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Está en estos días en Buenos Aires porque es padrino del Anima Film Fest, un festival
de cine que busca difundir valores para estimular la reflexión individual y colectiva para
transformar la mirada cotidiana, apostando a mejorar la calidad de vida.
El budismo no es una religión dogmática, ni solo una filosofía, sino una forma empírica
de liberarse a uno mismo y a los demás del sufrimiento y sus causas, librándose del
odio, el anhelo, la ignorancia, la arrogancia, los celos y otras toxinas mentales. Es una
ciencia pragmática de la mente, que se ha desarrollado a través de la experiencia de más
de 2500 años, mientras que la psicología moderna realmente comenzó en el siglo XIX.
He estado fotografiando la naturaleza y las personas desde que tengo 12 años. Las
imágenes de sufrimiento, persecución, abuso y malos tratos abundan y son necesarias
para aumentar nuestra conciencia, pero se necesita un equilibrio para evitar caer en el
"síndrome del mundo perverso" que socava la esperanza y nos hace creer que la
humanidad es fundamentalmente malvada.
En verdad, hay en el corazón de todos nosotros un potencial extraordinario para la
bondad, la sabiduría y la iluminación. Debemos ser conscientes de este potencial,
actualizarlo y optimizarlo. Por supuesto, no es fácil transmitir todo esto a través de
imágenes, pero un fotógrafo puede esforzarse por evocar la belleza interior de un
maestro espiritual que irradia bondad, de un niño cuyos ojos rebosan inocencia o de un
anciano sonriente y sin dientes. Puede compartir la maravilla que experimentó cuando
se encontró ante un paisaje deslumbrante, una luz mágica, un momento que deleitó su
mente. De repente, el mundo que se muestra ante sus ojos y su estado interno están en
armonía. Esto es lo que humildemente he intentado capturar con mi cámara durante los
últimos cincuenta años.
Cualquier medio de expresión tiene sus límites, pero cuando lo utilizamos de todo
corazón y con entusiasmo, finalmente encontramos la manera de compartir lo que es
más importante para nosotros. En mi caso, lo más importante es restablecer la esperanza
con respecto a nuestra naturaleza humana, impulsarnos a cuidar nuestro entorno
extremadamente frágil y alentarnos a transformarnos para poder transformar mejor el
mundo. Debemos atrevernos a abrirnos a los demás, a la vasta interdependencia de
todos los seres y de la naturaleza, y debemos tomar en serio el destino de las
generaciones futuras y de todas las demás especies, que se esfuerzan por evitar el
sufrimiento y vivir sus vidas hasta su final natural tal como lo hacemos Defendamos el
altruismo, tengamos el coraje de llevarlo al corazón de nuestras decisiones e
instituciones, y, antes que nada, al corazón de nuestra contemplación.
En realidad no, aunque los estudios en psicología muestran que las personas mayores
son, en promedio, un poco más felices que las más jóvenes. Puede ser porque tienen
menos esperanzas y temores con respecto a los logros mundanos.
De ningún modo, la felicidad depende de nuestra paz interior, libertad interior y amor
altruista, no de si uno se está ocupando de los cercanos o si uno deja atrás todo para ir a
vivir en una ermita.
- ¿Cuáles son las emociones más destructivas?
El placer es una experiencia fugaz que depende de las circunstancias, es inestable por
naturaleza y puede volverse neutral o incluso desagradable. El placer generalmente se
agota con el uso. Además, el placer es una experiencia individual, la mayoría de las
veces centrada en el yo, por lo que puede descender fácilmente al egoísmo y, a veces,
entrar en conflicto con el bienestar de los demás.
A diferencia del placer, la felicidad genuina puede estar influenciada por las
circunstancias, pero no depende de ella. No muta en su opuesto sino que perdura y crece
con la experiencia. Imparte un sentido de realización duradera que con el tiempo se
convierte en una segunda naturaleza. La felicidad auténtica es un estado mental
saludable y excepcional que brinda los recursos internos para enfrentar los altibajos de
la vida. Esto no sugiere que no debemos buscar sensaciones placenteras, sino que no
existe una relación directa entre el placer y la felicidad.
Si el placer impide la libertad interior, dando lugar a la avidez y la dependencia, es un
obstáculo para la felicidad. Por otro lado, si se experimenta en el momento presente, en
un estado de paz interior y libertad, el placer adorna la felicidad sin eclipsarla.
Se la puede entrenar al nutrir los estados mentales internos que conducen a sacar lo
mejor de nosotros mismos y erosionando gradualmente los estados mentales
destructivos. En particular, el amor altruista es la mejor manera de lograr la felicidad de
los demás y la propia felicidad: el doble logro del bien de uno y de los demás.
- ¿Podría compartir algún consejo para alcanzar la felicidad?
No hay una manera secreta y fácil de alcanzar la felicidad. Se necesita práctica, práctica
y práctica, ya que tenemos que llevar al nivel óptimo nuestras mejores cualidades
humanas, las principales son el amor altruista y la libertad interior.