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MEDIDAS DE COERCION PROCESAL

La Real Academia de la Lengua Española define a la coerción como la presión


ejercida sobre alguien para forzar su voluntad o su conducta. Como una segunda
definición, la coerción es la represión, inhibición, restricción.
La coerción procesal, siguiendo a Maier, es la aplicación de la fuerza pública que
coarta libertades reconocidas por el orden jurídico, cuya finalidad, sin embargo,
no reside en la reacción del derecho frente a la infracción de una norma de deber,
sino en el resguardo de los fines que persigue el mismo procedimiento, averiguar
la verdad y actuar la ley sustantiva, o en la prevención inmediata sobre el hecho
concreto que constituye el objeto del procedimiento.
(MAIER, citado por REATEGUI SANCHEZ, James: “En busca de la prisión
preventiva”. Jurista Editores EIRL. Primera edición. Setiembre 2006. Pág. 47.)
El Dr. Pablo Sánchez Velarde define a las medidas de coerción como “aquellas
medidas judiciales que tiene por finalidad asegurar la presencia del imputado a
sede judicial y la efectividad de la Sentencia, tanto en el ámbito punitivo como
resarcitorio. Las medidas cautelares o coercitivas cumplen función de
aseguramiento de los objetivos del proceso penal, que se aplica para casos
taxativamente revistos en la ley y bajo determinados principios, principalmente
los de necesidad, provisionalidad y proporcionalidad.
(SANCHEZ VELARDE, Pablo: “Coerción procesal penal”. Módulo auto
instructivo. Academia de la Magistratura. Lima 2012.)
Según Jorge Rosas Yataco, “las medidas coercitivas son todas aquellas
restricciones al ejercicio de los derechos (personales o patrimoniales) del
inculpado o de terceras personas, que son impuestas o adoptadas en el inicio y
durante el curso del proceso penal tendiente a garantizar el logro de sus fines,
que vienen a ser la actuación de la ley sustantiva en un caso concreto, así como
la búsqueda de la verdad sin tropiezos.
(ROSAS YATACO, Jorge, citado por Villegas Paiva, Elky: La detención y la
prisión preventiva en el nuevo Código Procesal Penal”. Gaceta Jurídica S.A.
Primera edición. Octubre de 2013. Pág. 13)
Claria Olmedo afirma “En su conjunto, la actividad coercitiva se integra por una
variedad de actos independientes regulados por la ley procesal, que tienden a
asegurar la efectiva satisfacción del resultado del proceso en cada una de sus
fases fundamentales, evitando el daño jurídico que podría sobrevenir si no se
alcanza los fines perseguidos (…) sea para adquirir y hacer eficaz la prueba a
rendirse, para impedir la detención del proceso, o para que se cumpla la pena
tanto privativa de libertad como económica y otras condenas (civil, costas, etc)
ya impuestas o que podrían imponerse.
(CLARIA OLMEDO, citado por Villegas Paiva, Elky: La detención y la prisión
preventiva en el nuevo Código Procesal Penal”. Gaceta Jurídica S.A. Primera
edición. Octubre de 2013. Pág. 13)
Para San Martin Castro, las medidas provisionales son actos procesales de
coerción directa que, al recaer sobre los derechos de relevancia constitucional
de carácter personal o patrimonial, de las personas, se ordenan a fin de evitar
determinadas actuaciones perjudiciales que el imputado podría realizar durante
el transcurso del proceso de declaración.
(SAN MARTIN CASTRO, Citado por GUERRERO SANCHEZ, Alex: Detención,
comparecencia y arresto domiciliario en el nuevo Código Procesal Penal.)
Gimeno Sendra, refiere que las medidas cautelares están dirigidas a garantizar
el cumplimiento efectivo de la Sentencia. La etapa instructora puede dilatarse en
términos de tiempo, durante el cual el imputado podría ocultarse a la actividad
de la justicia, haciendo frustrar el ulterior cumplimiento de la Sentencia. Para
garantizar estos efectos o la ejecución de la parte dispositiva de la Sentencia
surge la conveniencia de adoptar, hasta que adquiera firmeza, las medidas
cautelares.
(GIMENO SENDRA, Citado por GUERRERO SANCHEZ, Alex. Id. )
Para ARSENIO ORE GUARDIA las medidas de coerción procesal son
limitaciones o restricciones al ejercicio de los derechos de la libertad personal,
integridad personal, propiedad, a la inviolabilidad de domicilio y al secreto de las
comunicaciones u otro de naturaleza constitucional que el Estado impone al
imputado o a terceros durante el transcurso de un proceso penal y bajo los
términos establecidos por ley, con la finalidad de evitar la frustración de la
averiguación de la verdad, garantizar la aplicación de la ley penal y el debido
cumplimiento de la reparación civil.
(ORE GUARDIA Arsenio: Manual de derecho procesal penal. Tomo II. Editorial
reforma. Lima Perú. Pág. 21)
De las definiciones propuestas, consideramos que las medidas de coerción
procesal son restricciones a los derechos de una persona sobre la que pesa una
imputación penal, destinada a asegurar su presencia en la misma, ante el riesgo
de que pueda eludir la acción de la justicia o perturbar la actividad probatoria,
garantizando los fines del proceso penal.

PRINCIPIOS DE LAS MEDIDAS DE COERCIÓN PROCESAL

Principio de necesidad.- Las medidas coercitivas sólo pueden imponerse


cuando sean estrictamente necesarias, esto es, cuando el imputado ponga en
riesgo cualquiera de estos objetivos: su comparecencia al proceso, la
investigación del delito, la actividad probatoria y el cumplimiento de la pena
probable por imponerse. El artículo 253°, parágrafo 3 del nuevo Código Procesal
Penal, consagra expresamente este principio: «la restricción de un derecho
fundamental sólo tendrá lugar cuando fuere absolutamente necesario (…)».

Principio de proporcionalidad.- La medida debe ser proporcional al peligro que


se trata de prevenir, esto es, frente a riesgos menores, las medidas deben ser
también de menor intensidad.
El artículo VI del Título Preliminar del nuevo Código Procesal Penal consagra el
principio de proporcionalidad. De igual manera se establece en el parágrafo 2
del artículo 253°.

MAIER sostenía sobre este principio que “resulta racional el intento de impedir
que, aun en los casos de encierro admisible, la persecución penal inflija, a quien
la soporta, un mal mayor, irremediable, que la propia reacción legitima del Estado
en caso de condena.” La medida que se aplique no puede superar en gravedad
a la sanción que le espera al sujeto por el delito cometido, pues con este principio
se pretende evitar el exceso, es decir, que la medida de coerción resulte más
gravosa que la propia pena.
Este principio de prohibición del exceso permite hacer efectivo lo que
precisamente la presunción de inocencia prohíbe: que se trate a alguien que
goza del estado de inocencia el mismo trato – o incluso peor- que a un
condenado.

