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FTS – PSICOLOGIA DEL DESARROLLO Y LA SUBJETIVIDAD

FAMILIAS EN JAQUE

FAMILIAS EN JAQUE (*)


Consideraciones actuales sobre las familias como ficción y como función

Introducción

Las ideas, conceptos y polémicas en torno a lo que es posible entender por


familia, se deben seguramente a que los paradigmas que la sostuvieron a lo largo de la
historia, han sido puestos en cuestión en forma sucesiva o alternativa, desde prácticas
sociales instituyentes o conservadoras, pero que en cualquier caso resultaron de la
lectura de sus distintas modalidades de conformación. En este sentido, hay coincidencia
en autores de campos tan diversos como el psicoanálisis, la sociología o la historia,
(Giberti,1996, A. Fernandez 1993, Cicerchia, 2001), en que es posible conjeturar que
quienes componen una familia actúan inseparablemente unidos a las opiniones que
sobre ella circulan en la época en la cual viven. Es decir que, la construcción de sentido
en torno a la idea de familia será siempre tributaria de los imaginarios sociales de época,
los discursos que habiten las prácticas cotidianas, profesionales, políticas, en fin, tanto
lo más instituido de las dimensiones familiares como lo más instituyente sobre las
mismas.

A nivel de las prácticas, las transformaciones de los últimos tiempos han incidido
fuertemente en la modificación de la vida y la conformación familiar y han
desestructurado los lugares tradicionales de intervención de disciplinas como el Trabajo
Social o la Psicología. Asimismo, el cambio del papel del Estado, su impulso de
iniciativas fuertemente instituyentes1 que legitiman uniones familiares muy diferentes a
los modelos tradicionales, hace imprescindible la indagación sobre este tema y las
modalidades de intervención clínica, institucional o comunitaria, que ponen
cotidianamente en juego –y muchas veces en jaque- nuestros modelos, recorridos
conceptuales, imaginarios, haciendo imprescindible la exigencia de elucidarlos para
revisar nuestra propia implicación.

No es una pretensión de este trabajo concluir en una definición acabada sobre


qué es una familia en la sociedad contemporánea, pero sí establecer un recorrido que
nos permita desesencializar sus supuestos, desnaturalizar su constitución y poner en
circulación los discursos que procuren un acercamiento al tema. Asimismo, intentamos
establecer algunas puntuaciones desde el campo del psicoanálisis para pensar la familia
y las familias dando cuenta del lugar del otro en la función de la transmisión y la
constitución subjetiva.

(*) Producción colectiva de la Cátedra “Psicología II”. Autoras: Inés Seoane Toimil, Susana
1

Lonigro, Gabriela Roitstein, Silvina Rivas, Silvana Fuentes, Andrea González, Marina Vega.

Nos referimos por ejemplo a la Ley de Matrimonio igualitario, entre otras iniciativas.

1
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La familia en el marxismo. La preocupación histórica por la familia y la propiedad

Friedrich Engels recupera las investigaciones de Marx sobre trabajos de Morgan y


escribe “El origen de la familia, la propiedad privada y el estado” (1884)2 con la
intención de analizar la institución familiar desde la teoría materialista de la historia.

Según sus estudios, que refieren a investigaciones de 1860, distingue tres épocas
en la evolución de la familia: salvajismo, barbarie y civilización. El salvajismo se
caracteriza por la apropiación de productos que la naturaleza ofrece, donde las
producciones del hombre están destinadas principalmente a facilitar esa apropiación,
por ejemplo con el lenguaje articulado, el fuego, el arco y la flecha; la barbarie, es un
período en el que aparece la ganadería y la agricultura y se aprende a incrementar la
producción de la naturaleza por medio del trabajo humano y la invención de la
domesticación de animales, y la civilización como el período en que el hombre sigue
aprendiendo a elaborar productos, industriales y artísticos.

