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La pedagogía renacentista impulsa un nuevo ideal educativo, que ostenta cuatro grandes tendencias:
Durante el periodo renacentista debemos mencionar dos grandes acontecimientos que fueron
determinantes en la educación y la pedagogía: la reforma protestante iniciada por Martin Lutero y la
contrarreforma católica
La Reforma Protestante fue impulsada por Martin Lutero quien critica los vicios e incongruencias de
la iglesia medieval. Estos movimientos promueven la lectura e interpretación de la Biblia y por tanto,
la necesidad de enseñar a leer tanto a niños como adultos, de este principio surge el interés por
la enseñanza popular. La reforma organiza la educación pública no sólo en el grado medio, sino
también, y por primera vez, en la escuela primaria pública.
Un cambio significativo respecto a la educación de la Edad Media era que la educación de la Reforma
tenía un carácter nacional dejando cierta libertad de enseñanza a cada nación y usaba idiomas
vernáculos, a diferencia de la educación medieval caracterizada por ser universal, homogénea y con el
uso del latín como única lengua de enseñanza.
Lutero demanda a los gobernantes la creación de escuelas para ofertar una educación religiosa que
llegue a todos y no sólo al clérigo, con los principios de instrucción universal, obligatoria, estatal
y gratuita como base.
En las escuelas primarias se impartían las materias tradicionales de escritura, cálculo y lectura de las
Sagradas escrituras en la lengua nacional, en cuanto a la educación secundaria se debía enseñar
también nociones básicas de aritmética, cultura clásica, matemáticas, ciencias y se aprendían los
rezos del servicio eclesiástico. Se impulsó también escuelas profesionales donde todos pudieran
aprender un oficio y al mismo tiempo recibieran también una formación cultural similar a la de los
grupos privilegiados
Lutero diferenciaba entre la educación de los hijos de campesinos, las ocupaciones y la educación de
los príncipes. Defendía que se debían enviar a la escuela a los niños dos o tres horas y una hora en el
caso de las niñas, dedicándoles más tiempo a los alumnos que fueran más hábiles.
La Contrarreforma Católica
La Reforma Protestante fue una dura prueba para el catolicismo. Los cristianos adeptos al papa y
partidarios de la tradición eclesiástica, comprendieron que la quebrantada fuerza de la iglesia podía
restablecerse, exterminando los abusos, signo y motivo de la tormenta, y emprendieron una
reconquista de la fe por medio de la educación.
El Concilio de Trento que enfrento esta crisis recomendó a los sacerdotes ocuparse preferentemente
de la juventud, ordenó la creación de escuelas, obligo a las parroquias a costear un maestro para los
pobres, recomendó a las órdenes religiosas favorecer la enseñanza secundaria y a los obispos,
transformar sus escuelas catedrales en seminarios para la formación del clero. Se crearon
congregaciones de enseñanza.
San Ignacio de Loyola (1491-1556) fundo la compañía de Jesús en 1534. San Ignacio era oficial antes
de ser sacerdote y dio a su orden un sello militar. La orden que fundo, combate con armas
espirituales para convertir herejes y sostener cristianos vacilantes. Como en la milicia, son virtudes
especiales la obediencia y la disciplina.
Los internados alcanzaron gran auge por la forma de vida metódica en la que se basaba. Presentaban
dos rasgos esenciales: separación del mundo en el interior de este recinto reservado y vigilancia
constante e ininterrumpida hacía el alumno. La educación se establece a partir de la desconfianza del
mundo adulto y quiere separar de él al niño, para hacerle vivir de manera pedagógica y apegada a la
religión en un lugar puro y esterilizado. El sistema escolar programado por los jesuitas consistía a
grandes rasgos en poner en entre dicho la historia, la geografía, las ciencias y la lengua romance, el
lenguaje utilizado diariamente era el latín, así como inculcar la más estricta costumbre de la sumisión,
asegurar la presencia ininterrumpida de una vigilancia y transferir al alumno a un mundo ejemplar y
pacífico.