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Continente Negro
Liora Stavchansky Slomianski
Tejiendo la clínica
Entre el niño y el Otro
PARADISO ED ITORES
(M8xrco)
Colección Continente Negro
A CARGO Dll At.llJANORO CHRDA RusoA
Quedan prohibidas, sin la autorización escrita de los titulares del copyrigltt, bajo
las sanciones establecidas en las leyes, la reproducción total o parcial de esta
obra por cualquier medio o procedimiento, comprendidos la reprografía y el
tratamiento informático, y la distribución de ejemplares de ella mediante alqui-
ler o préstamos públicos.
A Carlos ...
Este texto se construyó en las rupturas, los desacuerdos, los des-
encuentros y las inconsistencias que dejaron cicatrices. Pero cada
una de sus letras tienen una razón y un reconocimiento parti-
cular. A Antonio Sánchez Antillón por su lectura y orientación.
Un especial reconocimiento a Adolfo Hemández por su presen-
cia en la forma de pensar la escritura. Y a Pablo Peusner, Hans
Saettele, Helí Morales y Mauricio González Salgado porque sus
recomendaciones aterrizaron en lo pensado y en lo escrito.
Prólogo. Lo que la clínica psicoanalítica lacaniana
con niños n os exige
PABLO PEUSNER
Legerc et 11011 i11telligerc cst ta111q11a111 11011 legere
3
J. Lacan, "Alocución sobre la enseñanza", op. cit., p. 320.
Prólogo
13
15
/11 t1rou<ció11
16
17
p.92.
/11trilducdó11
18
• Lacan dice: "El inconsciente es aquella parle del discwso concreto en C\lanto
lrnnsindividuol que falta a la d isposición del sujelo para reslabtecer la continui-
dad de su cliscurso consciente". Jacques Lacan, "Función y campo de la palabra
y del lenguaje en psicoanálisis", en Escritos 1. México, Siglo XXI, 2009, .P· 251. .
~ J . Lacan, El Seminario. Libro l. Los escritos técnicos de Fre11d. Buenos Aires, Pat-
dós, 1981, p. 121.
6 lbid., p. 114.
llllrod11ui611
20
7
J. Lacan, "Del símbolo y su función religiosa", en El mito i11diuid11al del 11e11róti-
co. Buenos Aires, Paidós, 2009, p. 89.
8 /bid., pp. 89-90.
9
J. Lacan, El Seminario. Libro 1. Los escritos léc11icos de Freud, p. ·111.
10
Aunque este punto será trabajado en el capítulo l , es importante aclarar que
P11s¡vcrin1: El des-pliegue dt uua c/111ic~
21
ciones importantes que oscilan desde el interés por estudiar la clínic11 con nu1os
como una poética, hasta la intención por ahondar en la relación que sostiene
esta clínica con el poema y el matema a partir de tacan y su vínculo con la
filosofía, propuestas que tendrán lugar en otro trabajo.
/11trod11<ci~11
-- - - -- --
22
23
24
11
J. tacan, "Dos notas sobre el niño", en lllterue11cio11es y textos 2. Buenos Aires,
Manantial, 2005, p. 55.
18 J. tacan, El mito i11dividunl del neurótico, pp. 89-90. (Las cursivas son mías).
Pmpcclit'll' El drs·plitgue dt 1111" df11ir.1
------ 25
26
21
S. Freud, "Fragmento de análisis de un caso de histeria", en op. cit., t. v11, pp.
tjlJ-45 .
Pmptctiua: El des-pliegue de 1111a c/imm
27
22 S. Freud, "Tres ensayos de teoría sexual", en op. cit., t. v11, pp. 109-222.
l11trl1ducrión
28
2~ Son fallidos porque siempre serán intentos por restituir la falta . La falla en
la estructura es lo que hace mover al sujeto, nunca para completarlo, sino para
mostrar la falla en el discurso. En el caso del niño la falla está en sus dibujos, su
juego, sus palabras y en su cuerpo (síntomas).
30
31
25J. Lacan, El Se111i1111rio. Libro 14. La lógica del f1111l11s11111. Versión mimeografiada.
Esta cita lleva a la pregunta: ¿cómo se pasa del objeto 11 a lo deseante? En l11-
tert1e11cio11es y textos 2, en "Dos notas sobre el niño", Lacan dice que el síntoma
del niiio responde a lo sintomático de la estTUclura familiar, siendo el síntoma
111troducdó11
32
(el nifio) lo que representa la verdad de los padres. Entonces, cuando el nifio
queda expuesto a las capturas fantasmáticas (parentales) se debe a que hay
d istancia entre la identificación con el ideal del yo y el deseo de la madre, esto
es, si la verdad es la revelación de lo inconsciente, entonces el nii'ío se convierte
en el objeto de la madre, teniendo sólo por fu nción revelar la verdad de este
objeto. Bn otras palabras, ya no puede mediar con ella.
Capítulo l. De psicoanálisis y otras historias
Graciela Frigerio,
La división de las infancias
Había una vez un niño que te1úa miedo a los caballos. Fobia,
diría w1 psicoanalista. El padre de este niño lo presentó con un
hombre que decidió indirectamente ubicar su oficio en tierras
fantásticas, mitos y leyendas infanliles, cuentos ... y un poco de
aventura. Estas tierras in fantiles tal vez sean el campo de coin ci-
dencia entre nuestro héroe y cierta figura opaca del nifio, lo que
da inicio al debate.
La discusión acerca de la clinica en la que los analizantes son
niños ha ocupado las estanterías desde hace bastantes años. Ya
en 1937, en su obra Moisés y la religión monoteísta, Freud decía
que el análisis apunta a producir una verdad histórica, insistiendo
en la reconstrucción de tramas e ilusiones en las que el niño ha
estado siempre implicado. Freud señalaba desde aquel entonces
la fundamental operación psíquica donde el niño, al localizarse
en un tejido de relaciones antecedentes, deviene en sujeto. Este
movimiento le permite implicarse en un deseo habitándolo y
siendo habitado, para así tener un lugai· (histórico).
