vista con
ambivalencia y culpabilidad.

Sifneos desarrolló técnicas y una base fundamental para su psicoterapia breve de provocación
de ansiedad (Sifneos, 1987). Aportó una mayor es pecificación en la selección y en la exclusión de
criterios, en la dirección de las preguntas, y en las técnicas interven cionistas de provocación de
ansiedad. Su trabajo se centra en la eficacia de la PBDOD con pacientes de relativamente buen
funcionamiento que padecen conflictos asociados a cuestiones edípicas. Al principio no se acuerda
ningún número concreto de sesiones, pero a medida que la terapia avanza se determina una
duración de entre 6 y 20 sesiones. Sifneos asume un rol a medio camino entre terapeuta y maestro
(Bloom, 1992). Burke y col., (1979) apunta de una forma más descriptiva «que Sifneos es como un
profesor que ve a través de las excusas y pretextos de sus alumnos recalcitrantes» (p. 178).
Davanloo, tras su aprendizaje con Malan, desa rrolló su enfoque de la psicoterapia intensiva
breve de orientación dinámica (PIBD). La PIBD fue di señada para penetrar en la barrera defensiva
de los pacientes utilizando técnicas de confrontación si milares a las de Sifneos. Vaguedad,
experimentación, implicación débil, evasionismo, tacticas de distracción, intelectualización,
racionalización, reflexión, proyección, introyección, y lloro son dramáticamente señalados a los
pacientes para intensificar sentimientos y poner de relieve su resistencia. La crisis de ser
confrontado por el terapeuta «produce sentimientos intensos que re mueven pensamientos,
recuerdos y sentimientos inconscientes y activan la alianza terapéutica. Este fluir psicodinámico
acelera y comprime el proceso psicoanalítico» (Laiken y col., 1991, p.93). Davanloo (1978) se ve a
si mismo «como un curador implacable» y está particularmente interesado en tra bajar con
pacientes que padecen psicopatologí as crónicas graves; en consequencia, ofrece tratamiento a un
espectro de pacientes más amplio que otros terapeutas psicodinámicos breves.

La Tercera Generación: Terapias interpersonales basadas en la investig ación

Los avances de la segunda generación fomentó la práctica de la PBDOD, pero el soporte empírico
era escaso. Los criterios de selección y las interven ciones eran formulados ante todo por ideología,
juicio clínico e inferencia lógica, más que por una aplicación sistemática de los resultados de las
investigaciones (Perry y col., 1983).
La tercera generación de psicoterapias breves ha hecho mucho por ofrecer un soporte empírico
que contribuya a la eficacia de la psicoterapia dinámi ca breve, así como al esclarecimiento de sus
componentes terapéuticos activos. Sin embargo, estas terapias han tendido a excluir de sus
investigaciones a pacientes particularmente difíciles por razo nes metodológicas. Además de un
énfasis empírico, la tercera generación de terapias proclama un distanciamento de los modelos de
teoría y práctica intrapsíquicas en favor de unos más interpersonales. Representantes de esta
tendencia son la psicoterapia de tiempo limitado de orientación di námica (PDTL), desarrollada por
Hans Strupp y Jeffrey Binder de la Universidad Vanderbilt Strupp y Binder, 1984); la psicoterapia
expresiva de apoyo, formulada por Lester Luborsky de la Universidad de Pennsylvania (Luborsky y
col., 1988); y la teo - ría del dominio y control creada por Joseph W eiss Y Harold Sampson en el
Hospital Mt. Zion de San Francisco (Weiss y col., 1986).

Como ejemplo de esta tendencia interpersonal basada en la investigación, analizaremos breve -


mente la PDTL de Strupp y Binder. Un manual para la práctica de esta psicotera pia, Psychotherapy
in a New Key (Strupp y Binder, 1984), ha sido elaborado por el Equipo de Investigación
163
COMPENDIO TEORIA PSICODINÁMICA
DAVID EDUARDO DÍAZ LÓPEZ

Psicoterapeuta Vanderbilt. Este manual, diseñado para regular el uso de la técnica de la PDTL,
representa un intento de hacer el modelo más inteligib le. (Más tarde comentaremos algunos de los
inconvenientes no deseados de las terapias recogidas en los manuales).

La psicoterapia de tiempo limitado tiene una base psicoanalítica; sin embargo, el desarrollo y
funcionamiento de la personalidad son analiz ados bajo una perspectiva interpersonal y de
relaciones de objeto. El objetivo principal de la PDTL es examinar moti vos recurrentes de
desadaptación del espectro de relaciones de objeto del paciente que se activan en re lación con el
terapeuta. Un foco constante revela la manera en que el paciente interpreta y se relaciona con el
terapeuta, tanto como persona importante en el presente como personificación de relaciones an -
teriores. La relación paciente-terapeuta es concebida como un sistema dual en el cual el comporta-
miento de ambos participantes es examinado y modificado constantemente Strupp y Binder (1984).
La base fundamental de este enfoque proviene del hecho de que independientemente de la
gravedad de la psicopatología, en las relaciones interpersonales es donde se expresa el conflicto
intrapsíquico. Muy en la línea de Alexander y French, el oje tivo de la PDTL es proveer al paciente
con una nueva (más sana) experiencia de si mismo y de la otra persona (experiencia emocional
correctiva). Además, el terapeuta, como Strupp y Binder (1984) señalan, «ayuda al paciente a
descubrir, identificar y entender el significado de creencias, sentimien tos y patrones de
comportamiento que interfieren en su vida cotidiana, construidos sobre supuestos err óneos y
anticuados que se arrastran de fases anteriores» (p. 137). La duración del tratamiento es de
aproximadamente 25 sesiones y se establece muy al principio del tratamiento.

Cuarta Generación: Gestión de la asistencia sanitaria


La cuarta tendencia, que coexiste con la segunda y tercera generación de psicoterapia dinámica
breve, refleja que el mayor poder económico y las demandas del mercado están afectando a las
prestaciones en el ámbito del cuidado de la salud men tal. Numerosos autores han hablado de la
actual situación de crisis en la industria de la asistencia sanitaria, de la necesidad urgente de
contención de los gastos, y del impacto y consecuencias de esta situación para los que
proporcionan la asistencia médica mental (ver p.ej., Austad y c ol., 1988; Koss y col., 1986;
Rogawski, 1982). Estos autores predicen que entre el 45% (Austad y col., 1988) y el 79%
(Berkman y col., 1988) de la población pronto re cibirá la asistencia médica, incluidos los servicios
de salud mental, a través de un sistema de gestión de la salud. Como resultado, la naturaleza del
trabajo clínico está cambiando drásticamente. Es obvio que la contención en los gastos y las
formas de terapia breve van de la mano.
El énfasis actual en que los formatos breves alcancen las e xpectativas de la demanda ha llevado
a los investigadores y a los terapeutas a abordar cuestiones como la continua necesidad de
investigación y preparación en el campo de la psicoterapia breve, la necesidad de que los
médicos clínicos reflexionen acerca de su papel en el campo de la asistencia sanitaria, y la
necesidad de que los terapeutas sean más flexibles en los enfoques de los tratamientos. Cada
vez se pone más énfasis en la idea de que el psicoterapeuta debe funcionar de una manera
similar a la del antiguo médico de cabecera, quien proporcionaba «terapias intermitentes breves a
lo largo del ciclo de la vida,» tratando no sólo los problemas de un paciente en concreto, sino
también aquellos de otros miembros de la familia cuando era necesario (Cumm ings, 1987, p. 357).
La atención psicológica proporcionada por las organizaciones que fomentan la salud o financia -
da por terceros tiende a ser estrictamente limita da en su duración, tanto por el estilo que requiere,
como por las limitaciones económicas o de duración. Dicha duración es casi siempre de 20 sesio -
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COMPENDIO TEORIA PSICODINÁMICA
DAVID EDUARDO DÍAZ LÓPEZ

nes o menos, especialmente cuando éstas se con vierten en abonables. Muchos de los modelos de
PBOD precisan un tratamiento más largo del que cubre el seguro. Esto evidentemente crea una
gran tensión entre la situación ideal y la situación real del paciente de ambulatorio.

CARACTERÍSTICAS QUE DEFINEN LA PSICOTERAPIA BREVE DE ORIENTACIÓN DINÁMICA

Cuales son los rasgos esenciales que diferencian la PBDOD de otras formas de psicoterapia?
Desde, 1978 ha habido al menos 13 publicaciones que hacen referencia a este tema (Bauer y
Kobos, 1987; Burlingame y Fuhriman, 1987; Crits-Christoph y Barber, 1991; Flegenheimer, 1982;
Gustafson, 1984; Koss y Shiang, en la prensa; Koss y col., 1986; ManKenzie, 1991; Marm or, 1979;
Mendelsohn, 1978; Small, 1979; Ursano y Hales, 1986; Wolberg, 1980). Un aná lisis de contenido
de estos estudios revela un número de características fundamentales. Algunas de estas
características han sido mencionadas repeti damente en la literatura publicada y por ello parecen
ser características esenciales a la hora de definir la PBOD; otras no son mencionadas tan
frecuentemente y por ello parecen de menos importancia.

Las características de la PBDOD pueden, en ge neral, organizarse en dos grandes categorías;


aquellas que pertenecen a las características breves de por sí y aquellas otras relacionadas con
los aspectos psicodinámicos (Tabla 28-1). Dentro de cada categoría las características están
clasificadas según el número de veces que han sido mencionadas en estas 13 publicaciones.
Estas características pueden ser conceptual izadas como una definición consensuada y
operacional de PBDOD. Las primeras cuatro características breves —foco y objetivos limitados,
tiempo limitado, criterios de s elección, y el incremento de la actividad del terapeuta — serán
examinadas en detalle y seguidas de unos comen tarios sobre las modificaciones de la
psicoterapia breve en conceptos y técnicas psicoanalíticas.

Foco terapéutico limitado Un aspecto principal que distingue a la psicotera pia dinámica breve
de la psicoterapia a largo plazo o del psicoanálisis, es la idea de un tratamiento de foco limitado.
Probablemente el primer intento de proporcionar un foco para tratamientos de orien tación
analítica fue cuando Rank (1929/1936) es tableció una fecha predeterminada de finalización y se
centró en las distintas respuestas que esta fecha estimulaba. Ferenczi y Rank (1925) se mos -
traron en contra de intentar practicar un análisis completo par a cada paciente cuando ellos
percibían que «en el análisis correctamente ejecutado el desarrollo del individuo no se repite, sino
tan sólo aquellas fases del desarrollo de la líbido infantil en las cuales el ego... ha permanecido
fijo» (p. 19).

Alexander y French (1946), igualmente, argumentaron que no es necesario analizar todos los as -
pectos de la vida mental de cada paciente. Más bien, el análisis solamente necesita remontarse al
punto en que ocurrió el trauma causante del pro blema del paciente (Flegenheimer, 1982). Aún más,
Alexander era partidario de limitar la regresión del paciente mediante el uso de modificaciones
tales como la reducción de la frecuencia de sesiones y la utilización de una silla en vez de un
diván.

Los terapeutas de tratamientos breves necesitan un tema central, asunto o problema que sirva

165
COMPENDIO TEORIA PSICODINÁMICA
DAVID EDUARDO DÍAZ LÓPEZ

de guía de manera que ellos puedan seguir en dirección hacia el objetivo —cuando el tiempo es
esencial—. Estos terapeutas no pueden prestar atención a todos los datos clínicos, incluso
material apasionante a veces debe de ser ignorado. Los médicos que traba jan con modelos a corto
plazo deben aprender a utilizar una atención selectiva (Malan, 1963) y om i - siones benignas
(Pumpian-Mindlin, 1953), o correr el riesgo de ser desbordados por la ab undante vida intrapsíquica
e interpersonal del paciente.

El estudio de distintas PBDOD revela algunas tendencias generales en el desarrollo de métodos


focales. Como se ha dicho anteriormente, el énfa sis teórico de la PBDOD se ha desplazado del
foco intrapsíquico a uno interpersonal, minimizando deseos e impulsos en favor de los esfuerzos
en definir patrones interpersonales recurrentes que crean y mantienen relaciones disfuncionales en
la vida del paciente. Este foco interpersonal es típi camente identificado al comienzo del
tratamiento y comunicado al paciente, y las digresiones que se alejan del foco son rechazadas. En
general, las escenas de interacciones interpersonales con otras fi guras significativas son
examinadas por el terapeuta para configurar los patrones de conducta maladaptativos que se
repiten y relacionarlos con conflictos interpersonales. La reacción de transfe rencia por parte del
paciente hacia el terapeuta es presumiblemente una expresión del mismo tipo de problemas de
relación que le crean dificultad en su vida cotidiana. Los distintos teóricos ofrecen dis tintas
explicaciones acerca de la relación entre el núcleo de los conflictosdel paciente y los síntomas que
presenta (Crits-Christoph y Barber, 1991), pero todos coinciden en que est os modelos de relación
deben ser corregidos en la terapia.

Un desarrollo particularmente importante en este campo queda reflejado en los esfuerzos de Lu -


borsky y sus colegas (1988), Strupp y Binder (1984), el equipo de Mt. Zion (Weiss y col., 1986), y
Horowitz y col., (1984), quienes ofrecen metodologí as explícitas para el establecimiento de un foco
terapéutico. Anteriormente a estos esfuerzos, la elaboración de un tema focal se dejaba que fuese
intuido según la experiencia clínica. Sin minimi zar la influencia de la intuición clínica, el desa rrollo
de métodos sistemáticos y formalizados para la definición de un tema focal, augura métodos más
efectivos para la formación de analistas (Strup y col., 1988) y un acceso mayor a los protocolos
para, de esta manera, investigar el papel que juega el foco terapéutico.

Malan (1976) dirigió las primeras investigacio nes acerca del foco terapéutico y dijo que las inter -
pretaciones indirectas (intepretaciones no relacio nadas con el foco principal) estaban
negativamente relacionadas al resultado. Este estudio, sin embar go, ha sido criticado por los
problemas metodológicos que presenta (por ejemplo, sin grupo con trol o utilización de anotaciones
sobre el caso en vez de grabaciones). El esfuerzo pionero de Malan, sin embargo, fue seguido de
un interesante estudio dirigido por el equipo de Mt. Zion (Siberschatz y col., 1986), quienes
demostraron que interpretaciones compatibles con el «plan» del paciente eran más efectivas que
otro tipo de interpretaciones, incluidas las interpretaciones transferenciales. De un modo similar,
Crits-Christoph y col., (1988) hallaron que la precisión en las interpretaciones, defi nida como
congruencia entre el contenido de las interpretaciones y el núcleo conflictivo del m ode - lo
relacional predecía un resultado positivo. Una convergencia de descubrimientos parece confirmar
la eficacia de establecer un foco y mantenerlo a lo largo de todo el tratamiento.

166
COMPENDIO TEORIA PSICODINÁMICA
DAVID EDUARDO DÍAZ LÓPEZ

Figura 12-. CRITERIOS PARA LA SELECCIÓN DE PACIENTES PARA LA PSICOTERAPIA BREVE DE


ORIENTACIÓN DINÁMICA

TEORICOS CRITERIOS DE INCLUSION EXCLUSION

Malan Capacidad para establecer buenas Adiciones, intentos serios de


relaciones Buena respuesta a un suicidio, depresiones graves,
ensayo de interpretación acting out (pasar al acto)
Sifneos Psicosis, síndrome afectivo
Inteligencia, disposición psicológica
Psicoterapia a corto plazo grave, adiciones
Historia de relaciones significativas
Provocadora de ansiedad Tendencias suicidas y de acting -
Motivación para el cambio más allá
del alivio sintomático out Trastornos graves de la
Afecto apropiado durante la personalidad
Mann entrevista Una queja principal y
Psicoterapia limitada en el específica
Psicosis, esquizofrenia, y
tiempo Elevada fortaleza del ego,
trastornos obsesivos graves de la
capacidad para establecer tiempo
conexiones afectivas rápidas personalidad, trastornos
Foco definible psicosomáticos graves
D avanloo Neurosis leve y trastornos de la
Psicoterapia intensiva breve personalidad
de orientacion dinámica Gama amplia Psicosis, depresiones graves,
Pasar terapia de ensayo lesiones cerebrales, tendencias
Luborsky Mark suicidas y de acting-out,
Psicoterapia expresiva de Tema impersonal coherente e adiciones
identificable «Descompensación» durante o
apoyo
después de la terapia de ensayo
Strupp y Binder Pscóticos, trastornos límite de la
Distinción entre el self y los otros personalidad, conducta suicida,
Psicoterapia el tiempo Capacidad para las relaciones personalidad antisocial sin
limitado de orientación humanas Habilidad para establecer depresión
dinámica una relación de colaboración con el
terapeuta
Horowitz
Tratamiento del síndrome de Algún suceso traumático reciente
respuesta al estrés Falta de capacidad para
colaborar. Reticencia a
fortalecerse (p.ej., adicción).
Conflicto de valores con el
Sampson y Weiss terapeuta. Incapacidad para
Equipo del Mt. Zion Historia de relaciones mantener el
Método de plan de interpersonales positivas comportamiento acting-out bajo
formulación control. Psicosis activa, lesiones
cerebrales.
Psicosis. Síndrome cerebral
orgánico. Deficencia mental.
Abuso serio de substancias
tóxicas. Suicidio potencial

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COMPENDIO TEORIA PSICODINÁMICA
DAVID EDUARDO DÍAZ LÓPEZ

Modificaciones de técnicas y conceptos psicoanalíticos

Los terapeutas psicodinámicos breves se ciñen a muchos de los conceptos inspirados en el


psicoanalisis comunes a las distintas «escuelas» de psicoterapia como la de Freud, la
analítica del ego, la de relaciones de objeto, la interpersonal, y la de la psicología del self.
Concretamente, el trabajo de los terapeutas breves se basa en los conceptos psi coanalíticos y
psicodinámicos principales tales como la importancia de las experiencias de la in fancia y la
historia evolutiva, determinantes inconscientes de la conducta, el rol de los conflictos, la
relación de transferencia entre terapeuta y pa ciente, la resistencia del paciente al trabajo tera -
péutico, y comportamientos recurrentes. Sin em bargo, muchos terapeutas breves no se
sienten obligados a adoptar modelos metapsicológicos ela borados para incorporar constructos
que se apoyan mucho en la inferencia. Por contra, prefieren man tenerse cerca de los datos
observables. Dicha inclinación debe proceder de la necesidad de hacer un trabajo pragmático
y clínico, y del interés de muchos terapeutas breves de dirigir investigacio nes, en las cuales
las variables deben ser definidas de un modo preciso.

De un modo similar, las técnicas utilizadas en la psicoterapia breve de orientación dinámica


se han inspirado en aquellas utilizadas en el psicoa nálisis y terapias dinámicas a largo plazo:

Esto es, el terapeuta utiliza la clarificación e inter pretación, presta atención a la


transferencia y contratransferencia, y corrige patrones de comportamiento recurrentes a
menudo de inadaptación, especialmente en el dominio interpersonal. En ge neral, no se da
ningún consejo directo. A diferencia del psicoanalisis tradicional, las psicoterapias bre ves de
orientación dinámica utilizan la asociación libre para cuestiones específicas y no como una
norma general del tratamiento (Crits -Christoph y Barber, pp. 2-3).

Como la descripción de Crits-Christoph y Barber sugiere, algunas técnicas tradicionales han


sido modificadas para que sean m ás compatibles con un foco y un tiempo limitados. Quizás de
todas ellas la modificación más notable es la de la interpretación de transferencia temprana.
Mendelshon (1978) señaló que hacer interpretaciones de «aquí y ahora» de las experiencias
del paciente, ofrece al analista y al paciente un lenguaje común con el que «entenderse« más
rápidamente. Flegenheimer (1982) considera que las interpretaciones tempra nas de la
transferencia previenen la aparición de neurosis de transferencia: «Las interpretaciones
tempranas de las manifestaciones de transferencia pone a estos fenómenos bajo el escrutinio
de la parte observadora del ego del paciente, poniendo -le en guardia, para decirlo de algún
modo, en contra de los peligros de la dependencia y regresión que le agu ardan más adelante»
(p. 9). Aunque otros creen en el valor de mostrar al paciente su modo característico de
relacionarse. El ejemplo tomado de una segunda hora de terapia lo ilustrará:

Una paciente de 45 años había estado hablando de cómo sus padres siempr e le habían visto
defectos e intentaban hacerla sentir inferior. El terapeuta pro cedió con una serie de
preguntas en un intento de entender las relaciones parentales del paciente y mejorar la
dinámica. La paciente respondió en un tono irritado, «Sus pregu ntas! Simplemente no sé que
quiere o como responder.» A lo cual el tera peuta respondió, «Tiene la sensación de que
quiero hacerla sentir estupida como hacían sus padres?»

Esta interpretación temprana de la transferen cia puso de manifiesto a la paciente cómo la


mismadinámica interpersonal evidente con sus padres es taba manifestándose también con su
terapeuta. Además, también sirvió para evidenciar los senti mientos negativos que la paciente
tenía en esta fase temprana del tratamiento. Hacer que dichos se ntimientos sean evidentes

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COMPENDIO TEORIA PSICODINÁMICA
DAVID EDUARDO DÍAZ LÓPEZ

sirve para limitar al paciente de llevarlos a cabo (por ejemplo, finalizar la terapia
prematuramente), una situación que a menudo no puede tratarse de forma efectiva en el
formato breve.

Otra modificación importante de la técnica psicoanalítica hace referencia a la recopilación


de información psicosocial e histórica. Ciertamente, en las terapias breves, la cantidad de
tiempo dedicada a la obtención de antecedentes previos debe re ducirse. Muchos terapeutas
breves utilizan el concepto de «historia focal» en la cual el paciente comienza a explicar su
historia y el terapeuta hace preguntas clarificadoras con el propósito de añadir información
relevante a un tema concreto que está surgiendo en la terapia. Por ejemplo, puede que el
paciente entre en una terapia diciendo que tiene miedo de que su novia le abandone. El
terapeuta podría preguntarle si tenía temores parecidos con otras personas en el pasado. O el
terapeuta podría rastrear pérdidas que el paciente hubiese experi mentado en su vida. Ambas
líneas de investigación serían distintas a tener un grupo fijo de preguntas que abarcasen
temas como historia familiar, his torial escolar, etcétera.

También por lo que se refiere a la recopilación de información, muchos terapeutas breves


ponen menos énfasis en conocer cuestiones objetivas ge néticas. Es más probable que basen
su foco e intervención en las valoraciones de «aquí y ahora» del paciente. ¿Cómo se
presentan los pacientes a sí mis-m os? ¿Por qué ahora? ¿Cuál es la naturaleza de la in-
teracción entre paciente y terapeuta? ¿Cuáles pare cen ser las defensas características
utilizadas? ¿Cuál es la contratransferencia por parte del terapeuta?
En resumen, las PBDOD pueden ser descritas como tratamientos de duración limitada en los
cuales los analistas son activos en cuanto que mantienen un foco restringido con objetivos
limitados utilizando un marco de técnicas y conceptos que derivan del psicoanálisis

Las psicoterapias dinámicas breves acogen diversos tipos de trabajo, con ciertos matices
particulares.Al respecto, los principales modelos proceden de Sifneos, Malan y Davanloo.

En cuanto a Sifneos, su versión de la psicoterapia dinámica (Short Term Anxiety – Provoking


Pcyshotherapy o STAPP), es aplicable a trastornos con un foco conf lictivo central (bien de
carácter edipico, de perdida o de duelo) que es origen de los mas variados síntomas y
desajustes, siendo su duración de a 15 sesiones. He de señalarse que Sifneos también ha
aportado una intervención de apoyo, que en vez de provoca dora de ansiedad es supresora de
la misma, procedimiento aplicable a sujetos que han tenido importantes problemas en su
desarrollo temprano, que son portadores de un yo frágil o débil que refiere abundante crisis de
descompensación a lo largo de la vida.

Malan describe su técnica (Brief Dynamic Pcyshotherapy o BDP), de unas 20 sesiones en total,
como una tarea que persigue la comprensión y el insight de un foco central (edípico, de fracaso
o de duelo), así como un cambio en las correspondientes defensas neuróticas, para lograr la
mejor conducta adaptativa, del sujeto afectado por ciertos trastornos psicopatológicos.

Davanloo, por su parte incluye el trabajo simultaneo de multiples focos (Broad – Focus Short –
Term Dynamic Pcyshotherapy o BFSTDP), aceptando a pacientes con muy variadas y graves
sintomatologías (fobias y depresiones crónicas, neurosis obsesivas, diversas caracteropatias,
variadas enfermedades sicosomáticas, etc.), habiendo realizado interesantes aportaciones
técnicas para ello.

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COMPENDIO TEORIA PSICODINÁMICA
DAVID EDUARDO DÍAZ LÓPEZ

DAVID MALAN: PSICOTERAPIA INDIVIDUAL Y LA CIENCIA DE LA PSICODINÁMICA

Esta trata de un particular abordaje de los seres humanos, que podemos llamar
“psicodinámicos", y de un método psicoterapéutico basado en él, el cual podemos llama
“psicoterapia dinámica”. Buscando identificar las fuerzas en conflicto tanto en el interior del
paciente, como entre el paciente y su medio, ahora y en el pasado.
La psicoterapia dinámica no suele ser tan fácil como a veces aparenta, aunque también seria
absurdo sugerir lo contrario, solo que sus principios no son difíciles de entender, en la mayoría
de los casos, el paciente no alcanza la compresión de manera espontánea, por eso necesita
ayuda del terapeuta, que puede discernir la situación con mayor profundidad. Y no e s tan fácil
porque el campo de la psicodinámica es una guía traicionera que puede llevarnos por caminos
trillados hasta doblar un recodo y quedar nosotros repentinamente sin guía y en total
desorientación.

Dos de los factores más importantes de la psicote rapia dinámica son:

- Primero: que si los síntomas se pueden datar, es esencial averiguar lo que ocurría en la vida
del paciente en ese momento.

- Segundo: que el contenido de los síntomas puede poner sobre la pista los sentimientos
ocultos del participante.

La psicoterapia dinámica en su máxima expresión se propone llegar, por debajo de la defensa


y de la angustia, al sentimiento oculto, para luego reconducirlo del presente a sus orígenes en
el pasado, por lo común es la relación con los progenitores. De igual forma procura la
comprensión mediante la interpretación, instrumento éste esencialisimo del terapeuta. Esa
comprensión se promueve para que el paciente se vuelva capaz de enfrentar lo que realmente
siente, de darse cuenta que no es tan penoso o peligroso como teme y de reelaborarlo dentro
de una relación personal; Así terminara por adquirir la aptitud de aplicar sus reales
sentimientos en diversas relaciones de manera constructiva, con lo cual su conducta dejara de
ser inadecuada.

También persigue el propósito de que los efectos de este aprendizaje afectivo sean
permanentes, esto es, que el paciente no solo sea capaz de tratar de una manera nueva y
adecuada esa situación inmediata, sino otras semejantes que se le presenten en el futuro.
Estas son las metas propuestas por la psicoterapia dinámica.

Las indicaciones para realizar o indicar una psicoterapia dinámica breve son:
1. Que el problema vital del paciente se pueda discernir con claridad, lo que proporciona un
tema bien definido o foco para la terapia.
2. Que el paciente responda a interpretaciones referidas a ese foco.
3. Que sea manifiesto que el paciente tiene la motivación para trabajar con ese foco.

Si no se cumplen con estos criterios indispensables es desde todo punto inconcebible que se
pueda llevar a cabo una psicoterapia breve, pues se podría predecir, con certidumbre casi
completa que de no ser así, muy pronto el paciente se volverá dependiente de su terapeuta, y
cualquier intento de terminar podrá provocar una seria intensificación d e sus problemas. En
otras palabras, se advierte un nítido peligro, que parece inevitable, para una psicoterapia breve.
Vemos aquí la principal herramienta del terapeuta, es alcanzar a reelaborar el foco de
intervención dentro de un lapso de tiempo y de sesiones relativamente breves. Así se satisface
un cuarto criterio enunciado así.

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COMPENDIO TEORIA PSICODINÁMICA
DAVID EDUARDO DÍAZ LÓPEZ

4. Es preciso considerar los posibles peligros de una psicoterapia breve; y se requiere que no
se discierna ninguno o parezca razonable suponer que se los podrá superar o evitar.

Estos cuatro criterios para la psicoterapia dinámica se han dilucidado de una basta experiencia
clínica y de investigación. De igual forma la experiencia ha indicado también que lo mejor es
trabajar con un plazo fijado desde el comienzo y tratando de no modificarlo.

La noción de brevedad parte desde el momento en que los pacientes en psicoterapia breve son
cuidadosamente seleccionados; puesto, que en esta terapia no se supera un limite previamente
establecido de sesiones; ni se intensifica la interacción, ni en hondura afectiva, pero sobre
todo, no se profundiza dentro de la transferencia. Esto con el fin de evitar el predominio de que
se desarrolle un apego y una dependencia del paciente hacia el terapeuta, pues estos son
rasgos característicos de las terapias prolongadas.

Como ya hemos señalado, es esencialisimo que el componente transferencial en este tipo de


terapia sea traído a al luz por vía de interpretaciones lo más pronto posible. Si así no se
procede, por un lado, la terapia se atascará y, por el otro es posible que el paciente quede más
y más prisionero de una conducta inapropiada. Actuaciones de esta índole se suelen producir
en particular cuando el paciente ya ha desarrollado un alto nivel de dependencia y el terapeuta
es inaccesible para él. Cabe decir que a partir de estos conceptos sé definirá la noción de
brevedad en psicoterapia dinámica.

Hay un fenómeno muy interesante llamado “ley de Malan”. Y es que si el terapeuta se adelanta
mucho a la capacidad afectiva del paciente, es posible que él responda en el momento, pero
volverá a la sesión siguiente en un estado de resistencia que sera muy difícil, sino imposible,
vencer.

¿En que consistimos, psíquicamente? Acaso parece fácil responder “en lo que hemos
experimentado”, pero es manifiest o que esto no puede ser toda la verdad, puesto que no toma
en cuenta lo que aportamos a lo experimentado ni el modo en que interactuó con nuestra
experiencia. No obstante, aquella respuesta resulta sorprendente en la práctica. Muchas
observaciones clínicas indican que el desarrollo normal de la confianza en sí mismo y del
respeto por si mismo depende en parte de haber recibido una experiencia lo bastante buena,
que parece quedar asimilada y guardada dentro. La privación de cuidados maternos tiende a
perturbar de dos maneras al respeto por sí mismo: en primer lugar, las experiencias buenas
son insuficientes y, en segundo lugar, las que se pudieron residir son de algún modo
desvalorizadas o destruidas con ira. A consecuencia es un sentimiento de vaciedad, de
insignificancia.

Además, a menudo cualquier experiencia buena que después se ofrezca será inútil porque
también se la desvalorizará o destruirá.
Lo que sí es claro, es que siempre hay que tener presente cual es la posible realidad psíquica
del paciente como lo único que realmente importa; pues es muy frecuente que, lo que el
terapeuta dice y lo que el paciente oye ó cree, no son por fuerza idénticos, por lo cual es
preciso considerar la verdad psíquica del paciente.

Estamos interesados en predecir que la primera relación que se presenta entre un bebé y su
madre es primeramente agresiva antes que amorosa. He ahí una idea ingrata, pero sí es
verdadera, hay que enfrentarla. Por otra parte, provee de sentido a muchas observaciones del
psicoanálisis. Y así las cosas, ¿ se puede que los intercambios iniciales entre la madre y su
bebé, desde luego que además de ser necesarios para la supervivencia de éste, presentan
alguna analogía con los rituales de cortejo de otras especies? ; Ósea que constituirían un
171
COMPENDIO TEORIA PSICODINÁMICA
DAVID EDUARDO DÍAZ LÓPEZ

complejo por medio del cual la relación agresiva, más fundamental, se puede neutralizar
primero y, después, convertir en vínculo de amor.

No obstante, Malan piensa que, siendo el bebé un ser desvalido, es la madre quien tiene la
responsabilidad de impedir que la relación sea deficiente. Es obligación suya, en definitiva,
estar presente cuando se la necesita de verdad, prodigar cuidados al bebé y responder a sus
demandas, por cierto que sin dejarse dominar ó explotar, lo cual tampoco es bueno para el
niño.
Lo que sí es seguro es que gran parte del desarrollo psíquico de los seres humanos está
compuesto gracias a sus experiencias tempranas. Lo que no es seguro es creer que algún día
obtendremos respuestas certeras de cómo estamos "compuestos psíquicamente". Pero, por lo
que yo sé, no se han estudiado fenómenos descritos. Y tiene urgencia hacerlo si ha de haber
esperanza para ésta especie solitaria y desesperada, Homo, que
arrogante y ciegamente se llama Sapiens, tan empeñada en demostrarse así misma que es el
más grande error de la evolución.

