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EMPATIA: DEFINICION

Existen múltiples definiciones de empatía, si bien, la más aceptada y práctica es saber ponerse en el lugar del otro, poseer un
sentimiento de participación afectiva en la realidad que afecta a otra persona, saber “leer” al otro.

QUÉ CUALIDADES SON NECESARIAS PARA TENER EMPATIA

Si bien es cierto, que no siempre que nos ponemos en el lugar de otro, practicamos la empatía. Esto quiere decir, que el hecho
de experimentarla es consecuencia de poseer unas cualidades concretas, las cuales en su justa medida y estableciéndolas como
cimientos de la empatía, hacen que aplicadas correctamente en esa lectura que hacemos del otro, nos hagan que seamos
capaces de ejercer como persona empática.

Este “don” requiere cierta dosis de compasión, en el sentido positivo de la palabra, si alguien llora a mi lado, mi rostro adopta
una expresión triste, pero si alguien ríe a mi lado, percibo en mi cara una sonrisa y en mi persona, sentimiento de felicidad.
También debemos ser altruistas, tener capacidad de escucha activa, ser optimistas, comprensivos, saber compartir y ser
flexibles.

Todas estas cualidades repartidas adecuadamente y orientadas hacia el objetivo de ser empático, nos ayudan a practicar la
empatia de manera satisfactoria tanto para quien la recibe como para nosotros, lo cual nos haría merecedores del tan codiciado
actualmente, galardón empático.

COMO CULTIVAR LA EMPATIA

Si analizáramos uno por uno los casos que he expuesto, y estudiáramos su trayectoria en el tiempo, seguramente concluiríamos
que los tres casos de adultos son personas que ejercen la empatía. Son ejemplos muy claros y muy completos, y no cuesta
pensar que eso se vaya a mantener así en el tiempo. Si bien, es cierto, que si eso no se atiende todos los días, probablemente
no llegaría a ser nada, y se quedaría en un prolegómeno de empatía.

La calidad en la atención a los niños que ejercen este tipo de prolegómenos de la empatía, es fundamental para adoptar un
nivel óptimo de habilidades para percibir en cualquier situación y sobre cualquier persona, posibilidades de empatizar con
dichas personas. Por esto, la observación, el apoyo incondicional y el refuerzo que los padres ofrezcan, es la mejor manera de
comenzar a cultivar ese “don”, que puede llegar a ser infinito, y que tanto puede ayudar a ser feliz, y hacer feliz a todos los que
nos rodean.

Autoconocimiento como valor humano: Libros de referencia

El autoconocimiento emocional es aquella capacidad que facilita la comprensión de la relación que tenemos con nosotros
mismos y los demás a lo largo de la vida. Este conocimiento nos otorga capacidad de expresión, al mismo tiempo que promueve
la persecución de objetivos, el uso de habilidades sociales como la asertividad o la empatía, y aumenta el autocontrol en
nuestras acciones entre otros.
Esta semana, el equipo del INSTITUT D’ASSISTENCIA PSICOLOGICA I PSIQUIATRICA MENSALUS, nos habla sobre una de las
principales capacidades que forman la Inteligencia Emocional: el autoconocimiento emocional.

¿Qué es el autoconocimiento?

El autoconocimiento es la capacidad de poner “nombre y apellidos” a los elementos que componen nuestro sistema de
pensamientos y emociones con el fin de identificar, organizar y comprender dicha información y facilitar al individuo otras
habilidades como la autoexpresión o el autocontrol emocional.

La capacidad de introspección (mirada hacia el interior) invita a la persona a contemplar, reflexionar y elaborar mensajes para
así aumentar el insight (darse cuenta de). Desde la Psicoterapia, el Coaching y los talleres de entrenamiento, promovemos el
autoconocimiento a través de diálogos que resaltan aspectos olvidados, dinámicas que ponen orden a las creencias y valores,
conclusiones grupales que generan un feedback altamente productivo, ejercicios que ponen de manifiesto los recursos
personales del individuo, etc.

