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Premisa 1: ¿Una sanción monetaria sería más efectiva que una sanción penal?

Sin embargo, la efectividad de la respuesta legal depende de la probabilidad de que la misma


pueda ser aplicada. Si, en el ejemplo empleado, únicamente existe un 50% de probabilidades de
aplicar una sanción de 100, la sanción esperada será únicamente de 50. De esta manera, cuando
no existe una perfecta capacidad de aplicación efectiva de sanciones, se incrementa la
posibilidad de que el beneficio para el sujeto dañador siga siendo superior que el costo
(esperado) de la conducta dañosa. En otros términos, el sujeto seguirá realizando la conducta
que queremos que deje de hacer.

La lógica detrás de esto es que un sujeto toma en consideración el costo esperado de su


conducta, esto es, el resultado de multiplicar la magnitud de la respuesta legal por la
probabilidad de que esa respuesta lo afecte. Se sigue, obviamente, que a medida que cae esa
probabilidad, el sistema legal debe ajustar la magnitud de la respuesta para preservar el
desincentivo. En el ejemplo, existiendo 50% de probabilidad de aplicación efectiva de una multa
de 100, el sistema legal debería establecer una multa de 2003.

Los sujetos –y los delincuentes no son la excepción– nos vemos constreñidos por una
determinada restricción presupuestaria. Cuando la sanción prevista por el sistema legal es
razonablemente asumida por el sujeto dañador, el desincentivo funciona adecuadamente.

Atendiendo a este marco conceptual, pueden extraerse varias hipótesis con respecto a la
relación entre las sanciones penales y la tasa de criminalidad. A continuación, planteamos cuatro
relaciones probables siguiendo el aporte de Bar-Gill y Harel sobre el tema.

a) Supuesto 1: a medida que incrementa la tasa de criminalidad, se reduce el costo esperado


del delito (primera explicación).

Este supuesto plantea la tesis de que “el delito atrae más delito”. El razonamiento es el
siguiente: combatir el delito tiene un costo. Friedman, refiriéndose al homicidio, señala que “la
razón por la que no incrementamos el castigo para el homicidio puede ser, y probablemente es
que, a pesar que nos gustaría evitar más homicidios que los que evitamos (de hecho, nos gustaría
evitar todos los homicidios), el costo de hacerlo es mayor que lo que estaríamos dispuestos a
pagar”12. El razonamiento no tiene nada de exótico. Podríamos incrementar nuestra inversión
en represión del crimen, pero ello importaría desatender otras cuestiones importantes. El costo
de oportunidad podría ser considerable. De forma gráfica, podemos decir que la razón por la
que no emprendemos la tarea de eliminar todo el crimen es porque no queremos hacerlo.
Emprender semejante tarea tendría un costo mayor que el beneficio que podríamos obtener y,
por eso, es eficiente trazar una línea definiendo cuál es el nivel eficiente de represión del crimen
(o, si se prefiere, cuál es el nivel eficiente de delitos).

Cada delito cometido impone un costo de detección y castigo para el Estado. A medida que la
tasa de criminalidad se eleva, resulta más difícil costear la lucha contra el crimen. De esta forma,
a medida que se incrementa el delito, la probabilidad de aprehensión cae. Dado que la
probabilidad de aprehensión es considerada como parte del costo esperado del delito para el
criminal, una reducción de esta probabilidad de aprehensión será percibida como una reducción
del costo esperado del delito de modo que el crimen será más rentable para el delincuente. De
esta forma, cuando la tasa de criminalidad se eleva, el crimen es más atractivo dado que la
probabilidad de ser atrapado se reduce. Como dijimos previamente, el delito atrae más delito.

La dilación en la obtención de pronunciamientos en las causas penales reduce el costo esperado


del delito. La carga procesal congestiona al sistema de administración de justicia y, aunque no
reduzca necesariamente la probabilidad de detección, reduce la probabilidad de castigo
efectivo. En consecuencia, las demoras en la administración de justicia generan delincuencia
dado que reducen el valor presente de las sanciones para los criminales. De esta forma, una
política pública orientada a dotar de celeridad en el conocimiento de las causas es positiva
porque se esperaría que reduzca la tasa de criminalidad.

Cuanto más gastemos en policía y personal en el poder judicial, será más sencillo reducir la
criminalidad15. Pero es evidente que nuestra posibilidad de gasto es limitada. De esta forma,
parece sensato explorar diversas alternativas para reducir la tasa de delincuencia.
Eventualmente, emplear sanciones psicológicas puede ser un paso importante para reducir en
algo el costo de combatir el crimen. Otra estrategia, aunque debe merecer un análisis más
prudente y detenido, puede ser alentar estrategias de autoprotección que “reducen” el delito
(una alarma dentro de su casa que se activa si ingresa un ladrón) en contraste con estrategias
de autoprotección que “distribuyen” el delito (dejar la luz prendida de su casa para que el ladrón,
al ver la luz, opte por no ingresar).

