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UNIVERSIDAD ALAS PERUANAS

‘’Facultad de Derecho y Ciencias Políticas’’

TEMA:
El Procedimiento Cognitio Extraordinario, Características,
Categorías y Tramitación. Procedimiento Del Cognitio
Postclàsico y Audiencia Episcopal

MATERIA:

Derecho Romano

DOCENTE:

Humberto Manrique

ALUMNAS:
Angie Lucero Avendaño Amaru
Jazmín Huayta Flores

CARRERA:

Derecho

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DEDICATORIA

A mis padres, por estar conmigo, por enseñarme a


crecer y a que si caigo debo levantarme, por apoyarme
y guiarme, por ser las bases que me ayudaron a llegar
hasta aquí.

El presente trabajo es dedicado a mi profesor


Humberto Manrique; quien ha sido parte fundamental
para poder elaborar este trabajo, quien nos ha dado
grandes enseñanzas y principios.

2
AGRADECIMIENTO

A nuestro profesor Humberto Manrique, quien con su gran


trayectoria y conocimientos nos demuestra en cada clase qué con
disciplina, puntualidad y responsabilidad podemos alcanzar
nuestras metas.

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ÍNDICE

DEDICATORIA…………………………………………………………………...…3

AGRADECIMIENTO…………………………………………….……………….....4

I. INTRODUCCIÒN…………………………………………………….....5
II. EL PROCEDIMIENTO COGNITIO EXTRAORDINARIO……....…....6
A) CARACTERÌSTICAS Y CATEGORÌAS …....…………………...10
B) TRAMITACIÒN DEL PROCESO EXTRAORDINARIO.......…...13
III. EL PROCESO COGNITORIO POSTCLÀSICO………………………18
A) TRAMITACIÒN……………………………………………………19
IV. EL PROCEDIMIENTO POR RESCRIPTIO DEL PRINCIPE………...22
V. AUDIENCIA EPISCOPAL…………………………………………….24
VI. CONCLUSIÒN…………………………………………………………36
VII. BIBLIOGRAFIA………………………………………………………..38
VIII. ANEXOS………………………………………………………………..39

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I. INTRODUCCIÓN

El Derecho procesal romano es la rama del Derecho romano dedicada al


estudio del proceso judicial de la Antigua Roma.

La esencia del Derecho Procesal Romano, está contenido en la idea


de Actio. Actio puede ser entendido como "Acción", y tiene en Roma el
mismo significado que tiene en nuestro derecho actual. Pero en la antigua
Roma es más fuerte.

La existencia de una Actio determina la existencia de un derecho que puede


ser reivindicado a través de la misma. De hecho, en el Derecho Romano,
todo acto jurídico valido que de acuerdo al Ius Quirintium, cree, modifique
o extinga, derechos u obligaciones, debe corresponderse con una
determinada Actio, es decir con la posibilidad de defender y reclamar tal
situación jurídica en juicio. Esta es una relación de doble vía. Es decir, que
así como todo negocio jurídico valido se corresponde con una actio del
derecho procesal, toda Actio o acción que se intente en juicio debe ser para
defender un negocio o hecho amparado por el ius Quirintium, de lo
contrario, no es procedente. De este modo, por ejemplo, el derecho de
Propiedad (Dominium), se corresponde con la Rei Vindicatio, por el cual
se persigue que la titularidad sobre un bien sea declarada y afirmada ante
todos (erga omnes).

El proceso extraordinario se daba cuando un magistrado por si mismo,


resolvía el proceso sin intervención del juez, el cual se impuso sobre los
otros dos anteriores sistemas (Procedimiento formulario y Legis Actionis).

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II. EL PROCEDIMIENTO COGNITIO
EXTRAORDINARIO

1. DEFINICIÓN:

La “cognitio extra ordinem” o procedimiento extraordinario es en el Derecho


Procesal romano el broche de oro, y el que cambia definitivamente la estructura
procesal, asemejándolo a nuestro procedimiento actual.

El nombre de “cognitio extraordinem” o fuera del proceso ordinario, se debió


a que en plena vigencia del proceso formulario ordinario, fueron instaurándose
otros, a partir de los albores del imperio, en los que no se respetaba la división
en dos instancias procesales (la “in iure” instruida por el magistrado y la “apud
iudicium” ante el Juez) sino que el mismo magistrado que conocía en la
primera parte, la resolvía directamente sin dar paso a la etapa ante el Juez, para
agilizar los procedimientos, sobre todo en cuestiones de alimentos o de estado.

2. ORIGEN:

En época de Dioclesiano se impuso como tipo especial de procedimiento


extraordinaria Cognitio, pero recién en el 342 cuando se abolió definitivamente
el procedimiento formulario. En el Código de Justiniano se convierte en regla
general apareciendo la citación y la contestación, el período probatorio y la
sentencia, etc.
Con la cognitio extra ordinem comienza una nueva etapa en la historia del
derecho procesal romano y la fractura que supone con el procedimiento
anterior es mucho más profunda que la diferencia que supuso el procedimiento
formulario respecto a las legis actiones; supone un orden distinto del ordo
iudiciorum privatorum, desaparece la característica fundamental del ordo;
división de funciones entre el magistrado que preside la fase in iure, y el juez
que pronuncia la sentencia en la fase apud iudicem.

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En el ordo iudiciorum el magistrado investido de iuridictio consume su
actuación en indicar al juez la norma y el ritual aplicable al caso y en el examen
de los presupuestos procesales y sustanciales, ante cuyos resultado da o deniega
la acción, pero una vez que concede la acción, la función de juzgar y dictar
sentencia es confiada al juez privado, que no es titular de un oficio, y que puede
ser elegido por las partes.

Algunos aspectos y problemas muy importantes (la appellatio, el


procedimiento contumacial, la litis contestatio, el procedimiento sumario)
habían considerado la cognitio examinando el origen y estructura del
procedimiento por libelos del período justinianeo, o estudiado el tema desde el
punto de vista de una determinada interpretación histórica del paso del Derecho
clásico al Derecho justinianeo, o de los poderes del princeps en el ámbito
jurisdiccional.

La doctrina se había ocupado de la cognitio estra ordinem dentro de los


sistemas jurídicos cuya coexistencia caracterizan el Derecho clásico (ius civile,
ius gentium, ius honrarium), fusión que se habría producido en la praxis de los
tribunales según la conocida tesis de Riccobono o la progresiva elaboración del
principio princeps legibus solotus, explicación que enlaza con toda una serie
de sustratos ideológicos que convergen en distintas aplicaciones políticas del
principio citado.

El dato principal que ha alejado a los romanistas del estudio de la cognitio extra
ordinem ha sido la fragmentariedad de las fuentes, no pudiendo recurrir a Gayo
que no parece conocer otro proceso que el formulario, sin mencionar otras
formas procesales, lo que parece responder a una característica bien conocida
de sus Instituciones: estar en retraso respecto al estado del Derecho de su
tiempo. La exposición procesal de Gayo trata fundamentalmente de actionibus,
y no propiamente de todo el proceso.

Las fuentes jurisprudenciales directas se limitan a algunas exposiciones que en


cierta manera pueden definirse como marginales: los libri de cognitionibus de
Callistrato y Paulo; los libri de appellationibus de Paulo, Ulpiano, Marciano,
Emilio Macro, y algunos textos de Hermogeniano y Arcadio Carisio para los
cuales la cognitio era ya la forma procesal aplicada normalmente.

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Para otras fuentes, debemos recurrir a los libri decretorum por sus referencias
a casos en los que se manifestaba la intervención imperial en la forma de la
cognitio, y a exposiciones relativas a relaciones o figuras reguladas
exclusivamente o prevalentemente en sede de cognitio extra ordinem, como
son los libri fideicommissorum, o aquellos textos que contemplan la
competencia específica de los funcionarios imperiales, o de los magistrados
que conocían en sede de cognitio: de fundamental importancia al respecto son
los libri de omnibus tribunalibus de Ulpiano.

Las fuentes relativas a la cognitio extra ordinem debe ser buscadas en las
constituciones imperiales recogidas principalmente en los Códigos Teodosiano
y justinianeo. Respecto al Digesto la mayoría de las obras que recoge son
relativas al ius civile o al Edicto, o son obras de conjunto (Digesta).