Principio de legalidad.- Sólo serán aplicables las medidas coercitivas


establecidas expresamente en la ley, en la forma y tiempo señalados por ella.
La imposición de medidas restrictivas de derechos sólo se puede realizar a
través de la Ley. Opera en este caso el principio de reserva legal, puesto que no
se permite que estas medidas se regulen en normas de menor jerarquía al
constituir restricciones a derechos fundamentales. Así se ha previsto en el
artículo VI del Título Preliminar del nuevo Código Procesal Penal y en su artículo
253°.
Este dispositivo se encuentra acorde con lo establecido por los numerales a) y
b) del inciso 24) del artículo 2° de la Constitución, que admite que los derechos
fundamentales, además de ser regulados, pueden ser restringidos o limitados
mediante ley.

Principio de prueba suficiente.- Se deben dictar las medidas sobre cierta base
probatoria, es decir, que exista una razonable y fundada presunción sobre la
posible responsabilidad del imputado. Cuanto más grave es la medida, se
requerirá mayor respaldo probatorio.
Principio de provisionalidad.- Por este principio todos los presupuestos y las
exigencias que deben ser verificados para el encarcelamiento preventivo
subsisten mientras dure la prisión preventiva, pues la desaparición de alguno de
ellos transforma la detención en ilegítima. Sobre este principio, la Comisión
Interamericana de Derechos Humanos ha señalado que: “El principio de
provisionalidad impone la necesidad de controlar que todos los presupuestos de
la prisión preventiva aún subsisten. Desaparecidos sus fundamentos, el
encarcelamiento debe cesar.”

Presupuestos de las medidas cautelares

Hasta aquí hemos podido demostrar que las medidas cautelares personales del
proceso penal constituyen por un lado, una limitación del derecho fundamental a
la libertad, que como tal, debe respetar ciertas reglas vinculadas a la limitación
de derechos fundamentales. Por otro, que una medida cautelar debe contener
ciertas cualidades que demuestran su auténtica naturaleza procesal. La
definición de esos instrumentos como limitación de un derecho fundamental con
fines cautelares, no puede apuntar a otro fin que no sea el aseguramiento del
proceso y su ejecución.
Pero tales características sólo pueden llegar a comprenderse cabalmente, en el
análisis de sus presupuestos. Por éstos deben entenderse las condiciones,
reglas o requisitos necesarios para adoptar una medida cautelar personal, de lo
que se desprende que es precisamente en su evaluación donde se advierte qué
características cautelares respeta dicho sistema, cuáles son las funciones
asignadas a las medidas personales, y si éstas respetan los elementos que son
imprescindibles para ser concebidas como una limitación legítima de la libertad
personal con fines cautelares.
A continuación evaluamos los dos presupuestos generales aplicables a toda
medida cautelar de naturaleza personal: el fumus boni iuris y el periculum in mora

 El Fumus boni iuris o apariencia de buen derecho

El fumus boni iuris o apariencia de buen derecho es el primer presupuesto


material de una medida cautelar personal del proceso penal. Significa que
para adoptarla, debe llevarse a cabo un juicio de verosimilitud sobre el
derecho cuya existencia se pretende declarar en la sentencia definitiva.
En el proceso penal, ese derecho es el ius puniendi del Estado respecto
del imputado, lo que significa que se debe valorar cuál es la probabilidad
de que el fallo que pone fin al proceso sea uno de carácter condenatorio.

Esta valoración no constituye una referencia a una situación de certeza


sobre la responsabilidad criminal de una persona, porque a esa situación
se llega sólo en la sentencia definitiva y tras un juicio oral en el que se ha
desarrollado un debate contradictorio. Por esta razón la característica de
instrumentalidad guarda una estrecha relación con el fumus boni iuris, una
vez dictada, la medida cautelar no adquiere un valor de declaración de
certeza, sino de hipótesis: solamente cuando se dicte la resolución
principal (definitiva) se podrá observar si la hipótesis corresponde a la
realidad.
Cuando la apariencia del derecho se transforma en certeza jurídica, la
medida cautelar ha agotado definitivamente su función, pero ello en
ningún caso quiere decir que la resolución principal “convalida” la medida
cautelar. Si aquella declara la existencia del derecho (sentencia
condenatoria definitiva), la medida cautelar debe dar paso a los efectos
definitivos de la resolución, si por el contrario se descarta la hipótesis
inicial (sobreseimiento o sentencia absolutoria definitiva), la medida
cautelar deja de ser útil al proceso y deben cesar sus efectos.

La propia hipótesis en la que se sustenta la medida cautelar puede variar


durante el transcurso del procedimiento sin necesidad de que ello
implique una declaración de certeza sobre la existencia o inexistencia de
la responsabilidad criminal de una persona. Es el caso de la sentencia de
primera instancia, la misma que si bien no constituye una resolución con
efectos definitivos sobre la imputación (en los casos en que exista un
recurso impugnatorio) influye decididamente en su concepción. Una
sentencia condenatoria refuerza la apariencia del ius puniendi, lo que
puede originar el mantenimiento de la medida adoptada, o incluso, su
agravación cuando fuere necesario y cuando además exista un peligro en
la demora, cuya base fáctica también puede verse modificada por dicho
acto procesal. Una sentencia de instancia absolutoria en cambio, es un
importante indicio favorable a la inocencia del imputado y, constituye una
referencia clave para la evaluación de la hipótesis en la que se sostiene
la imposición de la medida cautelar.
Finalmente, un dato estrechamente vinculado a la necesidad de una
imputación delictiva, lo constituyen los casos en los que existe la
posibilidad de que el objeto del proceso penal lo constituya una acción (u
omisión) sobre la que recae una causa de justificación, exención o
extinción de responsabilidad penal (art. 20 del CP peruano). La
probabilidad de condena queda descartada en los casos que se acredite
la concurrencia de un elemento que impida sancionar penalmente al
imputado, y es evidente que en estos casos tampoco procede la prisión
preventiva, en tanto no sólo se requiere una imputación judicial, sino una
que se sustente en suficientes elementos para calificar de probable la
responsabilidad penal del imputado. Pero si en sede preliminar se acredita
uno de estos elementos, ello no sólo descarta la medida limitativa, sino la
propia existencia de un proceso que no puede cumplir con su objetivo. Lo
que en realidad debe valorarse en estos casos son los indicios y
elementos reveladores de la existencia de una de las causas reguladas
por el art. 20, donde si bien no se acredita con absoluta certeza la
ausencia de responsabilidad penal del individuo, sí existe una
probabilidad de que ello pueda ser demostrado en el proceso. Deben
valorarse como contraindicios o razones divergentes que influyen en la
verificación del fumus boni iuris.

 El periculum in mora

Si existiese un ordenamiento procesal donde la resolución definitiva


pudiese ser siempre instantánea, donde el juicio oral pudiera realizarse el
mismo día de la incoación del proceso, no sería necesario disponer
durante su desarrollo de ninguna medida limitativa de derechos con
motivación cautelar. Pero el proceso no es un instrumento perfecto, su
principal imperfección es una que está en su esencia y de la cual el
proceso jamás se podrá librar: el tiempo.