¿En que consiste la transferencia?, Quien quiera que se inicie en el campo de la psicoterapia
dinámica observara muy pronto que sus pacientes tienden a producir ciertos sentimientos hacia
él.
Muy a menudo, aunque no siempre, estos sentimientos en realidad se dirigen a alguien en el
pasado del paciente, y desde esa persona se trasfiere: de ahí la expresión “trasferencia”. Poco
a poco esta última ha empezado a emplearse de manera mas lata para designar cualquier
sentimiento del paciente hacia el terapeuta.

¿Cuál es la importancia de este fenómeno de la trasferencia para la psicoterapia


dinámica? Es enorme, decisiva. Lo mejor sera introducir esto mediante una breva referencia a
aspectos de la historia del psicoanálisis.

Saben que no fue Freud quien hizo las observaciones originales que llevaron a la creación del
psicoanálisis, sino el menos conocido (aunque notorio) medico y fisiólogo vienés Joseph
Breuer, cuyo nombre se perpetua en el “reflejo de Hering -Breuer”. Logro su descubrimiento
mientras trataba con hipnosis a una paciente histérica que se conoce en la bibliografía Anna O.
advirtió Breuer que los síntomas de Anna O estaban asociados con recuerdos olvidados por
ella, muchos de los cuales se referían a la relación, muy intensa, con su padre, a quien había
cuidado en le lecho de muerte. En los estadios finales de su tratamiento, la paciente desarrollo
intensos eróticos hacia Breuer que culminaron en la producción de una fantasía de embarazo –
del que Breuer era a todas luces el autor fantaseado – y, por ultimo, en abrazarlo ella. Parece
que la considerable atención dedicada por Breuer a esta cautivadora enferma empezó a poner
en peligro su matrimonio; entonces él, miembro respetado de la sociedad vienesa, terminó por
abandonar totalmente su tarea comprensiblemente conmovido y atemorizado por la situación
que se le había creado.

Es indudable el testimonio del inmenso coraje de Freud su voluntad de perseverar no obstante


estos fenómenos. Así averiguó que los deseos eróticos no eran mas que un caso particular de
los inmensos sentimientos que pueden nacer en el paciente hacia el terapeuta, de los que no
se excluyen ninguno de los sentimientos posibles entre seres humanos; y que, además, esos
sentimientos podían ser aceptados, “reelaborados” y resueltos, siempre que se redujeran a su
expresión verbal y se los recondujera hasta su origen en el pasado, que por lo común se
situaba en la relación con los padres. Posteriormente sobrevino un cambio sutil, pero decisivo.
En la actualidad frente a la trasferencia: al principio se le consideraba un obstáculo para la
terapia y un mal necesario, pero después se discernió en ella el recurso más importante para la
comprensión y el análisis del paciente, puesto que los conflictos del pasado revivan y se
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COMPENDIO TEORIA PSICODINÁMICA
DAVID EDUARDO DÍAZ LÓPEZ

suscitaban en el aquí y ahora ante los ojos del terapeuta.

Por lo dicho, la posición moderna es que si hay terapias logradas sin interpretación alguna de
la trasferencia, son más la excepción que la regla. Todo terapeuta tiene que estar prepa rado
para discernir la trasferencia en el momento en que aparece, para aceptarla sin objeción,
interpretársela al paciente cuando conviene, percibir la relación dentro de la cual se originó y
brindar también la interpretación de ésta. Además, hoy no hay duda de que estos sentimientos
surgen de manera casi inevitable en cualquier terapia que tenga alguna duración; y aun pueden
nacer enseguida: en ocasiones, aun antes de llegar el paciente al consultorio.

Ø Los Dos Triángulos “Una Propuesta Técnica”

Es un concepto de fundamental importancia para la psicoterapia dinámica. El triangulo del


conflicto el cual consiste en “defensa, angustia y sentimiento oculto”, del que uno ó más
aspectos se pueden emplear para describir casi cualquier interpretación ofrecida en
psicoterapia dinámica.

Este primer triangulo se relaciona con el segundo (triangulo de personas) por el hecho de que
el sentimiento oculto se dirige a una ó más categorías del triangulo de personas, a saber, ”otro,
trasferencia y progenitor” representados por O, T y P respectivamente. Fue Karl Menninger, en
su libro de The Theory of Psychoanalytic Technique, quién llamo la atención sobre este
segundo triangulo. Lo llamo el “triangulo del insight”, pero, que puesto ambos lo son, es mucho
mejor llamarlo el “triangulo de personas”. Presentamos el diagrama de los dos triángulos en la
figura 13; los dos se apoyan sobre un vértice porque uno de los tres elementos se puede
considerar “soterrado” respecto de los otros dos.

Fig. 13

Los principios generales de la propuesta terapéutica, o el orden lógico para Interpretar el


triangulo del conflicto es mediante la progresión que va de la defensa, que es lo manifiesto,
pasando por la angustia, al sentimiento oculto, el objeto de la defensa.
Entonces, la primera fase que se completa con mucha rapidez, consiste en interpretar el
triangulo del conflicto en relación con este único vértice del triangulo de personas.
Son diversas las razones por las cuales esta progresión suele ser necesaria. He aquí la mas
importante: el sentimiento oculto es desde luego el vértice mas perturbador en el triangulo del
conflicto y hay que aproximarse a él paso a paso. Es importante debilitar la defensa para que
el sentimiento oculto pueda situarse más próximo a la superficie; es probable que esto

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COMPENDIO TEORIA PSICODINÁMICA
DAVID EDUARDO DÍAZ LÓPEZ

provoque un incremento de angustia, la que a su vez se puede interpretar; puesto que a


menudo la angustia tiene una base fantaseada (por ejemplo, que cualquier expresión de ira
provocará la total destrucción de una relación intima). Y la interpretación puede indicarlo, la
angustia se reduce; por ultimo, estas intervenciones harán que el sentimiento oculto se situé
tan próximo a la superficie que se lo pueda interpretar directamente.

Si no se observa este procedimiento y, por ejemplo se interpreta desde el comienzo el


sentimiento oculto, la consecuencia puede ser una incomprensión a causa de la excesiva
dificultad de percibir el nexo entre la defensa y el sentimiento oculto ó, peor aún el riesgo de
un incremento de la angustia, a lo que s eguiría una intensificación de la defensa; esto haría
que el paciente se distanciara o, mas grave aun, que perturbara mucho mas por una
acrecentada dificultad de enfrentar su sentimiento oculto; en el caso extremo se puede
precipitar en una crisis.

Por lo tanto, el procedimiento general consiste en interpretar la defensa, la angustia y el


sentimiento oculto en ese orden, en relación con aquel vértice del triangulo de personas por
donde el paciente comienza; el caso mas común es que se trate de otra persona de su vida
actual (o). Una vez esclarecida la índole del conflicto, y no antes, a llegado el momento de
establecer el nexo con uno de los otros vértices del segundo triangulo. En una terapia en que
la transferencia se desarrolla con lentitud, ese vértice será el pasado (P); el tramite siguiente
será establecer el nexo O/P, empezar a esclarecer el triangulo del conflicto en este campo y
mostrar al paciente que ese conflicto del pasado se reactualiza en el presente.

A medida que el trabajo avance, la transf erencia se intensificará gradualmente. Al comienzo,


este proceso será casi totalmente inconsciente; y aunque se vuelva en parte consciente, el
paciente evitará hablar de él. En consecuencia, el terapeuta lo percibirá como una resistencia.
Ahora se trata de una defensa que se manifiesta entre la propia transferencia de suerte que es
preciso interpretar una vez más el triangulo del conflicto, esta vez por referencia al tercer
vértice del triangulo de personas (T). En muchos casos, el conflicto será esencialmente
idéntico al problema principal que tiene el paciente con otras personas (O) y cuyo nexo con el
pasado ya se ha establecido (en el nexo O/P); a todas luces, esto convoca el segundo lado del
triangulo de personas, el nexo T/O que se establece de manera natural.

Puesto que ya se ha establecido el nexo O/P, el nexo T/O implicara al nexo T/P (si T se
asemeja a O, y O se asemeja a P, entonces T se asemeja a P), que en este punto se puede
llegar a establecer con toda naturalidad. Sin embargo, puede ser mejor a que la transferencia
desarrolle un aspecto que derive más manifiestamente del pasado.

Los momentos de real progreso terapéutico suelen producirse cuando se interpreta el nexo T/P.
Y de hecho, es el principal propósito de la mayoría de las terapias – con certeza, de aquellas
que demandan más de unas pocas sesiones es alcanzar el vértice inferior del triangulo del
conflicto, o sea los sentimientos ocultos, en la relación con el vértice inferior del triangulo de
personas o sea los progenitores; ahora bien, en la mayoría de los casos, solo se le puede
alcanzar efectivamente por la vía de la transferencia y del nexo T/P.

Una vez mas se tiene que insistir en que ninguna regla general como la enunciada se debe
sobrevalorar ni tomar demasiado al pie de la letra. No obstante, la posibilidad de establecer el
nexo T/P se debe buscar siempre y hay que darle la bienvenida cuando se presente. En
Toward the Validation of Dynamic Psychotherapy “Sifneos presenta datos estadísticos que
constituyen una prueba muy convincente en el sentido que las terapias que producen mejores
resultados son aquellas en que se puede reelaborar ese nexo”.

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COMPENDIO TEORIA PSICODINÁMICA
DAVID EDUARDO DÍAZ LÓPEZ

Acaso se espera un enunciado del tipo: “una vez completado este trabajo sobre el nexo T/P, se
puede dar por terminada la terapia”. En modo alguno suele ser así. Es cierto que en ese
momento se puede mencionar la posibilidad de terminación, pero entonces es preciso poner
mucho cuidado en observar la reacción del paciente. Cualquiera que sea el problema nuclear
de éste, es probable que en su pasado haya gravitado el desengaño y la pérdida; entonces
también la perdida del terapeuta que le ha proporcionado una singular experiencia de amor
simbólico en la forma de una comprensión real y una aceptación sin condiciones

– pueden revivir aquellos sentimientos con intensidad considerable.

Es preciso entonces reelaborarlos y conectarlos con el pasado. Solo en este momento se


puede considerar segura la terminación para el futuro del paciente. Y en muchos casos en que
los sentimientos acerca de una perdida constituyen el problema nuclear, el trabajo sobre el
nexo T/P a raíz de la terminación puede llegar a constituir el eje de la terminación.
Se destaca otra vez que esto es una guía aproximativa que puede ayudar al terapeuta a
orientarse en la intrincada red del material producido por el paciente; si se le presta ciega
obediencia, será sin duda una guía traicionera.

El sentido de conjunto de nuestras posiciones es señalar que si el terapeuta comprende de


manera cabal los principios básicos que estos dos triángulos suponen, y no deja de gobernar el
rapport, sabrá a donde ir.

Ø El Rapport Y Su Empleo En Psicoterapia

Un concepto fundamental en la práctica de la psicoterapia es el Rapport, que se puede definir


como el grado de contacto afectivo entre paciente y terapeuta.

Una de las cualidades más importante de todo terapeuta debe ser su aptitud para percibir el
grado de rapport existente en cada instante de una sesión. Quien posea esta capacidad puede
emplearla como una suerte de termómetro entre él y el paciente, y atender a las fluctuaciones
que de un momento a otro se producen en el nivel de rapport para apreciar el acierto de lo que
acaba de decir. Desde luego, seria un poco excesivo afirmar que así no se puede equivocar;
No obstante, esta exageración es ventajosa como un modo de transmitir un principio
importante.

En un clima de aceptación incondicional, el terapeuta establece una relación con el paciente,


cuyo propósito – por lo común no expreso – es permitir a este comprender sus genuinos
sentimientos, traerlos a la superficie y experimentarlos.

Para este fin el terapeuta aplica su saber teórico, guiado siempre que es posible por su
conocimiento de sí mismo; así consigue identificarse con el paciente y lo que por esta vía llega
a entender lo ofrece en interpretaciones, las que constituyen su principal instrumento
terapéutico.

Ahora bien, es imposible aprender en los libros cómo, cuándo y qué se debe interpretar. El
proceso es esencialmente intuitivo y subconsciente.

En cada momento de cualquier sesión, la tarea consiste en poner al paciente con todo el monto
de sentimientos genuinos que pueda tolerar. Entonces el terapeuta necesita formarse juicios
sobre lo siguiente:

1. El grado en que el paciente ya esta en contacto con sus sentimientos genuinos; sinónimo de
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COMPENDIO TEORIA PSICODINÁMICA
DAVID EDUARDO DÍAZ LÓPEZ

esto – puesto que el habla al terapeuta – es la profundidad del rapport.


2. La índole de los sentimientos ocultos de que aun no tiene noticia.
3. La proximidad de estos sentimientos a la superficie, o sea, su grado de accesibilidad.
4. El grado de pena ó angustia de que están revestidos.
5. Por ultimo, la capacidad del paciente para soportar esa angustia ó pena.

Desde luego que casi nunca el terapeuta puede conocer todas esas cosas enseguida. En
consecuencia, se ve obligado a iniciar un proceso de investigación paso a paso,
manteniéndose todo el tiempo en espera de realimentación. En lo esencial, esta alimentación
consiste en cambios en el nivel de rapport, de suerte que la capacidad de apreciarlos es una
de las principales cualidades del terapeuta. El rapport es el indicador universal que le ofrece
una guía constante. Si aumenta tras una intervención, ella fue acertada y oportuna; si
disminuye la intervención fue inoportuna (no necesariamente errónea) y el terapeuta deberá
esperar hasta que pueda ensayar otra cosa.

Ø La Terminación Del Tratamiento

Cuando Freud y, tras él, los primeros analistas ingresaron en el campo de la psicoterapia,
debieron aprender por experiencia propia que el trabajo no consistía simplemente en conseguir
que el paciente declarara afectos no expresados sobre episodios del pasado. En aquella época,
la mayoría de las terapias eran de pacientes histéricas tratadas por un terapeuta barón. Una
situación con que se tropezaba por regla general, y que tod avía hoy se presenta, era que las
pacientes mejoraban sintomáticamente muy rápido, pero si el terapeuta se dejaba llevar por
esto y proponía la terminación, le esperaba una desagradable sorpresa: la paciente sufría una
inmediata recaída.

En estas primeras pacientes histéricas, el problema solía relacionarse con anhelos del amor
del padre, anhelos intensos, sexualizados, insatisfechos y cargados de culpa. El mero hecho
de que un terapeuta barón las escuchara y las tomara en serio satisfacía estos anhelos en un
plano simbólico; por eso sobrevenía pronto la desaparición de los síntomas y se producía una
rápida recaída tan pronto como la terminación amenazaba con el retiro de ese amor.

Lo que los terapeutas desde luego no advirtieron en aquella época fue el importante papel que
en todas las afecciones neuróticas desempeñan el amor insatisfecho, así como la pena no
expresada – y sobre todo la ira – por la pérdida y la privación.

Tampoco se percataron del monto de amor simbólico contenido en lo que el terapeuta ofrece
en virtud de su aceptación incondicional, y su posición para comprender, dones estos que
difícilmente el paciente haya recibido antes en su vida. El intenso anhelo del paciente y la
respuesta del terapeuta producen fenómenos transferenciales de intensidad extraordinaria.
“Es licito volver aquí aquella frase de Winnicott según la cual la función del terapeuta no es
tener éxito, sino fracasar. Cuando en lo esencial el problema del paciente consiste en la
pérdida, la privación o el amor insatisfecho, la tarea del terapeuta no es tratar de compensarlo
– lo cual es imposible, sino capacitarlo para experimentar sus genuinos sentimientos a raíz de
aquella situación, y vivirlo dejándolos atrás”.

Se tiene la impresión de que en muchas terapias prolongadas l os sentimientos que se


producen sé reelaboran tanto que la terminación final misma ni de lejos constituye un problema
tan grande; Es posible que el problema de la terminación se presente a menudo en su forma
mas concentrada en las terapias breves de tiempo limitado.

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COMPENDIO TEORIA PSICODINÁMICA
DAVID EDUARDO DÍAZ LÓPEZ

Aquí conviene señalar algo que deben tomar particularmente en cuenta los principiantes de la
psicoterapia. Paciente y terapeuta, juntos, pueden verse atraídos a las honduras de un material
fascinante, por ejemplo sobre angustias sexuales y edipicas, y es posible que el terapeuta se
muestre muy renuente a distraerse de ello para tratar el tema de la terminación, en apariencia
totalmente inconexo. Pero se debe destacar que de hecho la terminación en modo alguno suele
ser un tema inconexo, sino que es un aspecto decisivo del asunto principal de la terapia.

Es también importante destacar que no siempre la terminación constituye un problema. Por


ejemplo el paciente puede haber recibido lo que fue ha buscar y retirarse agradecido; o puede
querer independizarse de su terapeuta y conducir su propia vida; y tener una gratitud como
respuesta a la terminación; Y es más probable que esto ocurra cuanto más breve la terapia.

Con lo que sí hay que tener especial cuidado es con el perfeccionismo terapéutico que anda
descaminado, pues el terapeuta puede creer que el paciente aún necesita de él, y no permitirle
un adecuado proceso de terminación.
He aquí una situación que se produce con frecuencia: el paciente llega a la penúltima sesión
con el propósito formado de regresar, pero de manera repentina decide no acudir a la última. Si
bien de hecho es imposible no tener una última sesión, el paciente empero lo consigue en el
plano afectivo.
Otra pauta de conducta: en el momento en que el terapeuta empieza a mencionar la
terminación, el paciente declara que no desea acudir más. Aunque el paciente sufre por el
hecho de perder un tiempo terapéutico todavía mayo, gana porque retiene el control de la
situación e invierte los términos con el terapeuta; él es el abandonador y no ya el abandonado
por la importancia que tiene que el paciente reelabore sus sentimientos acerca de la pérdida,
estos retiros prematuros se deben interpretar e impedir en todo lo posible.
Es digno de mención un pasaje de este periodo; dijo el pacie nte a su terapeuta: "Supongo que
es inevitable que usted se convierta para cada uno de nosotros en aquello que hemos deseado
toda nuestra vida. Debe haber mucho paciente desilusionado por ahí".

De este modo, demostraba una notabilísima aptitud para tomar distancia respecto de su terapia
y aprehender – ya no con amargura.

Un comentario final: luego de sucesos como éste, es imposible, aun para él más recalcitrante
escéptico, seguir dudando que existe la trasferencia y que sus orígenes están en el pasado; y
por lo tanto, seguir dudando que la psicodinámica opera con observaciones de las cuales – aun
en un caso singular – se puede extraer inferencias prácticamente irrebatibles.

Ø El empleo de los sueños en psicoterapia dinámica .

Freud señalo que los sueños constituyen la “vía regia de acceso al inconsciente”; Cada vez
que un paciente informa sobre un sueño, se lo debe considerar una comunicación
potencialmente importante. (Desde luego, lo mismo que cualquier otra comunicación, se puede
utilizar esta para desviar la atención de algo; es preciso tener siempre presente esta dificultad.)
Ahora bien, algunos sueños son transparentes y se dejan interpretar sin mas como la expresión
de un sentimiento que el soñante no desea admitir conscientemente. Pero no son así la
mayoría de los sueños, y aunque el terapeuta pueda discernir parte del significado es posible
que muchos detalles escondidos se le escapen por completo. Por ello es un procedimiento casi
universal pedir asociaciones acerca del sueño, lo que significa inducir al paciente a que diga
todo cuanto le pase por la mente a raíz del sueño como un todo o de detalles que en él
aparezcan. Y sí se tiene la impresión de que pasa por alto detalles significativos, el terapeuta
debe promoverlo a producir asociaciones sobre esto.

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COMPENDIO TEORIA PSICODINÁMICA
DAVID EDUARDO DÍAZ LÓPEZ

Ø Procesos de evaluación en psicoterapia dinámica

Si ha surgido una dificultad en el funcionamiento espontáneo de un sistema cualquiera, trátese


del mecanismo de un automóvil, las relaciones humanas en una fabrica, una familia, un
matrimonio, ó un paciente médico ó psiquiátrico, todo intento de volver las cosas a su curso
normal se basará por fuerza en idénticos principios fundamentales. El primero es que se debe
poner empeño en identificar el desperfecto entre un conjunto de deficiencias conocidas, de
suerte que una eventual intervención se pueda programar y tenga por base específica la
reparación de lo que se ha descompuesto.

Para este fin, el primer paso debe ser siempre la indagación preliminar, cuyo objeto es
descubrir
1)la índole exacta del defecto,
2) el modo en que se ha producido y
3) otros rasgos que puedan arrojar luz sobre lo que se ha desarreglado y lo que se deberá
hacer para corregirlo.

Aunque a menudo se nos enseña a mirar con desconfianza el “modelo médico de la


psicoterapia”. Y si bien es cierto la psicoterapia presenta ciertos rasgos que la distingue
nítidamente de la medicina, de los cuales el principal es que el psicoterapeuta, más que hacer
algo al paciente, interactúa con él. No obstante psicoterapia y medicina tiene mucho en común
ambas atañen a un sistema que funciona mal, en que un experto lleva a cabo una indagación
preliminar a fin de identificar lo que se ha desarreglado y después describe una intervención
apropiada para tratar de componerlo. Además, en psicoterapia, lo m ismo que en medicina,
prescribir una intervención errónea sobre la base de una evaluación inadecuada, ó llevar a
cabo prematuramente investigaciones peligrosas tiene potenciales consecuencias que van del
dolor innecesario, en un extremo, al desastre, en el otro.

Cualquiera que sea el sistema considerado la indagación preliminar sólo puede ser llevada a
cabo de manera eficaz por alguien que en plena posesión del correspondiente conocimiento
teórico, y que tenga cabal experiencia de los diferentes tipos de desperfectos que una
determinada falla pueda indicar, así como los modos de distinguirlos, igualmente, sólo alguien
que tenga experiencia en los diferentes tipos posibles de intervención y en las consecuencias
que se siguen de aplicarlos en muy diferentes situaciones puede adoptar la decisión acerca de
lo que es preciso hacer. Eso es lo que explica la aparente anomalía que la secuencia de temas
presentados aquí: la evaluación inicial, primera intervención para cualquier paciente, es
considerada en último término.

La verdad es que la evaluación de un paciente para psicoterapia parece el procedimiento mas


complejo, sutil y que exige mas preparación de toda la disciplina es importantísimo señalar que
no es equivalente a un historial psiquiátrico ó social, ni a una sesión psicoterapéutica: contiene
elementos de los tres, pero de hecho es más que su reunión.

Resumamos por lo tanto alguna de las reglas de pensamiento y conducta que debe observar el
entrevistador:

1. Tiene que pensar con intención psiquiátrica: el diagnostico psiquiátrico es pertinente para el
pronostico como lo mostraremos mas adelante.
2. Tiene que pensar con intención psicodinámica: debe tratar de identificar las fuerzas en
conjunto tanto en el interior del paciente, como entre el paciente y su medio, ahora y en el
pasado (estos, desde luego, serán los temas principales de toda psicoterapia que se
emprenda).
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COMPENDIO TEORIA PSICODINÁMICA
DAVID EDUARDO DÍAZ LÓPEZ

3. Tiene que pensar con intención psicoterapéutica, esto es que de continuo deba recurrir a su
experiencia para prever no solo los temas, sino el curso probable de los sucesos en caso de
que este paciente sea tomado en tratamiento psicoterapéutico.
4. Tiene que pensar con intención práctica: si su primera preocupación puede ser determinar
“la índole ideal”, la segunda debe ser: de las disponibles de hecho, ¿Cuál sería mejor?
5. Tiene que atender a la entrevista, es decir que debe crear el rapport suficiente para recoger
los datos que le hacen falta para hacer una indicación correcta.
6. Al mismo tiempo tiene que cuidar del paciente, si es po sible trayendo a ala luz las
expectativas y aprensiones con que llega a la entrevista, y tratando de continuo de percibir el
efecto de sus propias intervenciones, en particular en relación, con lo que el paciente puede
sentir cuando se retire.

Elaboremos un poco más estos puntos: un aspecto decisivo del pensamiento psicodinámico
suele consistir en identificar primero factores precipitantes recientes y en advertir, después,
que repiten acontecimientos ó situaciones del pasado. Esto a menudo lleva a identificar un
tema que recorre buena parte del historial del paciente y que podemos llamar su problema vital.

El pensamiento psiquiátrico, el psicodinámico y el psicoterapéutico, se conjugan para evaluar


el equilibrio entre la fortaleza del paciente, por un lado, y la gravedad de su perturbación, por
el otro. Considerando el balance entre ambos términos, el entrevistador tratará de prever si el
paciente será capaz de interactuar con un terapeuta y enfrentar sus sentimientos ocultos sin
grave peligro para si mismo (por ejemplo, el suicidio), para los demás (violencia) o para su
terapia (dependencia excesiva, en exoactuación incontrolable).

Este tipo de pensamiento lleva también a evaluar el monto de apoyo adicional que el paciente
necesitará, que dependerá del monto que el medio es capaz de proporcionarle y que al propio
tiempo influirá sobre la situación que se recomienda para llevar a cabo la psicoterapia.

Por ultimo, el entrevistador tiene que evaluar si alguno de sus allegados debe ser atendido con
propósitos diagnósticos ó terapéuticos, en todo lo cual tendrá en mente posibilidades como la
terapia de pareja o la terapia familiar.

Hasta aquí se ha dejado una de las funciones decisivas de la entrevista inicial, a saber,
obtener datos que permitan determinar si el paciente puede o no trabajar en terapia
interpretativa. También para esto, desde luego, el mejor método es hacer interpretaciones: el
mejor modo de evaluar la capacidad del paciente para la psicoterapia es ponerla a prueba. La
dificultad esta en que las interpretaciones son un instrumento
muy poderoso que – como las drogas potentes – tiene considerables efectos colaterales, no
todos ellos deseables en una entrevista inicial. Pueden agravar la perturbación, suscitar
grandes esperanzas en una eventual asis tencia o producir enseguida un fuerte apego al
entrevistador. Lo único que no debemos hacer es producir efectos colaterales y después dejar
al paciente librado a si mismo.
Resta una quinta función que no hemos mencionado todavía, a saber, comprobar la motivación
para comprender. Los sentimientos que es preciso enfrentar en psicoterapia son casi siempre
penosos; después de todo, se trata de aquello en torno de lo cual se libra un conflicto
inconsciente. Por lo tanto, el paciente debe estar muy determinado a recorrer el proceso de la
psicoterapia. Abrumadoras pruebas clínicas y notables investigaciones demuestran la
importancia de la motivación; en consecuencia, es esencial para el pronostico evaluar la
motivación del paciente. Ahora bien, mientras este descon oce lo que la psicoterapia supone, es
posible que su motivación no sea realista. Por ejemplo, puede estar dispuesto acudir si cree
que puede permanecer pasivo al tiempo que le hacen algo. Su genuina motivación solo nacerá
luego que él – y su inconsciente – haya probado que se trata y sepa a que atenerse. He aquí
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COMPENDIO TEORIA PSICODINÁMICA
DAVID EDUARDO DÍAZ LÓPEZ

una razón adicional para hacer interpretaciones en la entrevista inicial. La interacción dinámica
entre interpretación y motivación suele ser de hecho notabilísima.

Ø Diferencias entre Psicoterapia Prolongada y Psicoterapia Breve

Hasta aquí se ha tomado casi todos los principios clínicos de terapia de tiempo limitado y una
sesión por semana. En este tipo de terapia, el paciente se sienta frente al terapeuta y es raro
que se le deban dar instrucciones, pues de manera espontánea comprende que su tarea
consiste en hablar.

Estos pacientes de psicoterapia breve son cuidadosamente seleccionados y, como habrá visto
el lector, no son superados por los de otras categorías en intensidad de interac ción, sobre todo
dentro de la transferencia, ni en hondura afectiva. Por eso se los puede aducir para
ejemplificar casi todos los fenómenos de la psicoterapia dinámica. ¿Qué diferencia hay,
entonces, entre este tipo de terapia y la prolongada, en que el pa ciente es asistido varias
veces por semana durante años, se acuesta en el diván y se le imparte la “regla fundamental”
del psicoanálisis, a saber, que diga todo cuanto le pase por la mente?.

En la mayoría de los conflictos actuales se descubren raíces infantiles y el nexo con el pasado
es una parte esencial de la psicoterapia. Además, en muchos pacientes se desarrolla con
rapidez el apego al terapeuta y la dependencia de él, rasgo que cobra prominencia aun en
psicoterapia breve. Pero la intensidad y la índole de la dependencia que se pudo advertir en
este capitulo, así como el modo en que los pacientes estuvieron dominados por ella de manera
temporaria, pero extrema, son rasgos característicos de la terapia prolongada.

Conservando la diferencia entre terapeuta y paciente, a menudo en un buen sentido el


terapeuta tiene que dar algo activamente a la paciente, tiene que esforzarse por ser amable
con ella, procurarle cuidados maternales ó paternales, compensarle lo que ha echado de
menos. ¿Es esto cierto?

El problema es muy controvertido y debemos considerar su historia con alguna profundidad. El


principio originario de Freud, enunciado por el en 1915, fue que “el tratamiento se debe llevar
adelante en un estado de abstinencia”; quería significar que el paciente debía recibir una
aceptación incondicional y nada mas.

Ahora bien, este principio significa, desde luego, que el terapeuta brinda una cuota
considerable de calidez y de apoyo no obstante que sus intervenciones efectivas sólo consiste
en proporcionar interpretaciones; por otra parte, la aceptación incondicional y la comprensión
onda son dones muy grandes que con toda probabilidad el paciente nunca experimentó antes.
En consecuencia, en cierto sentido el terapeuta de hecho compensa al paciente cosas que ha
echado de menos en el pasado. Pero si es cierto, es mucho lo que el terapeuta no da en
particular, se rehúsa de plano a acceder a demandas de consejo, de intervención en la vida del
paciente; y, por supuesto, negará toda expresión activa de amor, sea verbal o – sobre todo –
física.

¿Cuál es entonces la meta de la terapia en pacientes de este tipo? Parece muy semejante a la
que se persigue en pacientes que sufren de depresión por pena equivocada. ¿Cómo sanaría
entonces? La meta de la terapia no es comp ensar a los pacientes el amor que les faltó, sino
ayudarlos a reelaborar los sentimientos que esa falta les ha producido.

Desde luego, si las aspiraciones del paciente son de índole sexual, es de todo punto erróneo y
aun peligroso acudir a su satisfacción, a un simbólica. Pero si presenta un temporáneo estado
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COMPENDIO TEORIA PSICODINÁMICA
DAVID EDUARDO DÍAZ LÓPEZ

de regresión, puede llegar a ser parte esencial de la terapia procurarle el cuidado de un padre
de una manera sustancialmente simbólica, que no rebase los límites de la
situación terapéutica, pero que en definitiva importe algo más que proporcionarle meras
interpretaciones.

Ø El futuro de la psicoterapia y la psicodinámica

Uno de los propósitos ha sido desde luego explicar los principios de la psicoterapia dinámica.
Empero, otro, en realidad mucho más importante , fue abstraer de los principios del
psicoanálisis el núcleo de verdad científica que se puede llamar la ciencia de la psicodinámica.
No se cree que nadie verdaderamente imparcial pueda dejar de aceptar ciertos fenómenos
psicodinámicos como hechos científicos. Esto es valido, por ejemplo, para "defensa, angustia y
sentimiento oculto" y, por lo tanto, para la existencia de "lo inconsciente", el "retorno de lo
reprimido", la transferencia y la verificación de estos conceptos por la observación directa de la
respuesta a las interpretaciones. En cambio, no vale para
conceptos como "oral, anal y genital", ni para la teoría de la libido, que a juicio de Malan, en
uno y otro caso, simplificaciones excesivas basadas en una concepción estrecha e
insatisfactoria del instinto humano. El servilismo hacia ellos estorbó durante varias
generaciones la comprensión correcta del ser humano.

De lo expuesto se sigue que cualquier teoría de la psique humana y cualquier forma de


psicoterapia por fuerza serán incompletas si no incorporan el punto de vista psicodinámico.

