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Causas de la violencia juvenil en la sociedad peruana

1. Introducción

2. Causas de la violencia juvenil vinculadas a la familia


2.1 Problemas en la estructura familiar
2.1.1 Relación entre las estructuras familiares disfuncionales y la
desintegración familiar (FT)
1.1.1 La estructura familiar debilitada por un clima familiar adverso (FR)
1.2 Agresividad familiar como detonante de la agresividad juvenil
1.2.1 La violencia en la familia y la agresividad social (FT)
1.2.2 Las conductas desadaptativas en la familia e impacto

3. Causas de la violencia juvenil vinculadas a la sociedad


3.1 Delimitación territorial de Lima: nuevas formas de exclusión
3.1.1 La marginación (marginalidad) y la réplica de la violencia
3.1.2 Territorialidad, masculinidad y violencia
3.2 La formación de la identidad: la auto inclusión del excluido
3.2.1 De la exclusión social a la construcción de su identidad
3.2.2 La sociedad como el enemigo a combatir

4. Conclusión
Causas de la violencia juvenil en la sociedad peruana

La violencia es cualquier acto que pone en riesgo la salud física y emocional de una
persona, mediante amenazas o cualquier otro tipo de agresión. Por ende, la violencia
juvenil son estos actos, pero dirigido hacia y por los jóvenes. Esta problemática genera
diferentes tipos de causas, entre las principales están las vinculadas al ámbito familiar y al
social. En el Perú, un gran porcentaje de menores sufre algún maltrato por parte de los
padres y/o familiares cercanos, lo que origina que busquen medios de escape como, por
ejemplo, integrar pandillas. Por este motivo, el objetivo de este trabajo es analizar los
factores que tiene la violencia familiar en los niños y adolescentes.

La emisora Radio Capital presentó estadísticas sobre la violencia física y psicológica a


menores de edad en el Perú. En ellas, se muestra que el problema en mención es muy
severo en nuestro país.

Según el sondeo, del total de niños víctimas de violencia en su casa, un 45,8


% buscó ayuda en sus padres. Por su parte, el 38,9 % de la población
adolescente fue víctima de violencia psicológica o física en los últimos 12
meses. Asimismo, el 81,3 % de adolescentes sufrió violencia psicológica o
física alguna vez en 2015 y el 44,7 % buscó ayuda en alguno de sus padres.
(RADIO CAPITAL 2015)

Estas estadísticas demuestran que una gran parte de la población conformada por niños,
niñas y adolescentes del Perú es o fue víctima de violencia familiar. Aquello grafica el
grado de violencia en que son sometidas las personas en el Perú desde temprana de edad.
Todo ello redunda, como se verá posteriormente, en un contexto de violencia en el que
participan los jóvenes.

Asimismo, el instituto Nacional de Estadística e Informática (INEI) señala que, en los


últimos 12 meses, el 41,5% de las niñas y niños de 9 a 11 años de edad fue víctima de
violencia psicológica o física por parte de las personas con las que convive (INEI, 2019).
De aquí se infiere que es a esta edad donde los niños empiezan a vivir en un contexto de
violencia que los atrapa.
El tema que se trabajará, por lo tanto, es “causas de la violencia juvenil en la sociedad

peruana”. Es importante clarificar las diferentes posiciones para, de esta manera,

contrastarlas y, al final, tomar una decisión adecuada sobre el asunto. Cada argumento se

debe sopesar y analizar con prudencia, sin que esto signifique tomar una posición

prefijada. La pregunta que se planteará es la siguiente: ¿Cuáles son las causas de la

violencia juvenil en la sociedad peruana?

Para responder estas preguntas se han elegido diversas fuentes: artículos de investigación,
libros y tesis. Además, se ha contrastado esta investigación con la relevancia académica de
los autores. Tomando en cuenta esto, se han elegido a Villegas (2009)1, Arias (2013)2
Arboccó3 y O’brien (2013), Vacchelli4 (2001), Vega5 (2014), Loayza6 (2015) y MINJUS y
SENAJU7 (2013), y Castro y Espinoza8 (2006)

La familia puede ser un espacio de protección y crianza, pero también de violencia. La

familia disfuncional es la que, por un lado, replica en sus miembros los mismos patrones

de agresividad a través de conductas dañinas y, por otra, termina desintegrando las

relaciones entre sus miembros y expulsando al joven a espacios que ponen su vida en

riesgo. En este sentido, la familia disfuncional es una de la principales causas de la

violencia juvenil.