Para Morgan –citado por Engels- la familia es el elemento activo porque no


permanece estacionada sino que pasa de una forma inferior a una superior, en cambio
los sistemas de parentesco son pasivos porque sólo después de largos intervalos
registran los progresos hechos por las familias y sin sufrir una modificación radical.
Engels comenta que el desarrollo superior a una familia se debe a que se han integrado
a ella familias profundamente alteradas, pasando por ejemplo de la promiscuidad a la
formación de familias en las llamadas hordas que comprenden formas sociales de
intercambio más elevadas.

Engels encuentra que la salida de la promiscuidad ha sucedido de manera


procesal, primero suprimiendo en la sexualidad de la familia consanguínea las
relaciones entre padres e hijos, las que fueron desapareciendo en el tiempo, luego a
través de la constitución de la familia panalúa, que excluye la relación sexual entre
hermanos, a partir de lo cual los hijos de estos ya no son llamados hermanos sino
sobrinos.

A esta forma de organización familiar, le habría sucedido la familia


sindiásmica que establecía un matrimonio entre gens: “La evolución de la familia en
tiempos pre-históricos consiste en una reducción del círculo en cuyo seno prevalece la
comunidad conyugal entre los dos sexos, círculo que en su origen acababa la tribu
entera”3. Pero esta forma hace imposible la práctica del matrimonio por grupos y queda
sólo la pareja, resultando una estructura muy débil e inestable por sí misma.

La observación de Engels es que ya que en ninguna forma de familia por grupos


podía saberse con certeza quién era el padre de las criaturas, pero sí se conocía quién era
la madre, las primeras formas de organización se habrían configurado en torno a las
mujeres: “en todas las partes donde existe el matrimonio por grupos, la descendencia
sólo puede establecerse por la línea materna, y por consiguiente, sólo se reconoce la
línea femenina”4.

2
ENGELS, F. (1884) El origen de la familia, la propiedad privada y el Estado. 3° Edición en castellano
(2012) Buenos Aires, Nuestra América
3
Ob. cit. pág. 29
4
Ob. cit. pág. 45

2
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Esto explica, según Engels que la familia monogámica nace de la familia


sindiásmica, en el periodo de transición del estadio medio y superior de la barbarie y se
funda en el predominio del hombre con el fin expreso de procrear hijos cuya paternidad
sea indiscutible porque éstos han de ser los herederos del padre. Es decir que, los
orígenes de la familia estarían históricamente anudados a la cuestión de la producción
de excedentes y a la transmisión generacional de los mismos: “La monogamia nació de
la concentración de grandes riquezas en las mismas manos del hombre y del deseo de
transmitir esas riquezas a los hijos[…] pero la revolución social inminente,
transformando por lo menos la inmensa mayoría de las riquezas duraderas
hereditarias, reducirá al mínimum todas esas preocupaciones de transmisión
hereditarias”. 5

Como vemos, la familia no significa en su origen, la mezcla de sentimientos,


intimidad y cuestiones privadas, sino que el término refiere a los esclavos domésticos
(famulus), por lo cual, familia era el conjunto de esclavos pertenecientes a un mismo
hombre.6 En Marx, “la familia moderna contiene en germen, no sólo la esclavitud
(servitus), sino también la servidumbre”.

Engels concluye en su trabajo sobre los orígenes de la familia que únicamente


una transformación de los medios de producción en propiedad social, será la que traiga
como consecuencia la desaparición del trabajo asalariado, el proletariado (y también
agrega la prostitución de las mujeres), por una propiedad común y la economía y los
excedentes dejarán de ser de la familia individual para pasar a manos de la sociedad.

Las ficciones de la modernidad: la familia entre el amor y el Estado

Desde una mirada centrada en la construcción de lo social, Bourdieu ( El espíritu


de la familia, 1994) sostiene que la definición dominante de la familia se apoya en una
constelación de palabras que bajo la apariencia de describirla, la construyen como
realidad social. Según estas definiciones consensuadas colectivamente, familia sería un
conjunto de individuos emparentados ligados entre sí ya sea por la alianza
(matrimonio), por filiación, por adopción (parentesco) y que viven bajo un mismo techo
(cohabitación). Pero el autor advierte que lo que tomamos por realidad es una ficción
construida a través del léxico que recibimos de lo social a efectos de nombrarla. De
modo que lo que podríamos considerar como natural, porque se nos presenta con esa
apariencia, es una invención reciente tal como la conocemos y que más bien la familia
nuclear es en la mayoría de las sociedades modernas, una experiencia minoritaria con
relación a las parejas que viven juntas, a las familias monoparentales, entre otras
modalidades de uniones.