Esto es valido en particular, desde luego, para la teoría del aprendizaje y la terapia conductual.
Pero también lo inverso es cierto: la propia psicoterapia dinámica será incompleta si no
incorpora la teoría y las técnicas de otras formas de terapia, entre las cuales acaso la mas
importante sea la terapia conductual. Es indiscutible, por ejemplo, que el éxito que la terapia
conductual alcanza en el tratamiento de ciertos síntomas, son por prescindir del conflicto
inconsciente, significa que la
teoría psicodinámica es insuficiente en este campo. Por ejemplo: que un proceso como el
autorrefuerzo debe de contribuir a mantener los síntomas y conferirles autonomía. Por otro
lado, los terapeutas conductuales honestos admitirían sin trabajo la irremediable insuficiencia
de su explicación del origen de los síntomas, problema este al cual el abordaje psicodinámico
procura una respuesta muy completa.

Por lo que se refiere a la terapia como tal hemos atendido a los principios que rigen el trabajo
con pacientes con quienes se puede entablar con facilidad un diálogo psicodinámico. Desde
luego; estos pacientes son los mas convenientes para una exposición de la psicodinámica y la
psicoterapia. Son millares, bastantes para tener ocupados a los psicoterapéuticos, pero es
posible que solo constituyan una pequeña proporción de la población psiquiátrica total. Para
los demás se deberían emplear técnicas complementarias o diferentes, si bien es cierto que
estas deberán incorporar principios psicodinámicos o bien omitirlos de manera deliberada y
franca, no obstante reconocer su validez.

Para ciertos pacientes, con toda seguridad lo indicado es una terapia conductual pura; para
otros, sin embargo, hay pruebas de que la terapia conductual y psicoterapia dinámica puede
ser mucho mas eficaz que la aplicación exclusiva de una u otra. Es un campo que demanda
investigación urgente.
De igual modo hay técnicas ajenas a la formación psicoanalítica, que puede llegar a ciertos
pacientes que hacen resistencia, para quienes parece en todos los casos ineficaz la actitud
pasiva y expectante del analista tradicional. Aun en el marco de la psicoterapia dinámica pura
181
COMPENDIO TEORIA PSICODINÁMICA
DAVID EDUARDO DÍAZ LÓPEZ

se ha demostrado de manera indiscutible que una técnica muy activa, de confro ntación, puede
llegar a ciertos pacientes obsesivos y fóbicos y curarlos en un lapso de unos cuantos meses;
se trata de pacientes que muchos años no habían respondido ni a la terapia conductual ni a la
terapia psicoanalítica.

Parte del trabajo de Malan que en buena parte permanece inédito, ha sido presentado en
filmes en tres simposios internacionales sobre psicoterapia dinámica breve, y ya ha alcanzado
considerable influencia sobre la psicoterapia en todo el mundo. Esta convencido, por un juicio
ponderado que se basa en un intimo conocimiento, de que la obra de Davanloo esta
destinada a llegar mucho mas lejos y ha revolucionar tanto la practica como la condición
científica de la psicoterapia dinámica; en los próximos diez años; quien quiera que haya visto
estos filmes no puede dejar de convencerse tanto de la eficacia de la psicodinámica básica.
Por ultimo, Leonard Zegans ( en una comunicación personal) y otros investigadores de la Yale
University han investigado la posibilidad de entrenar a personas de medios socialmente
carenciados para que puedan convertirse en paciente de psicoterapia. Trabajos de este tipo
demuestran que, no importa cuan acabadamente conozcamos los principios de la
psicodinámica, queda mucho por aprender sobre el modo de utilizarla con eficacia.
Hay entonces muchas posibilidades de ampliar el alcance de la psicoterapia en el futuro y se
espera habrán de surgir en profusión ideas aún no concebidas. No obstante, los principios
básicos presentados son en cierto sentido inmutables y no pue de creer que hayan de estar
ausentes del cuerpo de doctrina aceptado por las generaciones futuras, situación ésta de que
deberían gozar ya en el presente, pero que aún no se han alcanzado, en buena parte por
razones históricas.

182
COMPENDIO TEORIA PSICODINÁMICA
DAVID EDUARDO DÍAZ LÓPEZ

PETER SIFNEOS: PSICOTERAPIA BREVE CON PROVOCACIÓN DE


ANGUSTIA

Es un tipo de psicoterapia breve basado en premisas teóricas psicodinamicas. Se creo hace ya


casi cuarenta años con un doble propósito: satisfacer una demanda de asistencia
psicoterapéutica que excedía, con mucho, la capacidad de trabajo de los terapeutas
especializados disponibles, y contrarrestar la idea prevaleciente y, a mi juicio, absurda – de
que la psicoterapia prolongada era la única capaz de modificar las actitudes y los
comportamientos humanos.

Se pensó que de poderse identificar a pacientes capaces de asignar máxima prioridad a una
dificultad psicológica ( ya fuese un síntoma a un problema interpersonal), ellos trabajarían con
los terapeutas con miras a comprender los conflictos em ocionales y los mecanismos de
defensa que rodeaban un foco especifico, y acaso lograrían resolver su problema de manera
eficaz y definitiva en un lapso breve.

La STAPP se practica en un lugar donde paciente y se reúnen, cara a cara, una vez por
semana durante cuarenta y cinco minutos. Por lo común, dura de seis a veinte sesiones, o sea
que su longitud varia según el grado de capacidad del paciente para resolver, con ayuda del
terapeuta, los conflictos emocionales que subyacen en un foco especifico y convenido.
Por lo que la evaluación adquiere especial importancia en la selección de pacientes, por
tratarse de una técnica apta para una población limitada.

El proceso de evaluación tiene cinco componentes:


1. Evaluar los problemas presentados.
2. obtener una historia evolutiva sistemática
3. Aplicar los criterios de selección apropiados.
4. Formular un foco dinámico especifico para la terapia.
5. Obtener el consentimiento del paciente en que ha de cooperar con el terapeuta para resolver
los conflictos emocionales que subyacen en el foco especifico al que se atribuyen los
problemas psicológicos.

Por consiguiente, conviene subrayar una vez más lo importante que es obtener información
sobre la sexualidad del paciente como parte integral de su historia evolutiva. El evaluador que
vacila o se abstiene de formular preguntas especificas acerca de las fantasías sexuales que el
paciente ha tenido no solo en su vida adulta, sino también en su pubertad y en su infancia
prepuber, revela sus propias dificultades y su turbación frente al tema.
Una vez recopilada la historia evolutiva, el evaluador tendrá una idea bastante aproximada de
los conflictos emocionales subyacentes que aquejan al paciente.

Los problemas presentados, la obtención de la historia evolutiva, los criterios de selección para
la STAPP y el establecimiento de un foco dinámico no deben aislarse, están entrelazados. Si el
evaluador tiene presente todos estos factores, le será más fácil sintetizar el material entregado
por el paciente, llegar a una compresión cabal y dinámica de sus problemas y decidir cual es la
terapia apropiada.

1. Los Problemas Presentados:


Lo primero que debe hacer el evaluador es averiguar como se iniciaron los problemas
presentados. ¿Cuándo empezaron? ¿Cómo empezaron? ¿Cuánto duraron? ¿ Cuál fue su
sincronización con otros hechos acontecimientos en la vida privada del paciente? ¿Hasta que
punto han trabado las actividades diarias del paciente? ¿Hubo algún factor desencadenante?
Cualquier otra información pertinente será igualmente valiosa.
183
COMPENDIO TEORIA PSICODINÁMICA
DAVID EDUARDO DÍAZ LÓPEZ

El evaluador tiene que ayudar a estos pacientes a organizar la presentación de sus principales
quejas de un modo más coherente y sistemático.
2. Obtención De Una Historia Evolutiva:
La segunda tarea importante dentro de la evaluación es obtene r una historia evolutiva
detallada del paciente.
Es obvio que los problemas psicológicos de los pacientes se enraízan en su constitución
biológica y las experiencias interpersonales de su temprana infancia. Si los terapeutas no
indagan estas experiencias tempranas, ni exploran las pautas de conducta y el funcionamiento
psicológico de sus pacientes, no llegaran a comprender sus problemas en la medida adecuada
y, en consecuencia, no podrán ayudarlos a resolver totalmente los conflictos emocionales que
subyacen.
Uno de los errores más común entre los terapeutas en formación es no seguir un orden
consecutivo en su interrogatorio sobre la historia del paciente y saltar, en cambio, de sucesos
pretéritos a episodios del presente. La tarea incluye la puesta en orden de los datos y el
esclarecimiento de su secuencia.
Los temas difíciles (casos de abuso físico o psíquico) y los episodios traumáticos que alteran la
constitución psicológica de un individuo al extremo de afectar negativamente la estructura de
su carácter pueden derivar en problemas que lo descalifiquen ipso facto para recibir una
psicoterapia breve. Ejemplo, las relaciones incestuosas o el abuso físico grave sufrido en la
infancia producen invariablemente un efecto catastrófico en la estructura psicológica . Estos
pacientes necesitan una terapia de apoyo prolongada para evitar el tipo de deterioro masivo
regresivo que podría conducir a su internación en un hospital psiquiátrico.

No todas las personas son aptas para recibir un proceso de psicoterapia breve. Por tal razón,
los pacientes que han intentado suicidarse; ya sea en forma impulsiva, manipuladora o tras
haberlo pensado mucho, son candidatos inaceptables para la psicoterapia dinámica breve.

Al averiguar la historia de un paciente, el evaluador debe interrogarlo específicamente con


respecto a sus experiencias y actitudes sexuales en los años preescolares, el periodo de
lactancia y en particular, la pubertad; atendiendo en particular a los efectos que dichos
cambios pudieron haber causado en sus relaciones con sus padres, hermanos, amigos,
pariente, etc.
La historia de la sexualidad de un paciente es, pues, parte integral de su historia evolutiva. El
no averiguarla puede obedecer a un problema del evaluador; el evaluador que vacila o se
abstiene de formular preguntas especificas sobre cuestiones sexuales que abarquen desde la
infancia hasta la vida adulta pone de manifiesto sus propias dificultades y su turbación frente al
tema.

El tercer componente de la evaluación psiquiátrica de los candidatos al STAPP y,


probablemente, el mas importante; Son los criterios de selección bien definidos. El paciente
que los satisfaga poseerá la fortaleza de carácter adecuada para emprender un tipo de
psicoterapia que lo alentara a debatirse con los desagradables conflictos emocionales que
subyacen en sus problemas psicológicos.

Los cinco criterios de selección de la STAPP son :

a) El paciente debe ser capaz de circunscribir los problemas presentados.


El candidato deberá asignar una máxima prioridad al problema que considere mas importante;
esta capacidad limitativa denota una doble y pareja capacidad de elección y compromiso y
esas actitudes son un indicio de un carácter fuerte.

b) El paciente debe haber mantenido por lo menos una relación significativa ( altruista basada
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COMPENDIO TEORIA PSICODINÁMICA
DAVID EDUARDO DÍAZ LÓPEZ

en concesiones mutuas) en su infancia.


Sacrificarse por otra persona, renunciando a un placer es prueba de altruismo.
¿Por qué habríamos de investigar tan a fondo la existencia de una sola relación significativa en
la temprana infancia? Por que el altruismo y la capacidad de expresar los sentimientos hacia
otro por medio de concesiones mutuas demuestran que el paciente alcanzo un grado de
madurez psicológica a muy corta edad. Es improbable que una persona así se vuelva psicotica
o desarrolle una personalidad fronteriza o narcisista en una etapa posterior de su vida.

c) El paciente debe entablar una relación flexible con el evaluador, mostrándose capaz de
experimentar y expresar de manera apropiada tanto los sentimientos positivos como los
negativos:
El haber tenido una relación especial y significativa en su infancia suele enseñar al individuo a
interactuar con otros.
Este criterio es muy valioso, no-solo porque permite apreciar si el paciente ha tenido una
relación significativa, si no también por que allana el camino hacia el establecimiento de una
alianza de trabajo.

d) El paciente debe ser medianamente inteligente y poseer la suficiente sutileza psicológica


para comprender las interacciones psicoterapéuticas. El detalle capital son las respuestas del
paciente a las confrontaciones y clasificaciones tentativas. David Malan (1976) ha elaborado
las respuestas dadas por sus pacientes durante la evaluación para su psicoterapia dinámica
breve y estima que constituyen, por si mismas, un criterio de selección.

También es importante prestar especial atención al lenguaje que utiliza el paciente. Se espera
que una persona culta, dotada de gran sutileza psicológica, emplee un lenguaje refinado, sin
embargo, su uso no siempre es una clara señal de sutileza psicológica. Algunos individuos
usan términos que han escuchado en la televisión o la radio sin comprender
realmente su significado.

Los pacientes calificados de Alexitimicos pueden utilizar un lenguaje refinado, sin posee por
ello sutileza psicológica.

Tienen un déficit de afecto; en otras palabras, son incapaces de asociar las fantasías y los
pensamientos con sus emociones y describirlos. Al carecer de sentimientos y de palabras con
que expresarlos, se ven obligados a actuar de manera impulsiva y se lanzan a descripciones
interminables de los sucesos que rodean a una emoción ( entendiendo por tal un estado
biológico susceptible de ser provocado por las estimulaciones de varios núcleos limbicos). En
suma, están atados a los estímulos vagamente conciente d e sus déficit, se sienten alienados
del mundo de toda esa gente que habla de sus sentimientos, y tienden a abusar de las drogas
o del alcohol buscando en ellos soluciones para su aislamiento y soledad. También son
propensos a contraer enfermedades
psicosomáticas y es posible que intenten utilizar un lenguaje que, en realidad, no comprenden.

e) El paciente debe estar motivado para cambiar y no esperar que la psicoterapia sola alivie su
síntoma.
Otros investigadores de la terapia dinámica breve, incluido Malan, que es uno de sus pioneros,
consideran fundamental este quinto criterio. En la primera obra citada Malan define la
motivación como un criterio de selección para su psicoterapia dinámica breve; posteriormente,
asimila la "motivación para la insight" a nuestra "motivación para el cambio". Indica, además,
que "la motivación para el insight tiene valor, si se juzga durante
las cuatro primeras sesiones, porque ni la gravedad de la patología ni la cronicidad de los
síntomas-tomados como criterios de selección-parecen constituir contraindicaciones por si
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COMPENDIO TEORIA PSICODINÁMICA
DAVID EDUARDO DÍAZ LÓPEZ

mismas".
Existe una estrecha correspondencia entre las observaciones de Malan y mis descubrimientos.
Yo interpreto la motivación para el cambio como un proceso de resolución de problemas
basado en la curiosidad, la introspección y la sinceridad del paciente, su capacidad de
reconocer el carácter psicológico de sus problemas, su participación activa en el proceso
terapéutico y su buena disposición para explorar y experimentar. Otros componentes
importantes del proceso son abrigar expectativas realistas con respecto a los resultados de la
psicoterapia y mostrarse capaz de hacer sacrificios tangibles para lograrlo.

Cabe señalar que la motivación para el cambio es un requisito indispensable para el éxito de
cualquier tipo de psicoterapia, incluidos el psicoanálisis y otras terapias prolongadas.
Plantea siete subcriterios para evaluar la motivación para el cambio:
1. Disposición para participar activamente en el proceso de
evaluación.
2. Sinceridad al informar acerca de si mismo.
3. Capacidad de reconocer el origen psicológico de los
síntomas.
4. Introspección y curiosidad acerca de si mismo.
5. Apertura a las ideas nuevas y disposición a cambiar,
explorar y experimentar.
6. Expectativas realistas sobre los resultados.
7. Disposición a hacer un sacrificio tangible

Ø La Importancia del Foco Dinámico

La STAPP consiste en establecer un foco dinámico, ó sea alcanzar una formulación dinámica
del conflicto nuclear que subyace en los problemas psicológicos del paciente a partir de la
información proporcionada por este.

El foco dinámico indica la capacidad del evaluador de reunir y coordinar datos en apariencia
inconexos acerca de sucesos, fantasías, recuerdos, conductas, acciones, etc., de su vida
pasada, sintetizándolos en un todo significativo.
Es importante que el evaluador perciba las evasiones del paciente y tenga presente los
criterios de selección. La STAPP, debe confrontarlo con preguntas que le provoquen angustia,
evitar su resistencia a tratar conflictos dinámicos y alentarlo a afrontar sus sentimientos, por
dolorosos que sean.

En la STAPP, se dedica tanto tiempo a obtener una historia evolutiva sistemática y a evaluar al
paciente según los criterios de selección que, una vez establecida la dinámica, el evaluador se
siente relativamente seguro de que el foco que comunicara a paciente es el correcto.
De lo contrario, habría habido fallas en el proceso de evaluación.

En uno de sus libros Sifneos, comparo el proceso de formulación de los conflictos focales
dinámicos con el armado de un rompecabezas. Los pacientes disponen de todas las piezas del
rompecabezas, episodios, recuerdos, fantasías, conflictos, sentimientos, pautas de conducta,
etc. pero son incapaces de sintetizarlas en un todo significativo.
Si al cabo de una o dos entrevistas ( el máximo debe fijarse en tres) el evaluador no logra
establecer un foco dinámico, probablemente ese paciente este demasiado perturbado para
afrontar una psicoterapia que le provoque angustia.

La focalidad desempeña un papel decisivo no solo durante la evaluación, sino también a lo


largo del tratamiento. Malan señalo además que ni la gravedad de la patología ni la cronicidad
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COMPENDIO TEORIA PSICODINÁMICA
DAVID EDUARDO DÍAZ LÓPEZ

de los síntomas contraindicarían por si la STAPP; el único criterio valioso; es la motivación


para el insight. Con posterioridad, Malan señalo que "la focalidad esta muy relacionada con el
resultado, además de mantener un nexo significativo con la motivación" y llego a la conclusión
de que "un alto grado de motivación y focalidad tendía a conducir a una terapia breve lograda".
Los focos que mejor responden a las psicoterapias dinámicas breves son los concernientes a
relaciones edipicas o triangulares no resueltas, reacciones de pena y problemas de perdida y
separación. El foco edípico es muy común.

El dilema de elegir a un progenitor a expensas del otro cuando amamos y admiramos a ambos.
El interés por las experiencias mas tempranas y remotas pueden servir de justificativo para
evitar las opciones difíciles que complican nuestra vida adulta.

El foco elegido por el evaluador no siempre guarda relación con los problemas presentados
que indujeron al paciente a solicitar una terapia. El evaluador debe presentar al paciente su
formulación del foco dinámico y del acuerdo de trabajar conjuntamente por la resolución de los
conflictos que subyacen.
Tal acuerdo constituye el quinto y ultimo componente del proceso
de evaluación psiquiátrica.

Ø Propuesta técnica:

1. La alianza de trabajo evoluciona y se transforma en una alianza terapéutica.


2. El terapeuta procura aprovechar tempranamente los sentimientos de transferencia positivos
que experimenta el paciente hacia él.
3. El terapeuta es muy activo.
4. Se mantiene el foco hasta la terminación del tratamiento.
5. Se utiliza reiteradamente las confrontaciones y los esclarecimientos que provocan angustia.
6. Se enlazan los sentimientos experimentados en el pasado hacia personas clave con los
sentimientos de transferencia hacia el terapeuta.
7. Se evita la regresión.
8. No se permite el desarrollo de una "neurosi s de transferencia".
9. El nuevo aprendizaje, los modos de resolver problemas y los insights parciales acerca de los
conflictos focales deben ponerse de manifiesto.
10. En los momentos de resistencia masiva, se recurre a la recapitulación.
11. Se apoya al paciente cuya motivación para el cambio sigue siendo elevada a pesar de
experimentar sentimientos dolorosos.
12. Debe surgir una prueba tangible de cambios de actitud.
13. Es preciso demostrar que se ha alcanzado un insight completo de los conflictos que
subyacen en el foco.
14. Se logrará terminar la terapia en breve plazo.

La STAPP impone cuatro requisitos para las sesiones de terapia :


A. Son semanales y se efectúan en horarios especificados.
B. El terapeuta y el paciente se sientan cara a cara en un consultorio.
C. Cada sesión dura cuarenta y cinco minutos.
D. Se discute la duración limitada de la terapia, pero sin especificar de antemano el numero de
sesiones.

En la primera sesión de terapia, conviene repetir la definición del foco y recordar al paciente
que ha convenido mantenerse dentro de él; esto es aconsejable aun cuando el evaluador de un
paciente pase a ser su terapeuta. El paciente debe haber aprendido, durante la evaluación, que
la resolución de los conflictos emocionales que subyacen en el foco promoverá una rápida
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COMPENDIO TEORIA PSICODINÁMICA
DAVID EDUARDO DÍAZ LÓPEZ

mejoría de sus problemas psicológicos.


Hemos advertido que esta duración es satisfactoria; además, envía un mensaje al paciente en
el sentido de que la psicoterapia breve no es sinónimo de psicoanálisis.
Por ultimo, el terapeuta se referirá a al duración del tratamiento insistiendo en que, si bien no
tiene un limite especifico ni se fija la fecha para su terminación, se espera que sea breve.

Ø Aspectos Técnicos

- La Alianza Terapéutica:

Este tipo de revisión tranquilizara al paciente, al asegurarle que su terapeuta esta plenamente
familiarizado con los aspectos específicos de su caso.
En raras ocasiones, la entrevista inicial de la evaluación adolece a fallas y es preciso
especificar un nuevo foco. En tales circunstancias, el terapeuta debe explicar claramente al
paciente las razones que imponen el cambio.
Importa mas discutir los conflictos que podrían suscitarse en su transcurso, a consecuencia de
la angustia provocada por las confrontaciones y los esclarecimientos del ter apeuta.

- Uso Temprano De Sentimientos Trasferenciales Positivos


El terapeuta ha de discernir y utilizar los sentimientos trasferenciales del paciente, por que es
el mejor modo de fortalecer la alianza terapéutica. En el presente contexto, transferencia
significa "una interacción psicológica entre dos personas con componentes concientes e
inconscientes". La transferencia del paciente no se suele tratar hasta no aparezca como una
resistencia.

En la STAPP, el terapeuta aprovecha los sentimientos positivos concientes predominantes y


termina el tratamiento antes de que se desarrolle una neurosis de transferencia en la que, por
lo común, el paciente opone resistencia a sus sentimientos plenos eróticos-positivos o
negativos.
Si un paciente experimenta muy ocasionalmente sentimientos tempranos de carácter negativo o
erótico que desea evitar, el terapeuta se hallara en una posición conveniente para recordarle
que ya han esclarecido los sentimientos de transferencia.
¿Por qué es tan importante tratar el tema de la transferencia
en las fases tempranas de la terapia?
Por dos razones técnicas significativas. La primera, evitar el desarrollo de una neurosis de
transferencia. La segunda, el uso temprano de la transferencia para facilitar el establecimiento
de nexos entre pasado y presente. Y evitar a toda costa el acting out contra transferencial.

El terapeuta que hace STAPP debe abordar los sentimientos transferenciales en las fases
tempranas del tratamiento, cuando son positivos y predominantes. Si es capaz de utilizar la
incipiente alianza terapéutica y de salir al paso de la transferencia tempranamente, podrá
armar el escenario para la vinculación del pasado con el presente.

- Actividad Del Terapeuta


La actividad mínima, que consistía en mascullar "Hum", si el paciente introducía un tema que
ellos consideraban interesante; Aja", si daban gran importancia a la asociación establecida por
el paciente, y un lacónico "cuénteme eso", si la información les parecía vital. Este tipo de
interacción terapéutica se ha enseñado en forma sistemática durante años y años; muchos
terapeutas aprendieron obedientemente la lección, volviéndose pasivos y casi mudos. Es una
posición segura, pero equivocada. "técnicas activas" presentadas por SANDOR FERENCZI en
la década de 1920.

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COMPENDIO TEORIA PSICODINÁMICA
DAVID EDUARDO DÍAZ LÓPEZ

- Focalidad
Mantenerse Dentro del foco siempre genera angustia en el paciente porque toca sus conflictos
psicológicos no resueltos.
Paciente y terapeuta se convierten en adversarios amistosos.
¿cómo se puede superar esta situación paradójica?.

- Confrontaciones Y Esclarecimientos Con Provocación De Angustia.


Mantenerse dentro del foco designado y convenido intensifica la angustia del paciente y
provoca su resistencia. En tales casos, el terapeuta se ve ante un dilema:¿debe persistir en su
actitud, angustiándolo cada vez mas y aumentando su resistencia, o bien debe mostrarse mas
dispuesto a apoyarlo y tratar de disminuir el efecto o, para ser mas concisos, a suprimir su
angustia?

El terapeuta que hace STAPP insiste en formular confrontaciones y esclarecimientos que


provocan angustia, confiando una vez mas en la motivación del paciente para cambiar. Pese a
las emociones desagradables que experimenta, este comprenderá que le es preciso afrontar su
angustia de una vez por todas, en bien de su recuperación.

Las confrontaciones y los esclarecimientos deben basarse en información provista por el


paciente. De ahí la necesidad vital de utilizar enunciaciones, palabras, frases ó términos
especiales que el paciente haya empleado previamente. Cuando podemos emplearlas con
exactitud - “y ahora cito sus palabras textuales”- lo afectamos a tal extremo que no puede
negar validez a nuestro esclarecimiento.

Las preguntas ó confrontaciones que provocan angustia casi siempre están ligadas al tema
focal. Habiendo oído bastante sobre el pasado del paciente, sus emociones y conflictos,
podemos centrar la puntería en estos últimos para demostrarle que el origen de sus problemas
se asocia evidentemente con los conflictos emocionales focales.

Es imprescindible anotar las declaraciones del paciente; tomar apuntes ofrece ventajas que
exceden de lejos sus desventajas potenciales. En la STAPP, la terapia evoluciona rápidamente
y el paciente aporta un material abundante desde el comienzo mismo del tratamiento. Las
notas le ayudan a recordar con exactitud el desarrollo de la sesión y las palabras textuales
utilizadas por este para describir determinado episodio, sentimiento ó persona. El repaso de
las notas tomadas en la última entrevista prepara el terapeuta para lo que pueda acontecer en
la próxima.

Si el paciente se bloquea ó guarda un largo silencio, se puede ayudar inquiriendo


específicamente en qué piensa, si bien esta pregunta también puede provocarle angustia. Si el
paciente aporta información sobre alguna forma de acting -out que parezca antiterapeutica, se
le puede decir: “Me parece que su acción es completamente contraria a lo conversado en
terapia.

Ante tal circunstancia, creo innecesario continuar la terapia porque, si usted actúa contra su
propia terapia, se manifiesta su falta de interés por resolver sus problemas”.

La alianza terapéutica, el uso temprano de la transferencia positiva, la actividad del terapeuta,


el énfasis en la focalidad y el empleo de confrontaciones y esclarecimientos con provocación
de angustia contribuyen a desarrollar la interpretación de los nexos entre pasado y presente
que es, quizás, el aspecto mas importante de la técnica STAPP.
- Nexos entre pasado y presente.

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COMPENDIO TEORIA PSICODINÁMICA
DAVID EDUARDO DÍAZ LÓPEZ

Establecer un vínculo entre los sentimientos que el paciente experimento en el pasado hacia
personas importantes, por un lado, y sus actuales sentimientos trasferenciales hacia el
terapeuta, por el otro, constituye una de las facetas técnicas capitales de toda psicoterapia
dinámica breve. De ahí la gran importancia asignada a la interpretación temprana de los
sentimientos de trasferencia.
Los nexos entre pasado y presente permiten examinar los conflictos emocionales que entorno
de los progenitores (verdaderos ó sustitutos) surgieron durante la infancia del paciente, y que
le crearon después dificultades en sus relaciones interpersonales.

- Terminación De La Terapia

Los pacientes de STAPP son personas de carácter muy fuerte – que como queda comprobado
en la entrevista de evaluación – y, a diferencia de otros con mayores perturbaciones
psicológicas, no se espera que sufran regresiones durante su tratamiento. ¿Por qué tocar,
entonces, ese tema? Porque si bien en la STAPP no presenciamos una verdadera regresión, si
puede haber una “seudo regresión”.

No es frecuente que se hable de este concepto psicoanalítico en relación con la psicoterapia


dinámica breve. El desarrollo de una neurosis de transferencia es el resultado de la técnica de
asociación libre que el psicoanálisis utiliza cuatro o cinco veces por semana. La psicoterapia
dinámica breve, con su única sesión semanal cara a cara, solo deja al descubierto un número
limitado de recuerdos, imágenes, fantasías y pensamientos, por lo general vinculados al foco
terapéutico. No obstante, si la terapia dura lo suficiente, aparecerá invariablemente la neurosis
de transferencia.

El terapeuta que hace STAPP no tiene acceso a todas las asociaciones del paciente con las
personas claves de su pasado; por lo tanto, le resultara difícil ayudarlo a resolver la neurosis
de transferencia. En consecuencia, el tratamiento se prolongara, no se resolverán los conflictos
y, a la larga, sobrevendrá un atascamiento general. Por eso es importante que el terapeuta
ayude al paciente a resolver prontamente los conflictos emocionales que subyacen en le foco y,
una vez resueltos, termine la terapia lo antes posible.

A medida que avanza el tratamiento, debemos estar alertas ante cualquier evidencia de nuevo
aprendizaje y a veces, el aprendizaje es considerado un fenómeno estrictamente cognitivo,
ajeno a la psicoterapia dinámica. La teoría del aprendizaje como la teoría psicoanalítica
desempeñaba un papel importante en la psicoterapia breve.

Llegamos a la conclusión de que el nuevo aprendizaje y la resolución de problemas explicaban


en gran medida la adquisición de nuevos insights. Contribuían, además, a reforzar los
sentimientos positivos del paciente hacia el terapeuta, lo que a su vez ayudaba a incrementar
los esfuerzos del aquel por abordar y resolver nuevos conflictos emocionales. Esta serie de
hechos esta ligada a la motivación del paciente para cambiar y
coadyuva a reforzar el trabajo terapéutico global de resolución de problemas. Por consiguiente,
cualquier evidencia de nuevo aprendizaje y resolución de problemas que surja durante la
terapia significa un progreso.

En ocasiones, la angustia de un paciente de STAPP puede intensificarse hasta provocar una


fuerte resistencia.
La resistencia también puede surgir por obra de una técnica terapéutica no ortodoxa, cuyo
propósito es ayudar a acelerar el tratamiento y llevarlo a pronto término. La maniobra consiste
en interpretar el conflicto focal antes de analizar y abordar los mecanismos defensivos de que
se vale el paciente para evitarlo.
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COMPENDIO TEORIA PSICODINÁMICA
DAVID EDUARDO DÍAZ LÓPEZ

En cambio, en la STAPP, la necesidad de evitar la aparición de una neurosis de transferencia


obliga al terapeuta a proceder con rapidez. Confiado en que ha de prevalecer la motivación de
cambio del paciente, el terapeuta tiene que saltar sobre la barrera de potentes defensas a fin
de interpretar el conflicto focal. Como es de prever, tal maniobra intensifica su resistencia.

El terapeuta la trata por medio de una recapitulación en la que cita con exactitud las
declaraciones del paciente. El repaso de sus apuntes le permite emplear, en la interpretación,
la información precisa dada por el paciente usando sus palabras textuales. Al citarlas, y al
señalar su carácter textual, destaca la importancia de la interpretación y la relaciona
claramente con declaraciones anteriores del paciente. Este no oye de boca del terapeuta una
jerga o terminología extraña, sino palabras que le son familiares.

Si bien la STAPP utiliza técnicas que provocan angustia, a veces el terapeuta adoptar una
actitud de apoyo. Aclararemos esta situación paradójica señalando, ante todo, que cuando el
terapeuta angustia a su paciente no lo hace por sadismo, sino por mantenerlo centrado en el
foco dinámico y en los conflictos emocionales que subyacen. Pese al sufrimiento, el paciente
se mantiene muy motivado y hace cuanto puede por operar con el terapeuta en la resolución de
los conflictos. Precisamente a causa de este trabajo arduo, en ocasiones necesita ser alentado
y apoyado.
Por medio de insights, el terapeuta empezara a buscar evidencias tangibles de cambios
dinámicos. Para el terapeuta, este dialogo es la evidencia tangible de un cambio. Antes de
decidir que ya es tiempo de terminar la terapia, ha de cerciorarse de que la paciente sabe por
que alterar su conducta.

Cuando encontramos una evidencia tangible de un cambio, debemos ahondar en ella y


cerciorarnos de que no es un progreso fortuito o una huida en la salud. Además,
confirmaremos cualquier evidencia de insight referente al conflicto focal.

