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El Retorno al sentido de Freud

Triolo Moya, Felipa

Que esta asignatura se llame Escuela francesa es irreal, en realidad damos cuenta que
Escuela francesa es Lacan. Porqué Lacan?, para nosotros deudores de su pensamiento
puede suscitar múltiples respuestas. Jacques Lacan, su nombre tiene distintos ecos:
francés extravagante, difícil, rebuscado, genial. Sí, todo eso pero que más? Al discurso
psicoanalítico, o mas bien algo parecido, se lo encuentra por TV, en revistas de
actualidad, en todas partes (un gran cambalache); todo el mundo dice algo que le
atribuye al Señor Sigmund Freud: inconsciente, sexualidad, complejo de Edipo, madres
castradoras, agresividad, libido, traumas, angustia, etc. Pero es conveniente dar cuenta:
qué es un psicoanalista cuando se habla de Jacques Lacan. Como lacanianos somos
duros en eso, el punto es: hay o no psicoanálisis. Se podrá decir que hay varios
psicoanálisis desde Freud, para Lacan hay un psicoanálisis.
Dice Lacan:

« De dónde viene esa contradicción entre el merequetengue pre-edípico al que se


reduce la relación analítica para nuestros modernos y el hecho de que Freud no se
sintiera satisfecho hasta haberla reducido a la posición de Edipo»
«Pero he aquí que la verdad, en la boca de Freud, toma el toro por las astas: Soy pues
para Uds. el enigma de aquella que se escabulle apenas aparecida, hombres que son
tan duchos de disimularme bajo los oropeles de vuestras conveniencias. No por ello
dejo de admitir que vuestro azoro es sincero, porque incluso cuando se hacen mis
heraldos, no valen mas para llevar mis colores que esos hábitos, que son los de Uds. Y
semejantes a Uds. mismos. Fantasmas, que eso es lo que son. Adonde voy cuando he
pasado entre Uds. ?, Dónde estaba antes de ese paso?. Se los diré algún día ¿

La inclusión de la obra de Jacques Lacan en la currícula de grado es un hecho no casual


en tanto se pretenda hablar de Psicoanálisis. La tenacidad y originalidad con que abordó
las construcciones freudianas caracterizó el inicio de su enseñanza, lo llevó a transitar
distintos caminos bajo la consigna: el Retorno a Freud, intentando reubicarlo en su
verdadera dirección.
A que debía volver, si todos mas o menos se sienten herederos del pensamiento
freudiano?

«Es tal el espanto que se apodera del hombre al descubrir la figura de su poder, que se
aparta de ella en la acción misma, que es la suya, cuando esa acción la muestra
desnuda. Es el caso del psicoanálisis. El descubrimiento prometeico, de Freud, fue una
acción tal, o su obra nos da testimonio de ello, pero no está menos presente en cada
acción, humildemente llevada a cabo por cada uno de los obreros formados en su
Escuela»

El psicoanálisis freudiano fue convirtiéndose poco a poco, imperceptiblemente, en una


buena técnica de adaptación del individuo enfermo a la verdad del analista sano. Frente
a un Yo enfermo del que sufre e ignora, el Yo sano del que sabe y cura.
Cuando Freud, junto a Jung, llegaron a Norteamérica invitados por la Clark University,
al visualizar el puerto de New York y la célebre estatua de la libertad, dijo su famosa
frase:

«No saben que les traemos la peste»

La peste nos dice Lacan, fue combatida con éxito, del pensamiento de Freud, no
quedaron rastros, de psicoanalistas a managers de almas, en un contexto social que
facilitaba esta conversión. Se trata de una santa alianza entre una parte sana del Yo del
analizante con el Yo sano del terapeuta, unidos contra la parte enferma, por supuesto del
paciente, para que una vez vencidas las resistencias, este se adapte a la óptica de lo que
es la salud para el terapeuta. De otra manera, estar sano es llegar al fin de análisis,
habiendo logrado una total identificación al yo del analista como Ideal. Yo del analista
que es sobre todo fuerte, frente al pobre yo débil de los pacientes neuróticos. Todo
consiste en sustituir el discurso neurótico por el sano de los analistas. Se usa mucho la
frase: … «…lo que a Ud. le pasa es que a Ud.» y comienza la perorata.
Por suerte, lo Icc. insiste y no se deja atrapar por estas maniobras insensatas. Se dirá
entonces son las resistencias. Si, es cierto, pero de quién? Del analista sin duda, contesta
Lacan. Porque el deseo no se deja gobernar por ningún tirano de turno, ningún
reformador, ninguna vanguardia iluminada, ningún partero del cambio.
El deseo se muestra complejo por esencia, extraño a cualquier realidad, insumiso a la
elección de sexo, edad o posición social del sacerdote recomendado que intenta tomar
el nombre de analista.
El deseo no es educable, no es susceptible de pedagogía, tampoco de una sexología. El
deseo es solo susceptible a una ética.: ceder en cuanto a su deseo.