Ahora bien, el autor introduce una provocación al condicionar que si se admite que
la familia no es más que una palabra, una construcción de discurso, una ficción
discursiva, se tratará de analizar las representaciones que las personas tienen de lo que
se denomina familia, donde podrá tomar relevancia en el discurso las formas de la

5
ob. cit. pág. 85
6
Es interesante puntualizar que desde esta tesis, la mujer pasa a ser entonces dominio del hombre por su
capacidad de producir un excedente humano: los hijos sobre los que debía garantizarse la certeza de
posesión paterna en función de la transmisión de bienes.

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ideología política, las valorizaciones de las relaciones sociales, entre otras
significaciones. Pero insiste: “si tal como se dice, si es cierto que la familia no es más
que un término, también es verdad que se trata de una ficción bien fundada o mejor,
una categoría, principio colectivo de construcción de la realidad colectiva […] Se
puede decir simultáneamente, sin contradicciones, que las realidades sociales son
ficciones sociales sin otro fundamento que la construcción social, y que las mismas existen
realmente, en tanto que se las reconoce colectivamente”.7

La ficción moderna constituirá a la familia como ese espacio privado, esfera de


la intimidad no pública y reducto de una comunidad sostenida en una distinción
funcional: el espacio privado será la esfera familiar organizada en torno a la comunidad
de afectos, la educación de los hijos y la gestión doméstica de los sentimientos. Trama
en la que el Estado encuentra su gobernabilidad. Son los tiempos en que comienzan a
instituirse dos nuevos dispositivos de poder en los que se inscribe esta nueva modalidad
familiar: primero el dispositivo disciplinario, luego el bio-poder. La nobleza había
puesto la importancia de los cuerpos en la ascendencia, el linaje, la sangre y el valor de
sus alianzas. Las nuevas estrategias disciplinarias y el biopoder pondrán el acento en la
descendencia, el control de la natalidad, la crianza de los niños, la salud de su
organismo, la sexualidad.

Resumiendo, entonces, la llamada familia moderna, fundada en el amor


romántico, sanciona a través del matrimonio la reciprocidad de sentimientos y deseos
carnales. Pero también valoriza la división del trabajo entre los cónyuges, instaura la
diferenciación de espacios y funciones entre hombres/padres y mujeres/madres, a la vez
que hace del hijo un sujeto de la educación. La atribución de autoridad es objeto de una
división incesante entre el Estado y los progenitores por un lado, y entre padre y madre
por otro.

Estado, familia, poder: las lecturas críticas de los años 60

Los primeros cuestionamientos a la institución de la familia aparecen en el seno


mismo de la crítica a la sociedad burguesa desde la lectura del materialismo histórico,
anudándola a la propiedad privada y al Estado. En esta misma línea de análisis, tanto
desde el movimiento de la antipsiquiatría (Laing, 1970 Cooper, 1971) como desde las
concepciones del poder (Althusser, 1969) se pone en cuestión la institución familiar
como uno de los aparatos ideológicos del Estado más potentes en su capacidad de
producir condiciones de sometimiento subjetivo:

“En esta crítica de la familia, las menciones paradigmáticas conciernen


primordialmente a la unidad familiar nuclear de la sociedad capitalista en lo que va
del siglo […] a falta de dioses, hemos debido inventar abstracciones potentes; ninguna
de ellas más poderosamente destructiva que la familia. Esta potencia reside en su
función de intermediación social. En cualquier sociedad de explotación, la familia
refuerza el poder efectivo de la clase gobernante proporcionando una forma
paradigmática fácilmente controlable para todas las instituciones sociales” (Cooper,
1971) 8
7
BOURDIEU, P. (1994) El espíritu de familia. Editions du Seuil. Traducción de María Rosa Neufeld.

