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REQUISITOS PARA QUE LA PERSONA

JURÍDICA SEA COMPRENDIDA COMO


TERCERO CIVIL EN EL PROCESO PENAL
PERUANO
PERSONA JURÍDICA COMO TERCERO CIVIL EN EL PROCESO PENAL PERUANO

REQUISITOS PARA QUE LA PERSONA JURÍDICA SEA COMPRENDIDA COMO


TERCERO CIVIL EN EL PROCESO PENAL PERUANO

DELIA QUILLA TIPULA[1]

CARLOS FRANCISCO RAÚL ZAVALETA BARRERA[2].

La sociedad peruana, a través de los medios de comunicación, siempre toma conocimiento


de procesos penales donde muchas veces las empresas son comprendidas como Tercero
Responsable Civilmente o Tercero Civil, ya sea por algún presunto delito cometido por su
empleado, su representante legal, su gerente general o por la junta general de accionistas.

La figura del Tercero Responsable Civilmente o Tercero Civil, se encuentra regulada en el


artículo 95° del Código Penal Peruano de la siguiente manera: “La reparación civil es
solidaria entre los responsables del hecho punible y los terceros civilmente obligados”.

En el ámbito procesal, el Código de Procedimientos Penales de 1940 (vigente hasta la fecha


para la mayoría de delitos) establece en el segundo párrafo de su artículo 100° que: “Las
terceras personas que apareciesen como responsables civilmente, deberán ser citadas y
tendrán derecho para intervenir en todas las diligencias que les afecten, a fin de ejercitar su
defensa”.

Por otro lado, el Nuevo Código Procesal Penal, D. Leg. N° 728 (vigente para algunos delitos
como el de tráfico de influencias) dispone en su artículo 111°, inciso 1 que: “Las personas
que conjuntamente con el imputado tengan responsabilidad civil por las consecuencias del
delito, podrán ser incorporadas como parte en el proceso penal a solicitud del Ministerio
Público o del actor civil”.

Sin embargo, ni en el referido código sustantivo ni en los mencionados códigos procesales se


advierte una definición del Tercero Civil y muchos menos los requisitos para que sea
comprendido dentro de un proceso penal.

Víctor Cubas Villanueva, señala que el “(…) Tercero Civilmente Responsable es la persona
natural o jurídica que sin haber participado en la comisión del delito, tiene que pagar sus
consecuencias económicas. Su responsabilidad nace de la ley civil y no de una ley
administrativa o de otra índole; es por ejemplo, la responsabilidad de los padres, tutores o
curadores por los actos que cometan sus hijos menores, sus pupilos o los mayores sometidos
a curatela; la responsabilidad de los patronos por los actos ilícito cometidos por sus
dependientes; la responsabilidad del propietario del vehículo por los hechos practicados por
el conductor (…)”[3].

Al respecto, consideramos que el Tercero Responsable Civilmente o Tercero Civil es la calidad


legal que adquiere una persona natural o jurídica, que no ha intervenido ni participado en un
evento delictivo, pero que en virtud a una obligación impuesta por la ley civil, tiene la
responsabilidad de solidarizarse con el condenado para responder por la Reparación Civil
establecida en una sentencia penal.

Si bien una persona natural puede ser comprendida como Tercero Civil en un proceso penal,
por ejemplo el curador debido al actuar criminal de su protegido, no están fácil precisar
dicha calidad legal cuando se trata de una persona jurídica (empresa, asociación, entre
otros); por lo que consideramos necesario analizar ¿cuáles son los requisitos para que una
persona jurídica sea comprendida como Tercero Responsable Civilmente en una causa penal?

En la doctrina, César San Martín Castro, citando a Eduardo Fong Serra, sostiene que se “(…)
requiere del cumplimiento de dos requisitos: a) el responsable directo o principal está en una
relación de dependencia (el responsable principal no debe actuar según su propio arbitrio,
sino sometido – aunque sea potencialmente – a la dirección y posible intervención del
tercero); y, b) el acto generador de la responsabilidad haya sido cometido por el dependiente
en el desempeño de sus obligaciones y servicios (…)”[4].