En los comentarios al ius civile, ordenados según un sistema que se remonta a


Quinto Mucio, sucesivamente perfeccionado hasta llegar a los tratados de
Casio Longino y Masurio Sabino, de los que incluso en la Jurisprudencia
posterior se siguen encontrando libri ex Casio y ad Sabinum. Al margen de las
exposiciones del ius civile, el sistema en el que se inspira la Jurisprudencia es
en el Edicto del pretor, afirmación que vale ante todo para los comentarios ad
Edictum, pero también para los Digesta, sobre todo desde la época de Plaucio
y Celso, que siguen el sistema edictal con apéndices para tratar las materias
que no contempla el Edicto. Esta sistemática es análoga para los Responsa y
las Quaestiones.

De hecho, el Edicto en su perpetuación a través de un desarrollo secular, había


logrado un cierto orden sistemático, sin duda imperfecto, pero de una notable
utilidad práctica, y este orden no era otro que el orden del procedimiento
formulario. Los títulos del Digesto recalcan así los diversos títulos del edicto,
aunque esporádicamente se observan títulos nuevos constituidos por materias
que en el Edicto no se contemplan, y si en los primeros títulos del Digesto.

Una intrusión en el sistema edictal es toda la reglamentación de la prueba legal


que ciertamente no puede referirse el procedimiento formulario desde el

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momento en que las pruebas eran recogidas exclusivamente por le juez en la
fase apud iudicem.

En el Digesto los textos normalmente eran dejados procesalmente sin


alteraciones, adaptándolos a las exigencias del nuevo proceso.

Las instituciones de Justiniano no ofrecen datos más seguros. No recogen


fielmente el sistema procesal de las instituciones de Gayo, pero tampoco
recogen el procedimiento en la época de Justiniano. Junto a estas observaciones
en sede de exégesis textual hay que tener en cuenta que la cognitio extra
ordinem se ha venido afirmando y desarrollando lentamente, ya ha coexistido
durante mucho tiempo con el proceso formulario, limitando sus funciones y
desnaturalizándolo.

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A) CARACTERÌSTICAS Y CATEGORÌAS:

CARACTERISTÌCAS PRIMARIAS:
 Era esencialmente escrito, a diferencia de los ordinarios, básicamente orales.
 La demanda se presenta por escrito al tribunal y es notificada por un auxiliar
de la administración de justicia llamado EXSECUTOR (hoy receptor
judicial).
 Respecto al juicio ejecutivo, ahora se embargan sólo algunos bienes, los
suficientes para pagar el crédito, o se ordena el cumplimiento forzado con
auxilio de la fuerza pública.
 Todo el procedimiento se tramita en una sola etapa ante un juez funcionario
 Estatalización del proceso en todas sus fases, desde la llamada a juicio
realizada por obra del magistrato mediante libellus conventionis hasta la
emanación de la sentencia, que es pronunciada por el mismo magistrado ante
el que ha sido instaurado el proceso.
 También la ejecución deja de ser acto de parte para ser realizada por los
órganos del poder judicial o ejecutivo, en la forma de la ejecución manu militari
o del pignus del in causa iudicati captum.
 De esta total estatalización del proceso, derivan a su vez algunas
consideraciones importantes desde el punto de vista estructural que
caracterizan la cognitio extra ordinem.
 La desaparición de la litis contestaio, al menos en la forma de acuerdo de las
partes accipere iudicium, que constituía la base de la sentencia judicial en el
ordo.
 Consiguientemente decaía el principio bis de eadem re ne sit actio, con la
posibilidad de recurrir en apelación al funcionario de grado superior al que
había pronunciado la sentencia, siguiendo una escala de subordinación
jerárquica que llega hasta el emperador.
 Surge un proceso contumacial, entendiendo por contumacia la ausencia
voluntaria del demandado en el juicio, posibilidad excluida en el ordo.
 La forma predominantemente escrita, la existencia de una sola etapa procesal,
a cargo de un Juez, que era un funcionario público o estatal, con amplias
libertades de apreciación de las pruebas, estableciéndose a partir de entonces,
una serie de funcionarios judiciales pagos, que originó una burocracia judicial
Apareció la noción de costas judiciales, que debía abonar el que resultaba
vencido en el litigio.

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 Lo referente a la sentencia que condena al demandado a pagar una suma
inferior a la reclamada por el demandante, quien también puede resultar
condenado cuando media una demanda reconvencional.
Aparición de la apelación, que hace dejar sin efectos la sentencia para lograr
que la autoridad superior las reforme por considerarlas injustas o lesivas en su
derecho. Era interpuso ante el juez que debía dilucidarlo baja pena que sea
revisado por un tribunal superior.
 El juez no dirige el proceso, directamente interviene con las personas y las
cosas, escucha a las partes, investiga y dicta la sentencia.
 Desaparecen las dos etapas In Iure y la In Iudicem.
 Desaparecen los efectos de la litis contestatio
 Aparece la Libellus Conventionis o demanda escrita y redactada por el
demandante o sus consejeros.
 El proceso en menos público solo se le da publicidad a la sentencia.
 No está sometida a fórmula alguna ni a palabras o ritos sacramentales.
 En los procesos formularios solo la fórmula era escrita, en estos procesos
todo es escrito.
 El acceso al recinto judicial solo pueden tenerlo las partes y sus
representantes.
 No hay días fastos y nefastos para los juicios.
 Plazo de tres años de duración máxima del proceso, sino caducaba, aunque la
acción no
 prescribía y podía solicitarse un nuevo juicio

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CARACTERÍSTICAS SECUNDARIAS

 En primer lugar, la afirmación de una limitación sistemática de la competencia


de los magistrados jurisdiccionales por valor, materia y territorio, conectada
con la competencia jerárquica de los funcionarios con actividad jurisdiccional.
 El proceso del ordo era público y se desarrollaba en el foro; la cognitio a partir
de Constantino se desarrolla en la basílica, en lugar separado del público, y el
mecanismo procesal tiende a convertirse en secreto.
 Si el procedimiento del ordo, aunque tendiera a prevalecer la forma escrita, era
esencialmente oral, la cognitio se desarrolla íntegramente por escrito, y las
partes no intervienen directamente, sino por medio de advocati.
 Finalmente, mientras el procedimiento del ordo es gratuito, y el mismo
patronus que interviene en algunos casos a favor de alguna de las partes
considera su función de consulta y asesoramiento como un officium, con la
consecuencia de que el problema de la retribución se resuelve a través de
expedientes indirectos no siempre legitimos, como ha demostrado Carcopino
en su libro “les sécrets de la correspondance de Cicerón”, la cognitio por el
contrario comporta siempre gastos para las partes, tanto por gastos procesales
como por los honorarios de los abogados, honorarios que fueron regulados en
el Edicto de precios de Diocleciano.
 Con la expresión de estas características que van diferenciando el nuevo
proceso del ordo iudiciorum anterior, se plante el espinoso problema de los
orígenes de la cognitio, respecto a los cuales, si la doctrina es casi unánime en
excluir un origen unitario, no lo es tanto en la determinación de sus
precedentes.
 La mayoría de la doctrina se orienta en el sentido de buscar el origen de la
cognitio o en el proceso que se desarrollaba en las provincias. Otra parte de la
doctrina, especialmente pandectística a la que se une un sector minoritario de
la romanística actual, busca los orígenes de la cognitio en aquellas
intervenciones de los magistrados que encuentran su fundamento en el
imperium antes que en la iurisdictio.
 Dicho en otros términos, aflora la hipótesis de que la cognitio trae su origen en
la instructora que el magistrado debía lógicamente realizar para llegar al
pronunciamiento de determinadas providencias que en su conjunto constituían
la mecánica propia del procedimiento formulario hasta llegar a la litis
contestatio y al consiguiente nombramiento de juez, mecánica que abarcaba la
datio o denegatio actionis la verificación de la legitimación de las partes y de
sus presupuestos, elección de la fórmula consecuencia de la editio actionis,
datio o denegatico iudicii, datio iudicis, etc.

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B) LA TRAMITACIÒN DEL PROCESO EXTRAORDINARIO
La tramitación del proceso, en una sola vía, ante el juez-funcionario, sufrió
diferentes y largas transformaciones a través de todo el tiempo que estuvo
vigente. Sus características no obstante, quedan definidas por lo antes dicho, y
en orden, a la tramitación haremos seguidamente algunas indicaciones.