En el caso de la jurisdicción penal el ordenamiento procesal impone que


precedan una serie de actos, a través de los cuáles y en contradicción de
las partes, se proporciona al órgano jurisdiccional el material necesario
para dictar una sentencia acertada y justa, acelerar el proceso o perseguir
su inmediatez a los meros efectos de evitar la pendencia del mismo y la
aplicación de medidas limitativas, constituye una “solución” que coloca al
imputado en una circunstancia más desventajosa que la que habría de
tener en circunstancias normales.
Ni la ausencia de celeridad procesal debe justificar la limitación
indiscriminada de derechos fundamentales, ni la necesidad de “resolver”
la lentitud de la solución de causas penales debe privar al imputado de un
proceso rodeado de unas garantías que requieren un espacio temporal
(inevitable) para su correcto y eficaz ejercicio. En este orden de ideas, el
proceso penal es también un escenario donde debe primar la máxima, de
que “la necesidad de hacer las cosas pronto choca con la necesidad de
hacerlas bien”.

Por esta razón en el presupuesto de periculum in mora se advierte mejor


que en ningún otro elemento de las medidas cautelares de naturaleza
personal, las funciones que están llamadas a cumplir. No en vano se
califica el peligro procesal (periculum in mora) como el elemento más
importante para evaluar la validez de una medida cautelar.

El peligro en la demora constituye entonces el núcleo esencial de


cualquier medida cautelar. La sola presencia del fumus boni iuris no
justifica la aplicación de una medida cautelar en la sustanciación de un
proceso. Sobre todo en el proceso penal, en la medida que si una medida
cautelar personal se sustenta sólo en la presencia del fumus boni iuris, en
la alta probabilidad de condenar al imputado a una medida privativa de
libertad, ello acarrearía una definición de la medida cautelar del proceso
penal – sobre todo de la prisión preventiva- como un auténtico anticipo de
la pena.

Ahora bien, si nos situamos en el escenario de un proceso penal que


pretende ser eficaz, bien es cierto que el peligro en la demora procesal si
podría constituir desde un plano estrictamente utilitarista, una justificación
suficiente para aplicar una medida limitativa de la libertad personal. Lo
que sucede es que en realidad, es posible sostener que el fumus boni
iuris, a su vez, constituye un requisito del periculum in mora. El principio
de proporcionalidad obliga a evitar solo aquél peligro procesal que
involucra un hecho respecto del cual: 1) existen altas probabilidades de
condena; y 2) existen serios indicios para entender que esa condena,
implicará una pena privativa de libertad (grave) de carácter efectivo. La
búsqueda de la eficacia sólo se justifica en los casos en los que existe un
alta probabilidad de condena; y siempre que la medida cautelar no se
convierta en un “mal superior” a la propia pena que se pretende con la
condena.

Además, no cualquier demora constituye un presupuesto de las medidas


cautelares personales del proceso penal, sino, sólo aquella que constituye
un peligro para el proceso. El presupuesto no se limita a la verificación del
transcurso de un determinado lapso de tiempo entre el inicio del proceso
y su conclusión, sino a la existencia de un peligro que se materializa en
ese transcurso de tiempo, a la probabilidad de que sobrevenga un daño
jurídico, derivado del retardo de una resolución jurisdiccional definitiva.

Quiere decir que podrá verificarse el peligro en la demora respecto de un


imputado, cuando del sumario pueda apreciarse la existencia de dos
peligros concretos: el peligro de fuga y/o de entorpecimiento de la
actividad probatoria. Los mismos que cómo ya pudo verse, dotan cuando
son evitados, de contenido a las funciones que pueden ser perseguidas
en forma legítima por las medidas cautelares personales del proceso
penal. Pero siendo este un análisis de los presupuestos generales
aplicables a cualquier medida cautelar personal del proceso penal,
conviene determinar a modo de análisis preliminar, como es que la
existencia del peligro en la demora puede condicionar la utilización de una
u otra medida en el ámbito concreto de un ordenamiento jurídico que
prevé diversas alternativas para el aseguramiento del desarrollo del
proceso penal.

La existencia del periculum in mora, presupuesto elemental de cualquier


medida personal, podría justificar la aplicación de cualquiera de ellas si no
se realiza un análisis crítico que permita elegir aquella que sea idónea,
necesaria y proporcional al caso concreto.
Si bien es cierto que todas las medidas personales tienen como
presupuesto un genérico periculum in mora, también es cierto que éste
viene integrado, en el caso concreto, por una determinada finalidad.

Como ya se advirtió, una característica esencial de las medidas cautelares


es su instrumentalidad, en ella se manifiesta la subordinación de estos
actos jurisdiccionales a la resolución principal, porque no persiguen como
finalidad actuar el derecho, sino que procuran una finalidad accesoria:
asegurar la eficacia de la resolución definitiva que actúa el derecho.

Por ésta razón, el periculum in mora guarda una estrecha relación con
aquella. Cualquier resolución que motive las razones que llevan a aplicar
una medida cautelar personal del proceso penal, ubicará la finalidad
(instrumental) que persigue, en la fundamentación del peligro en la
demora que se aprecia en el caso concreto. Periculum in mora y finalidad
se funden en un mismo presupuesto, en tanto la primera concurre
exclusivamente cuando lo hace la segunda.

Esto quiere decir que si la función instrumental de las medidas personales


es asegurar la eficacia práctica de la resolución definitiva o principal,
entonces lo que debe evitarse mediante su imposición son los factores
que imposibiliten su ejecución. Ya hemos dicho que esos factores se
traducen, en el proceso penal, en evitar la fuga del reo, y/o aquellas
conductas del imputado que puedan entorpecer las fuentes de prueba.

CARACTRISTICAS

Nuestro ordenamiento procesal en materia de medios cautelares, además de


regirse bajo los principios y presupuestos señalados anteriormente, presentan
las siguientes características:
1) Se dictan dentro de un proceso penal
El juez decide las medidas cautelares y las ordena en el auto de apertura
de instrucción, conforme dispuesto por la ley (art. 79y 94 del C.de PP)
también se resuelven durante el proceso. Excepcionalmente y
preventivamente se puede dictar antes de iniciarse un proceso penal, es
decir durante la investigación preliminar, según lo establecido en la ley N°
27379.

2) Son ordenadas por la autoridad jurisdiccional que conoce el proceso


penal
Los representantes del ministerio público carecen de tal facultad, pero
pueden solicitar su aplicación o emitir opinión previa, en los casos que la
ley señala.

3) Son ordenadas por la autoridad jurisdiccional, generalmente de oficio, por


disposición legal y por necesidad propia de la instrucción, con excepción
de la libertad provisional; lo que no impide que el fiscal o los demás sujetos
procesales puedan formular su petición al juez.

4) Pueden ser modificadas por la autoridad de oficio que las ordena, como
es el caso, ya comentado, de la variación de la medida de la variación
judicial.

5) Las resoluciones que las ordena son susceptibles de impugnación por la


parte disconforme con la decisión, las mismas que serán resueltas por la
autoridad jurisdiccional inmediata superior, de acuerdo con las
disposiciones procesales.