Concretamente, el hecho de ser conscientes de qué recursos poseemos, aumenta el conocimiento que tenemos sobre nosotros
mismos. Así pues, es tan importante detectar el pensamiento que se esconde detrás de una emoción o viceversa, como sentir
que poseemos herramientas para gestionarlos.

El autoconocimiento, ¿por qué debes conocerlo?

Esta redundancia “el conocimiento del autoconocimiento” nos recuerda la importancia de ser conscientes de más información
útil y comprender así el porqué de aspectos que refieren a nuestra persona con el fin de aumentar el control de nuestros
pensamientos y sentimientos y, con ello, el nivel de seguridad cuando estos aparecen.

Los ejercicios sobre autoconocimiento

Los ejercicios de entrenamiento del autoconocimiento emocional son una especie de diario emocional. Atender, anotar y
escribir sobre nuestros pensamientos y emociones, reflexionar sobre sus causas y profundizar sobre sus consecuencias, nos
ayuda a ser más conscientes, no únicamente de cómo es nuestro sistema de pensamientos y emociones, también sobre cómo
reaccionamos ante determinadas situaciones, contextos y personas. Además, el autoconocimiento es el pasaporte para
encontrar nuevos recursos o rescatar recursos ya utilizados en un pasado que promuevan vivir de un modo más funcional.
El aprendizaje de los valores
Palabras como valor, virtud, valoración, hacen parte importante de nuestro actual vocabulario. Se calcula que hay
aproximadamente once millones de páginas en la Internet relativas a estos temas, escritas en todos los idiomas(1).
RESOLUCIÓN DE CONFLICTOS
Aprender un valor significa que uno es capaz de regular su comportamiento según la norma que dicho valor estipula; es modelar
la actitud para poder comportarse de una determinada manera ante diferentes sucesos, objetos, o personas. Implica además
verificar que esos valores sean bien aprendidos recurriendo a la evaluación: una manera de determinar en qué medida los
valores y las actitudes que se quieren promover están siendo incorporados en la conducta; pero más que hacer una
cuantificación debe buscarse investigar el progreso de la acción educativa y su incidencia en el desarrollo
y construcción moral de la persona que aprende el valor. Aristóteles observó que la virtud es un hábito o manera de ser, pero
ese hábito no se adquiere mediante el estudio sistemático de las doctrinas de la ética; sino mediante el sometimiento
perseverante a la disciplina de una educación moral.
Educar en valores, entraña, necesariamente, educar en la dignidad humana […] La persona humana es digna en sí misma, digna
de respeto y cariño, digna de comprensión y exigencia (2).
La educación en valores y la cultura de la paz: Hacia una nueva conciencia social
La paz empieza por rechazar la violencia como forma de resolver los conflictos. No es fácil: en nosotros está muy profundizada
esta cultura de la guerra y la violencia, consideramos que la guerra es injusta y dramática pero a la vez la consideramos
inevitable en muchos casos. Hay que empezar por hacer una interiorización cultural de la paz, considerar otros modelos de
negociación de conflictos, buscar alternativas de conciliación. La construcción de una cultura de la paz es un lento proceso que
va de la mano con el cambio de mentalidad individual y colectiva.