 DESARROLLO

a) NOTIFICACIÓN O LITIS DENUNTIATIO:

Hecha a petición del actor por un empleado del juzgado, quien le


presentaba la demanda (libellus conventionis) al demandado. Ya dentro del
nuevo procedimiento extraordinario, la forma normal de citar es el libelo,
un escrito de demanda que presenta al demandado el propio demandante, o
hace llegar a él por medio de un tabularius un funcionario o subalterno o
en fin, le da a conocer por edicto fijado en lugar donde ejerce su función el
juez.

b) CONTESTACIÓN DE LA DEMANDA O LIBELLUS


CONTRADICTIONIS:

Por el demandado a través del empleado del juzgado. Tal es el libellus


conventionis, al cual responde o contesta el demandado con el libellus
contradictionis, prestando caución –cautio iudicatum sisti– de comparecer
en juicio al cabo de tres días, en un principio, y de veinte, más tarde. La no
comparecencia del demandado –la contumacia–, no evita la continuación
del pleito. Si el que no comparece es el demandante, la sentencia puede
dictarse en perjuicio suyo, al menos en los últimos tiempos.

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c) LITIS CONTESTATIO:

En la que las partes exponían sus argumentos. La litis contestatio –que


ahora es el momento, no bien precisado, en que las partes fijan sus
pretensiones–, no constituye un acto formal, dotado de solemnidad, ni
produce aquel efecto antiguo de la consunción procesal de la acción.

d) PROCEDIMIENTO PROBATORIO:

Se ofrecían, desahogaban y valoraban las pruebas, la reina de las pruebas


es la confesional. Las más importantes testimonial, la documental y la
pericial. Cabe que el demandado se allane a la demanda, o mejor, al fondo
jurídico de la misma, y entonces la confessio in iure tiene la misma
virtualidad que en épocas anteriores, es decir, la de equivaler a una
sentencia. . Se comienza la producción de pruebas por parte del actor, y
del demandado negando las afirmaciones de demandado. En este proceso
se tiene en cuenta que la prueba incumbe a quien afirma y no a quien niega
y al demandado las excepciones. Los principales medios de pruebas eran
la confesión y juramento, los documentos y los testigos.

Pero cuando la confesión se limita a determinadas circunstancias o hechos,


carece de tal fuerza, constituyendo simple medio probatorio. En cuanto al
juramento, Justiniano estableció la imperiosa obligación de prestarlo o
referirlo a la otra parte.

En materia probatoria se produce, sobre todo en la época justinianea, un nuevo


sistema regulatorio. El juez se somete, en orden a la apreciación de la prueba,
a normas predeterminadas, si bien se le autoriza para averiguar libremente los
hechos, fuera de la petición de actor y convenido.

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e) SENTENCIA:

La cual podía ser impugnada por el recurso de apelación. Conservó la in


integrum restitutio como recurso extraordinario. La sentencia se dicta por
escrito y es leída a las partes en audiencia pública. La condena podía se
pecuniaria o consistir en la obligación de entregar una cosa o al
cumplimiento de una determinada actividad por el demandado. Si el
cumplimiento de la condena llegara a ser imposible se cambiaba por una
suma de dinero fijada por el juez para llegar, en última instancia, hasta el
mismo emperador.

Más tarde se impondría la condena en costas para el que pierde el litigio. El


recurso de apelación habría sido introducido con el fin de corregir las
injusticias de los jueces.

La ejecución de la sentencia puede ser:

 Ejecución patrimonial particular, reducida a los bienes necesarios


para atender las exigencias del demandante –pignus in iudicati
causa captum.

 Ejecución patrimonial particular en régimen de concurso de


acreedores y de cesión de bienes –cessio bonorum–, mediante venta
parcial de estos –bonorum distractio.

 Ejecución personal, con el carácter de accesoria.

f) APELACIÒN:

Se podía interponer verbalmente ante el mismo tribunal que dictó la


sentencia en el término de 2 o 3 días. La sentencia no apelada era firme y
se abría el cauce a la ejecución de la misma, si había sido apelada la
ejecución quedaba en suspenso. El apelante que perdía la apelación podía
ser condenado de forma más grave que en un principio y debía de pagar las
costas procesales por el cuádruple. La ejecución de la sentencia se realizaba
sobre el patrimonio del deudor.

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Hoy en día consiste en el embargo sobre bienes singulares propiedad del
ejecutado.

SIGNIFICADO:

 LIBELLUS CONVENTIONIS:
Era la demanda presentada ante el juez consistente en un escrito breve en el
que el actor hace sus peticiones fundadas, para obtener lo cree que se le debe,
esta era examinada por el juez quien de considerarla digan la pone a
conocimiento del demandado, y lo cita en un plazo de 20 días para presentar
su Libellus Contradictionis.

 LIBELLUS CONTRADICTIONIS:
Consistía en otro escrito hecho por el demandado. Luego de esto cuando ambas
partes acudían ante el juez y procedía la Litis Contestatio.

 TRANSFORMACIÓN DE LA LITIS CONTESTATIO; NARRATIO Y


CONTRADICTIO:
En ella el narrativo (Actor y el contradictio (demandado) hacían quedar trabado
el juicio por medio de las dos excepciones. También estos podían ser
representados. Esto se seguía de un debate que concluía con la producción de
pruebas.

 LAS PRUEBAS:
Las pruebas podían ser la confesión, el juramento, los documentos, y los
testigos.

 PRUEBAS TESTIFICALES:
Ayudaban a dar autenticidad a la prueba escrita, los testigos debían tener buena
reputación, y no podían ser testigos aquellos que tuviesen causas pendientes.

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 PRESUNCIONES IURIS ET DE IURE; HOMINEM; IURIS TANTUM:
Son aquellas que no admiten prueba en contra, contra poniéndose a las iuris
tantum que admiten prueba en contra. Estas presunciones emanan de la
autoridad basándose en los documentos que eran las pruebas más eficaces que
la testimonial, así se usaran documentos públicos y privados.

 VALORACIÓN CRÍTICA DE LAS PRUEBAS.


El juez escuchaba el dictamen de sus asesores y redactaba la sentencia que se
lee en audiencia solemne a las partes que se cita.

 LOS HONORARIOS Y GABELAS. ONEROSIDAD.


En la misma sentencia el juez condena y regula los honorarios a los numerosos
funcionarios del tribunal, incluidos los abogados. Convirtiéndose en un trámite
bastante oneroso.

III. EL PROCEDIMIENTO COGNITORIO POSTCLÀSICO

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La reorganización de Diocleciano de la organización y administración de
las provincias hace que Italia pierda la posición rectora que había
mantenido.

Esto repercute en el derecho procesal, porque en este periodo postclásico


la cognitio extra ordinem será el proceso único, pero en esta época cambia
totalmente el procedimiento o al menos su carácter, ahora se ha convertido
en un procedimiento ordinario y único.

Absorbe gran parte de trámites, ya existentes en el procedimiento


extraordinario y además conserva la terminología que pertenece al
procedimiento formulario.

En el procedimiento cognitorio, los órganos administrativos son también


órganos judiciales, el gobernador de cada provincia preside el tribunal
provincial que funciona en primera instancia.

Existe un defensor civitatis, cuyas funciones consisten en proteger a la


población de los abusos de los funcionarios.

En los procedimientos de cognición o cognitorios, los jueces funcionarios


ordenan el proceso entero; las pruebas se practican en su presencia, así
como los debates de los litigantes; valoran la prueba y dictan la sentencia.
Es decir, estos jueces funcionarios realizan todos los actos de cognitio en
unos procesos que se desenvuelven en una sola frase. Esta clase de proceso
cognitorio comenzó a ser utilizado en el Principado con carácter
extraordinario.