33
34
35
cusión entre los analistas que trabajan con "el ni.ti.o" y los que reciben al njño
pero la escuch a apunta al sujeto, a la dimensión subjetiva de relaciones que
le dan cabida. Este campo de trabajo aún sigue siendo controversfol. Se sabe
que esta idea clinica es replanteada por Lacan, poniendo en un primer plano
al s ujeto y no aJ nifio (persona, individuo), lo que permite rescatar la premisa
de que se trata de una responsabilidad recargada en lo subjetivo (inconsciente)
y no en lo jurídico (consciente), lo que a su vez, plantea la interrogante acerca
de la necesidad de que el lenguaje comprometa al niño para introducirlo en la
experiencia clínica.
Uora Sla11Clrn11s ~y
36
A1111a Fre11d
2
Anna rreud, Nor11111/id11d y patología e11 /1111iílez. Buenos Aires, Paidós, 1991, p. 28.
3 lde111.
Dt psiroandlisis y otras liisto11as
37
• /bid., p. 66.
5 Jbid., pp. 112-117.
6
lbid., p. 171.
Uora Starxha11sly
38
Donnld Wi1111icoH
40
7
Donald Winnicott, Renlidnd y juego. Barcelona, Gedisa, 1979, p. 22.
s D. Winnicott, Escritos de pedintrín y psicon11álisis. Barcelona, Paidós, 1999, p.
309.
Dt psimmdli5is y otras llistonas
41
42
Más que una lectura a la letra del pasado infantil, este rela-
to estaba atravesado por la represión, por olvidos y lagunas en
el prnpio recuerdo. Estas lagunas muchas veces estaban mez-
cladas con las fantasías de los pacientes. En otras palabras, ese
pasado estaba atravesado por la fantasía, la cual no es w1 relato
sin consecuencias, sino un discurso que etiqueta la forma en la
que ese sujeto se muestra y posiciona ante los demás y ante su
propia historia.
El ejemplo al que Winnicott recurre para indicaT la impor-
tancia de la fantasía es el trnuma y su vinculación con la an-
gustia.10 En este caso, una vivencia no puede producir efectos
significativos si el sujeto no ha tenido fantasías (inconscientes)
al respecto, es deci1~ si no ha habido una representación en la
que se anude la vivencia traumática, o no se ha construido una
representación que cobre sentido con la vivencia. Esto confirma
que es imposible explicar el com portamiento de un niño sin el
supuesto de la existencia de fantasías infanti les. 11 Freud ya ha-
blaba al respecto en 1926, en su texto titulado Inhibició11 sínto- 1
10
En s u concepción, la angustia más precoz es aquella que se asocia a un sostén
inseguro. Así, la falta de buenos cuidados puede resultar en un sentimiento
de desintegración, de despersonalización o en la cristalización de un folso self
La angustia es "normal" ante Jos fallos en la técnica del cuidado infantil, sin
embargo, Winnicott destaca también, como un factor de suma importancia, la
ausencia de angustia, indicador de un estado de regresión del que es imposible
volver. Siguiendo a Freud, WUmicott retoma la idea de la angustia como sím-
bolo de separación y afirma que tm individuo necesita cierto grado de madurez
y capacidad para la represión antes de poder deci1· que está angustiado, por
lo tanto, un bebé difícilmente podría sentir angustia al nacer. De esta manera,
desmarca el hecho de que el trauma del nacimiento determine tm patrón de
angustia. Para él, en algunos casos el trauma natal determina el patrón de per-
secución, es decir, la forma en que la angustia se expresa.
11
lbid., pp. 22-23 y p. 87.
43
emociona]", 12 Winnicott dice que los niños, incluso los recién na-
cidos, poseen una estructura mental compleja. Bajo esta milada
tenemos al nifio que posee - de algún modo - cierta estructura
psíquica desde el nacimiento, la cual se manifiesta en la manera
de vincularse con la madre o con quien lo cuida, pero siempre a
través del alimento.
En W1 inicio, el niño no sólo come el alimento, sino también
la representación del mismo. Así, Winnicott apuesta por la exis-
tencia de una estructura compleja, problemática que aparece en
Freud en el Proyecto de psicología, cuando menciona la función de
la alucinación como un intento de calmar la aparición del dol01~
la cual indudablemente ofrece un decremento duradero en el
displacer.
Otro punto importante acerca del recién nacido tiene que
ver con la aseveración (tm tanto escandalosa) de que "no existe
nada que pueda ser denominado bebé", 13 misma que no niega la
existencia del producto en potencia. Esto es interesante, ya que,
por un lado, se sabe que en el recién nacido existe una estruc-
tura mental compleja y, por el oh·o, se asegura que aun cuando
no puede ser denominado como "bebé", se le da un estatuto de
individuo. Para Winnicott, la individuación está anticipada por
la llamada "organización ambiental-individual", 14 colocando la
humanización del recién nacido en una organización total. Win-
nicott no considera que el recién nacido sea capaz de coord inar
su cuerpo, a pesar de que posee una esh·uctura mental. En cam-
bio, el recién nacido sufre de angustias propias de la posición
paranoide (de acuerdo con la influencia de la teoría kleiniana)
y lo que neutraliza estos estados de angustia es la técnica del
cuidado infantil. Al respecto, Freud dice lo sigtúente:
n J/Jid., p. 54.
13 lbid., p. 138.
14
ldem.
Llora Statdu111sl:y
45
Meln11ie Klein
17
/bid., p. 315.
I~ /bid., p. 324.
Ot p>iax111áli;¡is y otr~ /1i:itori<1S
.¡7
19
Élisabeth Roudinesco y Michel Pion, Diccio11ario de psicoa111llisis. Barcelona,
Paidós, 1998, p. 598.
48
11Roberto Harari, F1111tas11111: Ji11 de análisis?. Buenos Aires, Nueva Visión, 1990,
p. 18.