1 Es licenciado en Psicología y Maestro en Educación Superior de Universidad Peruana Cayetano Heredia


2 Fue el director elegido en el periodo del 2005 al 2008 en el Instituto de Investigaciones Psicológicas de la
Universidad Nacional Mayor de San Marcos
3
4
5
6
7 Profesor principal e investigador en la Facultad de Ciencias Sociales de la Universidad Nacional Mayor de
San Marcos
8
Una de la características de la familia disfuncional es que no cumple con las funciones que

debe realizar la familia. Por el contrario, este tipo de familias replica una estructura similar

en donde la violencia es el motor de sus actividades y sus integrantes terminan dañados.

Sobre la estructura familiar y su vinculación con la violencia, es importante señalar

algunos aspectos centrales.

Para Villegas (2009), existe un patrón entre la estructura de la familia y el pandillaje,

manifestación juvenil de violencia. Es decir, la reproducción de la violencia se hace patente

cuando la persona es violentada en su niñez y adolescencia. Por ende, la desintegración

familiar se erige como consecuencia de la violencia implícita y explícita que se consume

en la disputa familiar y, en ese sentido, en la falta de protección que debe brindarse al

interior del hogar. El autor mencionado describe el problema de la siguiente manera:

“(…) Las principales funciones que la familia tiene para con el individuo son:
satisfacción de necesidades básicas, socialización y educación, protección y
desarrollo emocional. Entonces, desde este enfoque funcionalista, los
pandilleros en su mayoría provendrían de familias disfuncionales. (…) En la
familia de los pandilleros es muy frecuente la violencia sobre todo del padre
contra la madre lo que muchas veces termina en la separación de los cónyuges.
Esta ineficiencia de la familia es suplida por la pandilla; (…) la pandilla
permite a los jóvenes satisfacer necesidades de tipo psicosociales: contar con
personas con las que puede hablar y ser escuchado desarrollando lazos de
amistad donde se da una mutua comprensión, atención y protección. Debido a
ello, estos jóvenes consideran más satisfactorio estar más tiempo en la pandilla
que con la familia (…)”. (79)

En realidad, para el autor, la pandilla funciona como la reintegración de la familia y de las

funciones referidas arriba. Ante la inoperatividad de la familia, Villegas piensa que la

violencia es un recurso de sobrevivencia, incluso ser reconocido a través de la sensación de


cobijo y valoración. Para él, la violencia se convierte en defensa, pero al mismo tiempo en

ataque.

Arias (2013) concuerda con la posición anterior, ya que una estructura familiar debilitada

es uno de los principales problemas que convierten a los jóvenes en un grupo de riesgo

frente a la violencia. Por ejemplo, se ha demostrado en estudios de campo que existe una

relación directa entre la disfuncionalidad familiar y las conductas que ponen en peligro la

vida de los adolescentes. En este sentido, un clima familiar desfavorable puede derivar en

la deserción escolar de los hijos, en embarazos no deseados, abortos y delincuencia, dentro

de esta última se puede ubicar el pandillaje. Todos estos componentes se erigen sobre

contextos de agresividad, violencia y conductas antisociales, caldo de cultivo para la

formación de las pandillas. Por lo tanto, la familia puede erigirse como la generadora

principal de violencia.

Otra de las características de la familia disfuncional es que ocasiona un incremento en los

niveles de agresividad entre sus miembros. El más afectado es el menor que está en plena

formación. La familia disfuncional crea más rencor y resentimiento en la persona y, todos

estos sentimientos, terminan impactando en la sociedad, que es testigo del descontrol y la

furia del joven.

Arboccó y O’brien (2013), estudian a las barras bravas, pandillas juveniles vinculadas al

fútbol, y concluyen que la violencia en ellas es la manifestación de la violencia que reciben

de sus propias familias. Además, afirman que como la identidad se origina en el hogar y

como el suyo está dañado, su último recurso es la construcción de una identidad colectiva,
que a su vez cumple con el rol de protección; pero aquello implica el escudo de la

violencia como su lucha particular por el reconocimiento.

Existen sujetos con manifestaciones psicopatológicas claras, personajes con


nulo control de impulsos, conducta disocial, con deficiente educación y
carentes de un proyecto de vida. Provienen de familias disfuncionales y con
otros problemas internos como violencia, adicciones, inmoralidad. Esto da pie
a que muchas veces la barra brava [pandillas vinculadas al fútbol] sea un
pretexto para dar rienda suelta a sus odios, resentimientos, frustraciones y
deseos de venganza. El fútbol, como deporte masivo y popular, ofrece la
ocasión ideal para promover las identidades colectivas, que, muchas veces,
solapan la ausencia de identidades individuales, las cuales están debilitadas o
ausentes por los problemas familiares y sociales que rodean al delincuente de
una barra brava. (158)

Hacer un seguimiento al fenómeno del fútbol resulta revelador para entender la

problemática juvenil. La construcción del pandillero abre una dificultad social en donde la

familia es el elemento central y, por lo tanto, se debe demandar la atención correspondiente

de la sociedad en su conjunto.