La finalización de cualquier psicoterapia, incluida la STAPP, depende de una decisión conjunta,


por parte del paciente y su terapeuta, de que ha alcanzado el objetivo del tratamiento.
En la STAPP, el claro delineamiento del foco durante el periodo de evaluación, la anuencia del
paciente a trabajar por resolver los conflictos emocionales que subyacen y las expectat ivas
relativamente modestas con respecto a los resultados deberían conducir a una terminación
fácil y pronta.
En un 50% de los casos, son los pacientes quienes inician la discusión del tema con
observaciones como estas: “Me parece que estoy comportándome de una manera distinta”;
“Comprendo el motivo por el que solía sentirme angustiado”; “Mis relaciones con las mujeres
investidas de autoridad han mejorado considerablemente; ya no les temo”. Luego, preguntan:
“¿Hacia donde vamos ahora, a partir de aquí?”, o bien, “¿Es hora de poner fin al tratamiento?”.

En su trabajo “Análisis terminable e interminable”, Freud señalo que las dificultades en la


terminación de una terapia podían obedecer a factores ambientales traumáticos, generadores
de resistencias muy fuertes, y a maniobras defensivas. Es evidente que esto no se aplica a los
candidatos a la STAPP, seleccionados precisamente por no haber experimentado traumas
tempranos y haber evidenciado un alto grado de motivación para el cambio.
Con ellos, la terminación del tratamiento no plantea dificultades.

La elección del foco influye, hasta cierto punto, en la finalización de la STAPP. Por ejemplo,
algunos pacientes cuyo foco fue un problema edípico no resuelto, hablan de ella en los
momentos finales de esta última sesión: “Durante este tratamiento, he hecho la mayor parte del
trabajo duro”, pero debo admitir que necesitaba su capacidad profesional. Puedo decir que el
191
COMPENDIO TEORIA PSICODINÁMICA
DAVID EDUARDO DÍAZ LÓPEZ

tratamiento, en general, tuvo éxito”, o bien, “Me parece que hemos hablado de todos los puntos
importantes. No creo que quede mucho mas por discutir”. Por supuesto, si el foco entraña una
perdida y separación o una reacción de pena no resuelta, se dispondrá de unas pocas sesiones
adicionales para tratar el efecto que puede ocasionar al paciente su s eparación del terapeuta.

Si surgiere alguna dificultad al finalizar una STAPP, lo más probable es que haya sido causada
por el terapeuta y no por el paciente. El problema radica en los sentimientos de contra
transferencia. Los pacientes de STAPP son excel entes candidatos a la psicoterapia porque
demuestran de manera convincente la importancia de la psicodinámica, trabajan con ahínco,
están motivados para el cambio, son simpáticos y, en verdad, mejoran comparados con los
pacientes difíciles de tipo fronterizo o narcisista; todo esto hace que, por lo común, los
terapeutas no quieran dejarlos. Buscaran pretextos para prolongar la terapia, imaginando que
son indispensables para la salud mental del paciente o que esto no puede funcionar
adecuadamente sin su ayuda.

Tal vez lleguen a convencerse de que algún problema emocional leve, al que no se atribuyo
gran importancia, no ha sido resuelto,, e infieran que el paciente necesita mas terapia. Este
modo de pensar tiene muchas causas.
Los terapeutas en general, los psiquiatras en particular, ponen el acento en la sicopatología y
tiene en menos a la buena salud mental. El profesional que no cree que sus pacientes serán
capaces de abordar por si solos los nuevos problemas emocionales que surjan con
posterioridad a la STAPP subestiman sus capacidades.

Por lo demás, los terapeutas han sufrido un lavado de cerebro tendiente a persuadirlos de que
la única psicoterapia eficaz es la prolongada…una conclusión, por desgracia, errónea.

En el trabajo ya mencionado, Freud expresa que los mecanismos defensivos del propio analista
pueden impedir la terminación del tratamiento. Tal principio es aplicable a los terapeutas de
STAPP reacios a admitir que todo tiene su límite.

Como lo ha demostrado Michael Hoyt, la creencia de que mas equivale a mejor, o de que la
terapia breve no es tan buena como la prolongada, induce a los terapeutas a recomendar un
tratamiento sin detenerse a reflexionar si es necesario o no.

Pasan por alto la evidencia aportada por las investigaciones en el sentido de que la terapia
breve produce resultados mejores y más duraderos. Tal vez algunos sientan la necesidad de
hacer una terapia prolongada contrariando los deseos de sus pacientes (detrás de este
fenómeno puede haber consideraciones económicas). También es posible que el trabajo
exigente asociado con las terapias breves, así como los problemas de contra transferencia
relacionados con los problemas del propio terapeuta en torno de la perdida y separación,
desalienten el ofrecimiento de tratamientos mas cortos . Por ultimo, la mayor rapidez de
rotación de los pacientes en las terapias breves acaso desempeñe un papel importante en la
elección y recomendación de los tratamientos prolongados.

DISCUSION Y ANÁLISIS DE LOS PRINCIPIOS TEÓRICOS DE MALAN Y SIFNEOS

A modo de ensayo se profundizara sobre tres principios teóricos fundamentales de la


psicoterapia dinámica breve, propuestos por David Malan y Peter Sifneos; se comenzara
analizando e interpretando cada una de los siguientes principios en su respectivo orden. Los
cuales son:
- Herramienta y cualidades del terapeuta.
- Procesos de evaluación inicial.
192
COMPENDIO TEORIA PSICODINÁMICA
DAVID EDUARDO DÍAZ LÓPEZ

- La importancia del foco dinámico.

Ø Herramientas y cualidades del terapeuta

Los planteamientos propuestos por estos dos autores sobre las cualidades y herramientas
necesarias para que terapeuta tenga éxito en el desarrollo de una psicoterapia breve son:

Para David Malan Una de las cualidades mas importantes del terapeuta es la aptitud para
percibir el grado de "RAPPORT" (grado de contacto afectivo entre paciente y terapeuta)
existente en cada instante de la sección, utilizándola como un termómetro para medir y atender
a las fluctuaciones que se presenten entre el paciente y él. Esto permite que el terapeuta haga
uso de su mas valiosa herramienta " La Int erpretación". para así lograr los objetivos de la
terapia.

En cuanto a Sifneos El terapeuta debe poseer cualidades tales, como una marcada y
manifiesta actitud frente al optimismo y esperanza de alcanzar éxitos en la terapia; lográndose
gracias a su capacidad de realizar tempranas interpretaciones de los fenómenos
transferenciales del paciente.

Se puede ver como estos dos autores coinciden y se complementan en sus puntos de vista
frente a este principio, el cual es clave para marca la diferencia e ntre las psicoterapias de
tiempo prolongado y la psicoterapia dinámica breve.

Anteriormente se veía como la actitud del terapeuta se definía como un estado de “abstinencia”,
ósea que el paciente debía recibir una aceptación incondicional y nada mas. En ci erto sentido
el terapeuta compensaba al paciente en cosas que había echado de menos en su pasado. Pero
lo que si es evidente, es que era mucho lo que el terapeuta no le daba a sus pacientes,
negando toda posibilidad de una expresión activa de amor, ya fues e verbal o sobre todo física.
Generando esto un ambiente tenso, distante y de poca confianza.

Este estado de abstinencia propuesto en algún momento por el psicoanálisis y por las terapias
de tiempo prolongado, haciendo que los tratamientos duraran años interminable, el psicólogo
no tenia una gran participación activa frente a la tarea de lograr resolver los conflictos de su
paciente, pues si este quería duraba años en su terapia, tratando de resolver su conflicto por si
mismo.
La meta de la psicoterapia dinámica breve no es compensar a los pacientes el amor que les
falto, si no ayudarlos a reelaborar los sentimientos que esa falta les produjo.

Se ve como en la psicoterapia breve existe un mayor grado de compromiso y optimismo frente


a la resolución del conflicto del paciente y a posibilitar que se genere un ambiente de trabajo
mas cálido y cercano (Rapport) el cual permita al terapeuta trabajar adecuadamente y poder
interpretar audazmente las situaciones y sentimientos del paciente, para que este se sien ta
camodo y capaz de afrontar dichas interpretaciones.

En la psicoterapia breve se cree que de ser capaz el paciente junto con su de asignar máxima
prioridad a una dificultad psicológica (foco dinámico) esto produciría un mayor compromiso de
los dos para trabajar con miras a comprender y a solucionar los conflictos emocionales y
mecanismos de defensa que rodeaban dicho foco dinámico, y acaso de esta forma lograrían
resolver el problema de una forma mas eficaz y definitiva en un lapso mas breve de tiempo.

Todo lo anterior es lo hace importante y diferente este principio de la psicoterapia dinámica


breve frente a la prolongada, pues todo radica en la forma en que se involucran tan
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COMPENDIO TEORIA PSICODINÁMICA
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íntimamente terapeuta y paciente con el único de fin de crear un buen ambiente de trabajo y de
lograr conjuntamente en el menor tiempo posible los objetivos propuestos en la terapia.

Ø Procesos de evaluación inicial

Este es sin duda para Malan y Sifneos uno de los aspectos mas importantes para realizar y
alcanzar excelentes resultados en una psicoterapia dinámica breve. Puesto que en este
proceso de evaluación inicial será donde se decidirá persona es apta o no para entrar a una
psicoterapia breve, por lo que en este momento inicial se bebe recoger la mayor información
posible que indique la viabilidad de la psicoterapia.

Malan propone que esta primera indagación inicial solo debe hacerse por alguien que posea el
correspondiente conocimiento teórico y practico de los diversos conflictos existentes, éste es el
procedimiento mas complejo y sutil, que exige mas preparación de toda la disciplina, el
terapeuta debe tener una visión psiquiátrica, psicodinámica y psicoterapeuta, debe atender a la
entrevista y debe cuidar al paciente.

Sifneos piensa que La evaluación inicial adquiere especial importancia en la adecuada


selección de pacientes, por tratarse de una técnica apta para una población limitada, este
posee cinco componentes:
a) evaluar los problemas presentados,
b) obtener una historia evolutiva,
c) aplicar los criterios apropiados de selección.
d) formular un foco dinámico,
e) obtener el consentimiento del paciente de cooperar para alcanzar los
objetivos propuestos.
De igual forma obtener información sobre las experiencias sexuales del paciente.

Como se acaba de ver este es el momento mas complejo, sutil y trascendental para la elección
de los pacientes, por lo que se dice que la persona encargada de hacer dicha evaluación debe
poseer una gran preparación y experiencia clínica.

Si en esta evaluación inicial al entrev istador se le pasa algún aspecto importante, o deja de
indagar sobre alguna parte de la historia evolutiva del paciente los resultados podrán ser muy
graves, pues la dificultad esta en que las interpretaciones realizadas en los procesos de
psicoterapia dinámica breve son un instrumento muy poderosos, que como las drogas potentes
tienen considerables efectos colaterales, no todos ellos deseables o reversibles. Por eso el
entrevistador debe prever si el paciente estará en la capacidad de interactuar con su te rapeuta
y enfrentar sus sentimientos mas ocultos sin que esto vaya a generar un peligro para si mismo
o para su sociedad.

De igual forma se debe evaluar el grado de motivación del paciente para comprometerse a
resolver su problemática psicodinámica, y el monto de apoyo adicional que posee en su
entorno.

Esta etapa inicial es la base sobre la que se construye todo el proceso de psicoterapia breve,
cualquier cosa mal puesta se traerá a bajo todo el tratamiento. Por todo esto es que se le ha
otorgado suma importancia

Este procesos de evaluación inicial de la forma en que lo plantean los dos autores, me generan
una inquietud, y es si en la población de psicólogos, psicoterapeutas y psiquiatras, habrán
profesional que reúnan todas las características exigidas por Malan y Sifneos para conseguir
194
COMPENDIO TEORIA PSICODINÁMICA
DAVID EDUARDO DÍAZ LÓPEZ

dicho proceso de evaluación. Por lo que estas propuesta son muy completas en su contenido
teórico, pero pretenciosas en su contenido practico para este
contexto social, en el que apenas se esta iniciando en el campo
de la psicoterapia dinámica breve.

Ø La importancia del foco dinámico

La propuesta de definir un foco dinámico es otro de los aspectos cruciales para que la
psicoterapia dinámica se pueda realizar en un lapso de tiempo mas breve.

Para los dos autores, tanto Malan como Sifneos este principio psicodinámico es de gran
importancia, por lo que se puede ver como convergen en sus puntos de vista frente a este
aspecto; planteando que la psicoterapia dinámica breve consiste en establecer un foco
dinámico, ósea alcanzar una formulación dinámica del conflicto nuclear que subyace en los
problemas psicológicos del paciente a partir de la información proporcionada por éste.

El foco dinámico indica la capacidad del evaluador de reunir y coordinar datos en apariencia
inconexos acerca de sucesos, fantasías, recuerdos, conductas, acciones, etc., de su vida
pasada y presente, sintetizándolos en un todo significativo.
La psicoterapia dinámica breve se dedica tanto tiempo a obtener una historia evolutiva
sistemática y a evaluar al paciente según los criterios de selección que, una vez establecida la
dinámica de trabajo terapéutico, el evaluador se siente relativamente seguro de que el foco
escogido con el paciente es el correcto.

El foco elegido no siempre guarda relación con los problemas presentados que indujeron al
paciente a solicitar una terapia. El evaluador debe presentar al paciente su formulación del
foco dinámico y llegar a un acuerdo, de trabajar conjuntamente por la resolución de los
conflictos que subyacerán.

Analizando estos tres principios teóricos sobre las cualidades y herramientas del terapeuta, los
Procesos de evaluación inicial y la importancia del foco dinámico se concluye que estos tres
aspectos son fundamentales para definir la noción de brevedad que conlleva la psicoterapia
dinámica breve frente a el tiempo a los costos, objetivos y eficacia de sus procesos
terapéuticos.
Igualmente estos principios nos permiten ver algunas diferencias entre los procesos de
psicoterapia breve y los de tiempo prolongados, diferencias en la actitud participativa del
terapeuta, en la definición de un foco especifico, y en la forma de realizar la evaluación inicial
de los pacientes para ingresar a una psicoterapia breve, entre otras, que en su momento
fueron los que generaron lo necesidad de estudiar este tipo de psicoterapias breves.
Diferencias que al ser comparadas eran los aspectos en los que se veían vacíos prácticos y
conceptuales; Por lo que parte de la sociedad se limitaba a acceder a procesos
psicoterapéuticos.

CONVERGENCIAS

Teniendo una mirada critica y reflexiva frente a los conceptos o puntos en los cuales estos
autores convergen y divergen podemos decir que en general son mas sus puntos de encuentro
y similitud, que los contradicen sus respectivas propuestas ; con esto se presentara un análisis
y discusión teórica de estas convergencias y divergencias evidenciadas en las dos propuestas
psicoterapéuticas.

Los puntos de encuentro de estos dos autores son bastante notorios, pues sus propuestas en
195
COMPENDIO TEORIA PSICODINÁMICA
DAVID EDUARDO DÍAZ LÓPEZ

gran medida trabajan de formas similares y buscan alcanzar objetivos y cambios


psicodinámicos significativos. A continuación se mencionaran algunos de estos aspectos:

Frente a los objetivos o metas propuestas, se puede decir que ambos buscan identificar el foco
dinámico a trabajar en la conflictiva nuclear del paciente. De igual forma pretenden que el
paciente sea capaz de afrontar las interpretaciones hechas por el terapeuta en el transcurso de
la psicoterapia, siendo este para ellos el indicador más significativo ante el pronóstico para
lograr con éxito una psicoterapia breve.

Muestran la psicoterapia breve como una técnica eficaz para desbloquear los conflictos
psíquicos, rompiendo con las duras resistencias y la aceptación del problema. Intentando
establecer un vínculo entre los sentimientos que el paciente experimento en el pasado
personas importantes, por un lado, y sus actuales sentimientos transferenciales hacia el
terapeuta, constituyendo una de las facetas técnicas capitales de toda psicoterapia breve.

La propuesta de brevedad presentada por los autores consiste en la abreviación del proceso de
la cura, el cual se logra gracias a la concentración del trabajo analítico en determinado foco
dinámico, con el uso y aplicación de elementos técnicos concretos. En este aspecto el papel de
la transferencia es valido en el sentido en que permite cambios psicodinámicos profundos y
persistentes y no meras modificaciones sintomáticas que desaparecen pasado un tiempo.

Si se tienen en cuenta los criterios de selección par a acceder a una psicoterapia breve, se
puede observar como estos autores coinciden en la mayoría de los criterios:

a) Psicopatología que no sea severa.


b) Reciente aparición del problema que motiva a la consulta.
c) Capacidad por parte del paciente para p resentar su historia de forma adulta.
d) Síntomas que no se remonten a tiempos lejanos, ni que se relacionen con problemas
psicológicos graves.
e) Presencia al menos de actividad sexual a lo largo de la
vida anterior.
f) Suficiente motivación a conocerse a si mismo.
g) Espíritu de cooperación y capacidad para aceptar con gusto las condiciones de la terapia.
h) Respuesta positiva a la prueba de la interpretación.
i) Posibilidad de delimitación de un foco conflictivo concreto en la problemática del paciente.

En lo que respecta a investigaciones hechas por los autores sobre la evaluación de la eficacia
de estos procesos terapéuticos breves, los resultados obtenidos por los dos son muy similares,
debido a que los dos resaltan la importancia de las rep uestas del sujeto a las interpretaciones
que se efectúan durante la misma.

Además tanto Malan como Sifneos descubrieron que la focalidad desempeña un papel decisivo
no solo durante la evaluación, sino también a lo largo del tratamiento. Sifneos3 muestra como
Malan (1976) señalo además que ni la gravedad de la patología ni la cronicidad de los
síntomas contraindicarían por si la STAPP; el único criterio valioso – sostuvo – es la
motivación para el insight, y llego a la conclusión que un alto grado de focal idad tendía a
conducir a una terapia breve lograda.

APLICACIONES Y LIMITACIONES (VENTAJAS Y DESVENTAJAS)

1 LIMITACIONES (Desventajas)
Teniendo en cuenta el análisis realizado a la propuesta psicoterapeuta hecha por Sifneos es
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COMPENDIO TEORIA PSICODINÁMICA
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intrigante observar como él parece buscar pacientes prácticamente “sanos” psicológicamente o


con un yo “estable”, por ello me pregunto, en donde queda explicita la intención que conlleva
aplicar una psicoterapia breve a un individuo que se encuentra frente a un
conflicto psicológico.

Por otro lado Malan plantea que el terapeuta evaluador debe poseer una preparación rigurosa,
combinada con su experiencia y sabiduría, frente a los diversos conflictos y mecanismos de
defensa experimentados por el paciente; convirtiéndose esta en una gran pretensión para los
profesionales y estudiantes de este contexto social, debido a que el evaluador tiene que tener
un pensamiento con intención psiquiátrica ( ó sea que debe tener conocimientos en psiquiatría),
un pensamiento con intención psicodinámica (debe tener conocimientos psicodinámicos), un
pensamiento con intención practica, además debe atender a la entrevista y al mismo tiempo
debe cuidar al paciente (ó sea que debe tener una gran experiencia y sabiduría de sí mismo y
de los demás).

Por ende se podría pensar esta propuesta psicoterapéutica, esta hecha para profesionales con
preparación psiquiátrica, psicodinámica y/ o psicoanalista.

2 APLICACIONES (Ventajas)

En mi concepto la psicoterapia dinámica breve es una buena técnica terapéutica en el sentido


en que propone una actividad focalizada, con una meta prevista, circunscrita, cálidamente
mantenida y además de acción orientadora, la cual nos aporte cambios psicológicos
significativos en un tiempo menor que el requerido con los métodos clásicos. Brindando así una
mayor accesibilidad a personas de bajos recursos y/o de tiempos
limitados a participar de este tipo de terapias.

Se ve también como la actividad del terapeuta debe ser muy activa y marcada, pues en esta la
meta de la terapia consiste en ayudar al paciente a reelaborar los sentimientos que una falta
les ha producido.

Entonces la función del terapeuta no es tener éxitos sino no fracasar, es una verdad profunda
expresada con un ropaje que parece absurdo. No significa que deba fracasar como terapeuta
sino como padre sustituto. El terapeuta nunca puede resarcir a sus pacientes de lo que
sufrieron en el pasado, pero si puede repetir el fracaso en amarlo lo bastante - lo cual, después
de todo es inherente a la situación terapéutica, y luego comp artir con ellos los sentimientos
que ese fracaso les produce y ayudarlos a reelaborarlos. Este es quizás el aspecto más
importante de lograr brevemente un cambio psicosocial.

CONCLUSIONES
La psicoterapia dinámica breve propuestas por Sifneos y Malan prete nde, entre otros aspectos
satisfacer una demanda de asistencia psicoterapéutica que excede con mucho, la capacidad de
trabajo de los terapeutas especializados disponibles, y contrarrestar la idea prevaleciente, de
que la psicoterapia prolongada era la únic a capaz de modificar las actitudes y los
comportamientos humanos.

Con esta se piensa que de poderse identificar a pacientes capaces de asignar máxima
prioridad a una dificultad psicológica ( ya fuese un síntoma o problema interpersonal), estos
trabajaran con lo terapeutas con miras a comprender los conflictos emocionales y los
mecanismos de defensa que rodean un foco especifico, logrando resolver su problema de
manera eficaz y definitiva en un lapso breve de tiempo; en este punto se
puede observar uno de los conceptos fundamentales de la noción de brevedad de esta
197
COMPENDIO TEORIA PSICODINÁMICA
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corriente dinámica.

En cuanto a las terapias propuestas por Sifneos y Malan se puede destacar:

La versión de psicoterapia breve (STAPP) propuesta por Sifneos consiste en confrontar al


paciente con preguntas y situaciones que le generan angustia, evitando sus resistencias, a
tratar conflictos dinámicos y alentarlo afrontar sus sentimientos por dolorosos que sean.

Por otra parte Malan propone una técnica la cual consiste en la interpretación lógica y
progresiva de los dos triángulos (triangulo de conflicto y el de personas); el triangulo de
conflicto consiste en pasar de la defensa a la angustia y por ultimo al sentimiento oculto, y éste
se enlaza con el segundo triangulo (de personas), por el hecho de que el sentimiento oculto se
dirige a una a mas categorías (otros, transferencia, y progenitores) de este segundo triangulo.

En cuanto al problema inicial, frente a la evidente necesidad social de contar con procesos de
psicoterapias breves y con psicólogos preparados para desarrollar dichos procesos; hoy en día
se puede ver como esta inquietud se despertado en diferentes contextos, vista por
profesionales de las áreas afines a la psicología, los cuales se han dado a la tarea de
investigar todos los aspectos relacionados con la psicoterapia dinámica breve, con el fin de dar
respuestas y de solventar aquellos vacíos conceptuales y prácticos encontrados en las
universidades. De igual forma buscando fomentar esta inquietud problemática en los
estudiantes que se encuentran en formación y de los psicólogos actuales.

Las cualidades del terapeuta en la psicoterapia dinámica breve muestran una gran importancia
y diferenciación frente a otros tipos de procesos terapéuticos debido a que en estas se ve una
actitud mas marcada , activa y cercana del terapeuta para con sus pacientes , llegando a
involucrarse de tal manera en el proceso de resolución y afrontamiento de las problemáticas
del paciente que pasa de ser un psicólogo observador a uno mas participativo (sin dejar a un
lado la neutralidad).

Esta actitud le permite al terapeuta generar un buen ambiente de trabajo, lo cual le posibilitara
realizar eficazmente las interpretaciones necesarias para lograr los objetivos propuestos en la
terapia.

La definición de un foco psicodinámico para el trabajo es otro de los principios básicos de las
psicoterapias breves, puesto que todo el que trabaja con estas debe iniciar su proceso
terapéutico con la búsqueda de un foco conflictivo de trabajo, ya que es éste el que reúne
como un rompecabezas todas las fichas y sucesos significativos de la vida del paciente como,
fantasías, conductas, etc... de su vida pasada y presente.

La elección y delimitación del foco dinámico es uno de los aspectos que permiten que la
psicoterapia dinámica se defina como breve, pues al trabajar sobre un conflicto especifico y
centrar todo el tratamiento a la comprensión y resolución de dicho conflicto requiere de trazar
objetivos mas inmediatos y cercanos de alcanzar, fomentándose una terapia ma s
participativa entre el terapeuta y el paciente, por lo que los dos se involucran en un mutuo
acuerdo de trabajo, para lograr de manera eficaz y breve los objetivos propuestos inicialmente.

En este tipo de terapias vemos como el terapeuta se involucra y participa mas activamente en
todo el procesos terapéutico, él al igual que el paciente tienen toda la responsabilidad de
conseguir los cambios psicodinámicos (conducta, psicológicos, su visión frente a diversas
situaciones, entre otros) necesarios para que el paciente pueda resolver su conflictiva inicial.
Dejándose de lado la actitud distante que se veía en la mayoría de las terapias prolongadas.
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COMPENDIO TEORIA PSICODINÁMICA
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HARRY STRUPP: PSICOTERAPIA PSICODINÁMICA DE TIEMPO LIMITADO

Las psicoterapias psicodinámicas, siguiendo el mode lo freudiano parten de la concepción del


malestar psíquico es generado por un conflicto inconsciente, de modo que los síntomas son
solo una forma de expresión de tales conflictos, que pueden manifestarse también en los actos
de la vida cotidiana (los chist es, "los actos fallidos) , las producciones artísticas, los sueños y
otras manifestaciones humanas .

De este modo la terapia psicodinámica tiene como objetivo el trabajo con los conflictos
inconscientes no con los síntomas directos. Este trabajo se va a ver dificultado por la
resistencia consciente e inconsciente a manifestar tales conflictos. La terapia psicodinámica es
además no directiva en el sentido de que solo proporciona una dirección mínima del contenido
a expresar por el paciente (p.e asociación libre en le psicoanálisis o hablar del conflicto
focalizado en las formas breves de psicoterapia psicodinámica ).

Los pacientes internalizadores y con alta reactancia usan estrategias de afrontamiento de la


ansiedad centradas en las preocupaciones personales que pueden adoptar una forma de
rumiación persistente, los propios sentimientos de malestar y la tendencia a alejarse de la
gente. Por otro lado suelen ser bastante resistentes a la influencia de otras personas y
prefieren seguir sus propios criterios. Consideramos que los enfoques centrados en el conflicto
de tipo no directivo son los que mejor parecen adaptarse a estas personas, como demuestra
además los resultados de la investigación. La psicoterapia psicodinámica de tiempo limita do de
Strupp y cols. es un enfoque de terapia centrado en el conflicto, con uno de sus puntos de
trabajo sobre la resistencia transferencial/contra -transferencial , escasamente directivo, y
parece adaptado a estos pacientes.

Tradicionalmente la terapia psicoanalítica y las psicoterapias breves dinámicas han


considerado que las relaciones interpersonales podían ser reales o distorsionadas en base a la
transferencia. La transferencia se caracterizaría por una rigidez en la construcción e
interpretación de la realidad en base a las relaciones previas. La propuesta teórica y práctica
de Strupp y Binder parte de reconceptualizar la transferencia más bien como el efecto de una
relación interpersonal diádica basada en las relaciones previas. No se trata de una dis torsión
en base a relaciones previas, sino más bien la reproducción de relaciones previas por los
implicados en ellas en el aquí y ahora de la relación.

El terapeuta implicado con su conducta, favorece o desconfirma el binomio


transferencia/contra-transferencia que se da entre el cliente y él mismo.

La psicoterapia dinámica breve de tiempo limitado (P.D.T.L) integra conceptos clínicos de


distintas perspectivas psicodinámicas .El objetivo de ella no es tanto la modificación de los
síntomas sino la estructura del carácter del paciente que se expresa a través de sus relaciones
interpersonales inadaptadas crónicas. Las dificultades tempranas con otras personas
significativas han dado lugar a patrones interpersonales inadaptados y autoderrotistas. Cuando
el paciente se relaciona con una persona significativa, incluyendo al terapeuta, entra en juego
su estructura de personalidad a través de la relación que hay se establece entre ambos
protagonistas. La PDTL trata de buscar los modelos interpersonales que aparecen en la
relación paciente-terapeuta y a través de ellos producir cambios relevantes tanto a nivel
subjetivo (cogniciones y sentimientos) como en sus relaciones interpersonales.

El enfoque de P.D.T.L pone énfasis en dos aspectos : las transacciones actuales entre
paciente y terapeuta ; y el aumento de la comprensión del paciente de su papel en el
funcionamiento en su vida. Para ello el terapeuta hace uso de la díada relacional donde usa
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COMPENDIO TEORIA PSICODINÁMICA
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como principales herramientas la escucha empática, la compresión psicodin ámica de las


dificultades relacionales en el contexto de su historia personal y la clarificación de su carácter
autoderrotista. Para lograr esto además el terapeuta tendrá en cuenta las resistencias del
paciente encaminadas a hacer fracasar los esfuerzos d el terapeuta.

Los fundamentos teóricos de la P.D.T.L parten de los principios psicoanalíticos referidos a la


transferencia, la contratransferencia, la resistencia y las funciones defensivas del ego. Además
incorpora los conceptos de los teóricos psicodiná micos interpersonales como H.S.Sullivan; la
teoría de las relaciones objetales de Kernberg; las aplicaciones de la teoría del cambio
sistémico de Watzlawick, Weakland y Fish; y las ideas de una psicoterapia psicoanalítica más
activa en la linea de Alexander y French.

La P.D.T.L también ha generado un cuerpo extenso de investigación que ha comprobado su


efectividad (proyecto Vanderbilt) y ha generado un manual, todo ello en la nueva línea de los
enfoques que pretenden demostrar su efectividad.
Este enfoque se caracteriza por una serie de similitudes y diferencias respecto a la terapia
psicoanalítica tradicional y otros enfoque breves de tipo psicodinámico (Malan, Sifneos,
Davanloo, Mann..). Sus principales rasgos son:

(1) La selección de los pacientes para este enfoque no se hace tanto por el tipo de
sintomatología presentada sino mas bien por su capacidad para comprometerse en una
relación terapéutica evaluada en las entrevistas iniciales (p.e "interpretaciones de
prueba").
(2) Se busca un tema o foco dinámico sobre el que centrar el trabajo terapéutico, que a
diferencia de otras psicoterapias dinámicas centradas en temas como el foco edípico
(Sifneos), la separación (Mann), la transferencia padre -otros (Malan) o la resistencia
(Davanloo); aquí se centra en los patrones cíclicos de relaciones interpersonales.
(3) El principal área de trabajo se centra en la transferencia terapéutica; pero a diferencia de
la orientación de Malan, se considera que esta deriva no solo de las relaciones previas
con los progenitores, sino que el terapeuta tiene un rol activo en su mantenimiento actual
o su modificación.
(4) Se establecen límites iniciales de duración del tratamiento: de 25 a 30 sesiones de 1 hora
de duración.
(5) Los pacientes de las otras psicoterapias dinámic as breves son seleccionados si presentan
una formulación de sus dificultades del tipo : "En la actualidad soy una persona con un
conflicto concreto, y ese conflicto deriva de mis relaciones previas e inadecuadas con mis
padres en la infancia". Sin embargo la P.D.T.L observa que no todos los pacientes
proporcionan material histórico y actual que se adecue al anterior esquema, y que por
ello, erróneamente, se descartan para la psicoterapia. Los pacientes tienen "estilos
narrativos" personales e idiosincrásicos, subjetivos y particulares . La P.D.T.L tiene en
cuenta esas diferencias subjetivas y como ocurren en la relación terapéutica.
(6) La P.D.T.L rechaza la terminología y conceptos metapsicológicos cuya relevancia clínica es
más que cuestionable. Se trata de estar más cercano a las observaciones clínicas,
evitando en lo posible formulaciones teóricas complejas que más que acercar al terapeuta
a la relación transferencial la encubre de un aparente conocimiento irrelevante.
(7) La P.D.L.T es un enfoque que puede ser comprobado en su efectividad respecto a otros
enfoques terapéuticos y ofrece un marco de trabajo de orientación psicodinámica
adaptable a los servicios de salud mental comunitaria.

Los problemas del paciente se consideran consecuencia de unas relaciones interpersonales


inadecuadas. El aprendizaje infantil del niño a través de las relaciones interpersonales con las
personas significativas supone diversas funciones entre las que destacan: la nutrición, la
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COMPENDIO TEORIA PSICODINÁMICA
DAVID EDUARDO DÍAZ LÓPEZ

estructuración de la personalidad, la socialización básica, la culturización -que incluye la


adquisición del lenguaje y la de proporcionar modelos de identificación. Las deficiencias en
cualquiera de las anteriores áreas pueden dar lugar a trastornos neuróticos o psicóticos.