8
COOPER, David (1971) La muerte de la familia. Buenos Aires. Paidós

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También Althusser sostiene:

“… podemos comprobar que mientras que el aparato represivo del Estado pertenece
enteramente al dominio público, la mayor parte de los aparatos ideológicos del Estado
(en su aparente dispersión) provienen en cambio del dominio privado. Son privadas las
iglesias, las familias, las instituciones culturales [...] La distinción entre lo público y lo
privado es una distinción interna del derecho burgués válida en los dominios donde el
derecho burgués ejerce sus poderes […] Poco importa si las instituciones que
materializan a los Aparatos Ideológicos del Estado son públicas o privadas, lo que
importa es su funcionamiento” (Althusser, 1969)9

Miradas desde el Psicoanálisis

Elizabeth Roudinesco (2002) ha puesto en tensión las formas de entender las


organizaciones familiares10 al desarrollar lo que entiende como la “caída de la familia
tradicional, moderna y el surgimiento de la familia “posmoderna o contemporánea”. El
disparador de sus reflexiones fue la aprobación del “pacto civil de solidaridad” en 1999
en Francia mediante el cual se legaliza la unión de parejas homosexuales, postulando
que lo que molesta a los conservadores sobre este Pacto es que estos grupos que otrora
se identificaban contra la opresión familiar, colonial y sexual -refiriéndose como
anormales- hoy sientan deseos de normativizarse, mostrando la voluntad de someterse a
la familia.

En este sentido, enuncia a modo de cuestionamiento que al ser de la cultura, puede


haber un amplio espectro de organizaciones familiares. “…es preciso admitir que
dentro de los grandes órdenes de lo biológico (diferencia sexual) y lo simbólico
(prohibición del incesto y otros interdictos) se desplegaron durante siglos no solo las
transformaciones propias de la institución familiar, sino también las modificaciones a
la mirada puesta sobre ella a lo largo de las generaciones”11.

La autora diferencia tres grandes períodos en la evolución de la Familia:


Tradicional: Para asegurar la transmisión de un patrimonio, con casamientos arreglados
a edades precoces, sin tener en cuenta la vida sexual y afectiva. La autoridad es
patriarcal como una transposición de la monarquía del derecho divino.
Moderna: (S. XVIII a mediados del XX). Fundada en el amor romántico, con
reciprocidad de sentimientos y deseos carnales. Se valoriza la división del trabajo de los
conyugues, mientras que el hijo queda al servicio de la educación de la Nación. La
autoridad queda dividida entre el Estado y los progenitores y entre padres y madres.
Contemporánea ó posmoderna: (a partir de 1960): une por un período de extensión
relativo a dos individuos que buscan relaciones intimas y expansión sexual. La
autoridad es cada vez más compleja a la par de la cantidad de divorcios, separaciones y
recomposiciones conyugales.

9
ALTHUSSER, Lois (1969) Ideología y aparatos ideológicos del Estado. Freud y Lacán. Mexico: Siglo
XXI
10
ROUDINESCO, ELIZABETH (2002): “La familia en desorden”
11
Op. Cit. Pág. 18

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A partir de 1960 comienzan cambios sociales importantes en Francia: suspensión
del término “Jefe de familia”, autoridad compartida, legalización del aborto, uso de
anticonceptivos, diferenciando la función reproductiva del goce sexual y el control de la
reproducción desde las mujeres. Se avanza en la igualdad en derechos sociales y
políticos y se instala masivamente la lectura relacionada con la liberación de las mujeres
como “El Segundo Sexo” de Simone de Beauvoir.

Un aumento significativo de divorcios, la aceptación de los hijos “bastardos” y


“naturales”, y otras modalidades de unión van dando lugar a nuevas formas familiares:
“coparentales”, “recompuestas”, “biparentales”, “multiparentales”, “pluriparentales” o
“monoparentales”. Terminologías que derivan de la palabra “parentalidad”, palabra que
se generalizó en 1970 para definir padre/madre según su “calidad” de tal o su facultad
de acceder a su función calificada de parental.