Liara Stn1JC!rn11sky
/
50
22
Hruma Segal, lnlrod11cción a la obra de Me/anie Klein. 13arcelona, Paidós, 2006,
p. 26.
rn psiroa11áfi~is yotras /11storia.s
51
52
53
Fran~oise Dolto
26
Cf Frnn~oise Dolto, LeHre de l'école fre11die1111e de Pnris, núm. 20, 1977.
Dt>psiroa11álirn yolras _lu_ilo_ri_·
as_ _ _ _ __ _ _ __ __
55
56
l3 lbid., p. 137.
29 F. Dolto, La imagen i11co11scie11te del c11erpo. Buenos Aires, Paidós, 1984, p. 21.
30
/bid., pp. 24-25.
~ P'im111dlisis y olr.u lrisfori.»
57
58
60
Figura 1
Grafo d el deseo
De psimm&li~isyotrll!lliiSlória;_ __ _ _ _ _ _ _ _ _ _ __ - -- - -
61
62
63
Friedrich Nietzsd1e,
Así liablnbn Z11rnt11slm
Primer apartado
65
1fora Staioeh.111~
66
2
Jorge Luis Borges, "La nueva refutación del tiempo", en Prosn Co111pleln 2. Bar-
celona, Bruguera, 1980, p. 301.
' Sigmund Freud, ''Proyecto d e psico logía", en Obras co111plclns, t. 1. Trad. José L.
Etcheverry. Buenos Aires, Amorrorlu, 1986, p. 343.
• James Joyce, Re/rato del nrlistn ndolescc11/e. México, Ediciones Coyoacán, 2006,
p. 240.
1.4 i11fa11til y ti 11i11o t11 la tror/,¡ frt111tia1111
67
68
6
S. Freud, "La inlcrprclación de los sueños", e n op. cit., t. v, p. 509.
IJJ in/~nhl y el 11iiio t 11 la lror;u frt udia1m
69
7
S. Freud, "La interpretación de los sueños", en op. cil., l. 1v, p. 206.
8 S. Freud, "La interpretación de los sue11os", en op. cil., t. v, p. 587.
Liora Stal'Chan51:y
70
9 /bid., p. 595.
m S. Freud, "El chiste y su relación con el inconsciente", en op. cit., t. vrn, pp.
153-172.
11
/bid., pp. 212-213. (Las cursivas son mías).
Lo wfmltl y el 11i1io m la l1t1r/.1 fT<'UJ;..,,,,
- - -- --
71
12 S. Freud, "131 conferencia. Rasgos arcaicos e infa ntilismo del s ue11o", en op.
cit., t. XV, p. 193.
n S. Freud, "A propósito de un caso de neurosis obsesiva", en op. cit., t. x, p. 141.
14
S. rreud, "141 conferencia. El cumplimiento de deseo", en op. cit., t. xv, pp.
207-208.
Liora Sta11Cha11sly
72
15
La designación de lo inconsciente o el inconsciente en Freud tuvo varias aris-
tas, lo cual no se intenta resolver aquí, pues merece un tratamiento especial que
no es objeto de este estudio. El lector puede remitirse al tomo x1x de las Obrns
completas, pp. 4 y ss. para ampliar la información.
Lo 111fa11til y rl 11i11o 111 /JJ ti!J1fa/m1dia1111
73
16 Cf. Jacques Lacan, El Seminario. Libro 11. Los cual ro co11ceptos fi111da111entales del
IS /bid., p. 532.
/ ioro1 Sl11t0<h1111~\y
74
75
20 Pierre Kauímann, Eleme11tos para 1111a e11ciclopedia del psiconllfílisis. Buenos J\i·
res, Paidós, 2001, p. 523.
21 S. Freud, "181 conferencia. La fijación del trauma, Jo inconcientc", en op. cit.,
t. XVI, p. 252.
22
lbid., p. 251.
u S. Frcud, "Estudios sobre Ja histeria", en op. cit., t. 11, p. 33.
'" i11/~11hl y ti 11i1w n1 la trorid ftmdi.11m
----
77
2
• S. Frcud, "18 1 conferencia. La fijación del trauma, lo inconciente", en op. cit.,
l. XVI, pp. 252-253.
1.S S. Freud, "Sobre psicoanálisis", en op. cit., t. x11, p. 214.
Uom Stavdmnsky
78
79
27
lbid., p. 121.
28
/bid., p. 159.
NS. Freud, "Cart¡i 84", en op. cit., t. 1, p. 316.
80
81
31
S. Freud, "Tres ensayos de teoría sexual", en op. cil ., t. v11, p. 161 .
32
La posición de la adolescencia como una eta pa del desarrollo que apunta a
una adultez completa se ve carente de valor cuando lo que caracteriza a esa
adolescencia (inestabilidad emocional y económica, fo lla de responsabilidad,
dependencia de los padres) no es muy d is tinto de lo que pasa en la edad adulta.
¿No será que lejos de ser la adolescencia un puente entre el niño y el adulto,
es el resto de Ja vida, y que la edad adulta es un ideal de desarrollo que mmca
se puede alcanzar? Siendo así, bajo estas características los adultos no existen,
sólo hay aspirantes a s.erlo.
3.J Robert Lévy, Lo i11f1111til e11 psico1111álisis. Buenos Aires, Letra Viva, 2008, p. 20.
1iom Slavd1m1sky
82
83
84
85
43 Esta tesis se mantendrá hasta que Freud, en Tres ensayos de leorfa se.r1111/, pos-
tula que en los niños también hay sexualidad, resta ndo al nii'\o pasividad y
supuesta inocencia, colocándolo ante el otro como sujeto descante.
0
S. Freud, "Carta 57", en o¡J. cit., t. 1, pp. 283-285.
0 S. Freud, "Carta 69", en op. cit., t. 1, pp. 301-302.
46
/bid., p. 301. Hay que destacar que Freud también nombraba de esta manera
a s u teoría de la seducción.
Liora Statl(/1a11sky
86
La identificación y lo í11fantil
• 7 S. Freud, "Psicología de las masas y análisis del yo", en op. cit., t. xv 111, p. 100.
r..o ;11/a11til y c/ nillo en ''' lt'orla fm1¡Ji011a
87
si S. Freud, "El sepultamiento del complejo de Edipo", en op. cit., t. x1x, p. 184.
liora S1avc/1a11sJ,y
90
91
Segundo apartado
92
ss S. f1rcud, "17• conferencia. El sentido de los síntomas", en op. cit., t. xv1, pp.