El paciente, a consecuencia de su aprendizaje infantil temprano y de su dinámica de


relación actual, posee unas expectativas irreales de sí mismo y de los demás y con frecuencia
se siente mal. Debido a la evitación de sentimientos dolorosos que se relacionan con asuntos
inacabados con las figuras significativas, esos aspectos relacionales y sus causas se excluyen
de la conciencia, aunque siguen afectándole en sus relaciones actuales. La conducta del
paciente no solo perpetúa los conflictos previos sino que también le priva actualmente de las
oportunidades de su modificación.

El niño, sin embargo no es un ser pasivo donde la influencia con sus progenit ores queda
impresa de manera mecánica y automática. Como apuntaba Freud, las fantasías del niño y los
significados que atribuye a las conductas de sus padres son muy relevantes. Le influencia por
lo tanto no solo la conducta real de sus padres sino también sus primeras teorías acerca del
significado de dichas conductas.

La actitud del terapeuta de P.D.T.L se basa sobretodo en la habilidad de escuchar.


Básicamente se trata de empatizar con el mundo interno del paciente sin ser punitivo y
evitando la compulsión a actuar sin entender la dinámica relacional.

El enfoque de trabajo de la P.D.T.L parte de la evaluación de cuatro aspectos de la


transacción interpersonal del paciente:

1º- Problemas que presenta el paciente: Quejas (síntomas) y dificultades relacionales que
presenta.
2º- Actos de uno mismo : Papel que adopta el paciente en sus relaciones interpersonales
que incluye sus sentimientos y deseos hacia otras personas significativas, sus
cogniciones (pensamientos sobre si mismo y otros) y sus con ductas (conductas hacia
otros significativos). Pueden variar en su grado de consciencia
3º- Expectativas a las reacciones de otras personas: Reacciones imaginadas de las otras
personas a los actos de uno mismo. Pueden ser conscientes, preconscientes o
inconscientes. Se formulan de la manera: "Si hago tal. El/Ella hará cual”.
4º- Actos de otras personas hacia uno mismo: Se refieren a la conducta de las otras
personas en respuesta a las acciones de uno mismo.
5º- Actos de uno mismo hacia uno mismo (introyecc ión) : Se trata a como uno se trata a si
mismo (p.e autocontrolador, autocastigador, etc) . Van conectadas a los anteriores
apartados.

De esa manera la transacción interpersonal que constituye el foco de la P.D.T.L quedaría de la


siguiente manera:

Actos de si mismo---> Expectativas sobre las reacciones de otras personas -->Reacciones


observadas en otras personas--->Introyección------------->"Cierra el circulo" .

En relación a la técnica de la P.D.T.L se centra en dos aspectos: (1) Proporcionar una


experiencia humana nueva y (2) Provocar cambios a través de esa experiencia en los
aprendizajes inadecuados que el paciente ha acarreado desde el pasado. El terapeuta trata de
identificar los "juegos inconscientes" del paciente mediante los que constru ye sus relaciones y
tratan de inducir al terapeuta a que se ajuste a ellos. El terapeuta contara para ello con tres

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COMPENDIO TEORIA PSICODINÁMICA
DAVID EDUARDO DÍAZ LÓPEZ

aspectos técnicos: (A) Una serie de guías para entender los conflictos del paciente, (B) Una
línea de guía para sus intervenciones y (C) La identificación de las resistencias y su manejo.

Con respecto a las guías para entender el conflicto del paciente se atiende a la
transferencia como la tendencia del paciente a actualizar sus conflictos emocionales a través
de la relación con el terapeuta. Aquí se trata de considerar que el paciente tiene una serie de
expectativas fijas preexistentes con las que el/ella interpreta los eventos de las relaciones. El
terapeuta hace interpretaciones en ese sentido de la transferencia, tomando como dat os los
que sucede en el ahora de la relación, las relaciones pasadas y las "alusiones a la
transferencia " (referencias del paciente gentes y situaciones externas a la relación
terapéutica, el humor del paciente, sus sueños y el ambiente emocional de las s esiones. Con
respecto a la contratansferencia, el terapeuta está atento a las reacciones emocionales que
evoca la conducta del paciente en él mismo, y las usa para aprender del conflicto del paciente.
La contratransferencia en este enfoque se refiere a las acciones y reacciones del terapeuta,
que incluyen también sus actitudes, pensamientos, conductas y fantasías hacia el paciente,
que son evocadas por las reacciones de transferencia del paciente. El terapeuta debe hacer
cierta retirada y reflexión sobre sus reacciones y como pueden estar formando parte del juego
relacional del paciente; para así poder desengancharse del mismo.

Respecto a la guía de intervenciones, la P.D.T.L el terapeuta está atento a la relación


terapéutica, usa el formato de foco re ferido anteriormente (los cuatro elementos de la
transacción) y hace conexiones interpretativas de la relación del paciente con él, siendo poco
usadas las conexiones interpretativas con relaciones externas. Básicamente la interpretación
es la herramienta técnica más importante. Las interpretaciones de este enfoque evita la jerga
psicodinámica (envidia de pene, actitud masoquista.. etc.) y se basa en datos que ambos
participantes han observado en el transcurso de la relación, siguiendo la transacción de cuatr o
elementos.

Los mayores obstáculos en la P.D.T.L provienen de la resistencia, que aquí se define como
operaciones inconscientes del paciente encaminadas a mantener una sensación de seguridad y
la evitación de temores y amenazas, todo ello regido po r creencias inconscientes sobre si
mismo y los demás. Las pistas para identificar las resistencias al trabajo de colaboración
terapéutica se encuentran en el modo en que el paciente se relaciona con el terapeuta desde la
primera sesión. Esta suele presentarse como conducta observable a través de un tema que se
suele repetir en la relación. Generalmente la resistencia se refiere a la dificultad del paciente
para ser consciente de su transferencia hacia el terapeuta. El terapeuta maneja las
resistencias estando atento a los temas cargados de afecto, donde la ansiedad del paciente
hará que este busque protección con conductas habituales (p.e enfado, abandono). El
terapeuta entonces señala estos modos como forma de evitación y búsqueda de seguridad.

También las resistencias pueden venir del propio terapeuta, si fracasa en empatizar con el
paciente o juega un papel reciproco en el juego transaccional (p.e atacando, siendo
impaciente..). Al permitir que el paciente explore y evoque sus sentimientos sobre la relación
terapéutica, el terapeuta se hace blanco de las fantasías, emociones y deseos del paciente; lo
que puede generar en él amenazas a su autoimagen y autoestima. Es común que el terapeuta
adopte entonces reacciones defensivas de tipo racionalizador como: (1) Decirle al paciente que
necesita más tiempo para establecer la relación terapéutica antes de continuar con temas tan
dolorosos, (2) Dejar de insistir en las interpretaciones de resistencia si el paciente no la
abandona, para otro momento mejor y (3) Si el paciente no responde a una interpretación de
resistencia, creer que se ha adelantado a hacerla. Recordemos, la interpretación de las
resistencias se basan en las dificultades del paciente para hacerse consciente de la

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COMPENDIO TEORIA PSICODINÁMICA
DAVID EDUARDO DÍAZ LÓPEZ

transferencia hacia el terapeuta. La propia resistencia del terapeuta se basa a su vez en una
dificultad para hacerse consciente de su contratransferencia hacia el paciente.

Por último es importante destacar ciertas afinidades entre la P.D.T.L, la psicoterapia


analítica funcional (de corte conductista radical) y la psicoterapia cognitiva interpersonal. El
elemento de la transacción paciente-terapeuta deviene como elemento central en los tres
enfoques.

- Reglas básicas de la psicoterapia dinámica de tiempo limitado de Strupp -

1. Tenga en cuenta que el objetivo de la terapia es el estilo caracterial del paciente, de como este se
relaciona con otros de modo inadaptado y crónico. Busque esos modelos de relación, teniendo primacía
como se relacionan usted y su paciente. Exponga al paciente que el foco de la terapia es su forma de
relacionarse con otros, que es donde se manifiestan sus conflictos inconscientes.
2. Pídale al paciente que en la sesión le hable de sus dificultades, pero trate de que las exponga en
términos de relaciones interpersonales, preguntandole por sus acciones -sentimientos-pensamientos-
deseos hacia los otros significativos en la relación relatada ( y la misma relación con usted) .
Preguntele también sobre sus expectativas imaginadas, que esperaba que h icieran los otros a
consecuencia de sus actos y que se dice a si mismo al final, así como las reacciones de los otros . La
secuencia seria :
Actos de si mismo-->Expectativas sobre otros-->Actos de los otros-->Actos hacia si mismo
3. Tenga en cuenta que la transferencia del paciente con usted como terapeuta actualiza conflictos
relacionales pasados . Interprete esas secuencias . Tenga en cuenta también las “alusiones indirectas a
la transferencia” (estado emocional, referencia a gente externa, sueños, etc), para hacer sus
interpretaciones.
4. Tenga en cuenta su contratransferencia : Las reacciones emocionales y de conducta que genera el
paciente en usted como terapeuta . Incluya en ellas también sus sueños, fantasías y deseos hacia el
paciente. Reflexione sobre ellas, pues le proporcionan información de como usted complementa, y
puede desconformar el estilo relacional del paciente.
5. Evite en las interpretaciones la jerga técnica, use las conexiones de las relaciones con otros y las
presentadas con usted en las sesiones.
6. Trabaje las resistencias del paciente, que normalmente tratan de evitar el hacerse consciente de su
transferencia hacia usted. Señale las maniobras de evasión y defensa del paciente sobre este tema
(p.e abandono, enfado..) .
7. Trabaje con sus propias resistencias que a menudo se van a manifestar pos su impaciencia, enfado o
cuestionamiento de su valía. A menudo usted puede adoptar las siguientes contratransferencias : (1)
Decirle al paciente que necesita mas tie mpo para establecer la relación con el, antes de trabajar temas
mas dolorosos (2) Dejar de insistir en las interpretaciones de resistencia, si el paciente se opone a ellas
y (3) Si el paciente no responde a una interpretación de resistencia, creer que se adelantó al hacerla .
8. Tenga en cuenta que la mayor fuente de resistencia deriva de las defensas del paciente y usted como
terapeuta para evitar el ser conscientes de la relación establecida .

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STEPHEN MITCHELL Y PSICOANÁLISIS RELACIONAL

RESEÑA BIOGRÁFICA:
Stephen Mitchell nace el 23 de julio de 1946, en Nueva York, Estados Unidos. Después de realizar estudios
universitarios en Historia, Arte y Letras, realiza un doctorado en Psicología Clínica en el Programa
Postdoctoral en Psicoanálisis y Psicoterapia de la Universidad de Nueva York. Durante su primer año de
formación comienza análisis personal con un analista freudiano, pero años más tarde, luego de ingresar al
Instituto William Alanson White, una academia de Psicoanálisis Interpersonal, empieza un análisis cara a
cara con un analista interpersonal. Este giro en su formación, en lugar de ser un inconveniente la enriquece
enormemente y, a la postre, nos permite entender la tarea integradora que realiza este autor dentro del
psicoanálisis.
Su producción académica lo llevó a ser uno de los principales gestores de la tradición relacional en
psicoanálisis, tanto así, que Velasco (2009) lo considera “el padre del psicoanálisis relacional” (p. 62). El
libro que escribió junto a Jay Greenberg, Object Relations in Psychoanalytic Theory (1983), así como su libro
Relational Concepts in Psychoanalysis: An Integration3 (1988), constituyen las piedras angulares del
paradigma relacional en psicoanálisis. El primero de estos libros señala Mitchell (1993a), representa un giro
que va de la comprensión de la mente como producto del conflicto entre impulsos y defensas hacia una
comprensión de la mente como producto de relaciones con los demás.
Además, dentro de su obra se encuentran los libros Hope and Dread in Psychoanalysis (1993), Influence and
Autonomy in Psychoanalysis (1997), Relationality: From Attachment to Intersubjectivity (2000), Can Love Last?
The Fate of Romance over Time (2001) y el libro escrito junto a Margaret Black, Freud and Beyond: A History
of Psychoanalytic Thought4 (1996).
Stephen Mitchell fue también el fundador y primer editor de la revista Psychoanalytic Dialogues y participó en
la creación de la Asociación Internacional para la Psicoterapia y el Psicoanálisis Relacional (iarpp por sus
siglas en inglés), hasta el día de su muerte el 21 de diciembre del año 2000, cuando tenía 54 años de edad.
Lamentablemente, su muerte se produjo en un momento fecundo de su carrera debido a una falla cardiaca.
Mitchell censuraba las visiones totalitarias tanto en la política como en la ciencia, y esa circunstancia se ve
reflejada a lo largo de toda su obra, en la que aparecen fuertes críticas a las teorías de los autores
psicoanalíticos más influyentes: D. Winnicott, M. Klein, O. Kernberg y, por supuesto, Sigmund Freud (Mitchell,
1993a; Mitchell, 1993b; Mitchell, 1997; Mitchell & Black, 2004). Eso sin contar con la fascinación que sentía
Mitchell por la obra de autores que en su momento fueron grandes disidentes de la tradición, tales como
Fairbairn, Sullivan y Fromm
Como epistemólogo realizaba un trabajo arqueológico a las construcciones de autores psicoanalíticos,
develando las piezas fundamentales de sus teorías, y como terapeuta, acompañaba estos descubrimientos
con ilustraciones clínicas de su propia experiencia.
Mitchell, como lo dice Ariel Liberman (2007), también fue un creador de puentes en el psicoanálisis. Por
medio de la creación del concepto de matriz relacional logró una integración selectiva de diversas teorías,
dejando aparte otras que no son afines a este modo de organización. De esta manera, incluye dentro de las
teorías relacionales a la Teoría de las Relaciones Objetales, al Psicoanálisis Interpersonal, a la Psicología del
Self y a algunas versiones de la Psicología del Yo, como la de Spitz y Mahler; y deja por fuera, las teorías
psicoanalíticas clásicas, basadas en el concepto freudiano de pulsión (Mitchell, 1993a). Esta elucidación de
Stephen Mitchell, sumada a otros factores que serán desarrollados más adelante, constituye el inicio de un
giro epistemológico dentro del psicoanálisis, el paradigma relacional.

ORIGEN DE UN NUEVO PARADIGMA: EL PSICOANÁLISIS RELACIONAL


La orientación relacional en psicoanálisis ha sido una de las principales versiones alternativas a la teoría
freudiana clásica, y Stephen Mitchell fue tal vez el precursor más importante de este nuevo movimiento

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psicoanalítico. Sin embargo, como él mismo lo explica (Mitchell & Black, 2004), el movimiento relacional ha
sido una construcción conjunta y no la labor de un solo pensador; un claro contraste frente a lo que fue el
psicoanálisis en sus orígenes, cuando se basaba casi exclusivamente en los aportes de Freud. Algunos
autores (Liberman, s/f b) incluso han planteado que lo que se conoce como Psicoanálisis Relacional tiene
que ver más con una serie de preguntas y cuestionamientos que acerca de un conjunto de respuestas
particulares a estos.
Ahora bien, para que el lector se haga a una idea acerca de los orígenes de este nuevo movimiento, quiero
presentar, siguiendo el recorrido trazado por Lewis Aron (2001), un breve repaso de las situaciones más
importantes dentro de su historia en los Estados Unidos, país en el que convergen gran parte de los autores
más representativos del Psicoanálisis Relacional (Rodriguez-Sutil, 2007).
Antes de los años sesenta el medio psicoanalítico norteamericano estaba dominado por el enfoque
estructural freudiano y el de la Psicología del Yo (Anna Freud, Heinz Hartmann, etc.). A partir de esos años
se empezaron a introducir diferentes escuelas como la Teoría de las Relaciones Objetales del grupo inglés
independiente (Winnicott, Fairbairn, etc.) y la Psicología del Self de Heinz Kohut. Además, la Psicología del
Yo cambió varias de sus consideraciones, de la mano de Loewald y Roy Schafer, autores norteamericanos
contemporáneos que realizan importantes críticas y variaciones a la teoría. También creció la tradición
perteneciente al Psicoanálisis Interpersonal, movimiento que siguió las contribuciones de Harry Stack
Sullivan, Erich Fromm, y otros. Más tarde, en los años setenta el Programa Postdoctoral Psicoanalítico de la
Universidad de Nueva York se dividió en dos grupos (tracks), uno Freudiano y uno Interpersonal-Humanista
que agrupaba las teorías del Psicoanálisis Interpersonal. Por esta misma época entre los años setenta y
ochenta empieza a tomar fuerza una nueva escuela dentro del psicoanálisis, la Psicología del Self. Esta
nueva escuela fue motivo de intenso debate e introdujo nuevas ideas frente a la práctica: extendió el rango
de pacientes susceptibles de análisis; hizo nuevos arreglos conceptuales acerca del problema del narcisismo
y le quitó connotaciones moralistas; introdujo serios cuestionamientos a la metapsicología clásica; y, con el
énfasis que dio al concepto de empatía, introdujo importantes cambios en la práctica clínica, lo cual abrió
nuevas formas de pensar la contribución del analista a lo que experimenta el paciente en la relación (lo que
en la teoría pulsional se denomina transferencia).
Además, a la aparición de estas nuevas escuelas, teorías y autores dentro del psicoanálisis, se sumó que el
contexto norteamericano también estuvo influido por algunos de los desarrollos intelectuales y
epistemológicos de la época, como la hermenéutica contemporánea, el postmodernismo, el
postestructuralismo, el construccionismo social y el feminismo.
De esta manera, lo que encontraron Stephen Mitchell y Jay Greenberg (1983) es que todos esos avances
dentro del campo psicoanalítico, junto a esos nuevos desarrollos epistemológicos, estaban apuntando a una
dirección similar: un paradigma relacional. Y en este sentido, se organiza en 19887 un nuevo grupo del
Programa Postdoctoral Psicoanalítico de la Universidad de Nueva York, el grupo ‘Relacional’. Con esta
denominación se busca ampliar el objeto de estudio del psicoanálisis, al integrar las dimensiones externas e
internas de la relación con los otros (lo interpersonal y lo intrapsíquico), las cuales habían sido tratadas de
manera dicotómica tradicionalmente (Bedoya, 2012).
Entonces, con la creación de ese nuevo grupo, puede decirse que se asientan las primeras piedras del
Psicoanálisis Relacional. Pero ahí no termina todo, a partir de entonces se han venido desarrollando
importantes aportaciones dentro de esta nueva tradición. Acogiéndonos a lo presentado por Lewis Aron
(1996), algunos de las obras fundacionales de esta nueva tradición Relational Concepts in Psychoanalysis:
an integration (1988), de Stephen Mitchell. En ese texto, el autor postula un arreglo conceptual que le permite
integrar selectivamente un grupo de teorías de diferente procedencia dentro del psicoanálisis y presenta su
propia versión de un modelo relacional.
• The Bonds of Love. Psychoanalysis, Feminism, and the problem of Domination (1988), de Jessica
Benjamin. Libro que además de desarrollar un enfoque psicoanalítico feminista, enfatiza en la
necesidad de que la teoría psicoanalítica incluya perspectivas intrapsíquicas e intersubjetivas.

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COMPENDIO TEORIA PSICODINÁMICA
DAVID EDUARDO DÍAZ LÓPEZ

• La publicación en inglés, en 1988, del Diario Clínico de Sándor Ferenczi, quien ha sido una
importante influencia para muchos de los psicoanalistas que siguen una perspectiva relacional en
psicoanálisis.
• Credo: The Dialectics of One-Person and Two-Person Psychologies (1989), escrito por Emmanuel
Ghent. Este libro resalta la necesidad de dos perspectivas dentro del modelo relacional, la
perspectiva de una persona y la de dos personas.
Además, el establecimiento en 1991 de Psychoanalytic Dialogues: The International Journal of Relational
Perspectives sirvió para tejer redes entre analistas relacionales, resaltó el interés por el modelo relacional
dentro del psicoanálisis y generó un espacio de debate entre la variedad de enfoques del mismo. Y la
creación de la Asociación Internacional para la Psicoterapia y el Psicoanálisis Relacional (iarpp, por sus
siglas en inglés), en el 2001, sirvió para consolidar una identidad alrededor de esta tradición emergente y
para explorar similitudes y diferencias frente a otros enfoques en psicoanálisis y en psicoterapia.
Ahora bien, el Psicoanálisis Relacional ha tenido buena acogida en países de habla hispana como España
(Velasco, 2009) y Chile, país que organizó la conferencia internacional de la International Association for
Relational Psychoanalysis and Psychotherapy (iarpp) en 2013; pero ha sido poco el impacto que esta
tradición ha tenido en Colombia, país en el que el movimiento psicoanalítico ha tenido gran influencia de la
escuela francesa, pero muy poca de otras tradiciones como el Psicoanálisis Interpersonal, la Teoría de las
Relaciones Objetales o la Psicología del Self. Sin embargo, gran parte de estas teorías son estudiadas dentro
de lo que se conoce en el contexto colombiano como Psicología Dinámica (Vanegas, 2006; Bedoya, 2012,
Andrade, 2011).

STEPHEN MITCHELL Y EL PARADIGMA RELACIONAL


Como se mencionó en el apartado anterior, la obra de Stephen Mitchell tuvo mucho que ver con la creación y
consolidación del movimiento relacional en psicoanálisis. El propósito, entonces, en este apartado, será
realizar una revisión del trabajo del autor y concentrarnos en los conceptos que tuvieron un mayor impacto
para el desarrollo del movimiento relacional.
Uno de los más grandes aportes de Mitchell al psicoanálisis y a la psicoterapia fue la construcción de un
marco conceptual que permite integrar selectivamente teorías provenientes de diferentes escuelas, de tal
manera que estas coincidieran en un aspecto fundamental: la consideración de que el psiquismo se
constituye a partir de una matriz relacional. Esto implica que todos los fenómenos psíquicos y los
comportamientos humanos (sexualidad, agresividad, afectividad, motivación, miedo, etc.) son entendidos,
desde esta mirada, como experiencias interactivas, en las que los otros -internos y externos- ocupan un lugar
esencial y constitutivo, diferente a perspectivas individualistas de la mente que plantean la existencia de
factores innatos (pulsión p. ej.) como causas del comportamiento (Mitchell, 1993a).
Para Mitchell, el modelo pulsional es incompatible con el modelo relacional, pues están basados en
concepciones epistemológicas y políticas diferentes. Dicen Greenberg y Mitchell (1983) que toda teoría
científica se presenta inscrita en un determinado contexto social y político, y que las tradiciones filosóficas
que subyacen al modelo pulsional y al modelo relacional son profundamente distintas. El primer modelo, cuyo
principal exponente es Freud, está basado en una idea del hombre como ser individualista. Un Homo homini
lupus (Un hombre lobo para el hombre, siguiendo a Hobbes) con deseos esencialmente personales
(pulsiones) que se enfrentan a los ideales y mandatos culturales.
La teoría de Freud sobre las pulsiones presenta una visión pujante de la naturaleza y la experiencia humanas;
nos define como un conglomerado de tensiones asociales y físicas representado en la mente por urgentes
deseos sexuales y agresivos que pugnan por expresarse. Vivimos en el choque de estos deseos con las
exigencias secundarias y más superficiales de la realidad social (…) La búsqueda analítica clásica implica el
descubrimiento de los impulsos infantiles instintivos y la posterior renuncia a ellos (Mitchell, 1993a, p. 13).

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En cambio, para el modelo relacional, basado en planteamientos de Fairbairn, Winnicott, Kohut, Mahler,
Sullivan, Fromm, entre otros, el hombre es un ser que busca satisfacción no solo a través, sino al
interior, de la comunidad humana. El hombre, desde esta perspectiva, encuentra placer en la relación con
los otros seres humanos; relacionarse con los demás es una necesidad y un fin en sí mismo. Por eso,
plantea Mitchell que:
[Las teorías del modelo relacional] no nos describen como un conglomerado de impulsos de origen físico,
sino como si estuviéramos conformados por una matriz de relaciones con los demás, en la cual estuviéramos
inscritos de manera inevitable, luchando simultáneamente por conservar nuestros lazos con los demás y por
diferenciarnos de ellos. Según este punto de vista, la unidad básica de estudio no es el individuo como
entidad separada, cuyos deseos chocan con la realidad exterior, sino un campo de interacciones dentro de la
cual surge el individuo y pugna por relacionarse y expresarse. El deseo siempre se experimenta en el
contexto de la relación, y este contexto define su significado. La mente está compuesta de configuraciones
relacionales. La persona solo es inteligible dentro de la trama de sus relaciones pasadas y presentes. La
búsqueda analítica implica el descubrimiento, la participación, la observación y la transformación de estas
relaciones y de sus representaciones internas (1993a, p. 14).
En el modelo pulsional la mente es monádica: las pulsiones (energías internas) constituyen su contenido.
Para el modelo relacional la mente es diádica e interactiva: sus contenidos se construyen a través de las
interacciones con los demás (Mitchell, 1993a; Sassenfeld, 2012).
Pese a lo anterior, es necesario aclarar que ninguno de estos modelos es ingenuo al desconocer la influencia
de factores genéticos o ambientales para la vida psíquica; el modelo pulsional no es solipsista pues tiene en
cuenta el ambiente como medio en el que, con mayor o menor dificultad, se despliega el potencial pulsional
de un individuo, y el modelo relacional no es radicalmente ambientalista, pues reconoce el papel que
desempeñan los procesos orgánicos a la hora de interactuar con el medio social. Sin embargo, la diferencia
está dada por los acentos que pone cada uno de estos modelos, por el lugar protagónico o secundario que
asigne a lo relacional en la configuración de la mente humana (Mitchell, 1993a).
Un claro ejemplo de la diferencia entre estos dos modelos lo evidencia la comparación entre la teoría
psicosexual freudiana y la teoría del apego de John Bowlby. Para la primera teoría, el bebé se relaciona con
su madre o cuidador luego de que se encuentra con que esta lo alimenta; es decir, la relación con la madre
es solo un medio para conseguir la satisfacción de su necesidad de alimentarse, pero aquella (la relación) no
constituye una necesidad en sí misma; lo mismo daría que un biberón o una máquina surtidora le dispensara
el alimento, porque al final es esto lo que al niño le interesa. En contraste, la teoría del apego postula que el
bebé busca de manera urgente, además del alimento, la relación con la madre o el cuidador. La relación, en
este sentido, no es solo un recurso, sino que es en sí misma una necesidad prioritaria para el ser humano. Y
esta concepción del hombre, no sobra decirlo, está basada en los experimentos etológicos realizados por
Harry Harlow (Marchesi, Carretero & Palacios, 1984) y en las observaciones de niños institucionalizados,
realizadas por René A. Spitz durante la primera mitad del siglo xx. Recordemos que en los estudios de
Harlow se muestra cómo una cría de mono macaco prefiere (pues pasa mucho más tiempo allí) la compañía
de su “madre” de felpa que no tiene biberón, a la provisión alimentaria que le brinda una de alambre. Y por su
parte, entre las conclusiones más importantes que se encuentran en los estudios de Spitz (2013), está la idea
de que los niños pequeños que se encuentran institucionalizados (niños huérfanos producto de la guerra),
crecen con un desarrollo precario, e incluso pueden llegar a morir, si los cuidadores que ocupan esta función
no establecen una relación afectiva con ellos. Es de resaltar que a estos niños que presentan Síndrome de
Hospitalismo se les satisfizo todas sus “necesidades básicas”, como son la alimentación y el abrigo, pero no
se les brindó un contacto afectivo cercano. De esta manera podemos concluir que los seres humanos pueden
morir por falta de apego, por falta de un contacto afectivo con otro ser humano.
Entonces, para retomar el punto señalado por Mitchell, queda la idea de que el marco conceptual
desarrollado por este autor incluye aquellas teorías psicoanalíticas que se sostienen sobre la base de que la
principal motivación humana es una motivación esencialmente relacional.

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COMPENDIO TEORIA PSICODINÁMICA
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Por otra parte, es importante señalar que tal elaboración hace parte de un giro epistemológico mucho más
amplio que se presentó también en la antropología, en la lingüística y en otras áreas del saber (Sassenfeld,
2012; RodriguezSutil, 2007; Coderch, 2001). Ese giro hace referencia al hombre en general y a la mente en
particular:
La mente que se consideraba un conjunto de estructuras predeterminadas que surgían del interior de un
organismo singular, ha recibido una nueva definición y ahora se cree que constituye modelos de
transacciones y estructuras internas derivadas de un campo interactivo e interpersonal (Mitchell, 1993a, p. 29,
cursiva del original).
Esta definición hace parte de lo que se conoce como Teoría Social de la Mente. En Psicoanálisis, esta teoría
toma cuerpo en diferentes escuelas o corrientes, como son el Psicoanálisis Interpersonal, la Escuela
Británica de las Relaciones Objetales, la Psicología del Self y el Psicoanálisis Existencial. El gran aporte de
Mitchell fue integrar estas teorías bajo un único arreglo, el de la matriz relacional, y sentar las bases para una
nueva tradición: el Psicoanálisis Relacional.
La matriz relacional
La matriz relacional es un arreglo conceptual que Mitchell introduce (1993a) para definir el objeto de estudio
del Psicoanálisis Relacional y para facilitar la categorización de diferentes teorías dentro del Psicoanálisis y la
Psicología en general. Se trata de un concepto orientador que permite integrar o excluir estas teorías en el
marco de un modelo relacional.
El término ‘matriz’ es polisémico, de tal manera que nos remite tanto al órgano reproductor femenino, como a
una zona de almacenamiento de variables o elementos. En este caso, la palabra es usada por Mitchell para
dar cuenta de la gestación de la mente humana, la cual estaría constituida por variables relacionales,
representaciones que se construyen interactivamente a través del contacto con otros. En síntesis, la mente
sería una matriz constituida por variables relacionales. Y lo que Mitchell encuentra (1993a) es que los
avances más importantes en psicoanálisis han partido de esta idea, pero se han desarrollado como teorías
aisladas, ocupándose de alguna de las tres dimensiones de esa matriz: el sí mismo, el objeto o el campo
interactivo.
Para entender un poco mejor de qué se trata, digamos brevemente que el sí mismo está referido a las
representaciones que un sujeto tiene sobre sí mismo (p. ej. “yo soy generoso”, “yo soy miserable”, “yo
soy superior a los demás”, etc.); el objeto es el conjunto de representaciones que tiene ese mismo
sujeto acerca de algún otro significativo para él (p. ej. “mi padre es dominante”, “mi novio es amoroso”, “el
otro es sumiso”, etc.); y el campo interactivo está referido a los patrones o esquemas transaccionales
que se presentan entre el sujeto y algún otro significativo con el que se relacione (p. ej.
comportamientos de dominio de uno sobre otro, conductas agresivas entre ambos, etc.).
La matriz relacional, entonces, como aparece en la figura 1, estaría conformada por esas tres dimensiones,
que, además, están en permanente interconexión.