6) Se requiere la opinión previa del fiscal, en los casos que la ley así lo
establece.
MEDIDAS DE COERCION PERSONAL

Recaen sobre la persona del imputado, y restringen así algunos derechos


que son protegidos por la Constitución Política. José María Ascencio
Mellado, citado por NEYRA FLORES afirma que son aquellas
resoluciones, normalmente judiciales, mediante las cuales, en el curso de
un proceso penal, se limita la libertad de movimiento del imputado con la
finalidad de asegurar la celebración del juicio oral y eventualmente la
Sentencia.
Maria Ines Horvitz Lennon y Julian Lopez Masle, también citados por
Neyra Flores, afirman que las medidas cautelares personales son las
medidas restrictivas o privativas de libertad personal que puede adoptar
el Juez en contra del imputado en el proceso penal, con el objeto de
asegurar la realización de los fines penales del procedimiento.28 Tienen
por finalidad asegurar la presencia del imputado en el proceso y/o evitar
que se obstaculice la investigación procesal y/o evitar que obstaculice la
investigación procesal o atente contra la presunta víctima (protección
cautelar de la víctima. Estas últimas medidas cautelares se conciben
como formas de restricción imprescindibles para neutralizar los peligros
que pueden implicar la libertad de la persona, que posibilite que se impida
el descubrimiento de la verdad, por una parte, y la actuación de la ley
sustantiva, por la otra.
Son:
1) °)
2) Arresto ciudadano (art. 260°)
3) Detención preliminar judicial (art. 261°)
4) Detención preliminar incomunicada (art. 265°)
5) Prisión Preventiva (art. 268°)
6) Incomunicación (art. 280°)
7) Comparecencia (art. 286°)
8) Detención domiciliaria (art. 290°)
9) Internación preventiva (art. 293°
10) Impedimento de salida (art. 295°)
DETENCIÓN POLICIAL. (ART. 259)

Es realizada por la autoridad policial en caso de flagrante delito.


HURTADO POZO señala que la flagrancia comprende tres supuestos,
que son habilitados en el artículo 259° del nuevo Código Procesal Penal,
atendiendo a lo señalado por nuestro Tribunal Constitucional
«(…) Tampoco cabe justificar la presente detención dentro de la
denominada figura de «cuasiflagrancia» tal como lo sostiene la
Sala Penal Corporativa de la Corte Superior de Justicia del Santa,
pues al margen de que ni siquiera es aplicable al caso sub judice,
toda vez que la detención no se produjo en el momento
inmediatamente seguido a la presunta comisión del hecho delictivo,
además de que la Constitución Política del Estado no alude en
absoluto al supuesto de «cuasiflagrancia», por lo que no puede
habilitarse subrepticiamente supuestos de detención no
contemplados constitucionalmente, sencillamente, por aplicación
del principio de interpretación según el cual, las normas establecen
excepciones, y el artículo 2, inciso 24), literal «f» que es regulatorio
de las excepciones que restringen el derecho a la libertad
individual, deben ser interpretadas restrictivamente.» (STC N°
1318-2000HC-TC).
Los supuestos indicados son los siguientes:
 Flagrancia en sentido estricto.- Descubrir al autor en el momento que está
cometiendo el delito, como popularmente se dice: «con las manos en la
masa». • Cuasiflagrancia.- El caso del agente perseguido y detenido
inmediatamente después de haber delinquido.
 Presunción de flagrancia.- Se sorprende a alguien con cosas o trazas que
revelan que viene de ejecutar un delito.

El artículo 259° del nuevo Código Procesal Penal que regula este tipo de
detención fue puesto en vigencia en todo el país en el año 2009, y ya ha sufrido
una modificación en agosto de 2010 mediante la Ley N° 29569 respecto a la
presunción de flagrancia, que ahora considera los siguientes supuestos:
a) La persona es identificada por el agraviado o por un testigo o por un medio
audiovisual o dispositivos o equipos que permiten registrar la imagen dentro de
las 24 horas de producido el hecho.
b) El sujeto es encontrado con efectos o instrumentos procedentes del delito o
empleados para la comisión del delito que indiquen su participación en el mismo,
dentro de las 24 horas de producido el hecho.
La ampliación realizada no ofrece mayores garantías a los ciudadanos, pero sí
eficacia en la labor punitiva, por lo que se manifiesta cierta incompatibilidad con
la idea de flagrancia del Tribunal Constitucional, que considera que ésta
evidencia el delito y, por lo tanto, existe un conocimiento fundado, directo e
inmediato, y no meras sospechas o indicios (STC. N° 5423-2008-HC/TC). Para
el Tribunal Constitucional se presentan dos requisitos esenciales:
 Inmediatez temporal, es decir, que el delito se esté cometiendo o que se
haya cometido momentos antes.
 Inmediatez personal, es decir, que el presunto delincuente se encuentre
ahí, en ese momento en situación y con relación al objeto o a los
instrumentos del delito, de tal manera que haya una prueba evidente de
su participación en el hecho delictivo.
La detención preventiva policial se puede realizar hasta por 24 horas o el término
de la distancia si es un delito común y hasta por 15 días en los delitos de
terrorismo, tráfico ilícito de drogas y espionaje. La Policía debe dar cuenta al
Ministerio Público y al Juez Penal.
A través de un precedente vinculante, el Tribunal Constitucional ha establecido
que los plazos contemplados para la detención extrajudicial son el límite máximo
y abstracto, siendo indispensable que se observe el plazo estrictamente
necesario, es decir, aquel que corresponde a las exigencias del caso, siendo
responsabilidad del Ministerio Público y del Juez velar por su estricto
cumplimiento (STC. N° 6423-2008-HC/TC).

Con estos dispositivos se ensancha más los márgenes de la detención


preventiva extrajudicial, lo que resulta incompatible con el carácter excepcional
que define la Constitución. Para los supuestos de detención extrajudicial, se
incorporan ciertos deberes que la policía debe cumplir y que rodean de garantías
su actuación, siendo ellos los siguientes:
o Comunicar inmediatamente al Ministerio Público.
o En los casos de tráfico ilícito de drogas, terrorismo y espionaje, también
comunicar al Juez de la Investigación Preparatoria. • Informar al detenido
del delito que se le atribuye.
o Informar al detenido de los derechos que le corresponden.

Arresto ciudadano (art. 260°)

Esta medida que autoriza a los ciudadanos a conducir al presunto autor de un


hecho criminal ante la autoridad policial entró en vigencia en todo el país en julio
de 2009 mediante la Ley N° 29372.

Las condiciones para su aplicación son las siguientes:

 Sólo es posible que se efectué en flagrancia en sentido estricto.


 Autoriza al ciudadano a conducir de inmediato (lo que supone el término
de la distancia) al arrestado ante la autoridad policial, no al encierro o
privación de la libertad.
 Autoriza al ciudadano a recoger las cosas que constituyan el cuerpo del
delito.
 Se debe redactar un acta sobre las condiciones de entrega.

