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MAIER sostenía sobre este principio que “resulta racional el intento de impedir
que, aun en los casos de encierro admisible, la persecución penal inflija, a quien
la soporta, un mal mayor, irremediable, que la propia reacción legitima del Estado
en caso de condena.” La medida que se aplique no puede superar en gravedad
a la sanción que le espera al sujeto por el delito cometido, pues con este principio
se pretende evitar el exceso, es decir, que la medida de coerción resulte más
gravosa que la propia pena.
Este principio de prohibición del exceso permite hacer efectivo lo que
precisamente la presunción de inocencia prohíbe: que se trate a alguien que
goza del estado de inocencia el mismo trato – o incluso peor- que a un
condenado.
Principio de prueba suficiente.- Se deben dictar las medidas sobre cierta base
probatoria, es decir, que exista una razonable y fundada presunción sobre la
posible responsabilidad del imputado. Cuanto más grave es la medida, se
requerirá mayor respaldo probatorio.
Principio de provisionalidad.- Por este principio todos los presupuestos y las
exigencias que deben ser verificados para el encarcelamiento preventivo
subsisten mientras dure la prisión preventiva, pues la desaparición de alguno de
ellos transforma la detención en ilegítima. Sobre este principio, la Comisión
Interamericana de Derechos Humanos ha señalado que: “El principio de
provisionalidad impone la necesidad de controlar que todos los presupuestos de
la prisión preventiva aún subsisten. Desaparecidos sus fundamentos, el
encarcelamiento debe cesar.”
Hasta aquí hemos podido demostrar que las medidas cautelares personales del
proceso penal constituyen por un lado, una limitación del derecho fundamental a
la libertad, que como tal, debe respetar ciertas reglas vinculadas a la limitación
de derechos fundamentales. Por otro, que una medida cautelar debe contener
ciertas cualidades que demuestran su auténtica naturaleza procesal. La
definición de esos instrumentos como limitación de un derecho fundamental con
fines cautelares, no puede apuntar a otro fin que no sea el aseguramiento del
proceso y su ejecución.
Pero tales características sólo pueden llegar a comprenderse cabalmente, en el
análisis de sus presupuestos. Por éstos deben entenderse las condiciones,
reglas o requisitos necesarios para adoptar una medida cautelar personal, de lo
que se desprende que es precisamente en su evaluación donde se advierte qué
características cautelares respeta dicho sistema, cuáles son las funciones
asignadas a las medidas personales, y si éstas respetan los elementos que son
imprescindibles para ser concebidas como una limitación legítima de la libertad
personal con fines cautelares.
A continuación evaluamos los dos presupuestos generales aplicables a toda
medida cautelar de naturaleza personal: el fumus boni iuris y el periculum in mora
El periculum in mora
Por ésta razón, el periculum in mora guarda una estrecha relación con
aquella. Cualquier resolución que motive las razones que llevan a aplicar
una medida cautelar personal del proceso penal, ubicará la finalidad
(instrumental) que persigue, en la fundamentación del peligro en la
demora que se aprecia en el caso concreto. Periculum in mora y finalidad
se funden en un mismo presupuesto, en tanto la primera concurre
exclusivamente cuando lo hace la segunda.
CARACTRISTICAS
4) Pueden ser modificadas por la autoridad de oficio que las ordena, como
es el caso, ya comentado, de la variación de la medida de la variación
judicial.
6) Se requiere la opinión previa del fiscal, en los casos que la ley así lo
establece.
MEDIDAS DE COERCION PERSONAL
El artículo 259° del nuevo Código Procesal Penal que regula este tipo de
detención fue puesto en vigencia en todo el país en el año 2009, y ya ha sufrido
una modificación en agosto de 2010 mediante la Ley N° 29569 respecto a la
presunción de flagrancia, que ahora considera los siguientes supuestos:
a) La persona es identificada por el agraviado o por un testigo o por un medio
audiovisual o dispositivos o equipos que permiten registrar la imagen dentro de
las 24 horas de producido el hecho.
b) El sujeto es encontrado con efectos o instrumentos procedentes del delito o
empleados para la comisión del delito que indiquen su participación en el mismo,
dentro de las 24 horas de producido el hecho.