“En lo sucesivo, esta ya no se considerará únicamente como una estructura de


parentesco que prolonga la autoridad disuelta del padre ó sintetiza el paso de la
naturaleza a la cultura a través de las prohibiciones y funciones simbólicas, sino como
un lugar de poder descentralizado y numerosos rostros. La definición de una esencia
espiritual, biológica ó antropológica de la familia, fundada en el género y el sexo o en
las leyes del parentesco, y la definición existencial, inducida por el mito edípico, son
sustituidas por la definición horizontal y múltiple inventada por el individualismo
moderno…”12

Ya hacia 1970 y producto de las guerras mundiales, comienzan los desarrollos de


reproducción humana asistida para hombres y mujeres infértiles, con bancos de semen,
donación de óvulos, etc., lo que reaviva el viejo temor de la borradura de la diferencia
sexual. Pasando a ser la gran trasgresión que un hombre ya no desee un acto carnal con
una mujer para engendrar y que una mujer solo deseara el semen del hombre para
procrear.

La interrogación de la autora refiere al devenir de la familia, en tiempos en que


grupos antes marginales desean legalizar sus uniones. Arriesga que familia podría
convertirse en un lugar de resistencia a la sociedad mundializada, pero concluye que
una vez más deberá reinventarse.

Por su parte, Bleichmar (2009) estimó necesario redefinir el concepto de familia


Al preguntarse ¿qué es una familia? responde “no es el papá, la mamá y los hijos”.
Redefine el concepto de familia en términos de una asimetría que determina la
responsabilidad del adulto con respecto al niño. En la medida en que haya dos
generaciones, explica, hay una familia: con la asimetría correspondiente que orienta a la
obligatoriedad de la transmisión y de la producción de sujetos en el interior de algún
tipo de comunidad humana, que básicamente se estructura con dos personas como base.
Para la autora, donde hay una madre y un niño, un padre y un niño, un abuelo y un
nieto, un tío y un sobrino al que cría, hay una familia. De esta manera, propone a la
familia como producto de relaciones de filiación y no de alianza. La relación entre el
adulto y el niño es una relación de asimetría simbólica y de capacidad de dominio del
mundo. En ese sentido, el adulto tiene responsabilidades. El primer derecho que tiene el
niño es a una asimetría protectora.

12
Op. Cit. Pág 168

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Los nutridos aportes del psicoanálisis acerca de la familia podrían sintetizarse,
mediante un esfuerzo conceptual, tal como lo propone Maldavsky al afirmar que según
la concepción freudiana la familia deriva de un destino particular que se le otorga a la
pulsión sexual, que no remite a su satisfacción, sino a la transformación de esa pulsión
en ternura. Lo que conduce a diferenciarla de las pulsiones necesarias para la
organización de la vida de la pareja. En estas circunstancias, la pulsión precisa alcanzar
su meta y obtener la satisfacción que se espera del encuentro entre dos sujetos
sexualmente deseantes.13

La transformación de la pulsión erótica y la pulsión agresiva en ternura implican


aportarle otro destino a las pulsiones que posibilitan la persistencia de agrupamientos
con características de familia. La tensión que existe entre la producción y ejercicio de
la ternura y las posibles interferencias que amenazan ese proceso de construcción de
vínculos tiernos se evidencia en las diferencias entre los miembros de una familia. La
exigencia de ternura actúa como equilibrante de esas diferencias que interfieren las
relaciones familiares, como sucede con las diversas formas de violencias intrafamiliares.
De allí la aplicación del concepto de super-yo que regula esa exigencia, en el
funcionamiento de la vida en familia.

Los conceptos de violencia y segregación para el psicoanálisis son propios de la


estructura de lo humano. Por ello sus manifestaciones en el ámbito de lo familiar deben
ser pensadas y tratadas tanto en sus formas de presentación, como en las modalidades de
regulación. Lo que puede producirse en una relación interhumana es o la violencia o la
palabra tal como Freud lo desarrollo en el Malestar en la Cultura. Allí Freud desecha el
ideal de funcionamiento para los lazos de los sujetos, familias, comunidades, naciones
que se soporte en un programa de felicidad sin sombras, afirma que la inclinación
agresiva es una disposición pulsional, autónoma y originaria de lo humano y que es en
la cultura, en los lazos, en la familia donde encuentra su obstáculo mayor.