Consideramos que autorizar a los ciudadanos a efectuar el arresto y a recoger


la evidencia no habla bien del rol del Estado en materia de seguridad, puesto
que se encomienda esta tarea a sujetos que no tienen la experiencia y
conocimiento requerido para no afectar ningún derecho fundamental ni los
resultados esperados para el proceso.
DETENCIÓN PRELIMINAR JUDICIAL (ART. 261°)
Con la Ley Nº 27379 se incorporó en nuestra legislación este tipo de detención,
conocida por MORENO CATENA como «detención imputativa». La detención
preliminar judicial es la medida de privación de la libertad que se impone antes
del inicio formal del proceso, pero con autorización del Juez de la Investigación
Preparatoria.
En un primer momento se reguló su aplicación en forma restringida y
extraordinaria, por ejemplo, para los delitos cometidos por organizaciones
criminales que hayan utilizado recursos públicos o con la intervención de
funcionarios y servidores públicos, delitos de peligro común, delitos tributarios y
delitos aduaneros -siempre que participen varias personas u organizaciones
criminales-, terrorismo y tráfico ilícito de drogas, contra la Humanidad y contra el
Estado y la Defensa Nacional.
Sus presupuestos son los siguientes:

 Suficiencia probatoria. La existencia de razones plausibles para


considerar que una persona ha cometido un delito cuya pena
privativa de libertad sea superior a cuatro años, ello cuando no se
presente el supuesto de flagrancia.
 Eludir el juzgamiento. Cuando siendo sorprendido en flagrancia y
estando detenido en un centro especial, decide fugar.

La detención preliminar también deberá efectuarse en un plazo de 24 horas, y


en los casos de tráfico ilícito de drogas, terrorismo y espionaje, por no más de
quince días naturales. En estos casos se prevé que el Juez de la Investigación
Preparatoria pueda constituirse al lugar donde se encuentra el detenido y
averiguar los motivos de su privación de libertad; además, se puede disponer su
inmediato reconocimiento médico legal.

La detención preliminar puede ser incomunicada. Para ello deben observarse los
siguientes presupuestos materiales y formales:
 Es posible en los delitos de terrorismo, espionaje y tráfico ilícito de
drogas, o por un delito sancionado con pena privativa de libertad
superior a los seis años.
 A pedido del Fiscal.
 Por mandato motivado del Juez de la investigación preparatoria.
 Puede ser adoptada por un plazo no mayor de diez días, siempre
que no exceda el plazo de detención.
 No comprende al abogado defensor.
 El auto que dispone la detención preliminar incomunicada puede
ser impugnada vía el recurso de apelación, que deberá concederse
sin efecto suspensivo. El plazo para la apelación es de un día.

La detención preliminar está sujeta a convalidación del Juez de la Investigación


Preparatoria cuando, vencido el plazo, se considera que subsisten las razones
que motivaron esta detención. El Juez deberá efectuar la convalidación en una
Audiencia con la presencia del Fiscal, el imputado y su defensor. La detención
convalidada sólo tendrá un plazo de siete días naturales, luego del cual se tendrá
que definir la situación jurídica del imputado.

DETENCIÓN PRELIMINAR INCOMUNICADA (ART.


265°)

Dicha medida será posible si se presentan los siguientes presupuestos:


a) En un delito grave.
b) No podrá exceder los diez días. Vencido el plazo indicado, la medida
cesará automáticamente.
c) No impide la comunicación con su abogado defensor.
d) Mandato motivado del Juez.
e) Con conocimiento del Superior.

Cesación o sustitución de la prisión preventiva


El imputado que se encuentra bajo la medida de prisión preventiva puede
solicitar su cesación o sustitución cuando lo considere pertinente. La cesación
de la prisión preventiva se presenta cuando existen nuevos elementos de
convicción que demuestren que no concurren motivos para la imposición de esta
medida, por lo cual deberá ser sustituida por otra.
También es posible que cese y se varié la medida de prisión preventiva mediante
el control judicial periódico de la subsistencia de todos y cada uno de los
presupuestos de la medida, siendo esta obligación impuesta a partir del principio
de provisionalidad. De esa manera se establece en el principio del Conjunto de
Principios para la protección de todas las personas sometidas a cualquier forma
de detención o prisión: la autoridad facultada para ordenar la detención
“mantendrá en examen la necesidad de la medida”; sin embargo, este control
periódico no está previsto en el nuevo ordenamiento procesal penal.

PRISIÓN PREVENTIVA (ART. 268°)

El derecho a la libertad personal ha sido reconocido a favor del hombre gracias


a una serie de luchas en pos de él. Y al final de ellas, se ha logrado
reconocimiento en todos los ordenamientos jurídicos, nacionales o extranjeros,
a nivel convencional y constitucional.
Según Rousseau, los ciudadanos hemos entregado una porción de la libertad a
un ente superior llamado Estado, para que el mismo pueda determinar qué es
permitido y qué no lo es. Incluso puede, como soberano de esa porción, restringir
la aplicación del mismo en determinados supuestos, lo que hace que la libertad
personal no sea ilimitada.
En el caso peruano, este carácter limitado se traduce en la detención en
supuestos de flagrancia delictiva, o cuando hay un mandato judicial de por
medio. Cuando hablamos de mandato judicial, podemos referirnos a la detención
preliminar judicial, a las condenas privativas de la libertad y a la prisión
preventiva. La primera consiste en privar de la libertad por 24 horas a una
persona cuando no hay supuestos de flagrancia pero si razonabilidad para pedir
su detención, como la fuga, por ejemplo. De las segundas, podemos afirmar que
deben ser el resultado de una suficiente actividad probatoria de cargo que, en
grado de certeza, nos permita afirmar que una persona es culpable, y tienen
carácter de sanción, independientemente de los matices que la doctrina le dé a
ese tipo de penas (retribución, prevención, o venganza).
La prisión preventiva en cambio, no nace como prevención, ni mucho menos
sanción, ni que decir de venganza. Es simplemente una medida provisional,
entendida esta, como aquella restricción temporal y variable de la libertad ante
un peligro de que el investigado fugue o de que el mismo pueda eludir o perturbar
la investigación. Una medida que se dicta cuando una persona aún sigue siendo
inocente, pues aún no se ha demostrado lo contrario.
La prisión preventiva es una medida de coerción procesal valida, cuya legitimidad
está condicionada a la concurrencia de ciertos presupuestos formales y
materiales, los que deben ser tomados en cuenta por el juzgador al momento de
decidir su aplicación, que se encuentra taxativamente previsto en las normas que
modulan.
Arsenio Ore Guardia afirma que la prisión preventiva es una medida de coerción
personal de naturaleza cautelar que consiste en la privación de la libertad
ambulatoria del imputado, en mérito de un mandato judicial a fin de asegurar los
fines propios del proceso penal.
Jorge Rosas Yataco refiere que la prisión preventiva es un acto procesal
dispuesto por una resolución jurisdiccional, que produce una privación
provisional de la libertad personal del imputado, con el propósito de asegurar el
desarrollo del proceso penal y la eventual ejecución de la pena.

