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Leandro Fernández de Moratín, autor de El sí de las niñas, fue uno de los
referentes literarios del teatro español del siglo XVII, época de gran importancia e
influencia, puesto que se estaban viviendo tiempos de ideas ilustradas que, como cabe
esperar, tendrían mucha influencia en todo los ámbitos de la vida, desde el particular
hasta el literario, como es el presente caso.
De vuelta a España, publica su primera obra, una sátira llamada La derrota de
los pedantes, lo que le valdría una enemistad con Cristóbal Cladera, conocido erudito,
a quien retrataría en su obra El Café. Esta nueva obra volvería a tratar el tema de la
sátira, hablando sobre la opinión de los madrileños sobre los distintos tipos de
comedia. A esta obra se le considera el cúlmen satírico de Moratín por cómo aborda
esta temática.
Leandro Fernández de Moratín destacó por hacer una ruptura con la estela
literaria de Lope de Vega, quien había, de alguna manera, establecido los parámetros a
seguir en el teatro.
Este fragmento, al igual que toda la obra de El sí de las niñas en general es una
crítica social a un tema muy importante para la época, el de los matrimonios
concertados en los que destaca una gran falta de amor y de mutuo acuerdo.
En este fragmento, Don Diego representa la postura del autor, una que es
totalmente crítica con este tipo de unión.
Estoy de acuerdo con las ideas que promulga Leandro Fernández de Moratín en
su obra, y es que, como ya dije, este tipo de matrimonios destruyen por completo la
idea base de esta unión entre dos personas, la cual no es otra que la del amor.
Así pues, no creo que haya ninguna persona, sea conservadora o progresista en
pleno 2018 en la sociedad occidental que apruebe esta clase de uniones. Pues ante
todo y gracias a nuestras conquistas, vivimos en un estado liberal que promueve la
libertad de las personas, y esta clase de comportamientos atentan tanto contra nuestra
integridad como nuestro futuro como sociedad.
Así pues, también se trata de una mujer muy manipuladora que carece de
sentimientos, puesto que es capaz de utilizar a doña Francisca par sus fines. El texto
dado representa a la perfección todas estas características, así como su personalidad
dictatorial, diciendo que todo debe ser como ella dice.
Doña Francisca:
La hija de doña Irene destaca por ser una especie de mujer cliché de aquellos
tiempos, puesto que encarnaba todas las características que se le asociaban a lo que
debía ser una mujer en el s. XVIII. Era dócil y sumisa hacia su madre y lo único que le
movía era el amor.
Así pues, vemos como la joven entra en una crisis, puesto que no sabe si seguir
la educación que se le inculcó de obedecer siempre a su progenitora o seguir sus
sentimientos y estar con el hombre del que se enamoró, siendo este un tema principal
en la trama de El sí de las niñas.
Esta técnica sirve, principalmente, para priorizar más la historia que el autor
nos quiere transmitir que el espacio y el lugar. Este recurso no es nada nuevo, puesto
que era muy típico en el neoclasicismo, por lo que no es sorprendente que Fernández
de Moratín lo utilizara para su obra.
Así mismo y como ya se dijo antes, esto se hizo para avanzar la acción más
rápidamente, puesto que al tratarse de un espacio cerrado, los personajes son más
propensos a encontrarse entre ellos y hacer que la historia transcurra de manera lógica
y sin que resulte artificial a través de excusas, de relleno o de tener que hacer que
dichos sucesos ocurran más rápido de lo que sería natural.
Esta ha sido la segunda vez que visualizo El sí de las niñas de Estudio 1, y cabe
decir que esta segunda vuelta, por llamarla de algún modo, ha sido muy distinta.
La primera vez que la vi fue desde un punto totalmente ignorante sin saber a lo
que me enfrentaba, me preguntaba si iba a ser la típica película que ves y que cuando
acaba ni siquiera entiendes qué pasó ni qué conflicto habían. Pero no fue así. He de
decir que esta película no es santo de mi devoción, ni mucho menos, pero la verdad es
que me no me disgustó, y tras volver a verla me di cuenta de muchos más detalles y lo
tuve todo mucho más claro que la primera vez. A esto, también hay que sumarle el
hecho de que transcurrió un año entre la anterior y esta, por lo que en ningún momento
me resultó repetitiva, puesto que ya había olvidado cosas.