235-249 y S. Freud, "181 conferencia! La fijación al trauma, el inconciente", en
op. cit., t. XVI, pp. 250-261.
Lo iuf~11hl y t'l 11i'10 m la Uorin fw11ti.111n
93
Una de las figu ras que escandalizaron a los siglos x1x y xx fue
el perverso polimorfo freudiano. En este concepto hace nudo
la educación y las buenas costumbres con lo que nos ha mos-
trado el psicoanálisis en cuanto a la existencia de la pulsión en
el s ujeto sexuado. Freud consideró que el nifio, en comparación
con el adulto, tiene una sexua lidad indiferenciada, la cual gira
en torno a un cambio de meta en la pulsión y está dirigida a un
fin asexual. De esta manera Ja perversión no es un estado en
lh Ricardo Rodulfo, El 11i11o y el sig11ific1111te. Buenos Aires, Paidós, 2006, pp. 88-1?3·
ro El término de "espectro" es mío. También es necesario reiterar la aclarac16n
de que no se trata del "fantasma" que propone Lacan.
lo /1ifa11tll y ti 11i1lo"" la teoría frt11dia11a
97
61 /bid., p. 239.
62
El caso más famoso aceren de esta posición es Bu genio Salvador Feli pe Jacinto
Dalí, mejor conocido como Salvador Da U. El hermano de DaH, quien también se
llamaba Salvador Dalí, murió a los 7 años por un ataque de meningitis. Otros
dos casos famosos de posesión del mismo nombre que el hermano muerto son
el escritor argentino Ernesto Sábato y el pintor Vincent van Gogh.
Liara Stav<lia11sky
98
99
dades en este niño no son los fármacos o las terapias, sino una
posición en la familia.
Cuando un niño llega al consultorio podemos decir que "en-
ferma" como efecto de sostener a la familia justo como está, es
decir, para mantenerla ilesa. El niño es el chivo expiatorio de la
tensión familiar. Veremos en tonces que en un delirio, una fobia
o un comportamiento obsesivo, habrá una pareja insatisfecha,
una herencia maldita del abuelo o un padre enloquecedor.
En el caso del niño como sfotoma, el analista deberá tomar
en cuenta que su intervención modificará las coordenadas de
esta familia, por ello, cambiará el equilibrio redistribuyendo la
tensión de la insatisfacción o la demanda de satisfacción en los
oh·os miembros de la misma. Esos mismos miembros a la vez
podrán asumir su cuota de tensión o acudir a un experto, pues
"el psicoanalista no está haciendo bien las cosas".
Capítulo 3. El sujeto en Laca11. Apuntes para pensar
el lugar y Ja función del niño en psicoanálisis
101
Liora Stat>elra11•\y
102
103
1
Esta concordancia <1pun taria a la existencia de una relación entre los sexos.
Ltorn Sfall(/JQnsky
104
105
1
René Descartes, Discurso del método. México, Porrúa, 2008, pp. 15 y 24.
Uorn Stau<Jmn;ky
106
3 !bid., p. 25.
• lbid., p. 67.
El sujtlo rr1 Laca11
107
108
109
nado en mí. Hegel. Por lo tanto, no soy sólo m1 ser pensante, soy
además, y antes que nada, Hegel. ¿Qué es pues ese Ilegel?".s
Con la última pregunta abre la posibilidad de pensar al su-
jeto desde su contexto histórico y, por tanto, ligado al lenguaje.
Estas categorías Descartes no las utiliza o bien, las pone en duda,
ya que el hecho de pensar negando todo lo que los sentidos pue-
dan captar es hacer a un lado la h istoria y sus disconlin ui.dades.
Veamos una cita en la que Kojeve teje el pensar y la palabra, y
con ello al sujeto.
5
Alexander Kojcve, La dinléctic11 del Amo y el esc/11uo e11 Hegel. Buenos Ai res, La
P leyade, 1990, pp. 173-174.
6
lbid., p. 176.
1
ldcm.
Liurn St11v<lmmky
~~~~~~~~~~~~~~~~~~~~~~~
110
111
112
9J. Lacan, ''Alocución sobre los psicosis del niJ'\o", en Otros escritos. Buenos Ai-
res, Paidós, 2012. Un grupo de especiolistas se reunió en París en octt1bre de
1967 para llevar a cabo un coloquio sobre la infancia alienado. Este coloquio fue
promovido y organizado por la psicoanalista francesa Maud Mannoni.
ti sujtl9 m uco11
113
10
Es importante aclarar que para Lacan la muerte ¿existe o no existe? La conlTa-
dicción entre la existencia y la inexistencia de la muerte nace del hecho de que,
segl'.m él, el sujeto es desdoblado entre un je y un lllOÍ, el si y el s2. Mientras que
para el S1 la muerte es dema nda, el S2 demanda la muerte. La muerte existe en
lo real, en el ensanchamiento (joiso1111e111e11t) de la vida, debído a que tul cierto
lazo ha sido hecho significante, es decir, no hay exis tencia de la muerte, hay la
muerte. La presencia de la mue rte evoca la de algo emparentado con la llegada
aJ mundo del significante.
114
(fü)S
-.,
., - - - - - - .._ - ____ fd\otro
\::./
'
(yo) a
Figura J.
Esquema L
11
Helí Morales, Sujeto del i11conscie11/e. Diseiio epistémico. México, EcLiciones de
la Noche, 2001, p. 105.
fl sujtto e11 uw111
115
12 Sigmu nd Freud, "El yo y el ello", en Obms co11111Ietas, t. XlX. Trad. José L. Etche-
116
14
H. Morales, op cit., p. 340.
El 5uptot n 1Aca11
11 7
15
S. Freud, "La organización genital infantil", en op. cit., t. x1x, p. 146.
/.rora Stard1ansty
118
119
17
J. Lacan, El Se111i11nrio. Libro 4. La relnci611 de objeto. Buenos Aires, Paidós, 1994,
pp. 95-108.