Víctor Arbulú Ramírez, citando a Claus Roxin, refiere que la finalidad de la prisión
preventiva es asegurar el proceso de conocimiento o la ejecución de la pena, y
que sirve para tres objetivos: 1).- Asegurar la presencia del imputado en el
procedimiento penal. 2) Garantizar una investigación de los hechos en forma
debida por la Fiscalía. 3).- Asegurar la ejecución de la pena.
Cesar San Martin Castro, citando a Milans del Bosch, define a la prisión
preventiva como la privación de libertad mediante encarcelamiento, ordenada
por la autoridad judicial, de un imputado incurso en unas diligencias judiciales
por delito, antes de que se haya dictado un fallo condenatorio que contenga una
pena privativa de libertad, siempre que no tenga carácter de firme, adoptada de
conformidad a los presupuestos recogidos en la ley.
Nosotros consideramos que la prisión preventiva es una medida de coerción
procesal que consiste en la privación de la libertad ambulatoria de una persona
ordenada mediante un mandato judicial, dirigida a asegurar el resultado del
proceso cuando éste se halla en riesgo por existir peligro de fuga u
obstaculización de la actividad probatoria; siendo además que la misma procede
cuando hay elementos que vinculan a una persona con la comisión de un delito
al que le corresponderá una pena superior a 04 años de privación de la libertad.

PRESUPUESTOS DE LA PRISION PREVENTIVA


Pedro Angulo Arana, sobre los presupuestos de la prisión preventiva, afirma que
estos constituyen las condiciones que por mandato de la ley, deben de
presentarse y coincidir concurrentemente para que el Ministerio Publico, a través
de sus representantes, pueda solicitar la prisión preventiva del imputado y el juez
de la investigación preparatoria, pueda dictar el mandato de prisión preventiva.
Nuestro Código Procesal Penal regula los presupuestos de la prisión preventiva
en los artículos 268, de la forma siguiente:

Artículo 268. Presupuestos


El juez, a solicitud del Ministerio Público, podrá dictar mandato de prisión
preventiva, si atendiendo a los primeros recaudos sea posible determinar la
concurrencia de los siguientes presupuestos:
a) Que existen fundados y graves elementos de convicción para estimar
razonablemente la comisión de un delito que vincule al imputado como autor o
partícipe del mismo.
b) Que la sanción a imponerse sea superior a cuatro años de pena privativa de
libertad; y
c) Que el imputado, en razón a sus antecedentes y otras circunstancias del caso
particular, permita colegir razonablemente que tratará de eludir la acción de la
justicia (peligro de fuga) u obstaculizar la averiguación de la verdad (peligro de
obstaculización)."
Antes de entrar al desarrollo de los mismos, debemos entender por primeros
recaudos los actos de investigación practicados de forma temprana durante la
investigación preliminar que nos han llevado a poder cumplir con los requisitos
para formalizar la investigación preparatoria, pues de lo contrario no sería posible
activar la participación judicial. Y en la mayoría de los casos esos elementos se
obtienen en el plazo de diligencias preliminares cuando hay una situación de
flagrancia y por ende una detención. Sin embargo, nada obsta para que la
medida de prisión preventiva pueda solicitarse incluso durante la etapa
intermedia o durante el juzgamiento, en donde evidentemente ya no se trataría
de los primeros recaudos, lo que hace que una mejor redacción sea necesaria.

EL PLAZO DE LA PRISION PREVENTIVA


El juez de Investigación Preparatoria deberá realizar un análisis del plazo de
prisión preventiva a dictar, teniendo en cuenta las normas procesales
establecidas para el mismo, las mismas que están establecidas en el artículo
272 del Código Procesal Penal.

Artículo 272 Duración.-


1. La prisión preventiva no durará más de nueve meses.
2. Tratándose de procesos complejos, el plazo límite de la prisión preventiva no
durará más de dieciocho meses.

Asencio Mellado considera que la norma contempla hasta tres excepciones a


esta regla general, derivadas de situaciones particulares que exigen, igualmente,
una respuesta singular. De este modo, la prisión preventiva podrá mantenerse
hasta el límite de dieciocho meses en aquellos casos en que el proceso en el
curso del cual se adopte, pueda considerarse complejo. Nada dice la norma,
pero, no pueden existir demasiadas dudas al respecto de que esta calificación
corresponde hacerla al Fiscal, debiendo aprobarla el Juez.
De la misma forma, cuando se inicie un proceso en principio no especialmente
complejo, se podrá ampliar la extensión de la prisión preventiva a dieciocho
meses si durante su curso aparecen circunstancias que impriman una especial
dificultad o comporten la prolongación de la investigación y, adicionalmente,
subsista un especial riesgo de fuga. Es decir, para la prolongación de la medida
no bastara la presencia de dificultades en la investigación, sino que, a su vez,
será necesario que se mantenga un específico riesgo de fuga. En todo caso, la
petición de prolongación corresponderá al Fiscal. Por último, cuando se haya
condenado al preso y este recurra la Sentencia, la prisión provisional podrá
mantenerse hasta el límite de la mitad de la pena impuesta. Ni que decir tiene
que todos estos plazos son máximos, no mínimos y están sujetos a la regla rebus
sic stantibus, por lo que la alteración de las circunstancias o la pérdida o
disminución de sus presupuestos habilitadores, deben dar lugar a la inmediata
puesta en libertad del sujeto o a su sujeción a otra medida menos intensa

Se debe tener muy en cuenta lo establecido por el Tribunal Constitucional, en el


Expediente 6423-2007-HC/TC, fundamento jurídico 08:

(…) el plazo establecido actúa solamente como un plazo máximo y de ca


rácter absoluto, pero no impide que puedan calificarse como arbitrarias a
quellas privaciones de la libertad que, aún sin rebasar dicho plazo, sobre
pasan el plazo estrictamente necesario o límite máximo para realizar det
erminadas actuaciones o diligencias. En tales casos, opera una restricció
n a la libertad personal que la norma constitucional no permite. Un claro
ejemplo de ello es la prolongación injustificada de la privación de la libert
ad personal en aquellos casos en que se requiere solamente de actuacio
nes de mero
trámite, o que las diligencias ya han culminado, o que de manera injustifi
cada no se han realizado en su debida oportunidad, esperando efectuarl
as ad portas de vencerse o incluso ya vencido el plazo preestablecido

Finalmente en el expediente 1014-2011-PHC/TC el Tribunal Constitucional ha


validado una premisa fáctica siguiente:

Debe distinguirse lo que es la duración de la prisión preventiva de lo que


significa la prolongación (...) la prisión preventiva puede durar nueve me
ses en los procesos que no sean complejos (...), un proceso no complej
o puede prolongarse hasta veintisiete meses y un proceso complejo trei
nta y seis meses", motivación que cumple con la exigencia constituciona
l de motivación de las resoluciones judiciales, adecuada a las condicione
s legales de la materia, por cuanto de los fundamentos de las resolucion
es cuya nulidad se pretende (fojas 79 y 89)
se explican los motivos para desestimar la solicitud de inmediata liberta
d (libertad por exceso del plazo de la prisión preventiva) postulada por el
actor.
Al momento de evaluar la razonabilidad del plazo a imponer, el Juez de
Investigación Preparatoria deberá analizar las diligencias de investigación que
se requieren, las mismas que obra en la Disposición de Formalización y
Continuación de la Investigación Preparatoria emitida por el Fiscal.

LA PROLONGACION DE PRISION PREVENTIVA


A decir de ARSENIO ORÉ GUARDIA, la prolongación se configura como un
instituto de naturaleza procesal que permite extender la ejecución de la prisión
preventiva, siempre que los motivos de la medida no hayan variado, y, a su vez,
se prevea que la causa no podrá ser juzgada dentro del plazo inicialmente
decretado y que exista el riesgo de fuga.