Campo
Interactivo

Matriz Relacional

Sí Objeto
mismo
Figura 1. Dimensiones de la matriz relacional

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Ahora, retomando lo descubierto por Mitchell (1993a), se encuentra que de la dimensión del sí mismo se han
ocupado principalmente Heinz Kohut y Donald Winnicott, autores destacados de la Psicología del Self y de la
Escuela Británica de las Relaciones Objetales respectivamente. Ellos plantean que la motivación fundamental
en la experiencia humana es la búsqueda y conservación de la identidad (la pregunta por el quién soy yo), la
cual se reconoce, y pasa por las relaciones con los demás.
De la dimensión del objeto, se ha ocupado de manera privilegiada la Teoría de las Relaciones Objetales, en
donde Melanie Klein y Ronald Fairbairn son autores representativos. Uno de los conceptos nucleares de
esta teoría es el de repetición, el cual fue postulado por Freud y luego redefinido por otros autores del
campo psicoanalítico. Para Fairbairn, por ejemplo, los seres humanos tendemos a repetir un cierto patrón
relacional: buscamos y conservamos una determinada manera de relación con otros, similar a aquella que
establecimos con cuidadores o personas que fueron significativas para nosotros. Desde esta mirada,
entonces, la forma que toma ese otro es el eje central de la vida psíquica del individuo.
Finalmente, de la dimensión del campo interactivo se han ocupado teóricos del desarrollo como John
Bowlby Daniel Stern, y teóricos del Psicoanálisis Interpersonal como Harry Stack Sullivan. Estos autores
consideran central para la indagación analítica tratar de responder a la pregunta por cómo son las
interacciones del individuo; y estudian empíricamente los tipos de conducta interactiva que establecen los
infantes con sus cuidadores.
Ahora bien, dados estos tres grandes grupos de escuelas psicoanalíticas, que por razones históricas y
políticas trabajaron de manera independiente, a pesar de que en sus teorías subyacían premisas que les
eran comunes, Mitchell propone un arreglo conceptual que permite integrarlas, la matriz relacional. Este
concepto posibilita la inclusión de las tres dimensiones de la relación (el sí mismo, el objeto y el campo
interactivo), así como las preguntas y postulados que las acompañan. Precisamente, el descubrimiento que
hizo este autor fue encontrar la complementariedad de algunas teorías psicoanalíticas que históricamente
habían mantenido una relación de exclusión.
Algo importante que aparece en Mitchell, dice Aron (2001), es la amplia lectura que realiza de los distintos
autores. Este mismo respeto por las ideas ajenas es lo que le permite realizar una integración selectiva de
conceptos, contrario a lo que la mayoría de críticos realiza: leer superficialmente un autor y tratar de
encontrar rápidamente sus puntos débiles y desde ahí marcar la diferencia con respecto a su propia teoría. Y
aunque en esa integración se reconoce lo distinto, se hace énfasis en lo que hay de común; un enfoque que
probablemente Mitchell heredó de Harry Stack Sullivan, uno de sus maestros intelectuales.
Ahora bien, después de observar de qué se trata el concepto de matriz relacional, pasemos a revisar algunos
de los modelos que se derivan de este constructo.
El modelo del conflicto relacional y otros modelos en psicoanálisis
Después de abrir la puerta a la integración de diferentes teorías relacionales en psicoanálisis, Mitchell
avanza un poco más la discusión epistemológica y plantea su propio modelo relacional (1993a). Él recoge
algunos de los postulados de autores relacionales, pero toma distancia de otros, y de esta manera presenta
su propio enfoque clínico, el cual denomina modelo del conflicto relacional. Pero antes de hacerlo, nos
muestra dos modelos que le preceden: el modelo pulsional y el modelo de la detención del desarrollo.
El primero, el modelo clásico, fue desarrollado por Freud, y en este se plantea que los seres humanos
nacemos y vamos desplegando impulsos (pulsiones) que buscan descarga y que tienden hacia el placer. 11
Para este modelo, las motivaciones psíquicas responden a una etiología orgánica, es decir, se derivan de
una dotación genética que es inherente a la persona; y el medio social simplemente es un lugar que posibilita
su despliegue. Aunque Freud se vio avocado en un primer momento a pensar en el trauma real12 como la
causa de las neurosis y demás afectaciones mentales, se decidió por una teoría metapsicológica que plantea
la existencia de fuerzas biológicas (pulsiones) que hacen parte de la naturaleza del individuo y que se
constituyen en causa del conflicto psíquico de su portador; recordemos que para Freud “la anatomía es el
destino” (2004, p. 185). En su teoría de la sexualidad, la persona viene con una predisposición para anclarse
en alguno de los estadios del desarrollo: oral, anal, fálico o genital, siendo de mayor gravedad la
psicopatología cuanto más primario sea el estadio del desarrollo “elegido” por el sujeto y por sus
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DAVID EDUARDO DÍAZ LÓPEZ

posibilidades de satisfacción en el afuera. El conflicto, entonces, desde esta teoría, nace de la dificultad que
se presenta para dar satisfacción a estas pulsiones en el afuera, ya sea debido a impedimentos sociales o a
la posterior internalización de estas prohibiciones en el superyó.
El segundo modelo, el de la detención del desarrollo, pertenece al grupo de modelos relacionales y
parte de las teorías de Heinz Kohut y Donald Winnicott. Este modelo plantea que las dificultades
psicológicas parten de la precaria satisfacción de las necesidades relacionales de la persona por parte de su
medio ambiente (padres, cuidadores, etc.). Desde esta perspectiva, el individuo es un ser pasivo, “más
botánico que zoológico, preconflictivo, inocente. En circunstancias normales, se perfila como un bebé (…)
que busca pacíficamente las condiciones necesarias para desarrollarse, como una planta que sigue la luz”
(Mitchell, 1993a, p. 155). El individuo, en el modelo de la detención del desarrollo, es un ser rousseauniano
que nace bueno y que se corrompe en sociedad; es un ser idealizado pues no se reconocen sus propios
aportes al conflicto interpersonal. Además, hay un cierto carácter rígido en esta teoría, pues se considera que
el desarrollo se detiene ante la falta de provisión ambiental en un momento de la infancia, de allí en adelante,
las necesidades relacionales se paralizan y la persona ya no vive de manera plena, hasta que encuentre un
medio ambiente relacional que se sintonice con esas necesidades primarias y las satisfaga.
En este escenario Mitchell plantea una tercera posibilidad, la del modelo del conflicto relacional. Este
modelo toma algunos elementos de sus predecesores: del modelo pulsional retoma su consideración sobre la
naturaleza conflictiva de lo psíquico y del modelo de la detención del desarrollo, su consideración sobre lo
relacional como motivación fundamental en la experiencia humana. El modelo del conflicto relacional hace
parte de las teorías psicodinámicas, pues reconoce que los contenidos mentales (en este caso de naturaleza
relacional) se encuentran en conflicto, en tensión, por tanto, lo psíquico debe ser entendido como el producto
de esa tensión. Dice Mitchell:
El modelo pulsional concede gran importancia al conflicto entre las defensas y las pulsiones; después, la
teoría estructural destaca la importancia del conflicto entre las entidades psíquicas del ello, el yo y el superyó.
El modelo de la detención del desarrollo resta importancia al conflicto para dársela a la expresión de
necesidades de desarrollo y de provisiones ambientales que se consideran imprescindibles para el
crecimiento psicológico. La tercera opción, que se expone en estos capítulos, es la del modelo
relacional y el conflicto que, igual que el modelo pulsional, considera que la pugna psicodinámica esencial
de la experiencia humana implica conflictos entre fuertes deseos, anhelos y temores. Empero, como el
modelo de la detención del desarrollo, considera que los elementos básicos de la mente son configuraciones
de relaciones, no derivados pulsionales. En el modelo relacional y el conflicto, los antagonistas de los
conflictos psicodinámicos medulares son las configuraciones de las relaciones, las inevitables
pasiones conflictivas que surgen en cualquier relación y las exigencias contrarias, por fuerza
incompatibles, de las diferentes relaciones e identificaciones significativas (1993a, p. 22).
Mitchell observa que el modelo pulsional tiene presente el conflicto intrapsíquico, pero en último término lo
refiere a contenidos inherentes a la persona (pulsionales); y que el modelo de la detención del desarrollo
privilegia el componente relacional de lo psíquico, pero no reconoce su naturaleza conflictiva. En el modelo
de Mitchell, el conflicto es inherente a las relaciones. En ellas ganamos y perdemos cosas, pues los seres
humanos nos movemos en la frontera de la conservación de la identidad y de la fusión con el otro: si me
acerco mucho a mí mismo me alejo del otro, y si me acerco mucho al otro me alejo de mí.
Ahora bien, para sintetizar, el modelo del conflicto relacional considera que los contenidos mentales
se constituyen a partir de una matriz relacional y que el conflicto es connatural a esos contenidos,
pues nos movemos en los límites de la integración y la individuación. Sin embargo, después de revisar
las diferencias entre el modelo pulsional y los modelos relacionales, es importante aclarar que su distinción
no se ajusta simplemente a la dicotomía entre lo biológico frente a lo social, es decir, no se trata de hacer una
identificación simple del modelo pulsional con teorías biologicistas de la mente y del modelo relacional con
teorías sociales o ambientalistas de la mente. Ambos modelos son interaccionistas en el sentido de que dan
importancia a ambas dimensiones humanas, la biológica y la social, sin embargo, el énfasis de cada teoría sí
está en una u otra de estas dimensiones. El modelo pulsional considera que “la anatomía es el destino”
(Freud, 2004, p. 185) y que el ambiente (las relaciones) solo es una posibilidad para desplegar esa
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COMPENDIO TEORIA PSICODINÁMICA
DAVID EDUARDO DÍAZ LÓPEZ

predisposición innata. El modelo relacional, en cambio, tiene en cuenta la existencia de un temperamento y


un cuerpo con unas funciones establecidas, el cual determina la aparición de una matriz relacional, pero
considera que ese equipamiento biológico toma significado y se configura en un contexto social (Mitchell,
1993a).
En el modelo de Mitchell no existen significados a priori (pulsiones p. ej.), sino adaptaciones evolutivas
que se van configurando a partir de un contexto relacional. Así mismo, la satisfacción de impulsos
sexuales y agresivos (procesos que hacen parte del equipamiento biológico humano) no es entendida como
fin en sí misma, sino como medio de satisfacción de necesidades relacionales. Es un giro teórico que W.
R. D. Fairbairn ya había planteado: la libido no busca el placer, sino al objeto (2001).
Lo biológico inicia el movimiento, pero una vez que la rueda se empieza a mover, el contexto social hace
emerger contenidos novedosos, que modifican y dan sentido a ese primer impulso.
En el modelo de las relaciones, la biología y los procesos interpersonales constituyen ciclos perpetuos de
influencia mutua. La evolución del humano ha generado un animal cuya necesidad de desarrollo cultural y su
gran capacidad para lograrlo rectifica su propia naturaleza biológica. El cuerpo contiene procesos mentales
que se efectúan en un contexto social, el cual a su vez define los significados subjetivos de las partes y los
procesos corporales, que vuelven a moldear la vida mental (Mitchell, 1993a, p. 16).
Precisamente el concepto de matriz relacional pretende mostrar ese movimiento dialéctico que se presenta
en el psiquismo, integrando polos que tradicionalmente han sido considerados opuestos, pero que hacen
parte de una misma experiencia (Bedoya, 2012; Sassenfeld 2012)

Las personas están incluidas desde su origen en una "matriz relacional", pasada y presente, que dirige y
modula el desarrollo de su personalidad. Los seres humanos nacen y viven en relación, desde la trama de
sus interacciones precoces (pre, peri y postnatales) su historia de vida personal es inseparable de los
contextos sociales, culturales y familiares en los que están incluidos. Desde esta premisa, la psicoterapia
psicoanalítica relacional es una perspectiva contemporánea desarrollada por clínicos con interés genuino en
no descuidar la atención clínica a las necesidades de los pacientes, sin sacrificarlas a la investigación, las
teorías y sus "ortodoxias". La subjetividad del analista, a través de su implicación personal juega un papel
principal en el tratamiento, que se despliega mediante procesos de mutualidad y reconocimiento que no
niegan ni la diferencia de los roles ni su asimetría funcional, ni por supuesto cuestiona la ética esencial del
encuentro con el otro: ceder al otro, para reconocerlo en plena calidad empática. Esta perspectiva reconoce
que paciente y analista pertenecen a un contexto social que les determina, y acepta el cuestionamiento de
los significados sociales e ideológicos de la intervención psicoterapéutica. En este trabajo se examinan
detenidamente las principales tendencias que convergen esta perspectiva desde la mitad del siglo XX
(Fairbairn, Sullivan, Kohut, Winnicott, Pichon-Rivière), hasta su integración en uno de las áreas de innovación
más vigorosas en la psicoterapia actual, a partir de la labor integradora de Stephen A. Mitchell. Finalmente se
describen las principales características teóricas y técnicas que aporta este enfoque para el trabajo clínico.

Cuestiones conceptuales

En este trabajo se presentan los conceptos y propuestas teóricas y técnicas que fundamentan el enfoque
contemporáneo conocido como Psicoterapia Psicoanalítica Relacional. Iniciaremos esta exposición con
algunas precisiones conceptuales:

- Con el término “Relacional” nos referimos a poner especial atención sobre el impacto que las relaciones
humanas tienen en la génesis y dinámica de la actividad mental, configurada como una psicología bi-
personal, en la que el impacto del observador sobre lo observado es continuo e inevitable. Se configura un
campo o sistema relacional amplio en el que los fenómenos psicológicos cristalizan y emergen, en el cual la
experiencia es continua y mutuamente compartida y se organiza de forma recíproca, aunque no se pueda
conocer directamente la experiencia del otro ni establecer cual es más verdadera, ambas lo son, por
contradictorias que parezcan.
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COMPENDIO TEORIA PSICODINÁMICA
DAVID EDUARDO DÍAZ LÓPEZ

El objeto del PSICOANÁLISIS RELACIONAL es la transformación de los principios


organizadores inconscientes o modelos operativos internos que tiene el paciente y que rigen su
actividad y la experiencia de sí mismo y de los otros, por otros más adaptativos y flexibles. Estos
modelos se originan y desarrollan en el campo intersubjetivo del paciente con sus figuras de apego y cuidado
infantil, y se actualizan y transforman en sus relaciones actuales y en la relación terapeuta-paciente.

- “Psicoterapia Psicoanalítica Relacional” es la faceta clínica del Psicoanálisis contemporáneo que


modifica la técnica clásica incluyendo al terapeuta como participe determinante, usando como método
principal la observación profunda de la dinámica intersubjetiva bidireccional que tiene lugar en el
encuentro y la conversación clínica; escoge sus focos con el objetivo global de lograr cambios
estructurales en los patrones organizadores inconscientes de ambos partícipes, ampliando la calidad y
funcionalidad de sus respectivas matrices relacionales. Implica una epistemología bi-personal que asume la
intensa influencia de la conducta y personalidad de ambos (el llamado paciente y el llamado terapeuta,
determinándose recíprocamente, desplegando ambos sus modelos de “estar con”, tanto dentro como fuera
de la sesión.
En la aproximación psicoanalítica contemporánea constatamos la articulación dialéctica de dos
tradiciones teóricas principales:
1) La que pone el foco en la dinámica intrapsíquica, concebida como representaciones mentales y
fantasías del sujeto de las pulsiones; y
2) La que detecta y da relevancia decisiva a la influencia del ambiente relacional en la
constitución de la subjetividad.

Freud es punto de partida de ambas líneas de pensamiento y harán falta rupturas y sucesivas
generaciones para que el psicoanálisis devenga sensible a procesar el impacto de numerosas influencias: la
teoría de las relaciones objetales (Fairbairn); la tradición culturalista e interpersonal (Sullivan); las líneas de
pensamiento independientes que ya trazó Ferenczi y que renaciera en Balint o Winnicott; todo ello seguido
de otras oleadas, la ruptura de Kohut con su primera época de rígido freudismo y su propuesta sobre el Self y
el narcisismo; también el Psicoanálisis leído como Psicología Social (Pichon Rivière) o las más recientes
incursiones críticas construccionistas que incorporan las perspectivas del lenguaje y el género (de Loewald a
Benjamin), todo convergerá en Stephen A. Mitchell, el aglutinador del pensamiento relacional, un
pensamiento que no tapará, siendo así un modelo de autor que abre nuevas perspectivas sin negar las ricas
influencias que las construyeron.

A modo de resumen, las figuras 2 y 3 muestra las trayectorias y los nuevos conocimientos que van
constituyendo este giro relacional del psicoanálisis, y las diferentes perspectivas que lo integran.

Figura.2

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COMPENDIO TEORIA PSICODINÁMICA
DAVID EDUARDO DÍAZ LÓPEZ

Figura.3

ELEMENTOS CONSTITUTIVOS DE LA PERSPECTIVA RELACIONAL EN PSICOTERAPIA


PSICOANALÍTICA

Entre las premisas que definen la perspectiva relacional en psicoanálisis y psicoterapia psicoanalítica están
las siguientes:

- Las personas están incluidas desde su origen en una “matriz relacional”, pasada y presente, que
dirige y modula el desarrollo de su personalidad. Los seres humanos nacen y viven en relación, desde la
trama de sus interacciones precoces (pre, peri y postnatales) su historia de vida personal es inseparable de
los contextos sociales, culturales y familiares en los que están incluidos.

- La subjetividad es la resultante de la matriz relacional o trama vincular integrada por la historia de


experiencias de las relaciones significativas a través de los contextos vividos. La experiencia psíquica
y los procesos mentales pasan a ser considerados el producto de la influencia recíproca entre el sujeto y los
otros en el contexto intersubjetivo bidireccional (formados en la intercomunicación de mundos de experiencia
recíprocamente interactuantes), articulados en principios organizadores inconscientes, tramas
interfantasmáticas intersubjetivas, y no como mero resultante de la actividad inconsciente derivada de los
conflictos pulsiones-defensas.

- Lo intrapsíquico y lo interpersonal se determinan recíprocamente, pero se asume que lo intrapsíquico se


constituye mediante la internalización de experiencias interpersonales.

Estas experiencias interpersonales internalizadas están mediatizadas biológicamente, y se articulan en una


subjetividad que es inevitablemente intra, inter y trans-subjetiva.

- La trama psíquica se teje sobre los conocimientos relaciones implícitos que derivan de la matriz de
relaciones precoces, incluyendo progresivamente nodos conflictivos derivados de escenarios
deprivadores o que exigen una sobreadaptación compensatoria de déficits. Estos conocimientos
relacionales implícitos se articulan como patrones organizadores inconscientes (redes neurales específicas)
que se repetirán ante escenarios de relación que contribuyan a activarlos. Dichos “conflictos” se recrean
inconscientemente en la historia del sujeto a través de sus relaciones y en las relaciones actuales, y la
relación terapéutica brinda una oportunidad de acceder a su experiencia y a la posible modificación de los
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COMPENDIO TEORIA PSICODINÁMICA
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mismos.

- La actividad psíquica no es un derivado de las transformaciones de las denominadas pulsiones (sexual y


agresiva) sino contenidos de experiencia de relación susceptibles de ser pensados y representados,
que surgen del despliegue de las necesidades humanas fundamentales (entre ellas el apego y el
reconocimiento) y de las dificultades de su articulación y desarrollo.

La intersubjetividad en el mutuo reconocimiento es un aspecto intrínseco del desarrollo del self, tal como ha
sido descrito en un apartado anterior. Un proceso en el que el narcisismo juega un papel determinante.

- El “objeto de estudio” clínico es el campo intersubjetivo. Y para acceder a él se utiliza el método


“empático-introspectivo” que definió Kohut. Se investigan los principios que organizan la experiencia del
paciente (a través de la empatía), los principios que organizan la experiencia del terapeuta (a través de la
introspección) y el campo intersubjetivo creado entre ambos (lo vincular), que a la vez los incluye. Todos los
diferentes planos y niveles de la comunicación (verbal, para-verbal, no verbal, empático) están presentes en
el despliegue de las subjetividades y en su constante desarrollo.

- Pasamos de la prioridad en la comprensión de la biografía y síntomas del sujeto en términos de conflictos


evolutivos, a la indagación de la experiencia que vive en sus relaciones actuales, incluido el encuentro
clínico, donde seremos observadores participantes (construyendo y organizando continuamente lo que
estamos observando) y estaremos presentes con nuestra propia subjetividad, aproximándonos a una
comprensión “good-enough” del otro.

- La observación e investigación del proceso terapéutico nos conduce a fenómenos nuclearmente


relacionales en su esencia y manifestación: alianza terapéutica, transferencia, contra-transferencia,
resistencia, impasse, respuesta de rol….. Frente a la clásica concepción neutral y asimétrica de la posición
del terapeuta, que atraviesa todos los conceptos mencionados, la perspectiva relacional lo concibe como
transforma en una respetuosa exploración de una realidad conjunta, dando lugar a significados mutuos que
terapeuta y paciente como díada terapéutica han construido, sin borrar por eso las diferencias. Junto al
clásico estudio de las depositaciones y proyecciones del paciente sobre el terapeuta, que este percibiría
como transferencia, la perspectiva relacional aporta el estudio de la influencia constructiva del paciente sobre
el terapeuta, en un modelo de influencia recíproca.

- La subjetividad del analista, a través de su implicación personal juega un papel principal en el


tratamiento, que se despliega mediante procesos de mutualidad y reconocimiento que no niegan ni la
diferencia de los roles ni su asimetría funcional, ni por supuesto cuestiona la ética esencial del encuentro con
el otro: ceder al otro, para reconocerlo en plena calidad empática.

La Mutualidad es un proceso dinámico en el cual paciente y terapeuta están mutuamente


regulados o mutuamente influidos cada uno con el otro, consciente e inconscientemente. Esta
regulación mutua, origina sentimientos, pensamientos, y acciones.

- La mayor y mejor conciencia social del valor de la subjetividad frente a la alienación propiciada por la
evolución de la sociedad tecnológica ha contribuido a reconocer la naturaleza relacional de la individualidad,
tal como se plasma abundantemente en la cultura, la literatura, el arte, donde aparecen nuevas formas de
relación y sobre todo la primacía de los valores del encuentro personal sobre los peligros del vaciamiento de
objetos del self, tras el disfraz social tecnológico seudo-comunicativo en que nos podemos quedar atrapados.

- Estas macro-tendencias sociales cuestionan un psicoanálisis convencional, que sigue orientado a


profundizar en una individualidad aislada de su contexto. Atender a las necesidades actuales contextuadas
del sujeto (que también pueden ser re-edición de las pasadas) exige una orientación activa e implicada del
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COMPENDIO TEORIA PSICODINÁMICA
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psicoanalista con dichas necesidades, y no solo con las fantasías y deseos profundos del paciente aislado,
que habrá de afrontar un crecimiento en solitario.

PENSANDO LA PRÁCTICA DESDE LA EXPERIENCIA DE RELACIÓN

Hace ya una década, desde el primer trabajo público del Grupo de Investigación de la Técnica Analítica (GRITA)
(Aburto, Ávila et al, 1999) proponíamos una práctica analítica en la que las endebles fronteras entre psicoanálisis
y psicoterapia, si es que podían establecerse en una situación particular, no derivaban de proposiciones teóricas
sino del alcance que tenía la intervención en el encuentro con cada caso.

Defendíamos una práctica clínica analítica donde tenía cabida la contención, el sostenimiento y la gestión, la
intervención expresiva, la narcisización cuando es necesaria, y consecuente e inevitablemente el impacto de
nuestra presencia en el paciente, y del paciente en nosotros, en lo que denominamos la utilización activa y
selecta de la contratransferencia.

Se trata de una labor que pertenece al encuentro entre dos personas, psicoterapeuta psicoanalítico y sujeto que
demanda ayuda, un espacio de encuentro donde ambos descubren, aprenden y cambian en una relación global
que incluye lo normal y lo patológico. Un encuentro que posibilita un espacio potencial para el desarrollo e
integración del sí mismo en una relación íntima y exclusiva. Un mutuo intercambio enriquecedor para ambos,
pero forzosamente asimétrico en favor de generar creatividad y crecimiento en el mundo interno del sujeto-
paciente y su expresión intersubjetiva. Un espacio “a disposición del paciente” donde el psicoterapeuta facilita un
entorno emocional favorable para la integración, y donde sus variadas necesidades evolutivas o de afirmación del
sí mismo no son siempre frustradas. Crear y vivir este espacio nos hizo posible abrirnos a una experiencia
diferente de la clínica y de la teoría, y cuestionarnos hasta dónde la teoría y la técnica necesitaban ser
repensadas, y a la vez cómo responder a las demandas de la experiencia cotidiana con nuestros pacientes y
colegas.

Estas cuestiones se fueron articulando en estas décadas, sin por ello cerrar o resolver su poder interrogador.
Entre las reflexiones producidas están las siguientes:

* No encontramos la diferencia conceptual, ni técnica, más allá de lo anecdótico, entre Psicoanálisis y


Psicoterapia Psicoanalítica, y hemos asumido la definición que suelen usar H. Thomä y H. Kächele (1989) de
Psicoanálisis como “una psicoterapia focal de duración indefinida y de foco cambiante”, un foco que
situamos en la experiencia del encuentro, en toda su complejidad. Si los principios organizadores
inconscientes que son el objeto de conocimiento del psicoanálisis, se originan, desarrollan y transforman en
contextos intersubjetivos, tanto el objeto de intervención clínica en psicoanálisis como el método de la cura se
sitúan – ambos- en la relación paciente terapeuta. No hay analista observador sino partícipe que vive en sí y con
el otro los procesos del paciente; la calidad y profundidad de los procesos activados en el tratamiento dependerá
de la disponibilidad de ambos para explorar los momentos de sintonía y desencuentro vividos en el análisis, no de
parámetros de frecuencia de sesiones o de la garantía que ofrezca una supuesta actitud neutral.

* No necesitamos una metapsicología (pulsional) para continuar siendo psicoanalíticos. La metapsicologia


freudiana ha atravesado varios intentos de superación. Uno de ellos procedente de la Psicología del Yo, que
añadió a los ya tradicionales puntos de vista tópico, económico y dinámico, el genético-estructural. También el
pensamiento Kleiniano añadió nuevos puntos de vista: el posicional, el dramático y el espacial. Y el pensamiento
lacaniano fuerza una nueva lectura con su tríada conceptual real-simbólico-imaginario.

Desde las teorías vincular e Intersubjetiva aparece la necesidad de una cuarta tópica, que puede suponer
una auténtica reformulación de las teorías clásicas, un nuevo eje para pensar la clínica. Esta cuarta tópica que es
intersubjetiva en su concepción y en su lenguaje se ofrece como revulsivo para seguir pensando. Propone
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COMPENDIO TEORIA PSICODINÁMICA
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la interacción o el interjuego del aparato psíquico del sujeto y del otro semejante en la cultura, en su realidad
externa material, en su realidad temporo-espacial, también determinantes.

El Aparato Psíquico dejaría de ser concebido como cerrado e individual, pasando a ser un sistema
abierto en interacción, un “aparato psíquico extenso” como lo ha denominado Merea (1998).

En esta nueva concepción de aparato psíquico el punto de vista tópico vendría definido por el vínculo con el
otro.

El punto de vista dinámico vendría definido por el contexto intersubjetivo de Yoes heterónimos o
multriplicidades del self. La heteronimia hace referencia a un Yo que se manifiesta en una unidad imaginaria
que es lo que llamamos personalidad. La condición heterónima permite al Yo no sólo un despliegue defensivo
determinado ante el sufrimiento psíquico sino también el despliegue de la creatividad como baluarte del progreso
y no sólo de la repetición (Merea, 1998; Davies, 2007; Wachtel, 2008). Así pues, desde el punto de vista
dinámico, se incluye el conflicto intrayoico (Yo escindido constitutivamente); el conflicto con los otros
(interpersonal) así como el conflicto transcultural que atraviesa al anterior.

El punto de vista económico contempla la ligazón afectiva con el objeto (relaciones de amor-odio en las
relaciones afectivas complejas).

* La Psicopatogénesis requiere también su cuestionamiento. El concepto de salud psíquica superó su reducción


a criterios sociales y adaptativos desde las propuestas de Winnicott. La Salud psicológica pasó a ser concebida
como una clase de estructuración óptima o “La habilidad que tiene la persona saludable para lograr un
balance óptimo entre el mantenimiento de su organización psicológica, por un lado, y su apertura por
otro a nuevas formas de experiencia” (Stolorow y Atwood, 1994, p.27). Es decir que sus estructuras
psicológicas están lo suficientemente consolidadas para que puedan asimilar un amplio rango de experiencias del
Self y Otros, manteniendo su estabilidad e integridad. Pero a la vez son estructuras lo suficientemente flexibles
para acomodarse a nuevas configuraciones de experiencia del Self y los Otros, de manera que la organización de
la vida subjetiva pueda continuar su expansión en toda su complejidad y amplitud. Diferentes psicopatologías
reflejan dos tipos de fracaso en lograr este “balance óptimo”. Es el territorio en el que hace ya dos décadas
Killingmo (1989) clarificó nuestra comprensión acerca de que:

 Hay trastornos psicológicos que reflejan la consolidación de estructuras patológicas que operan
rígidamente para restringir el campo subjetivo de la persona (patologías de la rigidez de las defensas), y
que podemos identificar como el ámbito de la patología del conflicto.
 Hay trastornos psicológicos que reflejan déficits por la insuficiencia o el fracaso de la estructuración
evolutiva a la hora de consolidar el mundo subjetivo (Stolorow y Lachmann, 1980), organizaciones
psicológicas proclives, según Kohut, a la autofragmentación, requiriendo la inmersión en objetos y
vínculos arcaícos del self, que necesita ser sostenido en su precaria cohesión. Es lo que Killingmo
denominó patología del déficit.

* Partiendo de esta distinción entre patología del déficit y patología del conflicto, la perspectiva intersubjetiva
ha formalizado nuevos modelos, tanto para el origen del trastorno como para las hipótesis de cambio,
situando el origen del trastorno en mundos intersubjetivos tempranos. El conflicto intrapsíquico emerge de
contextos intersubjetivos en los que estados afectivos centrales para el niño, no han podido ser integrados
por falta de una respuesta empática de su entorno, de manera que son disociados para que no entren en
conflicto con los vínculos que resultan imprescindibles, y congruentemente la situación terapéutica aporta la
riqueza de un interjuego entre los mundos diferentemente organizados del paciente y el terapeuta. Las
disociaciones defensivas de los afectos reaparecen en el tratamiento en forma de resistencias cuando el
paciente teme que el terapeuta no esté bien conectado. Cuando se salvan estas resistencias, se manifiestan

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COMPENDIO TEORIA PSICODINÁMICA
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los anhelos evolutivos, que tienen opción a ser alcanzados.

* La revisión de las teorías de la memoria ha aportado un mejor conocimiento de las propiedades y función
de la memoria de procedimiento (Coderch, 2007), soporte de la influencia cambiante del pasado en el
presente, lo que tiene consecuencias importantes para la comprensión de la transferencia y para la propia
dinámica del cambio, que no dependerá tanto de la reordenación de significados, como de la nueva
experiencia de relación continuada que contribuirá a hacerlo posible. Esto ha implicado diversas revisiones
del concepto de transferencia, que ya no es vista como una repetición del pasado al servicio de la resistencia,
sino como la manera en que el analizado organiza la experiencia de relación que está teniendo en el
encuentro analítico, que usa como un vector evolutivo-constructivo. Los patrones organizadores
inconscientes se expresan mediante la memoria de procedimiento, mientras que las construcciones
conscientes están ordenadas por la memoria declarativa. Transferencia y contratransferencia constituyen
entonces un campo intersubjetivo, un sistema de influencia mutua recíproca. No sólo el paciente requiere al
terapeuta como Objeto del self (Kohut, 1977), también el terapeuta requiere al paciente en este sentido,
aunque generalmente de forma menos arcaica. En consecuencia, un foco básico del tratamiento es el
análisis de la influencia de la actividad del terapeuta sobre el paciente. Paralelamente, todos los fenómenos
clínicos se observan desde esta perspectiva intersubjetiva: alianza de trabajo, reacción terapéutica negativa,
resistencia, “puestas en escena”, etc.

* ¿Qué cambios técnicos implican estos conceptos? Hemos de partir de aceptar la caída de los mitos
clásicos sobre el proceso analítico y el papel del analista, configurados en base a las ideas de neutralidad y
abstinencia (Stolorow, y Atwood, 1997; Stolorow, 1994d; Stolorow, 1990). Más allá de la cultura de la
privación y frustración como ideal analítico, más allá de la imposible neutralidad (solo observable en la
desconexión paciente-analista), constatamos que la aplicación rígida e indiscriminada de la regla de
abstinencia no sólo no garantiza la pretendida neutralidad, sino que puede resultar iatrogénica. La metáfora
del analista pantalla que como un espejo no se deja ver y tan solo refleja al propio paciente, es una utopía
pues el analista está sujeto a sus propios principios organizadores inconscientes y resulta inevitable que sus
aspectos personales se muestren a través de su actitud y de sus interpretaciones. Lo que ha de hacer, por
tanto, el analista es evaluar el impacto que tienen sus principios organizadores inconscientes (incluyendo sus
principios teóricos) en su comprensión analítica y en sus interpretaciones. Desde una lectura intersubjetiva, la
terapia psicoanalítica se concibe como “Un procedimiento a través del cual el paciente adquiere conocimiento
reflexivo de su actividad estructurante inconsciente (..) El tratamiento psicoanalítico ha evolucionado del
análisis de los síntomas al análisis del carácter (..) el objetivo de hacer consciente lo inconsciente se ha
ampliado hasta su aplicación a las estructuras invariantes de significado que organizan pre-reflexivamente la
conducta y experiencia del paciente (y del analista)” (Stolorow y Atwood, 1994, p.26)

El cambio estructural que se espera produzca el proceso analítico opera en diferentes niveles, tanto al nivel
de completar déficits evolutivos, como de elaboración y resolución de conflictos de naturaleza pulsional o
traumática. A medida que aumenta la calidad estructural del cambio por medio del proceso terapéutico,
ambos, paciente y terapeuta, desarrollan un saber procedimental sobre cómo pueden estar juntos. Este
saber procedimental sólo puede adquirirse si el terapeuta se encuentra en libertad de ensayar con el paciente
una amplia gama de intervenciones, respecto de las cuales observa la reacción del paciente. Es necesario
que tengamos precauciones en la enseñanza de la técnica para no favorecer en el terapeuta una
“espontaneidad a la ligera”. Pero también es verdad, que uno de los principales instrumentos técnicos ante el
paciente es el uso de nuestra propia subjetividad integrada en el conocimiento profesional. En la técnica
clásica, el respeto al mito de la neutralidad, y el miedo a la actuación coartaban mucho la participación del
terapeuta. Pretendíamos ser un observador neutral y cuasi-científico de los fenómenos psíquicos, y no
percibíamos la determinación de nuestra impronta (freudiana, kleiniana, lacaniana, kohutiana...) y su
lenguaje. Tampoco el enorme potencial creativo de la experiencia compartida. Nuestro principal reto es pasar
de la teoría de la técnica clásica, a una teoría de la técnica centrada sobre la exploración del vínculo

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COMPENDIO TEORIA PSICODINÁMICA
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paciente-analista.