SENTIDO DEL RETORNO

Lacan, no se nominó lacaniano, se consideraba freudiano.

«[el ]sentido de un retorno a Freud es un retorno al sentido de Freud.....y el sentido de


lo que dijo Freud puede comunicarse a cualquiera dado que pone en tela de juicio la
verdad y no hay nadie a quién la verdad no lo incumba personalmente».

La práctica analítica da cuenta del

«… poder de la verdad en nosotros y hasta en nuestra carne»

Y esta verdad de la cual se habla, es la verdad del Inconsciente., se expresa en el decir,


allí donde la palabra más cautelosa muestra un tropiezo, allí donde el llamado acto
fallido, lapsus, sueño o síntoma, aparecen: allí debemos tratar de atrapar la verdad de lo
Inconsciente

« Yo vagabundeo en lo que Uds. consideran como lo menos verdadero, por esencial: en


el sueño, en el desafío, en el sentido de la agudeza mas gongorina y en el no sentido del
juego de palabras mas grotesco, en el azar, no en su ley, sino en su contingencia...»

El retorno a Freud, es el retorno a un campo que fue tergiversado, y ese es el campo de


la palabra. En 1953, Lacan escribe « Función y campo de la palabra y del lenguaje en
Psicoanálisis», lo que se conoce como el Discurso de Roma, y en 1960, «La instancia
de la letra en el inconsciente». La clínica lacaniana es la clínica de la palabra, pero la
palabra definida desde los aportes de Ferdinand de Saussure y Claude Lévi-Strauss, o
sea de la Lingüística y de la Antropología estructural.

De aquí que la palabra adquirirá una especificidad en psicoanálisis que no se debe


confundir con el uso que de ella se hace en otros campos. También la psicología y la
psiquiatría pueden operar con palabras. Aquí no se tratará de la palabra que el sujeto
utiliza, instrumenta para comunicar algo de sí, como si fuera su dueño, no se trata de
un sujeto agente. El psicoanálisis no es una teoría de la comunicación. La clínica
psicoanalítica no apunta a mejorar el diálogo, los ruidos de la comunicación; no apunta
a la comprensión, es una clínica que apunta al significante, aunque aportes posteriores
de Lacan la abran ( al fantasma, al objeto, etc.). En la clínica Psicoanalítica, a diferencia
de las clínicas Psicológicas que se dirigen a fortalecer al Yo, o a la Psiquiátrica, se
plantea la articulación significante del síntoma. El síntoma analítico es un síntoma que
habla. Es hablante, se vuelve hablante en el momento en que es desplegado en un
análisis. La clínica psiquiátrica es casi muda: sólo usa la mediación.

Lacan viene del campo de la Psiquiatría, según Paul Bercherie, un psiquiatra francés,
que asevera que la tesis de Lacan, fue la última gran Tesis psiquiátrica en Francia.
Describe y fundamenta una nueva entidad clínica: la paranoia de auto-punición.
Luego dice Bercherie, la clínica psiquiátrica se quedó muda y luego Lacan, abandonó la
psiquiatría y entró de lleno en el campo freudiano.
Lacan, mostró un gran interés por la psicosis, y por la histeria. Escribe en 1951:
«Intervención sobre la transferencia», donde recupera el historial de Dora para
relanzarlo hacia una nueva manera de pensar la histeria y la transferencia. Lacan da
cuenta de una clínica de estructuras. Otra cuestión plantear si Lacan es estructuralista
porque toma estas nociones de Román Jakobson y de Lévi-Strauss? Lacan es un
estructuralista muy particular, en tanto la estructura se entienda como completad,
plenitud, totalidad, unidad. Desde esta perspectiva, Lacan no es estructuralista. Para
Lacan la estructura no se puede pensar sin sujeto, y al sujeto del psicoanálisis no se lo
puede pensar fuera de la castración. Entonces para Lacan esta estructura es una
estructura que tiene un lugar vacío, un lugar de falta.
La teoría fálica, escrita por Freud recién en 1923, da cuenta de que no sólo se plasmó
para pensar el Edipo como un concepto estructural, sino que aparece el falo como un
articulador faltante, como lugar vacío de la estructura.