En efecto, el artículo 274.1 del Código Procesal Penal establece:


Cuando concurran circunstancias que importen una especial dificultad o
prolongación de la investigación o del proceso y que el imputado pudiera
sustraerse a la acción de la justicia u obstaculizar la actividad probatoria,
la prisión preventiva podrá prolongarse por un plazo no mayor al fijado en
el numeral 2) del artículo 272 (8 meses). El fiscal debe solicitarla al juez
antes de su vencimiento.

INCOMUNICACIÓN (ART. 280°)


COMPARECENCIA (ART. 286°)

Es la situación jurídica por la cual el inculpado se encuentra en plena libertad


ambulatoria, pero sujeto a determinadas reglas y obligaciones impuestas por el
órgano jurisdiccional. Supone, en cierto modo, una mínima restricción de la
libertad personal.
La comparecencia se dicta cuando no corresponda la prisión preventiva, esto es,
cuando no exista suficiencia probatoria o la pena por imponerse, en caso de
condena, no supere los cuatro años de privación de libertad o no exista peligro
procesal.
El nuevo Código Procesal Penal distingue dos formas de comparecencia:
 Comparecencia simple. Consiste en la obligación que se impone al
imputado de concurrir todas las veces que sea citado por el juzgado. De
no hacerlo, se procede a la conducción compulsiva o conducción por la
fuerza. Esta medida se dictará cuando el Fiscal Provincial no solicite la
prisión preventiva (artículo 286°. 2).
 Comparecencia con restricciones. Además de comparecer, lleva
consigo otras medidas adicionales. Se aplica a los que no les corresponde
prisión preventiva, pero existe determinado riesgo de no comparecencia
o entorpecimiento de la actividad probatoria.

El Juez puede imponer una de las restricciones o combinar varias de ellas.


Mediante la Ley N° 29439, de noviembre de 2009, se modificó el artículo 287°
del nuevo Código Procesal Penal, introduciendo como alternativa la vigilancia
electrónica, medida que ha sido reglamentada pero aún no es operativa.

Las restricciones que se pueden aplicar son las contenidas en el artículo


288°:
1) La obligación de someterse al cuidado o vigilancia de persona o
institución determinadas. Se refiere a cualquier persona. Obedece a
una concepción garantista. Puede someterse a la persona a la
custodia de su padre, hermano, empleador, según el caso, no siempre
la policía. Se impone la medida de informar en los plazos asignados
sobre el desenvolvimiento del imputado.
2) La obligación de no ausentarse de la localidad, de no concurrir a
determinados lugares, de presentarse ante la autoridad los días que
se fijen. Supone una medida de difícil control, pero se aplica con el
objetivo de que el individuo mantenga una vida ordenada.
3) Prohibición de comunicarse con determinadas personas o
aproximarse a la víctima, siempre que no afecte su derecho de
defensa.
Esto permite evitar conciertos de voluntad orientados a distorsionar o
perturbar la actividad probatoria. Pero esta restricción de ninguna
manera debe afectar el derecho de defensa.
4) La prestación de una caución que está condicionada a la situación de
solvencia del imputado.
La caución es la garantía que presta el procesado para responder por
su comparecencia al proceso.

La caución puede ser:


 Personal: Consiste en el depósito de una determinada suma de dinero en
el Banco de la Nación. En el artículo 289° parágrafo 3 se establece este
tipo de caución. Se brinda la posibilidad de que el imputado ofrezca una
fianza de una o más personas naturales o jurídicas, en el supuesto de
insolvencia, quienes asumen una obligación solidaria. Se exigen dos
condiciones para el fiador:
 Capacidad de contratar.
 Solvencia suficiente.
 Real: Consiste en la garantía real o depósito de efectos públicos o
valores, que sólo será posible de aplicar cuando, de acuerdo con las
circunstancias, las otras modalidades fueran ineficaces por la naturaleza
económica del delito atribuido.
Este tipo de caución está regulado en el artículo 289° parágrafo 3.
Para determinar el monto de la caución se deberá tener en cuenta la naturaleza
del delito, su gravedad, el impacto social, el daño ocasionado y sus agravantes.
También se tendrá en cuenta las condiciones personales del imputado, su
educación, profesión u oficio, situación familiar y antecedentes.
Los destinos de la caución dependen de la participación del imputado en el
proceso:
a) Si el imputado fue absuelto o su caso sobreseído, o condenado, pero
cumplió con las restricciones impuestas y participó del proceso,
entonces la caución es devuelta con los intereses generados hasta el
momento, o quedará sin efecto la garantía o la fianza ofrecidas.
b) Si el imputado ha rehuido el juzgamiento, entonces perderá la caución
o tendrán que realizarse las garantías ofrecidas.
DETENCIÓN DOMICILIARIA (ART. 290°)

Consiste en la privación de la libertad ambulatoria del imputado obligándolo a


permanecer en su domicilio o en custodia de otra persona que puede ser o no la
autoridad policial. El imputado puede estudiar, trabajar, etc. No es una prisión
porque el imputado puede desarrollar normalmente sus actividades cotidianas.

El Código Procesal Penal de 1991 regula la detención domiciliaria como una de


las restricciones de la comparecencia, pero no se precisaban debidamente los
criterios para su aplicación, razón por la cual existieron diversos
pronunciamientos del Tribunal Constitucional.

Así, tenemos que en el caso Silva Checa (STC. N.° 1091-2002-HC/TC),


Chumpitaz Gonzáles (STC. N.° 1565-2002-HC/TC) y Bozzo Rotondo (STC. N.°
376-2003-HC/TC), el Tribunal Constitucional señala que: «el principal elemento
a considerarse en el dictado de una medida cautelar debe ser el peligro procesal
que comporte que el procesado ejerza plenamente su libertad locomotora, en
relación con el interés general de la sociedad para reprimir conductas
consideradas como reprochables jurídicamente. En particular, el peligro de que
el procesado no interfiera u obstaculice la investigación judicial o evadirá la
acción de la justicia. Tales fines deben ser evaluados en conexión con distintos
elementos que, antes y durante el desarrollo del proceso, puedan presentarse y,
en forma significativa, con los valores morales del procesado, su ocupación,
bienes que posee, vínculos familiares y otros que, razonablemente, le impidan
ocultarse o salir del país o sustraerse a una posible sentencia prolongada».
(Fundamento N.° 18). El nuevo Código Procesal Penal restringe la aplicación
de esta medida para supuestos excepcionales, que no se basan en el peligro
procesal como en algún momento se sostuvo en nuestros Tribunales, sino en la
imposibilidad de aplicar la prisión preventiva al imputado. Estos supuestos son
los siguientes:
a) El imputado es mayor de 65 años.
b) Adolece de una enfermedad grave o incurable.
c) Sufre una grave incapacidad física permanente que afecta su capacidad
de desplazamiento.
d) Es una madre gestante.