* La tarea terapéutica tiene una estructura relacional. Paciente y terapeuta se encuentran trabajando
simultáneamente en los niveles afectivo, cognitivo y actuado para deconstruir lo viejo, al tiempo que van
construyendo modos de generar significación y de estar juntos, más integrados, flexibles y promisorios. Esta
concepción del proceso terapéutico como una simultánea de-construcción de las estructuras de control
desadaptativas junto a una creciente articulación de otras estructuras más competentes, ofrece una
conceptualización más general de los diversos niveles de procesamiento que se amalgaman en una nueva
organización emergente, en un momento dado del cambio terapéutico. Un cambio en el nivel de la
representación no solamente implica que haya cognición o insight sino también modificaciones en el modo de
estar con los otros y esto debe afectar igualmente a la relación paciente-analista. Los momentos de
reorganización deben contener un tipo nuevo de consenso intersubjetivo que permita una apertura hacia
nuevas iniciativas y acciones interpersonales.

ESTO NOS CONDUCE A DIFERENCIAR DOS ESTRATEGIAS:

 Cuando predominan las estructuras patológicas (el ámbito denominado de la patología del conflicto)
el proceso de elaboración puede ser concebido como un proceso gradual de transformación estructural, en el
que la clarificación interpretativa repetida de la naturaleza, orígenes y propósitos de las configuraciones del
Self y los Otros, entre los cuales es asimilado el analista, junto con la yuxtaposición repetida de estos
patrones con experiencias con el analista, en tanto que “nuevo objeto” al cual ha de acomodarse, todo ello
establece un nuevo conocimiento reflexivo, y al mismo tiempo induce a la síntesis de modos alternativos de
experienciar el Self y el mundo objetal.
 Cuando se trata del predominio de estructuras deficitarias, se requiere una concepción diferente del
proceso de elaboración. Aquí se trata de desarrollar, hacer crecer la estructura psicológica en lo que carece o
es inestable como consecuencia de fallas e interferencias evolutivas. En este caso al paciente se le permite
que establezca un vínculo de Objeto del Self arcaico con el analista, el cual sirve para reinstaurar procesos
evolutivos que se habían detenido o destruido en su fase natural de desarrollo.
 El “potencial de cambio” del tratamiento psicoanalítico requiere también considerar a la díada
analítica. La analizabilidad no es una propiedad sola del paciente, sino del sistema analista-paciente, que
podemos formular en términos de la “bondad de ajuste” entre en lo que el paciente necesita, ser mejor
comprendido, y lo que el analista es capaz de comprender (Emde, 1988), trasladando la técnica su foco a las
rupturas de alianza y a los impasse, como momentos clave para la reorganización de la experiencia.
 Otra cuestión a debate es el papel relativo del “insight cognitivo” y de la “sintonía afectiva” en el
proceso de cambio. Cada vez se acumula más evidencia que pone el énfasis en el poder mutativo de la
“nueva experiencia relacional con el analista” (Kohut, 1984), en detrimento de la confianza depositada
históricamente en la interpretación. Es posible que el efecto terapéutico de la interpretación resida
fundamentalmente en el significado específico que tiene para el paciente la experiencia de ser entendido: El
valor terapéutico del contenido de la interpretación quedaría así relativizado, lo que viene siendo propuesto
desde hace décadas , y ha sido a la vez objeto de investigación (Boston Change Processes Study Group;
Stern et al, 1998).

El proceso terapéutico se resumen entonces en una alternancia continua entre la dimensión evolutiva y
repetitiva de la transferencia y contratransferencia, proceso inherentemente intersubjetivo, vincular, formado
por un campo psicológico constantemente cambiante y creado por el interjuego entre los mundos subjetivos
diferentemente organizados del paciente y del analista. Cuando el paciente funciona dentro de la dimensión
evolutiva busca en el terapeuta la provisión de aquellas experiencias que le faltaron en su desarrollo
temprano (legitimación de la experiencia, discriminación self y objeto, etc.). Cuando funciona en la dimensión
repetitiva, teme la reaparición de situaciones conflictivas de su pasado. Estas dos dimensiones se alternan
continua e inevitablemente pasando de estar en primer plano a ser el telón de fondo, tanto en la transferencia

218
COMPENDIO TEORIA PSICODINÁMICA
DAVID EDUARDO DÍAZ LÓPEZ

del paciente como en la contratransferencia del terapeuta.

* ¿Hay reciprocidad en la relación paciente-terapeuta?. Más que esperar reciprocidad, ha de analizarse la


influencia continua y dialéctica entre la actividad del paciente y la del terapeuta. Así por ejemplo, si el
paciente funciona bajo la modalidad repetitiva de la transferencia, la estrategia estaría centrada en la
introspección del analista para detectar fallos en la sintonía respecto del paciente que provoquen en él un
comportamiento resistencial. Igualmente, este estado puede ser debido a una buena sintonía del terapeuta
que evoque la emergencia de anhelos arcaicos disociados y el temor a una consiguiente retraumatización.

La propuesta relacional hace énfasis en la Mutualidad, no en la reciprocidad. La psicoterapia siempre será un


proceso de influencia mutua y también, inevitablemente asimétrica, por la diferenciación de roles derivada de
la especial responsabilidad y autoridad del terapeuta. La mutualidad es una dimensión dialéctica continua y
discontinua, afirmación paradójica en apariencia, como las que nos ha enseñado a aceptar la indagación
sobre el pensamiento complejo (Cf. Morin, 1990). Es continua porque atraviesa todos los aspectos de la
psicoterapia. Y es discontinua porque está presente en algunos niveles y ausente en otros. De todos los
niveles o tipos modelos hemos desarrollado principalmente dos: La “mutualidad de regulación”, evidenciada
en las investigaciones recientes sobre el vínculo temprano madre-bebé, de gran aplicabilidad a la situación
terapéutica; y la “mutualidad de reconocimiento”, un fenómeno decisivo para la clínica que puede estar
ausente durante grandes periodos de tiempo y que constituye un ideal terapéutico bajo el enfoque
intersubjetivo: la actividad de ambos participantes, paciente y terapeuta, a partir de la cual emerge una
reciprocidad en el reconocimiento de la subjetividad del uno al otro, y configura la relación terapéutica como
un ámbito de cesión.

REFLEXIONES FINALES

La perspectiva relacional, a través del análisis de lo vincular (intra, inter y transubjetivo) en la matriz
relacional, viene aportando un nuevo horizonte para la clínica psicoanalítica, que, más allá de su
filiación conceptual, ha generado una ilusión para el trabajo clínico con el paciente, sin menosprecio de
nuestra implicación y agencia en el proceso de cambio, del que somos co-partícipes.

Al tiempo, aporta las bases para pensar una renovación conceptual de la teoría y de los métodos de la
técnica, sin dejarnos atrapar en mitos que pueden alienar el proceso, privarle de su significado transformador.
La aportación de esta perspectiva para una nueva comprensión de los fenómenos clínicos es incuestionable.
Se acepten o no en su totalidad estas propuestas, todas las escuelas psicoanalíticas se tienen que
enfrentar a la continua presencia del factor intersubjetivo, con la naturaleza vincular de los
fenómenos clínicos, que no son sólo una propiedad del psiquismo aislado del paciente, sino
fenómenos de un sistema más amplio: paciente-terapeuta.

Nuestra tradición vincular, fundamento de nuestra inquietud por la transformación de nuestra teoría y nuestra
práctica, nos ha llevado a este diálogo, en el que hemos reflexionado sobre las propuestas teóricas y
técnicas que nos permiten entender nuestra práctica clínica. La teoría del vínculo, desde Pichon Rivière, el
pensamiento Winnicottiano, la psicopatología vincular desarrollada en gran medida en nuestro propio
contexto intelectual, la psicología de dos personas de Arnold Modell, el psicoanálisis relacional de Stephen
Mitchell, o el pensamiento intersubjetivo de Robert Stolorow, George Atwood y Donna Orange, son todas
ellos aproximaciones que, en gran medida, convergen en una preocupación común: Aprender de la
experiencia de nosotros mismos con y de nuestros pacientes, manteniendo viva la ilusión del cambio.

ANTHONY RYLE Y PSICOTERAPIA COGNITIVO ANALITICA:

219
COMPENDIO TEORIA PSICODINÁMICA
DAVID EDUARDO DÍAZ LÓPEZ

UN MODELO INTEGRADO DE INTERVENCIÓN

La Psicoterapia Cognitivo-analítica es un modelo de psicoterapia breve integrada, limitada a 16 sesiones,


desarrollada en la década de los 80 en Inglaterra por Anthony Ryle* (1987, 1991, 1995, 1997, 2002) e
introducida en España a principio de la década de los 90 por el autor de este articulo (Mirapeix 1994, 1996,
1998, 1999, 2000, 2003, 2004). Establece inicialmente un límite de sesiones (16 sesiones en el modelo clásico),
que puede ser modificado en cuadros graves, alargando la duración o acortándola, según el caso (duelos,
problemas de elección, consejo de crisis. etc.). Es una psicoterapia focal en la que terapeuta y paciente intentan
clarificar uno o varios focos sobre los que poder trabajar en la terapia. Esto permite establecer uno o más
procedimientos patológicos utilizados por el sujeto, para los que se podrán utilizar un amplio rango de métodos
terapéuticos. También es una terapia aplicable en múltiples settings y formatos, pudiendo ser utilizada por
profesionales procedentes de diferentes entrenamientos como: psiquiatras, psicólogos, médicos, ATS y
trabajadores sociales.

Voy a desarrollar con más detenimiento lo que este modelo de terapia tiene de integrador, cognitivo, analítico
y centrado en la acción. Para ello introduciré la diferencia entre el nivel teórico y técnico en cada uno de los
apartados:

Que tiene de integrador este modelo: epistemológica y teóricamente se encuadra dentro de lo que hoy se
denominan modelos integradores de psicoterapia, de tal forma que utiliza elementos tanto teóricos como
técnicos, procedentes de diferentes escuelas, realizándolo de una manera flexible, no se adscribe a una
escuela clásica, sino que se reconoce a sí mismo como un modelo diferente con una identidad
específicamente integradora. Desde un punto de vista más teórico, integra procesamiento cognitivo y
emocional, conocimiento declarativo y procedimental, y procesamiento lineal/secuencial y múltiple/en
paralelo. Desde el punto de vista técnico, está doblemente orientado hacia el insigth y la acción, hacia la
eliminación de síntomas y al autoconocimiento, favorece la adaptación y la crítica, es una psicoterapia
auténticamente BioPsicoSocial, se sitúa en la intersección de la integración longitudinal (intersistema) y la
transversal (intrasistema).

Es una terapia cognitiva: desde el punto de vista conceptual, entendemos al ser humano como un
“informavoro” que despliega una conducta motivada y finalista, organizada según una jerarquía
fundamentada en los modelos de procesamiento de información. Para ello se utiliza una secuencia jerárquica
lineal, pero ésta tiene siempre interferencias derivadas de las influencias de los contenidos emocionales,
explícitos o subyacentes, introduciendo un “ruido” en el procesamiento lineal y siendo sólo posible entender
este fenómeno desde una concepción basada en el procesamiento en paralelo. Desde un punto de vista más
técnico, tiene de cognitiva que hace una utilización plena de la capacidad del paciente para pensar acerca de
sí mismo, fenómeno común a todas las terapias (Horowitz 2002), de sus rutinas cognitivas disfuncionales, de
sus estrategias cognitivas de afrontamiento, de sus esquemas básicos (estructuras centrales de
significación). Por otro lado es una terapia que utiliza sistemáticamente los autorregistros y las tareas para
casa, y muchas de las técnicas utilizadas son tomadas de los enfoques cognitivo-conductuales (Caro 97, 03).

Es una terapia analítica: toma en cuenta la presencia de motivaciones y contenidos cognitivo-emocionales


que son desconocidos para el sujeto, ideas que están en un nivel inconsciente, deseos y registros de
memoria que no son accesibles a la capacidad de autoobservación del sujeto sin una ayuda específica para
ello. Las experiencias tempranas se entienden como fundamentales, de tal forma que la personalidad se
conforma en base a los procesos de relación interpersonal referidos en última instancia a la relación con la
madre como relación estructurante de dichos patrones de relación interpersonal, incorporando los desarrollos
teóricos derivados de la teoría del apego de Bowlby en sus versiones más actuales. Desde un punto de vista
técnico, entendemos que la carga afectiva de las experiencias es la que les confiere una auténtica
importancia individual y que toda intervención, para ser efectiva, ha de estar mediada emocionalmente. Para
ello, la relación terapéutica es el mejor laboratorio experimental de los procesos de relación interpersonal, de
tal forma que los modelos actuales de relación son una reedición de patrones antiguos y éstos se evidencian
220
COMPENDIO TEORIA PSICODINÁMICA
DAVID EDUARDO DÍAZ LÓPEZ

y se pueden modificar en el aquí y ahora de la relación terapéutica. De ahí la importancia que se le da a la


dialéctica transferencia-contratransferencia y a la necesidad de una formación exigente que incluye una
terapia personal y supervisión de los terapeutas en entrenamiento.

Es una terapia de acción: como señalaba más arriba, la diferenciación clara y contundente entre
conocimiento declarativo y procedimental hace que concedamos importancia tanto al insigth como a la
acción. La interrelación entre cogniciones, afectos y acción se enfatizan desde la evaluación inicial hasta la
finalización de la terapia. Una concepción proactiva y retroactiva de los procesos ayuda definitivamente a
comprender la interrelación entre los niveles indicados. El insigth es una parte de los mecanismos de cambio
pero no basta en sí mismo, es necesario el paso al nivel de la acción, al cambio de conducta. Por lo tanto la
práctica programada y el ensayo conductual son básicos, los autorregistros son un buen método y el ensayo
a través role-playing en el aquí y ahora de la sesión es muy potente. Todo lo hablado en la sesión ha de ser
trasferido a la acción, si no la terapia se quedaría en una reedición de una terapia dinámica breve.

Este modelo, de sólo 20 años de edad, está en plena adolescencia y es una terapia sujeta a investigación,
evaluación y desarrollo. Ha sido objeto de investigación y los resultados que se van obteniendo son
alentadores (ver más adelante). Creemos que hay datos suficientes para empezar a afirmar que es una
primera terapia apropiada y segura para muchos de los trastornos neuróticos y de personalidad que se ven
en la práctica cotidiana (Ryle 91, Mirapeix 98).

Podemos decir que está visión integradora cognitivo-analítica ejemplifica la dialéctica hegeliana, en la cual
los dos polos “aparentemente” antitéticos son sintetizados en un modelo integrador en los diferentes niveles
de ejecución de la terapia, como vemos a continuación.

En la evaluación, la utilización de cuestionarios estructurados junto con la utilización de las reacciones


emocionales del terapeuta, sintetizan la estructuración y objetivización en el proceso evaluativo, junto con la
compresión empática y emocional de dicho proceso. La reformulación del caso, un elemento fundamental de
la terapia cognitivo-analítica, sirve de guía para la selección terapéutica diferencial a nivel estratégico y la
prescripción técnica lo hace a nivel práctico; ésta, la reformulación, es a su vez una descripción racional con
un alto contenido afectivo, que actúa como primera piedra sobre la que sustentar el edificio del cambio en
psicoterapia. La selección de objetivos en psicoterapia cognitivo-analítica va dirigida tanto a las conductas
observables como a la modificación de los procesos internos de regulación cognitivo-emocional y sus
repercusiones en las relaciones interpersonales y en el automanejo del self. La actitud del terapeuta varía
desde una directividad pedagógica a una pasividad evocadora y provocadora de reacciones emocionales en
el paciente. Los niveles de intervención oscilan desde la focalización en los síntomas hasta las intervenciones
dirigidas a la verbalización, actuación y resolución de los conflictos; tanto en actividades que se realizan
intrasesión a través de intervenciones transferenciales, role playings o utilización de tecnología propia, como
las representaciones secuenciales diagramáticas, así como a la utilización de técnicas directivas a modo de
tareas para casa, especialmente focalizadas en tareas de índole interpersonal que se realizan en los
periodos entre sesiones. Por lo tanto, los niveles de intervención son tanto racionales, focales y sobre
conductas observables, como sobre niveles emocionales, simbólicos y de modificación de la cualidad de las
relaciones interpersonales. Una técnica utilizada en psicoterapia cognitivo-analítica, como es la carta de
despedida, claramente tiene un componente relacional en la descripción de los logros conseguidos en la
terapia, así como una descripción de aquellos aspectos que aún quedan por trabajar, pero se pretende que
dicha carta de despedida tenga un alto contenido afectivo y que ambos elementos, tanto el racional como el
emocional, puedan ser utilizados como instrumentos para el seguimiento del paciente.

Como vemos, la síntesis dialéctica entre elementos racionales y emocionales es una constante en la
psicoterapia cognitivo-analítica a lo largo de cada uno de los subprocesos de la terapia.

221
COMPENDIO TEORIA PSICODINÁMICA
DAVID EDUARDO DÍAZ LÓPEZ

ANTEDECENTES HISTÓRICOS DE LA INTEGRACIÓN COGNITIVO-ANALITICA

Planteamos que trascender a los enfoques singulares es lo característico de los planteamientos integradores.
La historia de la Psicoterapia es la historia de campos y paradigmas que se desarrollan de manera
desconectada sin tenerse en cuenta unos a otros, viniendo su desarrollo marcado por las escisiones, las
divergencias, los enfrentamientos y las rivalidades, así como por las descalificaciones tanto teóricas como
técnicas e incluso en muchas ocasiones personales. Esto que es así dentro de los diferentes modelos
psicoterapéuticos, resulta especialmente significativo en el psicoanálisis, cuya evolución viene marcada por
las escisiones que se han producido en su seno (Fine, R 1982). Pero esto no deja de ser una visión un tanto
maniquea. Las cosas, como siempre, son más complejas y plantearemos que a lo largo de estos casi 100
años los intentos de integración han sido también una constante.

De hecho, al propio Freud cabría considerarlo como un terapeuta con un espíritu integrador (Frances 1988),
en el que su continuada búsqueda de técnicas más resolutivas, la evolución constante de sus desarrollos
teóricos, y la multiplicidad de fuentes teóricas de las que bebió, hacen de él un paradigma de espíritu
integrador, de cómo uno debe acercarse a la psicoterapia. En cierta forma y de manera sutil, uno de los
pioneros de la integración fue el propio Freud. En su artículo de 1909 sobre el tratamiento de las neurosis
obsesivas hizo explícita referencia a la importancia de impulsar al paciente fóbico a que se enfrente de
manera activa al objeto que le produce dicha fobia ("considerándose ésta una primera variante de la
desensibilización en vivo"), experimentando asimismo con los límites temporales del setting terapéutico con
vistas a promocionar el conflicto en el paciente y ganar acceso a material inconsciente (Gold 1996).

El libro más reciente sobre la historia de la psicoterapia (Freedheim 1992), dedica un capítulo entero a la
historia de la integración en psicoterapia (Arkowitz 1992), lo que da una idea de la importancia que desde el
punto de vista histórico se le concede a este movimiento.

El primer texto que intenta ser auténticamente integrador es el de Ischolondski, 1930 (citado por Garfield, S
1983), quien por primera vez intenta encontrar una síntesis entre la teoría psicoanalítica y los desarrollos
conductuales de la época. En esta tradición, el primer texto publicado en inglés y procedente del campo
psicoanalítico es el de French, (1933). En esa época French estaba preocupado con la correspondencia
entre los constructos paulovianos de inhibición, diferenciación y condicionamiento, y con los conceptos
psicoanalíticos de represión, elección de objeto e insight. Un año más tarde, otro autor, Kubie (1934),
expandió las ideas de French, llevando sus preocupaciones a considerar la posibilidad de que fenómenos
como el condicionamiento y la desinhibición jugaban un papel importante en la relación terapéutica entre
analista y analizado.

Se podría decir, sin temor a equivocarse, que la historia de la integración teórica en psicoterapia, es la
historia del intento de combinar los enfoques psicoanalíticos y conductuales.

Herzberg, 1945, describía cómo la prescripción sistemática de trabajo para casa podía ser usada en el
contexto de una terapia psicodinámica, llegando a proponer el mismo autor que la utilización de tareas
graduales, particularmente en aquellos casos de pacientes con conductas evitativas, iba a ser especialmente
útil. Recomendaciones similares, de enfrentamiento a las situaciones fóbicas para los pacientes, vienen
recogidas como intervenciones técnicas realizadas por el propio Freud (1909) con lo cual podríamos incluso
decir que el propio Freud, creador del psicoanálisis, llevó a cabo un trabajo integrador entre intervenciones
interpretativas dirigidas a conflictos inconscientes e intervenciones activas promotoras de actitudes de
afrontamiento claramente directivas dentro de la terapia.

Situamos la fecha de 1950 como hito de la protohistoria que describimos por hacerlo coincidir con el trabajo
más influyente publicado en ese año, el libro de Dollard y Miller. El fin último de este libro es el de combinar la
vitalidad del psicoanálisis, el rigor del laboratorio científico natural y los hechos relacionados con la cultura,
expresando esto, indudablemente, el espíritu integrador que se va a respirar a lo largo de todo el texto.

222
COMPENDIO TEORIA PSICODINÁMICA
DAVID EDUARDO DÍAZ LÓPEZ

Desde el prefacio, los autores intentan clarificar que la psicoterapia debiera de dotarse de unos principios
generales, que si estos fuesen razonables y de una extensión apropiada, debieran de poder ser aplicados a
todos los tipos de terapia. De tal forma que la comprensión de estos principios debiera de ayudar al
estudiante de psicoterapia o a quien profesionalmente la práctica, a que resulte más fácil el adaptar sus
técnicas a los problemas infinitamente variables y complejos de la terapia.

En este período, la influencia del trabajo de Dollard y Miller fue relativa y la evolución del movimiento
integrador durante estas tres décadas es relativamente torpe durante las dos décadas iniciales. Durante las
décadas de los 50 y 60 hay, como decimos, cierto estancamiento produciéndose un auténtico incremento de
publicaciones a partir de los años 70. Iremos analizando todo esto detalladamente. Durante los primeros
años de estas décadas, los terapeutas conductuales estaban envueltos activamente en definir y expandir la
terapia de conducta. Éste aún no era el momento adecuado para que los terapeutas conductuales
considerasen las posibilidades de integración de su enfoque.

Sin embargo, desde la parte psicoanalítica Alexander (1963) menciona que ningún médico que trate a
pacientes con el mismo método terapéutico aprendido hace 50 años será considerado como un médico que
haga una terapia actualizada, sino que se considerará que realiza un tratamiento obsoleto. Como contraste a
esto y durante el mismo período, el tratamiento psicoanalítico estándar se mantuvo prácticamente sin
modificación desde sus inicios a principios de siglo, y es que durante mucho tiempo se consideró que el ser
un reformador en el tratamiento psicoanalítico no era un rol popular. Una de las aportaciones fundamentales
que Alexander realizaba en el artículo del año 1963, consistía en la crítica que realizó refiriéndose a que el
entendimiento del pasado debe estar subordinado siempre a los problemas del presente. La terapia no debe
considerarse pues, como una investigación genética pura. Indudablemente, esta crítica realizada por
Alexander sirve para establecer un primer nexo de unión entre la búsqueda en el pasado y la repercusión
que trabajo psicoterapéutico debe buscar en la vida actual del sujeto, promoviendo conductas más
adaptativas que le permitan vivir y relacionarse con menos sufrimiento que el traído a consulta por el
paciente. Esta síntesis que permite el planteamiento de Alexander en la búsqueda en la biografía del sujeto
para promover una mayor adaptación al entorno es la base que sustenta la posibilidad de trabajar con dos
orientaciones simultáneas; una dirigida a la elaboración del conflicto y otra a la resolución del síntoma
favorecedor de una mayor capacidad adaptativa del sujeto.

Por otro lado, escribió el propio Alexander, mucho de lo que sucede en psicoterapia puede ser entendido
mejor en términos de la teoría del aprendizaje, de esta forma el proceso terapéutico se podría describir de
manera adecuada en términos de dicha teoría. Tal y como señala el autor, el problema específico de la
terapia consiste en encontrar una relación interpersonal adecuada entre el terapeuta y el paciente.
Inicialmente, cuando el paciente acude a consulta, esta relación está distorsionada porque el paciente aplica
a los mismos sentimientos y patrones de respuesta conductual que fueron aprendidos y formados a lo largo
de su historia pasada y que no se aplican de manera adecuada a su situación terapéutica actual o a su vida
real. Durante el tratamiento, el paciente desaprende los antiguos patrones de comportamiento y aprende
patrones nuevos. Este proceso complejo de reaprendizaje sigue los mismos principios que los procesos más
simples de reaprendizaje estudiados por los psicólogos experimentales. En psicoterapia, pues, el refuerzo
consistiría en una relación interpersonal más armoniosa, menos conflictiva, a la que el paciente mediante una
buena relación con el terapeuta y posteriormente con su entorno y, eventualmente, con su propio yo ideal,
menciona Alexander. Volvemos a ver cómo del planteamiento que realiza Alexander se deriva una
reconceptualización en términos cognitivo-conductuales de la relación transferencial, lo que a nuestro juicio
vuelve a resultar otro pilar importante en la síntesis teórica de los dos modelos clásicos.

A lo largo de la década de los 70, se observó un interés creciente en la integración de los enfoques
conductuales y psicoanalíticos. Resulta altamente significativo que ya en el volumen número uno, el mismo
año de la inauguración de la revista " Behavior Therapy" se publique en la página 522 un artículo de Birk
(1970) titulado " Behavior therapy: Integration with Dynamic Psychiatry”. Indudablemente, esto ponía de
manifiesto cómo dentro del propio movimiento conductual comenzaban a tener cierto eco y a desarrollarse
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COMPENDIO TEORIA PSICODINÁMICA
DAVID EDUARDO DÍAZ LÓPEZ

intereses específicos por la integración de estos dos enfoques. De tal forma que Birk señala en su trabajo
que resulta útil y posible combinar la amplitud de miras de la psicoterapia dinámica con las técnicas
operativas de la modificación de conducta. Las técnicas conductuales pueden ser utilizadas en el contexto de
la terapia interpersonal para eliminar o reducir síntomas recalcitrantes o para intentar mejorar su eficacia.
Las técnicas conductuales son también útiles para forzar al terapeuta a estrechar su pensamiento acerca de
los mecanismos de formación de síntomas en el paciente. Finalmente, la viabilidad de la utilización de estas
técnicas capaces de eliminar síntomas y que pueden servir para actuar como catalizadores en la
psicoterapia, bien para abrir al paciente a nuevas experiencias, o bien para clarificar las resistencias que
pudieran de otra forma mantenerse encubiertas. Termina diciendo Birk que la noción de que la psicoterapia
dinámica y la terapia conductual son incompatibles probablemente está sustentada en el hecho de que muy
poca gente está bien entrenada en ambas técnicas. Ambos artículos fueron importantes a la hora de ilustrar
la posibilidad clínica de la integración de las técnicas conductuales y psicoanalíticas. Autores tan puramente
psicoanalíticos como Silverman (1974) sugieren, aunque de forma un tanto cuidadosa, la utilización de las
técnicas conductuales en los tratamientos analíticos y focalizar al mismo tiempo las interpretaciones sobre las
percepciones que el paciente tiene, así como sobre el tipo de impacto que producen estas técnicas
conductuales en la relación transferencial.

En un artículo del mismo año (1970 a,b), Feather, Rhoads y Durham describen con detalle cómo utilizan
una técnica en la que, mediante la realización de un ejercicio de fantasía dirigido a la selección de los
conflictos subyacentes y escenas temidas, las conductas fóbicas o los componentes obsesivos o
compulsivos que tienen lugar en el paciente, se lleva a cabo una terapia sintética de elementos conductuales
y psicoanalíticos, señalando los autores que los casos de depresión favorable en los casos descritos
sugieren que cuando la psicoterapia conductual es aplicada a los conflictos centrales subyacentes a los
síntomas que presenta el paciente, la generalización de los efectos terapéuticos ocurre con mayor facilidad.
Estos autores recogen en la bibliografía de su artículo muchos artículos de Ferenczi, señalándolo como uno
de los iniciadores de una mayor actividad en la terapia psicoanalítica. A nuestro juicio, el papel de Ferenczi
como espíritu integrador y modificador de la terapia psicoanalítica en pos de una mayor efectividad,
brevedad, utilizando estrategias más activas en tratamiento psicoanalítico, no ha sido reconocido
adecuadamente en la historia realizada hasta la fecha de la integración en psicoterapia.

Uno de los trabajos más significativos de este período es el de Wachtel (1977), discípulo de Dollard y Miller
(el propio Dollard fue uno de sus primeros supervisores en psicoterapia). Wachtel argumenta que el
psicoanálisis freudiano ortodoxo y las terapias conductuales radicales son probablemente muy incompatibles,
de tal forma que la integración entre ambas es bastante difícil. En contraste, el mismo Wachtel persigue una
integración que incorpore a la terapia conductual aspectos de los desarrollos psicoanalíticos relacionados
con los enfoques interpersonales (los de Erikson, Horney y Sullivan) que enfatizan el contexto interpersonal
del individuo y favorecen una mayor actividad por parte del terapeuta, en comparación con otras escuelas
psicoanalíticas.

Es clásico el planteamiento de Wachtel en el que las intervenciones conductuales activas pueden servir como
una fuente para nuevos insight, así como los insight pueden ser promotores de cambios en la conducta, con
antecedentes en algunos de los trabajos ya mencionados. La concepción de la psicodinamia cíclica de
Wacthel está recogida brillantemente en un texto publicado, en castellano, en 1988.

En esta década, Helen Singer Kaplan presenta un modelo de psicoterapia sexual que es una combinación
de técnicas conductuales y psicodinámicas. Desde el punto de vista de la terapia familiar, también Gurman
examinó las posibles convergencias entre la terapia conductual y la psicoanalítica y la teoría de sistemas en
el enfoque de la terapia marital.

A finales de la década de los 70, aparecen por primera vez los trabajos iniciales de Anthony Ryle en
Inglaterra, intentando establecer un nexo de unión entre la psicología y las psicoterapias cognitivas y el
psicoanálisis, buscando un lenguaje común de la psicoterapia a través de la reformulación en términos
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COMPENDIO TEORIA PSICODINÁMICA
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cognitivos de la teoría de las relaciones objetales de Fairbain. Estas aportaciones iniciales de Ryle a la
síntesis de los modelos cognitivos y psicoanalíticos no ha sido recogida con la importancia que a nuestro
juicio tiene en la literatura americana de integración en psicoterapia.