En este paso hacia una nueva mentalidad la educación es fundamental. Sólo la formación en valores de los futuros ciudadanos
permitirá una evolución del pensamiento social. Como cualquier cambio evolutivo es lento, pero tiene un carácter más
irreversible […] y aquí la escuela ayuda con la construcción de nuevas formas de pensamiento y de pensar (1).
La educación formal en valores no es suficiente para que estos cambios se operen en profundidad: la construcción de la cultura
de la paz, debe venir desde los medios de comunicación, desde la familia y las empresas, desde los campos y los cuarteles,
desde las organizaciones no gubernamentales y las asociaciones ciudadanas, desde el gobierno, etc. Hay que formar una
conciencia colectiva sobre la necesidad de la paz que esté tan enraizada en la sociedad y con tanta fuerza que no deje lugar a
la violencia.
Pero obviamente que a la par con la educación y el cultivo de los valores para la paz habrá que trabajar, no sólo desde los entes
administrativos, sino el Estado en general, para ir fortaleciendo los factores y condicionantes que faciliten esa búsqueda de la
paz: eliminando las situaciones de injusticia, buscando una distribución más equitativa de la riqueza y los recursos, asegurando
el derecho a la educación en igualdad de condiciones, etc., es, en resumidas cuentas, asumir una nueva cultura de administrar
el poder, más que simplemente cambiar las estructuras políticas, económicas y sociales.
Enseñar, instruir, formar, adiestrar, capacitar (los sinónimos son incontables) para la paz es una forma especial de educar en
valores, porque cuando educamos estamos transmitiendo, consciente o inconscientemente una escala de valores.
Conscientemente estamos ayudando a construir unas actitudes determinadas como la justicia, la cooperación, el respeto,
la libertad, la actitud crítica, la solidaridad, la autonomía, el compromiso, la participación, el dialogo. Pero además,
inconscientemente, estamos cuestionando valores que son contrarios a la paz: intolerancia, discriminación, violencia, y muchos
más.
Educar para la paz no es inhibir la iniciativa y el interés sino encauzar la actividad y el espíritu combativo hacia la consecución
de resultados útiles a la sociedad. Representa proporcionar alternativas que favorezcan la autoestima como base de las
relaciones personales y sociales, para que se fortalezcan la comunicación, la convivencia, el deseo de participar en actos y
celebraciones relacionados con la paz y fomentar ambientes democráticos en las aulas, en los parques, en los campos, en la
mesa familiar, etc. Educar para la paz es ayudar a superar el miedo de expresar las propias opiniones y de controvertir las ajenas
para así facilitar el trabajo en grupo, poder dar soluciones a grandes problemas o simplemente disfrutar una sencilla
conversación entre amigos.
Los valores en la construcción de la cultura de la paz: algunos ejemplos concretos
El valor de la autoestima como proyecto para equilibrar las bases del poder.
El desarrollo del propio auto-concepto y el de los demás, sirve para ir descubriendo, valorando y proyectando todas las
potencialidades (talentos, aptitudes, etc., etc.) que tenemos. Así podemos reconocer las bases de nuestro propio poder para
saber, en caso de enfrentarnos al conflicto, qué recursos tenemos y equilibrar las fuerzas de manera que sea posible negociar
satisfactoriamente. Los sicólogos han desarrollado todo un mostrario de juegos y actividades lúdicas que permiten interiorizar
el cultivo del valor de la autoestima y su aplicación en la resolución de conflictos.
El valor de la cooperación como proyecto de solución de conflictos.
Entender que la cooperación puede permitir el enriquecimiento mutuo asegura que los espíritus, las motivaciones y las manos
se unan por una causa común, y por tanto nos ayuda a descubrir los valores del otro, como alguien con el que puedo asociarme
y colaborar. Sirve para aprender a valorar en el otro la diferencia de pensamiento y la riqueza emanada de tal diferencia y verlo
más como un aliado con quien intercambiar puntos de vista y expectativas que como un obstáculo para mis planes o potencial
enemigo.
El valor de la comunicación para la toma de decisiones

Aprender a desarrollar una verdadera comunicación efectiva posibilita el que dialoguemos y escuchemos de una manera activa.
En el manejo de las situaciones de conflicto el diálogo es fundamental, porque no sólo nos nos permite transmitir las ideas, sino
también las emociones y sentimientos presentes en todo conflicto. Con "juego abierto sobre la mesa" usando palabras de
tahúres, es más fácil tomar decisiones que recojan el consenso de los interesados, de una manera igualitaria y participativa, sin
miramientos o prejuicios por las creencias particulares, sin actitudes sexistas o autoritarias. Como todo, para aprenderlo hay
que ponerlo en práctica, y esto supone ceder terrenos de responsabilidad, de poder y dar espacios para tomar decisiones.
El valor de la tolerancia en el manejo de los conflictos.
Desde el punto de vista de la tolerancia encontramos que el conflicto es beneficioso por dos razones: Primero, aprendemos a
considerar la diversidad y la diferencia como valores que nos llevan a buscar en la cooperación y la solidaridad posibilidades de
crecimiento y enriquecimiento mutuo. La segunda razón consiste en que sólo cuando "entramos en conflicto" con las personas
y con la realidad, la sociedad puede avanzar hacia mejores modelos. Bajo esta perspectiva el conflicto se convierte en esa
"palanca", de la que hablaba Arquímedes, para transformar el mundo.
A manera de conclusión