TRAMITACIÒN

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A) CITACIÓN DEL DEMANDADO:

 La citación del demandado se hace después de haberla solicitado la autoridad


Judicial competente.
 No hay citación privada y la remisión al demandado, del escrito
objeto de la litis denuntiatio, es ahora obligatoria.
 La interrupción del juicio con objeto de poder aportar pruebas, que favorece
aldemandante y demandado, es objeto de nueva regulación por parte de
Constantino. La concesión de la dilación estásupeditada al conocimiento del
juez, en presencia de las partes.
 La práctica anterior no es desvirtuada. Por la constitución de Constantino si el
que actúa como demandante es un particular, el representante del físco dispone
de cuatro meses para contestar a la demanda, pero que se amplía a seis meses
en el supuesto de que el demandando sea un particular. El fisco no goza de
privilegio alguno. Estos plazos se mantendrán en la legislación postclásica.
 La demanda será llamada, en el procedimiento cognitorio postclásico y
bizantino, libellus conventionis y deberá ser acompañada de copias. En ella se
exponen los hechos en el que el demandante fundamenta su derecho y las
alegaciones jurídicas pertinentes, pidiendo que se da traslado por medio del
executor, órgano ejecutivo y sea citado oficialmente para que comparezca ante
el magistrado.

B) COMPARECENCIA ANTE EL MAGISTRADO:

Si el demandado no comparece el proceso continúa en forma de proceso


contumacial, en rebeldía del demandado. El proceso contumacial comporta
una consecuencia procesal importante, porque el demandado no podrá
interponer el recurso de apelación contra la sentencia que en el proceso se dicte.
No obstante puede ganar el pleito y obtener una sentencia favorable, si bien no
es probable.

Cuando los litigantes comparecen ante el magistrado, se celebra el debate oral


con la intervención de los abogados. Ambas partes reproducen las
alegaciones contenidas en los escritos de demanda y de contestación a la
misma. Las excepciones perentorias o perpetuas pueden ser formuladas en
cualquier momento procesal, e incluso en la apelación.

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C) LA PRUEBA:

Los medios de prueba de que pueden valerse las partes son los mismos que los
del proceso extra ordinem, pero rige el llamado principio inquisitivo, y eso
significa que el juez puede inquirir, investigar o traer toda clase de pruebas al
proceso.

Rige también el principio de prueba tasada: el juez no está facultado para


apreciar libremente la prueba, sino que su valoración viene impuesta por
ciertas preferencias de orden legal. No se admite la prueba del testigo único,
porque existe la regla de unus testis nullus testis, y el documento adquiere una
importancia decisiva. Continúa vigente el sistema de presunciones del proceso
extra ordinem.

D).SENTENCIA Y SU EJECUCIÓN:

La sentencia no es obligatoriamente pecuniaria. En caso de restitución, esta


puede ser hecha incluso por la fuerza. En esta época existen las prisiones
públicas para los deudores insolventes, pero dado que también existen las
prisiones particulares, se pronuncia un rescripto del emperador Zenón en el
486 que lo prohíbe.

La compensación judicial de créditos viene dada da través de la sentencia, y la


ejecución patrimonial no es necesariamente dirigida a todo el patrimonio. La
sentencia puede ser objeto de recurso de apelación.

E) COSTAS

Las costas –gastos procesales– eran satisfechas, en un principio, por el vencido,


apreciada su temeridad, pero más tarde se estableció como norma general la de
que, independientemente de tal circunstancia, las pagase el que hubiera tenido

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un resultado adverso.

F) PROCESOS ESPECIALES

Algunos procesos tienen una tramitación especial, como son: el proceso


por rescripto, o recurso de apelación ante el emperador y los procesos sumarios
de alimentos, manumisiones testamentarias, posesión de la herencia a favor de un
impúbero, interdictos, etcétera.

IV. EL PROCEDIMIENTO DEL RESCRIPTIO DEL


PRINCIPE

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Rescripto es la Carta o Cédula Real que expide el Rey a instancia y petición de alguna
persona, ya derogando el derecho en su favor o ya concibiéndola conforme a él.
Se llamaba también Sobrecarta cuando en la segunda Cédula se insertaba la primera
como sucede asimismo en las segundas provisiones despachadas en los tribunales en
que se manda guardar lo mismo que se determinó en las primeras insertándose lo
ordenado en estas. Pero entendida la voz latamente, comprende cualquier privilegio,
beneficio o dispensación concedida por el Príncipe, único autor de estas gracias.

Existen dos tipos de rescriptos:

 Rescriptos de Gracias. Son los que dependen de la mera liberalidad del Príncipe
quien en favor de alguno concede su gracia, præter, vel contra jus commune.
 Rescriptos de Justicia. Son los que miran a la administración de justicia como
cuando se nombra en ellos Juez delegado para conocer de la causa o declara el
derecho de las partes, por lo cual se denominan rescriptos ad litem. Se llamó a
rescribendo vel a scribendo por formalizarse la orden en escrito o con la autoridad
Real.

El rescripto imperial podía producirse de dos formas:

 Cualquier particular podía solicitar del emperador la resolución decontroversia


o la decisión sobre cuestiones jurídicas particulares, especialmente las de difícil
interpretación. El rescripto delemperador tenía valor definitivo. Otras veces, el
emperador remitíala causa a un magistrado, con instrucciones sobre la forma en
que debía examinar los hechos y decidir.

 Cualquier magistrado podía deferir (comunicar) la controversia al tribunal


imperial, solicitando una consultatio. El magistradodebía comunicar su decisión
a las partes y remitir, dentro de los días siguientes una relatio de las actuaciones.

TIPOS DE CONSTITUCIONES IMPERIALES:

 LOS RESCRIPTIOS: Eran emitidos por los emperadores en respuesta a


consultas jurídicas de las partes involucradas en litigio o de los
magistrados encargados de la solución del conflicto. Si las consultas
provenían de los particulares, el emperador respondía al pie de las
solicitudes, por eso se llamaban ‘’Suscriptiones’’, que significa lo escrito

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debajo. Si la solicitud era de un juez, era respondida a través de un pliego
y por eso eran llamados epístolas.

 LOS MANDATOS: Eran instrucciones destinadas a los funcionarios del


Imperio, sobre todos a los gobernadores de provincia. Por ejemplo, a
estos. Por medio de un mandato se le prohibió contraer matrimonio con
mujeres domiciliadas en su jurisdicción. Luego se transformaron en meras
instrucciones para el mejor desempeño de sus servicios a través de
resoluciones generales.

 LOS EDICTOS: Estaban destinados al principio a una provincia o


municipio y luego adquirieron la calidad de ordenanzas permanentes,
principalmente sobre los temas de Derecho Pùblico que los cuales se
relacionaban con derecho administrativo, procesal o penal generales o en
algunos casos. Particulares, encabezados con el nombre del emperador,
dirigidas al público en general, pero a través de algún funcionario.
Subsistieron con gran poder, como única fuente de Derecho.

 LOS DECRETOS: Se exponían como sentencias judiciales que dictaban


los emperadores para resolver cuestiones jurídicas a ellos sometidas. Los
emperadores entendían en causas muy complicadas a pedido de cualquiera
de las partes, cuando aun estaba el caso pendiente de resolución por prte
del juez. Si el emperador consideraba atendible el pedido, a través de un
rescripto indicaba al juez con carácter obligatorio, como debía de resolver
el caso. Esto se llamaba ‘’Per Rescriptum’’ y desapareció con el
emperador Constantino.

V. AUDIENCIA EPISCOPAL

La literatura de los padres de la Iglesia informa acerca de un procedimiento


denominado episcopalis audentia, seguido frecuentemente por las comunidades
cristianas a partir del sigloIII. Consistía en someter al obispo a las mismas

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controversias jurídicas que él decidía en forma de arbitraje; es decir, actuaba en ellas
como árbitro designado de común acuerdo por las partes, si bien no tenía validez
legal.

A partir de una constitución de Constantino del 318 ambas partes pueden


abandonar la causa pendiente ante un tribunal ordinarioy someterla a la controversia
del obispo, en este caso la decisión delobispo tendría carácter ejecutivo y sería
inapelable. A partir deValentiniano en el 452, se regula la materia y atribuye la
decisión de las partes de someter la controversia al obispo, como un compromissum,
y la decisión episcopal puede ser ejecutada desde ahora por un magistrado, siempre
a instancia de la parte interesada.

Justiniano admitió la posibilidad de impugnar en diez días ladecisión episcopal


ante el magistrado laico. Si la sentencia delmagistrado coincidía con la del obispo,
era inapelable; en caso dedisconformidad entre ambas sentencias, la emitida por el
magistradopodía ser objeto de recurso de apelación ante un magistrado de rango
superior.