Freud sostuvo la estricta necesidad de familia como soporte del desarrollo de


los hijos y como núcleo organizador de las civilizaciones, apuntalada en el trabajo y en
el amor. Es la familia el lugar de trasmisión de la cultura, de la lengua materna. La
función paterna es una función de articulación del deseo a la ley, a partir de lo cual se
constituye la mediación simbólica que opera de regulación de lo que de otra manera
seria el puro acto violento.

Familias, psicoanálisis y decires de época

Lacan habla de la producción de un doble movimiento de época, por una parte


el fin del patriarcado con su correlato, la declinación de la dimensión trágica del padre
y por otra parte, la multiplicación de las formas de la familia conyugal, “Es el fin del
patriarcado y el comienzo de la multiplicidad de las formas de alianzas”. Por otro lado
plantea en los complejos familiares14 que la historia del matrimonio reemplazó a la
historia de la familia, que historia de la familia es más bien los modos de hacer pareja
entendido en el sentido psicoanalítico como los modos de gozar del Otro en una
civilización dada.
13
Giberti, Eva (2007): La familia a pesar de todo. pág 56
14
Lacan J, (1997) La familia, Buenos Aires, Argonauta

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El psicoanálisis junto a otros discursos contemporáneos han contribuido a


pensar la familia como un hecho de lenguaje, esto es lo que nos permite pensar hoy que
no hay naturalidad de la relación entre los sexos como así también el despegue de la
función reproductiva sexuada de la función familiar, es decir que no hay
correspondencia entre las funciones familiares y los lazos biológicos. Así la filiación, la
paternidad y la maternidad no son entre los seres humanos procesos intrínsecamente
biológicos. La familia tiene un lugar de transmisión y es el espacio donde el sujeto se
constituye como tal, allí interpreta el deseo del otro encarnado en las figuras parentales.

El psicoanálisis ha leído la familia desde la estructura del complejo de Edipo


freudiano que más adelante Lacan traducirá como una estructura compuesta por la
función paterna, el deseo de la madre y un lugar de carencia que haga posible que un
hijo pueda advenir. La función materna quedará definida a partir de un cuidado que deja
marcas, es decir, cuidados que estén signados por un interés particularizado y la
función paterna con relación a la transmisión de un deseo que no sea anónimo15. Esto
apuntaría al deseo en juego en el discurso de alguien capaz de sostener una declaración:
“Quiero a este niño como mi hijo”, “quiero a esta niña como mi hija” y que su
nombre sea el vector de una encarnación de la ley en el deseo 16. La puesta en juego de
este deseo implica la responsabilidad y la asunción simbólica de esa cría como hijo, del
genitor o del que se proponga, como padre y como madre respectivamente.

La familia transmite ideales, identificaciones sexuales, trasmite un tipo de amor


inhibido, una prohibición y propone otras búsquedas posibles de satisfacción pulsional.
Por ello es posible la inscripción simbólica de la ley, la legalidad presente en este
circuito representa la posibilidad de un devenir subjetivo. Anteriormente mencionamos
a Edipo agregamos que el complejo de Edipo y la Castración son dos operadores que el
psicoanálisis propone para pensar la constitución de este sujeto. El dispositivo familia
ha sido a partir de la modernidad, el espacio que propicia el despliegue de estas
operaciones dando por resultado un sujeto sexuado, favoreciendo que la diferencia
sexual se produzca, articulada en un sujeto de deseo.

Nuevas modalidades de Familia?

Las nuevas construcciones familiares se caracterizan por la ruptura con la


familia conyugal tradicional, como consecuencia del declive del padre y la función
paterna verificados a mediados del siglo XX, y muy acentuados hoy en tiempos de
la inexistencia del Otro y lo que algunos autores llaman la hipermodernidad.

Estas nuevas formas parecen caracterizarse en su presentación por la crisis


de la autoridad del padre, la pluralización de los nombres del padre, la
horizontalidad en las relaciones, la permisividad en la educación de los hijos, la
trasparencia de los secretos de familia, y el borramiento de las barreras entre
generaciones.