La idea que subyace a esta exposición es bastante sencilla: los criminales responden a incentivos.
Si el sistema legal permite que el crimen se presente como una opción rentable para los
delincuentes, se producirán más delitos. No hemos abordado aquí, sin embargo, otros efectos
que deben ser ponderados al momento de determinar el nivel adecuado de la respuesta legal,
por ejemplo, el efecto marginal del castigo. Desde esa perspectiva, hace sentido, por ejemplo,
establecer sanciones distintas para casos de tentativas y para casos de delitos consumados. Un
ejemplo ilustrativo de este punto es planteado por Wittman cuando sostiene que la Iglesia
Católica también debe tener en cuenta la disuasión marginal14. Así, si una persona va a ir al
infierno por robar, es probable que ir al infierno no desincentive a ese individuo a cometer otros
delitos (¿podría irse dos veces al infierno?

Aquí nos encontramos a diario con elementos fundamentales que en otro sistema
permitirían la captura inmediata de los delincuentes de toda estirpe para ser sometidos
al proceso judicial y posteriormente quedar en todo momento privados de su libertad,
como se corresponde con la sanción legal a imponer. Sanción Legal que hoy en día, no
es suficiente para dichos delincuentes.

Y si en determinado momento algún político o funcionario de alto turmequé termina


siendo investigado y se denuncian a la luz pública sus actuaciones contrarias a derecho,
recibirán prebendas, se negociará con la prisión domiciliaria, se le darán beneficios por
su delación y entonces el testimonio se convierte en un elemento para aminorar la pena,
pero con la finalidad de atacar y agravar la situación de otros. Es el trastocamiento total
de la valoración testimonial, que raya con el delito mismo y que termina por ser una
mercancía que se canjea al mejor postor. Amadeo González Triviño
Es urgente, se necesita desde ya, que las comunidades empiecen a obedecer ese
mandato superior y ejecuten SANCIONES SOCIALES, reproches morales, y hagamos
efectivo nuestro juicio de responsabilidad histórica, para que no sean tenidos en cuenta
estos funcionarios públicos, congresistas, diputados o concejales o representantes de
las comunidades, que en desarrollo de sus funciones han ejecutado el peor de los
sistemas de apropiación del presupuesto del Estado, como lo es mediante el saqueo, el
peculado y todas las formas de contratación que se conocen y de aquellas que no
queremos aceptar como parte de una estrategia abusiva del poder, en las mermeladas
y prebendas que se canjean por el apoyo o respaldo a determinada voluntad del
legislador. Amadeo González Triviño

1. ¿Las personas cuál de las dos sanciones acatarán más?


C-194/05 - Corte Constitucional de Colombia

Es posible concluir, en primer lugar, que el Estado ha dispuesto mecanismos adecuados