Justiniano admitió la posibilidad de impugnar en diez días ladecisión episcopal


ante el magistrado laico. Si la sentencia delmagistrado coincidía con la del obispo,
era inapelable; en caso dedisconformidad entre ambas sentencias, la emitida por el
magistradopodía ser objeto de recurso de apelación ante un magistrado de rango
superior.

ORIGENES:

En el año 325 Constantino convocó un Consejo de Estado o Concilium (asamblea) de


obispos reunidos en el palacio imperial de Nicea, en su carácter de Magistrado

Supremo de los asuntos de religión. El Concilium era una institución de la


magistratura de religión (se verá a continuación), y el emperador, en cuanto Sumo
Pontífice, ejercía esta magistratura. Es muy probable que Constantino reuniera
ocasionalmente en este Concejo o Concilium a los dirigentes de diferentes cultos. Esta
fue la primera convocatoria general de la asamblea o Iglesia de obispos como un orden
sacerdotal más entre los órdenes sacerdotales romanos, y según el protocolo
del culto pontificio; pues, estos obispos practicaban el culto de adoración
(adoratio) del Emperador Constantino y de la Emperatriz Elena (como se ha visto, el
culto imperial de Adoratio, instaurado por Octavio.

24
Nótese que los conceptos de “iglesia” y “obispo” están cambiando en este momento.
El término griego ekklesia o el latino ecclesia, que significa asamblea, servirá
para designar la corporación del nuevo orden sacerdotal de los obispos imperiales. Y
bajo el Constantinismo (siglo IV), el “obispo”, el anterior encargado
de una domus cultual de Filosofía Cristiana (siglo III), saldrá organizado dentro de la
administración territorial del Imperio como un colegio de magistrados de su propia
religión en las aulas basilicales de audiencias.

EL TÍTULO DE OBISPO EN EL CONSTANTINISMO:

La categoría de obispo (del griego epískopos: coordinador, vigilante, cuidador), como


un título de autoridad sobre otros agentes predicadores y como hombre
docto, había aparecido en el tardo-imperio en las academias de Filosofía
Cristiana. Fue una consecuencia de su grado de organización y desarrollo
doctrinal, quesuperaba el estatus de culto privado de las pequeñas asambleas o
congregaciones evangélicas del Cristianismo Antiguo reunidas en casas de habitación.
Los obispos de la Filosofía Cristiana, un culto público, debían gestionar su
escuela de retórica y administrar el patrimonio inmobiliario de las domus (edificios
con aulas, más terrenos anexos, como se ha visto en los capítulos 1 y 2). Al estar
integrados en las capas altas de la sociedad, mantenían relaciones con el funcionariado
de las ciudades y con la aristocracia imperial; y esto requería algún título que les diera
reconocimiento como líderes de sus grupos partidarios del neoplatonismo
Cristiano. La función académica, grupal y ciudadana de estos filósofos teólogos
originó la categoría de obispo como reconocimiento de un rango doctrinal. Dice el
clérigo jesuita Hans Kung, en su Historia de la Iglesia Católica, que “sólo puede
demostrarse un episcopado monárquico [sic] en Roma a partir de la segunda mitad
del siglo II”1; precisamente, cuando aparecen las academias de Filosofía o Teología
Cristiana.

Pero la leyenda eclesiástica cita una Carta de Clemente, supuestamente del siglo I, con
la que se pretende atestiguar la fundación de un primer obispado en Roma de alguien
llamado Pedro. Pero en las iglesias de Pablo de mediados del siglo I, y durante su
estadía en Roma hasta el año 61, no existió un título de autoridad que mandara sobre
los presbíteros (ancianos) encargados de cada iglesia o congregación local (ver mi
libro: El Sincretismo del Cristianismo Antiguo, en esta editorial; explico el uso del
término griego epískopos con el significado común de “responsable” de la

25
congregación, en las Cartas de Pablo y el libro de Hechos, sin connotación de rango
jerárquico ni autoridad doctrinal).

Entonces, lo que conoce Constantino son estos líderes doctrinales


llamados obispos que, en algunos casos, habían heredado de sus padres la dirección de
la domus; y podían trasmitir a sus hijos la titularidad del aula cultual de la academia
neoplatónica. Y el hecho de que se encontraran obispos en las cortes imperiales, entre
otros retóricos oficiales, se debe a que no eran simples predicadores de discursos de
exhortación moral; sino individuos instruidos que, además de desempeñarse como
secretarios o asesores, eran capaces de explicar teorías filosóficas o elaborar informes
y discursos. Pero su conversión en magistrados de la religión en el Imperio de
Constantino, como nuevo orden sacerdotal, transformará el título de obispo docente de
una escuela filosófico-teológica en el de un funcionario imperial; y el colegio
de los obispos reconocidos por el emperador pasará a ser una institución más entre las
otras religiones del Estado. Aquí es cuando comienza, en el siglo IV, un proceso de
tres siglos que llevará a un “episcopado monárquico” como lo define el teólogo Hans
Kung.

Los primeros obispos en la corte romana de Constantino y de su madre la emperatriz


Elena, Eusebio de Cesárea y Osio de Córdoba, aparecieron como simplesasesores de
asuntos de religión en un gobierno con religión oficial protocolaria del Estado, pero
con una política de pluralismo religioso de los ciudadanos romanos. Y estos dos
obispos, probablemente, serían representantes de facciones políticas de los distintos
partidos de la Filosofía Cristiana en la corte. Pues, la pluralidad de cultos de distintos
orígenes era una tradición respetada en las constituciones de la autonomía de las
ciudades, desde la República y en el tiempo del Imperio, y la libertad de cultos
pertenecía a la esfera del Derecho Romano del “ciudadano”. Esto es la civilización
romana.

LOS PRIMEROS CONCILIUM O CONSEJOS DE OBISPOS PARA UNA


COMISIÓN PARTICULAR:

A la vuelta de Milán y del pacto con Licinio en la guerra contra Maximino Daya, el
año 313, Constantino se encontró en Roma con unas apelaciones al tribunal
del César por causa de una disputa entre el obispo Ceciliano de Cartago y los

26
partidarios del obispo Donato, un pleito por la titularidad de unas domus en
lasprovincias de África. Desde el siglo III, los obispos de la academia de Filosofía
Cristiana, como ciudadanos romanos influyentes, venían apelando a las instancias de
Roma para resolver sus litigios de titularidad de las domus, sus aulas cultuales, y otras
propiedades (se ha visto antes el caso del procurador romano y obispo Pablo de
Samosata). Por lo tanto, resultaba del todo normal que los obispos hostiles a Ceciliano
hubieran dirigido al Emperador un pliego de ruegos, “Praeces ad Constantinum”, que
entregaron al procónsul de África Anulino3. Pero, lo que resultó novedoso esta vez fue
el procedimiento adoptado por Constantino.

Para resolver el conflicto, el Emperador convocó dos consejos de


obispos como expertos en el aspecto doctrinal del litigio, decidiendo él mismo el lugar
y la formación de las comisiones. El primer consejo se reunió en Roma el 2 y 4 de
octubre del 313, y el segundo consejo se reunió en Arles el 1 de agosto de 3144. Para
estas comisiones llamó a unos obispos de las Galias, conocidos de su anterior corte en
Tréveris: Reticio de Augustodunum (Autun, junto al Río Arroux, en la Borgoña)
Materno de Augusta Treverorum (Tréveris, Trier o Trèves, junto al Río Mosela) y
Marino de Arelatum (Arles, en la desembocadura del Río Ródano)5, más el obispo
Milcíades de Roma, el obispo Cresto de Siracusa, el impugnado Ceciliano de Cartago
y una representación de los demandantesseguidores de Donato (Donatistas).

Además, es probable que intervinieran los obispos de la corte Osio de Córdoba y


Eusebio de Cesarea. Estos dos estaban del lado de Ceciliano y habrían condicionado
la posición de Constantino a su favor, según se desprende de la carta con que éste le
ordena a Ceciliano recoger y distribuir un dinero, seguramente para ganar apoyo
local en el conflicto. Le envía “tres mil folles”, que le haría entrega “Urso, director
general de finanzas de África”, y le “manda que se reparta a todas las personas arriba
mencionadas conforme al documento que [el obispo] Osio te ha enviado”6. Así
empezó a tejerse una red de obispos leales a Constantino en las Galias, Italia y
las provincias de África, y fue el embrión de lo que años más tarde, en el Concilium de
Nicea, se convertiría en la Asamblea o Iglesia de obispos imperiales.