Deberá cumplirse esta medida en el domicilio del imputado o en el lugar que el


Juez designe, bajo custodia policial, de una entidad pública o de las personas
designadas para tal fin. Se puede acumular a esta medida el pago de una
caución.
El plazo para la detención domiciliaria es el mismo que el previsto para la prisión
preventiva.
La medida de comparecencia y las restricciones impuestas por el Juez deben
ser notificadas al imputado

INTERNACIÓN PREVENTIVA (ART. 293°)

Esta medida se adopta respecto al imputado que sufre una grave alteración o
insuficiencia de facultades mentales, necesariamente previo dictamen pericial.
Los presupuestos materiales de esta medida son:
A. La existencia de elementos de convicción suficientes para sostener,
razonablemente, que es autor de un hecho punible o partícipe en él.
B. La existencia de una presunción suficiente de que no se va a someter al
procedimiento o va a obstruir la investigación.

En este supuesto no será necesaria la presencia del imputado en el proceso si


su estado de salud no se lo permite, pero sí es obligatoria la presencia de su
defensor. También puede ser representado por un familiar.

INTERNAMIENTO PREVIO

Es posible la imposición de esta medida cuando resulte necesario que el


imputado sea conducido y observado en un hospital psiquiátrico, por un
requerimiento previo y motivado de los peritos. Tiene la facultad de ordenar
este internamiento previo el Juez de la Investigación Preparatoria, quien debe
observar los siguientes presupuestos:

A. Que existan elementos de convicción razonable sobre la comisión del


delito.
B. Que corresponda por dicho acto una sanción grave o medida de seguridad
de internamiento.
Este internamiento previo no puede durar más de un mes.

IMPEDIMENTO DE SALIDA (ART. 295°)


Esta medida restringe al imputado o a un testigo importante el derecho de
transitar libremente por el territorio nacional, salir del mismo o de la localidad
donde domicilia.
El impedimento de salida del país tiene como finalidad evitar la fuga o
entorpecimiento de la actividad probatoria, de tal manera que sirve para
garantizar la indagación de la verdad. Los requisitos para su aplicación son los
siguientes:
a) El requerimiento del Fiscal debe ser fundamentado.
b) El Fiscal deberá precisar los datos de identidad de la persona afectada.
c) No puede durar más de cuatro meses; en el caso de testigos no puede
durar más de treinta días.
d) Procede la prolongación del impedimento en el supuesto de imputados
por un plazo igual.
e) El impedimento de salida cesará para los testigos una vez rendida su
declaración.

MEDIDAS DE COERCION REAL


Las medidas de coerción real recaen sobre la persona del inculpado o del
tercero civil responsable. Vienen a conservar los bienes sobre los cuales se
ejecutaría una eventual multa o indemnización o a establecer una garantía
accesoria de que el imputado no se sustraerá al juicio. Estas últimas presentan
un carácter patrimonial, pues implican una intromisión en el patrimonio del
imputado con la finalidad de asegurar las eventuales responsabilidades
pecuniarias derivadas del delito.

1) Embargo (art. 303°)


2) Desalojo preventivo (art. 311°)
3) Medidas anticipadas (art. 312°)
4) Secuestro conservativo (art. 312-A)
5) La incautación ( art. 316°)

EMBARGO (ART. 303°)


Esta medida precautoria está destinada a asegurar el pago de la reparación civil,
impidiendo que el procesado disponga de sus bienes. Se presenta a través de
una afectación física (implica desposesión) o jurídica (inscripción).

Puede ser impuesta por el Juez de la Investigación Preparatoria a solicitud del


Ministerio Público o del actor civil. En un modelo acusatorio no es posible que
esta medida pueda ser dictada de oficio.
La diligencia de señalamiento de bienes libres de gravamen y los oficios
enviados a la Superintendencia de Banca y Seguros y a la Oficina de Registro
Públicos, a fin de conocer la existencia de bienes y valores de propiedad del
procesado que hoy día efectúa el Juez Penal para poder identificar los bienes o
valores embargables, son considerados en el nuevo Código Procesal Penal
como actos de indagación que corresponde ser efectuados por el Fiscal de oficio
a pedido del actor civil.
Se deben observar algunos presupuestos para solicitar esta medida:
a) Justificación del pedido ante la probabilidad de que el imputado sea autor
o partícipe del delito, por las características del hecho o del imputado y
que exista riesgo fundado de insolvencia del imputado o de ocultamiento
o desaparición del bien.
b) Especificación del bien o derecho afectado.
c) Precisión del monto del embargo.
d) Indicación de la forma de la medida, para lo cual se aplica supletoriamente
el Código Procesal Civil.
e) Ofrecimiento de la contracautela por el actor civil, que constituye una
garantía por los daños y perjuicios que puede ocasionar la medida de
embargo. En este supuesto también es de aplicación supletoria lo
previsto por el Código Procesal Civil.
El embargo se traba a pesar de la apelación que se interponga (es sin efecto
suspensivo). La apelación se puede interponer dentro del tercer día de
notificada la medida.
Se tramitará el embargo en un cuaderno o incidente.
Es posible la variación o levantamiento de la medida. En el curso del
proceso pueden sobrevenir motivos que permitan determinar que el monto
embargado será insuficiente para el pago de la reparación que la sentencia
señalará. En ese caso, el Juez puede aumentar el embargo, pero si éste
resultare excesivo, el monto puede ser disminuido. La variación de la medida o
levantamiento puede estar sujeta a la condición de que se deposite el monto
fijado por el Juez de la Investigación Preparatoria en el Banco de la Nación.

El levantamiento del embargo también corresponde cuando existe una


sentencia absolutoria o un auto de sobreseimiento firme.
Si el embargo fue impuesto sobre bienes de terceros que no tenían ningún
vínculo o relación con el proceso, existen dos posibilidades de actuación:
a) Solicitar la desafectación: Procede cuando se puede acreditar
fehacientemente el derecho sobre el bien embargado. Necesariamente
debe ser un documento de fecha cierta.
b) Demandar la tercería: Se interpondrá ante el Juez Civil. Esta
posibilidad se presenta cuando no es posible acreditar fehacientemente
el derecho de propiedad, por lo que deberá presentarse en el proceso
civil los medios de prueba que permitan alcanzar convicción al respecto.

DESALOJO PREVENTIVO (ART. 311°)


MEDIDAS ANTICIPADAS (ART. 312°)
SECUESTRO CONSERVATIVO (ART. 312-A)
LA INCAUTACIÓN (ART. 316°)
Incautación de bienes
Tiene por finalidad la conservación del objeto cuerpo del delito o de los bienes
vinculados con aquél, además de aquellas cosas que fueran necesarias para el
esclarecimiento de los hechos. Condiciones para su aplicación:
 Procede a pedido del Fiscal ante el Juez de la Investigación
Preparatoria; en caso de flagrancia o peligro inminente de
perpetración, procede por disposición de la policía.
 En la resolución autoritativa de la diligencia debe indicarse sobre
qué bien va a recaer.
 Los bienes afectados deben ser registrados con exactitud; de igual
manera, deberá identificarse al responsable o custodio.
 Respecto a los bienes incautados, es posible su devolución cuando
no tuviera relación con el delito.
 Si no se ha identificado al autor o al perjudicado, el bien incautado
puede ser rematado (seis meses).

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