La ampliación realizada no ofrece mayores garantías a los ciudadanos, pero sí
eficacia en la labor punitiva, por lo que se manifiesta cierta incompatibilidad con
la idea de flagrancia del Tribunal Constitucional, que considera que ésta
evidencia el delito y, por lo tanto, existe un conocimiento fundado, directo e
inmediato, y no meras sospechas o indicios (STC. N° 5423-2008-HC/TC). Para
el Tribunal Constitucional se presentan dos requisitos esenciales:
Inmediatez temporal, es decir, que el delito se esté cometiendo o que se
haya cometido momentos antes.
Inmediatez personal, es decir, que el presunto delincuente se encuentre
ahí, en ese momento en situación y con relación al objeto o a los
instrumentos del delito, de tal manera que haya una prueba evidente de
su participación en el hecho delictivo.
La detención preventiva policial se puede realizar hasta por 24 horas o el término
de la distancia si es un delito común y hasta por 15 días en los delitos de
terrorismo, tráfico ilícito de drogas y espionaje. La Policía debe dar cuenta al
Ministerio Público y al Juez Penal.
A través de un precedente vinculante, el Tribunal Constitucional ha establecido
que los plazos contemplados para la detención extrajudicial son el límite máximo
y abstracto, siendo indispensable que se observe el plazo estrictamente
necesario, es decir, aquel que corresponde a las exigencias del caso, siendo
responsabilidad del Ministerio Público y del Juez velar por su estricto
cumplimiento (STC. N° 6423-2008-HC/TC).
La detención preliminar puede ser incomunicada. Para ello deben observarse los
siguientes presupuestos materiales y formales:
Es posible en los delitos de terrorismo, espionaje y tráfico ilícito de
drogas, o por un delito sancionado con pena privativa de libertad
superior a los seis años.
A pedido del Fiscal.
Por mandato motivado del Juez de la investigación preparatoria.
Puede ser adoptada por un plazo no mayor de diez días, siempre
que no exceda el plazo de detención.
No comprende al abogado defensor.
El auto que dispone la detención preliminar incomunicada puede
ser impugnada vía el recurso de apelación, que deberá concederse
sin efecto suspensivo. El plazo para la apelación es de un día.
Víctor Arbulú Ramírez, citando a Claus Roxin, refiere que la finalidad de la prisión
preventiva es asegurar el proceso de conocimiento o la ejecución de la pena, y
que sirve para tres objetivos: 1).- Asegurar la presencia del imputado en el
procedimiento penal. 2) Garantizar una investigación de los hechos en forma
debida por la Fiscalía. 3).- Asegurar la ejecución de la pena.
Cesar San Martin Castro, citando a Milans del Bosch, define a la prisión
preventiva como la privación de libertad mediante encarcelamiento, ordenada
por la autoridad judicial, de un imputado incurso en unas diligencias judiciales
por delito, antes de que se haya dictado un fallo condenatorio que contenga una
pena privativa de libertad, siempre que no tenga carácter de firme, adoptada de
conformidad a los presupuestos recogidos en la ley.
Nosotros consideramos que la prisión preventiva es una medida de coerción
procesal que consiste en la privación de la libertad ambulatoria de una persona
ordenada mediante un mandato judicial, dirigida a asegurar el resultado del
proceso cuando éste se halla en riesgo por existir peligro de fuga u
obstaculización de la actividad probatoria; siendo además que la misma procede
cuando hay elementos que vinculan a una persona con la comisión de un delito
al que le corresponderá una pena superior a 04 años de privación de la libertad.
Esta medida se adopta respecto al imputado que sufre una grave alteración o
insuficiencia de facultades mentales, necesariamente previo dictamen pericial.
Los presupuestos materiales de esta medida son:
A. La existencia de elementos de convicción suficientes para sostener,
razonablemente, que es autor de un hecho punible o partícipe en él.
B. La existencia de una presunción suficiente de que no se va a someter al
procedimiento o va a obstruir la investigación.
INTERNAMIENTO PREVIO