Si bien el conflicto es potencialmente constructivo o destructivo, porque como ya se ha dicho más adelante en este ensayo, no
es negativo en sí mismo, si se falla en la aproximación a la situación conflictiva puede llegar un momento en que sea muy difícil
manejarlo. Así entonces, se volverá destructivo cuando se le da más atención a la situación problemática sin mirar las
circunstancias del hecho como tal; cuando socava la moral o la auto-percepción destruyendo la autoestima; cuando polariza a
la gente, aumentando y agudizando las diferencias y reduciendo la cooperación y cuando conduce a comportamientos
irresponsables como insultos y peleas.
La educación en valores para la negociación y resolución de conflictos debe proporcionar los elementos necesarios para buscar
la clarificación de problemas importantes donde involucre sanamente a las personas en una solución, que conduzca a una
comunicación y cooperación más auténticas, y así mismo libere las emociones, el estrés y la ansiedad, lo que facilitará el
desarrollo de nuevos entendimientos y nuevas destrezas.
"Del micro-análisis al microanálisis". Si desde la educación para la paz aprendemos a ver el conflicto como algo positivo e
ineludible, que debe ser centro de nuestra labor, seremos capaces de desenvolvernos mejor en nuestras relaciones
interpersonales, intra grupales, etc., y aprenderemos a entender los conflictos internacionales y mundiales.
Goleman también señala, en Inteligencia emocional, que ésta es un concepto de amplia significación que incluye la habilidad
para motivarse y persistir frente a las frustraciones, controlar impulsos y demorar gratificaciones, regular los estados de humor,
evitar que las desgracias obstaculicen la habilidad de pensar, desarrollar empatía y esperanza. Para Goleman, el CE (coeficiente
emocional) puede sustituir en un futuro al CI (coeficiente de inteligencia) que ya lleva cien años de existencia. Este
planteamiento se basaría en que la inteligencia es una meta−habilidad, que determina en qué medida podremos utilizar
correctamente otra habilidades que poseemos, incluida la inteligencia. Desde esta perspectiva, la inteligencia emocional es una
de las habilidades de vida que deberían enseñarse en el sistema educativo. La inteligencia personal debería ocupar un lugar
eminente dentro de la inteligencia emocional. La inteligencia personal está compuesta por: · La inteligencia interpersonal, en
función de la cual observamos a los demás, intentamos comprenderlos y tratamos de buscar la mejor forma de relacionarnos
productivamente con ellos. · La inteligencia intrapersonal, que se refiere a la capacidad de formarse un modelo preciso de sí
mismo y de utilizarlo de forma adecuada para interactuar de forma efectiva a lo largo de la vida. Para Goleman la inteligencia
emocional se desarrollaría en cinco direcciones: · Conocer las propias emociones: Tener conciencia de las propias emociones
es la competencia emocional fundamental sobre la cual se construyen las demás. Es necesario distinguir entre conocer las
propias emociones y el controlarlas. En la medida en que uno percibe que tiene emociones negativas que le desestabilizan
tiende a actuar para cambiarlas. Para desarrollar la conciencia emocional es imprescindible disponer de palabras para
denominar las emociones. Una carencia de esta habilidad nos impide tomar conciencia de nuestras emociones y, por
consiguiente, controlarlas. De esto se deriva la importancia de potenciar el desarrollo del vocabulario emocional desde el
sistema educativo. · Manejar las emociones: El equilibrio emocional es el objetivo prioritario. Mantener las emociones
perturbadoras a raya es clave para el bienestar emocional. Ni emociones demasiado frías, ni emociones incontroladas. Aunque
desde la perspectiva de la educación emocional lo que interesa es el control de las emociones, no se puede perder de vista una
concepción más integradora de la persona, desde la cual el control emocional incide en el control del comportamiento y del
pensamiento, así como de los impulsos fisiológicos. Es desde esta perspectiva que nos referimos al autocontrol. Entre las formas