Se trata pues de dos requisitos que se manifiestan de modo copulativo[5], los cuales
consisten: Primero, que el agente tenga una relación de dependencia con la empresa, lo
que a su vez implica un estado de subordinación con la misma, no teniendo que ser
estrictamente de índole laboral sino que también puede ser civil como es el caso del locador
de servicios; y Segundo, que la conducta punitiva consumada por el agente haya sido
realizada en ejercicio o desempeño de sus funciones como dependiente de la persona
jurídica, no teniendo que ser dichas funciones de orden criminal, sino también actividades
lícitas propias de un estado de dependencia.

Mención aparte, merece el análisis de un estado de dependencia en el ámbito administrativo,


no siendo esto factible a nuestra criterio, ya que administrativamente la dependencia
existente entre una empresa (así sea del Estado) y un individuo es siempre de naturaleza
laboral o civil, no obstante, un Subgerente no puede ser comprendido como Tercero Civil por
el hecho criminal cometido por su personal (un trabajador CAS o SNP), ya que si bien el
Subgerente subordina al personal, esto es por razón de un cargo, siendo la empresa y no el
Subgerente quien tiene la relación de dependencia con el agente, ya sea de naturaleza
laboral o civil, más no administrativa.

Pero el hecho de que una persona cometa un delito en su trabajo no quiere decir que cuando
sea procesado y consecuentemente condenado mediante una sentencia penal, la persona
jurídica para quien trabaja (si es que sigue trabajando en ella) tendrá la calidad de Tercero
Civil, ello, debido a que el agente pudo haber cometido un crimen en su horario laboral pero
no en el ejercicio de sus funciones como dependiente, lo que hace que no se cumpla el
segundo requisito antes citado.

Por ejemplo, si en una empresa grande de carpintería, dos de sus empleados se encuentran
martillando la misma tabla en horario de trabajo y uno de ellos por algún factor patológico
de ferocidad, para de martillar la tabla y mata dolosamente al otro con un martillazo en la
cabeza, la persona jurídica no será comprendida en el proceso penal como Tercero
Responsable Civilmente, pues si bien es cierto, dicho agente es un dependiente de la
empresa y cometió el delito de homicidio calificado en su horario de trabajo, no es menos
cierto, que no lo realizó en el ejercicio de sus funciones como dependiente (esto es martillar
tablas), sino que alejada de ellas o decidiendo dejar de realizar sus funciones, utilizó el
martillo para matar ferozmente a su compañero.

Caso contrario ocurre con aquel chofer empleado de una empresa de venta de balones de
gas, que tiene la orden de conducir un camión de propiedad de su empleador para dirigirse
por la carretera de la panamericana sur con destino a una fábrica, atropellando luego dolosa
o culposamente a tres personas que intentaban cruzar por dicha carretera (homicidio
simple); en este caso, la persona jurídica deberá ser comprendida como Tercero Civil, pues
el agente además de tener una relación de dependencia con la empresa, cometió el crimen,
con o sin intención, encontrándose en ejercicio de sus funciones como empleado de la
mencionada persona jurídica, esto es, conducir un camión de balones de gas por orden y
vehículo de su empleador con destino a la mencionada fabrica.
Finalmente, consideramos factible señalar que dado que la figura del Tercero Civil nace de
una obligación dispuesta por la ley civil, es aplicable, en el caso de las personas jurídicas, lo
dispuesto por el artículo 1981° del Código Civil Peruano (vigente desde 1984), toda vez que
allí se aprecia los ya mencionados requisitos copulativos de la siguiente maneras: “Aquel que
tenga a otro bajo sus órdenes responde por el daño causado por éste último, si ese daño se
realizó en el ejercicio del cargo o en cumplimiento del servicio respectivo. El autor directo y
el autor indirecto están sujetos a responsabilidad solidaria”.

[1] Abogada por la Universidad César Vallejo, sede en Lima.

[2] Egresado de Derecho y Ciencias Políticas de la Universidad Tecnológica del Perú -UTP.

[3] CUBAS VILLANUEVA, Víctor: El Proceso Penal, Teoría y Práctica, Palestra Editores, Lima
1998, Pág. 122 y 123.

[4] SAN MARTÍN CASTRO, César Eugenio: Derecho Procesal Penal – Tomo I, Editora Grijley,
Lima 2006, Pág. 295.

[5] Adjetivo, que ata, liga y junta una cosa con otra: Diccionario Enciclopédico Ilustrado
Sopena, Tomo 2, Editorial Ramón Sopena, Provenza, 95 - Barcelona, pág. 1113.

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