y pertinentes para calcular el monto de la multa de conformidad con la condición
económica y personal del condenado. En segundo término, la Corte concluye que
cuando la capacidad económica del condenado es mínima o inexistente, el sistema
jurídico ofrece una alternativa económica, consistente en la posibilidad de prorrogar el
pago mientras el obligado encuentra los medios para cancelarla, y una alternativa no
económica, que consiste en la posibilidad de conmutar la obligación de dar por una
obligación de hacer, consistente en el desarrollo de actividades de naturaleza e interés
sociales. Lo anterior implica que la capacidad o incapacidad de pago del individuo no es
irrelevante –por el contrario, es indispensable- para determinar el monto de la multa, así
como su forma de pago e, incluso, la posibilidad de amortizarla mediante trabajo o, en
casos extremos, de convertirla en arresto de fin de semana.
C Beccaria, tratado de los delitos y las penas Las historias nos enseñan que debiendo
ser las leyes pactos considerados de hombres libres, han sido partos casuales de una
necesidad pasajera; que debiendo ser dictadas por un desapasionado examinador de
la naturaleza humana, han sido instrumento de las pasiones de pocos
Las leyes son las condiciones con que los hombres independientes y aíslados se
unieron en sociedad, cansados de vivir en un continuo estado de guerra y de gozar una
libertad que les era inútil en la incertidumbre de conservarla. Sacrificaron por eso una
parte de ella para gozar la restante en segura tranquilidad. El conjunto de todas estas
porciones de libertad, sacrificadas al bien de cada uno, forma la soberanía de una
nación, y el soberano es su administrador y legítimo depositario. Pero no bastaba formar
este depósito, era necesario también defenderlo de las usurpaciones privadas de cada
hombre en particular
Otros miden los delitos más por la dignidad de la persona ofendida que por su
importancia respecto del bien público. Si esta fuese la verdadera medida, una
irreverencia contra el Ser supremo debería castigarse más atrozmente que el asesinato
de un monarca, siendo la diferencia de la ofensa de una recompensa infinita por la
superioridad de la naturaleza
El sistema punitivo no ha funcionado del todo, países que han implementado hasta la
cadena perpetua y aun asi no han logrado bajar los índices de criminalidad.
Esta inútil prodigalidad de suplicios, que nunca ha conseguido hacer mejores a los
hombres, me ha obligado a examinar si la muerte es verdaderamente útil y justa en un
gobierno bien organizado. ¿Qué derecho pueden atribuirse los hombres para
despedazar a sus semejantes?
Por lo pronto, es importante partir de reconocer un mito con respecto a esta pena: no es
cierto que la prisión regenere, reeduque o rehabilite. Esto ha sido estudiado bastante en
los países "desarrollados" a partir de prisiones muy sofisticadas, con excelente
alimentación e higiene, y con una alta tasa de personal técnico y de seguridad por
interno. Los criminólogos, psiquiatras y profesionales de las ciencias sociales han
encontrado que, definitivamente, no es posible socializar para la vida en libertad a
quienes están presos, y han encontrado que cuanto más tiempo permanece presa una
persona, más difícil se hace luego su reinserción regular en la vida social. Ello ha llevado
a que en los países de Europa y en Canadá se realicen grandes esfuerzos para reducir
y mantener bajas las tasas de presos y reducir también el tiempo promedio de las penas
de prisión. Elías Carranza Naciones Unidas

C-628/96 - Corte Constitucional de Colombia

2. ¿Cuál de los dos beneficiará más a la sociedad?

Es preciso anotar que la aplicación de las alternativas penales depende del país, su
legislación, costumbres etc., lo cual pone de presente que el cambio no solo se debe
dar en el tipo de pena sino en todos estos otros factores. Por tal razón, implementarlas
no es tan fácil, pero ante la situación que actualmente se está viviendo resulta pertinente
estudiarlas y analizar su viabilidad, con todo lo que esto implique. El Doctor Alfonso
Reyes Echandía dice al respecto: El sistema penitenciario se establece como
instrumento auxiliar de la justicia para hacer efectivas las sentencias de los jueces
penales y por tanto deben cumplir una función protectora y preventiva frente a La
sociedad y de resocialización de quien infringió las normas penales. Sin embargo, por
los problemas de hacinamiento, de promiscuidad y de falta de educación y trabajo, para
todos los detenidos, el objeto de la rehabilitación no se cumple siempre y la reincidencia
no se evita. De esta manera no solo no se colabora con la justicia, sino que por el
contrario se le recarga con la investigación de nuevos hechos delictivos
Ahora bien, por las condiciones de escasez de personal de guardia y recursos para
remisiones, la medida de detención preventiva pierde toda su esencia y se convierte
más bien en una garantía de la inasistencia del sindicado al proceso. Al respecto el
informe de las Naciones Un idas sobre los centros de reclusión en Colombia, señala que
en la Cárcel Modelo cada día se reciben 50 o 60 solicitudesde remisión, pero sólo se
atienden 30 entre judiciales y médicas, por falta de personal de guardia