A la clínica lacaniana la podemos pensar como una clínica de las estructuras, pero
también como una clínica del falo porque Lacan sitúa la clínica freudiana a partir de la
sexualidad femenina, especialmente a partir de la función de la castración materna. Es
una clínica bajo transferencia, es imposible pensar la clínica sin una teoría de la
transferencia; concepto que en el Seminario XI « Los cuatro conceptos fundamentales
del Psicoanálisis» coloca como uno de los conceptos mayores, junto al de pulsión,
inconsciente y repetición.
Jacques Alain Miller en su Seminario «Dos dimensiones Clínicas» plantea que la clínica
no se puede reducir a una problemática terapéutica, a la cuestión de la cura, al
levantamiento de los síntomas, o a la desaparición del mismo. La cuestión ética está
implicada en la clínica en la medida en que se apunta a un más allá del bienestar y de la
adaptación.
Durante todo el tiempo de su enseñanza Lacan se propuso indagar los fundamentos
freudianos y cuestionar el lugar del analista que no debe cesar de ser cuestionado.

Este es el camino recorrido por Freud, camino que instaura la dimensión de un discurso
subversivo, en relación a todo un saber Psiquiátrico, Filosófico y Psicológico.

Retornar al sentido de Freud para ver si resiste la disciplina del comentario:

«…no sólo para volver a situar una palabra en el contexto de su tiempo, sino para
medir si la respuesta que aporta a las preguntas que plantea, a sido o no rebasada por
la respuesta que se encuentra en ella a las preguntas de lo actual».

La enseñanza de Lacan, ha recorrido todos los aspectos que hacen a la teoría


psicoanalítica, en especial al pensamiento freudiano y también a la problemática de la
transmisión del psicoanálisis.
Freud considera uno de los pilares para la transmisión del psicoanálisis, al análisis
didáctico, o sea el análisis del analista. Ya en 1905, Freud comienza con la actividad,
conservando a ésta libre de reglas administrativas y consideraciones políticas. Federn y
Stekel, discípulos y analizantes de Freud, comienzan su práctica como analistas en
1903. Hasta 1923, no se instituye ninguna reglamentación en lo que se refiere al
didáctico. Para esta época la Sociedad Psicoanalítica de Berlín decide normatizar las
actividades analíticas y a los analistas. Se crea una Comisión que regula el programa de
formación para los jóvenes psiquiatras. No obstante, la Comisión podía aceptar o
rechazar al candidato a posteriori de las entrevistas. Este debía someterse aun análisis
diario de por lo menos 6 meses con un analista designado por la Comisión y aún así,
todavía, era posible ser rechazado. La Asociación Psicoanalítica Internacional (I. P. A.)
y sus filiales ( A.P. A. y A. P.de B.A.) sostienen aún esta estructura con pocas
diferencias. Comienza así la burocratización del psicoanálisis.

Moustapha Safouan, en su libro: « Jacques Lacan y la cuestión de la formación de los


analistas» dice:

« La institucionalización del psicoanálisis, era como una repetición, donde sin que lo
supieran los actuantes se ponía en escena el mito que Freud promovió en Tótem y tabú,
un arreglo fraternal dictado por el asesinato, no tanto consumado como inconfesado,
o confesable aunque no consumado, era la culminación de una convergencia en la
represión»
Los descubrimientos que sorprenden, puntúa Lacan, se asocian a detalles clínicos
abandonados, a conceptos inexplorados. En el Seminario I, «Los escritos técnicos de
Freud», Lacan diferencia la ignorancia del desconocimiento, este último está ligado al
Yo.
¿De que se trata cuando se habla de ignorancia? Podríamos decir que el Psicoanálisis es
una práctica de la ignorancia, tal como puntúa Lacan en el Seminario I:

«En el análisis, desde el momento en que comprometemos al sujeto, implícitamente en


una búsqueda de la verdad comenzamos a constituir su ignorancia...»