·~ Diana Rabinovich, Lectura de In sig11ijicnci611 del falo. Buenos Aires, Manan tial,
1995, p. 21.
Liorn Stnutli•11sky
120
19
J. Lacan, "La significación del falo", en Escritos 2, p. 657.
lil s11jelo e11 Uim11
121
123
Joan Copjec,
El sexo y la eutanasia de la rnzón
El lenguaje puede nombrar, dado que algo solo aparece como tal desde
el momento en que el lenguaje lo nombra, pero no puede nombrarse a
sí mismo...
125
126
127
1
Paul Auster, Brookly11 Follies. Barcelom1, Anagrama, 2007, pp. 159-J 61.
Liora Stavcl1a11s>:y
128
129
5
Es en la experiencia especular en donde el niño ve su imagen unificada, sa-
turada, completa en lo imaginario. Pero con la presencia del adulto, el Otro
simbólico, se percata de que esa imagen es falsa, por lo que se angustia y la
padece. Esto lo obliga a quedar permanentemente fragmentado y atravesado
por el deseo de completud, instaurándose en la falta que lo subjetiviza.
6
Esteban Levin, ¿Hacia una infancia virtual? La imagen corporal sin cuerpo. Buenos
Aires, Nueva Visión, 2006, p. 12.
7
Cf Alain Badiou, El siglo. Buenos Aires, Manantial, 2005, pp. 95-108.
Uora Stavclia11sky
130
8
.
Sándor Ferenczi. "Confusión de lengua entre los adultos y el nfüo", en Obras
completas, t. 1v. Madrid, Espasa-Calpe, 1984.
9 Sigmund Freud, "Tres ensayos de teoría sexual", en Obras completas, t. v11.
Trad. José L. Etcheverry. Buenos Aires, Amorrortu, 1986, pp. 167 y 171.
El lt 11g11ajt tu la escucha a11alitica co11 11i1ios
131
10
Jacques Lacan, "Función y campo de la palabra y del lenguaje en psicoanáli-
sis", en Escritos 1. México, Siglo XXI, 2009, pp. 267.
Liora Staucl1m1sky
132
133
11
Jean-Baptiste Fages, Para comprender n Lncnn. Buenos Aires, Amorrortu, 1973.
12
J. Lacan, "El seminario sobre 'La carta robada"', en op. cit., p. 61.
Liorit Sta11<l1m1;\y
~~~~~~~~~~~~~~~~~
134
135
11
jorge Luis Borges, "La nueva refutación del tiempo", en Prosa Completa 2.
Barcelona, Bruguera, 1980, p. 202.
18
J. Lacan, El Seminario. Libro 11. Los cuatro co11ce/ltos f1111da111e11tales del ¡1sicoa11á-
lisis. Buenos Aires, Paidós, 1987, p. 70.
19 Cabe mencionar que de la antropología de Lévi-Strauss, Lacan destiló tam-
bién su propuesta acerca de lo imaginario, lo simbólico y lo real como concep-
tos cruciales para la investigación en torno a lo humano, pero dentro de tm
plano estructural. A partir de su obra Las estrucl11ms ele111e11ta/es del parentesco,
Lévi-Strauss afirmó la existencia de los sistemas de signos (el lenguaje mítico,
los signos orales, los signos gesticulares, los signos rituales, las reglas de matri-
monio y de parentesco) como objeto de la antropología. En este sentido, el es-
tructuralismo de Lévi-Strnuss remite a De Saussure y Jakobson para dar rnenta
de que lo relevante es esta relación del significado con el significante.
I fqrn 5111!'</1a11Sky
t36
Freud, "Tótem y tabú", en op. cit., t. x111, pp. 1-162 y S. Freud, "El malestar
20 S.
137
11
J. Lacan, "La significación del falo", en Escritos 2. México, Siglo XXT, 2009, p.
657. La traducción dice: "destinado en su conjw1to los efectos del significado".
Es importante el cambio de "del" por "de", ya que invierte el sentido. Decir
"del" significado implica que el significado tiene efectos y es justo al revés.
Decir "de" significado es decir que el significado tiene efecto por la aparición
del significante.
- - - - - - - - --
138
Escritos 1, p. 268.
- -
El /r11s1mje m la cscuc/m a11alitirn (t>/I ui1i0-<
139
140
L4 l
25
Desde la propuesta lacaníana, el goce tiene diversas lecturas y momentos.
Su definición tiene un matiz anti-intuitivo. Para fines de este texto es necesario
entender esta idea como un exceso intolerable de placer; una manifestación del
cuerpo próxima al dolor y s ufrimiento. Laca n hace una pri mera referencia al
goce en la "fase del espejo" en la que el niño capta una imagen unificada de sí
mismo. Esta situación Je produce un júbilo, es decir, un goce. Posteriormente,
el goce está asociado a la capacidad de manejar el mundo simbólico, que inau-
gura una autonomía frente a los apremios pulsionalcs. En la fantasía, las pul-
siones aparecen representadas simbólicamente por medio de un acto creativo
que es definfüvamente gozoso.
1-12
143
26
David Scavino, El seíior, el 11111n11lc y el porln. Buenos Aires, Eterna Cadencia,
2009, p. 254.
/.iorn Sta11Cha11sly
144
27 /bid., p. 307.
El /t11g11aje flf IntsCllfilP ª...:. 'l_líc_a w
'1ª...: _ 1_• 1_1 i 1 _ i l ' $ - - - - -- - - - - -- - -- -
l45
radicalmente, tanto para una palabra como para tma frase o dis-
curso, incluso para un dibujo, m1 juego o cualquier representa-
ción discursiva. 28
Hacia el final de la vida de Lacan, la estructura significante
toma la forma de nudo Borromeo, articulando así los tres regis-
tros: lo imaginario, lo simbólico y lo real. Es en la clínica donde
esta operación tiene consecuencias importantes, es decir, el su-
jeto habla pu lsionado por ese deseo y pade~e l? .inconsciente, ya
que existe una relación entre la estructura significante y el deseo
inconsciente.