15
Lacan J. “Dos Notas sobre el niño” Intervenciones y textos 2”. Manantial Bs AS 1991
16
Laia Sergio Revista Enlaces “”La adopción en matrimonios homoafectivos. Una perspectiva
Psicoanalítica”.

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Ahora bien, tomando los decires de nuestra época, encontramos que algunos
términos y/o relaciones vinculadas a la cuestión familia, por su insistencia,
incongruencia y tensión, se prestan a ser interrogados: Parentalidad, nuevas
configuraciones familiares, parejas monoparentales, familias posmodernas, matrimonios
homoafectivos, ¿son hoy nombres de que?

Las estructuras elementales de parentesco determinan el objeto de elección


permitido y el prohibido y delimitan lazos que quedan organizados a partir de la
circulación de las mujeres. Vemos que una alteridad se hace evidente, alteridad que
introduce la exogamia. Es decir que a nivel del parentesco la diferencia sexual se hace
sentir.
Las estructuras elementales del parentesco organizan un orden simbólico, un
orden de las palabras y las cosas en el que todo está en su lugar.

Hoy asistimos a un cambio en relación a esta concepción del parentesco. Al


respecto Cottet (2006) nos dice “…la verdadera subversión concierne a la definición
misma de parentesco: asistimos a su emancipación y su extensión fuera de la diferencia
de los sexos, de la diferencia hombre-mujer, de la diferencia padre-madre”17, tal como
se verifica en las familias homoparentales, recompuestas, homosexuales, adoptivas, etc.
Es la eliminación de la relación sexual de los asuntos de parentesco lo que caracteriza
nuestra modernidad, y es lo que se denomina la “parentalidad”. Ésta supone no ya una
diferencia al interior del orden familiar sino una simetría, una igualdad, que también
subvierte la diferencia hombre/mujer. Hay desde esta perspectiva un borramiento del
poder de la organización por la diferencia, como podía deducirse del parentesco.

El psicoanálisis nos advierte que para poder abordar la familia es necesario


reintroducir los tratamientos que la cultura hace de la diferencia sexual y de la no
relación sexual. Entonces, cuando se habla de parentalidad podríamos pensar en un
modo de reemplazar a la familia? Tal cuestión agregaría una simetría, una supuesta
igualdad entre funciones de cualquier orden familiar, lo que transformaría todo el
sistema de parentesco.

El interrogante en relación a este significante tan de época es si a pesar de los


supuestos que pareciera implicar, la parentalidad ¿borra o no la diferencia sexual,
generacional, de funciones? Y por supuesto la pregunta fundamental sería por las
consecuencias.

Sergio Laia18 plantea que si las funciones paterna y materna no corresponden


necesaria y biunivocamente a una mujer y a un hombre es porque la correspondencia de
estas funciones con la sexualidad de quien responde por cada una de ellas se procesa
por contingencia y estas no serían disociables del deseo y la particularidad de quien las
encarna: “ En la pluralidad de soluciones en la constitución subjetiva de un niño ,
tenemos experiencias cotidianas de que no hay normalidad para la crianza correcta de
los niños” . Dice este autor que las tendencias a relacionar función paterna a un hombre,
función materna a una mujer son razones históricas, sociales culturales y psíquicas en

17
Cottet Serge (2006) “El padre pulverizado” Virtualia 15 revista virtual de la Escuela de orientación
Lacaniana
18
Laia Sergio Revista Enlaces ”La adopción en matrimonios homoafectivos.Una perspectiva
Psicoanalítica”.

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juego, pero hacer de esa tendencia una necesidad respondería mas bien al temor a lo
imprevisto, a lo incalculable, pero advierte que el relativismo de todo implicaría un
borramiento de la propia diferencia, diferencia necesaria sin que esto implique una
segregación.