O sea en el momento en que se empiezan a abrir las vías de la verdad, es el mismo


momento en que se empieza a constituir la ignorancia. En ese sentido el psicoanálisis es
una práctica de la ignorancia y el analista no puede saber del analizante más allá de lo
que ha asociado en una sesión, allí se sitúa la ignorancia.
Todo lo que tenga que ver con conocimiento, con conocer, va a estar en relación al
desconocimiento del Yo. Conocer y desconocer constituyen un par para pensarlos
juntos.
La práctica del psicoanálisis es una práctica del la ignorancia, porque la misma da
como efecto la producción del inconsciente en transferencia.

_ Del lado del analista es una docta ignorancia: el analista no sabe más allá de las
asociaciones del analizante en el sentido de la abstinencia de saber y de poder que
Lacan propone. Sería «no gobernar, no educar» compatible con la «atención flotante
freudiana». Estamos hablando del deseo del analista.

_ Del lado del analizante, la ignorancia se ubica en relación a la posibilidad, en


transferencia, de asociar libremente, más allá de la lógica, del sentido común, de lo que
sabe, apostando a que va a tener un sentido, pero un sentido que siempre se le escapa.

Decir más o menos de lo que se dice, es la práctica de la ignorancia en búsqueda de la


verdad. Por eso Freud dice que cuando la interpretación es interpretación, el analizante
dice «jamás pensé eso», y no «eso ya lo sabía».
Fíjense, cuando el analista no está en posición de docta ignorancia, se pone en juego el
incesto: algún conocimiento es posible. La docta ignorancia sostiene una diferencia
entre las palabras y las cosas, no sostener esta diferencia es incestuoso, es darle un
objeto a la pulsión, un objeto al deseo. El no sostenimiento de la diferencia es una
posición incestuosa del analista.
El desconocimiento no es la ignorancia, se articula a la inercia del YO, no toca la
estructura del sujeto, es palabra vacía. Cuando se enseña psicoanálisis en términos de
conocer más estamos en la vía del conocimiento- desconocimiento, palabra vacía. Para
Freud y para Lacan hay algo que se llama la transmisión del psicoanálisis que es un
plus que puede ocurrir o no cuando por Ej: se habla, se habla en relación al
psicoanálisis; en su enseñanza, en la supervisión, en la práctica, pero sobre todo en el
análisis. La transmisión no es lo que se sabe, la enseñanza sí, la transmisión es como
dice Freud en «Historia del movimiento psicoanalítico» es: «…que ellos me transmitían
lo que no sabían», refiriéndose a Breuer y a Charcot. Se transmite lo que no se sabe, se
transmite algo que va a operar para el sujeto al que le ha sido transmitido algo. Implica
que para ese sujeto, algo va a operar como causa de su deseo. El conocimiento-
desconocimiento sostiene la ilusión yoica, mientras que la ignorancia abre el camino a
la verdad.
Se constituye en la búsqueda de la verdad.

La verdad es uno de los puntos cruciales de «La cosa freudiana...»:


La verdad es un lugar en el discurso (agente, verdad, saber, producto) en el discurso
analítico y en todos los discursos que Lacan plantea mas adelante en el Seminario 17
(Amo, Universidad, Histérica y Psicoanálisis). Bien, no vamos a entrar por lo pronto a
dirimir estos discursos. Lo sustancial es que el saber (S2) va a estar en el lugar de la
verdad en el discurso analítico.
El lugar de la verdad va a estar siempre en relación al vacío dejado por la pérdida del
ser, dicha pérdida se instituye al introducirse el lenguaje. Hay una hiancia entre el
hombre y la naturaleza, que lo determina.
Una digresión: el discurso del Amo es aquel que quiere que la cosa funcione, es el que
busca la armonía, que intenta domesticar al inconsciente y al deseo, en su intento de
obtener sujetos que encajen en el orden del mundo, para que los sujetos se las arreglen
bien con el Amo del mundo.
Oscar Massotta, en el libro «Lecciones de introducción al Psicoanálisis», dice:

«…el psicoanálisis deja el goce sobre la tierra. Los amos lo prometen para pasado
mañana, lo anulan al castigo y al látigo, lo permiten si uno se redime, si paga sus
culpas. Como el psicoanálisis nada tiene que ver con todo esto, tal vez es por ello que
haya tanta gente que nada quiera saber del psicoanálisis»

Lacan dice «Yo, la verdad hablo», y no es un yo el que dice eso. No es un Yo el que


dice Eso, sino que Yo, la verdad hablo. Si Yo la verdad hablo; Quién es el que habla?,
No es sobre el Yo que habría que lanzarse para escuchar la verdad. Es sobre las aristas
del habla pues no hay habla sino del lenguaje. Este lenguaje no es un código, no
informa, no da a conocer nada.
Yo, la verdad hablo sirve sólo para situarlo frente a un Tú.
Quién es ese Tú? Es el que devuelve el mensaje en forma invertida, « Tú dices la
verdad, entonces Yo, la verdad hablo». Si el analista se pone en posición de «Tú, dices
la verdad, entonces es posible que Yo, la verdad hablo», que sea escuchado.
Otro juego de Lacan: Es la posición del analista frente al analizante que pregunta qué
me quieres? El analista no debe responder: esto o aquello, el analista sólo debe situar el
Tú para sostener la Demanda del analizante, para sostener la transferencia.
Los cambios del Sujeto en relación a su discurso en el análisis, están dados por el que
escucha, que al devolver el mensaje en forma invertida, determina.
«Desde dónde me habla aquél que me habla?. Desde dónde lo escucho?. Esta es según
Lacan la «responsabilidad del analista»: saber en que posición está. La posición de
devolver desde algún lugar el mensaje en forma invertida.
Lacan la ilustra: Tú eres mi mujer /Tú eres mi maestro
El analista se debe dejar formar por eso que el analizante dice, y es desde allí desde
donde escucha, lo acompaña al discurso no al paciente. Cómo? No huyendo no
corriéndose. El analista debe localizar en que lugar del discurso del analizante, está
ubicado. Es decir ubicar: quién habla y a quién le habla. Ser tomado por el discurso del
analizante, ser causa de eso que se dice allí, es lo que el analista escucha. Ahora bien,
qué es escuchar? : leer ese discurso, el analista lee; interpretar no es más que esto.
Lo que el analista lee, va a determinar como interpreta.
Si cuesta años saber en qué lugar está uno puesto, cómo saber desde donde habla?. La
posibilidad de interpretar es saber eso, y eso es lo único que el analista debe saber: lo
que se diga en una sesión y no más allá.
El analista no saber nada, sólo en el lugar que él está, tomado por el discurso que se
pone Si el analista no sabe esto, sólo hay omnipotencia imaginaria en juego en esa
transferencia.
Este es el corazón de la práctica analítica, y es estar en la impotencia, no se qué hacer,
es un lugar de imposibilidad. El analista escucha tomado por el discurso del analizante,
y en ese lugar en donde es tomado: dice, y cuando dice lo que va a poner en juego es
una imposibilidad: LA IMPOSIBILIDAD DE DECIR LA VERDAD TODA, porque la
verdad toda no existe, la verdad, es no toda,
Lacan niega la universalidad de la verdad. Los amos escuchan, el analista cuando
escucha lee, lee los escritos y lee un texto como se lee una sesión. Qué lee el Analista a
diferencia del Amo? El Amo lo que no lee es lo que es del goce, el analista lo lee. El
amo escucha y ordena, qué ordena? Cómo habría que gozar. El analista lee en lo que se
inscribe del goce pero no da recetas sobre el goce. Esta es la posición del deseo del
analista, esta posición de lectura, de abstinencia de saber y de poder que posibilita leer
lo que del goce se inscribe o no en cada sesión. Por supuesto lo precedente marca un
dilema entre lo que es una psicoterapia y un psicoanálisis..
El paciente llega como que sabe una verdad: hay coincidencia entre saber y verdad. Sin
embargo la primera operación que va a hacer el analista es una disyunción entre saber y
verdad. Si el analizante cree que un saber es la verdad, es decir están anudados, se va
situar en relación a esto. Ej. Una historia infantil.
El analista no destituye el saber, porque sino parecería que el tiene otro saber, sino que
produce una separación entre el saber y la verdad y lo recoloca ( al saber) a través de la
interpretación en el lugar de la verdad. Fíjense, los separa para volver a anudarlos.
Pero, cuál es la diferencia entre este anudamiento y aquél con el que el paciente viene?
Que este saber es no todo, no es una creencia imaginaria, es un saber a medias,
enigmático y agujereado en ese lugar de verdad.