A pat'tir de esta propuesta, el psicoaná_lisis pone esp~ci~ ~
terés en la interpretación como algo pareado a una explicac1on,
como una especie de traducción que da un sentido sexual, edí-
pico o perverso polimorfo a un dolo1~ una queja.º un sín~oma .
Sin embargo, Lacan puso las cosas en claro al decn que la mter-
pretación no es hacer uso del lenguaje en vías del s.entido o para
obtener una orientación de vida, sino que es un Juego con las
palabras, los equívocos y el sin-sentido. .
La interpretación es la vía del significante como tal, libera-
do de los efectos del sentido y de la representación imaginaria.
La interpretación, entonces, no se comprende ni se entiend~, es
un decir a medias que provoca una ambigüedad en el sujeto,
una resonancia de la condición equívoca de su propio decir del
malentendido al que está sujeto. Al tener la experiencia de saber
más de lo que cree, el sujeto (y su discurso) gira alrededor de
cierto agujero de imposibilidad en /alangue.
Ahora bien, si el inconsciente está estructurado como m1
lenguaje y el sujeto es quien padece lo in.consciente, entonces
147
31
/\. Badiou, op. cit., pp. 70-71.
Lio1~ Sla1'Climr«y
~~~~~~~~~~~~~~~
150
1977, p . 33.
f l f(lls1mjr t11 la esc11clra 11w1lrtio1 cv11 1111i(lS
151
153
15·1
155
bla de todo ... menos de eso". Sin embargo, el pad re admite que
D. ha comenzado a pregtmtar... y a decir lo que siente y piensa ...
Actos que no hacía antes, hechos que los pad res reconocen con
cierta incomodidad, puesto que D. se ha vuelto "impertinente y
rebelde". Lo que resulta evidente es que a lo largo de estos me-
ses, el análisis ha sido el espacio para hablar de cualquier canti-
dad de cosas, menos - quizá - para insistir acerca del hacerse
pipí en la cama.
Con este recorte clínico nos percatamos de que Lacan no pen-
só únicamente en términos de significantes, sino también en algo
del orden de lo rea l. Es esta Ja d iferencia principal con los otros
abordajes discursivos, como el de Foucaull. Así, Lacan es fiel al
descubrimiento freudiano: "el inconsciente hace de las suyas".
Atmque el inconsciente está estructurado como un lengua-
je, no es el lenguaje. Siempre habrá retornos d e lo xeprim ido,
formaciones ele lo inconsciente como chis tes, sueños, sfotomas,
actos fallidos, etcétera, que exceden al orden del lenguaje. Es el
lenguaje el que apunta al inconsciente, pero él mismo no es el
inconsciente. Bajo esta perspectiva, la falta se ubica a nivel de la
estructura significante, esto es, en el hablante puede faltar un
significante.
Este lugar vacío es central y posibilitará la transmutación
entre los elementos. Estos elementos simbólicos no valen por sí
mismos, sino que al ser co-variantes, el valor de uno depen de de
los demás. Con esto se hace presente el vaciamiento de la refe-
rencia, es d eci1~ la ausencia de signi fi cado o de sentido total. De
esta manera, w1 término no tiene una signi ficación fija y única
en el inconsciente, sino que esta significación será un efecto de
la estructura.
Entonces, el lenguaje como esh·uclura preexiste al sujeto, se
apropia de él. Lacan deno1nina al lugar de los significantes: Oh·o.
Ya se mencionó antes que el sujeto del inconsciente se construye
en relación con ese Otro del lenguaje incompleto por siempre
(eternamente barrado), pues to que esa falta hace la castración
(simbólica) misma, perm itiendo que el sujeto apa1·ezca como de-
seante. Ziiek dice: "( ... ]el histérico se horroriza al 'ser reducido
Uora Sla¡,/1411sty
- -- - --
156
157
158
159
160
2
' Lo que Freud nos enseña con esto es la manera en que el síntoma expresa
un fantasma sexual inconsciente. Tal es el caso de las crisis histéricas, que son
incomprensibles hasta que no se advierte que la paciente que las padece juega
un doble rol: el de una mujer que lucha y se defiende, y el de un hombre que
la agrede. Siguiendo la Lú.1ea histórica del psicoanálisis, es interesante recordar
también que el análisis del sueño del Hombre de los lobos realizado por Freud
hace emerger un fantasma de escena primaria, en el cual el niño da sentido
(npres co11¡J) a su percepción precoz del coito sexual entre sus padres. De esta
manera y con el fin de recubrir el traumatismo de la castración, se elabora en
su psiquismo una representación inconsciente de esta relación sexual enhe los
hombres y las mujeres, y se construye su deseo (reprimido) de formar parte de
esta escena ubicado en el lugar de la madre.
El lengimjc m In t$(t1clra a11alftic11Clm 11 i1i¡15
161
162
---
algunas cuestiones. Primero, no hay más trazo en el sujeto que
la representación por un significante, operación denominada
Vorstell1111g-Repriise11tn11 z, que no es más que la escisión misma.
Segundo, sólo hay Dasein de un objeto que por definición se es-
cabulle. Pues bien, a este sujeto d ividido le corresponde un ob-
jeto perdido, que además nunca existió. Es un vacío (objeto n)
que produce la ilusión de Lm objeto que podría encontrarse y así
completar al sujeto en falta; tercero, lo anteriormente dicho sólo
es viable en concordancia con la fundación, por el acto de aque-
llo que se denomina sujeto de la enunciación. De acuerdo con lo
ya expuesto, el je, sujeto de la enunciación, no es el 111oi. El sujeto
está tajantemente dividido entre enunciación y enunciado, ya
que no hay enunciación sin fantasma.
Es importante hacer hincapié en que Laca n retomó de Ben-
veniste el concepto de enunciación. Para este lingüista, la enun-
ciación es la única posible generadora de enunciados, es decir,
es el acto de apropiación de la lengua antes de la enw1ciación.
