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ELfetichismo del objeto artistico bss, Ce 1a teoria freudiasa del inconsciente, conmvenientemente tergiversada por publicstasy politicos, ha sido el principal acicate para persuade a las masas de la necesida! de iberar las pulsiones y fos deseos que nos viz. Ya en Js fos weite del siglo pasado se desea a efet- dad de la aplicaciin de las téenicas del psicvanisis como arma de- magégica para manipular coneiencias, con carnpafas comerciales co a que perpetré Eaivard Bermays! para despertar en las deseo de amar, al asociar los cigars con la emancipa Sigmund Freud quiso hacernos ms Tibees al ayudarnos a descuibriv y Jominar nuestro lado oscuro, pero cuando la capacidad de gobernar n solo nuestra volunted, sino también nuestra facetairacional pass del autocontrol a un control social al servicio del capitalismo ya fue imposible discernir entre las aspiraciones individualesy las fatvodci- das en nuestra psique. Se hizo entonces inviable salir de un engranae consumista que no ha parado de soisticar su mquinaria El pensamiento de Freud, y el psicoundisis en general, a tenifo una enorme influencia en el arte contempordneo, terreno en el que tamibign se aprecian las polaridades que ta genevado. En los aos se- senta, el aecionismo vienés propusnala desatar de forma visceral los impulsos revimidos por ls valores burguesés dela sociedad austriaca, 2 que considerahan hiéeritay llraconservador, Alrededor de aque- ta misma épnca, el Pop Art mostra eon desfachatez el triunfo de la imagen como mercancia,inauigurando con ello Una refleién sobre la fetichizacién del objeto en el sistema del ate que recorrerd un largo ca- mino, respeniendo a las distintas fases del desarrollo capitalist, El Pop Act intredtuo un discurso ambiguo, entre sancionador y de celebracin, sobre la sociedad de consumo. Fue esta ambiguedad le que aports un carécter provocadbr a propuestas como la serie de iujeres-mobilarc de Allen Jones, que en sut época desperts uertes ataques de grupos feministas, que les consideraban’ meras escenitica- ciones de fantasas erticas mascuings. Sin embargo, aunque la ine fencion del autor no frera explicit, la cosiicacin femenina extrema que simbulizan estas rmujeres de plésticn semidesnuslas, haciendo de percheros, mesas 0 sills, puede verse como una critica corrosiva al sexismo que los medias raicalizan. De actendo con esta interpreta- cin el fetichismo de los tacones de agua yd las botas de cuero, que remite de algtin modo al psicoanslisis frtdiano, se mezela agut con ‘cidos comentarios sobre las elaciones de poder tirnicas derivadas del consuunismo, que van ms all de las euestiones de gine. El mobiliario “humana” de Jones ha servo de inspiracin a una elas piezas de America, The Git Shop (América. La tienda de vegas, 2008, winvamericatheftshop.com), un proyecto de Philip Toledano. BI surtido de sours en recuerdo Ue Jo ocurrido en Abu Ghraib y Ane Sheps Holt Shas Fro Maine” Tica de iar) ccle Hoomcadeane. he fetishism of the art object ‘The Freudian theary of the unconscious, conveniently distorted by publicists and politicians, has been used persistently as grounds to persuade the masses ofthe need to liberate the drives and desires that rule our lives, Aveady in the s, society realised the ‘effective results achieved by applying psychoanalysis techniques as ‘emagogic weapons to manipulate consciences. One of the most »otable was the commercial campaign designed by Edward ernays! to encourage women to smoke, associating cigarettes and social emancipation. Sigmund Freud wanted to make us freer by helping us discover and control our darker side, but when the ability to govern not only our will, but also our irrationality shifted ‘rot self-control to social control a capitalism's service, it became impossible to distinguisi between individual aspirations and expectations atroduced in our psyche, Therefore it became ‘possible to escape a materialistic apparatus that has continued tosophisticate its machinery relentlessly. Freud's ideas, and psychoanalysis in general, had an enormous influence on contemporary at, and the polarities it has generated are quite visible. In the Sixties, Viennese action art championed viscerally unfeashing the impulses that had been repressed by the bourgeais values of the Austrian society, which was considered Inypocitical and ultraconservative. Around the same tim, Pop Art blatantly demonstrated the triumph of the image asa commedity, thus inausterating the examination of the fetishisation af the object in the art system, a notion that continues to reappear, responding to the different stages of capitalist development. Pop At introduced an ambiguous discourse, pat sanctioning part celebratory, on the consumer society. This ambiguity added a provocative character to proposals like Allen Jones’ female furniture series, which atthe time enraged feminist groups, who saw them as the staging of male erotic fantasies. However, although the author's intention vas not explicit, the extreme female reification these hal naked plastic women symbolise, as coat hangers, tables or chairs can be taken as a corrosive critique of the sexism that is radicalised by the media. In fine with ths interpretation, the fetish for stilettas and leather boots, which harks back to Freudian psychoanalysis to a «degree, is combined here with sharp contents on the tyrannical relationships of power that are derived from consumerism, and go farbeyond gender issues. Jones “htuman’ furniture has inspived one ofthe pieces in America, The Gitt Shop (2008, wwwamericatheegftshop.com), 2 project designed by Phillip Toledano. This selection of souvenirs commemorate Abu Ghraib and Guantanamo in the shape of vise De Guantanamo toma la forme. de postales, camisetas, mutiecos y mue- bles que satirizan, de manera lacerante, la sarta de humillaciones y torturas habidas en esas prisiones, Cuando la ecuaci6n amo-esclavo se extiende a una relacin vejatoria entre paises, ejemplifcada en los re- rmanentes més abyectos de la politica exterior de Estados Unidos du vante el mandato de George Bush, el artista ya no puede mantenerse en el cémodeo terreno de la ambittedal, “En eada contexto histerico v ambito del pensamiento, el concep to de fetiche cambia de rostro: para Karl Marx lo era el dinero; para Fred, el sustituto del ehjeto sexual; para Guy Debord los medios de comunicacn; para Jean Baudiilard, el "valor simbético” de las mer caneias. Marx creia en la posibilidad se anu el valor mercantil de los abjetes para preservar la integridod! de su valor de uso, Su idealis- ‘mo deviene pura quimera en la época del consumo de mases. En el ensayo Pour une critique de f économie potitique de signe (Critica de Ia economia politica del signo, 1972), Baudrillard introducia el con- cepto de “valor sisbslico” del objeto en la disyuntiva marvista entre “valor de uso” y "valor de cambio” para referitse la mereaneia coma simbolo de clase social, de riqueza, independienternente de su fun «ion como bien material. Cuarsdo el artista brasleio Cildo Meireles,

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