En este mismo sentido Silvia Bleichmar se pregunta por los efectos que podrían
tener los nuevos modos de configuraciones familiares: “Hoy la familia es una especie
de res extensa que tiene que ver con la nuevas formas de ensamble familiar. Nuevos
modos de engendramiento. El modelo tradicional familiar se sostiene en los
bordes…..” La autora invita a volver a pensar los conceptos clásicos del psicoanálisis.
“De lo que se trata es de recuperar lo esencial de la propuesta freudiana más allá de
los modos históricos que ha tomado que consiste en la regulación del goce
intergeneracional como eje de pautación de la cultura. Redefiniendo el Edipo entonces
como el modo con el cual cada cultura pauta el acotamiento de la apropiación del
cuerpo del niño como lugar de goce del adulto, ya que esta prohibición articula
también el descubrimiento de una asimetría de poder y saber que el adulto sostiene
respecto al niño, asimetría que debe consistir en el cuidado y protección de la cría para
crear las mejores condiciones de humanización.”19 Tal asimetría es la diferencia que
opera como estructurante.

Repetidas veces en las presentaciones de familia se manifiestan las


consecuencias del desdibujamiento de lo que hace diferencia en los lazos familiares, el
enloquecimiento y violencia de los vínculos propios de las relaciones signadas por el
todos iguales, “porque tengo que trabajar para el macho” decía una mama en relación a
proveer a su hijo su hijo”, o “mi mama me enloquece, me pide cualquier cosa es más
pendeja que yo”.

Pensar las problemáticas del lazo social contemporáneo, implica pensar las
formas particulares de padecimiento de la época, si el padecimiento en la modernidad
está ligado al disciplinamiento de los cuerpo, la represión y la reclusión, las formas
actuales parecen estar ligadas a otros devenires.

El malestar actual en lo familiar puede pensarse hoy más bien


desde la perspectiva de lo que Berenguer llama desanudamiento, producto de la falta de
discursos, marcas, preestablecidos que proporcionen al sujeto un apoyo para la
distribución de lugares y funciones. Sabemos que el discurso hace lazo, diariamente en
la escucha de lo familiar habla esta desorientación producto de tal desanudamiento de
lugares y funciones, “una madre decía que no podía cuidar a su hijo porque este no se
había ganado su amor, su confianza, poniendo de manifiesto que el lugar de hijo es hoy
un lugar a conquistar.

También el malestar se escucha hoy ligado, a lo que ha quedado


al descubierto, develado, esto es que no hay dos que gocen de lo mismo, verdad que
escapada a la represión y ligada a la desautorización de los padres, multiplica las
preguntas, las quejas y los dificultades del lazo familiar, “porque tengo que hacer lo que
me decís”, “porque tengo que querer lo mismo”, etc.

19
Bleichmar Silvia”Producción de subjetividad y constitución del psiquismo”. El desmantelamiento de la
subjetividad. Topía Editorial. Bs As 2009

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Sea cual fuere la forma que tome la familia actual y las


funciones que hoy le toque realizar de crianza, reproducción, socialización y
subjetivación se sostiene que lo que resulta esencial en la función de la familia es "lo
irreductible de la transmisión de un deseo que no sea anónimo"20 y su incidencia en la
transformación de un organismo vivo en un sujeto humano. Así Lacan en su artículo
"Dos notas sobre el niño"21 adjudica a las funciones particulares un valor más allá de las
meras satisfacciones vitales, alguien que por su posición deseante pueda dar cuenta de
una carencia y pueda querer a un niño como modo (en un momento) de responder a
dicha carencia. Ello irá delimitando una idea de familia más allá de las características
que tenga en cada época, porque siempre dejará marcas en el armado de ese ser como
sexuado y se relacionará con que ese entramado garantice las cuestiones del orden de la
legalidad, de la transmisión y del amparo, sostenidas en las coordenadas que supone
estar amarrado al deseo del Otro.

Si bien lo social produce nuevos discursos que operan de


alguna manera como guías, creemos que hoy la reconstrucción del nudo que hace lazo
corresponde en gran parte al sujeto. Es desde ahí que las intervenciones deben
pensarse, a partir del respeto por las singularidades y las herramientas de las que
dispone cada uno.

Althusser, Lois (1969) Ideología y aparatos ideológicos del Estado. Freud y Lacán.
Mexico: Siglo XXI
Bourdieu, P. (1994) El espíritu de familia. Editions du Seuil. Traducción de María Rosa
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