Por ello, la lengua se efectúa en una instancia de d iscurso que
supone ubicar la presencia del Otro. En otras palabras, la lengua
existe como posible sólo cuando el i11fn11s ha sido expuesto a la
posibi]jdad del lenguaje.
A partir de lo planteado, resulta interesante pensaT en la
enunciación en el niño. Tomemos como ejen1.plo la siguiente
experiencia: Imaginemos un formulaTio que un niño trae de la
escuela y le pide a su padre que lo firme. El documento dice:
"Yo autorizo a mi hijo a participar en el campeonato
de futbol..." . El nifio, para facilitar al padre el trabajo, completa
el formulario con el nombre de su padre y le solicita que sólo lo
firme.
Es evidente que hay al menos tres personas involucradas en
esta operación, el niño que escribió el nombre de su padre, el
padre que firma el documen to y alguien que redactó el formula-
rio. Entonces ¿cuá l es el punto de interés? ¿Acaso se trata de ver
quién es el autor empírico de Ja enunciación? Lo que interesa es
conocer qtúén es el autor de la enunciación. Consiste, por lo tan-
to, en esa posición que es ubicable en el lugar del je como punto
fl /t11~1taj1• m la escuclm ~nalllírn nm 11i1i1•5
~~~~~~~-
163
164
47
El niño puede tomar una posición en la estructura como síntoma, falo imagi-
nario, falo sirnbóHco o como espectro.
48
J. Lacan, El Seminario. Libro 20. A1111. l3uenos Aires, Paidós, 1975, p. 97.
Capítulo 5. Hacia una articulación topológica con la clínica
MarcDamon,
Ensayos acerca de la topología laca11ia11a
Del renl se tiene 1111n vngn idea vía la rnzón, el significante no logra abra-
zarlo. El real se nos presenta como 11na etemn repetició11, sin embargo,
como hablantes 110 tenemos más herrnntientn que el le11g11aje parn decirlo.
En ofrns palabras, hncer agujero en lo real pnra bordearlo y con ello, hncer,
saber-lincer...
165
Liora Slnt'<lrn11.s,y
166
1
Jacqucs Lacan, "Punción y campo d e la palabra y del lenguaje en psicoanáli-
sís", en Escrilos 1. México, Siglo XXI, 2009, pp. 307-308.
2
Alba Plcslcr, El 11ilio en análisis y el lugar de los padres. Buenos Aires, Paidós,
2007, pp. 71-80.
Haci~ 11110 arlirulaciilrr tr¡,1/tlgka n•rr Ja cll11ici1
--- 167
168
170
171
173
naba si un día era bueno o malo. Los días buenos eran esos en los
que lograba librarse del nauseabundo recuerdo de la casa de sus
abuelos, mientras que los malos estaban vinculados a actividades
"sucias" como masturbarse y ver videos pornográficos. A pesar del
asco y dolor que estas acciones le produdan, tenía que enfrentarlas
para llegar a obtener placer. Bajo este contexto, los días malos eran
días de emociones ambivalentes.
Con 17 años cumplidos y cmsando el último año de prepara-
toria, Joaquín serpenteaba a través de sus dudas, mismas que lo
paralizaban. No obstante, después de acabar sus estudios viajó a
Francia en donde trabajó por una temporada como mesero. El he-
cho de que hubiera elegido ese trabajo me pareció un evento favo-
rable para su desarrollo, teniendo en cuenta sus obsesiones con la
gente. Nunca rompió co1mmicación con.rnigo.
De vuelta en México, retomamos el análisis. Joaquin ya había
resuelto estudiar arquitectura, sin embargo, la cuerda floja se ha-
llaba de nuevo bajo sus pies, por lo que dos días antes del inicio
de clases, optó por cambiarse a Psicología. Tomando en cuenta que
su padre es arquitecto y su madre psicóloga, su elección fue signi-
ficativa. Aun así su estabilidad -de cierto modo- era relativa, ya
que decidió continuar con la carrera en California y no en México.
Joaquín, a h·avés de mucho esfuerzo, consiguió que le otorgaran
una beca, logro que me pareció un tritmfo más que merecido. Jus-
to cuando estaba a punto de ii·se, las dudas lo paralizaron nueva-
mente y me comentó que lo mejor -creía él- , sería quedarse en
México. Intervine drásticamente haciéndole entender que no podía
perder una oportunidad así. Además, era un buen momento para
hacer un movimiento en el análisis, por lo que lo concluimos. En
ese momento, los ojos que había conocido hada diez años se llena-
ron de lágrimas. Joaquín me dijo que era demasiado importante en
su vida y que me agradecía todo lo que había hecho por él.
Pasadas un par de semanas, su voz se filh·ó a través del auri-
cu lar de mi teléfono. Este medio le confirmaba una vez más que
yo estaría ahí - mientras él encontrara sus respuestas- para es-
cucharlo. Me comentó que sus roommntes se empecinaban en crear
una atmósfera insoportable en el cuarto mediante bromas pesadas
Liora Stat'l'./wrs.ty
- - - - --- --
l74
175
3
La carta se m ueve en la lót,>ica espacio-temporal cronológica y, a nuestro pare-
cer, el Pacebo_ok, e-mail, entre otros, apu nta n a una lógica en la que la topología
cobra mayor interés para nosotros. Es decir, la distancia y la forma de esta rama
de las matemáticas no tiene mucha injerencia, pero si el lugar y la posición de
los componentes, pm1to que Lacan aprovecha para tomar elementos y replan-
tear s u topología.
Hacia u11• orltw/iui6n lopo/Jgica om la clí1uca
177
178
4
Pablo Peusner, El s11fri111ie11lo de los 11i1ios. Buenos Aires, Letra Viva, 2009.
1fnci•1111a nrtin1/atid11 lü¡J<>lógita ro11 la dfoi<a
179
5
/bid., P- 18.
180
181
183
6
Jacques-Alain Millcr, Biología lncm1in11n y el nco11tecimie11/o del cuerpo. Buenos
Aires, Colección Diva, 2002, p. 17.