Las resoluciones del primer consejo de octubre de 313 fracasaron. La rebelión de los
obispos Donatistas contra Ceciliano se radicalizó, y este enfrentamiento en Cartago
dividía al movimiento de Filosofía Cristiana en toda África (parte de la actual Libia,
Túnes y Argelia). Entonces, el Emperador decidió hacer una convocatoria mayor en
Arles, seguramente por su mejor relación con el obispo Marino que con Milcíades de
Roma, quien había tenido trato y recibido el favor de Majencio en la aplicación del
Edicto de Galerio. Se conserva la carta enviada por la oficina de Constantino al obispo

27
Cresto de Siracusa para esta segunda convocatoria, en la cual el Emperador le
manda: “hemos ordenado a numerosísimos obispos... que se reúnan en la ciudad de
Arles por las calendas de agosto, hemos pensado escribirte también a ti para que tomes
del gobernador de Sicilia, el ilustrísimo Latroniano, un vehículo público [correo
romano], y juntando a ti al menos otros dos del segundo orden que tú mismo tengas a
bien escoger [secretarios?], y después de hacerte además con tres criados que puedan
serviros por el camino, te presentes ese mismo día en el lugar arriba indicado”7. Este
consejo de obispos reunido en Arles tuvo lugar el 1 de agosto del 314.

LAS AUDIENCIAS EPISCOPALES Y CURIALES:

Por la aplicación del Edicto de Galerio del año 311, la devolución de propiedades de
tierras y fincas urbanas confiscadas a algunos partidos cortesanos de Filosofía
Cristiana y dadas a otros en usufructo desde el curso 303-304, la nueva administración
de Constantino se encontró con las apelaciones pendientes;
más los pleitos derivados de la inconformidad con las devoluciones ya realizadas por
Majencio hasta el año 313, o con el simple oportunismo de algún magistrado de
sacar ventaja de su adhesión al nuevo emperador. En estas querellas habría algunos ex
funcionarios que demandaban la vuelta a sus empleos, y muchos obispos, como los de
Cartago, litigando entre ellos por la titularidad de las domus y propiedades anexas. Por
otra parte, se estaban creando nuevas divisiones y pleitos de titularidad entre obispos
de distintas ciudades por la afiliación de unos al depuesto Majencio y de los nuevos
adheridos a Constantino. Este volumen creciente de juicios pudo estar en el origen de
la ley del año 318, de creación de un sistema de audiencias episcopales en las cabeceras
de las diócesis8 y las provincias del Imperio, para resolver asuntos comunes de
Derechos de los ciudadanos romanos Cristianos. Y al mismo tiempo, sirvió
para consolidar un partido de obispos imperiales que permitiría controlar a sus
seguidores cristianos.

Esta ley de audiencia episcopal era de arbitraje: “...si el litigante acude al juicio del
obispo,... si tiene voluntad de aceptar la ley cristiana sobre su caso,... sea oído... El
[obispo] juez... debe arbitrar”9. Y por lo tanto, quedaba excluida la jurisdicción de la
audiencia episcopal sobre causas criminales. Maria R. Cimma, en L'Episcopalis
Audientia, explica cómo diversos autores encuentran que esta ley de Constantino no
hacía más que extender a los cristianos un fuero de arbitraje del que ya disfrutaba en
el Imperio el patriarca de los hebreos; y con mayores prerrogativas, por cuanto “el
patriarca, al menos en Palestina, podía juzgar no sólo de litigios entre hebreos, sino
también entre un hebreo y un gentil [el extranjero]... y aplicar el derecho hebreo”10.

28
De este modo, las comisiones o Concilium de obispos para emitir un dictamen fue la
primitiva forma embrionaria de una Iglesia de obispos que practicaban el protocolo
pontificio del culto de adoración del emperador Sumo Pontífice; y con el sistema de
tribunales y arbitraje judicial de las audiencias episcopales seconformó un colegio de
obispos, la corporación de un nuevo orden sacerdotal romano. Solamente faltaba
dotarlo de una ley que definiera qué tipo de ciudadano sería considerado Cristiano
Romano, y esa sería la “ley de Credo” promulgada por Constantino con
el Concilium de obispos en Nicea el año 325, cuando también se reglamentó los
cánones del orden jerárquico y territorial de la Iglesia de obispos imperiales (se verá
en el siguiente capítulo). Se debe tener en cuenta que la misma “ley de Credo”, que
definía al sujeto de Derechos ante el magistrado de la audiencia
episcopal, también determinaba el tipo de obispo magistrado conforme con la
legalidad vigente. De ahí que, al cambiar las leyes de “credos” según los cambios de
política del emperador, cambiaba la Iglesia de obispos (el primer colegio episcopal
del Concilium del Constantinismo estuvo dominado por el partido Arriano).

En las ciudades ya existían antiguos tribunales de religión de los órdenes sacerdotales


tradicionales, que servían a la gestión de tributos y rentas de los templos, para la
adquisición de herencias intestadas o para el control de las formas de expresión de los
ciudadanos romanos. Lo que hizo Constantino, el año 318, fue añadir una audiencia
de religión más en las ciudades. Pero no consta ninguna protesta de los órdenes
sacerdotales tradicionales, que debieron considerarlo como una continuidad de la
política romana del Estado multi-religioso, restaurada por Galerio el año
311 (un rescripto del edicto de Galieno del 259, que daba legitimidad a los partidos de
Filosofía Cristiana). Además, estos obispos ya practicaban el culto de adoración al
emperador.

Constantino dotó las nuevas audiencias episcopales de aulas de planta basilical, la


tradicional basílica romana construida con artesonado de madera. La basílica era un
lugar protegido de reunión pública, para tratos comerciales y procesos judiciales, y la
mayoría eran modestas construcciones. Los grandes edificios basilicales, en distintos
grados de conservación en la actualidad, eran aulas de audiencias de los palacios
imperiales (como la Basílica S'Juan de Letrán), o las grandes basílicas del Foro (como
la Basílica Julia, tribunal de audiencias de los Centumvirus, la Basílica de Majencio
que fue terminada por Constantino, o la Basílica Emilia). Pero había otras basílicas de
gremios, como la Basilica Argentaria, cerca del Foro de Julio, que era un mercado de

29
vasos de bronce y de plata; o la basílica de la importante industria del vestido y su
comercio11.

Las primeras basílicas de la Audiencia Episcopal fueron edificios modestos, siempre


fuera del centro de la ciudad. Con el paso del tiempo, la Iglesia adquirió otros grandes
edificios en Roma, como el aula de audiencias de la Emperatriz Elena en su
palacio Sessorium, actual Basílica S'Cruz de Jerusalén; también las basílicas
imperiales de audiencias de Constantino, construidas junto a sus palacios en Tréveris,
Roma y Constantinopla pasaron con el tiempo a las magistraturasepiscopales. Pero,
según la Arqueología Romana, la lucha de los obispos por ocupar estas posiciones en
el centro de Roma duró varios siglos (se verá en La adquisición de edificios por la
Iglesia Romana y en La adquisición de templos romanos por la Iglesia Pontificia)

LOS OBISPOS CURIALES:

Las audiencias episcopales tenían rango comparable con las magistraturas


sacerdotales y también con las audiencias de los magistrados Curiales, de
jurisprudencia Civil y Administrativa. Los curiales era un orden aristocrático, inferior
al de los Senadores propietarios de la tierra, y casi paralelo en prestigio al de los
Caballeros (Equites), los ricos comerciantes y armadores. De estos curiales salió una
nueva clase de obispo magistrado, porque había muy pocos obispos capacitados y de
la confianza del Emperador para cubrir tantas diócesis y provincias. Por esto, una
sucesión de leyes de privilegios atrajo curiales, que ya atendían las magistraturas de
las ciudades, hacia las audiencias episcopales: “una legión de curiales ingresó en la
clericatura y muchas curias [civiles] quedaron despobladas”12. Porque los privilegios
de las audiencias episcopales eran los mismos que para las antiguas magistraturas de
religión que los curiales apetecían, y muchos aprovecharon la oferta de las nuevas
plazas episcopales. Pues, quedaban eximidos de impuestos de propiedades y se
libraban de las cargas a que estaban obligados en las curias, como cerrar el balance de
los impuestos con su patrimonio, dar fianza al Estado por deudas, o la obligación de
alojar tropas. Además, en los tribunales de religión podían recibir herencias,
donaciones, confiscar herencias sin testar, manumitir esclavos, heredar la plaza a sus
hijos, etc. Pero, fueron tantos los traspasos y el abandono de magistraturas civiles para
optar a las audiencias episcopales, que después se legisló en sentido contrario,
recortando privilegios.