de manejar las emociones negativas están las siguientes: reestructuración cognitiva, relajación, ejercicio físico, diversiones,
placeres sensuales, tener éxito, ayudar a los demás. · Motivarse a sí mismo: Quizá dentro de los estudios académicos uno de
los aspectos olvidados sea la motivación. Lo que realmente se necesita saber, desde el sistema educativo, es si un individuo
seguirá adelante cuando se encuentre con dificultades, fracasos y frustraciones. Motivarse a uno mismo está relacionado con
la inteligencia emocional en el sentido de que las emociones son un factor de motivación. Se puede sugerir de cara a la
automotivación lo siguiente: · Controlar los impulsos: La capacidad para demorar las recompensas inmediatas a favor de otras
a largo plazo pero de orden superior se considera un indicador de madurez personal y emocional, además de formar parte
esencial de la regulación emocional. · Optimismo y esperanza: Ambos son estados que reflejan una gran expectativa de que las
cosas, en general, irán bien en la vida, a pesar de los retrasos, dificultades y frustraciones. Desde el punto de vista de la
inteligencia emocional, el optimismo es una actitud que impulsa a las personas a no caer en la apatía, desesperanza o depresión.
Sin embargo, es importante distinguir entre el optimismo realista y el ingenuo (que podría llevarnos a situaciones desastrosas).
Desde el enfoque de la atribución causal, el optimismo se relaciona con la forma en que la gente se explica a sí misma sus éxitos
y fracasos. Los optimistas consideran que los fracasos son debidos a causas modificables y, por lo tanto, en un futuro podrán
triunfar. Los pesimistas, por el contrario, culpan del fracaso a alguna característica personal que es imposible de cambiar. Estas
atribuciones causales tienen un efecto profundo en la forma de enfocar la vida. Es por ello que Goleman asegura que el
optimismo es una actitud emocional inteligente, puesto que influye de forma positiva en la motivación y en los resultados. Por
otro lado, el optimismo y la esperanza se pueden aprender (al igual que el pesimismo y la desesperanza), como consecuencia
de una buena percepción de auto−eficacia (creencia de que uno es capaz de dominar los acontecimientos de la vida de forma
satisfactoria). Como plantea Bandura, la habilidad no es una propiedad fija y, por ello, lo que las personas creen sobre sus
habilidades tiene un efecto profundo sobre las mismas. · Reconocer las emociones de los demás: La palabra empatía fue
utilizada por primera vez por Titchener en los años veinte. La empatía se construye sobre la toma de conciencia de sí mismo
(cuanto más abiertos estemos para captar nuestras propias emociones, más fácil nos será reconocer las de los demás) y consiste
en comprender lo que otras personas sienten en diversas situaciones. La empatía, además es la raíz del altruismo (la
comprensión de lo que otras personas sienten en situaciones de perturbación mueve a la gente a la ayuda) y también de la
moral. · Establecer relaciones: la competencia social reside, en cierta manera, en la forma de expresar las propias emociones.
Paul Ekman llama reglas de manifestación al consenso social sobre qué sentimientos pueden ser expresados y cuándo. Estas
reglas varían dependiendo de la cultura,pero las básicas y más universales son: la minimización de la expresión emocional (lo
que denominamos cara de poker), la exageración (muy habitual en niños) y la sustitución (sonreír de manera forzada en
presencia de una frustración). Otro aspecto importante del establecimiento de relaciones desde el punto de vista emocional es
el que se refiere a la capacidad que tenemos las personas de contagiar las propias emociones. No es casualidad que la gente
prefiera estar con personas capaces de transmitir energía positiva que con aquellas que muestran un estado de ánimo
deprimido. Esto es una muestra de la influencia que nuestras emociones y cómo las transmitimos tienen sobre las personas con
las que nos relacionamos. Es por ello que se es capaz de transmitir un estado de ánimo positivo contagioso denota inteligencia
emocional por nuestra parte. En estos cinco pilares se asienta la inteligencia emocional, para Goleman y también para la
mayoría de psicólogos hoy en día.