C-194/05 - Corte Constitucional de Colombia


Ciertamente, el origen de la multa es el comportamiento delictual del individuo, no su
capacidad transaccional, y su finalidad no es el enriquecimiento del erario, sino la
represión de la conducta socialmente reprochable. Más aún, la multa no es una carga
pecuniaria de naturaleza resarcitoria que persiga reparar el daño provocado por el delito.
Como consecuencia de su índole sancionatoria, la multa no es apta de modificarse o
extinguirse por muchas de las formas en que lo hacen los créditos civiles. En este
contexto, la multa no es susceptible de conciliación, no puede compensarse y, mucho
menos, puede extinguirse mediante el fenómeno de la confusión.
./ ABC Por Diego Renna Casco Hasta ahora la criminología no ha logrado probar que la
pena de prisión sea más eficaz en generar más bajos niveles de reincidencia que otras
sanciones... “En los últimos años se ha llegado a un hallazgo muy interesante que podría
denominarse ‘teoría de la indiferencia o de la alternancia de las sanciones’”
La tendencia o el pensamiento de que con un aumento de la penalidad, disminuirá la
delincuencia está extremadamente lejos de la realidad. Falsedad o falta de verificación
de la ecuación “más prisión = menos delito”.
Teoría de la indiferencia o de la alternancia de las sanciones. Elías Carranza UNED
Sobre la presunta relación “más prisión = menos delito”, el indicador clásico para medir
los efectos de la prisión ha sido el grado de reincidencia, medición sumamente difícil por
problemas metodológicos que por lo general invalidan los resultados de los estudios, o
en el mejor de los casos hacen totalmente imposible extender las conclusiones más allá
del limitado universo al que se refieren; con lo que, hasta el momento, científicamente,
no se ha verificado la proposición de que mentarios. La conclusión final fue que los
estudios existentes no garantizaban un conocimiento válido sobre los posibles efectos
rehabilitadores de la prisión.
La privación de libertad, una solución insuficiente.
Que la prisión es una solución ineficiente lo revela la relación entre el costo de esta y el
de otras penas posibles no de prisión (relación de 5:1 en favor de estas últimas).
La ineficacia de la pena de prisión surge un razonamiento del mayor peso para
planificadores y economistas, sobre todo de sociedades “en vías de desarrollo” con
recursos escasos. Si los resultados de las diversas penas son los mismos, pero los
costos no, lo aconsejable es optar por lo más eficiente, que es lo menos caro, tanto
desde el punto de vista económico como desde el de sus costos sociales: recurrir a la
pena de prisión en la menor medida posible, y utilizar en cambio todo tipo de alternativas
a esta. Más aún, procurar resolver por otras vías, diversas del sistema de justicia penal,
el mayor número posible de conflictos sociales.
Aspa keynesiana: El aspa keynesiana muestra como la renta se determina para niveles
de inversión planeada I y política fiscal G (gasto) y T (impuestos).
Usamos el modelo para ver cómo cambia la renta cuando varía una de las variables
exógenas, en este caso un incremento del gasto que se debe al recaudo de las
sanciones monetarias, el dinero de las multas va a finalizar al presupuesto nacional o al
presupuesto de cada entidad territorial dependiendo del caso, analizando este en la
ecuación del ingreso, para una economía cerrada:
Y: C+I+G, donde el incremento del gasto causa un aumento en Y.

¿Por qué castigar en forma tan severa y violenta a personas de los sectores más
vulnerables y débiles de la sociedad, si podemos resolver los conflictos de otro modo?
Podemos concluir que desequilibrar el sistema de justicia penal aumentando solo la
policía, o multiplicar irracionalmente el número de presos son dos “soluciones” que no
solucionan la criminalidad y que, en cambio, contribuyen a aumentarla y a aumentar la
violencia social en un país que contiene altos niveles de criminalidad y violencia.
Hemos visto que sí existen figuras delictivas que acusan aumento y también situaciones
de violencia que, aunque comparativamente menores que las que se observan en otros
países, hay que reducir y evitar que se multipliquen adoptando las medidas apropiadas,
y evitando adoptar –por criterios políticos inmediatistas, o simplemente por información
equivocada– medidas que contribuyan a magnificar el fenómeno y a elevar los niveles
de violencia
El sistema de justicia penal, por su propia naturaleza y forma de funcionamiento, es
injusto desde el punto de vista sociológico, pues sanciona en forma desproporcionada
en mayor número a quienes están ubicados en los sectores sociales de menor poder.
Esta selectividad estructural ha sido motivo de numerosa investigación criminológica en
las últimas décadas, y verificada especialmente en relación con la defensa; en relación
con la pena de prisión (la casi totalidad de los presos pertenece a los estratos más bajos
de la población), y en relación con la pena de muerte (aplicada en forma diferenciada,
en los países que la poseen, en perjuicio de minorías étnicas y sectores de menor poder
social en general).