Sobre las conductas desadaptativas que provoca la familia disfuncional, Vacchelli (2001)

aporta ideas interesantes en la materia. El menciona que la familia se constituye como el

primer momento de socialización de la persona; por ende, los problemas en su interior

conducen a un comportamiento antisocial, es decir, al desarrollo de conductas

desadaptativas. Todo aquello deriva en la manifestación de una agresividad social y en la

formación de, por ejemplo, pandillas o barras bravas. En este sentido, se puede afirmar que

las personas con este comportamiento provienen de entornos familiares violentos, lo que

posibilita, además, el consumo de drogas y problemas anexos a su especial situación de

riesgo. Todo redunda, en que la agresividad termina siendo herencia de la familia

disfuncional.
Además de la familia, el contexto social es otro factor de riesgo para que aparezca la

violencia en los jóvenes. Aunque no es totalmente incluyente, la marginalidad es una de las

causas que intervienen en la violencia juvenil. Es decir, los jóvenes que viven en la pobreza

y en barrios peligrosos son más propensos de integrar pandillas o bandas delincuenciales.

Vega (2014) llama la atención sobre el conflicto que viven los niños y adolescentes en

torno a la discriminación y a los contextos de violencia. En otros palabras, el problema de

la no integración lleva a un contexto de exclusión y marginación, y aquello es caldo de

cultivo de la violencia, que se continúa reproduciendo en tanto no se produzca una

verdadera integración social. Al respecto, este autor señala lo siguiente:

La exclusión, la marginación, la discriminación y el racismo son el resultado de


la forma conflictiva e irresuelta de procesar dichas diferencias, en una historia
que tiene larga data. Nuestra manera restringida [como peruanos], a partir de la
valoración de nuestra gastronomía y de la apreciación de la riqueza inmensa de
nuestros productos naturales. Sin embargo, esta valoración todavía no alcanza
para dar sentido y reconocimiento integral a las diversas culturas en su
singularidad. (…) La discriminación, el racismo y la violencia siguen siendo un
flagelo que atraviesa la vida de las peruanas y los peruanos y se cuela en la
vida de las y los niños y adolescentes de hoy en sus distintos escenarios, para a
través de ellos y ellas continuar reproduciéndose. (14-18)

Como se señala, aunque la gastronomía se ha erigido como una posible salida o, mejor

dicho, entrada a una sociedad más inclusiva, esta valoración aún no tiene la suficiente

fuerza para eliminar el contexto madre del que son presos los niños y adolescentes

peruanos. Una verdadera solución es poder hallar elementos de valoración cultural y

reconocimiento individual que formen espacios de verdadera integración.

Loayza (2015) señala que aquello aún no se da, la conflictiva integración social tiene su

correlato con la territorialidad, así lo piensa Loayza. La territorialidad es un concepto


importante, porque mantiene una estrecha relación con el machismo, que es una categoría

transversal en nuestra sociedad. Bajo esta idea se puede afirmar que la violencia está

latente en tanto la desconfianza y el miedo se ocultan bajo la idea de control y seguridad

que da el territorio. Por esta razón, en donde existe una mayor exclusión, en los barrios

pobres, la idea de control recrudece y se afianza a través de un sistema de valores

contradictorios y reafirmantes. Los jóvenes pandilleros, por lo tanto, frente a su fragilidad

inherente de su contexto social, ven en el barrio y en el uso de la violencia física el poder y

el reconocimiento que la sociedad les ha negado.

Siguiendo la lógica anterior, MINJUS y SENAJU (2013) señalan que uno los problemas

más acuciantes de esta fragmentación social es que la demanda por la identidad no puede

ser satisfecha por la falta de referentes positivos. En este sentido, la pandilla se constituye

como modelo. Entonces, si la sociedad no brinda la experiencia de comunidad, la pandilla

integra, pero en detrimento de la comunidad, de la misma sociedad.