Uora Starc/1a11s\y
184
tipo de sueño es similar al que Freud narra que tuvo Am1a, su hija.7
En él se logra ubicar una relación más cercana a la metonimia que a
la metáfora. Podría decirse que en los niños, la desfiguración onírica
no opera de manera tan radical como en un adulto, pues aparece casi
literal. No obstante, Ja relación del sótano con el vientre materno no
está tan alejada, sin embargo, él no lo asoció de esa manera.
Del mismo modo, los diques de la represión (i.e. asco y ver-
güenza) operan como ese punto de "basta" al mismo tiempo que
orientan el goce. A la par que el sujeto genera el decir de eso que
aborrece, no puede dejar de generar un goce que implica repeti-
ción. Dicha repetición apunta a resolver el conflicto entre la pulsión
y la imposibilidad de solución directa.
Lo que hace nudo es la imagen de las paredes con mierda. Ahí
está ubicado el goce con relación a los padres y vchiculizado hacía
la madre. Sabemos, por lo que hemos trabajado en capítulos ante-
riores, la relación que existe entre la demanda del Otro y el modo
en que el sujeto obsesivo se posiciona ante ella, esto es, haciendo de
dicha demanda su deseo. Lo que da como respuesta, no es más que
lo que no le sirve, en este caso, la mierda. Es interesante recuperar
el significante al que recurría de manera frecuente, es decii~ el sóta-
no, así como la relación que gwu·da este lugar con la cavidad anal
y la posición pasiva ante el padre. Esta posición pasiva (femenina)
frente al pad re lo coloca ante el impasse de la identificación, tenien-
do como elementos que lo sostienen las profesiones de ambos pa-
dres y la elección de la psicología en lugar de la arquitectura.
Recordemos que w1 punto de ruptura tiene que ver con la elec-
ción de seguir la misma profesión de la madre en Ca lifornia. Este
movimiento implicó el término del análisis, sin embargo, abrió Ja
posibilidad de continuar la comunicación con el analista por otras
vías que permitieron el despliegue de otra parte de la historia que
vino a re-signjficar lo anterior.
185
186
& J. Lacan, El Semi11ario. Libro 26. Topología y tiempo. Versión mimeografiada. Cla-
se del 21 de noviembre de 1978.
9
Jdem.
roS. Freud, "El yo y el ello", en op. cit., t. x1x, p. 25.
Hacia wrn nrlic11/ació11 lopo/6gica ""' la c/l11irn
187
11
/bid., pp. 7-8.
12 Ibid., p. 27.
Llom Sta1>rlia11•ky
~~~~~~~~~~~~~~~~~~~~~
188
16
S. Freud, "Esquema del ps icoanálisis", en 0¡1. cit., t. xx111, p. 179.
/.rora Stnt1Cl1n11sky
190
191
estuvo mal. Pensó que quizá ese doctor le había hecho algo, eviden-
temente, anudado el recuerdo con la imagen de la computadora,
"como hombres con niños". Aunque dice no haberlo vivido como
un abuso, el evento llamó su atención.
Durante este momento se anudaron varias vivencias Esta pers-
pectiva topológica está vinculada con la lectura de la temporalidad
lógica. En ese tiempo Joaquín hacía preguntas a sus padres sobre
sexualidad. Ante eso, la posición de los padres, si la ubicamos en
tm discurso, trata de Librar en la medida de lo posible la angus-
tia. Se h·ataría del discurso de la universidad o del saber, ya que
los padres, ante el llamado de Joaquín, no tienen otra elección que
responder con saber. Recorden'IOs lo que Joaquín dice: "¡Queda es-
cucharlos! ¡Quería que ellos me hablaran de eso! ¡No quería infor-
mación!"
La petición de que ellos le hablaran puede leerse con relación a
lo que comentamos como un llamado. Este ll amado no era para ob-
tener más irúonnación sino para conocer su lugar como sujeto en el
deseo de ambos padres. Es decir, era un llamado al Otro. El llama-
do al Otro tiene tma relación cercana con el "¿qué quieres de mí?"
y la demanda ahí implicada. La pregunta se dirige a ser el objeto
de deseo del Otro y salvarse de ser el objeto de goce. La demanda
anuncia "me lo pregtmto-demando". El llamado introduce el limite
de la ley, en este caso del deseo, como un punto de basta al goce.
Hemos visto que en el seminario Los escritos téc11icos de Fre11d,
Lacan comenta los casos de Mekmie Klein, cuya di(icuJtad era la
liviandad con la que usaba las palabras. Lo que nos interesa de ese
comentario es q ue Lacan ubica a l llamado como la prueba de tener
acceso a la realidad humana, la cual ahora podemos pensarla como
el anudamiento de lo real, simbólico e imaginario.
Lacan sitúa enteramente al llamado del lado de lo simbólico,
no obstante, este llamado también involucra a la figura del analista.
Joaquín todo el tiempo hace el llamado al analista. Con esto no nos
referimos a las Uamadas telefónicas. Es claro que dicho acto - en
el sentido cotidiano de la palabra - apunta a la pregunta obturada
por los padres con libros, la cual, a través del análisis, queda abierta
para hacer otras más. De esta manera, la di rección de la cura no
/ lora StlW(hai1sky
192
17
J. Lacan, f/ Seminario. Li/Jro 11. Los c11nlro conceplos f1111dn111e11fnles del psicon111í-
lisis. Buenos Aires, Paidós, 1987, p. 131.
/ lariq 1111a Arliru/aci6•1 1up11/6gir~ c~11 /q r//11im
193
......
Dando una vuelta más con el tejido de este escrito, surge una pre-
gunta en particula r para cerrar: ¿qué aporta nuestra lectura en la
topología y, a su vez, en la clínica? Contestar esta interrogante o
acercaTse a una posible respuesta permite dar un paso más. Lacan,
en los años cincuenta, recurrió al orden simbólico (metáfora y me-
tonimia) para acceder a una lectura del síntoma y así descifrar la
construcción clínica de Freud. Con ello mostró que la praxis freu-
194