La verdad tiene estructura de ficción. En «Observaciones sobre el amor de


transferencia», Freud dice: « esta ficción, este amor, es verdadero, y si es ilusorio es tan
ilusorio como todo el amor de la vida cotidiana». Cuando decimos que la Neurosis de
Transferencia es artificial, no es una falsedad, es una verdad que existe para el Sujeto,
que se pone en juego en el análisis, pero que es una verdad ligada a la imposibilidad, ya
que no le asegura al analizante la existencia del Otro (A), ni siquiera la existencia de él
mismo en relación al A.
El analista presentándose como un canalla y dándole un pseudo- ser al Sujeto, intenta
garantizar lo que no puede. El analista si sostiene la imposibilidad en la Neurosis de
Transferencia, pone en juego alguna verdad. Para que aparezca alguna verdad, el
analista no asegura ni garantiza la existencia del Sujeto ni del A, o sea que ambos van a
ser (S/ A barrados).
Interpretar es sostener la inexistencia de la relación sexual, interpretar creyéndoselas, es
sostener el incesto, la proporción (Amo).
El sujeto llega tarde a su propio advenimiento, no coincide consigo mismo. El analista
no debe hacer copular las palabras con las cosas sino las palabras con las palabras.
Cuando el analista profiere: «Tú dices la verdad» y al analizante dice«Yo le voy a
mentir». Fíjense, Lacan afirma que la mentira es simbólicamente Real. Quien sanciona
la verdad es el Otro, pero el analista no es el Otro pues el Otro es un lugar; en ese
sentido el analista, no sanciona nada. No coincide con el Otro. Aunque para el
analizante, en un momento de la transferencia el analista coincide con ese lugar. Si el
analista sostiene esta no coincidencia, entre su lugar y el Otro, va a ser posible la
ingerencia de la interpretación. Si el analista «se las cree», que él está en el lugar del
Otro, o sea que el sanciona el código, no hay lugar para la interpretación. El analista
interviene cadaverizando su posición, haciéndose el muerto: · Silencio allí donde es el
Otro (Cuando es tomado como Otro; se calla se hace el
muerto)
· Anulando su resistencia propia, allí donde es otro (Cuando es tomado como
otro
especular, anula su ego
· Bajo las incidencias simbólico imaginarias presentifica la muerte.
Si habla desde el lugar del Otro, es porque sostiene en el paciente la creencia canalla de
que hay un Otro que le va a dar un Ser. No hay complementariedad hay
suplementariedad.
Lo único verdadero es la castración o sea la operación que separa el saber del objeto
(objeto a) el cual va al lugar del vacío.

El saber es una conexión de significantes, cuando se dice S1- S2, no quiere decir que
hay dos significantes en conexión, sino que hay un conjunto de significantes en
conexión. La cosa freudiana, es la cosa de la cual se habla, esa Sache- vorstellung,
en cambio das Ding, es la cosa que se pierde en el hablar y se instituye como causa de
deseo, causa que está en el origen ( retroactivamente, la cosa no se muestra en el
discurso del analista, la interpretación la demuestra) Porque la verdad tiene estructura de
ficción., porque la verdad siempre habla como ficción, porque todo significante está en
el lugar de la cosa al mismo tiempo que la segrega. El significante inscripto como
verdadero al principio, es siempre falso porque está en el lugar de la cosa. No es que
hay una cosa y allí va el significante; sino que el significante cuando se inscribe,
segrega la cosa. Suple la cosa ( el saber Icc. es una inscripción). La interpretación
no consiste en probar que algo es falso o verdadero, las relaciones entre significantes no
pueden más que engañar, son siempre falsas. Lo único que no engaña es la angustia por
que es el límite del significante. Es la presencia de lo Real, en lo Real de la
transferencia. No hay análisis sin angustia y es signo que se ha tocado el objeto lo que
lo determina.

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