TOMA DE DICISIONES
Enseñar a tomar decisiones en la adolescencia

Elegir con criterio es lo mejor que puede aprender un hijo porque eso le va a dar mayor capacidad de autonomía y le aportará
mayor satisfacción consigo mismo. Pero a veces los padres, incluso con la intención de ahorrarles sufrimientos, solemos ser
dominantes o sobreprotectores, con lo cual acabamos impidiendo el desarrollo de esa capacidad de "tomar decisiones con
criterios propios".

Desde que los hijos nacen, la vida del hogar gira en torno a ellos. Cómo formarlos y darles herramientas para vivir mejor en el
futuro son inquietudes comunes a los padres. Sin embargo, a menudo olvidamos que también es importante enseñarles a
decidir en cada momento lo que realmente quieren hacer y lo que es mejor para sí mismos.

Importancia de tomar decisiones.

Tomar decisiones es una de nuestras tareas más habituales, tanto que a veces lo hacemos casi de forma mecánica. Sin embargo,
se trata de un proceso con una técnica propia que debemos conocer bien. De que la dominemos o no, dependerán muchas
consecuencias importantes -y otras de poca monta- en nuestra vida, cuya responsabilidad tendremos que asumir.

Por otra parte, si compartimos la opinión de que educar es ayudar a crecer en libertad y responsabilidad, tendremos que ayudar
a nuestro hijo a aprender a tomar decisiones. En cambio, con actitudes sobreprotectoras o dominantes incapacitamos a los
hijos para decidir, ya que por miedo a que se equivoquen o sufran o por afán de manejarlos en todo, coartan su libertad de
elegir y su responsabilidad para asumir los resultados de esas elecciones.

Frutos de tomar decisiones.


Decidir es un excelente ejercicio del que un hijo podrá aprender mucho. Le
valdrá para estimular algunas de sus capacidades intelectuales fundamentales, como analizar, comparar y valorar distintas
opciones. También es oportunidad de probar en carne propia la ventaja de laprudencia.

Un hijo que toma decisiones sentirá que participa activamente, con protagonismo, en el rumbo de su propia vida y eso -en la
medida y progresión adecuadas- será el mejor estímulo para crecer en madurez personal. Sobre todo, porque cuando un hijo
toma sus primeras decisiones, realiza a la vez sus primeras renuncias. Todos sabemos que muchas rabietas de los niños
pequeños se deben a que lo quieren todo: precisamente cuando eligen y asumen la pérdida para sí mismos de lo que no
eligieron, es cuando se da uno de los pasos más importantes del crecimiento.

Y si se equivoca... también podrá aprender la inestimable lección de cómo lamentar decisiones pasadas, analizar y buscar la
falla y extraer las oportunas conclusiones.

Proceso de toma de decisiones.

Aunque nuestras decisiones suelen ser a menudo mecánicas, lo cierto es que lo que realizamos es todo un proceso de varias
fases:

1. Definir el problema, dilema u objetivo.


2. Recoger la información que podamos sobre él.
3. Tener claras las alternativas, y lo que sigue a continuación de cada una de éstas.
4. Llevar a la práctica la decisión.
Por ejemplo, dos hermanos de 13 y 14 años no saben si ir a un paseo con sus padres porque están invitados el mismo día a un
cumpleaños. Con esos datos suelen aparecer las posibles opciones -ir, no ir-, que tendrán que someter a una valoración:¿Qué
ventajas e inconvenientes presenta cada opción?, ¿qué dudas nos quedan? (cuantas menos dudas tengan con más claridad
podrán optar después, de ahí la importancia de recabar cuanta más información mejor).
Sopesando el resultado de cada alternativa y su valoración, deberán decidir cuál de ellas es más conveniente. Quizás opten por
una que, objetivamente, no es la que más les conviene.... pero ahí entramos en el ámbito de la libertad humana. Y los padres
debemos aprender a respetar esas primeras decisiones sin intervenir y mucho menos decir: "¡Te dije!, o ¡Yo sabía ... !".

Pero, tomada la decisión, queda un último paso, que, a menudo, es el más costoso: hay que llevarla a cabo. Siendo
consecuentes con las decisiones es como los seres humanos demostramos coherencia y responsabilidad.

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