Se puede tener una idea del volumen de la legislación de privilegios con el fin de atraer
a los magistrados curiales a las audiencias episcopales, y las posteriores restricciones
para contener este traspaso a lo largo del siglo IV, en las recopilaciones del Código de
Teodosio y Código de Justiniano con dos docenas de leyes dedicadas a este asunto:

30
Código de Teodosio libro I 27,1; libro II 8,1; libro IV 7,1; libro VIII 8,3; libro XI 1,1;
7,13; libro XII 1,49; libro XVI 2,1; 2,2; 2,4; 2,3; 2,7; 2,8; 2,9; 2,10; 2,11; 2,12; 2,14;
2,15; 2,23; 5,1; 8,2. Código de Justiniano libro I 13,1; 13,2; libro III 2,21 13. Y entre
estas leyes, hay una que hace patente el grado de implicación de la clase adinerada en
el nuevo orden sacerdotal de obispos, una ley del Emperador Constancio II que
obligaba a pagar impuestos a los obispos que fueran grandes terratenientes (CodTeo
XVI 2,15). Es una muestra del alto rango funcionarial de los nuevos obispos de la
Iglesia Romana, y la importancia de sus magistraturas en la administración
pública. Es una señal de que el obispo de la basílica de audiencia episcopal ya no es el
tipo de obispo docente de la academia de Filosofía Cristiana del siglo III.

Los casos más célebres, documentados, de curiales que se bautizaron (baño iniciático)
como cristianos sólo después del nombramiento en la plaza episcopal, son de la
segunda mitad del siglo IV. Esto significa que el acopio de curiales romanos entre la
Iglesia de obispos duró todo el siglo IV, o que las audiencias episcopales se
habían ido convirtiendo en objeto de mayor interés de la carrera administrativa de la
aristocracia del orden curial a medida que avanzaba el siglo. Ambrosio de Milán y el
pretor Nectarius, altos funcionarios del imperio, no eran cristianos antes de ser
nombrados obispos para las importantes sedes imperiales de Milán y Constantinopla.
Ambrosio de Milán dice en De Officciis, que fue “sacado de los tribunales y la gestión
pública para pasar a ser obispo y enseñar aquello que nunca he aprendido” 14.
Ambrosio, era hijo del prefecto del Pretorio de las Galias, y pasó de corrector de
Liguria y Emilia a obispo de Milán. Y el pretor o magistrado Nectarius, también consta
que fue bautizado sólo después de su nombramiento episcopal por el emperador
Teodosio, para el obispado de Constantinopla el año 38115. La razón de este
nombramiento fue que el nuevo emperador Teodosio prefirió la lealtad de Nectarius
sobre el anterior obispo de Constantinopla, Máximo, quien había sido partidario de la
corte del antecesor emperador Valente. En el Canon # 4 anexo a la Ley-Credo de
Constantinopla del año 381, decretado por Teodosio, se depone al obispo Máximo de
Constantinopla, acusado de ser “filósofo”. Así se demuestra el carácter
eminentemente político de las audiencias episcopales.

El clero de obispos conformará un nuevo orden sacerdotal comparable a otros órdenes


sacerdotales romanos, y los nuevos obispos curiales aportarán su experiencia en el
ejercicio de los otros sacerdocios y la mentalidad del sincretismo tradicional de la
religión romana. Estos obispos curiales, que fueron cristianizados sólo después de
optar a la nueva magistratura y algunos de los cuales venían de ejercer algún
sacerdocio adjunto a su función pública en los principales templos de la ciudad,
hicieron una gran labor de sincretismo religioso. No resulta extraño que, entre las

31
funciones de la magistratura episcopal, estos obispos participaban en rituales de la
Liturgia de Estado en templos donde se hacían sacrificios sangrientos. Esto se sabe
porque se dio una ley que excusaba la presencia en actos de sacrificios de animales de
aquellos obispos que fueran objetores (CodTeo XVI 2,5). Además, los obispos curiales
trasladaron a las audiencias episcopales su Derecho aristocrático de trasmisión
hereditaria de la magistratura, lo que dio lugar a las dinastías de obispos y líneas
familiares de privilegios episcopales.

Luego, el profundo carácter de religión romana en la Iglesia de obispos, fue cultivado


por estas dinastías de obispos curiales. Les resultaba familiar el protocolo de
culto pontificio por sus anteriores magistraturas civiles, y cuando llegaron a participar
en los Concilios de la Iglesia de obispos lo hacían con su mentalidad religiosa romana,
y así conformaron la nueva liturgia eclesiástica (se verá más adelante en El ritual de
religión romana de la Iglesia Pontificia), el articulado del “credo” y el nuevo tipo de
discurso clerical, aproximando el cuerpo de obispos a las prácticas del antiguo orden
sacerdotal del Colegio Pontificio.

Para estos obispos curiales, nuevos cristianos, pasó a valer como requerimiento
profesional la Ley de Credo del Emperador Constantino (Concilium de Nicea, 325),
que definía la clase de ciudadano cristiano-romano, aquel que aceptaba la ley
de Credo vigente. Como se ha dicho, estas leyes de Credo (profesión de fe)iban
a variar de contenido doctrinal según la política de cada emperador, y favorecer a un
partido u otro de obispos imperiales, siendo las principales fórmulas de “credos” las
de Constantino, del Arrianismo moderado (Nicea, 325); de Constancio II, del
Arrianismo (Rímini, 359); y de Teodosio, del anti-Arrianismo
que aquí llamo Trinitarios (Constantinopla, 381). Y en consecuencia, la composición
de las audiencias episcopales fue cambiando bajo un partido u otro de los obispos
palaciegos y según la posición política de las familias curiales.

Según Francisco Lomas, los ciudadanos romanos “podían participar simultáneamente


del cristianismo y de la religión romana. No había una línea divisoria clara entre
paganismo [religión tradicional] y cristianismo, sino que existían situaciones
fluidas”16. De tal manera que el nuevo Cristianismo llegó a ser una religión romana
reformada. Esto incluye la tendencia al abandono del discurso filosófico de tipo
ateniense de la academia de Filosofía Cristiana, y la adopción del estilo literario
romano de la proclama de vicios y virtudes, apoyados en relatos de prodigios adversos
o favorables; como en la Ciudad de Dios, de Agustín de Hipona, precursor del género
de “historia eclesiástica” o “leyenda eclesiástica” en el siglo V. Porque cada forma

32
de cristianismo tuvo su propia forma literaria: el epistolar y doctrinal, de Pablo; el libro
de dichos y drama heroico de los evangelios; el tratado de Filosofía Cristiana, y el
discurso de apología del cristianismo romano.

Eusebio de Cesarea, en la Vida de Constantino, se lamenta de algunos de estos obispos


curiales: “la indecible impostura de los que se infiltraron en la Iglesia y utilizaron de
modo fraudulento el nombre de cristianos”17. Pero la queja de Eusebio, es la expresión
del éxito de Constantino en la constitución del nuevo orden de propaganda imperial y
control de los ciudadanos cristianizados; y demuestra el hecho de que en la elite había
individuos dispuestos a asumir el papel deobispos. Si los magistrados curiales no
tuvieron ningún inconveniente en convertirse en Cristianos-romanos, los obispos de la
antigua academia de Filosofía Cristiana y pertenecientes a las capas altas, tampoco
tuvieron motivo de contradicción en ocupar la posición de obispos de palacio o de
ejercer de funcionarios de las audiencias episcopales del imperio de Constantino. Por
esta razón, entre la aristocracia y los antiguos órdenes sacerdotales no hubo ninguna
reacción contra el nuevo clero, sus audiencias y el sincretismo de Cristianismo
Romano. Por su parte, Constantino atendía a una base social de minorías que, como se
ha visto, ya tenía cabezas representativas (obispos) en las cortes imperiales desde el
siglo III.