“En los trabajos peruanos sobre pandillas, el tema de la construcción de la


identidad en los jóvenes aparece reiteradamente. El reconocimiento, la
autopercepción favorable y el experimentar sentimientos de comunidad y
pertenencia se encuentra en la base de las motivaciones para unirse a una
pandilla. Si bien este elemento es ampliamente reconocido, debe ser
comprendido en una red compleja de relaciones con otras motivaciones,
además de que reconozcamos algunas implicancias sobre la identidad. Una es
que, al considerar a las pandillas como una respuesta a falta de modelos de
identidad, se asume la existencia de una «demanda de identidad» entre los
jóvenes, la cual no es cubierta, al encontrarse la sociedad poco cohesionada o
no ofrecer grandes modelos de vida, como la acción política, religiosa o el
servicio a la nación”. (8)

Se podría decir, siguiendo a los autores, que el surgimiento de la violencia es la lucha por

el reconocimiento. También, que la falta de reconocimiento no anula la búsqueda de la

identidad y que esta búsqueda la pandilla se convierte, muchas veces, en la única opción.
Por lo tanto, MINJUS y SENAJU terminan señalando que se reconozca ampliamente las

implicancias sobre la búsqueda de la identidad.

Sobre esta implicancias, Castro y Espinoza (2006) piensan que las pandillas y las barras

bravas se constituyen como campos de autoinclusión frente a la exclusión social y, a su

vez, como protección de las agresiones sociales, ya que la familia no ha cumplido con su

rol de proveer lazos emocionales ni con la formación de una identidad construida a través

de lazos de pertenencia. Es por ello que la sociedad es vista como un enemigo de quien

protegerse y, de manera negativa, a quien atacar. La identidad, en este caso, se delínea a

través de la violencia como elemento de existencia. En este sentido, cualquier medida

preventiva debe asumir el derribo de una sociedad que margina y excluye y que, de

ninguna manera, es lo que se debe combatir. Para estos autores, la inclusión social es la

solución al problema de la violencia, ya que solo la pandilla se vuelve opción cuando la

sociedad excluye.

1) En conclusión, se puede afirmar que para Villegas (2005) una deficiente estructura

familiar es foco de violencia, lo que permite que estos patrones se fijen dentro de

comportamiento de la persona. Asimismo, Arias (2005) afirma que este contexto de

violencia dentro de la familia deriva, además, en deserción escolar, embarazos adolescentes

y problemas derivados, lo que incrementa la posibilidad vivir en contexto de violencia.

2) Asimismo, para Arboccó y O’brien (2013), las barras bravas, que brindan al joven

contextos de violencia, tienen adeptos en tanto propicien espacios de formación de una

identidad propia, pero a través de lo colectivo. De la misma opinión es Vacchelli (2001),

que considera que estas agrupaciones son posibles debido a entornos familiares violentos
que conducen al joven a un comportamiento antisocial y al desarrollo de conductas

desadaptativas, que son estimuladas por las barras bravas.

3) Además, mientras Vega (2014) piensa en patrones culturales fallidos, en la sociedad

como conjunto de relaciones a partir de valoraciones con respecto al otro, Loayza (2015)

ve que estas relaciones se manifiestan en una territorialidad que implica la realización de

una sociedad excluyente, pero en un espacio físico concreto.

4) En conclusión, se puede afirmar que tanto para MINJUS y SENAJU (2013), como para

Castro y Espinoza (2006), la búsqueda de la identidad deriva en la producción de violencia,

y además constituye a la sociedad como la enemiga a combatir. La marginación que se

introduce como exclusión tiene una respuesta, la autoinclusión violenta del joven a través

de la pandilla.

Por lo tanto, se confirma la idea de que la estructura familiar debilitada es una una de la

principales causas de la violencia juvenil. También que el deseo de los jóvenes por

pertenecer a espacios que los integren es uno de los factores fundamentales en la formación

de violencia, aunque aquello represente la renuncia a la construcción de una identidad

individual a una colectiva. Además, la sociedad representa tanto las relaciones ideológicas

como el lugar donde estas se dan; aquello abre espacios de violencia. Por último, es la

sociedad que al no brindar alternativas margina a los jóvenes haciendo que su situación no

tenga visos de solución.

Para finalizar este estado de la cuestión, plantearé unas preguntas que se responderán en

una futura investigación. En primer lugar, sería interesante responder ¿cuáles son las
consecuencias de la violencia juvenil en el Perú? y, también, ¿cuáles son las posibles

soluciones a este problema social?

Bibliografía

Arboccó, M. y O’brien, J. (agosto, 2013). Barras Bravas y tiempos bravos: violencia en el


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Arias, F. (enero, 2005). Agresión y violencia en la adolescencia: la importancia de la


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Castro, A. y Espinoza, E.(2006) Experiencias participativas con adolescentes y jóvenes en


proyectos de promoción del desarrollo juvenil y prevención de la violencia. El caso del
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Loayza, J. (2015). Una aproximación al mundo de las pandillas juveniles de Lima En: E.
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Villegas, F. (enero, 2005). Las pandillas juveniles en Lima. Espacio Abierto, 14 (1), 73-95.
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