Durante estos últimos años, la integración teórica ha sufrido cambios radicales: el giro teórico, técnico e
incluso personal dado por Mahoney (1991); la aportaciones de Guidano y Liotti (1983); el énfasis que
actualmente se está dando a la importancia de la afectividad (Greeberg y Safran, 1987); el valor de la
relación interpersonal en la terapia cognitiva (Safran y Segal 1991), el auge de la visión constructivista de la
psicoterapia (Feixas y Villegas 1991), y la concepción narrativa de la psicoterapia cognitiva (Gonsalvez
1994), están suponiendo una auténtica revolución dentro del campo de la terapia cognitiva. De tal forma que
los modelos de psicoterapia que se están desarrollando actualmente son psicoterapias cognitivas mixtas con
una gran infiltración de elementos psicodinámicos (en muchas ocasiones sin ser reconocidos explícitamente).
Ese campo de las terapias cognitivas post-racionalistas (Mahoney 1992, Feixas 1992) y los desarrollos
psicoanalíticos que se acercan a planteamientos cognitivos como los de la teoría de los esquemas
personales de Mardi Horowitz (1988, 1991, 1999) son los que van a permitir una integración fructífera de
estas dos escuelas clásicamente enfrentadas y que actualmente están llegando a puntos de encuentro
fundamentales. Esto augura que la confluencia de las terapias va a tener lugar a través de los desarrollos
cognitivos y analíticos, como muy bien ha sabido sintetizar desde finales de los años 70 y principios de los 80
Tony Ryle con el modelo cognitivo-analítico que, a juicio de Glass (1993), es uno de los modelos terapéuticos
más potentes, estructurados y sofisticados en el campo de la integración en psicoterapia.

Principales campos de aplicación

Actualmente, es en el sistema nacional británico de salud donde la psicoterapia cognitivo-analítica tiene


mayor implantación, está siendo aplicada en diferentes settings, formatos y dirigido a distintas poblaciones
clínicas.

Con respecto a las indicaciones y contraindicaciones de la psicoterapia cognitivo-analítica, se la considera


como un primer modelo de intervención tanto en la atención primaria como especializada. En un estudio que
se realizó sobre un total de 304 pacientes, a 120, es decir un 39% de la muestra total que acudió a la primera
cita, se les indicó la participación en un programa de psicoterapia cognitivo-analítica como terapia de primera
elección (Watson, 1992).

Este modelo de psicoterapia fue desarrollado específicamente para ser aplicado en contextos públicos, y su
estructuración y brevedad resultan idóneas para resolver la mayor parte de problemas atendidos en estos
primeros niveles asistenciales. Por lo tanto cualquier tipo de queja psicológica puede considerarse como
indicada para ser tratada con este modelo de psicoterapia, a excepción de trastornos psicóticos, trastornos
bipolares, trastornos depresivos mayores con síntomas psicóticos, utilización activa de drogas,
sintomatología secundaria a patología orgánica, conductas abiertamente psicopáticas y faltas de
colaboración, que son las contraindicaciones formales

La psicoterapia cognitivo-analítica está siendo aplicada actualmente en diferentes settings: en unidades de


agudos para tratar a patologías autoagresivas, habiéndose descrito recientemente un modelo ultrabreve de
psicoterapia cognitivo-analítica, limitada a 3 sesiones, para aplicar en estos contextos protegidos:

- Para el tratamiento de pacientes con patología autodestructiva (Sheard, 2000)

- En el tratamiento de los trastornos alimentarios (Dennmán, 1995; Daré, 2001)

- Patología médica específica como el asma (Walsh, 2000) y la diabetes tipo I (Fosbury, 1997) y su
reciente aplicación a pacientes con patología renal (Thorne, 2004)

225
COMPENDIO TEORIA PSICODINÁMICA
DAVID EDUARDO DÍAZ LÓPEZ

- En psiquiatría forense para el tratamiento de pacientes graves que han sufrido abusos sexuales
(Clarke, 2000), adultos supervivientes de abusos sexuales (Pollock, 2001) y en la tercera edad
(Hepple, 2004)

- Un área especialmente relevante es la aplicación del modelo para el tratamiento de los trastornos
de personalidad (Ryle, 1994, 1997, 2000, 2003, 2004; Mirapeix 1999, 2001, 2003, 2004).

Por otro lado la psicoterapia cognitiva analítica también está ampliando sus indicaciones más allá de su
formato individual y está siendo utilizada en formatos de pareja (Ryle, 1991) así como en psicoterapia grupal
(Maple, 1995). Ambos protocolos de intervención (de pareja y grupal) están siendo ensayados en el Instituto
de Estudios Psicoterapéuticos de Santander.

ASPECTOS TEÓRICOS DE LA PSICOTERAPIA COGNITIVO-ANALITICA

Los orígenes de la psicoterapia cognitivo-analítica se remontan a la aplicación de la técnica de la rejilla


(versión española en Feixas, 1996) al estudio de las características psicológicas y del sistema de constructos
que tenían los pacientes que seguían un tratamiento psicoterapéutico de características psicoanalíticas (Ryle,
1975). La necesidad de desarrollar un lenguaje común para posibilitar el entendimiento entre las diferentes
escuelas psicoterapéuticas fue una aportación importante de una época en la que Ryle (1978) abogaba por
una utilización de terminología cognitiva que sustituyese el lenguaje psicoanalítico por términos mucho más
cercanos al paciente.

En esa misma época, Ryle tipifica una serie de patrones cognitivos disfuncionales observados de manera
sistemática en los pacientes neuróticos investigados que estaban siguiendo tratamiento psicoterapéutico.
Estos son los que denominó: trampas, dilemas y pegas (Ryle 1979). Años después, desarrolló un
Cuestionario de Psicoterapia dirigido a la detección de estas distorsiones cognitivas en las primeras sesiones
de psicoterapia (ver más adelante).

Las trampas son formas fijas de ver las cosas, que actúan como profecías auto cumplidas pudiendo ser
representadas como bucles circulares que se autorefuerzan, de tal forma que están fundamentadas en una
cognición - asunción negativa, que implica un patrón de actuación negativo que refuerza de manera
automática la primera de las asunciones. Hay diferentes tipos de trampas que vienen recogidos en el
cuestionario de psicoterapia del que hablaremos en la parte práctica y que está disponible on-line, pero todas
ellas pueden ser representadas de manera diagramática de la siguiente forma:

Los dilemas son elecciones dicotómicas falsas que se plantean de manera polar y que harían coincidir esta
descripción de disfunción cognitiva tanto con el pensamiento dicotómico de Beck como con los mecanismos
de escisión descritos por los modelos psicoanalíticos clásicos (la relación entre ambos es compleja). En el
caso de los dilemas ambos polos de la meta deseada no se pueden conseguir por sus connotaciones
negativas. Estas elecciones dicotómicas pueden ser sobre uno mismo o sobre la relación con otro y hay
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COMPENDIO TEORIA PSICODINÁMICA
DAVID EDUARDO DÍAZ LÓPEZ

diferentes tipos de dilemas que pueden ser referidos a uno mismo o a la relación con el otro. Estas
polaridades dicotómicas se pueden describir en pares que luego van a poder ser representados
diagramáticamente con dicotomías del estilo ó/ó: represión-expresión, seguridad-peligro, gratificación-
punición, perfeccionismo-dejación, obediencia-oposicionismo, sumisión-dominación, narcisización-autocrítica,
caprichoso-frustración, etc. Todos los anteriores son ejemplos de dilemas relacionados con el manejo del sí
mismo; a continuación ofrezco algunos ejemplos de dilemas relacionados con el self y el otro: compromiso-
aislamiento, asertividad-inhibición, desconfianza-confianza, sadismo-masoquismo, implicación-
distanciamiento, agresor-agredido, despectivo-despreciado, admirado-detestado, cuidador-cuidado.

Las polaridades dicotómicas están siempre referenciadas a esquemas personales y sus roles recíprocos
implícitos (ver más adelante). Estos dilemas y los componentes relacionales implícitos están relacionados
con distancia y/o peligro, en las que el sujeto o bien se siente solo y en riesgo o la cercanía emocional
provoca miedo a la pérdida y/o al daño del self. Dilemas referidos a conflictos con la dependencia, en los que
el sujeto se plantea una dicotomía relacionada con el ser fuerte y tener capacidad de dar, o ser débil y poder
sólo recibir. Dilemas relacionados la sumisión, en los que las imposiciones se responden con una obediencia
o bien con un sabotaje o dilemas relacionados con el control, en los que el sujeto controla sus sentimientos o
teme que se produzca un caos. Por último, hay dilemas referenciados a esquemas instrumentales expresivos
relativos a conflictos en el manejo de los sentimientos derivados del rol sexual. La representación
diagramática de los dilemas es como sigue:

Por último, las pegas son conceptualizadas como prohibiciones ante el éxito, es lo que llamamos “síndrome
del sí pero”; su origen puede ser externo por el temor a la respuesta de los demás o bien interno por culpa,
envidia o prohibición del placer. La representación de las pegas es como sigue:

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COMPENDIO TEORIA PSICODINÁMICA
DAVID EDUARDO DÍAZ LÓPEZ

Las trampas, dilemas y pegas precisaban de un referente teórico que permitiese articular estos constructos
para que tuviesen una aplicabilidad clínica, lo cual dio lugar al desarrollo de lo que se consideró la piedra
fundamental en la que se sustenta la P.C.A.: el Modelo del Procedimiento Secuenciado (Procedural
Sequence Model, P.S.M., Ryle 1991). El PSM (Modelo de procedimiento secuenciado). Se denomina así
porque la unidad de estudio es la secuenciación de un procedimiento o el análisis del procedimiento en sí.
Un procedimiento describe la forma en que se despliega una serie normal de actos mentales y conductuales
encaminados a la consecución de un fin determinado. Esta secuencia cognitiva implica procesos mentales,
acción, así como sucesos y consecuencias ambientales. La secuencia que se sigue en estos procedimientos
encaminados a la acción podría considerarse como bucles cognitivos repetitivos y realizados por secuencias
de operaciones más simples subordinadas a la consecución de objetivos más complejos.

Según este modelo, la secuencia básica de un procedimiento se puede describir en las siete etapas
siguientes (Ryle, 1991):

1. Formación de un objetivo en relación con el entorno o con un suceso del entorno.


2. Evaluación del significado personal del objetivo dentro de este contexto. Esto implica tanto un
"procesamiento afectivo" inconsciente que indica los significados personales implicados, como procesos
cognitivos que tienen relación con la memoria y con la evaluación de la congruencia del objetivo con otros
objetivos y valores.
3. Predicción de a) la propia capacidad para conseguir el objetivo y b) las consecuencias probables de su
logro.
4. Estudio de los medios posibles (subprocedimientos).
5. Actuación.
6. Valoración de la efectividad de la acción y consideración de las consecuencias.
7. Mantenimiento del objetivo, o, por el contrario, modificación o abandono del mismo y confirmación o
revisión de los medios.
Este esquema de 7 pasos desarrollado por Ryle y conceptualizado como el PSM, se representa de manera
gráfica en el siguiente dibujo, que nos va a permitir comprender mejor cuál sería la estructura operativa
gráficamente representada de los pasos que hemos señalado anteriormente.

A todo acto de percepción, bien sea interno o externo, el individuo le atribuye un significado, el sujeto valora
sus propias capacidades con respecto a dicha situación y anticipa las consecuencias que se pueden derivar
de sus actos. Toda esta secuencia lineal viene mediada emocionalmente y condicionada por el o los
esquemas activados en ese momento.

Como se representa en el dibujo 1, cada uno de los pasos de la secuencia hunde a través de las flechas
radiales sus raíces en las estructuras centrales de significación o configuración específica e individual de
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COMPENDIO TEORIA PSICODINÁMICA
DAVID EDUARDO DÍAZ LÓPEZ

esquemas personales (unidades ocultas de procesamiento en terminología de procesamiento distribuido en


paralelo). La psicoterapia se ocupa pues de ambos niveles: de la alteración en la secuencia del
procedimiento (procesamiento lineal) y de las alteraciones producidas en los subniveles de la secuencia
(unidades ocultas de procesamiento), derivados de los sesgos producidos por las emociones implicadas,
incorporadas a la estructura de esquemas subyacente y a los roles recíprocos implícitos. La relación
dialéctica de ambos tipos de procesamiento, es lo que da un auténtico sentido individual a las subrutinas
cognitivas disfuncionales tipificadas como trampas, dilemas y pegas, y a cualquier configuración conductual
derivada de un procesamiento de información, mediado por los componentes emocionales individuales
(Mirapeix, 2000).

Nuestra concepción del funcionamiento psíquico es también modular, pero referida fundamentalmente a los
subniveles de procesamiento de información que son los que contribuyen a codificar la información percibida,
tanto externa como interna. Los niveles perceptivos, atribucionales y ejecutivos están relacionados
íntimamente con los esquemas personales y con el emergente intermedio de los estados mentales (Ryle,
2002) o del modelo de trabajo tal y como lo plantea Horowitz (1999). La modularidad, desde nuestro punto de
vista, está sintetizada en los esquemas personales que hunden sus raíces en alguna de las motivaciones
descritas por Hugo Bleichmar (1999), pero que están representadas en las cualidades de los esquemas
personales referidos a patrones de relación interpersonal en las que se encuentran subsumidas emociones
básicas relativas a la envidia, agresividad, colaboración, rivalidad, atracción, búsqueda de protección,
dependencia, humillación, etc., de tal forma que las díadas relacionales que constituyen la esencia de los
roles recíprocos están asentadas implícitamente en emociones nucleares cuya referencia pueden ser en
cierto sentido los módulos motivacionales descritos por Bleichmar.

La concepción que presentamos basada en un complejo modelo de procesamiento de la información, lineal y


en paralelo, ayuda a comprender situaciones clínicas en las que la transferencia dominante en un momento
dado viene determinada por el estado mental activado que se encuentra vinculado al esquema interpersonal
subyacente y al patrón de relación interpersonal subsumido en los roles recíprocos y asentado en una
emoción nuclear básica que articula los patrones de relación y por ende el modelo de relación transferencial,
que en un momento determinado puede estar activándose con el terapeuta. Las transferencias pueden ser
múltiples en la medida en que las diferentes temáticas abordadas a lo largo de la sesión puedan estar
activando uno u otro de los esquemas interpersonales que tenga el paciente, de tal forma que los estados
mentales que se activan a lo largo de la sesión contribuyen a explicar los modelos de transferencia múltiple
que secuencialmente se actúan en la relación interpersonal puesta en juego en la terapia y que es
comprendida como referida a los roles recíprocos e implícitos en el esquema interpersonal del sujeto y
actualizados secuencialmente en los patrones transferenciales actuados en la psicoterapia. La labor del
terapeuta consiste en identificar estos diferentes estados mentales y sus referentes relacionales implícitos en
los roles recíprocos y en las emociones subyacentes, de tal manera que la identificación, descripción,
reformulación y modificación de dichos patrones de relación, contribuya a la reestructuración de los
significados y a la modificación de los patrones de funcionamiento del sujeto. Como veremos en la parte
técnica, esto no está solo basado en el insigth sino en intervenciones que también están dirigidas a la acción.

A medida que la psicoterapia cognitivo-analítica se fue aplicando a casos más complejos se hizo necesaria
una ampliación del marco teórico, desarrollando el modelo de los múltiples estados del self. Este fue una
evolución en respuesta a las dificultades prácticas encontradas en la comprensión y reformulación del
tratamiento de los pacientes con trastornos de personalidad severos. A medida que fue haciéndose patente
la utilidad de representar los diferentes roles recíprocos y sus patrones de rol relacional en estados del self
separados, se hizo cada vez más necesario desarrollar una conceptualización teórica que describiese la
evolución de la estructura que se estaba utilizando (Ryle 1997).

Desde el punto de vista clínico, hay pacientes que se presentan de manera muy diferente de una sesión a
otra, por ejemplo marchándose de una de las sesiones de manera cercana y con un estado de ánimo
aliviado, mientras que vienen a la próxima, resentidos y suspicaces. Éstos pueden ser indicadores de la
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COMPENDIO TEORIA PSICODINÁMICA
DAVID EDUARDO DÍAZ LÓPEZ

existencia de estados mentales diferenciados. De manera mucho más directa, hay pacientes que generan
confusión en el terapeuta por cambios en su estado mental durante la sesión. En muchas ocasiones esto
ocurre sin que exista una evidente provocación y en otras debido a algo que ha dicho el terapeuta o
relacionado con el tópico que se está discutiendo en ese momento en la sesión.

La referencia a los desarrollos derivados de la teoría del apego es común en muchas de las terapias
actuales. Desde nuestro punto de vista las relaciones de apego están sustentadas en un patrón de relación
interpersonal que configura un aprendizaje significativo desde el punto de vista emocional y que es
incorporado al repertorio de conductas del individuo en lo referente a las relaciones que establece con el otro.
Este patrón tiene una estructura bipolar, dicotómica, basada en la relación yo/otro que se sustenta en una
relación dinámica introyectada y estructurada en base a la complementariedad de roles desplegados en la
díada relacional original. Los roles complementarios incorporados en este proceso de aprendizaje
interpersonal son lo que denominamos roles recíprocos. Estos y su correspondiente carga emocional
implícita, sirven de atractor a los componentes del esquema interpersonal que se activa en determinadas
situaciones ambientales y que provoca el despliegue de los patrones intrapsíquicos archivados en los
registros de memoria proposicional y procedimental del sujeto. Ambos polos de los roles recíprocos son
repertorios conductuales aprendidos, uno por reacción directa vivencial y otro de forma vicaria por
identificación. Es decir, cuando un niño es maltratado por su progenitor, la pareja de roles introyectados
incorpora los dos patrones conductuales, el patrón de maltratador y la vivencia de maltratado, con lo cual la
díada maltratador/maltratado se incorpora al repertorio conductual del sujeto, pudiendo éste comportarse de
una u otra forma, en función de cuál de los polos del rol recíproco se active en función del contexto y de la
relación con otros esquemas interpersonales con los que pueda estar concatenada su activación. De tal
forma que podemos decir que el sujeto puede desplegar conductas derivadas de la activación de uno u otro
polo de esta díada relacional y esto lo hará de forma voluntaria o automática, y en muchas ocasiones
desplegando conductas que están más allá del control consciente, especialmente cuando éstas se refieren a
patrones comportamentales vinculados a los registros de memoria procedimental.

En la siguiente tabla vemos las díadas que pueden servir de referencia y guía terminológica para la
descripción de los roles recíprocos básicos:

ROLES PATERNALES ROLES FILIALES

Cuidador Cuidado
Protector Protegido
Contenedor Contenido
Reforzador Autónomo y seguro
Sobreprotector Dependencia fusional
Sobreimplicado Angustiado
Maltratador Maltratado
Despectivo Rechazado
Abusador Abusado
Destructivo Aplastado
Controlador Controlado
Idealizado Despreciado
Activo Pasivo
Critico Devaluado
Incompetente Necesitado
Dependiente Maduro forzado
Explotador Sumiso/cabreado

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COMPENDIO TEORIA PSICODINÁMICA
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Estos roles recíprocos, sirven de atractor a los diferentes componentes de los esquemas interpersonales.
Estos esquemas interpersonales están compuestos por: afecto, representación icónica, representación
proposicional, contexto en el que se desarrolló la escena/acción, patrón de relación experienciado (roles
recíprocos internalizados), registro mnésico vinculado a las acciones ejecutadas y componentes vinculados a
las estructuras motivacionales y de significado atribuido. La activación de estos esquemas interpersonales
junto con los roles recíprocos subsumidos en ellos tiene influencias decisivas sobre los patrones de
procesamiento de información de tal forma que configuran la percepción, sesgan el procesamiento cognitivo,
contribuyen a configurar los patrones de relación interpersonal, determinan los elementos de autoevaluación
del sujeto, intervienen en la planificación ejecutiva y se encuentran en permanente desarrollo, modificación y
adaptación en función de las experiencias que el sujeto tiene al desarrollar su conducta y reorganizar sus
patrones de comportamiento en función del feed-back recibido.

La rigidificación y persistencia de patrones de funcionamiento nocivos y generadores de malestar


intrapsíquico e interpersonal están en la base de cualquier comprensión interpersonal de la psicopatología.
Por lo tanto una concepción basada en la teoría de esquemas contribuye a una comprensión de la
psicopatología con un modelo conceptual unitario, de tal forma que este modelo basado en los roles
recíprocos subsumidos en los esquemas interpersonales, debe explicar tanto la conducta normal como la
patológica. Esto queda pendiente de un desarrollo futuro, aunque se están dando algunos pasos en lo
referido a los trastornos de personalidad y concretamente al trastorno bordeline como luego tendremos
ocasión de ver.

Los cambios de estado mental están acompañados de alteraciones en el tono de voz y en la postura y
pueden venir acompañados de síntomas disociativos. En este sentido pueden ser similares a los fenómenos
descritos en los trastornos de personalidad múltiple que revisó Putnan (1996). Cuando se sospechan estados
del self separados, los pacientes han de ser entrevistados preguntándoles sobre la posibilidad de
reconocerlos y caracterizarlos; muchos pacientes no tienen dificultades en pensar acerca de sí mismos en la
forma sugerida, pero puede resultar de ayuda dar al paciente instrucciones y herramientas para poder llevarlo
a cabo.

El cambio de los estados mentales es perfectamente detectable en la terapia, de tal forma que en la relación
interpersonal con el paciente el terapeuta puede percibir sutiles cambios en el tono emocional, en la conducta
verbal y en la no verbal y correlacionado todo ello con reacciones contratransferenciales en el terapeuta, que
se resienten ante el tono emocional vinculado al estado mental activado en un momento concreto. Así, los
estados mentales activados corresponden a patrones interpersonales que llevan subsumidos los roles
recíprocos que activan complejos esquemas interpersonales o asociaciones de los mismos y que vienen
asociados con componentes proposicionales y de significado que intentamos tipificar en terapia, como voces
intrapsíquicas vinculadas a personajes y patrones y escenas vividos por el sujeto, y que contribuyen a
conformar los mensajes tanto verbales como no verbales de un estado mental concreto. Es necesario
diferenciar entre la morfología de los cambios de estado normales y patológicos. Cualquiera puede sufrir
cambios en sus estados mentales, pero éstos suelen ser amplios, tolerables, con una transición suave,
vinculada al contexto y flexible en términos generales. Por el contrario, los cambios de estado patológicos
son estrechos en cuanto al número de estados en los que puede fluctuar el sujeto, vinculados a intensas
reacciones emocionales, con transiciones bruscas, contextuales en ocasiones y en otras fruto de fantasmas
que se activan a veces de forma poco explicable, y generalmente rígidos e inflexibles.

Desde punto de vista clínico, explorar los cambios en los estados mentales requiere un patrón de entrevista
que debe seguir una secuencia en la que se pregunte una serie de cuestiones que pasamos a listar a
continuación:

A) Cómo te sientes hacia los otros cuando te encuentras en este estado.

B) Cómo te sientes dentro de ti.

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COMPENDIO TEORIA PSICODINÁMICA
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C) Cómo crees que otros se sienten acerca de ti.

D) Cómo juzgas o evalúas o te evalúas a ti mismo en esta situación, en este estado.

E) Qué sensaciones corporales acompañan a este estado.

F) Qué es lo que generalmente tiendes a hacer en este estado

G) Qué es lo que generalmente intentas evitar cuando estás en este estado.

H) Qué es lo que te reconforta en este estado.

I) Cómo consigues salir de este estado

Estos diferentes estados mentales, detectados no sólo clínicamente, sino a través de metodologías de
exploración especificas (PSQ-personality structure questionaire y SDP-state description procedure), permiten
utilizar unos instrumentos para la detección y descripción de los estados mentales. La utilización de un
diagrama secuencial para describir los estados del self separados permite caracterizar cada uno de ellos por
su patrón de rol recíproco dominante. Describir las transiciones entre los estados del self tiene la misma
función que los diagramas secuenciales básicos en los pacientes menos perturbados, facilita a ambos (al
terapeuta y al paciente) reconocer donde están ambos en términos del mapa. Adicionalmente capacita a su
vez, a ambos, a mantenerse alerta y conscientes de los aspectos disociados que pudieran estar presentes en
el momento actual. En este sentido, ayuda al paciente a ganar control sobre los cambios bruscos y dañinos y
es una herramienta crucial en el trabajo dirigido a la integración de los self disociados.

Este modelo y forma de trabajo es muy práctico como base para la autoobservación y el registro de los
estados del self, colorear los estados del self y los bucles procedimentales generados desde ellos puede ser
útil en muchos casos. Los estados del self más que los procedimientos individuales, pasan a ser el foco de
los autorregistros.

La terapia cognitivo-analítica pretende movilizar las capacidades del paciente para su capacidad de
autorreflexión y control. El reto principal que nos plantean los pacientes bordeline es su tendencia a destruir
aquello que necesitan, así como la utilización de su hostilidad para conseguir o defenderse de la
vulnerabilidad y la persistencia de su disociación. Las metas terapéuticas sólo se pueden conseguir
combinando una relación correctiva (esto es, que no sea colusiva) junto con la dotación al paciente de
herramientas conceptuales a través de las cuales incremente su capacidad de autoobservación y
comprensión. La co-construcción de sencillos diagramas secuenciales que permitan describir la estructura de
los múltiples estados del self del paciente, que hagan tener sentido a sus experiencias disociativas y que
permitan describir conexiones entre estos estados del self contradictorios, es un primer paso en el proceso
de integración terapéutica y desde el principio le da al paciente una herramienta de mucha ayuda para
superar la sistemática disociación con la que funciona (Ryle 1997).

DE LA TEORÍA A LA PRÁCTICA

Identificando estados mentales

El Estado Mental, hace referencia a la experiencia subjetiva de interpretar un rol determinado.

Esta experiencia subjetiva es definida y diferenciada por el componente emocional más marcado, por el
estilo de auto- representación, por un complejo sistema cognitivo de creencias, esquemas personales y
atribuciones de significado, así como también por el grado de control volitivo -modulación, en el sentido de
Horowitz, (1991)- que se experimente sobre del estado mental, en el momento en el que se está
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COMPENDIO TEORIA PSICODINÁMICA
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experimentando dicho estado.

Un estado mental se puede reconocer fácilmente en la terapia si se atiende a patrones posturales,


expresión facial, tono de voz y otros signos físicos dentro del ámbito conductual. Estos signos expresan el
matiz emocional del estado actual. El relato verbal, por su parte, nos da indicaciones sobre el contenido
cognitivo del estado mental. Es de especial interés la congruencia, o no, entre las expresiones de lo verbal y
lo no-verbal, ya que esto nos proporciona tanto matices emocionales como datos relevantes en torno al
grado de control del sujeto sobre su propio estado mental. Algunos estados presentan una gran discrepancia
entre el tipo de ánimo traducido a expresiones físicas y lo que el paciente informa verbalmente (Horowitz
1987)

El cambio de los estados mentales también es fácil detectarlo en la terapia, a través de la relación
interpersonal con el paciente en la que el terapeuta puede percibir sutiles cambios en el tono emocional, en
la conducta verbal y en la no-verbal, además de la reacción contratransferencial del terapeuta.

Ryle (1997) plantea que gran parte de la fenomenología del TLP es el resultado de la presencia de un
número de Estados Mentales –y, por tanto, de Patrones de Rol Recíprocos (PRRs)- parcialmente disociados,
que son muy estrechamente definidos, a menudo de forma extrema, o que se presentan con cambios
rápidos y confusos. Tales pacientes colocan al terapeuta -y a los demás- en situaciones de gran presión,
pues buscan respuesta recíproca a sus estados siempre al límite e inestables. Lo que hace difícil, en la
práctica clínica, el reconocimiento de tales estados.

La Psicoterapia cognitivo analítica dispone de instrumentos eficaces, como el “Cuestionario de Psicoterapia”


o el específico para el trastorno Límite “Procedimiento para la descripción de Estados” (SDP) Bennet, D. y
Ryle A. (2005) que nos permiten orientarnos para identificar estos estados. El SDP nos aporta un léxico
común para trabajar con el paciente y describir lo que le pasa. Permite, asimismo, construir narrativas sobre
el self del paciente y el self de otros (dialógicamente) para poder buscar el origen de las mismas, facilitando,
así, la auto-observación de los estados mentales propios y ajenos.

A partir de estudios realizados con la rejilla de Kelly, Ryle (1970) concluye que la gama de estados mentales
hallados en los pacientes límite no es infinita; el SDP incluye una serie de 11 estados mentales, 10 de los
cuales son considerados dañinos.

Consideramos interesante detenernos en la descripción de este instrumento de trabajo terapéutico porque


ha demostrado su utilidad y porque nuestro trabajo de investigación se basa en la revisión de algunos
aspectos del mismo.

El cuestionario se divide en dos partes. En la primera se presentan los once estados mentales encontrados
por Ryle, acompañados por breves descripciones de los mismos y se le pide al paciente que señale aquellos
de los estados con los que se siente identificado:

Procedimiento para la descripción de Estados

A. ESTADO OK .

B. ESTADO DE VICTIMA.

C. ESTADO DE “CARGO CON TODO.

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COMPENDIO TEORIA PSICODINÁMICA
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D. ESTADO DE RABIA.

E. ESTADO VENGATIVO.

F. ESTADO DE “ANESTESIADO”.

G. ESTADO ABUSADOR.

H. ESTADO ACELERADO.

I. ESTADO DE “NIRVANA”.

J. ESTADO SUPERIORIDAD.

K. ESTADO PROTECTOR.

La segunda parte permite una descripción más detallada de los estados a través de preguntas tales como:

n ¿Cómo se siente usted en su vida?

n Su actitud hacia los demás es…

n La actitud de los demás hacia usted es…

n Cómo comienza

n Cómo finaliza, etc.

Estas preguntas van asociadas a características y actitudes que ayudarán al paciente a responder

Reformulación

La identificación de estos estados mentales, así como llegar a explicitar y a hacer disponibles para la
reflexión aquellos procedimientos de roles recíprocos internalizados sobre los que el paciente no había
previamente reflexionado, es una de las principales finalidades de la reformulación. Para ello, se sigue un
modelo de procedimiento secuencial en el que se analiza, a través de diagramas, la forma en que se
despliegan una serie de actos mentales y conductas encaminados a la consecución de un fin determinado.

La reformulación permite identificar los factores externos o internos que activan un polo u otro del rol,
permitiendo al paciente recapacitar sobre cuáles de estos roles y estados subyacentes son dañinos, o no, y
en qué medida. Es decir, en el contexto de la reformulación, la paciente atenderá al procesamiento de sus
relaciones con otros significativos, permitiéndole diferenciar los Estados Mentales del “Yo” de los Estados
Mentales del “otro”. Además, podrán aflorar muchos significados, emociones e ideas sobre el pasado y el
presente; esto facilita la identificación de los fallos que tuvieron los cuidadores durante la infancia y asumirlos
como responsabilidad de ellos. Esta atribución permite que el narcisismo del niño quede a salvo de las fallas
de los padres. (Fonagy y Kohut, citados por Benito Ruiz, 2006)

Se realiza una elaboración conjunta -con descripciones narrativas y a través de diagramas- de los
procedimientos problemáticos que son los que mantienen la patología (descripción escrita, concreta y
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accesible de la dinámica que subyace a los síntomas que trajeron al paciente a la consulta). En estos
“documentos” se escriben y representan los principales Procedimientos de Rol y los Estados Mentales
subyacentes, a los que se añade la secuencia entre ellos y los patrones y síntomas asociados.

“Procedimiento de Rol” y “Estado Mental” son conceptos similares a los de “Modelo operativo interno”, de
Bowlby (1988); al de “Esquemas Desadaptados”, de Young (1990); y al de “Díadas de Relación Objetal”, de
Kernberg (1980). Estos conceptos los desarrollaremos más adelante, en este mismo artículo.

La meta de la Psicoterapia cognitivo analítica no es modificar las creencias del cliente a cualquier precio,
sino ayudarle a percatarse de su propio modo de elaborarlas. El terapeuta, desde el principio, orienta la
atención del paciente hacia la comprensión de aquellos los patrones básicos que el propio paciente emplea
en su relato sobre la experiencia inmediata.

Un ejemplo

*Anthony Ryle se graduó en Medicina en 1949 y trabajó sucesivamente como miembro fundador de una clínica privada en Kentish Town, Londres,
como director de los Servicios Sanitarios de la Universidad de Sussex y como Asesor Psicoterapeuta en el Hospital St. Thomas de Londres. Tras su
jubilación en la Seguridad Social Británica se ha dedicado, a tiempo parcial, a la docencia y a la investigación en el Hospital Guy.
Mientras trabajaba en atención directa desarrolló estudios epidemiológicos de los pacientes a quienes atendía, lo que, añadido a la experiencia de
demostrar la alta prevalencia y asociación familiar de los trastornos psicológicos, le despertó el interés por el desarrollo de formas de tratamiento
psicológico que pudieran ser ofrecidas con efectividad desde los servicios sociales estatales. A continuación vinieron los estudios de procesos y
resultados de la psicoterapia y a partir de ellos brotó la creación de una teoría psicoterapéutica integrada y el desarrollo de un modelo de tratamiento
de tiempo limitado que se convirtió en la psicoterapia cognitiva analítica.

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