Las audiencias episcopales tuvieron continuidad bajo el imperio de los hijos de


Constantino. Pero el emperador Juliano (361-63) hizo desaparecer sus privilegios por
un período breve, separando a los obispos de la Corte y de la Administración Pública
(CodTeo XII 1,50 y XIII 1,4). En una carta de Juliano a los habitantes de Bostra (actual
Bosra, Siria) les recuerda su decreto contrario a la magistratura episcopal: “[los
obispos] no pueden administrar justicia, escribir testamentos, apoderarse de herencias
ajenas”18. Sozomeno, un propagandista del siglo V de la historia o
leyenda eclesiástica, lo relata así, entre pasajes de condena de la Memoria de
Juliano: “[Juliano] privó a los clérigos de toda exacción de impuestos, honores y
manutención, dejó sin efecto las leyes establecidas en su defensa y las devolvió a las
curias [las magistraturas civiles]”19. Sin embargo, el emperador Juliano mantuvo la
tolerancia religiosa y no hubo persecución de esta religión.

Dice el cronista Amiano Marcelino que el emperador Juliano, al suceder a Constancio


II, “permitió la entrada en el palacio de algunos obispos cristianos que tenían opiniones
encontradas... les aconsejó que olvidaran sus diferencias y que no había problema
alguno para que cada cual, sin ningún temor, tuviera sus propias
creencias”; pero Juliano habría reprimido su influencia al “no permitir que los
maestros de retórica y de literatura pudieran impartir sus enseñanzas si eran seguidores
de la fe cristiana”, condicionándolos a “que volvieran al culto de los dioses
tradicionales”20. A la muerte de Juliano y después del breve interregno de Joviano, a

33
partir del año 364, los emperadores Valente en Oriente y Valentiniano en Italia
volvieron a reconocer la jurisdicción de las audiencias episcopales creadas por
Constantino. La ley de Audiencias Episcopales del 318 se mantuvo todo el siglo
cuarto, con el paréntesis del imperio de Juliano. Posteriormente, Arcadio y Honorio
(CodJust I,4,7 y I,4,8), y Valentiniano III (Novella 35) legislaron sobre la Audientia
Episcopalis, pero sin mayores cambios21; hasta que Justiniano, el año 530 en Oriente
y el año 554 en Italia, amplió su jurisdicción civil.

EL NOMBRAMIENTO DE LOS OBISPOS IMPERIALES:

Dice Eusebio que, desde un comienzo, Constantino “asoció a su compañía a los


sacerdotes de Dios como asesores”22. Pero la presencia de obispos consejeros de la
Corte no era una novedad. El mismo autor dice que al palacio de Constancio Cloro,
padre de Constantino, “asistían ministros divinos”23, dando a entender obispos de la
Filosofía Cristiana. Lo novedoso de esta cita radica en que el mismo obispo Eusebio
de Cesarea habla de “sacerdotes”, un término propio de los órdenes litúrgicos
romanos; y está indicando la principal nota característica del Cristianismo Romano, la
constitución de un orden sacerdotal. En las formas anteriores de religión Cristiana no
hubo sacerdotes, ni en la academia de Filosofía Cristiana ni en las sectas Cristianas
Evangélicas, y tampoco en el primer Cristianismo de Pablo. Pero hay que tener en
cuenta que el autor está escribiendo su obra Vida de Constantino después del año 337.

Para el nombramiento en el nuevo orden sacerdotal de obispos de culto imperial, ya


en agosto del año 314, el consejo de obispos reunido en Arles redactó un protocolo
que trataba de resolver el pleito por la titularidad del obispado de Cartago. En su Canon
#20 dice que el nombramiento de obispos precisaba de una terna de obispos; y se
supone que el candidato debían de ser elegido por el partido favorable a Constantino24.
Esta fue la primera norma de autorización imperial del título de obispo. El
nombramiento de obispo dejó de ser el resultado de la elección de la congregación
o iglesia, o el reconocimiento de un magisterio y liderazgo grupal, posibles costumbres
en la Filosofía Cristiana, para convertirse en un título de lealtad al Emperador y a un
cuerpo clerical endogámico. Y por lo mismo, el obispado pasó a ser un cargo
funcionarial al que se podía acceder sin que antes hubiera mediado
ninguna iniciación “cristiana”, como los magistrados curiales que pudieron pasar,
directamente, de ejercer un sacerdocio en la religión romana a las nuevas audiencias
episcopales.

EL DÍA SEMANAL DE RECESO DE LAS AUDIENCIAS EPISCOPALES

34
Para el ejercicio de las audiencias episcopales, una ley de Constantino del 3 de marzo
de 321 estableció como día cultual y de receso de la actividad jurídica el primer día de
la semana, el Dies Solis (el Día del Sol)25, día de descanso del funcionariado imperial.
Aunque en las escuelas de retórica de Filosofía Cristiana del siglo III ya existía esta
costumbre que se conformaba a la vida pública en las ciudades del Imperio. Pero lo
curioso es que fuera necesaria esta ley, señal de algunadivisión de cultos. El año 386
una nueva ley refrendó, para las magistraturas episcopales, la dedicación cultual del
primer día de la semana, Dia del Sol, con el nombre de Día del
Señor (Dominica: Domingo; derivado de Dominus, el Señor)26. Un sincretismo
más de religión Solar.

CONCLUSIÒN

 Caracterizado por su régimen monofásico, el procedimiento no lo llevaba


adelante un magistrado, sino un funcionario público, osea en vez de llevarla
adelante un pretor, la presidía un juez, en latín, "iudex". Desaparecen las
fórmulas, es oriunda de este procedimiento, el régimen de tasa de justicia
(ahora hay que pagar para litigar), vigente hoy en día. Generalmente el gasto

35
era cubierto por el perdedor del juicio, por orden del presidente (quien preside
el proceso). Acompaña a este tipo de procedimiento, el característico
relajamiento de las costumbres de la época post clásica, que produjo el desuso
de las formalidades orales, y se empezó a representar a los clientes por escrito.
Otro hecho importante es la desestimación de las pruebas testimoniales, que
vienen a ser reemplazadas por las pruebas documentales o periciales (ej: se
expedía un parte médico que demostrara que Gayo había sufrido traumatismo
de tórax) o se invocaba la demencia del procesado, etc. Quien lleva adelante el
proceso es ahora designado por las partes, luego se determine la cuestión
litigiosa (litis contestatio).

 El rescripto del emperador tenía un valor definitivo porque , en otros casos el


emperador remitía su causa a un magistrado que debía examinar los hechos y
tomar una buena decisión.

 En términos genereales , el proceso cognitorio postclásico y los órganos


administrativos son órganos judiciales para el gobernador de cada provincia
que preside el tribunal provincial que funciona en la primera instancia del
procedimiento cognitorio postclásico.

 Por lo cual , esta repercute en el derecho procesal porque en el periodo


postclásico la cognitio extra ordinem , será el proceso único pero eso en esta
época cambia de forma radical .

 En relación con el procedimiento cognitorio el proceso postaclasico carece de


las variantes de la cita del demandado , de la comparencia ante el magistrado
y de la prueba , y eso involucra en el derecho procesal del proceso
cognitorio postclásico.

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 La tramitación en si una serie de diligencias o requisitos determinados para el
curso y a una resolución administrativo, por lo cual podemos tramitar una
serie de traslados de escritos de una manera judicial. Por lo cual en si la
tramitación es un documento que te facilita hacer una serie de escritos para
una resolución de manera satisfactoria.

XII. BIBLIOGRAFIA

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G., Q. O. (2000). teoría jurídica del delito y de la pena. Madrid: Valencia.

Martinez, M. (2016). Cognitio Extrae Ordinem. Mèxico.

Muñoz, O. (2010). El Procedimiento del Derecho Romano. Argentina.

N., A. (2007). Los “Inimputables” frente a las causales de justificación e inculpabilidad.


Bógota.

Palacios, J. G. (2012). La Tramitaciòn Del Proceso Extraordinario. Colombia: Derecho La


Guìa.

Puig, M. (2005). Derecho penal. barcelona.

Sanchez, R. (2012). Procedimiento del Rescriptio del Principe. Mèxico.

IX. ANEXOS:

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DIOCECLIANO

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CONSTANTINO

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