3. ¿Cuál sería la viabilidad de aplicar una sanción monetaria o penal en


cualquier crimen?
José Hurtado Pozo
Si se observa la legislación penal y la práctica judicial de los países europeos, se
constata que la multa se ha convertido, en uno de los pilares del sistema punitivo. Esta
situación es el resultado de una larga evolución tendiente a humanizar, hacer más eficaz
y menos dañina la represión penal. Dos factores han favorecido este cambio
fundamental de la política criminal: primero, el desarrollo económico y, segundo, el
rechazo de las penas privativas de libertad de corta duración. El primer factor es de
carácter social. Los países que recurren cada vez más a la multa son los países
desarrollados, donde el nivel de vida es elevado y la pobreza limitada a sectores sociales
marginales. En este tipo de sociedades llamadas de consumo, el dinero juega un papel
decisivo y el deseo de bienes materiales está enraizado en la mentalidad de las
personas
Baumann ha dicho que si « la revolución francesa recurrió a la pena privativa de la
libertad porque, como Montesquieu lo había formulado, la libertad es el bien que permite
gozar de todos los demás ». Esta función clave, es hoy en día, asumida por el dinero,
especie de libertad materializada
El segundo factor, determinante para que la multa adquiera una importancia cada vez
más grande en la política criminal de los países europeos, es el desprestigio creciente
del encarcelamiento como medio de represión de las infracciones menos graves. Como
ya señalamos, desde fines del siglo pasado se lucha de modo constante contra los
efectos nefastos de las penas privativas de la libertad de corta duración. La consigna
fue: « guerra contra el encarcelamiento de breve duración ». Franz von Liszt10 resumió
las opiniones de quienes participaron en este movimiento, de la manera siguiente: «La
pena privativa de libertad de corta duración no sólo es inútil, sino que provoca prejuicios
más graves que los que produciría la impunidad completa del delincuente ».
En los países desarrollados cuyas legislaciones penales han sido consideradas como
modelos por nuestro legislador, la evolución ha sido lenta hasta llegar a la adopción del
sistema dias-multa y otorgarle la prioridad en detrimento de las penas privativas de
libertad de breve duración. Para combatir estos defectos de la multa tradicional se
recurre, primero, al modelo de los diasmulta. y se prevé, luego, que el juez pueda
conceder un plazo para el pago o disponer su cancelación por partes.
Las ventajas del modelo escandinavo.
La determinación del monto de la multa en dos etapas bien diferenciadas hace de esta
pena una sanción transparente. La gravedad de la infracción es, claramente expresada
por el número de unidades penales fijadas, en el primer lugar, por el juez. No se puede
afirmar lo mismo del sistema tradicional puesto que el monto de la multa es el resultado
de la apreciación simultánea de la culpabilidad y de la situación económica del
condenado. La fijación de la multa en dos faces separadas tiene, igualmente, el efecto
positivo de garantizar la estimación real de la solvencia del condenado y de obligar a las
autoridades judiciales a demostrar si y en qué grado han tenido en cuenta esta solvencia
La multa escalonada (modelo del proyecto alternativo Alemán. El paso mas audaz para
lograr que la multa reemplace eficazmente las penas privativas de corta duración, ha
sido obra de los autores del Proyecto Alternativo Alemán. Han tratado de dar a la pena
pecuniaria una dimensión temporal a fin de superar el sistema de dias-multa. Se trata
de la sanción pecuniaria llamada "escalonada", concebida en su origen por Baumann40.
Este sistema consiste en imponer, durante un cierto periodo, al condenado el pago, en
plazos fijos, de determinadas sumas de dinero. Según Baumann tanto en el sistema de
la multa escandinava como en el de la multa helvética, la infracción sigue costando tal
o tal suma de dinero. En este aspecto, en su opinión, contradice, desde el punto de vista
de la moral, el efecto de "reconciliación con la sociedad que debe producir toda pena".
Además, esto no impide - aun si las tazas de evaluación de los días multas difieren -
que los efectos sean muy diferentes sobre las personas multadas. Por todo esto,
Baumann concluye proponiendo el concepto de la "pena pecuniaria escalonada". Así,
"se lograra transferir el centro de gravedad del simple pago único a las restricciones
progresivas del nivel de vida durante un cierto periodo".

4. ¿Con cuál de los dos disminuirá más el crimen en Colombia?


Amnistía Internacional advierte de que la pena de muerte no reduce los delitos graves
en los países que la aplican ha instado a todos los gobiernos a abolir la pena de muerte
porque "no existe ni una sola prueba fehaciente de que sea un factor disuasorio" para
delincuentes y criminales y solamente "se usa con fines políticos".
"no existen pruebas fehacientes de que la reanudación de las ejecuciones influya en el
control de la delincuencia" y ha mencionado los casos de India, Canadá y Trinidad y
Tobago, donde se ha demostrado que "no hay ninguna correlación".
En India, el índice de asesinatos se ha reducido un 23 por ciento en los últimos diez
años, y no hubo ejecuciones entre 2004 y 2001.
En Canadá, el índice de homicidios disminuyó en los años posteriores a la abolición de
la pena de muerte en 1976.
Un estudio reciente realizado en Trinidad y Tobago concluyó asimismo que no había
ninguna correlación entre ejecuciones, encarcelamiento y delincuencia.

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